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O R A C I O N F Ü N E B R E E N LAS S O L E M N í E S E X E Q U I A S
C E L E B R A D A S
E N L A U N I V E R S I D A D D E S A L A M A N C A
A L A B U E N A M E M O R I A DEL RMO. P. MIRO.
DON JOSEF DE L A OLIVA5 DíLL ANTIQUISIMO ORDEN DE SAN BASILIO, Abad de su Coiegio , General de toda la Congregac ión de España , Doctor T e ó l o g o , Ca t ed rá t i co de Regencia de Artes, de Teo log ía , de Lugares Teo lóg i cos , de Vísperas y de Prima de T e o l o g í a
de la misma Universidad:
EL DIA 20 D E DICIEMBRE D E i8oz. D I X O
E l K. P* Miro Fr\ Toribio Mayo Aparicio^ Carmelita Calzado , Doctor Teólogo ,^
Catedrático de Filosofía de dicha Universidad.
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E N S A L A M A N C A : En la Oficina de Mana Eugenia Villargordo,
Qiil seqtútur justitiam et miseria cordíam , inveniet xntam , titiam , 6^ gloriam.
El que sigue la justicia y la misericordia , hallará la vida^ la justicia y la gloria. -Proverb. 21 . wr^. 2 1 .
lostrísimo Señor : Qué poco constantes \ ó por decirlo mejor ; que pa-* sagenas y mezcladas de dolor y de íumirgma son todas las glorias y grandezas de este mundo. Eslabonado anda
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en esta vida el descanso con el trap* bajo , la gloria con la afrenta, la honra con el desprecio , la riqueza con la necesidad , Ja salud con la enfermedad, y la vida con la muerte. De la mañana á la tarde se rauda el tiempo , dixo el Eeiesiástico [ a ) , y con él todos los sucesos. [Que prueba tan manifiesta de esta importante verdad nos presenta el aparata fúnebre que en este dia nos trabe á la memoria lo que fué , y en lo que ha parado uno de los mas fuertes, robustos , y distinguidos de nuestros Compañeros 1 No en vano el Santo Rey David pedia al Señor (&) que iluminase á los hombres, para que conocieran que eran hómbvQs: sciant homlnes^ quoniam homines sunt; pues asi harán
{ a ) Ecclesiastic. 18. ( 6 ) Psaim. 9 .
( v ) el debido uso y aprecio de las cosas de esta vida , donde las dignidades son humo , los empleos fatiga , las honras viento, los gustos acibar, los deleytes hieíf todo en fin sueño , burla 9 ficción y vanidad. Asi se dedicaran á practicar la justicia y la misericordia , pedios únicos para alcanzar la vida , la justicia y la gloria, según la sentencia de los Proverbios { a ) que yo he tomado por tema:
gut sequitur justitiam et misericor-dlam y inventet vitam r justitiam 5 et glorianu
Porque á la verdad es cosa ex* traña que considerando tantas veces, y ocupándonos en el pensamiento de nuestros intereses , de nuestra elevación r de nuestra fortuna ; apenas pensamos en nuestro propio ser,
{ a ) Pro-vetb« a i ,
(vi) en el polvo de que fuimos formados, y en el que seremos bien presto convertidos ; y que nuestra alma será arrebatada á la presencia de un Juez rectísimo , de cuyo supremo tribunal no tendremos apelación alguna en la tierra, ni en el cielo. De este olvi do dimana el abandono de nuestras obligaciones , y el que , aun viviendo entre tantas miserias , sinsabores, cuidados , afanes, dolencias , y enfermedades , quiera el hombre eternizarse en este mundo. Por esto debemos mirar como una merced grande de Dios el que con dolencias,enfermedades , y trabajos nos haga entender la inconstancia de esta vida, para que amemos y procuremos Ja eterna : Y lo es también la práctica de esta Sabia Madre ? que celebra, y honra la memoria de sus hijos, f j a presentar un sólido desengaño
( v n ) á los que dentro de muy poco hemos de seguir á los difuntos ; pues al paso que así nos hace aborrecibles los bienes transitOFÍos, nos obliga á suspirar por los que han de durar para siempre.
Miradas baxo de este aspecto las Oraciones Fúnebres , no las ten-tendremos por peligrosas 4 expuestas á la falta de verdad , ó por prensa de los discursos, potro y tortura de ios ingenios , según pertsó en otro tiempo el He verendísimo cHfurvto , cuya memoria celebramos 5 antes bien nos persuadiremos á que esta ciase de oraciones debía repetirse todos los días por la ocasión que nos presenta de decir , y oír las mas interesantes verdades. Pues sí r solo el pensamíen-» ío de la muerte ocupando nuestra atención alguna vez en el dia , es capaz de Uebarnos al mas perfecto
( v m ) smor de Dios , y á un exacto cum-plimiento de su voluntad ¿que harán las palabras de celestial doctrina y medicina , con que nuestros hermanos y compañeros nos predican e instruyen desde el féretro , y el sepulcro lo que ha pasado por ellos , lo que han sido , y en lo que han parado, lo que nosotros sotnos i y en lo que infalibiemente he-mos de venir á parar ? Los huesos áridos, decía San íAgustin ( a ) nos predicati con ro¥s^eloqüencia y eficacia que los mas famosos predicadores del inundo.
E l confirmaros esta importante verdad con una palpable experiencia , es lo que me he propuesto deciros en la Oración Fúnebre del Reverendísimo Padre Maestro Don Ja^
(ÍÍ) Serm. 6ó. ad Fratr. ia Ureai.
Ssl ÜB LA OLIVA ^ del antiquísimo Orden de San Basilio , Abad de su Colegio 5 General de toda su orden, Doctor Teólogo y Catedrático , después de otras , de Pritna de Teología de esta Universidad. Rl es un eloqüente predicador que declama coa energía contra la vanidad de los liono-r-es , dignidades ^ y bienes del mundo; y nos hace ver que pasaron para él todas las cosas de la vida; y que ninguna le acompaña ni sirve para la eternidad ¡ sino la ciencia reglada por la justicia , y la misericordia en que se exerckó: qui seqidtur justitiam et misericordiam , inveniet vitam , justitiam , et gloriam. E l haceros pues ver que una ciencia justa , y la mi sericordia son los dos carácteres que honran la memoria del Reverendísimo OLIVA , será todo el fin de mi discurso j valiéndome para ello de las
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( x ) noticias, que aunque de personas de toda verdad y que le trataron fami-liarmente 5 son tan estériles y escasas | que me hacen incurrir en otros mil defectos sobre los conoeidos de nú talento. Pero no os persuadáis que yo pretenda dar otra autoridad que la que merecen mis palabras ^ ni que quiera justificar al Reverendísimo d i funto contraviniendo á los Decretos de la Iglesia, pues solo debéreis prestar una fé humana , si me ayudáis á implorar la asistencia del divino Espíritu á fin de que purificados mis lúá bios é inflamado el corazón , pueda proferir algunas verdades miles en la Oración que empiezo.
T n Sabio que une al espíritu de luz el espíritu de desasimiento de los bienes de ia tierra , y el espíritu de caridad para con sus hermanos, es un don del cielo muy útil para los hombres; es luz que ilumina , tesoro que enriquece , rio de donde corren aguas saludables que riegan las tierras áridas, y un zeloso defensor de la virtud y de la verdad. Tal se representa el Reverendísimo OLIVA , cuya ciencia estaba señalada con los caracteres del agrado, de ia piedad , de la justicia y del amor divino. No me detendré en referiros el por menor de las acciones de su infancia, por carecer de las noticias necesarias para daros una idea justa de ellas; solo diré que habiendo nacido en Tor-rubía del Campo en la Mancha de linos padres mas ricos por sus virtudes 5 que por los bienes perecederos,
trataron dé que cultivase las felfees disposiciones de su buen talento r J vieron muy pronto que era el asombro de sus Maestros, la alegría de sus Parientes, y el motivo de sus mayores consuelos en esta edad , penetrando su talento las espesas nubes de la infancia, manifestaba deseos de saberlo todo > y capacidad para instruirse en todas las ciencias: como amante Discípulo de la verdad procuraba buscaría y seguirla hasta llegar al mas alto punto de. conocimiento de las ciencias humanas.
Mas llegando á comprebende^ que de nada sirve al hombre adquirir todo el universo $. si pierde si | alma; que únicamente debe aspirar á fixar sil domicilio en la Ciudad permanente ; que la verdadera felicidad consiste en buscar á Dios con un co-* razón recto, y la verdadera sabiduría
( XI11 ) ea saber salvarse 9 piensa desde este pinto en instruirse en la Doctrina de Jesucristo , cuya luz pura inspira Ia> paridad que edifica ^ilumina el entendimiento , y vivifica el corazón ; y mirando esta ciencia como único objeto de su atencron , á fin de meditar en ella dia y noche , tomándola por compañera inseparable de su vida,, se entra en la ilustre r esclarecida, y antiquísima Religión del gran Padre-San Basilio. Oculto en el monasterio^ como en utm obscuras caber na r a l i mentado con los inefables consuelos, de la gracia , adquirió las fuerzas que manifestó tantas veces, para justificar la verdad en presencia de los falsos sábios , para convencer á los incrédulos y confirmar en la fé á los flacos ; y echo modelo de sus compañeros así en la literatura, como: en la caridad j viendo los Superiores que
(xiv) estaba dispuesto para enseñar una doctrina sana , y confundir á los que la impugnan vle destinan para que luzca en esta grande Atenas del mundo. Distinguido aquí con los honrosos dictados de Licenciado y Doctor en Sagrada Teología, se reconoce rodeado de mil impedimentos para llebar 4 la debida perfección el método de vida que habia entablado. Y tal vez no faltará quien juagando de la virtud por las exterioridades mire la necesidad de conteniporizar en algunas drcunstanclas baxo un aspecto muy diferente.
Yo bien se que rara vez en esta Vida nos desnudamos de nosotros mls-rnos, aún quando nos damos á Dios; porque el amor propio es la última tüniea de que el hombre se desnuda : por eso se han negado muchos jal mundo,y pocos a^ímisiiios3 y skm*
pre será menos negarse uno á ía qee tiene , y mucho mas negarse á lo que es. Por eso decía el Profeta ( a ) : no se justificará en tu presencia alguno de los vivientes. N i el Apóstol , ni el Evangelista, ni el Profeta. Saldrá siempre allí ó aquí alguna yerbeciila inútil^espina ü ortiga, que tengamos qu^ arrancar. Y aún ordena la divina providencia , dice San Gregorio ( £ ) que caigan en algunos defectos sus amigos, para que les sean materia de humillación , y freno contra el orgullo. En una palabra r en los mas insignes de sus amigos ha permitido el Señor peligrosos asaltos , y algunas caídas , para instruirlos en la importante doctrina de la humildad , y prevenir sus ánimos
{a) Psalm 142. ( £ ) Lib. 19. mor. Cap. 4
( x v i ) contra las sugestiones del padre de las tinieblas. El Reverendísimo OLIVA sabiendo que sola la fortaleza que viene de lo aít@ podía hacerle triunfar de su enemigo , buscaba á Dios, y la pedia en la oradon diaria , á que era puntual con su Comunidad: procuraba lavarse en las saludables aguas de la penitencia de quince en quince días á ña de que reconciliado con Dios , le comunicase ia ilustra* don necesaria para la inteligencia de las Sagradas Escrituras. Así es que en sus discursos tanto públicos como privados resplandecía siempre lo sublime de su talento , ia claridad de las pruebas , las riquezas d¿ la eloqüen-cia , y la mas acertada elección de quanto podía hacer amable la virtud , y de quanto era necesario para impugnar el vicio ; y defender los dogmas de la fé. Quando examina
( XVM J las augusta? profundidades de la Re-1 ligion , separa fácilmente con una ráano las espinas que podian retardar su rápida carrera: para el la obscura ciencia de la- Teología no tiene tioieblas ; y aun parece que la Religión misma por boca del Reverendísimo OLIVA explica sus misterios, enseña sus dogmas , defiende sus preceptos, justifica sus máximas , y prue-b^su divinidad.
Pocas veces sucede juntarse ía humildad con un talento sublime;pues la virtud parece esta hoy reservadai para los ignorantes. El Sábio al mis-BIO tiempo que adelanta en la ciencia [ desprecia la virtud ; porque desvanecido con los talentos que le elevan sobre los demás hombres , no se avergüenza de entregarse á unos ex* ce sos que le hacen muy inferior á ellos; destinando á su ruina y per*
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( XVI11 ) dícíon los doíies que recibió para bien del universOi Y sino ¿qué uso se vé hacer á una gran parte de Sabios de nuestros tiempos de su. eloqüencía, de su estilo , de aquella gracia que tienen para ganar los corazones , y del arte coa que saben pintar las in clinaciones y flaquezas del hombre?-La experiencia nos enseña que emplean estos dones que han recibido del Padre de las luces en coniponer obras satyricas contra la verdadera devoción r hacer aborrecible los ministros del Altar | buscar incentivos para las pasiones , y elogios de los Apóstoles de la sensualidad , y de los héroes del vicio.. El Reverendísinio OLIVA no tenía ménos eloqüencia, ménos atractivos r ni ménos gracias; pero las consagró en hacer amable la virtud , y aborrecible el vicio , como se vio repetidas veces en sus Ser-
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( x i x ) moties, én sus conversaciones familiares, y en su trato , en que procuraba ocultar su ciencia con la humildad, tanto que consultado por un Ilustrísimo en la Coíte sobre ciertos p^rticülares , después de oir sus con-textaciones , se explicó con su Secretario en los términos siguientes: Jamas he tratado un hombre de mas fenetración , mas fondo ^ ni mas cía-" ridad en responder d unos asuntos delicados como los que le he propues~ to j pero me admira mas su humildad en no manifestar a -nadie ni en tra~ to , ni en conversación su sabiduría. Asi le hacía pensar su humildad; pero así se acreditó de mas sábio^ manifestando en este caso que estaba adornado de la verdadera sabiduría., que fomenta y es fomentada por la caridad , y no de la humana que infla. De este modo supo el R e v é -
(XX) rendísitrro OLIVA reglar su GÍencia por ks leyes de la justicia para evitar aquellas vanas , secas y estériles instrucciones , en que la vanidad haila á la curiosidad ; la soberbia disfrazada iinpugna el fausto público ; la divina palabra es oída sin respeto , y anunciada, sin fervor; y en que unos oyentes poco t i mora tos argoyea del Predicador de su afecto á los objetos terrenos : y por estos medios se hizo acrehedor á que anos M o narcas , justos apreciadores del mérito y la virtud, y le confiriesen las Cátedras de Regencia de Artes, de Teología, de Lugares Teológicos^ de Vísperas y y de Prima: de-.Teología de. i esta .Universidad. Pero todo esto le sería ioüíii si su vida no sa hallara acompañada de la caridad y misericordia.
Como sin el calor no puede el
(xx i y cuerpo exercer sus funciones, tú pro* veher á su subsistencia ; así el alma del hombre nada puede ni para SÍ\ ni para los oíros sin el amor ¿ ¥ quién si mira al constante orden de la naturaleza que dio al: corazón del hombre § y zúa a l del bruto una irresistible inclinación' al amor , no Gonocerá que el primer objeto del amor del hombre debe ser su Dios^ y que aunque se ame asimismo , ame á. sus próximos, y ame las cosas tem?-porales r siempre debe atnar primero á este Ser; Supremo , y después las demás cosas ? Con efecto , este es el orden santo de la caridad , de cuya posesión se. gloriaba la Esposa ( a ) quando decía : ordinavit m me cari* tatem r y este mismo se descubre en -todas las acciones del Reverendísima
( ^ } \ - a i i t . 2-
| XXII ) OLIVA , cuya vida fue un continuo enlaze de obras de caridad y misericordia. Era por su natural apacible , por su genio amable ^ por sus modales atento , fiel en su amistad, dulce en su conversación , Mando en su trato ^ y por su persona agradable. Empieza desde luego á hacer fuentes de los emolumentos de la Universidad para alivio y subsistencia de sus hermanos , teniendo siempre preseate,que con la limosna podía redimir iodos sus pecados , y limpiar todas sus manchas. Penetrado de Ja sentencia de su gran Pa-^re San Basilio que enseña ( a ) : que el limosnero es cerno u-n pozo que tanto mas se enriquece quanto mas necesidades socorre ; repartia con ma« no franca y liberal aun lo que ne-
{ a ) Homil. 3. m diV. avar,
{ X X I I I ) eesitaba par^i sus urgencias* Repasaba en su coraron el buen consejo de Tobías que dice [a): haz misericoídia ea quaoto paedas : si tuvieses ipucho^ dá coa abundancia : si tuvieses poce* dá con aiegrla ; y sabiendo al mismo tiempo que el que es miseFicordiosOj con su-, he rmanó le s un insigne bien-^ hechor de su; propia alma ; pues aliviando las necesidades corporales de-su próximo T asegura el mas com-» pleto goce de unos tesoros immor-: tales en. la gloria T extendía su caridad: al paso que se extendía su renta.-Gonocia bien la naturaleza de estos bienes perecederos i y teniendo en su; inemoria el respeto acia Dios r qué hace al rico para el pobre r no se contentaba: con expender generosamente la parte de renta que le per-
( a ) Tob. 4.
( x x i v ; ) rmtlan para su decencia , sino qué procuraba practicar la caridad y misericordia en todo género de obras.
Asi es que echo Abad de su Colegio ij y General de la Orden procuraba informarse por bí mismo de las necesidades y miserias de los Subditos para consolar á unes ? socorrer á otros , enseñar y edificar á todos con su exemplo ¡ G ! Sabios ; si yo hallára expresiones con que ponderar dignamente la caridad del Reverendísimo OLIVA , como veri-áís<-coñcfe-nada y reprobada la conducta de los que guardando^'sus tesoros á la vista de los pobres y responden si se los reconviene v qué ellos no: los han robado, ni han sido causa de las m i serias age ñas ; mas yo pudiera decir á .estos tales con eLChrisoiita-nio, que no les perderán sus riquezas , si|6 j a f a í t a de misericordia con su her-
( XXV ) mano , y el mal uso que por est^ falta hacen de ellas ; y tiempo vendrá en que se les diga : ya recibiste tus bienes en Ja vida. Porque á la verdad ¿como podrá decir que ama á Dios á quien no ye , el que no ama ni socorre á su hermana , á quien tiene delante de sus ojos ? Callará el Señor en el día grande de su justicia la .paciencia de Job, y lafé de Abra ha m, y solamente hablará de ío que el pobre haya recibido de nuestras manos. De aquí infería el Keverendí-simo OLIVA el honor y gracia que recibía del Altísimo quaudo hacía un digno empleo de sus rentas. Y de esta nürma caridad nacía la afabilidad y ccnmi&eracien de su go-vierno , en el que jíimas se vio ni aquel rigor que abate el ánimo y espíritu de los subditos , ni aquella
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(xxvi) falsa condescendencia que da motivo á relajación. Si en sus visitas halió algo que corregir n lo hacía siempre á solas \ como Padre que amaba á sus hijos y deseaba su enmienda : si alguna vez lo hizo con aspereza , también tuvo que derramar lágrimas , según afirma de vista su Secretario , por parecerle se habia separado algún tanto del órdeií de la caridad ; Oh! si todos siguierán esta preciosa máxima , como se harían mas suaves y ménos pesadas las obligaciones de los subditos?
Porque un Prelado dadivoso, compasivo y que presentando el corazón en las manos j manda sin fausto , sin orgullo , sin precipitación exhorta con facilidad á la practica de la virtud y al cumplimiento de las leyes de su instituto ; mas el que se considera como de orden y
(xxvu) gerarquia Superior , el que manda con despotismo r y se dexa cegar de su amor propio es raas á proposito para destruir , que para edificar. E l Reverendísimo OLIVA tomó por regla de su gobierno , no su genio 5 sino la ley de Dios , que toda es amor y caridad , y estos eran los compañeros inseparables de todas sus acciones r con' eilos^ hizo que su Religión , algo turbada por la» solicitud de reunir sus Provincias en una sola Congregación ^ tuviese
•el consuelo de gozar de unos días serenos baxo de su dirección f pues él parecía el destinado por la Providencia para' la grande obra de re-
' unir los espíritus , los corazones, y los. intereses de todos. Mas quan-do creia poder gozar muchos años tranquilamente de la elevación en que se hallaba ¡ O altos juicios de
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' (xXTOl) Dios! cae eti el lecho esta coíura-m de su Religión , y bien pronto conoce que ya es llegada la hora de su muerte. Pero el Señor quiso hacerle pasar por el fuego y por el agua para llevarle al refrj-.gerio ; y embiándole la mas penosa y dilatada enfermedad , le presenta un campo dilatado en que
¿pueda manifestar todos los senti-mlentos de su alma. Así es que su paciencia , su sufrimiento | su desprendimiento de todas las cosas i de la tierra , que manifestaba un jvec-d ad ero espíritu de pobrezg , propio de su Instituto , la freqüente repetición de aquellas palabras del Santo Job { a ) : constituisti termjrios-i'ejus qui pr&terirl mn poterunt. ; fijaste 5 Señor , -texminos á la vida del
na j — ;r
( ¿ ) Job. ¿4.
( x x i x ) ihombre que jamas podrán ser traspasados , ni vencidos , y los míos ya han llegado: estas fueron las últimas lecciones que el Reverendísimo OLIVA dio á sus hermanos. Y viendo que aun en sus propios días se convertía en ediondez y vapoi* toda su decantada robusted y fir-roeza, puesto en las manos de Dkté, le entregó su alma á los sesenta y seis años de edad , día quatro de Febrero del año de mil ochocientos y dos, dexando á sus hermanos rodeados
- de 11 an to y axn a rgu ra, manifesta ndo en su muerte tal sentimiento qiial pudieraa tener por un padre el mas cariñoso,
¡Qué lección esta tan importan-» te , Sábios , para los que todos los días vemos y palpamos semejantes exemplares! si como los vemos nos
- sirvieran de desengaño , poco aprecio hariamos de ios bienes ^ honras
( XXX ) y dignidades de este mundo que mas tienen de figura y apariencia , que de verdad y realidad. A esto nos exhorta el exemplo del Reverendísimo OLIVA mucha mas eficaz y eloqüente que los repetidos discursos que le oímos contra la vanidad y el orgullo. Y pues habéis visto , aunque en confuso y toscamente, que una ciencia reglada por las leyes de la justicia, y la practica de la caridad y misericordia le prepararon un camino , que piadosamente podemos pensar y según las disposiciones de su muerte , le conduxo á las mora-4as eternas ; hagamos nosotros el debido uso de ios talentos y luces que respectivamente hemos recibido : ocupémonos en obras de caridad y misericordia , y diríjannos nuestras ruegos al Padre de
( XXXI ) ellas para que conceda el premia que ha ofrecido á los que la practican á nuestro difunto hennaao.
A s i SEA. R. 1. P.