"hablaba con las salamandras, las orpéndolas y los ornitorrincos..."
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Texto realizado en el marco de la exposición "Hablaba con las salamandras, las oropéndolas y los ornitorrincos..." del artista Juan Mejía, en FLORA ars+naturaTRANSCRIPT
Nota: Se permite la entrada de mascotas
(perros, gatos, conejos, tortugas,
oropéndolas…)
“Cuenta la historia que el rey Salomón podía hablar con las bestias, las aves, los peces y los gusanos.
También puedo hacerlo yo. Desde luego, no con tantos animales como se dice lo hacía el bíblico rey, por lo
cual concedo que en este punto quedo por debajo de sus facultades. Aun así hablo con algunas especies, a
las que conozco bien, y no necesito para ello ningún anillo encantado. En este punto me permito sentirme
un poco por encima del sapientísimo monarca, el cual, sin su anillo, era incapaz de comprender el lenguaje
de los animales que le eran más familiares. Y cuando quedó desposeído de su anillo, sintió desprecio por los
animales. Según cuenta una leyenda, Salomón tiró con rabia su anillo cuando un ruiseñor le contó que una
de sus novecientas noventa y nueve mujeres amaba a otro hombre más joven. Esto es lo que nos dice J. V.
Widmann en su encantadora colección de leyendas El santo y los animales.”
–KONRAD LORENZ
“Y es que la naturaleza no hace nada en vano, y entre los animales, el hombre es el único que posee la
palabra.”
–ARISTÓTELES
“…en común con otros animales, los humanos nos comunicamos por medio de un repertorio extenso de
signos no verbales. ¿Por cuenta de qué privilegiamos la comunicación verbal entre los humanos sobre la
comunicación no verbal entre los otros animales?”
–TIM INGOLD
“Podríamos decir que a los lenguajes de los animales les falta la gramática. En la mayoría de los casos los
animales usan y responden sólo al ‘tiempo presente’.”
–BIL GILBERT
“Lo que distingue al hombre del animal es el lenguaje, pero éste no es un dato natural ya ínsito en la
estructura psicofísica del hombre, sino una producción histórica que, como tal, no puede ser asignada en
propio ni al animal ni al hombre. Si se prescinde de este elemento, la diferencia entre el hombre y el animal
desaparece, a menos que se imagine un hombre no hablante –Homo alalus, precisamente- que serviría de
puente de paso de lo animal a lo humano. Pero esto es, con toda evidencia, sólo una sombra del lenguaje,
una pre-suposición del hombre hablante, por medio de la cual obtenemos siempre y solamente una
animalización del hombre (un hombre-animal como el hombre-mono de Haeckel) o una humanización del
animal (mono-hombre). El hombre-animal y el animal-hombre son las dos caras de un mismo hiato, que ni
una ni otra parte pueden colmar.”
–GIORGIO AGAMBEN
“Lo mejor de los animales es que no hablan mucho.”
–THORNTON WILDER
“A los animales solo les queda su silencio para hacernos frente.”
–J. M. COETZEE
“La diferencia entre hombre y animal, considerada como un todo, no está basada solamente en el carácter
intelectual y físico peculiar a cada uno, sino también en las prohibiciones que los hombres se creen
obligados a acatar. Si hay una distinción clara entre hombre animal, aquí es tal vez donde resulta más
aguda: para un animal, nunca nada es prohibido. Su naturaleza fija las limitaciones del animal; en ninguna
instancia él se limita a sí mismo.”
–GEORGES BATAILLE
“El hombre es un animal que negocia; ningún otro animal hace esto –un perro no intercambia un hueso con
otro.”
–ADAM SMITH
“Los animales son en sí y para sí seres angélicos. Esto habla de un reino por encima de la persona… Son
entidades fantásticas para la producción de bienes espirituales… Tienen poderes elevados del alma, poderes
de sentimiento, poderes de instinto y orientación.”
–JOSEPH BEUYS
“Una inquietud crítica insistirá, una protesta incluso se repetirá sin cesar a través de todo lo que querría
articular. Apuntará en primer lugar y todavía al empleo en singular de una noción tan general como “El
Animal”, como si todos los seres vivos no humanos pudieran reagruparse en el sentido común de este
“lugar común”, el Animal, sean cuales fueren las diferencias abisales y los límites estructurales que separan,
en la esencia misma de su ser, a todos los “animales”, nombre que conviene por lo tanto mantener en
principio entre comillas. En ese concepto que sirve para todo, en el vasto campo del animal, en el singular
general, en la estricta clausura de este artículo definido (“el Animal” y no “unos animales”) estarían
encerrados, como en una selva virgen, un parque zoológico, un territorio de caza o de pesca, un terreno de
cría o un matadero, un espacio de domesticación, todos los seres vivos que el hombre no reconocería como
sus semejantes, sus prójimos o sus hermanos. Y eso a pesar de los espacios infinitos que separan al lagarto
del perro, al protozoario del delfín, al tiburón del cordero, al loro del chimpancé, al camello del águila, a la
ardilla del tigre o al elefante del gato, a las hormigas del gusano de seda o al erizo de la equidna.
Interrumpo mi nomenclatura y llamo a Noé en mi ayuda para no olvidar a nadie en esta arca.”
-JACQUES DERRIDA
“Di mi belleza y mi juventud a los hombres. Ahora doy mi sabiduría y mi experiencia, lo mejor de mí, a los
animales.”
–BRIGITTE BARDOT
“Yo no soy ningún ser humano, soy una liebre!”
–JOSEPH BEUYS
“Hay dos clases de animales en este mundo: los que poseen el don del lenguaje y los que no lo poseen. Los
animales que poseen el don del lenguaje se dividen, a su vez, en dos tipos: los que hablan y los que
escuchan. La mayor parte de estos últimos la constituyen los perros. Son tan extremadamente tontos, sin
embargo, que llevan su afasia con una especie de gozo servil, que exteriorizan meneando el rabo. No era mi
caso: no soportaba la idea de pasar el resto de mis días en silencio.”
–FIRMIN
“No soporto a los animales que hablan.”
–MILÚ
“Para insultar a alguien lo llamamos ‘bestia.’ Para naturaleza y crueldad deliberadas, ‘humano’ podría ser
un insulto más grande.”
–ISAAC ASIMOV
“Yo no quiero a los animales. Yo los odio.”
–RICARDO SILVA ROMERO