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Fundación W.K. Kellogg “Invertiré mi Dinero en la Gente” Un bosquejo biográfico del Fundador de la Empresa Kellogg y la Fundación W.K. Kellogg

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Fundación W.K. Kellogg

“Invertiré mi Dinero en la Gente”Un bosquejo biográfico del Fundador de la

Empresa Kellogg y la Fundación W.K. Kellogg

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“Invertiré mi Dinero en la Gente”

Publicado por la Fundación W.K. Kellogg Battle Creek, Michigan

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Décima Edición, Diciembre 2001

Revisado y reimpreso 2000, 1998, 1993, 1991, 1990, 1989, 1987, 1984.Primera Edición publicada en 1979.

Número de catálogo de la Biblioteca del Congreso: 90-063691Impreso en Estados Unidos de Norte América

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Tabla de Contenido

Parte 1 – La casa de W.K. Kellogg

Residencia en la Calle Van Buren ..........................................5

Part 2 – El Filántropo

“Invertiré mi Dinero en la Gente” ......................................23

Los Comienzos....................................................................23

Los Años del Sanatorio ......................................................38

El Ejecutivo ........................................................................41

Éxito y Tragedia ..................................................................43

El tímido Benefactor ..........................................................55

La Fundación W.K. Kellogg ................................................60

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Parte 1

Casa de W.K. Kellogg

Residencia en la Calle Van Buren

W.K. Kellogg. El nombre de este hombre, pronunciado o escrito, despuésde casi medio siglo después de su muerte, se asocia con el empresariado, lacreatividad, la visión y el humanitarismo. Esas son palabras trascendentes.No importa lo apropiado que sean, probablemente el señor Kellogg – eldesarrollador de una industria mundial de cereales y una fundación interna-cional que se dedica a ayudar a la gente a resolver problemas de la sociedad -las habría evitado.

Se avergonzaba de cualquier signo de halago para él. Con una candidezque calzaba con su devoción por la acción y los resultados, era conocido porevitar las felicitaciones, la adulación o la ovación. Elsie Hoatson Elbon, laenfermera de W.K. durante mucho tiempo en sus últimos años de vidacomentó: “Nunca lo escuché hacer alarde sobre las muchas cosas que había

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Un hogar no es meramente un refugio transitorio. Su esencia yace en su permanencia, en su capacidad de desarrollo y solidificación, en su calidad de representar, con todos susdetalles, las personalidades de la gente que vive en él.

H.L. Mencken, 1929

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hecho por los otros. Nunca.” Tal como lo comentaba el mismo, los tributos lohacían sentirse incómodo. Por ejemplo, en 1931 redactó un memorandodurante su trabajo:

Me opongo a que el editor de (un periódico nacional) me llame el Rey del Cereal… Utilizó la palabra filantropía varias veces. Le pedí que la eliminara y que sacara la salsa de sus comentarios.

Ese mismo año aconsejó a su nieto:

Al conversar con la gente, olvídate de la palabra “yo”. Mantén tus pies en la tierra y tu cabeza en alto, pero no demasiado en alto. Sé humilde.

Para un hombre con la riqueza de W.K., su residencia en 256 West VanBuren no era grandiosa ni ostentosa. Tenía 418 metros cuadrados de espaciohabitacional (contando el sótano), lo que la transformaba en una casa que noera más grande que la mayoría de las casas en el vecindario. Era una estruc-tura de dos pisos, como la de la mayoría de las casas vecinas. Sin embargo,era diferente a las casas más cercanas por su diseño simple y su exterior estu-cado. Esto contrastaba con los estilos prevalecientes más populares conmucho ornamento, con estructuras góticas.

Tal como el hombre, la casa de W.K., estaba libre de adornos, inclusomínimos. Su personalidad calzaba bien con los gustos y preferencias simplesde su dueño. Tenía un aura de estabilidad y durabilidad que captaba la aten-ción y la mirada de todo el que pasaba y se tomaba el tiempo de observarladetenidamente.

Desde 1911 hasta 1990 la casa de West Van Buren estaba justo al frentedel Parque McCamly. Entre 1918 y 1924 vivieron allí el señor Kellogg y susegunda esposa, la Dra. Carrie Staines. Ocasionalmente recibían visitas.Frecuentemente se hacían reuniones familiares que juntaban a tres genera-ciones de la familia Kellogg alrededor de una mesa o del árbol navideño, y enlas calurosas tardes de verano se sentaban en el vestíbulo de la casa para com-partir limonada helada escuchando la música que les llegaba de los concier-tos de la banda local en el parque.

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La casa estaba justo al este del cercano Hotel Kellogg (que luego se llamóHotel Hart) a una distancia muy corta al noroeste de Kellogg Inn en la calleChampion, donde algún día se instalaría la primera oficina de la Fundación.Muchas de las calles de la ciudad eran de piso endurecido, muy parecido a los caminos rurales de mucho tránsito, tal como estaba la calle Van Buren al frente de la casa Kellogg en sus años iniciales. A toda hora se podíanescuchar los carros y carruajes tirados por caballos, haciendo sonar sus herraduras y guiados por fornidos hombres que entregaban a los hogares ynegocios a lo largo de sus rutas los bloques de hielo de 25 kilos que se der-retían fácilmente. También los hombres de blanco repartían con sus canastosde alambre las botellas de vidrio llenas de crema y leche fresca y se podían ver los distintos repartidores haciendo su trabajo. Junto con eso se escuchabanlos metálicos sonidos del tranvía eléctrico al pasar por la calle Washingtonpor el Sanatorio hasta la Avenida Ann, pasando por Wood y finalmentedevolviéndose por su camino, por Washington hasta la Calle Main yendo devuelta al centro de la ciudad.

Había pocos automóviles en los caminos, aunque cada vez aumentaban más. Muy pronto la calle Van Buren comenzó a tener una impresionantesuperficie pavimentada con adoquines. El resultado final fue una cacofonía de ruido y actividades en un próspero y ocupado Battle Creek. Visto desde elvestíbulo de la casa Kellogg, todo parecía una imagen viva de prosperidad,vitalidad y progreso.

Cuando el señor Kellogg caminaba por su jardín y miraba más allá de lacasa de madera ubicada en la Calle Champion, podía ver el Sanatorio de BattleCreek de seis pisos y dos cuadras de extensión. Muchas veces, esa vista natu-ralmente le recordaba dos décadas y media de días de trabajo de 14 horas, unainfinidad de tareas y bajos salarios que había vivido en el “Sanatorio”, condi-ciones que indudablemente le dejaron una profunda impresión.

Un ex-vicepresidente de la Fundación Kellogg, Leonard White, recuerda:“Durante toda su vida, incluyendo los 25 años que trabajó para el Dr. Kelloggen el sanatorio, W.K. fue generoso. Se aseguraba que la gente que necesitabaayuda adicional la recibiera, que se perdonaran las deudas. Durante toda laDepresión se preocupó que sus empleados tuvieran carbón para sus cocinascuando lo necesitaran.”

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John L. Kellogg, Jr. y Will Keith Kellogg II, nietos de W.K. Kellogg en laentrada de la residencia de la Calle Van Buren. Están con su uniforme delCuerpo de Entrenamiento Militar de Ciudadanos (el equivalente de la escuelasecundaria del Centro de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva de EstadosUnidos). Aproximadamente el año 1926.

La residencia de Van Buren de W.K. Kellogg se muestra aquí cerca delSanatorio Battle Creek.

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Después que W.K. Kellogg se mudó a Kellogg Inn, John L. Kellogg, Jr., ysu madre (ambos en la fotografía) vivieron en la casa Van Buren, tal como lohizo Will Keith Kellogg II, el otro hijo de Hanna. Era el año 1926.

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La preparación para trasladar la casa de 100 toneladas comenzó enmarzo de 1990.

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En la mañana del 24 de marzo, la casa de W.K. Kellogg comenzó sucorto viaje por el centro de la ciudad.

Las líneas eléctricas y telefónicas se tuvieron que bajar a medida quela casa se trasladaba y pasaba por los hitos más conocidos en las calles,cercadas para el evento. Las líneas se iban restaurando a medida que la casaiba pasando.

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Casi cuatro horas más tarde, la casa se reubicó en el centro de la ciudad yse sacaron las vigas de acero.

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Durante todo el verano de 1990 la construcción continuó alrededor de lacasa limpiando el terreno para dejarla en su posición permanente.

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A fines de septiembre, el trabajo en el exterior estaba casi listo. El muro de piedras que bordea el camino del Parque Lineal de la ciudad ya estabaconstruido.

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La decoración clásica de principios de los años 20 se recrea en la sala deestar. Un imponente piano y una alfombra oriental, similares a los originalesdel señor Kellogg, se ven acentuados por una elegante estatuilla de una joven.La estatuilla originalmente pertenecía al señor Kellogg.

Restaurado con su belleza original, el comedor refleja su propios tiemposhistóricos. El separador de ambiente alto pertenecía al señor Kellogg.

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Esta recreación del elegante dormitorio alberga algunas de lasposesiones del señor Kellogg. El sillón al lado del escritorio, la esculturadel elefante y las pinturas le pertenecían. Los otros muebles son auténticosde la época.

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Desde el sitio de la sede de la Fundación en octubre de 1990, desde elnorte mirando a través del río Battle Creek, se puede ver cómo la casa semezcla con toda su serenidad con el entorno.

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El vestíbulo y el jardín de invierno de la Casa Kellogg hoy están frente aun muro bajo de piedras cerca del río en el centro de Battle Creek.

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Russell G. Mawby, ex director ejecutivo de la Fundación Kellogg y presi-dente de la junta, señaló que W.K. pensaba que “algunas veces es necesaria lacaridad en forma de alimento, vestuario y refugio, pero que usualmente el mayor bien se puede lograr ayudando a la gente a ayudarse a si misma, loprincipal es darles la oportunidad de hacer lo que es importante para ellos envez de hacerlos todo por ellos o decirles qué deben hacer.” Mawby dijo, “Esaconvicción llegó a ser el propósito de la Fundación que creó el señor Kellogg,y tal como ha sucedido con la casa de la Calle Van Buren, ha resistido la prue-ba del tiempo.”

Norman Williamson, Jr., nieto de W.K. Kellogg, describió la casa talcomo la recordaba:

Al frente había un vestíbulo abierto donde uno podía sentarse cuan-do había buen clima - ... Inmediatamente detrás del vestíbulo estabael jardín de invierno que llevaba al segundo piso. La entrada de lacalle era directamente hacia la sala de estar. Era grande, abarcabatodo el ancho de la casa con ventanas en el lado este y oeste y con unjardín de invierno en el lado sur. Había una replica de un gato negrode cristal Lalique que servía como retén para la puerta. Tambiénhabía un Boston terrier de cerámica con un collar con joyas, y en ladécada de los 20, W.K. compró un piano profesional.

Recordó un pasadizo desde la sala de estar al comedor. Dijo que en elcamino uno pasaba por un baño a la izquierda y una escalera al sótano a laderecha. El comedor era cómodo, igual que la sala de estar, y se extendía através de todo el ancho de la casa. Tenía una mesa de comedor con capacidadpara doce personas o más. Un botón de pie en el sitio de W.K. permitía lla-mar a la servidumbre de la cocina.

Williamson dijo que la cocina tenía un refrigerador “que producía el milagrode los cubos de hielo. En casa sólo teníamos la acostumbrada caja de hieloque tenía que “recargar” regularmente el hombre del hielo.” Y, para él, elsótano era lo “más fascinante para nosotros, los niños” porque tenía unapequeña mesa de billar que también se “convertía en sofá para dar espacioadicional para sentarse en las ocasiones más entretenidas como el intercam-bio de regalos en Navidad.”

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La sirvienta ocupaba el departamento sobre el garaje; el chofer vivía en laantigua casa de W.K. cerca de la Calle Champion.

Después que W.K. terminó sus departamentos Kellogg (el Inn), se cam-bió allí en 1924, pero Williamson dijo que había vacilado en decidir por susuite en el sexto piso o su antigua residencia. Finalmente, la casa la ocupó va-rios años Hanna Kellogg (primera esposa del hijo de W.K., John) y sus doshijos, John Jr. y Keith.

La casa llegó a ser propiedad de la Fundación Kellogg en 1987. Ha estadovacía por 12 años, donde sus habitaciones vacías dan refugio del clima a avesaventureras que han encontrado su camino a través de la chimenea y con susoscuras ventanas mirando inexpresivamente hacia el cambiante vecindario.

El 24 de marzo de 1990 se llevó la antigua casa de W.K. Kellogg desde suubicación en la Calle West Van Buren al terreno de la sede corporativa de laFundación Kellogg en el centro de la ciudad.

La casa renovada se ha transformado en la base del programa de laFundación llamado Expert-In-Residence. Este programa lleva a reconocidasautoridades a Battle Creek por periodos cortos para realizar seminarios ytalleres en áreas de interés para los campos programáticos de la Fundación.Con su subestimado encanto y su elegante comodidad cuidadosamenterestaurados, la Casa Kellogg continúa atendiendo con la tranquila tradiciónde su dueño original.

El viejo amigo de W.K. y médico, doctor George Slagles dijo: “Will KeithKellogg fue un gran hombre. Lo que hizo por la ciudad de Battle Creek sepuede ver en toda la ciudad – la Escuela Ann J. Kellogg y mucho más. El “buscaba las cosas”. Era una máquina escondida bajo una apariencia calmada.Fue un tremendo desarrollador e hizo que Battle Creek se transformara en loque es hoy.”

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Parte 2

El Filántropo

“Invertiré mi Dinero en la Gente”

La Fundación W.K. Kellogg existe debido al entretejido de la fortuna. Loque ha forjado esta historia han sido los principios de una religión visionaria,el flujo de los negocios, la rivalidad entre hermanos de mucha voluntad, eléxito de un centro de acondicionamiento de salud y el descubrimiento ines-perado de un cereal en hojuelas.

Sin embargo, el foco aun está en el particular señor W.K. Kellogg. Nacidoen el siglo diecinueve, fue uno de los grandes promotores de ideas y provo-cadores de hombres tradicionales como Andrew Carnegie, Henry Ford,Bertrand Russell, J.C. Penney, Bernard Shaw, y Charles Stewart Mott, quetenían la fuerza motriz y voluntad de varias vidas y que comenzaron sus últi-mos años con el máximo de sus fortalezas.

Aunque poseía una extraordinaria perspicacia para los negocios, Kelloggera inmensamente tímido. Tenía fe en la habilidad del público para conocerun buen producto cuando lo ve.

Los Comienzos

“Nunca Aprendí a jugar”

El primero de la familia Kellogg en emigrar a América fue Joseph Kellog –nacido en 1626 y proveniente de un largo linaje de Kelloggs escoceses e ingle-ses – quien se asentó en Hadley, Massachusetts, donde la familia Kelloggprosperó por casi dos siglos. Uno de los descendientes de Joseph, JohnPreston Kellogg, dejó Hadley en 1834 con su esposa, Mary Ann, y sus doshijos para ir a Flint, Michigan.

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John Preston Kellogg era un cristiano creyente, pero estaba muy conscientede las necesidades humanas en el plano terreno. Estaba muy desilusionadocon la medicina, ya que se practicaba en ese ambiente tan primitivo. CuandoMary Ann falleció de tuberculosis, John buscó algo firme en que creer. Setransformo en un abolicionista y a menudo acogía a los esclavos que escapa-ban a Canadá. Pero no era suficiente.

Kellogg se casó con Ann Janette Stanley y en 1849 su hija de dos años EmmaFrances sucumbió a un caso mal diagnosticado de inflamación pulmonar.Aun más disgustado con los malos servicios médicos, Kellogg encontró con-suelo en la fe Adventista del Séptimo Día, que consideraba la salud personalde suma importancia. Fumar tabaco, beber alcohol y comer carne era tabú.Cuando los Adventistas establecieron una oficina de publicaciones en BattleCreek, Michigan, John se fue con su familia y creó una fábrica de escobas.

La familia Kellogg creció a medida que la fe Adventista se desarrolló tremen-damente en Battle Creek. En 1866 los Adventistas crearon el Instituto de laReforma de Salud Occidental en la ciudad, donde Merritt G. Kellogg – el pri-mogénito de la familia – se transformó en doctor. Otro hijo médico, JohnHarvey Kellogg, fue destinado a administrar esta misma institución con elnombre de Sanatorio de Battle Creek y lo transformó en uno de los másfamosos centros de acondicionamiento de salud en el mundo.

Sin embargo, el nombre de Will Keith Kellogg, nacido el 7 de abril de1860 sería mucho más conocido para millones de necesitados prematuros del mundo.

Fui el séptimo hijo nacido el séptimo día del mes. Mi padre fue el sépti-mo hijo y el nombre “Kellogg” tiene siete letras.

El capricho de toda la vida de W.K. Kellogg fue alojarse en las habita-ciones del séptimo piso de los hoteles y en habitaciones que terminaran ensiete. Sin embargo, normalmente no era un hombre de muchas bromas. Siuno ve las fotografías de Kellogg con su cara de póquer durante su juventud,podría llegar correctamente a la conclusión que realmente era formal.

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Incorporado tempranamente en el comercio de escobas, W.K. Kellogg era unvendedor con su propio territorio a los 14 años, en cuyo momento comenzó apavimentar su camino en el mundo. Trabajo duro, largas horas y el régimenAdventista y ciertamente las características estrictas de crianza de la vidafamiliar pionera moldearon a un joven cuyas perspectivas lo guiaban hacia unauto mejoramiento.

“De niño, nunca aprendí a jugar”, solía decir, y a menudo lamentaba suinhabilidad para sonreír o reír fácilmente. Podía reírse por lo bajo, pero unotenía suerte si lo encontraba haciéndolo. Después de todo, era una vida dura.Las enfermedades y la muerte rodeaban a la familia Kellogg. Murieron otrostres niños y Will escasamente sobrevivió a la malaria. También tuvo pocosestudios. Pero Will leía mucho – incluso después de una partida difícil:

Cuando estudiaba en la escuela, el profesor pensaba que era torpe porque tenía dificultades al leer lo que decía el pizarrón. Sólo a los 20 años pude averiguar que sucedía: era corto de vista. Un buen examen médico podría haber resuelto el problema el primer día de clases. Desde entonces, a menudo pienso qué puede hacer la ciencia por los niños desvalidos si es que se interviene en el momento oportuno.

Buscando experiencia en el comercio de las escobas, el adolescente Will se fuea Texas, pero la vida de la ciudad lo repelió. Los alcantarillados abiertos en lascalles de Dallas le disgustaron, porque su preocupación por la salud – igualque su familia – era fervorosa. Decidió que había aprendido suficiente en laescuela de los duros golpes de Texas y se fue a casa.

Will sabía lo que necesitaba saber y cuándo aprenderlo – y no iba aperder tiempo mientras aprendía. En 1880 el impaciente Will se inscribió enun curso de negocios que completó en cuatro meses comparado con otrosalumnos que tomaron todo un año académico para terminarlo. Ese mismoaño se casó con Ella Osborn Davis, y como esposo responsable hizo caso a laoferta de trabajo de su hermano John en el Sanatorio Battle Creek.

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La casa donde nació W.K. Kellogg 7 de abril, 1860.

Temprano en Battle Creek, Michigan.

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“Tengo miedo que siempre sea un hombre pobre,” dijo Kellogg de sucarrera de 26 años como contador, cajero, y empleado de servicios generalesdel Sanatorio Battle Creek. Tenía cuarenta años de edad cuando se tomó estafotografía y aun era empleado del Sanatorio. Se casó con su primera esposa,Ella “Puss” Davis el mismo año que aceptó la oferta de trabajo en el SanatorioBattle Creek de parte de su hermano.

W.K. Kellogg nació en el seno deuna gran familia, y comenzó a pavi-mentar su propio camino en el mundotempranamente. A los 14, Kellogg eraun exitoso vendedor de escobas con supropio territorio.

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En la cima de su popularidad, el SanatorioBattle Creek era una construcción en expan-sión, de múltiples edificios con una altura de15 pisos con una atención anual de 5000pacientes. El Sanatorio promovía el régimenvegetariano del Adventismo y el uso de lahidroterapia, conjuntamente con los últimosdescubrimientos en el diagnóstico médico.

El Dr. John Harvey Kellogg, un emi-nente medico, era el empleador de su her-mano menor durante un cuarto de siglo enel Sanatorio Battle Creek. Con frecuenciase veía al “Doctor” pedaleando en su bici-cleta mientras su hermano menor, W.K.Kellogg corría a su lado para hablar de lasactividades futuras del Sanatorio.

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Trabajando de noche en la cocina del Sanatorio, Will Kellogg hervía elmaíz para ayudar al Doctor a buscar un substituto digerible del pan.Un día en 1894, después que un lote de maíz cocido se dejó reposaraccidentalmente, probaron nuevamente. Sin saberlo, habían “templado” elmaíz al dejarlo reposar. El maíz comprimido se descamó con cuchillasdiseñadas por Will. Así se creó el cereal para desayuno de la modernidad.

Este pequeño edificio, en la Calle Brook detrás del Sanatorio, fue el primerlaboratorio que produjo cereales para los pacientes del Sanatorio en 1896.

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Una clave para el éxito de W.K. Kellogg en la industria de cereales paradesayunos fue el énfasis que puso en la publicidad. Incluso cuando WallStreet colapsó en 1929 y los agentes bursátiles estaban a punto de saltar alabismo, Kellogg duplicó su presupuesto en publicidad. Aquí se reproduce elprimer aviso “Sweetheart” que se lanzó en 1907.

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Entre 1902 y 1906 más de cuarenta empresas se organizaron en BattleCreek para producir alimentos y bebidas de cereales. La intensa competenciadurante las décadas siguientes dejó solamente algunos sobrevivientes. Uno delos más exitosos fue la empresa de W.K. Kellogg. Esta caricatura de una revistamuestra como un ingeniero en eficiencia descubrió cómo la impresión evitaríaque el señor Kellogg firmara su nombre en cada una de las cajas de Hojuelas deMaíz. (Reproducción autorizada, Copyright 1936 de The New YorkerMagazine, Inc.)

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Kellogg rechazó quedarse exclusivamente en su escritorio y paseaba porla fábrica por lo menos varias veces cada semana. Su curiosidad mecánicafrecuentemente lo empujaba a probar nuevos equipos en la fábrica, y aquíse le ve probando una planta de energía en la fábrica.

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Los trabajadores de la empresa eran parte de la “familia” de W.K.Kellogg y él derrochaba su atención hacia ellos, incluyendo la entrega declínica médica y dental en la planta conjuntamente con una guardería paralos niños de las trabajadoras. Aquí aparece el señor Kellogg en la víspera deun viaje estacional a California, despidiéndose de dos empleados antiguos.

Seis años después de la muerte de suprimera mujer, W.K. Kellogg se casó con laDra. Carrie Staines del personal medico delSanatorio Battle Creek en 1918.

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W.K. Kellogg esperaba que miembros de su familia siguieran con elnegocio, pero esa historia está enlazada con encuentros temperamentales ytragedias. Aquí aparece con sus dos hijos y sus nietos. En la fila de atrás estáWill Keith II (hijo de John L.), Karl Kellogg y John L. Kellogg. Adelante estáWill Lewis y Karl Landram (ambos hijos de Karl) y John, Jr. (hijo de John L.).El hijo mayor de Kellogg, Karl, era doctor y John L. era un exitoso empresarioy durante un tiempo fue presidente de la Compañía Kellogg.

Esta foto de 1923 muestra a W.K. Kellogg con su hija Beth (Sra. NormanWilliamson) y sus niños – John, Norman, Jr., Elizabeth Ann, Kenneth yEleanor Jane.

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W.K. Kellogg era una persona formal que pocas veces se relajaba completa-mente. Casi todas las fotografías lo muestran vestido escrupulosamente contraje formal. Sin embargo, disfrutaba viajando y con la horticultura, y estaspocas fotos informales lo muestran en su casa en el Lago Gull a fines de ladécada del 20, un periodo de prosperidad y de expansión internacional de lasoperaciones de su empresa.

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Will Kellogg fue uno de los primeros empresarios que reconoció elpotencial de los mercados internacionales. Expandió las operaciones de laempresa a Canadá y Australia en 1924 e Inglaterra en 1938. Hoy, laCompañía Kellogg tiene plantas en numerosos países en todo el mundo.La foto de arriba muestra la Casa Central de la Compañía Kellogg enBattle Creek.

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Los Años del Sanatorio

“Siempre Seré un Hombre Pobre”

Will Kellogg era un hombre delgado y bajo – aunque era mucho más altoque su pequeño hermano doctor. En el Sanatorio, Will realizaba trabajos queiban desde tareas administrativas hasta tareas de servicios como asistente delhombre que incluso Will llegaría a llamar “El Doctor”.

Will fue contador, cajero, embalador y embarcador, niño de mandados yempleado de servicios generales. El Dr. John Kellogg, en ese momento medicoen jefe, transfería todo lo que no estuviera relacionado con los servicios médi-cos del sanatorio a su hermano menor, manteniendo la relación de hermanomayor. Para Will esta no era la mejor de las circunstancias ni el mejor de lostrabajos, pero la llegada de su primer hijo, Kart Hugh, en 1881 y JohnLeonard en 1883 ciertamente lo llevaron a quedarse en su puesto. Siguieronotros hijos: Irvin Hadley que murió en su lactancia, William Keith, Jr., quefalleció a los cuatro años, y la única hija de los Kellogg, Elizabeth Ann, quenació en 1888.

“Me siento un tanto triste,” escribía en su diario en este periodo “Comose ven las cosas ahora, me temo que siempre seré un hombre pobre.”

El sanatorio promovió el régimen Adventista, junto con muchos de losremedios innovadores y no convencionales del Dr. Kellogg: curas de agua,baños de minerales, vegetarianismo, aire puro y luz solar. John HarveyKellogg se exigía mucho, y llevaba a su hermano por el mismo camino.

Entre las empresas del Dr. Kellogg había una empresa de alimentossaludables que fabricaba alimentos para el Sanatorio, y la EmpresaPublicaciones Buena Salud que imprimía los libros del Doctor.

Will estaba a cargo de embarcar los libros por todo el país; era tan solouna tarea más en una carrera que ocasionalmente lo hacía trabajar 120 horasa la semana. Will aprendió a ver los detalles gracias a su prodigiosa memoriacasi fotográfica. Se transformo en un cuidadoso observador y en un astutonegociador, en un formidable, pero auto-crítico empresario.

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Estaba tan sobrecargado de trabajo que estoy consciente que muypoco de él o casi nada se realizaba satisfactoriamente.

Will a menudo ayudaba a una persona pobre o a un niño necesitado arecibir atención médica en el Sanatorio, y típicamente pagaba los servicios desu propio bolsillo. Era un hombre con una energía casi ilimitada. El insomniolo acosaba, por lo tanto pasaba sus noches tomando notas e ideas para el díasiguiente. Tomar notas en las noches de insomnio se transformó en un hábitoque duró gran parte de su vida. Con mucha frecuencia las ideas valían la pena.

La relación entre los hermanos Kellogg era de un fluctuante conflicto yatención. La personalidad dominadora del Doctor inquebrantablementecausaba tensión.

Will era tranquilo, reservado, retraído, sombrío e introvertido. John eradramático, extravagante, cómodo consigo mismo y con los otros, un exhibi-cionista. Quizás era inevitable que tenían que encontrarse, y es extraño hacernotar que, si no se hubieran separado sus caminos, nunca se hubiera podidolograr una gran cantidad de bien.

Will y John se llevaban lo suficientemente bien como para trabajar juntosen muchos proyectos, incluyendo los largos experimentos e investigaciónnecesaria para desarrollar alimentos saludables para el sanatorio. Después detodo, tenían mucho en común; tal como lo dijo un médico del Sanatorio, loshermanos “eran como dos personas tratando de subir una misma escalerasimultáneamente.” En cierta medida, ellos cooperaban entre sí y se ayudabanuno con el otro.

En 1894, después de haber terminado el trabajo del día, Will tenía latarea realizar una serie de experimentos en la cocina del sanatorio, cociendomaíz para ayudar al Doctor en su búsqueda de un substituto digerible delpan. Trabajando con un grupo de rodillos para moler Granola, uno de losotros productos originales del Sanatorio, los dos hermanos trabajaron diaria-mente sin éxito en el logro de una sustancia comestible.

Un día, después que un lote de maíz cocido se dejó accidentalmente enreposo, probaron de nuevo. Sin saberlo, habían “templado” el maíz dejándoloreposar - un proceso que hoy está muy perfeccionado y que no era conocido

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en esa época. El maíz comprimido se descamaba de los rodillos con cuchillasdiseñadas por Will y se crearon las primeras hojuelas de cereales.

Will convenció al Dr. Kellogg para que no moliera más las hojuelas, sinoque las sirviera tal como estaban, completas. Al principio, el alimento se dabasolamente a los pacientes del sanatorio, pero a medida que comenzaron a lle-gar los pedidos de antiguos pacientes, la “Granosa” se comenzó a empaque-tar y vender a través de la empresa de alimentos del Sanatorio. El Doctor,nunca tan preocupado de los asuntos de negocios, le cedió a su hermano ladistribución del nuevo producto de maíz en hojuelas.

El Dr. Kellogg y otros no pensaban en ese momento que se pudieradesarrollar el negocio. Confieso que en ese momento no me habíadado cuenta hasta qué nivel se podía desarrollar el negocio de losalimentos en Battle Creek.

A pesar del secreto, el proceso para fabricar cereales en hojuelas se filtró.Entre 1900 y 1905, docenas de empresas de hojuelas de maíz surgieronabruptamente en Battle Creek, ya que gracias al Sanatorio, el nombre de laciudad había quedado como sinónimo de salud. Los Kellogg no queríanperder el control del mercado. Con una mayor cantidad de trabajo, los her-manos tenían tan poco tiempo que tuvieron que combinar sus tareas. Amenudo el Doctor iba en bicicleta desde su casa al Sanatorio mientras Willcorría al lado de él, intercambiando notas para el día de trabajo.

Los dos pocas veces estaban de acuerdo. Will construyó una nueva fábri-ca para fabricar alimentos para el Sanatorio, y cuando se completó a un costode $ 50.000, el Doctor sostuvo que nunca había autorizado ese gasto. Le pidióa Will que pagara la fábrica personalmente. Fue un golpe severo, y finalmenteWill pagó la deuda. Pero las desavenencias continuaron aumentando y final-mente en Agosto de 1901 Will vació su escritorio, le dijo al Doctor que ya nopodría seguir trabajando para él y dejó su empleo en el Sanatorio. Se quedócon la Empresa de Alimentos Sanitas por unos cuantos años más, ya que noestaba relacionada corporativamente con su hermano.

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El Ejecutivo

“Yo estaba aún verde”

Battle Creek estaba en el medio de un auge de cereales para desayunos.Surgieron cuarenta y dos empresas para fabricar alimentos y bebidas paradesayunos. Solo unas cuantas sobrevivirían, y Will Kellogg tenía el instinto yel sentido de los negocios para unirse a los ganadores – porque había visto elpotencial de las hojuelas de maíz.

Antes de fines de siglo, Will ya había experimentado con ese cereal. Hizolargos experimentos antes de encontrar la combinación correcta de ingredi-entes y los mejores equipos de fabricación. En 1906, W.K. Kellogg creó supropia nueva empresa, las hojuelas de maíz de Kellogg se transformaron enun inmediato éxito en los desayunos, y en un logro sorprendentemente cre-ativo en la vida de un hombre que ya tenía 46 años de edad.

La “Compañía Kellogg” no llegó a ser el nombre oficial de la corporaciónhasta 1925, pero el mundo de los que comían cereales al desayuno yaconocían las palabras que aparecían en rojo en los paquetes Sanitas: “Tengacuidado con las imitaciones. No hay nada auténtico sin esta firma. W.K.Kellogg.” Esas palabras comenzaron a aparecer en los paquetes producidosen la propia fábrica de Will, gracias a la venta de acciones a través de unantiguo paciente del Sanatorio que había confiado en Will Kellogg.

“Yo estaba aun verde al comenzar el negocio”, confesó Will, pero le enseñóuna o dos cosas a los corredores de la bolsa sobre promociones, publicidad y lapublicidad persona a persona. Mientras promocionaba los alimentos Sanitas,Kellogg entregaba muestras puerta por puerta. Comenzó a promover susnuevas Hojuelas Tostadas de Maíz de igual forma, resuelto a ganarles a losoportunistas que habían llegado a Battle Creek aprovechándose de su éxito. Noera tan solo una empresa para ganar dinero, tal como lo recuerda uno de susantiguos socios:”El señor Kellogg creía que abasteciendo hojuelas de maíz yotros productos a la gente estaba dando un servicio de salud.”

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El Día de la Independencia de 1907 trajo un precoz desastre a la nuevaempresa. Un incendio destruyó la fábrica de la Calle Bartlett – una pérdida de$ 60.000. Para cualquier otro empresario de Battle Creek esto podría habersignificado el fin. Sin embargo, mientras la producción continuaba en unaplanta secundaria, Will Kellogg llevó rápidamente a un arquitecto a la escenay se prepararon los planes para construir una fábrica de cereales moderna yprotegida contra incendios antes que las ruinas dejaran de echar humo.

El incendio no ha tenido consecuencia alguna. No se puede quemarlo que ya está grabado en la mente de la mujer Americana.

Por supuesto, una clave del éxito de la compañía estaba en la publicidad.El presupuesto para publicidad en Kellogg creció rápidamente a medida quela producción se expandía, porque él creía en la clara identificación de unbuen producto y no en una venta difícil del producto. La piedra angular másfuerte resultó ser el coraje. Cuando Wall Street colapsó en 1929 y los corre-dores de la bolsa estaban a punto de saltar al abismo, Kellogg se encogió dehombros con confianza y duplicó su presupuesto de publicidad: “Este es elmomento de salir a gastar más dinero en publicidad.”

Tenía razón. La Compañía Kellogg, segura que todos los americanosdebían tomar desayuno – especialmente un desayuno de bajo costo – se viomuy poco afectada por la Gran Depresión.

Sin embargo, hubo problemas legales. El Dr. John H. Kellogg pensó quede alguna forma era el Kellogg y que la firma de Will en los paquetes de loscereales implicaba que el famoso doctor estaba endosándolos. El Kelloggmayor incluso llegó a establecer su propia Compañía de Alimentos Kellogg.Los hermanos no tuvieron remordimiento alguno en demandarse entre ellosy el litigio resultante no tan solo terminó en victorias para Will Kellogg, sinoque también causó un casi completo alejamiento entre los dos hombres. Estaera una separación que habría de durar hasta el fin de sus vidas, ambos falle-cidos a los 91 años. Los hermanos no se vieron mucho en sus últimos años.En 1943, el Dr. Kellogg envió una nota de reconciliación a su hermano,reconociendo que Will había sido acusado erróneamente, pero la entrega dela nota se demoró. El Doctor murió antes que Will la leyera.

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Éxito y Tragedia

“Amable Providencia”

Llegó el día que se le pidió al tesorero de la compañía revisar los librospersonales de Kellogg y ordenarlos. Al volver, el tesorero le dijo a su jefe:“Bueno, estos libros indican que usted tiene un valor de un millón dedólares.”

“No valgo eso,” dijo W.K. respirando apresuradamente. Revisó las cifrasy aceptó los hechos. “Bueno, nunca esperé tener un valor tan alto.”

Al principio pasamos periodos muy agotadores y tuvimos muchashoras de ansiedad, sin saber de donde sacar fondos para pagar lossalarios de la semana siguiente. En ningún periodo de mi vida aspiréa llegar a ser rico, pero quizás la dura competencia desarrolló miespíritu luchador y en los esfuerzos para asegurar nuestra partici-pación, el negocio ha tenido éxito. Mi esperanza es que la riquezaque me ha traído la amable Providencia pueda ser útil para muchosotros y que me encuentre a mí como un fiel administrador.

Las donaciones de caridad de Will Kellogg eran muchas, y era difícil cal-cularlas realmente. Su casa estaba siempre abierta para sus amigos y pari-entes que les estaba yendo mal y muchas visitas a los hogares de sus amigosenfermos terminaban en ayuda financiera que no se había solicitado.

Su forma de hacer feliz a los otros quizás compensaba el haber fracasadoen llevar una vida “común y corriente” en casa. Para su familia, había sido unautócrata. Había criado a sus hijos con la severidad con la cual él había creci-do. Como había tenido muy poco tiempo para pasar con su esposa y sus niños– la construcción de una firma de éxito había sido una meta que consumíatodo su tiempo – surgieron barreras entre él y otros en su hogar. W.K. tuvoque lamentar profundamente esto años más tarde, particularmente despuésde la muerte de su esposa, Ella, en 1912. Por algunos años no quiso casarsenuevamente, por el temor a hacer infeliz a otra mujer. Aun así, en 1918 cono-ció y se casó con una distinguida doctora del Sanatorio, la Dra. Carrie Staines.

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Mientras tanto, la Compañía Kellogg se relacionó responsablemente ycon mucho juicio con sus empleados. En 1927 se instaló una guardería en laplanta para los niños de las trabajadoras. Una clínica médica y dental atendíana los niños y una nutricionista atendía sus necesidades nutricionales. LaDepresión renovó su preocupación por sus empleados y se crearon más turnospara que se pudieran contratar más hombres de familia. El presidente HerbertHoover vio un potencial en el experimento para aplicarlo en un programa paratoda la nación y llamó a Kellogg a la Casa Blanca para debatir el tema. Kelloggtambién suministró fondos para la construcción de un parque de 10 acres enlos terrenos de la planta de Battle Creek para dar trabajo a aquellos que norecibían un salario.

Como uno de sus legados, en 1944 Kellogg entregó 21.400 acciones de laempresa al Fondo Twenty-Five Year para dar asistencia a empleados vetera-nos ante necesidades financieras. En cierto sentido, los trabajadores eranparte de su “familia” y les daba toda su atención.

En casa, la fortaleza y los consejos sabios estaban allí, pero su carteratendía a quedarse cerrada. Will Kellogg escribió un día a su hijo Kart: “Sobretodas las cosas, quiero que mis hijos se desarrollen y transformen en hombrescon conciencia y con la verdad, y si por alguna razón nunca pueden adquiriruna gran cantidad de dinero, apreciaré los atributos de la sinceridad, honesti-dad y la confianza por sobre todas las cosas.”

Kellogg esperaba que otros miembros de su familia siguieran con elnegocio, pero incluso esa historia está llena de enfrentamientos y tragedias.La primera catástrofe ocurrió cuando Kenneth, el primogénito de su hijaBeth, se cayó accidentalmente de la ventana de un segundo piso a la calle decemento. A pesar de su riqueza, poco pudo hacer Kellogg por el niño perma-nentemente lesionado.

En parte, la creación de la Fundación se debió al hecho que aunqueyo podía pagar con amplitud las cuentas médicas y quirúrgicas deKenneth, encontré que era casi imposible obtener un tratamientoadecuado para él durante los primeros diez o doce años de su vida.Esto me hizo preguntar cuales eran las dificultades en el camino depadres necesitados que buscaban ayudar a sus niños cuando surgíanlas catástrofes, y resolví dar la asistencia necesaria para esos niños.

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La “Casa Grande” de W.K. Kellogg estaba a una altura de 500 pies sobreel Valle de Pomona (California) y miraba hacia el Rancho de Caballos ÁrabesKellogg de 800 acres. Estaba particularmente orgulloso de la belleza de suspotros Árabes mellizos, Calamyr y Calamyra.

Tal como lo hizo más tarde con sus casas, en 1923 Kellogg donó su ranchode caballos Árabes de $ 3 millones para usarlo en servicios públicos. Aquí semuestra al comediante Will Rogers, al Gobernador de California James Rolph yal señor Kellogg en la ceremonia de traspaso del rancho a la Universidad deCalifornia. La propiedad fue utilizada por el gobierno de Estados Unidosdurante la II Guerra Mundial como una Estación de Remonta del Ejército y hoyes el Campus Pomona de la Universidad Politécnica del Estado de California.

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A medida que su empresa prosperaba, Kellogg compró propiedades enFlorida y Michigan y un rancho en California. Durante la II Guerra Mundialdonó las dos casas para usarlas en servicios públicos. Arriba se observa lacasa de Dunedin Isles, al norte de Clearwater, Florida y abajo se muestra lapropiedad del Lago Gull cerca de Battle Creek, Michigan.

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En 1930, el señor Kellogg creó la Fundación W.K. Kellogg y muy prontola hizo beneficiaria de sus activos personales valorados en $ 45 millones.Hasta 1967, el personal de la Fundación trabajaba en dos pisos de “The Inn”,una casa de departamentos de Battle Creek construida por el señor Kelloggen 1924. Kellogg mantuvo un departamento en el Inn. Como durante susúltimos 14 años de vida, sufría de glaucoma, tenía varios perros.

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Por más de una década durante los 30, la Fundación W.K. Kellogg hizofuncionar el Proyecto de Salud Comunitaria de Michigan (MCHP). Fue unesfuerzo pionero que demostró en siete condados de Michigan que la salud dela familia, sus oportunidades educacionales y el estándar de vida general podíamejorarse a través de servicios de salud pública, a través de atención y revisiónmédica de los niños, junto con un programa extensivo de mejoramientoescolar, mayores servicios de bibliotecas y más desarrollo comunitario general.

W.K. Kellogg tenía una oficina en la Casa Central de la Fundación. Debidoa su preocupación por la salud y educación de los niños, se sentía intrigado conel Proyecto de Salud Comunitaria de Michigan y asistió discretamente amuchas de sus reuniones con los líderes de la ciudadanía.

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Se orientaron programas integrales, con millones de dólares deasistencia de parte de la Fundación, para dar oportunidades de unaeducación más avanzada a los administradores de hospitales y escuelaspúblicas. Por ejemplo, la Fundación inició un esfuerzo que finalmenteincluiría el fortalecimiento de cursos pre-grado y post-grado en 38 escuelasde medicina, odontología y enfermería en Estados Unidos y Canadá.

Kellogg rechazaba la exposición pública y a menudo rechazaba recibir elcrédito por su apoyo financiero a los proyectos comunitarios. Aquí apareceentremezclado entre la gente durante una ceremonia de dedicatoria del audi-torio que entregó a la Ciudad de Battle Creek.

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Los regalos personales del señor Kellogg y el apoyo de la Fundación Kelloggtambién han beneficiado todos los aspectos de la vida en la ciudad natal deKellogg en Battle Creek, Michigan. Tales esfuerzos por el mejoramientocomunitario han incluido la Escuela Ann J. Kellogg (arriba, izquierda),denominada así por la madre de W.K., que por mucho tiempo ha sido unmodelo nacional de llevar la educación de los niños discapacitados hacia unsistema regular de escuelas primarias y secundarias. Otros esfuerzosincluyeron un santuario para aves, una Granja y Bosque Experimental (abajo,izquierda), una escuela secundaria y auditorio (arriba) y el CollegeComunitario Kellogg (abajo).

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W.K. Kellogg a fines de la década de los 20.

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Aunque este evento puede haber sido el que creó la chispa que llevó a lacreación de la Fundación W.K. Kellogg, el material que alimentó las llamasyace en la creencia confirmada de Kellogg que era inadecuado dejar una granfortuna a los niños propios.

Nunca se ha sabido que los dólares producen carácter, y el carácternunca se producirá a través del dinero.

El hijo de W.K., John Leonard – conocido generalmente como “J.L.” –comenzó a trabajar para la compañía en 1908 y fue superintendente de fábri-ca en 1912. Pero J.L. tenía una personalidad fuerte como su padre y final-mente renunció a la compañía en 1925. W.K. luego se interesó por el hijo deJ.L., John, Jr. Desafortunadamente, nuevamente surgieron pugnas y John, Jr.se estableció por sí solo en la industria alimenticia, solamente para llegar alsuicidio por un fracaso en los negocios.

Por lo tanto, W.K. continuó con el control, manteniendo un dominiomuy riguroso, incluso cuando estaba en su casa de invierno en California.Finalmente cedió el control de la compañía a destacados hombres de negocio,pero no pudo disminuir su propio ritmo de trabajo. Luchó por las metas desus intereses tan diversificados tan ardientemente como había trabajado paraconstruir su compañía.

Will Kellogg también fue uno de los primeros empresarios Americanosen reconocer el potencial de los mercados internacionales. Expandió lasoperaciones de la empresa a Canadá y a Australia en 1924 y a Inglaterra en1938. Hoy, la Compañía Kellogg tiene plantas en numerosos países alrededordel mundo.

Éxitos como estos siempre son asombrosos cuando uno recuerda que lafuerza motriz detrás de ellos era un hombre con poca escolaridad formal, yeste era un hecho que Kellogg siempre tenía presente. A medida que fue enve-jeciendo, Kellogg buscó la influencia enriquecedora de los viajes y la literatu-ra. Ocasionalmente financiaba proyectos que estaban años adelantados a sutiempo, como por ejemplo, experimentos con la calefacción solar. Pero másimportante fue su búsqueda de una forma adecuada para distribuir su vastafortuna. Quizás fue este interés el que lo hizo vivir por décadas más allá desus expectativas de vida. Aunque Kellogg ponía mucha atención a su propia

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salud, las enfermedades lo molestaban. Sufría de glaucoma, una enfermedadocular que lleva a una pérdida gradual de la vista. Durante los últimos nueveo diez años de su vida, Kellogg quedó totalmente ciego. Rechazó sentirsedescorazonado y sin embargo siguió manteniendo su mente ocupada.

Aun así, Kellogg tenía sus momentos tristes y de introspección: “Daríatodo mi dinero solamente para ver el sol y el pasto verde nuevamente.”

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El Benefactor Tímido

“Soy una Persona Egoísta”

En un período, John Preston Kellogg tenía un caballo Árabe, un animalque su hijo Will amaba profundamente. Cuando su padre vendió el caballo, eldescorazonado Will se prometió a si mismo que algún día tendría su propioestablo con ese tipo de corceles.

Como era usual, Will cumplía con su palabra. Con su riqueza corporati-va, a través de los años Kellogg adquirió caballos y construyó establos cercade su villa de 19 habitaciones sobre una pequeña colina en California. Ella setransformó en el Rancho de Caballos Árabes W.K. Kellogg de 800 acres acinco millas de la ciudad de Pomona, California.

En 1932, Kellogg donó el rancho de $ 3 millones a la Universidad deCalifornia, que funcionó por casi una década como el Instituto deReproducción Animal W.K. Kellogg. Más tarde la propiedad fue utilizada porel gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial como unaEstación de Remonta del Ejército y hoy es el Campus Pomona de laUniversidad Politécnica del Estado de California. El rancho también ha juga-do un importante rol en la perpetuación del caballo Árabe en América. Lareproducción y entrenamiento de caballos aun sigue siendo una parte impor-tante del programa educacional de la Universidad. Kellogg mismo disfrutabacabalgando a los lugares más remotos de su propiedad hasta que un acci-dente y algunos cuasi accidentes lo convencieron para que dejara de cabalgar.Sin embargo, comenzó a hacer caminatas. A Kellogg le encantaban los per-ros. En 1927 compró a Rinson, hijo del famoso perro de la película, Rin TinTin. Rinson fue el primero de tres ovejeros alemanes que hicieron que los últi-mos años de Kellogg fueran más felices y fáciles, sirviendo como guardaespal-das, guías y fieles amigos.

En 1934, Kellogg compró una villa en Dunedin Isles, justo al norte deClearwater, Florida. Esta casa y su propiedad en el Lago Gull al norte deBattle Creek también se pusieron a disposición de los militares esta-

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dounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. Finalmente, la Fundaciónvendió la casa de Dunedin Isles. La propiedad del Lago Gull se entregó a laUniversidad del estado de Michigan y hoy se utiliza como una estación expe-rimental biológica y para programas educacionales agrícolas fuera del campus.

La verdadera razón para dar estas propiedades al servicio públicodurante la guerra es típica de Kellogg: Pensaba que era un pecado que élviviera en el lujo mientras otros pasaban apuros por años de racionamiento.Desechó muchos lujos como los botes y los automóviles, ya que el manto dela riqueza nunca había reposado cómodamente sobre sus hombros. El dis-frutaba de las cosas más finas, pero su conciencia puritana a menudo loasaltaba mediante las tal llamadas indulgencias egoístas. De acuerdo a él,estaba bien gastar dinero en los otros.

En 1909, Kellogg escribió: “Si tengo éxito en salir de las deudas y pros-perar en mis negocios, espero hacer buen uso de cualquier riqueza que mellegue”. Sus primeras filantropías personales fueron espontáneas y variadas.Incluyeron la ayuda a profesores rurales, a niños británicos huérfanos por laguerra, ayuda a los ciegos y ayuda a un sinnúmero de programas médicos yhospitalarios.

En 1925, Kellogg pidió a tres amigos que velaran por la Corporación deBecas, una agencia que había creado para distribuir casi $ 1 millón y que fuela predecesora de la creación de una fundación de un alcance mucho mayorcinco años más tarde. Aun así, incluso con tales contribuciones tan conside-rables a las necesidades públicas, Kellogg necesitaba saber como reinvertir sudinero en la gente de una forma más efectiva.

Ha sido mucho más fácil ganar dinero que saber cómo gastarlointeligentemente.

El amor de Kellogg por los niños y su talento para la organización final-mente lo llevó a dar forma a una agencia que tendría una administraciónfiduciaria de tiempo completo con metas específicas – una agencia que iba arequerir personal experto y profesional.

Kellogg llamó al Dr. A.C. Selmon, un médico Adventista misionario quele había ayudado a enfrentar un ataque de neumonía durante una visita a

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China. Selmon se transformó en el primer presidente de la Fundación yrecibió la siguiente petición específica:

Quiero crear una Fundación que ayude a los niños discapacitados entodas partes para enfrentar el futuro con confianza, salud y seguroscon su confianza en este país y sus instituciones.

En Junio de 1930, se organizó la Fundación de Bienestar para los NiñosW.K. Kellogg y luego se reorganizó solo dos meses más tarde como laFundación W.K. Kellogg. Kellogg se había dado cuenta que especialmentesirviendo a los niños, la Fundación podría ayudar al mundo en general. Elpresidente Herbert Hoover invitó a Kellogg a asistir a una conferencia sobrela Salud y Protección de los Niños en la Casa Blanca, afectando el conceptoinicial de su fundación en un momento cuando se sentían tremendamente lasnecesidades nacionales. “No quiero restringirlos de manera alguna”, le dijo asu nuevo personal. “Utilicen el dinero como quieran siempre que fomente lasalud, la felicidad y el bienestar de los niños”.

Alivio, vestimenta y refugio son necesarios para los niños en la mise-ria, pero el mejor bien para la mayor cantidad de niños sólo puedeprovenir de la educación del niño, de los padres, de los profesores,del médico de la familia y de la comunidad en general. La educaciónofrece la mayor oportunidad para mejorar realmente una generacióntras otra.

A través del Fideicomiso de la Fundación W.K. Kellogg, Kellogg hizo quela Fundación fuera beneficiaria de aproximadamente $ 45 millones (mayor-mente a través de acciones de la Compañía Kellogg). Con Will Kellogg comoconsejero, su Fundación fue guiada por la acción. Las ideas antiguas seguardaron en favor de conceptos con asesoría sólida y práctica, que se podíanimplementar directamente.

Kellogg apoyó el primer énfasis de la Fundación en la aplicación delconocimiento existente a los problemas de la gente. Ese compromiso se refle-jó durante la década de los 30 en el Proyecto de Salud Comunitaria deMichigan (MCHP) – un esfuerzo pionero que demostró en siete condados deMichigan que la salud de la familia, sus oportunidades educacionales y elestándar de vida general podía mejorarse a través de servicios de salud públi-

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ca, a través de atención y revisión médica de los niños, junto con un progra-ma extensivo de mejoramiento escolar, mayores servicios de bibliotecas y másdesarrollo comunitario general.

Decir que W.K. estaba intrigado con el MCHP sería una subestimación. El mantenía una oficina en la Casa Central de la Fundación en Battle Creek ydiscretamente asistía a las muchas reuniones con los líderes de la ciudadanía.Por mucho tiempo ya pensaba que el “niño olvidado” de América no estabaexclusivamente en las áreas pobres de la ciudad sino que también en las comu-nidades rurales donde las mejoras socioeconómicas eran lentas de realizar.

Después de la Segunda Guerra Mundial, periodo en que la Fundacióntemporalmente revisó su programación para dirigir recursos al esfuerzo de laguerra, la organización desplazó su foco desde la acción directa del MCHPpara principalmente dar asistencia financiera a las instituciones, comu-nidades e individuos.

Kellogg se negó a dictar metas e instrucciones, aunque ocasionalmenterefunfuñaba por el alto costo de la filantropía (“¿Por qué es necesario utilizarllamadas larga distancia para regalar dinero?”).

La perspectiva internacional de Kellogg en su empresa era igualmentetangible en la programación de la Fundación. La Fundación estaba concedi-endo a ciudadanos de otros países becas de estudio en Estados Unidos desde1937. Inmediatamente después de la segunda Guerra Mundial, la Fundaciónamplió sus áreas de acción para incluir todo Estados Unidos, Canadá y LatinoAmérica.

Hacia fines de la década de los 30, se diseñaron programas integrales,con millones de dólares de asistencia de parte de la Fundación, para daroportunidades de una educación más avanzada a los administradores de hos-pitales y escuelas públicas. Durante estos años, la Fundación también inicióun esfuerzo que finalmente incluiría el fortalecimiento de cursos de pre-gradoy post-grado en 38 escuelas de medicina, odontología y enfermería en EstadosUnidos y Canadá.

En todos los esfuerzos de la Fundación, Kellogg permaneció detrás de laescena, evitando sobresalir. Tenía que ser persuadido para asistir a las cere-

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monias que distinguían sus donativos, y si llegaba a asistir, se sentaba en lafila trasera, sin ser visto.

Un filántropo es uno que haría el bien por el amor de sus conciu-dadanos. Amo hacer cosas por los niños porque lo disfruto. Por lotanto, soy una persona egoísta y no un filántropo.

Cualquier éxito de la Fundación se debe a los fiduciarios y al staff.Ellos tuvieron la visión. Yo solo suministré los fondos.

A través de sus primeras filantropías y la Fundación que lleva su nombre,casi todos los aspectos de la vida comunitaria en la ciudad natal de Kellogg,Battle Creek, se han beneficiado. La Escuela Ann J. Kellogg, denominada asípor la madre de W.K., por mucho tiempo ha sido un modelo nacional de lle-var la educación de los niños discapacitados hacia un sistema regular deescuelas primarias y secundarias. El College Comunitario Kellogg ha recibidomillones de dólares en donativos para instalaciones y programas educa-cionales. Las escuelas públicas y privadas de Battle Creek han sido ayudadasfortaleciendo los programas académicos, proveyendo entrenamiento prácticopara los profesores y administradores y usando nuevas tecnologías de instruc-ción en la sala de clases. Un edificio juvenil, el Centro Y de la Familia y unaclínica de guía para el niño representan solo algunos de los beneficiarios ori-entados a la juventud de la asistencia de Kellogg.

La vida cultural y educacional de la comunidad ha mejorado mediante laayuda de Kellogg para un centro/escenario cívico, un auditorio, la adición deun centro de artes cívicas, un zoológico, el Santuario de Aves W.K. Kellogg, yla Granja y Bosque Experimental. Los hospitales de área, las bibliotecas yotras agencias de servicios humanos han sido ayudados en sus esfuerzos paramejorar la salud y el bienestar de los ciudadanos del área.

Sin embargo, el principal trabajo de la Fundación está en todo el mundo.En más de medio siglo de ayudar a la gente a ayudarse a si misma, laFundación apoya programas en Estados Unidos, Latino América y el Caribe.Además, se conceden donativos a países del sur de África para ayudar apreparar líderes en la educación, en la agricultura, en las profesiones de lasalud y en la administración pública y de negocios. La participación limitadaa nivel mundial se logra a través de los Programas de Liderazgo Internacional

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de Kellogg y a través de redes internacionales de actividades relacionadas conlos intereses programáticos de la Fundación.

Mucho antes de su muerte, Kellogg estaba resignado con su inevitable des-tino. En 1933 dio instrucciones para un funeral simple donde “los gastos nodebían exceder los $ 500”. No tenía idea que viviría por muchos años más y queiba a permanecer activo en la corporación y la Fundación que tanto amaba.

Sin embargo, en 1946, Kellogg rechazó su reelección en la Junta deDirectorio de la Compañía. La separación nunca fue completa y la ética deltrabajo pionero lo llamaba incluso cuando hizo que la Fundación fuera sumayor interés. En su nonagésimo cumpleaños, la fábrica de Battle Creek leregaló una medalla correspondiente a los 45 años de trabajo, y Kelloggrespondió con una poco característica y apenada frase: “No la merezco.Después de todo, ya no trabajo aquí.”

La segunda esposa del señor Kellogg falleció en febrero de 1948. John L.Kellogg, hijo de W.K., murió inesperadamente de una hemorragia cerebral.Un año más tarde la amada hermana de W.K., la señora Clara Butler, tambiénfalleció. Aquellos que conocían bien a Will lo vieron envejecer mucho desdeese momento en adelante y su cumpleaños número noventa y uno estuvomarcado por enfermedades y recuperaciones. Tuvo la fuerza para visitar laoficina que tenía en la Fundación y asistir al funeral de su hermana, pero amediados de septiembre tuvo que volver al hospital. Falleció muy tranquilo, amedia tarde del 6 de octubre de 1951, y sus cenizas fueron sepultadas en elCementerio Oak Hill de Battle Creek, la ciudad que había ayudado a ser “LaCapital del Cereal del Mundo.”

La Fundación W.K. Kellogg

La Fundación W. K. Kellogg se creó en 1930 para “ayudar a la gente aayudarse a si misma.” A través de los años, la programación de la Fundaciónha evolucionado y ha tratado de seguir innovando y respondiendo a las siem-pre cambiantes necesidades de la sociedad.

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Como organización privada que otorga donativos, la Fundación da asisten-cia financiera a organizaciones e instituciones que han identificado y analizadoproblemas y han diseñado soluciones constructivas y prácticas para ellos. LaFundación apoya estas soluciones para ser adaptadas por aquellos queenfrentan problemas similares en todas partes, de tal manera que el “efectodominó” pueda beneficiar otros individuos y comunidades. Su programaciónse enfoca en la aplicación de conocimiento más que en la investigación.

Hoy, la Fundación W.K. Kellogg está entre las más grandes fundacionesdel mundo en términos de activos, donativos anuales y donaciones totales.

Para lograr su mayor impacto, la Fundación guía sus donativos haciaáreas específicas. Ellas son: Salud, Sistemas Alimenticios y Desarrollo Rural,Juventud y Educación y Filantropía y Voluntariado.

Par intensificar su efectividad, la Fundación trata de aprender delconocimiento, de la experiencia y de las lecciones aprendidas por sus proyec-tos en cuanto a: Liderazgo, Tecnología de Información y Comunicaciones,Diversidad y Desarrollo Comunitario Social y Económico.

La Fundación concede donativos en Estados Unidos, Latino América y elCaribe y seis países en el sur de África: Botswana, Lesotho, Mozambique,Sudáfrica, Swazilandia, y Zimbabwe.

Para obtener más datos de la programación de la Fundación y los proce-dimientos para solicitar donativos, por favor escriba a:

Fundación W.K. Kellogg P. O. Box 550Battle Creek, Michigan U.S.A.49016-0550

O visite nuestro sitio Web en: www.wkkf.org.

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Las instalaciones actuales de Fundación W.K. Kellogg, O

ne Michigan A

venue East, Battle Creek, Michigan.