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Mabel Gauto de Bellassai

- 36 -Mabel Gauto de BellassaiJess, admirador de las mujeres

Presentacin de la autora

Mabel Gauto naci el 23 de julio de 1958 en Asuncin, Paraguay. En 1975 ingresa en la Facultad de Ciencias Econmicas, Administrativas y Contables de la Universidad Nacional de Asuncin.En los primeros aos de universidad inicia sus actividades pastorales, cuando por invitacin de una compaera participa de un grupo de jvenes universitarios en la Parroquia de la Santa Cruz, a cargo de los Padres Dominicos, donde comienza un camino de reflexin y formacin en la fe. Su principal tarea pastoral durante varios aos fue la Catequesis de nios de Primera Comunin en la Vicara de San Juan Mara Vianney juntamente con otros universitarios.Nos conocimos en esos aos de trabajo con jvenes universitarios, aos llenos de reflexin, entrega generosa y cuestionamientos juveniles; poco despus decidimos empezar juntos un camino de verificacin de nuestra vocacin matrimonial, buscando la voluntad de Dios en oracin. Nos iniciamos entonces en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.A fines del ao 82, termin su Licenciatura en Ciencias Contables; y poco despus, el 2 de enero de 1983, nos casamos.Durante nuestra vida matrimonial tuvimos las dificultades normales de todas las parejas. Dificultades que la sociedad actual se empea en negar, sometiendo a parejas incautas a la frustracin y el fracaso. Muchas personas nos ayudaron, sacerdotes y matrimonios, y de ese modo fuimos saliendo adelante; lo que fue despertando en nosotros la vocacin de servir a los laicos y en especial a las parejas.Descubrimos juntos que este mundo androcntrico, hecho desde y a la manera de los hombres, no ayuda a ser felices ni a mujeres ni a hombres, debido, entre otras cosas, a que cercena una parte esencial del ser humano, el aporte de la mujer. Fuimos apoyndonos mutuamente en un proceso de bsqueda de nuestra realizacin como personas, esposos y padres; y en ese camino, encontr, a travs de ella, el mundo visto desde la mujer.Inici sus estudio de teologa en el ao 1985, en el Instituto Superior de Teologa de la Universidad Catlica Nuestra Seora de la Asuncin, buscando una mayor comprensin y profundizacin de nuestra fe.Durante sus estudios encontr una teologa elaborada mayormente por hombres, y hombres clibes, que no responde adecuadamente a las necesidades del laico de hoy, y menos an, a las necesidades de las mujeres. Esto fue dando una caracterstica particular a nuestro trabajo pastoral con las parejas: ayudarles a realizarse como personas, desde su matrimonio, encontrando en su fe la respuesta a sus necesidades esenciales, traduciendo el lenguaje clerical en que est expresada, a un lenguaje laical.Actualmente, nuestro trabajo pastoral lo desarrollamos a travs del Departamento de Pastoral Familiar de la Arquidicesis, como miembros del Servicio de Parejas Guas y principalmente, en el acompaamiento en relacin de ayuda a matrimonios y parejas en conflictos. Mabel acompaa a mujeres casadas en Ejercicios Espirituales en la vida corriente; y desde hace un ao se desempea como Directora del Centro Laical Ignacio Pirais de la Compaa de Jess.Estas reflexiones son el resultado de una experiencia de vida de mujer, de esposa, de madre de cinco hijos; de un proceso de descubrimiento de su propia humanidad desde el encuentro con otras mujeres, mujeres que sufren, gozan, aman, buscan, viven. Es el resultado de una vida de oracin, en el silencio, silencio arrebatado con dificultad al ruidoso mundo de hoy; encontrndose con Dios en la bsqueda de su vocacin de mujer.De esa experiencia de vida y oracin surge esta reflexin bblica, cuya caracterstica fundamental y novedosa es su visin ginecntrica, desde la mujer, utilizando elementos aportados por la exgesis moderna, y sustentada en el estudio de importantes obras de teologa de autores femeninos y masculinos.Estoy seguro que esta obra ser una contribucin a las mujeres de hoy, ayudndolas a comprenderse a s mismas, en sus necesidades y anhelos, descubrindose dignas y amadas por Dios. Indudablemente, ser tambin una importante ayuda a los hombres, para profundizar nuestra fe desde la sensibilidad femenina; y una contribucin a nuestra Iglesia mostrndonos nuevas perspectivas de Jess, admirador de las mujeres.

Gernimo Bellassai

INTRODUCCION

Los Laicos y la Biblia

La gran mayora de los fieles catlicos paraguayos empiezan a conocer la Biblia y los fundamentos de la fe catlica en la catequesis de primera comunin, generalmente a la edad comprendida entre mueve y doce aos. Luego de un parntesis sacramental y catequtico, a los quince aos acceden a la catequesis de Confirmacin, que dura unos dos aos. Esto est bien definido, en especial en la Arquidicesis de Asuncin. Fuera de estos ciclos de formacin sacramental inmediata, el bautizado catlico paraguayo no tiene otro lugar de preparacin y reflexin cristiana seria, que acompae su vida, sus dudas y cuestionamientos con respuestas teolgicas adecuadas y un acompaamiento espiritual profundo, de forma que lo ayude a vivir al Dios de Jesucristo en un proceso armnico e integrador de su vida desde su especificidad laical y su opcin matrimonial. Por ello la vida cristiana de muchos fieles est reducida a meros ritos: misa de domingo, misas de difuntos, casamientos, bautismo, primera comunin, confirmacin, Semana Santa y Navidad, misa de quince aos...

Una pequea minora de fieles participan activamente de la vida de los Movimientos Catlicos, donde tienen la posibilidad de reflexionar sobre su vida cristiana mediante la formacin de pequeas comunidades integradas por personas con intereses y estilos de vida ms o menos homogneos y que generalmente se da entre la poblacin urbana y semiurbana.

Pero en unos y otros hay una situacin que les caracteriza: el desconocimiento de la Biblia. Es difcil encontrar en el pueblo catlico que sus fieles manejen de una manera adecuada y mucho menos como base fundamental para su reflexin y oracin cristiana el libro de los Libros. A pesar de los esfuerzos que se hacen sigue siendo el gran libro desconocido.

Para la mayora de los fieles, el Antiguo Testamento resulta tremendamente difcil de entender y comprender, as que mejor no nos metemos en problemas y lo dejamos a un lado. El Nuevo Testamento se maneja un poco ms, de tanto asistir a las misas, en especial los Evangelios. Pero aun su comprensin est tan mitificada, tan desvirtuada, sacada de contexto y con numerosas expresiones incomprensibles para el oyente de hoy. Las cartas paulinas y las otras estn casi en la misma situacin del Antiguo Testamento.

Es una tarea urgente, imprescindible, ensear a leer, a comprender, a reflexionar, a orar, con la Biblia. Que sta se convierta en el libro de cabecera por excelencia de los catlicos.

Entre los fieles catlicos hay numerosos conceptos equivocados y tabes que se manejan:

- Que la Biblia es muy difcil de entender.- La Biblia slo la pueden entender los sacerdotes y telogos.- Es una historia de Jess.- Los relatos que se cuentan todos sucedieron tal cual.- Es un libro donde estn todas las cosas permitidas y las no permitidas a los cristianos. Es como un libro de leyes.- Est dicho cundo ser el fin del mundo (refirindose al Apocalipsis).

Propuestas

Ante este panorama que a veces me parece desolador propongo considerar un desafo pastoral:

Preparar agentes de pastoral capaces de ensear y transmitir el uso y manejo adecuado de la Biblia para la reflexin, oracin y conocimiento personal y comunitario. Diferenciar el contexto histrico en el cual fueron escritos los numerosos libros y cartas del mensaje que se quiere transmitir. Desechar toda interpretacin androcntrica de la misma. Rescatar la figura femenina en la historia de salvacin. Desclericalizar la lectura bblica de manera que el laico encuentre en ella un mensaje liberador y no un mensaje que muchas veces tiene ms carga moralista que liberadora y por tanto lejos de su realidad y necesidad profunda de libertad y vida. Desechar todo espiritualismo y concepciones mgicas acerca de su contenido y mensaje.

En fin, acercar a hombres y mujeres al Dios de la Historia, personal y vivificante, que hace su compromiso y alianza en sus circunstancias concretas por ms pobres y miserables que sean; o incapaz de salirse de sus egosmos y ambiciones mezquinas.

Por tanto, tratando de colaborar con un granito de arena comparto ms que nada un camino de reflexin desde mi ser como mujer que busca acercarse cada vez ms al Dios de la Vida y del Amor en la cotidianeidad que me toca vivir, como esposa, amante, compaera, madre, amiga, hija, universitaria de clase media, agente de pastoral al servicio de la familia y de las parejas, compartiendo y anunciando al Dios de Jesucristo, con mis aciertos y desaciertos; muchas veces con fracasos y otras con alegras y esperanzas. No trato de hacer exgesis bblica, ni afirmaciones teolgicas, sino poner en el papel una manera de reflexionar con ojos de mujer y descubrir a ese Jess en medio nuestro y as hacer juntas el camino del Reino.

I - SITUACIN DE LAS MUJERES JUDASEN LA POCA DE JESS

I. 1. Mujeres vs. varones

En los tiempos de Jess el trato entre hombres y mujeres era muy mal visto. Deban cumplirse ciertos requisitos o condiciones. As, estaba prohibido a un hombre, que se preciara de ser respetable, saludar a una mujer sola por las calles. Las mujeres para salir de su casa, ya sea para ir al templo o simplemente de visita a un pariente deba llevar los dos velos: El que le cubra la cabeza y el que le cubra la cara, dejndose ver slo los ojos.

Un hombre no poda entrar a casa de una mujer que se encontrara sola (o mujeres solas) como el caso de Marta y Mara. No se conceba la amistad entre varones y mujeres, ya que stas eran motivo de pecado e impurezas. En caso de que un varn estuviese de visita en la casa, el papel que corresponda a la mujer era el de servirle y atender sus necesidades. Servir agua fresca, comida, pero de ninguna manera estar presente en la conversacin que mantenan los hombres de la casa. Eso no corresponda a una seora.

En cuanto a la educacin, las mujeres estaban excluidas de la enseanza de la Tor (las Escrituras). Slo los varones tenan acceso al aprendizaje de la lecto-escritura y de la Tor. Ensear a una hija mujer a leer y escribir era considerado como darle un arma para que se vuelva, contra sus padres. A partir de los doce aos empezaba el aprendizaje de las tareas domsticas para ser una buena ama de casa. La madre era la responsable de adiestrar a sus hijas mujeres para el buen desempeo y manejo del hogar y los hijos que llegara a tener en el futuro; mientras los hijos varones quedaban bajo la tutela del padre para el aprendizaje de algn oficio que le sirviera en el futuro para mantenerse l y su familia.

I. 2. Fariseos, prostitutas y adlteras

Es ilustrativo conocer el papel que desempeaban los fariseos en la sociedad juda para poder comprender el poder que ejercan sobre el judo comn y en especial en su relacin con las mujeres.

Los fariseos eran hombres de distintos estratos sociales, que llevados por un deseo genuino de fidelidad y cumplimiento de la Ley se entregaban al estudio de la misma y vivan en pequeas comunidades cerradas de manera que no se contaminasen con las impurezas de los dems. Es un deseo genuino de acercarse a Dios y cumplir su Ley, pero que luego se desva de lo fundamental - Dios- y la meta se pervierte: es el cumplimiento escrupuloso de la ley y todo aquel que as no lo hiciese ser considerado impuro; por tanto, todas las desgracias o injusticias que se vivan en Israel eran por causa de la gente del pueblo que no era capaz de cumplir la Ley. Era el castigo de Dios sobre Israel.

Escribas y fariseos, que "adems de las obras comunes, rezaban varias veces al da, ayunaban dos veces por semana y practicaban obras de caridad. La santidad se defina para ellos en el orden del mrito objetivo y de la responsabilidad personal. Los fariseos siempre estaban dispuestos a desempear una funcin de arbitraje entre la masa ignorante y las autoridades. Ejercan una fuerte autoridad moral sobre el pueblo" Hugo Etchegaray, La Prctica de Jess, Centro de Estudios y Publicaciones, Lima 1981, pg. 127..

As, ellos vivan un cierto sentido de superioridad por sobre el pueblo pobre, ignorante, analfabeto y cada vez ms degradado en su situacin econmica y social.

Entre la gente ms despreciada estaban las prostitutas. Ya eran despreciadas por ser mujeres y encima pecadoras.

Para purificarse de sus pecados - impurezas legales- deban de cumplir una serie de rituales en el Templo y ofrecer sacrificios. Pero todo eso resultaba muy oneroso y, adems, no podran hacerlo con el dinero obtenido de su "trabajo" por ser dinero malhabido. As que resultaba poco menos que imposible acceder a la pureza legal y al reconocimiento social y mucho menos al perdn.

Al estar en situacin de impureza legal todo lo que tocara o estuviera en contacto con la impura quedar impuro, podramos decir "contaminado".

Las mujeres segn la "Ley" tendran los mismos derechos, pero la ley de los rabinos permita al hombre abandonar a la mujer por adulterio. Se impone una Ley que lleva a una doble moral. Castiga con la muerte a pedradas a una mujer adltera, mientras que las sanciones son muy leves para el hombre que se encuentra en la misma situacin.

Jess, profundo conocedor de la Ley juda no teme discutir con fariseos y escribas acerca de la Ley que llegaron a divinizarla y las tradiciones rabnicas. Tomemos de Mc 7,20-23, una parte de la discusin de Jess con fariseos y escribas venidos de Jerusaln acerca de las tradiciones farisaicas referente a la doctrina de lo puro y lo impuro:

Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazn de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.

I. 3. La situacin de las viudas

Las mujeres al quedar viudas y sin hijos varones mayores que sobreviviesen al padre, quedaban en la ms absoluta miseria, abandono social, econmico y legal. Una mujer viuda no solo llora la desgracia de haber perdido al marido o al hijo varn, tambin llora su propia desgracia, llora el tremendo desamparo en que se encuentra. Pasa a ser una carga para la familia de sus padres, ya que pasar a vivir de nuevo con ellos, si es que todava los tiene, mientras no contraiga nuevo matrimonio, o sea, aceptada por la familia del marido por la prctica del levirato.

La ley del levirato - "cuado" - obligaba a uno de los hermanos superviviente que tome por esposa a la viuda y que el primognito varn de este nuevo matrimonio sea considerado legalmente hijo del difunto. Pero hecha la ley hecha la trampa, como diramos hoy los paraguayos, especialistas en transgredirlas. Podan sustraerse de esta obligacin por diferentes motivos. "La razn esencial es la de perpetuar la descendencia "masculina", el "nombre", la "casa"... No es slo un motivo sentimental, sino que es la expresin que se daba de los lazos de la sangre. Una razn concomitante es la de evitar el enajenamiento de los bienes de la familia R. de Vaux, Instituciones del antiguo Testamento, Ed. Herder, Barcelona 1976, pgs. 71-72..

En Ex. 22, 21-22 encontramos una ley moral y religiosa que dice lo siguiente:No vejars a la viuda ni al hurfano. Si le vejas y clama a m, no dejar de or su clamor, se encender mi ira y os matar a espada.

En Deuteronomio 10, 17- 18; 14, 29; 27, 19 encontramos: Porque Yahveh su Dios es el dios de los dioses y el Seor de los seores, el Dios grande, poderoso y temible que no hace acepcin de personas ni admite soborno; que hace justicia al hurfano y a la viuda y ama al forastero a quien da pan y vestido.

Dt. 14, 28-29:Cada tres aos apartars todos los diezmos de tus cosechas de ese ao y los depositars a tus puertas. Vendrn as el levita - ya que l no tiene parte ni heredad contigo - el forastero y la viuda que viven en tus ciudades, y comern hasta hartarse. Y Yahveh tu Dios te bendecir en todas las obras que emprendas.

Dt. 27, 19:Maldito quien fuerza el derecho del forastero, el hurfano o la viuda.- Y todo el pueblo dir: Amn.

En Isaas 1,17 y 23Aprendan a hacer el bien,busquen lo justo, den sus derechos al oprimido,hagan justicia al hurfano,aboguen por la viuda.Tus jefes revoltosos y aliados con bandidos.Cada cual ama el sobornoy va tras los regalosAl hurfano no hacen justicia,y el pleito de la viuda no llega hasta ellos.

Vemos en todos estos pasajes cmo Dios protege al hurfano y a la viuda que se encuentran entre las personas ms desprotegidas social, econmica y legalmente. Pasan a depender de la caridad pblica. Y en el mejor de los casos son aceptadas por la ley del levirato para volver a formar parte de una familia. Para una mujer viuda ser rechazada por el cuado era la peor deshonra que pudiera cometerse contra ella, ya que ser la comidilla del pueblo.

I. 4. Mujeres puras e impurasPreceptos de pureza legal

Se tena una larga lista de lo que se consideraba puro e impuro, respecto a los animales, las comidas, las relaciones varn - mujer, el cuerpo y sus funciones, especialmente el de la mujer, respecto a los cadveres, a la relacin con los enfermos. Encontramos que al estar en situacin de impureza legal era poco menos que imposible acercarse a Dios, en especial para los pobres y oprimidos, ya que no conocan las intrincadas leyes de los rabinos, la mayora de las veces por no saber leer y escribir y otras porque acceder al estado de pureza legal era tan costoso que slo estaba al alcance de las clases ms ricas y adineradas.

Pero remitindonos a la situacin de la mujer, como pretendo en estas reflexiones, encontramos lo siguiente:Mujer impura Ana M. Rizzante Gallazi, Sandro Gallazi, "Mujer: fe en la vida", Coleccin Biblia Mujer 1, pgs. 10-14.

"El libro del Levtico nos presenta varias formas de "impureza".

a) La mujer est impura cuando tiene flujo de sangre, sea por su menstruacin, sea por hemorragia. Por eso, quedar impura durante todo el tiempo en que tenga prdida de sangre (Lev 15, 19-25). Adems de eso quien la toque y todo lo que ella toque se vuelve impuro; su lecho y todo objeto en se siente se vuelve impuro (15,20); quien toque su lecho o los objetos tocados por ella se volver impuro (15, 21-22); si un hombre tuviera relaciones con ella, quedar impuro durante siete das (15,24).

b) La mujer est impura cuando da a luz: durante 40 das si la criatura es varn; durante 80 das si es mujer. Durante ese perodo quedar apartada del santuario. Al cumplir el plazo har su ofrenda y ser purificada (Lev 12, 1-8).

c) El acto sexual vuelve impuros al hombre y a la mujer durante un da (15,18).

Estos hechos, directamente ligados a la vida de las mujeres, a su cuerpo, a la transmisin de la vida, son la realidad concreta de la vida de cada mujer, y no tiene cmo escapar de eso. La mujer es as. No puede ser diferente. La menstruacin, el parto, la vida sexual forman parte de su condicin de mujer. Sin embargo, todo eso es "impuro".

Ante esta situacin de pureza e impureza legal, evidentemente las mujeres tenan poco o nada que hacer en lo mejores aos de su vida. Los aos de su juventud y de su adultez deba vivir con la carga de su relacin de inferioridad frente a los dems y frente al varn. Era insostenible para una mujer cualquiera estar en constante atencin a su estado de pureza o impureza, para poder as tener el respeto y reconocimiento de los dems y hasta el favor de Dios, segn los maestros de la Ley y sumos sacerdotes.

Ella era considerada fuente de perdicin y no de salvacin. Obstculo en la vida espiritual del varn.

"Y la situacin se complicaba con la orden de quebrar las vasijas de barro cuando eran tocadas por la persona impura (Lev 25,12). Recordemos que los utensilios de barro eran tpicos del pueblo ms pobre, y quien ms los usaba era la mujer, en el servicio domstico. As se aade el dao econmico a la humillacin. Para completar el cuadro, todos estn obligados a denunciar el pecado de los otros, o cargarn con la misma falta (5,1). Con eso se rompe cualquier convivencia solidaria. Toda relacin humana se envenena. Cualquiera puede ser un delator" Mujer: Fe en la vida..., idem 3..

Entendiendo esta situacin de la mujer frente a lo religioso, lo social y la implicancia econmica que esto traa podemos apreciar mejor el relato de Marcos y no slo esto sino tambin el relato donde Lucas nos presenta la circuncisin de Jess (Lc. 2, 21).

Jess por ser varn deba cumplir con el rito de la circuncisin, pasar a pertenecer a los hijos de Israel y se purifica mediante este acto.

Cuando se cumplieron los das de la purificacin de ellos, segn la Ley de Moiss, llevaron a Jess a Jerusaln para presentarle al Seor, como est escrito en la Ley del Seor: Todo varn primognito ser consagrado al Seor y para ofrecer en sacrificio un par de trtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice a la Ley del Seor (Lc 2, 22-24).

Mara, su madre, cuando cumple los cuarenta das segn la Ley de Moiss, debe hacer el viaje al Templo de Jerusaln para presentar al nio y ser consagrado al Seor. Ella deber ofrecer el sacrificio prescrito en la ley y para ello deber comprar del mercado del Templo, con dinero del Templo, que ser obtenido a travs de los cambistas que operaban en sus alrededores. Como no disponan de mucho dinero, compr slo un par de trtolas, el sacrificio ofrecido por las mujeres pobres para quedar puras y poder participar del Templo y ser agradables a Dios segn la ley de los rabinos.

Qu irona! Mara, la madre del Salvador, obligada a cumplir con los ritos de la purificacin para poder ser merecedora del favor de Dios.

Jess y las mujeres en los evangelios

II - El Evangelio segn Marcos

II. 1. Datos histricos

ste es el primer evangelio conocido que la tradicin nos atestigua y que fue escrito por Marcos discpulo de Pedro. No conoci ni sigui al Jess de Galilea, pero s estuvo al lado Pedro, quien sigui de cerca al Maestro y vivi con l.

De Pedro escuch todos los relatos acerca de la vida de Jess y se afirma segn investigaciones realizadas que lo habra escrito ya despus de la muerte de Pedro.

El lugar donde lo escribi fue Roma y dirigido a cristianos del lugar en un momento de gran persecucin. Se lo sita por el ao 65.

Este evangelio sirvi de fuente a los evangelios que escribieron luego Mateo y Lucas. Es el ms primitivo, sin mucha delicadeza literaria, pero con un valor teolgico claro y bien llevado, con el ANUNCIO (kerygma) explcito, esperanzador y actual, y desde donde se lo mire siempre nos lleva a un punto fundamental de la fe en Jesucristo: la pasin, muerte y resurreccin.

Por tanto, Marcos nos presenta a un Cristo viviente en medio nuestro, que siente el dolor, la alegra, el llanto, el fracaso, las tentaciones. Un Cristo que nos acompaa en medio de nuestras tristezas y angustias y que a pesar del fracaso y la desilusin viene el gran Acontecimiento: la Resurreccin.

l nos muestra a travs de todo su evangelio cmo la muerte y resurreccin estn intrnsecamente en nuestra vida de cada da. Cmo la persecucin, la incomprensin, el desaliento forman parte de la vida cotidiana y que la alegra, el amor, la esperanza van dando forma a la Resurreccin. Que no hay muerte sin Resurreccin. Que no se vive la Resurreccin sin pasar por la muerte.

Tambin en este evangelio como en los dems encontramos los siguientes relatos explcitos donde las mujeres y sus tareas forman parte de la vida de ese Jess que camina bordeando el mar de Galilea, que toma de la mano a la suegra de Pedro, que tiene la mirada cargada de ira y el corazn apenado ante la insensibilidad de los fariseos, que fija una mirada amorosa sobre el joven rico, que abrazando a los nios pone sus manos sobre ellos bendicindoles.

Curacin de la suegra de Simn 1, 29 -31.Sobre la costura 2, 21.El verdadero parentesco de Jess 3, 31- 35.Curacin de la hemorrosa y resurreccin de la hija de Jairo 5, 21-43.Curacin de la hija de una sirofenicia 7, 24-30.El bolo de la viuda 12, 41-44.Uncin en Betania 14, 3-9.Las santas mujeres en el Calvario 15, 40-41.Sepultura de Jess 15, 47.El sepulcro vaco 16, 1-8.Apariciones de Jess resucitado 16, 9-11.

II. 2. Curacin de una hemorrosa(Mc 5, 25-34)

Entendiendo y comprendiendo estos conceptos y el marco histrico en que mujeres y varones se desenvolvan, nos resultar ms comprensible el relato de Marcos acerca de la curacin de una hemorrosa.

Cmo a travs de este episodio nos lleva a descubrir el gran misterio de la vida en Dios que pasa de la muerte a la resurreccin.

Entonces, una mujer que padeca flujo de sangre desde haca doce aos y que haba sufrido mucho y con muchos mdicos y haba gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo odo lo que se deca de Jess, se acerc por detrs entre la gente y toc su manto. Pues deca: "Si logro tocar aunque sea slo sus vestidos, me salvar". Inmediatamente se le sec la fuente de sangre y sinti en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jess, dndose cuenta de la fuerza que haba salido de l, se volvi entre la gente y deca: "Quin me ha tocado los vestidos?". Sus discpulos le contestaron: "Ests viendo que la gente te oprime y preguntas: "Quin me ha tocado?". Pero l miraba a su alrededor para descubrir a la que lo haba hecho. Entonces la mujer, viendo lo que le haba sucedido, se acerc atemorizada y temblorosa, se postr ante l y le cont toda la verdad. l le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad".

Ahora nos ubicaremos en la piel de esta mujer que padeca flujo de sangre. Podemos imaginar de lejos la situacin de incomodidad tremenda en la que viva. No existan las toallas higinicas desechables. En un mundo donde la ciencia mdica slo contaba con elementos y conocimientos rudimentarios, ella haba gastado todos sus bienes. Los procedimientos usuales eran una mezcla de supersticin. El Talmud recoge muchas de estas prescripciones ridculas usadas precisamente para curar este tipo de enfermedad. As se lee: "Tomad el peso de un denario de goma de Alejandra, el peso de un denario de azafrn de jardn; machacadlos juntos y dadlos con vino a la mujer hemorrosa". Si esto no da remedio, se le ofrecen otros procedimientos semejantes. Y llegan hasta darle gritos diciendo que est curada. Tambin se menciona este procedimiento: "Se cavarn siete hoyos, en los cuales se quemarn sarmientos de vias no podadas, y la mujer hemorrosa, teniendo en sus manos un vaso de vino, se sentar sucesivamente al borde de cada hoyo, y se le dir, hacindola levantar: "Cura de tu flujo". Y tambin se ponen en juego recetas en las que intervienen cenizas de huevo de avestruz o excrementos de animales. De esa primitiva curandera se llega a decir en el Talmud: "El mejor mdico est destinado al infierno" Novelli Bortolo, "Exgesis del evangelio de San Mateo", Ed. El Liberal, Santiago del Estero 1981, pgs. 45-46..

Con esta afirmacin podemos darnos cuenta de que no era una mujer pobre. A causa de su enfermedad como mujer, haba perdido no slo sus bienes materiales, sino tambin sus afectos, separada de su familia, de sus seres queridos a causa de su impureza. En estas circunstancias era imposible relacionarse con ella, ya que todo y todos los que estuvieran en contacto con ella se volvan impuros.

Iba de mal en peor, iba consumindose lentamente por la enfermedad fsica y psicolgica, que va adquiriendo un cariz neurtico. Dejar de ser persona, sentir que la vida se le escapaba como agua entre los dedos. Excluida de entre los suyos, excluida de la sociedad, excluida del Templo. Una mujer indigna del Dios de los rabinos.

Pero todava vibraba en su espritu el deseo de sentirse amada, de vivir su vida al lado de los que amaba, de volver a ser una seora.

Es esto lo que la salva. Su fe en que se de quien tanto oy hablar le devolvera a la vida.

Ella se abre paso entre la multitud desafiando toda regla convencional, toda la Ley de Moiss. No le importa si los dems quedarn impuros a causa de su sola presencia en medio de aquel gento. Su fe era tan grande que estaba segura de que slo sera necesario tocar el manto de Jess y se salvara. No se atreva a molestarlo ni siquiera con una palabra.

As lo hizo y sucedi el milagro de la vida. Vuelve a nacer. Siente que la vida corre a borbotones por su cuerpo. El cuerpo fsico y su espritu se regeneran. Todo mal desapareci. Vuelve a ser libre, duea de s misma, perteneciente a un pueblo, a una familia, digna de la mirada del Dios de Israel.

Pero es interesante notar la actitud de los discpulos. Una actitud egosta. Un sentido de superioridad frente a la masa que segua a Jess y lo escuchaba. Cuando l les pregunta quin le ha tocado, ellos le responden, quizs ya nerviosos, con una irona tan grande para darle a entender lo ridcula de su pregunta:

Ests viendo que la gente te oprime, y preguntas: "Quin me ha tocado?"

A todas luces era una pregunta tonta. Pero aun en medio de aquel gento l sinti que alguien lo toc de una manera especial; no fue el apretujn de la gente, ni la curiosidad de esa multitud. Sinti que era un gesto lleno de esperanza, de delicadeza, de fe.

Jess la busca y la encuentra. Mientras ella toda temblorosa le cuenta su vida en una entrega total; sus impurezas, su pecado. l slo la mira con cario para decirle: Hija, tu fe te ha salvado.

Es el Dios de la Vida. El Dios Amor. Da lo que ES y cumple su promesa una vez ms. Nos devuelve la vida, el gozo pleno, rescatndonos de las garras de la muerte.

No podemos menos que maravillarnos de este relato de Marcos. Jess rompe con todos los convencionalismos, las reglas, para ponerlas al servicio de las personas. La ley es para el hombre y no el hombre para la ley.

II. 3. El bolo de la viuda(Mc 12,41-44)

Jess se sent frente al arca del Tesoro y miraba cmo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Lleg tambin una viuda pobre y ech dos moneditas de muy poco valor. Jess, entonces, llam la atencin de sus discpulos y les dijo: "En verdad que esta viuda pobre ha echado ms de los que todos echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, sta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto posea, todo lo que tena para vivir".

En el Templo haba un lugar destinado a la recoleccin del dinero. Era un recipiente especial hecho en metal dentro del cual se echaba el dinero que en aquella poca era fabricado en forma de monedas y de acuerdo a su valor en oro, plata, u otro metal menos valioso. Por tanto, al echarlos, por el ruido que producan, se poda saber si la persona ech muchas o pocas monedas de ms o menos valor.

La gente con prestigio o poder cuidaba el detalle del ruido que produca su dinero al ser echado en el arca del Tesoro, ya que eso mantena su prestigio y su superioridad sobre los dems, en especial sobre los ms pobres e ignorantes, y as quedaba bien clara la brecha entre ellos y esa gente.

Jess que vive en medio de ese mundo y los conoca muy bien se percata de ello y con gran osada delata la soberbia del corazn de los poderosos y pone de ejemplo a la humilde viuda que al echar sus mseras monedas que apenas hacen ruido est poniendo todo lo que tiene y necesita para poder vivir ofreciendo eso a Dios. En cambio los otros ponen de lo que les sobra y solo para beneficio y aumento de su propio prestigio. No es a Dios a quien hacen la ofrenda sino a ellos mismos.

Tambin hoy hemos hecho del valor de la solidaridad con los necesitados y marginados, o la ofrenda a nuestra Iglesia, un negocio del prestigio y de la fama.

Las ofrendas hoy ya no se echan en el arca de ningn templo sino que se echan a cambio de opparas cenas, espectculos culturales, desfiles de modas o valiosos premios y el ruido se mide por los minutos de publicidad concedidos por los canales de televisin, la cantidad de fotografas que le dedican los peridicos y revistas en sus pginas sociales.

Tambin la solidaridad de los pases ricos para con los pobres se vuelve un juego de prestigio poltico de acuerdo al porcentaje de su presupuesto destinado a los pases subdesarrollados. Se licitan proyectos de Desarrollo Comunitario con fondos de las organizaciones destinadas a tal efecto donde por un complicado y exigente sistema administrativo y de control estos fondos vuelven a manos de los benefactores.

Por otro lado, las polladas, kermesses, tallarinadas preparadas por las mujeres de las parroquias de los numerosos barrios asuncenos o alejadas vicaras o quizs la colecta para alguna familia vecina del barrio en dificultades no sale en las portadas de las revistas ni en las pginas de sociales de los peridicos y mucho menos en la televisin.

Numerosas comunidades eclesiales se desenvuelven con escassimos recursos para las mltiples necesidades de la tarea de evangelizacin de su gente que demanda un arduo trabajo de solidaridad, atencin, educacin, acompaamiento, formacin continua. No es slo con dlares o guaranes que atenderamos adecuadamente estas necesidades, sino con las horas de trabajo personal, organizado y planificado entregado a Dios, a nuestros vecinos, parroquianos y comunidades.

Y es aqu donde siempre encontramos a innumerables mujeres annimas sacando del tiempo que les falta y an encontrar la fuerza y alegra para la evangelizacin, el servicio a los ms pobres en numerosas formas, la bsqueda de recursos econmicos para solventar los gastos de la vicara o parroquia. Son stas la viuda a quien Jess la pone de ejemplo que entrega todo lo que puede y tiene.

III - EL EVANGELIO SEGUN SAN MATEO

III. 1. Datos histricos

El que escribe este evangelio es un personaje que corresponde a una de las clases sociales ms odiadas de la sociedad juda, un publicano.

Publicanos eran los recaudadores de impuestos, que Roma impona a los pueblos sometidos, entre ellos Israel. sta era una actividad considerada de pecadores pblicos, ya que eran judos al servicio del imperio romano que esquilmaban a sus propios conciudadanos.

Probablemente escribi entre los aos 40 y 50 d.C. Se cree que hubo un original en arameo pero que se perdi y se usa desde muy antiguo la versin griega.

Este evangelio escrito por Mateo tiene la caracterstica de que est dirigido especialmente a cristianos provenientes del mundo judo y se insiste en que Jess es el Mesas prometido, cumplindose as las promesas del Antiguo Testamento. Se debe a esto sus reiteradas afirmaciones de la superioridad de Jess sobre las leyes, personajes y costumbres del A.T.

Los oyentes de este evangelista ya forman comunidades donde se plantean problemas de organizacin, se van cuajando tradiciones especficas, identidad propia, superando las tradiciones judas abrindose paso hacia un universalismo.

Queda claramente establecido que con Jess comienza el Reino de Dios y l se hace presente entre nosotros invitndonos a trabajar por l en un proyecto de vida liberador de toda esclavitud, vivificador, ms all de toda esperanza. Ya no tenemos excusas para la resignacin, para sentir lstima de nosotras mismas o para sentir a Dios muy lejos de nosotras. Dios se hace presente, est, y vive en medio nuestro. El gran misterio de la Encarnacin y la Promesa cumplida.

El siguiente paso en esta Alianza nos corresponde a cada una de nosotras: decir s o no. Es la gran libertad de los hijos e hijas de Dios, responder o rechazarlo. Para ello Mateo, de una manera magnfica explcita y profundiza la invitacin de Jess a sus oyentes en el gran discurso de:

II. 2. Las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-11)

Viendo la muchedumbre, subi al cerro, se sent, y sus discpulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseaba as: (vv. 1-2).

La manera en que Mateo nos presenta a Jess pronunciando el discurso evanglico no es circunstancial (o quizs un momento en un lugar cualquiera). Cada gesto, cada lugar, cada palabra est cuidadosamente pensada y escogida, teniendo en cuenta a los destinatarios y la situacin de los mismos para no perder la gran riqueza del mensaje y el llamamiento tan importante que Jess pronunciar. Subir el cerro es acercarnos a Dios.

Hoy, con la tecnologa que poseemos, los medios de comunicacin masivos, (como la televisin, la prensa escrita, Internet, etc.) cuando nuestros polticos, empresarios, artistas de cine, deportistas famosos darn un mensaje al pblico, uno de los puntos ms importantes que tienen en cuenta hasta los ms mnimos detalles, aparte de las palabras cuidadosamente escogidas, el peinado y el maquillaje es la escenografa. Que todo est enmarcado en una escenografa importante, llamativa, atrayente, que ayude a concentrar la atencin de su pblico y entregar el mensaje lo ms fielmente posible.

As Mateo nos presenta a Jess utilizando los medios de su tiempo, los gestos y smbolos de la poca, para dar el mensaje y pronunciar el gran discurso que marca la diferencia en la vida de cada uno de sus oyentes, de acuerdo a la respuesta dada desde la cotidianeidad de la vida. Ponindose Jess por encima de la muchedumbre, contemplndola, mirndoles a la cara, los gestos de hombres, mujeres y nios. Un Jess de cara frente a ellos. No es un Jess dirigindose a unos supuestos personajes, sino a gente concreta, a un pueblo concreto, ansioso de participar de la vida que Dios les ha prometido desde siempre. Nos lo presenta con una escenografa importante para ese tiempo, en donde no haba filmaciones ni micrfonos, ni anuncios publicitarios atrayentes para congregar a la multitud. Subi y se sent. Subir al cerro y hablar desde ah para el judo tiene un significado concreto: Jess tiene algo demasiado importante que comunicarles. Hablar desde el cerro, unas colinas prximas a Cafarnan, indica claramente, para sus oyentes, que no estn ante un momento cualquiera, ni una persona cualquiera. Es Jess, el Mesas prometido a los hijos de Israel; ya no hay otro que esperar. Con l se inicia y se cumple el proyecto de Dios, la promesa anhelada.

Bienaventurados los pobres de espritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos (v. 3).

"En esa poca de Jess, un valor que ocupaba el primer lugar era el "Status", el prestigio, y en segundo lugar el dinero. Era ms importante el prestigio y muchos hasta se suicidaban si lo perdan en su medio.

El status y el prestigio dependan de la familia, la riqueza, la autoridad, la educacin y la virtud reconocida. Se manifestaban y se conservaban en virtud de la forma de vestir, el tratamiento que se recibiera, de la gente con la que uno tuviera trato social y a la que se invitara a comer, del lugar que a uno le asignaran en un banquete. Los derechos y privilegios eran proporcionales al rango de cada cual, y las personas que no tenan ningn status en la sociedad estaban totalmente excluidas.

Jess que vivi en medio de estas tensiones y en esta convulsionada poca, se opuso rotundamente a todo esto, porque para l constitua una de las estructuras fundamentales del mal en el mundo y tuvo la osada de proclamar un Reino de Dios en el cual tales diferencias no tuvieran sentido" Nolan, Albert, Jess antes del cristianismo, Quin es este hombre?, Coleccin Biblia 61, Vicara Sur de Quito, Quito 1994, pp. 74-75..

Un anuncio brutalmente claro. Slo los que ponen su esperanza en Dios, su vida y su corazn podrn participar de la vida plena y vivificante que nos tiene reservada a cada una de nosotras. No puede estar fundada nuestra esperanza de felicidad en el dinero o capital que podamos acumular aunque sea con trabajo honesto y "el sudor de nuestra frente," y mucho menos de manera ilcita, engaando a los dems o abusando de la necesidad ajena o manipulando a otros.

Es muy difcil de discernir dnde est la lnea de lo lcito o lo ilcito, lo justo a lo injusto, ya que hoy da en la sociedad recibimos mensajes contradictorios y hasta falaces. As nos encontramos con que recibir salario sin trabajar es signo de inteligencia. Cuntas mujeres encontramos en oficinas gubernamentales que simplemente estn para cumplir el horario, sin el menor inters de cumplir con una tarea. Cuntas mujeres ideando sistemas de cmo eludir el trabajo en fbricas y empresas lucrativas sin que el gerente o jefe de departamento se d cuenta.

Otras se dejan seducir por una pseudo profesin, que les promete fama y dinero, mostrando el cuerpo y exhibindolo groseramente bajo el ttulo de arte, marketing, o moda, contribuyendo as al abuso y manipulacin de la imagen y figura femenina para lograr el consumo masivo de bienes y servicios que la sociedad produce y necesita.

Y por un poco o por mucho dinero, de acuerdo a la condicin social en la que nos toc desenvolvernos, no pocas mujeres hipotecan su libertad, su madurez, su vida y se someten a un varn, a un esposo, a un compaero de la manera ms denigrante, despersonalizada y no pocos casos aterradora.

Jess nos invita a reflexionar. l nos invita a una nueva vida aqu y ahora. Dnde est nuestro corazn? Dnde est puesta nuestra esperanza de felicidad?

Felices los que lloran, porque recibirn consuelo (v. 4).

Es necesario aclarar "la palabra 'pobres' no se refiere exclusivamente a los que padecan privacin econmica, sin embargo, los incluye, como es lgico. Los pobres eran en primer lugar, los mendigos. Eran los enfermos e imposibilitados que haban recurrido a la mendicidad porque no les era posible encontrar trabajo y no tenan un pariente que pudiera mantenerlos o estuviera dispuesto a ayudarles. Por supuesto en aquella poca no haba hospitales, seguridad social, jubilacin, o instituciones benficas. Se supona que tenan que mendigar el pan. De este modo los ciegos, los sordos, los mudos, los cojos, los tullidos y los leprosos solan ser los mendigos" Nolan Albert, Jess antes del cristianismo, p. 32..

Estaban tambin las viudas y los hurfanos: las mujeres y nios que no tenan modo de ganarse la vida. Tenan que depender de la caridad pblica llorando su miseria y dolor.

A pesar de que hoy la humanidad ha creado diferentes sistemas de seguridad social, jubilaciones, pensiones, hospitales pblicos y privados, en nuestro pas slo una minora accede a ellos y, an as, estn muy bien diferenciados quienes son los usuarios de los servicios estatales y los de las grandes empresas privadas. En los hospitales estatales deambulan por los pasillos las mujeres, hombres y nios ms carenciados llorando su miseria, su dolor y su impotencia.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseern en herencia la tierra (v. 5).

Entre los econmicamente pobres estaban tambin los jornaleros no cualificados que solan estar alrededor de las plazas, en las ciudades, buscando que alguien los contratase para cualquier changa. Los campesinos que perdieron sus tierras a causa de los altos impuestos y prstamos que no podan devolver trabajaban en las granjas a cambio de casa y comida casi como esclavos junto con su familia. Adems, estaban los esclavos.

Y Jess sabe cmo necesitan la tierra, la tierra que fue prometida a Abraham. l saba cmo deseaban su casa stas mujeres, (madres, esposas) que se vean en la necesidad de limpiar y cuidar casas, campos y bienes de otras mujeres y familias ms acomodadas a cambio de un pedazo de pan y lugar donde guarecerse.

Los que escuchaban a Jess, como las comunidades oyentes de Mateo, como nosotras en Paraguay, vivan un mundo donde las relaciones humanas, polticas, sociales y familiares estaban marcadas por una lucha de poder. Y, donde precisamente las mujeres eran uno de los grupos excluidos de todo tipo de poder y decisin. Hoy vivimos relaciones de tremenda competitividad, donde el fuerte es el que triunfa y el dbil queda totalmente desamparado y despreciado y no pocas veces condenado o culpabilizado por su debilidad y fracaso. No tiene cabida en esta sociedad de hoy, competitiva y discriminatoria ante todo tipo de debilidad.

Jess anuncia una predileccin por el manso, por el despreciado por su debilidad y al mismo tiempo reivindica para ellos la promesa de que participan del proyecto de Dios. Son ellos tambin herederos del mundo, con pleno derecho de participar de los bienes y riquezas que la humanidad entera pueda producir, descubrir o disfrutar. No slo los fuertes tienen derecho a vivir, participar y disfrutar de la tierra, trabajo y familia.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos sern consolados (v.5).

Cuntas mujeres vagan por el mundo llorando su miseria, su debilidad, el hambre de sus hijos y compaeros, la falta de trabajo, de educacin, de salud, la falta de vivienda digna y particularmente en nuestro pas y nuestra Latinoamrica. Mujeres despreciadas por ser pobres, por ser mujeres y hasta por tener hijos.

Reivindica Jess para nosotras el consuelo, el derecho a la vida digna, el derecho a dar vida, el derecho a participar de una sociedad ms justa y solidaria.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados (v. 6).

"Entre los despreciados socialmente estaban los que practicaban alguna profesin pecaminosa como: las prostitutas, los cobradores de impuestos, los ladrones, los pastores, los usureros y los jugadores. Indudablemente muchos de ellos no eran honrados. Lo mismo se sospechaba de los pastores que llevaban a los rebaos a pastar tierras ajenas y sustraan parte del producto de dichos rebaos. Los ignorantes, los carentes de educacin, eran inevitablemente considerados gente desordenada e inmoral. Gente peligrosa. Los campesinos sin instruccin, la plebe que no entiende la ley. Mientras que los Escribas y Fariseos eran los ms ilustrados y capaces de cumplir la Ley de Moiss, practicar la virtud y la piedad" Nolan Albert, pp. 34-35..

Como ya hemos mencionado, en aquel tiempo nacer mujer era una tremenda desventaja. Las mujeres eran apedreadas en caso de ser acusadas de adulterio. Podan ser despedidas por el marido si ste encontraba otra ms atractiva o simplemente porque no saba coser o se le quemaba la comida, pero a ellas estaba prohibido pedir el divorcio. No les estaba permitido aprender a leer y escribir. Tampoco podan aprender las Escrituras y no podan ser discpulas de ningn maestro de la Ley. Su papel se reduca al sexo y a la maternidad. Y los nios tampoco contaban para nada.

Uno de los excluidos sociales ms desprotegidos en materia de justicia siguen siendo las mujeres. La violencia contra la mujer en cualquiera de sus formas no es reconocida como violencia como si fuera que nosotras no sufrimos en nuestros cuerpos y en nuestra sicologa los diferentes tipos de abusos a los que muchas estn sometidas y otras estamos todos los das expuestas, ya sea por motivos culturales, sociales, de inseguridad ciudadana, etc.

La mujer vctima de abusos emocionales, insultos, amenazas, y golpes dentro de la vida familiar; despojos y destruccin de propiedades personales de la mujer, la violacin de la propia esposa, la tortura y hasta el homicidio parecen no constituir todava delitos en la conciencia de la humanidad, aunque se hayan dado pasos en el mbito de la jurisprudencia. Reconocer que lo que le sucede a la mujer no se circunscribe slo a lo privado sino que tiene incidencia profunda en el tejido social todava es una asignatura pendiente.

"La violacin es el abuso sexual de una mujer por uno o ms hombres, valindose de la fuerza, amenaza o coercin; es un acto sexual degradante y vil. En el mundo segn estadsticas de 1986, slo una de cada diez violaciones es denunciada.

Y alcanzan condena el 10 por ciento de stas. Est comprobado que en el 90 por ciento de los casos de violacin, el violador conoca a la vctima.

La violacin ha sido ejecutada en todas las pocas de represin poltica; ejemplos de esto fueron los nazis contra las judas, o las fuerzas franquistas moras durante la Guerra Civil espaola. Las presas argentinas corrieron igual suerte en las crceles de la dictadura."

El Derecho ha sido utilizado por los hombres para someter a la mitad de los seres humanos.

- Atravesada por la diagonal de lo femenino y sin respetar clases sociales, las mujeres desconocen la ley vigente, que no obstante sus falencias poda servir para equilibrar situaciones de indefeccin. Debemos primero, hacer conocer las actuales leyes a todas las mujeres.La ley nos ubica en el mundo de lo poltico, del afuera. Produce pnico en las mujeres, habitantes de lo privado y del mbito de sus hogares. Slo la conocen sbitamente por situaciones en las que son las afectadas: divorcio, alimentos, tenencias, juicios laborales. El concepto 'yo con la ley no tengo nada que ver', sirve para colocarlas an ms adentro de su mundo privado" Otty Ossa Aristizbel, "La esclavitud de la mujer", Ed. San Pablo, Caracas 1996, pgs 77-81..

Resulta reconfortante mirar y escuchar a Jess sentado en aquella colina cerca de Cafarnan, y que cuando dirige estas palabras es a las mujeres a quienes mira con cario y dulzura.

Hoy da que vivimos el despertar de los derechos de la mujer debemos bregar por ellos a tiempo y a destiempo, en y desde el lugar que ocupemos en la sociedad; para participar as de la gran promesa de que veremos una sociedad ms justa y solidaria para nuestras hijas e hijos.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarn misericordia (v. 7).Bienaventurados los limpios de corazn, porque ellos vern a Dios (v. 8).

"Los profesionales, los mercaderes y los artesanos, como los carpinteros, o los pescadores, pertenecan a la respetable clase media. Jess provena de una familia de carpinteros. Ni por nacimiento ni por educacin perteneca a los pobres y oprimidos. Lo ms sorprendente de Jess es que a pesar de pertenecer a la clase media se mezclaba con los ms dbiles, con los pecadores, los despreciados. Senta compasin por cada uno de ellos y no andaba con prejuicios como los escribas y fariseos o doctores de la ley con quienes tambin coma y conversaba o los visitaba en sus casas y haca continuos esfuerzos por convencerles. Al final fueron ellos quienes le excluyeron a l, pero en ningn momento sucedi lo contrario" Nolan Albert, pp. 38-39..

A los oyentes de Jess, apegados a sus leyes y tradiciones judas, les era harto difcil despegarse de ellas y entrar en nuevo estadio que es el de descubrir la interioridad de la persona y desde ah redimirlo y perdonarlo. Amarlo.

Nosotras tambin muchas veces actuamos como jueces inmisericordes y apegados a leyes que no son precisamente las de la Constitucin Nacional. Al contrario, mucho ms exigentes y con artculos ms nmeros que los que all figuran.

Las aplicamos a nuestros esposos, amigos, compaeros de trabajo, a nuestros vecinos, hijos, empleados, colegas y hasta a nuestras congneres. No permitimos que se nos cuestione, ni siquiera nos permitimos poner un segundo en duda. Con estas reglas y prejuicios vivimos cada una de nosotras y exigimos que los que comparten su vida con nosotras tambin las sigan y las cumplan. Somos capaces de manipular, chantajear y hasta abusar del cario y respeto del otro para que cumplan con lo que exigimos y creemos lo nico correcto y la nica verdad.

Jess vuelve a ser brutalmente claro. La nica ley es la del AMOR y la MISERICORDIA, aunque nos resulte difcil e incomprensible la mayor parte de las veces.

La misericordia va ms lejos que la justicia. Es ms grande que la justicia. Nuestra justicia humana se queda corta ante la misericordia de Dios y la que nosotros debemos a nuestro hermano. La justicia se rige por la Ley y la misericordia por el Amor. La justicia, castiga pero no es capaz de reivindicar a la persona. La misericordia ve el pecado, lo distingue, pero es capaz de perdonar y redimir a la persona para elevarlo a un nivel de humanidad superior al que se encontraba anteriormente.

Felices los que trabajan por la paz, porque sern reconocidos como hijos de Dios.Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.Dichosos ustedes cuando por causa ma los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias (vv. 9-11). "El amor de Jess a los pobres y oprimidos no era un amor excluyente, pero si era un indicio de que lo que Jess valoraba era la humanidad, no el status y el prestigio. Jess tambin se interesaba por las clases medias y altas, no porque fueran personas especialmente importantes, sino porque tambin eran personas. l deseaba que se despojaran de sus falsos valores y de su riqueza y de su prestigio, para hacerse verdaderas personas. Jess pretenda sustituir el valor "mundano" del prestigio por el valor "divino" de la persona como persona.

El Reino de Dios, por consiguiente, ser la construccin de una sociedad en la que no haya ni prestigio, ni status, ni divisin de las personas en inferiores y superiores. Todo el mundo ser amado y respetado no por su educacin, su riqueza, su linaje, su autoridad, su sexo, su virtud u otras cualidades parecidas, sino porque al igual que cualquier otro, es una persona. Aquellos que no pueden soportar el que se trate como iguales a los mendigos, a las prostitutas, a los criados, a las mujeres, a los nios, que no son capaces de vivir sin sentirse superiores a una serie de personas, sencillamente no se sentirn a gusto en el Reino de Dios tal como Jess lo concibe. Ellos mismos desearn excluirse de l" Nolan Albert, pp. 78-79..

Y es en este contexto en el que Jess se dirige a las personas siendo uno de ellos anunciando un Reino de Dios que se dar ya aqu y ahora y de manera plena en la eternidad.

Algrense y mustrense contentos, porque ser grande la recompensa que recibirn en el cielo. Pues bien, saben que as trataron a los profetas que hubo antes que ustedes (v 12).

Es un mensaje lleno de alegra y esperanza, un mensaje que nos transmite nimo en las horas de desnimo que muchas veces experimentamos en nuestra vida. Son palabras llenas de aliento que nos invitan a luchar por una casa digna, por la paz en nuestra sociedad, por nuestra educacin y la de nuestros seres queridos, por la salud para todos, trabajo, dignidad y seguridad para crecer como personas y satisfacer las necesidades de todo ser humano.

Las bienaventuranzas que nos presenta Mateo es un canto a la vida, a la alegra. De ninguna manera es una ley que cumplir para participar del Reino de Dios. Es una invitacin amorosa para luchar y esperar por la autntica liberacin de la persona y as podamos alcanzar el fin para el cual fuimos creados.

El ser humano (varn y mujer) es creado por Dios para:- trabajar por la obra de su Creador,- y de ese modo ser feliz,creciendo y realizndose como persona, en esta vida; y alcanzar la felicidad plena en la vida eterna.

Y las otras cosas sobre la faz de la tierra son creadas para el ser humano y para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado.

De donde se sigue que el ser humano tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe privarse de ellas cuanto se lo impidan.

Por lo cual es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que cae bajo la libre determinacin de nuestra libertad y no nos est prohibido; de tal manera que no queramos, de nuestra parte, ms salud que enfermedad, riqueza que pobreza, status o privilegios que pasar desapercibidos, belleza y juventud que ancianidad, y as en todo lo dems, solamente deseando y eligiendo lo que ms conduce al fin para el que hemos sido creado [EE. EE. 23 mod].

"Jess no idealiz la pobreza. Su preocupacin, por el contrario, consista en asegurarse de que nadie pasara necesidad, a cuyo fin combati denodadamente el espritu de posesin y anim a la gente a que se despreocupara de la riqueza y repartiera sus pertenencias materiales" Albert Nolan, p. 72..

El Dios de Jess nos afirma a travs de estas bienaventuranzas que s es deseo suyo que participemos activamente en la construccin de una sociedad ms justa y solidaria con alegra y confianza en ese Dios Padre y Madre y que conoce lo que realmente necesitamos para alcanzar esa felicidad.

IV- El Evangelio de Lucas

IV. 1. Datos histricos

Este evangelio segn las investigaciones realizadas, fue escrito por un mdico sirio, educado en la cultura griega y escriba para griegos. No fue apstol ni testigo presencial de la vida de Jess.

Conoci a Pablo y se convirti en uno de los pilares de la evangelizacin de los gentiles junto con Pablo.

ste lo menciona en su carta a los Colosenses (4,14) enviando sus saludos.

Reciban los saludos de Lucas, nuestro querido mdico... Lo acompaa en sus viajes y lo encontramos tambin hacindole compaa durante su prisin en Cesarea y luego durante su prisin domiciliaria en Roma.

Lucas es el evangelista del Espritu Santo. Vive ya una iglesia ms carismtica. Conoce a las diversas comunidades cristianas del Asia Menor y Grecia, principalmente. Tambin conoci durante su estancia al lado de Pablo a los de Roma.

A lo largo de su evangelio podemos notar gozo, alegra, jbilo y por sobre todas las cosas nos presenta un Jess misericordioso y tremendamente bondadoso. Un Jess dueo de la vida, fuente de vida y misericordia, en especial para con los ms pobres y desvalidos. Nos descubre un Jess que da un lugar preferencial a las mujeres, despreciadas en el judasmo, tenidas como objeto de propiedad del varn, indignas de acercarse a Dios. Las mujeres, obstculo para el desarrollo de la vida espiritual segn la cultura griega, dominante en el mundo de los gentiles.

Lucas nos muestra la gran delicadeza del trato de Jess para con las mujeres, en especial con las mujeres pecadoras. Nos muestra un Jess que no siente vergenza de tratar con ellas, no las esconde, no las condena, no se aparta de ellas. Al contrario, sale al encuentro de tantas mujeres como por ejemplo: la curacin de la suegra de Pedro (4,38-39), la resurreccin del hijo de la viuda de Nan (7,11-17), la pecadora perdonada (7,36-50). Mujeres que acompaaban a Jess (8,1-3), curacin de una hemorrosa (8,43-48), Marta y Mara (10,38-42), curacin en sbado de una mujer encorvada (13,10-17), camino al Calvario (23,26-28), despus de la muerte de Jess (23, 47-49), despus de la resurreccin (24,1-11).

Las pone de ejemplo a ellas mismas y a su trabajo cotidiano, generalmente tenido de menos y sin importancia. Estos ejemplos los encontramos en:Parbola de la levadura 13, 20-21.La dracma perdida 15, 8-10.El juez inicuo y la viuda inoportuna 18, 1-8.El bolo de la viuda 21,1-4.

A travs de su evangelio nos ensea con gran delicadeza y sensibilidad, propia del autor, a un Cristo junto a pobres y marginados. Nos insiste en la necesidad del desprendimiento de las cosas materiales, poniendo nuestra confianza en Dios que sabe lo que necesitamos desde antes de pedir. La necesidad de oracin como norma de vida. El reconocimiento de nuestra condicin de pecador. La universalidad del mensaje cristiano.

En cuanto al lugar y fecha en que escribi segn una tradicin antiqusima se sita lo ms probablemente en la ciudad de Acaya (Grecia) entre los aos 70 y 80.

IV. 2. Marta y Mara (Lc 10, 38-42)Yendo ellos de camino, entr en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibi en su casa. Tena ella una hermana llamada Mara, que, sentada a los pies del Seor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercndose, pues, dijo: "Seor, no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude". Le respondi el Seor: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. Mara ha elegido la parte buena, que no le ser quitada".

En este pasaje vemos a Jess rompiendo todas las reglas. l, como buen judo y, adems, un Maestro, toma una postura escandalosa; no corresponde a un Maestro de entonces. l llega a la casa de mujeres solas. Le recibe Marta.

Quizs todo el vecindario se enter de que all haba entrado un hombre junto a ellas y no habr faltado quien murmure en contra de ellas. Marta le recibi, lo habr saludado y lavado los pies como era costumbre de la poca, despus de haber andado por caminos polvorientos y con mucho calor. Le habr servido agua fresca y luego de cumplir con el saludo de rigor se retir a la cocina a cumplir con sus faenas.

Seguidamente nos cuenta que Marta tena una hermana llamada Mara, que estaba sentada con Jess, charlando con l, escuchando sus enseanzas. Marta se habr sentido avergonzada del comportamiento de su hermana, ante un Maestro como Jess. No era adecuado el comportamiento de Mara. Ella deba estar acompandola en sus quehaceres domsticos, que en ese entonces eran bien pesados; desde molinar el trigo, hacer la masa para el pan, hornearlo, lavar los trastos de cocina. Y como si fuera poco, un invitado no esperado que de seguro se quedara a comer y tendra que preparar comida para l.

A nosotras, mujeres de ciudad, nos cuesta imaginarnos quizs el pesado trabajo domstico de aquella poca, ya que hoy apretamos un botn y en quince minutos est todo listo con el microondas, o en el peor de los casos encendemos nuestra cocina a gas; la harina y el pan lo compramos del supermercado y en cinco minutos est en nuestra mesa an caliente, abrimos el grifo y corre abundante agua por nuestra pileta.

Pero la gran mayora de nuestras mujeres campesinas y mujeres de los barrios marginales de las grandes ciudades todava viven como en aquella poca; sin agua corriente, sin cocina a gas, sin microondas, juntando la lea para el fuego, acarreando agua del pozo ms cercano, sin piletas para lavar cubiertos o ropas, sin jabn en polvo y sin detergente. Lavando con cenizas para quitar la grasa y restos de comida que quedan adheridos a los platos y ollas.

Pero aunque pertenezcamos a la clase de mujeres de ciudad acomodada, esposa, madre, profesionales universitarias o empleadas de importantes empresas, nos debatimos las mejores 10 horas del da para lograr el equilibrio entre el manejo del hogar, los hijos, la pareja y el trabajo profesional. Un equilibrio que los medios masivos de comunicacin nos recuerdan todos los das con diferentes frmulas, de que es posible lograr ese xito; con slo planificarlo, usando una cuantas frmulas que nos presentan como mgicas para el desarrollo personal y profesional y que si no lo logramos es simplemente porque no damos con la tecla. Pero la realidad de cada da nos golpea con el desagradable sabor del fracaso, la frustracin, y la angustia de no saber si estamos en lo correcto o no, el stress de la carrera hacia lo imposible. Pero aun en medio de esta vorgine que vivimos no somos capaces de decir como Marta: Maestro, dile a mi hermana que me ayude. Y menos an una exclamacin desde mi nada: Seor qu puedo hacer para vivir?.

El llamado de Marta es correcto, es justo, estaba bien. Marta haca lo correcto. Lo correcto de acuerdo a su cultura, a su poca, a las costumbres, a lo que mandaba la ley de ese tiempo. Pero Jess le responde: Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. Mara ha elegido la parte buena, que no le ser quitada.

Mara tuvo una osada tremenda, el comportamiento de una mujer rebelde. Se sent a acompaar a Jess y charlar con l como si fuese una anfitriona de este siglo. Y se encontr a s misma. Se encontr disfrutando de su compaa, encontrando las respuestas a las preguntas que siempre se hizo y nadie las responda, se encontr creciendo en sabidura, en inteligencia y quizs hasta en belleza por el inmenso gozo y placer de sentirse querida, escuchada, respetada y libre de las ataduras de la ley, de las costumbres, del trabajo abrumador de cada da. Se sent a descansar del trabajo duro y cotidiano en compaa de un amigo, Jess. Disfrutar y vivir la libertad de ser ella misma; un momento que fue nico y capaz de rescatar toda su persona, toda su vida, toda su femineidad. Evidentemente Marta haca lo correcto y Mara lo escandaloso, lo desafiante, lo prohibido: estar con Jess.

Marta, Marta; dos veces pronuncia Jess su nombre y aun as ella no fue capaz de saltar por encima de la costumbre, de una ley que la oprima y no le permita vivir su vida y su femineidad y sentir toda su belleza de mujer querida y mirada por Jess. Marta opt por cumplir con un deber. Rechaz el riesgo de la libertad, del amor, de la amistad.

Las mujeres al ser madres, sentimos una gran presin de parte de la sociedad en la que vivimos de cumplir una ancestral ley no escrita de que nos debemos totalmente a nuestros hijos, y nuestros ms ntimos deseos y aspiraciones, sueos y proyectos personales lo dejamos de lado para vivir en funcin de los dems. Vivir en funcin de los hijos, en funcin del marido, en funcin de los quehaceres domsticos, en funcin de la profesin etc. Pasamos a catalogarnos a nosotras mismas como la esposa de..., la mam de..., la seora de..., la empleada o funcionaria de tal o cual firma... , y as nos convertimos en madres sobreprotectoras, mujeres miedosas, proveedoras de bienes y servicios y nos negamos a sentir la vida corriendo por nuestras venas, de expresar amor, ternura, decir "te quiero", de leer un cuento, de soar un mundo mejor para nosotras, nuestros hombres y nuestros hijos.

Hacemos cosas, vivimos haciendo cosas y cuando no estamos trabajando, nos dejamos envolver por los profetas y maestros ms mentirosos e interesados de nuestro tiempo: el televisor, los diarios, las noticias, la radio, etc.; y si en algn momento sentimos dentro de nosotras que esa llama de nuestro ser mujer an est ardiendo enseguida la apagamos con trabajo, trabajo, trabajo...

Sin darnos cuenta terminamos corrompiendo las relaciones ms hermosas, ms queridas, con los que ms amamos, nuestros hijos. Terminamos corrompiendo la relacin de pareja, porque no tenemos tiempo de escuchar al otro, no nos queda tiempo para detenernos un segundo, porque antes de terminar la tarea que estamos haciendo, ya planeamos la prxima. Poco a poco, con excelentes justificaciones de por medio, dejamos de ser mujeres bellas, creativas, inteligentes, alegres y hasta seductoras. Y esto no por lo fsico, sino por que sale de adentro. Slo destilamos plagueos, amargura, preocupaciones exageradas, prejuicios, viviendo en funcin de los dems y exigiendo que los dems cambien para que podamos vivir y ser nosotras mismas.

Jess? Ya no hay tiempo para L. Y si ya no nos queda tiempo para l el resultado es nuestra perdicin, el fracaso, ese sentimiento de angustia existencial que tratamos de apagarlo aceptando las falsas doctrinas y siguiendo a falsos maestros.

Si no somos capaces de superar, como Mara, los condicionamientos que oprimen nuestra libertad y nuestra experiencia de fe en ese Dios Padre, Hijo y Espritu Santo, fuente de Vida, y nos quedamos como Marta haciendo lo correcto que esta sociedad nos pide seremos lo que Jess quiere que seamos? Si pasamos nuestra vida viviendo en funcin de los dems, de acuerdo a lo que esperan que seamos como madres, esposas y mujeres, ya no nos quedar tiempo fsico ni sicolgico para ser nosotras mismas, aprender a relacionarnos de t a t, y hacer nacer el nosotros que busca al Seor y Dador de Vida. Aceptar nuestra profunda dependencia de Jess el Cristo y ser capaces de escuchar su llamado: Marta, Marta; Carolina Carolina; Sonia, Sonia. l nos llama por nuestro nombre y nos rescat de una vez y para siempre. Slo Jess es capaz de liberarnos de la esclavitud de la ley, las costumbres que oprimen, los horscopos, el pay, cartas y talismanes, falsas doctrinas y hasta de nosotras mismas!

Jess no le dice a Marta que deje de hacer lo que estaba haciendo, o que no era correcto, sino que: te preocupas y agitas por muchas cosas y son pocas las necesarias. Nos invita a descubrir cules son las cosas necesarias para cada una de nosotras.

El desafo de ser osadas como Mara, de ser inteligentes, bellas y agradables al Seor y no solamente amables como Marta, est escrito en este pasaje bblico para todas las mujeres de ayer y hoy, para nuestras hijas, nietas, tataranietas y generaciones futuras, para toda mujer que quiera vivir el gran don de ser mujer HIJA DE DIOS.

IV. 3. La pecadora perdonada (Lc 7,36- 50)

Lucas nos presenta a Jess en la casa de un fariseo, comiendo con l, charlando y quiz discutiendo sobre las diversas interpretaciones de la Tor. As como hacen nuestros hombres cuando se encuentran con un amigo que trabaja en lo mismo o son colegas. Si fuesen mdicos hablaran de la medicina y del trabajo mdico, si fuesen ingenieros, de la ingeniera, si fuesen carpinteros de lo difcil que es conseguir materia prima y trabajos. En eso llega una pecadora pblica, o sea, una prostituta muy conocida que irrumpe en la casa del fariseo, hombre respetable y obediente de la Ley, primer paso mal visto por el dueo de casa. Habr sentido deseos de echarla, ya que la conocera y sabra de su reputacin y que todo lo que conseguira con su presencia era quedar impuro l y toda su casa. Esta mujer en su desesperacin y dolor se salt las normas sociales, ya que su objetivo era acercarse a Jess. Era la nica forma ya que nadie se lo iba a presentar, no poda estar esperando eso. Ella toma la iniciativa, se arma de valor, y arriesgndose se pone a los pies de Jess.

Hace lo que tiene pensado hacer y para lo que vino: entregar su dolor, su tremenda necesidad de amor, su profunda necesidad de ser amada, respetada y perdonada. Se entrega a Jess con un gesto profundo, se pone a sus pies y los lava con lgrimas y perfume. Ese perfume caro que como toda mujer conoca su valor y la seduccin de su aroma; habr ido a comprar el mejor: para su Seor y maestro no habr regateado. Jess se mereca el mejor y ms caro de los perfumes.

No duda en tocarlo, en besarlo y esto lo hace frente a los dems. No siente vergenza de su amor por l. No siente vergenza de lo que dirn. Jess puede hacer con ella lo que quiera.

El fariseo tremendamente escandalizado piensa y duda dentro de s. Piensa y duda de que l sea un maestro, un profeta. Se deja guiar por las normas, por la ley, y no por el corazn. Porque esta mujer tendra una larga historia de pecados detrs suyo. Chantajes, orgas, robos, murmuraciones, en fin, una conducta muy escandalosa.

Jess, por la mirada de asombro del fariseo, se habr dado cuenta de lo escandalizado que estaba y a continuacin le instruye sobre la Ley. La ley del AMOR.

Solamente un Jess profundamente enamorado de las mujeres es capaz de llegar a ver la belleza de esta mujer repudiada por todos, marginada por todos. Slo Jess que la conoce profundamente y es amor fue capaz de amarla as, hasta el perdn y la regeneracin. No puso condiciones para darle amor y perdn, no le puso leyes. Saba de sus muchos pecados, no niega que ha pecado mucho, pero no la condena. La perdona y la regenera a una nueva vida. Le invita a una nueva vida que tiene significados concretos para ella. Significados como: reconocimiento social, deja de ser una pecadora pblica a partir de ese momento, vuelve a formar parte del pueblo escogido de Yav. Comienza a ser una seora diramos hoy. Se vuelve pura.

Slo Jess es capaz de amarnos hasta ese extremo, es capaz de hacernos sentir un amor que nos lleva a la libertad, la belleza y que toda nuestra existencia despida un aroma que agrade a Dios como el perfume de la pecadora.

Ella dio un paso fundamental en su vida. Se reconoci pecadora.

Tantas veces en nombre del amor dejamos que nos hieran, que nos usen, que abusen de nosotras, que nos amen con un falso amor que nos va quitando la vida y la libertad poco a poco, que no nos regenera a una vida plena sino que nos degenera. Falsos amores que nos quitan la vida de a poco con celos absurdos, con amores posesivos y hasta muchas veces perversos. Y muchas veces encontramos la justificacin a nuestra cobarda de sentirnos libres y amadas por Jess, de aceptar la invitacin suya a ser libres, amadas y respetadas, a querernos a nosotras mismas.

Renunciamos a convertir nuestras relaciones de amor enfermizas, en relaciones de AMOR, y con maysculas donde el ejemplo y modelo y la vara de comparacin sea el amor y enamoramiento de Jess por las mujeres. Mujeres que al acercarse a l salen renovadas, confortadas, perdonadas y por sobre todo amadas. Nuestra cobarda y miedo de dar el salto y traspasar el umbral de la puerta donde est Jess esperndonos para instruirnos sobre lo que es el verdadero Amor.

Esta valiente prostituta que desafa el orden establecido, un orden que la oprime y no le deja crecer y ser, se vence a s misma y sus ataduras sicolgicas, se reconoce an rescatable, nos pregunta: Somos capaces de amarnos a nosotras mismas, somos capaces de perdonarnos el mal que hacemos a los dems, y el mal que nos hacen? Somos capaces de dar el salto hacia el perdn y la reconciliacin? Somos capaces de SER?Somos capaces de reconocer nuestra terrible dependencia de su amor? Si la respuesta es s, lo dems nos ser dado por aadidura.

IV. 4. El juez inicuo y la viuda inoportuna (Lc 18,1-8)

Les deca una parbola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. "Haba un juez en una ciudad, que ni tema a Dios ni respetaba al os hombres. Haba en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a l, le dijo: "Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero despus se dijo a s mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme".Dijo, pues, el Seor: "Oigan lo que dice el juez injusto; y Dios, no har justicia a sus elegidos, que estn clamando a l da y noche, y les hace esperar? Les digo que les har justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, encontrar la fe sobre la tierra?

En la parbola del juez inicuo, podemos ver cmo Jess conoca a los jueces de su tiempo. Los "casos chicos" ya no llegaban hasta l, y la mujer consciente de su desamparo y a pesar de las mltiples negativas y rechazos de ste juez para atender su causa, ella sigue insistiendo. Insiste hasta que l se da por vencido, pero para que no lo vuelva a molestar.

Vuelve Jess a escandalizar a sus oyentes con un ejemplo de mujer y poniendo en evidencia la doble moral de los hombres de su tiempo. Dios escuchar el clamor del pobre, la viuda, el hurfano, el forastero y de todo aquel que eleve su clamor a l.

V - El Evangelio segn San Juan

V. 1. Datos histricos

Juan, que fue discpulo de Jess, el discpulo amado, escribi probablemente ya muy anciano su evangelio para fortalecer a las nacientes comunidades cristianas en un momento histrico de bastante persecucin y para fortalecer a muchos cristianos que dudaban si Jess era el Hijo de Dios, el esperado Mesas.

En un tiempo de confusin generalizada a causa de numerosas doctrinas y falsos profetas, profetizas, curanderos y milagreros que surgan por todas partes, Juan escribe su evangelio, que no podemos separarlo de sus dos cartas. Son como preludio y continuacin. Juan en sus escritos nos presenta:Jess, el Hijo de Dios hecho hombre. El Dios que se anonada y viene a nuestro encuentro. Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo nico, lleno de gracia y verdad (1,14).Cranme: yo estoy en el Padre y el Padre est en m. Al menos crean por las obras (14, 11).Yo y el Padre somos uno (10,30)Si Dios fuera su Padre, me amaran a m, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que l me ha enviado (8,42).El Dios Amor: el tremendo amor y fidelidad de Dios para con cada uno de nosotros/as. Como el Padre me am, yo tambin les he amado a ustedes; permanezcan en mi amor (15, 9).Este es el mandamiento mo: que se amen los unos a los otros como yo les he amado (15,12)El Dios de la Vida: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (10, 10b)Yo soy la resurreccin el que cree en m, aunque muera, vivir; y todo el que vive y cree en m, no morir jams. Crees esto? (11, 25-26)La intrnseca dependencia de nuestro Creador: Permanezcan en m, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por s mismo, si no permanece en la vid; as tampoco ustedes si no permanecen en m. Yo soy la vid; ustedes los sarmientos; el que permanece en m y yo en l, se da mucho fruto; porque separados de m no pueden hacer nada (15,4-5).La fe: una decisin personal, ntima: primer paso fundamental como respuesta al llamado del Seor.Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar sino para salvar al mundo (12,47).En verdad, en verdad les digo: el que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida (5, 24).

En este evangelio encontramos varios pasajes donde explcitamente se cita a mujeres en una ntima relacin con Jess.

Las bodas de Can 2, 1-12.La mujer samaritana 4, 5-39.La mujer adltera 8, 1- 11.En la resurreccin de Lzaro 11, 1-43.La uncin de Betania 12, 1-11.Jess y su madre 19, 25-27.El da de la Resurreccin 20, 1-2. 11-18.

V. 2. Jess y su madre Mara durante la crucifixin (Jn 19, 25-27)Junto a la cruz de Jess estaban su madre y la hermana de su madre, Mara, mujer de Cleofs, y Mara Magdalena. Jess, viendo a su madre y junto a ella al discpulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ah tienes a tu hijo". Luego dice al discpulo: "Ah tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discpulo la acogi en su casa.

A travs de estas lneas podemos descubrir a un Jess-hijo profundamente preocupado por su madre. La madre ya viuda, sin otros hijos que le amparen; con su inminente muerte, Mara pasara a ser en Israel una viuda ms, ya vieja y sin posibilidad de volver a formar familia. Jess antes de pronunciar sus ltimas palabras deja al nico varn, Juan, que estaba con esas mujeres, un compromiso lleno de amor: Que cuide de su madre. Este la cuidar, la proteger, la llevar a su casa. Formarn una nueva familia. Juan asume el compromiso y obedece a su Maestro. Y Mara seguir siendo una seora de Israel.

Hoy viven en medio nuestro muchas mujeres viudas, madres solteras, mujeres abandonadas por sus esposos o concubinos, excluidas de los servicios de educacin, de salud, del mercado laboral formal, que para poder sobrevivir y mantener a sus hijos deben resignarse a vivir pendientes de tener un hombre a su lado que generalmente estar lejos de ser el esposo, amante y compaero con que soamos. Se podra llamar una prostitucin disfrazada.

Una mujer sola y con hijos es objeto de numerosas humillaciones sociales a causa de su estado; es marginada de la amistad de sus mismas congneres; su carencia afectiva y social ser manipulada por los hombres para relaciones sin ningn compromiso; laboralmente se encuentra en tremenda desventaja, ya que no ganara lo que un varn siendo profesional o no. Deber convertirse en una mujer-hombre, mujer ms bien masculinizada, si es que quiere mantener el respeto de su casa y el buen nombre especialmente de sus hijas mujeres.

Es un camino de vida difcil y generalmente en soledad. Soledad personal, familiar, carente de amistades verdaderas y expuestas a comentarios y chismes picarescos y machistas. Propensas a todo tipo de neurosis y enfermedades sicosomticas.

Jess pone en evidencia esta situacin y cmo "permaneciendo unidos a la vid" nacer la nueva familia. La madre volver a ejercer lo que es tan vital para la mujer de todos los tiempos: la maternidad. Pariremos en el Hijo a nuevos hijos. l, que es Seor y Dador de vida, da Esperanza y Vida a estas mujeres dbiles y despreciadas. En l, Mara su madre, se convierte en la madre de cada varn y cada mujer "que oyen la Palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8,21b) de todas las generaciones.

V. 3. La mujer adltera(Jn 8,1-11)

Jess se fue al monte de los Olivos.Pero de madrugada se present otra vez en el Templo, y todo el mundo acuda a l. Entonces se sent y se puso a ensearles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moiss nos mand en la Ley apedrear a estas mujeres. T que dices?". Esto lo decan para tentarle, para tener de qu acusarle. Pero Jess, inclinndose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistan en preguntarle, se incorpor y les dijo: "Aquel de vosotros que est sin pecado, que le arroje la primera piedra". E inclinndose de nuevo, escriba en la tierra. Ellos, al or estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los ms viejos; y se qued slo Jess con la mujer, que segua en medio. Incorporndose Jess le dijo: "Mujer, dnde estn? Nadie te ha condenado? Ella respondi: "Nadie, Seor". Jess le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques ms".

"No era un da cualquiera en Jerusaln, era la madrugada despus de un da de gran fiesta para los judos. La fiesta de las chozas. Una fiesta que naci para marcar la alegra por el trmino de las cosechas y luego, aos ms tarde, se convirti en una fiesta religiosa de accin de gracias ligada a la travesa del pueblo por el desierto despus de salir de Egipto. Accin de gracias por los frutos de la naturaleza y la vida en libertad acompaados por el Seor" Carmia Navia Velasco, "La mujer en la Biblia: Opresin y liberacin", Col Biblia n 56, Vicara Quito Sur, Pg. 80..

Resulta necesario entender este contexto ms amplio para poder comprender por qu el pueblo acude a l en horas de la madrugada para que les ensee. De madrugada se present otra vez en el Templo, y todo el mundo acuda a l. Entonces se sent y se puso a ensearles (v. 2).

Aparecen luego los otros personajes, escribas y fariseos que ya hemos explicado en el punto I.2 quines eran. Estos hombres llevan a una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio de una ronda y piden a Jess su veredicto para aplicar la Ley.

Ante la pregunta de los escribas y fariseos Jess descubre la doble intencin:1- Encontrar un motivo concreto para acusarlo de no cumplir con la Ley de Moiss y entregarlo a las autoridades.2- La utilizacin alevosa de esta mujer para obtener la confirmacin de su injusta e inmisericorde ley.

Jess con su silencio:Cuestiona esta doble moral. Es capaz de percibir la dureza del corazn de fariseos y escribas. Escucha el gritero del pueblo esperando el macabro espectculo de ver morir a pedradas a una miserable e indefensa mujer.

En el silencio acoge, perdona y redime en la persona de la adltera a todos los pobres y todas las mujeres de Israel.

Ante la insistente pregunta de los maestros de la ley, Jess se incorpora. En una actitud de autoridad, de igual a igual, dictamina: Aquel de ustedes que est sin pecado, que le arroje la primera piedra (v. 7).

Jess no acusa a nadie y mucho menos a la mujer, a pesar de su infidelidad. No ser ella la que cargar con la culpa de los dems. Todos son cmplices de una situacin de injusticia moral, social y legal. Injusticia estructural.

Al nacer el nuevo da, nace tambin una nueva mujer. Es devuelta a la vida por el Dueo y Seor de la Vida: He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10, 10b).

Ella experimentar un amanecer diferente. El pecado desapareci con las tinieblas de la madrugada. Y a la luz del sol, cara a cara, Jess la invita a una nueva vida, desde una ternura jams conocida por ella, desde un amor regenerador y liberador.

En esta mujer vemos reflejado el deseo profundo de toda mujer. Ser amada. Pero muchas veces nos conformamos con migajas de seudoamor. Nos vemos envueltas en relaciones seudoamorosas que no nos dan vida, nos quitan la vida. Relaciones de pareja que en vez de ser liberadoras para ambos, son fuente de discriminacin, malos tratos, abusos y hasta violencia. Perdemos el horizonte del amor. No somos capaces de integrar al Dios Amor en nuestra vida y nos conformamos con amores de telenovelas.

Jess siempre nos invitar a la vida, al amor. Toda relacin que no permanezca en su amor se secar y no dar fruto. Solo as es posible entender estas palabras: Como el Padre me am, yo tambin les he amado a ustedes; permanezcan en mi amor (Jn 15, 9). Les he dicho esto, para que mi gozo est en ustedes, y su gozo sea colmado. Este es el mandamiento mo: que se amen los unos a los otros como yo les he amado (Jn 15, 11-12).

El verdadero amor al que Jess invita a vivir es el que se vive a plena luz del da. No hay nada que ocultar. No podemos vivir ocultas en las tinieblas de la noche, escondindonos y temiendo de los dems. Temerosas hasta de Dios, sin poder acercarnos a l. El amor que vive y siente la mujer cristiana no teme a la luz. Mientras en nuestra relacin de pareja haya miedos, engaos, lucha de poder, violencia, infidelidades, mezquindades, cobardas, no podremos ver un nuevo amanecer. Viviremos con el miedo de ser "apedreadas" y negndonos a nosotras mismas a quitarnos el velo y mirar cara a cara a Jess para sentir que la vida eterna prometida por el Hijo empieza a hacerse realidad en lo cotidiano y volverse lo cotidiano semilla del Reino.

V. 4. Resurreccin de Lzaro(Jn 11,1-43)

Tantas veces la he escuchado leer en pequeas comunidades cristianas, ya sea de algn Movimiento de laicos o parroquia, ya sea ledo y explicado de la boca de algn sacerdote que acompaa a dicha comunidad o de los mismos laicos y muchas veces en velorios de parientes y amigos. Pero todas las veces experiment la dificultad de entenderla, de reflexionar y descubrir en esta pocas lneas de Juan el gran llamado de Jess a la vida, y la actitud tan diferente de las hermanas Marta y Mara, como as tambin la actitud de los que acompaaban a estas hermanas en el duelo.

Siempre las reflexiones sobre esta resurreccin de Lzaro se detuvieron en la respuesta que dio Jess a Marta, v 25-26: Yo soy la resurreccin. El que cree en m, aunque muera, vivir; y todo el que vive y cree en m no morir jams. Crees esto?

Surge la respuesta, ya sea silenciosa o con palabras, de varones y mujeres muy similar a la de Marta, un s, pero... Y luego, resaltar el poder de Dios, mediante la resurreccin a Lzaro. Un Dios poderoso y lejos de nuestra vida.

Con esto slo conseguimos anunciar a un Dios de Jess y a un Cristo totalmente distinto al que nos presenta el amado Juan.

Por tanto, les invito a releer estas lneas a travs de Marta y Mara, con ojos de mujer, con el corazn abierto, con la sensibilidad a flor de piel y encontrarnos con el Dios de la vida y el Dios amor que Juan tanto se esmer en dejarnos a travs de sus escritos y que la mayora de las veces no tiene nada que ver con el que nosotros anunciamos.

Haba un cierto enfermo, Lzaro de Betania, pueblo de Mara y de su hermana Marta. Mara era la que ungi al Seor con perfumes y le sec los pies con sus cabellos; su hermano Lzaro era el enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jess. "Seor, aquel a quien t quieres, est enfermo". Al orlo Jess, dijo: "Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.Jess amaba a Marta, a su hermana y a Lzaro (vv. 1- 5).

Aqu ya tenemos datos muy importantes que Juan nos est dando: Lzaro era hermano de aquellas dos mujeres que se encontraban solas cuando Jess lleg a su casa y se qued conversando con Mara mientras Marta se afanaba con los trabajos de la casa avergonzada del atrevido comportamiento de Mara.

Fue la misma Mara que tuvo otro osado gesto de amor para con Jess y que escandaliz a los que estaban cenando en su casa con su hermano Lzaro mientras Marta serva a los comensales (12,1- 2).

Marta sirve la comida, atiende que no falte nada a los invitados, con la amabilidad y presteza que la caracteriza. Con ellos est Jess, y Mara desentendindose de su hermana y del qu dirn toma un frasco de perfume de nardo puro, muy caro, lav los pies de Jess y los sec con sus cabellos. Toda la casa se llen del olor del perfume (v. 3).

Les invito a leer en los siguientes v 5- 11 del cap. 12 el comentario irnico y descalificante de los otros invitados hacia este gesto.

Estas hermanas enviaron el mensaje al gran amigo de la familia de que Lzaro estaba enfermo. Ellas lo sentan muy cerca suyo, se sentan mujeres queridas por l y parte de su vida. Se sentan amigas. Por lo tanto no era cualquier el mensaje que estaban enviando ni a un cualquiera.

En el v 5 encontramos la afirmacin que Juan nos hace: Jess amaba a Marta, a su hermana y a Lzaro.

V. 19 ...Y muchos judos haban venido a casa de Marta y Mara para consolarlas por su hermano.Los amigos, los parientes, se sienten en la obligacin de participar del duelo y acompaar el dolor de dos mujeres que quedarn solas.

VV. 20-23 Cuando Marta supo que haba venido Jess, le sali al encuentro, mientras Mara permaneca en casa. Dijo Marta a Jess: "Seor, si hubieras estado aqu, no habra muerto mi hermano. Pero aun ahora yo s que cuanto pidas a Dios, Dios te lo conceder.

Marta sale de la casa y va a encontrarse con Jess al que todava le faltaran unos cuantos metros por llegar, y en su ansiedad y dolor le increpa y le desafa con sus palabras. Ella no siente vergenza de cuestionar al amigo, al Maestro. Tiene la suficiente confianza para hacerlo. Cuntas veces habra estado en su casa y cuntas veces ella le habra servido y preparado la mejor comida para l. As como le pidi que le ordene a Mara que le ayudase con las tareas de la casa en el otro pasaje que vimos de Lucas. Ella tiene la suficiente confianza para increparle y pedirle lo que ella quiere que Jess haga. Una mujer quiz de carcter autorita