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  • AnnotationUn thriller poltico e informtico con personajes

    que se parecen mucho a una vicepresidentaconcreta y a un ministro concreto.

    Una historia de inslita confianza entredesconocidos que pone al descubierto la soledad yla violencia del poder en todas sus formas.

    No hay fortaleza inexpugnable ni prisin queno contenga un defecto.(Mercedes Soriano,Historia de no, Alfaguara, 1989). As piensa elhacker que se infiltra en un ordenador ajeno con laintencin construir una relacin que salve a unamigo de las redes oscuras del trfico deinformacin confidencial.

    No hay fortaleza inexpugnable ni prisin queno contenga un defecto. As piensa lavicepresidenta del gobierno, que todava no haperdido la esperanza en el cambio.

    No somos ms que bolas de billar en untablero que obe- dece siempre a la misma cascadade causas y efectos, pero, en contadas ocasiones,una leve objecin o, incluso, una omisin puede

  • una leve objecin o, incluso, una omisin puedecambiar el rumbo de las cosas. Nunca creeramosque una persona normal pudiera estar dispuesta ajugarse su expectativa de una vida razonable y nosobresaltada, pero hay excepciones. Porque aveces la intensidad del deseo acaba con todaprudencia. A veces no podemos contener nuestrasganas de saber.

    ACCESO NO AUTORIZADOBeln Gopegui

    RESUMENPRIMERA PARTE

    EneroJunio del ao anteriorEneroJunio del ao anteriorEneroJulio del ao anteriorEneroJulio del ao anteriorEneroJulio del ao anterior

  • EneroSeptiembre del ao anteriorEneroOctubre del ao anteriorEneroNoviembre del ao anteriorEneroNoviembre del ao anteriorEneroDiciembre del ao anteriorFebreroFebreroFebreroDiciembre del ao anteriorFebreroEneroFebrero

    SEGUNDA PARTETERCERA PARTE

    Agradecimientos

  • ACCESO NO AUTORIZADO

    Un thriller poltico e informticocon personajes que se parecen muchoa una vicepresidenta concreta y a unministro concreto.

    Una historia de inslita confianzaentre desconocidos que pone aldescubierto la soledad y la violenciadel poder en todas sus formas.

    No hay fortaleza inexpugnable niprisin que no contenga undefecto.(Mercedes Soriano, Historiade no, Alfaguara, 1989). As piensa elhacker que se infiltra en un ordenadorajeno con la intencin construir unarelacin que salve a un amigo de lasredes oscuras del trfico deinformacin confidencial.

    No hay fortaleza inexpugnable niprisin que no contenga un defecto.As piensa la vicepresidenta del

  • gobierno, que todava no ha perdido laesperanza en el cambio.

    No somos ms que bolas de billaren un tablero que obe- dece siempre ala misma cascada de causas yefectos, pero, en contadas ocasiones,una leve objecin o, incluso, unaomisin puede cambiar el rumbo de lascosas. Nunca creeramos que unapersona normal pudiera estardispuesta a jugarse su expectativa deuna vida razonable y no sobresaltada,pero hay excepciones. Porque a vecesla intensidad del deseo acaba con todaprudencia. A veces no podemoscontener nuestras ganas de saber.

    Traductor: deAutor: Gopegui, Beln2011, MondadoriColeccin: Literatura Mondadori, 467

  • ISBN: 9788439724674Generado con: QualityEPUB v0.23Corregido: MAESE L@C, 15/07/2011

  • Beln Gopegui

    ACCESO NO AUTORIZADO

    A la memoria de Antonio Estevan,Javier Mariay Mercedes Soriano.

    A rebelion.orgDebo echar mi suerte con quienes,siglo tras siglo, con astucia,sin poder extraordinario alguno,rehacen el mundo

    ADRIENNE RICH,

  • Recursos naturales(Traduccin de

    Miriam Daz-Diocaretz)

  • RESUMEN

    No hay fortaleza inexpugnable ni prisin que nocontenga un defecto. As piensa el hacker que seinfiltra en un ordenador ajeno con la intencinconstruir una relacin que salve a un amigo de lasredes oscuras del trfico de informacinconfidencial. No hay fortaleza inexpugnable niprisin que no contenga un defecto. As piensa lavicepresidenta del gobierno, que todava no haperdido la esperanza en el cambio. No somos msque bolas de billar en un tablero que obedecesiempre a la misma cascada de causas y efectos,pero, en contadas ocasiones, una ligera objecin o,incluso, una omisin pueden cambiar el rumbo delas cosas. Nunca creeramos que una personanormal estuviera dispuesta a jugarse suexpectativa de una vida razonable y nosobresaltada, pero hay excepciones. Porque aveces la intensidad del deseo acaba con todaprudencia. A veces no podemos contener nuestrasganas de saber.

  • PRIMERA PARTE

  • Enero

    La luz de las farolas atravesaba las copas delos rboles y ascenda cada vez ms dbil. Lospisos altos quedaban sumidos en la oscuridadcomponiendo un segundo Madrid, varado ensombras, una extensa atalaya desde dondepresenciar la intemperie de los cuerpos que an yhasta el amanecer seguan desplazndose de unlado a otro por las calles encendidas.

    En esos das el sistema integrado deinterceptacin de telecomunicaciones seencontraba operativo para un elevado porcentaje delas conversaciones telefnicas, mensajes cortos eintercambio de datos electrnicos. Desdediferentes salas distribuidas por todo el pas,usuarios autorizados de Las fuerzas y cuerpos deseguridad del Estado accedan a la informacinalmacenada en los dos centros de monitorizacin.Los bits viajaban por cables y por ondas. Decerebro a cerebro una suave neblina de gotaspequeas, imaginarias, se extenda por la ciudad,

  • atravesaba rejillas y ventanas y entraba en loscorazones.

    En la terraza del piso nueve de un edificio deladrillo situado en la zona norte de Madrid, unamujer vestida con blusa marfil y pantaln negrodejaba vagar la mirada lejos de los centroscomerciales y las zonas arboladas, por los camposde la noche. El contacto del aire helado estremecasu nimo. Como el aguijn de una avispa pero mssuave y duradero, la vicepresidenta del gobiernosenta en su pecho el dolor de algunas de las cosasque no hizo. Era cerca de la una. La vicepresidentavolvi enseguida al interior de la casa, a la pequeamesa de madera de haya donde tena su ordenadorporttil.

    Aunque nunca compraba nada por internet, nisiquiera una cancin, a veces, para descansar lamente, miraba toda clase de catlogos. Casas enlas islas Gambier. No tena intencin de alquilar una,tampoco de visitar el archipilago, pero durante,quiz, diez segundos se vea en aquellos porches alborde de la playa, sin furias ni penas.

    Todo empez en la tercera casa. La flecha semovi sin que ella hubiera tocado el ratn. Pens

  • que lo haba imaginado. Cerr el portal de venta decasas. Adis, islas. Luego cerr el navegador y serecost en la silla.

    En la penumbra del saln se permitidesmadejar el cuerpo, relajar los brazos, apoyar lostalones en el suelo y que los pies girasen cada unoen direccin opuesta. Pero enseguida la flechacomenz a danzar. La vicepresidenta se incorpordespacio, aproxim de nuevo el silln a la mesa ysujet el ratn con la mano. La flecha siguimovindose completamente fuera de su control.Exploraba carpetas y abra y cerraba documentos.Solt el ratn. Ahora su mano izquierda reposabaen el brazo de la silla y la derecha tamborileaba consuavidad sobre el cristal fro de un vaso delimonada. No soy yo, seguro. Ley la hora en elordenador: 01.10. Dos o tres noches por semana,cuando el sueo tardaba en llegar, la vicepresidentaabra el porttil y navegaba sin rumbo.

    De manera que no conoce mis costumbresSe dijo en alto.

    Quien quiera que estuviese controlando suordenador en ese momento pareca hacerlo como siestuviera seguro, o segura, de que no haba peligro

  • de ser descubierto. Pero lo hay. Aviso al jefe degabinete? Al servicio informtico? Lo segundo lepareca ms adecuado. Sin embargo, de momentono iba a llamarles; prefera seguir mirando laactividad de la flecha. Haba abierto una ventananegra y escriba palabras en clave, cdigos que elladesconoca. Anot algunos en un post-it. Imagincon toda nitidez el titular en la prensa, el vdeo deYouTube, los comentarios en los blogs sobre lo fcilque haba sido hackear el ordenador personal de lavicepresidenta. Y se encogi de hombros.Soportara mi escandalito ms, como sus fotos enbaador circulando por todo el mundo, como el daen que la filmaron de espaldas paseando cogida dela mano con una vieja amiga. Es mi ordenadorprivado, no contiene datos que puedancomprometer al gobierno, ni a m, as que no piensomontar un nmero ahora llamando a nadie. No tengodocumentos de trabajo, fotos extraas, he borradolos escritos personales. El historial, quiz, la lista delas pginas que he visitado en los ltimos veintedas.

    La vicepresidenta trat de recordar si en esalista haba algo impropio. Estuvo tentada de abrir el

  • lista haba algo impropio. Estuvo tentada de abrir elnavegador y repasarla, o quiz borrarla de una solavez. Pero si lo hago, sabrn que estoy mirando.Como si la hubiera odo pensar, la flecha cerr unaltima carpeta y se detuvo.

    La persona que ha estado movindolaseguir ah, agazapada, o se habr levantado paraasomarse a la ventana y fumarse un cigarrillo?Puede que haya apagado su ordenador y cortadotoda comunicacin.

    La vicepresidenta bebi un poco de limonada,despacio. Luego se ech una gruesa chaqueta delana por los hombros y, con el vaso en la mano,sali de nuevo a la terraza. Una mesa de madera yseis sillas con anchos brazos evocaban lapresencia de amigos, noches bulliciosas de copas ycharla hasta el amanecer. La vicepresidenta sesent y puso la limonada sobre la mesa. Oa unduelo de ladridos. Mientras contemplaba algunasestrellas de luz muy dbil, aor el leve olor deljazmn que en primavera creca a su izquierda.

    El cielo pareca expandirse en todasdirecciones; la vicepresidenta se sinti ligeramenteconmovida, como si esa vasta extensin la

  • protegiera. Dedic un par de minutos a pensaren laflecha. Su presencia debera ofenderla, o enfadarla,inquietarla cuando menos: alguien vulneraba suintimidad cometiendo un delito. Pero no estoyofendida, ni enfadada. Un golpe de viento heladoenvolvi su cuerpo. Not cmo el fro recorra supiel, quebrada ya por los aos, parecida a lacorteza del pan y, sin embargo, afinada, precisa. Elrumor sordo de los coches le trajo brazos cogidos alvolante, chaquetas con el olor de la jornada, tal vezel sonido de un bajo acariciando la tapicera. Pensen las vidas que podan resultar modificadas poruna decisin suya. Quiso restar importancia a esaidea, la alej. Con los ojos cerrados, Julia Montesempez a repasar su agenda del da siguiente.

    Cuando regres al interior de la casa vio elsalvapantallas negro. Movi el ratn. Sus carpetas,sus iconos, todo pareca estar quieto ahora, y laflecha le obedeca. La vicepresidenta se sent. Ibaa apagar el ordenador pero primero se dirigi a laflecha, o quiz a ella misma haca muchos aos,cuando lea novelas de aventuras, cuando so serel capitn Tormenta, cuando todo estaba a punto deempezar:

  • Quin eres?

  • Junio del ao anterior

    Siete meses antes, a las siete y media de lamaana:

    Hola, abogado. Te acuerdas de daemon05,aka Crisma?

    Qu pasa?Me han detenido.Yo ya no me ocupo de estas cosas, lo

    sabis.Por favor.Te doy el telfono de Juan. O le llamo yo.Quiero que seas t. Por favor.De pie, con el telfono inalmbrico en la mano,

    el abogado miraba por la ventana del dormitorio.Haba un deje imperativo en la voz del chico, unaurgencia que el aboga to no recordaba. Sinticuriosidad y al mismo tiempo cansancio.

    Ir. En qu comisara ests?Abajo, en la calle, un gato corri a esconderse

    debajo de un coche. De qu hua? Calentar elagua, camisa, caf, peridico de ayer, lavado de

  • dientes. En el ascensor le salud su imagen, uncuerpo recio bajo el traje claro, el pelo a punto deestar largo, la mirada en stand-by, un mnimodestello al fondo, un piloto de luz que mantenavigilante.

    Tena que resolver algunos asuntos y no lleg ala comisara hasta pasadas las diez. Como conocaal oficial de polica, baj con l a los calabozos.Cuatro detenidos ms acompaaban al chico enuna habitacin de paredes anaranjadas. En lugar decamas o sillas, unos salientes en los muros a modode bancos; al fondo, lavabo y retrete apenasprotegidos por un tabique de media altura. Un hedortenue pero penetrante pareca brotar del suelo. Laluz fluorescente, muy dbil; en la puerta, unventanuco. Demasiado calor.

    Le dejaron a solas con el chico en la sala deinterrogatorios.

    T dirs.Fue una estupidez. Haba entrado en Red

    Elctrica y prob a mandar rdenes de generacinde corriente, midiendo la tensin en las tomas delcuarto con un multmetro. Funcionaba. Tena quehaberlo dejado ah pero al da siguiente volv a

  • probar.Por qu? Qu buscabas?Mi multmetro indicaba que no haba habido

    ninguna bajada de tensin sobre el valor inicial. Meconfi. Si desde control nadie compensaba esasubida momentnea significaba que no habanreparado en ella.

    El chico levant los hombros muy deprisa.No me has contestado.No buscaba nada, ejercitar los dedos. T

    sabes cmo es esto.Qu te han dicho? Pregunt el abogado.Hay una denuncia de Red Elctrica. Segn

    ellos, el fiscal podra pedir siete aos de crcel. Esverdad?

    No, no. Dnde estabas cuando entraste?En casa. El multmetro estaba averiado, si no

    nunca habra cometido este error.El chico volvi a levantar los hombros,

    levemente, no pareca un tic sino una sea, comolas treinta al punto del mus. Luego mir hacia lapuerta.

    Ests cansado? Le pregunt.S, bastante.

  • Hablaremos cuando salgas, entonces.Espero conseguir que te dejen en libertad concargos.

    Gracias.No te hagas ilusiones. Pasarn varias horas

    hasta que puedas irte. Quieres que llame aalguien?

    No.A tu trabajo? A tus padres?No, gracias.Soltaron al chico a las nueve de la noche. El

    abogado sala de su trabajo en ese momento. Hablcon l por el mvil, pareca sereno. El juicio no serahasta dentro de varias semanas o quiz meses,quedaron en verse pasados unos das.

    Luego el abogado busc un locutorio en unbarrio lejos del suyo. El dueo estaba mirando unapelcula en la pantalla. El abogado sac del bolsillode la chaqueta un live ced hecho a medida. Aquelera su mejor momento. Desde que conoci al chicono haba dejado de saltar vallas electrnicas,fronteras que l imaginaba negras con el cdigoescrito en luz verde. Dispona de tiempo y esfuerzo,y eso le haba permitido ir subiendo de nivel sin

  • y eso le haba permitido ir subiendo de nivel sindetenerse. Nadie saba que le gustaba. Nadieesperaba nada de l, los dueos de esos locutoriosno retenan su cara porque nunca volva.

    El chico haba sido su mentor. Lleg a l trashaber entrado en varios foros pidiendo ayuda. Paradefender a un c liente acusado ele un delitoinformtico necesitaba entender qu haba hechoexactamente. Le ensearon, logr que el clientefuera absuelto y ya no quiso dejar ese mundo.Empez desde cero, siguiendo paso a paso lasindicaciones del libro El entorno de programacinUNIX. Despus vinieron los ezines y luego los retosque le propona el chaval. No buscaba trucos sinohacer las cosas entendiendo cmo se hacan. Apesar de ser de letras, aprendi a encontrar lavulnerabilidad, a atravesarla como una puertadisimulada en la pared. Aunque nunca dej desentirse un extrao en la escena. Esos chicos, losdems, haban cruzado la adolescencia jugando enmquinas que ahora parecan prehistricas peroque tenan el encanto de haber sido pioneras.Cerrados tras la puerta de su cuarto, de noche,oyendo de vez en cuando el mdem como un sonar

  • submarino, llegaron a sentirse pequeos dioses conacceso a centrales remotas donde se controlaba elpoder, el ejrcito, el conocimiento. l les sacabacasi quince aos. En su casa nunca huboordenadores, ni unos padres que supieran lo queeran, ni un cuarto propio. Y adems l era unsimulador, no perteneca a ningn sitio; por esofingi abandonar.

    El abogado sali del locutorio pasadas las dos.Ya haban cerrado el metro, pero no busc un taxisino que anduvo por las calles, conoca laoscuridad. Vigilantes jurados, guardias, escoltas, ltrabajaba en el filo de la violencia fsica legal.Defender a esos hombres era su aportacin alfurioso inundo incomprensible. En cambio, lallamada del chico se le antojaba una interrupcin, untajo inoportuno dentro del tiempo. Aquella filosofablanda que l mismo lleg a usar en sus alegatos,segn la cual los hackers no eran sino chicosestudiosos aprendiendo a programar en sushabitaciones, nunca le convenci. Existan esostipos, hackers modelo Heidi o hermana de lacaridad que penetraban en un sistema informticosin permiso de acceso y dejaban un mensaje al

  • administrador, explicndole los defectos deconfiguracin y la forma en que haban conseguidoentrar. Pero no eran hackers por dejar ese mensaje,sino por haber entrado sin autorizacin. Eso eratambin lo que l haca cuando iba a los locutorios,entrar sin permiso en los sistemas, ser el intrusodurante unas horas. En cambio, el chaval y susamigos le recordaban demasiado a losuniversitarios de Yomango que decan robar comoprotesta al sistema, y cuando desmagnetizabanuna alarma se crean diferentes. Por qu vuelvesahora, chico? Ya no recuerdas que yo defiendo alsegurata, al que te lleva al rellano de unas escaleraspor donde no pasa nadie y te acojona y te registra yse juega su puesto si no te encuentra nada? No lorecuerdas o quiz no lo sabes. Tampoco os dijenunca que mi padre era un poli, como el que habrtenido que lidiar con Red Elctrica y con su superiory quemarse las pestaas leyendo la telemetra parasaber quin coo eras t.

    El abogado atravesaba las calles recalentadaspor los motores de aire acondicionado. Vio pasar auna mujer sola, andaba deprisa, el vestido ceido,el ruido suave de unas sandalias planas contra el

  • suelo. Pens en su casa con dos cuartos vacos,para invitados, para sus otras vidas. Cuartosdisponibles como l mismo. Yo no soy nadie, chico,supongo que por eso me has llamado.

  • Enero

    Despus de tres reuniones, la vicepresidentadispuso de media hora tranquila en su despacho,necesitaba leer multitud de papeles y documentos.Se le pas por la cabeza buscar en Google elcdigo que haba copiado la noche anterior, o algode informacin acerca de esos ordenadoresllamados zombis, pero lo descart. Si lo hacaquedara constancia de su bsqueda y no deseabacompartir con nadie lo ocurrido, por el momento.

    El ejercicio del poder se caracteriza, entreotras cosas, por un continuo ir y venir de secretosque hay que administrar.

    Secretos retenidos, secretos para ir soltandomuy lentamente, secretos compartidos por unncleo mayor o ms pequeo, secretos troceados.Hay que tenerlos en la cabeza recordando cul essu radio de accin, quines saben, quines puedenllegar a saber, quines no deben conocerlos bajoningn concepto.

    En cuanto a su flecha, se trataba, por ahora, de

  • un secreto solo suyo, y as quera mantenerlo. Notena tantos. Por motivos de su cargo, tanto su saludcomo sus relaciones personales, gastos,negociaciones, viajes, indumentaria, planes, eranpuestos en conocimiento de otras personas.

    Durante la comida con algunos miembros de suequipo, La vicepresidenta se las ingeni para llevarla conversacin al terreno de los ordenadoreszombis sin llamar la atencin. Pronto una personahizo la pregunta que ella necesitaba:

    Cuando se apoderan de tu ordenador y loconvierten en un zombi, hay alguna manera dedarse cuenta de ello? dijo Carmen, la directora decomunicacin.

    S y no Contest la mano derecha de suanterior jefe de gabinete, un treintaero aficionado ala informtica quien pronto la abandonara, pueshaba sido reclamado por el presidente. Losordenadores son capaces de ejecutar ms de unacosa a la vez. Mientras ests escribiendo en tuprocesador de textos tienes otra aplicacin abiertaque, de vez en cuando, mira a ver si tienes correo osi alguien te ha escrito por el chat, etctera. A esosotros procesos, que se ejecutan al el trasfondo, se

  • les llama demonios.Por qu demonios?Todo empez con un experimento con

    gases. Un tipo imagin que, si hubiera una pequeacriatura, y la llam demonio, capaz deseleccionar las molculas en movimiento segn suvelocidad, podramos llegar a romper el segundoprincipio de la termodinmica, ese que prohbe queentre dos cuerpos de diferente temperatura setransfiera calor del cuerpo fro al caliente. A losprogramadores les gust la imagen de la criaturaque trabaja en el trasfondo.

    Y un zombi es un demonio? Pregunt eljefe de gabinete.

    Para decirlo ms exactamente, un zombi esun ordenador que ejecuta un demonio ajeno a susistema, colocado por un tercero, por lo general vavirus o al cargar una pgina web que explotavulnerabilidades. Aunque el nombre hace pensar locontrario, el ordenador zombi se presenta comoperfectamente normal a su usuario. En corto: que tuordenador o el mo pueden ser ahora mismo zombisy nosotros no saberlo

    Pero se nota algo? Pregunt la

  • directora de comunicacin.Depende del nivel de informacin del

    usuario, y de lo discreto y camuflado que sea eldemonio, cosa en la que su creador habr puesto elsuficiente empeo si quiere que su red de zombisperdure. Teniendo en cuenta el sorprendentementealto nmero de redes de zombis conocidas y, enconsecuencia, de ordenadores infectadosunusuario normal no lo nota a no ser que su antivirus lodelate. Lo que no siempre ocurre, o ms bien casinunca.

    Hay una combinacin de teclas para veresos demonios, no? dijo el jefe de gabinete.

    S y no. En Windows, si tecleas a la vezControl-Alt-Del, te sale el Administrador de Tareas.Pinchas en la pestaa de procesos y vers decenasde demonios legtimos, propios de tu sistema. Peropuede que haya alguno invitado, que no se llamarzombil.exe sino algo del tipo syscmd.exe,idntico o muy parecido a otros varios demoniosque s son propios.

    Habr formas de comprobar a qucorresponde cada proceso dijo la vicepresidenta.

    Las hay, solo que requieren ms

  • Las hay, solo que requieren msconocimientos de los que suele poseer un usuariono experto. Y tambin hay herramientas paraenmascarar un proceso hacindolo casi invisible.

    La vicepresidenta miraba los chipirones comosi fueran aves o pequeos cuerpos de aliengenas.Deposit los cubiertos juntos, dando el plato porterminado. En su cabeza, problemas an sinresolver y tareas pendientes se desplazaban condificultad en medio del cansancio. Uno de esosdemonios trabaja pero no para tener un programade ordenador abierto sino para ir gastando micuerpo, mi resistencia, mi capacidad deconcentracin.

    Pidieron los postres, ella eligi fresas con zumode naranja. La conversacin giraba ahora en torno alos usos habituales de una red de zombis. Milordenadores, decan, con un demonio que teobedece y al que mandas instrucciones del tipo: Alo largo de las prximas veinticuatro horas envaeste mensaje spam a estas cien personas. Hechoas, la operadora de cada uno de esos ordenadoresno lo nota, mientras que s lo hara si enviases cienmil mensajes desde un nico ordenador.

  • La vicepresidenta pens en su flecha: haabandonado el trasfondo, como buscando que yo lavea.

    La hora del caf era su tiempo libre. Todossaban que ella no tomaba y la dispensaban deestar presente en la sobremesa hasta el final. Sindar ninguna explicacin, siguiendo la rutinaconvenida, abandon el pequeo comedor privadoy se retir a su despacho. Una vez all, cerr los ojosunos minutos, un sueo breve que renov susfuerzas.

    Al despertar, se dirigi al vestidor. Debacambiarse de ropa para asistir a la inauguracin delCuarto Congreso Europeo de Personas conDiscapacidad. Eligi una chaqueta azul prusia decorte recto, con cuello de chimenea para disimularla edad, implacable detrs de la tela. El pantaln,del mismo tejido que la chaqueta y de un azul algoms fuerte; ambas prendas lisas, pensadas paraafianzar su imagen de figura cerrada, sin fisuras.Algunos modistos insistan en recomendarle telasestampadas, pero ella siempre las rechazaba conun ademn discreto y firme. Los estampadosposean connotaciones relacionadas bien con la

  • intencin de aportar un toque de fantasa al mundo,bien con la voluntad de plasmar la propiapersonalidad o intereses. Somos mucho msvulnerables con estampados, pues contamos mshistorias, voluntariamente o no. Colores lisos,superficies sin agujeros. La vicepresidenta noquera contar ninguna historia sino aparecer ante lascmaras de televisin, los fotgrafos y el pblico,como una figura compacta, capaz de proteger.

    Mientras se pona unos pendientes en perfectacombinacin con la sombra de ojos y laindumentaria, se preguntaba hasta qu punto esaflecha podra abrirse camino como un dibujo: unrombo o un tallo con hojas, el comienzo de unagrieta horadada en su armadura de azulesimpenetrables.

    Inaugur el congreso, luego tuvo que asistir aun acto en el que una asociacin de periodistas leentregaba un premio y, por ltimo, a una cena conuna delegacin de empresarios ucranianos. Ya deregreso, se sinti inesperadamente contrariada alcomprobar que era ms de la una. No llegar atiempo. A no ser que la flecha me est esperando.

  • Junio del ao anterior

    La figura del abogado con la chaquetahinchada por el viento pareca proceder de otromundo ms antiguo y solitario mientras, bajo lalluvia, descenda por la cuesta del parque del Oeste.El chico haba insistido en quedar en aquellahondonada rodeada de rboles. Cierto que habanhablado la noche anterior, cuando nada parecapresagiar esa tormenta con un vendaval que habrainutilizado cualquier paraguas. No obstante, ajuiciodel abogado, el chico mostraba sntomas deparanoia. No haba querido quedar en un cafporque la mayora tenan cmaras, y no le habadado un nmero de mvil porque ya no usaba mvil,es como llevar un cascabel puesto, le dijo, y aunqueel abogado pregunt: Quin es el gato?, elchico no contest, ya haba colgado o quiz lo hizoal or la pregunta.

    Le encontr all, empapado, el pelo oscuro ycorto con trasquilones, la nariz ganchuda y laexpresin vagamente atnita, como si no acertara a

  • explicarse por qu haba gotas en los cristales desus gafas y un vapor que nublaba el mundo.

    Dejars ahora que vayamos a un bar? Casi grit el abogado en medio del viento.

    S, s, pero hablamos por el camino.Y as fue, a voces, batidos sus cuerpos por una

    lluvia fina y constante, el chico le fue contando que lode Red Elctrica no haba sido exactamente unerror.

    No quiero que me preguntes mucho duranteel juicio. Lo prefiero, aunque al final tenga que pagaruna multa o me caiga una condena de unos meses.

    Ests dicindome que queras que tedescubrieran?

    Tengo problemas, Eduardo.El chico se quit las gafas para limpirselas

    con el borde de la camiseta. Le brillaban los ojoscomo si tuviera fiebre, pero no transmita sensacinalguna de debilidad.

    Por qu quieres que te defienda yo?Confo en ti. Tenemos que resultar crebles.

    El multmetro no estaba averiado, lo estrope luego.Avanzaban entre viejos rboles a los que la

    pendiente haca parecer an mayores. El abogado

  • oblig al chico a detenerse bajo uno de ellos yencendi un cigarrillo.

    Puede caerte mucho ms que unos meses.Acceso no autorizado a sistemas informticos,fraude de suministro elctrico y lo que encuentren.Quiz tengas que entrar en prisin.

    Por eso te necesito. No quiero ir a la crcel,cre que cuando me procesaran me despediran.Pero no lo han hecho.

    Repite.Intentaba que me dejaran en paz, pero fall.El chico mir a su alrededor. Busca

    perseguidores, un espacio seco para sentarse, qule pasa ahora?

    Joder, te has ido a parar en el rbol.El abogado reaccion con brusquedad, estaba

    cansado de esa intemperie absurda y tambin deno entender.

    Si no dejas de hablar en clave y me cuentaslo que pasa, yo no te defiendo.

    Crisma le mir desconcertado.Perdona, no tiene nada que ver. Es de otra

    poca. Una chica, ya sabes, era nuestro rbol. Meparece que hace mil aos.

  • Mil aos, el chico rondara los treinta, o nisiquiera. Qu saba l de otra poca? Ocho aosatrs, cuando le conoci, combinaba el hacking conesos juegos de poderes, enemigos y territoriosmgicos. Por momentos hablaba como si ansiguiera en esos mundos. Sin embargo, algo dentrode su voz era estridente y temblaba. El abogadoconoca bien el punto ms temido, el que precede ala prdida del control, cuando los obstculos seagolpan y el pnico est demasiado cerca.

    Quines tienen que dejarte en paz?En vez de responder el chico volvi al camino,

    en silencio. El abogado presagiaba uno de sushabituales catarros de verano al da siguiente.

    Basta.Haban llegado a la entrada del parque, se oa

    con claridad el ruido de motores, bocinas y gentehablando. El chico se detuvo.

    Dime de qu va esto o bscate otroabogado, los hay bastante mejores que yo.

    Los ojos del chico le esquivaron al decir:Son indios. Estn en Mysore. Me llevaron a

    verles una vez. No s para quin trabajan.Tenemos que buscar un sitio donde no llueva

  • Tenemos que buscar un sitio donde no lluevaDijo el abogado.

    El chico se acerc a l y susurr:Hoy no. No creo que me sigan, no creo que

    estn aqu fsicamente. Pero juegan muy fuerte,Eduardo. Antes de que nos veamos otra veznecesito hacer unos ajustes en tu mvil, y revisar tuordenador. Tambin tenemos que encontrar un sitioque no sea pblico, ni sea una de nuestras casas.

    Ests paranoico Dijo el abogado.Te juro que no.Entonces el chico ech a andar muy rpido,

    como si ya hubiera calculado que llegara a tiempode cruzar el semforo a la salida del parque. Elabogado no intent seguirle. Con delicadeza,apag el pitillo y lo guard en el celofn queprotega la cajetilla de la humedad y que l habaextrado porque detestaba tirar colillas al suelo.

  • Enero

    La vicepresidenta salud al escolta de guardiaen el portal toda la noche. Mientras suba en elascensor se propuso no acudir enseguida a suporttil al llegar a casa. Fue primero al dormitorio,cambi su ropa oficial por un pantaln negro algogastado y un jersey de algodn blanco, grueso yconfortable.

    Esa flecha? Un chaval de catorce aosjugando a ser espa, o un hacker ruso tratando deaduearse de cuantos ms ordenadores mejor. Esaflecha no conoce otra cosa de m que no sea mi ip,unos cuantos nmeros tan carentes de significadocomo los de cualquier telfono.

    Eran casi las dos cuando la vicepresidenta sesent frente al porttil. La sorprendi encontrarloencendido. Siempre lo apagaba, precisamentepara no facilitar la tarea a hipotticos intrusos.

    A lo mejor esta vez se me olvid Murmuren voz baja, sin poder evitar sentirse expectante.

    Movi el ratn para recuperar la pantalla: la

  • flecha saltaba de un lado a otro trazando medioscrculos. La vicepresidenta separ las manos delratn y del teclado para estar segura. La flechasigui saludando.

    Su porttil tena desactivada la cmara, ella sehaba ocupado de hacerlo. Pasaba el da bajo la luzde los focos, en el punto de mira de los objetivos, ylo ltimo que quera era ser vista tambin cuandochateaba con un amigo o navegaba. As pues, serelaj y se dio permiso para experimentar.

    Cuando ella tomaba el control del ratn, laflecha le obedeca como si fuera un simple cursor nodominado por una presencia ajena. Pero si losoltaba o simplemente dejaba de moverlo, la flechavolaba, sola de nuevo, de un lado a otro de lapantalla.

    Bueno, veamos si sabes mi idioma.La vicepresidenta abri un documento de texto

    y escribi:Hola.Inmediatamente, la respuesta se escribi sola

    en el documento:Hola.Qu quieres? Pregunt la vicepresidenta.

  • MmmLa vicepresidenta sonri sin querer. Despus,

    como si despertara, se vio a s misma ah,aguardando las palabras de un intruso, y se puso enguardia. Ni siquiera saba el nombre de suinterlocutor, si era uno, o una, o varios. Estuvo apunto de preguntrselo pero prefiri no hacerlo. Seencontraba en clara desventaja. Quiz s sabecosas de m, ms que yo de ella, seguro. Puede serun chino que conozca mi biografa, mi cargo. Eninternet nadie sabe que eres un perro. Puede seruna periodista, un diputado, pueden sercolaboradores mos.

    La vicepresidenta se levant. Desde el primermomento haba fantaseado con un desconocido porcompleto ajeno a su mundo, un friki de losordenadores. Al pensar en alguien de su entorno,percibi por vez primera la magnitud de la intrusin.Qu imprudente haba sido. Ella, la hermtica, laque nunca, o casi nunca, perda la calma, la quelograba sacar tiempo para considerar cadahiptesis y preverlo todo, jugando a los marcianoscon un desconocido. La flecha podra incluso estarsiendo movida por los responsables de seguridad

  • informtica de la Moncloa. Quiz sea una prueba ynunca me lo digan, pero el rumor acabarextendindose: la vicepresidenta se deja embaucarpor un intruso, enreda sin avisar a seguridad.

    Paseaba por la habitacin imaginando lareaccin de sus escoltas si un extrao entrara en supiso abriendo la puerta con una ganza y ella no lesdijese nada. No era igual, su integridad fsicaestaba a salvo. Adems, la flecha haba llegado aun ordenador que solo contena informacinirrelevante. Y si me da la gana de compartirla, allpelculas. Es mi vida, mi vida privada, las pocasbriznas que todava me quedan.

    Volvi a la silla, estaba dispuesta a mantenersu relacin con el intruso siempre que este leofreciera una garanta, tal vez una prueba de suidentidad. Pero cmo?

    Un movimiento de letras la sac de sucavilacin.

    Tenas desactivada la asistencia remota Deca la flecha.

    Por seguridad Respondi. Me dijeronque lo hiciese.

    La he activado.

  • La he activado.Sigues sin decirme lo que quieres.Prestarte ayuda.El orgullo centelle en los ojos de la

    vicepresidenta. Ayuda? No necesito ayuda, quisodecir, aunque saba que era una frase estpida. Nonecesito la ayuda de quien ni siquiera me ha dichosu nombre, hubiera sido una rplica adecuada.Pero si quera quejarse poda apagar el ordenador.La flecha saba eso tanto como ella. Decidi ocultarsu orgullo, aplazarlo y seguir el juego. Dijo:

    Qu me pediras a cambio?Te pedir el mayor defecto.La vicepresidenta repar en las comillas con un

    ligero temblor. Parecan indicar una cita, y haba unanovela que trataba del mayor defecto. Esa novelaera su libro de cabecera pero, precisamente porello, nunca la haba mencionado cuando lepreguntaban por sus gustos literarios o le pedanque recomendase un ttulo para el verano. Vino a suimaginacin la ciudad de Mosc vista desde laaltura de un edificio que la domina entera. El solbutano enciende con reflejos las ventanas de lospisos orientados al oeste. Luego se desata la

  • tormenta y una extraa comitiva abandona volandola ciudad. La vicepresidenta escribi:

    Dioses, dioses mos! Qu triste es la tierraal atardecer! Qu misteriosa la niebla sobre lospantanos! El que haya errado mucho entre estasnieblas.

    La flecha le arrebat el control de las teclaspara continuar:

    el que haya volado por encima de estatierra, llevando un peso superior a sus fuerzas, losabe muy bien.

    Tengo razn, se refiere a esa novela. Puedeser casualidad. Aunque hubiera entrado en mi casa,aunque adems de mi contrasea la flechadispusiera de una copia de mis llaves y hubieralogrado sortear a los escoltas, no podra haberloaveriguado. En mi ejemplar de la novela no haynotas, ni subrayados, ni una dedicatoria. Pero todoera absurdo, nadie haba entrado en su casa,simplemente esa novela era un clsico, millones depersonas la haban ledo y algunas conservaran,como ella misma, frases en la memoria. Sepregunt para qu querra nadie un defecto ajeno, yla respuesta apareci con incmoda nitidez: para

  • no tener que sufrirlo. Sinti cansancio y sueo.Tom el ratn y condujo la flecha hacia el botn deapagado.

    te vas? Se escribi en el documento.La vicepresidenta suspir. Haba sido huraa y

    algo desconcertante en su juventud. Sin embargo,su dedicacin a la poltica la ense a imprimircortesa en casi todos sus gestos. No quiso, pues,desconectar sin despedirse.

    S. Buenas noches.En la cama, se sumergi en un sueo inquieto y

    desordenado. A las cuatro de la maana despertdesvelada. Trat de volver a dormirse, pero los ojosse le abran limpiamente. Se levant a buscar unvaso de agua de la nevera, un poco de fro laayudaba a conciliar el sueo.

    Cuando volva con el vaso en la mano caminodel dormitorio, vio la puerta entreabierta del saln yentr. Se sent en el sof. Dorma con un viejopijama de patos dibujados que compr enmsterdam haca bastantes aos. Llevaba tiempoguardado en el armario y siempre le daba penatirarlo. Ahora lo haba recuperado, ya sin nostalgia.Nunca volvera a ser la mujer que viaj a Holanda

  • con un subsecretario siendo ella secretaria deEstado. No volvera a asomarse a la ventana de unhotel escondido temblando de deseo, erguidos lospezones, alta la nuca y firme el pulso rojo de loslabios, segura de su desnudez. Llevaba muchotiempo sin verle cuando se enter de que habamuerto. Era un profesor universitario. A las pocassemanas de aquel viaje, l abandon la polticapara volver a sus clases. Aquella decisin me dolims que si se hubiera ido con otra mujer. Pocodespus le dej, sin rabia, sin miedo al futuro, sinhaberlo lamentado nunca. Pero ojal estuviera vivo,solo eso, saber que en algn sitio segua su vozllenando un aula, me acompaara.

    Mir sus manos largas recortndose sobre latela verdiazul, las imagin peinando los rizos de unacabeza joven y sinti una aoranza suave, noquemante ni triste. Bebi el agua y al ir a dejar elvaso sobre la mesa advirti al mismo tiempo unrumor y un soplo de luz. Su ordenador estabafuncionando. Se aproxim con sigilo, como siesperase encontrar detrs de la pantalla a lapersona que lo haba puesto en marcha. Busc laventana negra de la otra vez, pero el monitor

  • ventana negra de la otra vez, pero el monitorpermaneca apagado, solo el sonido del aire y doso tres pilotos de luz indicaban que algo estabafuncionando dentro. La vicepresidenta pens en esediablo en el trasfondo, pens en el disco duro comoun lugar ignoto donde sucedan cosasdesconocidas y sinti ganas de dormir y supo queesta vez descansara con un sueo no agitado sinoen calma.

  • Julio del ao anterior

    El abogado y el chico se dirigan a un localmedio abandonado cerca de la estacin de metrode Buenos Aires. Un conocido del abogado habatenido una tienda all. Ahora el negocio setraspasaba y el dueo le haba dejado una llave dellocal autorizndole a usarlo hasta que apareciera uncomprador.

    Cuando salieron a la calle, lleg una vaharadade basura pasada de fecha, mondas de naranjapodridas, bolsas que no haba recogido nadie.Cruzaron la avenida de la Albufera, un autobschirri al parar ante el semforo. Doblaron por laesquina de una tienda de ropa. Haba un tramo sinluz por causa de dos farolas fundidas; dentro, lanoche pareca albergar tneles rotos. Losatravesaron. De nuevo bajo la luz, el abogado vio enel suelo un paquete vaco de galletas. Aquel celofnazul brillante con una estrella dorada y el dibujo deuna enorme galleta rellena de chocolate tambinindicaba desorden pero no le inquiet, pareca venir

  • de otro universo. El paquete qued atrs, rebusclas llaves en el bolsillo.

    Encendi la luz, un fluorescente quemado porlos bordes. Cables en el suelo, dos mesas viejas,una silla, una estantera, un ventilador, un silln enharapos rescatado de la calle. Por suerte el dueo,confiado en traspasar pronto el local, mantena laelectricidad y el agua.

    El chico se sent en la silla cedindole el sillnal abogado.

    He trado latas fras, cerveza y Coca-Cola.Tambin tengo whisky Dijo sealando el ltimoestante.

    Coca-Cola Dijo el chico. Yo estabatrabajando para una filial de Aastra Technologies.Cre que iban a echarme. Hay cosas que noaguanto, me han echado otras veces. Tendras quever cmo son esos sitios, sin horario, sin derechos,vale todo porque se supone que eres t quien tieneque agradecer que te hayan contratado. Pues medicen que hable con uno de los directores y el tipome sugiere que me apunte a un curso remuneradode interceptacin en ATL. Por lo visto les interesabami perfil. Haba veinticinco candidatos y solo

  • escogeran a seis.Te eligieron Dijo el abogado de pie, con

    una lata en cada mano.S. El curso no se me dio mal. Es lo mo, me

    gusta. El concepto de interceptacin de Ericsson esparecido a un gran man in the middle, un sistema decontrol que no est en las operadoras ni en loscentros legalmente autorizados. Est en el hardwarede ambos; sin embargo, el software solo puede sermanejado por quien conozca la herramienta demonitorizacin. Otras personas acceden a lmediante claves, pero muy pocas puedeninteractuar con ella. Yo aprend a hacerlo. Luego mepusieron a trabajar en la divisin de redes. Tenaque ver los logs de todos los que usaban esesoftware, y adelantarme a los problemas. Soy muybueno en eso. Todos lo dicen. Me pas un aoesperando un poco de reconocimiento que no fuerasolo palabras; no s, menos horario, ms salario,ms capacidad de maniobra. Para nada: soloqueran quemarme, t sabes cmo es esto.

    No tengo ni idea.El chico alete con las manos.Hay una edad, igual que en el ftbol,

  • supongo. El cerebro funciona al ciento veinte porciento, pasas los ojos por pginas enteras decdigo y ves dnde hay un error, lo ves a la primera.Pero eso no dura. Como la agudeza visual, no s,se pierde y no hay gafas que lo arreglen. Yo queraseguir aprendiendo. Si no lo haces te gastas y luegoya no sirves.

    Ah entran los indios?S, en un IRC alguien se me acerc, un tal

    orpheus37, me hizo preguntas muy concretas sobremis conocimientos y me dio una direccin paraentrar en contacto. Vale, yo supona que el tipo noera del todo legal. Pero me dijo que no, quetrabajaba para una empresa, que incluso me haranuna factura. La cosa iba de hacer un troyano para untest de seguridad. Era bastante fcil. Yo tengo miarsenal, lo que el tipo me peda no era ms de doso tres noches de trabajo. Lo pagaban bien. Y lohice.

    Te dieron la factura?Networking Start SL, el nombre tena

    gracia.Entonces te pidieron otra cosa ms turbiaNo fue exactamente as. Mi hermana tuvo una

  • No fue exactamente as. Mi hermana tuvo unahistoria chunga. Estaba viviendo con un tipo y l selarg, se llev pasta, la dej sin nada. Mi hermaname pidi dinero. Jo, hasta me hizo ilusin que me lopidiera, a m, que me paso en paro ms tiempo delque trabajo, que nunca tengo nada.

    El chico aplast su lata de Coca-Cola vaca.Pareca estar detrs de un cristal. Parece un pjaroen una pecera.

    Y buscaste a orpheus otra vez Dijo elabogado.

    Apareci l.En el momento oportuno.Yo tambin lo pens, s. Que el to poda

    haber ledo los correos de mi hermana. Pero yovigilo, te aseguro que no es fcil entrar en misordenadores.

    Casualidad, entonces?Mira, ya no lo s. En aquel momento lo vi as,

    casualidad. Ahora, hasta he pensado que esostipos conocan al que dej colgada a mi hermana.Ya s que flipas. No digo que fuera as. Pero lo hepensado.

    Vale, sigue.

  • Queran un trabajo especial. Tendra quehaberme mosqueado que hablase maravillas de mitroyano. No era nada del otro mundo, yo lo saba,pero se lo oa decir y pensaba: Y si tiene razn?,y si soy mejor de lo que yo mismo me creo?Entonces va y me dice que me pagan un viaje a laIndia, a Mysore, va Londres. Tres das, haba unpuente, ni siquiera tendra que faltar al trabajo. Y meofrece un adelanto.

    Tambin con factura?Era un adelanto, yo tragu. Me ofreci

    justo el doble de lo que me haba pedido mihermana. Pens: le doy a Silvia, guardo la mitad sintocarlo, y si luego no me convence la historia, lodevuelvo pidiendo prestada la otra mitad.

    El abogado no dejaba de observar al chico, susmanos sujetas ahora bajo los muslos, sus dos piesmovindose como .lletas de goma.

    As que fuiste.S, en primera clase. Me esperaron en el

    aeropuerto y me llevaron a un hotel moderno, en unbarrio muy lejos de la zona turstica de los palacios.Al da siguiente me invitaron a comer, un tipoalemn y uno indio. El indio tena ms o menos mi

  • edad, el alemn sera como t o un poco mayor.Queran a ATL, claro, informacin interna.S, s. Desde antes de aceptar el billete de

    avin lo supona. Hacer troyanos, para eso nonecesitan llevarse a nadie de viaje. No era lo que yohiciera, era donde yo estaba.

    Y aceptaste.Acept el viaje. Pensaba que segn lo que

    me pidieran podra negarme o no. Ya s que suenaingenuo. Pero nunca pasa nada, y a m me estabapasando algo. Orpheus era agradable, tena sentidodel humor, no pareca un maoso para nada. Vale,todo tena una pinta preocupante, pero cuandoests dentro Qu ms da, fui.

    El abogado se haba terminado el caf. Yo nohabra ido, ni siquiera con veinte aos, pero no soymejor por eso.

    Qu te pidieron exactamente?Bueno, no queran claves. No fueron burdos.

    Les interesaba controlar el sistema deactualizaciones. Me dieron a entender que miempresa se haba apropiado de algo suyo y ahoraellos queran ese software para usarlo en otro lugar.Yo no les cre y ellos saban que no les estaba

  • creyendo. Mira, s que est el dinero, pero lo quems me enganch es que me pedan algo bastantedifcil. Me halag que me creyesen capaz dehacerlo. Dije que lo tena que pensar. Eso fue por lanoche, durante la cena. Al da siguiente vinieron abuscarme bastante temprano y me llevaron a unaespecie de casa de campo. Por fuera pareca unchalet como los de aqu, bastante hortera. Pordentro tampoco haba nada raro hasta que llegabasa una sala helada, llena de servidores. Detrs habaun pequeo pasillo y luego una habitacin silenciosacon unas diez personas trabajando, casi todas demi edad, dos chicas, el resto tos, algunos no eranindios, todos me saludaron, fueron amables, depronto sientes que formas parte de algo. Quesiempre has formado parte pero no lo sabas.

    El abogado se revolvi en el viejo silln.Empezaba a tener claustrofobia por causa del calory los cristales tapados con papel de embalar. Tratde representarse la calle al otro lado, oscura, vaca.El ventilador apenas refrescaba y en cambio suruido pareca arrastrarles al interior de un vehculo.Aun considerndole un completo desastre, el chicole segua cayendo bien. Ahora se haba levantado y

  • le segua cayendo bien. Ahora se haba levantado ysealaba a una puerta.

    S, ah hay un bao, funciona.El abogado record el da del parque, el rbol

    bajo el cual se detuvo a fumar y que para el chicohaba estado ligado a una historia. Se preguntcmo sera hoy la chica del rbol. Durante la carreral no haba sido de los que se saltaban las clasestumbados en la hierba. Tampoco fue luego el hackerde pelcula, no entr en contacto con ningn sistemapor azar, nadie le busc como haban buscado alchico. Hubo en medio un tiempo en que pareci quetodo iba a ser distinto, l lo llamaba sus aos deaccin. No es que hubiera perseguido coches nisaltado desde un puente encima de un tren enmarcha, pero s haba gritado por los megfonos,saltado verjas para poner silicona en las cerraduras,se la haba jugado. Fue solo una temporada, nuncase lo haba contado al chico, porque aquello quedlejos y ya no supo estar a la altura nunca ms. Ahorael chico haba venido a l, y se acordaba.

    El chico sali del bao ponindose las gafas.Deba de haberse lavado la cara.

    Como ya has supuesto, acept. Logr

  • hacerlo, me sali de puta madre. Cre que todohaba terminado, pero no. Cada dos meses vuelvena pedirme la misma operacin con algunasvariaciones. Por eso invent lo de Red Elctrica. Yno ha servido de nada. Estn en todas partes.Seguro que han movido algo para evitar que medespidan Dijo.

    No te han despedido porque la empresa hainvertido en ti. Y todava existe la presuncin deinocencia.

    Puede que tengas razn. Pero da igual.Cmo puedo ayudarte? El abogado no

    estaba seguro de haber querido preguntarlo, pero lohizo y era sincero.

    No puedes. Sera peligroso para ti y tambinpara m. Tengo que mantener la calma y confiar enque esto acabe lo ms pronto posible.

    Pero me gustaraEl chico se puso de pie y le interrumpi, se

    haba quitado las gafas, sus ojos parecan muygrandes.

    Por lo menos he podido contrselo a alguien.Eso es un alivio. Pero no debes hacer nada. Deverdad. Tengo que aguantar. No hay otra.

  • Siguieron hablando hasta la madrugada, enaquel recinto desmarcado del mundo. No habantrado los mviles. Haban buscadodeliberadamente un sitio que no estuviera en elentramado general de los bits. El zumbido delventilador volaba por el cuarto como un insecto. Laluz fluorescente se apagaba durante unossegundos. Entonces se miraban sin verse. Cuandola luz regresaba los colores de sus ropas adquiranvolumen y ambos parecan figuras de un juego.

  • Enero

    A primera hora la vicepresidenta se reuni conel ministro de Defensa y su homloga de un paslatinoamericano. El ministro podra ser su hijo. Laministra tal vez solo fuera seis o quiz ocho aosms joven que ella, pero la vicepresidenta se sentamuy lejos de los dos. La reunin era una farsa. Todohaba sido decidido tres das antes, entre elembajador de Estados Unidos, el presidente delpas latinoamericano y ella misma. Ahora estabanah para que ambos ministros tuvieran la impresinde haber sido invitados. No era una impresinbalad pues les permitira mostrarse convincentesante la prensa y la oposicin. La vicepresidentareparta cartas, colocaba balones, depositaba elprincipio de una frase que ellos deberan completarcomo si la frase entera les perteneciese. Solocuando ambos, seducidos por su propio papel, sesalan de lo pactado, tomaba abiertamente cartasen el asunto.

    Un contingente de cien especialistas sera lo

  • ideal. Bajar la cifra podra interpretarse mal pornuestros aliados, no es as? deca con voz suavepero inflexible.

    Esa maana deba hacerse pblica la cantidady calidad ingeniera militar, labores de desminadoy operaciones especiales de la ayuda que el paslatinoamericano prestara a la base espaola en unpas oriental. En cuanto a la contraprestacin, elalma, ironiz consigo misma la vicepresidenta, esotambin haba sido negociado antes. A cambio delos cien especialistas y la consiguienteimpopularidad del gesto, entregaran al paslatinoamericano varios gramos de seguridadjurdica de algunos ciudadanos espaoles, nomuchos, solo .aquellos que directa o, tambin,indirectsimamente, pudieran tener vnculos con losgrupos armados que operaban en ese pas.

    Los dos ministros hablaban y gesticulabansentados en amplios sillones de un tapizado claro,del color de un meln por dentro. La vicepresidentales miraba sin verles. Si algo .mima una nacin, sien algo reside su sustancia, su ncleo esencial, esen la certeza que tienen los ciudadanos de que solosern perseguidos por lo que previamente se

  • acord que podran serlo. Y yo voy y lo vendo. Yadems me parece lo mejor entre lo malo. Lareunin se demor treinta y cinco minutos.

    Faltaba media hora hasta la siguiente perosaba que en ese lapso de tiempo serainterrumpida sin cesar con preguntas ynotificaciones. Renunci a usarlo para s,ocupndose en resolver los mil pequeosincidentes. Solo cuando faltaban ocho minutos parasu nueva reunin, entr en el vestidor. All no lamolestaban a no ser que hubiera algo muy urgente.En realidad, no necesitaba cambiarse de ropa sinosilencio. Deba comunicar a un ex ministro cul iba aser su prximo destino y deba tener tacto pues seconsideraba responsable de que ese hombrehubiera perdido su puesto. La idea de suprimirloparti del presidente, pero ella no haba movido undedo para defenderle y muchos conocan sudesacuerdo con las sucesivas propuestas del exministro.

    Eligi unos pantalones color magenta, igualque la chaqueta; mantuvo la blusa blanca de lareunin anterior y se perfum las muecas congesto automtico.

  • El ex ministro lleg puntual. Not enseguidaque buscaba sus ojos. No le sorprendi. Habatenido aos para darse cuenta de que, en contra delo que muchos pensaban, la derrota producaseguridad. El derrotado cay de las alturas, deacuerdo, pero eso significa que ya ha tocado tierra.Pronto, tambin haba podido comprobarlo,descubre que se puede seguir cayendo y el miedovuelve a su rostro. La vicepresidenta no tuvoempacho en conceder al ex ministro su momento deaudacia, de gloria. Esquiv la mirada, interpret elpapel de alguien como ella que sintiera cierto temorante el hombre a quien haba vencido en uncombate desigual.

    Despus dio por terminada la actuacin yempez a estirar el silencio para mostrar que habaun ms abajo: le estaba ofreciendo un regalo y, almargen del punto en que sus intereses habanchocado, ambos tenan un horizonte que compartir.Minutos ms tarde, el ex ministro aceptaba el nuevocargo; con la dignidad herida, pero lo aceptaba. Porotro lado, el ex ministro no era un recin llegado ysaba que el concepto de un partido bien jugado y,sin embargo, perdido, en poltica no serva. Ganar o

  • sin embargo, perdido, en poltica no serva. Ganar ono existir era la regla madre, de ella nacan lasdems.

    y los principios?La vicepresidenta se someta a veces a

    preguntas de periodistas imaginarios. Pero ahora,sin querer, haba imaginado la flecha, suscaracteres en minsculas dibujndose sobre lapantalla.

    Los principios vienen luego Replic.Significa que apruebas la afirmacin de

    que en poltica el fin justifica los medios?No, quienquiera que seas. Significa que en

    poltica solo hay medios.Entonces, la poltica sera un hacer sin ton ni

    son.Es un hacer con msica, que ponen otros.Haca dos minutos que el ex ministro haba

    abandonado la habitacin. Ganar las eleccionespara cambiar algunas cosas, no haba otro camino.El ex ministro haba pensado que con susdecisiones correctas lograra el apoyo de lamayora. Pero no lo haba hecho y en determinadascomunidades autnomas eso iba a suponer

  • retrocesos, abusos, ms ventaja del PartidoPopular. La vicepresidenta arga que cada malresultado electoral dejaba un rastro de medidassociales abandonadas, propiedades pblicasvendidas y negocios sin freno cuyas consecuenciasrecaeran en cuerpos vivos, con sus nombres y sudesolacin.

    Cuando Julia Montes volvi a su despacho,pidi a su secretaria personal que sondeara si eraposible suspender la comida con el ministro delInterior. Y lo era, ambos tenan un hueco a las ochode la tarde.

    Entonces, a las ocho.Dnde comers?En casa, a ver si desconecto un poco.Logr llegar a las tres y cuarto. Se calent un

    redondo de carne con salsa. Luego fue alordenador. Haba resuelto terminar con la flecha.Era un riesgo ridculo que no poda permitirse. Nimucho menos poda seguir trabajando si en eltrasfondo de cuanto deca o pensaba una pequeapuerta falsa permaneca abierta.

    Llevara el ordenador a la Moncloa. Por esohaba querido volver a casa, para librarse del desliz,

  • de su posible error. Eliminara la conversacin quemantuvieron y, por la tarde, pedira que formatearande nuevo el disco duro. Exigir confidencialidad: nodeben analizar lo que hay dentro, deben horrarlotodo. Podra tirarlo y comprar otro, pero cada vezque viera el nuevo sentira que la flecha me habavencido en algo. Y si sabe cmo entrar en mi red?Dir que me aumenten la proteccin ante posiblesintrusos, usar ms a menudo una terminal mvil deesas que odio.

    Dispona solo de veinte minutos antes de quepasaran a recogerla. En el ordenador encendido,busc el documento con la conversacin de lanoche anterior. Debe de ser este: documento 1.Botn derecho, eliminar. Enseguida un nuevodocumento apareci ante ella:

    Hola.La vicepresidenta no respondi.vas a entregarme?Tambin esta vez guard silencio.Los votantes quieren secretos, suean que

    sarkozy, zapatero o condoleezza rice tienenperversiones ocultas, una pasin devoradora o unplan, descubrir que son planos, que en esas vidas

  • no hay ms misterio que un ir y venir de reuniones ycenas y cansancio cuando cae la noche, losdecepciona. yo soy tu secreto, me expulsars?

    La vicepresidenta levant los ojos por encimade la pantalla. Buscaba la mirada sin rostro de laflecha.

    Crees saberlo todo Escribi dejndosellevar, como si patinara. Has visto las pginas quevisito, las palabras que he buscado y, supongo, unacarta empezada que nunca envi. Qu poco. Mehas odo gritar en sueos? Te has fijado en cmotiemblan mis manos despus de unacomparecencia? Y las heladeras? Qu sabes delas heladeras?

    :) las heladeras?La vicepresidenta no pudo evitar sonrer. Le

    agradaba estar sola, en casa, sin nadie que pudieraverla ni entrar de repente. Sacudi la cabeza yescribi despacio:

    Todos imaginan mi cansancio, mi rictus desoledad, algunos llegan a imaginar el momento enque la resistencia cede y vestida, tumbadabocabajo, escondo los sollozos en la almohada.Pero di si has observado mi cara mientras leo los

  • Pero di si has observado mi cara mientras leo losnombres de los sabores de los helados en elmostrador. Hablemos de la nata de la leche. Soycapaz de tomrmela cuando flota partida en trozospequeos o la separo siempre con la cucharilla? Yel arrepentimiento? A veces hago un gesto,pongo mi mano sobre los ojos a modo de viseracomo si la luz del sol me molestase. No es la luz, esel arrepentimiento. De qu? Crees que miambicin se mide con un comps? Crees que soyvieja y que a menudo recuerdo los das de infancia,el mar, las manos de mi madre? Piensas quecomprara juguetes sexuales en la red si pudiera nousar mi propia tarjeta de crdito?

    S muy pocas cosas, vicepresidenta.Mi cargo, ya lo veo. El tono de mi voz. Las

    fotos publicadas. Las ltimas medidas que aprob.Eso lo sabe cualquiera que lea la prensa y

    busque vdeos tuyos.Te conozco? Pregunt la vicepresidenta.No Dijo la flecha.Me lo juras?S.Pero qu importa, tu juramento no vale nada.

  • Menos que nada. Crees que soy unaexhibicionista?

    No.Sin embargo, cualquier otra persona sentira

    tu intromisin como una agresin impdica, estsviolando mi intimidad.

    He corrido un riesgo Dijo la flecha. Ases. Al menos no eres el responsable de laseguridad electrnica de la Moncloa. Si lo fueras nome habras dejado llegar hasta aqu. Serademasiado violento tener que encontrarte luegoconmigo. Te habras retirado antes.

    Y si fuera tu enemigo poltico, no me habradado a conocer, te espiara en silencio dijo laflecha.

    Cmo puedo estar segura de que no eresun periodista? pregunt la vicepresidenta.

    Pas un largo minuto sin respuesta, y otro ms.Despus la flecha escribi:

    Dime un periodista que conozcas y a quienno respetes, el que sea. dame veinticuatro horas yte llevar dentro de su ordenador, podrs entrar atravs del mo, sin dejar rastro. si yo fuera periodistay luego hiciera pblica nuestra conversacin,

  • contaras que para convencerte viol la intimidad deuno de mis colegas: nadie me lo perdonara.

    Tan fcil es entrar en otro ordenador?Habr que ver el que escojas, quiz deba

    pedirte una ampliacin del plazo, treinta y seishoras, no creo que necesite ms.

    Me tiendes una trampa, sabes que no puedoaceptar eso. Me ofreces algo pero en realidad nome lo ofreces. Yo quedara ms comprometida quet.

    quieres que sea yo quien elija alperiodista?

    No he dicho eso.Lo elegir de todos modos.La vicepresidenta se mir las manos. Como la

    huella de un pjaro, tres venas las atravesaban,pero sus dedos seguan siendo largos y gilessobre el teclado.

    Me esperan, debo irme.Haba callado. Haba otorgado? De verdad

    quera jugar con ese fuego?Tom, no sin cansancio, su fardo, su carga de

    sensatez y soledad. Y escribi demorndose en lasuperficie levemente hundida de las teclas:

  • No.Sali de la habitacin acompaada por el

    rumor de su porttil, an encendido.

  • Julio del ao anterior

    Aquel da el chico lleg a su casa un pocoantes de lo habitual. Un compaero se habaofrecido a acercarle en coche. Pese a ello, junto alportal un indio le estaba esperando.

    Hola, soy Prajwal. Tengo que hablar contigo.No te conozco.Pero sabes quin me enva. Cmo llevas tu

    trabajo?Bien.Vamos a tu casa?Mejor vamos a un bar.No son cosas para hablar en un bar.No te conozco. No quiero que subas a mi

    casa.Tienes miedo?S.Mrame. El indio pareca ms joven que el

    chico, era flaco como l y algo ms bajo. Hevenido solo.

    Prefiero que andemos.

  • Pasaron por delante de una tienda de segundamano, una mujer estaba bajando la persianametlica. Llegaron a la calle Fuencarral.

    Est tranquilo Dijo el indio sealando unStarbucks. Si quieres entramos.

    El aire acondicionado hizo estremecerse alchico. Pidieron dos cafs.

    El indio eligi una mesa del fondo, muy cercade la puerta de los servicios.

    Quieres dejar el trabajo? Pregunt elindio.

    No, no.Algunos en Mysore no se han credo lo de

    Red Elctrica. Piensan que lo hiciste para que tedespidiesen.

    El chico se encogi de hombros.Por qu lo hiciste entonces?Porque era divertido. Porque poda. Todos lo

    hacemos. O t no?No tuviste cuidado.S que lo tuve. El multmetro estaba roto. Y no

    me han despedido.Vocearon un nombre y el chico se levant a por

    los cafs.

  • El mircoles harn la prxima actualizacin.Si perdemos el software que tenemos dentro,tambin perderemos el contrato. Es mucho dinero.Mucha gente trabajando.

    Hasta ahora nunca os he fallado. Por quhas venido?

    A lo mejor necesitas ayuda.No. Lo tengo todo hecho. Solo espero el

    pretexto para acceder. Lo normal es que el lunestenga que ir a la sala central.

    Y si este lunes no tuvieras que ir?Entonces me inventara algo. Pero voy todos

    los lunes. No tiene por qu haber problemas.Has hecho un buen trabajo con el cdigo.Gracias.Esto es una cadena, sabes? Todos

    dependemos unos de otros.El indio se levant.Yo me quedo un rato ms Dijo el chico.El indio no le oy, sigiloso y rpido ya estaba

    junto a la puerta. El chico sac una libreta y un lpizdel bolsillo. Las manos le olan a caf.

    Los indios haban logrado introducir un softwareilegal en el sistema general de interceptacin

  • telefnica espaol. Haban aislado una parte de lamemoria del conmutador y dotado a su software nosolo de la capacidad de mantenerse fuera de losregistros sino tambin de alterar los comandos quele habran delatado. Pero teman tanto el momentode su propia actualizacin como la del sistema,pues ambas podan producir interferencias quellamasen la atencin. Por indicacin de los indios, elchico haba estudiado con detalle el llamado casogriego. En Atenas, en 2004, se haba llevado a cabouna operacin parecida. Durante varios meses lostelfonos de ms de cien personas, altos cargos,diplomticos, activistas, estuvieron intervenidos aespaldas de la ley con un software semejante. Loque hizo que se descubriera fue precisamente unfallo en la entrega de mensajes de texto,ocasionado por la actualizacin del software ilegal.En cuanto los ingenieros se pusieron a investigar larazn del fallo, no les fue difcil llegar al softwareescondido. Porque resulta casi imposible esconderalgo en un sistema ajeno una vez que hacomenzado la investigacin. En aquel asunto deAtenas haba habido un tcnico implicado, uningeniero de treinta y ocho aos quien al parecer

  • ingeniero de treinta y ocho aos quien al parecerhaba descubierto lo que pasaba y que justo un daantes de que se hiciera pblico se suicid. O lesuicidaron, segn insista su familia, pues estaba apunto de casarse, no dej nota ni era depresivo ylas autoridades no haban permitido realizar unasegunda autopsia. Se llamaba Costas Tsalikidis, legustaba coleccionar juguetes antiguos, el chicobusc ms datos y estuvo mirando su fotografa,pensaba que se habran cado bien.

    Ahora los indios queran un nuevo paso,bastante ms comprometedor y concreto: montar unsistema de telfonos sombra que recogieran lasllamadas de los nmeros elegidos, una copiareducida del sistema de interceptacin legal.Insistan en que se trataba solo de una guerra deempresas. Esperaban demostrar que ATL no habaresuelto sus problemas despus del caso griego, yqueran hacerlo porque ATL y una corporacinisrael se haban apropiado del software deinterceptacin que ellos estaban desarrollando. Noera creble, pero el chico acept la respuesta.

    Y ah estaba ahora, intentando resolver unproblema de cdigo en un caf, asustado. En su

  • empresa le vigilaban todo el tiempo. Antes tambin,pero tras el asunto de Red Elctrica, ms.

    Consigui concentrarse, durante cuarentaminutos solo existi el cdigo y al terminar estabacasi seguro de haber resuelto ms de un treinta porciento del problema. Respir hondo mientrasregresaba al caf y otra vez el mundo fsico se levino encima. Quiso saber si a todas las personasque tomaban caf en otras mesas, la mayoraacompaadas, tambin les persegua un indio, suindio. Se pregunt si su vida iba a ser siempre esemontn de platos rotos, trabajos que no encajaban,la amistad como la pasta de dientes que un daestuvo ah pero, una vez fuera, ya no puede volver.Nunca haba esperado que todo fuera perfecto, peros la mitad. Era mucho la mitad?, la cuarta parte,la quinta, cunto tendra que seguir bajando?, eranas todas las vidas si uno las miraba desde dentro,o haba huesos que se partan con mayor facilidad?Y sin embargo, tambin con los huesos partidosalgunas personas lo volvan a intentar y confiaban ensus propias fuerzas.

  • Enero

    La vicepresidenta estaba a solo cinco minutosde la Moncloa cuando recibi una llamada de sujefe de gabinete: reunin de urgencia con elpresidente, un avin que volaba de Madrid aSantander se haba estrellado al aterrizar, por elmomento no haba supervivientes. Las vctimasmortales rondaban la cincuentena. La lnea areaera espaola y, en principio, pareca haber pasadotodos los controles de seguridad.

    Madrid-Santander, un mircoles de enero: lavicepresidenta repas mentalmente los planes desus amigos y conocidos. Pens luego en todas lascosas que esa tarde se quedaran sin hacer. Viouna procesin de dolor interminable. Trataba desopesar los posibles errores, el protocolo deactuacin, los flancos dbiles mientras una y otravez reapareca la sucesin de caras demacradas.Conoca esas caras, siempre distintas perosiempre la misma mezcla de soledad, rabia ydesesperacin. En los funerales, en los entierros, en

  • las reuniones con las vctimas. Y, de nuevo, ella notena consuelo ninguno que ofrecer: atencineficiente a los familiares, explicaciones, apoyopsicolgico y econmico, desde el gobierno iban ahacer un despliegue. Pero consuelo, la palabra quebastara para sanarles, no tena.

    El presidente y la ministra de Fomentoacababan de llegar. Ningn superviviente. En elavin viajaban dos nios y un beb. Tambin unconocido catedrtico de biologa. Distribuyeron eltrabajo con prisa. An no haba sido descartada unaeventual negligencia de la administracin: erroresen el sistema de inspecciones, compras corruptas,tolerancia excesiva con determinadosincumplimientos de la ley. Detrs de cada palabrase agazapaba un miedo punzante a laresponsabilidad, una angustia que se superpona ala nube de dolor y de lgrimas en la que deberantransitar a partir de ahora durante semanas.

    Les ofrecieron caf y la vicepresidenta, encontra de su costumbre, acept. Saba que esanoche la pasara trabajando. Entre las diversastareas que le haban correspondido estaba tratarcon los directivos de la compaa, pero antes

  • debera contar con toda la documentacin posible y,en esas circunstancias, no poda delegar su buscapor completo, ni mucho menos.

    Acabada la reunin, se encerr en sudespacho. Solicitaba los papeles por telfono, hacalistas, enviaba preguntas por correo electrnico, ytodo a puerta cerrada porque necesitaba rodearsede silencio y de vaco antes de ser absorbida por lamultitud. Deseaba que la culpa de ese accidente lahubiera tenido el destino, fuera eso lo que fuera,seguramente azar. No poda preferir que fueseculpa de la administracin, ni error ni dejadez,omisin, insuficiencia. Ni culpa de la compaa,pues esa culpa poda acabar desembocandotambin en el gobierno. Se pregunt si llegado elcaso negociara con la aerolnea, y no quisoresponderse.

    La jornada fue dura pero no por las horas detrabajo sin un minuto de descanso. Lo fue porque,como siempre cuando se trataba de llegar al fondode un asunto, la chapuza hizo su aparicinaduendose de todo. Sacudi la cabeza, lecostaba quitarse de encima la opresin de lascosas a medias, lo emborronado, lo sucio. La

  • administracin haba hecho, por ejemplo, lassuficientes inspecciones, pero al estudiar los datoscon detalle enseguida se descubra que lafrecuencia distaba de ser la adecuada. Habademasiadas muescas, cicatrices que nocomportaban incumplimiento del deber sino pereza,quiz cansancio, falta de medios y de organizacin.

    Como todos los perfeccionistas, lavicepresidenta no sola ser demasiado exigente consus subordinados ms prximos: disculpaba el errory no peda rendicin de cuentas; no le haca falta.Saba que la medida real era su propioperfeccionismo, todos se medan con respecto a ly no a sus palabras. Pero su radio de influencia noiba mucho ms all de su gabinete y de algunosaltos cargos. El resto permaneca en los dominiosde lo mediano tirando a lo mal hecho. Si hubierahabido un perfeccionista como yo en cada tramo delas diversas administraciones implicadas quiz elavin no hubiese explotado al aterrizar. Aunque estono lo sabr hasta que se conozca eldesencadenante del accidente. Lo que s s es queal final algo siempre se parte en dos o mspedazos.

  • pedazos.Cualquier intento de mantener la vida sin

    enmiendas ni tachones, simtrica, fracasaba. Supropio nivel de exigencia haba tenido a vecesconsecuencias perjudiciales, como quien logra unajugada perfecta y con ella pierde la partida. Noquiero justificar los errores. Pero dnde los dejo?,estn aqu, me rodean por todas partes.

    Lleg a casa a las tres de la madrugada. Seduch y se meti en la cama sin mirar el porttil.Durmi bien pero, aunque haba puesto eldespertador a las siete, a las seis y media sedespert desasosegada. Prepar una taza de cafcon dos pastas y se dirigi al ordenador. Analistas,asesores, compaeros y enemigos en numerosasocasiones le haban dicho que su imagen pblicatransmita serenidad. Si ellos supieran cuntodeseaba ahora abrir un abanico de su estatura ycruzar al otro lado, porque todo abanico es unespejo y todo espejo una puerta y toda puerta unagujero por donde huir vestida de carnaval. Ella y supijama de patos salvajes, ella y su loco deseo debailar a las siete de la maana con su taza alta decaf caliente mientras fuera esperaban el fro de la

  • destruccin y la desgracia. No poda escapar, y unaparte de ella, pero solo una parte, ni siquiera querahacerlo sino que tena verdadera fe en su personaje,confiaba en que al aparecer ante las cmaras comouna madre sabia, la hechicera de la tribu, ayudara aencontrar un cauce para el dolor y tal vez unblsamo y explicaciones.

    Cuando el ordenador termin su proceso dehibernacin, escribi las contraseas y entr en suescritorio. La flecha no se mova, nada parecahaber cambiado a no ser, s, all, en la esquinasuperior izquierda haba un documento nuevollamado Regalo.

    La vicepresidenta lo abri. Era consciente deque el mero clic del ratn podra desencadenar unataque que acabase en pocos minutos con todo sudisco duro. Pero supuso que la flecha poda haberhecho eso antes y, adems, su disco duro era sumenor preocupacin en aquel momento. Esperabauna carta, frases fras como agujas de hielo o quiztorbellinos de hojas. Esperaba, no le importconfesrselo, una declaracin de amor insurrecto yadolescente. Encontr en cambio un documento confecha, firma y lo que pareca ser un sello.

  • Report number: AZ / 25 /11. La fecha eraanterior en tres semanas al da del accidente areo.En la cuadrcula Answer from RSE requestedhaba una X en la casilla del Yes. Sin embargo, nohaba respuesta alguna en la cuadrculacorrespondiente. En el apartado rotuladoDescription se relataba la falta de personal en laaerolnea, debido a la cual ese haba sido el cuartovuelo realizado por un comandante a punto dejubilarse y un copiloto inexperto. Quien lo habaescrito consideraba que esta combinacin podaser buena en otras profesiones pero noprecisamente al frente de un avin cargado depasajeros y hablaba de las posibles consecuencias,effects on safety. Por ltimo, sealaba que estaera la segunda vez que emita el informe sin quenadie se hubiera dignado responderlo la primera.En la cuadrcula Originator apareca una firmabastante difcil de interpretar. No obstante, en lapgina siguiente se adjuntaba un informe acerca deun fallo en el asiento del piloto-copiloto dondeapareca la misma firma algo ms ntida. Lavicepresidenta reconoci el nombre: ambosdocumentos parecan haber sido escritos por el

  • piloto del avin siniestrado. Por otro lado, en elsegundo informe s haba una respuesta a cargo deun ingeniero, fechada y firmada apenas nueve dasdespus.

    La vicepresidenta previo mentalmente lasconsultas que debera hacer al llegar a Moncloapara confirmar si los documentos eran autnticos. Ysi lo eran, hasta qu punto poda utilizarlos? Perose dijo que no vala la pena responder a esapregunta todava. Los imprimi y los guard en sucartera. Quiso decir algo a la flecha, darle lasgracias aunque saba que no poda hacerlo, nideba, la situacin era absurda e inquietante. Aunas estuvo a punto de escribir algo, una palabracualquiera, por ejemplo: qudate. Pero no lo hizo.

  • Julio del ao anterior

    El da del juicio el chico le pareci ms flaco,ms desamparado. Vestido con chaqueta y camisade cuello blanco tena aspecto de empleado de unaagencia de viajes, un hombre joven pero ya vencido.El abogado constat una vez ms eldesconocimiento del juez y el fiscal sobre elfuncionamiento de las redes. Durante un tiempo ltambin haba sido as, cuando solo miraba iconos ypalabras pulsando el ratn como un interruptor, sinpreguntarse nunca por los programas que habadetrs, esas copias de un trozo de mente en unestado preciso, esos protocolos de actuacincapaces de alimentarse con energa elctrica yfuncionar, dentro de sus reglas, a una velocidadinslita, inalcanzable para la mente original.

    Mediante peritos y una aparatosademostracin con efectos especiales, aleg que elacceso poda haberse realizado de forma remotadesde cualquier otro nmero del que no hubieraconstancia. Tambin cuestion la validez del

  • registro de comunicaciones y apel a la ruptura dela cadena de custodia, insistiendo en que no habaningn otro vnculo entre su defendido y los cargos.

    Cuando termin la vista, el abogado seempe en acompaar al chico al metro.

    Ha pasado algo nuevo?El chico meti la mano en los bolsillos del

    abogado hasta encontrar su mvil. Comprob queestaba desconectado y aun as sac la batera.

    Me dijeron que solo faltaba una actualizacin,pero ahora quieren montar una red de telfonossombra y me han dado varios nmeros. No s si voya aguantar.

    Podras hacer una denuncia annima. Si tedescubren, esa denuncia te protegera.

    De la ley. Pero y de ellos? Ya te cont lahistoria del griego, Costas Tsalikidis, me acuerdode l todos los das.

    Djame ayudarte.Cmo? No se puede hacer nada. Aguantar.La mujer sentada a su lado se haba dormido.

    Enfrente, una chica llevaba su cachorro de perrocomo si fuera un beb. Su mano extendida era msgrande que el cuerpo del cachorro, que le miraba a

  • los ojos aunque quiz no pudiera verlo. Las orejasdel cachorro se desplegaban por completo concada ruido violento y distinto. La chica no caba en sde orgullo.

    Puedes venir a vivir a mi casa. Las semanasse te pasaran ms rpido.

    Y cuando pasen, crees que van a olvidarsede m?

    Si ya no te necesitanPero les conozco.No vas a denunciarles, ellos lo saben.Recuerda al griego, le suicidaron.A lo mejor no pudo soportar la presin de lo

    que se le vena encima. Matar a alguien siempretrae complicaciones, no es tan fcil.

    Yo creo que cada vez trae menoscomplicaciones.

    La chica del cachorro segua esttica en sufelicidad. A su lado un hombre de brazo gruesomiraba con recelo los movimientos del cachorro.

    Vente a vivir unos das conmigo, estars msseguro, por favor.

    Lo pensar. De verdad, no lo digo por decir,lo pensar.

  • Cuando el abogado lleg a su casa, elascensor ola a Amaya. Sueo? La encontr en elbalcn, fumando.

    Amaya, qu haces aqu?El verano pasado me diste tus llaves, cuando

    prest mi casa a mi hermana y su novio, teacuerdas? Luego no quisiste que te las devolviera.Y como hoy tena algo muy urgente

    Por qu no me has llamado?Estoy un poco preocupada, pens que era

    mejor contrtelo en persona.El abogado se mantena a medio metro de

    distancia. Ella apag el cigarrillo en la barandillaoxidada y tir la colilla lejos. Luego pas por delantede l, rozndole.

    La camisa blanca, la falda negra, no llevasujetador. Te deseo tanto que si lo supieras noquerras volver a verme.

    Solo vena por unos papeles Dijo elabogado. Dime qu ha pasado, no tengo muchotiempo.

  • tiempo.Sin ninguna fe en s mismo procuraba crear

    distancia por su parte, indiferencia. Conoca aAmaya desde la facultad, haba militado con ella, yen cada momento haba soado con tenerlasabiendo que era imposible. Ella no le vea, eso eratodo. Le trataba con camaradera, alguna vez lehaba hecho confidencias pero jams habra pasadopor su cabeza follar con l, y menos an vivir con l.Como si hubiera listas y l perteneciera a otra, lehubieran sido asignadas otras mujeres pero no ella.Era guapa, aunque no tanto como paradespreciarle, y no le despreciaba sino que noreciba ni una sola seal de deseo ni la emitacuando estaba con l.

    Tienes que ayudarme. Sigues sabiendo deordenadores? O conoces a alguien que puedasaber?

    El abogado se vio diciendo: Quieroabrazarte.

    Dijo:Sintate y me cuentas.Hay un tipo que est hacindome luz de gas.

    Tenemos el mismo rango, aunque nuestros trabajos

  • no se cruzan. El se dedica a colgar fotos masmanipuladas en un Facebook que tiene que sersuyo. Es sutil. Me saca en sitios donde no heestado, me cambia los trajes, me pone al lado detos a los que no conozco.

    Por qu dices que es suyo?No puedo probarlo, pero lo s.Piensas en denunciarle?S, pero ese tipo es el hombre orquesta,

    sabes?, conoce a todo el mundo, es encantador.Necesito pruebas antes de hacerlo. Si no, seguroque acabara quedando en nada y yo estoy en elcomit de empresa del banco, no puedo permitirmecometer un error as.

    Hablar con alguien de confianza. Busca loscorreos que te haya mandado, su direccin ynmero de telfono si los tienes. Apntame lapgina donde cuelga esas fotos. No me lo envespor correo. Imprime el material y me lo acercas otroda.

    Te lo he trado ya Dijo ella. Todo. Y ledio una carpeta.

    AmayaDime.

  • Te has enrollado con ese tipo?No. Hubo una fiesta el ao pasado, estaba todo

    el mundo muy borracho, yo tambin. Nos besamos ynada ms. Y no es que no me acuerde.

    No quera interrogarte, pero necesito todos losdatos.

    Claro.No creo que l tenga acceso a tu cuenta de

    correo, pero por si acaso cambia la contrasea, ycuando nos escribamos sobre esto usa cualquiertema, pregntame por la pelcula que me pasaste.

    La pelcula, bien.Bajaron juntos en el ascensor. El abogado

    apret su mano y dijo:No te preocupes, seguro que tiene arreglo.Ella asinti.Gracias.Al salir a la calle vieron un taxi y ella lo par.Voy al banco, te acerco a algn sitio?No.El abogado sigui su camino, cansado como si

    hubiera andado durante horas. Poda vivir sinAmaya, llevaba aos hacindolo. Cuando l dej demilitar decidi tambin dejar de verla, y estuvo as

  • cinco aos. Pero luego se encontraron y reanudaronuna amistad vivida por l como un dolor intensointermitente y al acecho. Desde la barrera la habavisto emparejarse, tener un hijo, separarse y volver aemparejarse y a quedarse sola y En esos aos lhaba tenido historias; alguna vez haba pensadoque se prolongaran en el tiempo, que acaso ltendra una hija, que saldra quiz de su guaridapara ir a comprar paales y triciclos. Nuncafuncionaba. No era por Amaya, o s? Cuandohackeaba procuraba prescindir del ratn, le gustabala lnea de comandos, el modo texto, y quiztambin era eso lo que esperaba de la vida. Unainstruccin que se cumple o no se cumple y no laconfusin de procesos interrumpidos, mezclados,fallidos. No quera verse forzado a acudir al modogrfico del ordenador, ni a la intimidad grfica de lavida diaria, y cuando lo haca procuraba conservarla conciencia de que un movimiento de ratn sobreun icono era siempre una lnea de texto. En el modotexto, cada comando corresponda a una solicitudpara llevar a cabo una accin y por eso inclusocuando se tecleaba de forma inadvertida el nombrecorrecto de un comando, este se ejecutaba. En el

  • correcto de un comando, este se ejecutaba. En elmodo grfico los ordenadores se colgaban, lasrdenes tropezaban entre s. En la intimidad grficade la vida real, el relato desapareca por exceso deinformacin, yo no quiero saber todo lo que te gustasi no ests conmigo porque duele, yo necesito unpoco de oscuridad. Desde su guarida se habaacostumbrado a querer a Amaya sin preguntardemasiado, sin volver a las reuniones para buscarlani abrir esos mensajes que ella diriga a variaspersonas a la vez. Ahora tendra que hacerlo.

  • Enero

    Dos asesores de la vicepresidentacomprobaron los datos del documento. No solo laedad del piloto, aparecida en todos los peridicos,sino tambin la escasa experiencia del copiloto,hecho en el que ningn medio de comunicacinhaba reparado, seguramente por tratarse de unhombre no demasiado joven; tambin eran exactoslos datos referidos a la escasez de personal y a losvuelos realizados por parejas de pilotos pocoadecuadas. Cuando se distribuyeron las copias,Julia Montes se vio en la tesitura de explicar cmohaba obtenido esa informacin; se limit a decirque la fuente era confidencial.

    Apremiada por lo inmediato, olvid el asuntohasta la llegada de los tres representantes de laaerolnea. La reunin fue ms tensa de lo queesperaba. Atribuan la causa ltima del accidente ala orografa del aeropuerto; si se hubieranconstruido las pistas lejos de los desniveles deterreno, como por otra parte recomendaban

  • diversas instituciones aeronuticas internacionales,el avin habra tenido un aterrizaje de emergenciapero sin que se produjera ninguna explosin.

    La vicepresidenta cit otras instituciones queaprobaban la ubicacin e insisti en la necesidadde saber qu haba fallado. La discusin encallabaen cada tramo, los representantes de la aerolneadaban por supuesto que el gobierno, ya fuera poromisin, ya por insuficiencia en las infraestructuras,aceptara compartir la culpa. La vicepresidentainterrumpi el tira y afloja para ofrecerles un caf.

    Hubo un par de minutos de titubeo,asentimiento y espera.

    Solo.Con leche, por favor.Yo tambin solo, gracias.Entretanto la vicepresidenta abri un cajn,

    sac el documento de la flecha y tir una imaginariamoneda al aire. Como era imaginaria, le dijo a lamoneda: que salga cara, y sali. La vicepresidentatom de nuevo la palabra.

    Hemos sabido Dijo acariciando el papelque el piloto del avin siniestrado haba presentadodos escritos de queja a la compaa. Nos sorprende

  • que este hecho no se haya dado a conocer.Los representantes de la compaa se miraron

    con desorden en el rostro. Despus, la reunin sesuaviz. Solo al final, cuando ya se despedan, elrepresentante de mayor rango se acerc a lavicepresidenta.

    Me ayudara mucho conocer de dndeprocede esa filtracin.

    Es un dato que no puedo darle Contest lavicepresidenta con un rastro de preocupacin que elrepresentante no lleg a advertir.

    Aquella noche al llegar a casa Julia Montessinti, como no le ocurra desde haca meses, laprisin de su cargo. Deseaba bajar a la calle yentrar en el cibercaf de la siguiente manzana. Perono poda hacerlo sola; menos an, con escolta. Enmomentos complicados de su vida haba logradomantener lejos de la prensa algunosacontecimientos: una enfermedad, una relacinpersonal. Entonces no fue difcil pedir lacolaboracin de quienes la rodeaban. Pero poruna flecha, por un capricho absurdo e imprudente?Ni siquiera poda contrselo a sus amigos mscercanos, porque le habran reprochado el riesgo

  • que estaba corriendo y ella habra sabido que elreproche era justo.

    Ah, dejar de ser vicepresidenta una hora. Ira alcibercaf, escribira en un buscador los cdigos ypalabras que haba copiado la primera vez que vio ala flecha en accin. Aunque seguramente no eranms que fragmentos de programas, a lo mejor ledaban una pista sobre el tipo de persona queestaba al otro lado. Poda llamar a su hermana enZaragoza, pero qu iba a decirle ella a no ser quejugaba con fuego. Se acord entonces de Max, susobrino de veintids aos. Por suerte no viva consus padres sino en un piso de estudiantes enMadrid. Max estaba terminando una ingenierainformtica y, adems, si prometa no contar nada,lo cumplira.

    Hola, est Mximo?Soy yo, quin eres?Hola Max, soy Julia, tu ta.La vice!La vice. Ests ocupado?No. Tengo una pelcula puesta, pero la paro

    ahora mismo.Es buena? Y la vice dese que s, que

  • Es buena? Y la vice dese que s, quefuera buena, y dar marcha atrs en todo.

    No mucho.De acuerdo, le digo que venga.Podras venir un rato a casa?Max acept. Veinte minutos despus el escolta,

    avisado, le abra el portal. La vice le esperabaarriba, con la puerta abierta.

    Ven, pasa. Quieres tomar algo?Melena corta, de perfil a veces poda parecer

    una chica. No era alto y su cara lampia le aniaba.Julia temi haber cometido un error llamndole,pero apenas se encogi de hombros. De perdidosal ro. Y entr en materia:

    Tengo un intruso en mi ordenador.Un virus?No. Es un intruso, alguien que me habla.Una persona?S, eso parece.Ya, quieres que te reinstale el sistema

    operativo?Pues no, por ahora. Pero quiero precaverme.

    Si llega un momento en que necesito quitarlo, saberqu tendra que hacer.

  • El hacha. En el mundo anglosajn lo llamanscram, el apagado de emergencia de un reactornuclear, pero tambin vale para cuando hay quehacer algo de forma expeditiva, cerrar todas laspuertas y ventanas muy rpido. Son tres pasos, telos apunto?

    S, apntalos. De todas formas, no se tratade cerrar puertas y ventanas. Eso me dejaraincomunicada. Lo que quiero es poder borrarlo, queno vuelva.

    Borrarlo, menuda cosa. Max bebi cervezay la mir. Eso nunca es fcil, no? Te cansas deun amigo y no puedes hacer que se desmaterialice.Ah sigue. Puedes dejar de coger el telfono cuandollame, o eliminar algunos archivos, pero l sigueexistiendo, si quiere ir a buscarte, o no har nada.

    La vice escondi las manos dentro de lasmangas largas del jersey. Era un gesto de repliegueque haba abandonado deliberadamente en la vidapblica. De hecho, el largo de manga de la mayorparte de sus blusas y chaquetas se quedaba en elantebrazo, como si quisiera dar la sensacin deestar siempre remangada, dispuesta a hacer frentea cualquier tarea. Solo en su casa, o a veces

  • reunida con sus colaboradores ms cercanos, anregresaba a aquella costumbre adolescente demeter las manos en el caparazn.

    T eres un hacker? Pregunt.No. Aunque tambin te digo que una de las

    primeras normas de un hacker es no ir por la vidapresumiendo de serlo.

    Hblame de ellos. Qu buscan en losordenadores de los dems?

    Ms que en ordenadores, los hackerspenetran en sistemas. No suelen buscar a lapersona que hay detrs de la mquina, sino solo lamquina. Buscan agujeros, fallos.

    Pues visto as, es un poco siniestro, cenizo,vaya. Una especie de gusto por lo mal hecho.

    Depende Dijo Max, A veces los fallos deun monstruo ayudan a librarse de l. Buscan losfallos porque les permiten rebasar lmites que,segn piensan, no tendran que estar ah.

    Se aprovechan de los errores ajenos.Puede ser. Pero tienen sus reglas. No actuar

    por venganza ni por intereses personales oeconmicos. No daar un sistemaintencionadamente. No hackear sistemas pobres

  • que no puedan reponerse de un ataque fuerte.Y las cumplen?Los que yo conozco, s. De todas formas,

    cada vez hay menos. Antes, ya sabes, era distinto.Internet empezaba. Era una red de caminos y loscaminos son libres. Ahora las empresas y losEstados quieren controlar no solo adnde vas sinopor dnde pasas y en qu medio de transporte. Qute voy a contar.

    Hablaron durante ms de una hora. Lavicepresidenta mostr a Max los cdigos que habacopiado.

    Son trozos de una herramienta para encubrirprocesos dijo Max. No parece un chavalinexperto cortando y pegando rdenes que noentiende.

    Max guard silencio. La vicepresidenta pensque estaba observando su pelo, tena penachoscomo crestas de un pjaro tropical, no se habaocupado de peinarlo en todo el da. Pero Max laestaba mirando a ella.

    Ten cuidado Le dijo. Si tienes un intruso,sabr muchas cosas de ti.

    Es solo mi ordenador personal.

  • Es solo mi ordenador personal.No te conectas desde aqu a tu trabajo,

    desde esta misma red?No, son lneas distintas.Menos mal. Otra cosa: tu ordenador tiene

    cmara?S, pero la he desactivado, ya veo

    demasiadas cmaras a lo largo del da.Pero si alguien ha entrado en tu ordenador,

    puede haberla activado haciendo que en la interfazgrfica te siga pareciendo que est desactivada.

    Podras comprobar eso?S, aunque puede que la active y desactive

    cada vez.Y si tapo la cmara con un trozo de cinta

    aislante?Perfecto. Tu in