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ENTREVISTA AMB....
PAOLO GIORDANO
Participa i fes-li preguntes a l’autor! Aquest mes tenim com a convidat Paolo Giordano Podeu enviar-li qualsevol pregunta que estigui relacionada amb la seva obra a través del web:
http://bibliotecavirtual.diba.cat/
Paolo Giordano va néixer a Torí el 19 de desembre de 1982. Fill d'un ginecòleg i una professora d'anglès, es va llicenciar en Física Teòrica, graduant-se 'cum laude' a la Universitat de Torí. Amb només 26 anys es va convertir en el fenomen editorial més rellevant dels darrers temps a Itàlia. La seva primera novel·la, La solitud dels nombres primers, va rebre nombrosos premis, entre ells, el Campiello Opera Prima i el prestigiós Strega (2008), el més important d'Itàlia. La novel·la va ser un èxit de vendes sense precedents tot i tractar-se d'un autor novell: més d'un milió d'exemplars venuts només a Itàlia. A La solitud dels nombres primers, Giordano explica la història d'un amor d'adolescència frustrat que aboca a una solitud gairebé metafísica als dos joves protagonistes, Mattia i Alice, que no entenen res del que els hi està passant. L'any 2010 es va estrenar l'adaptació cinematogràfica de la novel·la, que l'escriptor havia anomenat en un primer moment ‘A dins i a fora de l'aigua’, que és, de fet, el títol del cinquè capítol. De producció italiana, la pel·lícula va donar la volta al món gràcies a l'èxit previ de la novel·la. Precisament, l'any 2010, Paolo Giordano va marxar a l'Afganistan. No per lluitar a la guerra, però sí per veure sobre el terreny com eren les condicions de vida dels soldats italians destinats allà. L'escriptor es proposava escriure una segona novel·la que s'allunyés de les relacions de parella però no del fet de créixer, d'esdevenir adults. Els protagonistes d'El cos humà, la seva segona novel·la, són un escamot de soldats joves que no se senten pas herois sinó víctimes d'una guerra que no han demanat i en la que inevitablement hauran de lluitar, i que potser, els hi costarà la vida.
-Sorprende que el autor de «La soledad de los númer os
primos» haya escrito una novela sobre la guerra. Hay que ir
un poco más allá de la obviedad, un libro es mucho más que el
tema del que trata. En «La soledad de los números primos»
había mucha más guerra de la que se percibía y en esta hay
mucha más soledad. Pero solo en la experiencia de la guerra
encontré la transformación que quería narrar, ese paso de
jóvenes a adultos, con la fuerza y la violencia que quería contar.
-¿Afganistán tenía esa fuerza? Es una guerra que empezó
cuando yo tenía 18 años y pertenece mucho más a mi vida que
la Segunda Guerra Mundial o la de Vietnam. Hubiera sido algo
muy distinto, en realidad artificial, situarlo en otro contexto.
Quería una guerra actual, que me cayese encima.
-Visitó Afganistán en dos ocasiones. Sí. La primera vez no
tenía en mente la historia, pero me encontré con ella por
casualidad. La segunda, ya con el libro en mente, fui para ver
cómo mi imaginación había cambiado ese lugar.
-¿Cambió su concepto de la guerra? Me di cuenta de que no
tenía conciencia de lo que era, sabía su significado estricto,
pero no lo relacionaba con situaciones concretas. Solo sentía
una extraña atracción, un poco atemorizada, hacia todo lo que
tenía que ver con la guerra. Siempre he tenido una relación
muy difícil con la fuerza y el poder, lo he vivido como algo muy
negativo y brutal.
-¿Y por qué «El cuerpo humano»?
«Un escritor no deja nunca de serlo, es una condena
divina, una cadena perpetua»El título surgió antes de que
comprendiese la historia que iba a contar. Cuando escribo soy
demasiado mental y pierdo el contacto con las cosas físicas,
algo que también me sucede en la vida real. Esta vez quería
que todo sucediese a través del cuerpo de los personajes. El
título fue una exigencia que me puse, de manera que cada vez
que perdía el contacto físico me obligaba a volver a la Tierra. Al
ver cómo vivían en Afganistán, me di cuenta de que la
salvación del cuerpo es lo prioritario.
-Los protagonistas de sus dos novelas comparten un
trauma familiar. Quería un indicio de que, para mí, la historia
continuaba. «La soledad de los números primos» se ocupa de
la vida hasta el final de la adolescencia y «El cuerpo humano»
narra la experiencia de los diez años posteriores. Tanto Mattia
como Egitto son la imagen más precisa de mí mismo al inicio de
cada libro. Al escribir la historia familiar del teniente Egitto me di
cuenta que la guerra en abstracto se parece mucho a la que se
puede desarrollar en el seno de una familia. Es la conexión
sentimental entre los dos tipos de guerras, que hay que
mantener, porque nos concierne a todos, no es algo lejano.
-Dado su compromiso, ¿cree que ha terminado el tiem po
de la épica? El tiempo de la épica no ha terminado porque, en
realidad, buscamos desesperadamente héroes encarnados.
Pero ¿quiénes son los verdaderos héroes y los verdaderos
hombres? Es una pregunta que me llevo haciendo desde los 15
años y que concierne a cualquier joven varón de nuestro
tiempo.
-¿Es la literatura un antídoto?
«Vivimos con la sensación de haber perdido una especie de
paraíso que quizá no exista»Me bastaría con que estuviese
realmente presente en la vida, no como un entretenimiento
más, sino como algo que te llevara a enfrentarte y a dudar de ti
mismo. No creo que la literatura sea un antídoto para nada, ni
siquiera para quien escribe. Pero es una bellísima amplificación
de la propia vida, que de otro modo sería muy limitada,
restringida.
-Primo Levi, uno de sus referentes, rogaba al lecto r que no
fuera en busca de mensajes. Estoy de acuerdo. Esa
necesidad de hablar más allá del libro te lleva a exprimir
mensajes que puede que estén implícitos, pero no
necesariamente.
-¿Qué me dice de su generación, la de jóvenes europ eos de
más de 30? Vivimos con la sensación de haber perdido una
especie de Edén, de paraíso inicial. Quizá no haya tal paraíso,
solo unas transformaciones ya en marcha que van a traer un
mundo distinto. Mi generación quizá sea la última que se está
resistiendo a pensar que la marcha del mundo es así. Así lo veo
yo, que no soy especialmente valiente ni rápido adaptándome a
las transformaciones.
-Pero tuvo la valentía de dejarlo todo y convertirs e en
escritor. Solo lo hice al darme cuenta de que ya no podía volver
a atrás. Mi «cuerpo humano» me lo sugirió.
-En el libro dice que «un soldado no deja nunca de ser un
soldado». ¿Le sucede lo mismo al escritor? Con el escritor pasa
aún más que con el soldado. Un escritor lo es las veinticuatro horas
del día. Por un lado es algo maravilloso, porque amplifica
enormemente tu vida, pero por otro es una condena divina, una
cadena perpetua.