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A comienzos de la década del ‘20, Buenos Aires produce una profunda transformación de sus estructuras políti- cas. Esta inédita coyuntura, marcada por la desaparición del gobierno central y la consolidación del poder provincial, señala la apertura de un ciclo caracterizado, sobre todo, por la promulgación de una serie de amplias reformas institucionales. Amparándose precisamente en la singularidad y complejidad de esta experiencia política e institucional, nuestra mirada se dirige hacia un terreno bastante poco explorado: la ciudad, los artefactos urbanos, los proyec- tos urbanísticos o arquitectónicos, el hábitat; es decir, las estructuras materiales que acompañan el cambio que definitivamente se está produciendo. Pero no es el objetivo de nuestro esfuerzo sólo complementar o ampliar el conocimiento en relación a la historia urbanística, sino verificar algo que la historiografía no ha negado, pero si minimizado: la existencia de un proyecto de transformación urbana que acompaña esta metamorfosis institucio- nal, y demostrar, una vez analizado este proyecto, las estrechas interrelaciones que pueden existir entre las mutaciones de la ciudad física y las modificaciones del espacio político. URBAN POLICY AND ARCHITECTURE IN POSTREVOLUTIONARY BUENOS AIRES At the beginning of the ‘20, Buenos Aires produced a deep transformation of their political structures. This situa- tion, characterized by the central government’s disappearance and the consolidation of the States power, points out the opening of a characterized cycle, mainly, for the promulgation of a series of wide institutional reformations. Based on the singularity and complexity of this political and institutional experience, our look goes towards an almost unexplored area: the city, the urban devices, the urban or architectural projects, the habitat; that is to say, the material structures that accompany the change that is definitively taking place. It is not only the objec- tive of our effort to supplement or to enlarge the knowledge in relation to the urban history, but verifying something that the historiography has not denied, but minimized: the existence of an urban transformation project that accompanies this institutional metamorphosis, and to demonstrate, once analyzed this project, the interrelations that can exist between the mutations of the physical city and the modifications of the political space. GESTIÓN URBANA Y ARQUITECTURA EN EL BUENOS AIRES POSREVOLUCIONARIO (1821-1835) Fernando Aliatta Profesor Historia de la Arquitectura Universidad Nacional de la Plata, Argentina

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A comienzos de la década del ‘20, Buenos Aires produce una profunda transformación de sus estructuras políti-cas. Esta inédita coyuntura, marcada por la desaparición del gobierno central y la consolidación del poderprovincial, señala la apertura de un ciclo caracterizado, sobre todo, por la promulgación de una serie de ampliasreformas institucionales.

Amparándose precisamente en la singularidad y complejidad de esta experiencia política e institucional,nuestra mirada se dirige hacia un terreno bastante poco explorado: la ciudad, los artefactos urbanos, los proyec-tos urbanísticos o arquitectónicos, el hábitat; es decir, las estructuras materiales que acompañan el cambio quedefinitivamente se está produciendo. Pero no es el objetivo de nuestro esfuerzo sólo complementar o ampliar elconocimiento en relación a la historia urbanística, sino verificar algo que la historiografía no ha negado, pero siminimizado: la existencia de un proyecto de transformación urbana que acompaña esta metamorfosis institucio-nal, y demostrar, una vez analizado este proyecto, las estrechas interrelaciones que pueden existir entre lasmutaciones de la ciudad física y las modificaciones del espacio político.

URBAN POLICY AND ARCHITECTURE IN POSTREVOLUTIONARY BUENOS AIRESAt the beginning of the ‘20, Buenos Aires produced a deep transformation of their political structures. This situa-tion, characterized by the central government’s disappearance and the consolidation of the States power, points outthe opening of a characterized cycle, mainly, for the promulgation of a series of wide institutional reformations.

Based on the singularity and complexity of this political and institutional experience, our look goes towardsan almost unexplored area: the city, the urban devices, the urban or architectural projects, the habitat; that is tosay, the material structures that accompany the change that is definitively taking place. It is not only the objec-tive of our effort to supplement or to enlarge the knowledge in relation to the urban history, but verifyingsomething that the historiography has not denied, but minimized: the existence of an urban transformationproject that accompanies this institutional metamorphosis, and to demonstrate, once analyzed this project, theinterrelations that can exist between the mutations of the physical city and the modifications of the politicalspace.

GESTIÓN URBANA Y ARQUITECTURA EN EL BUENOS AIRES POSREVOLUCIONARIO (1821-1835)

Fernando AliattaProfesor Historia de la Arquitectura

Universidad Nacional de la Plata, Argentina

Introducción

ESTE TRABAJO TIENE COMO OBJETIVO PRESENTAR

ante ustedes las relaciones que se establecen entre ladisciplina arquitectónica y la organización de losEstados sudamericanos después de la Revolución dela Independencia. La idea es tomar como caso deestudio a la política de reformas urbanas realizadapor la ciudad de Buenos Aires durante los años 1821-1835, para observar el modo en que arquitec-tura y proyecto político aparecen amalgamadosalrededor de un plan común: la transformación delespacio urbano que debe servir de soporte a lasprofundas modificaciones planteadas en el espacioinstitucional.

La Revolución rioplatense es consecuenciadirecta de los acontecimientos que siguen a laexpansión napoleónica y la crisis de la monarquíaespañola pero su desarrollo, a diferencia de lo quesucede en otras colonias iberoamericanas, no esalterada por la Restauración. Pese a larga guerra deindependencia y a los deseos del Congreso de Viena,no se produce una restauración monárquica en elRío de la Plata, ni se realiza ninguna expediciónmilitar capaz de torcer el rumbo de esta nueva reali-dad política.1 Debido a estas circunstancias, laexperiencia bonaerense resulta un episodio política-mente interesante y sorprendente para los liberaleseuropeos. Dentro de un mundo que después de 1815

vuelve a instaurar sistemas políticos tradicionales,algunas ciudades o regiones del desmembradoimperio español, y en especial Buenos Aires, sonpuntos a tener en cuenta como laboratorios de laexperiencia republicana que tiene en esos momentosmuy pocos focos de desarrollo fuera de los EstadosUnidos.2

Esta particular coyuntura señala la apertura deun ciclo caracterizado, sobre todo, por la promulga-ción de una serie de amplias reformas instituciona-les que tienden a acentuar el republicanismo vigentedesde 1810 y ponen en práctica teorías inéditas parala organización del Estado. La más importante detodas ellas es la constitución de un gobierno repre-sentativo y la instauración del mecanismo del votoactivo y directo para la elección de representantes,lo que posibilita la incorporación y participación deun número mayor de electores en el quehacerpolítico.3 A ello debe sumársele la transformacióngeneral de la Administración y la Justicia que, enprincipio, deben asimilarse a un esquema que tiendea la distribución y especialización de las esferas depoder.

En la materialización de esta reforma tieneespecial relevancia la elite urbana Formada dentrodel enseñanzas de la Ilustración española, en losaños posteriores a la Revolución absorbe ecléctica-mente las teorías políticas en boga a fines del sigloXVIII: el naciente liberalismo británico, el utilita-

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1 La fuerza militar que Fernando VII prepara, con la anuencia del Congreso de Viena, para restablecer su soberanía sobrelas rebeldes colonias rioplatenses es finalmente utilizada en una campaña contra Venezuela.

2 El abate De Pradt, el defensor más famoso de la causa americana en Europa, contribuye también a la construcción deesta correspondencia analógica. En uno de sus tantos libros publicados periódicamente para actualizar los acontecimien-tos relativos a las nuevos Estados, realiza un elogio desmedido y un tanto exagerado de la nueva capital y su importan-cia. Para el publicista francés: “Ni Tiro, ni Cartago, ni Alejandría, ni Constantinopla, esas ciudades que ocupan un lugaren la historia y que tanto han ejercitado el genio de los poetas y artistas han tenido jamás una influencia comparable aaquella que Buenos Aires obtiene en este momento”. De Pradt, A: Des Trois derniers nois de L ‘Amerique Meridionaleet du Bresil, París, 1817.

3 Sobre el carácter que asume la instauración del voto activo y directo en el Río de la Plata y su relación con la experien-cia electoral del período 1810-20 ver: Ternavasio, Marcela: Hacia la soberanía del número. La ley electoral de 1821 enBuenos Aires, ponencia presentada a las VII Jornadas Interescuelas e Institutos de Historia, La Pampa, 1997. Tambiénde la autora ver: Las reformas rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso General Constituyente (1820 – 1827),Capítulo V de Goldman, Noemi: Nueva Historia Argentina, Revolución, República y Confederación (1806 – 1852),Tomo III, ed. Sudamericana, 1998, y Nuevo Régimen representativo y expansión de la frontera política. Las eleccionesdel Estado de Buenos Aires: 1820 – 1840, en Annino, Antonio (compilador): Historia de las elecciones en Iberoamérica,siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, Montevideo, 1995. pp. 65 – 105.

rismo, el pensamiento de los ideologues, etc.4 Estamezcla de saberes, a pesar de su diverso origen, noconstituyen un obstáculo para que la emergentedirigencia piense de manera homogénea en relacióna la organización del nuevo Estado. Es un grupodestacado del patriciado, encabezado porBernardino Rivadavia, primero ministro y luegopresidente, el encargado de materializar unprograma de reformas. La importancia de esteúltimo es central como mentor de estas transforma-ciones de corte liberal. En ese sentido, debe desta-carse que durante su estancia en Europa comoenviado diplomático, entre 1814 y 1821, Rivadaviase relaciona con algunos de los pensadores másimportantes del período como: J. Bentham, Destuttde Tracy, P. C. F. Daunou, cuyas doctrinas tienenluego una influencia central en su obra de gobierno.Pero lo importante para nuestro discurso es que enese contexto de innovación política, de una apuestaredoblada a un republicanismo representativo, laciudad se convierte en un escenario central paraviabilizar las reformas en dos aspectos sustanciales:

- En primer término, la elite ilustrada piensaque organizando regularmente el espaciofísico es posible ordenar el funcionamiento delas instituciones y, con ello, transformar elcomportamiento social, modificando radical-mente la estructura política heredada.

- En segundo término, la clase dirigente creeque esta nueva forma física debe servir paraconsolidar y ampliar la estructura material deBuenos Aires hasta transformarla en una“gran ciudad”. Una metrópoli cuyo fin esfortalecer un proyecto político que, basado enla cultura urbana, debe necesariamentecolonizar la totalidad del territorio.

II. Una nueva gestión urbana

Para poder lograr una transformación profunda de laciudad lo que cambia fundamentalmente es la organi-zación de la estructura burocrática. De una prácticadonde tanto el Virrey como el municipio, el Tribunalde Comercio, u otras dependencias administrativasahora suspendidas, podían tomar determinacionessobre la ciudad, y los profesionales ejecutivos sóloeran llamados para convalidar resoluciones ya asumi-das mediante informes técnicos o proyectos acotados;se pasa a un sistema donde las resoluciones másimportantes son tomadas por el poder central, peroson ejecutadas por cuerpos técnicos organizados casimilitarmente que muchas veces sugieren directamentelas medidas a tomar desde sus específicos camposdisciplinares.

Para centralizar la administración de la ciudad el poder ejecutivo crea tres nuevos organismos: elDepartamento de Ingenieros Arquitectos, el Departamento de Ingenieros Hidráulicos y elDepartamento Topográfico. Si bien estas tres institu-ciones disputan luego entre sí sus áreas de incumben-cia, comparten un mismo ideario profesional. Susintegrantes son, en su mayoría, ingenieros u arquitec-tos que han hecho las campañas napoleónicas, quecomparten los ideales nacidos en la EscuelaPolitécnica y desarrollados contemporáneamente porla Administración francesa.5 La preferencia por estetipo de profesionales no sólo es producto de una másamplia disponibilidad de los mismos en función de lasituación política imperante luego de 1815. Noolvidemos que, durante su estadía en Europa,Rivadavia tiene oportunidad de seguir con atención elplan de reformas de París implementado por laadministración napoleónica, del cual obviamentetomó referencias, entre las cuales se destaca supropensión a contratar profesionales de ese origen.

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4 Sobre las lecturas de la elite durante el período afirma V. F. López: El afán por estudiar los mejores libros europeos de1815 a 1821, era general y decidido. Bentham, Blakstone, B. Constant, Guizot, Madame de Staël (sobre todo sus obrasde literatura crítica como ‘La Alemania’ y de literatura política como ‘La Revolución Francesa’ los opúsculos de M. De Pradt y de los liberales españoles como Blanco White, José Joaquín de Mora, Argüelles, corrían en las mejoresmanos, se estudiaban, se discutían con admiración en todos los salones adonde concurría diariamente la alta sociedad.López, Vicente Fidel: Historia de la República Argentina, Buenos Aires, 1915, p. 199.

5 La mayoría de estos profesionales son parte de la diáspora de oficiales técnicos napoleónicos que se produce después de1815 y que tiene en las noveles repúblicas sudamericanas uno de sus destinos favoritos.

En ese sentido, basta con precisar los rasgos biográfi-cos de algunos de ellos para verificar cual es elmodelo a tomar. Exceptuando a Prospero Catelín yCarlo Zucchi, cuyos perfiles se acercan más al tradi-cional de la arquitectura y en origen cumplen funcio-nes específicas de esa materia, el resto ofrece ciertahomogeneidad. James Bevans, contratado comoingeniero jefe del Departamento de Hidráulica, habíarealizado importantes proyectos en Inglaterra, entreellos un asilo de pobres bajo el principio panóptico.También había formado parte en Londres de la“Sociedad para la mejora de la disciplina en las cárce-les” y, probablemente, era cercano a las ideas refor-mistas de J. Bentham. El español Felipe Senillosa, ensus múltiples actividades de periodista, catedrático,ingeniero y topógrafo, retoma en sede local ciertasexperiencias derivadas de la Ecole Polytechnique conel objetivo de unificar el saber profesional de ingenie-ros y arquitectos basándose en la geometría descrip-tiva. Su intención es crear los fundamentos de unanueva ciencia general del proyecto que debe regir laenseñanza de las ciencias exactas en la recientementecreada Universidad de Buenos Aires. El francés deorigen italiano, Carlos Enrique Pellegrini, alumno demérito de la escuela de Ponts et Chaussés, arriba alRío de la Plata después de haber trabajado durantealgún tiempo en el Georama de París, una de lasobras más revolucionarias en cuanto al desarrollo dela topografía y la representación cartográfica de sutiempo.6

Este grupo de profesionales exiliados luego de laRestauración, a los que se le suman muchos otros deactuación no tan destacada, encuentran en BuenosAires campo de aplicación para ciertas teorías quehabían comenzado a desarrollarse en Europa en ladécada anterior. Es cierto que la acción de estos

profesionales, de allí en más, parte de una realidaddistinta. En el Río de la Plata encuentran un ampliovacío profesional y técnico, motivado no sólo por ladesaparición del cuerpo de ingenieros militaresespañoles, sino por la importancia relativa de estacomarca en el contexto del imperio ibérico. Pero sonconscientes también de la existencia de ciertos prece-dentes ventajosos. No deben luchar por imponernuevas ideas contra una burocracia resistente alcambio, tampoco se encuentran frente a una ciudadcon graves complicaciones urbanas. En efecto, lacuadrícula heredada de la etapa Española, (recorde-mos que de acuerdo a las Leyes de Indias, la mayoríade las ciudades hispanoamericanas fueron fundadasmediante un trazado en cuadrícula) coincide en partecon el orden reticular utilizado en Europa y luego enArgelia por los ingenieros franceses, por lo que existeuna feliz coincidencia entre la tradición heredada yaquello que la ingeniería francesa había rescatadocomo un paradigma de la regularidad.7

En ese sentido el periódico El Argos, el másprestigioso de la ciudad durante la década, funda-menta en un artículo aparecido al inicio del períodolas ventajas comparativas del sistema en damero queposee Buenos Aires en relación con otras ciudades:no se pueden poner como fundamento la falta enLondres o París de tal sistema, pues allí no esposible establecerlo por la irregularidad de lascalles. Pero parece indudable que si tuviesen lamisma ocasión que nosotros no dejarían, a imita-ción de Filadelfia y otras ciudades del nuevo mundo,de adoptar con preferencia un orden tan regular, queindica también la marcha de una nación ilustrada.8

La identificación entre regularidad física y ordenpolítico que marca esta última frase, coincide con loque hemos expresado anteriormente, pero además

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6 Sobre J. Bevans, H. Rosenau ofrece una breve noticia y muestra uno de los proyectos para asilos de pobres que elIngeniero presentó en Londres. Ver: Rosenau, Helen, Social porpuse in architecture. Paris and London compared,1760/1800, London, 1970. Sobre Pellegrini y Bevans, existe también un detallado estudio local; de Paula Alberto. S. J. /Gutierrez, Ramon: La encrucijada de la arquitectura argentina (1822/1875). Santiago Bevans. Carlos Pellegrini.UNNE, Resistencia, 1974.

7 Acerca de la aplicación del modelo reticular por los ingenieros franceces en Europa Cf, Morachiello, Paolo/ TeyssotGeorges (compiladores): Nascita delle cittá di stato. Ingenieri e architetti sotto il Consolato e l’Impero, Officina, Roma,1983. Sobre el uso del modelo reticular en Argelia ver: Malverti Xavier, Picacard A., `Dalla città indigena alla cittàeuropea: il servizio del genio e la ristrutturazione degli insediamenti in Algeria (1830-1870)’ en Storia Urbana nº 35-36,1986, p. 4 y ss.

8 El Argos de Buenos Aires, 9 de marzo de 1822.

nos permite indagar acerca de la expresión materialde esa regularidad, —los planos de las ciudadescitadas— e incluso ampliar la interrogación hacia elsignificado que adquiere en el estricto terreno de lasteorías urbanas.

Si la rectificación fragmentaria y parcial es lasolución pensada para las ciudades históricas detraza irregular, la expresión más acabada de laregularidad sólo puede encontrarse en el uso de laretícula. La misma aparece en los modelos urbanosy en los ensanches de algunas ciudades de la épocaque exceden el universo de la ingeniería francesa. Enefecto, New York, Berlín, Edimburgo o también enalgunas españolas como Vigo o Santander, así comoen las nuevas fundaciones norteamericanas,Filadelfia o Savannagh, están organizdas a partir deun modelo reticular. En el caso bonaerense, encambio, lo que surge como más importante es lanecesidad de lograr una resemantización de lacuadrícula fundacional, es decir, una actualizaciónde la misma, una rectificación de sus distorsiones yademás una cualificación que, en este momento,implica la desaparición de la idea de centralidad quehabía poseído la cuadrícula renacentista, y con ellael modelo original promulgado por el ImperioEspañol para América. Es que la cuadrícula seconvierte, de ahora en más, en una trama abiertaque puede expandirse, repetirse, construir sitiosjerárquicos -plazas, parques, edificios públicos-diseminados en un espacio más vasto. Es decir, lanueva cuadrícula se presenta como un área disponi-ble, con jerarquías parciales que prometen un gradode libertad organizativa acorde con la complejidadinstitucional que la ciudad moderna comienza aadquirir. En esta configuración tienen una graninfluencia los factores de carácter higiénico, perotambién la moda arqueológica que, a fines del sigloXVIII, había redescubierto el damero en la ciudadgriega a partir de la relectura de las fuentes antiguas—principalmente la Política de Aristóteles— y sobretodo a la luz del hallazgo de Herculano, consideradacomo una colonia griega que había conservado sutraza original de carácter reticular.

Partiendo de estas ideas básicas, como primerdocumento la Administración elabora un planotopográfico, realizado por el ingeniero francésFelipe Bertrés y mandado a grabar inmediatamente

a Londres, que es fundamentalmente un plano de alineación.

Un instrumento pensado como base de rectifica-ción de calles que conduce a una corrección de lasanomalías que pueden haber alterado el planteooriginal de la ciudad. Pero su lectura explica mejoralgo mucho más importante: el recorte de un sectorde la urbe cuyos límites están expresando la dimen-sión que Buenos Aires debe tener para alcanzar elgrado de significación económico y políticodeseado por la elite. Una ciudad que necesita alcan-zar rápidamente medio millón de habitantes, frentea los aproximadamente 60.000 censados en 1822,cuyo nuevo confín urbano debe ser la actual calleEntre Ríos- Callao al Oeste, la calle Patagones(Caseros) al sur y Santa Cruz (Arenales) al norte.Sin embargo, la etapa posterior a este primerensayo de organización urbana no revela la necesi-dad de conformar un plano general de control. Asíparecen probarlo los dibujos parciales realizados en1825 por el Ingeniero José María Romero, otrotécnico español de actuación en la etapa napoleó-nica exiliado en el Río de la Plata, que si bien tienencomo propósito rectificar la traza heredada de laetapa colonial en el área suburbana, no presentaotra cosa que soluciones fragmentarias. Pero losdibujos de Romero dan cuenta también de los problemas que trae consigo la decisión de atenersea una geometría que recrea las condiciones fundacio-

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Figura 1. Plano Topográfico de Buenos Aires. FelipeBertrés, 1822. (Archivo de la Asesoría de InvestigaciónHistórica del Ministerio de Obras Públicas)

nales de la cuadricula. Efectivamente, su análisis nosdemuestra cómo muchas manzanas en proceso deconsolidación son amenazadas por una drástica recti-ficación o destrucción. La rígida ortogonalidad queorganiza el proyecto deja en situación desventajosa aamplios grupos de viviendas ya construidas en sólidosmateriales. La regularidad, la simplificación de losdeslindes entre terrenos, sólo producirá pleitos ymodificaciones que nadie está pensando en cumplirmientras afecten sus intereses particulares, por lo queel trabajo de reordenamiento de los suburbios esprontamente abandonado.

Tampoco se conforma para lograr la alineacióny el control edilicio del área central una comisiónde ornato, pero sí reglas muy estrictas para estable-cer una alineación de una trama que se había

distorsionado con el tiempo. Reglamentación queincluye ciertas disposiciones tendientes a generar untipo de edilicia “Regular” desprovista de ornamen-tos, que caracterizará durante dos décadas elaspecto de la parte más consolidada de la ciudad[Figura 3]. Una disposición espacial que hará deciral naturalista Charles Darwin, durante su visita a laciudad en 1833, que Buenos Aires: es una de lasciudades más regulares del mundo. Todas las callesse cortan en ángulo recto, y hallándose a igualdistancia unas de otras todas las calles paralelas, lascasas forman cuadrados sólidos de iguales dimen-siones...9

La alineación de las calles y la reorganización dela edilicia de una urbe que crece ampliamente duranteel período, es acompañada por una reestructuraciónfuncional. Los conventos y otras propiedades religio-sas, de la misma forma a lo que sucede en muchasciudades europeas después de la Revolución, pasan amanos del Estado. Sin embargo, a diferencia de lo quesucede en el Viejo Continente, no son vendidos aparticulares sino que en su mayor parte se transfor-man en espacios neutros adaptables a diversos usos,según las flexibles alternativas que determina unacambiante e inestable Administración.

Esta decidida intervención es también acompa-ñada por medidas de carácter sanitario. Dichasmedidas no difieren, en general, de la experienciadesarrollada previamente en otras latitudes. Sirven,en principio, para sistematizar y clasificar a latotalidad del organismo urbano bajo una nuevoorden cuyo principio fundamental es colocar todoaquello que es “de sana utilidad” en el centro yenviar todo aquello que es peligroso o malsano alas márgenes. Así comienza a gestarse una verda-dera taxonomía espacial que tendrá importantesconsecuencias en el futuro. Pero este reordena-miento no es sólo producto de la normativa higié-nica, sino de la sistematización de las áreas econó-micas, que encuentran en el espacio urbano ubica-ciones y límites definidos en la medida en quedeben ser controlados desde el punto de vistaimpositivo y médico.

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9 Darwin, Charles: Viaje de un naturalista alrededor del globo en el H. M. S. Beagle (edición española), Valencia, 1920.

Figura 2. Plano de los suburbios de la Ciudad. José MaríaRomero, 1824. (Archivo de la Asesoría de InvestigaciónHistórica del Ministerio de Obras Públicas)

En esa dirección, en noviembre de 1822, se dictanlas primeras disposiciones de zonificación industrial.Dichas disposiciones dan cuenta de la expulsión deltejido urbano de un renglón importante de activida-des peligrosas: los mataderos, los depósitos de cueros,los establecimientos para salar carnes, los molinos depanaderías, las fábricas de jabón, las curtiembres, lasfábricas de vela o fundiciones de sebo, así como laventa de tripas y pieles que deben ubicarse a unadistancia prudencial de acuerdo a su grado depeligrosidad como agentes productores de miasmas.10

De todos modos, los decretos de expulsión de loslugares de producción del casco urbano son, en comparación con sus similares napoleónicos,bastante imperfectos y vagos. Frente a la estricta yexplícita división en diversos grados de peligrosidadde cada uno de los establecimientos industrialesposibles que presenta el decreto imperial, su sucedá-neo local se limita a señalar sólo algunas diferenciasde grado; cuidándose de no indicar escalas de referen-cia concretas que determinen con claridad distintosniveles de alarma sanitaria para los establecimientosen función de la trama urbana.

De todos modos, esta zonificación general deter-mina el desarrollo futuro. En efecto, las ideas que

están detrás del proyecto de zonificación serán lasque estructurarán el crecimiento de la ciudad durantebuena parte del siglo XIX. La existencia de un cintu-rón suburbano donde se concentren los serviciosmalsanos tanto al norte, al oeste como al sur, laubicación definitiva de ciertas industrias en lugaresmás especializados alejados del centro, como es elcaso del Riachuelo, la organización de diversas plazasde comercio y específicos edificios de mercadoformando una red planificada en el interior de laciudad, son demostraciones palpables de la importan-cia que asumirán en el desarrollo de la ciudad futurala política que estamos analizado. A ello debemossumarle una serie de medidas tomadas durante laposterior presidencia de Rivadavia que intentanorganizar jerárquicamente las vías de circulación,cuya evolución ha sido la base de la organización dela trama viaria de la ciudad. Dichas medidas consis-ten básicamente en el trazado de una avenida quedebe actuar como boulevard de delimitación de laciudad, formado por las actuales calles Callao - EntreRíos (que antes hemos citado) de la que parten otrasnueve hacia el Oeste con la función de ser vías deacceso de mercaderías hacia las plazas de mercadoubicadas en la periferia [Figura 4].

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10 Cf. Registro Oficial ... op. cit. p. 213. Decreto referente a barracas y fábricas del 31 de mayo de 1822.

Figura 3. Casa de Ladislao Martínez. Carlo Zucchi, 1829. (Archivio di Sato di Reggio Emilia AZ nº 140)

Figura 4. Transformaciones urbanas en Buenos Aires,

1821- 1835. (Dibujo de Santiago Aguerrebhere y Omar

Loyola, Unidad de Investigación nº 7 IDEHAB FAU

UNL)

III. Ciudad y arquitectura

Pero la reorganización no comprende sólo a la estruc-tura urbana, sino a la arquitectura que debe resignifi-carse, desplegarse para formar nuevas estructuras queapuntan a hacer del centro de la ciudad un espaciopúblico celebrativo de la nueva condición republi-

cana. Un antecedente de esta decisión la encontramosen la celebración de fiestas públicas de caráctercívico. Pese a que este tipo de celebraciones era yaparte del universo colonial, el uso de la nueva retóricarevolucionaria las transforma en la manifestaciónmás característica que surge en el espacio urbano enrelación a la nueva época inaugurada en 1810. De allíen más, las fiestas asumen un particular rol ya que seconstituyen en expresión representativa del traumá-tico cambio que se está desarrollando. Si bien enorigen tienen una organización espontánea ligada a lacelebración de victorias, llegada de trofeos de guerraetc., poco a poco, el gobierno irá interviniendo ytransformando los actos en verdaderos ritos deaceptación de la nueva situación política que, de esamanera, pueden ser definitivamente aprobados porsectores más amplios.11

Sin embargo, hay un fenómeno que debemosdestacar. Durante la década del ‘20, y en coincidenciacon este nuevo rol que la ciudad va asumiendo, lasefímeras organizaciones espaciales que se generan, nosólo son funcionales a la labor didáctica que la fiestaplantea, sino que también comienzan a poner enevidencia las representaciones que acerca de la ciudady su desarrollo futuro, posee la elite urbana y elcuerpo técnico encargado de organizarla. Segúndemuestran las crónicas de la época, y lo confirmanlas imágenes recientemente halladas aquí en Italia enel Archivo Zucchi,12 existe a partir de este período unmodo de decoración particular para las arquitecturasefímeras que adornan las fiestas cívicas [Figura 5]. Laidea recurrente es la construcción de un recinto,mediante la utilización de columnas de maderadesmontables u otros elementos arquitectónicos, quetodos los años asumen variaciones formales: de uncírculo a un polígono o un octógono, etc. y quecontienen en su interior —además de sectores de

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11 Munilla Lacasa, Lia: El arte de las fiestas: Carlo Zucchi y el arte efímero festivo. En Aliata, F y Munilla Lacasa, L., compi-ladores: Carlo Zucchi y el Neoclasicismo en el Río de la Plata, EUDEBA, Buenos Aires, 1998.

12 El legado del arquitecto Carlo Zucchi se encuentra en el Archivio di Stato de Regio Emilia. Por iniciativa de su director,el Dr. Gino Badini, en el año 1993 se realizó en esa ciudad una muestra y un catálogo de la obra de este arquitecto. Enel año 1996 dicha muestra se repitió en Buenos Aires y Montevideo. El archivo de Zucchi, mas de mil dibujos y unaimportante cantidad de documentos, constituye una invalorable fuente para el estudio de esta etapa del desarrollo arqui-tectónico en América del Sur y ha servido de base para documentar buena parte de los argumentos que aquí se exponen.En relación a esta muestra el Archivio di Reggio Emilia editó un catálogo: Badini, Gino/ Mezabotta, Liliana (a cura di)Carlo Zucchi, ingegniere e architetto, Reggio Emilia, 1993.

juegos y diversiones— monumentos construidos parala ocasión mediante técnicas escenográficas, querepresentan las glorias y los héroes de la patria. Lointeresante de todo esto radica precisamente en lautilización de esta imagen reiterada, que no puedeexplicarse sólo a partir de una razonable economía derecursos. Su manifestación constante, año tras año,parece demostrarnos la existencia de una voluntadtendiente a definir un perímetro cívico que representeuna idea diferente de lo que la plaza en particular, yde la ciudad en general debían ser, constituyéndose enmodelo de la urbe por venir. Así es como la colum-nata de orden dórico, define una fachada virtual de laplaza, la fachada que efectivamente este espacio notiene pero que deberá poseer en un futuro próximo, y

la serie de monumentos que en un corto lapso, como lo testimonian múltiples fuentes, deben rempla-zar al obelisco construido en 1811 como primermonumento a la Revolución.

El evento concilia entonces dos tendencias: unadirigida a reemplazar los símbolos visibles por otrosvirtuales anticipando el futuro, otra que otorga a laplaza un nuevo rol diferenciado dentro de la estruc-tura de la ciudad, a partir de su renovación institucio-nal y política. Si bien es cierto que la necesidad degenerar en derredor de la plaza una fachada uniformerepresenta una antigua aspiración con antecedentesen el período virreinal, su lenguaje arquitectónicoviene en definitiva a remplazar toda preexistencia, ainstaurar en la plaza un diverso orden jerárquicodonde impera la arquitectura, la imitación de laAntigüedad, la restauración de un foro cívico que esresultado de la celebración que la ciudad estáconstruyendo sobre sí misma, al erigirse comoheredera de las metrópolis antiguas. En ese sentido, lasituación de la capital rioplatense es distinta a las demuchas ciudades europeas que se ven afectadas porlas transformaciones que inicia el ciclo napoleónico.En ellas la superposición de las ideas derivadas de laevolución de la gestión urbana racional y los planesglobales de organización arquitectónica revoluciona-ria, producen, en general, graves divergencias. Comoes bien sabido para el caso de Milán, las relacionesque se establecen entre la “Comisión de Ornato” yAntolini con su proyecto de foro, nos muestran —según el ya clásico análisis de M. Tafuri— lastensiones irreconciliables que subyacen entre ambasopciones: entre una transformación radical de laciudad a partir de un proyecto que reformule losmodos de vida, o la racionalización u optimización dela ciudad tradicional que debe poco a poco corregirsu matriz medieval.13 Estas dualidades no aparecen enal caso porteño. El foro, los nuevos programas públi-cos, la transformación funcional de la ciudad son, endefinitiva, un complemento de la regularización, unaexaltación de un programa de racionalización que noimplica una modificación sustancial de los objetivospropios de la reorganización urbana y administrativa.

El trabajo definitivo que sigue a la exaltaciónefímera de las fiestas es la reconversión de las facha-

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Figura 5. Decoración efímera para la celebración de las

Fiestas mayas de en la Plaza de la Victoria. Carlo Zucchi.

(Archivio di Sato di Reggio Emilia AZ nº 474)

13 Tafuri Manfredo: De la Vanguardia a la metrópoli, (versión en español) Gustavo Gili, Barcelona, 1977.

das de la plaza en un ámbito nuevo que intenta serefectivizada en la década de 1830 [Figura 6]. Pero elproceso no acarreará otra cosa que frustraciones ydesengaños. Es constante la oposición de aquellosque ven cercenados sus intereses y propiedades ydeben obligatoriamente construir nuevas fachadas,cuestión que se repite en Montevideo cuando elgobierno uruguayo intenta reorganizar, en 1837, laque luego será la plaza central de la ciudad.

Siguiendo las enseñanzas de la tratadística, losarquitectos y funcionarios tratarán de generar facha-das regulares con galería pobladas de negocios

elegantes —en concordancia con el modelo de calleaporticada tan caro a Durand o Marulli y común enlas ciudades del norte de Italia—. A esto debemosagregarle la colocación en la plaza o sus proximida-des de edificios de carácter cultural (el teatro seráedificado algunas décadas después sobre las ruinas deun proyecto inconcluso de la edad virreinal),monumentos conmemorativos de la revolución y sushéroes y la pavimentación de la misma con mármolesazules y blancos, traídos de Génova, según proponeun caballero de la época, para que identifiquen eseespacio sacro de la Revolución con los colorespatrios. Pero la construcción de una plaza cívica, unágora republicana, implica la desarticulación del tipode plaza heredada de la etapa colonial. Es necesarioterminar con la permanencia del mercado a cieloabierto, la presencia de los sectores populares, de losmestizos, de los negros, de la plebe que en tiempos dela efervescencia que precede a la guerra civil, segúninforman indignados algunos periódicos, insultan a la“gente decente” que se acerca al lugar. Es que larenovación de la plaza parece celebrar la presencia deun ciudadano abstracto que representa un sectorbastante limitado de la sociedad. Un ciudadano biendistinto de los sectores populares que pueblan bulli-ciosamente el centro urbano convertido en nuevoforo que celebra una igualdad difícil de compatibili-zar con prácticas de división social provenientes delAntiguo Régimen.

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Figura 6. Proyecto de reorganización de las fachadas de la

Plaza de la Victoria, Carlo Zucchi, 1837. (Archivio di

Sato di Reggio Emilia AZ nº 24)

Figura 7. Hospital General para ambos sexos, Carlo Zucchi, 1831. (Archivio di Sato

di Reggio Emilia AZ nº 966)

La renovación arquitectónica que incluye la plazay otros sectores de la ciudad estará en manos de dosarquitectos: El francés Prospero Catelín, sobre el cualno existen demasiados datos acerca de su formaciónen suelo europeo, y el italiano Carlo Zucchi. Esteúltimo nacido en Reggio Emilia, ex oficial del ejércitonapoleónico, expulsado de la península por carbona-rio, había estudiado en Italia y Francia y cultivado laamistad de Denon y Visconti en París. Llega al Río dela Plata en 1827 con un grupo de compatriotas exilia-dos: P. De Angelis, A. F Mossotti y P. Carta, con elobjeto de servir al gobierno republicano en su políticacultural. En Buenos Aires realiza una serie de proyec-tos que dan cuenta del programa de reformas quedebían ejecutarse a continuación del plan de alinea-ción y que luego no fue posible materializar por causadel estallido de la guerra civil. El muelle portuario, elHospital para Ambos Sexos [Figura 7], elmonumento a la Confederación, el Panteón de losHombres ilustres de la República Argentina [Figura8], los Monumentos a la Confederación y a laRevolución, el Mercado de las Artes, los baños públi-cos, el palacio episcopal, el pasaje o galería comercial,escuelas y diversos residencias particulares, etc.

Lo más importante que surge del análisis delconjunto de sus proyectos es la existencia de unsistema de correspondencias caracterológicas. Laciudad de la revolución se vuelve “parlante” en laobra de Zucchi. Desde la mayor jerarquía reservada ala fachada de la catedral, ornamentada con un lujoso

orden corintio, hasta el austero plan del palacioepiscopal que debe contrastar necesariamente con elcarácter otorgado al templo principal o, finalmente,la fachada del lado sur de la plaza —ensayo deornamentación para el resto de las propiedades priva-das que constituye el conjunto definido de manerauniforme en cuanto a las alturas, los ritmos, laornamentación y las texturas— se está organizandoun inédito paisaje urbano. Un paisaje que acompañaa los nuevos edificios representativos y que debenecesariamente erigirse en remplazo de los resabioscoloniales.

Pero este sistema no sólo sirve para el área central,sino que puede extenderse a la totalidad de la ciudad.Alejándonos del centro representativo, nos encontra-mos con que la idea de regularidad armoniza perfec-tamente con la noción de gradación lingüística queaparece en la serie de proyectos que analizamos enrelación con la plaza. La idea de formalizar unafachada austera, regular y desprovista de todaornamentación para la edilicia anónima, que consti-tuye el grueso de la ciudad, puede leerse en lamayoría de los diseños relacionados con edificiospúblicos más sencillos. Tanto los baños públicos,como la escuela de Niñas de la parroquia de SanNicolás proyectados por Zucchi [Figura 9], muestrancómo la arquitectura pública simplifica su lenguaje amedida que sus programas tienen una importanciamenor. Pilastras dóricas, aberturas apenas destaca-das, tenues buñados, caracterizan entonces estosejemplos mínimos. Lo mismo sucede en el territorio

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Figura 8. Panteón dedicado a los Hombres Ilustres de la

República Argentina, Carlo Zucchi, 1831. (Archivio di

Sato di Reggio Emilia AZ nº 190)

Figura 9. Escuela de Señoritas en la Parroquia de

San Nicolás, Carlo Zucchi, 1834. (Archivio di Sato di

Reggio Emilia AZ nº 106)

de los edificios de carácter doméstico. Aún teniendoen cuenta las ostensibles diferencias entre la arquitec-tura del Estado y las viviendas de los particulares; unaarmonía general parece emanar del conjunto. Elmismo Zucchi lo reafirma en el prospecto de lafrustrada publicación de su obra. Al hablar de lasresidencias proyectadas para personajes importantesde la elite confiesa haber adoptado …por insinuaciónde los mismos propietarios un estilo sencillo y econó-mico más conveniente con las costumbres de unpueblo republicano, donde no ha penetrado el fastodestructor de la moral y de todos los principios socia-les…14 Efectivamente, esta idea de sencillez aparececomo un criterio global que amalgama los diferentesproyectos y se constituye como un principio rectordel carácter que la arquitectura privada debe asumiren la ciudad republicana. Y esta recurrencia a lacaracterización se acompaña con otra de las ideasclaramente identificables con las teorías arquitectóni-cas imperantes a fines del siglo XVIII: la noción de“decoro”. Un atributo que deben guardar quienes sesienten identificados con la austeridad republicana ycondenan el lujo ornamental propio de la corrupcióny el exceso del Antiguo Régimen.15

Pero hay dos edificios cuyos análisis nos dan unaidea más clara de los límites de la propuesta políticay la posible importancia de la arquitectura para laconsolidación de la misma: el pórtico de la catedral yla sala de Representantes o legislatura de BuenosAires. La primera de ellas, según nos prueban losdocumentos, procede de la acción del propioRivadavia quien persuade a Catelín para superponera la antigua iglesia, cuya fachada había quedado

inconclusa, un pórtico de doce columnas erigidosiguiendo dos modelos parisinos: la fachada de laLegislatura de París —el Palacio Bourbon— y laiglesia de la Magdalena.16 Se trata de un ejercicioradical desde el punto de vista artístico y político[Figura 10].

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14 Zucchi, Carlo: Colección de los principales proyectos compuestos por el superior gobierno..., Imp. del Estado, BuenosAires, 1834.

15 En este contexto, la austeridad y el decoro son las particularidades utilizadas para distinguir a los ciudadanos virtuosos quetodavía no han sido corrompidos por el lujo y la ostentación. Sobre esta conjunción entre virtudes republicanas y austeri-dad personal, transitada tantas veces por publicistas y teóricos, existen una buena cantidad de discursos en la prensa escritarioplatense. A manera de ejemplo transcribimos uno fragmento de un artículo escrito por Manuel Moreno en ElIndependiente: “Buenos Aires por su localidad es enteramente comerciante. Lo reciente de su fundación había impedido quese formaran grandes fortunas, y por consiguiente reducidos sus habitantes a una medianía abundante, obligados todos aobservar una frugalidad honesta (compañera inseparable de la democracia) que era la única capaz de conservar los frutosde su industria, no conocían los excesos del lujo, ni experimentaban el poder de los grandes y refinados placeres que sonpropios de las poblaciones antiguas... y desde entonces no han podido formarse caudales gigantes que introduzcan desigual-dad notable en la condición de los ciudadanos, sin la cual las prerrogativas de clase son puramente ideales”.

16 A ello debemos agregar un hecho importante: la admiración de Rivadavia por Vignon, el arquitecto favorecido del empera-dor y autor del proyecto definitivo de la Magdalena, a quién pretende contratar en 1826 para la realización de un monumentofunerario en memoria de C. Rodney, enviado norteamericano fallecido sorpresivamente en Buenos Aires en 1824

Figura 10. Pórtico de la Catedral de Buenos Aires,

Prospero Catelín, 1822/27. (Archivio di Sato di Reggio

Emilia AZ nº 131)

Efectivamente, dotar al edificio de este tipo defachada de carácter templario y de amplias resonan-cias evocativas de la Antigüedad, en el momentomismo que el gobierno ha encarado una reformareligiosa, similar a aquella realizada en Franciadurante la etapa revolucionaria, es por cierto un actode ruptura. Más aún si le sumamos el motivo centraldel nuevo programa de inspiración laica: la superpo-sición al significado religioso original de la catedral,de la función de templo votivo dedicado a los ejérci-tos de la Independencia. Este carácter sincrético,entre monumento a las victorias militares y templocatólico, es tal vez lo que explica la ausencia dedecoración religiosa en la fachada y la voluntad de lasautoridades de la Iglesia, durante el período siguienteal que estamos analizando, de refaccionar la contun-dente intervención del grupo ilustrado.

En efecto, el gobierno conservador de JuanManuel de Rosas, que sigue al abortado proyectotardoilumista, intentará transformar la nuevafachada. La idea de la jerarquía eclesiástica es dotar ala catedral de torres laterales, hornacinas con estatuasde los padres de la Iglesia e inscripciones sacras,según lo prueban los proyectos de reforma realizadospor Carlo Zucchi. Es curioso notar la contemporanei-dad y afinidad de ideas que existen entre los planteosde Zucchi y ciertas modificaciones que se estabangenerando en Francia en relación con la decoraciónde los templos católicos. Vale la pena recordaralgunos tópicos recurrentes en la arquitectura de laRestauración que reaparecen en este ejemplo. Es bienconocido lo que sucede al respecto después de lacaída de Napoleón: el paganismo de la arquitectura yla decoración romana es reemplazado, en general,por una iconografía que no cancela los modelos clási-cos pero si las motivaciones. Por otra parte, la miradahacia el Renacimiento italiano, anticipada por Perciery Fontaine, se extiende y se complejiza. Si el clasi-cismo se va transformando en un historicismo eruditoque amplia sus fuentes, es en el panteón parisinodonde puede encontrarse una muestra acabada de latransformación. Nuevamente consagrado comoiglesia de Santa Genoveva, las esculturas paganas deltímpano de la fachada principal son remplazadas porepisodios católicos en una especie de sincretismoentre los valores tradicionales y el racionalismorevolucionario. Una idea similar encontramos en

relación a la obra que nos ocupa. La decoración deltemplo corintio del programa rivadaviano es substi-tuida por inscripciones y estatuaria religiosa queindica un cambio en la percepción de la tipología quedebe recuperar, como anuncia el propio arquitecto,“el carácter sacro-serio” de la composición. Objetivoque también intenta lograrse con un hábil recurso: lageneración de una fachada de mayores proporcionesque el pórtico de Catelín, situada por detrás de éste,que permite empequeñecer la importancia del mismoy servir de soporte a las dos torres laterales, signoinequívoco, desde el punto de vista de la caracteriza-ción, de una catedral metropolitana [Figura 11].

La segunda de las obras que podemos analizar endetalle, adquiere una dimensión igualmente superlativa;se trata de la construcción de una Sala para albergar lanueva legislatura producto de la instauración delsistema representativo. Frente a la magnificencia delorden corintio de la catedral, sorprende la modestia y laparquedad decorativa del nuevo edificio definido comouna sala interna, sin fachada, que literalmente desapa-rece dentro del antiguo complejo jesuítico de la“Manzana de las Luces”. La explicación de esta auste-ridad formal la encontramos principalmente en lainfluencia que las doctrinas de Bentham y, particular-mente, su libro Táctica de las asambleas legislativas,parecen haber tenido, no sólo sobre la forma del edifi-cio, sino también sobre el carácter que debía asumir elsistema representativo local [Figura 12]. Para loscontemporáneos la Sala, adecuada a un programa de

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45Gestión urbana y arquitectura en el Buenos Aires posrevolucionario 1821-1835

Figura 11. Pórtico de la Catedral de Buenos Aires,

proyecto de modificación, Carlo Zucchi, 1835. (Archivio

di Sato di Reggio Emilia AZ nº 97)

funcionamiento estricto pautado por la teoría bentha-miana, debería desempeñarse como una verdaderamáquina arquitectónica capaz de constituirse en unaauténtico laboratorio político del sistema representa-tivo.17 Según Bentham, la existencia de un reglamentoestricto, de una arquitectura adaptada a las necesidadesdel debate, eliminaría de raíz toda resistencia facciosapara convertir a la acción política en una confrontaciónracional de ideas que modificaría profundamente lavida institucional. Con ello se lograrían dos ventajassubstanciales: la incorporación paulatina de sectoresmás amplios destinados a conformar un verdaderocircuito de opinión que beneficie la actividad política yla eliminación definitiva de la lucha fratricida que habíacaracterizado los años iniciales de la Revolución. Elresultado es un espacio que más se parece a la primerasala de la Convención en las Tullerías que a la contem-poránea recinto del Senado en el Palacio Bourbónconstruido en 1807.

Sin embargo, pese a las previsiones iniciales de este“panóptico político”, en pocos años la práctica repre-sentativa demuestra resultados contrarios al racionaldebate de ideas que este ámbito debía facilitar. Laformación de una oposición, los intereses contrapues-tos de diversos grupos que pugnan por defendercuestiones particulares y que se revelan contrarios auna equitativa confrontación discursiva, los prolonga-dos períodos de inacción que siguen al entusiasmoinicial, parecen hacer vislumbrar un temprano aunqueparcial fracaso de esta voluntaria formación, desde elEstado, de un espacio público receptivo de suspropuestas políticas. Pero no es sólo el desarrollo deeste tipo de vicisitudes lo que va demostrando lacomplejidad relativa de la experiencia. La racionali-dad de los discursos, el cumplimiento de los reglamen-tos, la supuesta transparencia de los actos políticos,no se manifiestan en si mismos como garantía de pazy orden a lo largo del tiempo. En vez de aclarar yordenar la actividad institucional, esta serie de

mecanismos no hace más que poner al descubierto lasprofundas contradicciones de una sociedad que, sólomomentáneamente, y de manera artificiosa, hapodido salir de su crisis. La alineación, el trazado deavenidas y plazas, la construcción de edificios públi-cos, no son garantías suficientes para materializar unareforma que coloca en la morfología urbana parte delos fundamentos de la renovación política y social.

La “ciudad regular” cuya estructura institucional yarquitectónica debe resultar el conveniente escenariopara el desarrollo de una esfera pública republicana,resulta finalmente el marco de un trágico conflicto queprolongará por más de veinte años la guerra civil y eldesencuentro. Pero si bien las amplias expectativas quela reforma urbana había suscitado están lejos decumplirse, la ampliación de la ciudad en relación con surol de futura capital y la cristalización de la zonificaciónpropuesta, serán dos importantes tópicos que guiarán eldesarrollo de Buenos Aires durante el siglo XIX.

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Figura 12. Sala de Representantes de la Provincia de

Buenos Aires, Prospero Catelín, 1821-22. (foto del autor).

17 Una carta del propio Rivadavia al filósofo utilitarista aclara aún más la cuestión: “Desde el último instante que tuve ocasiónde pasarlo en su compañía, hace más de dieciocho meses, no he cesado de meditar vuestros principios en materia de legisla-ción; y a mi regreso aquí, he experimentado una satisfacción muy grande viendo las profundas raíces que han echado en elardor de mis conciudadanos al adoptarlos. Verá Ud. señor, que el reglamento que le adjunto de nuestra Junta deRepresentantes; que he tenido el honor de proponerle y ha sancionado en una de sus sesiones, está enteramente basado sobresus irrecusables e inconcusas verdades, contenidas en vuestra obra sobre la Táctica de las Asambleas Legislativas; y en laCátedra de Derecho Civil, que he hecho instituir, se profesan esos principios eternos demostrados tan sabiamente en vuestrocurso de Legislación”. Citado por Piccirilli, Ricardo: Rivadavia y su tiempo, Peuser, Buenos Aires, 1943, p. 320.