garcilaso. un cusqueÑo ilustre

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Dr. Alfredo Yepez Miranda

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Page 1: GARCILASO. UN CUSQUEÑO ILUSTRE
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PRESENTACIÓN

Los alumnos del Sexto Ciclo-Especial, Promoción "INCA GARC1LASO DE LA

VEGA" 1966, del Instituto Nacional de Educación Comercial Nro 27 (Primera

Promoción), tienen la grata satisfacción de presentar este folleto que, con el

asesoramiento del Profesor Sr. Guillermo Flores Rojas y la orientación del

auxiliar de educación Sr. David Pezúa Vivanco, ponen a la consideración de la

distinguida sociedad cusqueña; especialmente a los señores profesores de los

distintos planteles educacionales, así como a los compañeros estudiantes y, muy

particularmente a los queridos y dilectos profesores de la Gran Unidad Escolar

"Inca Garcilaso de la Vega", de quienes se espera la más decidida colaboración.

Se trata de un tema de tanta importancia que se hace una obligación de todo

buen cusqueño el tener que conocer al insigne mestizo americano, de la lengua

de Cervantes. Es, pues, este el principal objetivo de la presente edición.

Los alumnos esperamos tener una acogida económica de todos cuantos viven y

sienten por la superación de la juventud, toda vez que con los ingresos que se

obtenga de la venta de este folleto, se piensa recaudar fondos que hagan factible

la realización de un viaje de estudios e investigación económica.

Este es el momento más oportuno, para presentar nuestro más grande

agradecimiento al ilustre maestro Dr. Alfredo Yépez Miranda, quien con el gran

cariño y admiración que tiene por la juventud amante de la superación, ha dado

la brillante oportunidad para que su ensayo sobre el "INCA GARCILASO DE LA

VEGA" sea reeditado, y cuyos ingresos por venta se destine integramente a la

juventud, lo que compromete nuestro eterno agradecimiento.

De igual manera presentamos nuestro agradecimiento por la valiosa

colaboración efectuada para que se haga realidad la presente edición al

distinguido maestro Dr. Gustavo Pérez Ocampo, poeta y periodista ampliamente

conocido en el ambiente intelectual, quien ofrece la presentación al magistrado

Dr. Yépez Miranda; es también singular nuestro agradecimiento al distinguido

maestro y joven artista Sr. Hugo Béjar Navarro, quien con su exquisita

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sensibilidad ha sabido diseñar la carátula del folleto, poniendo en alto la egregia

figura del Mestizo Inca Garcilaso de la Vega.

Así mismo, el agradecimiento profundo a la Asociación de Padres de Familia del

Instituto Nacional de Educación Comercial Nro. 27, que dirigida por su joven y

entusiasta Presidente Sr. Juan Alvarez Cayo y por su dinámica Tesorera Srta.

Marina Sequeiros, hacen realidad esta impresión con su valioso aporte

económico, a nombre de su representada.

Finalmente, nuestra gratitud a las diferentes casas comerciales que han

colaborado tan gentilmente al llamado que se les ha hecho.

Para terminar estas pocas palabras de presentación, debemos manifestar y

hacer un llamado cordial al pueblo cusqueño, para que conjuncionados todos,

en un solo ideal, se haga realidad la repatriación de los restos del Ilustre Mestizo,

que se viene gestionando ante el Gobierno Español, gracias al espíritu

cusqueñista que tiene el Burgomaestre Sr. Alfredo Díaz Quintanilla, el que

constituirá sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos de más trascendencia

para los hijos de la Capital Arqueológica y por ende para América toda, hecho

que completaría la magna obra de la reconstrucción de la casona, donde viera

la luz primera el Ilustre Mestizo.

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Alfredo Yépez Miranda

El magisterio, la historia, el periodismo, la magistratura, la literatura son

actividades dentro de las cuales el nombre de Alfredo Yépez Miranda es

cotidiano y habitual. Excelente orador, de palabra docta y suasoria, sus

intervenciones en la cátedra y la tribuna universitarias son siempre comentadas

con fervor y recordadas con cariño. Desde las aulas ciencianas, hace muchos

años, inició la siembra de sus enseñanzas en el sugestivo y siempre apasionante

campo de la Historia. Luego sus investigaciones sobre la vida y la obra de

nuestro genial mestizo autor de los COMERTARIOS REALES y sus aportes al

esclarecimiento del origen del drama OLLANTAY, hecho, desde sus inicios, que

la importancia científica de Miranda esté a la altura de otros investigadores de la

Historia y la Literatura Peruanas.

Por otro lado, sus divulgaciones de lo que Guillermo de Torre llama "literaturas

de vanguardia" con relación al Perú constituyeron lecciones de suma importancia

en momentos en que la bibliografía sobre estos tópicos no era del todo de fácil

consecución. Ahí están muchas ediciones de la REVISTA UNIVERSITARIA del

Cusco, donde Yépez Miranda volcó el fruto de sus densas lecturas para el

conocimiento de la última literatura peruana de hace un par de décadas.

Es así, pues, que nuestro escritor constituye en los días de hoy una figura de

gran trascendencia para la cultura, no sólo del Cusco sino del Perú todo.

Elogiamos en lo que vale y sin reservas su labor histórica y literaria. Y lo hacemos

con el fervor cusqueñista y la justicia que siempre hemos puesto en el

reconocimiento de la obra de quienes, sin más interés que la grandeza de su

tierra, han vigilado interminables noches teniendo por delante el documento

sagrado de la historia o el libro salido de la pluma de nuestros escritores y poetas.

Y al escribir estas líneas casi a vuelamáquina, dejamos constancia de ese

justiprecio y de esa cordial simpatía por el maestro y el investigador que siempre

fue Alfredo Yépez Miranda.

Gustavo PEREZ-OCAMPO

Cusco, invierno de 1966.

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GARCILASO SÍMBOLO DEL

MESTIZO PERUANO

Alfredo YEPEZ MIRANDA

I

EL SIGLO XVI:

AMANECER DEL MESTIZO PERUANO

EL genial cuzqueño nace el 12 de abril de 1539, en la ciudad del Cuzco; es el

producto del beligerante siglo XVI. en el que amanece un nuevo signo espiritual

en América. Es por eso la semilla y, al mismo tiempo, el fruto de un nuevo

proceso histórico.

EL siglo XVI es uno de los más interesantes de nuestra historia, porque en él

surge un nuevo proceso que va hacia una conciencia nacional. Dos razas

distintas, dos civilizaciones opuestas y dos mundos desconocidos se pusieron

frente a frente en pugna beligerante, chocaron y de ellos comenzó a surgir una

nueva luz. El español se había amestizado, deslumbrado ante el sortilegio de

nuevas tierras y nuevas gentes, con su ardor renacentista, su afán de descubrir,

su codicia por el oro, su gallardía espiritual, su admirable epopeya de subir y

bajar los Andes y llegar hasta los ríos ignotos en busca de tesoros, no sólo del

oro sino ese otro magnífico, del orgullo de la gloria, el tesoro de la fama, se había

transformado con ese continuo acercarse a la tierra, y si volvía a España se

consideraba ya un trasplantado. Algo semejante sucedió con el peruano de

entonces, descubre un nuevo mundo de sorpresa que emerge frente a él y otro

que se cierra a sus espaldas, una nueva religión, un nuevo pensamiento, un

nuevo idioma. Es la novedad que llega y lo conocido, lo tradicional cae muerto a

sus espaldas, de modo que hay un amestizamiento de ambas civilizaciones; lo

europeo y americano se renuevan, así surge el siglo XVI. Lástima que este

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peruaniza-miento no llegue a consolidarse: reales órdenes, medidas legales,

detienen esa marcha acelerada del mestizo hacia su unidad espiritual. Es

entonces que el Inca Túpac Amaru, ajusticiado en la Plaza del Cuzco en 1571,

es el símbolo del incario que termina.

Iniciado el conflicto de la conquista, la epopeya de la resistencia culmina con el

reino efímero de Vilcabamba. Allí la cultura se estatifica, se aisla y dura todavía

cuarenta años, como un apagado resplandor de la grandiosa cultura del Ta-

huntinsuyo. La pugna continúa en actitud dinámica, con los que en pleno

acercamiento con los conquistadores luchan por sobrevivir; esos son los indios

que en el siglo XVII han de dar testimonio de su alma, en la magnífica y

esplendorosa actividad artística. Es el siglo de oro del Cuzco, comparable con el

renacimiento italiano; el oro del Inca y el alma del peruano vibran en la tela, se

hacen canción en la piedra o trazan signos magníficos en arcadas y bajo relieves;

surgen las catedrales cuzqueñas, los campanarios inimitables, así como la

pintura magnífica llamada orgullosamente: "Escuela Cuzqueña".

El Inca Garcilaso nace en el Cuzco, corazón del Imperio y al mismo tiempo punto

central de la conquista; es el re-presentante del nuevo tiempo y del nuevo signo

del Perú, es el mestizo por excelencia; su vida, su obra, su conciencia espiritual

son la expresión viva del nuevo Perú; estudiar paso a paso, en detalle, el valor

trascendental que tiene este hombre, es estudiar también la propia trayectoria

del mestizo peruano en general

Ya sabemos que es hijo de Sebastián Garcilaso, Capitán español entroncado

con linajudas familias peninsulares, pariente de Jorge Manrique y el Marqués de

Santillana; su madre fue la princesa peruana Isabel Chimpu-Ocllo, descendiente

de emperadores cuzqueños.

La tragedia del Perú se reproduce en el alma de Garcilaso, es una constante

tragedia interior que nadie ha sentido como él, lucha de dos mundos en su alma

desde su nacimiento. Su madre le habla con el dulce arrullo del quechua, su

padre en el sonoro español. Cerca están los viejos amautas, que le explican la

maravillosa historia de un imperio que está desapareciendo ante sus ojos

admirados, que contemplan los últimos destellos de esa gloria, siente la

grandeza de ese poderío que se hunde en las sombras. En cambio, el canónigo

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Cuéllar, su ayo Alcobaza, su padrino Silva y otros españoles, le muestran la

grandeza de la cultura española, lo adentran en gramática y en latín, asiste con

otros mestizos a una escuela, en la que el profesor entusiasmado les dice:

"Cómo quisiera verlos a ustedes en Salamanca", así dos culturas nutren su alma.

Ve a Gonzalo Pizarro y conoce al Demonio de los Andes, es espectador de las

guerras civiles, es hombre de caballos y arcabuces, escribiente de su padre y, al

mismo tiempo, visita a Sayri Túpac, el Inca de Vilcabamba; toca la mano de la

momia de su tío abuelo, el Inca Huayna Ccápac, recorre por las galerías del

portentoso Sacsayhuamán, contempla los maravillosos graneros de maíz con

que los sirvientes indios llenan las trojes de la casa de su madre y ve cómo los

quipus, con sus nudos de colores, llevan la cuenta exacta as entregas. Asiste a

convites que diariamente da su padre con comensales que llegan de 160 a 180,

en una vida principesca de vencedores; los brindis entusiastas se mezclan con

el tintineo de las espuelas y el relincho de los caballos en las cuadras. Más allá

contempla otro cuadro, viejos amautas musitan con tristeza: "trócesenos el reinar

en vasallaje". La miseria ronda entre los descendientes de los poderosos incas.

La hermana y la madre tienen que dejar la casa paterna y su padre contrae

matrimonio con una española; así surge el conflicto de una vida frente al drama

de dos civilizaciones en pugna.

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II

EL PROSCRITO ESPIRITUAL

En enero de 1560, el Inca Garcilaso viaja a España. Es el hombre sin hogar, el

hombre que no se siente en un ambiente propio; deja su ciudad natal en busca

de un nuevo mundo; el padre ha muerto, se dice que llevó el cuerpo del Capitán

español para enterrarlo en Sevilla, en la Iglesia de San Isidro. Va en busca del

mundo paterno, en busca de mercedes y derechos como hijo del capitán,

llevando pesos suficientes para comenzar sus actividades. En España frecuenta

la Corte, el Consejo de Indias. Sienta plaza de soldado, torna parte en la guerra

de las Alpujarras, donde seguramente su conflicto se hace más saltante, porque

lucha contra los moros que tienen otras ideas, otra religión y otro idioma, vale

decir, otro sentido de la vida, igual que sus parientes indígenas del lejano

Tahuantinsuyo. En 1563 decide y quiere volver al Perú. No están bien

determinadas las razones que impidieron su regreso, pero la imposibilidad de

volver al Perú significa un nuevo desgarrón que conmueve su alma; es un

conflicto que ha de transformarlo porque la nostalgia del mal de ausencia, del

que padece todo americano alejado de la tierra, se hace carne en el Inca que

desconcertado en España, ante un mundo nuevo, pretende retornar al hogar

materno sin conseguirlo; esto se hace más grave, cuando en años sucesivos le

han de llegar noticias verdaderamente desconsoladoras. En 1571 muere Túpac

Amaru, el último representante del Imperio Incaico; en el mismo año hace

testamento su madre que había contraído matrimonio con un tal Juan Pedroche.

Es el hombre sin hogar, sin patria, con dos mundos extraños frente a él; sabe

que los descendientes de los incas han sido perseguidos y desterrados por el

Virrey Toledo, sus compañeros de escuela y correrías ya no están en el Cuzco.

Los conquistadores que se amestizaron acercándose a la gloria del Imperio, han

desaparecido; muere la conquista y surge la colonia. El Cuzco de 1571 muestra

otra época distinta a la de 1560 en la que el inca viajó a España.

El Inca Garcilaso tiene que dar salida a su tragedia interior, lo hace como buen

mestizo y americano, abriendo las puertas del recuerdo al pasado que es el

mundo materno, al glorioso imperio del Cuzco; su alma es de un proscrito, de un

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mitimae, de un trasplantado, como de los que salidos del Cuzco para poblar las

nuevas tierras conquistadas por el Inca, se refugiaban en el recuerdo cantando

dulcemente sus yaravíes quejumbrosos, así Garcilaso, ha de tomar la pluma

para librarse de esa proscripción. No le alcanzó, tal vez, la proscripción política

ejecutada policialmente; no conocemos las razones que determinaron que su

pedido de 1563, no se concretase en su realización.

Garcilaso, como americano, es un enamorado de la tierra, se siente unido al

medio telúrico por un cordón umbilical que no se puede romper; por eso el Inca,

sin patria y sin hogar, representa al último mitimae arrojado de sus tierras,

proscrito más allá de los mares por la fuerza del destino, para que desde esa

lejanía rompa su ostracismo, volviendo con la fuerza del espíritu para relatar su

historia, con el vigor y emoción de un auténtico quipucamayoc; vuelve a la tierra

en su ansia espiritual, ya que no lo pudo hacer como caminante; Los

Comentarios Reales es la obra de un proscrito, de un mitimae, de un

quipucamayoc. Riva Agüero lo considera un clásico por la forma del estilo. Luis

Alberto Sánchez, un romántico por la emoción, Luis Velazco Aragón, un realista

por la exactitud. Busquemos en el fondo de su obra la verdad de su vida,

hurguemos en esa colosal autobiografía, el sentido íntimo de su ser,

interpretándola como la del primer mestizo, que ante el desconcierto que surge

en su vida, que ha perdido su patria y su hogar, se reencuentra volviendo en alas

de la evocación al hogar telúrico. Garcilaso es la magnífica expresión de la dolida

espiritualidad de los hombres sin patria cultural, la que no encontró ni en el Cuzco

ni en Madrid, que buscó afanosamente en las emotivas páginas de su libro; con

él comienza esa necesidad interior del mestizo americano que busca una actitud

propia frente a la historia del mundo. Garcilaso dio el primer paso firme en busca

de la patria cuando su vocación y su fe en el Perú lo acreditan no sólo como el

primer peruano sino como el primero que sintió la patria como algo distinto.

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III

EL QUIPUCAMAYOC

El Inca Garcilaso muere en 1616, en el mes de abril. En el mismo mes

desaparecen Shakespeare, el gran autor inglés y Cervantes, el padre de la

lengua española. Los tres son el símbolo de sus respectivos pueblos, el alma

inglesa, el espíritu español y el mestizo peruano, hablan su propia expresión a

través de esas tres inmortales figuras que son Shakespeare en Inglaterra,

Cervantes en España y Garcilaso en el Perú. Tres pueblos que se descubren a

través de tres personajes.

Los críticos encuentran semejanzas y puntos de contacto entre las obras del Inca

Garcilaso y los libros como la Utopía de Tomás Moro, La Ciudad del Sol de

Tomás Campanela o La República de Platón. Olvidan que los Comentarios

Reales es la historia de un pueblo que desaparece, la defensa de una raza y de

un pueblo que forjaron una gran cultura y fueron destruidos como consecuencia

de una conquista; en ella está reflejada la melancolía de un hombre que recuerda

que ese tiempo pasado fue mejor, como lo sintiera también uno de sus

antepasados, el poeta español Jorge Manrique; en cambio las otras obras

mencionadas son libros de utopía, pintan mundos mejores. Garcilaso no

construye un mundo imaginario, él canta, describe, evoca un mundo verdadero.

Su colosal autobiografía tiene evidente relación con la pugna espiritual que forma

el fondo de su tragedia, el itinerario de la publicación de su obra demuestra la

actitud del caminante sicológico en busca de su meta: en 1590 publica la

traducción de los Diálogos de Amor de León el Hebreo, del toscano al castellano.

En 1596 la Genealogía de Garcí-Pérez de Vargas. En 1605, La Florida del Inca.

En 1609, Los Comentarios Reales y en 1617, como obra póstuma, La Historia

General del Perú; es decir, primero las doctrinas filosóficas del viejo mundo,

traducidas con gran belleza; después el homenaje al mundo paterno, escribiendo

la genealogía de sus antepasados; en seguida se inicia el rumbo americano con

la epopeya de la conquista de la Florida, escrita a base de los relatos que le

hacen sus principales protagonistas, de tierras y hombres que desconoce; en

cambio el artista describe con gran belleza y hondura las escenas que le han

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relatado, América surge con vigor en magníficos relatos, en los que la naturaleza

cobra vida y las luchas de americanos y españoles alcanzan relieve homérico.

Finalmente, publica Los Comentarios Reales, donde se encuentra el tesoro más

preciado de la incanidad, evocación del pasado lleno de majestad y grandeza,

de sus abuelos los incas, para terminar con la historia de la conquista y guerras

civiles entre los españoles, de las que fue espectador; verdadero relato

autobiográfico en el que evoca escenas de esta pugna de mundos y pueblos,

para concluir con la muerte de Túpac Amaru I, el último inca de Vilcabamba,

cerrando así el siglo del Imperio y la Conquista, dentro de una gran unidad, no

habiendo querido continuar escribiendo la historia de la colonia, de la que se

sentía desligado espiritual-mente, a pesar de tener los datos más recientes sobre

esos acontecimientos, que se realizaban en el lejano Perú, en los últimos días

del siglo XVI y los primeros años del siglo XVII.

Garcilaso fue el primer abanderado de una expresión propia frente a la realidad

de su época. En la portada de su libro dice: "A los indios, mestizos y criollos de

los reinos y provincias del grande y riquísimo Imperio del Perú. El Inca Garcilaso

de la Vega, su hermano y paisano, salud y felicidad". Nadie, antes ni después,

supo encerrar en forma tan exacta y precisa el sentido del nuevo Perú,

incluyendo con un común denominador a los indios, mestizos y criollos, es decir,

a todos aquellos que por razón de nacimiento, tenían por común patria, el mismo

paisaje materno. Es por eso que, pasado el tiempo, como consecuencia de la

revolución de Túpac Amaru II, el Visitador Areche sugiere, en 1781, se manden

recoger los ejemplares de Los Comentarios Reales, porque encontraba que su

lectura significaba un peligro para la estabilidad del Virreynato, fue mediante una

orden reservada, que se dispuso la necesidad de incautar la historia escrita por

el Inca Garcilaso. En cambio el Libertador don José de San Martín, propuso en

1814 la reedición de Los Comentarios Reales, cuya lectura consideraba urgente,

para a-vivar el espíritu patriótico de los soldados de la libertad; todo ello indica

que las ideas del Inca representaban el sentimiento del mestizo americano,

descontento del vasallaje europeo, allí aparece su alma nativa, por lo que

Prescot exclama: "es una emanación del espíritu indio". El Inca recalcará que

nació: “en medio del fuego y del furor de las crudelísimas guerras civiles de su

patria", para expresar después en relación al mote poco halagador con que se

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llamaba mestizos a los americanos: "somos mezclados de ambas naciones... y

por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación me lo llamo

yo a boca llena y me honro con él". No sólo a los hombres de su raza, es a la

propia tierra a la que exalta con melancolía de proscrito, cuando levanta en sus

tan conocidas frases, la grandeza y la belleza de los Andes: "aquella nunca

jamás pisada de hombres, ni de animales, ni de aves, inaccesible cordillera de

nieves, que corre desde Santa María hasta el Estrecho de Magallanes, que los

indios llaman Ritisuyo, es banda de nieve". Así mismo sabrá expresar el profundo

sentimiento del amor, base esencial del pueblo indio, con palabras

conmovedoras que sólo un americano podría sentir en lo profundo de su

corazón, todo un poema de amor está en esta frase: "sábete que aquella flauta

que oyes en aquel otero, me llama con mucha pasión y ternura, Je manera que

me fuerza ir allí, déjame por tu vida que no puedo dejar de ir allá, que el amor

me lleva arrastrando para que yo sea su mujer y él mi marido". En pocas palabras

se encierra aquí el sentimiento de toda una raza, delicada ternura femenina

magistralmente expresada. Exalta la tierra, exalta el alma del pueblo, levanta la

historia del Imperio como un pendón inmortal, lo salva de la catástrofe del olvido

para calificarlo orgullosamente como patria: "yo llamo así, a todo el imperio que

fue de los Incas". Lleva en el caudal de su espíritu los elementos para la futura

unidad del alma peruana, toda la trayectoria de su vida está formada por la

actualidad de sus elementos. Cuando tiene dieciocho años, la madre y la

hermana dejan la casa del presuntuoso padre, el Capitán español. Su hogar

queda destruido y frente a él se levanta una dura verdad. Cuando viaja a España,

quedan lejos de la tierra y la madre, en cambio surge como una promesa la patria

paterna. En el Cuzco se llama Gómez Suárez de Figueroa. En España se llama

Indio y después Inca Garci laso. Su tío abuelo Cusihuallpa Inca, los capitanes

Juan Pe-chuta y Chauca Rimachi, le muestran el glorioso pasado del Imperio,

así le penetran en el alma el susurro de las voces que dicen: "trócesenos el reinar

en vasallaje". En España sabrá recordar al padre y defender su participación en

las guerras civiles, son suyas estas reveladoras palabras: "a servir a mi padre

diciendo algo de las muchas virtudes que tuvo honrándole en muerte, ya que en

vida no lo hice como debiera". Si el hombre se transforma con los

acontecimientos que lo afectan, si el escritor es un artista que esculpe su propia

imagen, que cambia de acuerdo con la realidad viva, con el acicate diario y las

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emociones inolvidables, es innegable que Garcilaso, espectador y agonista de la

historia de su pueblo, la traduce en forma ejemplar en su libro, como un auténtico

mestizo.

En Europa la lectura de clásicos y humanistas alimentan su alma, traba

amistades al frecuentar la Corte, se con-vierte después en capitán español,

busca refugio en la vida monástica y tiene días de solaz en Montilla en un retiro

tranquilo, todo esto como expresión de la influencia paterna, de occidente, de su

cultura, sus libros y su idioma. De otro lado está la fuerza nativa que surge en

diversas formas, como cuando el cuzqueño Melchor Carlos Inca, descendiente

de los emperadores, le hace llegar los paños que reproducen las imágenes de

los reyes indios, mantiene también activa corres-pendencia con la patria lejana.

Frecuenta en Posadas, la casa de su amigo Gonzalo Silvestre, tiene largas

conversaciones con el padre franciscano Jerónimo de Oré, llegado de Indias;

Garcilaso que admiró los primeros cultivos del trigo y la vid en la campiña

cuzqueña, intenta en Andalucía implantar el de la quínua. Así son en el alma de

Garcilaso, la unión de las dos fuerzas contradictorias, que forman el caudal de

su sangre, como magníficos elementos para la unidad futura. Con razón dice

Pava Agüero: "Precursor magnífico de nuestra nacionalidad". Comparándolo con

Herodoto, expresa: "tanto Garcilaso como Herodoto supieron expresar ante la

Europa culta la deslumbrante y exótica poesía de los grandes países ignotos, de

sus vagos y fabulosos anales". Para Ricardo Rojas, al referirse a la envidiable

fortuna del Perú, que puede contar en su patrimonio histórico un hombre como

Garcilaso y un libro como Los Comentarios Reales, es este libro lo mejor para

despertar en nuestros jóvenes la vocación por nuestra América.

Su libro es de un quipucamayoc, de esos que en el viejo Huacaypata del Cuzco,

olvidados del presente, retornaban al-pasado, describiéndolo ante las multitudes

que en esa forma tenían una imagen completa del Imperio. Así nos dice: "cuando

se perdió aquel imperio... cuando saquearon sus más preciadas riquezas y

derribaron por el suelo sus mayores majestades... y sólo quedaron algunos de

sus hechos y dichos encomendados a una tradición flaca y miserable enseñanza

de palabra de padres a hijos, la cual también se va perdiendo con la entrada de

la nueva gente y trueque de señorío y gobierno ajeno".

Page 14: GARCILASO. UN CUSQUEÑO ILUSTRE

Comprende el valor que tiene para el futuro Perú la posibilidad de una revolución

triunfante, en la que Gonzalo Pizarro pudo acelerar la formación de la

nacionalidad coronándose emperador, previo matrimonio con una ñusta real, y

por tanto emancipando al Perú y convirtiéndolo en estado soberano, superando

la dolorosa pugna de la conquista, uniendo por igual ambos mundos, esto le

pedía a Gonzalo su más adicto amigo, don Francisco de Carbajal, junto Con

Pedro de Puelles y el licenciado Cepeda, porque comprendían que comenzada

la guerra ya no habría paz con el Rey de España. Esas páginas de política

peruanista, las describe con deleite el Inca, al espectar ese intenso drama del

conquistador rebelde que pudo haber sido coronado emperador del Perú.

Cuántas centurias negativas hubieran sido superadas en caso de haber dado

Gonzalo ese paso afirmativo, si hubiera acelerado el camino de la unidad, en la

que el mestizo hubiera ocupado el primer plano como forjador de la nueva era.

Es aquí donde Garcilaso aparece como símbolo verdadero de la fusión de lo

indio y lo europeo, vale decir, de ese nuevo personaje biológico e histórico que

se llama mestizo, y que ha de formar la columna vertebral del nuevo Perú.

En páginas intensas y llenas de color dice el Inca: "toda la tierra estaba por

Gonzalo", y habla de los razonamientos de Carbajal: "y para atraer a los indios

a su servicio y devoción para que mueran por V. S. con el amor que a sus

señores incas tenían: tome V. S. por mujer y esposa la infanta que entre ellos se

hallare la más propincua al árbol real".

El Inca Garcilaso, nuestro gran historiador, constituye una enseñanza y una

bandera, demuestra la posibilidad fe-cunda del mestizo peruano, para que éste

pueda hacer frente al panorama histórico del porvenir, un nuevo personaje

histórico como protagonista de una nueva cultura.

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AGRADECIMIENTO

Hacemos público nuestro agradecimiento al Dr. ALFREDO YEPEZ MIRANDA

por el obsequio que nos ha hecho de su obra titulada "GARCILASO" (Ensayo

Historico-literario) con el producto de cuya venta será posible realizar una

excursión de estudio por los alum-nos del Sexto Ciclo del Instituto de Comercio

Nro. 27 del Cuzco.