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GUÍAS ESQUEMATIZADAS DE TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE LA

PERSONALIDAD PARA PROFESIONALES, DESDE EL MODELO DE YOUNG,

KLOSKO Y WHEISHAR (2003) SCHEMATIC-GUIDES FOR PROFESSIONALS T...

Article · June 2011

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8 authors, including:

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Effect of financing systems in the quality of mental health in Spain: Refinement-Spain View project

Andres hoyos Fernando

Autonomous University of the West

3 PUBLICATIONS   1 CITATION   

SEE PROFILE

Jordi Cid Colom

IDIBGI Girona Biomedical Research Institute

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© Prensa Médica Latinoamericana 2011 - ISSN 1688-4094 Ciencias Psicológicas 2011; V (1): 83 - 115

GUÍAS ESQUEMATIZADAS DE TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD PARA PROFESIONALES, DESDE EL MODELO DE YOUNG,

KLOSKO Y WHEISHAR (2003)

SCHEMATIC-GUIDES FOR PROFESSIONALS TO TREAT PERSONALITY DISORDERS, FROM THE MODEL OF YOUNG, KLOSKO AND WHEISHAR (2003)

Andrés Fernando López PellUniversidad Católica de Santa Fe y FUNSALED, Argentina

Jordi Cid ColomInternational Society of Schema Therapy

Julio Obst CameriniUAI y C.A.T.R.E.C.

Juan M. RondónUniversidad Católica de Santa Fe, Argentina

Silvina M. AlfanoUniversidad Católica de Santa Fe, Argentina

Cecilia CellerinoUniversidad Católica de Santa Fe, Argentina

Resumen: Los tratamientos psicológicos para Trastornos de la personalidad todavía no alcanzan un grado de protocololarización específi co como para describir las intervenciones para cada sesión. Esto podría deberse, entre otras cuestiones, a la heterogeneidad de los casos que difi cultaría la posibilidad de diseñar un protocolo. Los tratamientos entonces se basan en conceptualizaciones de caso sustentadas teóricamente que después determinan los objetivos y las intervenciones a realizar. La difi cultad para conceptualizar desde determinado modelo puede que sea una razón por la que a los psicoterapeutas les costaría realizar el tratamiento más adecuado. Para afrontar este problema hemos construido ‘Guías esquematizadas para profesionales’ para mejorar la práctica clínica. Estas guías son de una carilla para tenerlas a la vista durante las sesiones a fi n conceptualizar los casos y guiar más fácilmente las intervenciones desde el modelo de Young, Klosko y Wheishar (2003). Este artículo describe el proceso de construcción de las guías.

Palabras clave: personalidad, trastornos, tratamiento, terapia de esquemas.

Abstract: Psychological treatments for personality disorders have not yet reached a level of protocol as specifi c as to describe interventions for each session. This could be due, among other factors, to the heterogeneity of cases that make it diffi cult to design a protocol. Treatments are then based on case conceptualizations supported by theories that determine the objectives and interventions performed. The diffi culty to conceptualize from a particular model may be a reason why psychotherapists fi nd problems to make the most appropriate treatment. Addressing this problem, we have designed a set of ‘Professional schematic-guides’ to improve the clinical practice. These one-page-guides were created to have them in front of you during the sessions, and help to conceptualize cases and easily guide the interventions from the model of Young, Klosko y Wheishar (2003). This article describes the process of building guidelines.

Keywords: personality, disorders, treatment, schema therapy.

Correspondencia: Andrés López Pell. Universidad Católica de Santa Fe (UCSF) y FUNSALED, Argentina.Correo Electrónico: [email protected].

INTRODUCCIÓN

Nada ha demostrado ser más efi caz que la aplicación de un protocolo psicoterapéutico científi camente validado. Sin embargo ¿qué hacer cuando el paciente tiene varios trastor-nos?, o ¿cuándo no hay un protocolo validado

para tratar el trastorno que sufre? En tales cir-cunstancias, una opción es basar el tratamiento en una conceptualización de sus problemas guiada por un marco teórico. La difi cultad para conceptualizar desde determinado modelo puede que sea una la las tantas razones del por qué a los psicoterapeutas les cueste más

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seguir las pautas descriptas para el abordaje de estas alteraciones. Otra cuestión de suma im-portancia es que son pacientes muy difíciles de mantener en tratamiento por lo cual se requiere de mucha fl exibilidad por parte del terapeuta. Esto, sumado a la heterogeneidad de los casos, difi culta la posibilidad de diseñar un protocolo de tratamiento de alta especifi cidad delineado para cada sesión como existe para otros trastornos (e.g., depresivo mayor, de angustia, ansiedad generalizada, etc.) ya que cada tratamiento, si bien es guiado por la misma base teórica, termina adquiriendo una forma particular.

En busca de enfrentar la problemática plan-teada, en artículos anteriormente publicados en esta revista, propusieron el concepto de Guías esquematizadas para profesionales (López Pell, Rondón, Alfano, & Cellerino, 2010; López Pell, Rondón, Cellerino & Alfano, 2010). En aquella ocasión, las guías se hicieron para los modelos de Theodore Millon y de Beck, Freeman, Davis y otros (2005). En esta oportunidad, utilizando el mismo concepto, se realizarán para el mo-delo que vienen desarrollando Young, Klosko y Wheishar (2003).

Las Guías esquematizadas para profesio-nales están diseñadas para mejorar la práctica de la psicoterapia para los trastornos y altera-ciones de la personalidad. Fueron realizadas en una carilla cada una con la idea que los psicoterapeutas las tengan a la vista durante las sesiones y que de esta manera puedan conceptualizar sus casos y guiar más fácilmente sus intervenciones. Atento a estas cuestiones, en este artículo se presentan los conceptos centrales que deben guiar la praxis desde el modelo de Young, Klosko y Wheishar (2003) de una manera simple y comprensible a fi n de facilitar la transferencia del conocimiento al set psicoterapéutico.

TEORÍA DE LA PERSONALIDAD

Se ha desarrollado en los últimos años dentro del paradigma cognitivo conductual un modelo de abordaje terapéutico denominado Terapia de Esquemas (TE). Ésta es una forma de psicote-rapia integrativa, que combina elementos cog-nitivos, conductuales, psicodinámicos, de las relaciones objetales y humanistas/existenciales (Young, Klosko & Wheishar, 2003). Surge a par-tir de los conceptos teóricos desarrollados por Beck, especialmente en el área de los trastornos

de personalidad, los esquemas, las estrategias y los modos (Alford & Beck, 1997; Beck, 1996; Beck, Freeman, Davis y otros, 2005). La TE ha sido desarrollada por Jeffrey Young (1990; 1993) para tratar a pacientes que reciben un diagnóstico de trastornos de la personalidad o aquellos con problemas psicológicos que se consideran difíciles de tratar, porque suponen un reto desde la perspectiva del terapeuta. La TE se desarrolla para tratar problemas psico-lógicos graves, arraigados, de larga duración, y que presentan dificultades por generar y mantener la estabilidad sintomática, recaídas constantes, problemas interpersonales o rigidez de patrones conductuales (Young, 1993). Si bien inicialmente fue conceptualizada como una terapia para los Trastornos de la personalidad, en la actualidad se la utiliza y con efi cacia para lo que en el DSM-IV TR serían los trastornos del Eje I (American Psychiatric Association, 2002), dentro de los cuales esta ansiedad, depresión, trastornos alimentarios.

Cuando presentó sus fundamentos Jeffrey Young consideró que el abordaje tradicional de la terapia cognitiva en ese momento no tenía un desarrollo sufi cientemente amplio y específi co para los pacientes con trastornos de personalidad. Su argumento era que estos pacientes no cumplen con ciertos requisitos o supuestos del modelo clásico, debido a las siguientes cuestiones:

Difi cultades en la identifi cación de senti-1. mientos y cogniciones. Es bien conocido que las personas con problemas de per-sonalidad bloquean sus emociones y pen-samientos. Muchos tienen una tendencia afectiva de evitar las emociones.Problemas para el cumplimiento de las 2. tareas para casa. La colaboración y la mo-tivación para trabajar entre sesión y sesión es difícil de obtener en los TP. Las tareas y/o deberes que se asignan habitualmente en la terapia se tornan de difícil seguimiento.Imposibilidad de defi nir y clarifi car los pro-3. blemas de la vida. Presentan problemas difusos, vagos que no saben defi nir como objetivos del tratamiento.Resistencias a una relación terapéutica 4. colaboradora. No es tarea fácil aplicar ni encontrar el empirismo colaborador en el que se fundamenta la terapia cognitiva. Muestran difi cultades en sus relaciones interpersonales, tienen problemas para tener una buena alianza terapéutica. En el

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Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

tratamiento se va a necesitar manejar estas difi cultades de manera activa.Difi cultades para modifi car sus creencias 5. rígidas. Las técnicas utilizadas en la terapia cognitiva, en muchos casos no son sufi -cientes para cambiar los patrones autodes-tructivos y la rigidez de pensamientos. Las creencias y los patrones autodestructivos forman parte de la defi nición de la identidad de los pacientes con TP, muchas veces el cambio sólo es parcial.

Conceptos básicos

Para este modelo de abordaje, Young y Klosko (2007) defi nen una subcategoría de esquemas: los Esquemas Tempranos Inadap-tados (ETI). Estos son patrones disfuncionales -auto-saboteadores- de pensamiento y emoción que se iniciaron en temprana edad y se reiteran a lo largo de la vida. Según esta defi nición, las conductas inadaptadas no son componentes de los esquemas, sino que son las respuestas a estos. Las conductas son causadas por los esquemas, pero no son parte de los mismos. Sin embargo, Cid (2009) prefi ere denominarlos ‘Esquemas Precoces Desadaptativos’, defi nién-dolos como temas amplios y persistentes forma-dos por recuerdos, emociones, pensamientos y sensaciones corporales que hacen referencia al análisis de uno mismo y de las relaciones con los demás. Estas se originan durante la infan-cia y se van elaborando a lo largo de la vida del individuo, siendo disfuncionales en grado signifi cativo.

Los ETI se originan en representaciones ba-sadas en la realidad y en su comienzo pueden generar respuestas adaptadas a éstas. Su dis-funcionalidad se muestra más tarde en la vida, cuando esas percepciones o apreciaciones ya nos son ajustadas a la realidad. Los mecanis-mos humanos de supervivencia, en particular el impulso a la consistencia cognitiva -o a evitar la disonancia cognitiva-, generan la poderosa energía que los defi ende ante todo intento de modifi carlos, forzando a las otras percepciones a ajustarse a ellos (Young & Klosko, 2007).

Pero estos esquemas pueden tener distintos grados de gravedad y de rigidez o resistencia al cambio. La gravedad puede defi nirse por la cantidad de situaciones que los activan. La mayor o menor severidad y resistencia al cam-bio dependerán de lo temprano -o tardío- de la edad en que se generaron, de la cantidad de

fi guras signifi cativas que lo generaron y de la cantidad -o duración- de las situaciones que lo generaron. Por ejemplo, será más severo y rígido un esquema generado por ambos proge-nitores, desde la edad de 4 o 5 años y durante toda la infancia, que uno generado por un solo progenitor, o solamente por un maestro, en un episodio único, cuando tenía 12 años de edad (Young & Klosko, 2007).

Podemos decir que hay esquemas positivos (i.e., adaptados) y negativos (i.e., inadaptados), así como tempranos y tardíos (Young, Klosko & Wheishar, 2003). Pero al hablar de esque-mas en este trabajo estaremos refi riéndonos específi camente a los esquemas tempranos e inadaptados -negativos- (ETI) por su relación causal con los trastornos de personalidad que queremos abordar.

En resumen, las características más rele-vantes de los ETI son las siguientes:

Son verdades 1. a priori acerca de uno mismo y del ambiente, estructuras centrales del auto-concepto. Se auto-perpetúan y son resistentes al 2. cambio; es decir, no se modifican y se mantienen a lo largo del tiempo.Son disfuncionales o desadaptativos: con 3. consecuencias auto-destructivas y/o daño signifi cativo para los demás. Interfi eren de forma signifi cativa en la satisfacción de las necesidades nucleares de autonomía, unión con los demás, auto-expresión, lími-tes, gratifi caciones y autoestima necesarias para una calidad de vida saludable.Son activados por cambios ambientales 4. relevantes al esquema o por estados de ánimo o estados biológicos. No siempre están en nuestra conciencia. Cuando se activan se acompañan de altos niveles de afecto o emociones.Son el resultado de la interacción del tem-5. peramento con las experiencias nocivas o interacciones dolorosas y disfuncionales con los miembros de la familia o cuidadores en la infancia.

Finalmente, se nombrarán y describirán brevemente los 18 esquemas tempranos inadaptados propuestos por Young y Klosko (2007) que se relacionan con las necesidades básicas que se exponen más adelante, cuando estas no han sido satisfechas adecuadamente. Estos esquemas a su vez se agrupan, en cinco dimensiones o dominios (véase Tabla 4):

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1) Desconexión y rechazo

1. Abandono/Inestabilidad. La percepción de inestabilidad o de poca seguridad, de que se dispone de soporte y relación con los demás. 2. Desconfi anza/Abuso. La expectativa de que los otros lo herirán, abusarán, humillarán, burla-rán, mentirán, manipularán, aprovecharán. 3. Privación emocional. La expectativa de que sus deseos propios de tener un grado normal de soporte emocional (i.e., cuidado, empatía o protección) no se satisfacerán adecuadamente con los otros. 4. Defectuosidad/Vergüenza. El sentimiento que uno es defectuoso, malo, no querido, infe-rior o inválido en aspectos importantes; o de que uno sería no querido de forma signifi cativa por los demás si se muestra tal como es. 5. Aislamiento social/Alienación. La sen-sación de que uno está aislado del resto del mundo, diferente de los demás y no participa o forma parte de un grupo o comunidad.

2) Trastornos de autonomía y rendimiento 6. Dependencia/Incompetencia. Creencia de que uno es incapaz de realizar sus respon-sabilidades diarias de forma competente, sin considerable ayuda de los demás. 7. Vulnerabilidad al peligro. Miedo exagerado a que una ‘fortuita/azarosa’ catástrofe podría ocurrir en cualquier momento y que no será capaz de prevenirla. Los miedos son médicos, emocionales, naturales/fobia.8. Apego inmaduro independiente. Emocio-nalmente se encuentra excesivamente impli-cado y unido con una o más personas signifi -cativas -a menudo los padres-, a expensas de una completa individualización o un desarrollo social normal. 9. Fracaso. La creencia de que uno ha fraca-sado, inevitablemente fallará o que fundamen-talmente resulta inadecuado en relación a los grupos de iguales, en áreas de rendimiento (e.g., escuela, carrera, deportes, etc.).

3) Límites insufi cientes

10. Grandiosidad. La creencia de que uno es superior a los demás, que le da derecho a privilegios y derechos especiales; o no tener que limitarse por las reglas de reciprocidad que guían la interacción social habitual.

11. Insufi ciente autocontrol. Difi cultad persis-tente o negativa de emplear o usar el sufi ciente autocontrol y tolerancia a la frustración para conseguir sus propios objetivos, o contener/reprimir de forma excesiva la expresión de sus emociones e impulsos.

4) Focalización en los otros

12. Subyugación. Excesivamente entregados/abandonados al control de los demás porque uno se siente cohesionado: usualmente para evitar la cólera, represalias o el abandono. Las dos formas más importantes son la subyugación de necesidades y de emociones. 13. Autosacrifi cio. Excesivamente centrado de forma voluntaria en las necesidades de los demás en las situaciones diarias, a expensas de su propia gratifi cación. 14. Búsqueda de aprobación/Búsqueda de reconocimiento. Excesivo énfasis en encontrar aprobación, reconocimiento, o atención en los demás, o en llevarse bien, a expensas de de-sarrollar un sentido seguro y verdadero de uno mismo. Su autoestima depende principalmente de las reacciones de los demás más que de sus propias inclinaciones naturales.

5) Hipervigilancia e inhibición

15. Negatividad -eventos controlables-. Una penetrante focalización de toda la vida en los aspectos negativos de la cotidianeidad, mien-tras minimizan o niegan los aspectos positivos u optimistas, o una exagerada expectativa de que las cosas saldrán seriamente mal.16. Inhibición emocional. Excesiva inhibi-ción de la acción espontánea, sentimientos o comunicación, por lo general para crear un sentimiento de seguridad y pronóstico; o para evitar cometer errores, la desaprobación de los demás, catástrofe y caos, o la pérdida de control de los propios impulsos. 17. Metas inalcanzables. La creencia profunda que uno debe esforzarse por encontrar unos estándares internos de conducta y rendimien-tos muy elevados, normalmente para evitar las críticas. 18. Castigo. La creencia que las personas deben ser duramente castigadas al cometer errores, incluso él mismo.

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Orígenes y clasifi cación de los esquemas

Según este modelo, los ETI se originan en necesidades emocionales insatisfechas en la in-fancia. Éstas son necesidades básicas que todo niño tiene que tener cubiertas y debe aprender a compensarlas con sus padres, familia y el grupo de pares, con el fi n de conseguir un óptimo desarrollo y funcionamiento adaptativo a lo largo de la vida. Estas cinco necesidades universales según Young y Klosko (2007) se enuncian como:

Pertenencia. Integrada por: • Seguridad- Estabilidad- Afecto, cariño - Aceptación-

Autonomía,• competencia y sentido de identidad.

Libertad• para expresar emociones y deseos válidos.

Espontaneidad• y juego. Límites• realistas y autocontrol.

Finalmente, es importante señalar que Young y Klosko, (2007) han observado que existen cuatro tipos de experiencias vitales que promueven la aparición de los esquemas. La primera es la que denominan frustración tóxica de las necesidades que se produce cuando el niño recibe ‘muy poco de algo bueno’ y adquiere esquemas tales como la Privación emocional o Abandono/Inestabilidad, debido a ciertas defi ciencias en su ambiente temprano. De esta manera, el ambiente del niño está perdiendo estabilidad, comprensión o amor. El segundo tipo de experiencia tóxica temprana hace referencia a la traumatización; en este sentido, el niño es dañado, criticado, contro-lado o victimizado. Estas experiencias llevan a que desarrolle esquemas tales como Abuso/Desconfi anza, o Vulnerabilidad al peligro. Con respecto al tercer tipo de experiencia tóxica, el niño recibe demasiado de algo bueno, es decir, los padres brindan al niño demasiado de algo que, en moderación, es saludable para él mismo, lo que a su vez contribuye a generar esquemas tales como Dependencia funcional o Grandiosidad. Por último, el cuarto tipo de experiencia tóxica consiste en la interiorización selectiva o identifi cación con otros signifi cativos. Con respecto a este tipo de experiencia, el niño se identifi ca de manera selectiva e interioriza los

pensamientos, las sensaciones y las experien-cias de sus padres, en otras palabras, el niño lo que hace es interiorizar los esquemas de sus padres, lo que da lugar a que se origine, por ejemplo, el esquema de Vulnerabilidad.

Los estilos y respuestas de afrontamiento

Existen tres estilos desadaptativos de afron-tamiento ante la frustración de las necesidades emocionales que mencionamos anteriormente. Se los puede defi nir como formas de hacer fren-te a las necesidades básicas, a los confl ictos y a las situaciones estresantes, que refuerzan y mantienen a los ETI, y que empiezan de manera temprana para permitir una adaptación a los esquemas, para no experimentar las intensas y arrolladoras emociones que estos engendran (Young & Klosko, 2007). Los tres estilos de afrontamiento desadaptativos hacen referencia a las tres respuestas básicas ante la amenaza: la lucha, la huída y el quedarse inmóvil; especí-fi camente lucha es sobrecompensación, huida es evitación y quedarse inmóvil es rendición. Es importante tener en cuenta que si bien es-tos estilos de respuesta fueron posiblemente funcionales y útiles en la infancia, en la edad adulta podrían resultar disfuncionales porque no permiten adaptarse de una manera saludable y, por lo tanto, impiden la satisfacción de las ne-cesidades básicas de todos los seres humanos (Young & Klosko, 2007). Los pacientes suelen referirse a estas cosas como ‘lo que nos hacen tropezar una y otra vez, con la misma piedra’. Los tres estilos de afrontamiento descritos por Young y Klosko (2007) son:

Sobre-compensación.1. Hace referencia a conductas, pensamientos y sentimientos con los que el sujeto intenta superar y hacer frente a un esquema. Muchas veces se pueden manifestar como conductas o esti-los de funcionamiento totalmente contrarios a los que esperamos según el esquema en cuestión o el esquema predominante. Son intentos parciales de hacerle frente al mismo y a las emociones que generaría su activación, aunque como son excesivos o exagerados, habitualmente terminan en la activación del esquema. Entonces, si una persona fue sometida en la infancia, ahora es desafi ante; si fueron controlados, desafían toda forma de infl uencia sobre ellos; tener un estilo de vida completamente

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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autosufi ciente y aparentando que nunca necesita nada, puede ser un intento de compensar sentimientos y creencias de incompetencia.Evitación2. . Consiste en estrategias cogniti-vas, emocionales o conductuales con las cuales el sujeto intenta eludir los pensa-mientos o las situaciones que pudieran activar el esquema y la experimentación de la intensa emoción o tono emocional que le acompaña. Su instauración se realizaría por condicionamiento aversivo. Estos procesos pueden ser automáticos o intencionales, y se van desarrollando a lo largo de la vida del individuo. Explicarían por ejemplo la falta de expresión emocional ante eventos traumáticos, o el olvido de elementos auto-biográfi cos signifi cativos, como por ejemplo, malos tratos, abusos sexuales, etc.Rendición3. . Consiste en aceptar plenamente y favorecer el cumplimiento o confi rmación del esquema. Los pacientes buscan las relaciones que reiterarán las situaciones generadoras del esquema o reaccionan con excesiva intensidad emotiva ante disparadores del esquema. Por ejemplo, reiteran parejas abusivas o descalifi cadoras o generan reacciones negativas en otros y responden con exacerbado resentimiento o depresión ante esas reacciones.

Finalmente, se denomina respuestas de afrontamiento a las conductas concretas que se desarrollan de acuerdo a los esquemas y a los estilos de afrontamiento de cada paciente (Young & Klosko, 2007). Para una mejor com-prensión de los conceptos antes descriptos, en la Figura 1 se los esquematiza.

Operaciones de los esquemas

Young y Klosko (2007) reagruparon los es-tilos de afrontamiento desadaptativos en dos operaciones básicas de los esquemas:

La perpetuación1. . Incluye todo lo que hace el paciente (i.e., pensamientos, emociones o conductas) que sostiene y perpetúa al esquema. La sanación2. . Incluye todo lo que haga el paciente que produzca la disminución de cualquiera de los componentes del esquema. Este sería el objetivo de la terapia, que implica disminuir la intensi-dad de los recuerdos conectados con el esquema, la carga emocional, la intensi-dad de las sensaciones corporales y las cogniciones desadaptativas. Esto tam-bién conlleva un cambio de la conducta, donde el paciente reemplaza los estilos de afrontamiento desadaptativos por patrones conductuales adaptativos.

Los modos

Las personas no tienen sus esquemas per-manentemente activos, sino que éstos se acti-van en determinados momentos. A su vez, las personas disponen de diversos estilos de afron-tamiento, pero no siempre los están utilizando. Frente a determinados disparadores la persona activa alguno(s) de sus esquemas. A su vez los esquemas activos despliegan alguno de los varios estilos de afrontamiento característicos de la persona, concretado en cada caso en una de las conductas posibles dentro de ese estilo.

Figura 1. Estilos de afrontamiento inadaptados.Fuente: Lopez Pell et al., 2011.

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Sin embargo, podemos observar que ciertos esquemas y estilos de afrontamiento se dis-paran juntos. A estos esquemas y/o estilos de afrontamiento agrupados se les ha denominado modos (véase Figura 2). Los Modos hacen referencia a partes del sí mismo que contienen ETI y sus respectivos estilos de afrontamiento, los cuales no han sido integrados en una per-sonalidad consistente. Los Modos consisten así en pensamientos, emociones y conductas relacionadas que forman parte de un patrón recurrente en la vida del sujeto. Los Modos son temporales y se activan ante determinados es-tresares (Young, Klosko & Wheishar, 2003).

Las personas cambian sus modos en diver-sos momentos y ante diversas circunstancias. Asimismo, el concepto de modos en cierta forma se relaciona con un grado de disociación, siendo sus ejemplos más extremos el trastorno de per-sonalidad múltiple y el trastorno de personalidad límite. Por su parte, las personas saludables, aunque exhiben diferentes modos, estos no son muy diferentes entre sí, generalmente son la combinación de varios, y en ellas el sentido de una única identidad permanece intacto.

En general podemos decir que los modos en cada persona pueden variar en sus car-acterísticas dentro de los siguientes parámetros (Young & Klosko, 2007) que se presentan en la Tabla 1.

Los 10 modos descriptos por Young y Klosko (2007) se muestran en la Tabla 2.

Según este modelo, podemos pensar que los Modos de niño son innatos y representan el campo emotivo de los seres humanos (Young & Klosko, 2007). Describirían el estilo emocional del paciente, y se le presupone infl uencia de variables temperamentales. Si bien los aconte-cimientos o circunstancias de la infancia pueden reducir, anular o incrementar los modos de niño, todas las personas nacen con la capacidad de manifestarlos.

- El modo Niño Vulnerable es considerado nuclear para el abordaje de los modos y el más importante para sanar. Este modo se puede ver como la conducta de un niño asustado, triste o incapaz, necesitado del cuidado, que no tiene, de los adultos. El esquema y la causa de este modo puede ser alguno de los siguientes: ‘Abandonado’ (i.e., haber sido dejado solo), ‘abusado’ (i.e., haber sido muy castigado o maltratado), ‘carente de afecto’ (i.e., no haber recibido cariño) o ‘defectuoso’ (i.e., haber sido muy criticado o descalifi cado). También puede relacionarse con otros esquemas como: ‘vul-nerable’ (i.e., en riesgo de sufrir un daño o de enfermarse), ‘dependiente’ (i.e., incapaz de desenvolverse sin ayuda) o ‘fracasado’ (i.e., incapaz de éxito, nunca exitoso). Es decir, el modo Niño Vulnerable puede contener esque-mas del dominio I (i.e., desconexión temprana y rechazo), generalmente originados en entornos familiares fríos, lejanos, explosivos, abusivos o impredecibles, o en esquemas del grupo II (i.e., trastornos de autonomía y rendimiento) generalmente originados en entornos familiares sobre-protectores o que desalientan el desem-peño independiente o la auto-confi anza.

Figura 2. Modos.Fuente: Lopez Pell et al., 2011.

Tabla 1Parámetros modalesFuente: Lopez Pell et al., 2011

Tabla 2ModoFuente: Lopez Pell et al., 2011

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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- El modo Niño Enojado surge como res-puesta a la necesidad de un tratamiento justo no obtenido o a situaciones que activan esquemas de abandono, abuso, sometimiento o falta de afecto. En este modo el paciente se enfurece, grita o reacciona violentamente (e.g., el niño que tiene una ‘rabieta’ al no obtener algo).

- El modo Niño Impulsivo o Indisciplinado exhibe poca tolerancia a la frustración o poca capacidad de postergación, realizando cualquier deseo o ‘necesidad’ sin previsión de conse-cuencias, sin límites ni consideración hacia los demás. Este modo suele aparecer junto con esquemas del dominio III, como el de ‘Derechos/Grandiosidad’ o el de ‘Insufi ciente Auto-control o Autodisciplina’.

- El Niño Feliz es el modo propio de una saludable ausencia de activación de esquemas inadaptados.

Los Modos de Estilos de Afrontamiento Desadaptativos se entienden como los estilos de afrontamiento que se van aprendiendo para hacer frente a los Modos de niño, y hacen referencia a cómo las personas resuelven las situaciones confl ictivas y manejan las emociones asociadas (Young & Klosko, 2007). Asimismo se corresponden con los tres estilos inadaptados de afrontamientos descriptos con anterioridad:

- El modo Sumiso corresponde al estilo ‘ren-dición’. La persona se muestra pasiva, hace todo lo que otras personas desean que haga y puede ser obediente hasta el grado de permitir el abuso o la descalifi cación, para conservar la relación o evitar reacciones negativas o venganzas.

- El modo Distanciado corresponde al estilo ‘evitación’. La persona adopta conductas de re-traimiento, evitación de situaciones, desconexión de emociones, aislamiento, etc.

- El modo Sobre-compensador correspon-de al estilo de ‘sobre-compensación’. En este modo las personas obran como si fuera verdad todo lo opuesto a su esquema inadaptado. Si se creen defectuosos, actúan como perfectos o superiores a otros; si se creen culpables, acusan a los otros.

Los ‘Modos disfuncionales parentales’ sur-gen cuando el paciente incorpora las conductas disfuncionales de sus padres. Sería la voz inter-nalizada de los padres, que correspondería a enseñanzas o mandatos de los padres que en la vida adulta no permiten una adecuada adap-tación. Las dos formas más comunes son:

- El padre castigador, que critica y sanciona los errores o reprime la expresión de las nece-sidades del niño.

- El padre demandante, que no castiga sino que pretende la perfección, los máximos niveles de realización, y se desilusiona o se muestra defraudado cuando no se cumplen, generando culpa o vergüenza en el niño.

Estos modos parentales disfuncionales sue-len encontrarse en casos de severa depresión y en trastornos obsesivo-compulsivos.

Por último, dentro del ‘Modo funcional’: - El modo Adulto saludable correspondería

a todas las cosas buenas del autoconcepto del paciente, que permite generar una sensación de autoefi cacia en las propias habilidades, autoesti-ma para poder avanzar y compasión para poder aceptar las experiencias vitales negativas. En las personas saludables, este modo se activa con mayor frecuencia, está casi siempre presente y tiene fuerza sufi ciente para moderar a los otros modos cuando aparecen.

La fi nalidad de la terapia es desarrollar y aumentar la presencia y fuerza del modo adulto saludable enseñándole al paciente a moderar, suavizar o ‘sanar’ a los otros modos (Young & Klosko, 2007).

El temperamento

Como ya se hizo referencia, los modos de niño están infl uenciados por variables tempera-mentales. En este sentido, cada niño desde su nacimiento tiene un temperamento distinto, una forma innata de reaccionar emotivamente, de origen biológico y muy estable a través de toda la vida o muy difícil de modifi car. Este tempera-mento interacciona con los acontecimientos de la vida, tanto en la determinación de la respuesta ante determinadas situaciones, favoreciendo ciertas emociones y conductas, como en la gen-eración de las mismas situaciones. Asimismo, el temperamento de cada persona puede defi nirse de acuerdo a siete parámetros en puntos inter-medios entre los dos extremos de cada uno.

Tabla 3Parámetros temperamentalesFuente: Lopez Pell et al., 2011

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A su vez, el temperamento infl uye en el estilo de afrontamiento que cada persona desarrolla ante sus esquemas y es un componente impor-tante en la determinación de la forma en que una persona responderá a su entorno. Un estilo de temperamento no es ni bueno ni malo cada estilo tiene tanto ventajas como desventajas. El temperamento es muy resistente al cambio. Sin embargo, el paciente puede aprender a moderar sus respuestas emotivas y a modifi car o hasta suprimir algunas conductas disfuncio-nales favorecidas por su temperamento (Young & Klosko, 2007).

Finalmente y a modo de síntesis en la fi gu-ra 3 ilustramos los conceptos fundamentales de la Teoría de Esquemas desarrollados a lo largo de este trabajo.

ESTRATEGIAS DIAGNÓSTICAS

Dentro del tratamiento de los trastornos de personalidad, la primera etapa es la de evalua-ción, cuyos objetivos según Young (1996) son:

Identifi car los esquemas centrales de la 1. vida del paciente, hacerlos relevantes en la conciencia, y delimitar su importancia en el funcionamiento psicológico. Unir los esquemas con los problemas 2. actuales y de la historia de vida o expe-riencial. Hacer entrar al paciente en contacto 3. con las emociones circundantes a estos esquemas. Identifi car los estilos de afrontamiento dis-4. funcionales que refuerzan los esquemas.

La evaluación es un proceso de concienti-zación, que implica una construcción conjunta donde terapeuta y paciente identifi can cuales son los temas que defi nen la experiencia -que es dolorosa y que causa sufrimiento emo-cional-, se acceden a los recuerdos que van confi gurando las maneras de dar signifi cado al sí mismo -la continuidad y persistencia del sufrimiento-, y se explicitan los estilos de afron-tamiento que se utilizan para funcionar en la vida -consecuencias y refuerzo del sufrimiento-. Para lograr esto, muchos son los recursos con los que se cuenta. Entre ellos, los más frecuentes son:

Los cuestionarios

Entre ellos se destacan: - Cuestionario de Esquemas de Young (Young Schema Questionnaire, 2001): Es el instrumen-to más conocido y consiste en un inventario auto-administrado que evalúa qué Esquemas Tempranos Inadaptados tiene probablemente un paciente. Este cuestionario tiene una versión larga -compuesta por 205 ítems- y una versión corta -de 75 ítems- y sus diferentes versiones han sido adaptadas a numerosas lenguas, tales como holandés (Rijkeboer & van den Bergh, 2004), castellano (Cid, Tejero & Torrubia, 1997; Cid & Torrubia, 2003), coreana (Baranoff, Oei, Seong & Seok-Man, 2006), Portugués (Gouveia, Chaves, Oliveira, Dias, Gouveia & Andrade, 2003), etc. - Inventario de Estilos Parentales de Young (Young Parenting Inventory, 1994b): Inventario auto-administrado de 72 ítems que identifi ca el origen probable de cada esquema para un paciente en particular. - Inventario de Evitación de Young y Ryght (Young-Ryght Avoidance Inventory, 1994): Inven-tario auto-administrado de 40 ítems que mide el grado en que el paciente utiliza diversas formas de evitación del o los esquemas.- El Inventario de Compensación de Young (Young Compensation Inventory, 1995): Inven-tario auto-administrado de 48 ítems que mide las formas más comunes que un paciente utiliza para sobrecompensar sus esquemas.- El Inventario de modos de esquema (The Schema Mode Inventory, Young, et al, 2007). Inventario auto-administrado de 124 ítems que mide los modos de esquemas.- Historia Multimodal de vida (Lazarus, 2000). Cuestionario auto-administrado que tiene por objetivo la construcción detallada de la historia clínica del sujeto. Se le solicita a la persona que

ModosEsquemas tempranos

inadaptadosETI

Estilos inadap-tados

de afronta-miento

Temperamento

SUJETO

CONDUCTA

Figura 3. Conceptos fundamentales de la Teoría de Esquemas.Fuente: Lopez Pell et al., 2011.

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describa confl ictos familiares y características vinculares, entre otros hechos de su infancia y adolescencia.

Los ejercicios de imaginación

Los ejercicios en que el paciente revive emo-tivamente situaciones perturbadoras han demos-trado gran utilidad. El generar nuevamente las emociones propias de las situaciones originales, es el recurso más sólido que disponemos para acceder a los pensamientos que las generan (Young & Klosko, 2007). Aunque en el ejercicio la situación no esté sucediendo realmente, las emociones son reales, y si las emociones son reales es porque están presentes las cogniciones que las generan. Dicho en pocas palabras: el ejercicio de imaginación dispara el esquema en el consultorio. Imaginar la situación permite tener la emoción y la cognición correspondientes en la misma sesión y disponibles en ese momento para la observación del terapeuta y el paciente.

En la práctica, esto se puede instrumentar de muchas formas. Por ejemplo, una forma de fre-cuente utilidad consiste en hacer que el paciente primero reviva en imaginación la situación que le generó la respuesta disfuncional o la emoción disfuncional actual. Luego, se le pide recordar situaciones anteriores, hasta llegar a una ex-periencia de su infancia en que sintió lo mismo. Esto suele conectar al paciente con la situación traumática que dio origen al esquema temprano inadaptado. El reconocimiento de esa situación, la comparación y diferenciación de la actual, la resignifi cación de la situación primitiva y otros ejercicios de fuerte contenido emotivo, caracte-rísticos del psicodrama, suelen superar en efi ca-cia a los simplemente cognitivos tradicionales.

El obstáculo más frecuente a este recurso pa-rece ser el estilo evitativo, que se manifi esta cuan-do el paciente presenta difi cultades, se resiste o ‘no puede’ hacer estos ejercicios (Young & Klosko, 2007). En primer lugar, esta difi cultad es útil para conocer su estilo y también puede superarse, len-tamente, con la discusión del problema y/o con ejercicios menos comprometidos al comienzo.

Las preguntas y los reportes

Las preguntas directas al paciente y los in-formes del paciente solicitados y presentados de diversas maneras, son también un recurso válido para conocer su temperamento, sus esquemas, sus modos, estilos de afrontamiento, etc.

La conducta en la terapia

La observación de la conducta del paciente en la terapia, en su relación con el terapeuta, en las tareas asignadas, etc. es otra forma natural y válida de conocer su temperamento, sus es-quemas, sus modos, estilos de afrontamiento, etc. Su relación con el terapeuta muestra sus modos, de la misma manera que puede mostrar los modos del terapeuta.

Relato de su historia

La historia del paciente, los hechos que le sucedieron, la forma en que reaccionó, cómo reaccionaron los otros, incluyendo los principales acontecimientos de su infancia, y especialmente los traumáticos, son otra forma posible de acce-der a sus esquemas, modos, etc. Por eso, esta es una información importante en esta etapa.

Otros recursos

Existen muchos recursos posibles, ya que el modelo no descarta ninguno. Entre otros posi-bles, se encuentra el relato -o representación- de los sueños, especialmente los reiterados y/o con mucho contenido emotivo. El contenido de la Tabla 6 servirá para poder integra estos recursos a la conceptualización del caso.

SÍNTESIS DEL TRATAMIENTO PROPUESTO POR YOUNG, KLOSKO Y WHEISHAR (2003)

Luego de haber llevado a cabo, junto con el paciente, una adecuada evaluación de los aspectos centrales antes planteados, tendrá lugar una segunda fase denominada proceso de cambio (Young & Klosko, 2007). Esta etapa tiene como objetivo principal de tratamiento un cambio en los esquemas y estilos de afronta-miento identifi cados, lo que signifi caría en mayor o menor grado: (a) un cambio en la forma de verse a sí mismo; (b) una consecución de unos patrones de vida más fl exibles -modifi cación de estilos de afrontamiento-; (c) una adaptación más óptima a su medio y (d) una disminución del malestar psicológico. Esto implica, por lo general, utilizar diferentes estrategias según los diferentes componentes de los esquemas. Para ello, el terapeuta despliega una amplia gama de técnicas y recursos que debe intentar mezclar de una forma fl exible y creativa, de acuerdo a cada

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caso y paciente en particular. Estas técnicas y re-cursos, hacen referencia a estrategias cognitivas, experienciales, conductuales, e interpersonales que se describen a continuación:

Las Estrategias Cognitivas

Según lo expuesto por Young y Klosko (2007) el objetivo de la utilización de estrategias cog-nitivas es desarrollar una voz saludable para crear una distancia. Es decir, se trata de poner a prueba lo inadecuado del esquema desde la dis-tancia cognitiva. Para ello es necesario conocer qué experiencias están asociadas al esquema aportando evidencias que mantienen al mismo. Las técnicas que se utilizan mayoritariamente provienen de la terapia cognitiva, siendo las más utilizadas:

Revisar las evidencias o argumentos a favor • y en contra del esquema. Hacer las listas de ellas y discutirlas. Discutir y evaluar nuevas interpretaciones • posibles de las evidencias presentadas a favor del esquema, de acuerdo a puntos de vista más maduros y amplios. Evaluar benefi cios vs. desventajas de los • estilos de afrontamiento del paciente. Role-play de diálogos entre el ‘lado del • esquema’ y el ‘lado sano’, cambiando roles con el terapeuta. Escribir y disponer de tarjetas de afronta-• miento (i.e., fl ashcards) donde se pueden leer los argumentos y pensamientos apropiados para enfrentar el esquema cuando se activa. Utilizar el • Registro Diario de Esquemas (Young, 1993) donde el paciente registra los siguientes datos: disparador, emoción, pensamiento, conducta real, esquemas, punto de vista saludable, consideraciones realistas, sobre-reacciones, conducta sa-ludable.

Las Estrategias Experienciales

Pueden también denominarse ‘técnicas emotivas’ por la importancia del compromiso emotivo que incluyen (Cid, 2009). Tienen como objetivo activar las emociones conectadas con los esquemas y habilitar al paciente median-te la descarga del dolor temprano, para así satisfacer de manera parcial las necesidades emocionales no cubiertas. Esto permite al paciente no sólo creer que los esquemas son falsos, sino también sentir que emocional-

mente lo son. Young et al (2003) propone las siguientes técnicas:

Técnicas de imaginación -o dramatizaciones-:

Las actuaciones, usando los recursos del psico-drama (Moreno, 1975) (Blatner, 1996) (Blatner & Blatner, 1988) permiten la implicación emotiva necesaria para actuar sobre los esquemas.- Diálogos. Pueden ser con las personas que originaron sus esquemas disfuncionales. Ade-más, puede ser útil para expresar sentimientos, por ejemplo, la ira puede servir para confi rmar sus derechos, pero en un segundo paso se recomienda seguir con este recurso para lograr la integración, la comprensión de la situación, la liberación de la culpa y mejorar el nivel de auto estima del paciente. - Re-actuación parental. En esta estrategia, el terapeuta solicita entrar en la escena imaginada y así brinda la contención o reparación desde el lugar del padre o simplemente desde el ‘adulto saludable’. Luego lo hará el mismo cliente, inter-cambiando roles, inicialmente con la ayuda del terapeuta. Estos diálogos del paciente ‘niño’ con el paciente ‘adulto’, o del paciente con ‘el anciano sabio’ han sido largamente utilizados por el psico-drama y por otras escuelas como la gestalt, du-rante más de 50 años con excelentes resultados. - Recuerdos traumáticos. Este ejercicio brinda en primer lugar la liberación de los sentimientos hasta ahora bloqueados para lograr su lenta aceptación e integración, a veces en sucesivos pasos con reiteradas experiencias. En segundo lugar brinda la posibilidad de integrar la acción reparadora del ‘adulto saludable’ como se explicó en el ejercicio anterior. - Modifi cación de patrones. Imaginarse actuando en formas alternativas, diferentes a sus pautas disfuncionales es una preparación, un ensayo de menor riesgo, para poder hacerlo luego con mayor nivel de riesgo en la vida real. Primero la imaginación, luego la dramatización y fi nalmente la vida real, son grados crecientes de ‘riesgo’ para lograr vencer progresivamente el miedo a las nuevas conductas.

Otras tareas y técnicas

- Escribir una carta. Una técnica experiencial frecuentemente útil es escribir una carta -o va-rias- a uno de los padres o a la persona que haya generado la situación traumática o el esquema temprano inadaptado. La carta podría incluir

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cómo se sintió el cliente ante esas situaciones y lo que no pudo decir. Es un ejercicio menos difícil que la fantasía de estar enfrente a la persona y suele brindar similares benefi cios. Esto no inclu-ye, y en general no se recomienda, enviar la carta realmente a la persona, a menos que se hayan evaluado bien las posibles consecuencias y ase-gurado de que serán positivas -lo cual es poco probable en la mayoría de los casos-, y porque el objetivo se logra sin necesidad de esto.

Más opciones: Medicación, trabajo corporal, etc.

Cuando se encuen t ran d i f i cu l ta -des, se puede recurrir a recursos adicio-nales, como la medicación para disminuir -pero nunca suprimir- la ansiedad ante las nuevas tareas. También hay muchos recursos como las técnicas de relajación y otros propios de las técnicas corporales, desarrollados por la terapia gestalt (Kepner, 1987), por el análisis de la relación (Lapierre & Aucouturier, 1990), y por otras escuelas, que pueden ser útiles con ciertos pacientes para ayudar al proceso de cambio requerido en esta etapa.

Las estrategias conductuales

Luego de realizados los pasos anteriores, el terapeuta se avoca a modifi car los patrones de conducta o estilos de afrontamiento inadaptados que perturban al cliente. En esta etapa se traba-jará para modifi car las conductas disfuncionales pertenecientes a los estilos de rendición, evita-ción o sobre-compensación del paciente, para que puedan ser reemplazados por estilos de afrontamiento más saludables.

Cuando el terapeuta considera que su cliente ha aprendido a reconocer sus esquemas inadap-tados cuando son disparados, a entender sus orígenes y a entablar con ellos las discusiones para vencerlos, racional y emotivamente, puede entonces encarar esta etapa fi nal de modifi cación de sus respuestas inadaptadas, la cual se lleva a cabo de la siguiente manera:

- Hacer la lista de conductas. Se elabora de común acuerdo una lista de todas las conductas que merecen ser objeto de cambio. Para ello se trata de analizar distintas áreas de la vida, como el trabajo, las actividades sociales, las relaciones íntimas, etc. ya que cada una puede desarrollar distintos esquemas y/o distintos estilos de afron-tamiento. Esto requiere una descripción detallada

de cada situación y conducta, para lo cual a veces puede no ser sufi ciente la que haga espon-táneamente el paciente, que puede estar distor-sionando u omitiendo cosas. La observación de sus conductas con el terapeuta, lo que surja de ejercicios de imaginación -o dramatizaciones- de situaciones disparadoras y lo que otros allegados al paciente informen, son recursos posibles para asegurar una correcta y completa descripción de las conductas disfuncionales a encarar. - Elegir la conducta a modifi car. Ordenadamen-te se decidirá cuál será la primera conducta a abordar en primer lugar. Como guía general se recomienda elegir primero una conducta clara-mente determinada, en vez de plantear ‘cambios generales de vida’. También es aconsejable comenzar con la que mayores problemas cause al cliente, la que más interfi ere con sus metas o deseos, la que mayores deseos o motivos tenga para cambiar. Esto siempre que no resulte de-masiado difícil o extenuante para este cliente el trabajo de modifi carla. - Generar la motivación necesaria. Sin la mo-tivación necesaria el paciente no realizará el esfuerzo. Para lograrla paciente y terapeuta pueden trabajar en realizar una lista de ventajas y desventajas de seguir con la misma conducta y de cambiar la conducta. - Implementar los recursos de cambio más efi caces. Para este proceso existen todos los recursos conocidos y habituales de las terapias cognitivas conductuales. Algunos de los más efi caces suelen ser: las tarjetas de afrontamiento (i.e., fl ash cards), el ensayo de la nueva conducta en ejercicios de imaginación -o en dramatiza-ciones-, la asignación permanente al fi nal de cada sesión de tareas a realizar y la revisión de la realización de esas tareas al comienzo de la siguiente sesión. - Trabajar con los obstáculos. Cuando el paciente no hace las tareas, lo fundamental es investigar los motivos para vencerlos. Puede haber causas externas, como acontecimientos imprevistos, una planifi cación poco clara o precisa, tareas excesivamente difíciles, etc. Pero también puede haber causas internas, como pensamientos, su-puestos, esquemas, etc. del paciente referentes a la tarea, a la terapia o a sí mismo que fueron subestimadas o no tenidas en cuenta. Si la causa es interna se debe discutir con el paciente, como todo pensamiento o esquema disfuncional, hasta lograr superarla. Si la causa es externa, corresponde modifi car la tarea, hacerla menos difícil para ir paso a paso,

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o bien reemplazarla por otra. En algunos casos, si la modifi cación de la conducta elegida resulta demasiado difícil en esta etapa, o si no se puede lograr sufi ciente motivación para el esfuerzo de cambiarla, puede elegirse comenzar por otra conducta, dejando la anterior para más adelante.

Finalmente, cabe mencionar que para modi-fi car las conductas disfuncionales, se utilizarán estrategias que provienen de las técnicas de la terapia de conducta tales como: entrenamiento en relajación, entrenamiento en asertividad, es-trategias de autocontrol, exposición graduada a las situaciones temidas, etc.

Las estrategias interpersonales

La relación terapéutica es un elemento de gran importancia en este tipo de trastornos. Young et al (2003) consideran que en la relación terapeuta-paciente de la Terapia de los Esque-mas hay dos elementos característicos:

- La confrontación empática. Debatir los con-ceptos y puntos de vista del paciente desde un punto de vista empático, entendiendo sus motivos, sintiendo lo que él siente, ‘poniéndonos en su lugar’. Es decir, la confrontación empática implica expresar la comprensión de las razones por las que mantienen el esquema los pacientes, mientras que simultáneamente se les confronta la necesidad de cambio.- La re-actuación parental limitada. Actuar en la forma que hubiera necesitado ese paciente que actúen sus padres y cuya falta consideramos que es la causa de sus esquemas disfuncionales. En otras palabras, brindarle al paciente dentro de la relación terapéutica las necesidades emotivas insatisfechas de la infancia causantes de sus esquemas tempranos inadaptados. En este sen-tido, puede decirse que el terapeuta se convierte en una fi gura parental transitoria, pero distinta a la original con respecto a las características cau-santes del trauma. El terapeuta tratará de actuar de manera claramente diferente a la causante del esquema., tratando así de desarrollar antídotos ante la activación de los esquemas. Finalmente cabe aclarar que hay que estar preparado para la hostilidad del paciente, el criticismo, los enfados, la desgana, la inhibición, etc.

En síntesis, la fase de cambio es un proceso centrado en la relación terapéutica, en el cual se intenta crear una cierta distancia, primero cogni-tiva y después emocional, que permita realizar

una re-valoración del sí mismo o autoconcepto, y a su vez, dé lugar al aprendizaje y uso de es-trategias que posibiliten un manejo emocional y conductual de las necesidades de la persona que le permitirá una mejor adaptación interpersonal, familiar y social.

GUÍAS ESQUEMATIZADAS PARA PROFE-SIONALES PARA LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD DESDE LA TERAPIA DE

ESQUEMAS

Los tratamientos psicológicos para los Tras-tornos de la personalidad todavía no alcanzan un grado de protocololarización tan específi co como para describir las intervenciones para cada sesión. Esto podría deberse, entre otras cosas, a la heterogeneidad de los casos que difi culta-ría la posibilidad de diseñar un protocolo. Los tratamientos entonces se basan en conceptuali-zaciones de caso sustentadas teóricamente que después determinan los objetivos y las interven-ciones a realizar. La difi cultad para conceptuali-zar desde determinado modelo puede que sea una razón por la que a los psicoterapeutas les costaría realizar el tratamiento más adecuado. Para afrontar este problema hemos diseñado unas ‘Guías esquematizadas para profesionales’ para mejorar la práctica de la psicoterapia para los trastornos y alteraciones de la personalidad. Estas guías son de una carilla para tenerlas a la vista durante las sesiones a fi n conceptualizar los casos y guiar más fácilmente las intervenciones desde este modelo.

La Terapia de Esquemas defi ne las inter-venciones terapéuticas en los Trastornos de la Personalidad (TP) en base a una concep-tualización del caso idiosincrásica para cada paciente, que se basa en la identifi cación de los esquemas precoces desadaptativos y los estilos de afrontamiento desadaptativos. El objetivo de las intervenciones en la TE es la curación de los esquemas, esto implica por un lado, disminuir la intensidad de los recuerdos conectados con el esquema, la carga emocional, la intensidad de las sensaciones corporales, y las cogniciones que llevan a sesgos cognitivos; y por otro lado, un cambio de la conducta, donde el paciente reemplaza aquellos estilos de afrontamiento disfuncionales por patrones conductuales más adaptativos.

Cabe aclarar que este trabajo constituye un intento de facilitar la práctica de la TE desarrol-

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Estructura y las estrategias de intervención generales de la TE en los TP

El modus operandi de la TE en la evaluación e identifi cación de los esquemas (ver Tablas 1, 2 y 3) es un proceso de concientización que im-plica una construcción conjunta donde terapeuta y paciente identifi can cuáles son los temas que defi nen la experiencia (i.e., que es dolorosa y que causa sufrimiento emocional), se acceden a los recuerdos que van confi gurando las maneras de dar signifi cado del sí mismo (i.e., la continuidad y persistencia del sufrimiento) y se explicitan los estilos de afrontamiento que se utilizan para funcionar en la vida (i.e., consecuencias y refu-erzo del sufrimiento). La evaluación termina con la conceptualización del caso que se comparte con el paciente y se identifi ca la idoneidad de una intervención basada en esquemas y del tipo de intervención: modelo original de rasgos o modos de esquemas. En el caso de los TP del Cluster A y C del DSM-IV TR (2002), utilizaremos los modos de esquemas cuando hay un estilo rígido de af-rontamiento evitativo o compensatorio, criticismo y autolesiones, confusión como consecuencia de los confl ictos internos y fl uctuación muy rápida de estados de ánimo y estilos de afrontamiento (Young, 1996). El trabajo de identifi cación de los modos de Esquemas es más emocional y la intervención tiene que ver con el proceso de manejo de las emociones y de atribución de signifi cados idiosincrásicos desadaptativos en el aquí y ahora (Cid, 2008).

La fase de cambio (ver Tabla 4) es un proceso donde, centrándose en la relación terapéutica, se intenta crear cierta distancia, primero cognitiva y después emocional que permita realizar una revaloración del sí mismo o autoconcepto que permita el aprendizaje y el uso de estrategias para lograr un manejo emocional y conductual de las necesidades de la persona que permitirán una mejor adaptación interpersonal, familiar y social. En el caso del modelo de rasgos, el orden de estrategias de intervención va a ser primero estrategias de cambio cognitivas, después ex-perienciales y conductuales. Las estrategias de relación terapéutica estarán presentes desde el inicio y se utilizarán en la activación de los esque-mas, para poder trabajar en la sesión el impacto de éstos en el paciente y el terapeuta. Conviene resaltar el buen uso de la confrontación empática y la re-actuación parental limitada, como se ha explicado en los apartados introductorios.

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lada por Young et al (2003). La forma en que se han sistematizado sus principales conceptos, aportes, métodos y técnicas de intervención es una aporte de los autores de este trabajo. En sí se propone una estructura organizativa para facilitar la aplicación clínica del modelo de TE desarrollado por Young y sus colaboradores.

La estructura del de este apartado se basa, en primer lugar, en la identifi cación de las estrate-gias de intervención paso a paso de la TE en los TP en el modelo original o donde los esquemas se trabajarían según un modelo de rasgos de personalidad (Young, 1990; 1994a; 2003) y que es aplicable a los TP, que en el DSM-IV TR (APA, 2002) están organizados en el Cluster A y C, y al TP Histriónico y Antisocial (i.e., trabajar sobre ciertos patrones predominantes en cada personalidad). En segundo lugar, se intentará defi nir los aspectos clave de la evaluación y la intervención de la TE para cada trastorno. Antes de continuar, es importante señalar que este aspecto se opone a la propuesta de la TE ya que lo interesante del modelo de esquemas es que realiza una aproximación basada en los elementos internos y subjetivos de la personali-dad y rehúye del diagnóstico de TP. Es sabido que el diagnóstico de TP está fundamentalmente basado en el repertorio conductual que muestra la persona a lo largo de la vida, que presenta problemas de fi abilidad y que difícilmente guía a la intervención psicológica. Por lo tanto, este punto debe considerarse de manera pragmática, como una herramienta tentativa en formato de guía esquematizada para profesionales. La ex-cepción será con respecto al TP Límite (Arntz & van Genderen, 2009) y Narcisista (Behary, 2008) donde se realizará la guía en base a los modos o estados de ánimo de Esquemas y donde la propuesta de intervención será más consistente al haber estudios empíricos (Giesen-Bloo, van Dyck, Spinhoven, van Tilburg, Dirksen, van Asselt, Kremers, Nadort & Arntz, 2006; Nadort, Arntz, Smit, Giesen-Bloo, Eikelenboom, Spin-hoven, van Asselt, Wensing & van Dyck, 2009; Nadort, van Dyck, Smit, Giesen-Bloo, Eikelen-boom, Wensing, Spinhoven, Dirksen, Bleecke, van Milligenese, van Vreeswijk & Arntz, 2009) y de casos clínicos que avalan la intervención en los modos esquemas.

Estructura y las estrategias de interveción

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Tabla 4Taxonomía de Esquemas tempranos inadaptados

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Tabla 5Taxonomía de Estilos de Afrontamiento Desadaptativos

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Tabla 6Paso a paso la Evaluación y Conceptualización en la TE

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Terapia de esquemas para los trastornos de personalidad y el intento de protocolarizarla mediante las guías esquematizadas para profesionales

Tal como hemos especifi cado en la introduc-ción, es un ejercicio arriesgado realizar una aproximación de la TE trastorno por trastorno. Ya que ésta rehúye del diagnóstico de TP (i.e., categorial o dimensional) e intenta operacio-nalizarlos en función de esquemas, estilos de afrontamiento desadaptativos y modos de esquemas, en base a la experiencia subjetiva de la persona y del proceso de atribución de signifi cados cognitivo-emocionales que pre-senta. El modelo de trabajo que se ha propuesto para los TP permite fl exibilizar y adaptar las intervenciones a cada trastorno y sobretodo al hecho de que es frecuente encontrar en la clínica cotidiana diagnósticos comórbidos de Trastornos de la Personalidad o diagnósticos mixtos. No obstante, la TE a diferencia de otros modelos de psicoterapia ha desarrollado una serie de cuestionarios como el Cuestionario de Esquemas que permite no sólo evaluar clínica-mente los constructos que propone el modelo y realizar una evaluación de resultados de la intervención, sino que permite la realización de investigaciones para poner a prueba las pro-puestas teóricas que van surgiendo de la aso-ciación de esquemas, estilos de afrontamiento y modos de esquemas para cada TP.

Para diseñar las guías esquematizadas para profesionales se ha seguido el procedimiento que se explica a continuación. Para cada TP se han analizado los resultados de las inves-tigaciones realizadas con los Cuestionarios de Esquemas (i.e., en su versiones original y la reducida). Así, en función de los resultados, se describirán los esquemas encontrados en base a resultados de investigación. En los casos en que no se han encontrado resultados empíricos, se describen las propuestas teóricas realizadas por diferentes autores que también se dedicaron al tema de los esquemas en cada Trastorno de la Personalidad. Puede consultarse para más detalles los trabajos de Bernsteisn (2002), Sperry (2005) y Arntz y Van Genderen (2009). Respecto a los Modos de Esquema cabe re-alizar una aclaración, la investigación en este campo está en sus fases iniciales, la mayoría de los resultados son producto de análisis de correlación entre los Modos de Esquemas y los Trastornos de la Personalidad, evaluados

mediante entrevistas estructurada para los TP (Lobbestael, Van Vreeswijk & Arntz, 2007; Lobbestael, Van Vreeswijk & Arntz, 2008). Se incluyen los resultados encontrados en las pri-meras investigaciones debido a que pueden ser de mucha utilidad en el manejo de los casos.

Por último, basándose en los resultados de las investigaciones, en la literatura de la TE y la experiencia clínica de la aplicación de la TE, se realizará una aproximación a las dos fases de la intervención de la TE (i.e., evaluación e intervención). En la evaluación se describirán las estrategias más adecuadas para realizar una correcta conceptualización del caso. En la intervención se describirán el cambio cognitivo, emocional, relación terapéutica y conductual que se debe realizar de los principales esque-mas encontrados en la investigación. Esta aproximación debe considerarse como tentativa y teórica. Cuando se utilice en la práctica clínica debe de entenderse como una aproximación posible, como una prueba de hipótesis a con-trastar, y no como una manualización paso a paso. Por ello, es posible que los esquemas que se plantean para los TP no se encuentren en las personas que reciban tal diagnóstico. El objetivo que se pretende es acercar al lector cuáles son las estrategias de cambio cognitivo, emocional, interpersonal, y conductual para la mayor parte de esquemas que propone el modelo, y que las pueda adaptar en función de las características de los pacientes. Por este motivo, y una vez descriptos los esquemas más importantes y la estrategia de conceptualización, en la fase de cambio no se describirán todos los esquemas de manera exhaustiva en cada Trastorno de Personalidad. A continuación se defi nirán qué esquemas predominarían en cada trastorno de personalidad.

A partir de lo recopilado por los distintos autores citados en cada una de las guías es-quematizadas que se presentan seguidamente, se decidió describir, dentro del Cluster A, el Esquema de Desconfi anza/Abuso para el Tras-torno de Personalidad Paranoide, el Esquema de Aislamiento Social para el TP Esquizoide, y los Esquemas de Desconfi anza/Abuso y Vul-nerabilidad al Peligro para el TP Esquizotípico. Dentro del Cluster B, para el TP Histriónico, los esquemas de Privación Emocional y Grandi-osidad. En el TP Antisocial, los esquemas de Privación Emocional y Insufi ciente Autocontrol. En el TP Límite y TP Narcisista describiremos la fase de cambio basada en los Modos de

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Esquemas. En el Cluster C, describiremos en el TP Evitativo, los Esquemas de Imperfección, Fracaso y Subyugación. En el TP Dependiente el esquema de Abandono y Dependencia.

En el TP Obsesivo Compulsivo describi-mos el cambio en los esquemas de Inhibición Emocional y Metas Inalcanzables. En el TP Pasivo-Agresivo describimos el cambio de Desconfi anza y Fracaso.

Tabla 7Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad ParanoidePara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Loper (2003) y los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Tabla 8Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad EsquizoidePara construir esta guía se tuvieron en cuenta los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

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Tabla 9Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad EsquizotípicoPara construir esta guía se tuvieron en cuenta los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Tabla 10Guía esquematizada para el Trastorno Histriónico de la PersonalidadPara construir esta guía se tuvieron en cuenta los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

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Tabla 11Guía esquematizada para el Trastorno Antisocial de la PersonalidadPara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Loper (2003) y los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Tabla 12Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Límite IPara construir esta guía se tuvieron en cuenta los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009), Tineo y Young (2006) y Tineo, Alén, Chajét, Chajét & Sá (2006)

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Tabla 13Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Límite II

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Tabla 14 Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Narcisista

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Tabla 15 Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad por DependenciaPara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Gude, Hoffart, Hedley & Rø Ø (2004), Simos (2002) y los aportes teóricos de Arntz y Van Genderen (2009)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Tabla 16Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad EvitativoPara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Loper (2003), Sperry (2004), Arntz (2008), Simos (2002), Jovev y Jackson (2001) y Ball y Cecero (2001)

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Tabla 17 Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Obsesivo-CompulsivoPara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Sperry (2004), Arntz (2008) y Jovev y Jackson (2001)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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Tabla 18Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Pasivo-AgresivoPara construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Sperry (2004) y Arntz (2008)

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Tabla 19Guía esquematizada para el Trastorno de la Personalidad Depresivo Para construir esta guía se tuvieron en cuenta las investigaciones de Arntz y Van Genderen (2009), Ball y Cecero (2001) y Arntz (2008)

Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

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CONCLUSIONES

En síntesis, son muchas las razones por las que son difi cultosos los abordajes psicológicos para los Trastornos de la personalidad. La di-fi cultad de protocololarización es sólo una de ellas. Los aportes de Young, Klosko y Wheishar constituyen sin duda una propuesta teórica, con desarrollo de tecnología -tanto para la evalu-ación como para la intervención- para la praxis clínica con este tipo de pacientes.

La Terapia de esquemas es un tratamiento que partiendo de una conceptualización de caso brinda el sustento para determinar objetivos re-alistas y dispone de un bagaje de intervenciones para alcanzarlos. En este sentido las ‘Guías esquematizadas para profesionales’ están diseñadas para facilitar la tarea de terapeuta y constituyen un humilde aporte para facilitar la aplicación de la misma.

Es importante aclarar que tanto los trabajos de Tineo y Young (2006) y Tineo, Alén, Chajét, Chajét y Sá (2006); como los de Cid y Torrubia (2003), Cid (2009) y Cid, Tejero y Torrubia (1997) son un gran aporte a la difusión y desarrollo de la Terapia de esquemas en lengua hispana y nos apoyamos en ellos para la realización de esta propuesta.

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Guías de tratamiento de los trastornos de personalidad

Recibido: 02/2011Revisado: 04/2011Aceptado: 05/2011

Para citar este artículo:

López Pell, A.F., Cid Colom, J., Obst Camerini, J., Rondón, J. M., Alfano, S. M. & Cellerino, C. (2011). Guías esquematizadas de tratamiento de los trastornos de personalidad para profesionales, desde el modelo de Young, Klosko y Wheishar (2003). Ciencias Psicológicas V (1): 83-115.

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