garcia pilar y dalla-corte gabriela_historia de las mujeres en españa y america latina_pag 559-583

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    Historia de las mujere s en EsPaa y Amrica Latina

    Isabel Morant (Directora)Mnica Bolufer (Secretaria)

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    1.' edicin, 2006

    Ilustracin de cubierta: Concha enJavea, de Sorolla, 1900. Madrid, Museo Sorolla Archivo Anaya

    Documentacin grfica: Archivo Anaya: 33,47, 128,286,568

    Coleccin Alejandra Niedermaier: 875, 877, 880 Coleccin Ricardo Ceppi: 885

    Ministerio de Cultura. Archivo General de la Administracin: Frazen, 334;AJfonso, 480, 533

    ReselVados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido por la Ley, que establece penasde prisin y/o multaS, adems de las

    correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquier medio,sin la preceptiva autorizacin.

    de los autores Ediciones Ctedra (Grupo Anaya, S. A.), -2006 Juan Ignacio Luca de Tena, 15.28027 Madrid

    Depsito legal: M. 18.666-2006 I.S.B.N.: 84-376-22883 (Volumen III)

    LS.B.N.: 84-376-2262X(Obra completa)

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    Mujeres y sociabilidad polticaen la construccin de los Estados nacionales

    PILARGARCfA]ORDANGABRlELADAllA-CORTE CABAllERO

    ACERCADE LA ESFERA PRIVADAYPBUCA EN LA CONFORMACIN DE LOS ESTADOS-NACIN LATINOAMERlCANOS

    La construccin de los Estados nacionales en Amica Latina--proceso quese confonn en torno a mediados del sigloX I X - impliceldesarrollo de una serie de fenmenos que dieronal subcontinente una

    especificidad enel escenario internacional. Nos referimos ala consolidacin de economas bsicamente productoras de materias primas,aldesarrollo de una sociedad dual-tradicional y moderna-, a la configuracin de corrientes intelectuales que primaron la inmigracinex-tranjera sobre la poblacin nativa, y ala construccin, desde finales dela centuria, de sociedades calificadas de masas. Elemento centralde la organizacin de los pases latinoamericanos como Estados-nacinfue la fonnacin de instancias de decisin centralizadas.El estudio deestos procesos ha excluido, casi sistemticamente,una perspectivade gnero que pudiese pennitirnos comprenderno slo la participacin queles cupo alas mujeresen aquella organizacinyen las instancias correspondientes, sino tambinla propia constitucingenrica delespacio polftico nacional latinoamericano.

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    medida, en la vida religiosa contemplativa. De este modo, las mujeresfueron estudiadas teniendo en cuenta, bsicamente, su actuacin en loque se denomin esfera o v ida privada. Los debates sobre nacionalismo y naciones, po r otra parte, se han reducido, prioritariamente, a laesfera poltica representativa excluyendo, por consiguiente, el debatesobre las mujeres, as como sus prcticas polticas. De este modo, se hacomprobado que los Estados nacionales latinoamericanos en construccin crearon pautas de inclusin y de exclusin de las mujeres en lasdiversas instancias estatales relativas a los espacios de sociabilidad poltica y a la configuracin de la arena pblica. En los ltimos aos, laperspectiva de gnero ha vuelto su mirada a la construccin del Esta

    do y se han detectado algunas lneas bsicas en relacin co n la configuracin del espacio pblico que, si bien excluy normativamente alas mujeres del derecho ciudadano, les abri paso a otras esferas de laprctica social y poltica. En este sentido, nuestro objetivo aqu, msque proponer una historia de las mujeres, es abordar el desarrollo delos espacios de sociabilidad desde una perspectiva genrica. Este cambio de perspectiva responde claramente a las nuevas orientaciones queha tenido la Historia de las Mujeres en Amrica Latina y en Espaa.Hablar de Amrica Latina, no obstante, reporta sus riesgos si pensamosla enorme heterogeneid ad del subcontin ente y de los propios espaciosintegrados en los Estados nacionales. La variedad de lenguajes, contextos culturales, realidades tnicas, culturas polticas, economas nacionales, regionales y locales, dificulta cualquier conclusin lineal para el es-pacio latinoamericano, en particular en la construccin genrica de laarena poltica, po r lo cual es evidente que un a historia a nivel nacio

    nal correel

    riesgo de convertirse en un a narracin de la trayectoria asu-mida po r las lites y po r las instituciones normativas.Durant e la segunda mitad del siglo XIX, y fundamentalmente en las

    ltimas tres dcadas de la centuria, etapa abordada en este captulo, losdebates sobre la condicin poltica de las mujeres fueron notables, enparticular en el mbito discursivo burgus en cuyo seno se conformun a mentalidad hegemnica sobre el papel asignado a la mujer. Sinembargo, las discusiones que se produjeron en dicho mbito incidieron en la manera en que cada Estado asumi la Inclusin de las mujeres en la esfera de la sociabilidad o del Derecho, y en el modo en quelas mujeres, y tambin los hombres, plantearon las relaciones de poderque son, finalmente, relaciones sociales. La legislacin electoral, civil ypenal del periodo 1870-1900 retrata de manera casi fotogrfica las ex-pectativas de los diversos organismos estatales en cuanto al papel reser-vado a las mujeres en el diseo de la nacionalidad, del Estado y de la

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    ciudadana. Hasta la crisis de Wall Street (1929), la participacin de lasmujeres en el espacio pblico se defini ms po r las varias propuestaspara su incorporaci n a la construccin de los Estados nacionales quepor la difusin del sufi'agio femenino o el derecho de las mujeres a convertirse en representantes. Es evidente que la construccin de los espacios modernos de sociabilidad poltica se fund en la exclusin tcitae incluso en la prohibicin expresa de la participacin electoral de lasmujeres. Si el deber cvico del voto benefici mu y tardamente alas mujeres, ello no implica que el espacio pblico latinoamericano nofuera interpelado po r las mujeres de diversas clases sociales y orientaciones polticas. La participacin pblica de las mujeres encontr un

    campo de accin en el uso poltico de los espacios religiosos, as comoen las prcticas asociativas enmarcadas en sociedades privadas femeninas, las cuales cumplieron un claro rol poltico al sustituir al Estado oal acompaarlo en numerosas ocasiones y contextos en la resolucinde problemas sociales. Adems, debemos anotar que la supuesta se-paracin de las esferas privada y pblica fue, probablemente, muchoms fuerte entre los grupos dirigentes y entre las familias notablesque entre los sectores populares latinoamericanos. Aqu, ms que pensar que el Estado reflej conceptos de feminidad, partimos de la ideade que el Estado asumi discursos que incidieron en la produccin delconcepto de feminidad. Un o de esos discursos en Amrica Latina fue,evidentemente, el legal, que como forma de poder estatal fue en esencia genrico.

    Globalmente podemos considerar que fueron la Ilustracin y laRevolucin Francesa los procesos que marcaron el inicio de una com

    pleja transformacin hacia un a nueva concepci n del derecho, un nuevo lenguaje de la igualdad legal y de la ciudadana. El paso de la sociedad notabiliar a la sociedad contemporn ea se dio desde mediados delsiglo XIX al primer tercio del siglo xx, cuando se produjo una progresiva ruptura del orden social su stentado po r un compor tamient o colectivo de tipo jerrquico que atribua un rango a los diferentes actores so-ciales. Las jerarquas tradicionales parecieron ser desmontadas graciasi al lenguaje del derecho y de la igualdad. Los nuevos Estados discutieron esencialmente qui n era apto para pertenecer o para incorporarseal nuevo estado poltico, en particular, a la ciudadana, y a lo largo delperiodo, mientras se desarrollaban estas discusiones en los espacios le-gislativos estatales, muj eres diversas -esposas de lderes polticos ymonjas, entre otras (Serrano, 2004)-- encabezaron quejas y pedidoscontra su exclusin del mbito pblico en un progresivo despertar, quizs aislado de la conciencia femenina. La relacin entre las mujeres

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    y el Estado nacional emergente latinoamericano no se redujo a lascuestiones vinculadas a la ciudadana y al derecho al sufragio, ni a laexistencia de la divisin entre lo pblico y lo privado, sino que abarc cuestiones de derecho civil, educacin , economa , polticas de fa-milia, sexualidad, higiene y salud. Las mujeres estuvieron presentesantes de ser consideradas ciudadanas en el pleno sentido de la palabra, esto es, las relaciones de gnero intervinieron en la construccin de la identidad nacional, en las ideologas polticas o en el di-seo de polticas culturales y de educacin, afirmacin que cuestionalos estudios tradicionales sobr e la praxis femenina (Potthast y Scarzanella, 2001).

    Es por ello que en estas pginas aborda mos diversos aspectos (educacin, religin, planteamientos sobre el honor y la domesticidad)que, en nuestra opinin, permiten entender los debates en tomo a lacuestin de la ciudadana y de la sociabilidad, reas estas que muestranque las mujeres gozaron de un amplio campo de accin en la construccin de los Estados nacionales latinoamericanos, donde la aplicacinde las reformas liberales presentaron similitudes, en el plano institucional, relativas a la redaccin de las Constituciones, los Cdigos Civil yPenal, y las leyes educativas.

    DERECHO, FAMIliA Y MUJER EN EL ESTADO NACIN

    La interpelacin de las mujeres a los legisladores vari en funcindel Estado-nacin en construccin en cada pas, siendo caso relevante

    y estudiado el dirigidopor

    las lites de las ciudades portuarias que,in-

    teresadas en propiciar su plena incorporacin a la economa internacional, y con la finalidad de captar a los grupos de poder locales y re-gionales, utilizaron el matrimonio como estrategia de alianza. Contrariamente a lo que sucede en la actualidad, en que el casamiento seconsidera parte de la esfera privada de la vida, en el siglo XIX sirvi paragarantizar la formacin de redes familiares que accedieron a los circuitos de poder en un contexto de reforzamiento de las facciones polticas sobre los partidos polticos formales. Digamos, al respecto, queun o de los mitos ms importantes en tomo a la poltica es el del poderinvisiblede las mujeres, su influencia en las sombras y la prctica de unjuego poltico escondido y, en ocasiones, secreto. No es que las muje-res optasen por adoptar los valores definidos po r los hombres comoimportantes, ni que luchasen po r sus puntos de vista, sino que entraron en la poltica a partir de asuntos relacionados con el cuidado, la aH-

    mentacin y la preservacin de los grupos ms vulnerables que, en lasltimas dcadas del siglo XIX, fueron e sencialmente las mujeres y los nios. En consecuencia, sostenemos que frente al empuje agresivo delprogreso, en la base de la construccin de los Estados nacionales lasmujeres aportaron otra mirada. Sin embargo, conviene sealar que,no obstante la baja participacin poltica de las mujeres, ello no implic que stas careciesen de influencia, pues las mujeres legitimaronsu papel aludiendo a su condicin de madres y haciendo del espacio pblico que ocupaban una extensin de las actividades maternas.De hecho, normalmente se consideraba que la actuacin pblica fe-menina era una especie de extensin del papel que la mujer parecacumplir en la esfera familiar. As, la legislacin se ha apoyado en unadivisin del trabajo en la poltica que ha ido paralela con los papelestradicionales y desiguales de varones y mujeres en la familia. El Estadonacin se construy, en gran medida, a partir de esta dicotoma,promocionando un estilo que fue reflejo de la institucin poltica dela divisin de tareas en la propia estructura familiar. En la nacin, es-tas supermadres>} -es tas matronas como muchas veces se hacan llamar a finales del siglo X I X - no pusieron en tela de juicio el hecho deque los puestos de mando, de donde provenan legtimamente las rdenes, estuviesen reservados para los varones. Desde esta perspectiva,muchas veces se ha sostenido que a las mujeres les qued la influencia indirecta, que compe nsaba e n gran medida la participacin directa masculina.

    La diferencia genrica en la legislacin familiar permite analizar elproyecto ideolgico liberal que asign el espacio domstico a la mujer

    y la vida pblica al varn. Pero cul era la situacin de las mujeres la-tinoamericanas ante la ley en Amrica Latina? El anlisis de las mujeres en el contexto de construccin del Estado nacional y de estos Es-tados en su constitucin genrica muestra que stas fueron relegadas ala esfera privada, aunque en cada un o de los pases, y no obstante laimportancia que en todos ellos tuvieron los cdigos de honor, el papelasignado a las mujeres en la ley vari en funcin de la especificidad histrica de la sociedad, sus vinculaciones con el exterior, y la mayor omenor homogeneidad tnica, entre otras cuestiones. Al quedar marginadas de gran parte de las esferas del poder estatal, las mujeres fueronrelegadas a ciertas esferas de la sociedad civil que, para muchos, es si-nnimo de cercana al estado de naturaleza. En todo caso, es evidenteque la integracin del subcontinente en la economa mundial exigide las lites la formulacin de un pensamiento excluyente que fue labase de la formacin de los Estados. A las mujeres de lite, por ejem

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    plo, este pensamientoles atribuy la tarea de atender ala niezen riesgo y de proteger alas mujeres trabajadoras, vistas tambin estas ltimascomo madres.No en vano los fundamentos del orden burgus estudia-dos a travs del prisma ofrecidopor el derechode familia decimonnico demuestran quela institucin familiar fueel fundamento dela bur-guesa y objeto central del poder poltico (Gerhard,2000, 331-359;Kocka,2000). Desdela perspectiva de gnero,la formacin del Estadoliberalse ciment enel principio dela fragilidad dela mujery poten'ci ideolgicamente su capacidad para procrear hijos parala nacin.En este sentido,las mujeres fueron objeto de reflexin por su funcinprocreadora ypor su capacidad para reproducirun orden nacionaldondeel gnerose convirtien un determinante dela :onductaestatal al dejaren manos de un sector definido dela.... mujeres-notablesy religiosas-la tarea de asumirel cuidado de los sectores consideradosmenos favorecidos.

    Losa10s que van de1870 a los inicios del sigloXX permitenpercibir unas sociedades profundamente diversas, dondeel ideal de unamujer domstica contrastabaen ocasiones con la realidad de Estadoslatinoamericanos convulsosen su construccin, en los que lalegitimacin dela separacin entre vida pblica y vida privada aparecems difuminadapo r la vida cotidiana de individuos de ambos sexos.Las ltimas dcadas del sigloXIX fueron ricasen actividad femeninadesarrollada en los salones y en las tertulias- l a s de Juana ManuelaGorriti, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello enel Perfueron mu y conocidasen su poca- , en la vida artstica y en la beneficencia, ya que muchas mujeres formaron parte deun momento dereformas sociales del nuevo orden liberal. Este nuevo orden tomformaen el plano normativo, enel discurso religioso y cientfico, enel marco poltico y legal, yen una realidad social en la quelas mujeres actuaron desdeel espacio del diseo poltico y desdeel mundode la familia yel trabajo. Entonces cabe la pregunta cul fueel rol delas mujeresen la construccin del espacio poltico propio de losEs-tados nacionales en Amrica Latina? Los pases latinoamericanos quelideraron un proyecto modernizador para Amrica Latinase funda-ron sobrela base de ideas moralizantes propias del pensamiento po'sitivista y en teoras socialdarwinistas, higienistasy eugensicas.Laconstruccin del Estado supuso tambinla transformacinlegislativa para dotar alas nuevas configuraciones polticas de una codifica-cin que pudiese hacer frente a los cambios econmicos, polticos ysociales, pero estos cambiosno afectaron sustancialmente entre1870y 1900 a la situacin jurdica femenina. Enel caso de Mxico, por

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    Familia campesina afines del sigloXIX. Tomado dePmzoramas de Chile, 1905.

    ejemplo,la codificacin civil concedi a la mujer casada el derechode tutela y de educacin dela prole, perono afect ni a sus derechospolticos, ni a su dependencia respecto de padres, maridos y herma-nos varones.

    Asentadaslas bases de los nuevos pases independientes, a partir demediados del siglosXIX, sus grupos dirigentes comenzaron a construirimgenes nacionales yel pensamiento en torno ala patriay la nacin,para lo que propiciaron una ofensiva enel campo dela educacin. Eneste terreno,las mujeres maestras fueron claves enla formacin deunsistema educativo estataly laico. Ejemplos significativos fueron lareforma de Jos PedroVarela en Uruguay conel establecimiento delacoeducacin yla profesionalizacin dela carrera docente,as comoelproyecto de Domingo Faustino Sarmiento en Argentina promoviendola llegada delas maestras estadounidenses alas ciudades portuarias rio-platenses. Estas reformas educativas coincidieron enel tiempo conladivulgacin delas imgenes nacionales y conla invencin dela tradi-cin, aspecto este central parala unificacin delas prcticas consuetu-dinarias de una poblacin heterognea tnicamentey, en variosEstados, procedente de pases diversos.Pese al importante papel cumplidopor las mujeres enla educacin,la tesis dominante enel periodo aquestudiado fue similar ala sostenida,en Mxico,po r Diego lvarez

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    en 1852 en su Discurso sobre la irifluencia de la instruccinpblica en laftli- 1cidad de las naciones, quien defendi que la instruccin femenina no de-ba elevar a "la mujer hasta el grado de competir con el hombre, y quetome parte en las deliberaciones de ste, debiendo ser las mujeres"buenas hijas, excelentes madres y el mejor y ms firme apoyo de lasresoluciones sociales (Arrom, 1988, 39).

    La codificacin legislativa fue otra de las bases de la construccinde la nacionalidad y, por lo que a nosotros interesa, fue fundamentalla legislacin civil y educativa particularmente en la organizacin de lafamilia en tanto base de la nacin. La nacin se fund en la represen-tacin simblica que, a su vez, incorpor creencias religiosas y se ex-pres en disposiciones legislativas cuyo objetivo era reforzar los valo-res nacionales_ Valga como ejemplo el caso mexicano en el que la legis-lacin civil de finales del siglo XIX estableci un orden genrico rgido,patriarcal, que redujo los derechos de las mujeres --como muestran losCdigos Civiles de 1870 y de 1884- en derecho de familia, en los quela mujer fue considerada obje to de derecho, como esposa y "madre.Sin embargo, aun siendo cierto que en todos los pases latinoamerica-nos hubo cierto consenso en garantizar el papel de la familia y se man-tuvieron las leyes coloniales discriminatorias que daban prioridad alvarn sobre la mujer, as como las ideas sobre la situacin legal de lasmujeres -excluidas de la poltica-, la movilizacin de las mujeres, laeducacin y las ideas liberales comenzaron a dejarse sentir (Arrom, 1988;Ramos Escandn, 2001)_

    La discrepancia entre las reformas en el esta us de las mujeres,personal y familiar, y la construccin del moderno Estado nacional

    no se vio como una limitacin al progreso nacional. El discurso de lamodernidad en la era de la construccin de la nacin defini la desi.gualdad de las mujeres como una realidad que no slo no iba a aten-tar contra las libertades, sino que era necesaria para sostener el ordensocial. Las mujeres fueron interpeladas para crear una nacin viable,moderna, con un sistema de sa lud y de educacin idneo para hacerde la poblacin un sector verdaderamente productiv o ligado al pro-greso, y con un sistema de familia qu e procur preservar el honorpara producir mejores madres, civilizadas y miembros responsablesde un a sociedad en construccin que era propia de los Estados nacio-nales. As, mientras en Europa el feminismo se nutra de los movi-mientos de liberacin y argumentaba la igualdad jurdica y polticade la mujer, en Amrica Latina el proceso llegara co n posterioridad,en gran.parte debido a la especificidad de los grupos burgueses lati-noamencanos.

    POUTIZACIN DESPOUTIZADA?EL MUNDO ASOCIATIVO FEMENINOEN EL SIGLO XIX LATINOAMERICANO

    La historia nos muestra que en los orgenes de los Estados naciona-les latinoamericanos las mujeres estuvieron presentes tempranamenteen las concepciones polticas emergentes de las entidades soberanassurgidas contemporneamente a los mismos Estados independientes, yparticiparon en diversos espacios de sociabilidad, formales e informa-les, algunos populares como fue el caso de las cofradas o de las socie-dades, y otros claramente elitistas como los encuentros de lectura y depoesa, las sociedades literarias y filantrpicas, las asociaciones mutua-les, y las sociedades benficas, que se desarrollaron para reforzar la pre-sencia del Estado ye l funcionamiento del rgimen representativo. Sinembargo, cuando los grupos dirigentes latinoamericanos se embarca-ron en la modernizacin dejaron a la mitad de sus habitantes, las mu-jeres, al margen del esfuerzo del cambio poltico. La construccin delEstado supuso un aumento del poder del padre, en aras de ensalzar alsoberano, al juez y la escuela. El nuevo Estado requiri ciudadanos efi-cientes que fueron puestos al cuidado de las mujeres mientras negabael voto a una ciudadana ampliada a la que consideraba deficientemen-te formada. En este contexto, el universo poltico aparece masculiniza-do, y las mujeres son adscritas a un mbito segmentado del poder y re-legadas a espacios perifricos como fueron los ocupados po r asociacio-

    nes tales como las sociedades benficas.Slo recientemente la historiografia ha revalorizado el estudio delas estrategias asociativas y de sociabilidad como formas polticas de ac-tuacin pblica. No es extrao que las sociabilidades femeninas, ent relas que encuentran un lugar privilegiado las actividades filantrpicas ybenficas, no hayan sido puestas de relieve: hacer poltica entre las mu-jeres exigi la adopcin de formas diferentes de las adoptadas por los va-rones y, en ocasiones, se trat de vas indirectas de participacin en losasuntos pblicos, lo cual per se no supone considerar peyorativamenteaquellas actividades_ En Amrica Latina, las mujeres notables han esta-do vinculadas, familiarmente, a varones notables relacionados con losasuntos pblicos y, po r ende, podemos afirmar que las mujeres lderessurgieron, normalmente, de la oligarqua y de la poltica oligrquicagracias a redes sociales y a lazos de parentesco sobre l o ~que se susten-taba la estructura poltica. Es evidente que en los grupos familiares or-

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    Juan Len Pallihe, Cazuela dd TeaJro Cokin, 1858.

    ganizados a partir de alianzas de parentesco, la obtencin y ocupacinde posiciones polticas y sociales era un a de las condiciones sine quanon para la supelVivencia del grupo como tal. y, en consecuencia, lasasociaciones de familias fueron la base de la estructura socioecon-mica que se mantuvo y reprodujo a partir de prcticas de sociabilidadiniciadas a fmes del siglo XVIII, las cuales tuvieron su apogeo en el si-

    glo XIX y se desarrollaron hasta las primeras dcadas del siglo xx. Ensuma, las redes de familias de notables utilizaron el proceso de amalga-ma familiar para obtener notabilidad, y las mujeres, con su actividad p-blica, coadyuvaron a conselVar y aumentar dicha notabilidad (Balmori,Voss y Wortman, 1990).

    Es recurrente aqu el caso argentino que nos ofrece la generacinde 1880, generacin que form parte de una red que se teji, en parte,gracias a la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, que fue el con-flicto que cre el primer ejrcito y la primera burocracia nacionales.Co n anterioridad, mientras en el interior del pas las asociaciones de fa-milias notables apoyaron la eliminacin de las rebeliones locales, ob-selVamos que desde mediados del siglo XIX la poltica nacional se fueimponiendo a partir del control de los mecanismos institucionales ydel diseo de frmulas de penetracin institucional, entre las que tuvoun significativo papel la codificacin. El proceso permiti el progresi-

    vo y efectivo control del Estado durante la segunda mitad de la centu-ria, aunque en 1870 era evidente la disputa poltica entre el poder cen-tral y los grupos locales, claramente superados estos ltimos en el jue-go poltico. Para entonces, las slidas relaciones personales tejidas du-rante la primera mitad del siglo XIX no fueron suficientes para asegurarla pelVivencia de los grupos familiares en el poder, los cuales vieroncondicionadas sus relaciones polticas por las fuerzas militares del po-der central que pretendieron intelVenir en los enfrentamientos polti-cos locales y regionales. En este contexto, la prdida de poder de las fa-milias tradicionales muestra que es el poder central el que afirma launidad poltica a partir de la captacin de fuerzas locales, imprescindi-

    bles en la esfera poltica aunque menos relevantes en el mbito patri-monial y econmico. Podemos concluir entonces que las estrategias fa-miliares condujeron a un espacio ms amplio de relaciones polticasmediante el tejido de lazos de parentesco con la lite poltica nacional.Las mujeres se plegaron a la diversificacin de funciones polticas, ylas sociedades benficas ocuparon un papel preponderante en la divi-sin sexual del trabajo poltico. Es por ello que en lo que resta de esteapartado abordaremos dos casos, primero de forma genrica el propor-cionado por el asociacionismo caritativo en el Mxico postindepen-diente; despus, de manera ms detallada, el ofrecido por el caso argen-tino que nos permite entender el juego de poder en el interior delas asociaciones femeninas laicas, y el papel que las mismas obtuvieronen el escenario social de la mano del reconocimiento de las instanciasestatales_

    La historia nos muestra que en Amrica Latina la construccin de

    los Estados nacionales fue paralela a la organizacin de sociedades\ de beneficencia y de caridad formadas por mujeres. Digamos aqu que,

    frecuentemente, los movimientos de reforma moral han visto en su

    i"tt seno la presencia activa de las mujeres llevadas de su inters en la direc-

    cin de las polticas sociales de la nacin. Parece evidente que, mayo-ritariamente, las mujeres que se aventuraron a la arena pblica lo hicie-ron a partir de su rol tradicional de esposas y de madres, haciendo

    , hincapi en valores morales; por ello, no debe sorprender que la in-tromisin)) de las mujeres en la poltica fuera vista como una extensinno deseada de los papeles femeninos tradicionales y que poda, inclu-so, atentar contra el orden social. Los estudios sobre el tema han mos-trado que aquellos movimientos reformistas no generaron cambios es-tructurales, aunque s modificaciones legales, constitucionales y educa-tivas. y, pese a que la actividad caritativa fue una prctica habitual yaen la primera mitad del siglo XIX, lo novedoso en las ltimas dcadas de

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    la centuria fue la organizacin interna y la exigencia reglamentariade legitimar las elecciones internas, la presentacin de informes, la su-pervisin po r parte de las instituciones municipales y el control, porejemplo, de las adopciones de nios y nias puestos bajo la jurisdiccin de las mujeres asociadas.

    La poltica del siglo XIX en Iberoamrica se ocup de las relacionesentre la Iglesia y el Estado y de los privilegios corporativos, as comode elaborar el marco gubernamental para las oligarquas regionales querivalizaron po r el control de los recursos. Tradicionalmente se ha sos-tenido que la situacin de las mujeres latinoamericanas cambi muypoco hasta entrado el siglo xx. El caso mexicano nos permite cuestio

    nar la afirmacin, ya que, tras la independencia, no obstante la imposibilidad legal de las mujeres de ocupar cargos pblicos y acceder al voto,aqullas sufrieron importantes cambios en sus condiciones de vida, pues-to que se beneficiaron de los debates en tomo a la libertad, la igualdad,el derecho natural, la abolicin del poder poltico hereditario y de losprivilegios, y la promocin de la propiedad privada y de la libertad decontratacin.

    Las impresiones que sobre la vida de las mujeres mexicanas dejFanny Caldern de la Barca, la esposa escocesa del primer ministro es-paol ante el Mxico independiente, muestran las actividades femeninas de la poca en las organizaciones de caridad que representaron unanovedosa tendencia hacia la actividad cvica colectiva. En el periodo 1830-1850 haba en la ciudad de Mxico tres organizaciones auspi-ciadas po r el gobierno; la primera fue la Jun ta de Seoras de la Casa deCuna en 1836 --encabezada por la otrora marquesa de Vivanco, quehaba perdido su ttulo noble en 1826-, donde los hombres proporcionaban el dinero y las mujeres entregaban su tiempo y su atencin.Las damas distinguidas tambin formaron parte de una segunda aso-ciacin, laJunta de Beneficencia del Hospital del Divino Salvador paramujeres dementes. Sin embargo, a mediados del siglo XIX parece queestas asociaciones declinaron y, en 1864, un informe acerca de los esta-blecimientos de beneficencia mexicanos seal que la administracinde la Casa Cuna, hasta entonces en manos de la Junta de Seoras, pa-sara al Ministerio de Fomento. As, el Estado fue asumiendo mayorresponsabilidad en la provisin de servicios sociales y, despus de autorizar el establecimiento en 1843 de las Hermanas de la Caridad de SanVicente de Pal, sta se hizo cargo rpidamente de muchas de las insti-tuciones de beneficencia de la capital y proporcion un canal formalpara las mujeres que queran dedicarse al servicio pblico, de formaque cuando en 1874 y como consecuencia de las guerras de la refor-

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    ma la orden fue expulsada, sta contaba con ms de trescientas mujeres mexicanas adeptas.

    Conviene retroceder unos aos para sealar que el Mxico de me-diados del siglo XI X nos muestra un pas en crisis, con el deterioro dela ley y el orden, rebeliones de castas y movimientos secesionistas quefragmentan la nacin. En ese contexto, el debate poltico oscila entrefederalismo y centralismo primero, liberalismo y conservadurismo des-pus y, po r cuanto se ,refiere a las relaciones entre hombres y mujeres,parece que stas se beneficiaron de la discusin en tomo a la libertad,la igualdad, el derecho natural, la abolicin del poder poltico hereditario y los privilegios, y la promocin de la propiedad privada y la li-

    bertad de contratacin. Las mujeres, no slo las pertenecientes a la li-te, se movilizaron y fueron movilizadas para la construccin del Estado nacional, siendo el eje de tal movilizacin la educacin y, en ella,la formacin de las madres. Por ende, la mujer se benefici del papelcvico que le cupo en la formacin de los futuros ciudadanos. Cuandoen 1855 los liberales accedieron al poder, la construccin del Estadoexigi la sustitucin de los pilares del viejo orden: Iglesia, Ejrcito, ca-ciques regionales y pueblos comunales; sin embargo, los debates constitucionales de 1856-1857 mostraron que las mexicanas no participaron de la democratizacin que en ellos se planteaba porque la polticaera considerada inapropiada para el bello sexo".

    Para entonces, como ha mostrado Arrom (1988), cuando se postulaba la elevacin de las mujeres, lo que se pretenda, en realidad, erareforzar el papel de las mismas en el grupo familiar. Durante la Reforma, la Ley Jurez del ao 1856 fue el primer intent o po r parte del Es-tado de asumir el control sobre la sociedad civil hasta entonces delegado en la Iglesia, con lo cual se pretenda que el individuo pasara a in-corporarse al cuerpo social a travs de su papel de ciudadano, no comomiembro de la Iglesia (Ramos Escandn, 2001). Y las mujeres, po r suparte, acudieron a los espacios de sociabilidad aunque lo hicieron encondiciones de discriminacin, al ser reclamadas, bien como "matronas, bien po r su influencia "purificadora o "filantrpica. En consecuencia, podemos afirmar que fue en las dcadas de 1840 y 1850 cuando afloraron el marianismo y el victorianismo, siendo particularmentedifundida la exaltacin romntica de la maternidad, valorada comouna misin sublime y santa que daba a las mujeres una posicinsocial casi sagrada. El marianismo, o la elevacin de la mujer dentro dela familia, coincidi entonces con una cada en la movilizacin de lasmujeres y en su participacin poltica, incluso en el servicio en instituciones de beneficencia, razn que lleva a Arrom (1988) a'acusar al ma-

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    rianismo de sustituir la tradicin religiosa del culto a Maria,po r el cul-to a la maternidad secular, excluyendo alas mujeres del mbito pblico para relegarlasal espacio privado. Segn esta historiadora mexicana,mientras que en Europa y Estados Unidoslas mujeres llevaron elcon-cepto de su superioridad moral hasta su conclusin lgica, utilizndolo para respaldar demandas de igualdad de derechosy papeles pblicos, en Mxico aceptaron, en su mayora,el culto dela domesticidady sus diferencias con los hombres.La razn de tal posicin fue que,dada la debilidad del Estado mexicanoy la insuficiente democraciaexistente,las mujeresno se sentan particularmente disminuidas porel hecho deno podervotap>. Este tema debe considerarse tambin enrelacinCOn el de la clase social a la que pertenecanras mujeres, puesto que mientraslas pertenecientes a los sectores popularesse vierones-casamente beneficiadaspor los cambios republicanosy fueron obligadas a emplearse enel mercado laboral,las mujeres dela lite, consideradas prestigiosas, optaronpor participar en organizaciones de caridady de presin poltica, y de esta manera tuvieron la oportunidad deal-canzar una educacin superior ala ms rudimentaria, haciendo insosteniblela tradicional inferioridad delas mujeresy abriendo caminoalmarianismo. Despus del momentneo fomento delas organizacionesfilantrpicas de mujeres duranteel Imperiode los ailos 1864 a1867, ytras la marcha ya sealada delas Hermanas de la Caridad, surgieronduranteel Pornriato diversas organizaciones de caridad, paralelamenteal reconocimiento dela capacidad cvicade las mujeres, en particularde la lite. stas fueron solicitadaspo r los reformadores, que reclamaban su integracinen el esfuerzo nacional, puesto queen caso de noproducirse tal integracinno sena posible, en su opinin, solucionar

    los problemas del pas. En consecuencia, enel periodo 1870-1900ve-mos alas mujeres actuarcomo maestras, integrar asociaciones decari-dad y formar parte de grupos de presin poltica.

    Las experiencias de gneroy la historia delas mujeres nos ponefrente ala construccin dela mitologa nacionaly de los estereotiposculturales que acompaaron la construccin de los Estados nacionales.Mxico representa, probablemente,el pas latinoamericano dondelosarquetipos de masculinidad y feminidad estn estrechamenteeno"ela-zados conla mitologa dela autodefinicin estataly de la identidadna-cional, pero tambin lo vemos,aunque Con otras peculiaridades, enParaguayoen Puerto Rico, an colonia espaola, dondela participacin dela mujer enla lucha poltica emancipadora, pese a ser escasa,fue significativa, llegando a formar parte delas juntas revolucionariasde 1898en rgimen de igualdadCon los varones (Pic, 1975,2).

    En todo caso, la tnica comnen los pases latinoamericanos a lolargo del sigloXIX fue quese confi en la imagen dela maternidad paralegitimar la actividad poltica femenina, una maternidad real ofigura-da que adjudicaba alas mujeres de lite una especie de servicio voluntario. Sin embargo,en cada pas, en funcin de sus peculiaridades,lasmujeres encontraron espacios de sociabilidad alternativos, comofue elcaso del Per, dondelas precursoras dela emancipacin fueron novelistasy poetas, a diferencia de Chile, donde, en la dcada de 1870,laemancipacin estuvo ligada ala incorporacin de mujeres ala educacin superiory a las profesiones. Sin embargo,no podemos olvidarque, en ambos pases, las mujeresno sobrepasaron los lmites fijadospo r el papel maternal universal de la mujery legitimaron su actuacin pblica argumentandoque se trataba de una prolongac in natural. Por ellonO es extraoque en el primer Congreso Interamericano de Mujeres celebradoen La Habana en 1923, aos despus delperiodo aqu abordado, se calificarael movimiento de mujereslati-noamericano existente hasta entoncescomo de una maternidadso-cial" (Chaney, 1983,39).

    Cuando la mujer comenz a irrumpir enel terreno poltico,casisiempre fue ocupndose de asuntos domsticos, del bienestary de la sa-lud dela poblacin.La prctica histrica nos muestra, de hecho, que por10 que se refiere ala participacin delas mujeres enel mbito poltico,normalmentese desarroll en una situacin enla quese combinaba unanormativa excluyente-negacin de su posibilidad de elegiry, al mismotiempo, acceder a puestospolticos- y el pensamiento sobrela diferenciacin delas esferas correspondientes a los sexos en funcin de supuestos valores morales. Conviene tambin sealar quelas mujeresse invo

    lucraron enla poltica activa latinoanlericanaen momentos de crisis.Y, a modo de reflexin general, podemo!' concluir que, por lo quese refie-re a la contribucin delas mujeresal progreso, ala construccin dela na-cin en los aos aqu abordados,se produjo a travsde dos vas: la pri-mera,la maternidad, va en queel ideal eraUna maternidad ilustradapara todaslas mujeres; la segunda, la participacin como fuerza detra-bajo, reservada a las mujeres de los sectores populares. El sistema deco-. . ~ dificacin moderno conformado enlos Estados nacionales latinoameri

    t canos tuvo en cuenta esta divisin,y la libertad individual, elementofundamental del liberalismo,no fue extendida alas mujeres, que,no es1 casual, no fueron objeto de biogranas pasadala etapa independentista yhasta el surgimiento del movimiento feminista, a inicios del siglo xx.l Pasandoal caso argentino, que nos debe permitir entenderel juego de poder enel interior delas asociaciones femeninas laicas, yel pa-

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    Carlos Enrique Pellegrini, Tertulia portea, 1831.

    pel que las mismas obtuvieron en el escenario social de la mano del re-conocimiento de las instancias estatales, abordaremos el papel asumi-do po r la organizacin de una sociedad caritativa femenina en una ciu-dad portuaria argentina ligada al mercado internacional como Rosario,buen ejemplo para comprender algunas de las caractersticas del Estado-nacin latinoamericano. La Sociedad Damas de Caridad surgi en ela o 1869 a partir de una reunin realizada en la casa particular deuna de las mujeres ms importantes de la lite local, Blanca M. de Vi-llegas. El objetivo de la asociacin femenina fue constituirse en unasociedad filantrpica, y en sus inicios se reservaron sus recursos y susfuerzas a la resolucin de cuestiones fonnales tales como condicionesde membresa, reglamentacin interna, definicin de los derechos elec-torales y obligaciones de las socias, po r citar algunos. En 1872, trasprestar proteccin a una mujer pobre y a un grupo de nios que ha-ban quedado hurfanos, las mujeres convocadas alrededor de la nue-va sociedad benfica decidieron hacerse cargo de la creacin de unainstitucin que denomi naron Hospicio de Hurfanos y Expsitos conla finalidad de cumplir con el objetivo perseguido de actuar a favorde la humanidad doliente, objetivo aceptado tanto por las institucio-nes locales como po r la misma sociedad civil. Las Damas de Caridadpretendieron ofrecer cuidados materiales y educativos a los hurfanos,

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    y se mantuvieron en el escenario poltico, asociativo e institucionalgracias a suscripciones populares y donaciones que las propias Damasrealizaron a ttulo personal hasta que, a fines de la dcada de 1880, lasdiversas instancias estatales (municipal, provincial y nacional) decidie-ron otorgar un a subvencin pennanente.

    Es indudable que la construccin del orden urbano rosarino exigiun trabajo conju nto pero, al mismo tiempo, diferenciado en funcinde atribuciones y de las jurisdicciones demarcadas para cada organis-mo. Pese a la amplia capacidad de decisin de las Damas de Caridad,en algunos casos fue el Defensor de Menores quien detennin el des-tino de las criaturas del Hospicio y quien en ocasiones lleg a disputar

    dicha atribucin legal. La distribucin de tareas y jurisdicciones, ascomo el importante papel poltico cumplido po r las mujeres concen-tradas en tomo a la asociacin benfica femenina, se pusieron de ma-nifiesto con motivo de la epidemia de clera que sufri la ciudad en 1886.Fue en ese momento cuando las instituciones municipales solicitaronde las Damas que acogiesen, en colaboracin con las rdenes religio-sas femeninas instaladas en la ciudad, a aquellos nios y nias que, ha-biendo sido afectados po r la epidemia, haban quedado hurfanos.Para garantizar el cuidado de los mismos, la polica entreg a las reli-giosas que llevaban adelante el cuidado directo de los bebs diversosobjetos (catres, colchones, sbanas, almohadones, comida), pero se de-sentendi de la suerte corrida po r las criaturas. Las Damas aceptaronhacerse cargo de todos los ingresados, pero hicieron constar su deseode recibir una subvencin para atender al mantenimiento de los niosy sintetizaron bien cmo se pensaban ellas mismas cuando se presen-taron en 1899 como un grupo de seoras respetables, de matronas,que haba decidido lanzarse con ahnco a la grande y abnegada tareade hacer el bien y concibiendo desde luego el pensamiento de favore-cer especialmente con sus afanes y cuidados a los nios. Los hurfa-nos primero y los expsitos despus consti tuyeron el objetivo de aquelgrupo de damas que, dispersas o agrupadas, fueron, en sus propias pa-labras, tras el vagido y el lamento llevados por la piedad, a salvar unaexistencia y endulzar una agona. El Hospicio que crearon pretendiser una institucin popular tan delicada para las masas de bajo nivelsocial, porque es una lnea la que separa el baldn de la desventura.No escatimaron esfuerzos en dejar claro que haban actuado con elconcurso de todos los miembros de la sociedad del Rosario, en pri-mer tnnino, y de las ayudas materiales de algunos Poderes de la Na-cin y de la Provincia, despus, y, siempre que la situacin lo requiri,sostuvieron que la tarea asumida po r la Sociedad - a diferencia de lo

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    acaecido en Buenos Aires, donde las asociacionesse encargaban, ya delos nios expsitos, ya de los hurfanos, ya de los abandonados, yade la educacin- era consecuencia de la negligencia del Estado enasumirlacomo propia. En consecuencia,las Damas de Caridadse ocuparon en atender a todas aquellas necesidades, dado que:Los Poderesse han ido desligando de ellas por que otras tareas superiores losha nreclamado en absoluto.

    Para entonces,se haban planteado incidir en la eleccin de losmiembros dela administracin pblica involucradosen las reas enlasque el Hospicio y las Damas tenan injerencia, estoes, el cuidado delos bebs abandonados y hurfanos, el destino delas adopciones yel

    control de la infancia. Ausentes tericamente de la poltica activapar-tidaria, las Damas recrearon una reglamentacin muy concreta encuanto a sus atribucionesen las prcticas jurdicas dirigidas a las familias, a la maternidad, y a los nios y nias, y al mismo tiempo establecieronlas formas de accesoal poder de la sociedad benfica mediantela definicin deun sistema electoral externo que llev a algunas mujeres de la lite a ocupar los puestos ms destacados dela asociacin.Eseejercicio, a la larga,les permiti integrarse directamenteen todos losveles del entramado institucional local, regional y nacional (Dalla Corte, 2004).

    ABSTENCIN POLTICACOMO SINNIMO DE FEMINIDAD:RGIMEN REPRESENTATIVO, LEGISLACIN CONSTITUCIONALY SUFRAGIO

    Como sabemos, los partidos polticos son los protagonistas centrales de los procesos electorales contemporneos, reconocidos por losor-denamientos jurdicos latinoamericanoscomo sujetos actuantes en losprocesos poltico-electorales, aunque, en este punto, comn denominador a todos los pases latinoamericanos fue la exclusin de la mujer enel rgimen representativo por cuanto implicaba involucrarse en actividades que nole eran propias. De la misma forma, aunque algunasConstituciones latinoamericanas aprobadas en la segunda mitad delsi-glo XIX introdujeron artculos por los que las mujeres concedanlaciudadana --extranjeroscon los que contraan nupcias, comoen lasConstituciones hondureas de 1864 y1873 (Marias Otero, 1962)--,las mujeres fueron sistemticamente excluidas del sufragio hasta lad-cada de 1940 para las elecciones presidenciales y federales, aunque enalgunos casos-Argentina, por ejemplo- haban obtenido yael dere-

    cho a ejercer el votoen el mbito provincial y municipal, yen otros-como Colomhia-, el estado soberano de Socorro otorgel derecho al voto a las mujeres en la dcada de 1880, perono les concedielderecho a ser elegidas.

    En Amrica Latina, donde todas las Constituciones sufrieron porvarias dcadas la influencia de la aprobada en Cdizen 1812, los conceptos jurdicos propios del derecho poltico electoral, as como lasins-tituciones resultantes, permiten comprender tantola evolucin dela in-tegracin dela representacin nacionalcomo las caractersticas que hatenidoel sufragio en la configuracin del Estado nacional.La incorporacin plena delas mujeres en calidad de ciudadanases una problem

    tica que ha sido estudiada desde diversas perspectivas, dependiendo, yadel inters por la historia poltica, ya del intento por comprender losmodos en que las mujeresse incorporaronal sistema electoral. En todocaso,es evidente quela construccin del Estado-nacin latinoamericano entre 1870 y 1900 neg alas mujeres la capacidad de convertirse ensujetos de imputacin ciudadana,no obstanteel gnero contribuyeraen gran medida a la construccin de la identidad grupal, la memoriahistrica y reforzara los mitos sobrela constitucin del poder. Siguiendo a Stern (1999, 409), la diferencia sexual era absorbida culturalmente por los Estados necesitados de legitimar su poder socialmente, pueslas construcciones culturales tienden a naturalizarel gnero y a reafirmar los papeles de gnero apropiadoscomo la base del orden yel bie-nestar sociales.

    La democracia deliberativa que los grupos dirigentes pretendanconstruir incorpor como problema que enfrentary, eventualmente, queresolver,el hecho de obtenerla homogeneidad social y cultural delanacin.La poltica del Estado en relacin conlas mujeres supuso fijarlos criterios de su participacinen el esquema dela modernidad y enel ideal del progreso nacional.La edificacin dela nacin dio lugar ala construccin poltica del Estado sobre la base de la deliberacinconstitucional(Ackerly, 2000). De este modo, elhonor nacionalsefund, indudablemente, enla familia patriarcal yel llamado progresonacional exigi, como hemos visto,la participacin delas mujeres endicho procesocomo madres y servidoras.La historia cultural y delas mentalidades nos seala que una tesis recurrente en los crculos polticos y culturales de la lite latinoamericana fuela concesin alas mujeres de algunas competencias en los asuntos pblicos, en tantose lesreconocaun mayor juicio y una moralidad ms alta. Sin embargo, talvaloracinno condujoal reconocimiento de los derechos polticos dela mujer; porel contrario,se les excluy de dichos derechos conel ar-

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    gumento de que, en realidad,las mujeresno tenan necesidad de participar en tales asuntos (pblicos).La noble tarea de educar a los futuros ciudadanos pareci serel techo de cristal de los derechos reconocidos alas mujeres, como vemos en los casos siguientes.

    Paraguay, conocido tras la Guerra dela Triple Alianzacomo elpas delas mujeres, perdi parte del territorio y a buena parte de supoblacin masculina. Enfrentadacon el desequilibrio demogrfico-haba cuatro veces ms mujeres que hombres, en su mayora niosy ancianos-, la propaganda poltica opt por utilizar ---

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    tivos, profundizandoen la dicotoma entrecdigos prescriptivos,ideolo-gas e institucionessociales y la vida real y cotidiana.

    Las muj

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    y las asambleas convocadas en el seno de las asociaciones femeninaslaicas que constituyeron, cada una a su manera, una faceta de la sociabilidad femenina en el marco del ejercicio polt ico y estatal. Como vemos, se trata de un entramado de espacios formales y no formales quecoadyuvaron a la construccin del Estado y que crearon interseccinentre la esfera privada y la esfera pblica. Ladinmica poltica fue enlos hechos transversal a las relaciones del gnero y estas relaciones impregnaron el proceso de construccin del pode r poltico.

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