Gabriel Ramonet

JUSTICIADICTA

Breve historia del Poder Judicial de Tierra del Fuego

(1994-2007)

Colección: Justicia y Democracia

JUSTICIA ADICTAde Gabriel Ramonet

© Gabriel Ramonet

1ra Edición - 1000 ejemplares.

Diseño, diagramación y Edición:EDITORIAL UTOPIAS de Jorge NavoneTe/Fax: 54 2901 424552Ushuaia - Tierra del Fuegowww.editorialutopias.com.ar

Diseño de tapa: Jorge Navone

Todos los derechos reservadosI.S.B.N: 978-987-23221-6-8

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

Queda estrictamente prohibida, sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones estable-cidas por las leyes pertinentes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquer medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

Ramonet, Gabriel Justicia adicta : breve historia del poder judicial de Tierra del Fuego : 1994-2007. - 1a ed. - Ushuaia : Utopías, 2007. 304 p. ; 15x21 cm.

ISBN 978-987-23221-6-8

1. Historia del Poder Judicial de Tierra del Fuego. I. Título CDD 340.982

Fecha de catalogación: 11/09/2007

A Nora, mi mujer.

A mis hijas Yanina, Karina y Sofía.A mis padres Jorge y Mónica.

A mis hermanas, María Laura y Carolina.A Alberto y Daniel Fernández.

A Celeste, Lara, Constanza y Melisa, con la esperanza de que alguna vez lo leanA Eduardo Olivero (h)

A Silvio Bocchicchio y Wilder Urbina, hermanos de aventuras.

A la gloriosa gente de radioactiva.

Agradecimientos:

A Silvio por su ejemplo de tenacidad, y su prosa elegante que obliga siempre a mejorar la propia.

A Wilder, por su dignidad perpetua.A la periodista Noelia Butt por la corrección del libro

y por empujarme a que lo termine.A Manuel Raimbault, por su humildad, coherencia y

perserverancia en favor del bien común.A Participación Ciudadana por su labor en defensa de

la Justicia fueguina.

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PrólogoS

Crónica de un suicidio institucional

Este libro jamás debió haber sido escrito. Por eso resulta indispensable. La destrucción de la base moral del Poder Judicial de Tierra del Fuego en apenas trece años de vida institucional, explica la aparente contradicción del inicio.

Lo que en sociedades feudales y caudillistas demoró décadas en solidificar, aquí fraguó en un puñado de años, equivalente a tres elecciones de gobernador.

No fue una elite golpista, ayudada por una dictadura militar genocida, la que desplazó a un puñado de jueces y fiscales, se adueñó de la conciencia de sus reemplazantes, y atemorizó la insolente independencia del resto.

Lo hizo una banda de politiqueros de escuela menemista, con proyecto de saqueo y de poder perpetuo, en plena primavera democrática, con el consentimiento activo de jueces entregadores,

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que cambiaron principios constitucionales, como la inamovilidad en el cargo y la intangibilidad del salario, por un jugoso haber jubilatorio permanente.

Cómo logró el poder político copar la Justicia y condicionar su credibilidad tan pronto e impunemente, dejando en la sociedad una sensación de indefensión ante los delitos contra la administración pública, es materia de análisis de este prolijo trabajo del periodista Gabriel Ramonet.

“Justicia adicta” revela con precisión, claridad y el aporte de datos hasta aquí desconocidos, los pliegues más siniestros del atentado contra el Estado de derecho en una provincia constituida en 1991, que edificó la justicia propia cuarenta meses después.

El descenso hacia lo más bajo de la calidad institucional lo trazó la “maldita ley 460”, soltada como una bomba por una bandada de aves de paso sobre el proyecto de provincia modelo que muchos pobladores imaginaban.

La “ley injusta”, la norma “a todas luces inconstitucional” y sus consecuencias, son ampliamente mencionadas en estas páginas. Aún así, vale una consideración. La bochornosa sanción de la ley y su aún más escandalosa promulgación, causó destrozos al estallar, pero son las secuelas ulteriores las que más lastiman, el “efecto Hiroshima” mencionado por Ana Quiroga al explicar el comportamiento social post-terrorismo de Estado.

El esfuerzo quijotesco de los funcionarios que brillan como lunares en la piel de la justicia provincial, no alcanza para disimular las arrugas precoces de una institución condenada desde el vamos al colágeno o a producir incansablemente, y sin tropiezos, los hitos que permitan su recuperación.

La ley 460 y sus actores, encabezados por el ex gobernador justicialista Carlos Manfredotti, marcaron el punto más abyecto al que llegaron los maleducados que, desde el poder, jugaron a encontrar el lejano límite moral propio, valiéndose de la aparente distracción de una sociedad de base migrante, en busca de satisfacción para sus necesidades más primarias como el techo y el empleo.

Este libro, por el contrario, marca una huella en sentido constructivo: aquí están los nombres de muchos artífices del daño,

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tal vez irreparable, infringido a la democracia fueguina.Los feudos, las dictaduras, los nepotismos tienen dos elementos

comunes, además de sus prácticas degradantes: una cara visible, todopoderosa, y un séquito de colaboradores y de seres funcionales -“gelatinas antropológicas”, al decir de la filosofa Josefina Semillán - acaso tan despreciables como los propios tiranuelos.

Este libro rescata del olvido detalles de una etapa nefasta que conviene recordar. Es un despertador y una herramienta para la condena social. Basta leerlo para identificar quienes fueron los culpables, y para entender porqué en Tierra del Fuego el saqueo de los fondos públicos no tiene procesados, y el raterismo juvenil, en cambio, decenas de condenados.

La manipulación de la Justicia permitió a mediocres personajes salir enriquecidos del gremialismo o de la gestión pública, y pavonearse obscenamente con su repentino cambio de status. Mujeres y hombres que, sin créditos bancarios y delante de todos, construyeron o compraron hoteles, vehículos doble tracción, terrenos y casas, se tomaron años sabáticos y ostentan un ritmo de vida que avergonzaría a cualquier magnate.

Estamos, acaso, en los albores de la construcción de una provincia desigual que sólo puede lograrse sin justicia. De seguir como hasta ahora, en algunas generaciones más, tendremos una elite de apellidos deshonrosos, que nombran a familias enriquecidas con la corrupción y el desguace del Estado y de sus instituciones. Una burguesía hija de la delincuencia de guante blanco, que roba con las leyes de su lado y con la ayuda de varios cómplices entre quienes deben hacerlas cumplir.

Como es obvio mencionar, esta investigación se basa en el copamiento del Poder Judicial por el poder político. Sin embargo, en forma contemporánea, los fueguinos asistimos a la caída libre de otras instituciones esenciales, como la representatividad de los partidos políticos, la confianza en el Poder Legislativo, y la credibilidad en casi todos los medios de comunicación.

Que la lupa de este libro se pose sobre el desempeño del Poder Judicial es un acto de justicia deliberada a cargo del autor. Nadie como los jueces puede alegar la propia torpeza o desconocer el derecho.

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Ellos están en la cúspide de la responsabilidad constitucional.Este trabajo sale a la luz en un momento esperanzador para todos

los habitantes de Tierra del Fuego y para muchos argentinos que posan sobre estas playas sus aspiraciones de cambio institucional.

Es cierto que la dirigencia política es un emergente social. Es razonable la desconfianza de Fernando Savater sobre la ecuación “sociedad prístina y dirigencia absolutamente corrupta”. Pero los fueguinos demostraron una resiliencia moral que sus dirigentes políticos no tienen, o decidieron perder en las tinieblas de sus razonamientos, al negarle la reelección a los maleantes de la ley 460, o al rechazar en la urnas a los partidos de las coimas, el despilfarro y los atentados políticos.

“Justicia adicta” amenaza con fortalecer la producción literaria y periodística orientada a registrar y analizar los primeros dieciséis años de historia provincial, donde los escándalos le ganan en cantidad a los hechos auspiciosos. Por eso, este libro, no debió haber existido nunca. Bienvenido sea.

Silvio Bocchicchio, Ushuaia, agosto de 2007

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PrólogoS

¿Se hará Justicia?

Resulta sumamente difícil comprender cómo es que una provincia tan joven, fundada hace dieciséis años, rica en recursos naturales, y con una Constitución que los expertos calificaron de avanzada, haya alcanzado un grado de deterioro institucional tal que no la distingue de otros estados argentinos con años de caudillismo y política clientelar.

Tierra del Fuego nació al amparo de la ley 23775, un 26 de abril de 1990, y juró su Carta Magna el 1º de junio del año siguiente.

Oxigenada por un superávit de 160 millones de dólares comenzó a armar su estructura institucional para poder crecer dentro del concierto nacional.

Lamentablemente, el marco jurídico y la reserva económica, inmejorables, no tuvieron su correlato en la faz moral y ética de sus dirigentes, y a poco de haber andado un camino signado por la incompetencia y el mal uso de los recursos, la provincia se transformó en un monstruoso aparato estatal, torpe y atomizado, que gasta más de lo que recauda internamente, y en concepto de coparticipación y

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regalías.La aguda pluma del periodista Gabriel Ramonet nos va a ayudar,

con certeza, en el análisis del problema a dilucidar; acercándonos algunos elementos de juicio que nos permitan encontrar a por lo menos una de las causas de que Tierra del Fuego hoy sea tan vulnerable a proyectos e intereses personales o sectoriales que podrían convertirla en un feudo como sucedió, por ejemplo, con Santiago del Estero en manos de los Juárez, San Luis con Rodríguez Saá, La Rioja menemista, Santa Cruz con los Kirchner, o Neuquén con los Sapag.

El autor de esta obra hace una minuciosa investigación sobre uno de los poderes del Estado con mayor responsabilidad en el control de la cosa pública, y bucea en las entrañas mismas del sistema judicial fueguino, desde su nacimiento hasta la actualidad, dejando en evidencia que sus integrantes estuvieron más preocupados en lograr pingües ganancias que en cumplir su rol de garantes de la institucionalidad que necesitaba el Estado naciente para crecer en democracia.

Una de las principales razones de que Tierra del Fuego sea hoy una provincia sin rumbo, y esté capturada por una clase política cuyos integrantes se enriquecen automáticamente tras su paso por la gestión pública, es justamente el silencio cómplice y la desidia de quienes conforman el sistema judicial provincial, que fue corrompido casi desde su concepción.

Porque a pesar de las buenas intenciones de quienes tuvieron el honor de redactar la Carta Magna provincial, al establecer parámetros claros y transparentes, para la conformación de este Poder del Estado cuya selección de sus integrantes quedó a cargo de un Consejo de la Magistratura, el texto no pudo sortear las mezquindades de los hombres que fueron parte de la institución, y se convirtió en letra muerta y sin sentido.

El ponderado Consejo de la Magistratura pasó de ser conducido por inexpertos ciudadanos devenidos en políticos, que pusieron al frente de la Justicia a personajes con mucha capacidad pero sin otro compromiso que su propio bienestar, a ser capturado por el sector más miserable de la clase política, que comenzó a mover todas las piezas del tablero para ubicar luego a todos sus alfiles en puestos

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claves de tribunales y poner en jaque (mate) a toda la sociedad.Con la complicidad de un Poder Judicial captado, la dirigencia

política diseñó toda una ingeniería legal orientada al descontrol institucional, para saquear a Tierra del Fuego sin padecer ninguna sanción, más allá de la social que, dicho sea de paso, tardó mucho en llegar.

A lo largo de su investigación periodística, Ramonet hace desfilar por la pasarela a magistrados ineptos que se copian los fallos de sus colegas; a otros tan capaces para burlar la ley en beneficio propio, como los que redactaron la ley que les posibilitó jubilarse anticipadamente con tan sólo cinco años de aportes al sistema previsional de la provincia; o a portadores de contactos con el poder político local y/o nacional, pero sin muchos pergaminos en su carrera profesional.

Especialistas del derecho con antecedentes penales que los inhabilitarían para ocupar el cargo en cualquier sociedad que se precie de democrática; o con vinculaciones en las mafias e, inclusive, con participación en el gobierno genocida de la última dictadura militar que padeció la Argentina en los años ’70 y ’80, también son descubiertos por el autor.

Todo un récord para la sinrazón que rige en un Estado provincial argentino que, en su corta vida, registra, entre otros hechos, el primer muerto en democracia, a un banco estatal fundido por dar créditos a los amigos del poder sin que tuvieran solvencia alguna para afrontar la devolución de los préstamos otorgados, una empresa hidrocarburífera fantasma que sólo logró destilar corrupción, la estatización de la deuda privada vía creación de la inmoral asociación “sin fines de lucro (…)” denominada “Fondo Residual”, la entrega del manejo de la Salud Pública al leonino sector privado, administraciones públicas con contabilidades paralelas y, por si fuera poco, la existencia de una Policía paralela.

Si bien la mayoría de los hechos que descubre el autor ya son conocidos por quienes nos dedicamos a la actividad periodística, el tenerlos todos juntos, encadenados y mostrados con detalle, sin duda mantiene intacta nuestra capacidad de asombro; porque nos siguen sorprendiendo, y preocupando mucho.

En este contexto de horror resulta un tanto difícil cerrar con

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palabras propias que sean constructivas este prólogo, de manera que le sirva a la sociedad en el necesario camino de transformación y recomposición que debe recorrer, que es el principal objetivo del colega Ramonet.

La escritora cristiana Elena Harmond de White sostuvo a comienzos del siglo 20 que “la mayor necesidad del mundo es de hombres que no se vendan ni se compren, que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas, hombres que no teman darle al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos” (La Educación, pág. 54).

A pesar de la antigüedad de semejante aseveración, estoy convencido de que en la actualidad tiene tanta vigencia en esta provincia como la que se le asignó cuando fue escrita. Sólo cambiemos el término mundo por Tierra del Fuego y pecado (infracción de la ley divina) por una palabra más propia de los humanos que sería “delito”. Intentémoslo. A lo mejor, de esta manera, se hará Justicia.

Wilder Urbina, Ushuaia, agosto de 2007.

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PrólogoS

Una historia penosa y reveladora

En este apasionante libro, Ramonet relata con lujo de detalles la historia del Poder Judicial de la provincia argentina más joven: Tierra del Fuego.

A medida que se avanza en la lectura, uno se adentra en un testimonio revelador de las graves falencias de que ha adolecido el tránsito hacia la institucionalización de la justicia fueguina. En 1991, luego de la promulgación de la Constitución de la provincia, muchas eran las esperanzas que se cifraban en su futuro institucional. El marco lucía por demás alentador, un pequeño distrito, habitado por una población con un nivel educativo superior al medio nacional, una Ley Fundamental que había sido elaborada por importantes juristas y cuyo texto contiene institutos de avanzada, permitía prever una institucionalización positiva. Sin embargo, los vaivenes políticos, unidos a una cultura del poder absolutamente desprovista de los más mínimos límites morales, provocarían un resultado diametralmente

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opuesto. En tal sentido, el autor efectúa una descripción reveladora de los más miserables episodios, en los que la corrupción, la inobservancia escandalosa del marco jurídico vigente, junto a comportamientos marcadamente mafiosos, ubican a la calidad institucional fueguina entre las más deplorables de la Argentina.

La saga, magníficamente relatada con ribetes propios del peor sainete, que se desarrolla en las páginas de esta apasionante crónica institucional, pone de manifiesto las peores taras de nuestro sistema político.

El fenómeno trasciende al Poder Judicial para comprender a todos los poderes del Estado y asimismo, superar la geografía provincial para constituirse en modelo que desgraciadamente se repite en diferentes escenarios provinciales y que también se entronca con nuestra realidad nacional. Es más, como bien queda expuesto en el libro, los episodios que tienen lugar en sede provincial reconocen las más de las veces causas de origen extraprovincial. Cada personaje tiene su conexión con referentes nacionales.

El autor se propone explorar un derrotero por demás sorprendente y que tiene que ver con la capacidad de nuestras instituciones de deslizarse hasta caer en la más completa corrupción. Así, comienza a dilucidar las paradojas, a partir de la descripción de los elementos positivos que presentaba la provincia al momento de su creación, para luego manifestar que “el objetivo del trabajo es entender a la corrupción estructural desde el mismo momento de su génesis, a partir de un caso en extremo atípico como es la creación de una institución nueva, en un Estado que también acababa de inaugurarse, en un territorio alejado de los principales centros de poder. Tierra del Fuego es la provincia número veintitrés y la más austral del extenso territorio argentino. También es la última en haber logrado ese estatus”.

¿Serán los aires del norte que desde Salta y de la mano de todo un elenco de abogados hace pie en el extremo sur argentino, para ocupar una gran cantidad de plazas del flamante poder judicial, el factor determinante?. Sea esto cierto o no, el capítulo correspondiente es fascinante y pone de manifiesto el traslado al sur de una cultura norteña desprovista de los más mínimos frenos éticos, y, por el contrario, afecta de manera compulsiva a la conquista de posiciones

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de poder. Así, de manera prebendaria se produce un verdadero saqueo del presupuesto judicial provincial, en aras de obtener todo tipo de beneficios y para colmo con el beneplácito de los órganos de control, supuestamente abocados a impedir que se produzcan semejantes excesos.

A medida que el relato avanza, se va describiendo el entramado de complicidades que se cruzan entre los partidos que se han sucedido en el ejercicio del poder. Asimismo, aparecen los personajes extrainsulares que tratan de lograr beneficios con el nombramiento de funcionarios. El “fenómeno” Klass se presenta como una suerte de muestra perfecta de ese tipo de vinculaciones. La irrupción de este ex abogado de Menem, importa un nuevo ímpetu en la más brutal destrucción institucional. Su presencia tiene que ver, sin lugar a dudas, con la alianza entre éste último y el ex gobernador Manfredotti, quien logró que su esposa presidiera por años el Consejo de la Magistratura, sin que poseyera el más mínimo antecedente que avalara tan crucial rol institucional. Los diferentes episodios que contiene el libro en el que aparecen entrelazados estos personajes con otros provenientes de sindicatos, empresas, etc., adquieren ribetes francamente grotescos. Se trata de una combinación entre lo peor de la picaresca criolla con componentes mafiosos, por supuesto regados de una corrupción que por ser tan explícita habla a las claras de la ausencia de todo freno institucional a tan obscenos desbordes.

Este marco logra pervertir, inclusive, a afamados juristas nacionales que a poco de desembarcar en la isla se van adaptando al color local, lo que los hace incurrir en deplorables conductas. La Justicia local se transforma curiosamente en una suerte de “aguantadero” de delincuentes, como lo prueba la designación del ex juez de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego, Luis Felipe Ricca, cuyos antecedentes penales quedan estampados en uno de los capítulos. Desgraciadamente, no se trata de un caso aislado. Todavía nos sorprende que el juez penal De Gamas Soler, continúe en su cargo, a pesar de tratarse del ex secretario del ex juez Galeano y de aparecer en la sentencia que revisó lo actuado por éste en el caso AMIA, como uno de los artífices de los actos más graves cometidos en esta verdadera vergüenza nacional.

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Muy revelador resulta el análisis de las sentencias del Superior Tribunal en relación con la condición económica de las partes. Así, de manera brutal queda demostrada la existencia de una “justicia para ricos” y de otra para “pobres”. Como componente adicional de la deficiente justicia provincial aparece la clara violación al principio de igualdad ante la ley de manera manifiesta y reiterada.

Afortunadamente, los contrapesos a tantos abusos se van gestando desde la sociedad civil. Cabe destacar y el libro así lo expresa, la importancia que van adquiriendo las organizaciones no gubernamentales, a la cabeza de las cuales se ubica Participación Ciudadana, guiada por un grupo de valientes ciudadanos, entre los que descolla su director Guillermo Worman. A través de inteligentes estrategias de lobby cívico, consiguen que se vaya instalando una democracia participativa, que ha adquirido un singular grado de consolidación en la Carta Orgánica de Ushuaia. Esta experiencia constituye “una bocanada de aire puro” para todo el país.

Asimismo, resulta digno de estudio el modo como se complemen-tan periodistas, elementos empresarios y nuevos políticos, conjunta-mente con algunos miembros del mismo Poder Judicial para conse-guir que la situación se vaya revirtiendo de a poco.

La ágil pluma de un periodista de investigación de fuste como es el autor de este libro, torna la lectura accesible para el público en general. En ese sentido, nos animamos a augurar un importante éxito de venta de la obra con la consiguiente difusión de una historia penosa pero reveladora de un estado de cosas que lo argentinos deberíamos superar para poder acceder a la consolidación de nuestro Estado de Derecho.

Daniel A. Sabsay, Buenos Aires, agosto de 2007.

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INTroDUCCIóN

La Justicia que se consumió rápido

“Se les podía hacer aceptar las violaciones más flagrantes de la realidad porque nunca acababan de aprehender en su totalidad

la enormidad de lo que se les pedía, y los acontecimientos públicos no les interesaban lo suficiente como para darse cuenta

de lo que sucedía”

(George Orwell, “1984”)

Supongamos que se tuviera el poder y la oportunidad de fundar un Estado. Desde la nada, sin deudas, sin familias feudales enquistadas en los sillones, ni asociaciones ilícitas diagramadas para robarle “legalmente” a los contribuyentes. Sin años de burocracia consolidada, ni déficit crónico, ni males sociales endémicos.

Qué tal si ello ocurriera con recursos económicos más que suficientes, en un lugar abierto a las nuevas inversiones, al aprovechamiento racional de sus enormes riquezas naturales, y donde habitara una población pujante compuesta por mayoría de jóvenes de entre 20 y 30 años, muchos llegados durante alguna de las olas migratorias producidas por una ley de promoción industrial. Sin problemas étnicos, ni de segregación de minorías por motivos

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religiosos o de otra índole.¿Cuánto tiempo demora una institución en volverse estructural-

mente corrupta? ¿Cómo es el proceso de degradación de un poder del Estado desde su nacimiento, libre de vicios y prácticas corporativas, hasta su captación total por intereses político-mafiosos?

Este libro se propone describir la breve pero contundente historia del Poder Judicial de la provincia de Tierra del Fuego, en el extremo sur de Argentina.

No se trata de un simple capítulo más de las aventuras de gobiernos poco escrupulosos de los que proliferan -por desgracia- en Latinoamérica, y que en estas latitudes tuvieron su máxima expresión contemporánea durante la década del ex presidente Carlos Menem.

El objetivo del trabajo es entender a la corrupción estructural desde el mismo momento de su génesis, a partir de un caso en extremo atípico como es la creación de una institución nueva, en un Estado que también acababa de inaugurarse, en un territorio alejado de los principales centros de poder.

Tierra del Fuego es la provincia número veintitrés y la más austral del extenso territorio argentino. También es la última en haber logrado ese estatus. Primero fue un Territorio Nacional, dependiente del gobierno federal con sede en Buenos Aires. La gobernaba un delegado nombrado a dedo por el presidente.

En 1991, el pueblo fueguino eligió a los convencionales constituyentes que redactaron la Constitución provincial. A los pocos meses se realizaron los comicios generales y se consagraron autoridades locales.

Separada del cordón umbilical de Buenos Aires, la clase política fueguina lucía ingenua y bien intencionada en los primeros años provinciales. Nada se sabía entonces de mafias vigentes durante décadas, como en cambio pueden encontrarse fácilmente en otras provincias, aquí llamadas, genéricamente, del “norte”.

Sin una marcada diferencia de clases, la provincia cuya capital es Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, presentaba un futuro de desarrollo sin límites, apoyado en el fortalecimiento de un polo industrial, en el incipiente boom del turismo y en la aparición de una burguesía de pequeños empresarios y comerciantes locales

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que, además, se agruparon en un partido político nuevo, llamado Movimiento Popular Fueguino.

En ese contexto de ventajas objetivas y subjetivas de todo tipo se fundó el Poder Judicial mas joven del país, diseñado por manos expertas que proponían mixturar la experiencia de lo anterior con el desafío de lo flamante. Así nació, por ejemplo, el primer Consejo de la Magistratura argentino con rango constitucional, para garantizar una selección de jueces independientes.

Trece años después, el sueño yace desplomado por las pendientes heladas del Fin del Mundo. Una historia acelerada, como si quisiera alcanzar los años de ventaja que le llevan otros estados, convirtió a la Justicia fueguina en un modelo a escala que reproduce los mismos vicios y responde a estructuras corruptas similares a otros lugares con decenas de años de gobierno de tinte feudal.

El desafío no es sólo contar una historia de la que no existe ningún otro antecedente bibliográfico, y que por lo tanto aportará a la construcción de la memoria colectiva del pueblo fueguino, sino hacerlo con la pretensión de exponer al país y al continente, un caso modelo, documentado desde sus inicios, para tratar de entender cómo en tan poco tiempo en términos históricos, una situación ideal puede degenerar en una madeja de corrupción tan eficaz y persistente como la de lugares de extenso pasado en común.

El libro propone una narración cronológica de acontecimientos, sin que por esto deba entenderse una mera enunciación de datos ordenados por fecha. Por el contrario, la idea es detenerse en la descripción minuciosa de procesos clave para comprender el desarrollo de los hechos en su conjunto.

Existen indicios puntuales. Basta acercarse hasta la puerta del Tribunal Oral en lo Criminal de Ushuaia y contemplar el listado de juicios pendientes para tomar dimensión del proceso de crisis insti-tucional, subordinación política e impunidad que llevó a la Justicia hasta el fondo del abismo de desprestigio y falta de credibilidad en que se encuentra.

La nutrida agenda está repleta de delitos comunes, imputados marginales y casos de poca monta; salvo excepciones, nada de escándalos de corrupción, desfalcos públicos y funcionarios

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procesados.La decadencia es más contrastante por el escaso período de vida de

la Justicia y por su comienzo auspicioso.La institución comenzó a funcionar el 30 de octubre de 1994.

Entonces, el entusiasmo de la provincialización invitaba a creer que todo organismo nuevo iba a tender a convertirse en “modelo nacional”.

Un Consejo de la Magistratura de conformación pluralista asegu-raba una elección y remoción de jueces equidistante del poder polí-tico.

Había tiempo y recursos para disponer de una organización fun-cional moderna y austera, donde “el juez sea protagonista activo de las investigaciones” y la dotación de empleados “sea solamente la ne-cesaria”, como recalcaban las autoridades de la época.

El auge inicial llevó a que la designación de los primeros jueces y funcionarios pasara casi inadvertida. Nadie prestó atención, por ejemplo, a que una cantidad llamativa de magistrados era oriunda de Salta, la misma provincia de donde procedía uno de los ministros del Superior Tribunal, Omar Carranza, personaje clave en la confor-mación de la Justicia. ¿Cómo nace el contacto entre los popes del Movimiento Popular Fueguino y los juristas salteños que empiezan a recalar en el sur argentino?, ¿qué antecedentes tienen los que llegan?, ¿por qué la mayoría trae jubilaciones de privilegio en sus espaldas?

Tampoco se tomó nota de los primeros recambios de ministros en la Corte, fenómeno que presagiaba una tendencia preocupante: la falta de arraigo de las principales autoridades del joven Poder.

Según especialistas de la talla del abogado constitucionalista Daniel Sabsay, la acordada número uno del primer Superior Tribunal de Justicia violó la Constitución al distinguir entre funcionarios y magistrados con el objeto de fijarle a los segundos, sueldos superiores al del gobernador.

Pero la bisagra que terminó de definir el proceso de declinación de la Justicia fueguina fue el inédito régimen de jubilación anticipada y obligatoria implementado en 1999 por la ley 460, violatorio de la cláusula constitucional que asegura la inamovilidad de los magistrados.

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Este sistema previsional sirvió para descabezar a toda la cúpula del Poder Judicial, empezando por los tres miembros de la Corte, siguiendo por varios integrantes de la Cámara de Apelaciones y concluyendo por un grupo de jueces de primera instancia, en su mayoría reemplazados por otros magistrados de fuertes contactos con el poder de turno.

También se trató de la mayor concesión en favor de la clase política. El “canje” podría sintetizarse como inamovilidad por dinero.

Las consecuencias son las actuales: traiciones del mismo poder político que “negoció” la renovación de los jueces, falta de independencia e impunidad de los principales casos de corrupción.

El Consejo de la Magistratura no ayudó a mejorar la situación, sino que colaboró en profundizar el descreimiento efectuando designaciones influenciadas por intereses políticos y funcionando a puertas cerradas y sin un sistema de selección basado en antecedentes objetivos.

Escándalos como la revelación de los antecedentes desconocidos del juez de Cámara Luis Felipe Ricca, y las pruebas de que fue un grupo de jueces el que impulsó el sistema previsional de privilegio para luego beneficiarse con él, conspiraron también para provocar la actual crisis institucional.

El 26 de noviembre de 2001, la jueza Civil Josefa Martín copió casi íntegramente un fallo dictado el 6 de diciembre de 1999 por otra jueza, María Rosa Ayala. Fue denunciada por ello y el Consejo de la Magistratura la mantuvo en el cargo.

El Superior Tribunal atravesó en 2003 una situación inédita en el país, cuando quedó acéfalo totalmente tras la jubilación de Omar Carranza, la renuncia de Carlos Andino y el fallecimiento de José Salomón.

Le siguieron el desembarco como jefe de la Justicia de Ricardo Klass, ex abogado personal de Carlos Menem, la consolidación de un poder afín al gobierno de turno, y el nombramiento como juez penal de Javier De Gamas Soler, quien antes se había desempeñado como secretario del ex juez federal argentino Juan José Galeano, luego destituido por el cargo de pago de coimas y otras irregularidades durante la investigación del atentado de la AMIA, ocurrido en Buenos

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Aires en la década del ´90.La Justicia provincial cumplió diez años en octubre de 2004 y lo

festejó con una megafiesta en el hotel Del Glaciar, de Ushuaia, en la que el gobernador Jorge Colazo le regaló a los jueces, funcionarios y empleados judiciales, cinturones de cuero que costaron 70 mil pesos.

En 2005, Klass suscribió un fallo que aseguraba la continuidad en el cargo de Colazo -sometido a juicio político- el mismo día que el gobernador firmó un decreto nombrando a la esposa del jefe judicial, Norma López, como directora del Banco Provincia.

Desde 1994 a 2007, el Superior Tribunal de Justicia (según la Constitución integrado por tres miembros) tuvo trece jueces distintos.

La Corte, además, pasó por diecisiete conformaciones diferentes, lo que equivale a decir que el máximo organismo judicial de la provincia varía, en promedio, una vez cada nueve meses.

Se reproducen a continuación los apellidos de los jueces que constituyeron cada uno de estos “superiores tribunales”, a saber:

-Gnecco, Cortelezzi, Carranza-Gnecco, Carranza-Gnecco, Carranza, González Godoy-Carranza, González Godoy-Carranza, González Godoy, Hutchinson-Carranza, Hutchinson -Carranza, Hutchinson, Andino-Carranza, Andino-Carranza, Andino, Salomón-Andino, Salomón-Salomón-Ninguno-Tabarez Guerrero, De la Torre-Robbio, Klass -Robbio, Klass, Battaini-Robbio, Battaini-Robbio, Battaini, Sagastume

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El trabajo de jueces y funcionarios honestos no alcanzó para refutar la extensa nómina de causas impunes que incrementó las sospechas de influencias políticas en el desempeño de la Justicia. Veamos sólo algunos ejemplos.

“La Yaciretá fueguina”: El proyecto inicial para construir un puerto en Río Grande, la ciudad del norte de la provincia, contemplaba la realización de un muelle en Caleta la Misión protegido por dos escolleras. Implicaba grandes trabajos de dragado y su valor alcanzaba los 43.156. 929, 38 pesos.

Luego de que la Unión de Empresas “Ormas y Constructora Andrade Gutierrez” ganó la licitación, el gobierno del ex gobernador José Estabillo, perteneciente al partido Movimiento Popular Fueguino, modificó la idea original. Entendió que era más viable la construcción de un muelle aguas afuera unido a la costa por un viaducto con una escollera capaz de soportar olas de 4.40 metros de altura. Según un primer presupuesto de la UTE, la obra costaba ahora 48.830.856, 74 pesos. Después se resolvió la construcción de un viaducto doble, con un nuevo valor de los trabajos: 62.594.063 pesos. Posteriormente se decidió ampliar el presupuesto en un 5% para acelerar la culminación del emprendimiento; precio final: 65.723.766 pesos.

Cuando no hubo más dinero la obra se paralizó, aunque garantizándole a la empresa una indemnización por gastos improductivos de 800 mil dólares mensuales. El gobierno justicialista del ex gobernador Carlos Manfredotti renegoció con la empresa; acordó la condonación de los gastos improductivos pero la obra pasó a costar 128 millones de pesos, y siguió sin construirse.

La gestión del gobernador radical Jorge Colazo estudió la factibilidad técnica de la obra, a través de un foro de expertos que no se puso de acuerdo sobre el mejor modelo de puerto viable. El debate se centró en la búsqueda de un inversor que financiara los trabajos, ya valuados en más de 300 millones de pesos, pero no se habló nunca de la necesidad de llamar a una nueva licitación para volver a dotar de transparencia al procedimiento.

El panorama tampoco cambió durante la gestión del gobernador interino Hugo Cóccaro, sucesor de Colazo tras su destitución por

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juicio político en 2005.La Justicia nunca halló a un responsable del perjuicio económico

que este emprendimiento acarreó para la provincia. Hifusa: Hidrocarburos Fueguinos Sociedad Anónima se denominó

el proyecto de destilería que la gestión de Estabillo pretendió instalar en Río Grande. Las múltiples irregularidades detectadas durante el proceso de conformación de la empresa originaron una causa penal donde fueron procesados, entre otros, el ex senador Ruggero Preto y el diputado nacional Ernesto Löffler. Pero, ante un planteo de la defensa, la causa fue remitida a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y permaneció allí por años, hasta la prescripción de los hechos supuestamente delictivos. Löffler fue elegido en 2006 como nuevo juez de la Sala Civil de la Cámara de Apelaciones.

Bonos: La comercialización de los Bonos de Consolidación de Deuda que recibió la provincia como parte de las acreencias de la Nación con el ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego originó una investigación judicial que finalizó con el sobreseimiento generalizado de los funcionarios investigados. Sólo fueron a juicio los presuntos responsables de la venta irregular de los bonos BIC III, que estaban en poder del banco fueguino.

Créditos del Banco: Varios expedientes penales investigan irregularidades en el otorgamiento de créditos a “amigos” de la gestión mopofista. El juicio oral y público tardó una década y el caso estuvo a punto de prescribir.

Plata esfumada: 230 mil pesos en efectivo desaparecieron del interior del Banco de Tierra del Fuego en 1996. Ese año, un ordenanza retiraba cifras millonarias de una cuenta especial del Banco Nación, denominada “Cámara Compensadora del Interior”, y se las llevaba a los cajeros del BTF sin que el dinero pasara previamente por la tesorería. En el Banco Nación no hay registro de la persona que se llevó el dinero y en el de Tierra del Fuego nadie lo recibió. El caso sigue impune.

Semana Santa: La violenta represión policial de Semana Santa de 1995 como consecuencia del cierre de la empresa electrónica Continental Fueguina remite a unos pocos culpables, en su mayoría policías de bajo rango. Salvo el homicidio de Víctor Choque,

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oportunamente esclarecido, el resto huele a impunidad.La Justicia también mostró ineficacia para esclarecer los homicidios

de Marta Trabuchi, ocurrido el 6 de enero de 1990; Teresa Cárdenas, el 30 de noviembre de 1996; María de los Angeles Cañete Vega, el 17 de diciembre de 1998; Marta Arrieta Vera, en agosto del mismo año; María Almada, el 30 de agosto de 2004; Horacio Bracco, el 31 de julio de 2006 y Agustina Varela, de solo tres años de edad, el 5 de agosto de 2006. Todos esos casos, siguen impunes.

Desde luego, hubo jueces y funcionarios que dignificaron la profesión, enfrentándose en soledad con quienes sabían que podían destruirlos. Sus historias también han sido recopiladas.

En ningún caso buscamos dañar la credibilidad de uno de los poderes fundamentales de la democracia. Por el contrario, hemos querido exponer públicamente a aquellos que sí han trabajado para producir el deterioro institucional que ahora pretenden adjudicar a los que sólo cumplimos con el deber de contarlo.

La principal tarea de estos grupos ha consistido en disfrazar de legalidad a la institución judicial. Hoy existen edificios oficiales repletos de carteles; hay sellos azules y papeles membretados, jueces con choferes y juicios orales y públicos donde se condenan perejiles. Pero el cuerpo de la Justicia está corrompido por dentro. Alguien tenía que tomarse el trabajo de contarlo con algún detalle, para evitar el riesgo de que los años, y los intereses mezquinos, colaboren en la construcción de una historia más benévola, y menos real.

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UNo

loS CoMIENZoS

Soy de Salta, y hago falta

“Ninguno de los tres poderes que presiden la organización social es capaz de causar el número de miserias con que los encargados de la autoridad judicial afligen a los pueblos cuando frustran el

objeto de su institución”

José de San Martín1

Omar Alberto Carranza fue uno de los primeros tres integrantes del Superior Tribunal de Justicia de Tierra del Fuego que juraron en sus cargos en junio de 1993. Había nacido en Córdoba, pero residía desde hacía varios años en la provincia de Salta.

María Rosa Ayala fue designada jueza civil de Río Grande en 1994. Luego ascendió a camarista de la Sala Civil de la Cámara de Apelaciones y se mantuvo en ese puesto hasta que regresó a su Salta natal para ocupar un lugar en la Corte de la provincia.

Luis Alberto Boschero fue juez Civil de Ushuaia en 1994 y cinco años más tarde fue nombrado integrante del Tribunal de Cuentas fueguino, hasta su jubilación anticipada en 2001 en que volvió a Salta, de donde era oriundo.

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Héctor Reynaldo Yarade fue camarista de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones. Se jubiló en 2000, y también había venido de Salta.

La lista está incompleta, porque habría que agregarle otros nombres de funcionarios judiciales como José Luis Saíd, ex secretario de Demandas Originarias del Superior Tribunal, también salteño.

¿A qué se debió este aluvión de abogados provenientes de una misma provincia en coincidencia con el período fundacional del Poder Judicial más austral del mundo? ¿Fue una gran casualidad, una simple cuestión de afinidad entre letrados que iban “corriendo la voz” sobre la oportunidad de trabajo abierta en el sur del sur?

Como la mayoría de los fenómenos complejos, al principio fueron fruto de una circunstancia más simple. El Movimiento Popular Fueguino, un partido joven que a su vez era resultado de la fusión de dos fuerzas vecinalistas (una con sede en Ushuaia y otra en Río Grande) ganó la elección de Convencionales Constituyentes en 1991. Los electos tuvieron la responsabilidad de redactar la Constitución de Tierra del Fuego, el último territorio nacional argentino en conseguir el estatus de provincia.

El MPF no esperaba una victoria, como tampoco tenía expectativas de ganar las primeras elecciones generales donde se impuso el candidato a gobernador de ese partido, José Arturo Estabillo.

La mayoría de convencionales del Mopof se preocupó por redactar una Carta Magna con sesgo opositor, puntillosa en controles y en métodos innovadores de transparencia institucional. También se propusieron otorgarle un marco de independencia funcional a los municipios (por entonces sin Carta Orgánica propia) porque pensaban acceder a la intendencia de Ushuaia y creían que el gobierno provincial quedaría en manos del Partido Justicialista. Ocurrió lo contrario: Estabillo fue gobernador y el justicialista Mario Daniele se impuso en los comicios municipales.

Fue en ese contexto donde el MPF recurrió al abogado constitucionalista Pedro Frías, de renombre en círculos letrados y académicos del ámbito nacional, para pedirle asesoramiento sobre el modelo de Constitución que buscaba redactarse.

Frías se convirtió en un activo colaborador del bloque de convencionales del MPF y aportó el esqueleto básico de la actual Ley

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Fundamental de los fueguinos.A principios de 1993, cuando era necesario fundar la primera

Justicia provincial, el constitucionalista aportó el nombre de Omar Carranza, a quien conocía de Córdoba pero que entonces se desempeñaba como secretario del Superior Tribunal de Salta. Así se enlazó el primer eslabón de la cadena de desembarcos salteños en el incipiente Poder Judicial de la punta del mapa.

Más que funcionarios

Carranza asumió el cargo junto con Juan Pedro Cortelezzi, quien duraría pocos meses en su función, y Emilio Pedro Gnecco, ex integrante de la Corte bonaerense. Les esperaba la ardua tarea de diagramar la Justicia, buscar edificios y mobiliario e impulsar la sanción de los códigos procesales.2 Paralelamente, se presentaba la oportunidad de construir un poder corporativo que necesariamente tendría como base la buena relación con el gobierno de Estabillo. Los contactos del naciente conglomerado judicial se encontraban a más de 5 mil kilómetros de distancia y empezarían a hacer su aparición de la mano del hábil Carranza, el más arraigado del primer trío de jueces que comandó la Justicia fueguina.

La presión pública no era problema en una época donde el Consejo de la Magistratura funcionaba como una entidad desconocida y ajena al interés de la comunidad. Sus reuniones secretas, tal como estableció la ley 8 de la provincia a instancias del Movimiento Popular Fueguino, garantizaban nombramientos sin demasiados testigos. La selección de jueces pasaba casi inadvertida para la mayoría de los fueguinos. La prensa se hacía eco de ese desinterés y encontrar un artículo periodístico sobre la designación de los primeros magistrados resulta casi un hallazgo.

Puertas adentro, el Mopof enviaba negociadores y participaba activamente de la fundación del Poder Judicial. Uno de los interlocutores con el poder político era el entonces intendente de Tolhuin, Raúl Pérez, fallecido en un accidente de tránsito en la Ruta 3, en mayo de 2000.

Los jueces de la Corte necesitaban del gobierno como el agua.

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Debían asegurarse recursos suficientes, leyes clave en la Legislatura y oficinas donde funcionar. La gestión de Estabillo ya intuía lo que otras comprendieron años más tarde: que el manejo del Poder Judicial, en especial de los fallos de última instancia, podía resultar imprescindible para sostenerse en momentos de zozobra económica.

Con intereses cruzados y compatibles con el poder político, la Justicia recién creada iba consolidando su propia base de sustentabilidad. Uno de los primeros avances lo constituyó el dictado de la acordada 1/94, mediante la cual los jueces del Superior se fijaron sus propias remuneraciones. La Constitución prohíbe expresamente a los funcionarios “de cualquiera de los tres poderes” ganar sueldos superiores al del gobernador.3 Sin embargo, los integrantes de la Corte hicieron una distinción de significado entre “funcionarios” y “magistrados” y se autoadjudicaron sueldos mensuales de unos 15 mil pesos, equivalentes a dólares de la época.

Ningún funcionario elevó la voz para oponerse a la primera violación constitucional que realizaron los mismos jueces que habían sido designados para defender la Constitución. En realidad hubo una excepción, el ex convencional constituyente y entonces concejal justicialista Ricardo Furlan, quien distribuyó notas a los demás convencionales que habían redactado la Carta Magna para que se opusieran a la medida. Pero nadie le contestó.4

Salta la linda

La mayoría de los argentinos debe recordar al ex senador nacional por el PJ Emilio Cantarero, aquel que en agosto de 2000 admitió haber cobrado un soborno para votar en forma favorable la ley de reforma laboral en el Congreso. Su confesión desató un escándalo político que terminó con la renuncia del vicepresidente de la Nación, Carlos “Chacho” Alvarez y catorce meses más tarde, producto de otros acontecimientos simultáneos, con la caída del gobierno del ex presidente Fernando De la Rúa, en diciembre de 2001.

Lo curioso es que tanto Cantarero como el supuesto pagador arrepentido de las coimas en el Senado, Mario Luis Pontaquarto, tuvieron una relación con Tierra del Fuego.

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Pontaquarto cobró durante quince meses honorarios por 1500 pe-sos mensuales como asesor del gobierno fueguino, en “tareas de ase-soramiento técnico administrativo”, a las órdenes de la representante oficial de la gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti en Capital Federal, la ex diputada nacional Carmen Dragicevic.5

En cuanto a Cantarero, su pasado salteño tiene una conexión con varios de los abogados que luego fueron los principales jueces provinciales.

El “Gallego” como lo apodan desde chico, nació en Salta el 4 de septiembre de 1943. Es hijo de Manuel Cantarero, un aceitero de clase media, aunque su carrera política y en especial sus contactos con la familia Romero, le permitieron amasar una fortuna -declarada- de 3 millones de pesos.

En la década del ´60, el futuro “senador de las coimas” heredó de su padre acciones de la empresa Horizontes SA, que luego pasó a editar el diario El Tribuno y que había sido fundada por el caudillo justicalista Roberto Romero.

Cantarero se convirtió de a poco en el hombre de confianza de Romero, quien llegó a ser gobernador de Salta entre 1983 y 1987 y murió años más tarde en un confuso accidente de tránsito en Brasil.

En los ´80, y después de recibirse de contador, también empezó a forjar una relación con Juan Carlos Romero, uno de los hijos de Roberto y actual gobernador de Salta con el que, por entonces, asumieron la conducción de El Tribuno.

Mientras gobernaba la provincia, Romero padre convocó a Cantarero para ocupar el Ministerio de Economía, y en 1995 quedó a cargo de la banca de senador que dejó vacante Juan Carlos cuando fue elegido gobernador. Allí estuvo hasta el escándalo de las coimas en agosto de 2000.

Pero ya desde 1987 Cantarero incursionaba en cargos legislativos. Ese año fue elegido diputado provincial como representante de la capital salteña, y llegó a presidir la Comisión de Hacienda y Presupuesto hasta 1991.

Claro que la función pública no le impedía seguir operando en favor de las empresas que tenía en sociedad con los Romero.

En 1988, durante el gobierno de Hernán Cornejo, el senador

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radical Alberto Espeche denunció una maniobra que el diario Página 12 bautizó como el “Saltagate”.

El escándalo salió a la luz cuando se difundieron grabaciones telefónicas clandestinas en las que podía escucharse la voz del entonces diputado Cantarero conversando con el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Luis Adolfo Saravia. Las escuchas fueron entregadas por el entonces presidente del Colegio de Abogados, Ricardo Reimundín, quien aseguró que las había recibido en forma anónima.

Allí se hablaba de “tener un juez de confianza” en una demanda por 600 mil dólares iniciada por un ex socio de los Romero, Jorge Benjamín Méndez, contra una mesa de dinero propiedad del clan. La causa era una de las cuarenta y seis que tenían en trámite judicial las empresas Horizontes SA y Consultora Norte, con una diferencia: en este expediente, el propio Cantarero estaba acusado de desfalco.

El caso provocó la renuncia de Saravia y de otro juez de la Corte, Restom Abraham, y salpicó a otros dos magistrados locales. La Cámara de Diputados, con mayoría justicialista, se negó a investigar la maniobra porque lo consideró parte de un complot político y porque la grabación clandestina no fue aceptada como prueba.

Mientras todo esto sucedía, el futuro juez del máximo organismo judicial de Tierra del Fuego, Omar Carranza, se desempeñaba como secretario del Superior Tribunal de Salta, y la futura camarista civil de la Isla, María Rosa Ayala, trabajaba como prosecretaria del mismo tribunal salteño.

Carranza había llegado al cargo de la mano de su ex esposa, y en cuanto a Ayala, su presunta participación en el “affaire” fue más directa y controvertida.

De acuerdo a un tramo de las grabaciones clandestinas publicado por el diario Página 12, Saravia le dijo a Cantarero: “Te quería señalar que la chica Ayala es muy bien, pero guarda, que es muy lenguda e indiscreta”, mientras que el futuro senador de las coimas sostiene que “le había impresionado bien”, y el titular de la Corte insiste en tener cuidado porque “ya comentó que habíamos estado juntos”.6

Según la agencia Despacho de Noticias (DDN) de Salta, Ayala cumplía funciones de “asesora letrada” de Saravia, “ordenaba todas

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las sentencias que el magistrado firmaba, le ponía el sello y las mandaba al archivo”.

Cuando se difundió la conversación telefónica entre Cantarero y Saravia, negociando jueces “amigos” para la causa de Horizontes y Consultora Norte, el abogado de la empresa de los Romero, Javier Lovaglio, admitió públicamente que recibió asesoramiento jurídico de Ayala para intervenir en el caso.

La sospecha concreta fue que la secretaria letrada de la Corte le indicó al abogado de una de las partes en litigio cómo se tenía que de-fender en el juicio que tramitaría ante el tribunal del que ella formaba parte. La ayuda habría incluido consejos sobre qué jurisprudencia citar y en qué artículos de la ley basarse para conseguir el acuerdo de los jueces.

También es cierto que Lovaglio ensayó una defensa ante esa acusación, consistente en sostener que el asesoramiento revistió carácter académico y “no como funcionaria judicial”.

El testimonio del abogado resulta particularmente revelador para entender la trama del tráfico de influencias:

“Frente al problema y siendo yo profesor titular de la cátedra de De-recho Civil III de la Universidad Católica de Salta, con una antigüedad de doce años, invité a que me acompañe en la gestión catedrática a la Dra. María Rosa Ayala, actual secretaria de la Corte de Justicia. Le pedí que actuara como colega de la cátedra y no como funcionaria ju-dicial, y tuviera la gentileza de proporcionarme antecedentes sobre el tema. Ella así lo hizo, entregándome monografías, modelos de deman-das y jurisprudencia. Con esos datos redacté la demanda de un acto jurídico, por el vicio de lesión en contra de un compromiso de espera que aparecía como usuraria”.7

A raíz de ese episodio, Ayala fue sumariada por los integrantes del Superior Tribunal de Justicia.

El sumario quedó en manos de Marcelo O’Connor (reemplazante de Saravia) pero la imputada lo recusó y entonces tuvo que conformarse un tribunal “ad hoc” integrado por camaristas.

La investigación se hizo lenta y se llenó de chicanas de Ayala para

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dilatarla lo más posible. Al cabo de tres años, los sumariantes no habían resuelto, ni siquiera, un recurso presentado por la secretaria que cuestionaba la sustanciación del sumario, en el entendimiento de que intentaban juzgarla por los mismos cargos en el tribunal y en una comisión especial creada por la Cámara de Diputados de la provincia.

Como no había jurisprudencia acerca de qué norma procesal aplicar para determinar si el caso se hallaba prescripto, se determinó la utilización analógica del régimen del empleado público.

La resolución que finalmente liberó de culpas a Ayala, sostuvo que “al aplicar un criterio correlativo del caso que se está estudiando, se determina un tope de tres años para la aplicación de sanción indisciplinaria en los agentes de la administración pública por faltas, cuya importancia excedan a las meras inasistencias injustificadas”.

De esta forma se equiparó el presunto tráfico de influencias para “arreglar” una causa en el máximo tribunal provincial, con la posible “falta” cometida por un empleado público, eso sí, mayor a “las meras inasistencias justificadas”.

En conclusión, el caso se declaró prescripto y se ordenó “el archivo del presente sumario”, en una decisión adoptada por el nuevo presidente de la Corte, Rodolfo Urtubey (luego Fiscal de Estado de Salta) y por los jueces Gaspar Solá Figueroa, Gustavo López Arias, Armando Frezze, y el secretario José Luis Sainz.8

Catorce años más tarde, en mayo de 2005, el Senado salteño le prestó acuerdo a Ayala para ocupar el cargo de jueza del Superior Tribunal de Justicia, a propuesta del gobernador Juan Carlos Romero.

Los tibios cuestionamientos a la postulación, realizados por algunos senadores opositores, no prosperaron y la propia magistrada se defendió con firmeza de quienes osaron recordarle algunos aspectos del “Saltagate”.

“En esa cuestión yo fui totalmente ajena, no siento que me afecte y lo que me interesa es mi conciencia que está totalmente tranquila”, afirmó la ex camarista fueguina y recordó que cuando O’Connor asumió como presidente de la Corte y la suspendió preventivamente a los fines de la instrucción de un sumario, “eso no significó una suspensión como sanción”, mientras que “el sumario concluyó con

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la falta de mérito para llamarme a declarar y cuatro años después resolvieron archivar las actuaciones”.

De paso, Ayala negó haber tenido alguna relación laboral con la empresa Horizontes, y atribuyó lo ocurrido a “una maniobra política”.

En definitiva, como tampoco tuvo ningún tapujo en reconocer, la jueza cumplió el sueño de concluir su carrera “ocupando el máximo cargo al que uno puede aspirar”. Y lo hizo “volviendo a la provincia de la que nunca me fui definitivamente, porque aquí tengo a toda mi familia, y todos mis amigos”.9

Quién podría refutarlo.

NOTAS

1- Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 2, Buenos Aires, Planeta, 2004.

2- Diario Prensa Libre de Ushuaia, número 159, tercera semana de diciembre de 1993.

3- El artículo 73 inciso 4 de la Constitución de la provincia de Tierra del Fuego establece: “La remuneración por todo concepto que perciban los empleados y funcionarios públicos, tanto electos como designados, de cualquiera de los tres poderes provinciales, organismos y entes descentralizados, en ningún caso podrá superar a la del Gobernador de la Provincia”.

4- Diario Prensa Libre de Ushuaia, número 160, 31 de diciembre de 1993.5- Diario LA NACIÓN, edición del 23 de diciembre de 2003.6- Los datos biográficos de Cantarero, así como los detalles del “Saltagate” fueron

extraídos del diario Clarín, edición del 22 de septiembre de 2000, LA NACIÓN, del 31 de agosto de 2000 y Página 12, del 13 de junio de 2005, además de un informe del periodista argentino Juan Gasparini, radicado en Ginebra, Suiza.

7- Semanario Propuesta, de Salta, edición del 26 de julio de 1988, citado por el diario Página 12, en su edición del 13 de junio de 2005

8- Cable de la Agencia Despacho de Noticias (DDN) de Salta, junio de 2005.9- Idem anterior.

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DoS

lA JUBIlACIóN ANTICIPADA

“No soy masoquista ni lo quiero ser”

“La Justicia, como las serpientes, sólo muerde a los descalzos”

Eduardo Galeano1

No puede afirmarse que el régimen de jubilación anticipada y obligatoria implementado por la gestión del ex gobernador justicialista de Tierra del Fuego, Carlos Manfredotti, es el único motivo de la debacle institucional que atraviesa el Poder Judicial fueguino. En cambio, parece irrefutable que el sistema previsional establecido por la ley provincial 460 se erigió en una verdadera bisagra para la Justicia provincial cuyo análisis merece especial detenimiento.

Las consecuencias hablan por sí solas: comenzó un descabeza-miento de la cúpula judicial producto del alejamiento brusco y si-multáneo de las principales autoridades, entre ellas los tres ministros del Superior Tribunal, cuatro de los cinco miembros de la Cámara de Apelaciones y varios jueces de instrucción y funcionarios de inferior jerarquía.

Además, dio inicio un proceso de descreimiento al ventilarse que

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un grupo de jueces participó en la elaboración del régimen jubilatorio con el que luego se benefició. Y se confirmaron las sospechas de subordinación política al conocerse que los nuevos jueces poseían fuertes vinculaciones con el poder político de la época.

Todo comenzó con la sanción de la ley 460 por parte de la Legisla-tura provincial, el 15 de diciembre de 1999.

La norma era, en realidad, el presupuesto del año 2000, pero vedadamente se le incluyeron artículos adicionales que establecieron severas medidas de ajuste, como el recorte del 30 % en los sueldos de los empleados públicos, el congelamiento de vacantes y la derogación de los estatutos docente y bancario y la ley de carrera sanitaria. 2

Varias de esas medidas ya estaban vigentes a través del decreto 1947/99 firmado por el ex gobernador José Estabillo, del Movimiento Popular Fueguino, quien se encontraba en los últimos días de mandato y que el 10 de enero de 2000 cedería su puesto a Manfredotti, triunfador en segunda vuelta en las elecciones de junio de 1999.

Por entonces la provincia atravesaba una aguda crisis económica. Estabillo se preparaba a dejar el poder con una Casa de Gobierno cerrada por la falta de pago de servicios esenciales, como la energía eléctrica y los teléfonos, y con desabastecimiento de insumos en escuelas y hospitales.

Con un partido político consumido en sus propias internas luego de ocho años de mandato, y con problemas judiciales que amenazaban con comprometerlo, Estabillo selló un pacto de impunidad con Manfredotti.

El acuerdo quedó cerrado unos días antes de la segunda vuelta electoral que consagró ganador al justicialista. El referente del Mopof brindó su apoyo público al líder del PJ, y se sentó a la misma mesa del Hotel Ushuaia en la que también estuvieron (con idéntico fin) el intendente de Ushuaia Jorge Garramuño y el entonces gobernador de Santa Cruz, luego presidente de la Nación, Néstor Kirchner, en calidad de “garante”.

Los aspectos reservados del pacto no era difíciles de deducir. Estabillo conseguía un cargo público a nivel nacional que necesitaba el aval de Manfredotti. A cambio tenía que firmar las medidas de ajuste, de fuerte tono antipopular, que requería el nuevo gobierno.

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La gestión entrante se comprometía a no investigar los aspectos delictivos de la saliente.3

Claro que al trueque le faltaban algunos detalles. El mandatario que dejaba la Casa de Gobierno firmó el ajuste por decreto, mientras que algunas de las medidas necesitaban rango legal.

El clima social no era propicio para que la Legislatura aprobara una ley de ajuste. Por el contrario, en la primera semana de diciembre de 1999, los legisladores sancionaron la denominada “ley antiajuste” que prohibía un recorte salarial en el sector público.

En ese contexto tuvo lugar la sesión del 15 de diciembre, en la que el bloque del PJ presentó como iniciativa propia el proyecto de ley presupuestaria del año 2000, con el argumento que involucraba recursos y erogaciones a ejecutarse durante el primer año de gestión de Manfredotti.

La norma fue aprobada por unanimidad, aunque el legislador radical Pablo Blanco, llamativamente, se retiró del recinto en el momento de la votación.

No hubo ningún debate. La ley se sancionó a libro cerrado con el fundamento de que su contenido había sido acordado durante las reuniones de labor parlamentaria.

El texto definitivo no se conoció sino hasta tres días más tarde, y en especial los pormenores de varios anexos votados en el recinto pero que nadie había leído.

Cuando finalmente trascendió a la prensa el verdadero contenido de la ley 460, varios de los legisladores que terminaban su mandato en 48 horas denunciaron haber sido víctimas de un engaño. La vicepresidenta a cargo de la presidencia del Parlamento, Marcela Oyarzún, dijo desconocer el texto de la norma, igual que su par de bancada Agustín Romano, mientras que el legislador Marcelo Figueroa, también del Movimiento Popular Fueguino, presentó un pedido de impugnación de la versión taquigráfica de la sesión.

El abogado Alejandro De la Riva formuló entonces una denuncia penal, solicitando que se investigue a los legisladores del bloque jus-ticialista por la posible comisión de los delitos de falsedad ideológica de instrumento público e incumplimiento de sus deberes. Se trataba de Rubén Sciutto, Daniel Gallo (por entonces electo vicegobernador

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provincial) Abraham Vázquez, Guillermo Lindl y Mabel Vera.El 23 de diciembre a las 15.50, la jueza de instrucción María Cristina

Barrionuevo y el fiscal mayor Guillermo Massimi, acompañados de personal policial, allanaron el edificio legislativo ubicado en la avenida Maipú, en Ushuaia, en busca de documentación relacionada con el caso.4

Semanas después, Barrionuevo dictó el procesamiento de Lindl por el presunto delito de “usurpación de cargo”. La magistrada le imputó haber rubricado el acta de la sesión legislativa atribuyéndose funciones que no le correspondían, ya que lo hizo en su calidad de vicepresidente segundo de la Cámara cuando Oyarzún (ya enterada de la maniobra) se había negado a firmar el acta.

Pero la jueza sobreseyó al resto de los legisladores justicialistas (e incluso al propio Lindl) de la acusación de haber engañado a sus pares haciéndolos votar un proyecto que no conocían. La conclusión de Barrionuevo fue que todos sabían lo que habían votado.5

Ambos pronunciamientos judiciales fueron apelados por la Fiscalía y la Cámara de Apelaciones de la provincia dictó un fallo sobreseyendo a todos los funcionarios.

Uno de los firmantes de la sentencia fue el juez Héctor Yarade, luego acogido al régimen que implementó la misma ley cuya aprobación se cuestionaba. La situación de Yarade, así como la del ex juez civil y ex presidente del Tribunal de Cuentas, Luis Alberto Boschero, merecen un tratamiento especial al que en instantes nos dedicaremos.

Sorpresa y media: del ajuste a la jubilación de jueces

Las medidas de ajuste incluidas en la ley 460 no fueron las únicas que sorprendieron a la sociedad fueguina durante los primeros meses del año 2000.

La norma fijó un Régimen de Jubilación Anticipada y Obligatoria con vigencia en los tres poderes del Estado, cuyo promocionado objetivo fue producir un ahorro en las cuentas públicas.

El sistema fue reglamentado a través del decreto 223/2000 firmado por Manfredotti y el ministro de Gobierno, Raúl Ruiz.

Con redacción ambigua, el primer artículo de la reglamentación

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señalaba que “podrán acogerse al presente régimen” los “agentes del Poder Judicial, Legislativo, Ejecutivo, Administración Central y entes descentralizados”.

Sin embargo, en otros pasajes del decreto se hacía referencia a la aplicación de sanciones, que podían llegar hasta una suspensión sin goce de haberes, a quienes no cumplieran con la obligatoriedad de jubilarse.

En cuanto a la calificación de “agentes”, el Gobierno jamás puso en duda que incluía a los jueces y demás funcionarios del Poder Judicial protegidos por el principio constitucional de la inamovilidad. Por otra parte, ningún magistrado salvo el ex jefe de Fiscales, Carlos Bassanetti, se atrevió a cuestionar la ilegalidad de la norma.

Quedaba claro, entonces, que el manfredottismo se proponía jubilar a la fuerza a un número importante de jueces y a reemplazarlos por otros afines a sus pretensiones.

El régimen jubilatorio fijaba como requisitos 25 años de servicio, pero sólo 5 de aportes al Instituto Provincial de Previsión Social (IPPS) y 50 años de edad en el caso de los varones; y 20 años de servicio, con 5 de aportes a la Caja Provincial de Jubilaciones y 45 años de edad, en el caso de mujeres.

Es decir que se obligaba a jubilarse a un juez, fiscal o defensor de 50 años de edad, y a una jueza, fiscal o defensora de 45 años de edad, con sólo 5 de aportes al sistema provincial.6

¿Cómo permitió el propio Poder Judicial una interferencia semejante?, ¿cómo se expresó el Colegio Público de Abogados, la Legislatura, la ciudadanía en general?

Hay que reconocer que no eran tiempos de frondosos debates. El manfredottismo hacía gala de su flamante poder y lo ejercía en todas sus variantes. Oponerse significaba pagar un alto costo.

De las preguntas que acabamos de formularnos, sólo es posible contestar con algún fundamento la primera: la Asociación de Magistrados y Funcionarios Judiciales emitió una solicitada el 20 de marzo de 2000, oponiéndose a la jubilación obligatoria de los jueces. Al día siguiente se produjo una renuncia masiva de sus integrantes, que llegó aproximadamente al 50 por ciento del total de asociados. Parece que a la mayoría no le resultaba cómodo enfrentarse al poder

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político de la época, o ¿había algo más?Un ex legislador del que se reservará el nombre convocó al autor

de este libro a la Legislatura para entregarle un sobre. Dijo que adentro estaba la prueba de que el Poder Judicial impulsó el régimen jubilatorio de privilegio para luego beneficiarse con él.

En el sobre había una copia certificada de la declaración indagatoria prestada el 23 de agosto de 1999 (varios meses antes de que se sancionara la ley 460) por el ex juez de Cámara Mario Eduardo Basso, admitiendo su participación en la redacción del proyecto. Textualmente manifestó el juez:

“(...) estuve, como integrante de la Asociación de Funcionarios y Magistrados, realizando un estudio para plantear la posibilidad de una Ley de Jubilaciones especial para aquellos que hayan cumplido cinco años trabajando en la Provincia”.7

La negociación

Ni bien ganó las elecciones en junio de 2003, el manfredottismo nombró “embajador” ante el Poder Judicial al abogado Héctor Luis Pena, máximo brazo jurídico del gobierno que aún no había comenzado.

Pena era un hombre influyente en los tribunales locales y había cosechado vínculos importantes con abogados y políticos nacionales, especialmente ligados al PJ. Con Manfredotti lo unía una relación extraña, de amor-odio, que se iría manifestando con el correr de los meses.

Lo cierto es que del círculo íntimo de Pena surgieron numerosos funcionarios del gabinete, sobre todo de la Secretaría Legal y Técnica, y varios candidatos a ocupar cargos en el Poder Judicial.

El letrado de voz ronca y fumador de habanos asumió la representación del poder real en septiembre de 1999, cuando realizó la primera visita formal al Superior Tribunal de Justicia, con el objetivo de poner al tanto a los magistrados del proyecto de Manfredotti para la Corte.

La idea no era para nada original. El ex gobernador copiaba a su

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líder político, el ex presidente Carlos Menem, y se proponía ampliar el número de jueces del tribunal de tres a cinco integrantes.

Puertas adentro, el manfredottismo calculaba que colocando dos nuevos cortesanos y seduciendo a un tercero (con el que ya habían conversado) se aseguraba la mayoría automática para los temas más urticantes que pudieran derivarse de los años de gestión.

Sin embargo, Pena se encontró con una respuesta que lo sorprendió. No era que los jueces en actividad se negaban a la reforma, por ejemplo, por considerarla un avance del poder político sobre el judicial, sino todo lo contrario. “No hace falta”, fue la frase seca que retumbó en los oídos con capacidad disminuida del letrado, quien de todas maneras escuchaba muy bien lo que le convenía.

Su interlocutor era el juez Tomás Hutchinson, un catedrático del Derecho Administrativo que jamás había tenido domicilio en la provincia y al que le interesaba abandonar el cargo siempre y cuando le garantizaran un ingreso acorde a su linaje.

Sin demasiados rodeos, Hutchinson le propuso a Pena la implementación del régimen de jubilación anticipada en el que ya había estado trabajando parte de la corporación judicial. Con las vacantes a su merced, el PJ podía nombrar a los jueces que se le antojara.

Al gobierno le pareció bien la idea y el proyecto prendió de inmediato, al punto de incorporarse como un artículo nuevo en el proyecto de la ley de Presupuesto 460 cuya sanción fue detallada al comienzo de este capítulo.

Mozo, un café

Poco tiempo después, entre enero y febrero de 2000, Hutchinson y Pena volvieron a encontrarse, esta vez en el bar Muki, ubicado en la avenida Maipú 1499 del partido de Vicente López, en Buenos Aires.

El café es también restaurante y pizzería. Queda en la esquina con la calle San Martín, frente a la escuela provincial 8 Bernardo de Monteagudo. Tiene amplios ventanales resguardados del sol por unos árboles inmensos, y separados de la vereda por canteros con plantas. En la puerta del colegio hay un puesto de flores; en diagonal al café,

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una estación de servicio Shell, y frente a ésta, una pinturería.El punto de reunión fue elegido porque queda a mitad de camino

entre el domicilio de Hutchinson en Capital Federal y una casa propiedad de Pena.

Los abogados pasaron por debajo de los toldos rojos con la inscripción de la marca de cerveza Budweiser, y por entre dos pinos enanos situados en la entrada al bar. Después enfilaron para la zona de cafetería, cubierta por un techo negro con revestimiento acústico e iluminada por lámparas dicroicas.

En ese encuentro, el todavía juez del Superior Tribunal fueguino le entregó al enviado del gobierno el texto del decreto reglamentario del régimen jubilatorio, que él mismo había redactado. Casi sin modificaciones, el borrador fue rubricado días más tarde por Manfredotti y se convirtió en el decreto 223/2000.

Aquel día en Muki, donde los testigos fueron unos pocos porteños, unas riestras de ajo y algunos jamones colgados en la pared posterior del edificio, al lado de la cocina, Hutchinson se desprendió de un documento en el que sólo aparecía en blanco un espacio. Era el destinado al porcentaje de aporte jubilatorio especial que debía asumir el Poder Judicial durante los cinco años en que el beneficiario de la jubilación cobraba solo una parte de sus ingresos. El lugar fue llenado con la cifra “50” por Pena, un número que incomodó bastante a los jueces pero que finalmente terminaron aceptando.

Jueces jubilados: de a uno y en fila

La crisis judicial se profundizó. Salvo la rara excepción de Bassanetti, los jueces que cumplían con los requisitos empezaron a jubilarse por un sistema inconstitucional a cuya redacción habían contribuido.

“Imponer la jubilación anticipada y obligatoria a funcionarios que tienen garantía de inamovilidad para su mejor desempeño es transgredir preceptos constitucionales claros, de la Constitución Provincial y de la Nacional” 8 fijó postura el jefe de fiscales, quien resistió el manfredottismo a pesar de los intentos que hizo el gobierno justicialista para jubilarlo y recién se retiró de su función cuando

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cumplió las condiciones de una jubilación ordinaria, a fines de 2003.

No había antecedente en el país de un régimen semejante. En todas las provincias se resguarda la estabilidad de los magistrados. Incluso en la provincia de La Rioja en donde la Constitución prescribía la movilidad de los miembros del Tribunal Superior por un período de seis años, y adquirían estabilidad luego al ser reelegidos, la Carta Magna fue reformada y ahora los jueces gozan de inamovilidad en sus cargos hasta los 75 años de edad, según sostiene un informe del Plan Nacional de Reforma Judicial, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.

Si no es por razones de edad fijadas en algunas normativas, la inamovilidad de los magistrados es un derecho “absoluto”: la única manera de obligar a un juez a jubilarse “es que lo establezca la propia Constitución, como de hecho ocurre en algunos casos. Los jueces son funcionarios de la Constitución y ninguna ley puede modificar las condiciones de trabajo y de estabilidad de un funcionario de estas características”, sostuvo en una visita a Ushuaia el ahora juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Eugenio Zaffaroni.

Mientras tanto, de la Justicia fueguina se retiraron los ministros del Superior Tribunal Tomás Hutchinson, Omar Carranza y Félix González Godoy, los camaristas Héctor Yarade, Mario Basso, Nebli Imperiale y Francisco De Antueno, el juez del Tribunal Oral en lo Criminal Jorge Novarino, y los jueces de instrucción Mariana Puccia-rello, Graciela Puglissi y Leandro Alvarez, entre otros funcionarios de menor jerarquía.

Hemos escrito que al gobierno de Manfredotti los alejamientos le convenían por razones políticas. Fiel al ejemplo de Menem, que conformó una Suprema Corte “adicta”, el gobernador fueguino conseguía vacantes en lugares claves de la Justicia que luego podría rellenar con personas afines a su gestión. Entre otros beneficios, esa condición le aseguró una salida sin sobresaltos judiciales cuando perdió las elecciones en 2003.

En cambio, para los jueces se trataba de un gran negocio. Podían retirarse de la actividad con un ingreso mensual que oscilaba entre ocho y diez mil pesos/dólares de la época, después de haber aportado

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sólo cinco años al sistema provincial de jubilación. Tanto obedecía su posición a un factor económico, que cuando el

ex Instituto de Previsión Social estableció un tope a los haberes de los magistrados referenciándolos al sueldo del gobernador (a través de la resolución 949/2001 firmada por Pena, entonces presidente del organismo) hubo jueces que gestionaron retornar a sus antiguas funciones o no jubilarse, en el caso que aún no lo hubieran hecho, como detallaremos más adelante.

Las argumentaciones de las autoridades judiciales que dejaban sus puestos para jubilarse “a la fuerza”, en lugar de quedarse a defender la Constitución que habían jurado proteger, deberían estudiarse en las cátedras de Derecho como ejemplos de sofismas jurídicos.

El ex juez de la Corte Tomás Hutchinson escribió lo siguiente en el texto de su renuncia:

“No soy masoquista ni lo quiero ser. Seguramente aumentarán los requisitos jubilatorios, como aumentan las horas de labor, al revés de lo que intentan los países adelantados. Por lo tanto, oponerse a la norma -con dudoso resultado- para, de triunfar, obtener un perjuicio, sería por lo menos un absurdo y daría lugar a que cualquiera sospeche acerca del deseo de mantenerme ubi et orbi en el cargo”.9

El razonamiento de Hutchinson es de una lógica económica

inapelable. Si defendía la Constitución podía perder plata. En tanto su “compañero” de Tribunal, Omar Carranza admitió

sentirse “muy conmocionado, no lo puedo negar, por abandonar el cargo”.10

Vivir en el hotel

El juez Hutchinson fue uno de los que omitió defender el principio de inamovilidad funcional consagrado en la Constitución fueguina, pero también llevó hasta la cornisa otro requisito constitucional, que obliga a los miembros del Superior Tribunal a residir en la provincia.

Durante los últimos años en que ocupó el cargo de ministro de la

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Corte, el magistrado vivió en la habitación 210 del Hotel Ushuaia, mientras que simultáneamente mantuvo domicilio, según el duplica-do de su Documento Nacional de Identidad, en el partido de Vicente López, provincia de Buenos Aires.

La atípica situación domiciliaria del juez circuló en infinidad de oportunidades por ámbitos judiciales y periodísticos, aunque nunca se había podido documentar de manera fehaciente, hasta que las pruebas aparecieron cuando inició los trámites jubilatorios.

Para expedirle un reconocimiento de servicios, la UDAI Ushuaia del ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) le exigió llenar un formulario de “Solicitud de Prestaciones Previsionales”. En el casillero “domicilio”, se lee: Chacabuco 1335, Vicente López.

La misma dirección figura en la página 11 de su DNI, según la inscripción realizada en el Registro Civil el 22 de marzo de 1999, cuando ya era juez de la provincia.

Hutchinson no tuvo otro camino para justificar ante el ANSES su residencia en la ciudad, que exhibir facturas a su nombre de la empresa Lodave SRL, propietaria del Hotel Ushuaia, de donde surge que vivía allí regularmente.

Por ejemplo, de la factura B 0001 00006160, de fecha 3 de junio de 2000, se desprende que el “pasajero Hutchinson” ocupó la habitación 210 entre el 3 y el 9 de junio, a un precio de cuarenta pesos por día. Otras facturas demuestran que ocurrió lo mismo entre 22 y el 28 de abril, entre el 6 y el 12 de mayo, entre el 13 y 19 de mayo, entre otros períodos. El resto del tiempo permanecía en Buenos Aires.

Aunque Hutchinson ingresó a la Justicia fueguina el 2 de mayo de 1995, y el artículo 147 de la Constitución le exigía residencia “en la ciudad sede de sus funciones”, el juez no consideró una violación a ese principio vivir en un hotel y tener domicilio en Buenos Aires.

Según explicó en un documento oficial al que tuvo acceso el autor de este libro, primero alquiló una casa de cinco ambientes en la calle Rivadavia (de Ushuaia) donde vivió un tiempo con su esposa e hija. Pero después, por problemas personales, su familia regresó a Buenos Aires y él rescindió el contrato de alquiler de la casa y se instaló en el hotel.

“No puede decirse que no resida aquí. Tendría, a lo sumo, si se

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quiere, dos residencias. ¿Es ello posible? Según Salvat “la residencia es el lugar de habitación real de la persona. La residencia puede estar, sea en el lugar de domicilio, sea en otro lugar (...) una persona puede tener varias residencias (...)”, se justificó el ex ministro de la Corte .11

La retórica y la “Justicia adicta”

Cuando el mecanismo de recambio de jueces establecido por la jubilación anticipada empezó a funcionar, los gremios estatales y algunos sectores de la oposición salieron a denunciar de inmediato la creación de una “Justicia adicta” al poder de turno.

Había datos objetivos que reflejaban la intención del gobierno. Un ejemplo fue la forma en que el Poder Ejecutivo utilizó la facultad de conceder o suspender jubilaciones a los agentes públicos, invocando “razones operativas o presupuestarias”.

Hasta marzo de 2001 (o sea un año después de implementado el sistema jubilatorio) el Estado había aceptado el 100% de las jubilaciones de jueces y funcionarios de ese Poder, pero solo había dado curso al 23% de los trámites previsionales iniciados por empleados de la Administración Central y al 35% de los trabajadores de organismos autárquicos, como el Instituto de Vivienda o del Juego.12

Enseguida la sociedad empezó a percibir que el régimen jubilatorio ideado para producir un ahorro en las cuentas públicas, no surtía ningún efecto. En la mayoría de los casos, los agentes jubilados eran reemplazados por otros, más aún en el caso de los jueces porque los juzgados no podían quedar acéfalos.

El entonces legislador provincial por el radicalismo, Alejandro Vernet aseguró en 2001 que “las jubilaciones no generaron un ahorro al Estado, al contrario, lo que demuestran es que sólo persiguen el fin de generar una Justicia adicta al Poder Ejecutivo”.

Por su parte el ex legislador del mismo partido, José Barrozo, explicó que “de la simple observación del presupuesto judicial surge que crecieron las erogaciones y disminuyó la planta de personal, porque se deben cubrir los gastos de las jubilaciones de los jueces”.

La herida más profunda al Poder Judicial no fue de índole económica, sino moral. La gente empezó a descreer abiertamente de

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una Justicia que se iba conformando a gusto de los gobernantes de turno, y cuyos jueces se retiraban sin ejercer la más mínima defensa de sus cargos. Empezó a hablarse de una Justicia “sin independencia”, y las respuestas a esa acusaciones ayudaron a dañar más todavía la credibilidad social.

“La independencia depende de quién sea elegido. Y si (a los jueces) los elige el Consejo (de la Magistratura) no tiene porqué no ser independiente la Justicia”, declaró el ex ministro de la Corte Tomás Hutchinson.

“¿Usted cree que la Corte debe acompañar las políticas de Estado?”, le preguntaron al abogado Héctor Pena.

“Según mi criterio, el Superior Tribunal como cabeza de uno de los tres poderes del Estado debe seguir las grandes políticas del Estado, lo que no quiere decir las pequeñeces. Ya lo dijo Roberto Repetto, el presidente de la Suprema Corte más importante que ha tenido la Argentina, y lo dijo Figueroa Alcorta, que también la presidió”, fue la respuesta del letrado que aspiraba por entonces a ocupar un lugar en el Superior Tribunal fueguino, aunque después fue nombrado juez federal y falleció en 2004.

El ex ministro de la Corte y uno de los fundadores del Movimiento Popular Fueguino, José Salomón, reivindicó también la independencia del Poder Judicial de Tierra del Fuego. “Desde el 5 de marzo, en que asumí, puedo decir que la independencia es total. Yo fallo solamente de acuerdo a mi conciencia”, afirmó en 2002.

En el otro extremo de opiniones, el constitucionalista Daniel Sabsay aseveró ese mismo año:

“La verdad que se trata de un Poder Judicial con muy escasa independencia. Yo me pregunto, en ese sentido, si esto no rompe de un modo tan fuerte la independencia de los poderes en Tierra del Fuego que en realidad se está violando la cláusula de la garantía federal, fijada por el artículo quinto de la Constitución argentina. Como se sabe, ésta es una de las causales que habilita la intervención federal para restablecer la pureza de las instituciones”.

A mediados de 2005, el gobernador radical Jorge Colazo sostenía que la Justicia fueguina “es la más independiente del mundo”.

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El Superior Tribunal acababa de sobreseerlo en un proceso penal originado cuando era intendente de Río Grande. La causa ya había sido elevada a juicio oral y público, pero los jueces Ricardo Klass, María del Carmen Battaini y Mario Robbio cambiaron la jurisprudencia del tribunal hasta ese momento y aceptaron recalificar el delito por una figura menor que fue declarada prescripta.13

Yarade y Boschero: dos jueces con “suerte”

Entre los integrantes del Poder Judicial fueguino que abandonaron los cargos para salvaguardar su prosperidad económica en lugar de las leyes vigentes, hay casos más dignos que otros. Los ejemplos que siguen representan un extremo de avaricia y sinrazón que avergüenzan, incluso, a quienes sólo cumplimos con nuestro deber de contarlo.

Cuando fue designado juez de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego, en 1994, Héctor Reynaldo Yarade, libreta de enrolamiento 8.163.853, percibía una jubilación de privilegio de 3.413,29 pesos mensuales. Según un informe de la Procuración del Tesoro de la Nación, el beneficio le fue concedido a la edad de 26 años en la provincia de Salta.

Al aprobarse la ley provincial 460 y el régimen de jubilación anticipada y obligatoria, el magistrado no quedó incluido entre los posibles beneficiarios, porque ya gozaba del haber salteño. Se lo impedía la norma que se reglamentó a través del decreto 223/2000 firmado por el ex gobernador Manfredotti en marzo de 2000.

El 2 de mayo de ese mismo año, Yarade rubricó junto a la jueza de Cámara María Rosa Ayala, el fallo judicial que ratificó el sobresei-miento a los cinco legisladores del Partido Justicialista acusados de engañar a sus pares en la sesión del 15 de diciembre de 1999, donde se aprobó la polémica ley 460.

La decisión de la Cámara dejó el caso al borde de su archivo y le quitó al gobierno peronista una de sus máximas preocupaciones. No le resultaba particularmente simpático a la gestión de Manfredotti iniciar una administración con cinco funcionarios procesados, sobre todo teniendo en cuenta que entre ellos se encontraba su propio vicegobernador Daniel Dallo, el legislador Rubén Sciutto que había

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sido reelecto en el cargo, Guillermo Lindl que fue designado secretario de Seguridad y Abraham Vázquez que terminó siendo presidente del Instituto de Previsión y Servicios Sociales de la provincia.

Ahorraremos mayores preámbulos si afirmamos que el fallo de los camaristas benefició los intereses del gobierno.

Las personas fácilmente impresionables deberían tener cuidado con la descripción de las siguientes situaciones, más dignas de una novela policial que de un relato verídico.

El 2 de mayo, antes de firmar el fallo, Yarade estaba en condiciones de intervenir en el caso porque no tenía ningún interés creado. Es decir, tenía que merituar la presunta participación delictiva de cinco funcionarios de la Legislatura, acusados de engañar a sus pares en la votación de una ley, cuyo contenido no lo afectaba personalmente porque no estaba incluido en el régimen de jubilación anticipada creado por la norma.

Al día siguiente, 3 de mayo, Manfredotti y sus ministros firmaron el decreto 764/2000 que estableció una excepción. La medida sostuvo que se había cometido “una injusticia” 14 con quienes, aún siendo jubilados en otros lugares del país, vinieron a Tierra del Fuego y siguieron aportando al Instituto Provincial de Previsión Social. El criterio fue que esos aportes no le representarían ningún beneficio al aportante. Por lo tanto, habilitó a estas personas, entre ellas Yarade, a optar entre quedarse con su antigua jubilación (la obtenida en Salta) y la de Tierra del Fuego, que duplicaba en valor a la anterior. La conclusión es obvia: Yarade eligió acogerse al sistema fueguino.

Pero eso no es todo. Alguien podría pensar que se trató de una simple casualidad. El fallo favoreciendo al gobierno salió el 2 de mayo, y el decreto con la excepción se firmó al día siguiente. Nada para reprochar.

Aún a riesgo de desilusionar a quienes todavía creen en las ca-sualidades fueguinas, debe consignarse que el juez Yarade presentó una nota ante el Superior Tribunal de Justicia en la que anunció su renuncia al cargo para acogerse a la jubilación anticipada, el mismo 2 de mayo. ¿Cómo podía renunciar si todavía no conocía el decreto de excepción? O quizá sí lo conocía y por eso firmó el fallo.

Hay otro detalle muy importante. Tampoco es casualidad que la

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resolución de Yarade tenga fecha 2 de mayo, mismo día de la renuncia, porque si hubiera tenido una fecha posterior, no podría haber intervenido en la causa. Es que con justa razón, alguien le podría haber reprochado estar fallando en un caso donde tenía intereses creados. Después de todo, estaba juzgando el supuesto engaño de un grupo de legisladores hacia otros, para la aprobación de una ley que contenía un régimen jubilatorio que alcanzaba al propio magistrado. O sea que Yarade se cuidó de no entrar en esa contradicción. Podría decir que primero emitió sentencia y que después renunció al cargo para jubilarse, todo en el mismo lapso de 24 horas.

Ahora bien, persiste la pregunta anterior, ¿por qué presentó su renuncia un día antes de que se firmara el decreto autorizando su jubilación?

Como es fácil de deducir, si Yarade hubiera renunciado con posterioridad al 3 de mayo, la cadena lógica de acontecimientos sería incuestionable: falló, lo autorizaron a jubilarse, presentó la renuncia. La sospecha de intercambio de favores seguiría intacta, pero no pasaría de ser una construcción teórica, algo poco menos que indemostrable.

Por fortuna para los ciudadanos honestos, la burocracia estatal, las demoras y los errores administrativos también conspiran contra los mismos que favorecen ese tipo de prácticas para utilizarlas en su propio beneficio.

El diario El Sureño de Tierra del Fuego tuvo acceso al texto de la renuncia de Yarade fechado el 2 de mayo. El mismo papel tiene impreso el sello de mesa de entradas del Superior Tribunal de Justicia, con fecha 28 de abril.

Ahora sí hay pruebas claras de la maniobra. Tal vez el juez conocía el decreto de excepción a fines del mes de abril, quizá porque algún funcionario del gobierno se lo dijo. Es probable que entonces Yarade falló como falló porque sabía del beneficio prometido. Y al texto de su renuncia le cambiaron la fecha para que nadie pudiera cuestionar su intervención en el caso.

Cabe preguntarse, finalmente, si Yarade quiso renunciar lo antes posible (incluso antes de lo que le hubiese convenido) porque desconfiaba de sus interlocutores oficiales, de los que ya sabía que

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venían a “llevarse puesta a la Justicia” para crear de las cenizas, su propio Poder Judicial.

El poder manfredottista también tenía otra carta de presión contra el camarista renunciante. El Consejo Provincial de la Magistratura había iniciado una investigación contra el magistrado que podía desembocar en su eventual destitución.

En esas actuaciones, Yarade fue acusado de demorar sin motivos la liberación de Adan Gola y de Mario “Lobito” Ampuero, dos imputados en el caso de un robo a un camión blindado de la empresa Brinks. El Consejo había votado, en diciembre de 1999, el inicio de un jury de enjuiciamiento. Sin embargo, el trámite estaba frenado desde que el gobierno lanzó el régimen de jubilación anticipada. Cuando Yarade se jubiló, el proceso se tornó abstracto y fue archivado.

Por el mismo caso de la demora en la liberación de dos imputados, Yarade enfrentó una causa penal por supuesta “privación ilegítima de la libertad”. Fue procesado pero en instancias posteriores lo absolvieron.15

El “moño” de Yarade

Si algo le faltaba a este juez increíble que los fueguinos supimos conseguir y soportar, era la denuncia por presunto “fraude” que radicó el directorio del Instituto de Previsión en marzo de 2002, acusándolo de cobrar las dos jubilaciones (la de Salta y la fueguina) en forma simultánea.

“Es muy simple”, explicó ese año el presidente del organismo previsional, Héctor Pena, “se le pidió una constancia de la renuncia (a la jubilación de Salta) ante el ANSES, requisito que cumplió. Para nosotros se trataba de un trámite regular. Siete meses después certificamos que todavía sigue cobrando las dos jubilaciones”.16

El Instituto le suspendió el pago de su haber y presentó una de-nuncia penal contra el ex magistrado, pero en agosto del mismo año, el juez Leandro Alvarez, ligado al manfredottismo y posteriormente acogido a la jubilación anticipada, desestimó el requerimiento de ins-trucción elevado por la Fiscalía.

La noticia sobre el descubrimiento de la doble percepción

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jubilatoria encontró a Yarade en Roma, Italia, perfeccionándose en derecho canónico.

Boschero, el juez de los milagros

Luis Alberto Boschero, documento nacional de identidad 8.172.753, fue nombrado juez Civil de Ushuaia en 1994. Desde el 29 de agosto de ese año, dejó de percibir una jubilación de privilegio de 3.297,95 pesos mensuales que le habían otorgado en la provincia de Salta a la edad de 46 años. Claro, ahora cobraba su sueldo como juez de 9.730, 41 pesos por mes y, por entonces, la acordada 91 del Superior Tribunal de Justicia imposibilitaba percibir las dos remuneraciones en forma simultánea.

El 1 de septiembre de 1999, Boschero dejó la Justicia provincial y recaló en la presidencia del Tribunal de Cuentas de Tierra del Fuego, con un sueldo de 8.125 mensuales.

En su afán vocacional, quizá perseguido por una necesidad intelectual o por el compromiso social que lo embargaba, el magistrado pasó del Poder Judicial a un órgano de control administrativo aún a sabiendas de que sus ingresos se reducían en la nada despreciable cifra de 1.605, 41 pesos cada treinta días.

Por fortuna para él, pudo encontrar una esquina entre la vocación y el bolsillo, al interpretar que habiéndose marchado de la Justicia, ya no resultaba incompatible volver a cobrar su jubilación salteña.

Boschero realizó el pedido correspondiente y consiguió el visto bueno poco después, el 30 de diciembre de 1999, un día antes del brindis del fin del milenio en el que habrá celebrado el crecimiento de su remuneración a 11.422, 95 pesos mensuales.

Durante los primeros días del año 2000, luego de confirmar que el mundo seguía en pie, y que las computadoras habían tolerado el paso del “99” al “00”, el ex magistrado realizó otro descubrimiento que verificaba que la racha de buena suerte seguía vigente.

Fiel a sus nuevas funciones de contralor, observó que la imposibilidad legal que lo había relegado de percibir su jubilación salteña, en realidad había caducado en febrero de 1996, cuando todavía era juez, por lo que no satisfecho con sus recomposiciones

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salariales, inició un reclamo ante el ANSES de Salta (lugar donde se supone que tendría muy buenos contactos) para conseguir que le pagaran en forma retroactiva sus jubilaciones “pendientes” de los últimos dos años. Concretamente, a través de su apoderada, la abogada Rita del Rosario Palacios de Martínez, solicitó por nota “los haberes devengados por el período 12/97 al 30/12/99”.

La gestión tuvo éxito, porque la oficina salteña del organismo previsional “no encontró impedimento jurídico a lo peticionado”. Y el 3 de junio de 2001, le liquidó 100.659,97 pesos en concepto de retroactivo, según consta en la resolución 1147/01 firmada por la gerente Fanny Velarde y Luisa Cabrera de Zamudio, coordinadora del Sector Beneficiarios.

Repasemos, entonces, para no perdernos en medio de tanta fortuna: jubilado a los 46 años en Salta, juez de Tierra del Fuego a los 49 años, miembro del Tribunal de Cuentas a los 54, vuelve a cobrar la jubilación de Salta además de su nuevo sueldo y consigue que el Estado le pague un retroactivo de 100 mil pesos. ¿Se puede pedir algo más?, ¿cómo no estalló este país antes del 2001? 17

No nos animamos contestar la segunda pregunta pero sí la primera: efectivamente se puede pedir algo más.

El tope y el arrepentido

En teoría, la jubilación de Salta le impedía a Boschero acceder al régimen previsional fueguino implementado a través de la ley 460.

Sin embargo, el mismo decreto 764/2000 que creó la excepción para el ex camarista Yarade, sirvió para abrirle la puerta de salida de Tierra del Fuego al ex magistrado civil.

En este punto confluían los intereses del propio Boschero y del gobierno de Manfredotti. Al abogado le servía poder dejar la función (quizá para retornar a su Salta natal) garantizándose una jubilación inicial de 6.811,10 pesos mensuales, cifra que de acuerdo a lo establecido por el mismo sistema iba incrementándose hasta llegar al 82% de la remuneración en actividad al cabo de cinco años. No era poco para alguien que dejaba de trabajar a los 56 años de edad, podía regresar a su lugar de origen, cobraba otra jubilación de privilegio de

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casi 3.300 pesos mensuales y acababa de percibir un retroactivo de 100 mil pesos.

Al gobierno le interesaba la vacante en el Tribunal de Cuentas. Era parte de su estrategia de captura de las instituciones para concentrar el manejo absoluto del poder. De hecho, logró imponer en el cargo al abogado Rubén Herrera, a la postre ex subsecretario legal y técnico de la gestión de Manfredotti y ex socio del secretario legal y técnico, Raúl Paderne, al que nos referiremos más adelante.

Boschero, entonces, por confluencia de intereses con el poder político de la época, presentó su renuncia al cargo para acogerse a la jubilación anticipada.

Como ya hemos dicho, aún en las corporaciones más organizadas aparece alguna fisura. Y lo que no debía ocurrir, volvió a suceder.

El abogado Pena, hombre de gran poder en los primeros dos años de la gestión, seguía ejerciendo el cargo de presidente del Instituto de Previsión Social.

Pena había negociado con los jueces la jubilación anticipada, pero la verdad es que, interiormente, aborrecía a muchos de los magistrados. Los consideraba intrusos dentro sus “dominios jurídicos” y les había prometido a varios abogados de su entorno que, a la primera de cambio, iba a perjudicarlos con alguna medida.

La amenaza se concretó con la disposición de presidencia de la Caja de Jubilaciones número 949/01 que Pena suscribió como titular del organismo y que acompañaron luego los directores representantes de los trabajadores en actividad, José Martínez y Daniel Masnú.

La medida estableció un tope a las jubilaciones provinciales, de cualquiera de los tres poderes del Estado, organismos autárquicos y descentralizados, basándose en el artículo 73 inciso 4 de la Constitución de la provincia:

“La remuneración por todo concepto que perciban los empleados y funcionarios públicos, tanto electos como designados, de cualquiera de los tres poderes provinciales, organismos y entes descentralizados, en ningún caso podrá superar a la del Gobernador de la Provincia”

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El criterio de Pena fue que, si ningún sueldo podía superar al del gobernador, fijado por decreto de Manfredotti en 4.500 pesos, entonces ninguna jubilación podía ser superior al 82 % de ese valor, o sea 3.690 pesos. Luego, todos los haberes, que en algunos casos oscilaban entre los 8 y 10 mil pesos mensuales, fueron referenciados a ese valor tope. Los años no le dieron la razón a Pena, porque los “damnificados” accionaron legalmente contra la medida y el Superior Tribunal de Justicia falló a su favor, obligando a la Caja jubilatoria a devolver los importes descontados.

El tope jubilatorio fue dispuesto después de que Boschero había presentado su renuncia como integrante del Tribunal de Cuentas para acogerse a la jubilación anticipada. La medida lo perjudicaba en forma evidente, porque su retiro, planificado en 6.811, 10 pesos, se reducía a 3.690 pesos por mes.

Fue entonces cuando el miembro del organismo de control intentó mover sus influencias gubernamentales para, en otro gesto de grandeza ciudadana, desdecirse de su renuncia y continuar en el cargo.

Manfredotti ya había firmado el decreto de aceptación de la renuncia y con Pena brindando en secreto, Boschero tuvo que hacer las valijas. Como hemos señalado, fue un mínimo acto de justicia en medio de un panorama desolador donde las batallas políticas eran por poder y por dinero, en ese orden.

Para concluir esta biografía simple del ex juez de Tierra del Fuego, cabe consignar que su primer trabajo lo tuvo a la edad de 18 años, como empleado de la Municipalidad de Tolar Grande, un pequeño pueblo salteño del departamento Los Andes, donde en 1991 sólo habitaban 237 personas y pasaba el famoso Tren de las Nubes.

Según la declaración jurada a la que tuvo acceso el autor de este libro, Boschero fue empleado municipal entre el 1 de junio de 1962 y el 1 de febrero de 1970. Teniendo en cuenta que se recibió de abogado el 25 de octubre de ese mismo año, a los 25 años de edad, resulta difícil explicar (carreras a distancia de por medio) cómo hizo para ir a trabajar todos los días a Tolar Grande mientras simultáneamente estudiaba en la Universidad Nacional de Córdoba.

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Otros arrepentidos

Lo único que no le salió bien a Boschero fue el arrepentimiento de su renuncia. En ese ámbito, otros jueces y funcionarios judiciales tuvieron más efectividad. Los que todavía no habían cesado en sus funciones pero habían iniciado los trámites jubilatorios, cuando se enteraron del tope impuesto por el Instituto de Previsión Social se retractaron de sus renuncias por nota. Y hubo casos en que los nuevos miembros del Superior Tribunal de Justicia aceptaron los planteos y les permitieron seguir en sus cargos.

Dos casos emblemáticos fueron el del juez de instrucción Leandro Alvarez, quien pidió y obtuvo la retractación de su renuncia, y el del secretario de Superintendencia y Administración de la Corte, Carlos Straticco, que tampoco se jubiló a pesar de cumplir con los requisitos fijados por ley.

¿Cómo hicieron para no jubilarse si la ley era obligatoria, sin decir que la norma era inconstitucional porque violaba el principio de inamovilidad fijado por Constitución?

Está claro que para estos abogados no hay imposibles. Los que llamaremos “arrepentidos” basaron su postura en un artículo del decreto reglamentario del régimen jubilatorio, en el que se sostenía que de haber un cambio en las condiciones de jubilación (por ejemplo el tope) el interesado podía desistir de ingresar al sistema y no jubilarse.

De esta forma, no se jubilaban, pero tampoco cuestionaban la constitucionalidad de la medida, algo a lo que sólo se atrevió el ex fiscal Bassanetti, como hemos mencionado en este mismo capítulo.

Una mención especial merece el ex juez de la Sala Civil de la Cámara de Apelaciones, Francisco De Antueno, quien ya jubilado en forma anticipada y perjudicado por el tope a sus haberes, pidió retornar al cargo que había dejado e incluso le solicitó por escrito al Consejo de la Magistratura que desistiera de cubrir la vacante.

Los jueces que hicieron silencio cuando se violaba la Constitución y su propio derecho a no ser separados de sus puestos a la fuerza, ahora abrían la boca, y presentaban recursos, y se quejaban, porque les habían tocado el bolsillo.

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Justicia Adicta

El poder político disfrutaba mucho de esta situación y hacía uso de sus facultades arbitrarias para resolver uno y otro caso de acuerdo a sus propios intereses.

Por ejemplo De Antueno no retornó a la Cámara, y Straticco siguió siendo secretario de la Corte. Alvarez también continuó en el juzgado penal de Ushuaia por un tiempo hasta que finalmente se jubiló.

Cuando Jorge Colazo asumió la gobernación, De Antueno fue nombrado secretario Legal y Técnico.

El desembarco de los “amigos”

La “Justicia adicta”, cuya conformación denunciaban algunos miembros de la oposición y especialmente entidades gremiales, empezó a cristalizarse con el reemplazo de los jueces jubilados “a la fuerza” por otros nombrados por un Consejo de la Magistratura de mayoría manfredottista.

Antes de detallar algunos ejemplos, es necesario al menos señalar en formar preliminar que en el organismo de siete miembros, encargado de seleccionar y remover a los jueces, había sido designada por sus pares la legisladora Nélida Lanzares, esposa del ex gobernador Carlos Manfredotti, además del ministro Coordinador de gabinete del gobierno, Alberto Revah, la legisladora Mónica Mendoza del Movimiento Popular Fueguino (socio político del PJ) y el Fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre que votó siempre igual que el núcleo duro del peronismo.

El Consejo sesiona aún hoy a puertas cerradas, salvo que sus integrantes dispongan lo contrario, y sin un sistema objetivo de selección de magistrados.

En capítulos posteriores nos referiremos de manera más precisa al funcionamiento de este órgano extra poder y creado por la Constitución provincial de 1991, cuyo papel resultó clave para la conformación de un Poder Judicial adicto al poder de turno.

Lo cierto es que ese Consejo empezó a elegir a jueces y funcionarios con más contactos políticos que antecedentes jurídicos, como veremos a continuación.

Tras la renuncia de los tres ministros del Superior Tribunal de

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Gabriel Ramonet

Justicia, Tomás Hutchinson, Omar Carranza y Félix González Godoy, fueron seleccionados en su reemplazo los abogados Carlos Andino y José Salomón.

Andino no había tenido ningún desempeño previo en la estructura judicial, pero había sido legislador territorial entre 1983 y 1985, concejal de Río Grande entre 1987 y 1989, autoridad partidaria y precandidato a intendente de Río Grande, siempre por el Partido Justicialista, el mismo que el entonces gobernador Manfredotti.

Salomón tampoco había ocupado nunca un cargo en el Poder Judicial, salvo cuando le tocó actuar como conjuez “ad hoc” del Juzgado Federal de Ushuaia, pero era uno de los fundadores del Movimiento Popular Fueguino, el principal socio político del PJ en la distribución de cargos judiciales.

A los jueces Ricardo Klass, ex abogado personal y funcionario del gobierno del presidente Carlos Menem; Mario Robbio, ligado a la dictadura militar; y María del Carmen Battaini, nos referiremos especialmente en las próximas páginas, igual que al ex camarista penal Luis Felipe Ricca, vinculado con la mafia brasileña y que llegó al cargo de la mano de referentes del MPF; y al actual juez penal de Ushuaia Javier De Gamas Soler, sospechado de cometer delitos durante la investigación del atentado terrorista contra la AMIA.

Un caso emblemático de nombramiento sospechado de tráfico de influencias es el del actual juez del Juzgado de Primera Instancia del Trabajo de Ushuaia, Guillermo Sebastián Penza.

Penza tampoco había ocupado nunca un cargo judicial, sino que se había desempeñado durante diez años como secretario de finanzas de la Asociación del Personal Legislativo (APEL) en el Congreso de la Nación. En esa función integró durante seis años una comisión paritaria permanente de la que fue vocal junto al ex director de la biblioteca del Congreso y luego ministro del gobierno de Manfredotti, Alberto Revah.

Cuando Penza fue elegido juez de la provincia, Revah integraba el Consejo de la Magistratura y votó a favor de la postulación, en lugar de excusarse.

Pero no fue lo único llamativo del proceso. Penza, que vivía en Buenos Aires, se radicó definitivamente en la capital fueguina cuatro

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Justicia Adicta

días antes de ser entrevistado por el Consejo. Después explicó que la decisión de venir a Ushuaia era independiente del resultado del concurso.

Dos de los nueve postulantes a reemplazar a la jueza Mariana Pucciarello directamente no se presentaron a las audiencias finales con los consejeros “para no perder el tiempo” porque “ya sabemos el resultado”, según publicó el diario LA NACIÓN de Buenos Aires.

Cuando eligieron finalmente a Penza, el Consejo difundió una gacetilla con los antecedentes del nuevo magistrado, pero omitió mencionar su paso por el Congreso de la Nación.

A poco de asumir el cargo, el juez le concedió una entrevista al autor de este libro y al periodista Silvio Bocchicchio, que a continuación se reproduce:

¿Usted sabía de su designación antes de que la resolviera el Consejo de la Magistratura?

-No, en absoluto. Y me gustaría aclarar, además, mi vinculación con el Dr. (Alberto) Revah porque me parece que es una cuestión que hay que aclarar, porque es importante. Eso sí, los rumores y ese tipo de cosas no voy a contestarlos. No hay que olvidarse que el juez tiene una envestidura. El capital del juez es su legitimidad. Y la legitimidad se defiende frente a elementos de peso.

¿Trabajó entonces ocho años en el Congreso junto al hoy ministro y miembro de la Magistratura Alberto Revah?

-No, yo trabajé desde el año 1986 hasta el mes pasado. Fui jefe de la comisión de Legislación del Trabajo y participé sindicalmente en APEL como secretario de finanzas. Incluso tenía mandato hasta el año 2003.

¿Cuándo nació su relación con el ministro Revah?-Mire, la ley de elección de jueces que regula el funcionamiento del

Consejo de la Magistratura plantea como incompatibilidad la amistad íntima. Es decir que el Dr. Revah se tendría que haber excusado (de votarme) si hubiese mantenido conmigo una relación íntima.

¿Cuál era mi relación con Revah? Bueno, a partir de la ley 24600 que regula las relaciones laborales con el empleado legislativo se creó una comisión paritaria permanente para reglamentar y discutir las

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condiciones de trabajo. La comisión se constituyó por primera vez en julio de 1996. Yo participé hasta agosto de 1999. Fueron siete reuniones de unos cuarenta minutos de duración. Allí se sientan a discutir el sector sindical y el patronal. Por el patronal, uno de los representantes era el Dr. Revah. Y por el sindical, uno de los representantes era yo. Es decir, la relación que me une es de conocimiento por haber participado de la misma mesa representando a intereses distintos siete veces durante cuarenta minutos.

¿Es mentira que usted participó de almuerzos informales o cenas con el ministro Revah?

-Durante ese período jamás me encontré fuera de la comisión paritaria con el Dr. Revah. Jamás visité su despacho ni tuve siquiera una conversación telefónica con el Dr. Revah.

¿Y fuera de ese período?-En lo absoluto. Jamás.¿Usted sabe que hubo inscriptos en el concurso para juez Laboral

que no se presentaron a la entrevista final aduciendo que ya sabían el resultado?

-Yo leí la nota en un diario donde mencionaban como fuente a dos profesionales que se presentaron y ya sabían el resultado del concurso. Sobre eso voy a hacer un único comentario. Desde mi óptica personal, si algo está arreglado yo no me presto a legitimar un fraude. Por otra parte, tratándose de funcionarios públicos o de postulantes a serlo, existe la obligación de denunciar una maniobra de este tipo.

¿No le parece demasiado casual que su radicación en Ushuaia coincida con la entrevista donde fue seleccionado juez?

-Mire, no voy a ventilar cuestiones íntimas, pero la decisión de venir a Ushuaia es independiente de este cargo. Incluso yo me hubiese radicado en diciembre pasado de no ser porque me enfermé de hepatitis. Y tuve que posponer el viaje.

¿De qué iba a trabajar en Ushuaia, si no lo nombraban juez?-Iba a ejercer la profesión. Mi señora es diseñadora. Iba a abrir un

estudio porque conocía algunas personas de acá.¿Y no le pesaba renunciar a 15 años de trabajo en el Congreso?-No. Las condiciones que se están viviendo actualmente en la Capital

son nefastas. Yo tenía una buena situación laboral y económica. Pero

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Justicia Adicta

las condiciones de vida son lamentables.¿Por qué si pensaba radicarse en Ushuaia para trabajar de abogado

todavía no se había matriculado?-Porque el trámite de matriculación es complicado. Y porque la venta

de mi departamento en Buenos Aires (puedo mostrarle la escritura) postergó por segunda vez mi viaje a Ushuaia. Vendí el departamento el 9 y viajé el 10. No quise venir y después volverme para escriturar.

¿Qué opina del sistema de elección de magistrados?-No comparto demasiado el mecanismo de selección de jueces

que dispone la ley. Me hubiera gustado una prueba de oposición. Porque de esta manera el único elemento objetivo de selección es el antecedente.

¿Por qué cree que en la gacetilla de prensa posterior a su selección difundida por el Consejo de la Magistratura, el presidente del organis-mo, Carlos Andino, omite mencionar su labor en el Congreso?

-Entiendo que los antecedentes son públicos y que están a disposi-ción de cualquier persona. Yo consulté ese tema específicamente. No puedo contestar por Andino.

¿Fue asesor de la denominada CGT disidente que lidera Hugo Moyano?

-Sí, es correcto. Trabajé incluso en el planteo de nulidad de la ley 25250 (de flexibilización laboral) por los vicios en su aprobación derivados de los supuestos y famosos sobornos en el Senado.

¿Ya está al tanto que uno de los temas que deberá resolver son los planteos de inconstitucionalidad a la rebaja salarial en la Provincia?

-Sí, claro. Al respecto sólo digo que aunque tengo mi historia, en esta instancia soy un juez de la provincia y mi nota de subjetividad tiene que ser anulada porque yo administro la justicia de la comunidad. Más no puedo manifestar para no afectar mi imparcialidad y para no prejuzgar.

¿Esto quiere decir que no le va a temblar el pulso si tiene que firmar un fallo que esté en contra de los intereses del Poder Ejecutivo?

-Yo no aplico mi justicia, sino la de la comunidad. Si yo disiento de la moral de la comunidad tengo que dejar la Justicia y dedicarme a la política para cambiar la realidad. Los jueces se deben someter a los significados que la comunidad le asigna a los actos. Y si el Poder

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Ejecutivo, cualquier poder del Estado o los sindicatos violan algún derecho, seguramente voy a estar resolviendo como debo resolver. El honor se construye todos los días. El tiempo va a poner las cosas en su lugar. Soy un hombre paciente y con el tiempo voy a demostrar qué clase de persona soy.

Eludiendo el fondo

Todos sabían que el gobierno peronista no podía jubilar obligatoriamente a los jueces, porque ello violaba de manera flagrante el principio de inamovilidad de los magistrados consagrado en la Constitución de la provincia y también en la Constitución nacional.

Si un concepto tan simple de entender se había dispersado con singular contundencia entre la gente común, ¿cómo puede ser que la Justicia misma no se pronunciara al respecto?. ¿Es que nadie se presentó en un tribunal para reclamar por ese posicionamiento jurídico?

Desde luego no podían emitir una sentencia objetiva los propios jueces que se estaban jubilando, aunque sí podrían haberlo hecho los magistrados nuevos, y las denuncias podrían haber sido presentadas por funcionarios judiciales no incluidos en el régimen jubilatorio, o por aquellos que sí estaban alcanzados, o por los colegios de abogados, o por la asociación de magistrados. Todos miraron para otro lado salvo la excepción del ex fiscal Bassanetti que no nos cansaremos de resaltar en este trabajo.

Aún así, el Superior Tribunal de Justicia se vio obligado a emitir sentencia en dos oportunidades a propósito de la jubilación anticipada de jueces. Y, casualmente, ambos pronunciamientos tuvieron lugar en la misma semana de noviembre de 2001.

En un fallo del 29 de noviembre, la Corte declaró inadmisible una acción contencioso administrativa presentada por los directores de la Caja de Jubilaciones en representación del sector activo, José Martínez y Daniel Masnú. Pocos días antes, el mismo Tribunal rechazó un recurso de casación presentado por Bassanetti. En las dos causas, evitaron referirse a la cuestión de fondo, es decir, si era o no constitucional jubilar a los jueces a la fuerza.

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En el caso de Bassanetti, los jueces resolvieron directamente que el recurso había sido “mal concedido” por la Cámara de Apelaciones. La Cámara había fallado en contra del ex fiscal al sostener que la vía del amparo con que el funcionario pretendía impedir su jubilación obligatoria, no era el camino procesal correcto. Solo en primera instancia, y gracias a un fallo del juez Correccional de Ushuaia, Enrique Calot, el amparo fue concedido. Calot es uno de los pocos jueces que no se mostraron permeables ante el poder de Manfredotti.

Por su parte, los directores del Instituto de Previsión Social atacaban el acta 781 del organismo, a través del cual la Caja comenzó a prestar acuerdo a los expedientes jubilatorios de los jueces. Pedían la nulidad de ese acta y de todas las medidas posteriores, la declaración de inconstitucionalidad del artículo 12 de la ley 460 y del decreto reglamentario de la jubilación anticipada, y el dictado de una medida cautelar para impedir la aprobación de más jubilaciones.

La Justicia tardó un año y nueve meses en resolver la demanda que había sido presentada el 31 de marzo del año 2000. Esta vez, el Superior Tribunal constituido por los jueces José Salomón, Carlos Andino y Roberto Magraner, concluyó que los directores previsionales no estaban legitimados para llevar a cabo la acción judicial que pretendían. Según el criterio de la Corte, si bien los funcionarios cuestionaban la ley del régimen previsional y su decreto reglamentario, “en ningún momento denuncian que en virtud de dicha norma, el poder administrador u autoridad de ejecución haya dictado actos individuales o generales de aplicación que lesionen o puedan lesionar en forma actual o inminente intereses jurídicamente tutelados, y contra los cuales se haya alzado impugnándo los en sede administrativa, mediante reclamo o recurso alguno -según sea el acto de aplicación de carácter general o individual”.

Además, los ministros argumentaron que “en caso de que el dictado y aplicación de la normativa cuestionada afectare los intereses del órgano de aplicación (la Caja Jubilatoria) éste es el que debió efectuar la reclamación de conformidad con las claras disposiciones del artículo 120 de la Ley Provincial 141”.

El voto del juez José Salomón sostuvo que “en nuestro sistema procesal provincial” hubiese correspondido interponer “una acción

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declarativa de inconstitucionalidad (en tanto y en cuanto se dé cumplimiento con los recaudos procesales establecidos para su admisión) y no la vía escogida, pues justamente sobre lo que versa ésta es respecto de la impugnación de la actividad administrativa del Estado Provincial, sus entidades autárquicas y jurídicamente descentralizadas, y no respecto de la función o actividad desplegada por éste en el ejercicio de su potestad legislativa y/o reglamentaria”. Y agrega que “la acción sólo puede ser propiciada por quién tenga un interés legítimo vulnerado” 18

El caso del “medio palo”

Con la “Justicia adicta” instalándose en el poder, no era fácil ser juez o funcionario judicial independiente en Tierra del Fuego.

El 29 de abril de 2002, el programa de radio Botella al Mar, que se emitía por FM del Sur, en Ushuaia, difundió los entretelones de un caso de corrupción popularizado como el “caso del medio palo”, que involucró a buena parte del corazón manfredottista.

La fiscal Marcela Bragulat de Spratt, con el apoyo del entonces jefe de fiscales Carlos Bassanetti y del fiscal mayor Guillermo Massimi, instruyeron una causa que derivó en el procesamiento de varios funcionarios de la época dictado por la jueza penal María Cristina Barrionuevo, en agosto del mismo año.

Como consecuencia de su desempeño, los funcionarios judiciales soportaron presiones de todo tipo. Bragulat de Spratt fue insultada a los gritos en los pasillos de tribunales por uno de los imputados, el entonces secretario Legal y Técnico de la gobernación, el abogado Raúl Paderne, y enfrentó un sumario administrativo iniciado por las autoridades del Superior Tribunal de Justicia.

Daniel Armesto es el nombre de un comerciante que vivió diez años en Tierra del Fuego y fue propietario de los casinos electrónicos “Magnun Ushuaia” y “Magnun Río Grande”.

A partir de que el Superior Tribunal declaró inconstitucionales los cánones por la explotación de la actividad, el empresario demandó al Instituto Provincial de Regulación de Apuestas (IPRA) para obtener la devolución de los importes pagados al organismo por ese concepto,

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en 1995.En el expediente civil 1022, Armesto obtuvo dos fallos favorables,

en primera y segunda instancia. Sus abogados eran Paderne y Héctor Pena. El caso quedó firme y al dueño de los casinos sólo le restaba cobrar el dinero, calculado por sus representantes letrados en unos 500 mil pesos pero no cuantificados todavía por la Justicia.

En el año 2000, cuando Pena y Paderne ya eran funcionarios provinciales, presentaron un escrito “desinteresándose” del cobro por haber llegado a un acuerdo extrajudicial con el IPRA.

Mediante un convenio de obligaciones recíprocas (de fecha 17 de marzo de 2000) el organismo estatal le liquidó finalmente a Armesto 586.970,24 pesos, además de otros 200 mil pesos de honorarios para los letrados.

El abogado de Ushuaia Javier Jury realizó una denuncia penal bajo la sospecha de que el IPRA hubiera liquidado los honorarios pese a la vigencia de la ley presupuestaria 460, que según su criterio, lo prohibía. Pero después, el caso tomó un giro inesperado cuando Jury amplió la presentación inicial y aportó elementos sobre el supuesto pago de coimas.19

El letrado sumó a la causa 7815 dos grabaciones telefónicas y un documento de cuatro carillas elaborado por Armesto. En una de las conversaciones, de diez minutos de duración, el empresario del juego sostiene que le pidieron una coima de 147 mil pesos para poder cobrar el dinero adeudado. Y agrega que la plata iba a ser distribuida de la siguiente manera: “50 mil pesos para el gobernador Carlos Manfredotti, 50 mil para el vicegobernador Daniel Gallo, 30 mil para la camarista de Río Grande María Rosa Ayala y 17 mil para el presidente del Instituto Provincial de Apuestas, Walter Agüero”. También incluye en una supuesta maniobra de movimiento y depósito de los fondos a Paderne, a Pena y a la ex esposa de Paderne, María Salduna, que luego fue sobreseída.

En la segunda grabación anexada a la causa judicial, de 15 minutos y 5 segundos de duración, una persona residente en Córdoba se identifica como Carlos Lencina, el abogado de Armesto. En diálogo con Jury, relata de manera similar los hechos que figuran en la presentación del empresario. Y manifiesta su intención de concretar

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la denuncia aunque después ya no vuelven a tenerse noticias de él.20

El viernes 17 de mayo de 2002 a la mañana, la jueza Barrionuevo indagó a Salduna, mientras que Paderne también concurrió al edificio de tribunales de Ushuaia para prestar una declaración espontánea.

El abogado de la mujer y del ex funcionario manfredottista presentó primero una recusación contra la fiscal Bragulat, alegando “enemistad manifiesta”. La funcionaria judicial rechazó el planteo pero terminó excusándose de intervenir en el caso por razones de decoro e imparcialidad.

En la antesala del juzgado se produjo el incidente luego denunciado por Bragulat. Según dijo la fiscal, Paderne se le avalanzó e intentó agredirla, mientras le gritaba improperios como “basura” y “delincuente”.

“Es la primera vez que me sucede. Nunca una persona había intentado golpearme siendo detenido por otra persona (el abogado de Paderne) que ponía su cuerpo”, relató la funcionaria judicial.

“Fue una provocación. Esta mujer apareció en la mesa de entradas del tribunal. Yo estaba sentado, y en tono de sorna me dijo que la causa ya tenía fiscal y que iba a seguir. Yo le contesté con palabras fuertes, pero nada más. ¿Si le dije basura?, es lo mínimo que se merecía”, refutó el entonces secretario legal y técnico.

“No voy a confrontar con Paderne, yo sé lo que ocurrió. Había por lo menos cuatro testigos, empleados y personas que estaban allí en ese momento. También se lo pueden preguntar al letrado, si me hubiera ocurrido algo así yo respondería con lo que pasó”, insistió Bragulat.

“Si yo quiero agredir, la agredo. Si yo quiero agredirla le rompo la trompa. Si hubiera sido un hombre tal vez merecía un cachetazo”, se enfureció Paderne en una de las entrevistas que brindó a programas de radio locales.

Enterado del caso, el fiscal Bassanetti consideró que la agresión “no es más que la expresión de una situación de degradación que se viene apreciando en general. Comenzó con apelaciones a ataques por intereses políticos, cuando la Fiscalía iniciaba una investigación que involucraba a algún funcionario público, siguió agravándose después con expresiones como que la actuación fiscal es una máquina de picar peronistas. Y en ese triste tobogán hacia la decadencia, siguió con

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hechos de esta naturaleza”.La fiscal Bragulat presentó una denuncia penal contra Paderne que

fue desestimada, en tanto que Bassanetti elevó actuaciones al Superior Tribunal para que se evalúe iniciar acciones disciplinarias contra el secretario, en virtud de su calidad de abogado y del recinto donde aconteció el presunto exabrupto. También pidió que se comunique lo ocurrido al gobernador Carlos Manfredotti.21

El presidente de la Corte, José Salomón, le tomó la ratificación de la denuncia a la fiscal y dio a conocer un comunicado de respaldo a la investidura de los integrantes del Ministerio Público. Ello, por el tenor de las acusaciones de Paderne, quien trató de “mentirosos” e “hipócritas” a los fiscales.

La Asociación de Funcionarios y Magistrados, a través de su presidente, el juez Gonzalo Sagastume, se solidarizó con Bragulat. Por su parte, integrantes de la mesa provincial del ARI solicitaron la renuncia del secretario legal y técnico.

Paderne retrucó que los fiscales utilizaron un expediente para “saciar apetencias personales”. Calificó la investigación judicial en su contra como una “canallada” y llamó a la gente a preocuparse por “el nivel de fiscales que tenemos”.

El comunicado de la Corte sostuvo: “ante las declaraciones a diversos medios radiales el día lunes 20 de mayo por parte del Dr. Raúl Paderne, hoy no se puede dejar de tener en cuenta su cargo como Secretario Legal y Técnico del Gobierno de la Provincia, en cuanto llegó a agredir verbalmente no ya a las personas, sino a la investidura del Señor Fiscal ante este Tribunal y de la Sra. Agente Fiscal que intervenía en la causa que lo involucra. Este Tribunal no puede dejar pasar esto por alto, ya que lo que se ha menoscabado es la función que ellos cumplen en el Poder Judicial, encargado de juzgar la conducta de todos los ciudadanos, incluidos los funcionarios públicos. Por ello, y atento al respeto de la independencia de cada uno de los poderes del Estado, se hace público el respaldo y la defensa de la función judicial que se está tratando de atacar por cuestiones netamente personales, y que de ninguna manera puede ser admitida” 22

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NOTAS

1- Eduardo Galeano, Patas Arriba. La escuela del mundo al revés, 1998.2- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 22 de diciembre de

1999.3- Revista OJO Periodismo, número 4, del 1 de julio de 1999.4- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 24 de diciembre de

1999.5- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 2 de febrero de

2000.6- Decreto 223/2000. Copia en poder del autor.7- Declaración indagatoria prestada por el ex juez Mario Eduardo Basso el 23 de

agosto de 1999. Copia en poder del autor.8- Declaraciones de Bassanetti en un reportaje concedido al autor en 2000.9- Fragmento del escrito de renuncia del ex juez Tomás Hutchinson. Copia en

poder del autor.10- Textual extraído del “Primer informe sobre el funcionamiento del Poder Judicial

de Tierra del Fuego”, página 7, publicado por la Asociación Participación Ciudadana, Ushuaia, noviembre de 2001.

11- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 20 de julio de 2001.12- Idem 10, página 11.13- Todas las declaraciones textuales que aparecen citadas bajo el título “La retórica

y la Justicia adicta” corresponden a reportajes concedidos por los protagonistas al programa de radio Botella al Mar, de Ushuaia, desde 2000 a 2005.

14- Decreto 764/2000. Copia en poder del autor.15- Los datos sobre la jubilación de Yarade fueron extraídos de su expediente

previsional tramitado ante el Instituto de Previsión Social de Tierra del Fuego. Copia en poder del autor.

16- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 13 de marzo de 2002.

17- Los datos sobre la jubilación de Boschero fueron extraídos de su expediente previsional tramitado ante el Instituto de Previsión Social de Tierra del Fuego. Copia en poder del autor.

18- Copia de ambos fallos en poder del autor.19- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 30 de abril de 2002.20- Datos extraídos de las dos grabaciones telefónicas a las que se hace referencia,

así como del escrito atribuido a Armesto. Copia de todos esos documentos obran en poder del autor.

21- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 21 de mayo de 2002.

22- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 22 de mayo de 2002.

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TrES

El CASo rICCA

“Los dulcaramas de turno”

“Escuchen, escuchen, oh rústicos;atentos, ni respiren.

Yo ya supongo e imaginoque tan bien como yo ya saben,

que soy el gran médico,doctor enciclopédico,llamado Dulcamara

con la virtud preclaray portento infinito,

conocido en el universo,y...y...y en otros sitios”.

Felice Romani/Gaetano Donizetti 1

El 30 de noviembre de 2001, un hombre solitario abordó un avión de línea en el aeropuerto de Río Grande. Era el vuelo de la empresa Aerolíneas Argentinas que partió rumbo a Buenos Aires a las 12:10.

De esta forma, el ex juez de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego, Luis Felipe Ricca, abandonó la provincia para

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retornar a la capital del país.Ricca había renunciado al cargo el 27 de noviembre, mediante una

carta enviada al presidente del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Andino. La Corte aceptó la dimisión a través de la acordada 53/01, rubricada por Andino y por el ministro José Salomón.

Dos meses antes, el 27 de septiembre, el programa de radio Botella al Mar, de Ushuaia, difundió los antecedentes escandalosos del camarista, acusado por el periodismo internacional de mantener lazos con la mafia brasileña y de emitir cheques sin fondos, incluso, luego de su asunción como magistrado. El caso fue investigado por el periodista Silvio Bocchicchio.

El cuestionado juez siguió firmando sentencias durante algún tiempo, pero la presión periodística y social terminó precipitando su alejamiento definitivo.

Detrás del caso personal, comenzó a tambalearse el débil sistema de selección de jueces y empezaron a desnudarse como nunca antes las influencias políticas que interfieren en el funcionamiento del Consejo Provincial de la Magistratura.

Los siete integrantes del Consejo (dos legisladores, dos abogados, un ministro del Ejecutivo, el presidente de la Corte y el Fiscal de Estado) ignoraban los antecedentes profesionales de Ricca a pesar de haber examinado su currículum y de haber participado de una entrevista personal.

En el momento de la selección, las sesiones del Consejo eran reservadas (en rigor, siguen siéndolo a pesar de las múltiples y variadas recomendaciones).

Los jueces y demás autoridades judiciales se eligen sin la valoración de pautas objetivas en los concursos, como exámenes o evaluaciones técnicas.

La caída de Ricca ocasionó un brusco estremecimiento de la pirámide judicial. Entre las reacciones positivas, motivó que las más encumbradas autoridades judiciales respondieran públicamente por sus actos, una costumbre muy poco practicada en los primeros siete años de historia del Poder Judicial fueguino. El presidente del Superior Tribunal, Carlos Andino, hizo propio un cúmulo de recomendaciones de instituciones civiles y sociales. Envió a la Legislatura un proyecto

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de ley para transformar en públicas las sesiones hasta ahora reservadas del Consejo de la Magistratura. Para ello hacía falta modificar el texto de la ley provincial 8. Pero la iniciativa no se trató en el período de sesiones ordinarias del año 2001, ni en ningún otro.

Algunos legisladores opositores, como la socialista Fabiana Ríos y el mopofista Horacio Miranda, se hicieron eco del tema y presentaron sus propias propuestas. Miranda postuló, incluso, la creación de una Escuela Judicial dependiente del Consejo de la Magistratura que cumpliera la doble función de capacitación de los jueces en funciones y de selección de los aspirantes a ingresar a la Justicia provincial. Este proyecto tampoco salió de comisión.

En otro sentido, la influencia de sectores políticos sobre el Poder Judicial -la misma que llevó al pronunciamiento de expertos juristas acerca de la poca o nula independencia de esta institución- permane-ció intacta.

Mi PC

Luis Felipe Ricca fue elegido juez de la provincia el 7 de marzo de 2001, cuando la opinión pública fueguina ignoraba todavía el contenido de las decenas de artículos periodísticos publicados por la prensa brasileña y argentina sindicando al nuevo magistrado como testaferro de Paulo César (PC) Farías, el empresario asesinado en 1996 que poseía fuertes vinculaciones con el narcotráfico, la mafia y el lavado de dinero.

PC Farías fue el “tesorero” de la campaña electoral del ex presidente de Brasil Fernando Collor de Mello, primer mandatario de Latinoamérica en ser destituido por casos de corrupción en septiembre de 1992.

Ricca niega aún hoy haber sido testaferro pero admite que fue abogado del “cajero” de Collor de Mello y de Jorge Bandeira, otro presunto socio de PC (piloto de su Lear Jet particular) también vinculado a las drogas y al poder brasileño de la época.

El ex camarista fueguino también reconoce que, en 1993, traspasó fondos de PC Farías desde una cuenta del Hollandische Bank, en Uruguay, a una cuenta bancaria a su nombre en Suiza, “para evitar

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que le embargaran los fondos a su cliente”.Luego de su destitución por el Senado brasileño en 1992, Collor de

Mello fue desafectado del cargo de presidente de Brasil e inhabilitado para ejercer cargos públicos.

PC Farías murió asesinado en la cama, junto a su pareja, el 23 de junio de 1996. En principio se sospechó un crimen pasional, pero luego ese móvil fue descartado.

Acusado de tener vínculos con el narcotráfico, la mafia, el lavado de dinero y el tráfico de influencias a favor de empresas que contrataban con el Estado de Brasil, PC sólo había sido condenado a siete años de prisión por el delito de evasión impositiva, igual que el mítico Al Capone.

Ricca conoció a Farias a través de otro cliente suyo, Jorge Osvaldo La Salvia, quien trabajaba para el recaudador de Collor y se sospecha que hacía de vínculo con organizaciones dedicadas al narcotráfico.

Durante el proceso de destitución del ex presidente brasileño, La Salvia viajó de Uruguay a Río de Janeiro en su avión particular. Por entonces PC Farías ya estaba prófugo, y la policía intuía que La Salvia llevaba dinero -entre cinco y siete millones de dólares- destinados a corromper a los legisladores que iban a votar la destitución de Collor de Mello.

Finalmente la policía detuvo a La Salvia, y secuestró una agenda electrónica donde figuraba el número de cuenta de un banco holandés en Uruguay.

Según Ricca, en ese momento se comunicaron con él y le pidieron que retirara el dinero y lo transfiriera a una cuenta suya en Suiza. El ex juez afirma que eso no significa haber sido testaferro de PC, quien habría financiado con ese dinero su huída de Brasil a la Argentina, a Londres y a Tailandia.

Luego de la muerte de Farías, el ex magistrado fueguino fue citado a declarar por la Justicia italiana, que investigaba una red de narcotráfico desde Latinoamérica a ese país. Habló siete horas pero no fue imputado ni procesado en ese caso.

Sin embargo, existen otros testimonios contundentes sobre la relación de Ricca con el poder brasileño. Lucas Figueiredo, en su libro “Murciélagos negros: PC Farías, Collor, Mafia y la Historia que Brasil

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Justicia Adicta

nunca conoció”, define al ex juez fueguino como un protagonista fundamental “en el esquema de corrupción montado por Paulo Cesar Farías en el gobierno de Fernando Collor de Mello”.

Por su parte, el senador y ex jefe de la policía brasileña Romeu Tuma afirmó que “los hilos de relación de PC con la mafia eran los argentinos Jorge Osvaldo La Salvia y Luis Felipe Ricca”.2

En 1997, cuando todavía no necesitaba cuidar tanto las apariencias y quizá ni siquiera soñaba con ser juez en la provincia más austral del planeta, Ricca concedió un reportaje al diario LA NACIÓN en el que accedió a hablar sobre sus vínculos con el poder y la corrupción de Brasil.

El abogado afirmó que conoció a PC en 1992, cuando comenzaba la debacle del gobierno de Collor de Mello. “Fue a raíz de una conversación casual que tuvimos, casi social. Charlamos y le pareció que yo le había manifestado cosas atinadas, coherentes, y me llamó para consultarme como profesional”.3

-¿Quién se lo presentó? -Lo conocí a través de Jorge La Salvia, que fue cliente de mi estudio

y que vive en Brasil. La Salvia era un argentino allegado a Farías. -¿Cuántos encuentros tuvo con Farías y qué trataba en ellos? -Cuando él me convocó, yo viajé a Francia, en enero de 1993. Me

hospedé en el mismo lugar donde estaba Farías con toda su familia. Allí me consultó respecto de tres cosas: la situación jurídica y política en Brasil, la compra de un banco dentro del control del Banco Central inglés y una inversión que estaba haciendo él con un socio en un país sudamericano.

-¿Por qué Farías decidió fugarse del Brasil? -Porque habían encontrado un pequeño hilo a raíz de una

investigación que estaban abriendo en EE.UU. por una supuesta empresa que él tenía allí. Es lo que desemboca después en la orden de captura del juez Castello Branco. Él, contra nuestro consejo, dijo que no quería estar ni un día preso, sino que se iba a escapar.

-¿Quién le organizó el escape? -PC Farías tenía una estructura de gente que lo cuidaba. Por ejemplo,

el que organiza la fuga es un chileno (José Ramón Irribarra Moreno)

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Gabriel Ramonet

que trabaja para una agencia de Miami. Mientras Farías se fuga, su equipo de abogados en Brasil comienza a

trabajar. A la vez, la operación política la pilotea Augusto, el hermano más chico de los Farías y que es diputado federal. PC se fuga y ahí viene mi gran duda: si lo hizo para ganar tiempo para que alguien negociara en el Brasil o si su intención real era terminar fugado. Hay gente que le arma las cosas en Estados Unidos.

-¿Cómo llega Farías a la Argentina? -Farías entra por el aeropuerto de Don Torcuato. Aparece acá el

día 20 de julio de 1993 y yo lo recibo en la catedral de San Isidro. Vive en un departamento en Belgrano, normalmente. Farías entró en la Argentina de manera legal.

No entró con nombre falso, ni por izquierda. Entró con su número de documento y con su tarjeta de Migraciones. Cuando llegó era un individuo que en la Argentina no tenía ningún pedido de captura.

El 18 de agosto, el doctor Marquevich, advertido a raíz de una infidencia que provino del Paraguay, ordenó la captura y yo automáticamente dejé de verlo.

-¿Farías tuvo también el apoyo de un empresario cordobés que lo hospedó en una estancia?

-No, eso es un disparate. Nunca salió del Gran Buenos Aires. Se lo juro por la salud de mis dos hijas, que tienen cinco meses. Eso era pescado podrido que compró algún periodista de Brasilia para ser publicado en la revista Isto E.

-¿Qué hacía Farías mientras estaba en la Argentina? -Farías, cuando vino, tenía documentación. No era un tipo que

estaba todo el día tirado en la cama viendo televisión. Trabajaba, ordenaba cosas, seguía en actividad.

-En su momento se dijo que él había adquirido una agencia de autos en Barrio Norte, desde donde se apoyaba su fuga.

-El tema de los autos es un tema personal mío. Yo tuve una agencia de autos. Yo. Separemos los tantos. Son dos cosas distintas.

-¿Cuál fue el papel que desempeñó usted en la fuga de Farías? -Uno de los trabajos que nos encarga es el siguiente. El nos dice: si yo

decido fugarme, ¿cuál es el mejor lugar? Se hace toda una investigación y concluimos en que el mejor lugar era Inglaterra, porque no tenía

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Justicia Adicta

tratado de extradición con Brasil. -¿El empresario Jorge La Salvia colaboró en la huida a través de su

empresa Pacific Marshall? -Pacific Marshall es una empresa que La Salvia tiene en Uruguay.

Es el negocio que Farías tenía en Sudamérica, pero eso hace al secreto profesional.

-¿Existía también una vinculación con la empresa Ecuabingo, de Ecuador?

-Hace al secreto profesional... ¿Eso de dónde lo sacó? Ellos tuvieron un negocio en Ecuador, que perdieron.

-¿Cuándo fue la última vez que lo vio a Farías? -En enero o febrero del 96 yo me entero que había una investigación

en la cuenta de Italia. Me comunico con Farías, viajo a Brasil y me hospedo en su casa. Le explico qué es lo que sabía yo. El estaba muy molesto, muy preocupado... Fue la última vez que tuve contacto con él.

-¿Cómo fue que a usted se lo empieza a acusar en Italia? -Hay como sesenta cassettes de escuchas telefónicas del estudio y

de mi casa, porque sabían que Farías estaba en la Argentina y creían que yo lo estaba protegiendo.

En mayo yo me enteré que ya había un pedido de exhorto pidiendo mi declaración testimonial en Italia. Me presento al juez y me pongo a su disposición. Las autoridades italianas vinieron en el mes de octubre y les expliqué todo.

-¿Tiene alguna teoría sobre su muerte? -Hoy ya no tengo ninguna. Esto es una pesadilla. Por suerte no vivo

en el Brasil. Estaría preocupado.“Pero Pablo, para todo esto va a hacer falta plata”, le advirtió Ricca

a PC cuando decidió huir del Brasil. Allí comenzaron una serie de transferencias de dinero que tenían como objetivo poner a salvo los millonarios depósitos de Farías que de un momento a otro podían ser bloqueados.

“Me pide que yo compre una sociedad con acciones -explica Ricca- y en esa sociedad yo soy apoderado y decidimos, a través de un banquero suizo, mandar dinero a una cuenta en Suiza”.

-¿Cómo es que usted se hace cargo de la cuenta?

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Gabriel Ramonet

-El 30 de junio de 1993 ocurren dos circunstancias: el juez Castello Branco ordena la captura de PC Farías y va la policía a la casa y no lo encuentra. La otra es que el empresario argentino Jorge La Salvia estaba volviendo desde Punta del Este con toda su familia en un avión privado a Río de Janeiro. El avión hace una escala técnica en San Pablo y en ese momento lo detiene la Policía Federal porque creen que esta llevando plata a Farías para escaparse.

Le secuestran una agenda electrónica donde tenía cuentas y me dan la orden de cerrar la cuenta en Holanda y transferir parte del dinero. Porque si encontraban la plata no iba a servir para lo que había sido puesta.

-A usted se lo acusa de haber sido el testaferro de Farías. -Yo no era el testaferro. Testaferro es alguien que aparenta bienes.

Alguien que se pone a la cabeza de cosas que no son suyas. Si yo tengo una cuenta abierta a nombre de una sociedad anónima que es de un señor que me nombra apoderado y yo muevo los fondos, no soy un testaferro.

-Las transferencias ¿se hacían a través de un banco holandés en Uruguay?

-Nunca hubo plata en Uruguay. La cuenta se abre en un banco holandés en Holanda y se traspasa a Suiza. Se abre una cuenta a nombre de una sociedad anónima cuando el 30 de junio PC se fuga y me avisan que van a hacer falta los fondos. La Salvia estaba detenido, tenía el número de la cuenta y era posible que la rastrearan. Ahí transfiero los fondos a una cuenta en los Estados Unidos que me piden ellos y a una cuenta muy chiquita que yo tenía en Suiza. Son cinco millones de dólares los fondos transferidos con los que me quedo yo .4

Cheques voladores

A pesar de su tormentoso pasado, en el currículum que Ricca presentó ante el Consejo provincial de la Magistratura antes de ser elegido juez de Cámara, sólo figuran cuatro antecedentes:

-Egresó de la carrera de abogacía en la Universidad de La Plata.-En 1979 se desempeñó como auxiliar de Justicia y ocupó cargos

administrativos en un Juzgado de Instrucción de Capital Federal.

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Justicia Adicta

-En 1982 se desempeñó como secretario de un Juzgado Criminal de Sentencias, también en Capital.

-En 1985 empezó a ejercer como abogado.No figura en esa lista, pero Ricca participó en casos judiciales muy

renombrados en el ámbito nacional, y hasta reconoce haber defendido a militares.

En la Magistratura fue seleccionado juez por unanimidad en diciembre de 2000, gracias al pacto entre el Partido Justicialista y el Movimiento Popular Fueguino para dividirse el nombramiento de jueces luego del régimen de jubilación anticipada que descabezó al Poder Judicial, como hemos contado en el capítulo anterior.

En efecto, los únicos contactos conocidos entre el ex magistrado y Tierra del Fuego eran el ex diputado nacional Ernesto Löffler y el ex senador Ruggero Preto, ambos del MPF.

Ni bien juró como juez, Ricca admitió al diario TIEMPO Fueguino que fue abogado defensor de Löffler y que su socio defendió a Preto en la causa de Hidrocarburos Fueguinos Sociedad Anónima (HIFUSA) un caso de corrupción local que terminó impune.

Ricca explicó que desde 1985 ejercía la profesión en Buenos Aires, donde posee un estudio jurídico. “Supongo que por nuestra trayectoria o porque alguien nos recomendó, vinieron al estudio y tomamos el caso”, relató por entonces.

“Si todo lo que dice la prensa brasileña fuera cierto, yo estaría preso”, se defendió Ricca al conocerse sus antecedentes y admitió que cuando fue entrevistado por los consejeros “jamás se planteó el tema” de su relación con PC Farías.

Otra organización que logró contactarse con el ex camarista fue la Fundación Poder Ciudadano de Buenos Aires, una ONG que brega por la transparencia en el funcionamiento de la Justicia junto a su par local Participación Ciudadana.

Desde su despacho de Río Grande, Ricca mantuvo un breve diálogo con el dirigente social Carlos March:

-¿Usted reconoció haber sido testaferro de PC Farías?-Nunca dije eso. Es una vieja discusión con los diarios brasileños.-¿Cómo fue su conexión, entonces?-Es una historia pasada, terminada. Ya me causó suficientes dolores

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Gabriel Ramonet

de cabeza. No tengo porqué hablar de eso.- Dado que es funcionario público, sería bueno conocer sus

antecedentes...-No estoy procesado, ni acusado, ni se ordenó ningún juicio. No voy

a hablar de eso. También fui abogado de muchas otras personas.

Poder Ciudadano verificó luego que Ricca, quien hasta entonces mantenía su domicilio en la avenida Santa Fé 1114 de Buenos Aires, también poseía cuentas pendientes con cinco bancos argentinos por un valor de 56.400 pesos. De ese total, 13.200 eran considerados en estado “normal” y el resto “en riesgo”.5

Además, según la página web del Banco Central de la República Argentina el ex juez emitió seis cheques sin fondos con posterioridad a su asunción en la Cámara de Apelaciones de la provincia. El último conocido fue el cheque 54561128 por 3000 pesos que fue rechazado el 5 de septiembre de 2001. 6

Esta situación se sumó a su pasado escandaloso y precipitó el alejamiento de Ricca de sus funciones como magistrado.

Camino a la salida

El 1 de octubre de 2001, pocos días después de que trascendieran en la prensa fueguina los antecedentes de Ricca, el Consejo de la Magistratura se reunió por primera vez para analizar la situación. En la sesión estuvieron seis de los siete miembros del organismo. La única ausencia fue la del entonces ministro de Economía, Alberto Revah.

Ese día se abrieron dos frentes distintos de investigación, y el presidente del Consejo y también del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Andino, tuvo que llamar a una conferencia de prensa para explicar en qué consistían ambas determinaciones.

Andino informó que se le había dado curso a un pedido de jury de enjuiciamiento presentado por el legislador del MPF Horacio Miranda, y a otro promovido por el consejero y Fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre, por el asunto de los cheques sin fondos.

A estos procesos se le sumaron después un sumario interno

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Justicia Adicta

iniciado de oficio por el Superior Tribunal y un nuevo pedido de jury presentado por los referentes del partido ARI Manuel Raimbault y Fabiana Ríos.

“La ley 525 establece la posibilidad de suspender al juez en el momento del inicio del jury. Ahora recién estamos en la fase de investigación. Desde un punto de vista legal, Ricca puede seguir siendo juez”, se justificó Andino antes de aclarar que el organismo sólo debe respetar “plazos razonables”, que no están reglamentados en ninguna norma.

Sobre el sistema de selección de jueces, admitió que “es perfecti-ble” y que “salta a la luz la existencia de algunas fallas”, pero pare-ció justificar lo ocurrido en este caso citando la “celeridad” con que el Consejo debe cubrir las vacantes producidas recientemente en la Justicia.

“Me he visto muy presionado por parte de operadores judiciales, abogados y jueces para que se cubran cargos lo más rápido posible”, reconoció ese día el titular de la Corte.

Según afirmó Andino, los antecedentes de Ricca eran “obviamente desconocidos por los consejeros” al momento de su elección.

“Incluso Ricca se había presentado con anterioridad a dos o tres concursos. Yo personalmente verifiqué su título, sus antecedentes del currículum, y evalué que tenía un perfil adecuado. El proceso de de-signación fue plenamente válido porque se realizó de acuerdo a la ley. Ahora el Consejo comenzará a analizar situaciones no tenidas en cuenta en el momento de la selección”, relató esa jornada el presiden-te del Superior Tribunal.

A continuación transcribimos un pasaje de la conferencia de prensa:

-¿Cómo puede ser que el Consejo no supiera los antecedentes de este juez?

-El Consejo viene cubriendo las vacantes de la Justicia con la misma metodología que se aplica históricamente, en función de la reglamentación establecida por la ley 8. Este procedimiento es perfectible, lo admito, pero no ordena ningún tipo de búsqueda ni rastreo de datos. No existe al respecto ninguna reglamentación

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Gabriel Ramonet

especial. Es una tarea inherente a cada consejero asumir este tipo de chequeos de manera personal.

-¿Estima que en este caso el chequeo de información fue defectuoso?

-No digo eso. Digo que en el chequeo realizado no se advirtieron estos antecedentes. Se hizo un chequeo de estilo.

-¿Qué antecedentes positivos se evaluaron en la elección de Ricca?-Había estado en la Justicia penal. A mi me motivó elegirlo su

actuación en ese fuero y su perfil surgido de la entrevista personal, sobre todo en razón del dominio del derecho y de su edad, un aspecto también importante a la hora de decidirse por un magistrado u otro. A mi modo de ver, era la persona adecuada.

-De haber conocido los antecedentes que ahora se revelaron ¿lo habría votado igual?

-No puedo contestarle porque temo incurrir en un prejuzgamiento y luego debería apartarme de la investigación.

-¿Usted cree que alguien con estos antecedentes debería manifes-tarlos voluntariamente durante la entrevista?

-Sería importante que el Consejo los conociera, más allá de que lo diga el postulante o que lo averigüe el Consejo.

-¿Cómo afecta esta situación el funcionamiento de la Justicia?-Yo no lo hubiera deseado. Pero también debe destacarse el

aspecto positivo que implica el pleno funcionamiento de los poderes democráticos, de las organizaciones intermedias y de la prensa en particular. 7

“Los dulcaramas de turno”

De repente la presión se tornó insoportable, tanto para quienes habían designado a Ricca y lo mantenían en su cargo argumentando la vigencia de plazos administrativos y etapas formales, como para quienes se hacían los distraídos procurando que el tema dejara de ocupar espacio en los medios de comunicación.

El 27 de noviembre de 2001, a pocas horas de haber firmado un fallo trascendental como juez subrogante del Superior Tribunal, el camarista cuestionado presentó formalmente la renuncia al cargo.

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El anuncio fue realizado por Andino en otra conferencia de prensa, en la que también reveló que la dimisión había sido aceptada a través de la acordada 53/01 de la Corte.

En un escrito de treinta y siete renglones, el juez que enfrentaba tres pedidos de jury de enjuiciamiento y una investigación interna del Consejo de la Magistratura arremetió contra el periodismo que divulgó sus polémicos antecedentes.

“Hoy los dulcaramas (sic) de turno, que devoran la actualidad de nuestra sociedad y se alimentan de su porvenir, extraviando la opinión ignorante, y excitando la prédica, destrozan las instituciones, presentándolas vacías del contenido ético que sólo ellos -según parece- pueden tener, se han ensañado conmigo. Soy consciente de que no soy el objetivo”, escribió el ex magistrado penal en su intento de cita intelectual, pero confundiendo “dulcamaras” con “dulcaramas”.

En su renuncia, Ricca no contestó imputaciones concretas y no mencionó su presunto ingreso al Poder Judicial fueguino merced al acuerdo político entre el PJ y el MPF de junio de 1999. Tampoco se refirió a la defensa del senador Ruggero Preto y del diputado Ernesto Löffler.

En cambio, expresó:

“(...) hasta hoy no he recibido cuestionamientos por mi actuación como magistrado (no los hay y no los podrá haber, puedo afirmar, porque siempre actué con la misma rectitud de conciencia) mas todas por la que me cupo como letrado en el emblemático caso “PC Farías”; el secreto profesional me llama a silencio, pero no puedo soslayar que las críticas resultan sorprendentes cuando nunca fui interrogado por esa defensa ni por otras y el tema ya era público si consultan algunos periódicos capitalinos como La Nación del viernes 4 de abril de 1997 y Clarín del miércoles 19 de marzo de 1997. Recuerdo que mi postulación fue ampliamente difundida por la prensa local, la elección también, y nadie me impugnó (...)”.

Y agregó después:

“(...) Era entusiasta cuando arribé a Tierra del Fuego desde el foro

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porteño (ámbito académico y profesional más exigente que el provincial, donde trabajé, conocen mi trayectoria y puedo decir con orgullo que me respetan) y jamás escatime esfuerzos en las tareas para las que fui elegido, más hoy la mezquindad mengua el espíritu del juez. No temo al desasosiego, jamas rehuí un desafío, pero advierto que la injusticia melló la serenidad que la función reclama (...)” 8

Tras la renuncia del magistrado, políticos de la oposición y miembros de entidades intermedias coincidieron en que se llegaba al final de “un caso emblemático” cuya magnitud debía ser canalizada “en favor de un mejoramiento del sistema de selección de jueces en la provincia”.

Para estos sectores, la dimisión del juez fue “sorpresiva” y respondió a un entretejido de presiones políticas “aún no esclarecido del todo”.

“En realidad, la renuncia no debería ser una sorpresa si estuviéramos frente a un Poder Judicial que tuviera como objetivo principal garantizar la transparencia y el libre acceso a la administración de Justicia. Pero nos sorprende porque las personas que participamos en este intento por apuntalar la autonomía de la Justicia nos hemos encontrado con diversos embates políticos que, a veces, se tornan infranqueables”, reconoció Guillermo Worman, director ejecutivo de la ONG Participación Ciudadana.

Para el abogado y referente del ARI Manuel Raimbault, la renuncia fue “sorpresiva”, ya que “la coyuntura política invitaba a pensar en otro tipo de soluciones”.

Raimbault celebró que “la indignación de la gente en algunos temas pueda ser canalizada en una expresión de poder y en la posibilidad de decir basta, esto no se puede soportar más. Esto también se logra a partir de iniciativas de la sociedad civil y de la presión social sobre lo poderes públicos”.

Según Worman, uno de los aspectos más importantes del caso Ricca fue que “ha desnudado cómo funciona este tristemente célebre Consejo de la Magistratura de la provincia, aparentemente ideado para designar jueces allegados a los partidos políticos”.

A criterio de Raimbault, “lo que pasó con Ricca fue un buen ejemplo pero no es el objetivo, como él señala en su propia renuncia.

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Esto es una anécdota de un sistema perverso. Hace falta profundizar la discusión sobre los mecanismos de selección de magistrados provinciales, para que no ocurra lo de ahora que se designan en forma secreta o clandestina”.

Por su parte, la referente del Partido Federal Fueguino Liliana Fadul, dijo que este episodio debe recordarnos “la génesis del problema”, cuando “se aprobó la ley de funcionamiento del Consejo de la Magistratura y la gran mayoría de los legisladores estuvo de acuerdo en que las sesiones fueran reservadas”. 9

Discreto, sin personas que fueran a despedirlo y sin intenciones de formular declaración alguna, Ricca subió las escalinatas de la aeronave que lo trasladó a Buenos Aires. 10

Se supone que volvió a trabajar a su estudio jurídico de la calle Talcahuano 635 tercero B, y que se reencontró con su familia a la que nunca había trasladado a la provincia.

Sin embargo, el abogado siguió ligado a Tierra del Fuego y a mediados de 2003 volvió a convertirse en noticia cuando trascendió que se había desempeñado como asesor del entonces senador radical, luego gobernador provincial, Mario Jorge Colazo. Es más, cuando el mandatario enfrentó un proceso de destitución en 2005, Ricca asumió su defensa.

Pero en aquel caso, a finales de 2001, el juez del escándalo se fue ejercitando el perfil bajo, la antítesis de sus exposiciones mediáticas, sus clientes rimbombantes, sus cuentas suizas y sus argumentos polémicos que lo caracterizaron durante la primera parte de la década del noventa.

Se fue Ricca, por esa vez, se fue.

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NOTAS

1- La ópera “L’elisi d’amore” (El elixir del amor) con música de Gaetano Donizetti (1797-1848) y libreto de Felice Romani, ambos compositores italianos del siglo XVIII, se estrenó el 12 de mayo de 1832 en el teatro de la Canobbiana de Milán.

La obra en dos actos narra la historia de un campesino llamado Nemorino y de su súbito enamoramiento de una dama del lugar de nombre Adina, quien lo rechaza insistentemente. Las circunstancias cambian cuando entra en escena un “medicucho, curandero y engaña bobos”, el “Dr. Dulcamara”, quien vende a los pobladores un elixir capaz de curar enfermedades y “de enamorar”.

En el texto de su renuncia al cargo de juez de Cámara de Tierra del Fuego, el Dr. Ricca pretendió equiparar al personaje de la ópera (que se dedicaba a engañar a la gente y a venderle productos de dudosa eficiencia) con los periodistas que ventilaron su pasado ligado a la mafia, la corrupción y el narcotráfico brasileño. Sin embargo, se equivocó al escribir “los dulcaramas de turno” en lugar de “los dulcamaras de turno”.

Dulcamara, emborrachadora, matagallinas, uva del diablo y solano dulce también es la denominación de una planta arbustiva perenne de las familias de las solanáceas, de hasta casi dos metros de longitud, a la que se le atribuyen propiedades curativas, igual que el elixir de la ópera de Donizetti.

Dado que resultaría curioso que Ricca haya tratado a los periodistas de “plantas curativas”, parece más razonable pensar en su pretendida intención de denostar al periodismo comparando su trabajo con el de un “engaña bobos” como el “Dr. Dulcamara”.

2- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 28 de septiembre de 2001.

3- Diario LA NACIÓN, edición del 4 de abril de 1997.4- Idem anterior.5- Idem 2.6- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 30 de septiembre de

2001.7- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 4 de octubre de

2001.8- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 28 de noviembre de

2001.9- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 29 de noviembre de

2001.10- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 1 de diciembre de

2001.

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Justicia Adicta

CUATro

El CASo DE lAS SENTENCIAS MEllIZAS

Robocopia

“La Justicia no es un poder representativo, ya que sus integrantes no son elegidos por el voto popular, pero si le castran su función de control de los otros poderes se abre el camino a la

arbitrariedad, la inequidad y la corrupción”

Horacio Vertbisky 1

En la Justicia de Tierra del Fuego, dos jueces de Cámara dictaron una sentencia transcribiendo íntegramente el contenido de un pronunciamiento anterior, elaborado por otros magistrados.

Es posible que la afirmación le reste suspenso al desarrollo de este capítulo, pero era necesario comenzar apelando a la simpleza extrema, antes de analizar el cúmulo de explicaciones, desmentidas, opiniones y controversias que derivaron de un episodio único, demostrado e irrefutable en la vida judicial de la provincia: dos jueces copiaron un fallo.

Si puestos a corregir los exámenes de un par de alumnos, una maestra de primaria o un profesor de secundaria hubieran constatado la mitad de las similitudes que se verificaron entre ambas sentencias, los estudiantes hubiesen sido aplazados sin ningún remordimiento.

No sólo eso. En algunos colegios de Ushuaia existen reglamentos

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Gabriel Ramonet

con disposiciones expresas para este tipo de casos. El docente que encuentre a un alumno copiándose debe retirarle la evaluación, calificarlo con la menor de las notas establecidas y aplicarle una severa sanción que podría hasta costarle su continuidad en la institución.

Como veremos a continuación, uno de los magistrados involucrados en el caso de las “sentencias mellizas” todavía sigue en funciones en el momento de impresión de este libro. Es más, si esta misma obra generara algún tipo de pleito judicial en el fuero Civil o Comercial, la última palabra en esa causa hipotética la tendría la jueza que copió un fallo y sobrevivió para contarlo. Así de indefensos estamos en Tierra del Fuego.

Ricca y Martín

Cualquier abogado estaría de acuerdo en que los magistrados pue-den citar otros pronunciamientos como forma de argumentación de una sentencia. De hecho, esa es la base del sistema de jurisprudencia, consistente en seguir un criterio de solución jurídica previamente en-sayado para la resolución de un caso específico anterior.

De la misma forma, ningún letrado sería capaz de admitir que un juez está habilitado a copiar dictámenes judiciales completos sin mencionar su origen.

Sin embargo, al fallar en una causa del fuero Laboral, los camaristas Luis Felipe Ricca y Josefa Haydé Martín transcribieron íntegramente el contenido de una sentencia que había sido dictada dos años antes por los jueces Nebli José Imperiale y María Rosa Ayala, miembros del mismo organismo judicial.

El 26 de noviembre de 2001, con excepción de algunos mínimos giros ideomáticos, Ricca y Martín volcaron en la sentencia definitiva 91/01 perteneciente a la Sala Civil, Comercial y del Trabajo de la Cámara de Apelaciones de la provincia, idéntico texto que la resolución dictada por el mismo órgano judicial el 6 de diciembre de 1999.

La copia fue tan obvia que a simple vista podían señalarse más de cincuenta párrafos coincidentes entre los votos de cada uno de los jueces.

Ricca, quien después renunció al cargo a raíz del escándalo de su

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Justicia Adicta

vinculación con el brasileño PC Farías, repitió el pronunciamiento de Imperiale producido dos años antes, mientras que Martín lo hizo con los argumentos de su colega Ayala.

El caso juzgaba la conducta de un trabajador del Hospital Regional Ushuaia, a quien el Estado quería cesantear por haber difundido fotografías de residuos patológicos en el antiguo basural de la ciudad.

Un primer fallo de la Cámara de Apelaciones, aprobando la cesantía, fue anulado por el Superior Tribunal de Justicia el 13 de octubre de 2000. La Corte le devolvió el expediente a la Cámara ordenándole un nuevo pronunciamiento.

El organismo volvió a constituirse con Ricca y Martín, pero en lugar de “debatir”, “deliberar” y llegar a un “acuerdo” -como asegura la sentencia que hicieron- estos jueces reprodujeron casi textualmente lo que ya habían escrito los magistrados en la primera oportunidad.

Abogados de distintos sectores juzgaron tan grave la presunta impericia de los jueces involucrados en la “copia”, como el hecho de que se haya desobedecido la orden del Superior Tribunal, al no dictarse una nueva resolución. 2

Encima, el caso

Si la transcripción de una sentencia anterior ya resulta grave como hecho institucional, más lo es cuando se analiza el trasfondo real del pronunciamiento. Es decir, ¿a quién perjudicó o benefició que se copiara este fallo judicial? La historia que sigue permite deducir con cierta facilidad que la posición de los jueces involucrados no sólo es cuestionable por su accionar negligente, sino porque además adosó dos ingredientes que terminan de delinear el perfil de los intérpretes jurídicos: una sentencia injusta y que recayó sobre un humilde trabajador con posibilidades casi nulas de defenderse.

Bernardo Silenio Vargas es un empleado del Hospital Regional Ushuaia, delegado de la Asociación Trabajadores del Estado, que en 1994 dio a conocer las irregularidades existentes en el sistema de tratamiento de residuos patológicos.

Vargas tenía a su cargo la incineración de esos desperdicios

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orgánicos y para llevar a cabo la tarea lo proveían de “un tacho precario de fabricación casera”, según se puede leer en el expediente judicial.

El 21 de junio de ese año, el trabajador fotografió varias bolsas con residuos que estaban depositadas en los pasillos del hospital. Al día siguiente tomó otras fotos donde se observaba que los bultos eran trasladados en una ambulancia fuera de servicio. Y el 4 de julio obtuvo imágenes de dos fetos tirados a la intemperie en el viejo basural de la ciudad.

El empleado no hizo públicas las fotos, sino que se las entregó al gremio como un aporte a la investigación que se estaba llevando a cabo a nivel nacional sobre cumplimiento de las leyes de bioseguridad. Pero tiempo después, las tomas fueron publicadas por el diario El Sureño de Tierra del Fuego y por Página 12 de Buenos Aires, generando un escándalo de proporciones.

Vargas fue acusado de no haber incinerado los fetos y de beneficiar al gremio. Lo sumariaron y a través de las resoluciones 145/95 y 1657/95 de la Subsecretaría de Salud de la provincia dispusieron su cesantía de la administración pública, la sanción más grave que prevé el régimen jurídico vigente en el Estado.

Algunos argumentos utilizados en su contra son escalofriantes: que no debió difundir cuestiones internas de su trabajo y secretas para el público en general, o que debió remitir informes a sus superiores antes de resolver hablar del caso y ceder las fotos.

El Fiscal de Estado, Virgilio Martínez de Sucre, sostuvo que Vargas hizo un “montaje escénico” y argumentó en un escrito judicial que “el agente administrativo (...) conoce temas que el grueso de la población no conoce ni debe conocer, y tiene el riguroso deber de guardar discreción”.

Durante los últimos diez años, la causa recorre estrados judiciales. La ex jueza Laboral de Ushuaia, Mariana Pucciarello, revocó la cesantía y tras remarcar las irregularidades en las que incurrió el Estado, se pronunció a favor de aplicarle a Vargas una sanción de cinco días de suspensión. Su línea argumental fue que la medida anterior no resultaba proporcional, sobre todo considerando que el sumario no abarcó las presuntas responsabilidades de las autoridades

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hospitalarias o del área de Salud.El fallo fue recurrido y la Cámara de Apelaciones revocó el

pronunciamiento de Pucciarello y avaló por primera vez la cesantía el 6 de diciembre de 1999.

El Superior Tribunal anuló esa sentencia el 13 de octubre de 2000 y le devolvió el expediente a la Cámara ordenándole un nuevo pronunciamiento.

Como ya hemos señalado, el 26 de noviembre de 2001, constituida por el ex juez Ricca y por la jueza Martín, la Cámara volvió a fallar, solo que copiando casi íntegramente la sentencia dictada dos años antes. 3

Como gotas de agua

En diciembre de 1999, la camarista Civil María Rosa Ayala escribió: “Se advierte claramente que no ha habido a su respecto una actitud de pretender mejorar el servicio o salvar responsabilidades que le pudieran corresponder en el desempeño de sus tareas sino que, por el contrario, la idea predominante para él fue posibilitar la difusión pública de las cuestiones internas, estrictamente relacionadas con su trabajo dentro del Hospital”.

En noviembre de 2001, ante el mismo caso, la jueza Josefa Martín sostuvo: “Es que, al actuar como lo hizo, evidenció que no fue su intención mejorar el servicio o salvar responsabilidades por la forma en que desempeñó sus tareas, sino que la actitud que rigió su accionar (y así lo digo porque surge palmariamente de las probanzas colectadas) fue la de posibilitar la difusión pública de cuestiones internas, estrictamente relacionadas con su trabajo dentro del Hospital”.

Escribió también Ayala: “No puede verse en la actitud ningún interés gremial (salvo que se tergiverse el concepto propio y preciso de lo que debe entenderse por actividad gremial o sindical). No olvidemos que el instituto de la tutela sindical tiene por objeto “el ejercicio regular de los derechos de la libertad sindical garantizados por la ley (Rodríguez-Recalde, op. Cit. Pág. 227) y se interpreta que por derechos de la libertad sindical se entienden todos aquellos previstos en la ley en favor de los sujetos activos de la acción, esto es, los trabajadores y

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las asociaciones sindicales”.Y expresó por su parte en su voto la Dra. Martín: “no se hallaba en

juego (argumento del actor para excusarse de su conducta) un interés gremial, porque el instituto de la tutela sindical tiene por objeto “el ejercicio regular de los derechos de la libertad sindical garantizados por la ley (Rodríguez-Recalde, op. Cit.pág. 227) y se interpreta que por los derechos de la libertad sindical se entienden todos aquellos previstos por la ley en favor de los sujetos activos de la acción, esto es, los trabajadores y las asociaciones sindicales”.

“Ninguna actividad concreta surge como desempeñada por el actor, quien en ningún momento ha referido cuál era tal sino que se limita a aducir que la ATE a la cuál el pertenece, estaba inmersa en una campaña nacional relacionada con los residuos patológicos”, sentenció Ayala.

Martín, en cambio, expresó: “ninguna actividad gremial concreta surge como desempeñada por él en este punto. Así, en su defensa invocó que la ATE a la cual él pertenece, estaba inmersa en una campaña nacional relacionada con los residuos patológicos”.

Las coincidencias son abundantes y abrumadoras. A continuación se detallan sólo algunas más a modo de ejemplo:

Jueza Ayala:“No ha probado el actor que tal campaña existiera a nivel nacional,

ni en qué consistía la misma, ni cuáles eran las pretensiones locales al respecto. No sabemos (no lo dijeron ni surge de autos) qué es lo que se pretendía dando a publicidad en los diarios locales fotos en las que se observan dos fetos humanos tirados en el basural o el desorden y desparramo de bolsas conteniendo residuos patológicos que debían ser incinerados. Más aún cuando tan macabra actitud no fue antecedida de pedidos o peticiones formalizados ante las autoridades correspondientes”

Jueza Martín:“No ha probado el actor que tal campaña existiera a nivel nacional,

ni en qué consistía la misma, ni cuáles eran las pretensiones locales al respecto. No encuentra justificación la actitud de dar a publicidad en los diarios locales fotos en las que se observaban dos fetos humanos tirados en el basural o el desorden y el desparramo de bolsas

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Justicia Adicta

conteniendo residuos patológicos que debían ser incinerados. Menos aún cuando tamaña y grave actitud no fue antecedida de pedidos o peticiones formalizadas ante las autoridades correspondientes”

Jueza Ayala:“Todo esto, a más de hacer pensar en la intencionalidad de

la conducta de Vargas, es claramente demostrativo de la falta de cumplimiento adecuado de las tareas a su cargo”

Jueza Martín:“Todo ésto, a más de hacer pensar en la intencionalidad de

la conducta de Vargas, es claramente demostrativo de la falta de cumplimento adecuado de las tareas a su cargo”

Jueza Ayala:“Aún dejando de lado el tema de las fotografías que Vargas tomó,

aún si consideráramos que ello es legítimo, hay de parte del actor un total desinterés y negligencia en el cumplimiento de su trabajo y una omisión de los deberes que le competen”

Jueza Martín:“independientemente de las toma de las fotografías, hubo de

su parte un total desinterés y negligencia en el cumplimiento de su trabajo, omitiendo el cumplimiento de los deberes inherentes a la relación laboral”

Juez Imperiale:“Las partes pujan por la aplicación de la regulación administrativa

o laboral, cuestión que exige, naturalmente, discernir sobre el carácter público o privado del empleo”

Jueza Ricca:“tenemos la circunstancia de que las partes controvierten su

posición en cuanto a la aplicación de la regulación administrativa o laboral, cuestión que exige, naturalmente, discernir sobre el carácter público o privado del empleo”

Juez Imperiale:“si la labor desempeñada supone el cumplimiento de una función

estatal, se excluye el régimen privado a favor de la regulación de la función pública”

Juez Ricca:“cabe decir que, si la labor desempeñada supone el cumplimiento

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de una función estatal, se aplica la legislación que regula la función pública”

Juez Imperiale:“debe aplicarse la regulación privada si del examen de la legislación

que orienta la relación de empleo no es posible inferir el carácter público del empleo”

Juez Ricca:“y se aplicará la regulación privada si no puede inferirse el carácter

público del empleo”Juez Imperiale:“El régimen de prescripción está regulado por el artículo 38 de la

ley 22140 y no se observa que conculque garantías básicas, lo que excluye, según lo veo, el régimen de la ley de contrato de trabajo”

Juez Ricca:“En el caso bajo análisis, entiendo que el régimen de prescripción

puede entenderse regulado por el artículo 38 de la ley 22.140, y no se observa que ello conculque garantías básicas, lo que excluye, según lo veo, el régimen de contrato de trabajo”

Juez Imperiale:“Las explicaciones del actor, por tanto, no me parece que alcancen

para excusar la transgresión de su deberes de representación y de sus cargas de buena fe que en la emergencia, se me ocurren groseramente transgredidos, lo que tiene entidad para constituir injuria (vista como motivo) y que no permite continuar la relación de empleo (público, en el caso) y en su consecuencia, entender explicada mi adhesión a la solución que adopta el voto ponente”

Juez Ricca:“Las explicaciones del actor no alcanzan a excusar la transgresión

de sus deberes de representación y sus cargas de buena fe, que se me ocurre groseramente transgredidos, lo que tiene entidad para constituir “injuria” (vista como motivo) que no permite continuar la relación de empleo (público en este caso). Estas razones explican mi adhesión a la solución que adopta el voto ponente”

Juez Imperiale“Por lo tanto, estoy de acuerdo en habilitar a la parte demandada

para que, si así lo entiende, proceda a confirmar la cesantía dispuesta

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respecto del actor, atento al carácter y alcance de la cosa juzgada que recae en el juicio de exclusión de tutela”

Juez Ricca:“Por tanto, estoy de acuerdo en habilitar a la parte demandada

para que, si así lo entiende, proceda a confirmar la cesantía respecto del actor, atento al carácter y alcance de la cosa juzgada que recae en el juicio de exclusión de tutela”. 4

Otros copiones

En la historia judicial reciente de la Argentina existen un par de casos emblemáticos donde la negligencia de los magistrados resultó un factor sobresaliente.

Roxana Rogovsky Tapia se recibió de abogada en 1987, pero en el ‘93 ya era jueza, impulsada por sectores oficialistas. En la veloz carrera se le olvidó un detalle: aprender a redactar las sentencias. Para subsanarlo, intentó contratar a un abogado como personal de su despacho judicial. Pero el hombre grabó las conversaciones y denunció todo a la Justicia. Con el juicio político ya en marcha y la creciente revelación de la vinculación de su familia con el Gobierno, la jueza decidió renunciar.

El 22 de marzo del año 2000, durante un examen tomado a aspirantes al puesto de jueces de primera instancia en lo Civil y Comercial de Buenos Aires, dos de los candidatos desoyeron la recomendación del examinador. “A la voz de ahora, den vuelta las hojas y queda prohibido mirar la prueba del compañero”, había transmitido Luis María Chichizola, el fiscal a cargo de la prueba convocada por el Consejo de la Magistratura bonaerense.

Según publicó el diario Página 12 (y varios otros de la época) el secretario de un juzgado de Morón y su compañero, oficial mayor del mismo departamento judicial, fueron sorprendidos por Chichizola, quien se les acercó, abrió un libro y halló la prueba del delito: “Hacé esto”, había anotado uno de los copiones sobre una esquela dirigida a su compañero.

Chichizola paró definitivamente el examen, incautó varias hojas de machetes como prueba y las remitió a la Suprema Corte de Justicia de

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la provincia, al Colegio de Abogados y a la Asociación de Magistrados para las actuaciones disciplinarias. 5

“Un muerto civil”

Al enterarse del caso de los “jueces copiones” de Tierra del Fuego, las asociaciones Poder Ciudadano, de Buenos Aires, y Participación Ciudadana, de Ushuaia, emitieron un comunicado conjunto en el que expresaron “su más firme preocupación ante la notoria reproducción textual de contenidos de dos fallos dictados por la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego”.

A su vez, instaron “a que se realicen, desde los poderes públicos y la sociedad civil, los mayores esfuerzos tendientes a garantizar la idoneidad de los jueces y magistrados electos”. Para ello pidieron la incorporación de “un método objetivo de selección donde se califique y evalúe a los postulantes” y “la apertura de las sesiones hasta ahora reservadas del Consejo Provincial de la Magistratura”.

Por su parte, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) expresó que el caso, “además de demostrar la falta de idoneidad de los jueces involucrados”, prueba como se ha “desobedecido la orden del máximo organismo de la Justicia provincial, que anuló el primer fallo y dispuso el dictado de una nueva sentencia”. 6

Participación Ciudadana también realizó tres presentaciones -ante el Superior Tribunal de Justicia, la Fiscalía de Estado y el Consejo de la Magistratura- solicitando que se investigue el origen de los fallos clonados. Y la Corte inició de oficio una investigación administrativa tendiente a recopilar los antecedentes del episodio a partir de su difusión pública. Como se verá, ninguno de esos procedimientos se tradujo en sanciones para los jueces involucrados.

El ex jefe de Fiscales de la provincia, Carlos Bassanetti, opinó que no existían elementos de prueba suficientes para presumir la comisión de un delito.

“La Fiscalía siempre ha seguido de cerca la actuación jurisdiccional ante la posible producción de hechos de corte delictivo -explicó Bassanetti- pero a mi modo de ver, y con los elementos con los que cuento hasta ahora, no creo que haya bases suficientes para promover

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una investigación de naturaleza penal. Veré con las constancias administrativas que se formen si hay o no más evidencias que me convenzan de lo contrario”, afirmó.

Además, el funcionario judicial distinguió entre “el posible incumplimiento funcional y las consecuencias de índole disciplinario que acarrearía”, y la comisión de un delito, “donde se requiere, aunque sea mínimanente, una presunción del ánimo o la intencionalidad que guió el incumplimiento. Si bien el dolo debe ser probado durante el transcurso de la investigación, es cierto que debe existir un indicio para que se autorice la apertura de la causa”, razonó el titular del Ministerio Público. 7

“Nadie puede estar tranquilo en la provincia si dos camaristas ni siquiera leyeron una causa en la que debían resolver y además copiaron una sentencia dictada dos años antes”, se indignó el abogado de Vargas y luego legislador provincial de ARI Manuel Raimbault sobre el caso de las sentencias copiadas.

Raimbault recurrió la sentencia en casación ante el Superior Tribunal de Justicia. El primer punto de sus argumentaciones fue la “violación de defensa en juicio, porque está claro que la copia de una sentencia no puede ser considerada una sentencia”.

El letrado se manifestó “profundamente indignado” y consideró lo ocurrido “una falta de respeto a los justiciables y a los abogados en general”.

“Esto produce una profunda inseguridad jurídica. Es evidente que aquí hay causas y causas. Hay algunas a las que se les presta particular atención y hay otras, como ésta, en donde da lo mismo cualquier sanción”, abundó el abogado, y agregó que “como se sabe, una persona mayor de 40 años cesanteado por sindicalista es un muerto civil, de ahí la importancia del pronunciamiento judicial”, completó el abogado y advirtió que si “al trabajador lo echaron por no hacer lo que debía hacer, vamos a ver qué pasa con un juez que tampoco hizo lo que debía”. 8

Entre la cita y la copia

Los escándalos de la Justicia de Tierra del Fuego volvieron a

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sorprender al prestigioso constitucionalista Daniel Sabsay, quien aseguró en diciembre de 2001 que nunca, en su dilatada trayectoria, tuvo “antecedente de una situación semejante” a la producida en la Cámara de Apelaciones de la provincia con las sentencias copiadas.

-¿Alguna vez estuvo ante la circunstancia de una sentencia copiada de otra?

-No conozco antecedente de una situación semejante. Si bien es cierto que hechos similares puestos a consideración de los jueces pueden dar lugar a sentencias casi idénticas o muy parecidas, de todos modos las coyunturas que se producen en cada caso merecen un tratamiento particularizado. Hacer una sentencia- como cuando éramos chicos- con Simulcop, calcando dibujos o figuras, no es aplicable al Poder Judicial. La copia exacta del fallo da lugar a por lo menos a una sospecha sobre la poca voluntad de ponerse a estudiar los casos.

-¿Qué papel juega la cita de otros fallos en la redacción de una sentencia y cuáles son sus límites?

-Es el precedente judicial. Gran parte de la fuente de una sentencia es la jurisprudencia. Es decir, el hilo en el tiempo de distintas decisiones basadas en la solución de circunstancias o casos semejantes. La jurisprudencia, decimos los abogados, es fuente de derecho, lo que da fundamentos y la razón de ser a la decisión de los jueces, además, claro, de otra serie de factores como el contenido de las leyes o la doctrina de los autores. Ahora, un tema es la cita de antecedentes y otro, la copia lisa y llana.

-¿Podría haberse cometido un delito?-Tendría que estudiar el caso en particular, aunque le repito que no

conozco antecedente alguno. En cuando a la posibilidad de un delito habría que ver si la copia queda tipificada en alguna figura como podría ser la de incumplimiento de los deberes de funcionario. No lo puedo decir sin estudiar particularmente la situación. También hay que evaluar el dolo, o la mala fe.

-¿Cómo evalúa que uno de los jueces involucrados en este escándalo sea de nuevo el renunciante juez Ricca?

-Mire, por empezar es una cosa bochornosa que en un sistema

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con Consejo de la Magistratura, un órgano específico para mejorar la selección, la calidad y el modo de designación de los magistrados, se haya puesto tan poco cuidado y se haya llegado a designar a una persona con antecedentes de una gravedad inusitada. Ello está demostrando la impericia total del Consejo. No me extraña porque conozco el funcionamiento del organismo y sé que se actúa en secreto, algo que para mí es de una inconstitucionalidad flagrante y que viola las mínimas reglas que hacen a la confianza pública y a la posibilidad de compartir nada menos que el proceso de designación de los miembros del Poder Judicial.

-Ricca firmó la sentencia copiada el día antes de renunciar, ¿podría cuestionarse de alguna manera ese pronunciamiento?

-Es posible, habría que analizar si ese fallo no está viciado simplemente por las características de quien firma, alguien que por otra parte se ve forzado a renunciar en medio de un escándalo público. En cualquier caso me parece sumamente importante que la comunidad tome conocimiento de hechos tan poco claros que nos llevan a una presunción de irregularidad manifiesta. 9

¿Y qué pasó?

El caso de las sentencias “mellizas” derivó en dos presentaciones ante el Consejo Provincial de la Magistratura realizadas por la Asociación Participación Ciudadana y por el Colegio de Abogados de Río Grande.

Ambas organizaciones civiles solicitaron en 2002 el inicio de un jury de enjuiciamiento contra la jueza Josefa Martín, ya que el otro juez firmante del fallo “copiado”, Luis Felipe Ricca, había renunciado a su condición de magistrado y regresado a Buenos Aires, como se relata en el capítulo anterior de este libro.

“Queremos que el Consejo evalúe si existen elementos para iniciarle un juicio de responsabilidad a la magistrada. De hecho nosotros consideramos que los hay, porque entendemos que los jueces no pueden copiar íntegramente sentencias anteriores, y además por una cuestión de respeto al ciudadano directamente afectado, que debe tener garantizado su acceso a una Justicia idónea e independiente.

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En la medida que haya jueces que copien sentencias anteriores, la ciudadanía no puede estar tranquila de que va a tener un justo proceso”, explicó entonces el director ejecutivo de Participación Ciudadana, Guillermo Worman.

Por su parte, los integrantes del Colegio de Abogados de Río Grande trataron el tema en una asamblea general de asociados.

Los letrados concluyeron, luego del análisis de las dos sentencias (la de 1999 y la de 2001) que “no existen algunos textos interpolados entre un fallo y el otro, sino que se ha seguido todo el hilo argumental, párrafo por párrafo, con pequeños cambios en algunas palabras. La copia es casi textual y constituye una actitud peligrosa de los jueces que no hagan un análisis específico de cada caso que llega para su tratamiento”.

“Hay que diferenciar entre el trabajo de jueces y funcionarios de primera instancia, y el de algunos camaristas o jueces superiores, sobre todo cuando una de las partes es el Estado”, subrayaron los firmantes del comunicado difundido por la entidad no gubernamental.

El único abogado que se pronunció en contra de iniciarle un jury a la jueza Martín fue el ex camarista Nebli José Imperiale.

“Al faenar unos 1.600 votos en los siete años que logré “durar” en Tierra del Fuego como camarista, he visto gran cantidad de opiniones de doctrina que eran reproducciones de otros autores a los que no se hizo ningún homenaje de memoria. Y no es que se trata (quiero creer, válgame Dios) de fingir preparación técnica, sino de voluntad investigativa y vocación de colaboración con el magistrado que le toque sentenciar”, explicó Imperiale.

Y agregó: “A estas citas, aseguro, les debo múltiples gracias por la ayuda que han representado en el ejercicio de la profesión más reglamentada y bombardeada de la Argentina actual”.

El lunes 16 de diciembre de 2002, los miembros del Consejo de la Magistratura demoraron dos minutos y veinticuatro segundos en desestimar el pedido de jury contra la jueza Martín.

Ninguno de los siete consejeros dio a conocer un sólo fundamento que avalara esa intempestiva decisión. Por el contrario, el comportamiento de algunos de ellos revistió el carácter de ingenuo, para no hablar de serias sospechas de arbitrariedad o negligencia en

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el ejercicio de un cargo público.La ex legisladora del Movimiento Popular Fueguino Mónica

Mendoza, consultada por el presidente del cuerpo, Ricardo Klass, manifestó primero que aún no se encontraba en condiciones de pronunciarse sobre el caso, y que precisaba consultar a su asesor letrado (ya que ella no es abogada). Sin embargo, treinta segundos después, avaló la posición mayoritaria de desestimar el pedido de jury y enviar las actuaciones al Superior Tribunal de Justicia para que se evalúe la eventual aplicación de sanciones disciplinarias contra la magistrada. Su desenvolvimiento en la sesión, así como el del resto de los consejeros, fue grabado en video por voluntarios de la ONG Participación Ciudadana y se encuentra a disposición de quien quiera observarlo.

Por otra parte, el abogado José Luis Paños, ex representante de los letrados de Río Grande en el Consejo, votó en contra de la apertura del jury cuando autoridades del propio Colegio de Abogados habían impulsado la medida. 10

En cuanto al trabajador Bernardo Vargas, la sentencia copiada de la Cámara de Apelaciones fue anulada por el Superior Tribunal de Justicia, aunque no por ese motivo, sino por una razón formal.

La Cámara volvió a expedirse por tercera vez, casi con los mismos argumentos, pero cambiando algunas palabras, a favor de la cesantía de Vargas.

El caso llegó en casación al Superior Tribunal y motivó un nuevo fallo confirmatorio del pronunciamiento de los camaristas.

En el momento de edición de este libro, los abogados del empleado del hospital que sólo pretendía mejorar el sistema de incineración de residuos patológicos habían recurrido ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Era la última instancia judicial para impedir que se aplicara la cesantía y perdiera el derecho a la jubilación.

Pobres condenados. Poderosos absueltos

Los jueces que copian las sentencias renuncian y se ofenden o siguen en sus cargos hasta el día de hoy. Los trabajadores que osan

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cuestionar porqué un hospital público incinera los residuos orgánicos en un tacho de basura son cesanteados del Estado y después de once años siguen peleando en tribunales que no les impidan jubilarse.

Pareciera que la Justicia no utiliza el mismo criterio cuando juzga a funcionarios y poderosos, que cuando lo hace con simples empleados de categorías inferiores.

El abogado Eduardo Olivero llamó la atención en noviembre de 2004 sobre los pronunciamiento de la Corte que siguen esa peligrosa tendencia.

Además del caso Vargas, Olivero expuso el de Jacinta Olimpia Estrella, una mujer de 70 años cuyo único ingreso es una pensión provincial que, según la ley que se la otorgó, “es irreductible”.

Sin embargo, la gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti flexibilizó el alcance de las leyes y así como los jueces fueron jubilados a la fuerza para que ocupen su lugar otros magistrados afines, también se le redujo el sueldo a los empleados públicos a través del recordado decreto 1947 del año 2000. El texto del decreto establecía una reducción del 30 % en los ingresos, pero también un recorte en el horario de trabajo para compensar la rebaja.

A los pensionados como Jacinta Estrella les redujeron sus haberes a sabiendas que no tenían forma de compensar esa disminución. Fue por eso que la mujer acudió al Superior Tribunal para reclamar Justicia, pero se encontró con que no podía hacerlo. Los jueces Ricardo Klass, María del Carmen Battaini y Mario Robbio adujeron que el caso ya no era judiciable porque habían transcurrido 90 días desde producido el primero de los descuentos.

De nada sirvió que su abogado interpretara que para el caso de un “comportamiento ilegítimo del Estado” opera un plazo de prescripción diferente. Según el letrado, los magistrados citaron como argumento un antecedente “que nada tiene que ver con el tema de debate” y le denegaron la posibilidad de acceder a un proceso judicial.

Estrella reclamaba la devolución de los importes descontados a su pensión durante el manfredottismo, una cifra que con intereses y todo, podría llegar a los cinco mil pesos.

En cambio, el mismo Superior Tribunal de Justicia se comportó de otra forma cuando absolvió, en septiembre de 2004, al ex agente

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de bolsa Gustavo García, involucrado en la causa por el negociado con los Bonos de Inversión y Crecimiento Tercera Serie (BIC III). Esa sentencia sostuvo en uno de sus párrafos que García es uno de los “autores” del delito por el que estaba siendo absuelto.

La contradicción entre considerar culpable a uno de los acusados, y luego liberarlo de culpa es tan llamativa que “sorprendió” a los abogados, defensores y fiscales, que intervinieron en el expediente judicial.

Algunos de los letrados señalaron que las contradicciones de los pronunciamientos judiciales suelen ser “de orden sutil” o “referentes a aspectos conceptuales”, pero “nunca tienen características tan fla-grantes”. En tal sentido, arriesgaron que los jueces de la Corte pudie-ran haberse “equivocado” al incluir algunos párrafos cuestionados.García fue condenado el 11 de junio de 2003 por el Tribunal Oral en lo Criminal de la Provincia, a la pena de tres años de prisión en sus-penso como coautor del supuesto delito de “defraudación contra la administración pública”.

En la misma jornada los jueces condenaron al ex gerente del Banco de Tierra del Fuego Delcio Daniel Rochón (tres años y seis meses de prisión efectiva) y a los ex miembros del directorio Osvaldo Rodríguez, Ramón Gallardo, Servando Dieguez, Carlos Alberto Pastoriza y Horacio Emilio Muñoz (multa individual de 190 mil pesos por un delito menor que los anteriores: “malversación culposa de caudales públicos”).

Según demostró el tribunal, Rochón y García se pusieron de acuerdo en 1995 para desprenderse de los BIC III que estaban en poder del banco fueguino, a 2,3006 pesos cada uno, un precio menor que el de mercado. Los títulos se revendieron minutos más tarde a 2,53834 pesos por unidad y García ganó 650 mil pesos.

Las defensas presentaron recursos de casación contra ese fallo y el Superior Tribunal de Justicia se pronunció el 1 de septiembre de 2004 manteniendo las condenas contra todos los imputados con excepción de García, que resultó absuelto.

La sentencia se hizo pública e inclusive fue transcripta en varias de sus partes por medios locales como el diario del fin del mundo.

En el fallo de 272 páginas, el juez de la Corte y ex abogado personal

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de Carlos Menem, Ricardo Klass, fundamentó porqué a su criterio el Tribunal Oral condenó al agente bursátil sin un cuadro probatorio contundente, y sólo dando por supuesto que actuó en connivencia con Rochón para la venta irregular de los bonos.

Sin embargo, cuando el magistrado tuvo que fundamentar la participación de Rochón en el hecho ilícito, terminó inculpando también a García.

Uno de los párrafos escrito por Klass sostiene textualmente: “El argumento brindado a fs. 7539 respecto de que no se acreditó que Rochón hubiera procurado un lucro indebido para sí o para un tercero se derrumba ni bien advertimos la notable diferencia que hizo García en función de la compra de los bonos al BTF con relación a su inmediata venta a terceros”.

Y el fallo agrega luego que “el perjuicio se traduce en un beneficio (económico) obtenido ilegítimamente por los autores, siendo irrelevante la forma en que eventualmente se distribuyó entre ellos (ese beneficio)”.

Como se ve, el juez hace alusión, primero, al “lucro indebido” obtenido a partir de la venta de los bonos que realizó García a instancias de Rochón. Y en el segundo párrafo menciona directamente “el beneficio (económico, claro) obtenido por los autores”, o sea Rochón y García porque al resto de los acusados no se les imputó el delito de defraudación.

A pesar de ello, con el voto de Klass, y de los jueces Mario Robbio y María del Carmen Battaini, García fue absuelto en la misma sentencia.

Esa contradicción fue uno de los principales argumentos del fiscal mayor Guillermo Massimi y del Fiscal de Estado, Virgilio Martínez de Sucre, en los recursos extraordinarios que presentaron ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para lograr revertir la posición del máximo tribunal fueguino.

Otra coincidencia del caso es que mientras Klass fue defensor personal del ex presidente Menem, también lo fue el ex juez federal Oscar Salvi, el abogado que García contrató para defenderse en el juicio oral y público de junio de 2003.

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NOTAS

1- Diario Página 12 de Buenos Aires, edición del 12 de junio de 2005.2- Diario TIEMPO Fueguino, edición del 9 de diciembre de 2001.3- Sitio web www.botellaalmar.com.ar ediciones del 17 y 27 de septiembre y 14

de noviembre de 2004.4- Idem 2.5- Idem 2.6- Idem 2.7- Diario TIEMPO Fueguino, edición del 12 de diciembre de 2001.8- Diario TIEMPO Fueguino, edición del 11 de diciembre de 2001.9- Idem 7.10- Diario TIEMPO Fueguino, edición del 18 de diciembre de 2002.

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CINCo

CUANDo lA JUSTICIA SE QUEDó SIN CoNDUCCIóN

La acefalía

“La sociedad está bien ordenada cuando los ciudadanos obedecen a los magistrados y los magistrados a las leyes”

Solón

Existen acontecimientos cuyo poder simbólico resulta apabullante. Basta exponerlos en una vitrina pública para transmitir de un vistazo la madeja de fenómenos complejos que, de otra forma, requieren horas de explicación.

Hubo un momento en que el Poder Judicial de Tierra del Fuego quedó acéfalo, sin conducción. Por razones y circunstancias que nos proponemos relatar en este capítulo, tuvo lugar un período en que el Superior Tribunal de Justicia de la provincia, integrado por tres miembros de acuerdo al texto de la Constitución, se quedó sin ninguno de ellos.

Fue entonces cuando la crisis institucional que venía siendo denunciada por algunas organizaciones civiles, periodistas y dirigentes políticos de la oposición (en una franca minoría de voces) quedó al descubierto con una desnudez elocuente.

El régimen de jubilación anticipada y obligatoria para magistrados,

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mencionado en páginas anteriores, causó un estrago de tamaña magnitud que el resultado de su aplicación fue la no Justicia, la Corte vacía de autoridades y de contenido. La gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti finalmente consiguió el modelo judicial que se había propuesto: un Estado sin jueces, sin control de ningún tipo y proclive a la máxima impunidad.

Por eso, la seguidilla de sucesos que a continuación se describirá no puede verse solamente desde una perspectiva cronológica. Es cierto que una cadena de episodios fue derivando en un hecho final, y que para un observador desprevenido podría haberse tratado simplemente de una concatenación de actos desafortunados. Pero también es real y verificable que muchas de estas circunstancias fueron posibles gracias a que se gestó un clima propicio, a través de medidas directas e indirectas.

Por lo demás, ya hemos marcado en este mismo libro que nada de lo que le ocurrió a la Justicia fueguina hubiera sido posible sin la complicidad o la simple desidia de la gran mayoría de los integrantes del Poder Judicial, del poder político de la época y de la comunidad fueguina en general.

Uno y uno

Desde marzo de 2000 y hasta mayo de 2001 tuvo lugar el proceso de descabezamiento del Superior Tribunal de Justicia por la aplicación del régimen de jubilación anticipada y obligatoria implementado por el manfredottismo.

Ya hemos señalado que los jueces Tomás Hutchinson, Omar Carranza y Félix González Godoy aceptaron sin cuestionar el sistema previsional que violaba de manera flagrante el principio de inamovilidad de los magistrados consagrado en la Constitución provincial y nacional.

El primero en abandonar la Corte fue González Godoy, cuyo trámite jubilatorio fue aprobado por el ex Instituto Provincial de Previsión Social el 12 de julio de 2000. Esa misma jornada, el juez aceptó una entrevista con el autor de este libro:

-¿Usted cumple con todos los requisitos para jubilarse por el régimen

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obligatorio?-Si, y los del régimen ordinario también, porque se van a cumplir

los diez años de aporte a la Caja local que exige la ley 244. En todo caso seguiré aportando hasta cumplir con esos diez años.

-¿Pero no le faltan tres años más de aportes a la Caja para llegar a los diez fijados en el régimen ordinario?

-Es cierto, inclusive podía haber seguido en funciones porque felizmente me encuentro bien de salud y con mucho entusiasmo e interés por las cosas. Ocurre que, simplemente, estoy acatando una ley que nos ha llevado a la jubilación.

-¿Qué hubiese preferido: esperar a cumplir los requisitos para la jubilación ordinaria o tener que acogerse a este sistema anticipado y obligatorio?

-Mire, es difícil de decir. Cuando a uno le toca vivir una situación a lo mejor piensa que hubiera preferido la otra. Yo siempre soy franco y digo la verdad. En este momento cumplo con dos principios básicos que deben imperar en cualquier régimen de jubilación: el cumplimiento de los años de aporte necesarios y la proporcionalidad entre el sueldo en actividad y el haber jubilatorio.

Porque en esto de los aportes muchas veces se pasa por alto que en el país hay una Caja Compensadora, un régimen recíproco, ¿no es cierto?, de modo que es relativa la exigencia de aportes para una Caja local. Fíjese que los agentes del Estado provincial, en muchos casos, han hechos aportes aquí y luego se han ido de la Isla. Es decir que beneficiaron al Instituto. De la misma forma, cuando me jubile, la Caja va a recibir los aportes que yo he hecho a la Caja Nacional a lo largo de 25 o 30 años.

-Siendo la máxima autoridad judicial de la provincia, ¿no le molesta que otro Poder le diga en qué condiciones se tiene que jubilar y cuándo?

-No, porque es el Poder Legislativo el que ha dictado una ley. Pero le voy a decir una cosa: en este tan meneado tema de las inconstitucionalidades, hay que ver cada caso en particular. Nunca una ley es inconstitucional en abstracto. Por eso no veo qué cuestionamiento de fondo serio puede haber respecto de que se imponga una jubilación a quien ya ha cumplido con exceso los requisitos, que sería mi caso.

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Por otro lado, llama la atención que, funcionarios encargados de aplicar las leyes, se nieguen a hacerlo. El hecho de que alguien pueda pensar que una ley es inconstitucional, mientras no esté así declarado, no autoriza a nadie a negar su aplicación. Sólo los jueces pueden declarar la inconstitucionalidad de una ley. Imagínese si alguien fuera a pedir un registro de conductor o la habilitación de un comercio, y el director le dijera: mire, creo que la ley que usted invoca es contraria a la Constitución y por lo tanto yo no le doy el registro o no le habilito el comercio. Es una manera insólita, rara, de pensar.

-¿Qué jueces van a fallar sobre la posible inconstitucionalidad de la ley 460, que fijó el régimen jubilatorio anticipado?

-Mire, se va a expedir un Tribunal. Yo no sé porque no sigo este tema, imagino que serán jueces subrogantes o conjueces, de acuerdo a lo que regula la ley orgánica del Poder Judicial.

-¿Qué pasa si ese Tribunal declara finalmente la inconstituciona-lidad, aún después de otorgadas un número importante de jubilacio-nes?

-Hay una teoría general del derecho administrativo que se ha dedicado a estudiar estos casos, tanto de los actos administrativos ya cumplidos como de los que todavía no han sido llevados a la práctica. O sea que no se puede conjeturar sobre algo que no sabemos si va a suceder. Creo que exigirá un análisis detenido y caso por caso.

-¿Le preocupa que se haya demostrado que un juez de Cámara participó en la elaboración del régimen anticipado de jubilación?, ¿no es poco feliz que un sector de la Justicia haya impulsado la norma para después beneficiarse con ella?

-Es interesante la pregunta y habría que responder con uno o dos argumentos. Primero, yo personalmente no tenía conocimiento de que la Asociación de Magistrados tuviera un proyecto jubilatorio propio ni creo que haya sido el texto luego introducido en la ley 460. Por otro lado, si bien las asociaciones de este tipo no son un sindicato, bien pueden peticionar proyectos tal como lo hacen otras organizaciones. Lo importante es que estas iniciativas después van a la Legislatura y son analizadas, se entiende, pensando en el bienestar general y no en el de un sector.

Por otra parte, nosotros no somos políticos, tenemos una vida al

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servicio de la Justicia, hemos transitado todos los escalones, desde el de secretario hasta el de juez de la Corte. Si se ha querido traer a la provincia gente con cierto oficio o grado de formación para funciones de responsabilidad, lógicamente eso tuvo que incidir en las remuneraciones de los jueces. Y por lo tanto incidirá en su jubilación.

-¿El problema no es que esa inversión realizada por la provincia se pierde, en gran medida, si los jueces se jubilan y hay que reemplazarlos por otros?

-Sí, pero fíjese que la Legislatura está conformada por los representantes del pueblo. Así es el régimen republicano. Los legisladores de la gestión anterior sancionaron esta ley y los actuales funcionarios del Cuerpo no se han abocado ni a una revisión ni a una modificación de la norma. Es decir que uno tiene que creer en los representantes del pueblo y acatar la vigencia y la obligatoriedad de la ley. Esa por lo menos es mi posición.

-¿Se arraigó en Tierra del Fuego lo suficiente o se vuelve a su lugar de origen?

-Mire, me voy a quedar, no sé cuánto tiempo más pero me voy a quedar. He vivido bien, soy una persona agradecida, me han dado en general un buen trato y creo que he retribuido en algo la distinción que significó ser juez del Tribunal con un trabajo constante, como en toda mi vida.

-¿Es una deuda con la sociedad no haber explicado esa acordada inicial a través de la cual se fijaron sueldos superiores a los del Gobernador? 1

-No tengo muy presentes los pormenores del tema porque en ese entonces yo era fiscal del Superior Tribunal y por lo tanto no intervine en la redacción de esa acordada. Lo que sí recuerdo es que el sueldo básico del juez era de 8400 pesos mientras que el Gobernador ganaba 9000. Y lo que recuerdo, porque me afectó personalmente, es que por haber sido fiscal y funcionario dejé de percibir durante dos años 2500 pesos por mes que me hubieran correspondido en virtud de la antigüedad. Es decir que a mí sí me alcanzó el tope del Gobernador. Después, el sueldo del mandatario cambió pero no los salarios de los jueces, porque por algo están las normas constitucionales. De lo contrario a través del tiempo podrían pasar distintas administraciones que fueran

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fijando distintos sueldos y la independencia o la tranquilidad de los jueces para resolver con ecuanimidad, se perdería. Es decir que la Constitución Provincial no es caprichosa.

-¿La Constitución no menciona, también, la inamovilidad de los jueces?

-Sí, por eso le explicaba antes (no sé si fui claro) que esa inamovilidad tiene sentido si se obligara a retirar a gente que no cumple con los requisitos jubilatorios.

-¿Y esto acaso no sucede?-Bueno, por eso le digo que en materia de inconstitucionalidad, cada

vez que se habla de ello no se puede hablar en bloque o genéricamente de una ley. Habrá que ver las circunstancias de cada caso para, en definitiva, resolver si es aplicable una norma o si es contraria a la Constitución. 2

Con la salida de González Godoy, el Superior Tribunal pasó a tener una conformación provisoria de dos miembros mientras comenzaban a desarrollarse los concursos públicos para que el Consejo de la Magistratura eligiera a los jueces sucesores, una tarea que se demoró más tiempo del razonable.

En tanto, en los expedientes en que existía disparidad de criterio, el tribunal debía recurrir a un juez de la Cámara de Apelaciones para que interviniera en forma subrogante y desempatara una votación en disidencia. Esta situación planteó controversias, ya que para algunos juristas, ese tercer juez carecía de independencia de criterio o se exponía a una circunstancia de violencia moral, ante la posibilidad de tener que fallar con posición jurídica contraria a quienes poseían sobre él una función de superintendencia jerárquica.

El 17 de agosto de 2000, el Gobierno de Manfredotti aceptó también las renuncias de Carranza y Hutchinson, a través de los decretos 1337 y 1338, pero condicionadas al otorgamiento del beneficio jubilatorio y “a partir de la fecha en que se cubra el cargo respectivo, o hasta que el Superior Tribunal de Justicia cuente con el número mínimo de miembros para funcionar, a elección del Tribunal”. 3

El primero de los dos en retirarse fue Hutchinson, luego de que fuera seleccionado para el cargo, el abogado de Río Grande Carlos Andino, el

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27 de septiembre del mismo año.Andino tenía entonces 45 años y ninguna carrera judicial. En

cambio, había sido legislador, concejal y precandidato a intendente de Río Grande por el PJ. Era indudable que su designación estaba vinculada con el pacto entre el peronismo y el Movimiento Popular Fueguino para dividirse, entre ambas fuerzas políticas, el manejo del Poder Judicial provincial.

Semanas antes de que fuera elegido juez, la prensa daba por cierto su nombramiento. Quizá por ello no sorprendió cuando el Consejo lo votó por unanimidad, a pesar de que sus competidores eran el integrante del Tribunal de Cuentas Luis Alberto Boschero, el secretario de demandas originarias del Superior Tribunal, Nicolas Sissini y el jefe de fiscales, Carlos Bassanetti, entre otros.

La llegada de Andino generó adhesiones y rechazos en igual medida. El ex presidente del Colegio de Abogados de Ushuaia, Raúl Aciar, resaltó el hecho de que se hubiera seleccionado a un profesional de Tierra del Fuego en lugar de otro que se desempeñara fuera de los límites provinciales. A su vez negó que la procedencia política de Andino constituyera un riesgo para la independencia de la Justicia, y le restó trascendencia a su falta de trayectoria judicial.

En tanto, el ex presidente del bloque de legisladores de la Alianza, Alejandro Vernet, criticó el nombramiento porque se trataba, dijo, de “un hombre ideológicamente pegado al Gobierno”. Vernet interpretó la elección de Andino como otro paso del gobierno manfredottista en busca de una “Justicia adicta”. 4

A la gestión de Manfredotti también le pareció bien la designación. El por entonces vicegobernador de la provincia, Daniel Gallo, destacó que se hubiera seleccionado a “un juez natural” para un cargo de tan alta responsabilidad, “alguien que conoce la realidad y la idiosincrasia de nuestra sociedad”, resaltó. Según Gallo, se trataba de “un hombre de Tierra del Fuego, comprometido con la provincia, que desarrolló toda su actividad aquí, donde tuvo distintas responsabilidades como legislador provincial y concejal”. Y subrayó el hecho de que el Consejo de la Magistratura lo había seleccionado entre veinte postulantes y por unanimidad.

El día de su jura, cuando le recordaron su conocida militancia

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peronista y le preguntaron si ello podía influir en su nueva etapa profesional, Andino contestó con un escueto “no tengo comentarios que hacer sobre eso”.

José Antonio Salomón fue elegido juez del Superior Tribunal de Justicia el 22 de diciembre del mismo año 2000.

El histórico abogado de Ushuaia era un antiguo poblador con cierto renombre en la comunidad fueguina y sin carrera judicial. Su postulación a juez fue impulsada por sectores del Movimiento Popular Fueguino, partido del que había sido uno de sus fundadores en la década del 80, en el marco del pacto político con el PJ.

Antes de que el Consejo de la Magistratura convocara al concurso para cubrir la vacante en la Corte, la designación de Salomón era “una fija”, como se desprende de este reportaje de la época publicado el 17 de noviembre, cuando todavía no se conocía el resultado del proceso de selección:

-¿Está cerca del Superior Tribunal?-Bueno, presenté mi currículum ante el Consejo de la Magistratura

y ahora veremos lo que ocurre en el concurso. Por supuesto que la aspiración profesional y judicial de todo abogado siempre es llegar al Superior Tribunal. Es lo mismo que el sueño de todo político, empieza allá abajo y siempre quiere terminar como presidente de la República.

-¿Qué le puede aportar su presencia al Superior Tribunal?-Puedo ser muy útil organizando esta Justicia joven, que todavía no

tiene diez años, llevando además toda la experiencia de estos 37 años de ejercer la profesión en Tierra del Fuego.

-¿Por qué todo el mundo comenta que su candidatura es “una fija”?

-En los concursos no hay fijas. Siempre depende del mérito de los concursantes según la óptica de los que eligen, ya sean méritos intelectuales como personales o profesionales. Depende de siete personas, en este caso.

-¿Está de acuerdo con el criterio del Consejo de la Magistratura de darle prioridad a los abogados locales?

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-En un principio, cuando se creó el Poder Judicial, pensaba que viniendo gente de afuera se podían aportar una serie de cosas. Creo ahora que esa gente aportó sus conocimientos pero le faltó la idiosincrasia fueguina. Sabemos que cada pueblo tiene sus propias características. Lo veo por ciclos: los que vinieron cumplieron la función de organizar y ahora nos queda a los locales seguir esta obra para que la gente tenga confianza en su Justicia y en su juez.

-¿Estaría dispuesto a ganar menos sueldo que los jueces anteriores?

-No puedo hablar sobre eso porque no conozco el presupuesto y los comentarios son muchos. Considero que por más que me haya presentado en un concurso, antes de saber si me seleccionan no corresponde opinar sobre el tema.

-¿Pero es un tema conflictivo?-Entre muchos otros. El Poder Judicial es una gran pirámide integrada

por muchísima gente. En muchos casos va a haber que redistribuir tareas. En las mesas de entradas de los juzgados, por ejemplo, donde se concentra gran cantidad de trabajo, a veces hay un solo empleado. Habría que hacer una reorganización administrativa. Hay que dotar a Río Grande de un edificio para los juzgados, porque la forma en que están trabajando es infrahumana, no sólo por los empleados sino por los profesionales y los particulares.

-Si lo eligieran para ocupar un lugar en la Corte ¿cómo manejaría su conocida militancia política en el MPF y su buena relación con el manfredottismo?

-Uno tiene su conciencia y sabe cómo tiene que proceder. Por otra parte el Código establece los casos en los que hay que excusarse, por parentesco, amistad íntima, etc.

-¿Usted es amigo del gobernador?-Amistad no tenemos. Con Manfredotti nos conocemos desde cuando

llegó a Ushuaia hace muchísimos años. Inclusive yo fui el primer abogado del SAT, en la época del gobernador Trejo, cuando luchamos por el convenio que tienen actualmente los trabajadores del Canal 11. Es decir, todos los que estamos acá tenemos vinculación, familiar o personal. Por eso muchos decían que tiene que venir gente de afuera. Porque no tiene ese contacto que tenemos nosotros. Pero el contacto

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personal es casi inevitable en una comunidad como la nuestra. 5

Un mes y seis días más tarde, Salomón fue elegido juez del máximo organismo judicial de la provincia por la unanimidad de los siete integrantes del Consejo de la Magistratura. Ya como magistrado, aceptó también contestar preguntas sobre el proceso de selección y sobre su nueva función judicial:

-¿Su designación era una fija?-La podemos comparar con el campeonato de Boca. En la primera

fecha era una fija, pero después emparejó River y si le ganaba a Huracán, ¿qué pasaba?

-¿Cuándo asume?-No he hablado con nadie todavía. Me enteré el viernes a última hora

(de la selección) en forma extraoficial y como ahora hay feria (judicial) hasta fines de enero, veremos cuándo me notifican. Por mi parte tengo que reencauzar mi vida. Pasada la gran emoción, porque no lo esperaba en este momento, renunciaré a la matrícula de abogado, a mi afiliación al Movimiento Popular Fueguino, a un montón de cosas. A lo único que no voy a renunciar es a ser hincha de Boca.

-¿Qué representa para usted integrar la Corte fueguina?-Para mí es un desafío muy, muy grande, y un cambio de vida

tremendo. Seguramente, por ejemplo, ya no podremos hablar como lo estamos haciendo ahora. No sé si seré de una escuela anticuada pero creo que los jueces deben manifestarse únicamente a través de sus sentencias.

-¿No tendrá contacto con los medios?-Me parece que habría que formar una especie de oficina de prensa

que una o dos veces por semana suministre todas las informaciones. Ojo, es una opinión mia. No nos olvidemos que el Superior Tribunal es un cuerpo colegiado y la mayoría decide. Creo, de todas formas, que la información a la prensa debe ser muy fluida.

-¿Cómo será el trato con sus colegas abogados del fuero?-Pasar del otro lado del mostrador puede ser una cosa muy práctica.

El Poder Judicial suele tener como defecto que quienes lo integran nunca han ejercido la profesión. Y el ejercicio de la profesión es la parte viviente

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del derecho. Yo lo sé por haber vivido las necesidades de los abogados .-¿Será un juez independiente?-Voy a contestar con una pregunta. La gente me conoce, tengo 61

años y muchas opiniones vertidas públicamente: ¿estoy en condiciones de cambiar ahora? Habrá fallos donde, como siempre, el 50 % estará de acuerdo y el resto no.

-¿No le va a temblar el pulso cuando tenga que decidir en causas que involucren al Gobierno?

-Para nada. Yo milité en el Movimiento Popular Fueguino, ¿se acuer-da? Milito, en realidad, hasta que presente la renuncia. ¿Y sabe cuál fue mi posición respecto del Gobierno de Estabillo? 6 Muy crítica ¿no? Sin embargo en 1983 yo había sido el gestor de su candidatura a intenden-te. Yo colaboré en la fundación del Movimiento Popular Fueguino. Es decir que se puede ser crítico aún hasta de lo que uno ayudó a crear. 7

Con la salida de González Godoy, primero, y de Hutchinson después, la Corte se reconstituyó fugazmente con la terna Andino, Salomón y Carranza. Este último seguía ejerciendo funciones a pesar del alta jubilatoria otorgada por el Instituto de Previsión Social el 23 de marzo de 2001.

Por esos días, Carranza, que nunca se opuso a su jubilación obligatoria, parecía súbitamente interesado en prorrogar su estadía en la Justicia.

Un abogado colaborador del manfredottismo le contó al autor de este libro que el magistrado “negoció hasta último momento” su continuidad en el cargo, convencido de que podía adaptarse perfectamente a los nuevos tiempos judiciales.

El asunto tomó un cariz institucional cuando el propio Superior Tribunal dictó una acordada manteniendo en el puesto a Carranza hasta el 31 de mayo de 2001, desconociendo la jubilación.

El caso abrió varios frentes de cuestionamiento, porque la única forma de suspender una jubilación aprobada bajo el régimen anticipado obligatorio (aún para los jueces) era argumentar razones de servicio. Y ello no era aplicable a Carranza porque la Corte podía funcionar con dos miembros hasta tanto el Consejo de la Magistratura designara a un reemplazante. Es decir que el Superior Tribunal utilizó para decidir la

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continuidad de uno de sus ministros, un mecanismo inédito: pospuso la entrada en vigencia de una jubilación otorgada sin que existieran razones de servicio.

El abogado Manuel Raimbault, luego legislador provincial, declaró por entonces que esa conducta violaba el principio de igualdad ante la ley, porque “cualquier empleado público no tendría la posibilidad que tuvo Carranza”.

Además, se generó una situación inédita: durante casi setenta días, el magistrado no podría haber sido acusado de mal desempeño de funciones ante el Consejo de Magistratura, en virtud de que técnicamente ya había sido jubilado.

“Yo me atengo a lo que dispuso un acuerdo del Superior Tribunal de Justicia donde se estableció mi condición de juez hasta el 31 de mayo del corriente año”, se defendió el propio Carranza en una entrevista periodística concedida por aquellos días. Transcribimos una parte del reportaje:

-¿Por qué lo jubilaron el 23 de marzo entonces?-No tengo conocimiento.-¿Se podría decir que está jubilado y ejerciendo el cargo?-Yo tengo la jubilación concedida y hasta tanto el Superior Tribunal

no estableciera la fecha en que cesaba mi función, seguía en mi cargo. Ahora la estableció y por eso el 31 de mayo me voy.

-¿Cobra sueldo o jubilación? -Percibo mi sueldo.-¿Quiere decir que no tiene validez lo que dictaminó el IPPS?-No voy a opinar sobre la validez o no de la resolución del organismo

jubilatorio. Me atengo a lo que dijo el Superior Tribunal. Yo me debo a esta Corte, y esta Corte ha definido, de acuerdo a las atribuciones que tiene, que me quede trabajando hasta el 31 de mayo.

“La ley se cumple”

Carranza también se mostró optimista respecto de los resultados de la aplicación del régimen de jubilación anticipada obligatoria en ámbito del Poder Judicial.

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“No podría decirle qué efectos advierto porque no me lo he puesto a analizar, sino que estoy participando con toda dedicación en un proceso de cambio que incluyó hasta el recambio de dos ministros de la Corte. Sí considero que ésto aparejó nuevas ideas, otras formas de ver algunas cosas y un aire de renovación”, sostuvo el juez y destacó la incorporación de profesionales con “nuevos bríos y renovadas expectativas”.

-¿Usted fue obligado a jubilarse?-Toda norma legal, desde el momento que se la dicta, genera

obligatoriedad para todos en su observación. Más allá de lo que se haya dicho sobre si es constitucional o no, eso es un problema de apreciación. Toda norma que se dicta es para cumplirla. En mi caso cumplo con lo que dice la norma. La Caja entendió que yo reúno los requisitos necesarios y me concedió la jubilación. 8

La salida

Con demora incluida, Carranza también dejó su cargo y el máximo organismo del Poder Judicial fueguino quedó oficialmente descabezado el 31 de mayo de 2001.

Con estilos diferentes, Salomón y Andino tomaron la posta de la Justicia manfredottista mientras aguardaban la selección del tercer juez del tribunal, una medida que empezó a dilatarse de manera inexplicable.

En esos meses, la Justicia tuvo un intento de reacomodamiento interno, a partir de los proyectos para mejorar las condiciones de trabajo del personal; y en las declaraciones públicas, los jueces hablaban más de obras edilicias que de sentencias.

A modo de ilustración, basta citar un párrafo del discurso pronunciado por Andino en el acto de jura de Salomón, en marzo de 2001:

“-(...)mediante expediente 2351 se tramitó el concurso de precios para la realización del proyecto definitivo de la morgue judicial que funcionará en las calles Bilbao y Brown, de Río Grande. Será una obra de 350 metros cuadrados a realizarse con fondos propios de la Justicia.

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Estaría adjudicada antes de fin de año (...)-(...) por expediente 4237 ya se encaró la refacción del edificio del

Ex Campamento YPF (actual sede tribunalicia). Allí se construirán oficinas para las salas Civil y Penal de la Cámara de Apelaciones, para el Superior Tribunal de Justicia y para la permanencia de efectos secuestrados. Las obras ocuparán 360 metros cuadrados de superficie y se realizarán con fondos de la Justicia. También se encuentra en proceso de licitación (...).

-(...) de acuerdo al expediente 7191 se reabrió el trámite adminis-trativo para la construcción de un nuevo edificio de Tribunales en Río Grande. El edificio tendrá 5000 metros cuadrados. Allí funcionarán oficinas para el Tribunal Oral y el Superior Tribunal de Justicia. Y se construirá un espacio para detenidos. Ya se realizó el concurso de pre-cios para la elaboración del proyecto. La primera etapa (de alrededor del 40%) será financiada con fondos judiciales. El resto contará con aportes del Poder Ejecutivo. La obra costará en total unos 5 millones de pesos (...).

-(...) en el edificio de Tribunales de Ushuaia se efectuaron distintas tareas de mantenimiento y se construyeron despachos para la defensoría pública y para la realización de audiencias que involucren a menores (...).

-(...) Mediante el expediente 2510 se realizaron obras de cloaca y salidas de emergencia y a través del expediente 4759 se invirtieron cerca de 100 mil pesos en la actualización de las bibliotecas, “convirtiéndolas en las más equipadas del país”(...) 9

Sin embargo, 2001 era un año de crisis para la economía nacional y provincial. Gran parte de esas obras quedaron en meras enunciaciones, sepultadas con los sueños de miles de argentinos que contemplaron estupefactos el estallido social que culminó con el gobierno de Fernando De la Rúa.

Andino pasó de pronosticar obra pública a soportar presiones internas y externas al Poder Judicial para efectuar un ajuste en los sueldos de los funcionarios y magistrados.

Las recomendaciones de integrantes de círculos políticos cercanos a quienes habían impulsado la candidatura del juez, tuvieron su

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reflejo en el paquete de medidas anunciado por el titular de la Corte el 22 de agosto de 2001.

Bajo el escudo de la frase “es lo máximo que podemos hacer”, que el magistrado se cuidó de pronunciar delante de una decena de periodistas, se detalló una lista de reducciones presupuestarias a implementarse a partir del 1 de septiembre de ese mismo año.

El recorte quedó fijado a través de la acordada 36/01 (firmada por Andino y por el otro ministro de la Corte, José Salomón) e incluyó, básicamente, los siguientes puntos:

-se redujeron un 10% los sueldos de bolsillo de la totalidad de los agentes judiciales de la provincia que ganaran más de 1.200 pesos por mes. La medida alcanzó a 159 empleados, y representó un ahorro anual de “entre 800 y 900 mil pesos”

-los dos ministros del Superior Tribunal (Andino y Salomón) se comprometieron a hacer un aporte voluntario de sus sueldos también del 10%, y a cobrar antigüedad hasta un tope máximo de treinta años de servicio.

-a su vez, los miembros del Tribunal “invitaron y exhortaron” a los demás jueces, fiscales y defensores a adherirse al mismo aporte. Los que no se opusieran por escrito en el plazo de cinco días habrían aceptado de hecho la medida.

-los empleados alcanzados por el recorte pasaron a trabajar media hora menos por día, “totalizando una jornada laboral de seis horas comprendida entre las 8 y las 14”.

-la acordada rigió desde el 1 de septiembre de ese año hasta el 31 de diciembre del año 2002.

-del texto de la resolución judicial se desprendía que los jueces ratificaban “la intangibilidad de las retribuciones de magistrados y funcionarios del Ministerio Público”, a la vez que mantenían la escala salarial fijada por las acordadas 10/94 y 32/98. Por ende, la reducción salarial adoptaba la forma de “aporte voluntario”.

-además, se suprimió el derecho a compensación de cualquier tipo por la cobertura de cargos subrogantes, se suspendió la ejecución de obras de infraestructura que no se encuentren en construcción “hasta tanto las obras proyectadas no cuenten con efectivo respaldo financie-ro” y se dispuso que los nuevos juzgados a crearse deberían contar

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con la ampliación de la partida presupuestaria correspondiente.En conferencia de prensa, Andino habló de la necesidad de que

la Justicia “se inserte en la realidad social de la época”, y enumeró otras medidas de ajuste y “esfuerzos” realizados por el Poder Judicial a partir de su creación.

Destacó que los jueces y funcionarios judiciales no perciben horas extras, servicios o contribuciones a terceros ni asesorías de ninguna especie, y que a pesar del notable incremento de causas en trámite, la cantidad de juzgados y de empleados siguió siendo la misma.

Otro “esfuerzo” judicial fue la eliminación de erogaciones para viviendas de magistrados y funcionarios, y el plus por permanencia en el cargo. 10

No obstante, en los meses siguientes, los interlocutores de Andino en el poder político de la época enviaron claros mensajes de que el ajuste no había alcanzado.

El juez primero guardó silencio, pero a medida que transcurría el tiempo fue acumulando presión hasta que finalmente presentó su renuncia al cargo en febrero de 2002.

Por la envergadura institucional del alejamiento, y también por el contenido del airado texto de dimisión, la salida de Andino derivó en un vendaval de reacciones, que incluyeron desde cruces mediáticos hasta denuncias penales.

Es que el entonces vicepresidente de la Corte firmó un escrito de renuncia de cinco páginas en el que arremetió contra el vicegobernador provincial Daniel Gallo, y también contra los legisladores Rubén Sciutto, titular de la bancada oficialista del PJ, y Alejandro Vernet, de la UCR, a quienes acusó de “montarse en la demanda de la población para diferenciarse de la dirigencia política cuestionada socialmente y ser reelectos en los puestos de privilegio que les ha dado el poder”.

Andino también escribió “haber estado, los últimos meses, sumido en la tristeza y el cansancio moral por no poder vislumbrar la provincia que se merecen nuestros hijos”. 11

Era cierto que el bombardeo contra el Poder Judicial, por el tema del ajuste, había estado a la orden del día durante ese verano.

El 30 de enero de 2002, Gallo había realizado la siguiente declaración: “al Poder Judicial la realidad lo va a superar. Se puede

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ajustar mucho más. Hay poderes que se quedan en la proclama y no hacen nada. El gasto político tiene que estar relacionado con la calidad de trabajo y tenemos que hablar del gasto público en función de la calidad de los funcionarios. Hace falta coraje para aplicar un ajuste”. 12

Cinco días más tarde, el 4 de febrero, el legislador Sciutto, redobló las críticas a la Justicia: “en el Poder Judicial tienen que reflejar lo que vive la gente y tienen que ser solidarios. Voy a ser claro, creo que acá no podemos escapar a la realidad que vive la comunidad y el país. No voy a hablar de patriotismo pero tenemos que tener un criterio sobre lo que estamos viviendo. Voy a acompañar al vicegobernador porque la Justicia debe estar adaptada al país. Cada Poder puede bajar su sueldo y la gente tendrá que juzgar si los jueces están bien pagos o mal pagos. Yo creo que debe haber un ajuste porque en algunos casos no se adaptan a la realidad”. 13

Con Andino llamado a silencio hasta el momento de su renuncia, la defensa de la Corte era ejercida, en esos días, por el juez Salomón, quien el 1 de febrero, al asumir por primera vez la presidencia del Superior Tribunal, habló de “críticas malintencionadas que pretender herir el prestigio del Poder Judicial a través de amenazas o ataques personales a sus miembros -en especial jueces, magistrados y funcionarios- basados en falsos datos monetarios o en errores de procedimiento. Esto debe ser un aviso para que todos estemos atentos y veamos cuál es el verdadero objetivo de este accionar”, señaló en su discurso. Ese día, Salomón también inmortalizó una frase: “seremos como la lenga, enfrentaremos los vientos y las tempestades pero no nos doblaremos ni nos doblarán”. 14

Pero la batalla presupuestaria no era la única ni la más importante que se libraba entre los jueces de la Corte y los representantes del poder real en la provincia. Detrás del pretendido ajuste judicial persistía la pelea de fondo entre los más fieles integrantes de los cuadros manfredottistas que se disputaban el manejo liso y llano del Superior Tribunal de Justicia.

El abogado Héctor Pena, siempre influyente en el gobierno de Manfredotti, y el ministro Coordinador Alberto Revah, mano derecha del mandatario, pretendían controlar esa valiosa cuota de poder y

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operaban en forma permanente para impulsar a sus propios candidatos o para denostar a los rivales.

Por alguna razón, Andino quedó en medio de esa disputa y tuvo que irse cuando sintió que había perdido el respaldo inicial a su gestión.

Algunas declaraciones públicas realizadas por diferentes referentes oficialistas y opositores al gobierno, en los días posteriores al alejamiento del juez, sirven como cuadro indiciario de que la batalla por el Superior Tribunal era más trascendente que el ajuste presupuestario.

Por ejemplo el ex legislador Sergio Cejas, del PJ, sostuvo que “la gente pedía que el Superior Tribunal anterior no esté más y entonces lo cambiamos”. En el mismo reportaje, deslizó que la “Justicia y el Ejecutivo se alimentan entre sí”, y admitió desconocer “las causas de la renuncia del compañero Andino”. 15

En cambio para el abogado Manuel Raimbault, el texto de la renuncia de Andino resultó un muestrario de las graves falencias institucionales de la Justicia fueguina.

“Por un lado reafirma que la impunidad ha persistido desde su asunción hasta su alejamiento. Incluso avanza un paso más al identificar a los sectores de impunidad, a los cuales vincula con el Gobierno provincial. Sostiene, por ejemplo, que el vicegobernador Daniel Gallo es uno de los responsables de la crisis a la que se llegó a partir de una dirigencia corrupta e inepta. Es decir que ya no solamente existen hechos de corrupción, sino que ahora están individualizados, y nada menos que por un ex presidente de la Corte”.

En otro sentido, Raimbault señaló que “no puede ser que la interna del partido justicialista resuelva la cabeza del Poder Judicial. Esto me parece alevoso, tanto así que, en definitiva, lo que está señalando Andino es que en esta provincia puede empezar a decirse que ni siquiera existe la Justicia”. 16

Por su parte el abogado Francisco Giménez, de Río Grande, consideró el alejamiento de Andino como “una pérdida importante para el Poder Judicial”.

“En lo personal y en lo profesional lamento mucho que haya tomado esta decisión, pero también entiendo y comparto las razones que ha

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dado. Si es cierto lo que ha dicho, como hombre de bien no puede permanecer ni un minuto más en el cargo, sobre todo sabiendo de quiénes vienen las presiones y los intentos de desprestigiar al Poder Judicial”.

Para Giménez, ese hecho representó un retroceso para la Justicia, aunque advirtió que “la descomposición del Poder Judicial empezó hace mucho tiempo y se consumó con la ley de jubilación anticipada, utilizada por el peronismo para buscar una Justicia adicta. Creo que la renuncia del doctor Andino demuestra que todavía no han conseguido este objetivo”.17

Un mes después de haber dejado su cargo, el ex juez Andino admitió públicamente que tenía ofrecimientos para reiniciar su carrera política, y que evaluaba aceptarlos.

El 11 de marzo, en un reportaje concedido al autor de este libro y al periodista Silvio Bocchicchio, el abogado habló de sus aspiraciones, pasó lista a algunas de sus intervenciones como magistrado y reafirmó los motivos de su renuncia:

-¿Se va a dedicar a pleno a la actividad política?-Mire, yo estoy muy contento porque con mi renuncia tuve más

adhesiones que las que tuve con mi designación. Mucha gente empezó a verme, a mandarme notas o cartas, y algunos me plantearon que querían que yo volviera a la política. Entendieron mi renuncia como un gesto simbólico, como una ratificación de mis valores personales, de mi trayectoria. No me quieren para un cargo determinado. Aunque un sector del peronismo me habló de temas muy concretos, también me hablaron de otros partidos políticos, incluso vecinos y antiguos pobladores.

La verdad que es una alternativa que nunca me la había planteado. Yo no renuncié por eso. De hecho mis motivos fueron públicamente expuestos para que no quedara ningún tipo de duda.

-¿El peronismo es la posibilidad más concreta?-Yo me fui de la política hace muchos años. Milité en el peronismo

unos quince o diecisiete años, desde que era adolescente. Pero me fui muy cansado, desahuciado, por el estado general de la política que es

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el mismo de hoy aunque más agravado. Me fui por el clientelismo, la falta de reconocimiento de los punteros políticos hacia mi trayectoria, porque me subestimaban profesionalmente, en fin. Después, el gobierno de Menem confirmó esas prácticas y tuvo un impacto terrible no sólo en el peronismo sino en el país. Por eso asumí una actitud pasiva y consideré que mi último refugio podía ser el Poder Judicial.

Ahora, esta situación, no sé si va a cambiar las cosas. Por el momento no hay ninguna candidatura, ningún lanzamiento de nada, simplemente propuestas.

-¿Qué opina de la gestión del gobernador Carlos Manfredotti?-Creo que es una gestión mediana, digamos, no es mala. Pero el

problema del país no se resuelve con un gobernador. Creo que lo principal, más allá de los nombres, es superar la profunda crisis moral.

-¿Usted cree que el Gobierno interfirió en el funcionamiento del Poder Judicial?

-Mire, si promulgaron una ley en virtud de la cual los jueces estaban obligados a jubilarse, es claro lo que sucedió.

-Se refiere a la ley 460, tildada de inconstitucional, ¿por qué el Superior Tribunal, cuando usted lo integraba, no se pronunció sobre ese tema?

-En todos los planteos que tuve sometidos a consideración, voté como creí que dictaba mi conciencia. No quisiera comentar mis fallos públicamente.

-Es que la Corte nunca se expidió sobre la inconstitucionalidad de la ley 460

-No, no, exactamente.-¿Por qué?-Porque no tuvo oportunidad de hacerlo. En dos o tres casos, donde

existía la posibilidad de pronunciarse, el pleito se dirimió de acuerdo a otras alternativas. No hubo necesidad de expresarse.

-Usted se presentó a ocupar un cargo que fue dejado vacante por jueces “obligados” a jubilarse, ¿no es contradictorio, ahora, criticar esa obligatoriedad?

-Y no, yo me preparé doce años para ocupar un cargo en el Superior Tribunal de Justicia. Yo no gesté la ley 460. Si usted me pide una

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opinión, ahora que dejé de ser juez, yo se la doy. Nada más que eso.-¿Opina que la ley 460 es intocable para este Gobierno?-Es revisable. Opino que es meritoria, por ejemplo, la actitud del

(Jefe de Fiscales) Dr. Carlos Bassanetti que cuestionó la obligatoriedad de jubilarse. El Tribunal todavía no se ha expedido sobre el tema y pienso que debería hacerlo.

-¿En qué consistía la interferencia del poder político en la Justicia?-En mi renuncia he sido lo suficientemente concreto. El motivo

fundamental por el cual yo me fui es la falta de acompañamiento de aquellos que deberían haberme apoyado. Por eso el problema es la crisis de credibilidad, con la que contribuyó la ley de jubilación anticipada. Yo tenía una postura tomada en el Superior Tribunal. Yo le había dicho al Dr. (José) Salomón que con el sueldo que ganaba me daba vergüenza entrar a un supermercado. Se lo dije a los jueces de Río Grande también. Para mí era un conflicto moral. Debíamos producir una modificación a nuestros sueldos porque yo no podía caminar por la calle teniendo en mi casa a los amigos de mis hijos que eran padres desocupados y con hambre. Me daba vergüenza esta situación. Incluso advertí en innumerables oportunidades que si no podía solucionar ésto, me iba de nuevo a mi estudio jurídico.

-¿No pudo cambiar nada desde adentro?-No pude y renuncié. Lo que pasa es que en este país lo normal

es atarse a un cargo. Una renuncia es una excepción. Tenemos que cambiar. Igual yo cambié algunas cosas.

-¿De qué manera se sentía presionado por el poder político?-Yo no me sentía presionado, me sentía cansado, asqueado. Me

sentía asqueado.-¿Por qué? -Por lo que ya dije en mi renuncia. Por eso los legisladores (Rubén)

Sciutto y (Alejandro) Vernet hicieron declaraciones diciendo que no tenían nada más que agregar, que me respetaban. Yo creo que no tenían ni la idoneidad ni la dignidad moral para cuestionarme. Si usted lee el Boletín Oficial podrá ver que la esposa del legislador Sciutto está designada categoría 22 personal de gabinete, y que el mismo legislador ha librado facturas por el orden de 4 o 5 mil pesos a asesores. Ese funcionario no puede cuestionarme a mí si tengo que

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ganar 6 mil pesos. ¿Me entiende? Me sentí asqueado. Y si encima un día me levanto y me encuentro al vicegobernador generando mensajes populistas, me quedo sin opciones. O decido por mi honor para seguir caminando por las calles de Río Grande, o directamente resuelvo vivir con una custodia en la puerta. Por otra parte, yo no voy a desperdiciar lo que he hecho en mi vida, por un cargo de 8.500 pesos.

-¿Alguna vez lo llamaron por teléfono para decirle que tenía que fallar de una u otra manera?

-No, no. A mí nunca me llamó nadie. Y tampoco lo hubiera permitido.

-¿Existe Justicia independiente en Tierra del Fuego?-La independencia está en cada uno de los jueces, es una cuestión

personal y ligada a la moral de los individuos. Hasta qué punto cada juez se siente presionado a la hora de fallar en un caso, es una actitud de cada uno. Y una cosa más: únicamente garantiza la independencia del Poder Judicial la designación de jueces que obren de acuerdo a su conciencia. Eso es lo que debe garantizarse”.

La respuesta no se hizo esperar. “Los que renuncian son cobardes. Los diarios muestran que muchos abandonaron sus cargos y más allá de que uno renuncie por una moral superior, es un acto de cobardía”, le respondió Gallo a Andino luego de este reportaje.

Tanto el ex vicegobernador como Sciutto se habían mantenido al margen de la renuncia del magistrado, a pesar del tenor de su escrito de dimisión, pero el anuncio de la posible candidatura del ex juez cambió las cosas.

Andino “nos ataca porque dijimos que el Poder Judicial tiene que ser solidario con la gente. Dice que le daba vergüenza entrar al supermercado con el sueldo que ganaba, pero jamás se lo bajó”, criticó Sciutto.

“Me sorprendieron sus declaraciones porque en Río Grande nos cruzamos varias veces y no me dijo nada. No veo porque cambió tan pronto, salvo que sea una cuestión electoralista”, atacó el jefe de la bancada peronista. 18

En esos días, las repercusiones por la crisis en la Corte se sucedían casi indefinidamente. El abogado de Río Grande Alejandro De la Riva

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concretó en el mes de marzo una denuncia penal ante el juez Gonzalo Sagastume, para que se investigaran los supuestos delitos derivados del texto de renuncia de Andino.

El letrado realizó una presentación personal, luego de que el Colegio de Abogados de la misma ciudad demoró la intención de efectuar la denuncia en forma orgánica.

“Es obvio que (el ex juez, Carlos) Andino, en vez de renunciar haciendo puchero, debió incentivar las investigaciones que estaban en curso y denunciar públicamente los hechos que consideraba sospechosos. Lejos de una renuncia romántica, existió un acto de claudicación y ahora es su conducta la que debe ser investigada”, disparó De la Riva al explicar los motivos de la denuncia.

Y agregó: “No puede el máximo representante de la Justicia de Tierra del Fuego, en pleno ejercicio de sus funciones, hacer un relato de la encrucijada moral a la que se vio expuesto durante una reunión con legisladores, y renunciar por ello. Quiere decir que en esa encrucijada existieron cosas que deben investigarse”. 19

Como era de esperar, la denuncia no prosperó.

Solito y solo

Con la jubilación de González Godoy, Hutchinson y Carranza, y con la posterior renuncia de Andino, Salomón quedó en soledad al mando de un Superior Tribunal de Justicia vapuleado y entrecruzado por intereses políticos sectoriales.

A comienzos de septiembre de 2002, el juez había planificado un viaje a Buenos Aires para operarse de una pierna, a raíz de un accidente doméstico sufrido cuando estaba de vacaciones.

Esta simple circunstancia ocasionó que el organismo tuviera que funcionar sin ninguno de sus magistrados.

En ausencia de Salomón, las actuaciones administrativas de la Corte quedaron en manos del presidente del Tribunal Oral en lo Criminal, Carlos Dante Bet, mientras que las causas en trámite debían ser resueltas por los integrantes de la Cámara de Apelaciones en su calidad de jueces subrogantes.

Aún en el marco de esa crisis institucional, el único juez asumía

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la representación del Poder Judicial y respondía a los múltiples cuestionamientos públicos que rodeaban la labor judicial.

En el último reportaje que concedió a la prensa, por ejemplo, se había despegado de la designación del ex magistrado fueguino Tomás Hutchinson como integrante del consejo asesor del Foro de Tribunales Superiores de la Patagonia. Dijo que el nombramiento no se produjo a propuesta de los poderes judiciales de cada provincia, sino que se trataba de una decisión del Foro a instancias de los “méritos académicos o profesionales” de los propios postulantes.

En la misma nota habló sobre la supuesta ilegalidad de los embargos dispuestos por el Superior Tribunal sobre cuentas bancarias del IPAUSS en la denominada causa de los topes jubilatorios. “Lo único que puedo decir es que se ha aplicado el Código de Procedimientos y las leyes de la Provincia. La Corte pidió que se remitiera el expediente y así ocurrió. Nosotros discrepamos con ese envío, pero no tomamos decisiones ilegales”, aseguró. 20

En tanto, el Consejo de la Magistratura seguía dilatando la elección de los jueces para cubrir los cargos vacantes en el Superior Tribunal y se negaba a aceptar cambios en el procedimiento de selección para dotar al concurso de mayor transparencia.

El 9 de agosto, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) le dirigió una nota al Consejo, donde expresó “profunda preocupación por la falta de transparencia del mecanismo de selección de jueces con el que se designará en los días de la semana próxima, a los miembros de los tribunales de la provincia, en especial a los ministros del Superior Tribunal de Justicia. Asimismo, le solicitamos que, a través de los canales institucionales que correspondan, arbitre todos los medios a su alcance a fin de asegurar la independencia e imparcialidad que ineludiblemente deben revestir los tribunales de justicia. Nuestra preocupación se basa en el irregular funcionamiento del Consejo de la Magistratura provincial, en tanto realiza sus sesiones con carácter reservado, y la evaluación que efectúa sobre los candidatos no está basada sobre métodos o estándares objetivos, que permitan inferir que las personas elegidas han sido designadas por sus cualidades técnicas, profesionales, morales y éticas, y por lo tanto, son las más idóneas para llevar la investidura judicial”.

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La nota agregó, además, lo siguiente:-“nos preocupa el hecho de que el Consejo de la Magistratura esté

conformado mayoritariamente por personas que, de uno u otro modo, tienen vinculación con el Poder Ejecutivo provincial. En este sentido, dos de sus siete integrantes son legisladores provinciales, siendo una de ellas la esposa del mismo gobernador. Conforman también el Consejo de la Magistratura el Fiscal de Estado provincial -quien fue designado por el Poder Ejecutivo de la provincia- y el ministro coordinador provincial. La nómina del Consejo se completa con el único integrante del Superior Tribunal de Justicia provincial y con dos representantes por los colegios de abogados de la provincia (uno por Ushuaia y otro por Río Grande)”.

-“Esta falta de transparencia en el funcionamiento interno del Con-sejo de la Magistratura toma singular relevancia en estos días, ya que en la próxima semana se resolverían cinco concursos judiciales, dos de los cuales son para designar a los restantes miembros del Superior Tribunal de Justicia, que desde marzo de este año está funcionando con un solo ministro.

En este sentido, con referencia a la imparcialidad e inde-pendencia que deben revestir los tribunales y los mecanismos de selección de los jueces, el Tribunal Europeo de Derechos Hu-manos ha expresado que “...Para determinar si puede conside-rarse independiente a un órgano -especialmente en relación al ejecutivo y las partes- el Tribunal ha tenido en cuenta el modo de designación y la duración del mandato de los miembros, la existencia de garantías contra las presiones exteriores y sobre si hay o no apa-riencia de independencia” .

-“Por su parte, el Ilustre Relator Especial sobre la independencia de magistrados y abogados de Naciones Unidas, ha sostenido que “...El sistema judicial no sólo debe ser independiente e imparcial sino parecerlo. De ahí que los mecanismos de nombramiento, promoción y disciplina de los magistrados no sólo tengan que ser independientes sino también parecerlo. Igualmente, los mecanismos de supervisión de la judicatura deben ser independientes y parecerlo...”.

-“Por otro lado, y con la inteligencia de la directa vinculación exis-tente entre nuestro sistema democrático y una justicia independiente e

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imparcial, distintos juristas de reconocido prestigio, autoridades de la Federación Argentina de Colegios de Abogados, y organizaciones de la sociedad civil en general han expresado su consternación por la falta de transparencia e imparcialidad en los mecanismos de selección de jueces en la provincia de Tierra del Fuego”.

-“Por la gravedad de los acontecimientos denunciados, y el peligro que representan para el mantenimiento del Estado de derecho y la plena vigencia de los derechos y libertades fundamentales de las personas, respetuosamente le solicitamos, y por su intermedio a los demás integrantes del Consejo, que arbitre los medios a su alcance a fin de que se aseguren en Tierra del Fuego los nombramientos de los jueces en base a procedimientos de selección imparciales, independientes, y objetivos”. 21

La nota estaba firmada por Andrea Pochak y Víctor Abramovich, directora del Area Jurídica y Director Ejecutivo del CELS, y fue remitida también al entonces ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos de la Nación Juan José Alvarez.

José Salomón falleció el 3 de septiembre de 2002 en el interior de su domicilio, como consecuencia de un infarto.

La noticia sobre el deceso del considerado primer abogado fueguino en ejercer la profesión en Ushuaia causó una gran consternación tanto en ámbitos oficiales como entre los principales referentes del Movimiento Popular Fueguino, partido del que fue co-fundador en la década del 80.

Pero además del dolor entre sus familiares, allegados y amigos, la muerte de Salomón generó una situación de incertidumbre institucional, ya que el Superior Tribunal que integraba él solo, quedó en estado de acefalía total.

La reacción del Poder Judicial para saltear el vacío de autoridades fue el dictado de la acordada 48, que designó como presidente provisorio de la Corte al camarista Francisco de la Torre. 22

Según el documento oficial, De la Torre fue sorteado entre los demás jueces de la Cámara, aunque un testigo cercano a ese proceso asegura que el magistrado fue elegido a dedo.

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Como sea, De la Torre se convirtió sorpresivamente en la máxima autoridad judicial, y la acordada que lo designó comenzó a recibir serios cuestionamientos por parte de distintos abogados del fuero.

Según estos letrados, el Superior Tribunal no podía “designar” jueces porque esa es una atribución exclusiva del Consejo de la Magistratura. Los jueces subrogantes sólo podrían intervenir en la resolución de los expedientes en trámite pero de ningún modo asumir decisiones de política judicial, mucho menos erigirse en representantes de la Corte ante la Magistratura.

En la misma línea, los abogados cuestionaron el hecho de que la acordada donde se designaba a los nuevos ministros y se elegía a uno de ellos como presidente, estuviese rubricada por los propios interesados.

Algunos letrados arriesgaron el mote de “golpe de Estado” a la decisión del Superior Tribunal para solucionar el estado de acefalía.

El encargado de dar a conocer el contenido de la acordada 48 fue el secretario de Superintendencia de la Corte, Carlos Straticco, durante una rueda de prensa.

El funcionario judicial hizo referencia a la vigencia de la ley 110 orgánica del Poder Judicial, y al régimen de subrogancias establecido por esa norma.

“En primer lugar, ante la ausencia, impedimento o vacancia de los jueces del Superior Tribunal de Justicia, le corresponde asumir a los integrantes de la Cámara de Apelaciones. En consecuencia se dicta una resolución donde el presidente del Superior Tribunal que había sido designado para sustituir al Dr. Salomón durante su ausencia (Carlos Bet) dispone que por secretaría de Superintendencia se realice el sorteo correspondiente, de donde surgen los nombres de Tabarez Guerrero y De la Torre”, explicó Straticco.

Después, para la designación de un presidente “se tuvieron en cuenta dos situaciones -agregó el secretario- en primer lugar, que De la Torre es el presidente de la Cámara de Apelaciones, y en segundo lugar que la Sala Penal está desintegrada porque tiene un solo juez. Quiere decir que si Tabarez Guerrero, además de las tareas que tiene como único vocal de la Sala Penal, tuviera las tareas del Superior Tribunal, estaríamos sumando más complicaciones que las ya existen”.

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En cuanto a las facultades conferidas al juez Bet, Straticco señaló que “el mantenimiento de esta situación tiene que ver con el hecho de que De la Torre no puede estar instalado permanentemente acá (en Ushuaia) por lo que se juzgó razonable mantener el esquema anterior”, teniendo en cuenta que Bet ya había reemplazado a Salomón en el dictado de providencias simples y despachos comunes de superintendencia.

El funcionario confirmó que a pesar de sus nuevas funciones, los jueces subrogantes no cobrarían sueldos más altos. Y admitió, a su vez, que la situación acarrearía retrasos en el tratamiento de algunos expedientes y que ello sólo podría subsanarse cuando se cubrieran la totalidad de las vacantes. 23

La solución judicial a la acefalía fue defendida también por el ex jefe de Fiscales, Carlos Bassanetti, el único funcionario judicial que se había negado a jubilarse por el régimen obligatorio impuesto por la gestión del ex gobernador Manfredotti.

Curiosamente, luego de que Bassanetti hizo pública su postura, el directorio del Instituto Provincial Autárquico Unificado de Seguridad Social (IPAUSS) le envió una nota al Superior Tribunal de Justicia solicitando que el fiscal iniciara el trámite jubilatorio. Fue el primer indicio concreto de que el poder político no estaba dispuesto a aceptar el reacomodamiento interno de la Justicia, y que tenía entre manos nombrar a sus propios jueces.

Conflicto de poderes

La postura del Gobierno, que también había sido deslizada por el entonces ministro de Gobierno, Trabajo y Justicia, Claudio Carreras, se concretó el 10 de septiembre de 2002, cuando el Consejo de la Magistratura resolvió por cuatro votos contra dos, desconocer la autoridad del presidente provisional del Superior Tribunal de Justicia, Francisco de la Torre, y le impidió integrarse al organismo que selecciona y remueve a los jueces.

La polémica decisión fue avalada por los consejeros alineados con el Gobierno provincial y el representante de los abogados de Río Grande, mientras que contó con el rechazo de la legisladora Mónica

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Mendoza y Marcelo Echazú, delegado de los letrados de Ushuaia.Los consejeros Alberto Revah (ministro Coordinador del Gobierno),

Nélida Lanzares (legisladora del PJ), José Luis Paños (abogado de Río Grande) y el Fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre resolvieron que De la Torre “no tiene atribuciones” para presidir la Corte y que la solución de la acefalía no está contemplada en la ley.

De este modo, el Consejo comenzó a funcionar con un miembro menos hasta tanto se nombrara a los nuevos jueces.

Durante la sesión de la Magistratura, que fue abierta al público por decisión de sus miembros, la legisladora Mendoza fundamentó en un dictamen jurídico su apoyo a la acordada 48. Y “en el espíritu de los constituyentes que quisieron un Consejo con representación de los tres poderes del Estado”.

Con el mismo argumento coincidió luego Echazú, basándose en que la ley 110 orgánica del Poder Judicial “prevé el caso de vacancia absoluta de un tribunal”.

Por su parte, el Fiscal de Estado insistió en que “no están dados los presupuestos para que el juez de la Torre se integre al Consejo”, a la vez citó varias votaciones del cuerpo donde no estaban presentes la totalidad de sus integrantes.

El ministro Revah agregó que “el Poder Judicial no pierde representatividad” porque los abogados “también fueron votados por los jueces y funcionarios de la propia Justicia”.

Tampoco prosperaron propuestas alternativas como la de impulsar la sanción de una ley que aclarara la solución de la acefalía o la de aceptar la integración de De la Torre pero sin el derecho a ejercer la presidencia de la Magistratura.

El silencio reinante

El Poder Judicial, pero también los partidos políticos y otras entidades intermedias, resolvieron callar ante este nuevo avance del poder político sobre el funcionamiento de la Justicia.

Diez días después de la inesperada muerte de Salomón, no se registraba en la clase dirigente de Tierra del Fuego un estado de preocupación acorde a las circunstancias.

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Es como si la “laguna legal” que impidió una sucesión de autoridades prolija u ordenada, hubiera paralizado a quienes tenían la obligación cívica y moral de intervenir en el debate, aún cuando sus roles difirieran sustancialmente de la labor judicial.

Por el contrario, los actores que rompieron el silencio por su ineludible relación con la crisis suscitada, no pudieron, no lograron y en algunos casos -parece- ni siquiera quisieron llegar a una solución basada en el consenso y en el más mínimo sentido de armonía institucional que debería regir la forma republicana de gobierno.

Es que en lugar de dar paso a ideas y mecanismos superadores, la acefalía del Superior Tribunal originó dislates y enfrentamientos encadenados día tras día, como si una voluntad rectora se hubiera empeñado en generar infinitos conflictos para evitar cualquier atisbo de posible solución.

Los partidos políticos, especialmente los de la oposición, siguieron sin emitir opiniones orgánicas.

Los bloques políticos de la Legislatura no convocaron a sesiones especiales o encuentros de comisión para analizar el tema.

Innumerables instituciones de la sociedad civil continuaron sin expedirse, lo mismo que las autoridades de los municipios y de los concejos deliberantes.

La corporación judicial, que había amenazado con plantarse como nunca ante el gobierno de turno, sacó a relucir la bandera blanca que tanto había sabido exhibir en los últimos años.

Resultado: ganaron los de siempre.

La misteriosa muerte de Salomón

Desde un punto de vista médico, el ex juez José Salomón murió a raíz de un infarto coronario. Sin embargo, un halo de misterio rodeó su fallecimiento tras conocerse un episodio que le había producido un disgusto considerable, pocas horas antes de dejar de existir.

A partir de febrero de 2002, y tras la renuncia de Carlos Andino, Salomón acumuló funciones administrativas y judiciales en una Corte casi acéfala, mientras el poder político demoraba el nombramiento de otros jueces y se perpetuaba en batallas interminables en el Consejo

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de la Magistratura.La presión sobre el Superior Tribunal se fue incrementando con

el correr de los meses y el único magistrado en funciones comenzó a absorberla en solitario, con la única ventaja que le proporcionaba su larga experiencia como político y sus decenas de años como letrado del fuero.

Salomón también enfrentaba las miserias de una corporación que lo sentía ajeno. Muchos de los funcionarios judiciales que se desha-cían en falsas muestras de afecto cuando lo cruzaban en los pasillos de los tribunales, puertas adentro no podían ocultar su disgusto y hasta cierto resentimiento por verlo ocupar un sitial para el que no lo consideraban académicamente preparado.

En ese contexto, no resulta para nada raro que se hayan producido hechos como el que involucró al primer abogado de Ushuaia durante el transcurso del mes de agosto de 2002.

Ante la Corte tramitaban varios expedientes iniciados por ex magistrados, incluso del mismo tribunal, que reclamaban la inconstitucionalidad del tope a sus haberes jubilatorios impuesto por la famosa resolución 949/01 del IPAUSS.

Como ya hemos reseñado en el capítulo sobre la jubilación anticipada, los jueces retirados a la fuerza por la gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti, en realidad se habían ido en silencio y tentados por jubilaciones jugosas, que el propio poder recortó a través de la mencionada resolución de la Caja Jubilatoria, entones presidida por el abogado Héctor Pena.

Pero los ex magistrados de ninguna manera se resignaron a ganar menos e iniciaron acciones legales contra el tope. Uno de ellos fue el ex juez de la Corte Félix González Godoy.

En esa causa, como también en otras similares, el Superior Tribunal había resuelto una medida cautelar obligando al IPAUSS a que depositara mensualmente en una cuenta bancaria, la mitad de la diferencia reclamada por el demandante hasta tanto se resolviera la cuestión de fondo, como una forma de reaseguro del dinero pretendido. El organismo previsional incumplió con ese mandato judicial y la Corte le impuso una multa.

A su vez, los abogados del IPAUSS habían presentado un recurso

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extraordinario ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación y en el interín, las actuaciones fueron requeridas por el tribunal nacional. De allí en adelante existen diferentes versiones sobre lo ocurrido. En teoría, el pedido de la Corte Nacional congelaba la causa y lo único que correspondía hacer era remitir el expediente a Buenos Aires, sin llevar a cabo ningún otro acto procesal. Pero Salomón dispuso la liquidación de la multa a los abogados de los accionantes, mediante un cheque de 75 mil pesos de la época. Y mientras ello tenía lugar, el oficio solicitando la causa había llegado a Tierra del Fuego varias horas antes y descansaba en el interior de una canasta de papeles en la mesa de entradas.

Para algunos fue un simple error, para otros, una irregularidad muy grave. Como sea, Salomón se enfureció al enterarse. Él sabía que cuando estampó su firma en la medida que dispuso el pago, no había ninguna constancia del proveído de la Suprema Corte.

Los cañones apuntaron de inmediato al secretario de Demandas Originarias, Nicolás Sissini, un catedrático de extracción radical, que había regresado a la Argentina después de una sólida formación académica en Europa, y que había colaborado en la reforma constitucional de 1994, antes de recalar en tierras fueguinas.

Sissini atribuyó lo ocurrido a la propia burocracia de la Corte, aunque Salomón, un “zorro viejo” de los tribunales, le pidió un informe por escrito de lo acontecido, con la inocultable intención de desligarse de cualquier responsabilidad.

Ese informe de tres hojas, foliado e incorporado oficialmente al expediente, fue extraído y hecho desaparecer en circunstancias dudosas.

Una semana después de la muerte del integrante del Superior Tribunal, el 10 de septiembre de 2002, Sissini se autodenunció ante la Fiscalía de turno, para que se investigaran las presuntas irregularidades en su accionar que, a manera de versión, ya le habían adjudicado en una nota periodística.

El funcionario judicial explicó entonces cuál era la mecánica ad-ministrativa seguida en los expedientes tramitados ante la Corte. Dijo que el propio Salomón había establecido que las causas en instancia de ser resueltas, permanecieran en reserva hasta tanto hubiera un

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pronunciamiento, a pesar de que en el medio se produjeran pedidos de las partes o llegaran oficios de otros organismos. Y agregó que por criterio del juez, las solicitudes de la Corte Suprema no suspendían los actos en trámite. 24

El fiscal mayor Guillermo Massimi y la fiscal Karina Echazú resolvieron el 16 de septiembre enviar al archivo la denuncia y por lo tanto no efectuar requerimiento de instrucción, al entender que “no existían elementos para sospechar la presunta comisión de un delito”.25

No obstante, la causa fue reabierta ante los aportes documentales que realizaron días más tarde familiares de Salomón, en especial su yerno, Patricio Martín (luego fallecido también en un accidente) y funcionarios del IPAUSS.

Martín presentó una fotocopia de las tres fojas con el pedido de informes (cuyo original había sido arrancado de la causa) y explicó que su suegro había conservado esos papeles en la caja fuerte de su casa. Otros dicen que, en realidad, un funcionario de la Corte le proporcionó esa copia a Martín.

En cualquier caso, el juez penal Leandro Alvarez procesó a Sissini por el presunto delito de “sustracción agravada de documento público”, el viernes 11 de octubre del mismo año.

El juez también decidió la “falta de mérito” del secretario en orden al supuesto delito de “ocultamiento de documento público”, por la imputación de haber demorado la inclusión -en la misma causa- del oficio enviado por la Suprema Corte. 26

El 15 de octubre, el entonces administrador general del IPAUSS, Félix Santamaría, deslizó que debía investigarse una posible defraudación “si se demuestra que el presunto ocultamiento de un oficio de la Suprema Corte derivó en el pago erróneo de una multa por parte del organismo previsional”. 27

Santamaría agregó otro dato sugestivo. Señaló que según el testimonio prestado por el juez del Tribunal Oral de Ushuaia Carlos Dante Bet, Salomón le había hecho el siguiente comentario en oportunidad de haberlo dejado a cargo de la administración de la Corte, un día antes de morir: “tené cuidado porque a mí me hicieron firmar mal un cheque”. 28

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Sobre los móviles del secretario se tejieron varias especulaciones: desde que favoreció a los abogados para el cobro de la multa, hasta que cometió un simple error. ¿Y las fojas arrancadas?. ¿Habrá querido evitar que trascendiera en la Suprema Corte, donde muchos lo conocían, el reto de un superior por un asunto en el que se consideraba inocente?

En ámbitos judiciales, su suerte cambió. La Cámara de Apelaciones revocó el procesamiento y lo sobreseyó en forma definitiva.

Sin embargo, el fallo encontró a Sissini en España, país adonde había regresado muchos meses antes, acorralado por las repercusiones del caso, después de una extensa licencia en el cargo, y luego de vender su costosa camioneta cuatro por cuatro.

El ex secretario fueguino atendía en 2007 en su estudio jurídico de Madrid, dictaba clases en la Universidad Carlos III y presidía una fundación de arte y solidaridad, lejos, muy lejos, de los vaivenes de la Justicia Adicta.

NOTAS

1- La pregunta se refiere a que la Constitución de la provincia establece que funcionarios de ninguno de los tres poderes pueden ganar sueldos superiores a los del gobernador. Sin embargo, la acordada 1/94 del Superior Tribunal de Justicia interpretó que ese límite no alcanzaba a las remuneraciones de los magistrados, quienes se fijaron sueldos superiores al del titular del Poder Ejecutivo, como hemos explicado en capítulos anteriores.

2- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 13 de julio de 2000.3- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 31 de agosto de

2000.4- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 29 septiembre de

2000.5- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 17 de noviembre de

2000.6- Se refiere al ex gobernador de la provincia, José Arturo Estabillo, del

Movimiento Popular Fueguino, quien gobernó Tierra del Fuego desde 1991 a 1999. Fue el primer mandatario desde la provincialización de la Isla y antes había sido intendente de Ushuaia.

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7- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 28 de diciembre de 2000.

8- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 7 de abril de 2001.9- Extracto del discurso de Carlos Andino en la jura de José Salomón como juez

del Superior Tribunal de Justicia, el 3 de marzo de 2001 en el edificio de tribunales ubicado en el barrio Monte Gallinero de Ushuaia.

10- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 23 de agosto de 2001.

11- Extracto del texto de la renuncia de Carlos Andino al cargo de ministro del Superior Tribunal de Justicia provincial, en febrero de 2002.

12- Declaraciones del entonces vicegobernador provincial Daniel Gallo a FM Prensa de Ushuaia, el 30 de enero de 2002.

13- Declaraciones del legislador Rubén Sciutto (PJ) a FM Prensa de Ushuaia.14- Extracto del discurso de José Salomón al asumir la presidencia del Superior

Tribunal de Justicia. Ese cargo tiene carácter rotativo entre los integrantes del organismo judicial. En aquella especial situación, sólo podía recaer en Salomón o en el juez Carlos Andino, ya que el tercer lugar del tribunal se encontraba vacante por las renuncias derivadas de la aplicación del régimen de jubilación anticipada y obligatoria.

15- Declaraciones del legislador Sergio Cejas (PJ) a FM Prensa de Ushuaia.16- Declaraciones del abogado Manuel Raimbault al programa de radio Botella al

Mar, de Ushuaia.17- Declaraciones del abogado Francisco Giménez a periodistas de la ciudad de

Río Grande.18- Declaraciones al diario Prensa de Ushuaia.19- Declaraciones del abogado Alejandro De la Riva a FM Master´s de Ushuaia.20- Declaraciones al programa de radio Botella al Mar, de Ushuaia.21- Nota en poder del autor.22- El texto completo de la acordada 48 es el siguiente (copia en poder del autor)

-“En la ciudad de Ushuaia, capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, a los 4 días del mes de septiembre de 2002, reunidos en acuerdos los señores jueces subrogantes del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, Dres. Francisco Justo de la Torre, y Walter Dante Tavarez Guerrero, consideraron:

Que por aplicación del Artículo 73 de la ley orgánica del Poder Judicial, y ante la situación de vacancia total del Superior Tribunal de Justicia, fueron desinsaculados para integrar dicho Tribunal los que suscriben la presente acordada, subsanando legalmente la situación de acefalía. Ante ello disponen proseguir el siguiente acuerdo, bajos la presidencia del primero de los nombrados.

Que en orden al tratamiento de las cuestiones que suscita la vacancia extraordinaria que motiva esta actuación, corresponde en primer lugar designar autoridades, en cumplimiento de lo establecido en el segundo párrafo del

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artículo 155 de la Constitución de la Provincia y artículo 33 de la ley orgánica del Poder Judicial 110.

Que resulta necesario nombrar asimismo de conformidad a lo nombrado por el artículo 160 de nuestra Carta provincial, al miembro del Superior Tribunal de Justicia que integrará el Consejo de la Magistratura en calidad de consejero titular, así como el consejero suplente, todo ello, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 3 de la ley 8.

Que tienen presente, en relación a las disposiciones que corresponde adoptar, la particular situación que afronta la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones, en tanto sólo cuenta a la fecha con un integrante (interviniente en el presente acuerdo); extremo que lleva a ponderar razones funcionales para la asunción de la actividad suplente en este Alto Estrado.

Que asimismo, ponderan que se encuentra agravada por las circunstancias, la situación de la Cámara de Apelaciones puesto que resultarán necesarios nuevos llamados para suplir la actuación de este cuerpo. Por ello, acuerdan:

1) DESIGNAR al Dr. Francisco Justo de la Torre presidente del Superior Tribunal de Justicia hasta el 31 de diciembre de 2002, o hasta que sea designado un nuevo miembro del Tribunal con el alcance previsto en la presente Acordada

2) DISPONER la aplicación del llamado a suplencia en cada caso en actuaciones jurisdiccionales conforme el sorteo de práctica a realizar en cada oportunidad

3) ENCOMENDAR al Sr. Juez del Tribunal de Juicio en lo Criminal Dr. Carlos Dante Bet, el despacho de trámite en las secretarías del Tribunal

4) MANTENER asimismo la actuación de un juez del Tribunal de Juicio en lo Criminal junto al presidente que designa la presente acordada en los asuntos propios de superintendencia y administración del Poder Judicial, excluyendo las cuestiones de índole disciplinaria en forma permanente y hasta tanto asuma un nuevo miembro, de conformidad con los dispuesto en la Resolución 14 de fecha 21 de febrero de 2002

5) DESIGNAR al Dr. Francisco Justo de la Torre para integrar el Consejo de la Magistratura de la provincia hasta el 31 de diciembre de 2002, o hasta que sea designado un nuevo integrante del Superior Tribunal de Justicia

6) DESIGNAR al vocal de este Tribunal Dr. Walter Tavarez Guerrero en carácter de consejero suplente del Consejo de la Magistratura de la provincia para suplir al Dr. De la Torre en tal carácter, por el mismo período y en las mismas condiciones.

(siguen ARTÍCULOS DE FORMA)

FIRMAN Walter Tavarez Guererrero - Francisco J. De la Torre”

23- Declaraciones de Carlos Straticco en rueda de prensa.24- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 11 de septiembre de

2002.

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25- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 18 de septiembre de 2002.

26- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 16 de octubre de 2002.

27- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 17 de octubre de 2002.

28- Idem anterior.

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Justicia Adicta

SEIS

ASCENSo, rEINADo Y CAÍDA EN DESgrACIA DEl JEFE DE lA JUSTICIA

La era K

“Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”

Quevedo

Nadie en la historia de la Justicia provincial concentró tanta capacidad de influencia como el abogado Ricardo Klass. Ninguno como él llegó al cargo de la mano de un poder político tan sólido, decidido a convertir a Tierra del Fuego en un feudo, y a la Justicia en un apéndice del Ejecutivo.

Tal vez por ello, este letrado hijo directo de las huestes del ex presidente Carlos Menem, ejerció el cargo con plenas facultades y con máxima autoridad.

Klass fue el jefe absoluto del Poder Judicial desde que el ex gobernador Carlos Manfredotti se decidió a intervenir de lleno en el funcionamiento de la institución, luego de los leves contratiempos que significaron para sus objetivos la renuncia de Carlos Andino y el fallecimiento de José Salomón, ya explicados en el capítulo anterior.

Dueño y señor de causas y sentencias, este abogado de aspecto soberbio y perfil más político que académico, ocupó un sitial que

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parecía inamovible. Desde su escritorio monitoreó expedientes que tocaban de cerca al corazón del poder político que lo nombró; avaló uno por uno los ajustes de Manfredotti a los empleados públicos; jamás concedió un reclamo a los trabajadores; formó su propio ejército de allegados y amigos en la estructura judicial; protagonizó escándalos de toda laya, y hasta pareció tener suficiente resto para reacomodarse a los nuevos tiempos políticos cuando Manfredotti dejó la Casa de Gobierno en manos de Jorge Colazo, a principios de 2004.

Llegando, llegaste

En septiembre de 2002, el Consejo de la Magistratura manejado por el manfrefottismo (la esposa de Manfredotti, Nélida Lanzares, seguía siendo consejera) le había ganado la batalla política a la corporación judicial.

Al producirse la acefalía total del Superior Tribunal por la muerte de Salomón, las autoridades judiciales reaccionaron dictando una acordada que designaba al camarista Francisco de la Torre como juez subrogante mientras se nombraba a magistrados titulares. De la Torre debía sumarse, entonces, al propio Consejo como representante del Poder Judicial. Pero los manfredottistas desconocieron la validez de esa acordada y decidieron seguir funcionando sin el representante de la Corte. En esas condiciones fue lanzado el concurso para designar a los nuevos miembros del Superior Tribunal.

Se presentaron en total doce candidatos, y el viernes 13 de septiembre de 2002, dos de ellos, Federico Rauch y Teresa Lopardi, suscribieron sendos recursos de amparo solicitando la suspensión del concurso. Fue ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Ushuaia, a cargo del juez Juan José Ureta.

Los letrados sostuvieron como eje de sus fundamentaciones la “irregular” constitución del Consejo de la Magistratura, a partir de la acefalía de la Corte y de la decisión de ese cuerpo de continuar funcionando sin ninguna representación de la Justicia.

En los respectivos recursos, los demandantes requirieron el dictado de medidas cautelares a fin de impedir la continuidad del certamen que se encontraba en trámite, aunque los recursos fueron rechazados

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por el juez Ureta.Por otra parte, no era la primera vez que Rauch se dirigía al mismo

magistrado para plantear objeciones relacionadas con el concurso para integrar la Corte. Con anterioridad objetó el procedimiento del certamen por carecer de un método objetivo y transparente de selección.

Ureta le ordenó al Consejo la reincorporación del abogado que había sido excluido del concurso por incumplimientos formales en la documentación, pero no aceptó las impugnaciones al sistema de elección de magistrados.

La decisión fue apelada por ambas partes y la Sala Civil de la Cámara de Apelaciones ratificó el pronunciamiento de primera instancia.

En esos días, la asociación Participación Ciudadana presentó un pedido de investigación en la Fiscalía de Estado a fin de que se determine la eventual responsabilidad de los integrantes del Consejo en la situación de acefalía del Poder Judicial.

El escrito dirigido al Fiscal Virgilio Martínez de Sucre (también integrante de la Magistratura) advirtió, entre otras presuntas irregularidades, “la omisión por parte del organismo de realizar los reemplazos de los Dres. Omar Carraza y Carlos Andino en el Superior Tribunal de Justicia”.

“Cabe señalar que las circunstancias descriptas han sido adverti-das por distintos sectores de la comunidad e intensamente por diver-sos medios de comunicación. Ante la falta de nombramiento de los cargos vacantes, el Consejo no ha instrumentado los mecanismos ne-cesarios para garantizar el cumplimiento de lo claramente establecido por la C.P. en su artículo 155 donde se expresa: “El Superior Tribunal de Justicia estará integrado por tres miembros”, agregó más adelante la presentación. 1

Así, en un clima enrarecido por la falta de transparencia y objetividad en el sistema de selección de jueces, el Consejo cumplió el martes 17 de septiembre de 2002 la segunda jornada de la ronda de entrevistas a los doce candidatos a ocupar dos de los tres puestos vacantes en el Superior Tribunal. Por el particular método de elección de los futuros magistrados, Participación Ciudadana definió el proceso como “el Popstars judicial”. 2

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En esa jornada fue el turno de los cuatro postulantes que residían fuera de la provincia: Ricardo Klass, Roberto Rosemberg, Mario Robbio y Jorge Früchtenitch.

El lunes 16 habían desistido de su postulación (por discrepar con la integración del Consejo) los secretarios de la Corte Carlos Straticco y Jorge Tenaillón, y la abogada Teresa Lopardi (que sin embargo después pidió la reincorporación).

Por su parte el secretario de Demandas Originarias de la Corte Nicolás Sissini, el Fiscal de Estado adjunto Ricardo Francavilla, el abogado Federico Rauch, la defensora oficial Ana María Tóttaro y el ex camarista acogido a la jubilación anticipada Francisco De Antueno fueron sometidos a un interrogatorio de algunos de los consejeros y debieron realizar un trabajo práctico escrito a partir de un tema elegido por sorteo. Para este procedimiento, los tópicos jurídicos fueron escritos en papelitos e introducidos en una caja plástica donde los interesados metieron la mano para elegir uno al azar. Luego, se retiraron al edificio de la Fiscalía de Estado (contiguo al del Consejo) y dispusieron de computadora con internet, bibliografía y cuatro horas de tiempo para desarrollar el tema que les había tocado.

Rauch fue el único abogado que se negó a realizar esta prueba basado en el cuestionamiento judicial efectuado al procedimiento.

Algunas personas que presenciaron las entrevistas destacaron la falta de rigor técnico de las preguntas, y asimilaron el interrogatorio a “una mesa de café”, a la vez que mencionaron el desinterés de algunos consejeros por el discurso de los postulantes al punto de entretenerse jugando con la computadora personal.

El 23 de septiembre, un imaginario humo blanco salió de la sede del Consejo: Klass y Robbio fueron elegidos para los puestos vacantes. La decisión había sido anticipada por el programa de radio Botella al Mar, de Ushuaia, con cuatro meses de antelación.

Ambos letrados fueron seleccionados por unanimidad durante la votación definitiva realizada a las 19.30 en la sede de la Magistratura, sobre la calle Alem.

El gobernador Manfredotti firmó luego los decretos de designación que posibilitaron a los jueces prestar juramento el martes 1 de octubre, transformándose así en las máximas autoridades del Poder Judicial

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fueguino.La selección de Klass y Robbio comenzó a cristalizarse minutos

después de las 19, cuando los seis miembros del Consejo comenzaron a sesionar ante una nutrida concurrencia de público, en su mayoría vecinos interesados en el tema pero también algunos militantes partidarios.

En la votación preliminar, los diez candidatos que llegaron a esta instancia precisaban tres votos afirmativos para pasar a la siguiente rueda. El Fiscal de Estado adjunto, Ricardo Francavilla obtuvo dos votos y el secretario de Demandas Originarias de la Corte, Nicolas Sissini, cosechó uno, igual que el ex camarista Francisco de Antueno, el ex letrado de Yaciretá, Roberto Rosemberg y el abogado local Fede-rico Rauch. No lograron votos la abogada Teresa Lopardi, el abogado Jorge Früchtenitch y la defensora oficial Ana María Tótaro.

Por consiguiente, solo pasaron de etapa Klass y Robbio con seis votos cada uno. En la votación definitiva ambos fueron elegidos por la unanimidad de los consejeros presentes y lograron el acceso a los dos cargos que estaban en juego.

Antes de la selección de los postulantes, los miembros del Consejo Alberto Revah, Nélida Lanzares, José Luis Paños, Virgilio Martínez de Sucre, Marcelo Echazú y Mónica Mendoza fueron informados por el juez de instrucción Leandro Alvarez acerca de la indagatoria tomada el viernes anterior a Sissini, en la causa donde se le imputaba el presunto delito de “sustracción de documento público”.

A su vez, los consejeros tomaron conocimiento de una presentación realizada por el jefe de fiscales, Carlos Bassanetti, advirtiendo sobre los riesgos de sesionar sin representación del Poder Judicial.

Ninguno de los escritos motivó acciones inmediatas de las autoridades del Consejo.

El proceso de elección de los nuevos jueces se realizó en menos de media hora. Los consejeros no fundamentaron sus decisiones y solo se limitaron a contabilizar los votos volcados en planillas individuales y leídos luego en voz alta por el secretario Echazú.

Ni el presidente del Consejo, José Luis Paños, ni ningún otro integrante del organismo formuló declaraciones con posterioridad a la votación.

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Fuera de grabador, al menos dos de los consejeros utilizaron el argumento de la “falta de opciones” para justificar su apoyo a Robbio y a Klass. El ex abogado de Menem “es técnicamente impecable. Su examen fue un lujo. Escribió más de 30 páginas en cuatro horas con un orden y un sentido lógico increíbles”, admitió uno de los miembros de la Magistratura. “Es el candidato del Gobierno pero es el mejor”, afirmó otro. De los antecedentes de Robbio nadie prefirió hablar, ni en privado ni en público.

¿Yo señor? No señor.

Salvo casos aislados, la selección de los jueces cosechó escasas repercusiones. El factor común fue el silencio. Ni la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la provincia, ni los colegios de abogados de ambas ciudades se pronunciaron sobre un proceso que estaba sospechado de nulidad por la irregular conformación del Consejo de la Magistratura.

El abogado y consejero Marcelo Echazú, declaró al día siguiente que la elección “no tuvo mayores sorpresas” porque “a raíz de cómo se desenvolvieron las entrevistas y el trabajo escrito que hizo cada candidato, y fruto de otras circunstancias de dominio público como la renuncia de algunos candidatos, el panorama se había vuelto bastante reducido y era previsible cómo podía salir. Se votó a los que mejor se desempeñaron en las dos oportunidades que tuvieron que hacerlo”.

-¿No era previsible el resultado del concurso desde mucho antes de su convocatoria?

-Si hubiéramos tenido algunos postulantes con antecedentes de mucho peso, titulares de cátedra a nivel nacional o con trayectoria en la Justicia, tal vez la historia hubiese sido otra. Sin ir más lejos yo era más antiguo en la profesión que la mitad de los candidatos presentados.

En relación a los vínculos políticos de Klass, Echazú puntualizó que “no se presentaron impugnaciones formales”, y que “el haber tenido algunos clientes, es decir, el defecto de portar clientes, no inhabilita para ocupar algún cargo”. 3

El secretario general de la Unión de Empleados Judiciales de la

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Nación seccional Tierra del Fuego, Luis Bechis, también se lavó las manos: “Son otros lo que tienen que opinar. No sé si el Poder Judicial se verá absorbido por el poder político. Lo que sí digo es que no se puede pelear como un quijote contra todo el mundo”. 4

En el otro extremo del arco de opiniones, el director ejecutivo de Participación Ciudadana, Guillermo Worman, calificó el proceso como un “fraude actualizado” porque “el Consejo de la Magistratura estaba integrado por un miembro menos que lo señalado en la Constitución, uno de los candidatos no debería haber participado de la votación final, las entrevistas no fueron valoradas y se dice que los postulantes hicieron un escrito que nadie vio y nadie controló. El concurso estaba diseñado para que ganaran los que ganaron o personas con antecedentes similares”. 5

Así llegó Klass al poder.

El adelantado

El 13 de mayo de 2002 faltaban cuatro meses y diez días para que Ricardo Klass fuese elegido juez de la Corte. El Consejo de la Magistratura recién había abierto el período de inscripciones de los candidatos. No se había evaluado ningún currículum, porque muchos postulantes ni siquiera lo habían presentado. Sin embargo, el nombre del ex abogado de Menem ya era una fija para asumir la jefatura judicial, por encima de cualquier evaluación técnica.

Ese día, el propio Klass concedió una entrevista donde no se cuidó en esconder sus fluidos contactos políticos.

“Soy allegado al Justicialismo. Al gobernador (Carlos) Manfredotti lo he visto hace mucho tiempo, alguna vez, pero no tengo contacto con él. Al (ministro Coordinador Alberto) Revah también lo conozco, aunque no tengo contacto permanente”, reconoció.

También admitió que “cuando el Dr. (Saúl) Bouer fue intendente de la ciudad de Buenos Aires, yo fui subsecretario de Gobierno”. Bouer se desempeñaba en 2002 como asesor económico del Banco de Tierra del Fuego.

“Del concurso me enteré porque tengo contacto permanente con la provincia desde hace alrededor de doce años. Sé lo que sucede y me

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parece importante la posibilidad de inscribirme después de ejercer la actividad profesional durante treinta y dos años. Me gustaría mucho tratar de aportar desde el otro lado del mostrador. Por supuesto que si resultara elegido me iría a radicar a Ushuaia”, relató el abogado.

-¿Qué clase de contacto mantuvo con Tierra del Fuego?-Originariamente intervine en casos de la provincia, por el año ́ 90,

cuando todavía no había Justicia común y estaba a cargo de todo la Justicia Federal. Y después he sido consultado: alguna vez he tomado intervención en temas del Banco de Tierra del Fuego.

-¿Qué datos posee sobre el funcionamiento de la Justicia fueguina?-Tengo información de que el Poder Judicial de la Provincia está

tratando de salir adelante en el marco de las dificultades generales que tenemos en todo el país e incluso en Tierra del Fuego. El tema central, según yo lo percibo, es que el Poder Judicial trata de trabajar con seriedad, con esfuerzo.

-¿Sabe que cuenta con las mejores chances para ser elegido juez?-Yo sólo espero que el concurso se realice y a partir de allí tomaré

todos los recaudos para poder instalarme en Ushuaia, donde si así ocurriera, espero hacer un buen trabajo y aportar mi experiencia.

Sobre el vínculo profesional que lo unió al ex presidente de la Nación, Klass explicó que fue abogado de Carlos Menem “en algunos temas personales, como la causa por el fallecimiento de su hijo”, donde intervino durante dos años. 6

Perfil

En rigor, Ricardo Klass no había sido sólo el abogado de Menem, sino que había ocupado nada menos que el cargo de secretario de Justicia de la Nación durante la primera parte de la década presidencial del riojano. Y como él mismo reconoció en la entrevista, había sido subsecretario de Gobierno en la gestión de Saúl Bouer como intendente de la Capital Federal.

Bouer, ex contador de Menem, era la mano derecha del menemista Manfredotti en materia económica, aunque trabajara provisoriamente en el banco de la provincia, donde luego también pasó a desempeñarse la entonces mujer de Klass, la abogada Norma López, como “asesora

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del directorio en materia penal” a cambio de 4000 pesos mensuales, alojamiento y pasajes aéreos.

Es indudable que el desembarco del abogado en tierra fueguina fue el fruto de ese entretejido político de múltiples derivaciones, a pesar de que Klass se mostraba por entonces algo alejado de Menem luego de la salida de éste del poder.

En efecto, en 2001 había sido jefe de asesores del secretario de gobierno bonaerense, durante el mandato de Carlos Ruckauf, y después se convirtió en asesor personal del gobernador Felipe Solá.

Según una nota firmada por el periodista Horacio Verbitsky en el diario Página 12 (el 17 de junio de 2001) Klass “desertó del menemismo en la época que trabajaba para el secretario de Gobierno de Buenos Aires, Esteban Caselli, quien aportó un testimonio clave contra Menem en la causa Armas”.

“Caselli dijo que fue Menem quien le ordenó imponer al ex ministro de Defensa Oscar Camilión la inamovilidad de Sarlenga en Fabricaciones Militares. En 1998, cuando Camilión lo contó por primera vez, Caselli lo desmintió. Pero ahora, Ruckauf anunció que le había ordenado confirmar los dichos del ex ministro. De allí a la detención de Menem restaban un par de pasos, que el jinete Urso cubrió de un salto, cuya solidez probatoria debe fundamentar antes de volver a pisar tierra firme. Caselli no es el único tránsfuga de las filas menemistas que emigró al rucufismo. Junto con él desertó Ricardo Klass, el ex secretario de justicia y ex abogado personal de Menem, en la causa por la muerte de su hijo. Klass fue quien refutó en nombre de Menem la hipótesis de Zulema Yoma sobre un atentado en contra del helicóptero, hasta que Menem negoció adherir a la versión de su esposa, en la que nunca creyó, para apaciguar un frente demasiado peligroso. En consecuencia, Klass es tan conocedor como Caselli de la intimidad del ex presidente. Es decir, de sus puntos vulnerables. Ya se verá qué planes tiene Ruckauf para él”, escribió el periodista.

Como abogado de Menem, Klass representó al ex presidente en querellas contra periodistas, en la famosa causa donde se investigó el otorgamiento de un pasaporte falso al sirio Monzer Al Kassar y en la ya mencionada que derivó de la muerte del hijo del ex mandatario, al estrellarse el helicóptero que piloteaba contra varios cables de alta

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tensión, el 15 de marzo de 1995 sobre la autopista Buenos Aires-Rosario. En este caso, Klass renunció al patrocinio legal cuando Menem viró de la teoría del accidente a la de un posible atentado, por las presiones que ejercía su ex mujer Zulema Yoma y su hija Zulemita.7

Según la prensa porteña, el abogado que a partir de 2002 se convirtió en jefe absoluto de la Justicia fueguina, también defendió a funcionarios menemistas en las “investigaciones por las coimas pagadas por la DGI y el Banco Nación en el caso IBM”, y “se lo señaló por supuesto tráfico de influencias para favorecer al ex presidente en la causa armas”.8 También representó al ex ministro del Interior Carlos Corach, en la causa por supuestas calumnias e injurias que le inició en 1996 a otro ex integrante del gabinete de Menem, nada menos que el ex ministro Economía y padre de la convertibilidad, Domingo Felipe Cavallo. 9

Una verdadera perla de las muchas que Klass ha dejado plasmadas en forma de declaraciones públicas, la constituye sin dudas su testimonio prestado ante el Consejo de la Magistratura, el día que le preguntaron porqué había trabajado para Menem:

“Creo en el sentido social de las profesiones. Si uno es médico y atiende a una persona, nadie va a decir que está mal que la atienda porque sea tal o cual, independientemente del concepto que uno tenga de esa persona. Para mí fue un alto honor (defender a Carlos Menem) y realmente he estado feliz de hacerlo (...)he tenido muchos clientes en más de treinta años de profesión. Me honra que un ex presidente me eligiera para defender sus intereses. Es más, si buscan encontrarán una larga lista de conocidos entre mis clientes. Lo importantes es que siempre me he mantenido dentro de la ley y he actuado con corrección”.

Veremos

Si se mantuvo siempre dentro de la ley es una afirmación difícil de contrarrestar, sobre todo teniendo en cuenta que quienes determinan las ilegalidades son los jueces, muchos de ellos del mismo calibre que Klass.

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Respecto a lo de “haber actuado (siempre) con corrección”, hay algunos datos que demostrarían lo contrario.

En febrero de 2004, la asociación Participación Ciudadana acusó a Klass de haberle omitido información clave al Consejo de la Magistra-tura durante el concurso público que derivó en su designación como miembro de la Corte fueguina, dos años antes.

Klass no hizo constar en una declaración jurada sobre sus antecedentes personales, el contenido de por lo menos dos sanciones administrativas que recibió durante el ejercicio de su profesión de abogado. La última de ellas fue aplicada en 1997 por el Colegio Público de Abogados de Capital Federal y refiere a un hecho grave: haber advertido a dos camaristas, en un escrito judicial, sobre la posibilidad de iniciarles un proceso de juicio político si no fallaban de acuerdo a su criterio.

El ex funcionario menemista habló de esta sanción durante la entrevista que le hicieron los integrantes del Consejo, previa a su designación como juez, pero no la hizo constar en la declaración jurada.

El director ejecutivo de Participación Ciudadana, Guillermo Worman, sostuvo que el primer paso era que el ministro de la Corte “brindara explicaciones sobre porqué omitió mencionar las sanciones en sus antecedentes. Suponíamos que algo tendría para decirle a la comunidad”.10

Pero la denuncia no tuvo ningún tipo de eco en el organismo encargado de seleccionar y remover a los jueces, mientras que la Fiscalía de Estado, ante la presentación de la ONG, emitió un extenso dictamen aconsejando a la Magistratura modificar el régimen de declaraciones juradas.

El dato comprobable es que el 10 de mayo de 2002, Klass rubricó una declaración jurada para dar cumplimiento con el artículo 28 del reglamento interno del Consejo, referido a los antecedentes de los aspirantes a ocupar un cargo en la Justicia.

En ese escrito que exhibió Participación Ciudadana, el juez declaró “no haber sido sancionado como consecuencia del ejercicio liberal de la profesión de abogado ni en el desempeño de los cargos y funciones ejercidos hasta el presente”, además de “no tener sanciones

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administrativas de ninguna naturaleza”.Sin embargo, la ONG mostró también la sentencia disciplinaria

351 del Tribunal de Disciplina del Colegio Público de Abogados de Capital Federal. En la parte final del escrito, fechado el 15 de mayo de 1997, se impone “al Dr. Ricardo Jorge Klass la sanción de multa por el equivalente al 100% de retribución mensual de un Juez de Primera Instancia”.

La sentencia respondió a un pedido de los jueces de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico, Nicanor Repetto y Edmundo Hendler, a raíz de un párrafo incorporado por Klass y el abogado Pedro Aberasturi en un escrito judicial que tramitó ante ese organismo. En ese agregado, los letrados advirtieron a los jueces sobre el eventual inicio de un proceso de juicio político. Según los cama-ristas, se trató de una “amenaza” destinada a “afectar la indepen-dencia de criterio de los jueces”. El Tribunal de Disciplina concluyó -luego- que Klass y su colega infringieron “el deber de guardar un estilo adecuado a la jerarquía profesional”. Klass apeló la resolución judicialmente.

El incidente se produjo en pleno gobierno menemista, cuando era público y notorio que el poder político intervenía sobre la independencia del Poder Judicial, y mientras Klass era secretario de Justicia de la Nación.

De hecho, en la causa que originó la sanción, Klass defendía a Antonio Mancini, el médico del ex senador (y operador menemista) Eduardo Bauzá. Ambos fueron acusados de presunto contrabando por el ingreso al país de varios tomógrafos que no pagaron aranceles aduaneros. 11

Mancini importó los tomógrafos “para usarlos supuestamente en hospitales o en sitios en los que se atendería gratuitamente a los pacientes”. El médico, que también estaba vinculado al entonces embajador argentino ante el Vaticano, Esteban Caselli, fue sobreseído en primera instancia por el juez federal Julio Cruciani, “al considerar que no había incurrido en ningún delito”.

El periodista Rafael Saralegui (h) describió los acontecimientos posteriores en una nota publicada en el diario LA NACIÓN:

“Cuando el fallo fue apelado y llegó a la Sala A de la Cámara en lo

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Penal Económico, los doctores Hendler y Repetto revocaron la senten-cia y ordenaron el procesamiento del profesional. Quien entonces era el tercer integrante de la sala, Héctor Acuña -actual defensor general-, votó en disidencia y sostuvo que se había tratado de una infracción aduanera.

Al tomar conocimiento de la decisión de Repetto y Hendler, Klass presentó un escrito ante la Cámara Nacional de Casación Penal para cuestionar la medida y dejó expresa constancia de que pensaba pedir el juicio político de los dos magistrados.

Repetto y Hendler consideraron que el abogado de Menem y su socio habían incurrido en una falta ética y lo denunciaron ante el Colegio Público. Sostuvieron que Klass buscaba hacer pesar su cercanía con el Presidente para obtener un provecho profesional.

La Cámara de Casación rechazó la apelación de Klass y ratificó lo resuelto por los camaristas. Al abogado de Menem tampoco le fue bien en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados. El pedido de enjuiciamiento que efectivamente presentó fue rechazado sin más trámite.

Allegados a los camaristas reconocieron que la resolución fue bien recibida. “Es una alegría. No se puede amenazar con un juicio político a un magistrado porque adoptó una decisión que no le conviene a un abogado. Hay que considerar además la impecable trayectoria de los dos magistrados”, se comentó en Tribunales. En el Ministerio de Justicia se indicó que Klass apelará la multa impuesta por el tribunal de disciplina, que preside el doctor Felipe Liporace.

Las fuentes dijeron que “se trata de una medida política, porque lo que se busca es no sólo la sanción a Klass, sino pegarle también al Gobierno”. 12

Cinco años más tarde, cuando lo entrevistaron para ser juez de Tierra del Fuego, Klass hizo su descargo sobre aquel episodio que sin embargo había omitido informar por escrito. Según la versión del abogado, los hechos se desarrollaron de la siguiente forma:

“Por entonces defendía a un médico ante el fuero penal económico, un médico que tenía el problema de “portación de pacientes”. Mi cliente fue sobreseído y la Cámara revocó esa decisión. Yo hice un planteo por

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irregularidades procesales donde anoticié a los camaristas que les iba a presentar un pedido de juicio político. Los anoticié porque consideré que había mérito y que yo estaba obligado a hacerlo, pero no fue una amenaza. Los jueces consideraron lo contrario y me multaron. Apelé ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y nunca resolvieron el tema, como no tienen plazos no sé cuando lo harán. Eso es todo. Además, mi cliente llegó a juicio y fue absuelto”. 13

Lo cierto es que el incidente minimizado por Klass (y obviado en su declaración jurada) causó un revuelo en el gabinete menemista. Uno de los camaristas advertidos por el letrado admitió al autor de este libro que se sintió “preocupado” y “presionado” por el accionar del entonces número dos del Ministerio de Justicia. Y recordó que “por aquel episodio, Menem desistió de nombrar a Klass como nuevo ministro del área (era un secreto a voces que así iba a ocurrir) y terminó sacándoselo de encima”.

Un detalle más, y no menor en función de todo este contexto, es que Klass también omitió declarar otras dos sanciones que tenía al momento de ser entrevistado para juez. Fueron dos apercibimientos, el primero anotado en la matrícula el 13 de agosto de 1974, impuesto por la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones de Capital Federal; y el otro del 1 de septiembre de 1982, aplicado por el Juzgado de Sentencia Letra Q Secretaría N 30. Sobre ellos, nunca habló.

Uno tras otro

Desde poco después de su asunción, la gestión de Ricardo Klass en el Superior Tribunal de Justicia provincial se fue poblando de un escándalo tras otro. Actitudes personales ostentosas, declaraciones controvertidas, designaciones arbitrarias, fallos polémicos, denuncias insólitas, coqueteo con el poder de turno. Pasó de todo en un período de la historia judicial que debería recordarse con mucha vergüenza.

Por empezar, Klass era el jefe pero no la única autoridad de la Corte. Junto con él fue nombrado Mario Robbio, primero, y María del Carmen Battaini después, para completar una vez más el organismo que había quedado acéfalo.

Antes de anclar en Tierra del Fuego, Robbio se desempeñaba como

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integrante de la Cámara Federal de Mar del Plata, en la provincia de Buenos Aires. Su designación obedeció a un pedido del ex jefe de la Armada, Joaquín Stella, al entonces gobernador Manfredotti, quien motorizó la solicitud vía consejo de la Magistratura.

La relación de Robbio con la Armada no era circunstancial: había sido abogado de la Marina y en la década del ‘70 ocupó varios cargos públicos dentro del gobierno de la dictadura militar.

Con naturalidad asombrosa, el propio Robbio explicó esta situación a los consejeros que lo entrevistaban para ser juez, el 17 de septiembre de 2002:

“Un amigo de mi padre me dice: porqué no entrás en la Marina, vos no podés quedar sin una asignación fija, están las épocas muy difíciles. Y yo le digo: me voy a arreglar, me he arreglado siempre, voy a batallar y voy a trabajar en lo que sea. Bueno, ahí me citaron e ingresé en el ‘70. Después vino el golpe militar del ‘76, yo era abogado de la obra social de la Marina y como tenía dos o tres conocidos me dijeron: bueno mirá, hay un cargo acá y necesitamos una persona que conozca de este tema”. 14

A continuación, Robbio admitió que en 1978 (año que se desarrolló el Mundial de Fútbol en la Argentina) y en 1979 fue “asesor de la Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación”. Como se sabe, ese período se caracterizó por un fuerte manejo mediático ejercido por la dictadura para trasladar al mundo la visión de un país respetuoso de los derechos humanos. Fue la época en que se inventó el famoso slogan: “los argentinos somos derechos y humanos”.

El candidato a juez agregó que siempre estuvo “un poco ligado a la parte de comunicaciones. Tengo muchos amigos periodistas, en fin. Siempre he rumbeado para esos lados”.

Sus propios dichos corroboraron, luego, esa afirmación: hasta el 9 de diciembre de 1983 (un día antes del restablecimiento de la democracia en el país) fue director ejecutivo de Canal 13 de Buenos Aires, aunque también aclaró que se “ocupaba de la parte de personal y legal”, no así de los aberrantes hechos de censura previa, listas negras y demás despropósitos que caracterizaron la gestión militar en los canales que por entonces eran propiedad del Estado.

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Los documentos presentados por Robbio en su legajo ratifican ese desempeño laboral. Allí figura que entre 1970 y 1979 fue abogado y asesor de la Armada dentro de la Secretaría de Información Pública. Desde mediados de 1979 hasta fines de marzo de 1980 trabajó como asesor de la Secretaría de Municipios, en el Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires. El 28 de noviembre de 1982 fue designado director Ejecutivo de Canal 13 de Buenos Aires por la Secretaría de Información Pública hasta su renuncia en diciembre de 1983.

Sin embargo, el juez Robbio (igual que Klass) omitió citar un antecedente de peso en el currículum. La ONG Participación Ciudadana reveló, a mediados de 2006, que el magistrado de la Corte tenía un pedido de jury de enjuiciamiento sin resolver cuando se candidateó para el cargo.

Según la presentación de la entidad ante el Consejo de la Magistratura, Robbio fue denunciado penalmente (y luego le entablaron un pedido de jury) por haber incurrido en “un notorio encubrimiento y una traba insalvable para el esclarecimiento” de una causa judicial donde se investigaba un presunto tráfico de drogas.

El pedido de jury recayó en el Consejo Nacional de la Magistratura, cuyos integrantes dieron curso a las actuaciones y solicitaron al denunciante que amplíe los fundamentos del caso.

La denuncia fue declarada abstracta el 13 de noviembre de 2002, debido a que Robbio había renunciado a su puesto de camarista marplatense luego de que lo seleccionaron juez de Tierra del Fuego el 23 de septiembre y de que asumió el cargo el 1 de octubre del mismo año.

Todo indica, entonces, que al momento de postularse como minis-tro de la Corte fueguina, el pedido de jury estaba en pleno trámite, y que no obstante omitió mencionarlo en la declaración jurada donde aseguró no poseer “juicios pendientes (civiles, comerciales, de familia, administrativos) al momento de la postulación y en ninguna jurisdic-ción judicial del país”.

Participación Ciudadana pidió que se revise la designación de Ro-bbio como juez, “así como también se analice si no se incurrió en con-ductas inapropiadas que vayan en contra de la legislación vigente”.

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Pero la solicitud, nunca prosperó.

Amigas son las amigas

Desde que la seleccionaron para desempeñarse como jueza de la Corte, el 16 de diciembre de 2002, y hasta septiembre de 2005, no se sabía cómo María del Carmen Battaini había ingresado a un tribunal cuya única puerta de acceso eran los contactos políticos con el poder de turno.

El día que el Consejo de la Magistratura la votó por unanimidad, se destacaron otras situaciones por sobre el probable camino de influencias que la había catapultado al cargo. Se escribió que era la primera mujer en convertirse en jueza del máximo tribunal fueguino; que se trataba de la decimoquinta conformación distinta del organismo en ocho años de historia institucional, y que se rompía un maleficio de dos años y ocho meses consecutivos sin contar con la totalidad de los miembros del Superior Tribunal.

Battaini fue seleccionada luego de tres rondas de votaciones consecutivas llevadas a cabo entre las 15.50 y las 16, durante la sesión pública convocada por el Consejo de la Magistratura que se realizó en la sede del organismo de la avenida Alem.

La docente universitaria llegó a la instancia definitoria junto con otra de las máximas favoritas, la ex camarista de Río Grande María Rosa Ayala, y con el actual secretario de superintendencia del Superior Tribunal, Carlos Straticco.

En favor de la jurista de Buenos Aires jugó la postura adoptada por los consejeros representantes del Gobierno y por los que habitualmente se alineaban en el mismo sentido: la legisladora Nélida Lanzares (esposa del gobernador Manfredotti) el ministro coordinador Alberto Revah, el fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre y el presidente de la Corte, Ricardo Klass.

Los representantes de los abogados de Ushuaia y Río Grande, Marcelo Echazú y José Luis Paños, utilizaron la misma estrategia que en oportunidades anteriores votando a favor de las dos candidatas favoritas y por lo tanto convirtiéndose en espectadores neutrales del proceso de selección. En tanto, la legisladora Mónica Mendoza, del

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Movimiento Popular Fueguino, apoyó abiertamente las candidaturas de Straticco y de Battaini desde la primera instancia hasta la última.

La primera votación (en la que hacían falta cuatro votos positivos para pasar a la siguiente ronda) fue superada por tres de los siete candidatos: Battaini (siete votos) Ayala (seis) y Straticco (cuatro). En la segunda compulsa (hacían falta cinco votos positivos) Battaini obtuvo una vez más apoyo unánime, mientras que Straticco cosechó cuatro votos y Ayala dos. La última ronda tuvo carácter formal y sirvió para ratificar el apoyo a la funcionaria de la Corte nacional.

Battaini nació el 8 de febrero de 1951 y se recibió de abogada en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires. Se especializó en derecho aeronáutico y espacial, en derecho internacional, en conflictos armados y derecho internacional humanitario. Cursó un doctorado en ciencias jurídicas y posee una dilatada trayectoria docente en materias vinculadas con el derecho y las ciencias humanísticas.

En 1971 ingresó al Poder Judicial de la Nación, donde desempeñó funciones como meritoria, auxiliar y secretaria en diversos juzgados del fuero civil hasta el año 1989. En 1990 fue designada prosecretaria letrada de la Corte de Justicia de la Nación, vocalía de doctor Mariano Cavagna Martínez, cargo que ocupó hasta 1993. Y desde 1994 hasta 2003 ocupó la secretaría letrada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.15

El vínculo de Battaini con la “Justicia adicta” de Tierra del Fuego parecía difuso en tiempos de su nombramiento, y contrastaba con otros casos obscenos donde encontrar la ruta política de la designación resultaba poco más que un juego de niños.

Sin embargo, la relación se hizo más visible en la primera semana de 2005, cuando ya se conocían indicios colaterales que terminaron de encajar en un perfecto rompecabezas.

La historia tenía dos personajes más. El primero era la abogada Norma López, por entonces pareja de Klass, el gran jefe de la Justicia. López no sólo pesaba fuerte en el directorio del Banco de la provincia (donde había sido nombrada asesora) sino que por esos años se había convertido en una asidua defensora de funcionarios ligados al Gobierno en causas de presunta corrupción. La mujer de Klass seguía de cerca y personalmente los expedientes, al punto de no tener

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problemas en reunirse con los jueces penales que llevaban adelante las investigaciones. Al que más frecuentaba era a Leandro Alvarez, de fuertes vínculos con el manfredottismo. En su juzgado dormían casos comprometedores para el poder de turno. Estaba claro que López era un alfil externo y muy eficaz para la maquinaria judicial conducida por Klass.

El otro nexo entre Battaini y la provincia también fue una mujer: Sandra Pesclevi, designada jueza penal de Río Grande el 14 de julio de 2003.

Pesclevi fue seleccionada por el Consejo de la Magistratura presidido por Klass, aunque nunca pudo jurar en el cargo por un pequeño detalle: el 6 de agosto de ese año, fecha prevista para la ceremonia, estaba presa en Buenos Aires, vinculada a un caso de corrupción.

La mujer había sido detenida por orden del juez de Garantías de La Plata, Guillermo Atensio, en una causa que también involucró a otros dos imputados, Hernán Di Biassio, esposo de la ex secretaria de la Sala III de la Cámara Federal de La Plata y el comerciante Edgardo Latorre, un amigo de Di Biassio. Los tres fueron acusados del presunto pedido de una coima de quince mil pesos a un abogado de La Plata para trabar un sumario en su contra por presuntas irregularidades en la tramitación de amparos contra el denominado corralito financiero.

El 10 de agosto de 2003, el Superior Tribunal de Justicia suspendió por acordada 52/03 el acto de juramento y asunción del cargo de Pesclevi, que todavía estaba presa en Buenos Aires y en su lugar asumió Héctor Daniel Ochoa, que había sido elegido juez del otro juzgado de instrucción riograndense. Por su parte el Consejo de la Magistratura resolvió suspender la propuesta de la polémica abogada como jueza del distrito norte.

El 17 de agosto, Pesclevi fue sobreseída por el juez Atencio. El fallo fue apelado ante la Cámara Penal de La Plata por los fiscales Virginia Bravo y Gabriel Sagastume, quienes insistieron con que la ex secretaria formó parte un plan orquestado por Di Biassio y La Torre para exigirle dinero al abogado Von Kluges. El 16 de septiembre la Justicia Penal de La Plata se declaró incompetente para seguir interviniendo en el caso y remitió el expediente a la Justicia Federal. Finalmente Pesclevi

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fue desvinculada del caso aunque la Magistratura de Tierra del Fuego desechó su nombramiento y la mujer terminó aceptando un cargo de defensora pública en el Juzgado Federal de primera instancia de Quilmes, en junio de 2006.

¿Pero qué tenían en común Battaini, López y Pesclevi?. ¿Qué las vinculó con la provincia?, ¿cuál era la relación con Klass? El primer indicio lo proporcionó el abogado de Río Grande Franciso Giménez, y lo profundizaron después varios medios de comunicación como el portal web Botella al Mar.

Las tres mujeres cursaron un doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad del Museo Social Argentino, entre 2001 y 2002. 16

La modalidad del post grado fue presencial, es decir que las tres juristas tuvieron tiempo de conocerse y de relacionarse. Quizá intercambiaron material de estudio. Tal vez compartieron alguna tarea docente en el mismo establecimiento académico.

Cuando promediaba la cursada, Klass asumió la jefatura de la Justicia fueguina, en septiembre de 2002. López acrecentó su poder y la pareja afincada en la provincia comenzó a construir su propio círculo de allegados dentro de la estructura judicial.

¿Habrá sido López quien le aportó a su marido el nombre de Battaini para que el Consejo de la Magistratura presidido por él, eligiera a la ex secretaria de la Corte Nacional como compañera del tribunal fueguino?

Hubo que esperar apenas seis meses, hasta julio de 2003, para que Pesclevi, la tercera ex compañera de estudios, apareciera como candidata a jueza de Río Grande, para ser elegida por el mismo Consejo donde Klass pisaba fuerte.

Claro que esta vez la mujer estaba presa, con problemas matrimoniales y judiciales, y el plan de reencontrar al trío de doctoras en latitudes australes quedó trunco, apenas por un pequeño error de cálculos.

Cuando la relación entre las abogadas se hizo pública, el consejero Sergio Saud, representante de los abogados de Río Grande, le pidió a la jueza explicaciones formales, raíz de la solicitud de información realizado por la ONG Participación Ciudadana.

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La respuesta de la magistrada fue la siguiente: -“Puntualmente ratifico que realicé el doctorado en Ciencias Jurídi-

cas y Sociales en la Universidad del Museo Social Argentino durante los años 2001/2002, con sede en la Ciudad de Buenos Aires, tal como consta en mis antecedentes curriculares (...) el curso fue completado por aproximadamente setenta abogados, entre ellos las Dras Sandra María Pesclevi y Norma Graciela López, con quienes no me une una íntima amistad (...) (con López) he mantenido el trato social derivado de las relaciones con los compañeros del Tribunal”. 17

Como pez en el agua

Un colega de tribunal con pasado polémico y perfil bajo. Una jueza que había sido compañera de estudios de su mujer, ahora convertida en asesora del Banco de Tierra del Fuego y abogada de funcionarios en problemas. Un poder político que lo respaldaba.

No es difícil inferir que Ricardo Klass empezó a ejercer con autoridad la jefatura de la Justicia. Y lo hizo de varias maneras distintas y paralelas.

Por un lado construyó poder interno, minando de nombramientos afines la estructura que él gobernaba desde el vértice de una pirámide.

Por otra parte, Klass pivoteaba entre los intereses políticos de turno, entrando y saliendo de la madeja de necesidades que le planteaban los mismos que habían “colaborado” en su designación.

Cuando era necesario designar a dedo, no le temblaba el pulso; cuando hacía falta declarar, no ahorraba palabras; si había que firmar sentencias controvertidas, se escudaba en argumentos inverosímiles. Casi nunca retrocedía.

En octubre de 2003, el origen menemista le jugó una mala pasada, cuando su nombre apareció cerca de una denuncia por presunto lavado de dinero que involucró al BTF donde trabajaba su mujer.

Las supuestas maniobras delictivas alcanzaban a las financieras Transcambio SA y Divisar SA, que a su vez ya figuraban de antemano en el informe de lavado de dinero elaborado por un grupo de diputados

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nacionales, entre ellos la líder de ARI, Elisa Carrió.La ex gerente general de Divisar fue Susana Beatriz Hoffman, ex

secretaria privada de Emir Yoma, cuñado del ex presidente Carlos Menem.

“En la famosa agenda de Lourdes Di Natale, otra ex secretaria de Emir que falleció en circunstancias dudosas, aparece mencionada Divisar y también figura el nombre del ex abogado personal de Menem, Ricardo Klass, actual presidente del Superior Tribunal de Tierra del Fuego”, 18 publicó la revista Veintitrés.

Cuando explotó el caso de presunto lavado en el BTF, los abogados que asumieron la representación legal de los directivos bancarios fueron Norma López, la pareja de Klass, y Santiago Kent, vinculado al estudio jurídico de López y Klass.

Los detalles de la maniobra que suponían el lavado de 114 millones de pesos en cinco meses (desde diciembre de 2002 hasta abril de 2003) fueron denunciados por los entonces diputados provinciales del ARI Manuel Reimbault, José Martínez y Fabiana Ríos.

Las oficinas de Divisar y Transcambio, junto a la sucursal Buenos Aires del Banco, fueron allanadas el martes 30 de septiembre de 2003 por orden del juez federal Jorge Ballesteros.

La causa 3028/03 caratulada “BTF Banco Provincia de Tierra del Fuego suc. Cap. Fed. S/Lavado de activos de origen delictivos” investigó operaciones fraguadas de compra y venta de dólares, con clientes tomados de listados de planes Trabajar y números de CUIL y DNI correlativos, comprobantes con firmas falsas y hasta distribución de billetes en el interior de un baño.

Según la denuncia y la documentación respaldatoria presentados a la Justicia, las maniobras de presunto lavado de dinero se realizaban mediante la compra mayorista de entre 400 mil y 1 millón de dólares diarios (entre 1,2 y 3 millones de pesos) que el banco fueguino fingía adquirir en las casas de cambio allanadas, y que luego simulaba vender en operaciones minoristas fraguadas de unos tres mil dólares cada una para no pasar el límite de diez mil pesos que obliga a informar al Banco Central de cada operatoria, paradójicamente, según establece la ley nacional antilavado.

El dinero nunca entraba y salía del banco, sino que sólo se movían

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comprobantes de las operaciones. La Justicia investigó si el fin último era lavar “dólares negros” que alguien retiraba de las casas de cambio sin declarar al fisco.

En la lista trucha de compradores de dólares figuraban personas residentes en una localidad de Santiago del Estero llamada Villa San Martín, y otras de Río Tercero, Córdoba. Algunos aparecían en listados oficiales de la AFIP con DNI y CUIL correlativos, con 102 años de edad y cobraban planes Trabajar. Las firmas de los boletos de compra de dólares eran claramente falsas.

El ex gerente de la sucursal Buenos Aires del BTF, Luis Fiszbein, hacía palotes en un papelito, con su firma y fecha, para controlar las operaciones minoristas que necesitaba realizar cada día para equilibrar el monto exacto de la compra mayorista de dólares que efectuaba el banco en las financieras Transcambio y Divisar. Esa documentación fue secuestrada y remitida al juez de la causa.

Fiszbein, que figuraba además como cliente irrecuperable en dos entidades bancarias desde que ingresó al Banco TDF y emitió un cheque sin fondos por 100 pesos, trataba con dos personas “de apellido Moretti” que concurrían al banco después del horario de cierre comercial para “dibujar” las operaciones, según declararon varios empleados de la entidad crediticia. También dijeron que algunas veces “los Moretti sí traían billetes y se los repartían en el baño de la institución”.

El ex presidente del Banco de Tierra del Fuego, Gustavo Lofiego, aseguró por entonces que “el lavado de dinero no existió” porque las operaciones se llevaron a cabo siguiendo todos los requisitos legales fijados por el Banco Central y las leyes nacionales anti-lavado. Y que si se cometió algún delito financiero, las responsabilidades había que buscarlas por el lado de una “organización externa” al banco con la complicidad de algún “empleado infiel”. Lofiego ordenó un sumario administrativo interno para deslindar responsabilidades y se puso a disposición de la Justicia. Sin embargo, se negó a pasar a disponibilidad a Fiszbein, el gerente sobre el que pesaban las mayores sospechas de fraguar operaciones de compra y venta de divisas.

Después, Lofiego abandonó el banco premiado con una indemnización; un sumario administrativo interno deslindó

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responsabilidades en empleados de bajo rango; y la Justicia Federal jamás indagó a ninguno de los sospechosos, al menos hasta la fecha de edición de este libro.

Por la ventana

En abril de 2004, el nombramiento de al menos nueve funcionarios judiciales sin ningún tipo de concurso, varios de ellos allegados al Partido Justicialista o con vinculaciones con Klass, originó la reacción de entidades sindicales ligadas al sector.

El Sindicato de Empleados Judiciales de la Provincia le exigió a los integrantes del Superior Tribunal que “expliquen a la comunidad estas designaciones”, mientras que la Central de Trabajadores Argentinos seccional Tierra del Fuego rechazó el ingreso a la Justicia de personas muy identificadas con el manfredottismo.

Tanto el Sejup como la CTA se refirieron a dos casos específicos: el nombramiento de Alejandro Fotheringham como jefe de intendencia del edificio de Tribunales (una especie de encargado de los choferes y personal de mantenimiento) y el de Marcela Cenizén como secretaria de Jurisprudencia.

Fotheringham se desempeñó como titular del ANSES Ushuaia en la época que su jefe político, el ex gobernador Carlos Manfredotti, ocupaba una banca en el Senado. Después fue funcionario del área de Salud. Su esposa es la fiscal Karina Echazú, y su acceso al cargo actual se produjo por designación directa de los ministros del Superior Tribunal.

Cenizén es la esposa del concejal justicialista Juan Carlos Arcando, por entonces enrolado en el manfredottismo y apoderado del PJ ante la Justicia Electoral.

El secretario general del Sejup, Omar Dahas, sostuvo entonces que “avalamos el comunicado emanado de la CTA, de la cual formamos parte. Estamos cuestionando estas dos designaciones puntuales que se hicieron en la planta del Superior Tribunal de Justicia. Es verdad que, en el caso del sector donde fue nombrado Fotheringham, los cargos no se concursan. Pero eso se aplica a los ayudantes, las categorías más bajas, no debería ser igual para el puesto de mayor jerarquía”.

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Por su parte el secretario de la Unión de Empleados Judiciales, Luis Bechis (el otro gremio del sector) le restó importancia a las designaciones al declarar que para los casos cuestionados no correspondía la realización de concursos y por ello las medidas no afectaban la situación de los empleados.

Según Dahas, “si alguien tiene que dar una explicación es el Superior Tribunal de Justicia, y no otro gremio, porque el cuestionamiento es a los miembros de la Corte. Las declaraciones de Bechis no nos sorprenden porque son correlativas con la obsecuencia que siempre tuvo con las autoridades del Poder Judicial”, afirmó el gremialista en declaraciones a la prensa. 19

El diario TIEMPO Fueguino publicó también una lista con “otras designaciones que fueron cuestionadas tanto por la falta de concursos como por las vinculaciones de las personas que ocupan los cargos. Las fuentes mencionaron la siguiente lista de casos puntuales:

-Paula De Gamas Soler, esposa del actual juez penal de Ushuaia Javier De Gamas Soler, designada el año pasado al frente de la Escuela Judicial, sin concurso.

-Yésica Name, ex secretaria de Jurisprudencia y actual relatora, designada sin concurso (además es la actual directora de la Escuela Judicial)

-Estela Manino, asistente social, esposa del abogado de la Secretaría de Seguridad Hugo Moratto, designada sin concurso (también se desempeña en la Escuela Judicial). Moratto habría trabajado con Ricardo Klass en el Ministerio de Justicia de la Nación.

-Dr. Salazar, abogado de la Prosecretaría de Tasas, designado sin concurso.

-Sergio Bertero, prosecretario de Tasas, designado sin concurso.-Eduardo Fabrizzi, director general de Informática, designado sin

concurso.-Alberto Marotta, prosecretario del Registro de la Propiedad

Inmueble, designado sin concurso”. 20

Otra designación que vincularon a Klass fue la del ex funcionario menemista Oscar Luján Fappiano, quien asumió el 15 de octubre de 2004 como jefe de fiscales de Tierra del Fuego.

Fappiano ocupó el cargo dejado vacante por Carlos Bassanetti, el

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único funcionario judicial que se opuso a la jubilación obligatoria.El puesto era clave porque la Fiscalía aparecía ante la opinión

pública (y aún hoy mantiene esa característica) como un sector de la estructura judicial que los jueces del manfredottismo no lograron domesticar.

El abogado que encabezaba la orden de mérito del Superior Tribunal de Justicia para ocupar la vacante, consiguió una rápida ratificación por parte de los integrantes del Consejo de la Magistratura que presidía -entonces- la jueza María del Carmen Battaini.

Lo cierto es que sus antecedentes exhibían tanto contactos políticos como méritos académicos. Se había graduado en la Universidad Nacional de La Plata en 1959. Había sido profesor universitario y dictado clases sobre Derechos Humanos en el curso de Postgrado para magistrados y funcionarios judiciales organizado por la Universidad Austral, e integraba el Comité Académico de la Escuela de Graduados -Especialidad en Ciencias Penales- de la Universidad Kennedy de Argentina.

Además, era consultor en materia de libertad de expresión del Centro de Altos Estudios de Derecho Público, Organización No gubernamental de la República Bolivariana de Venezuela, y lo habían designado juez ad hoc de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Fappiano fue también director de Asuntos Legales del Tribunal de Cuentas de Formosa y Procurador General del Superior Tribunal de Justicia y Fiscal de Estado en esa provincia. Ocupó una banca en la Cámara de Diputados durante dos períodos consecutivos, donde presidió la Comisión de Legislación General y fue secretario de la de Asuntos Constitucionales.

Durante el menemismo, ocupó el cargo de Procurador General de la Nación, secretario de Justicia y secretario de Asuntos Legislativos del Ministerio de Justicia en 1995, durante la gestión encabezada por Elías Jassan.

El reemplazante de Bassanetti ganó el concurso en el que se presentaron como candidatos por Tierra del Fuego el fiscal Mayor, Guillermo Mássimi; el secretario de Superintendencia del Superior Tribunal, Carlos Stráticco, el juez Juan José Varela y el juez del Tribunal

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de Juicio, Carlos Bet Ciácera, quien debió retirarse del examen por un problema de salud.

También fueron de la partida el juez federal Guillermo Tiscornia; el fiscal en lo Criminal y Correccional Federal Nº5 de Buenos Aires, Luis Horacio Comparatore; Leopoldo Matías Zavalla Pringles; Raúl Edgardo Giacone Jiménez; Sergio Fabián López; Alberto Agustín Lugones y Héctor Jorge Rodríguez.21

Caro, pero el mejor

Mientras Klass consolidaba poder interno y se exhibía como una figura intocable del poder de la época, el descontento social con el funcionamiento del Poder Judicial crecía a pasos agigantados.

Claro que el jefe de la Justicia parecía no percibirlo y sus apariciones públicas para defender lo indefendible se nutrían de un alto componente de soberbia.

“No puede vivir una sociedad en paz si no hay respeto por la Justicia y por lo que decidamos los jueces. Nos podemos equivocar, pero somos lo mejor que hay desde el punto de vista social”, aseguró en octubre de 2004.

También sostuvo que la Justicia fueguina “exhibe un buen nivel” y que su desempeño está “socialmente aceptado” (...) “En general la sociedad no expresa insatisfacción con el Poder Judicial”, porque “prestamos un servicio bueno, no diría óptimo, pero sí bueno”, declaró Klass.

Pese a señalar que “no se enoja nunca”, el juez de la Corte le contestó ese día a quienes cuestionaban su desempeño. Los calificó de “chuscos” y “genios de la publicidad que saben hacer shows” y “no están capacitados para hablar de la Justicia”. También insistió en comparar al Poder Judicial con “una empresa de servicios” donde los justiciables son los clientes. 22

Seis meses después de estas declaraciones, un informe del diario LA NACIÓN ubicó a Tierra del Fuego “al tope de las justicias provinciales en crisis” junto a las de Neuquén, Santiago del Estero, Mendoza, Santa Cruz, Tucumán y Chubut.

El informe describió cómo el poder político fue copando el ámbito

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de la Justicia en la mayoría de las jurisdicciones del país, y recordó que “luego de que en 2000, el entonces gobernador Carlos Manfredotti (PJ) instrumentó un régimen de jubilaciones obligatorias y anticipadas, la conformación del Superior Tribunal de Justicia (STJ) cambió 14 veces” .23

Los cuestionamientos sociales al desenvolvimiento judicial no se asentaban solamente en la falta de independencia, sino en los privilegios que gozaban (y todavía gozan) los jueces y funcionarios de ese poder.

Por ejemplo, de los 332 integrantes de la planta permanente de la Justicia existente en 2004, sólo 160 (el 48,19%) cumplía con la obligación legal de realizar aportes a la Obra Social del Estado: los restantes 172 (el 51,81 %) utilizaba un privilegio que les permitía aportar a empresas privadas de medicina.

El precepto jurídico de que “todos somos iguales ante la ley”, que los magistrados deberían respetar a rajatablas, cayó en saco roto a raíz de una acordada dictada por el propio Superior Tribunal de Justicia, en la que se interpretó que los empleados públicos provinciales no son lo mismo que los miembros de la casta de la balanza.

Desde entonces, el despropósito es doble: los jueces que tienen que velar por el cumplimiento de las normas forzaron su interpretación para beneficiarse con ello y salirse del sistema de prestaciones sociales del Estado, pero, a su vez, continúan aportando al sistema previsional para el día de mañana jubilarse con ingresos muy superiores a los que proporcionaría cualquier AFJP de primera línea.

Puestos a optar entre salirse o quedarse en el IPAUSS (el megainstituto de servicios sociales y previsión) ni uno solo de los jueces de la provincia eligió el Estado.

Los jueces, además, gozan de otro privilegio polémico: perciben el ítem antigüedad desde el momento en que se recibieron como abo-gados y no desde su efectivo ingreso a la Justicia. Así, un magistrado que se desempeña en el Poder Judicial desde hace dos años, puede percibir un adicional a su sueldo por el equivalente a veinte o treinta años de antigüedad en la profesión. 24

Lejos de estas circunstancias, Klass iba a jugar al tenis y ni siquiera pagaba la cancha. No es una metáfora. La Armada Argentina le había

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cedido en agosto de 2003 dos horas por semana de un gimnasio de su propiedad al juez del Superior Tribunal.

Klass ganaba entonces un sueldo de 14.474, 16 pesos mensuales (en bruto) pero no pagaba los 30 pesos por hora que cobraba el concesionario privado del gimnasio ubicado en el interior de la Base Naval Ushuaia. 25

La hora de los bifes

Es curioso que nos haya demorado tanto referirnos al contenido de las sentencias firmadas por Ricardo Klass. Se supone que tratándose de un juez -y del máximo estamento de la Justicia- ese debería haber sido el único posible argumento de este libro.

Analizar un fallo judicial sin ser abogado es pecado original para el evangelio de la iglesia letrada. “Es como si un enfermero o un farmacéutico se pusieran a opinar sobre el proceder de un cirujano”, suelen atacar los obispos y cardenales del derecho.

Olvidan estos apropiadores de saberes que la Justicia es, además de una fuente laboral para un grupo de profesionales, un derecho de todos los ciudadanos comunes, y un pilar básico de la democracia.

Si el contenido de una sentencia no se entiende luego de una simple lectura, no es un problema del que lo lee, sino del juez que lo escribió, cuya facilidad para expresarse debió perfeccionar en su paso por la facultad. El vocabulario técnico como fundamento inverosímil de que se trata de la única manera de mencionar una serie de conceptos específicos, se parece mucho más a una estrategia de acumulación de poder para convertir a la actividad judicial en una especie de secta de iluminados, como ocurre en otra infinidad de profesiones, inclusive en el periodismo.

Las personas tienen derecho a comprender el camino de razonabilidad con que un magistrado va hilando un veredicto hasta transformarlo en una conclusión casi irrefutable, más aún cuando se trata de sentencias sobre temas de Estado, o sobre cuestiones que atañen a las fibras más íntimas de una sociedad.

De hecho, la caída de Klass del pedestal que él mismo había construido, se produjo también porque la gente común empezó a

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percibir salidas arbitrarias para casos sensibles.

Veranito caliente

Klass comenzó el año 2005 sin imaginar todo lo que le esperaba. A fines de enero, todavía ajeno al rechazo social a su desempeño, aceitó sus vínculos políticos con el nuevo gobernador radical, Jorge Colazo, al sobreseerlo en una causa penal donde el único camino posible era el juicio oral y público.

El caso investigaba la contratación de la empresa Cienfuegos SRL para la organización de un festejo con fuegos artificiales en Río Grande, cuando Colazo era intendente de esa ciudad.

El expediente se había iniciado en 1994 a raíz de una denuncia formulada por el entonces concejal del Movimiento Popular Fueguino Horacio Miranda, quien en 2005 era funcionario de la gestión de Colazo.

El contrato con Cienfuegos fue rubricado por Colazo y otros funcionarios de su gabinete, y ascendía a 37.524 pesos. Según la Fiscalía, el precio de la contratación fue superior al normal y no se cumplieron los pasos establecidos en la ley de contabilidad. La investigación demostró que se fraguaron otras ofertas para simular un concurso de precios transparente.

Mientras el dos veces intendente de Río Grande se convertía primero en senador nacional y luego en gobernador fueguino, la causa avanzó a paso lento. El funcionario fue procesado en primera y segunda instancia. El 2005 era, sin dudas, el año del juicio oral.

Ricardo Gil Lavedra, el prestigioso abogado y ex ministro nacional durante la gestión presidencial de Fernando De la Rúa, asumió la defensa de Colazo, y realizó un planteo de último momento.

Según el letrado, el supuesto delito cometido por el mandatario era de menor gravedad al que figuraba en la imputación fiscal. De esta forma, buscaba un cambio de calificación en una instancia muy poco probable para decidir ese tipo de cuestiones, y que la consecuencia lógica fuera el dictado de la prescripción de los hechos respecto de su defendido.

El planteo se materializó mediante un recurso de casación ante

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el Superior Tribunal de Justicia. El 24 de enero se conoció el fallo dictado por Klass y compañía, cuando la mayoría de los fueguinos estaba de vacaciones y la noticia podía pasar casi desapercibida.

Colazo fue sobreseído definitivamente del caso con los argumentos calcados de la presentación de su defensor. 26

Muerto el rey, viva el rey

Estaba claro que Klass había dejado atrás su antigua identificación con el manfredottismo y se había adaptado en forma natural a los tiempos del nuevo gobernador Colazo.

Los problemas empezaron a presentarse apenas transcurridos los primeros meses de la gestión, cuando el mandatario empezó a mostrar un perfil impredecible y peligroso, que amenazaba con arrastrar tanto a los aliados como a los opositores al gobierno. Un claro ejemplo de ello fue el insólito tratamiento de la ley del presupuesto provincial 2005.

La característica principal de la gestión colacista fue la confron-tación múltiple, continua, simultánea y desorganizada con todos los factores de poder. El ex gobernador generaba el caos político para des-pués emerger de él como una especie de víctima sacrosanta a quién no dejaban cumplir con sus propósitos electorales.

Así gobernaba Colazo: nombrando un amplio gabinete de once ministros que duraban meses o a veces semanas en sus puestos porque eran removidos una y otra vez con argumentos insólitos o quizás sin ninguna justificación; criticando la corrupción de sus predecesores (“no dejaron ni las cortinas de los despachos” declaró a poco de asumir) pero aliándose inmediatamente con lo peor de esas prácticas; prometiendo Justicia pero realizando pocas o ninguna denuncia sobre las irregularidades detectadas.

En los primeros meses de gobierno se distanció definitivamente de su compañero de fórmula, el justicialista disidente Hugo Cóccaro, con quien había ganado las elecciones y quien sin embargo se convir-tió al poco tiempo en su peor enemigo.

Sin respaldo político, Cóccaro se atrincheró en la Legislatura que presidía por su condición de vicegobernador y empezó a construir

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poder aliándose con la mayoría de los legisladores.A comienzos de 2005, Colazo había conseguido la sanción de la

ley de presupuesto, pero transcurridos unos meses y profundizada la pelea con Cóccaro, la Legislatura se había vuelto un escollo infranqueable para el Poder Ejecutivo.

En junio de ese año, los legisladores aprobaron una modificación a la ley presupuestaria, con ítems que limitaban seriamente la capacidad de maniobra del gobierno. La norma establecía, básicamente, tres puntos principales:

.determinaba que los nuevos empleados públicos incorporados al Estado a través del llamado “megapase” 27 debían hacerlo en la categoría 10, la mínima del escalafón provincial, y no en otra todavía menor que pretendía crear el gobierno

.establecía que el Ejecutivo dejaba de tener facultades para modificar partidas presupuestarias sin autorización expresa del Poder Legislativo

.indicaba que en caso de producirse excedentes presupuestarios en diferentes áreas, ese dinero debía redistribuirse con ajuste a lo que autorizara el parlamento

Sin más opciones a la vista, el colacismo acudió a la Justicia para plantear un supuesto conflicto de poderes y para que el Superior Tribunal, presidido por Klass, limitara el avance legislativo.

El resultado de esa presentación fue un desaguisado de sentencias digno de figurar en los anales del derecho.

En principio, una resolución de la Corte firmada por Klass, Battaini y Robbio el 15 de junio, hizo lugar a la demanda del gobierno al declarar la inconstitucionalidad (parcial o total) de seis artículos del presupuesto, de acuerdo al siguiente detalle:

“-artículo 7°: en lo referente a autorización legislativa previa para el IPAUSS y la Caja Compensadora para disponer reestructuraciones y modificaciones de sus presupuestos, en caso de excedentes.

-artículo 9°: (megapase), en cuanto a la intervención de la Legislatura en la designación del personal del Ejecutivo y en cuanto establece un determinado escalafón para el ingreso del personal.

-artículo 11°: en lo referente a someter al Poder Legislativo la au-torización de las modificaciones o reestructuraciones presupuestarias

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del Poder Ejecutivo.-artículo 21°: por querer intervenir la Legislatura en la

cobertura de vacantes de personal permanente en cualquier jurisdicción o entidad de la administración centralizada. -artículo 24°: por disponer que el Poder Legislativo en el manejo de los excedentes financieros, las modificaciones presupuestarias, reasignación de créditos entre jurisdicciones, creación de nuevos programas, refuerzo de partidas o cambio de destino de los gastos de los organismos del Poder Ejecutivo”. 28

La resolución del Superior Tribunal favoreció los intereses del gobierno, tanto que el entonces secretario Legal y Técnico de la Gobernación, el ex juez Francisco De Antueno, salió a respaldar la postura del organismo judicial.

“Resulta totalmente falaz que la sentencia le reconozca al titular del Poder Ejecutivo facultades extraordinarias (...) se limitó a precisar los límites exactos de competencia de cada uno de los Poderes del Estado”, declaró el funcionario a la prensa.

Según De Antueno, el fallo resolvió un “conflicto de poderes” planteado desde que la Legislatura modificó el presupuesto provincial 2005 que el gobierno consideró “inconstitucional”. Por eso el secretario opinó, de acuerdo al texto de la sentencia, que “ninguno de los poderes debe sufrir una injerencia indebida por parte de los otros y debe contar con resortes eficaces para impedir cualquier situación que se traduzca en una dependencia de los dictados de otro poder”.

“El Poder Judicial declaró inconstitucional que el Poder Legislativo determinara la categoría de los trabajadores que ingresaron a través del megapase, pero no que la inconstitucionalidad recayera en el Poder Ejecutivo por haber otorgado la categoría 10 del escalafón, ya que es éste quien tiene la facultad para adjudicar esa categoría o la que crea razonable”, abundó el entusiasmado De Antueno. 29

Después del fallo, un grupo de legisladores encabezados por los integrantes del bloque del ARI, Manuel Raimbault y José Martínez, advirtió que recurrirían a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El principal argumento era que se estaba vulnerando un derecho básico, como es la función del parlamento de legislar en materia presupuestaria y de controlar al poder Ejecutivo.

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La discusión era tan evidente y la conclusión final tan categórica que los jueces decidieron no pagar el costo que suponía exponer sus fundamentos ante un hipotético tribunal nacional, corriendo el riesgo de que el asunto se dispersara por los medios de prensa de todo el país.

La solución que le encontraron fue poco ortodoxa: a las 48 horas dictaron una aclaratoria de la sentencia anterior, donde cambiaban drásticamente el criterio inicial y reconocían las facultades legislativas.

En el gobierno de Colazo pusieron el grito en el cielo, no sólo por lo absurdo de la situación, sino porque además, en términos formales, el Superior Tribunal había aceptado el recurso de aclaratoria cuando ya había vencido el plazo procesal para su presentación, que era de tres días hábiles.

El entonces subsecretario Legal y Técnico, Roberto Casal, aseguró que “el Tribunal violó el derecho de defensa al admitir el recurso interpuesto por la Legislatura de manera extemporánea, lo que a mi entender constituye una clara arbitrariedad judicial”.

Además, Casal se quejó de que una aclaratoria pudiese contrade-cirse tan abiertamente con el fallo de fondo: “aquí hubo un nuevo fallo que controvierte el anterior, ya que limita facultades que antes había reconocido como propias del Poder Ejecutivo. En el gobierno estamos asombrados porque la medida contiene errores demasiados gruesos”, explicó el funcionario.

¿Eran realmente contradictorios el primer fallo y la aclaratoria posterior? Veamos algunos ejemplos. Los magistrados escribieron, al declarar la inconstitucionalidad del artículo 11 del presupuesto, que “la pretensión legislativa de autorizar las modificaciones o reestruc-turaciones presupuestarias que pretendiera realizar el Ejecutivo en el ámbito de su competencia, pero dentro de los montos autorizados por ley, supera la frontera de las competencias propias del Parlamento, convirtiendo de esa manera a la norma en cuestión en contraria a la Constitución provincial”. En cambio, en la aclaratoria, sostuvieron que “cualquier modificación en orden a los montos aprobados en la ley de presupuesto deben ser siempre autorizados por la Legislatura”, y que de esa manera se “evidencia que también es necesaria la intervención del

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órgano legislativo con el objeto de incrementar la planta de personal”.El artículo 24 del presupuesto establecía que “la asignación de los excedentes presupuestarios o los mayores ingresos percibidos deben ser aprobados por el Parlamento, como así también la reasignación de créditos entre jurisdicciones, la creación de nuevos programas presu-puestarios, el refuerzo de partidas o el cambio de destino de los gas-tos”. Este artículo fue declarado inconstitucional por el Superior Tri-bunal en el entendimiento de que esa intervención “supera el marco de competencia del Poder Legislativo”. Sin embargo, la Corte sostuvo después que “va de suyo que el presupuesto aprobado por ley tiene lí-mites económicos establecidos” y que “el incremento de dichos límites excede el presupuesto”, y por ello se “requiere una nueva propues-ta de asignación de recursos por el Poder Ejecutivo, la que podrá ser aceptada por el Poder Legislativo y aprobarse, en su caso, por medio de una nueva ley”. Y si bien insiste en que “el Poder Ejecutivo, en tanto se trate del presupuesto aprobado, está facultado para hacer las reestructuraciones o reasignaciones internas que resulten necesarias para su gestión, respetando su finalidad y función”, apunta que estos cambios deberán ser informados “a la Legislatura con carácter previo a su ejecución”. 30

La comedia de enredos no se detuvo. El gobierno que primero había festejado el fallo del Superior Tribunal, después de la aclaratoria estaba decidido a apelarlo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

¿Había más espacio para profundizar el escándalo? Los tres abogados gubernamentales que presentaron el recurso extraordinario federal contra la aclaratoria, fueron sancionados por los ministros de la Corte fueguina comandada por Klass.

La sanción consistió en un llamado de atención al secretario Legal y Técnico, Javier De Antueno, al subsecretario del área, Roberto Casal y a la abogada Susana Sosa, por los términos empleados en el escrito judicial.

Casal declaró entonces que se había cercenado “el libre ejercicio profesional”. 31

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La caída

Desde septiembre de 2005 y hasta abril de 2006 se extendió el período en que Klass perdió todo el poder acumulado y cayó en desgracia.

Fue en este lapso que el máximo jefe judicial terminó intrincándose en uno y otro episodio controvertido, hasta quedar aislado en términos políticos, institucionales y sociales.

El abogado Alejandro De la Riva reveló el 2 de septiembre un episodio singular. Declaró a los medios que el gobernador Colazo y el entonces ministro Coordinador, Edgardo Welsch, habían participado “en el quincho de Masciottra” (un conocido empresario local) de una misteriosa reunión con los principales comerciantes de Ushuaia (mencionó a “Quique Bronzovich”, “Sánchez Posleman” y “Begué”, entre otros) y el ministro del Superior Tribunal de Justicia, Ricardo Klass, acompañado por su esposa, Norma López. El letrado dijo que también había estado “un integrante del Tribunal de Cuentas”.

El motivo del encuentro nunca quedó claro, pero según De la Riva, “le pidieron a Colazo que cumpla con las leyes”.

Por su parte el presidente del Tribunal de Cuentas, Claudio Ricciutti, admitió que la reunión existió y que él asistió junto a otro miembro del organismo de control, Rubén Herrera. Ricciutti señaló que se trató de un acontecimiento social (habló de “un asado”) y le restó cualquier tipo de connotación política o institucional. 32

Sin embargo, las repercusiones de aquel encuentro enigmático fueron fatales para la imagen del gobierno, la Justicia y los organismos de control. La reunión fue leída socialmente como un acuerdo de impunidad que garantizaba protección judicial para los desmanejos por entonces evidentes de Colazo en materia económica y administrativa. Aunque más revelador resultó ese cónclave a la luz de los acontecimientos que le siguieron, apenas cinco días después.

El 7 de septiembre, la comisión investigadora de la Legislatura dictaminó a favor de la realización de un juicio político al gobernador, a raíz de las dos denuncias planteadas por el propio abogado De la Riva.

El dictamen acusatorio incluyó un lapidario diagnóstico sobre

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las responsabilidades de Colazo en la rendición del ejercicio presupuestario 2004 y sobre la falta de remisión de fondos coparticipables a la Municipalidad de Río Grande, los dos ejes del pedido de destitución.

De la Riva acusó al mandatario de presunto “mal desempeño del cargo” en base al “lapidario informe de la cuenta general de ejercicio 2004” sobre la que el Tribunal de Cuentas detectó “incumplimiento de leyes, decretos y resoluciones plenarias, además de pagos anticipados a cuentas de certificados de obras públicas, inobservancia de los procedimientos para iniciar compras y contrataciones, erogaciones sin respaldo legal, contratación de servicios sin documentación que acredite relación contractual, ejecución de obra pública sin contrato y existencia de cuentas corrientes no denunciadas por la Tesorería General”.

El informe del Tribunal de Cuentas fue realizado en base al análisis de 216 expedientes y de 5000 facturas y concluyó que el gobierno rindió en forma inadecuada anticipos de gastos a rendir por $14 millones. La segunda acusación que De la Riva le imputó a Colazo fue haber “incumplido la obligación constitucional de remesar, en tiempo y forma, los fondos de la coparticipación federal al municipio de Río Grande”, en referencia a las retenciones que realizó el gobierno por una supuesta deuda de la municipalidad, y que se normalizó recién tras la intimación del Superior Tribunal de Justicia a acatar el fallo en un plazo de 72 horas. 33

Apenas dos días más tarde, el 9 de septiembre, la Sala Acusadora de la Legislatura resolvió hacer lugar al pedido de juicio político, por seis votos a favor contra uno del legislador oficialista Jorge Berícua. El gobernador fue suspendido del cargo y en su lugar asumió Cóccaro.34

Esa misma jornada, el gobierno acudió a la Justicia por primera vez para lograr la restitución de Colazo en su puesto. Lo hizo a través de un recurso de inconstitucionalidad y de una medida de no innovar presentada ante el Superior Tribunal. 35

Klass, Battaini y Robbio firmaron tres días después, el 12 de septiembre, un fallo que ordenó la “inmediata reposición del gobernador hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo”.

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La sentencia tenía sólo cuatro carillas de extensión, incluyendo una última página con cuatro renglones y la firma de los jueces.

En rigor, la medida judicial que resolvía el conflicto institucional más grave y más sensible de la última década fueguina, constaba de setenta y cuatro líneas, de las que dieciséis correspondían a la parte resolutiva y los cincuenta y ocho restantes a la fundamentación.

Más aún, la resolución de Klass y compañía que le salvaba el pellejo a Colazo tenía un sólo párrafo de cuatro líneas en que los jueces se referían específicamente al caso bajo análisis.

Allí señalaban que “es notorio que la suspensión del gobernador, objetada en cuanto a eventuales afectaciones al derecho de defensa en el marco del debido proceso, constituye una cuestión de extrema importancia institucional, que amerita urgente tratamiento y decisión”. Pero el escrito no mencionaba cuáles eran, aunque más no sea en forma preliminar o supuesta, “las afectaciones al derecho de defensa en el marco del debido proceso” que habría sufrido Colazo en el juicio político entablado por los legisladores.

Los primeros cuatro renglones del fallo eran formales: mencionaban la fecha, la carátula del caso y el número de expediente. El considerando número uno (de quince líneas) sintetizaba el objeto de la demanda del mandatario, y especificaba la solicitud de “declaración de nulidad del proceso de juicio político (...) y en particular de la resolución de la sala acusadora, dictada el 9 de septiembre”, además de “una medida cautelar con el propósito de suspender la ejecución de los actos dictados por la sala acusadora”. Y los considerandos números dos y tres, de quince y diecisiete renglones respectivamente, eran citas textuales de fallos anteriores del mismo tribunal, que justificaban la decisión de suspender “todos los actos del procedimiento de juicio político” hasta tanto se corra vista al fiscal de Estado y al Fiscal ante el Superior Tribunal de Justicia.

Por ese entonces, fuentes jurídicas consultadas por la prensa se mostraban “asombradas” ante la “falta de fundamentación” de una medida semejante, verificada por su escasa extensión y carencia de elaboración de los propios jueces sobre el caso particular, en tanto que señalaban como una falencia “grave” la derogación implícita del “artículo 118 de la Constitución provincial”, que es el que

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obliga a los legisladores de la sala acusadora a la suspensión del gobernador cuando haya motivo para sustanciar un juicio político. El abogado de Río Grande Osvaldo López aseguraba por esos días que el fallo de la Corte “inventó” un instituto jurídico inexistente al que cabría bautizar como “pre-cautelar”, ya que “tomada la solución” en el sentido de que “Colazo tiene que ser restituido en el cargo de gobernador”, después (y sólo después) se lee la demanda, el dictamen de la Sala Acusadora de la Legislatura y, acto seguido, “se inventa” la herramienta para “reponerlo” en el cargo mientras se sustancia “no ya la causa principal o la cuestión de fondo como era antes, sino la medida cautelar cuyo objeto era, precisamente, esa reposición provisoria que se peticiona hasta tanto se resuelva el planteo de fondo, pero de más fondo, como es la nulidad de todo lo actuado por los Legisladores”.36

Primeros coletazos

El fallo de la Corte reponiendo a Colazo en la gobernación derivó en las primeras manifestaciones sociales contra los jueces del máximo organismo de la Justicia.

En Río Grande, pocas horas después de conocida la sentencia, unas trescientas personas se concentraron en la plaza Almirante Brown, frente al Concejo Deliberante, para pedirle a las autoridades provinciales de los tres poderes el respeto a las instituciones republicanas de la provincia.

Los manifestantes, convocados entre otros por el operador periodístico Carlos Muzón, cantaron el himno nacional, pronunciaron cánticos en contra Klass y exigieron que se respete la Constitución de Tierra del Fuego. Luego se desconcentraron sin protagonizar incidentes. Era la primera muestra concreta de un descontento que empezaba a generalizarse.

En el plano institucional, se sucedieron varias declaraciones en desacuerdo con el contenido de la sentencia.

El legislador justicialista Carlos Saladino llegó a sugerir el supuesto pago de una coima por parte del gobierno a los jueces, y adelantó que presentaría un pedido de jury contra los magistrados. Saladino admitió que no tenía pruebas de sus afirmaciones.

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Con más tacto, el reconocido abogado constitucionalista Daniel Sabsay cuestionó la celeridad del fallo: “Sorprende la velocidad en que resolvieron un asunto de semejante magnitud, pero es propio de jueces que están relacionados con el menemismo”, sintetizó. 37

Por su parte el legislador de ARI Manuel Raimbault apeló a la ironía al sostener que la tan mentada intervención a la provincia se había producido, ya no por el mecanismo que fija el Congreso, sino porque “lo llamaron por teléfono a Klass”.

En tanto el ex fiscal Carlos Bassanetti consideró que la resolución constituía una “clara intromisión de la Justicia” en el proceso legislativo de juicio político.

Bassanetti calificó de “error clarísimo y manifiesto” a la medida de los cortesanos porque “se entromete en un asunto donde no tiene nada que hacer”. 38

Claro que ninguno de ellos imaginaba, todavía, que lo peor estaba por suceder.

Favor con favor se paga

Al día siguiente de la restitución de Colazo en su cargo por orden del Superior Tribunal de Justicia integrado por Klass, el gobernador firmó el decreto 3343/05 que designó a Norma López, pareja de Klass, como directora del Banco de Tierra del Fuego.

La medida fue interpretada como un claro intercambio de favores entre Colazo y el ex abogado personal de Carlos Menem, quien el día anterior también había cumplido años y lo había celebrado con una fiesta en su casa, a la que asistieron funcionarios del gobierno.

El nombramiento de López intentó ser explicado por las autoridades, aunque a nivel político y social terminó de detonar una bomba de repercusiones.

El entonces ministro Coordinador, Edgardo Welsch, negó que la designación haya tenido algún tipo de relación con el fallo que favoreció a su jefe político. Casi nadie le creyó.

La mujer de Klass ya se había desempeñado como asesora del ban-co, y en los últimos meses se había convertido en una operadora judi-cial de los funcionarios con causas penales. Nada era casualidad.39

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Referentes de varios partidos políticos lo leyeron de ese modo y de inmediato repudiaron el nombramiento.

El legislador de ARI, José Martínez, sostuvo que la designación de López buscaba “garantizar la impunidad” y recordó que la abogada es la misma que “salió corriendo a constituirse como parte querellante en la causa de lavado de dinero del banco cuando la Justicia Federal estaba investigando a los mismos funcionarios bancarios como sospechados de la maniobra”.

El legislador Raimbault habló de un acto de “grosería” y desafió al gobernador a “redoblar la apuesta” y convocar a la revocatoria de mandato de todas las autoridades electas.

El concejal del Movimiento Popular Fueguino, Abel Sberna, definió la maniobra como “barrabasada”, mientras que el secretario de la Asociación Bancaria, Hugo Noia, dijo que la medida evidencia una “falta de ética y de moral”.

El intendente de Río Grande, Jorge Martín, lo calificó como “una provocación a la comunidad” y como una “forma de subestimación del pueblo”.

En el plano gremial, las autoridades locales de la Central de Trabajadores Argentinos dijeron que se trataba de “los pagos que se hacen para darle continuidad al proceso de vaciamiento institucional, y de corrupción generalizada, impunidad mediante. 40

Al grito de “coimeros hijos de puta” y “que se vayan”, unas doscientas personas se autoconvocaron en la noche del 14 de septiembre frente a la sede del Superior Tribunal. La gente exhibía narices de payasos, banderas argentinas y ejemplares de la constitución de Tierra del Fuego.

Pese al clima hostil, con ráfagas de viento helado, que pudo haber conspirado contra una mayor convocatoria, los manifestantes se expresaron con cánticos y redoblantes, y desconcentraron sin protagonizar incidentes luego de cantar el himno alzando las banderas argentinas.

Al día siguiente pero en Río Grande, unas tres mil personas se movilizaron pidiendo “respeto por la Constitución” y “repudiando la intromisión del Superior Tribunal de Justicia en el juicio político al gobernador Jorge Colazo”.

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Los manifestantes cantaron consignas como “si este no es el pueblo, el pueblo dónde está” o “es para Kirchner (o Colazo alternativamente) que lo mira por TV”, dieron dos vueltas a la plaza Almirante Brown y después de cantar el himno, se desmovilizaron. 41

El 16 de septiembre hubo otra manifestación en Ushuaia. Cerca de mil personas se concentraron frente a la Corte provincial, marcharon hasta el Banco Tierra del Fuego, donde repudiaron la designación de la concubina de Klass en el directorio de la entidad, y continuaron viaje hasta la sede de la Legislatura (en el edificio del Centro Austral de Investigaciones Científicas) donde los parlamentarios estaban sesionando para instruir a los senadores nacionales de la isla a que rechacen una eventual intervención federal a la provincia. Allí se produjo un incidente cuando ocho legisladores intentaron capitalizar la marcha, salieron del edificio y la gente comenzó a gritarles “coimeros”, entre otra catarata de insultos.

Esa misma jornada, los abogados Francisco Giménez, Javier Da Fonseca y el legislador Raimbault habían presentado sendos pedidos de jury de enjuiciamiento contra los jueces, iniciando una tendencia que se repetiría en las próximas semanas y meses. 42

La presión sobre Klass se tornó insostenible y el jefe de la Justicia tuvo que apartarse el 19 de septiembre de la causa donde se analizaba la legalidad del juicio político.

El texto de la excusación habla por sí solo:“Señores jueces: I.- En relación a estos obrados se han producido diversas

manifestaciones públicas de ataque directo a mi persona cuestionando mi actuación como integrante del Tribunal y haciendo conjeturas variadas y hasta contradictorias respecto a supuestas situaciones políticas que, como les consta y me consta, carecen de asidero.

Sin perjuicio de las diversas intenciones de los emisores, estimo que tales expresiones no logran conmover el ánimo de quien como integrante del máximo órgano judicial provincial siempre ha actuado con independencia, imparcialidad, transparencia y probidad como denominador común presente en todas sus decisiones.

Sin embargo, en concreta relación con el suscripto, se ha aludido profusamente a la supuesta relación que tendría mi actuación judicial

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en estos obrados con el nombramiento de mi esposa, la Dra. Norma Graciela López, como integrante del Directorio del Banco de la Provincia de Tierra del Fuego.

Va de suyo que tales expresiones son inciertas.La Dra. López es una abogada con una trayectoria profesional

intachable incluso en la referida entidad bancaria desde años antes que el suscripto fuera nombrado en el cargo de juez del Superior Tribunal de Justicia.

Las inciertas inferencias pronunciadas por diversos actores sociales han sido potenciadas por diversos medios masivos de difusión y por ello me eximo de efectuar referencias puntuales ya que son de público y notorio.

II.- Lo expuesto amerita efectuar un análisis en dos planos.Desde el punto de vista objetivo no hay motivo alguno que determine

la procedencia de mi excusación. Sin desmedro de las intenciones y propósitos de los manifestantes, la aludida relación no existe. No forma parte de la realidad.

No obstante, en el plano subjetivo, indudablemente se han generado motivos graves de decoro y delicadeza en mi persona dado que la profusa publicación de la especie les confiere entidad de causas suficientes y eficientes para conmover o debilitar la confianza pública en relación a la necesaria imparcialidad que debe presidir y exhibir la actuación judicial.

Este aspecto subjetivo es propio e íntimo del magistrado y sólo a él le cabe efectuar la adecuada valoración en el plano axiológico para formular la excusación en el caso concreto.

Se ha intentado desmedrar la confianza social respecto a mi posición imparcial y ello me obliga a apartarme de intervenir en estas actuaciones por un imperativo ético y también para preservar el efectivo servicio de justicia.

A fin de aventar toda duda social acerca de la imparcialidad y transparencia de la actividad del Tribunal es que solicito inhibirme de intervenir en las presentes actuaciones de conformidad a lo establecido en el art. 41.1. del CPCCLRyM y en el inciso 13 del art. 45 del C.P.P. que rezan: “excusación: (…) Asimismo podrá hacerlo cuando existan otras causas que le impongan abstenerse de conocer en el juicio, fundadas

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en motivos graves de decoro o delicadeza” y “El juez deberá inhibirse de conocer en la causa cuando exista uno de los siguientes motivos (…) 13) Cuando, a su juicio, concurrieren razones que pudieren conmover o debilitar la confianza pública en relación a su imparcialidad” respectivamente.

Sobre esta causal se ha pronunciado el Superior Tribunal señalando que constituye una situación valorable, en principio, sólo por quien la invoca y que basta para fundar la excusación que el hecho alegado permita, razonablemente, al magistrado sentir que se duda de su imparcialidad, de modo de verse afectado en su credibilidad pública. (in re Velazco, José Raúl, expte. Nº 211/98 SR del 29/06/99, Libro V, fª 371/372).

El juicio debe remitirse a una situación externa: la posibilidad de que se conmueva o debilite la confianza pública en su imparcialidad por los hechos que motivan su excusación, sin que se requiera su efectiva producción -basta con su posibilidad- sirviendo como fundamento para la excusación que el hecho invocado permita razonablemente sentir que se pueda dudar de su imparcialidad de modo de verse afectado en su credibilidad pública. (in re Rivero, Gabriela F., expte. Nº 429/01 SR del 20/04/01, Libro VII, fº 187/188). Intimamente, no dudo que las expresiones referenciadas se dirigen estrictamente contra mi persona y al poner en tela de juicio mi imparcialidad se genera una situación de verdadera violencia moral que obliga a mi apartamiento a efectos de salvaguardar la objetividad de la actividad a cumplir por un cuerpo colegiado, asegurando de ese modo el correcto desenvolvimiento de las instituciones republicanas en el marco de las constituciones nacional y provincial.

Hiere mi voluntad que la imagen del Superior Tribunal se vea empañada, siquiera artificiosamente, en orden a su augusta misión de declarar el derecho aplicable en justicia.

III.- Permítaseme como reflexión final reiterar mi preocupación ética citando lo siguiente: “…los grandes horizontes entre cuyos límites se forman nuestros juicios…” ya que “…sólo a partir de ellos podremos discernir los porqués de las valoraciones prácticas en conflicto…”(Humberto Eco – Carlos María Martín, “¿En qué creen los que no creen?”, pág. 24). Conforme una interpretación trascendente de la

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historia, ésta “…no debe ser objeto de cálculo sino de esperanza…” generando una perspectiva que “…no agota sino que solidifica el sentido de los acontecimientos contingentes: SON EL LUGAR ETICO EN EL QUE SE DECIDE EL FUTURO METAHISTORICO DE LA AVENTURA HUMANA. (Eco – Martín, ob. Cit.pág. 27)

Desde esta perspectiva ética y atento a la profusa difusión pública de las expresiones dilacerantes que ponen en duda la transparencia e imparcialidad de la actuación del suscripto en el presente expediente, entiendo que mi dignidad y decoro exigen que me aparte, no sólo para despejar la maledicencia sino para demostrar a los habitantes de la provincia una plena transparencia y objetividad en los procedimientos y decisiones que adopten los demás miembros del Superior Tribunal de Justicia despejando así toda clase de incógnitas, en aras de la seguridad jurídica, de la esperanza y del bien común.

No obstante la falta de fundamento de la especie lanzada, el suscripto se aparta para salvaguardar el prestigio de la institución judicial.

Serán los manifestantes y sus acólitos quienes deberán alguna vez explicar a la sociedad fueguina la liviandad con que agreden a las instituciones en general y al Poder Judicial en especial, último custodio de los derechos fundamentales en el marco del estado de derecho y justicia que necesita una sociedad que aspira a vivir democráticamente. La decisión de apartarme es una elección libre, basada en la moral y la ética y así solicito sea interpretada por mis pares admitiendo mi inhibición en el presente legajo.

Ushuaia, 16 de setiembre de 2005”. 43

Perdiendo imagen a tu lado

Aún con la excusación en el expediente del juicio político, la situación de Klass y la de sus compañeros tribunalicios hacía agua por todos lados.

La estrategia no alcanzó para frenar la ola de críticas hacia el funcionamiento del Poder Judicial, claramente sospechado de connivencia con el poder de turno.

El vicepresidente del Colegio de Abogados de Río Grande, Eduardo

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de la Puente, aseguró por esos días que la imagen del Superior Tribunal “está por el subterráneo”. 44

Casi dándole la razón a ese juicio, el diario LA NACIÓN publicó el 20 de septiembre una editorial titulada “La crisis institucional fueguina”, en la que analizó la situación política que atravesaba la provincia, con hincapié en la “debilidad del sistema democrático” y los “desatinos del Poder Judicial”.

El artículo fue contundente con la actuación de los jueces de la Corte en el caso del juicio político promovido por la Legislatura contra Colazo, y concluyó aconsejando “la sustitución de los integrantes de gran parte del Poder Judicial fueguino, comenzando por su más alto tribunal, para que a través de procedimientos transparentes se logre la elección de jueces independientes e idóneos. Así se podrá considerar que la democracia rige en la provincia más austral del país”. 45

Las manifestaciones contra el desempeño del Poder Judicial no se detuvieron. El 25 de septiembre, trescientos vecinos se reunieron en Río Grande para realizar una parodia de enjuiciamiento a los jueces de la Corte.

El acto fue organizado por sindicatos, organizaciones sociales y de derechos humanos. Sirvió para enumerar parte de las actitudes y resoluciones que se le cuestionaban a los integrantes del Superior Tribunal y al poder político fueguino. 46

Siga, siga

Sin Klass en el expediente, pero sin que pueda demostrarse su prescindencia en el caso, la Corte provincial falló sobre la cuestión de fondo en el planteo de presuntas ilegalidades en el proceso de juicio político a Colazo.

Fue el 7 de octubre, mientras el gobernador seguía ejerciendo funciones desde que el mismo tribunal lo había restituido en el cargo, casi un mes antes.

La sentencia fue rubricada por los jueces Robbio y Battaini. Establecía que la Legislatura podía continuar con el proceso de enjuiciamiento, pero con el mandatario en la Casa de Gobierno.

El argumento principal era que la resolución de la Sala Acusadora

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(suspendiendo a Colazo) no estaba fundamentada, a pesar de que la Constitución no menciona en ningún momento ese requisito.

Las voces en contra de la resolución judicial no se hicieron esperar. Fue otro cimbronazo político en un año definitivamente signado por la crisis.

El legislador Saladino sostuvo que el fallo era “una vergüenza”, mientras que su par del MPF, Roberto Frate se pronunció a favor de producir una nueva suspensión del mandatario.

Sin ser abogado, Frate aplicaba el sentido común a la lectura del artículo 118 de la Constitución provincial, que obligaba a una suspensión automática del gobernador mientras se desarrollaba el juicio.

Los legisladores insistieron con ese criterio, y el 13 de octubre volvieron a suspender al gobernador con una nueva resolución de la Sala Acusadora, esta vez fundada, para evitar la falencia apuntada en el fallo del Superior Tribunal. 47

El gobierno reaccionó en dos frentes: en el plano político calificó la decisión como “un golpe de Estado”, y en la órbita judicial denunció a los legisladores por el presunto delito de sedición.

En los hechos, Colazo apeló a su habitual pragmatismo y decidió, directamente, no entregarle el mando a Cóccaro.

De este modo, el que tuvo que recurrir una vez más a la Justicia fue el vicegobernador, en este caso mediante una medida cautelar autosatisfactiva en la que requería asumir funciones en lugar del mandatario suspendido por el parlamento.

Otra vez la pelota cayó en la cancha del Superior Tribunal. Los jueces ya habían fallado dos veces a favor de Colazo. La tercera era una incógnita.

Cóccaro había apretado el acelerador. En la demanda pedía “habilitación de día y hora” para que “la medida sea resuelta en un plazo de 24 horas”.

También le mandó una carta documento a cada ministro del gabinete de Colazo, exigiéndole que se abstuvieran de producir actos administrativos bajo a pena de incurrir en un delito contra el Estado.48

El 15 de octubre, la jueza penal de Ushuaia María Cristina

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Barrionuevo desestimó por ausencia de delito la denuncia por presunta “sedición” presentada por el gobierno (de Colazo) contra los legisladores de la Sala Acusadora. 49

Eran horas de sumo vértigo. Cuarenta y horas más tarde, el 17 de octubre, la Corte sorteó a los integrantes de la Cámara de Apelaciones que intervendrían en el caso. Klass se había apartado por el escándalo del nombramiento de su esposa, y Battaini ya había asumido como presidente de la Sala Juzgadora encargada de juzgar a Colazo en el juicio político. En el tribunal sólo sobrevivía Robbio, y por eso debían integrarse camaristas como jueces subrogantes. La responsabilidad recayó en Francisco Justo de La Torre y Walter Tabarez Guerrero .50

Desobediencia debida

Si hubiera que marcar un momento del año 2005 que se constituyó en bisagra para las aspiraciones de Klass, el almanaque debería marcar en rojo el 25 de octubre.

Ese día, el Superior Tribunal resolvió por mayoría hacer lugar a la medida autosatisfactiva presentada por Cóccaro y le ordenó a Colazo abandonar el gobierno mientras se sustanciaba el juicio político.

A favor de esa decisión votaron los jueces camaristas De la Torre y Tabarez Guerrero, y también lo hizo Robbio. 51

Era la primera vez que una sentencia de tanta envergadura contradecía los designios del jefe judicial. Se trataba de un quiebre en el poder consolidado por Klass desde su nombramiento, y la primera muestra pública de una fisura dentro de sus dominios.

Según denunció el abogado De la Riva, el ex abogado de Menem había presionado a los jueces para que suscribieran una sentencia favorable a la continuidad de Colazo en su cargo.

De la Riva dijo sin pelos en la lengua que Klass “apretó a los jueces” De la Torre, Tabárez Guerrero y Robbio, y que a partir de esta situación, Robbio “cambió su voto”.

El letrado afirmó que Robbio “debía votar primero” pero “votó en tercer lugar para no quedar tan miserablemente expuesto” por lo que “el pecho y la honestidad y la valentía la pusieron los doctores Tabárez Guerrero y Justo de la Torre”.

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El abogado cargó contra Klass al asegurar que el magistrado “era el hombre más poderoso de la provincia y ahora es una caricatura de sí mismo” porque “se quebró ese temor reverencial que imponía a los jueces de primer grado”. 52 y 53

Cuando me empiece a quedar solo

Enterado de su debilidad política e institucional, Klass empezó el 2006 decidido a mostrar una imagen sólida. A fines de enero asumió la presidencia del Superior Tribunal y también la del Consejo de la Magistratura, donde a esa altura arreciaban denuncias en su contra.54

Pero el juez se había vuelto vulnerable. De la Riva lo increpó verbalmente el 7 de marzo, durante el acto de inauguración de un nuevo edificio del Poder Judicial en Río Grande.

El abogado se paró delante del magistrado cuando estaba a punto de comenzar la ceremonia oficial y durante varios minutos le recriminó ser una persona “indigna” para el cargo que ocupaba y “haber entrado por la ventana” a la Justicia “de la mano del manfredottismo”, entre otras expresiones de similar tenor.

De la Riva había anunciado esa mañana que no iba a tolerar escuchar a Klass “vanagloriarse de inaugurar un rancho” (en referencia al nuevo edificio judicial) y se amparó en sus veinticinco años de profesión, muchos de ellos ejercidos en Tierra del Fuego. Ante la catarata de acusaciones, el juez de la Corte sólo atinó a contestarle al abogado que estaba interrumpiendo un acto oficial y que respetara las instituciones, mientras que el vicegobernador Hugo Cóccaro se corrió un paso al costado sin pronunciar palabra. 55

Unos días después, Klass viajó a Italia a participar de un seminario organizado por la Universidad de Pisa. No parecía oportuno cuando el Consejo de la Magistratura analizaba varios pedido de jury en su contra y la credibilidad judicial estaba en plena crisis.

La Asociación Participación Ciudadana lanzó por esos días una campaña llamada “Escribile a K”, por la que instaba a los fueguinos a enviarle un mail al presidente de la Corte, para manifestarle “impresiones acerca de su desempeño en el Superior Tribunal de Justicia

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y su actual viaje a Italia mientras avanza el jury de enjuiciamiento en el Consejo de la Magistratura”.56

Por primera vez, los medios publicaron la versión de que era “inminente” la decisión del Consejo de la Magistratura de suspender a Klass a raíz de uno de los jury por presunto mal desempeño, y que entonces el juez estaba decidido a presentar su renuncia al cargo. 57

La renuncia

El 26 de abril a las 13.55, el ministro coordinador del gobierno de Cóccaro, Enrique Vallejos, acusó a Klass en el marco de uno de los ciento treinta pedidos de jury de enjuiciamiento que por entonces pesaban en su contra.

Vallejos integraba el Consejo de la Magistratura en representación del Poder Ejecutivo, y en el caso que motivó la resolución, intervenía como fiscal acusador.

Según la ley vigente, producida la acusación, el juez debía ser suspendido en sus funciones para preparar su defensa en el jury.

El ministro fundamentó su postura en un escrito de veintiséis páginas que elevó a los seis miembros restantes del Consejo.

La denuncia contra Klass había sido presentada en noviembre de 2005 por el empresario y referente del Movimiento Popular Fueguino Jorge Lechman.

Según la imputación, el jefe judicial debió abstenerse de firmar la sentencia que restituyó al gobernador Colazo en su cargo, el 12 de septiembre, “porque sabía que el día posterior -de emitido el fallo- su esposa iba a ser designada en el banco Tierra del Fuego”. 58

Lechman acusó a Klass de “mala conducta, negligencia reiterada en el cumplimiento de sus funciones e inhabilidad moral sobreviniente”.

Cuando se enteró del dictamen de Vallejos, Klass acudió a la Casa de Gobierno. Dicen que nadie lo recibió.

Pasadas las 20 del mismo día, el otrora intocable de la Justicia presentó su renuncia escrita de puño y letra, dirigida al gobernador Cóccaro, quien la aceptó mediante un decreto a las pocas horas.

El juez evitó de este modo el escándalo que hubiese significado su enjuiciamiento oral y público. El último guiño del poder político

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consistió en tenderle el puente de plata que le permitió marcharse en silencio, escapando de un bochorno todavía mayor.

Ricardo Klass ya no era juez de Tierra del Fuego, y lo peor para su fugaz reinado austral, es que a nadie le importaba.

NOTAS

1- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 15 de septiembre de 2002.

2- “Popstars” se llamó un reality show emitido por el canal de televisión TELEFE, de Buenos Aires, en 2002, donde varios jóvenes cantantes y bailarines competían por integrar un grupo de música pop. El método de selección de los artistas, producto de las decisiones de un jurado especializado y de las votaciones de la audiencia, parecía tener similar (o mayor) rigor que el proceso de elección de los jueces fueguinos. De ahí la comparación realizada por la ONG Participación Ciudadana.

3- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 25 de septiembre de 2002.

4- Idem anterior.5- Idem anterior.6- Reportaje concedido ese día al programa de radio Botella al Mar, de Ushuaia,

emitido por FM del Sur (94.1 Mhz).7- Diario Clarín, edición del 15 de marzo de 1998.8- Diario Página 12, edición del 23 de julio de 2002.9- Diario Clarín, edición del 2 de noviembre de 1996.10- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 19 de febrero de

2002. 11- Diario Clarín, edición del 29 de diciembre de 1996.12- Diario LA NACIÓN, edición del 21 de mayo de 1997.13- Extracto de la entrevista realizada el 17 de septiembre de 2002 a Ricardo Klass

por los integrantes del Consejo de la Magistratura, en el marco del concurso público en el que fue elegido juez del Superior Tribunal de Justicia fueguino.

14- Extracto de la entrevista realizada el 17 de septiembre de 2002 a Mario Robbio,

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por los integrantes del Consejo de la Magistratura, en el marco del concurso público en el que fue elegido juez del Superior Tribunal de Justicia fueguino.

15- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 17 de diciembre de 2002.

16- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar, edición del 9 de septiembre de 2005.

17- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 17 de noviembre de 2005.

18- Revista Veintitrés, edición del 9 de octubre de 2003. Nota firmada por el autor de este libro. La revista NOTICIAS publicó el mismo mes y año otra nota sobre el tema.

19- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 14 de abril de 2004.20- Idem anterior.21- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar ediciones del 3 de septiembre, 14

y 18 de octubre de 2004.22- Declaraciones al programa televisivo La puerta abierta, conducido por el

periodista Alfredo Valdez. La referencia de Klass a los “chuscos” que son “genios en publicidad” pero “no están calificados para hablar de Justicia”, fue porque la Asociación Participación Ciudadana había difundido un spot publicitario. El aviso tenía la música de una canción del conocido payaso cordobés Piñón Fijo, y la locución era crítica respecto de la falta de independencia de la Justicia y del método de selección de los jueces provinciales.

23- Diario LA NACIÓN, edición del 18 de abril de 200524- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar septiembre de 2004.25- Revista Veintitrés, edición del 28 de agosto de 2003.26- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 24 de enero de 2005.27- “Megapase” es la denominación genérica con la que el periodismo designó a

la incorporación a la planta del Estado provincial, de beneficiarios de planes de empleo y contratados durante la gestión del ex gobernador Jorge Colazo. Se estima que unos 4600 nuevos empleados públicos fueron designados a través de esta polémica medida que puso en jaque las cuentas de la provincia.

28- Diario El Sureño de Tierra del Fuego, edición del 19 de junio de 2005.29- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 22 de junio de 2005.30- Diario del Fin del Mundo de Tierra del Fuego, edición del 30 de junio de

2005.31- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 19 de julio de 2005.32- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 2 de septiembre de

2005.33- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 7 de septiembre de

2005.34- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 9 de septiembre de

2005.35- Idem anterior.36- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 12 de septiembre de

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2005.37- Idem anterior.38- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 13 de septiembre de

2005.39- Idem anterior.40- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 14 de septiembre de

2005.41- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 15 de septiembre de

2005.42- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 16 de septiembre de

2005.43- Copia de la excusación presentada el 16 de septiembre de 2005 por el Dr.

Ricardo Klass. Documento en poder del autor.44- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 20 de septiembre de

2005.45- El texto completo de la editorial es el siguiente: “La crisis institucional por la

que atraviesa Tierra del Fuego pone nuevamente de manifiesto la debilidad del sistema democrático que exhibe esta provincia, situación que en el pasado nos obligó desde esta columna a manifestarnos en varias oportunidades.

En particular, sigue preocupando la situación de la justicia provincial. Son hoy los desatinos de ese poder los que han agravado de manera angustiante el conflicto. Como producto del comienzo del juicio político contra el gobernador, Jorge Colazo, éste interpuso una acción de inconstitucionalidad ante el Superior Tribunal de Justicia (STJ), que pocas horas después dejó en suspenso lo decidido por el Poder Legislativo, restituyéndolo en su cargo. En un Estado de Derecho resulta esencial el control judicial de los actos de gobierno. Sin embargo, no parece normal que la Justicia se inmiscuya en el ejercicio de una facultad -juicio político- reservada a otro de los poderes, la Legislatura. El Poder Judicial puede controlar con suma precaución el respeto de las reglas del debido proceso, pero no los motivos que llevaron al pronunciamiento legislativo. En el presente caso, cuesta entender qué irregularidades pueden haberse producido en el primer tramo del proceso, en el cual una mayoría aplastante de los legisladores hizo lugar a la medida y, luego de suspender al funcionario enjuiciado, lo citó para que dentro de pocos días pudiera ejercer su derecho de defensa.

Es difícil no considerar la intervención del STJ como una toma de posición favorable al gobernador. Pero hay algo aún más grave, que se puede categorizar como incalificable “devolución de favores”: la designación por parte de Colazo -a poco de haber reasumido su cargo- de la doctora Norma López, pareja del doctor Ricardo Klass, presidente del máximo tribunal fueguino, como miembro del directorio del Banco de la Provincia.

Hoy el STJ ha perdido todo predicamento, tanto por estos increíbles hechos como por otras sentencias semejantes que en el pasado han permitido que reinase la impunidad en la isla; a ello se agregan los antecedentes de sus miembros,

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quienes no parecen reunir todas las condiciones necesarias para el ejercicio de funciones judiciales de semejante envergadura, a tal punto que su desempeño profesional desaconsejaba esos nombramientos.

En su momento se puso de relieve en esta columna la importante labor desplegada por la organización Participación Ciudadana en la investigación del Poder Judicial fueguino, lo que le valió a su director, Guillermo Worman, el allanamiento de su domicilio y los de familiares de él, al igual que los de ambas sedes de la entidad, al ser acusado insólitamente por un delito del que más tarde fue sobreseído. Frente a eso la opinión pública fueguina ha llegado al hartazgo. Conscientes de que sin justicia es imposible vivir en una sociedad libre, ciudadanos de esta joven provincia con viejos vicios en su dirigencia han comenzado a organizar manifestaciones sin precedentes, por su masividad, reaccionando contra la actuación del STJ.

Urge encontrar los caminos que pacíficamente permitan el pronunciamiento de la soberanía del pueblo y la sustitución de los integrantes de gran parte del Poder Judicial fueguino, comenzando por su más alto tribunal, para que a través de procedimientos transparentes se logre la elección de jueces independientes e idóneos. Así se podrá considerar que la democracia rige en la provincia más austral del país” .

46- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 25 de septiembre de 2005.

47- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 13 de octubre de 2005.

48- Idem anterior.49- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 15 de octubre de

2005.50- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 17 de octubre de

2005.51- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 25 de octubre de

2005.52- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 28 de octubre de

2005.53- La Sala Juzgadora de la Legislatura provincial resolvió el 2 de diciembre de

2005 la destitución definitiva del gobernador suspendido Jorge Colazo. Los legisladores sancionaron a Colazo con la accesoria de inhabilitación para ejercer cargos públicos durante 10 años “a partir del dictado de la sentencia”.

54- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 1 de febrero de 2006.55- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 7 de marzo de 2006.56- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 28 de marzo de 2006.57- Diario Provincia 23 de Tierra del Fuego, edición del 28 de marzo de 2006.58- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 26 de abril de 2006.

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SIETE

DE SECrETArIo DE gAlEANo A JUEZ PENAl EN TIErrA DEl FUEgo

El doctor AMIA

“Quien procede injustamente es más desgraciado que la víctima de su injusticia”

Demócrito

Una explosión demolió por completo la sede de la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas (AMIA) ubicada en la calle Pasteur 633 de la ciudad de Buenos Aires, el 18 de julio de 1994 a las 9.53.

El atentado dejó como saldo 85 muertos,1 300 heridos y todo tipo de daños materiales.

Diez días después, el juez federal Juan José Galeano ordenó la detención de Carlos Alberto Telleldín, un vendedor de vehículos robados acusado de entregar la camioneta Renault Trafic que habría contenido la bomba, a un grupo de policías bonaerenses.

Según la hipótesis frustrada que llegó a juicio oral el 24 de septiembre de 2001, tanto Telleldín como los ex oficiales de la policía Juan José Ribelli, Mario Barreiro, Anastasio Leal y Raúl Ibarra habían sido partícipes necesarios de la voladura. Por su parte, otras 15 personas, entre uniformados y civiles, habían cometido delitos menores relacionados con el hecho. 2

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Sin embargo, los jueces del Tribunal Oral 3, Gerardo Larrambebere, Miguel Pons y Guillermo Gordo absolvieron a todos los imputados en un fallo calificado de “histórico” que se dictó el 2 de septiembre de 2004, casi tres años después de comenzado el proceso.

La sentencia dio por demostrado en forma unánime que la AMIA “fue demolida por la explosión de una bomba colocada dentro de una camioneta Trafic vendida por Carlos Telleldín y cargada con entre 300 y 400 kilos de explosivos”. Los jueces escribieron que “el mecánico entregó el vehículo a alguien desconocido, sin que se hallaran evidencias de que supiera para qué iba a ser usada”. 3

Pero no sólo eso. También concluyeron que “todas las acusaciones contra Ribelli y los ex policías fueron “armadas” por el Estado para inculparlos y cerrar la causa con un culpable”. Y señalaron que “en esta actividad, el juez Galeano contó con el soporte político del Poder Ejecutivo, a cargo del ex presidente Carlos Menem y el Poder Legislativo, encarnado en la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Atentados contra la AMIA y la embajada de Israel”. 4

“Se pudo establecer, a raíz de las numerosas irregularidades com-probadas, que el señor juez instructor orientó su actuación a construir una hipótesis incriminatoria, pretendiendo atender las lógicas deman-das de la sociedad, a la vez que satisfacer oscuros intereses de gober-nantes inescrupulosos” dijo el tribunal, que entendió también que los fiscales tuvieron una actitud “al menos complaciente”. 5

El 2 de agosto de 2005, el Consejo Nacional de la Magistratura destituyó de su cargo al juez Galeano, tras encontrarlo culpable de haber pagado en forma ilegal 400 mil dólares a Telleldín, y de haber filmado de manera clandestina varias entrevistas con el sospechoso. Fue durante la instrucción de la causa, a cambio de que el reducidor de autos acusara a los policías.

En rigor, Galeano estaba acusado de trece cargos, y el jurado de enjuiciamiento dio por demostrados sólo dos. Cuando se analizó la causal del pago ilegal y la filmación del video, el voto fue unánime; en cambio al juzgarse la conducta de haber consentido y autorizado que la abogada de la querella de la DAIA, Marta Nercellas, se entrevistara con un policía de la bonaerense detenido -usando un micrófono oculto- hubo posiciones divididas entre los juzgadores.

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De todos modos, el Consejo coincidió en que Galeano “incumplió los deberes éticos y legales que regulan su actuación jurisdiccional”, además de violar el deber de “imparcialidad que constituye un atributo esencial de la función judicial para preservar sin alteraciones la confianza pública depositada por los ciudadanos en los jueces”. 6

La sentencia de destitución contenía unas 300 páginas. En uno de sus párrafos enfatizó que obtener un testimonio a través del pago de dinero (los 400 mil dólares a Telleldín) es similar a arrancar una confesión mediante el uso de torturas. 7

Tembloroso y sin voz

El abogado Javier Ignacio De Gamas Soler se desempeñó como secretario del juez Galeano durante la instrucción de la causa por el atentado contra la AMIA, cinco años antes de recalar en la generosa justicia de Tierra del Fuego.

Tanto en el juicio por la voladura de la sede judía, como en el proceso de destitución del magistrado, se recopiló gran cantidad de evidencia que vincula a De Gamas con el hecho del pago irregular a Telleldín, entre otras supuestas inconductas funcionales.

El pico máximo de tensión sobre el ex colaborador de Galeano se produjo el 18 de marzo de 2003, cuando tuvo que presentarse a declarar como testigo en el juicio oral.

Por entonces De Gamas ya era secretario del Tribunal Oral en lo Criminal de la provincia, y debió pedir una licencia de cinco días para viajar a Buenos Aires.

Luego de prestar un testimonio tan endeble que exacerbó por igual a imputados, familiares de las víctimas y jueces, el tribunal ordenó su detención y le imputó el presunto delito de falso testimonio. Estuvo once horas recluido en la seccional 46 de la Policía Federal hasta que finalmente fue indagado por el juez Rodolfo Canicoba Corral, quien dispuso su libertad el 19 de marzo a las 15.

Aunque luego fue sobreseído, las dieciséis horas que pasó De Gamas en el juicio, sometido a un extenso interrogatorio y a un careo con el propio Telleldín, estuvieron lejos de pasar desapercibidas, aún en el contexto de un proceso que duró tres años.

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El periodista Raúl Kollmann escribió que la declaración del ex secretario conformó “uno de los rounds de mayor importancia del juicio oral”, y que su detención “no se equipara a ninguna de las anteriores, por ejemplo la de Matilde Menéndez o la de varios comisarios” porque el tribunal confirmó que “el secretario mintió y mostró al mismo tiempo gravísimas irregularidades en la investigación del atentado”. También sostuvo que el testimonio de De Gamas dejó flotando en el aire la idea de que en la causa AMIA se armaron “falsamente pruebas decisivas”, y que sólo por eso, quedará “una huella muy fuerte en la causa”. 8

Según Kolmann, el testigo “naufragó en tres temas”:“-Cuando se le preguntó si se le había pagado a Telleldín para que

declarara, De Gamas empezó diciendo que no sabía. Mencionó que se hablaba de derechos de autor por el pago de un libro y que eso lo asombró, pero terminó enmarañado cuando se le exhibió un video en el que él mismo habla a solas con Telleldín y le menciona el dinero. Dicen que Telleldín planeaba depositarlo en Uruguay y se menciona un banco.

-De Gamas terminó también admitiendo que en abril de 1996 se le mostraron a Telleldín fotos de policías bonaerenses a los que después, en julio, marcó como las personas que se llevaron de su casa la camioneta que explotó en la AMIA. O sea que fue una prueba fraguada. De Gamas no pudo explicar porqué no se hizo un acta de esa exhibición de fotos y tampoco supo dar razones de porqué el reconocimiento se hizo con fotos y no con personas como correspondía. -Cuando De Gamas dijo que no sabía nada del pago, Telleldín saltó desde el lugar en que estaba ubicado en la sala y gritó: “Sos un sinvergüenza, vos me diste los segundos 200.000 mil dólares. Me los mostraste de una caja de hierro en el juzgado”. Telleldín fue expulsado de la sala, pero luego –por pedido del abogado de Memoria Activa, Pablo Jacoby– el tribunal ordenó un careo entre el imputado y el ex secretario. Según la mayoría de los presentes, Telleldín se mostró mucho más sólido y verosímil que De Gamas, aunque no faltaron fuentes de la fiscalía y alguna de las querellas que se mostraron extrañados porque “los jueces le creyeron a un delincuente con nueve condenas y no a un funcionario”. Desde el Tribunal se señaló que la decisión de detener

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a De Gamas ya estaba tomada bastante antes del careo debido a las increíbles contradicciones y omisiones del ex secretario”. 9

Otras personas que presenciaron la declaración del ex secretario de Galeano coincidieron en que por momentos se lo vio “tembloroso y sin voz”, escudado muchas veces en una supuesta memoria frágil. Esta última actitud le valió cuatro “severísimas” advertencias del presidente del tribunal, Guillermo Gordo. 10

Las principales cavilaciones del funcionario judicial se produjeron en torno a los dos videos filmados por orden de Galeano, con equipos instalados en el juzgado por la SIDE, entre el 1 y el 5 de julio de 1996.11

“Le voy a pedir que ajuste un poco su memoria, haga un esfuerzo un poco superior al de este momento”,12 le advirtió el juez Gordo en un momento del interrogatorio, e insistió con preguntas similares en un clima tenso.

Los familiares de la víctimas del atentado tampoco tomaron bien el testimonio. “Le llegaron a preguntar si había tomado algún medicamento, porque presentaba un estado físicamente extraño”, observó por entonces Sofía Gutherman, madre de una joven fallecida a causa de la explosión.

“Escuchar parte del testimonio me alcanzó para no dormir en toda la noche. Yo lo conocí muy bien al secretario, al principio de la investigación. Era una persona dinámica, enérgica, que hacía y deshacía. Después de mucho tiempo lo vi ayer en el juicio y me encontré con un hombre parco, tembloroso, dudoso, pensé que iba a defender lo que investigó y su papel fue lamentable. No recordaba, creía, suponía. Esto en un juicio no sirve, acá se contesta con certeza. O está amnésico, mal de la cabeza, nervioso, o está retaceando información. No está capacitado para ejercer cualquier tipo de cargo relacionado con la administración de Justicia”, relató la mujer. 13

Por su parte, un amigo de De Gamas, Alejandro Fotheringham (ex titular del ANSES en Ushuaia, luego asesor del presidente de La Caja de Jubilaciones fueguina y finalmente catapultado a un cargo en la Justicia) se presentó en una radio de Ushuaia por esos días para defender al secretario: “Lo conozco profundamente, es una persona honesta, capaz, inteligente, de buenos sentimientos, solidaria. Trabaja

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semanalmente para comedores comunitarios. Y mientras estuvo en funciones trabajó para esclarecer la causa de los atentados”, afirmó.14

Mientras ocurría la detención del testigo en Buenos Aires, el Superior Tribunal de Justicia de la provincia no se daba por enterado, al menos en términos formales.

Cuando la prensa consultó sobre el tema, el secretario de superintendencia de la Corte, Carlos Straticco, declaró que, “en principio, la única noticia que tenemos sobre lo sucedido es la aparecida en los medios. Por supuesto que partimos de la base de su veracidad, pero no hay ninguna comunicación concreta sobre el estado de la causa que se refiere a este presunto falso testimonio”, sostuvo el funcionario y afirmó que mientras no haya una notificación formal “el Superior Tribunal de Justicia no puede tomar ninguna medida” .15

La situación de De Gamas en torno al caso AMIA volvió a complicarse en 2005, cuando el Consejo Nacional de la Magistratura dio a conocer los términos de la acusación contra el juez Galeano, y lo suspendió preventivamente del cargo.

El texto acusatorio aprobado por dieciséis votos contra uno, describe al ex secretario con una participación activa en el momento en que Galeano negoció y pagó los 400 mil dólares a Telledín.

El documento menciona en la página 68 de un total de 283, que “el día de la declaración, De Gamas, eufórico, salió del despacho de (la secretaria María Susana) Spina en donde estaba declarando Telleldín y dijo que ya se había pagado”.

La cita se refiere a que una de las condiciones para que el reducidor de autos declarara el 5 de julio de 1996 era que el juez federal le depositara la primera mitad del pago que salió de fondos reservados de la SIDE.

De las noventa y cuatro alusiones a De Gamas que figuran en la acusación contra Galeano, treinta y siete veces aparece mencionado por las iniciales “DG”. También se lo identifica en la desgrabación del video en el que está con Telleldín negociando el pago, y el detenido indica qué testigos deben ser citados al juicio y en qué orden tienen que declarar.

Los subtítulos del texto que motivó la suspensión de Galeano donde

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más veces aparece mencionado su secretario, son los referidos a “Pago ilegítimo efectuado a un imputado de la causa-Carlos Alberto Telleldín- con el fin de acordar su declaración indagatoria para involucrar a personal de la Policía Bonaerense”; “Entrevistas informales entre Juan José Galeano y Carlos Alberto Telleldín. Filmación subrepticia sin constancia en el expediente ni notificación al sujeto en clara violación al ordenamiento vigente”; y “Destrucción de medios de prueba ordenado por el juez instructor”. 16

Mi padrino

El ex secretario del caso AMIA ingresó a la Justicia de Tierra del Fuego el 14 de septiembre de 1999, luego de ganar el concurso destinado a cubrir el cargo de secretario de la Sala Penal de la Cámara de Apelaciones, con asiento en Río Grande. En ese puesto reemplazó al abogado Eugenio Sarrabayrouse, quien pasó a desempeñarse en la defensoría pública. El mismo día también juró como juez penal de Río Grande Gonzalo Sagastume, convertido en 2007 en juez del Superior Tribunal de Justicia.

De Gamas pasó después al cargo de secretario del Tribunal Oral en lo Criminal de la provincia, con sede en Ushuaia, hasta que en 2004, gracias a su buena relación con el entonces jefe de la Justicia Ricardo Klass, logró el ascenso a juez penal.

El contexto de la designación del secretario en el Juzgado de Instrucción de Primera Nominación de Ushuaia no puede dejar de mencionarse.

Desde la creación de la Justicia fueguina y hasta ese momento, el juzgado era ocupado por Leandro Alvarez, un juez con severos cuestionamientos a su desempeño, sobre todo en causas vinculadas con presunta corrupción o que involucraban a funcionarios públicos.

Por ejemplo en mayo de 2000, Alvarez fue acusado de participar de un “intercambio de favores” con el ex ministro de Educación, Francisco Alvarez, en un caso que la prensa bautizó como el “escándalo Alvarez-Alvarez”.

El funcionario del Gobierno, junto al ex coordinador del mismo Ministerio -ex secretario Legal y Técnico de la Gobernación- Daniel

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Mandolini, y a la directora de la única escuela pública para adultos de Ushuaia, fueron imputados en una causa penal por presunta discriminación, al no permitirle a once chicos discapacitados que cursen estudios en ese establecimiento escolar en marzo de 1999.

Después de distintas gestiones realizadas por los padres y por la oficina local del Instituto Nacional Contra la Discriminación (INADI), los funcionarios cedieron y admitieron a los jóvenes en la escuela, pero entonces ya había sido presentada una demanda penal ante el Juzgado de Instrucción de turno, que estaba a cargo del juez Alvarez.

El supuesto intercambio de favores se produjo porque el magistrado ordenó cerrar el expediente por inexistencia de delito tres días antes de que el ministro Alvarez aportó un voto definitorio en el Consejo de la Magistratura. Ese voto evitó un jury de enjuiciamiento contra el juez, que había sido denunciado ante el Consejo por supuestas irregularidades en causas vinculadas con hechos de corrupción.

Votaron a favor del juez (es decir considerando que no había elementos para su enjuiciamiento) el ex legislador Enrique Pacheco (MPF) la abogada Elena Mora y el ex ministro Alvarez. Por la continuación del pedido de jury, o sea en contra de los intereses del magistrado, votaron el juez del Superior Tribunal Omar Carranza y el abogado de Río Grande Juan Carlos Dimitroff. El Fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre se excusó de votar a raíz de su intervención como querellante en causas judiciales donde representa a la Provincia, en tanto que el séptimo integrante del Consejo, el ex legislador Daniel Gallo (PJ) no participó de la reunión. Con el resultado de tres a dos, las actuaciones se enviaron al archivo.

El cruce de medidas originó el repudio de distintos sectores y fue tildado de “vergonzoso” por el entonces legislador de la Alianza, Alejandro Vernet.

La causa judicial por la presunta discriminación no llegó a archivarse, porque la fiscal Marcela Bragulat de Spratt recurrió el fallo y la Cámara de Apelaciones de la Provincia ordenó proseguir la investigación, aunque no apartó al juez Alvarez. Obligado por el organismo de jerarquía superior, el magistrado tuvo que llamar a indagatoria a los mismos funcionarios sobre los que antes había sostenido que no cometieron delito. 17

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No fue la única vez que la tarea del juez Alvarez sufrió cuestionamientos. Vinculado a operadores judiciales del ex gobernador Manfredotti, las causas que tramitaban en su juzgado y originaban sospechas sobre funcionarios de esa gestión, terminaban casi siempre en sobreseimientos, nulidades o prolongados letargos. Por su despacho desfilaban asiduamente abogados y políticos de gran influencia en la Casa de Gobierno.

Cuando finalmente Alvarez se acogió al régimen de jubilación anticipada y obligatoria de jueces implementado por la gestión Manfredotti, era obvio que el mismo poder necesitaba un reemplazante de confianza, alguien que sintonizara con la coyuntura judicial y política, y que tuviera un padrinazgo de peso.

Así fue como apareció el nombre de De Gamas en la lista de siete postulantes que se presentaron al concurso para reemplazar a Alvarez, a finales de 2003.

La lista no fue más numerosa porque otros posibles candidatos, enterados del favoritismo hacia el secretario del Tribunal Oral, ni siquiera se acercaron a la sede del Consejo de la Magistratura.

Desde luego, a la hora de la elección no pesaron los antecedentes de De Gamas como secretario del juez Galeano, y ni siquiera su detención en el juicio oral y público por la voladura de la AMIA.

La ONG Participación Ciudadana realizó una presentación en el marco del concurso, solicitando que Klass (quien entonces presidía el Consejo) se excusara de intervenir en la elección del nuevo juez penal.

El fundamento era que cuando De Gamas quedó detenido e imputado de falso testimonio, su defensa fue asumida por el abogado Santiago Nicolás Kent, ex integrante del estudio jurídico de Klass y de su esposa, Norma López.

El jefe judicial rechazó el planteo de la entidad, pero terminó excusándose por razones de decoro, el 10 de diciembre de 2003. También se excusó el representante de los abogados de Ushuaia, Marcelo Echazú.

El 5 de enero de 2004, los consejeros Alberto Revah (ministro Coordinador del Gobierno) Nélida Lanzares (legisladora del PJ, esposa de Manfredotti) Eduardo De la Puente (representante de los

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abogados de Río Grande) y Virgilio Martínez de Sucre (el fiscal de Estado) votaron a favor de la designación de Javier De Gamas como juez de instrucción, mientras que Mónica Mendoza (legisladora del MPF) fue la única en votar en contra. 18

Por acordada número 206, el Consejo resolvió proponer al Superior Tribunal el nombramiento del funcionario judicial, quien finalmente juró en el cargo el 1 de abril del mismo año a las 14.30 en el salón de actos de tribunales.

Esa jornada, el propio Klass despidió al juez Alvarez de sus funciones, agradeciéndole por su “colaboración” y aclarando que si bien “todos recibimos críticas”, lo importante es “haber trabajado honestamente y en el marco del derecho”.

Sobre De Gamas, Klass explicó que aunque “es una persona nueva como juez, cuenta con una vasta trayectoria en el Poder Judicial, tanto en Buenos Aires donde inició su carrera, como también en la provincia donde ocupó distintas secretarías”. 19

El fantasma

Aún acomodado en el sillón de juez, que todavía ostenta al momento de edición de este libro, Javier De Gamas continuó perseguido por el fantasma de su actuación en el caso AMIA.

Mientras se cocinaba su selección como magistrado fueguino, en noviembre de 2003, otro ex colega suyo, también secretario del juez Galeano, terminó investigado por presunto falso testimonio a raíz de su intervención en la misma causa.

El procesamiento de José Pereyra fue solicitado por tres de las partes que intervinieron en el juicio por la voladura de la sede judía: el abogado Juan José Avila, el fiscal Alberto Nisman y el defensor del ex comisario Juan José Ribelli, José Manuel Ubeira.

Pereyra fue acusado de mentirle al tribunal cuando negó que existiera el pago a Telleldín, cuando en el proceso oral reprodujeron una escucha telefónica de 1997 en la que el secretario habla por teléfono con un amigo, justamente, sobre ese pago.

“Le pagamos para que hablara, porque el pibe no quería hablar”, dice en esa conversación Pereyra en referencia a Telleldín. 20

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Representantes de la asociación Memoria Activa, que reúne a familiares de las víctimas del atentado, llegaron a Ushuaia en abril de 2005, para participar de un acto de homenaje en la Plaza Estado de Israel, ubicada en la intersección de las calles Alem y Marcos Zar. Allí hicieron un minuto de silencio, leyeron documentos como la lista de personas fallecidas en la voladura, y plantaron ochenta y cinco árboles, uno por cada víctima.

También mantuvieron una reunión con los integrantes del Superior Tribunal de Justicia, con un grupo de legisladores y con los vecinos de la ciudad que acudieron a una charla abierta en el Colegio Polivalente de Arte.

En cada uno de esos ámbitos, los miembros de la ONG plantearon sus reparos acerca de la actuación de De Gamas en la investigación del atentado, y su oposición a que se hubiera convertido en juez penal.

Uno de los fundadores de Memoria Activa, Enrique Burbinski, lamentó que “el doctor De Gamas Soler, quien fuera imputado junto a los demás miembros del juzgado del doctor Juan José Galeano, por una serie de irregularidades cometidas durante la instrucción del proceso, haya sido designado juez en esta provincia”, y señaló que “la distancia nos ha permitido impugnar su designación”, habida cuenta que, “por acción u omisión es responsable de lo que ha ocurrido en ese juzgado”. “Nos preocupa muchísimo que tengamos en el país y las provincias a personajes, con antecedentes oscuros, habilitados para administrar justicia”, afirmó el dirigente. 21

Ese día, Burbinski y Diana Malamud (otra integrante de Memoria Activa) también realizaron estas declaraciones a la prensa. 22

-“nosotros aclaramos que probablemente jamás sepamos quiénes produjeron el asesinato de nuestros familiares y amigos, el 18 de julio de 1994; pero aquellos que fueron responsables del encubrimiento y complicidad sí están identificados, y nosotros no cejaremos en nuestra lucha, a través de la Justicia, para que sean condenados” (Burbinski)

-“creemos en la condena social, además de la judicial; así que pretendemos que quienes intentan escaparse de ella, buscando lugares alejados de nuestro país, sean conocidos para que la sociedad los aleje, porque no tienen autoridad moral para ser jueces” (Burbinski)

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-“Es triste saber que (Javier) De Gamas Soler es juez en Tierra del Fuego. Pobres las personas que sean juzgadas por una persona que formó parte de esta manera en la causa AMIA” (Malamud)

-“Si una persona estuvo ocho años en un juzgado donde el juez cometía delitos, es obvio que era parte de esos delitos o al menos no los denunció y es cómplice” (Malamud)

El 5 de julio de 2006, al cumplirse diez años del pago de los 400 mil dólares a Telleldín, la Red contra la impunidad por la verdad y la justicia y el Foro popular por una justicia para la democracia exigieron la “destitución, juicio y cárcel” del juez De Gamas.

Las entidades que reúnen a militantes por los derechos humanos de Ushuaia indicaron en un documento que “mantenemos vivo el repudio al atentado terrorista a la mutual judía, el más terrible caso de violación a esos derechos desde el retorno de la democracia” y “como militantes por la memoria, la verdad y la Justicia exigimos del Estado la definitiva investigación que lo esclarezca y reclamamos juicio y castigo a los responsables del encubrimiento. Uno de ellos es De Gamas”. 23

Deudas pendientes

A veces no sólo las matemáticas son exactas. La realidad social, tan ambigua y contradictoria en la mayoría de los casos, de repente se vuelve obvia, tanto que parece una grosería.

El presunto cómplice de actos de corrupción en la causa judicial más sensible de la década del ‘90 se refugia lo más lejos posible del lugar donde cometió los desmanejos que le imputan.

Asociado con el poder político y judicial de su nuevo radio de acción, el ex funcionario sospechado consigue ascensos, primero de poca monta, pero luego llega a la conducción de un juzgado.

Las paradojas explotan por todos lados: la mano derecha de un juez destituido por fraguar pruebas (cómo se define si no pagarle a un acusado para que acuse a otros) ahora es el encargado de definir él la libertad de las personas.

Semejante desatino no podía ser gratuito. Algo había que pagar. Y

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Javier De Gamas Soler honró sus deudas hasta el último céntimo. El precio de todo, es todo.

Si hubo una entidad que resistió el avance del gobierno manfredottista sobre el Poder Judicial fue Participación Ciudadana. Su director ejecutivo, Guillermo Worman, encabezó peleas muchas veces solitarias, y otras con unos pocos aliados, para intentar frenar el huracán institucional que venía dispuesto a destrozar con sus ráfagas voraces hasta el último atisbo de la división de poderes.

Fue esta ONG la que cuestionó la legalidad del sistema de jubilación anticipada y obligatoria de jueces, la que bregó por una mayor transparencia en el proceso de selección de magistrados, la que exigió la apertura de las sesiones del Consejo de la Magistratura, la que presentó amparos para conocer los gastos ocultos del Superior Tribunal de Justicia, y la que se opuso con gran tenacidad a los manejos por lo menos arbitrarios del jefe judicial máximo, Ricardo Klass.

Los integrantes de Participación Ciudadana, aún con errores, ya habían pagado con creces el precio de tamaña empresa y de tanta exposición pública. El 13 de agosto de 2002, el canal oficial de televisión de Ushuaia le cedió cincuenta y cinco minutos al fiscal de Estado, Virgilio Martínez de Sucre, para que realizara un supuesto descargo, a raíz del pedido de juicio político presentado por la entidad contra el funcionario.

El propio Klass había realizado declaraciones públicas atacando a la organización y a sus miembros, pero nunca se había llegado tan lejos como el 13 de diciembre de 2004. A partir de ese día, el juez De Gamas puso el juzgado (y con él a la fuerza policial) a disposición de Klass para iniciar una persecución judicial que no terminó hasta varios meses más tarde, cuando el abuso cometido ya había cruzado todas la fronteras inimaginables, y no había forma de retrotraerlo. Entonces, lo obvio quedó a la vista. De Gamas no era sólo el juez con pasado polémico, sino el que estaba dispuesto a cuidarle las espaldas a su protector directo. Klass no era sólo el ex funcionario de Menem, sino el jefe ungido de atribuciones y capaz de usar todas sus facultades para sacarse enemigos de encima, a cualquier costo.

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Un juzgado por la cabeza

Eran cerca de las 20 del 13 de diciembre de 2004 cuando una comitiva policial golpeó la puerta de la vivienda del director ejecutivo de Participación Ciudadana en el barrio Bosque del Faldeo de Ushuaia.

Los efectivos exhibieron una orden de allanamiento firmada por De Gamas Soler, en la que se hacía referencia a una denuncia penal presentada por Klass.

La Policía buscaba “agendas de todo tipo, papeles, documentos, registros informáticos, anotaciones o currículum vitae (en los) que figure el nombre del denunciante”. La orden mencionaba que los uniformados debían retirar del inmueble documentación en la que figurara además, el DNI de juez (Nº 7.604.662) y “todo lo relacionado con el número de vuelo 1898, de fechas 22 y 25 de noviembre de 2004”, los números telefónicos de la empresa Aerolíneas Argentinas “y/o todo otro elemento relacionado con la presente investigación”. 24

Worman estaba desconcertado. Los agentes revolvían su casa de punta a punta. Daban vuelta cajones, husmeaban en su computadora, salían para hacer llamados telefónicos y volvían a entrar. Nadie explicaba qué estaba pasando.

Por entonces, Participación Ciudadana estaba a punto de publicar un informe crítico sobre el funcionamiento del Poder Judicial. Cinco policías de civil revisaron ese documento, pero no se lo llevaron. En cambio siguieron revolviendo bibliotecas, cajas de archivo, bolsos y mochilas.

¿Se trataba de un intento de censura previa? ¿Entonces por qué no se llevaron el informe sobre la Justicia? ¿Qué había denunciado Klass y porqué actuaba De Gamas con tanta premura?

Las respuestas aparecieron recién al día siguiente. Según su propia versión, el juez de la Corte se había presentado el 22 de noviembre en el mostrador de la empresa Aerolíneas Argentinas, dentro del Aeropuerto Jorge Newbery de Buenos Aires. Dijo que tenía boleto para viajar a Ushuaia en el vuelo 1898. Un empleado le comunicó que no podía abordar la aeronave porque “alguien” le había dado de baja al pasaje a través de un llamado telefónico.

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Klass insistió en que él no había realizado ningún cambio, y pidió viajar de todos modos, pero no había lugar en el avión. Finalmente apareció un asiento en primera clase. El magistrado pagó la diferencia y viajó, llegando a Ushuaia en el horario que tenía previsto.

Siempre de acuerdo a la versión del juez, ya en Tierra del Fuego se comunicó con Aerolíneas para averiguar quién había modificado su reserva aérea. Luego de algunas gestiones, le informaron el número de un celular. Según los registros de la compañía telefónica Unifón, el aparato estaba declarado a nombre de Participación Ciudadana.

De ahí en más, todo se movió muy rápido. Klass formuló la denuncia por escrito ante la fiscalía a cargo de Gustavo Curtale. Se trataba del ex secretario del Juzgado de Instrucción de Segunda Nominación, que estaba subrogando la Fiscalía. Curtale tenía muy buena relación con Klass, y era el Superior Tribunal de Justicia el organismo que le podía asegurar estabilidad en el puesto.

El fiscal subrogante actuó de manera muy diligente. Elevó un requerimiento de instrucción para que se investiguen los dos presuntos delitos deslizados por Klass en declaraciones públicas: “atentado a la autoridad” y “estafa”. Curtale declaró que jamás solicitó los allanamientos que se realizaron pocas horas después. 25

Como si se tratara de investigar el atentado a la sede de la AMIA (pero esta vez en el papel de Galeano) De Gamas puso en funcionamiento una maquinaria judicial inusitada para dilucidar quién le había cambiado el pasaje al jefe.

El juez ordenó a la Policía realizar “tareas de inteligencia” para descubrir las sedes de Participación Ciudadana, el poseedor del celular desde dónde se habría efectuado la llamada y los movimientos de Worman dentro y fuera de la ciudad.

También dispuso intervenciones telefónicas que se grabaron en veintisiete cassettes y se transcribieron en parte de las doscientas fojas que acumuló el expediente a los pocos días de iniciado.

Cuando la investigación estuvo “encaminada”, De Gamas mandó a allanar cuatro domicilios (entre ellos la casa del dirigente) movilizó diez policías y tres patrulleros. 26

Worman negó de todas las maneras posibles haber realizado el lla-mado telefónico que le adjudicaban, aunque el dato parecía secunda-

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rio a la hora de evaluar cómo un episodio tan poco trascendente había desatado una reacción institucional de tanta magnitud.

De Gamas citó al director de la ONG a prestar declaración indagatoria el 15 de diciembre. El día anterior, el acusado acudió a tribunales en compañía de su abogado, Eduardo Olivero, pero no le dejaron tomar vista del expediente.

“Me investigan a mí por un pasaje pero no a los funcionarios manfredottistas sospechados de corrupción”, declaró Worman esa jornada. “No he visto en los últimos trece años, desde que vivo en Tierra del Fuego, que ante una denuncia liviana, como la modificación de una reserva aérea, hayan movilizado cuatro equipos policiales para realizar otros tantos allanamientos”.

Sobre la llamada a Aerolíneas, Worman aclaró que “yo no la hice y quiero saber si es cierto que alguien alude a que se usó mi teléfono para esto. Es muy diferente que se utilice el teléfono a que una persona haga el llamado”. También recordó que hacía unos veinte días había recibido varias “llamadas sospechosas”. “Hubo gente que me decía que yo los había llamado y eso no era así. Incluso la empresa telefónica me confirmó que yo no había realizado algunos llamados y me recomendó cambiar el número, cosa que hice. También recibí dos llamados sospechosos del Superior Tribunal de Justicia, uno del encargado de compras. Me llamó y me preguntó quién era. Le pregunté porqué me llamaban y me dijo que yo figuraba en la base de datos de proveedores del organismo, algo que es mentira”, explicó Worman.

“Estoy muy preocupado y me parece una locura todo lo que sucedió, en un contexto donde nosotros estamos prontos a poner en imprenta un informe que seguramente va a comprometer seriamente a algunas per-sonas del Superior Tribunal, y donde las autoridades de la Justicia se vienen negando a informar las personas que contrataron sin realizar los concursos correspondientes y los viáticos de los traslados que realizan los miembros de la Corte”, insistió el titular de Participación Ciudadana . 27

Las repercusiones por lo sucedido no tardaron en llegar. El legislador de ARI Manuel Raimbault definió la situación como “muy grave” y a las derivaciones judiciales del caso como “un disparate”.

Raimbault sostuvo que los presuntos delitos de “estafa” y “atentado y resistencia a la autoridad” que pretendían atribuirle a Worman “no

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tienen pie ni cabeza” ni “forma de ser encuadrados jurídicamente”, por lo que deslizó que “acá hay otra cosa”.

“No puede ser que porque el ministro del Superior Tribunal de Jus-ticia tenga un retraso en un vuelo, se hayan dictado cuatro allana-mientos”, enfatizó el parlamentario, y agregó que “Participación Ciu-dadana tiene una postura clara con respecto a la independencia del Poder Judicial, y del otro lado está Klass, el paradigma de esa falta independencia. Yo pienso que a Worman le tiraron un juzgado por la cabeza”.

“Hay que poner algún tipo de límite. No puede ser que porque lo pida el jefe del Poder Judicial, las causas se agilicen aunque no tengan fundamento y cuando hay causas serias donde interviene cualquier ciudadano, se guarden en un cajón”, declaró también ese día Raimbault. 28

Veinticuatro horas después, el diario LA NACIÓN de Buenos Ai-res publicó una editorial sobre el caso, titulada “Preocupante allana-miento en Ushuaia”.

El artículo refleja a las claras el cimbronazo que produjo en otras latitudes la reacción institucional por el cambio del pasaje a Klass:

”Muchas veces nos hemos referido en esta columna editorial a la ex-traordinaria actividad que ha desplegado en los últimos años en Us-huaia la entidad Participación Ciudadana, que ha denunciado con severidad las múltiples irregularidades existentes en el sistema judi-cial de Tierra del Fuego y que ha impulsado, asimismo, importantes reformas tendientes a mejorar la calidad y la transparencia de las instituciones democráticas de esa provincia de nuestra extrema región austral.

De ahí la profunda preocupación con que la opinión pública acaba de recibir la noticia de que ha sido allanado en Ushuaia, como consecuencia de una denuncia penal, el domicilio particular de Guillermo Worman, director ejecutivo de esa importante ONG fueguina. Se teme que pueda tratarse de un acto tendiente a intimidar a esa entidad, que es la principal organización civil de Ushuaia, o a frenar su constante y enérgica acción crítica contra los órganos del gobierno provincial.

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La denuncia penal contra el titular de Participación Ciudadana ha sido impulsada personalmente por uno de los miembros del Superior Tribunal de Justicia de Tierra del Fuego, el doctor Ricardo Klass. En el marco de la causa abierta por esa demanda, han sido allanados no sólo el domicilio de Guillermo Worman sino también otra propiedad en la que viven miembros de su familia y dos edificios más que funcionaron hasta hace poco como sedes de la ONG que dirige.

Debe recordarse aquí que el doctor Klass es un ex abogado personal de Carlos Menem. Son conocidos y notorios sus vínculos políticos con el cuestionado ex gobernador de Tierra del Fuego, Carlos Manfredotti. Desde la llegada de Klass a Ushuaia, Participación Ciudadana ha formulado numerosas denuncias contra él. El allanamiento del domicilio de Worman se produce justamente en el momento en que Participación Ciudadana tiene en preparación un severo informe crítico sobre el deficiente funcionamiento del Poder Judicial fueguino desde el acceso de Klass al Tribunal Superior. No puede dejar de tenerse en cuenta esa sugestiva coincidencia al evaluar los posibles móviles de esta sorpresiva medida judicial.

En muchas esferas vinculadas con la Justicia prevalece la impresión de que el juicio contra Guillermo Worman, a quien se le atribuyen presuntos delitos vinculados con la difusión de documentos en los que se menciona el apellido Klass, responde a un intento de evitar la aparición del anunciado informe de Participación Ciudadana.

Las circunstancias de este juicio contra uno de los líderes de la ONG que con mayor energía procura aportar transparencia a la justicia fueguina deberían ser esclarecidas de inmediato. Sería gravísimo que desde los niveles más altos del Poder Judicial de una provincia se estuvieran utilizando arbitrariamente las instituciones del Estado para silenciar a quienes, desde la sociedad civil, se esfuerzan por mejorar la calidad institucional del país”. 29

Ese mismo día, un grupo de organizaciones de todo el país, nucleadas en la Red Federal por la Democracia presentaron ante el Consejo de la Magistratura de Tierra del Fuego, una denuncia contra De Gamas por supuesto “mal desempeño”.

Las entidades firmantes de la presentación fueron ANDHES

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(Tucumán), Ciudadanía Activa (La Pampa), FAVIM (Mendoza), Foro Ecologista de Paraná (Entre Ríos), FORINS (Jujuy), GEOS (Córdoba), Grupo Ágora (Mendoza), Nueva Generación Argentina (Santa Fe), Principio del Principio (Córdoba) y Poder Ciudadano (Ciudad de Buenos Aires). El entonces director ejecutivo de esta última organización, Carlos March, observó que “en la causa Worman, todo parece indicar que en lugar de una investigación judicial, estamos frente a una reacción corporativa al borde de la ilegalidad, y en lugar de estar frente a dos magistrados, parecería ser que estamos frente a una asociación ilícita”.

“Exigimos que el Consejo de la Magistratura investigue a fondo este hecho, y si se comprueban las irregularidades y el abuso de poder, se inicie el juicio político al juez”, agregó March.

Al fundamentar el pedido de remoción del magistrado, las organizaciones afirmaron que “la desmesura de los procedimientos ordenados por el juez de la causa, linda con el abuso de poder y con una actitud amedrentadora”. Y advirtieron que “parece desproporcionada la acción del juez ante la denuncia presentada si no tomamos en cuenta el cargo actual del denunciante”, por lo que consideraron que “el magistrado, ha dejado de actuar con el equilibrio requerido para la permanencia en el cargo”.

La coordinadora del área Acción por la Justicia de Poder Ciudadano, María Julia Pérez Tort, hizo hincapié en la falta de fundamentación de las órdenes de allanamiento sobre los domicilios de la entidad fueguina.

La abogada recordó que el artículo 41 de la Constitución Nacional establece la “inviolabilidad del domicilio” y determina que “sólo podrá ser allanado por orden de juez competente, en base a indicios vehementes del hecho punible que se invoque”. Asimismo, prohíbe la intervención de “la correspondencia, los papeles privados, los sistemas de almacenamiento de datos, los teléfonos y cualquier otro medio de comunicación, sin iguales requisitos”. 30

Fisuras

Cuando Worman se presentó a prestar declaración indagatoria

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ante De Gamas, el 15 de diciembre, se encontró con las pinchaduras telefónicas ordenadas por el juez. Había conversaciones grabadas entre él y su ex esposa, su actual pareja, su hija, amigos y periodistas.

El dirigente social fue indagado durante cinco horas, entre las 11 y las 16, y allí confirmó que el fiscal Curtale no había pedido los cuatro allanamientos sobre sus viviendas y la ex sede de la ONG. Esas decisiones habían corrido por cuenta exclusiva del magistrado.

Worman consideró las intervenciones telefónicas como otro “exceso” del accionar judicial en el caso, “igual que las órdenes que se libraron para hacer inteligencia policial sobre mis movimientos dentro de la ciudad”. 31

El conocimiento de los detalles de la causa 17260 permitió descubrir fisuras en algunos aspectos de la versión de Klass. Uno de los puntos controvertidos fue la supuesta urgencia del juez por regresar a la provincia el día que le cambiaron la reserva de su pasaje. No era un tema menor, porque el titular de la Corte basaba en esa circunstancia la acusación contra Worman de presunto “atentado a la autoridad”.

Mientras el dirigente era indagado por De Gamas, Klass realizó declaraciones a la prensa en las que indicó que el inconveniente con su boleto aéreo puso en riesgo el normal funcionamiento de uno de los poderes del Estado, porque él debía regresar urgente a Ushuaia para formar dupla con el otro integrante del Superior Tribunal, Mario Robbio, ya que la tercera jueza, María del Carmen Battaini, estaba de licencia y el organismo no puede funcionar con menos de dos miembros. 32

Sin embargo, de la lectura de la causa surgió que fue el propio Klass el que dejó a la Corte en condiciones de no poder funcionar, al viajar a Buenos Aires el jueves 18 de noviembre, cuando Battaini ya estaba de licencia desde el lunes 15.

Por otra parte, si Klass viajó -como dijo- para hacer gestiones en dependencias del Gobierno Nacional el viernes 19 (único día hábil antes del fin de semana) y necesitaba regresar “urgente”, podría haberlo hecho en vuelos del sábado 20 o domingo 21.

Además, no se entiende la mentada “urgencia” si el vuelo que finalmente abordó, salió de Aeroparque a las 10.40 y llegó a la capital

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fueguina después de las 14, que es el horario de cierre de la actividad judicial. Si hubiera tomado un avión a un horario posterior, por ejemplo a las 15, y hubiese arribado a la ciudad a las 20, tampoco se habría originado ninguna “obstrucción” al funcionamiento de la Justicia porque los tribunales igual ya hubieran cerrado. 33

La investigación del hecho también mostró otras lagunas inexplicables. De Gamas ordenó cuatro allanamientos, pinchaduras telefónicas y tareas de inteligencia. Sin embargo jamás dispuso el secuestro del aparato telefónico desde donde se habría realizado la llamada para el cambio del pasaje. Una pericia técnica, en ese caso, quizá hubiese permitido demostrar si existió o no una clonación de la línea, como sostenía Worman en su defensa.

De Gamas ordenó las intervenciones telefónicas -se supone- para buscar algún indicio incriminante contra el dirigente social, algo improbable de por sí, dado que el supuesto delito ya se había cometido y resultaba inverosímil que alguien se regodeara por teléfono de algo ya hecho y que sabía irregular.

Un dato llamativo fue que de las horas y horas de conversaciones privadas (algunas íntimas) grabadas por orden judicial, las únicas que interesaban a la causa sirvieron para desincriminar a Worman. En ellas, el director de Participación Ciudadana hablaba con representantes de la empresa Unifón para advertirles que recibía llamados extraños y que presumía que alguien estaba utilizando su número, por lo que pedía un cambio de línea.

Otro despropósito del caso fue la forma en que el juez De Gamas tomó por indicio cierto que el llamado a Aerolíneas partió del celular del dirigente no gubernamental. La única prueba en ese sentido fue un informe de la empresa aérea donde se consignaba que la empleada que atendió la comunicación, de nombre Clara Mejuto, sostenía que observó el número en un visor del Call Center de Aerolíneas y lo escribió de puño y letra en un papel. Es decir que existía la posibilidad de un error humano de la empleada al anotar, sobre todo considerando que Worman había realizado ese mismo día otros nueve llamados al mismo teléfono para reconfirmar reservas de un contingente de especialistas en presupuesto participativo que estaba por venir a la ciudad. Además, mientras quedó demostrado que el contacto para

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producir el cambio en la reserva de Klass se realizó a las ocho y once de la mañana, la supervisora de Aerolíneas declaró en la causa que Mejuto cumplía horario de nueve a quince.

Los supuestos delitos que Klass le endilgó públicamente al autor del llamado telefónico a la empresa aérea, constituyen otro gran desaguisado jurídico. El juez habló de obstrucción al funcionamiento del Poder Judicial pero él no estaba trabajando, y además pudo viajar y llegar al mismo horario que tenía previsto. No se pudo sentir amedrentado porque no existe registro de una voz que lo haya amenazado por teléfono, y no hubo perjuicio económico porque él pagó voluntariamente los 433,44 pesos de diferencia para viajar en clase ejecutiva (podría no haberlo hecho) y el dinero fue a parar a manos de un tercero (la empresa aérea) y no de Worman, en caso de que hubiera sido el responsable de la llamada. Y como perla final, queda el desempeño de la brigada policial a la que el juez De Gamas le asignó la función de realizar tareas de inteligencia sobre Worman y Participación Ciudadana.

De acuerdo a un informe agregado al expediente, los uniformados constataron “en el barrio 60 Viviendas Tira 1 Casa 1 la existencia de un cartel en una ventana que reza: Participación Ciudadana”. Pero los policías no advirtieron que no se trataba de la organización presidida por Worman, sino de la subsecretaría de Participación Ciudadana del Gobierno de la provincia creada durante la gestión del ex gobernador Jorge Colazo y cuya titular era entonces, Estela Llanes. 34

Show del poder

El caso volvió a conmover al abogado constitucionalista Daniel Sabsay, quien por esos días insistió en recomendar la intervención federal del Poder Judicial fueguino, como “remedio” a su falta de independencia.

El presidente de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) evaluó como de una “gravedad extrema” los allanamientos, las intervenciones telefónicas y las tareas de inteligencia policial dispuestas por el juez De Gamas.

“El juez actuó como un señor feudal”, acusó el letrado a quien

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entonces se mencionaba como candidato a integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la vez que sostuvo que los procedimientos fueron “un show de poder”.

-¿Cómo evalúa la situación generada por la denuncia del juez Klass, los allanamientos a la vivienda de Worman y el resto de las implicancias del caso?

-Lo veo como de una extrema gravedad. Me parece increíble que se haya inflado una situación, porque no puedo creer que por un supuesto llamado para un cambio de pasaje de un miembro del Superior Tribunal de Justicia, se haya llegado a semejantes procedimientos. En principio surge la falta de razonabilidad y de cumplimiento del Código de Procedimiento en lo penal, que establece causales muy puntuales para que un juez llegue al extremo de violar un domicilio o la correspondencia. Un magistrado adopta esas medidas cuando existen indicios muy fuertes de comisión de un delito. De lo contrario estaríamos permanentemente sujetos a la posibilidad de que se irrumpiera de manera totalmente abusiva en algo tan importante como la esfera de nuestra vida privada: nuestro domicilio, objetos personales o comunicaciones. Pero además, lo que me preocupa es que frente a las serias irregularidades que acusa el funcionamiento del Poder Judicial fueguino, se produzca semejante amedrentamiento precisamente sobre la cabeza de la organización que más ha trabajado para lograr solidez institucional.

-¿Agrava la situación que el juez ordene allanamientos sin ni siquiera tipificar el presunto delito que se investiga?, ¿cómo presume un hecho ilícito si primero no clasifica el presunto accionar delictivo? -Por supuesto. El juez se basó exclusivamente en una voluntad autoritaria, de tipo feudal, un sistema que sólo se basa en “los deseos del señor” y en el contexto de un poder que no puede ser controlado. -¿Existen antecedentes jurisprudenciales, en los que se haya acusado penalmente a alguien de haber llamado por teléfono a una aerolínea para cambiar el pasaje de un tercero?

-Sinceramente, por más esfuerzo que haga, no recuerdo algo así. Le digo más, cuando yo leí la información que apareció en LA NACION, y traté de entender los motivos que habían llevado al procedimiento,

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pensaba que había algo incompleto, que yo no entendía bien, porque me costaba creer que frente a tan poca entidad de la denuncia, se llegase a los allanamientos de la casa de Worman, sus familiares y las ex sedes de la ONG. Fue una especie de redada feroz que demuestra cómo opera el Poder Judicial de la Provincia. Lo que se hizo fue un show de poder, una jactancia para asustar, un mensaje del tipo “cuidado porque después de ésta se te viene andá a saber qué”.

-¿Cambiar la reserva de un pasaje aéreo no es más una contravención que un delito?

-No veo ninguna de las dos cosas. En especial porque no se produjo la más mínima verificación de los hechos denunciados. -¿Qué se puede hacer ante situaciones como las ocurridas en este caso? -El gran remedio es la intervención federal. Hace varios años ya lo había planteado frente a las irregularidades derivadas del mal funcionamiento del Consejo de la Magistratura y a raíz de la jubilación anticipada obligatoria. Es que así no está asegurado uno de los principios fundamentales de la garantía institucional de autonomía que es garantizar la independencia de la Justicia. Aquí debería haber un pedido de juicio político a este magistrado, que se investigue cuál es la relación con el integrante del Superior Tribunal de Justicia, si existió una orden de uno a otro, y si la ha habido porqué se la cumplió. Son maniobras que de ser comprobadas constituirían manifiestas figuras de mal desempeño.

-¿Por qué escribió en una carta de lectores que no conoce de Klass ningún antecedente académico?

-Porque ya en su momento, cuando el Dr Klass fue designado al frente del Superior Tribunal de Justicia, a mí me sorprendió, porque me parece que no tiene los antecedentes propios de un cargo tan importante. Ahí vi claramente el manejo de las designaciones y la zona de reserva que constituye la actividad de la Magistratura. Eso lleva a que haya llegado a un puesto tan encumbrado y que ahora provoque este tipo de situaciones. 35

Un tanto acorralado por las repercusiones mediáticas de la causa, Klass también buscó respaldo institucional fuera de Tierra del Fuego. Era una forma de proteger el accionar abusivo de De Gamas y la

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complacencia del fiscal Curtale.El juez consiguió que la Junta Federal de Cortes y Superiores

Tribunales de Justicia (Jufejus) emitiera un comunicado proclamando su apoyo a la Corte local.

Sin abundar en los cuestionamientos que existían contra el propio Klass y contra el juez de instrucción, el Jufejus sostuvo que “es necesario distinguir entre situaciones de índole particular y la actuación institucional de un Poder Judicial”.

El documento con la firma del Dr. Alberto Italo Balladini, titular de la entidad y del Dr. Rafael Francisco Gutierrez, secretario, agregaba una obviedad: “los Poderes Judiciales, como instituciones esenciales de un sistema democrático, constituyen la garantía de vigencia del Estado de Derecho”. Y afirmaba que “la descalificación de un Poder Judicial provincial atenta contra los principios del federalismo establecidos en la Constitución Nacional”.

A renglón seguido, la entidad destacaba “la independencia, imparcialidad y probidad del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Tierra del Fuego, como máxima instancia del Poder Judicial de dicha provincia”, aunque no mencionaba en qué elementos objetivos se sustentaba tamaño juicio de valor. 36

La pulseada entre Klass y Worman también se dirimía en las páginas del diario LA NACIÓN, donde aparecieron publicadas tres cartas de lectores vinculadas al tema.

En una de ellas, el jefe judicial reiteró el argumento de que él no había denunciado al dirigente social, sino el hecho en el que se vio involucrado cuando le cambiaron la reserva aérea. Fue una respuesta a la crónica de los sucesos publicada el 14 de diciembre y a la editorial aparecida al día siguiente.

Al pie de la carta de Klass, el director de LA NACIÓN tomó partido por el director de Participación Ciudadana al incluir una aclaración: “el medio ratifica en su totalidad el editorial de marras y da fe de la conducta ejemplar que caracterizó siempre al señor Guillermo Worman”.La misiva del juez fue posterior a otra publicada por el abogado Sabsay y por el director Ejecutivo de Poder Ciudadano, Carlos March, respaldando la tarea realizada por Worman y la ONG.

El texto completo de la carta de lectores de Klass se reproduce a

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continuación:“Señor director: Me dirijo a usted en relación con la noticia

publicada el 14 de diciembre con el título Sugestivo allanamiento en Ushuaia y a la nota editorial del 15 de diciembre, ambas del corriente año, nominada Preocupante allanamiento en Ushuaia. En ambas publicaciones, se alude a diligencias judiciales seguidas respecto al señor Guillermo Worman resaltando su condición de director ejecutivo de la Organización No Gubernamental Participación Ciudadana.

Dado que en la nota editorial se menciona y cuestiona al suscripto y al Poder Judicial de Tierra del Fuego, considero necesario aclarar que no formulé denuncia alguna contra el mencionado Worman, sino que, en razón de haber resultado víctima de una acción que considero ilícita, formulé la pertinente denuncia promoviendo la investigación de los hechos, puesto que mi condición judicial me obliga a denunciar cualquier situación que directa o indirectamente se relacione con mis funciones o pueda afectarlas.

En tal oportunidad desconocía quién o quiénes pudieron haber sido los autores. Reitero, no denuncié a Worman y nada hay más lejano a mi voluntad que interferir en la actividad de la ONG que él representa y en nombre de la cual ha formulado numerosas denuncias contra el suscripto.

Si de la investigación judicial resulta que el señor Worman está invo-lucrado en una causa, ello es ajeno al suscripto, tanto como las medidas judiciales que el magistrado interviniente en la causa haya dispuesto. Las expresiones de Worman, que han tenido gran repercusión me-diática no son ciertas y, paradójicamente, sirven para dimen-sionar el funcionamiento pleno de la libertad de expresión que nos enorgullece como baluarte propio del Estado democrático. No es ocioso señalar que ocupo el cargo de juez del Superior Tribunal de la provincia en conformidad con su Constitución y las leyes vigen-tes, y que las denuncias efectuadas por Worman han sido desestima-das por carecer de fundamento.

Por otra parte, considero prudente hacer una distinción entre las organizaciones no gubernamentales, de fundamental importancia en la vida pública del país, y la conducta que en particular desarrollen

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sus integrantes. Creo que ignorar esa distinción implicaría someterse a los designios

de quienes, amparados en una institución de prestigio, aprovechan tal pertenencia utilizándola como un escudo para ocultar sus inconductas éticas. Ricardo Jorge Klass. DNI 7.604.662”. 37

Marche preso

Los veranos suelen tener un efecto amnésico en Tierra del Fuego. Los gobernantes optan por tomar decisiones trascendentes, aunque de alto costo político, durante los últimos días de diciembre, previendo que la gente se irá de vacaciones en forma masiva y a su regreso se habrá olvidado del trago amargo.

Del caso Klass se habló hasta fines de 2004. Las voces críticas arreciaron contra la actitud de la Justicia y por la persecución orquestada contra el titular de la ONG.

Pero el 15 de marzo de 2005, De Gamas dictó un auto de procesamiento contra Worman por los supuestos delitos de “estafa y atentado contra la autoridad”, o sea las figuras calcadas de las declaraciones públicas del jefe de la Justicia.

El ex secretario de Galeano continuaba siendo obediente y la maquinaria judicial seguía funcionado sin sobresaltos, ajena a las reacciones sociales que producía.

Worman declaró entonces que la medida acusatoria confirmaba una “persecución judicial” en su contra, producto de dirigir la única organización que tenía una postura crítica sobre el desempeño de la Justicia.

El procesamiento también incluía un embargo sobre los bienes del dirigente hasta cubrir la suma de cinco mil pesos. 38

El diario LA NACIÓN -como es fácil de percibir, el que más cobertura realizó sobre el caso a nivel nacional- dedicó una nueva editorial a “La poco confiable justicia fueguina”. El texto completo del artículo es el siguiente:

“En más de una ocasión nos hemos referido a la débil situación institucional que presentan varias de nuestras provincias. Tierra

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Gabriel Ramonet

del Fuego no está fuera de ese grupo, especialmente por las graves falencias de un Poder Judicial que deja mucho que desear. Lejos de detenerse, la grave persecución de que es objeto en Ushuaia Guillermo Worman, director ejecutivo de la organización no gubernamental Participación Ciudadana, ha tomado un cariz alarmante. En efecto, a este destacado dirigente de la sociedad civil se le ha imputado recientemente la comisión de diversos delitos como consecuencia del presunto cambio en la reserva de un pasaje aéreo del presidente del Superior Tribunal de Justicia local, Ricardo Klass, realizado supuestamente desde un teléfono celular de Worman.

A pesar de las serias sospechas de que los hechos no han ocurrido efectivamente como se describen en la denuncia, tanto el domicilio de Worman como el de familiares suyos y locales de la ONG que representa fueron allanados. Al mismo tiempo, se dispusieron intervenciones telefónicas sin reales fundamentos para ello. Dado que los procedimientos fueron claramente vejatorios para las personas involucradas, este diario e importantes organizaciones no dudaron en calificarlos de groseros abusos de derecho de parte del magistrado actuante, que pudieron haber tenido propósitos intimidatorios.

No obstante ello, y aunque cueste creerlo, el juez de la causa, Javier de Gamas Soler, procesó a Worman por tipos delictivos que han recibido una interpretación manifiestamente extraña a las propias de nuestro derecho penal.

Por ejemplo, se pretende calificar de estafa al supuesto llamado can-celatorio del vuelo que debía abordar el doctor Klass, sin que haya con-currido ninguna hipótesis de ventaja o provecho patrimonial en favor del imputado. El esfuerzo del magistrado por incriminar a Worman, en este sentido, sólo puede ser considerado como una muestra más de aus-encia de imparcialidad para intervenir en este caso concreto. Además, se violan las garantías más elementales del proceso penal, reconoci-das en las constituciones nacional y provincial, entre las cuales obvia-mente cabe contar la presunción de inocencia, y el procesamiento no está avalado por elementos probatorios que lo sustenten mínimamente. Cabe recordar que el magistrado que interviene en la causa está siendo investigado como presunto partícipe del pago ilegal de 400.000 dólares a Carlos Telleldín en la causa AMIA en tiem-

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pos en que se desempeñaba en el juzgado de Juan José Galeano. El mero hecho de que alguien con ese antecedente haya sido se-leccionado por el Consejo de la Magistratura fueguino y luego des-ignado por el Ejecutivo provincial para desempeñarse como juez, pone de manifiesto por sí solo la grave situación de quiebre insti-tucional por el que atraviesa el Poder Judicial de esa provincia. Al respecto, cabe recordar que, en los últimos años, la justicia fuegui-na ha sufrido la remoción masiva de jueces y designaciones mediante un sistema que no garantiza idoneidad ni objetividad en su proced-imiento.

Este estado de cosas obliga a que se tomen decisiones rápidas que impidan que subsistan dentro de nuestro país situaciones totalmente reñidas con la existencia de un Estado de Derecho. De lo contrario, este precedente, junto a otros de mal funcionamiento institucional en otros distritos, irán corroyendo las bases de nuestra democracia”. 39

Nada por aquí, nada por allá

Worman recurrió su procesamiento ante la Cámara de Apelaciones de la provincia. Sin embargo, otro dato escandaloso sacudió la investigación. La periodista de Ushuaia Belén Martínez reveló el 25 de abril que el juez De Gamas había ordenado desgrabar conversaciones personales suyas “en una causa judicial donde no se encuentra imputada y ni siquiera declaró como testigo, lo que a su entender viola el derecho al resguardo de la identidad de la fuentes de información consagrado en la Constitución Nacional”.

La entonces co conductora del programa “Entre Nosotros” y conductora del programa “Yo argentino”, que se emitía por FM Master´s, precisó que en la misma situación se encontrarían otros diez periodistas y propietarios de medios de comunicación provinciales y nacionales, entre los que identificó a Radio Nacional y el diario LA NACIÓN de Buenos Aires.

Según Martínez, había tomado conocimiento de la presunta irregularidad al interiorizarse de los detalles de la causa por el cambio de la reserva aérea impulsada por la denuncia de Klass.

La periodista sostuvo que en diciembre de 2004, el magistrado ya

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tenía en su poder un listado con los nombres de los titulares de todas las líneas que se habían comunicado con Worman en el período que duró la intervención y también los titulares de las líneas a las que el dirigente social había llamado. Allí es donde surgía abiertamente que algunos de los mencionados eran periodistas locales o dueños de medios comunicación.

Martínez se mostró preocupada porque el juez, aún conociendo esa información y sin ningún otro indicio de un presunto acto delictivo, dispuso en febrero de 2005 desgrabar la totalidad de las conversaciones, poniendo en peligro sin causa el secreto de las fuentes de información. 40

El sindicato de prensa de Río Grande condenó de inmediato lo ocurrido. En un comunicado observó que “este tipo de medidas vulnera el normal desenvolvimiento de la actividad periodística” porque viola “los artículos 14 y 42 de la Constitución Nacional, y el 46 de la Constitución Provincial” donde está consagrado “el derecho al resguardo de las fuentes informativas”.

“Existe jurisprudencia nacional e internacional que expresa claramente los límites de la Justicia en la materia, como el caso Thomas Catan, causa 19.480, Juzgado Federal N°11, Secretaría N° 22, ante un recurso de queja presentado por un periodista con el acompañamiento de Horacio Verbitsky, secretario de la Asociación Periodistas y miembro de la Asociación para la Defensa del Periodismo Independiente y José Insaurralde secretario general de FATPREN”, argumentó más adelante el pronunciamiento.

La entidad concluyó que “la Justicia tiene el deber de erigirse como modelo para el resto de las instituciones, como poder por excelencia encargado de velar por el cumplimiento de la ley y de los derechos consagrados para todos los ciudadanos, incluidos los trabajadores de prensa”. 41

Al día siguiente, el sindicato de prensa de Ushuaia se pronunció de manera similar. El gremio rechazó y condenó “toda aquella actitud o medida que viole el ejercicio de la profesión, la reserva de las fuentes de información y la libertad de expresión”. También criticó a De Gamas porque “al no discernir en la orden de escuchas e intercepciones telefónicas que periodistas tuvieron con una persona

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sujeta a una investigación penal, violentó pacífica jurisprudencia sobre el alcance de los mandatos constitucionales que resguardan el secreto profesional del periodista y la indemnidad de la fuente. Si bien el juez De Gamas Soler aclaró al gremio que sólo se intervino la línea de la persona sometida a esta investigación, el Sindicato de Prensa considera que tal decisión no da derecho a interferir y violar los derechos constitucionales que les compete a los periodistas y que se contempla en la Constitución Provincial (art. 46) y Nacional (arts. 14 y 43). Ello surge de la causa puesto que consta el detalle de un listado en el que figuran los nombres de los periodistas, con los correspondientes números de teléfonos, que fueron incorporados al expediente”. 42

De Gamas había asegurado a los medios que “en ninguna de las causas que se encuentran tramitando en mi juzgado se dispuso ni se afectó la privacidad de ningún periodista o medio periodístico”. Sin embargo, el 27 de abril, el portal Botella al Mar accedió al listado de trece líneas telefónicas que pertenecían a periodistas, medios de comunicación y un productor cuyas conversaciones fueron grabadas y transcriptas en un expediente judicial donde no eran imputados y ni siquiera habían declarado como testigos.

Esa jornada, en una entrevista publicada por el diario del Fín del Mundo, el juez afirmó que se protegía el derecho fundamental de resguardo de la fuente periodística, aunque el mismo portal también tuvo acceso a una resolución del juez adoptada el 11 de febrero, en la que ordenaba desgrabar la totalidad de los veintisiete cassettes de intervenciones realizados por la SIDE en la causa por el cambio de la reserva aérea.

De Gamas sabía que en la lista de conversaciones había periodistas desde el 22 de diciembre, cuando comenzó a recibir en su juzgado los primeros informes de las empresas telefónicas informando la titularidad de las líneas. Allí figuraban los nombres de periodistas pero también de medios de comunicación como Radio Nacional y el diario LA NACIÓN.

No obstante, en febrero, el juez dispuso: “líbrese oficio a la División Policía Científica a los fines de que procedan con los medios técnicos necesarios a la transcripción de la totalidad de los cassettes reservados en autos, los que serán elevados a medida que se vayan efectuando

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las desgrabaciones por la Dirección de Observaciones Judiciales de la SIDE”.

Según sostuvo el magistrado en el diario, “en ningún momento se afectó o puso en riesgo el secreto de una eventual fuente periodística”, ya que “al contenido de la causa, como a las transcripciones de las grabaciones, sólo pueden acceder las partes del proceso, esto es: imputado, defensor y fiscal, pues para los terceros ajenos a la causa su acceso se encuentra vedado”.

El supuesto secreto que protegía al expediente quedó desvirtuado cuando Botella al Mar publicó la lista con los nombres de periodistas, medios y números telefónicos intervenidos. A continuación se transcribe esa nómina:

1. Francisco Javier Gross, Tel: 423885, Medio: FM Master´s 2. Francisco Javier Gross, Tel: 1551214, Medio: FM Master´s 3. Fransciso Javier Gross, Tel: 15511210, Medio: FM Master´s 4. La Nación, Tel: 5238-1250, Medio: diario La NACIÓN 5. Sistema Nacional de Medios Públicos S. A., Tel: 21706, Medio:

Radio Nacional Ushuaia 6. Fernando Quiroga, Tel: 15447293, Medio: Sur54 y Tiempo

Fueguino 7. Belen Martínez, Tel: 16616885, Medio: FM Master´s Sur54 8. Gabriel Ramonet, Tel: 15602620 , Medio: Botella al Mar 9. Silvio Bocchicchio, Tel: 15510982, Medio: Botella al Mar 10. Pablo Costa, Tel: 02944-15588240, Periodista (Río Negro) 11. Néstor Busso , Tel: 02920-15571771, Periodista (Río Negro) 12. Luis Castelli, Tel: 15603241, Productor 13. Fernando Goyanes, Tel: 02902-492017, Periodista (Santa

Cruz).43

Como respuesta a esa publicación, la Justicia salió a reafirmar el derecho de los periodistas a resguardar el secreto de las fuentes de información, en lo que pareció una advertencia a la actitud del juez. Sin embargo, el comunicado oficial firmado por el secretario de Superintendencia y Administración del Superior Tribunal de Justicia, Carlos Straticco, no anunciaba ningún sumario ni investigación de

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oficio para esclarecer la irregularidad.El documento simplemente sostenía que “el Superior Tribunal de

Justicia quiere reafirmar públicamente el absoluto compromiso del Poder Judicial en la defensa de la libertad de prensa como presupuesto fundacional del sistema democrático”, y en lo que se interpretaba como un claro mensaje a De Gamas, precisaba que “ante la eventual colisión de intereses de relevante importancia como son la actuación de la Justicia en un caso determinado y el derecho a preservar el secreto de las fuentes de información periodística, no se puede dejar de advertir que la protección de dichas fuentes es una garantía de rango constitucional, correspondiendo a cada instancia su aseguramiento en una situación concreta. Dicha garantía, como un elemento esencial de la labor periodística y una condición básica para el ejercicio libre y pleno de la libertad de prensa, torna indispensable su tutela”.Por último, el comunicado oficial indicaba que la Corte “quiere enfatizar su convicción en cuanto a la trascendencia conjunta que tienen prensa y Justicia como componentes fundamentales del ejercicio y consolidación de la democracia”. 44

A esa altura, más allá de la subjetividad puesta de manifiesto por cada protagonista, era posible separar de las opiniones una serie de hechos reales y verificables.

El juez intervino la línea telefónica de Worman siguiendo una inteligencia absurda: que el sospechoso se autoincriminara en conversaciones con terceros varios días después del hecho que le imputaban.

Aún así, De Gamas ordenó grabar veintisiete cassettes con comunicaciones personales. Desde el 27 de diciembre de 2004, sabía que entre los interlocutores había periodistas. No obstante, el 11 de febrero de 2005 mandó a transcribir todas las cintas.

Cuando se produjo la denuncia por la presunta violación al secreto profesional periodístico, el juez quiso cubrirse aludiendo a una formalidad insostenible: las desgrabaciones se encuentran dentro de un expediente judicial que es secreto, salvo para las partes.

Olvidaba el ex secretario de Galeano, que también era secreto el video con la declaración de Telleldín, y sin embargo se hizo público por televisión. Una vez que un juez dispone medidas tan delicadas

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como aquellas que violan la intimidad de las personas, ya no es posible asegurar su resguardo. El circuito para que una orden de esa naturaleza se lleve a cabo está repleto de caminos que se bifurcan. Empleados que traen y llevan papeles, policías, secretarios, choferes, funcionarios, porteros, serenos, custodios, maestranzas. Demasiados cabos sueltos para reconstruir en qué lugar se acaba un secreto.

En el caso que nos ocupa, duró hasta el 9 de mayo de 2005, cuando la prensa finalmente publicó cuatro fragmentos de comunicaciones personales que habían sido grabadas por orden de De Gamas, en la causa del cambio de la reserva aérea a Klass.

Los que hablaban eran dos periodistas de Ushuaia y uno de Bariloche, ajenos por completo al expediente, y el interlocutor era Worman.

Dos de las cuatro conversaciones no tenían demasiado interés para nadie más que los protagonistas. Se desprendía que dialogaban sobre la concreción de notas periodísticas donde el dirigente intervenía como contacto con algún otro entrevistado, o como gestor de una editorial. Pero en la llamada de la periodista Belén Martínez se advertía claramente que hablaban sobre una investigación en curso, donde Worman parecía la fuente de información o al menos el intermediario con otras fuentes.

“En todos los casos, se ha preservado el nombre de personas y lugares para impedir represalias o mayores daños que los ya causados por el juez al desarrollo de la actividad periodística”, aclaró el portal Botella al Mar al momento de la publicación. 45

“Cassette 1, Lado A (segunda llamada)

Guillermo Worman con el periodista Pablo Costa de Bariloche

W: ¿te conté que me escribió el presidente de la estatuyente de Esquel?C: aháW: ya aprobaron formalmente la comisión de Participación CiudadanaC: ahá, ¿ya está formalmente aprobada?W: (...) mandó todo el reglamento. No sé qué me recomendás, a mí me parece interesante sacar una editorial sobre este tema

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C: totalmenteCassette 1, Lado A (quinta comunicación)

Guillermo Worman con la periodista Belén Martínez M: a él no le consta que haya declarado ante el juez, no tiene constancia, mañana se iba a comunicar con ella para despejarnos la duda, le iba a mandar un mail pero él me dice que (no se entiende) en el diarioW: siM: respecto a la instrucción y demás, que (da un nombre) fue la única persona que ha declarado (...) cuando surgió el tema de que (da otro nombre) iba a tomar declaración indagatoria y testimonios en (indica un lugar) habló con ella y la puso al tanto (...) así que iba a pedir copias y se iba a asesorar si realmente declaró o no, porque de ser cierto, ese tipo mintió (...)W: Bueno, buenísimo, ojalá.M: siW: ojaláM: y con el tema de (da un nombre) venimos para atrás, me parece que no se está confirmandoW: está bienM: no hay mayores avancesW: bueno, mañana va a estar la persona que es el presidente de la Asociación Argentina de Radios Comunitarias para hablar el tema de la radiodifusión públicaM: ah, bueno daleW: va a ir tipo 11 y 11 y pico

Cassette 2, Lado A (segunda comunicación)

Guillermo Worman con la periodista Belén Martínez

M: (...) No, no declaró nunca, ya te digo, según me dijo (da un nombre) cuando hablamos que si lo ha reconocido, hay reconocimiento positivo, pero que no ha declarado nunca ante ningún juezW: ¿no hay forma de que declare?

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M: Y no, porque dice que cuando estuvieron en (menciona un lugar) dice que esto fue confirmado por los abogados de la causa (...) W: ¿Y no hay forma de que esta persona declare?M: Y, eso es lo que no entiendo, porque no ha declarado. Esto me lo contó esta mañana, y no sé por qué no ha declarado

Cassette 3, Lado A (comunicación 11)

Guillermo Worman con el periodista Silvio Bocchicchio

W: estoy con NéstorB: ahhh, mirá, bárbaro, decile qué bueno, si querés después pasame que la nota la hacemos mañana 12:30W: mañana 12.30B: ¿Sabés qué pasa?, que no conseguí un operador que ...W: bueno, listoB: daleW: mañana a las 12:30B: bueno, ¿qué hago?, lo paso a buscar, ¿cómo hacemos?W: Vos podés pasar a buscarlo a las 12 por el ShopingB: daleW: estamos en el entrepisoB: arriba, en el entrepiso del Shoping, ahí que va a ser la reunión del presupuesto”. 46

Martínez realizó una denuncia penal ante el Juzgado Federal de Ushuaia. Solicitó que se investigara el accionar de De Gamas al haber ordenado la pinchadura telefónica que, en su caso, presumía una supuesta violación al secreto profesional periodístico.

También presentó una denuncia el director de Participación Ciudadana, aludiendo a otros excesos en las medidas dispuestas por el magistrado en la investigación, como los allanamientos y la inteligencia policial.

El expediente fue girado a la Fiscalía federal a cargo del fiscal Juan Soria. El funcionario emitió un dictamen que se hizo público el 2 de junio.

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Soria acusó formalmente al juez de instrucción de los presuntos delitos de “abuso de autoridad” y “violación del secreto profesional periodístico”. Según escribió, “se hallaron evidentes irregularidades en la causa promovida por el Dr. Ricardo Klass, siendo éstas numerosos excesos producidos por el Dr. Javier De Gamas Soler en el dictado de algunas medidas dentro de la instrucción que a “prima facie” no hicieron a la lógica de la investigación o resultan extremadamente desmedidas. De esta manera, tanto la intervención telefónica como el allanamiento ordenado resultan faltos de una fundamentación necesaria. Además, debe de tenerse en cuenta que ya obtenidas las conversaciones telefónicas y habiendo contado el Dr. De Gamas con las referencias de cada una de las conversaciones por parte de la Secretaría de Inteligencia, la orden de transcribir todas las conversaciones resulta claramente sobreabundante e innecesaria. De esta manera se afecta el derecho constitucional de proteger la intimidad, derecho vulnerado sin los fundamentos necesarios y ante ninguna urgencia demostrada en la instrucción. Dicha conducta del juez de instrucción constituiría el delito de abuso de autoridad (Art. 248 del Código Penal)”. 47

Si bien el fiscal impulsó la investigación de los supuestos ilícitos, consideró que la justicia Federal debía declararse incompetente para intervenir en la causa y correspondía remitir las actuaciones a la justicia de la provincia. Para que definiera esa disyuntiva, la acusación fue elevada al juez Federal Federico Calvete, quien hizo lugar al pedido y envió el expediente a los tribunales ordinarios. 48

La causa recayó entonces en el Juzgado de Instrucción de Primera Nominación, a cargo del propio juez De Gamas. Eran tiempos de disparates jurídicos, pero de todos modos el magistrado decidió que era demasiado investigarse a sí mismo y se excusó.

Con el número de expediente 12.531, la investigación pasó a manos de la jueza de instrucción María Cristina Barrionuevo, que también se apartó del caso por razones de cercanía laboral con su colega.

Desde entonces comenzó una cadena de excusaciones que incluyó también a los fiscales que debían abocarse a dictaminar, y que mantuvo a la causa en una nebulosa.

Inicialmente desistieron de intervenir la fiscal Karina Echazú, que argumentó razones de parentesco que la unían con De Gamas, la

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fiscal Marcela Bragulat, el fiscal Daniel Curtale (que era uno de los sospechados) y el fiscal Mayor Guillermo Massimi. Aceptó finalmente el jefe de Defensores Públicos, Gustavo Ariznabarreta.

Entre los jueces, después de Barrionuevo también se excusó el entonces juez Correccional Enrique Calot, hasta que la “papa caliente” fue recibida en última instancia por la jueza de Familia y Minoridad, Gabriela Yuba.

El 23 de agosto se hizo público que Ariznabarrera, en su calidad de fiscal subrogante, había desestimado la denuncia penal contra De Gamas.

La prensa publicó ese día que “uno de los puntos que Ariznabarreta destacó en su dictamen para desestimar la presentación, es la facultad que los jueces poseen para ordenar intervenciones telefónicas”, y que “si bien no se dieron a conocer los contenidos del fallo, otro de los ejes del análisis aborda la moralidad de la prensa desde un punto de vista técnico jurídico, aunque sin ahondar en precisiones”. 49

Sin requerimiento de instrucción (imprescindible para el impulso de una causa penal) Yuba mandó el expediente al archivo.

De este modo, el juez quedó limpio de acusaciones por su actuación en el caso de la reserva aérea, ya que desde el 4 de junio se sabía que el Consejo de la Magistratura había rechazado en tiempo récord un pedido de jury fundado en las mismas razones.

“Todo hace pensar que algunos grupos comprometidos con la corrupción están demostrando lo funcional que resulta ocupar espacios dentro de la Legislatura provincial, el Consejo de la Magistratura, el mismo Poder Judicial y los organismos de control. Es llamativo que el Consejo sostenga a De Gamas en su cargo, descartando las acusaciones mientras que la Justicia Federal las considera presuntos delitos de gravedad. Es una muestra clara del esquema que funciona dentro de algunas estructuras públicas, con zonas liberadas para la corrupción a gran escala y el nombramiento de personas que ofician de guardaespaldas de los hechos irregulares que se producen. Mientras unos hipotecan a la provincia, otros les cubren la retirada. Esto es lo que se llama impunidad”, declaró Worman por esos días. 50

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Impunidad, y caso cerrado

El daño ya estaba hecho y las posibilidades de investigar los abusos del ex secretario de la AMIA (apadrinado por Klass) habían sido debidamente cubiertas. Ningún delito según la Justicia penal, nada de razones para un jury de acuerdo a los integrantes del Consejo de la Magistratura.

Era hora de liberar de la persecución al dirigente de la ONG que molestaba, y así se hizo.

El 5 de julio trascendió que la Cámara de Apelaciones de la provincia había sobreseído a Worman de los presuntos delitos de estafa y estorbo funcional que le endosaban.

El fallo fue lo suficientemente liviano como para no cuestionar la tarea del juez instructor, y hasta se permitió dar por demostrado que la llamada a Aerolíneas para cambiar la reserva de Klass se había hecho desde el celular del acusado.

Eso si, después de seis meses de proceso (pinchaduras, allanamientos y demás excesos de por medio) los jueces finalmente concluyeron que el hecho no podía ser encuadrado como un delito penal.

“Estafa no hubo porque no se provocó una disminución inmediata del patrimonio del denunciante, en todo caso el menoscabo está supeditado a la actitud de éste, entonces él mismo se ocasiona el delito que luego denuncia”, explicó entonces el abogado de Worman, Eduardo Olivero, y agregó que de acuerdo a la sentencia, también se desprendía que el dirigente “ni estorbó, ni impidió” la actividad del ministro de la Corte.

Para que quedara claro la inconveniencia de cuestionar el funcionamiento de la Justicia, los camaristas aprovecharon la circunstancia para sancionar a Olivero con un llamado de atención, por la utilización de “lenguaje irónico y sarcástico” en sus escritos de defensa. 51

El director de Participación Ciudadana realizó un último intento para que investigaran y sancionaran a todos los responsables de la persecución judicial de la que había sido objeto.

Casi un año más tarde presentó una mega denuncia contra Klass,

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De Gamas, Curtale, Ariznabarreta, el integrante de la sala penal de la Cámara de Apelaciones, Javier Muchnik y el secretario Maximiliano García Arpón.

La denuncia sugería que el 23 de noviembre de 2004, cuando Klass acusó a Worman de modificarle su pasaje, “se inventó una inexistente gravedad” para “justificar una persecución desproporcionada” contra quien “participa de una ONG que milita por la transparencia de la gestión pública y por la independencia del Poder Judicial”.

Según el dirigente, los allanamientos, las pinchaduras telefónicas y su correspondiente desgrabación, y las tareas de inteligencia policial ordenadas por De Gamas, fueron parte de la persecución judicial que terminó recién meses más tarde con su sobreseimiento definitivo dictado por la Cámara.

En la denuncia, Worman aportó como evidencia un informe con todos los viajes fuera de la provincia realizados por los miembros del Superior Tribunal de Justicia entre 2002 y 2005, del que se desprendía que en veintidós oportunidades, el organismo había quedado conformado con uno solo de sus integrantes por ausencia conjunta de los otros dos, y que incluso en dos casos puntuales (10, 11 y 12 de junio y 3,4, 5 y 6 de septiembre de 2004) el tribunal había quedado acéfalo completamente. De este modo, se desmoronaba por completo el argumento de Klass acerca de que el cambio en la reserva aérea había puesto en riesgo el funcionamiento del Poder Judicial.

Por otra parte, en relación al motivo del viaje de Klass a Buenos Aires en ocasión del incidente con su pasaje, el propio juez había informado que concurrió a una reunión en el área de mediación del Ministerio de Justicia de la Nación. Esa información había sido volcada en el acta trescientos diez de la Corte.

Sin embargo, el director de la ONG agregó a su denuncia una nota oficial del mismo Ministerio, en la que se señalaba que “no existe registración” de la presencia del magistrado en esa dependencia, de acuerdo al registro oficial de audiencias.

En cuanto al desempeño de Curtale, De Gamas, García Arpón y Muchnik, la denuncia precisó que los allanamientos dispuestos por el juez se basaron en una sola “prueba”: un llamado telefónico supuestamente realizado por una empleada de Aerolíneas Argentinas

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al celular de Worman, en el que preguntaban si estaban hablando con Klass.

Worman mencionó que ninguno de los magistrados se preocupó por corroborar el origen de esa llamada, así como tampoco cuáles eran los motivos reales del viaje del juez a Buenos Aires y las razones de su urgente regreso. “Klass formuló una serie de afirmaciones que ninguna de las autoridades intervinientes constató”, se quejó el denunciante.

Asimismo, el dirigente le endilgó a De Gamas no haberse inhibido de actuar en la causa a pesar de la recusación presentada luego de su declaración indagatoria. El motivo del apartamiento era que el juez había sido defendido en una causa penal por Santiago Nicolás Kent (quien trabajaba con Norma López, esposa o concubina de Klass, en el Banco de Tierra del Fuego) y que el propio Klass se había excusado de votar en el concurso del Consejo de la Magistratura donde eligieron a De Gamas como juez de instrucción. Además, Worman agregó como otro dato que la esposa de De Gamas, Paula Jiménez, “fue designada sin concurso público alguno en el STJ cuando estaba presidido por Klass”.

La denuncia también hacía referencia al dictamen del fiscal Soria sobre el desempeño del ex secretario de Galeano, que encuadró el accionar del magistrado como presunto abuso de autoridad.

En ese caso, Worman reveló que cuando el defensor Ariznabarreta desestimó el dictamen fiscal, le pidió al procurador general de la Nación, Esteban Righi, que investigue el desenvolvimiento de Soria en la causa. Righi investigó y llegó a la conclusión de que el funcionario judicial se desempeñó correctamente. Pero Worman denunció a Ariznabarreta por no haberse excusado de intervenir en el caso, cuando sí lo había hecho en una causa anterior donde había imputado un fiscal.

“No puede el suscripto menos que sospechar que se han manoseado los códigos penal y procesal de modo que sirvieran a aquello a lo que no están destinados: escarmentar una voz crítica”, concluyó el dirigente social en la megadenuncia contra autoridades judiciales. 52

Desde luego, la presentación generó otra cadena de excusaciones, hasta que la tarea de fiscal le fue encomendada al abogado del fuero Guillermo Gowland, ajeno a la estructura judicial y que intervino

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como subrogante.El letrado desestimó la denuncia por ausencia de delito y con ello

jamás hubo investigación.Meses más tarde, Gowland fue designado titular de la oficina de

defensa de los derechos de los niños y adolescentes dependiente del gobierno de la provincia.

Javier De Gamas sigue siendo juez penal de Ushuaia al momento de edición de este libro. Casi nadie le reprocha su pasado como secretario del caso AMIA. Pocos se acuerdan de la causa del cambio de la reserva aérea.

La justicia que llega tarde no es justicia. Y si no llega nunca, es impunidad.

NOTAS

1- Víctimas del atentado de la AMIA: -Silvana lguea de Rodríguez, argentina, 28 años. -Jorge Antunez, argentino, 18 años. -Moises Gabriel Arazi, argentino, 22 años. -Carlos Avedaño Boadilla, chileno, 61 años. -Yanina Averbuch, argentina, 20 años. -Naum Band, argentina, 55 años. -Sebastian Barreiro, argentino, 5 años. -David Barriga, boliviano, 28 años. -Hugo Norberto Basilio, argentino, 47 años. -Rebeca Violeta Behar de Jurin, argentina, 58 años. -Dora Belgorosky, argentina, 54 años. -Favio Enrique Bermúdez, argentino, 26 años. -Romina Ambar Lujan Boland Argentina, 19 años. -Emiliano Gastón Brikman argentino, 20 años.

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-Gabriel Buttini, argentino, 36 años. -Viviana Adela Casabe, argentina, 24 años. -Paola Sara Czyzewski, argentina, 21 años. -Jacobo Chemanuel, argentino, 56 años. -Cristian Adrian Degtiar, argentino, 21 años. -Diego di Pirro, argentino, 23 años. -Ramón Norberto Diaz, argentino, 53 años. -Norberto Ariel Dubin, argentino, 33 años. -Faiwel Dyjament Polaco, argentino naturalizado, 73 años. -Aida Mónica Feldman de Goldfeder, argentina, 39 años. -Alberto Fernández, argentino, 54 años. -Martin Figueroa, argentino, 47 años. -Ingrid Finkelchtein, argentina, 18 años. -Leonor Gutman de Finkelchtaein, argentina, 42 años. -Fabian Marcelo Furman, argentino, 30 años. -Guillermo Benigno Galárraga, argentino, 45 años. -Erwin Garcia Tenorio, boliviano. -José Enrique Ginsberg (Kuki), argentino, 43 años. -Cynthia Verónica Goldenberg, argentina, 20 años. -Andrea Judith Guterman, argentina, 28 años. -Silvia Leonor Resalís, argentina, 42 años. -Carlos Hilu, argentino, 36 años. -Emilia Jakubiec de Lewczuk, argentina, 58 años. -Maria Luisa Jaworski, argentina, 55 años. -Analia Veronica Josch, argentina, 20 años. -Carla Andrea Josch, argentina, 17 años. -Elena Sofia Kastika, argentina, 54 años. -Esther Klin, argentina, 49 años. -Leon Gregorio Knorpel, argentino, 53 años. -Berta Kozuk de Losz, argentina, 67 años. -Luis Fernando Kupchik, argentino, 42 años. -Agustin Diego Lew argentino, 21 años. -Jesus Maria Lourdes. -Andres Gustavo Malamud argentino, 37 años. -Gregorio Melman argentino, 53 años. -Ileana Mercovich, argentina, 21 años. -Naon Bernardo Mirochnik (buby), argentino, 62 años. -Mónica Nudel, argentina, 36 años. -Elias Alberto Palti argentino, 38 años. -Germán Parsons, argentino, 29 años. -Rosa Perelmuter, argentina, 48 años. -Fernando Roberto Pérez, argentino, 47 años. -Abraham Jaime Plaskin, polaco, argentino naturalizado, 61 años.

-Silvia Ines Portnoy, argentina, 25 años.

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-Olegario Ramírez, argentino, 46 años. -Noemi Graciela Reisfeld, argentina, 36 años. -Félix Roberto Roisman, argentino, 48 años. -Marisa Raquel Said, argentina, 22 años. -Ricardo Hugo Said argentino, 41 años. -Rimar Salazar Mendoza, boliviano, 32 años. -Fabián Schalit, argentino, 33 años. -Pablo Shalit, argentino, 32 años. -Mauricio Eschiber, argentino, 65 años. -Néstor Americo Serena, argentino, 51 años. -Mirta Strier, argentina, 42 años. -Liliana Edith Szwimer, argentina, 22 años. -Naum Javier Tenenbaum argentino, 30 años. -Juan Carlos Terranova, argentino, 52 años. -Emilia Graciela Berelejis de Toer argentina, 44 años. -Mariela Toer, argentina, 19 años. -Marta Treibman, argentina, 30 años. -Angel Claudio Ubfal, argentino, 34 años. -Eugenio Vela Ramos, boliviano, 17 años. -Juan Vela Ramos, boliviano, 21 años. -Gustavo Daniel Velazquez argentino, 16 años. -Isabel Victoria Nuñes de Velásquez, argentina, 51 años. -Danilo Villaverde, argentino, 20 años. -Julia Susana Wolynski de Kreiman, argentina, 48 años. -Rita Worona, argentina, 37 años. -Adhemar Zarate Loayza, boliviano, 31 años.2- Diario LA NACIÓN, edición del 22 de septiembre de 2001. La nota describe de

esta forma a los principales acusados en el juicio por la voladura de la AMIA (Cabe destacar que luego, todos fueron absueltos)

“Carlos Alberto Telleldín : apodado “El petiso” o “El enano”, tiene 40 años, es casado y, hasta su detención, el 27 de julio de 1994, se presentaba como “comerciante”. Proxeneta en los años 80, cuando regenteaba un sauna en el que conoció a sus coimputados Mario Bareiro y Diego Barreda, y con antecedentes por estafa, encubrimiento, contrabando y falsificación, en la década del 90 cambió al rubro “automotor”. Dedicado a “doblar” vehículos robados, fue el último poseedor del motor N° 2831467, que impulsó el coche bomba que voló la AMIA.

Los fiscales lo definieron como “fabulador y mentiroso”. Además de estar ligado con la Trafic, otros indicios lo perjudican. Según sus allegados, él y su mujer, Ana María Boragni, “estuvieron muy nerviosos antes y después del atentado”. Decidieron mudarse el 18 de julio de 1994 y confiaron en su círculo íntimo que temían haber vendido la camioneta que voló la AMIA, cuando aún no se sabía que el coche bomba era una Trafic.

Juan José Ribelli: soltero, de 45 años, ex comisario de la policía bonaerense

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y jefe de grupos operativos en la Brigada de Investigaciones de Lanús en tiempos del atentado, era conocido como “El lobo”, aunque otros lo llamaban “El recaudador”, por la forma en que presuntamente manejaba una estructura policial dedicada a apañar y extorsionar a delincuentes en provecho propio y, eventualmente, de toda una cadena corrupta dentro de la fuerza. Considerado el jefe de la asociación ilícita, su ascendiente entre los uniformados era innegable. Según los peritajes psicológicos, tiene “una inteligencia que ronda el límite de lo superior”.

Una semana antes del atentado, recibió de su padre un curioso adelanto de herencia por 500.000 dólares. Sus cuatro hermanos recibieron lo mismo. Aún no pudo explicar cómo un jubilado ferroviario amasó una fortuna de 2,5 millones.

Raúl Edilio Ibarra: casado, de 46 años, ex subcomisario bonaerense de la Brigada de Lanús, estuvo a cargo del operativos en el primer y fallido intento de detención de Telleldín (en Olivos, el 15 de marzo de 1994) y en el segundo, que terminó con éxito, el 4 de abril de ese año, en Tortuguitas. Hombre de confianza de Ribelli, quien lo envió a sacarle la Trafic a Telleldín.

Anastacio Ireneo Leal: alias “Pino”, casado, de 43 años, ex oficial principal de la bonaerense. Estuvo en los grupos de Ribelli un año antes. Fue quien retiró la Trafic de la casa de Ribelli, en Villa Ballester, una semana antes del atentado.

Mario Norberto Bareiro: oficial principal de la bonaerense, casado, de 37 años, conocía a Telleldín desde 1984, cuando revistaba en Sáenz Peña y “El petiso” tenía allí una casa de masajes. Fue uno de los ideólogos de la extorsión al doblador de autos, a instancias de su amigo, Diego Barreda. A través de Leal, con quien trabajaba, introdujo al grupo de Ribelli en el plan”.

3- Diario LA NACIÓN, edición del 3 de septiembre de 2004.4- Idem anterior.5- Idem anterior.6- Diario LA NACIÓN, edición del 3 de agosto de 2005.7- Diario Clarín, edición del 3 de agosto de 2005.8- Diario Página 12, edición del 20 de marzo de 2003.9- Idem anterior.10- Diario Clarín, edición del 19 de marzo de 2003.11- Idem anterior.12- Diario LA NACIÓN, edición del 19 de marzo de 2003.13- Declaraciones de Sofía Gutherman a Radio 10.14- Diario Tiempo Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 20 de marzo de

2003.15- Diario Tiempo Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 21 de marzo de

2003.16- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 9 de febrero de 2005.17- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 14 de mayo de 2000.

La causa por la presunta discriminación a chicos discapacitados tramitó con el número de expediente 4953 y se caratuló “Neiman y otros sobre denuncia”. A

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las autoridades involucradas se les adjudicaba el presunto incumplimiento de los deberes de funcionario, al haber retrasado el ingreso de los alumnos a una escuela común.

18- Diario El Sureño de Tierra del Fuego, edición del 6 de enero de 2004.19- Diario El Sureño de Tierra del Fuego, edición del 2 de abril de 2004.20- Diario Clarín, edición del 5 de noviembre de 2003.21- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 29 de abril de 2005.22- Declaraciones realizadas el 29 de abril de 2005 a Radio Nacional Ushuaia.23- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 4 de julio de 2006.24- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 13 de diciembre de

2004.25- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 15 de diciembre de

2004.26- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 14 de diciembre de

2004.27- Idem anterior.28- Idem anterior.29- Editorial publicada por el diario LA NACIÓN, el 15 de diciembre de 2004.30- Informe de la agencia de noticias sociales y ciudadanas Infocívica,

correspondiente al 15 de diciembre de 2004.31- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 15 de diciembre de

2004.32- Declaraciones del juez Ricardo Klass a FM del Sur, de Ushuaia, el 15 de

diciembre de 2004.33- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 16 de diciembre de

2004.34- Idem anterior.35- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 20 de diciembre de

2004.36- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 22 de diciembre de

2004.37- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 27 de diciembre de

2004.38- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 15 de marzo de 2005.39- Editorial publicada por el diario LA NACIÓN, el 9 de abril de 2005.40- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 25 de abril de 2005.41- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 26 de abril de 2005..42- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 27 de abril de 2005.43- Idem anterior.44- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 28 de abril de 2005.45- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 9 de mayo de 2005.46- Idem anterior.47- Extracto del dictamen del fiscal Federal Juan Arturo Soria en el caso

mencionado.

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48- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 2 de junio de 2005.49- Diario del Fin del Mundo, de Tierra del Fuego, edición del 23 de agosto de

2005.50- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 4 de junio de 2005.51- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 5 de julio de 2005.52- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 23 de abril de 2006.

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oCHo

lAS EXCEPCIoNES QUE CoNFIrMAN lA rEglA

Cumplieron con su deber

“La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad”

Simón Bolivar

Se trata de evitar clasificaciones infantiles entre buenos y malos. De no caer en la tentación de condenar en forma lapidaria a quiénes han tenido un desempeño cuestionable, según nuestro criterio personal y, por el contrario, cubrir con un manto de piedad a aquellos que se han mantenido al margen de esas situaciones, o han realizado aportes concretos para cambiar la realidad que los circundaba.

Pero este libro no podía terminar sin un repaso por una serie de actitudes nobles que han distinguido el accionar de un número reducido aunque imprescindible, de miembros del Poder Judicial de Tierra del Fuego.

En primer lugar porque sin estos gestos distintivos, la breve historia de la Justicia más austral del mundo tendría un tono monocorde y perpetuo. Si alguna esperanza nos queda de que este poder clave de la democracia asuma de una vez por todas su verdadero rol de contralor de las demás instituciones (en especial poniendo freno a la

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corrupción estructural) esa pequeña luz de optimismo está depositada en los hechos que a continuación pasarán a describirse.

Es cierto que en la mayoría de los casos se trató de acciones esperables por parte de quienes, después de todo, percibían un sueldo suficiente (y a veces más que ello) para cumplir con una alta responsabilidad que habían jurado llevar adelante.

Al fin y al cabo, sólo cumplieron con su deber, podría razonar con buen criterio cualquier observador imparcial de estos acontecimientos.

La realidad es mucho más compleja que las palabras escritas. La Constitución, las leyes, las ordenanzas de tránsito y los manuales de electrodomésticos se han hecho para seguirlos al pie de la letra. Sin embargo el caso concreto, sus protagonistas, el contexto, la sociedad, todo vuelve distinto el momento de tomar decisiones en serio.

Por eso, el cumplimiento adecuado de una función pública, por más obvio que parezca en la teoría, no debería medirse como un valor abstracto, sino como la consecuencia de una circunstancia particular determinada.

De este modo, ese valor implícito desde el discurso escrito en el vacío, tendrá un significado nuevo ni bien se choque de frente con el mundo más real de los hechos.

Un guardavidas se arroja al mar embravecido para salvar de una muerte segura a un veraneante tostado al sol que le quintuplica el sueldo. Un bombero ignora las advertencias de los compañeros y regresa sobre sus pasos para rescatar de entre las llamas a un pequeño que dentro de diez años lo interceptará en la calle para asaltarlo. Un funcionario honesto arriesga su pellejo para oponerse a un sistema de corrupción al que le reconoce poder infinitamente superior.

Todos cumplieron con su deber, pero el nivel de compromiso, de mérito, de coherencia entre lo que debería ser y lo que es, sólo puede analizarse en el plano de la individualidad. De ello trata este capítulo.

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El juez civil de Ushuaia Juan José Ureta enfrentó en agosto del

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año 2000 una situación insólita: la gestión del ex gobernador Carlos Manfredotti se negaba a publicar en tiempo y forma el Boletín Oficial de la provincia, órgano de difusión madre de los actos de gobierno.

¿Cómo podía ser? La obligación estaba escrita en la Constitución, pero además era (es) una discusión obvia. Ninguna autoridad democrática regida por leyes basadas en el sistema republicano sería capaz de negarle semejante derecho a la población.

Eso en la teoría. En la realidad, el manfredottismo se encontraba en pleno auge de consolidación del poder. Manejaba a su gusto cualquier institución, y mucho más a la Justicia a través del régimen jubilatorio especial que sirvió para descabezar a la plana mayor del Poder Judicial y a varios juzgados de primera instancia.

La regla no escrita estaba más que clara en tribunales. Bastaba crearle un problema a la gestión de Manfredotti para arriesgarse a denuncias y pedidos de jury vía Consejo de la Magistratura.

En ese contexto, un grupo de vecinos presentó en el juzgado de Ureta un recurso de amparo solicitando que se obligara al gobierno a dar “cumplimiento irrestricto” a la obligación constitucional de publicar el Boletín Oficial.

La demanda se había iniciado a raíz de una medida de la Secretaría de Gobierno que dejaba afuera de toda publicación a las resoluciones y disposiciones emanadas de diferentes organismos públicos.

Como el tema adquirió inmediata trascendencia, el Ejecutivo dio marcha atrás y la restricción no llegó a aplicarse, aunque en la esfera judicial el caso continuó.

Ureta dictó primero una medida cautelar que impuso al gobierno continuar publicando el boletín de acuerdo a las normas regulatorias anteriores a las establecidas por la gestión justicialista de entonces.

Después, el juez resolvió el fondo de la cuestión. No aceptó declarar la inconstitucionalidad ni la nulidad de la decisión del Ejecutivo, pero lo obligó a cumplir de manera irrestricta con el “imperativo constitucional impuesto por el artículo 8 de la Constitución de la Provincia, mediante la publicación en el Boletín Oficial de todos los actos de Gobierno implicados en dicha disposición y sus correlativos”.

Las autoridades de la época nunca admitieron públicamente la intención de restringir el contenido y la frecuencia de salida del boletín.

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Por el contrario, ensayaron una curiosa explicación: dijeron que se estaba reestructurando el sistema de difusión de los actos públicos (porque el de ese entonces era ineficiente) y que paulatinamente se iban a dictar medidas normalizando la situación.

Así, mientras que para los vecinos que iniciaron la causa, se intentó violar el derecho constitucional de acceso a la información y el principio de legalidad, para el gobierno, los demandantes hicieron “futurología” en base a “nefastas predicciones” que nunca se cumplieron. “La medida no prohíbe la publicación de ningún acto y aún no ha sido aplicada”, argumentaron los funcionarios de la Asesoría Legal y Técnica al contestar la demanda.

Al resolver la cuestión, el juez Ureta admitió que la polémica resolución 186 de la Secretaría de Gobierno, no llegó a aplicarse. Pero cuestionó dos puntos básicos:

-la ambigüedad del acto gubernamental: no debe ser necesario “recurrir a la interpretación” de la medida para “hacerle decir lo que ella no expresa”.

-la falta de aplicación de una norma en vigencia: “Esto también es arbitrario. La omisión de aplicar la resolución 186 violenta la seguridad jurídica que la comunidad debe poseer porque de otra manera sería un escándalo o caótica la organización misma si las normas formalmente vigentes a veces se aplican y otras no”.

El magistrado concluyó que la medida del gobierno aparejaba “incertidumbre sobre qué es lo que se dará a publicidad, como también su contracara, lo que no se publicará. Por otro lado la omisión misma de su aplicación conlleva la alteración de la seguridad jurídica”. 1

En noviembre de 2004, Ureta se metió con otro poder que parecía intocable: el de la autoridad de su jefe, el entonces juez de la Corte Ricardo Klass.

Ante un recurso de amparo presentado por la ONG Participación Ciudadana, el magistrado Civil intimó a los integrantes del Superior Tribunal de Justicia a informar en diez días una serie de gastos y contrataciones del organismo, además de fechas de licencias y viáticos percibidos por los jueces.

La presentación se enmarcó en la vigencia de una ley provincial de libre acceso a la información pública. Los miembros del tribunal se

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habían negado a suministrar los datos requeridos porque entendían que esa norma no los alcanzaba.

Al fallar en el caso concreto, Ureta aseveró que el tribunal “no ha facilitado al particular peticionante, el acceso a las fuentes, ni se ha proveído la información contenida en documentos escritos, en todo aquello referido a los actos de la administración financiados por los presupuestos públicos”.

Los jueces del Superior Tribunal habían argumentado también que responder a la petición de la ONG podía significar que se revelaran datos privados de las personas involucradas. Sin embargo, Ureta refutó que “no se advierte cuál es el agravio a la privacidad de la persona que acepta desempeñarse como servidor público, si a partir de la misma naturaleza del cargo que desempeña -empleado público-, se brinda información acerca de su apellido y nombres, cargo que desempeña, nivel salarial, número de concurso público por el cual accede al cargo, acto administrativo de designación y dependencia en la que presta servicios. Más por el contrario juzgo que de no responderse a la requisitoria se viola el principio republicano de gobierno, menoscabando la credibilidad de los actos por falta de transparencia”, indicó la sentencia. 2

En julio de 2005, Ureta volvió a soportar una dosis de poder real, cuando terminó apartándose de un expediente a raíz de un planteo insólito realizado por el Fiscal de Estado, Virgilio Martínez de Sucre, que en calidad de tal integraba (y sigue haciéndolo al momento de edición de este libro) el Consejo de la Magistratura de la provincia.

La causa había sido iniciada por la asociación ambientalista Finis Terrae, y buscaba impedir la edificación de construcciones en un terreno de 150 metros de largo por 40 de fondo ubicado sobre la avenida Alem, en Ushuaia, por el riesgo cierto de daños ambientales posteriores.

Las tierras estaban en poder del Club Andino Ushuaia, e incluían una zona boscosa en la parte final de una ladera de montaña. Los ambientalistas citaban antecedentes científicos para argumentar que la eliminación de esa barrera natural podía derivar en aludes o inundaciones del ejido urbano, en caso de deshielos pronunciados u otros fenómenos meteorológicos comunes para estas latitudes.

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Según Finis Terrae, el Estado le había adjudicado esos predios al club para asegurar su preservación. Pero la entidad había decidido realizar un loteo y vender las tierras a particulares.

La presidenta de la organización ambiental, Graciela Ramaciotti, exhibía documentación de los años 80´ que demostraba, según su criterio, que el club estaba obligado a no transferir el predio para preservar “el patrimonio forestal, paisajístico y ecológico circundante”. En cambio el titular del Andino, Martín Beghino, encuadraba la operación en una simple compra venta entre privados, y desestimaba cualquier posibilidad de riesgo ambiental.

Finis Terrae argumentaba que el terreno se encuentra “sobre una pendiente pronunciada y en medio de un sistema que contiene las aguas superficiales y puede minimizar inundaciones como la que ocurrió hace 50 años”.

Beghino sostenía que “toda la avenida Alem está construida en ambas márgenes, y 150 metros específicos no pueden provocar un desastre natural. Por otra parte, nadie se opuso a la construcción de, por ejemplo, el barrio Andino, y entonces no se puede decir que de Alem para arriba hay riesgo y hacia abajo no. Si la señora Ramaciotti está preocupada por eventuales inundaciones, lo que debería hacer es instar a las autoridades a que construyan pluviales y no pretender que no se construya en una ciudad que demanda cada vez más espacio”.

El caso sumó un ingrediente extra cuando se supo que uno de los que había comprado una fracción del terreno era Martínez de Sucre, quien como consecuencia de la demanda judicial estaba impedido de construir en el lugar un complejo de cabañas para uso turístico.

Al tramitar el expediente en el juzgado de Ureta, ocurrió que una de las partes era el Fiscal de Estado, es decir, un integrante del Consejo de la Magistratura que decide, por ejemplo, si existen razones para destituir de su cargo a un juez. Sólo por esa circunstancia, el accionar del funcionario del organismo de control se suponía que ameritaba cierta prudencia.

Pero no fue así. Ureta dictó una medida preliminar, ordenando a los dueños de las tierras que se abstuvieran de construir hasta tanto se resolviera el planteo de fondo por la protección de intereses difusos. Y fue entonces cuando el Fiscal entró en escena y acusó al juez de no

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tener objetividad suficiente para intervenir en la demanda. El fundamento fue insólito. Sostuvo que el propio juez era dueño

de un grupo de cabañas en el barrio Casas del Sur, que regentea su esposa, y que la construcción de un nuevo complejo iría contra los intereses comerciales del magistrado porque le ocasionaría una competencia directa.

El rebuscado argumento no solo quedó plasmado en un escrito de recusación, sino que el funcionario consideró que había mérito suficiente como para denunciarlo ante el Consejo de la Magistratura, o sea el órgano que él mismo integraba.

Ante tamaña situación de presión, Ureta se excusó de seguir interviniendo en el expediente, que pasó a manos de la jueza Adriana Rapossi, aunque el episodio marcó a las claras el precio de ser un juez independiente. 3

Otros fallos de Ureta también demostraron su compromiso con la verdad de los hechos, más allá de los intereses económicos y políticos.

En septiembre de 2005 declaró la “inviabilidad” del proyecto de explotación forestal de 130.000 hectáreas de bosque nativo presentado en 1994 por la empresa multinacional norteamericana Trillium Corporation.

Esa sentencia originó un valioso precedente jurídico en materia de protección de intereses difusos y colectivos, ante el riesgo de daño ambiental que entrañaba el “monstruoso proyecto industrial” de la empresa, como lo definieron los demandantes.

“La declaración de inviabilidad sentenciada por el juez no se refirió a las características técnicas del estudio de impacto ambiental elaborado por la empresa -que fue cuestionado por expertos en ámbitos científicos y jurídicos- sino al volumen de extracción propuesto por la compañía en el marco de una defectuosa administración del recurso por parte del Estado que se combina con la “emergencia forestal” declarada por el Ejecutivo ante el aumento “de matrículas de obrajeros en forma desproporcionada”, lo que aleja al uso del recurso del criterio de sustentabilidad”, escribió el periodista Silvio Bocchicchio, uno de los precursores de la causa.

Ureta convalidó allí el principio de “precaución” que rige en el

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derecho en casos de posible daño ambiental “grave o irreversible” y enfatizó en la necesidad de promover el “uso racional y sustentable de los recursos naturales, entendido como una política y una estrategia de desarrollo económico y social continuo que no vaya en detrimento del medio ambiente ni de los recursos naturales de cuya calidad depende la actividad y el desarrollo de los seres humanos”.4

En septiembre de 2006, Ureta atendió un nuevo planteo de Participación Ciudadana e intimó al gobierno provincial a televisar las sesiones de la Legislatura.

La decisión judicial ordenó a la Secretaría de Medios e Información Pública “arbitrar los medios operativos y técnicos” para cumplir con la prescripción legal. El fallo fue revertido luego por un pronunciamiento de la Cámara de Apelaciones con un argumento increíble: la difusión de la actividad legislativa está garantizada por el sitio de Internet del organismo, al que equiparó con un medio público de información .5

El único

Uno solo. Nadie más. Ningún otro. El único funcionario de la Justicia de Tierra del Fuego que se opuso y resistió someterse al régimen de jubilación anticipada y obligatoria de jueces implementado por Manfredotti, fue el ex jefe de Fiscales, Carlos Bassanetti.

Sobre él recaían las mismas restricciones y riesgos explicados en el caso de Ureta, sólo que su responsabilidad era mayor. Constituía la cabeza del Ministerio Público Fiscal, el organismo judicial encargado de impulsar investigaciones penales por casos de presunta corrupción.

Su posición no fue ninguna sorpresa. Se trataba del primer integrante de la Justicia en declarar, el 10 de marzo de 2000, que no estaba de acuerdo con el inédito sistema previsional.

Bassanetti tenía entonces 49 años y no cumplía con los requisitos para jubilarse por el régimen ordinario. Al conocer la medida, le envió una nota al Instituto Provincial de Previsión Social donde consignó que no aceptaría “la obligatoriedad establecida por el régimen de jubilación anticipada”. También le pidió a las autoridades de la Caja, que en uso de sus facultades reglamentaran un sistema de excepción a la norma

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cuando se tratara de jueces o funcionarios que tienen garantizada la inamovilidad funcional por Constitución. Y anticipó que en caso contrario, apelaría a todas las instancias judiciales necesarias para revertir el criterio oficial.

Lo llamativo era que mientras el tema explotaba en boca de dirigentes gremiales y opositores (que estaban en contra del reemplazo masivo de magistrados) dentro de la propia Justicia se conservó un más que prudente silencio. Los tres miembros de la Corte, principales magistrados alcanzados por la medida, no presentaron objeciones y tampoco lo hizo la Asociación de Magistrados y Funcionarios. Esta actitud hacía crecer la hipótesis de que el régimen contaba con el consenso de los “jueces salientes”, algunos de los cuales, se sabía ya entonces, habían participado inclusive de su reglamentación.

Así, mientras la pelea puertas adentro de la Justicia parecía ser quiénes se benefician ingresando al sistema, la actitud de Bassanetti, que pretendía no acogerse al régimen, era leída como una brazada en contra de la corriente.

“En un primer momento, como la reglamentación que dictó el Ejecutivo no contemplaba la situación de los cargos que tienen inamovilidad por disposición constitucional, yo reclamé ante la Caja para que, en virtud de sus atribuciones en la interpretación de la ley previsional, fijara un régimen de excepción. Incluso propuse que se estableciera un plazo dentro del cual los funcionarios judiciales manifestaran si se acogían o no al sistema. Como la Caja todavía no ha hecho lugar a ese planteo, el lunes pasado tomé la decisión de no acogerme a este régimen porque, francamente y después de pensarlo bastante, creo que con 49 años no tengo derecho a ninguna jubilación”, explicó entonces el fiscal a la prensa local.

-¿Qué sucede si la Caja de Jubilaciones rechaza su postura?-No tendría otro camino que cuestionar la decisión de la Caja ante

la propia Justicia. Pero no me quiero anticipar a los acontecimientos y vamos a ver qué es lo que dice el Instituto. 6

Por si quedaba alguna duda de su planteo, Bassanetti dio un nuevo paso. A los pocos días del primer desafío público al poder, advirtió a quien quisiera oírlo sobre los riesgos jurídicos que supondría un recambio masivo de jueces y funcionarios como consecuencia de la

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implementación de este sistema.“No es una ley buena porque posibilitar un recambio, de la

noche a la mañana, de las más altas jerarquías del Poder Judicial, trae necesariamente un resentimiento sobre uno de los objetivos fundamentales de la Justicia, cual es la previsibilidad con que los jueces encarnan la interpretación de las normas en los casos concretos”, sostuvo.

Y agregó: “Si se produce una sustitución sorpresiva de aquellos que cumplen una tarea tan delicada, no cuesta anticipar que puedan haber alteraciones o cambios de criterio bruscos en la jurisprudencia. Esto dañaría, en suma, la confiabilidad de la Justicia fueguina”. 7

No eran tiempos de contestar razonamientos jurídicos. La Caja de Jubilaciones intimó al fiscal a presentar los papeles para su jubilación inmediata, bajo apercibimiento de sanciones.

Bassanetti no tuvo más remedio que apelar a la vía judicial. Presentó un recurso de amparo y varios jueces que debían tratarlo se excusaron por diversos motivos, hasta que el caso recayó en el juez Correccional Enrique Calot.

El magistrado hizo lugar a una medida cautelar en favor de las pretensiones del funcionario judicial. Y le ordenó al gobierno y al instituto previsional que suspendiera el trámite jubilatorio.

El fallo de Calot fue el primero en cuestionar la legalidad del inédito sistema previsional. Tanto en el plano jurídico, donde generaba un antecedente de peso, como en el ambiente político, las consecuencias de una decisión judicial de esta naturaleza eran impensadas. 8

Claro que el camino abierto por el juez no tardó demasiado en llenarse de escollos.

Calot había resuelto la medida cautelar, pero el fondo del planteo recayó en la entonces jueza laboral Mariana Beatriz Pucciarello, luego acogida al mismo régimen que le tocaba juzgar.

Ahorremos tecnicismos para decir que el fallo fue contrario a las aspiraciones de Bassanetti, quien de esta forma se veía impedido de cuestionar la norma que consideraba inconstitucional.

Pucciarello no entró en el aspecto medular de la cuestión (es decir, si el Poder Ejecutivo podía obligar a jubilarse a funcionarios judiciales protegidos por el principio de inamovilidad en sus cargos) y optó por

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Justicia Adicta

vedar la vía de amparo como ruta jurídica.A grandes rasgos, la jueza argumentó que el jefe de fiscales tenía

otro tipo de recursos legales (por ejemplo una acción contencioso administrativa) antes que el amparo, para hacer valer sus derechos.

Sin embargo, el dictamen de la magistrada dejó sin efecto la medida cautelar resuelta por Calot, y por lo tanto abrió la puerta para que el gobierno sancionara a Bassanetti si éste persistía en la idea de no acogerse a la jubilación.

El caso del fiscal no era simplemente uno más. Por tratarse de un alto funcionario de la Justicia y por la seriedad de los argumentos que se exponían, la cuestión penetraba hasta las más altas esferas del Poder Ejecutivo.

Tal vez por ello, el anuncio sobre la resolución judicial fue realizado por el propio secretario Legal y Técnico, Raúl Paderne, durante una rueda de prensa en Casa de Gobierno. 9

Bassanetti recurrió la sentencia de Pucciarello ante la Cámara de Apelaciones de la provincia. Resultado: el organismo integrado para el caso por jueces subrogantes ratificó por mayoría el criterio de primera instancia.

“No me explico cómo llevamos un año con este tema tan elemental”, reflexionó el funcionario judicial ni bien tomó conocimiento del pronunciamiento de los camaristas, en diciembre de 2000.

Según Bassanetti, el tema no podía ser reducido a un mero reclamo personal. Sostenía que estaba en juego “el respeto de la Constitución en una cuestión esencial para el desenvolvimiento de las instituciones”.

El fallo de la cámara volvió a esquivar el núcleo central de la demanda. El juez Francisco De la Torre fue el único que votó por la vigencia del criterio de inamovilidad, mientras que Silvia Herraez y María Rosa Ayala entendieron que el amparo no era el mecanismo adecuado para el cuestionamiento de la norma. 10

El caso llegó entonces al Superior Tribunal de Justicia, que se conformó especialmente para decidir en el expediente. Es que el juez Carlos Andino se excusó de intervenir porque su esposa, Silvia Herraez, ya había fallado en la instancia anterior. En su lugar fueron designados los camaristas Luis Felipe Ricca (a quien nos hemos referido en el capítulo tres) y también Josefa Martín (otra conocida

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para los lectores del capítulo cuatro). El tercer juez era el integrante de la Corte José Salomón. 11

La sentencia se conoció en diciembre de 2001, y siguió el mismo patrón de las anteriores: no expedirse sobre la constitucionalidad del régimen jubilatorio y desechar la demanda por razones formales.

Como se ve, un gran compendio de firuletes jurídicos para no decir nada o decir poco sobre el verdadero tema de interés para la comunidad. 12

A todo esto, Bassanetti seguía desprotegido y abandonado por la misma Justicia que estaba obligado a representar. No sólo por la Justicia, también por la gran mayoría de sus pares, ya fueran jueces, funcionarios o abogados nucleados en colegios que miraban para otro lado “como los pingüinos del escudo”, a decir del secretario general del gremio estatal, Jorge Portel. 13

El fiscal reaccionó ante esta situación con una decisión conmovedora. “En tanto exista obligatoriedad, no voy a iniciar ningún trámite jubilatorio”, retrucó en marzo de 2003, cuando ya corría el rumor de una intimación inminente del instituto previsional.

“No puedo aceptar la imposición de mi jubilación. Es una cuestión institucional. A lo mejor yo también quiero jubilarme, pero lo que no puedo, por respeto al cargo que desempeño, es aceptar que otro poder me imponga que yo deje mi cargo”, afirmó Bassanetti en un nuevo desafío al poder de turno. 14

Tanto aguantó que al final, beneficiado por un cambio en el escenario político de la isla, finalmente logró su cometido.

En junio de 2003, el ex gobernador Manfredotti perdió las elecciones a manos de Jorge Colazo. Las presiones cedieron y la Caja de Jubilaciones desistió de pasar a retiro al funcionario judicial en forma obligatoria.

Ya sin la carga de tener que defender la inamovilidad funcional que la propia Constitución le había impuesto resguardar, Bassanetti elevó entonces su propuesta de jubilación ordinaria, al haber alcanzado los requisitos de edad y años de trabajo fijados en la norma de rigor.

“Superada la imposibilidad que afrontaba para acatar la imposi-ción, opté por impulsar la jubilación, ya que cumplía en tiempo próxi-mo los requisitos que fija la ley 244 para la procedencia de la jubila-

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Justicia Adicta

ción ordinaria”, explicó el jefe de fiscales en octubre del mismo año. El funcionario explicó que tras cumplimentarse con los trámites

administrativos, el instituto previsional dictó la resolución 309/03 y le “concedió el beneficio”.

Bassanetti se desempeñaba en el Poder Judicial desde 1969, en que ingresó como meritorio en el fuero Contencioso Administrativo de la Capital Federal. Cumplió tareas como relator de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal y luego ocupó los cargos de secretario del Juzgado Federal de Primera Instancia de Comodoro Rivadavia, secretario de la Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, defensor oficial ante el Juzgado Federal de Primera Instancia de Ushuaia y juez federal de Primera Instancia de Río Gallegos.

Integraba el Poder Judicial de Tierra del Fuego desde sus comienzos en 1994, primero como secretario de actuación del Superior Tribunal de Justicia, y luego como fiscal ante la Corte desde 1996. 15

En 2007, Bassanetti le sacó un poco más de lustre a su brillante trayectoria, al incorporarse como extrapartidario a la fórmula de candidatos a la gobernación provincial del movimiento Afirmación por una República Igualitaria (ARI) que compitió en las elecciones generales del 17 de junio de ese año.

El ballottage del 24 de junio lo convirtió en vicegobernador fueguino, ya que el binomio encabezado por la entonces diputada nacional Fabiana Ríos se impuso en los comicios con el 52 % de los votos contra el 47 % del Frente para la Victoria integrado por el gobernador Hugo Cóccaro y la diputada Rossana Bertone.

Fue un democrático y merecido gesto de reconocimiento de la ciudadanía para un hombre que había dado muestras de un nivel ético superior a lo normal.

La dignidad de Calot

Durante 2001, en pleno gobierno manfredottista, tres dirigentes sindicales fueron querellados por el propio gobernador, quien les adjudicó los presuntos delitos de “calumnias e injurias”.

Los gremialistas eran Jorge Portel, secretario general de la Asocia-

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ción Trabajadores del Estado (ATE), Vicente Sinchicay, de la misma organización, y Daniel Masnú, director de la Caja de Jubilaciones en representación de los trabajadores en actividad.

Los casos quedaron asentados en el Juzgado Correccional y de Ejecución de sentencias de Ushuaia, a cargo del juez Enrique Calot, y en tribunales se los consideraba una papa caliente por sus implicancias políticas.

El 3 septiembre de ese año tuvieron lugar las audiencias conciliatorias dispuestas por el magistrado para intentar evitar un juicio, pero todas fracasaron porque cada parte ratificó su posición. Ese día, Manfredotti en persona acudió al tribunal.

La primera de las causas en llegar al proceso oral y público fue la de Masnú. El director estaba acusado de supuestas injurias, por el contenido de dos cartas enviadas a Manfredotti en las que le solicitaba permiso para ausentarse de la provincia con motivo de asistir a una reunión del Consejo Federal de Previsión Social (Cofepres).

Los escritos contenían frases irónicas, como por ejemplo: “tengo la honorabilísima y a su vez obligatoria dicha anticipada (con el perdón de la palabra) de dirigirme al excelentísimo Gobernador, Benefactor de la Provincia de Tierra del Fuego, Reconstructor de la Independencia Económica (Dec.1947/99 mediante) y Detentor del sitial de Máximo Poder, para que tenga a bien proceder (según lo establece el Dec.720/2000 firmado por el excelso Vicegobernador Gallo) a brindar su anticipada (perdón nuevamente) aprobación para que este Director del IPPS pueda trasladarse anticipadamente a la próxima Asamblea General Ordinaria del CO.FE.PRE.S”.

Masnú había enviado esas cartas en un contexto de escándalo político, cuando gran cantidad de funcionarios se ausentaba de Tierra del Fuego para hacer gestiones de dudosa efectividad, y a su vez el gobierno le exigía a los directores previsionales pedir permiso antes de viajar a Buenos Aires.

Así, mientras algunos debían solicitar autorización para viajes de rutina, otros (como una numerosa comitiva oficial) había partido a China y a Roma, al tiempo que había legisladores en Egipto y en Cuba. 16

“Quiere decir que en ningún momento le falté el respeto. Esto se

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inscribe más bien en una política de Manfredotti tendiente a no permitir voces disonantes, nadie que pueda pararse y decirle algo”, declaró Masnú en marzo de 2003, cuando el juez fijó fecha para el proceso: el 28 de agosto de ese año a las nueve y media de la mañana.17

La primera jornada del juicio mostró claramente las presiones hacia el juez Calot. A pesar de que Manfredotti había perdido las elecciones en junio (y se había quedado sin reelección) todavía conservaba poder.

Un centenar de manifestantes, partidarios del gobernador, se concentraron en el edificio de tribunales para presenciar la audiencia. Enterados de la situación, otro grupo similar acudió en apoyo de Masnú.

Ambas facciones tuvieron que quedarse en los pasillos del edificio porque Calot consideró que no había garantías para llevar a cabo el proceso en un salón con mayor capacidad.

La presencia de la gente originó algunos momentos de tensión y forcejeos con los periodistas que cubrían el hecho, aunque la intervención policial evitó que se produjeran incidentes.

Manfredotti concurrió a la cita acompañado de su esposa, la legisladora y miembro del Consejo de la Magistratura Nélida Lanzares, de su hija Viviana, entonces subsecretaria de Deportes, de su otra hija Silvia, delegada del Gobierno en el Instituto de Previsión y de un séquito de colaboradores y afiliados justicialistas de la Unidad Básica Perón Perón.

Por la mañana, al salir de la sala del juzgado a raíz de un cuarto intermedio, el mandatario fue abucheado por los trabajadores y sindicalistas locales y de gremios nacionales que concurrieron en apoyo a Masnú. El gobernador respondió con el dedo pulgar en alto, su característica sonrisa y una severa orden a la custodia policial para que se mantuvieran a distancia y no intervinieran.

A la tarde, con la reanudación del proceso, el abogado querellante Mariano Soler pronunció su alegato en el que consideró a Masnú “autor responsable del delito de injuria reiterada (dos hechos)”, y pidió que se lo condene a dos años de prisión y cinco mil pesos de resarcimiento por daño moral más las costas del juicio.

Soler sostuvo que el gremialista actuó con intención de injuriar

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cuando incluyó términos como “excelentísimo gobernador”, “detentor del sitial de poder” y “benefactor de la Provincia”, entre otros, en las notas que le envió a Manfredotti.

Los alegatos de la defensa incluyeron una revisión histórica de los acontecimientos que tenían lugar en la época que Masnú firmó los escritos.

El abogado Manuel Raimbault se refirió al régimen de jubilación anticipada de jueces instrumentado por la gestión de Manfredotti como “un cambio de plata por república”, a la vez que defendió el derecho de los ciudadanos a ejercer la crítica mediante recursos como el humor o la ironía.

El abogado planteó que los funcionarios públicos deben aceptar este tipo de manifestaciones y “al que no le guste el calor, que se vaya de la cocina”, fustigó antes de señalar que “si las expresiones de Masnú ridiculizaron al gobernador, la propia demanda es casi una risa”.

Por su parte el abogado Alejandro De la Riva se sorprendió con que Manfredotti se haya sentido injuriado por términos como “excelentísimo” cuando en una fiesta en Buenos Aires (donde se presentó el producto turístico Tierra del Fuego) fue tratado por integrantes del elenco del programa de televisión Videomatch como “pelado menopáusico” y la Revista Veintitrés lo catalogó de “panqueque fueguino”.

Masnú había prestado una extensa declaración declaratoria en horas de la mañana, en la que también recorrió el escenario político y social que tenía lugar en la provincia cuando le envió las notas tildadas de injuriosas al gobernador.

El dirigente combinó su relato sobre una huelga docente, los incidentes de represión policial en la escuela técnica de Ushuaia, la circular del ministerio de Educación que prohibía hablar a los maestros y profesores, la jubilación anticipada de los jueces y los viajes de funcionarios, con la exposición de recortes de medios gráficos de la época.

“Soy docente y estoy convencido de que cuando doy clases a mis alumnos quiero que sean críticos, irónicos si es necesario, porque esta es la única manera de que se avanza”, aseguró Masnú y culminó

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leyendo dos letras escritas por el grupo de rock Serenos de tu tierra, en la que se efectúan críticas a las clase política. 18

Al día siguiente a las 21:55 se conoció el veredicto. Calot “absolvió sin costas” a Masnú por la acusación de “injurias reiteradas, dos hechos” y rechazó la demanda civil por daño moral. El juez tardó una hora y media en leer el pronunciamiento.

Más allá de los aspectos circunstanciales, el pronunciamiento de Calot fue interpretado como un profundo alegato a favor de la libertad de expresión.

El juez afirmó en la sentencia que “condenar penal o civilmente por las expresiones vertidas en las notas que han generado estos actuados constituiría un severo menoscabo de la libertad de expresión y consecuentemente un grave atentado al estado de derecho”.

En sus aspectos medulares, el fallo determinó que Masnú se dirigió al gobernador con el objetivo “de lograr un cambio en la política de su gestión”. Y que si bien utilizó frases irónicas “se puede decir que las expresiones son de índole satírica en el sentido de que están dirigidas a censurar con acritud o mordacidad, tal vez con ironía, pero no encuentro que todo el texto de ambas notas constituyen una injuria a la persona del Sr. Gobernador”, aseveró Calot.

También fijó una postura de enorme peso jurisprudencial al circunscribir el delito de injuria “a las ofensas o insultos con epítetos denigrantes”, dejando fuera de esta figura a la crítica en cualquiera de sus expresiones.

Al analizar el vocabulario utilizado por Masnú en sus notas, el juez sólo se detuvo en la palabra “detentor”, que significa “el que retiene la posesión de lo que no es suyo, sin título ni buena fe”, aunque admitió que “no podemos pretender que una persona que no es abogado, conozca el real significado de la palabra en cuestión, lo que aventa el propósito de la injuria”.

Calot evaluó, incluso, la personalidad del director del Instituto de Previsión Social, al señalar que “los escritos efectuados responden a como Masnú es, responden a su personalidad, a su forma de ser, a sus convicciones, y no me cabe ninguna duda que independientemente de la persona que hubiera ocupado el cargo de gobernador, en este caso el Sr. Manfredotti, si Masnú lo hubiera considerado pertinente se habría

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expresado con los mismos términos”.“No tengo a Masnú por autor penalmente responsable del delito de

injurias reiteradas en dos hechos por lo que fuera acusado, por lo que corresponde absolverlo de este delito”, concluyó el magistrado en la parte resolutiva de su fallo.

A nivel jurídico, la sentencia dejó una serie de definiciones valiosas, como por ejemplo las siguientes:

-La libertad de expresión sobre la conducta de los funcionarios públicos interesa no sólo para dar a conocer lo que se sabe, sino igualmente para criticar, inclusive mediante comentarios eventualmente peyorativos.

-La crítica constituye un eficaz instrumento de contralor de los actos de Gobierno, y de valoración de los asuntos de interés general.

-El derecho a la crítica académica o humorística es esencial al sistema porque permite formarse opinión, evaluar, sopesar las acciones y obrar en consecuencia.

-La protección del honor de los funcionarios públicos tropieza con la necesidad de preservar ese derecho a la crítica, inherente a toda sociedad democrática.

-La preservación del derecho de crítica es esencial al sistema republicano.

-La frecuente operatividad de intereses generales prioritarios justifican las ofensas contra el honor de las personas a cargo de trascendentes compromisos comunitarios.

-La aceptación de una función pública entraña un tácito sometimiento a la crítica de los demás: el sujeto se coloca en una vidriera sujeta a inspección y contralor por los interesados en el manejo de los asuntos de la sociedad. La función pública ofrece de tal manera un flanco inevitable a la supervisión y a posibles ataques a sus obras. Se trata de una suerte de asunción del riesgo, y hasta de previsibilidad forzosa de la crítica, inclusive de la crítica injusta.

En final de su fallo, el juez Calot escribió una definición que lo pinta de cuerpo entero, y que sirve por si sola para certificar el motivo de haberlo incluido en este capítulo de la historia judicial fueguina:

“No he recibido presiones, ni siquiera sugerencias, ni de este gobierno ni del que lo precedió -en cuyo caso hubiera sido denunciado

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penalmente- lo que me permite decir que soy un juez independiente, como debe ser, situación que no se da en otros lados en donde los jueces no amigos del poder son apartados de sus funciones, lo que corresponde resaltar”.

El pronunciamiento a favor de Masnú no fue apelado y Manfredotti, ya sin poder, jamás llevó a juicio las causas contra los demás gremialistas. 19

Penza el “bueno”

No hay dos jueces en Tierra del Fuego que se llamen Guillermo Sebastián Penza. Hay uno solo y ocupa el Juzgado Laboral de Ushuaia. Es el mismo que mencionamos en el capítulo dos, el que ingresó al Poder Judicial de la mano de sus fluidos contactos con el manfredottismo, y fruto de la jubilación anticipada y obligatoria de magistrados.

Nada de ello quita que merezca destacarse la actitud asumida a mediados de 2006, cuando le tocó intervenir en un caso clave y sensible para la corporación judicial de la que forma parte.

El contexto de su intervención fue la etapa posterior a la renuncia del ministro del Superior Tribunal de Justicia, Ricardo Klass. Por entonces, el desprestigio en que había caído el Poder Judicial era evidente. Klass había renunciado en medio de una catarata de pedidos de enjuiciamiento, luego del escándalo del nombramiento de su pareja en el Banco de Tierra del Fuego al día siguiente del fallo que había restituido en el cargo al ex gobernador Jorge Colazo.

También soportaban varias solicitudes de jury los jueces sobrevivientes de la Corte, María del Carmen Battaini y Mario Robbio.

El Consejo de la Magistratura no estaba exceptuado de la situación. Los cuestionamientos a su labor eran constantes, en especial por sostener la oscuridad de las sesiones (que seguían siendo reservadas salvo voluntad de los consejeros) y por el método de selección de los jueces, carente de objetividad y razonabilidad.

Aún así, la gestión del gobernador Hugo Cóccaro (ex vice de Colazo que había asumido tras su destitución) se propuso encarar el proceso

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de reemplazo de Klass con las mismas condiciones de arbitrariedad, sin cambiar ninguna.

Los integrantes del Consejo no se daban por aludidos de la crisis judicial. “El organismo funciona. Se puede estar de acuerdo o no con sus miembros pero eso es otra cosa”, declaró por esos días la legisladora del PJ Nélida Lanzares de Manfredotti (esposa del ex gobernador que descabezó la Justicia) quien a pesar de los cambios en el Ejecutivo (después de su marido asumió Colazo y luego Cóccaro) seguía cómodamente sentada en el sillón de consejera.

Su voz no era la única. Los legisladores José Martínez (ARI) el oficialista Luis Velázquez y Norma Martínez (unibloque 26 de abril) convocaban a trabajar en la reformulación del proceso de selección de magistrados para evitar una nueva designación polémica. Norma Martínez anticipaba en esos días la presentación de un proyecto de reforma del funcionamiento del organismo con el propósito de evitar que “sigan apareciendo funcionarios de un día para el otro”.

Velázquez coincidía con el proyecto de modificar el procedimiento y había presentado a sus pares una alternativa que, entre otros aspectos, disponía que un ciudadano común integrara el Consejo.

El ex fiscal Bassanetti -ya mencionado en este capítulo- proponía que los jueces de la Corte se eligieran entre quienes superaran un piso de adhesiones, obtenidas de una consulta popular vinculante.

Para el director de la Asociación Participación Ciudadana, Guillermo Worman, el problema ya no eran los jury contra los jueces, sino cómo hacer la nueva selección.

“Estamos atacando las consecuencias y previo al reemplazo –del cortesano- debemos modificar el sistema de elección”, razonaba el dirigente. 20

Pese al cúmulo de opiniones, el concurso público para designar al reemplazo de Klass comenzó sin ninguna demora, aunque empezó a sufrir cuestionamientos públicos mientras se llevaba a cabo.

Un grupo de organizaciones sociales (entre ellas Participación Ciudadana) solicitó la impugnación del certamen por “falta de pautas de transparencia y objetividad”.

Entidades como la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y la filial local de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos

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(APDH) sostenían que el proceso no garantizaba “las condiciones mínimas de igualdad de oportunidades para el acceso a los cargos públicos, como también los necesarios criterios de imparcialidad y objetividad”.

El legislador de ARI Manuel Raimbault se sumó al cuestionamiento con argumentos similares y el abogado Federico Rauch envió una nota donde manifestó su intención de participar del concurso y la imposi-bilidad de hacerlo por las falencias propias del sistema de selección. Raimbault anunció también la presentación de un recurso de amparo con medida cautelar incluida, para que un juez suspendiera el proce-so hasta que se evaluara si el método reunía los requisitos mínimos de objetividad. La iniciativa fue realizada en conjunto con el abogado Eduardo Olivero.

Según Rauch, el proceso no satisfacía “los requerimientos mínimos de objetividad subjetiva y objetiva, imparcialidad e idoneidad requeridos por la Constitución local, Nacional y las obligaciones internacionales asumidas por la República Argentina en materia de acceso a los cargos públicos e igualdad de oportunidades, entre otras garantías”. Para el letrado, “el actual sistema de elección de jueces no permite la elección del mejor magistrado, sino del más conveniente para el poder político”, en tanto que la selección en estas condiciones “sólo contribuirá a aumentar el enorme desprestigio y rechazo social a ese Consejo, afectando aún más la sensación de desconfianza en el Poder Judicial, y la certeza de todos los sectores sociales mayoritarios de que el próximo integrante del Superior Tribunal de Justicia ya está elegido y el presente proceso es sólo una ficción formal, todo lo cual contribuirá a acelerar la crisis institucional que padece actualmente la provincia en que resido y ejerzo la profesión desde hace 25 años en forma continua y permanente”, aseveraba el abogado.

Hasta ese momento había nueve inscriptos en el concurso: el ex convencional y ex funcionario del MPF Demetrio Martinelli, el ex funcionario menemista Alberto González Arzac, el secretario de la Corte, Carlos Strático, los jueces Gonzalo Sagastume, Francisco Justo de la Torre y Darío Muchnik, la funcionaria del Superior Tribunal Guillermina Sánchez, la abogada Teresa Lopardi y el Fiscal de Estado adjunto Ricardo Francavilla. 21

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A fines de junio, los consejeros no sólo demostraron que les preocupaba poco el cuestionamiento generalizado a su labor, sino que profundizaron ese malestar al negarle a una abogada de Ushuaia, Yanina Fernández, el acceso a los antecedentes de los concursantes, que por entonces ya sumaban dieciocho.

Salvo la postura del representante de los propios letrados, Oscar Suárez, quien se expresó a favor de otorgar la información solicitada por considerar que “facilita el trámite en el proceso de impugnación” de los aspirantes al máximo órgano de la justicia provincial, el resto de los consejeros votó por negarle a la abogada el derecho a conocer el currículum de los candidatos.

El fiscal de Estado, Virgilio Martínez de Sucre fundamentó la negativa al afirmar que la peticionante “no invocó legitimación alguna que la habilite a tener acceso a la documentación”, un requisito que no estaba contemplado en la ley de libre acceso a la información pública vigente en la provincia.

En esa frecuencia actuó también el ministro Coordinador, Enrique Vallejos quien denegó el derecho requerido por Fernández utilizando los mismos fundamentos que el Fiscal de Estado, pero agregó que la Constitución provincial prevé un mecanismo “indirecto” para la selección de jueces que recae en la representación de los consejeros.

Con Martínez de Sucre y con Vallejos coincidió la cortesana María del Carmen Battaini, y, en esa línea de razonamiento, se pronunció la legisladora Nélida Lanzares quien le negó a la abogada la información pública requerida por entender que debió dirigirse al consejero abogado de la Magistratura para pedirle la información solicitada. Lanzares dijo que los abogados de Ushuaia están “representados por los consejeros abogados” a quienes consideró “legitimados para tomar vista de la documentación”.

En cambio, el abogado por Río Grande, Sergio Saud adhirió a sus pares negándole el pedido a Fernández pero aclaró que “a título personal pondría a disposición de los letrados de Río Grande, copia de los Currículum Vitae de los postulantes” a suceder a Klass. 22

El 10 de julio del mismo año, el Consejo excluyó del concurso a cinco de los participantes: Francisco de Antueno (ex camarista civil acogido a la jubilación anticipada), Jorge Tarbell, José Antonio

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Reyes, Alberto Rolando Oliva y Federico Rauch. También rechazó los planteos de nulidad presentados por Raimbault y las organizaciones sociales.

Los postulantes que quedaron en carrera fueron: Alberto González Arzac, Teresa Lopardi, Carlos Strático, Gonzalo Sagastume, Francisco De la Torre, Javier Darío Muchnik, Ricardo Francavilla, María Guillermina Sánchez Menu, Demetrio Martinelli, Gerardo Palacios, Alberto Varela Wolf, Oscar Vera Barros, Luis Ernesto Kamada y Marcela De Langhe. 23

Las críticas a la Justicia se repetían y sin embargo la mayoría de la clase dirigente parecía no acusar recibo. Es más, la estrategia no consistía solamente en el silencio, sino que muchos pretendían acallar a las voces disonantes.

Fue el caso del legislador del MPF Miguel Portela, que impulsó una “cuestión de privilegio” contra su par Raimbault por haber dicho que en la justicia “se cocina impunidad” y en el Consejo de la Magistratura “se reparte arbitrariedad”.

El resultado de esa acusación fue una reunión abierta de comisión legislativa donde Raimbault explicó durante tres horas porqué había dicho lo que dijo.

Le pedían nombres, y el legislador mostró treinta en una pantalla gigante, junto con una serie de documentos probatorios de sus afirmaciones.

La cerrada ovación que recibió Raimbault en ese momento sólo pudo ser interrumpida por la moción del legislador Luis Velásquez quien propuso el envío a archivo de la cuestión de privilegio y el tratamiento en la próxima sesión de los proyectos de modificación del sistema de selección de jueces, algo que por supuesto no se cumplió.24

Recién en octubre, y agotadas todas las instancias posibles, Raimbault y Olivero presentaron el recurso para frenar el concurso de sucesión de Klass.

Se trataba de un amparo colectivo que solicitaba la nulidad y la inconstitucionalidad del sistema de selección de magistrados.

El caso quedó primero en manos del juez Civil Ureta, quien recibió ochenta páginas de argumentaciones. El planteo requería que se

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librara una orden judicial a los fines de que, para cubrir la vacante en la Corte, y cualquier otra en el futuro, se tuviera que “dictar un reglamento que incorpore las exigencias procedimentales y sustantivas que hagan efectivos los derechos humanos al acceso a la condición de igualdad a los empleados públicos y el derecho de la ciudadanía a tener un sistema de selección de magistrados que garantice la existencia de jueces imparciales independientes e idóneos”. 25

Pero Ureta se apartó de la causa y la papa caliente quedó en manos del juez Penza, quien intervenía en forma subrogante en su calidad de magistrado Laboral.

Lo normal hubiese sido una salida elegante, cualquiera que no contemplara hacer lugar a la demanda y frenar el concurso para elegir al nuevo juez del Superior Tribunal de Justicia.

En cambio, Penza eligió jugar a fondo. El 13 de octubre ordenó la suspensión del proceso de selección del magistrado, a través de una medida cautelar. En la resolución aludió a la “suma gravedad institucional” que implicaba un sistema sospechado de arbitrario.La cautelar fundamentaba como verosimilitud del derecho afectado, la existencia de una “amenaza cierta de suma gravedad institucional”, si es que el Consejo adoptaba una decisión que “adolezca del vicio de arbitrariedad por falta de motivación”.En tanto, al expedirse sobre el peligro en la demora de una sentencia, el fallo de Penza hizo referencia al anuncio de los consejeros acerca de que el reemplazante de Klass iba a quedar definido en la sesión del cuerpo a realizarse pocos días después. 26

De manera insólita, la primera discusión pública sobre el fallo fue si el Consejo “debía acatar” la medida judicial. Increíblemente, había consejeros que lo ponían en duda. Tanto que hasta el mismo juez debió conceder reportajes donde advirtió que los integrantes del organismo cometerían un delito si incumplían la medida cautelar.

“El Consejo están en condiciones de tomar las decisiones jurídicas que considere y puede apelar (el fallo); como yo también en el marco actual determiné la cautelar”, dijo el magistrado en una aclaración obvia a todas luces. 27

Los consejeros no apelaron, al menos en la concepción tradicional de buscar el pronunciamiento de un órgano superior de la Justicia.

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De ninguna manera. Lo que hicieron fue reunirse y emitir una acordada solicitándole a Penza que “deje sin efecto” la medida cautelar. Eso sí, el mismo documento contenía la promesa (figura un tanto alejada de la ortodoxia jurídica) de comenzar a fundamentar la elección de los jueces que seleccionaran de allí en adelante.

La acordada 271 fue acompañada por el voto de los consejeros Virgilio Martínez de Sucre, María del Carmen Battaini, Nélida Lanzares, Roberto Frate, Sergio Saud y Enrique Vallejos, en tanto que fue rechazada por el abogado de Ushuaia Oscar Suarez, quien postuló que se le corriera vista a la Fiscalía de Estado para que este organismo fuera el que se dirigiera al juez Penza. De todos modos, el Consejo también giró las actuaciones a la Fiscalía, aunque para que el organismo preparara un recurso de apelación contra el fallo de Penza, si el juez no hacía lugar a lo solicitado en la acordada. 28

En otras palabras, por un lado presionaban al juez con la acordada, y por el otro mandaban a preparar la apelación si era necesario.

Fue en ese momento donde el juez redobló la apuesta. No sólo ignoró la acordada, sino que dictó un proveído reconvirtiendo la acción a una demanda por intereses difusos. De esa manera, invitaba a los ciudadanos a adherir a la causa en forma personal en caso de coincidir con sus términos. Y se reconocía a la independencia del Poder Judicial como un interés de la comunidad en su conjunto, no sólo de un sector determinado. 29

Claro que esta idea de una democracia más activa y responsable no podía durar demasiado en el contexto de la política y de la justicia fueguina.

Casi de inmediato, la Cámara de Apelaciones integrada por los jueces Ernesto Löffler y Josefa Martín (esta última protagonista de un capítulo anterior de este libro) encontró la forma de sacarle el expediente a Penza. Lo hizo en febrero de 2007, rechazándole la excusación en el mismo expediente a la jueza de Competencia Ampliada Adriana Rapossi, y obligándola entonces a retomar el caso que tenía el juez Laboral. 30

Rapossi no demoró demasiado en reencauzar la contienda. El 16 de marzo falló a favor de la continuidad del concurso con las mismas reglas que hasta ese momento, y dejó sin efecto la conversión del caso

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en protección de intereses difusos. El contexto de la decisión de la jueza tuvo una particularidad: la

medida fue adelantada por allegados al poder político. Por ejemplo el legislador del Movimiento Popular Fueguino, Roberto Frate, había dicho días antes que la sentencia era “inminente” y que favorecería la postura de los consejeros. 31

De hecho, el proceso de selección continuó y el 28 de marzo de 2007 se conoció que el juez del Tribunal Oral de Río Grande Gonzalo Sagastume era el elegido para sustituir a Ricardo Klass en el Superior Tribunal de Justicia.

El Consejo de la Magistratura votó a Sagastume por unanimidad en la última ronda del concurso público abierto para cubrir la vacante.32

Pero entonces, nada era lo mismo. La gente había entendido a la perfección las maniobras del poder para mantener el status quo, y así lo hizo saber en las urnas, justamente en el año donde se votó para elegir gobernador y Cóccaro perdió el gobierno a manos de la diputada nacional de ARI, Fabiana Ríos.

Inacción de la Legislatura

La misma alianza política que manejaba la justicia se concentraba en un bloque compacto e inquebrantable en la Legislatura provincial.

Aún después de la caída de Manfredotti, los sectores más recalcitrantes del PJ, el Movimiento Popular Fueguino y la UCR, sumados otros socios ocasionales, se fusionaron en una gran bancada política a la que bautizaron con distintos apodos, siendo los más conocidos el megabloque o la mayoría automática.

Durante la gestión del gobernador Hugo Cóccaro, a partir de 2005, esa estructura compacta era el único sostén político del mandatario, quien había llegado al cargo por la destitución de su compañero de fórmula, Jorge Colazo, como ya hemos descripto renglón arriba.

En esta oscura etapa de la provincia, el megabloque tenía la función de aprobar lo más rápido posible cualquier iniciativa del gobierno, y del mismo modo ignorar todo proyecto de la oposición sin prestarse a ningún tipo de debate público.

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Este criterio llegó a límites inimaginables. Se podría pensar que cualquier bloque legislativo oficialista tiende a cumplir un rol como el que hemos mencionado casi con un sesgo acusatorio. Sin embargo, el parlamento de la gestión Cóccaro se había convertido en el extremo de esa metodología. Los presidentes de las comisiones pasaban meses sin convocar a ninguna reunión, o directamente faltaban a los encuentros para no prestarse a la discusión de temas álgidos. En las sesiones se votaban asuntos a libro cerrado, sin debate ni confrontación de ideas.

En junio de 2006, dos acciones judiciales fueron presentadas con un objetivo tan real como insólito: lograr que los jueces intimaran a los legisladores a cumplir con sus funciones constitucionales.

Para evitar planteos abstractos, las demandas se refirieron a casos concretos. Una de ellas requería la declaración de inconstitucionalidad del piso del 50% en el sistema electoral de tachas, y la otra atacaba la omisión de reglamentar el mecanismo de iniciativa popular, instaurado por la Constitución pero nunca puesto en práctica por las diferentes gestiones legislativas.

La primera de las causas fue impulsada por el ex jefe de fiscales, Carlos Bassanetti, y se presentó ante el juez Electoral y de Registro, Horacio Maffei, con el patrocinio del abogado Eduardo Olivero.

La demanda pedía la “invalidez constitucional” de la ley provincial 406, que subió del 10 al 50% el porcentaje de tachas que debe recibir un candidato en una elección legislativa, para pasar al último lugar de una lista.

El sistema de tachas fijado en la Constitución de la provincia para terminar con las llamadas “listas sábanas” había quedado desvirtuado en la práctica desde que la Legislatura colocó un piso tan alto que ningún postulante volvió a perder su lugar original en la nómina partidaria.

El escrito solicitaba un fallo que “tutele debidamente nuestro derecho al voto y la aplicabilidad efectiva del sistema de tachas”, atento a que el piso del 50% implica “una clara desvirtuación, desnaturalización y alteración del contenido esencial del derecho al voto”. Para ello exigía que se “ordene” a la Legislatura el dictado de una nueva regla acorde al texto constitucional.

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La otra presentación fue realizada por dos vecinos de la ciudad de Río Grande con el patrocinio del abogado Osvaldo López, y acusaba al Parlamento fueguino de haber omitido reglamentar la iniciativa popular.

Este mecanismo de participación establecido también por Constitución permite a los ciudadanos impulsar proyectos de ley avalados con la firma de un porcentaje de votantes y forzar de ese modo su tratamiento legislativo, aunque la Legislatura jamás lo había reglamentado.

Según la demanda, el juez debía imponer el dictado de ese reglamento “en tiempo razonable y útil”, bajo “apercibimiento de establecer la forma y el modo en que los propios demandantes puedan ejercer el derecho constitucional que le reconoce el artículo 107 de la Carta Magna”. 33

Los legisladores reaccionaron ante los planteos judiciales con una actitud elocuente. Hubo una reunión de comisión en julio de 2006, donde los representantes del ARI, Manuel Raimbault y José Martínez, pidieron analizar seis proyectos de ley. Estos eran: el reglamento de la iniciativa popular, el régimen de declaración patrimonial de los funcionarios públicos, la elección de los miembros del Superior Tribunal por voto de los ciudadanos, una reforma del funcionamiento del Consejo de la Magistratura, la revocatoria de mandatos y el sistema electoral de tachas. La respuesta de los justicialistas Carlos Saladino y Angélica Guzmán, los mopofistas Damián Löffler y Miguel Portela y los miembros del Frente de Unidad Provincial Jorge Berícua y Patricia Pacheco fue enviar todos los proyectos al archivo, sin ninguna discusión.

La medida implicaba que ninguna de las iniciativas podía ser tratada en lo que quedaba del año legislativo, y que recién podrían retomarse al año siguiente con algún tipo de modificación.

En esa circunstancia, la jueza de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de Río Grande, Silvia Herraez, se animó a dictar un fallo de suma trascendencia institucional. En agosto de 2006 emplazó a la Legislatura provincial a reglamentar antes de las elecciones generales del año siguiente el artículo 207 de la Constitución provincial, que instituye la iniciativa popular.

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El fallo, de 28 fojas, resultó inédito porque era la primera vez que el Poder Judicial le ordenaba a la Legislatura cumplir con la letra y con el mandato encomendado por la Constitución.

La jueza resolvió una acción de amparo presentada por los vecinos de esa ciudad Walter Luciani y Silvia Margarita Cortez, asesorados por el abogado López.

Luciani y Cortez habían considerado que la omisión legislativa de eludir la reglamentación de la iniciativa popular era “ilegal” y “arbitraria”, y que les conculcaba el derecho de presentar proyectos de ley con aval de la ciudadanía que deben tener “tratamiento preferencial” en las comisiones, tal como lo establece la Carta Magna.Los denunciantes precisaron que de contar con la iniciativa popular presentarían una reforma a la ley que elevó el piso de las tachas y pedirían la aplicación del sistema de preferencias para “ejercer plenamente nuestros derechos electorales”, pero que no podían hacerlo debido a la demora parlamentaria que llevaba quince años.

Herraez resolvió “disponer el cese de la omisión lesiva consistente en la abstención legislativa ininterrumpida de reglamentar la iniciativa popular desde que la Constitución provincial fuera sancionada y promulgada (17 de mayo de 1991)”.

En otra disposición, Herráez ordenó que la Legislatura “deberá adoptar las medidas necesarias para reglamentar el derecho de iniciativa popular” en “un plazo razonable, entendiéndose por tal aquél que posibilite ejercer a los amparistas los derechos insitos en ese instituto en los próximos comicios provinciales”.

Los legisladores habían señalado, en su descargo, que en los últimos quince años “se ha parlamentado” sobre el tema, pero que los proyectos de iniciativa popular “no lograron el debido consenso político” por lo que “no se puede hablar de omisión”.

La jueza aceptó la explicación, pero la utilizó como argumento en contra de la actitud del parlamento al sostener que la falta de consenso político “se alza por encima de la opinión de los constituyentes” lo que constituye la “arbitrariedad”, invocada en la sentencia. En esta línea de análisis, Herraez sumó al reglamento interno de la Legislatura como un factor que contribuyó a la omisión legislativa, al tornarse un obstáculo para el cumplimiento de un precepto de la ley

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superior, como es la Constitución. “El procedimiento que se ha venido realizando hasta el momento

es legal en los términos del Reglamento Interno y del funcionamiento del cuerpo, pero inconstitucional en el resultado, mientras que la circunstancia de que las mayorías y las minorías no logren adaptar sus posturas políticas, con miras a una solución superadora que contemple el interés general y por ende el bien común, se erige en una conducta arbitraria”, sentenció la jueza.

Herraez sugirió en el fallo la delgada franja por la que hubo de transitar para no lesionar la independencia de la actividad legislativa ni invadir “competencias propias de otros poderes”. En este sentido, dijo haber firmado un fallo fruto del análisis de abultada jurisprudencia y de un “razonamiento prudente y autolimitado” que “propicia la supremacía constitucional con la debida salvaguarda del equilibrio de los tres poderes del Estado”. 34

Las reacciones contra la medida judicial estuvieron a la orden del día en las jornadas posteriores. El legislador del Movimiento Popular Fueguino Roberto Frate aseguró que se avecinaba un “conflicto de poderes”.

“Nosotros no emplazamos a la Justicia para que resuelva las sentencias. Una jueza de primera instancia no puede obligar a un poder independiente a sancionar una ley”, indicó el parlamentario.

Por su parte Raimbault calificó el fallo como “excelente” y “de gran sentido común”, y el ex fiscal Bassanetti opinó que la medida judicial “transita por una línea delgada pero muy clara. Es como la línea entre la vida y la muerte. De un lado esta la Constitución viva, y del otro la Constitución muerta”. 35

El último día previsto por los plazos legales, la Legislatura apeló el fallo de la jueza Herraez. Ante ello, la Asociación Participación Ciudadana anunció que solicitaría a distintas facultades de Derecho, y a organizaciones sociales especializadas en litigio de interés público, que se presenten en la causa para opinar sobre el tema discutido.

Según la ONG, “la apelación elaborada por el abogado Demetrio Martinelli desconoce antecedentes tales como el fallo Comunas, de la ciudad de Buenos Aires, y el reajuste de percepción de jubilaciones y pensiones por parte de la Corte Suprema de Justicia

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de la Nación, entre otros, donde el Poder Judicial intervino a los efectos de rectificar el incumplimiento de obligaciones por parte de los poderes legislativos o ejecutivos y que, de ninguna manera, constituye intromisión de un poder republicano por sobre otro”.La entidad reivindicó la actuación de la Justicia en ese caso porque “no hace otra cosa que reafirmar el sentido de mecanismos de contrapeso y de mutuo control entre poderes dentro del sistema republicano”. 36

Lejos de estas advertencias, los legisladores continuaron ignorando la sentencia judicial y, amparados en que el fallo no se encontraba firme, siguieron sin reglamentar la iniciativa popular.

Por si no quedaba clara la voluntad de violar el derecho constitucional, el megabloque le negó en marzo de 2007 a 20 mil vecinos de la provincia, la posibilidad de presentar un proyecto a través del mecanismo de participación que se oponían a aplicar.

Dirigentes del Partido Federal Fueguino (PFF) habían dedicado todo el verano a recolectar firmas que avalaran la derogación de la empresa Recursos Naturales Sociedad Anónima (Renasa). La compa-ñía se había creado en una sesión escandalosa, el 23 de diciembre de 2006, y proponía explotar los recursos naturales de la provincia en combinación con capitales privados.

El PFF encabezó la campaña para disolver Renasa y crear en su lugar Renase, es decir la misma empresa pero bajo la figura de sociedad del Estado.

El resultado de la iniciativa fueron 10 mil avales para derogar la sociedad anónima, y otros 10 mil para convertirla en estatal.

Con las planillas firmadas debajo del brazo, los dirigentes políticos pidieron ingresar los proyectos de ley a la Legislatura con el mecanismo de iniciativa popular, aunque no estuviese reglamentado. De este modo, se garantizaban un tratamiento perentorio en la Cámara.

No hubo caso. Ni el valiente pronunciamiento de la jueza Herraez, ni el desprestigio creciente hacia el cuerpo hicieron mella sobre los parlamentarios. Los proyectos fueron ingresados como “asuntos de particulares”.

“Las firmas no están certificadas ante escribano”, intentó fundamentar la legisladora oficialista Patricia Pacheco en la sesión donde se trató el asunto y un grupo de vecinos presionó para torcer la

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voluntad de “sus representantes”. “Ladrones”, “entregan el 49 por ciento de nuestros recursos al sector

privado”, “cuándo van a legislar para la gente”, fueron algunas de las más moderadas calificaciones que se escucharon en el recinto. La abogada Liliana Fadul y Alejandro Bertotto, máximos referentes del PFF, calificaron de “bochornosa” la actitud de los legisladores. 37

Renasa se terminó derogando en julio de 2007, por nueve votos contra cuatro. Varios legisladores que habían votado por la creación de la empresa, reconocieron que se habían equivocado y cambiaron de postura.

La iniciativa popular continúa sin ser reglamentada al momento de edición de este libro, aunque la jueza Silvia Herraez haya aportado ese minúsculo y a la vez enorme gesto personal que suele ser imprescindible para cualquier transformación democrática.

Tache lo que no corresponda

El planteo de Bassanetti y Olivero para que la Justicia intimara a la Legislatura a volver aplicable el sistema electoral de tachas tuvo sus frutos en febrero de 2007.

El juez Electoral y de Registro de la provincia, Horacio Maffei, dictó el 9 de ese mes la inconstitucionalidad del piso del 50% que rige por ley como reglamento del método destinado a evitar las “listas sábanas”.

La sentencia de primera instancia obligaba a la Legislatura a reglamentar el porcentaje en términos “razonables” y “proporcionales”, aunque no establecía plazos.

Aún así, el pronunciamiento de Maffei poseía una enorme relevancia institucional por el debate que generaba justo de cara a un año electoral, como lo era 2007.

El régimen de tachas rige para elegir cargos legislativos (básicamente los quince legisladores provinciales). El votante tiene el derecho consagrado por la Constitución, de tomar la lapicera que le entrega el presidente de mesa antes de ingresar al cuarto oscuro, y teniendo delante suyo una nómina de candidatos de cualquiera de los partidos políticos que participen de la elección, puede tachar aquellos que

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no sean de su preferencia. La ley reglamentaria de este mecanismo establece que al contabilizarse los votos de esa fuerza política, si la cantidad de tachas recibidas por alguno de los candidatos de la lista supera un piso o porcentaje determinado, entonces el postulante pasa al último lugar.

Pero la reglamentación del sistema fue desnaturalizándolo hasta tornarlo inocuo. El primer piso fue del 3% (lo fijaron los mismos convencionales que redactaron la Constitución en 1991) y dio lugar a los llamados “comité de tachas”. Es decir, grupos de punteros que se ponían de acuerdo para tachar a un candidato y mandarlo al final de la fila. Con un pequeño porcentaje de voluntades se viola el espíritu general de los votantes, empezaron a argumentar los detractores. Después el piso subió al 10% mediante la ley 201 y los inconvenientes continuaron, hasta que la ley 406 lo fijó en un 50% más uno de los votos. Fue una solución lapidaria para el sistema, ya que nunca en la historia provincial, un candidato recibió más del 35 % de tachas, con excepción de los comicios en la pequeña comuna de Tolhuin.

Ante la presentación de Bassanetti y el vecino Mario Carzo, el fiscal Mayor Guillermo Massimi había elaborado un meduloso dictamen donde coincidía con los demandantes en que el piso del 50% había desnaturalizado el régimen electoral. 38

El juez Maffei siguió en su fallo la misma línea de análisis. “Los ocho años de vigencia de la norma actual ponen en prístina evidencia que tanto en las elecciones provinciales de 1999 como en las de 2003 no se produjeron cambios en las listas oficializadas de candidatos, dado que resulta en la práctica elocuentemente difícil para la ciudadanía que mediante su tacha se produzca la modificación del orden de candidatos”, escribió el magistrado.

Maffei fue todavía más explícito, al escribir que el piso actual provoca la “anulación práctica del sistema de tachas” y con ello vulnera la Constitución, porque veda la participación del ciudadano. Otro gran debate de la causa fue si dos ciudadanos comunes estaban legitimados para cuestionar judicialmente el sistema electoral. Según la Fiscalía de Estado, la demanda debería haber sido rechazada por cuestiones procesales: “no ha sido interpuesta ante el Superior Tribunal de Justicia y el plazo de caducidad se encuentra ampliamente

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vencido”. Además, “no existe un caso concreto” , y “los demandantes no prueban ni ofrecen acreditar la afectación particular que se ha producido en sus derechos, dado que es indudable que al momento de sufragar podrán ejercer en forma efectiva su tacha, suprimiendo la lista al postulante que no sea de su agrado”, opinó la Fiscalía.

Para el Fiscal, tampoco debió admitirse una acción por intereses difusos, las que según su criterio sólo se restringen a temas de “calidad de vida, medio ambiente y derechos del consumidor”.

En cambio Maffei tuvo un criterio más amplio, al sostener que “cuando se afectan intereses públicos, la cuestión de la legitimación deber abordarse admitiendo pautas más flexibles. He de reconocer legitimación procesal a los actores para accionar contra la Legislatura provincial, toda vez que aparecer indiscutible su interés legítimo, el cual consiste en lograr que el próximo acto comicial se lleve a cabo respetando la vigencia del sistema de tachas mediante la aplicación de un porcentual para su cómputo que contemple la finalidad tenida por los convencionales constituyentes”. 39

La decisión del juez Electoral fue recurrida ante la Cámara de Apelaciones de Río Grande y el gobierno provincial la ignoró al momento de convocar a las elecciones generales del 17 de junio de 2007.

El entonces gobernador Hugo Cóccaro firmó el 21 de febrero al mediodía el decreto 657/07 que llamaba los comicios para elegir gobernador y vice, quince legisladores, el intendente y los cinco concejales de Tolhuin.

La norma difundida esa misma tarde por la Secretaría de Medios estipulaba en su artículo 6 que “para la elección de legisladores provinciales y concejales comunales será de aplicación el Sistema “D´Hont” y de tachas o enmiendas según las disposiciones de la ley provincial 201 con las modificaciones de la ley provincial 406”.

Es decir que se obviaba cualquier mención al fallo de Maffei a pesar de su relevancia institucional, y en cambio se citaban declaraciones del ministro Coordinador, Enrique Vallejos, aludiendo a que la Justicia daría a conocer próximamente “el cronograma electoral para conocimiento del gobierno y los partidos y alianzas políticas”. 40

Más allá de la sentencia, los legisladores de ARI Manuel Raimbault

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y José Martínez presentaron en la Legislatura un proyecto de ley que postulaba bajar el piso de las tachas en las listas de cargos legislativos de la provincia del 50% más un voto, al 20%.

La norma proponía modificar el artículo 35 la ley provincial 201, referido al piso de tachas. “El nuevo porcentaje que propone este proyecto, encuentra apoyo en apreciaciones normativas”, fundamentaban los impulsores de la medida.

El artículo de la ley, según el proyecto, iba a quedar redactado de la siguiente manera:

“Los legisladores serán electos de acuerdo con el orden de lista y número de votos válidos emitidos para cada uno, según el sistema de tachas. A tal fin y de acuerdo a lo preceptuado por el punto 5 del artículo 201 de la Constitución Provincial, los electores podrán tachar candidatos de las listas que figuren en la boleta electoral, según el procedimiento asignado en el artículo 36 de la presente. Las tachas contenidas en las boletas utilizadas para sufragar, establecerán el orden de designación de los candidatos a elegir, modificando el orden impreso en ellas, el que sólo se aplicará en los casos de empate. No se considerarán las tachas efectuadas a cada candidato que no alcancen el veinte por ciento (20%) del total de los votos válidos emitidos en favor de la lista que lo propuso”. 41

Por supuesto el proyecto jamás se trató en Cámara hasta después de las elecciones generales, donde se utilizó el “viejo” piso del 50%.

El Fiscal de Estado Virgilio Martínez de Sucre apeló el pronunciamiento del juez Maffei con los argumentos ya comentados de que los demandantes no estaban legitimados para iniciar la causa y que, además, Maffei excedió sus facultades e invadió funciones de la Legislatura.

Según Martínez de Sucre, el juez realizó “un juicio de valor acerca de la conveniencia o inconveniencia de la reglamentación realizada por los legisladores”, en lugar de “un juicio de constitucionalidad”. También agregó que el magistrado debió en todo caso limitarse a declarar la inconstitucionalidad y no incluir “un mandato imperativo a mi representada (la Legislatura) indicándole como debe ejercer sus funciones”, ya que ello implica “violar abiertamente la división de poderes”, porque “la competencia otorgada al Poder

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Judicial no es a los efectos de “enseñar” a los restantes órganos de poder cómo deben ejercer su función, sino simplemente a evaluar si su actuación se adecua o no a los parámetros constitucionales”.“El juego de la democracia implica la imposición de la voluntad de las mayorías, y el respeto de la opinión de las minorías, pero no pueden pretender las minorías obtener por vía judicial lo que no pueden conseguir en el ámbito legislativo por ser minoría, tal cual ha sucedido en el presente que llevó al señor juez a invadir la esfera de los restantes poderes”, consideró el Fiscal de Estado. 42

Por esos días, la ONG Participación Ciudadana anunció que se presentaría ante la Cámara de Apelaciones bajo la figura de “Amigo de la Corte” o “Amicus Curiae” para sostener judicialmente los argumentos a favor de la inconstitucionalidad del piso del 50%.

“Las tachas son un derecho de la totalidad de los electores, les guste o no a los candidatos, a los legisladores que se niegan a cumplir la sentencia o a las sospechosas intenciones de la Fiscalía de Estado”, afirmó entonces Guillermo Worman. 43

La discusión continuó, tanto en el ámbito legislativo, como en el judicial. En ese sentido, nadie podrá negarle al juez Maffei su aporte al fortalecimiento de la democracia con la emisión de una sentencia que, por su oportunidad y contexto, avanzó sobre un terreno donde otros no se animaban.

NOTAS

1- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 30 de agosto de 2000.

2- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 4 de noviembre de 2004.

3- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 13 de julio de 2005.4- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 9 de febrero de 2006.

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5- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 28 de septiembre de 2006.

6- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 10 de marzo de 2000.

7- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 24 de marzo de 2000.

8- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 24 de julio de 2000.9- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 25 de agosto de

2000.10- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 20 de diciembre de

2000.11- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 25 de noviembre de

2001.12- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 6 de diciembre de

2001.13- La frase del gremialista Jorge Portel, un hombre honesto que enfrentó siempre

la manipulación de la Justicia, estuvo dirigida originalmente a los legisladores provinciales. El escudo provincial muestra efectivamente a un grupo de pingüinos con miradas en distintas direcciones. En realidad, la frase exacta de Portel fue “los legisladores se hacen los boludos como los pingüinos del escudo”.

14- Diario TIEMPO Fueguino de Tierra del Fuego, edición del 5 de marzo de 2003.

15- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 10 de octubre de 2003.

16- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 4 de septiembre de 2001. Como contexto de los viajes de funcionarios de la gestión de Manfredotti, vale la pena repasar lo ocurrido en 2000, cuando una nutrida comitiva de funcionarios provinciales acudió a un jubileo de políticos en Roma. Así lo reflejó una nota del autor de este libro publicada el 2 de noviembre de ese año en el portal www.data54.com que dirigía el periodista Jorge Lanata:

“La cúpula del gobierno de Tierra del Fuego quedó desmembrada hoy cuando la mayoría de sus integrantes resolvieron sumarse a la delegación argentina que participará del Jubileo de Políticos y Gobernantes organizado por la Iglesia Católica.

Por la ausencia conjunta del gobernador peronista Carlos Manfredotti, quien encabeza la comitiva de funcionarios fueguinos que viaja a Roma, y del vicegobernador Daniel Gallo, que acudió a una reunión de autoridades del PJ en Tucumán y La Rioja, la gobernación quedó 24 horas en manos de un legislador del Movimiento Popular Fueguino, de 31 años de edad. Todo un símbolo de la insólita situación de acefalía que atravesó la isla por la decisión oficial de acudir masivamente a la convocatoria papal.

Manfredotti viajó acompañado de su esposa, la legisladora justicialista y miembro del Consejo de la Magistratura Nélida Lanzares.

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Debido a la simultánea salida de Gallo, el puesto del mandatario debió ser ocupado por la vicepresidenta primera de la Legislatura, Angélica Guzmán. Pero la funcionaria se incorporó a la delegación del Jubileo en compañía de su marido, Mario Manfredotti, hermano del gobernador y vicepresidente de la Dirección Provincial de Puertos.

El orden sucesorio continuaba con el vicepresidente segundo de la Cámara legislativa, el representante del Movimiento Popular Fueguino Luis Astesano, aunque el legislador también aceptó ir a Italia.

Agotadas las demás alternativas, el sillón gubernamental quedó para el presidente de la comisión de Presupuesto, Hacienda y Cuentas del parlamento fueguino, el mopofista Damián Löffler, hermano del diputado nacional por el mismo partido, Ernesto Löffler. Con 31 años y el título de contador público, el sorprendido legislador mopofista no abandonó por ello su bajo perfil. Rehusó concurrir a Casa de Gobierno y tampoco atendió a la prensa.

En tanto, dos de los tres ministros en funciones engrosaban la corte del Jubileo: el de Economía, Alberto Revah, y el de Gobierno, Raúl Ruiz.

La secretaria de Acción Social, Lucía Vichi Romero, el presidente del Banco Tierra del Fuego, Carlos Lorenzo, el subsecretario Legal y Técnico, Rubén Herrera, el subsecretario de Desarrollo y Planeamiento, Jorge Ontivero, el subsecretario de Relaciones Institucionales, Eduardo Ibarra -sobrino político de Manfredotti- y hasta el escribano general de la gobernación, Axel Reynoldi, incrementaron la “comitiva romana”, como ironizaban funcionarios del propio oficialismo.

El legislador de la Alianza José Barroso, los concejales Ricardo Wilder y Miriam Maldonado, las dos hijas del gobernador, Silvia y Viviana Manfredotti, el diputado nacional Omar Becerra y las esposas de varios funcionarios decoraron, también, la nutrida representación del fin del mundo ante el Papa Juan Pablo II.

Pese a los insistentes requirimientos periodísticos, el gobierno alegó desconocimiento de la cifra total e identidad de los miembros de la delegación.

El locutor Adrián Fiorito, titular de la dirección de Información Pública, mencionó, incluso, que no podía “afirmar ni desmentir” una fuerte versión que recorrió pasillos oficiales y medios de comunicación. Según esa especie, la “comitiva romana” llega a los sesenta integrantes y es, por consiguiente, la más numerosa de todas las provincias argentinas”.

17- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 26 de marzo de 2003.

18- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 29 de agosto de 2003.

19- Diario TIEMPO Fueguino, de Tierra del Fuego, edición del 30 de agosto de 2003.

20- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 27 de abril de 2006.21- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 20 de junio de 2006.

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22- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 29 de junio de 2006.23- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 11 de julio de 2006.24- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 1 de agosto de 2006.25- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 10 de octubre de

2006.26- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 13 de octubre de

2006.27- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 17 de octubre de

2006.28- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 19 de octubre de

2006.29- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 20 de octubre de

2006.30- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 20 de febrero de

2007.31- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 16 de marzo de 2007.32- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 28 de marzo de 2007.33- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 25 de junio de 2006.34- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 23 de agosto de 2006.35- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 24 de agosto de 2006.36- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 31 de agosto de 2006.37- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 29 de marzo de 2007.38- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 9 de febrero de 2007.39- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 14 de febrero de

2007.40- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 21 de febrero de

2007.41- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 6 de marzo de 2007.42- Diario del Fin del Mundo, de Tierra del Fuego, edición del 13 de marzo de

2007.43- Portal de noticias www.botellaalmar.com.ar edición del 16 de marzo de 2007.

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NUEVE

EPÍlogo

Tres problemas tres

Hay tres problemas que se nos ocurren fundamentales a la hora de asociar el ideal de Justicia como derecho humano, y la realidad del Poder Judicial de Tierra del Fuego.

El primer inconveniente podría denominarse “Lejanía institucio-nal” y refiere a la extensísima distancia que existe entre los procedi-mientos judiciales, sus formas, sus protagonistas, sus consecuencias, y los conocimientos e intereses de la mayoría de los habitantes de la provincia.

Desde luego, no se trata una deficiencia exclusiva de la sociedad fueguina, pero ello no alcanza a eliminarla como variable de análisis. ¿Cómo fomentar cambios dentro de un Poder Judicial corrompido en sus mecanismos y decisiones esenciales, si apenas un ínfimo porcentaje de la sociedad comprende el real significado de las reformas que se impulsan?

Por otra parte, la participación de la ciudadanía resulta un factor elemental para propiciar reacomodamientos en los puntos neurálgicos del poder. Recién cuando se resquebrajan esas estructuras centrales pueden derrumbarse paredes de impunidad que antes parecían infranqueables.

Dicho de otra manera, no hay reforma posible sin gente. Y no hay corporación judicial ni política que vaya a mover un dedo si no percibe un cambio de escenario proclive a esa nueva tendencia. El filósofo y director del departamento de post grado de la Facultad de Derecho de la UBA, Miguel Angel Ciuro Caldani, dijo en un reportaje, que “existe una Constitución formal y una Constitución

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material”. La formal es el librito que conocemos todos, pero la material es “un juego de factores de poder. Y este juego limita las posibilidades reales de lo que uno quiere hacer o decir, de modo tal que si uno quiere hacer o decir lo que no cabe dentro de esos límites, tiene que intentar cambiar esos límites”, razona el jurista.Podría agregarse: para convertir la Justicia en el derecho humano anhelado por todos, hay que correr los límites de los factores de poder. Y para eso tenemos que resolver, entre otros, el problema de la distancia entre la Justicia y la gente.

¿Cómo lo hacemos? La primera respuesta podría ser: quizá lo estemos haciendo aquí y ahora, aunque se nos ocurre que esto solo no alcanza. Tal vez debamos apelar a una mejor comunicación, ser capaces de traducir a un lenguaje más simple, más llano, aquellos episodios de la vida judicial que muchas veces se comunican con formato encriptado, tedioso, casi incomprensible. No se trata de ser vulgares, sino de ser más certeros. De apuntar con un mensaje a más gente. Y de dar en el blanco.

Otro aspecto central podría ser el sistema educativo. No sabemos en qué año del Polimodal o dentro de qué espacio curricular, pero un docente debería contarle a sus alumnos que desde la creación del Poder Judicial fueguino hasta la fecha hubo diecisiete conformaciones distintas del Superior Tribunal de Justicia, lo que equivale a un cambio cada nueve meses.

Los estudiantes deberían saber qué fue la jubilación anticipada de magistrados, cuáles son los antecedentes de los nombramientos de Luis Ricca, Ricardo Klass, Mario Robbio y Javier De Gamas Soler. O cómo se eligen los jueces en el Consejo de la Magistratura. Enfrentamos también otro problema asociado a la Justicia al que se denominaría “Absolutismo panfletario”.

La definición no estaría lejos de “la tendencia de los sectores progresistas de la sociedad, conocedores de la manipulación general a la que es sometida la Justicia por parte de los factores de poder, a creer como un dogma inquebrantable, que todo actor judicial es corrupto por antonomasia”.

El error parte de una lectura supuestamente profunda de los acontecimientos sociales, pero que en realidad esconde una extrema

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simplicidad de razonamiento y por lo tanto apenas una mirada superficial de los hechos que nos rodean.

Convertimos al poder en Dios, que todo lo puede. Lo magnificamos hasta el grado de intocable. Y desde ese lugar diagramamos redes imaginarias, y también infinitas, capaces de llegar hasta los lugares más recónditos.

Usamos para todo análisis la propiedad transitiva. Si el juez A es amigo de B y B integraba el partido de C, entonces A fallará a favor de C. Como Manfredotti generó una justicia “adicta”, y muchos de los jueces designados en esa época siguen ejerciendo funciones, toda la Justicia es corrupta, y todo fallo está viciado de intereses políticos. Pensar de esta forma no solo resulta tentador, sino que es atractivo y alivia tensiones. Todos los malos están ahí. Mírenlos, no cabe ninguna duda.

El problema es que no siempre la corrupción fluye por circuitos automáticos. La descalificación general, bajo riesgo de convertirse en infundada o errónea, favorece los intereses de esa misma corrupción. El desafío es pasar del estado de intuición al del conocimiento, a la crítica desbordante de datos certeros, al juicio de valor cargado de argumentos más valederos que los de las sentencias forzadas y en muchos casos, intelectualmente pobres, de los jueces que nos proponemos criticar.

El último objetivo de este libro es plantear un problema cuyos márgenes caben en una sola palabra: ”Resignación”. Así como la Lejanía institucional y el Absolutismo panfletario llevan a un falso endiosamiento del poder, la Resignación es la consecuencia directa de ambas circunstancias.

Si un gran número de personas está lejos de la “cocina judicial”, y otro grupo intuye lo que pasa pero sólo lanza acusaciones vacías al aire, no es difícil entender que se establezca una sensación general de estado de cosas a perpetuidad.

Nos quedamos entonces en diagnósticos lapidarios, en etiquetas como la de “peor Justicia del país”, o en idearios como el de “mafias organizadas imposibles de vencer”.

Nos gana la muralla de miedo que nosotros mismos construimos.La clave quizá pase por animarnos a abandonar esta posición

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mezcla de temor y comodidad intelectual. No hay que ser abogado para exigir un Poder Judicial honesto, ni

jurista para acceder al derecho de crítica a la Justicia. Se trata de observar con cierto detenimiento la realidad y desconfiar de los discursos irracionales, aunque provengan del poder de la autoridad “endiosada” de los jueces.

Es raro que la Constitución fije sueldos máximos para los funcionarios de los tres poderes del Estado, y los jueces se autoexcluyan de ese límite.

Si los magistrados tienen asegurada la inamovilidad funcional, ¿cómo es que los jubilaron a la fuerza y casi nadie dijo nada?

Un abogado con antecedentes ligados a la mafia no puede ser juez, y uno que está sospechado de desviar la investigación de un atentado, tampoco.

Los jueces no pueden dejar de aportar a la obra social del IPAUSS y jubilarse por la caja de jubilación del Estado. Y no pueden cobrar antigüedad desde que se recibieron de abogados, en lugar desde que entraron a la Justicia.

Los jueces de la Corte no pueden cambiar cada nueve meses. Y no pueden intercambiar fallos con los gobernadores de turno por nombramientos de sus esposas.

El Consejo de la Magistratura no puede seguir teniendo entre sus filas a la esposa del gobernador que se llevó puesta a la Justicia, ni al Defensor del Gobierno que algunos siguen llamando Fiscal de Estado, ni a los legisladores socios del Partido Único.

Proponemos un módico desafío. Copien los lectores en un papel los seis párrafos anteriores. Doblen la hoja, guárdenla en un bolsillo y llévenla a todo lugar donde fuera posible. Intenten que alguien vinculado a la Justicia, juez, funcionario, secretario, empleado, o alguien ligado a la política, refute algunos de sus términos con argumentos que los convenzan. Si nadie lo logra, mediten sobre la gravedad de las afirmaciones y piensen qué rol le cabe a usted que lee, para cambiar este estado de cosas.

Las respuestas que surjan son el motor que hace falta para salir del estado de la Resignación.

Índices

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ÍNDICE GENERAL

Prólogos........................................................................................ 07

Introducción. La Justicia que se consumió rápido..................... 19

Capítulo uno: Soy de Salta, y hago falta..................................... 29 Más que funcionarios............................................................ 31 Salta la linda......................................................................... 32

Capítulo dos: “No soy masoquista ni lo quiero ser”................... 39 Sorpresa y media: del ajuste a la jubilación de jueces......... 42 La negociación...................................................................... 44 Mozo, un café....................................................................... 45 Jueces jubilados: de a uno y en fila...................................... 46 Vivir en un hotel................................................................... 48 La retórica y la Justicia adicta.............................................. 50 Yarade y Boschero, dos jueces con suerte............................. 52 El “moño” de Yarade............................................................. 55 Boschero, el juez de los milagros.......................................... 56 El tope y el arrepentido......................................................... 57 Otros arrepentidos................................................................. 60 El desembarco de los “amigos”............................................. 61 Eludiendo el fondo................................................................ 66 El caso del “medio palo”....................................................... 68

Capítulo tres: “Los dulcaramas de turno”................................... 73 Mi PC..................................................................................... 75 Cheques voladores................................................................. 80 Camino a la salida................................................................ 82 Los dulcaramas de turno....................................................... 84

Capítulo cuatro: Robocopia......................................................... 89 Rica y Martín......................................................................... 90 Encima, el caso...................................................................... 91 Como gotas de agua.............................................................. 93

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Gabriel Ramonet

Otros copiones....................................................................... 97 “Un muerto civil”................................................................... 98 Entre la cita y la copia........................................................... 99 ¿Y qué pasó?........................................................................ 101 Pobres condenados, poderosos absueltos........................... 103

Capítulo cinco: La acefalía....................................................... 109 Uno y uno........................................................................... 110 “La ley se cumple”.............................................................. 120 La salida............................................................................. 121 Solito y solo......................................................................... 131 Conflicto de poderes............................................................ 136 El silencio reinante............................................................. 137 La misteriosa muerte de Salomón...................................... 138

Capítulo seis: La era K............................................................... 147 Llegando, llegaste................................................................ 148 ¿Yo señor?, no señor............................................................. 152 El adelantado...................................................................... 153

Perfil.................................................................................... 154 Veremos............................................................................... 156 Uno tras otro....................................................................... 160 Amigas son las amigas....................................................... 163 Como pez en el agua.......................................................... 167 Por la ventana..................................................................... 170 Caro, pero el mejor.............................................................. 173 La hora de los bifes............................................................. 175 Veranito caliente................................................................. 176 Muerto el rey, viva el rey..................................................... 177 La caída.............................................................................. 182 Primeros coletazos.............................................................. 185 Favor con favor se paga...................................................... 186 Perdiendo imagen a tu lado............................................... 191 Siga, siga............................................................................ 192 Desobediencia debida........................................................ 194 Cuando me empiece a quedar solo.................................... 195

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Justicia Adicta

La renuncia......................................................................... 196

Capítulo siete: El doctor AMIA................................................. 201 Tembloroso y sin voz........................................................... 203 Mi padrino.......................................................................... 207 El fantasma......................................................................... 210 Deudas pendientes.............................................................. 212 Un juzgado por la cabeza................................................... 214 Fisuras................................................................................. 219 Show del poder.................................................................... 222 Marche preso...................................................................... 227 Nada por aquí, nada por allá............................................. 229 Impunidad y caso cerrado.................................................. 239

Capítulo ocho: Cumplieron con su deber................................. 249 Hay más información para este boletín............................. 250 El único............................................................................... 256

La dignidad de Calot.......................................................... 261 Penza el bueno................................................................... 267 Inacción de la Legislatura.................................................. 274 Tache lo que no corresponda.............................................. 280

Capítulo nueve: Tres problemas tres........................................ 289

Índice general............................................................................ 295

Índice de nombres..................................................................... 298

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Gabriel Ramonet

ÍNDICE DE NOMBRES

AAberasturi, Pedro: 158.Abramovich, Víctor: 134.Aciar, Raúl: 115.Acuña, Héctor: 159.Agüero, Walter: 69.Al Kassar, Monzer: 155.Almada, María: 27.Alvarez, Carlos: 32.Alvarez, Francisco: 207.Alvarez, Juan José: 134.Alvarez Leandro: 47, 55, 60, 61, 141, 151, 164, 207, 208, 209, 210.Ampuero, Mario: 55.Andino, Carlos: 23, 24, 62, 65, 67, 74, 82, 83, 85, 114, 115, 116, 119, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127, 130, 131, 138, 143, 147, 149, 259.Ariznabarreta, Gustavo: 238, 240, 241.Armesto, Daniel: 68, 69, 72.Arrieta Vera, Marta: 27.Atensio, Guillermo: 165.Avila, Juan: 210.Ayala, María Rosa: 23, 29, 34, 35, 36, 37, 52, 69, 90, 91, 93, 94, 95, 163, 164, 259.BBalladini, Alberto: 225.Ballesteros, Jorge: 168.Bandeira, Jorge: 75.Barreiro, Mario: 201.Barrionuevo, María Cristina: 42, 68, 70, 194, 237, 238.Barros Vera, Oscar: 271.Barrozo, José: 50.Bassanetti, Carlos: 43, 46, 60, 66,

67, 68, 70, 71, 72, 98, 115, 129, 136, 151, 171, 172, 186, 256, 257, 258, 259, 260, 261, 268, 275, 278, 280, 281.Basso, Mario Eduardo: 44, 47, 72.Battaini, María del Carmen: 24, 52, 62, 104, 106, 160, 163, 164, 165, 166, 172, 178, 183, 192, 194, 220, 267, 270, 273.Bauza, Eduardo: 158.Bechis, Luis: 153, 170, 171.Beghino, Martín: 254.Berícua, Jorge: 183, 276.Bertero, Sergio: 171.Bertone, Rossana: 261.Bertotto, Alejandro: 281.Bet, Carlos: 131, 135, 136, 141, 144, 172.Blanco, Pablo: 41.Bocchicchio, Silvio: 63, 74, 127, 232, 236, 255.Boschero, Luis Alberto: 29, 42, 52, 56, 57, 58, 59, 60, 72, 115.Bouer, Saúl: 153, 154.Bragulat de Spratt, Marcela: 68, 70, 71, 208, 237.Bravo, Virginia: 165.Burbinski, Enrique: 211.Busso, Néstor: 232.CCabrera de Zamudio, Luisa: 57.Caldani, Miguel: 289.Calot, Enrique: 67, 238, 258, 259, 261, 262, 263, 265, 266.Calvete, Federico: 237.Camilión, Oscar: 155.Canicoba Corral, Rodolfo: 203.Cantarero, Emilio: 32, 33, 34, 37.Cantarero, Manuel: 33.Cañete Vega, María de los Ángeles:

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Justicia Adicta

27.Cárdenas, Teresa: 27.Carranza, Omar: 22, 23, 24, 29, 31, 34, 47, 48, 62, 110, 114, 119, 120, 121, 131, 208.Carreras, Claudio: 136.Carrió, Elisa: 167.Carzo, Mario: 281.Casal, Roberto: 180, 181.Caselli, Esteban: 155, 158.Castelli, Luis: 232.Cavallo, Domingo: 156.Cavagna Martínez, Mariano: 164.Cejas, Sergio: 126, 143.Cenizen, Marcela: 170.Cóccaro, Hugo: 25, 177, 178, 183, 193, 194, 195, 196, 261, 267, 268, 274, 275, 282.Comparatore, Luis: 173.Corach, Carlos: 156.Cortelezzi, Juan: 24, 31.Colazo, Jorge: 24, 25, 51, 61, 87, 148, 176, 177, 180, 182, 183, 184, 185, 186, 187, 188, 192, 193, 194, 196, 198, 199, 200, 222, 260, 267, 268, 274.Collor de Mello, Fernando: 75, 76, 77.Cornejo, Hernán: 33.Cortez, Silvia: 277.Costa, Pablo: 232, 234.Cruciani, Julio: 158.Curtale, Gustavo: 215, 220, 224, 237, 240.Chichizola Luis: 97.Choque, Víctor: 26.DDa Fonseca, Javier: 188.Dahas, Omar: 170, 171.Daniele, Mario: 30.

De Antueno, Franciso: 47, 60, 61, 150, 151, 179, 181, 270.De la Puente, Eduardo: 192, 209.De Gamas Soler, Javier: 17, 23, 62, 171, 203, 211, 212, 213, 214, 228, 231, 237, 290.De Gamas Soler, Paula: 171.De Langhe, Marcela: 271.De la Riva, Alejandro: 41, 130, 131, 143, 182, 183, 194, 195, 264.De la Rúa, Fernando: 32, 122, 176.De la Torre, Francisco: 24, 134, 135, 136, 137, 143, 144, 148, 194, 259, 269, 271.Di Biassio, Hernán: 165.Dieguez, Servando: 105.Dimitroff, Juan: 208.Di Natale, Lourdes: 168.Dragicevic, Carmen: 33.EEchazú, Marcelo: 136, 137, 151, 152, 163, 209. Echazú, Karina: 141, 170, 237.Espeche, Alberto: 34.Estabillo, José: 25, 26, 30, 31, 32, 40, 119, 142.Estrella, Jacinta: 104.FFabrizzi, Eduardo: 171.Fadul, Liliana: 87, 280.Fappiano, Oscar: 171, 172.Farías, Paulo César: 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 85, 91, Fernández, Yanina: 270.Figueroa, Marcelo: 41.Fiszbein, Luis: 169.Fotheringham, Alejandro: 170, 205.Frate, Roberto: 193, 273, 274, 278.Francavilla, Ricardo: 150, 151, 269, 271.

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Gabriel Ramonet

Frías, Pedro: 30.Frezze, Armando: 36.Früchtenitch, Jorge: 150, 151.Furlan, Ricardo: 32.GGaleano, Juan José: 23, 201, 202, 203, 205, 206, 207, 209, 210, 211, 215, 227, 228, 233, 241.Gallardo, Ramón: 105.Gallo, Daniel: 41, 69, 115, 124, 126, 130, 143, 208, 262, 285, 286.García, Gustavo: 105, 106.García Arpón, Maxomiliano: 240. Garramuño, Jorge: 40.Giacone Jiménez, Raúl: 173.Gil Lavedra, Ricardo: 176.Giménez, Francisco: 126, 127, 143, 166, 188.Gnecco, Emilio: 24, 31.Gola, Adam: 55.González Godoy, Félix: 24, 47, 62, 110, 114, 119, 131, 139.González Arzac, Alberto: 269, 271.Gordo, Guillermo: 202, 205.Gowland, Guillermo: 241, 242.Goyanes, Fernando: 232.Gross, Francisco: 232.Gutherman, Sofía: 205, 245.Gutierrez, Rafael: 225.Guzmán, Angélica: 276, 286.HHendler, Edmundo: 158, 159.Herraez, Silvia: 259, 276, 277, 278, 279, 280.Herrera, Rubén: 58, 182, 286.Hoffman, Susana: 167.Hutchinson, Tomás: 24, 45, 46, 47, 48, 49, 51, 62, 72, 110, 114, 119, 131, 132.

IIbarra, Raúl: 201, 286.Imperiale, Nebli: 47, 90, 91, 95, 96, 102.Irribarra Moreno, José: 77.JJacoby, Pablo: 204.Jassan, Elias: 172.Jury, Javier: 69.KKamada, Luis: 271.Klass, Ricardo: 23, 24, 52, 62, 103, 104, 106, 147, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 162, 163, 164, 165, 166, 167, 168, 170, 171, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 181, 182, 183, 184, 185, 186, 188, 191, 192, 194, 195, 196, 197, 198, 199, 207, 209, 210, 213, 214, 215, 217, 218, 220, 221, 222, 223, 224, 225, 227, 228, 229, 234, 237, 239, 240, 241, 246, 252, 267, 268, 270, 271, 272, 274, 290.Kent, Santiago: 168, 209, 241.Kirchner, Néstor: 40, 188.Kollmann, Raúl: 204.LLarrambebere, Gerardo: 202.La Salvia, Jorge: 77, 79, 80. Lanzares, Nélida: 61, 137, 148, 151, 163, 209, 263, 268, 270, 273, 285.Latorre, Edgardo: 165.Leal, Anastasio: 201, 245.Lechman, Jorge: 196.Lencina, Carlos: 69.Lindl, Guillermo: 41, 42, 52.Löffler, Ernesto: 26, 81, 85, 273, 286.Löffler, Damián: 276, 286.Lofiego, Gustavo: 169.

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Justicia Adicta

Lopardi, Teresa: 148, 150, 151, 269, 271.López, Norma: 24, 154, 164, 165, 166, 167, 168, 182, 186, 187, 189, 199, 209, 241.López Arias, Gustavo: 36.López, Sergio: 173.López, Osvaldo: 276, 277.Lovaglio, Javier: 35.Luciani, Walter: 277.Lugones, Alberto: 173.Llanes, Estela: 222.MMaffei, Horacio: 275, 280, 281, 282, 283, 284.Magraner, Roberto: 67.Malamud, Diana: 211, 212, 243.Mancini, Antonio: 158.Mandolini, Daniel: 208.Manfredotti, Carlos: 25, 33, 39, 40, 41, 42, 44, 46, 47, 52, 53, 57, 58, 59, 61, 62, 67, 69, 71, 104, 110, 114, 115, 117, 125, 128, 136, 139, 147, 148, 150, 153, 154, 161, 163, 170, 173, 209, 218, 251, 256, 260, 262, 263, 264, 265, 267, 274, 285, 286, 291.Manfredotti, Silvia: 286.Manfredotti, Viviana: 286.Manino, Estela: 171.March, Carlos: 81, 219, 225.Marotta, Alberto: 171.Martín, Jorge: 187.Martín, Josefa: 23, 90, 91, 93, 94, 95, 101, 102, 259, 273.Martín, Patricio: 141.Martinelli, Demetrio: 269, 271, 278.Martínez, Belén: 229, 230, 232, 234, 235, 236.Martínez, José: 58, 66, 168, 179, 187,

268, 276, 283.Martínez, Norma: 268.Martínez de Sucre, Virgilio: 61, 82, 92, 106, 137, 149, 151, 163, 208, 210, 213, 253, 254, 270, 273, 283.Masnú, Daniel: 58, 66, 262, 263, 264, 265, 266, 267.Massimi, Guillermo: 42, 68, 106, 141, 172, 238, 281.Mejuto, Clara: 221, 222.Méndez, Jorge: 34.Mendoza, Mónica: 61, 103, 136, 137, 151, 163, 173, 210.Menem, Carlos: 20, 23, 44, 47, 62, 106, 128, 147, 152, 153, 154, 155, 156, 159, 160, 168, 186, 194, 202, 213, 218.Menéndez, Matilde: 204.Miranda, Horacio: 75, 82, 176.Mora, Elena: 208.Moratto, Hugo: 171.Muchnik, Javier: 240, 269, 271.Muñoz, Horacio: 105.Muzón, Carlos: 185.NName, Yésica: 171.Nercellas, Marta: 202.Nisman, Alberto: 210.Noia, Hugo: 187.Novarino, Jorge: 47. OO´Connor , Marcelo: 35, 36.Ochoa, Héctor: 165.Oliva, Alberto: 271.Olivero, Eduardo: 104, 216, 239, 269, 271, 275, 280.Oyarzún, Marcela: 41, 42.PPacheco, Enrique: 208.

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Gabriel Ramonet

Pacheco, Patricia: 276, 279.Paderne, Raúl: 58, 68, 69, 70, 71, 259.Palacio de Martínez, Rita del Rosario: 57.Palacios, Gerardo: 271.Paños, José Luis: 103, 137, 151, 163.Pastoriza, Carlos: 105.Pena, Héctor: 44, 45, 46, 48, 51, 55, 58, 59, 69, 125, 139.Penza, Guillermo: 62, 63, 267, 272, 273.Pereyra, José: 210.Pérez, Raúl: 31.Pérez Tort, María Julia: 219.Pesclevi, Sandra: 165, 166, 167.Pochak, Andrea: 134.Pons, Miguel: 202.Pontaquarto, Mario: 32, 33.Portel, Jorge: 260, 261, 285.Portela, Miguel: 271, 276.Preto, Ruggero: 26, 81, 85.Pucciarello, Mariana: 47, 63, 92, 93, 258, 259. Puglissi, Graciela: 47.QQuiroga, Fernando: 232.Raimbault, Manuel: 83, 86, 99, 120, 126, 143, 179, 186, 187, 188, 216, 217, 264, 269, 271, 276, 278, 282. RRamaciotti, Graciela: 254.Rapossi, Adriana: 255, 273.Rauch, Federico: 148, 149, 150, 151, 269, 271.Reimundín, Ricardo: 34.Repetto, Nicanor: 158, 159.Repetto, Roberto: 51.Restom Abraham: 34.Revah, Alberto: 61, 62, 63, 64, 82,

125, 137, 151, 152, 163, 209, 286.Reyes, José: 271.Ricca, Luis Felipe: 23, 62, 73, 74, 75, 76, 77, 79, 80, 81, 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88, 90, 91, 93, 95, 96, 97, 100, 101, 259, 290. Ricciutti, Claudio: 182.Righi, Esteban: 241.Rios, Fabiana: 75, 83, 168, 261, 274.Ribelli, Juan José: 201, 202, 210, 244, 245.Robbio, Mario: 24, 52, 62, 104, 106, 150, 151, 152, 160, 161, 162, 178, 183, 192, 194, 197, 220, 267, 290.Rochón, Delcio: 105, 106.Rodríguez, Héctor: 173.Rodríguez, Osvaldo: 105.Rogovsky Tapia, Roxana: 97.Romano, Agustín: 41.Romero, Roberto: 33.Romero, Juan Carlos: 33, 36.Rosemberg, Roberto: 150, 151.Ruckauf, Carlos: 155.Ruiz, Raúl: 42, 286.SSabsay, Daniel: 22, 51, 100, 186, 222, 225.Sagastume, Gonzalo: 24, 71, 131, 207, 269, 271, 274.Sagastume, Gabriel: 165.Saíd, José Luis: 30.Sainz, José Luis: 36.Saud, Sergio: 166, 270, 273.Saladino, Carlos: 185, 193, 276.Salduna, María: 69, 70.Salomón, José: 23, 24, 51, 62, 67, 71, 74, 116, 118, 119, 121, 123, 125, 129, 131, 134, 135, 136, 137, 138, 139, 140, 141, 143, 147, 148, 260.Salvi, Oscar: 106.

Sánchez, Guillermina: 269, 271.Santamaría, Félix: 141.Saralegui, Rafael (h): 158.Saravia, Luis Adolfo: 34, 35.Sarrabayrouse, Eugenio: 207.Sberna, Abel: 187.Sciutto, Rubén: 41, 52, 124, 125, 129, 130, 143.Sinchicay, Vicente: 262.Sissini, Nicolás: 115, 140, 141, 142, 150, 151.Solá Figueroa, Gaspar: 36.Solá, Felipe: 155.Soler, Mariano: 263.Soria, Juan: 236, 241, 246.Sosa, Susana: 181.Spina, María: 206.Stella, Joaquín: 161.Straticco, Carlos: 60, 61, 135, 144, 150, 163, 164, 172, 206, 232.Suarez, Oscar: 270, 273.TTabarez Guerrero, Walter: 24, 135, 194.Tarbell, Jorge: 270.Telleldín, Carlos Alberto: 201, 202, 203, 204, 206, 207, 210, 212, 228, 233, 244, 245.Tenaillón, Jorge: 150.Tiscornia, Guillermo: 173.Tóttaro, Ana María: 150.Trabuchi, Marta: 27.UUbeira, José: 210.Ureta, Juan José: 148, 149, 250, 251, 252, 253, 254, 255, 256, 271, 272.Urtubey, Rodolfo: 36.VVallejos, Enrique: 196, 270, 273,

282.Varela, Juan José: 172.Vargas, Bernardo: 91, 92, 95, 99, 103, 104.Vázquez, Abraham: 41, 53.Velarde, Fanny: 57.Velásquez, Luis: 271.Vera, Mabel: 41.Vernet, Alejandro: 50, 115, 124, 129, 208.Verbitsky, Horacio: 155, 230.WWelsch, Edgardo: 182, 186.Wolf Varela, Alberto: 271.Worman, Guillermo: 86, 102, 153, 157, 200, 213, 214, 215, 216, 217, 218, 219, 220, 221, 222, 223, 224, 225, 226, 227, 228, 229, 230, 233, 234, 235, 236, 238, 239, 240, 241, 268, 284. YYarade, Héctor: 30, 42, 47, 52, 53, 54, 55, 57, 72.Yoma, Zulema: 155, 156.Yoma, Emir: 168.Yuba, Gabriela: 238.ZZaffaroni, Eugenio: 47.Zavalla Pringles, Leopoldo: 173.

Este libro se terminó de imprimir en el mes de OCTUBRE de 2007 en los talleres de GRAFICA ARGENTINA - Sivori 5464

Munro - Provincia de Buenos Aires