Gran hermano

Todos aguardaban el tiempo de gracia del Gran Hermano. Anhelaban que con pasión su ascenso al poder, pues sus discursos de igualdad, justicia y libertad, y sus críticas a los gobiernos corruptos, avivaban a las masas, quienes mantenían la esperanza de un mejor futuro.El Gran Hermano llegó al poder y todo cambió: Hubo más puestos de trabajo, más horas laborales, y sin embargo los salarios se congelaron; el seguro de salud desapareció, y con ello los pocos beneficios sociales.Nadie dijo nada, menos aún los pocos líderes con suficiente capacidad de convocatoria y efecto en las conciencias, que fueron acallados con beneficios transitorios.Con el tiempo, los beneficios de los líderes también fueron vulnerados, debido a su insuficiencia ética y representativa.Así, la exigencia iba in crescendo, mientras los salarios menguaban su valor adquisitivo. Pronto, se masificaron los despidos, para dar lugar a la mano de obra barata. Los líderes tradicionales que hasta entonces se habían mantenido con el pueblo, traicionaron sus ideales: A fin de lograr indulgencias del Gran Hermano, se volvieron carroñeros y rastreros, frustrando cada levantamiento planificado en las grandes fábricas del país.El pueblo recordó por fin, aquella sentencia extinguida en el corazón del obrero: la unión hace la fuerza. Así que, sin más ni más, aprisionaron a los líderes tradicionales y derrocaron al Gran Hermano, sometiéndolo a un juicio que lo llevaría a la horca.

[Del libro: El hombre que falseaba su historia y otras narraciones, ilustraciones de William Huasco]