helmántica. 1965, volume 16, #49-51. pages 33-60
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Poltica Panhelnica
en
Demstenes
Introduccin
Cuando Ia crtica histrica ha pronunciado su veredicto so-
bre elprograma y Ia actividad poltica del famoso estadista ate-
niense se ha bifurcado en sentencias opuestas. Para unos De-
mstenes
era el
poltico
particularista,
exclusivamente preocu-
pado por elinters deAtenasy sinvisin del
fu turo .
Para otros,
en cambio,
el
gran defensor
de las
libertades griegas,
tal
como
Ie
haba
glorificado Ia
tradicin clsica,
y
que,
en el
momento
supremo,
logr unir
en
torno
a
Atenas
a las
dems ciudades
griegas, para conservar Ia independenciade Ia Hladef ren te a
Ia amenaza deFilipo.
Pese a las apariencias,
Ia
oposicin existente entre uno y
otroau,icio
no es
irreductible.
La
explicacin encuentra
su
punto
de
partida en Ia evolucin que elpensamiento poltico del gran
oradorexperiment ante Iamagnitud insospechada delenemigo
macednico,
que
Ie
oblig
a adoptar un plan de accin
distinto,
sustituyendo Ia vieja poltica clsica del equilibrio de poderes
por
el
ideal panhelnico
.
Nuestro ensayo pretende demostrar que Demstenes,
sobre
todo a partir de Iapaz de Filcrates 346 ) ,
comenz
a bosquejar
en supbltica un ideal y actuacin panhelnicos, que alcanzaron
su, plena madurez por el tiempo de
Ia
Tercera Filpica
341) ;
1.
Cf. W.
J A E G E R ,
Demstenes v.
e.,
Mxico 1945,
p. 213 ; y
Patfea,
2.
ed.
en v. e.,
Mxico 1962,
p.
1.102.
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ISMAEL ROC
MELI A
autntico
panhelenismo no en funcin del
imperialismo ate-
niense sino abierto
y
democrtico
en el
mejor sentido
y del que
Atenas
ampu lso de
Ia palabra
y
accin
demostenianas se
cons-
tituy
en
intrprete
y
representante pero
sin
atentar contra
Ia
independencia legtima de los diversos estados asociados.
Opiniones contrarias
al
panhelenismoaemosteniano
Conviene
antetodo
fljar el
concepto
de
panhelenismo aunque
sea en
breves
trminos i Ja
palabra
es deTeciente
creacin
f l a
paternidad
del
nombre
es
atribuida
a George
Grote
2
Ia
idea
expresadapor ella es clara. En efecto expresa Ia nocin de una
comunidadhelnica esdecir de todos los pueblos griegosouaidos
fo rmando
un
todo distinto
de los
dems pueblos;
una
comuni-
dad
por
tanto
de
sangre
de
lengua
de
religin
de
costumbres.
Para
llevar al terreno poltico los principios del panhelenismo
tnico precisaba despertar
y
actualizar Ia conciencia
de Ia
uni-
dad a fin deestrechar ms y ms las relaciones entre los di-
versos estados griegos
impulsndoles
a realizar conjuntamente
empresas
de
alcance supranacional cuales fueron vgr.
las
gue-
rras
mdicas.
A
esterespecto
aflrma Luccioni
3
:
Porque
lo s
ate-
nienses tenan conciencia
de que
exista
un
cierto nmero
de
rasgas que definan
x o
e ^ v i x v y
Ie
garantizaban su fisonoma
propia adoptaban
una
poltica basada
en Ia
negativa
de
toda
posibilidad
de
entendimiento
con el
brbaro enemigo
del
mundo
griego.Y fue precisamente Ia resistencia contra elenemigoco -
mn deIa
libertad Ionico
que
pudo
fundir a
todos
losgriegos
unificndolos
como nacin
4
.
Es
bien conocido
el
panhelenismo
de focrates. El
objeto
del
discurso Panegrico publicado en 380 es el de abogar por Ia
causa
de
una
reconciliacin definitiva entre Esparta
y
Atenas
y
al
propio tiempo hacer valerante
elmundo
griego
los
ttulos
de
Atenas
a
Ia hegemona
envistasauna
expedicin panhelnica
2 .
Cf.
LuccioNi Dmosthne
et
e panhellntsme
Paris
1961
p. 1.
3.
O.-a
p. 5.
4. Of. JAEGER
Paideia
p.
l.lOO.
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POLITICA P AN H ELEN ICA
EN
D E M S T E N E S
35
contra Persia. Su
Filipo
en 346 y su discurso Panatenaico 342-
339 constituyenotras
tantas
manifestaciones del espritu panhe-
lnico
que
Ie
anima.
El
objetivo
que se
propuso
con Ia
unin
de
Grecia fue siempre
Ia
campaa contra lospersas,perodistintas
las ciudades griegas a las que fue asignado
Ia
direccin de Ia
empresa comn. Primeramente Atenas
y
Esparta, luegoDionisio
de
Siracusa, Jasn
de
Feras,
Arquidamo III de
Esparta
y, por
fln,Filipo deMacedonia
5
.
Prescindiendo del hecho de que
Is-
crates se
mostrase poco realista
en sus
concepciones polticas,
nadie
hanegado en l losprincipiosde una teora panhelnica
6
.
Sin
embargo
las
premisas cambian
con
relacin
a
Demstenes.
Si generalmente elclasicismo tradicional haba reconocidoen
Demstenes al gran defensor de
Ia
libertad griega contra Ia ti-
rana
macednica,
no
podemos desconocer
que
entre
sus
contem-
porneos
encontr el
estadista
ateniense adversarios infatiga-
bles. Sin duda Iscrates y Esquines hubieran negado todo pro-
grama panhelnico
en
Demstenes. Iscrates, aunque
no
Ie cita
textualmente, parece aludir a l, cuando habla de los que calum-
nian yenvidian
a,
Filipo, y que tienen Iacostumbre deponer
Ia
turbacin en sus propias ciudades
7
.
Lo cierto es que el retrico
y el
orador
propugnaban
ideales
panhelnicos bien distintos:
ambos deseaban
Ia
unin
de los
griegos, pero
fecrates, en sus
ltimos aflos, reaUzadapor Filipo contra Persia, al paso que De-
mstenes por Atenas contra Filipo. Con todo no hay que olvidar
queIscratesnunca fue un militante de Ia poltica,sino un teo-
rizante idealista, alejado de los cargos pblicos. Por su parte
Esquinespudo echar en cara aDemstenes
8
, elhaber rechazado
Iapropuesta
hecha
porFilipodesometer a unarbitrajelas
dife-
rencias
entre
Atenas y Macedonia; y as lejos de considerarle
promotor del
panhelenismo, Ie
reprochaba su espritu de dis-
cordia.
Laverdades queparaDemstenes,queintua lasinten-
cionesyambicin deFiUpo,nohaba otra disyuntiva posible: o
5 .
CT. Q.
MATHiEm, Les ies
politiques
d Isocrate,
Paris
1925.
9. Of.
J A E G E R ,
Paidea, p. 861 y s
7.
Cf.
Filipo,
73.
8 .
Cf.
Contra Ctesifonte
83.
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ISMAEL
R O C MELIA
imperialismo macednico,oAtenasa
Ia
cabeza de Ia helenidad.
Por Io dems Equines ha sido
juzgado
por Ia critica moderna
ms que poltico un alma
mediocre,
sin ideas personales con
gozosa resignacin a
Io
que pareca inevitable y en quien
Ia
vanidad Ia envidiay el inters sesobrepusieronal amorde Ia
patria .
Side Iapoca clsica pasamos a lostiempos modernos reco-
geremos juicios
no
menos hostiles
a
Ia poltica
demosteniana
en general y a su panhelenismo en particular. Pretermitimos a
los
historiadores
de fines del
siglo pasado
y
principios
del
pre-
sente del
tipo
de
ff. G.
Droysen
10
,
de K. J.
Belloch
o de E.
Drerup
n
quienes dados
sus
presupuestos histricos positivistas
estaban incapacitados para comprender el ambiente emocional
en que sedesarroll Ia personalidad del orador.En reUdad, el
hecho de que Ia vidapoltica griega adoptara
Ia
forma de un
grupo de estados-ciudades autnomos fue para el unitarismo
nacional del siglo
xrx
un escndalo
histrico
u
.
Loscriterios
histricos
de
Belloch
no han
dejado
de
ejercer
su taflujo y as
U.W ilcken,aunque
m s
ecunime pertenece
a
Iamisma escuela
y
tiene frases como
esta:
Demstenes)
sin comprender los ob-
jet ivos
verdaderosquepersegua Filipo se empeen conside-
rarle
como un
enemigo
de
Atenas
que
slo
se
propona
su
des-
truccin. Frente aScrates Demstenespartade unpuntode
vista
que no era
panhelnico sino especficamente ateniense
y
soaba con un resurgimiento de Ia hegemona deAtenas. Slo
teniendo
en
cuenta
esta
preocupacin localista
de
Demstenes
se explica que en Iosaossiguientes no retrocediese ante elpro-
psito
de buscar
Ia
alianza con aquellos mismos
persas
contra
los cuales iba a proclamar Filipo Ia guerra panhelenlca>
14
.
9.
Of. G.
M A T H i E U Dmosthne,
Paris1948
p.
172;
Lucciom
o. c., p.
160;
j A E G E R Demstenes,
pp. 195-197;
CASTEis, Eschine
l orateur, Paris 1874
p. 160 y ss.
10 .
Histoire Ae l heUenisme,
v.
1., Paris
1883.
11. Griechische Geschichte,t III
Ber
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POLITICA PANHELENICA EN DEMOSTENES 37
Digamosde
pasada
ysindetenernospor elmomentoenIarefu-
tacin que elpanhelenismo nuevo preconizado por
Demstenes
se armonizaba con los dos reproches fundamentales que contra
l
lanzaba Wilcken: el resurgimiento al menos en parte deIa
hegemona
ateniense;
y el propsito de buscar Ia alianza con el
Rey persa. Concedemos
que
Demstenes viese
en
Filipo
al
nico
autntico
enemigo de^tenaa
y de
Grecia
que por el
momento
absorba toda
su
atencin
y
Ie estimulabahasta
el
mximo.
A.
Momigliano abunda
en el
mismo sentido
en dos de sus
artculos
sobre el
tema
propuesto
15
. DeI
primer artculo resulta
que
Ia
finalidad
poltica
del orador era
Ia
hegemona de
Atenas
por donde se explica su oposicin a Eu bulo y a Macedo nia sin
com prender las necesidades y los mviles deIa poltica de Filipo
y siempre encerrado en Ia contradiccin entre hegemona ate-
niense y poltica nueva de alianza democrtica y panhelnica.
En el segundoinsiste en Ia contradiccin que minaba Ia poltica
demosteniana
al
predicarIa democracia
yIa
hegemona
atenien-
se y limitar por otraparte en vistas a
Ia
he gem ona de Atenas Ia
autonoma
de las
ciudades
16
.Por
nuestra parte
si no
apreciamos
una radical contradiccin entreel concepto de demo cracia y una
direccin
de los pueblos griegos eje rcid a por Atenas creemos
est
por demostrar que Demstenes limitase Ia autonoma de las ciu-
dades
en
vistas
a
Ia hegemona ateniense.
En
realidad
una
cierta
hegemona
o puesto de
preferencia
en
Ia comunidad griega
que
probablemente Demstenes hubiera deseado para su patria no
llegaproducirse y por aqu el entonces aAtenasIe dababastan-
te
quebranto
su
propia supervivencia
y
Ia supervivencia
de
toda
Ia
helenidad.
P.Treves censur escierto aM omiglianopor suexcesiva pa r-
cialidad
al
estudiar
a
Demstenes
casi
exclusivamente
en el
pri-
mer perodo
de supoltica y no
conceder
Ia
suficiente importan-
cia a Ia evolucin que Ia actividad poltica delestadista experi-
ment frente
a
Filipo sobre todo
a partir de Ia paz de
Fil-
1 5 .
Contrtbuti alla
caratterlstica
ai
Demostene
CM III 1931 pp.
711-744;
yChiarimento alla caratteristica
di
Demostene ibidem pp. 975 y s.
16. Filipo il Macedone Firenze1934.
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ISMAEL
ROC
MELIA
crates
17
.Sinembargo en otro lugar
8
,afirma: SiAtenas resul-
ta victoriosa, lasciudades aceptarn por necesidad o por grati-
tud su hegemonia. El objetivo de Ja gran batalla es el Imperio.
Pensamiento
que
reproduce
en Ia
introduccin
aotro de sus li-
bros
: Y
piedra sobre piedra f u n d
el
edificio
de Ia
nueva liga
ateniense, d e Ia qu e
tena
qu e
salir y
el
gran triunfo
f inal de Ia
alianza con Tebas aparece como auspicio y promesa el Imperio
de Atenas.
Solucin que tampoco nos satisface como veremos
ms adelante.
Enemigo declarado del panhelenismo demosteniano se de-
muestra asimismo
H. B. Dunkel en su
estudio
Was
Demosthenes
a
P anhellenisW
2 0
.
Segn
l
Demstenes
no
tuvo verdadero senti-
miento panhelnico; si recurri a l fue porque pensaba asi
poder salvar a Atenas, centro de suspreocupaciones.
Sihemos expuesto algunos de los juicios que niegan o mini-
mizan el programa panhelnico del poltico ateniense, por cuan-
to
interesa conocer
las
sentencias contrarias
y los
argumentos
en
que
se
fundan;
no
obstante albergamos Ia conviccin
de que
muchos
de los
puntoSj
de
vista expuestos
han
quedado
yasupe-
rados,
y
cambiada,
o al
menos mejorada,
Ia
apreciacin
de un
Demstenes poltico particularista e imprevisor del
futuro.
Como en Ia poca clsica, tambin en el pasado siglo hubo
defensores de Demstenes,
entre
los que destaca A . S ch aefer
2 I
.
Pero ahora, y segn pide el tema propuesto, nos referimos a dos
autores
contemporneos: Jaeger y Luccioni.
W . Jaeger en su ya citada obra
22
observa que los indicios
de
panhelenismo se acusan con creciente claridad a Io largo de
todos
los discursos de Demstenes
posteriores
a
Ia
paz de
Fil-
crates.Cita all eldiscurso Sobre k t
Paz
Ia
Segunda
Filpica, el
discurso
Sobre lo s
asuntos
del Qursoneso y Ia Tercera
Filpica.
En el anlisisque nosbrinda deesta ltima arenga, pp.211-215,
17 . Cf .
Rivista
di
Filologa,
LX 1932, pp. 68 y ss.
1 8. Demo stene e to libert greca Bari 1933, p. 119.
1 9.
L Oraziane
per Ia Corona Milano 19622 p. 19.
2 0.
C.Ph,1938,pp.291-305.
21 .
Demosthenes una seine
Zeit Leipzig 1885-87.
22 .
Demstenes
p.
302, nota
43
del
cap. VII.
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POLITICA P A N H E L E N I C A EN DEMOS TENES 9
pone
de
relievela preocupacin
que
el gran
estadista
demuestra
por
toda
Ia
helenidad, situada
en
grave peligro
y
Ia necesidad
de
agrupar
a
todos
los
griegos
en
torno
a
Atenas, defensora
an-
cestral
de Ia
libertad griega.
Al
hacer
el
recuento
de los
delitos
cometidos por F ilipo con tra toda Grecia, y no slo contra Ate-
nas,
quiere el orador que
todos
los
helenos sacudan
su ,inerciaiy
abandono y se den cuenta de
Ia
comunidad de Ia
causa,
to-
siste Jaeger:
en
que
los
investigadores
han
pasado
por
alto
el
hecho
de que, despusde Ia infor tunadapaz de Filcrates toda
Ia poltica de
Demstenes
no fue
sino
una
lucha
sin
paralelo
por
Ia
unificacin
nacional
p.
214). Buen conocedor
de l
alma griega
Demstenes
comprenda que,
si en
medio
de Ia
relativa
tran-
quilidad,
de que
hasta entonces haban disfrutado
la s
ciudades
griegas, el sentimiento panhelnico no poda prosperar; por el
contrario
al
presentarse
en
escena
un
poderoso enemigo
y po-
nerse
en
grave riesgo Ia libertad
e
independencia
comn,
podra
lograr se produjese,
como realmente
as
fue ,
el
levantamiento
nacional frente
a Ia
amenaza exterior.
E l
panhelenismo en funcin de
a
hegemona ateniense
Se
haca esperar
unaobra
como Ia
de J. Luccioni
23
, yaantes
mencionada,
que
viniera
a dar
cumplida respuesta
a Ia
idea
lanzada
por
Jaeger, desarrollando am pliamente
su
pensamiento.
El
estudio
que
hace
el profesor de Ia
Universidad
deArgel
sobre
el
panhelenismodemostenianodestaca por su ampliadocumen-
tacin, solidez de argumentos y elegancia de diccin. Maneja a
conciencia una bibliografa casiexhaustiva porlo quese reflere
a losautores modernos, y o f r e c e abundantes citas tantode los
propiosdiscursos
de Demstenes,
como
de las fuentes clsicas
contemporneasalorador.Si elmtodo con que procede en su
obraesexcelente, las
conclusiones aque
ha llegadonos han
de-
f r a u d a d o u n p o c o .
Acontinuacin
brindamos
un rasumende las
ideas funda-
23. mosthne et le panhellnisme
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ISMAEL
ROC
MELIA
mentales de
Ia
obra,para hacer luego algunas observaciones,
qu e creemos pueden ser de utilidad.
Luccioni
empieza con un estudio del tema
panhelnico
pp.
1-10), que Ia literatura griega anterior a Demstenes abord
particularmente
elpanhelenismode los oradores expuesto en
lo s debates politicos, y que sin duda influy en
Ia
formacin
de su ideologa poltica.
El
panhelenismo
demosteniano
frenteaPilipo deMacedonia
pp. 11-38) exigia Iaunin de
todos
los griegos para resistir a Ia
opresin,
Ia
peor que, en frase de Demstenes, Grecia haba
conocido. Prescindiendo delproblema de si Filipo era o no de
raza griegageneralmente se reconoca como griega a
Ia
dinas-
ta reinante enMacedonia,slbenDemstenesno
Io
admitia,
el
rey
macednico apareca
ante
Ia consideracin
del
poltico
ateniense como un genio desmesurado y malfico, extraodel
todo al espritu griego, como una fuerzaque era por naturaleza
Ia
anttesis delhelenismo. Lepareca que elMacedonio amena-
zaba
a
todas
las
ciudades griegas
por agual, a resultas de una
voluntad dedominioque Ieera propia, como efecto de su
s p p t c
pero
tambin a causa de una especie de antagonismo perma-
nenteque necesariamente exista entre Grecia y l, que, en lti-
mo trmino, se resolvaen Ia oposicin natural entre Iademo-
cracia,
forma
de gobierno caracterstica de
Ia
estirpe griega, y
Ia tirana
representada
por
Filipo.
De
aqu
Ia
proclama panhe-
lnica de IaTercera Filpica. UnaGrecia unida en una poltica
comn, fundada sobreel principio de
Ia
resistencia alenemigo
macednico:
he ah el espectculo que Demstenes deseaba con-
templar
p.
38).
Con todoelpanhelenismo demosteniano en sumomento his-
trico no arga Iaguerra contra lospersas pp.39-69).Dems-
tenesqueria ver a los griegos unidos para proteger Iacomunidad
helnica contra los pueblos barbaros,pensaba en que Atenas
acaudillara a losdiversos estados en
Ia
defensa de los valores de
Iacivilizacin griega; pero promova un panhelenismo realista,
pues en aquel entonces el sentimientode hostilidad, que
Ia
opi-
nin pblica griega mantena para con el Reypersa,notenara-
zn
de ser. Su poltica
panhelnica
supona
Ia
unin de los grie-
gosfrente alpeligrode lospueblos brbaros, enemigosdeAtenas
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POLITICA P A N H E L E N l C A E N D E M O S T E N E S
4
por
naturaleza. Pero
entonces el
nico enemigo verdaderamente
temible era Filipo. De aqu que el miedo que ste infunda a De-
mstenes
daba su expresin particular al
panhelenismo
pro-
pugnado por el orador. A s
Demstenes
buscaba Ia coalicin de
todos cuantos tenan motivos de temar a Filipo, incluida por
tanto
Ia
alianza
con
Persia. Era, pues,
una
poltica ordenada
al
bien
de Atenas y de
Grecia,
y por
Io mismo
panhelnica. L a
alianza con un pueblo brb aro, l im itad a al caso concreto de
Pilipo, sera til
a los
griegos para com batir
a
otro brbaro.
U na
vez
salvada
Ia situacin,
no se consideraran
obligados
a
mante-
ner
Ia
alianza
e
incluso podran l imitar
el
pod ero persa,
si
fuere
necesario.
Llegamos
al
cap.
IV
pp .
70-124)
donde Luccioni seala Ia
ca-
racterstica esencial
del
panhelenismo demosteniano,
es
decir ,
se
trata
de un ideal panhelnieo en funcin de Ia hegemonia
ateniense,
o
me jor
dicho, sub ord inad o a el la. N os va diciendo
el
autor que Demstenes
celebra
las glorias pasada s de su pa-
tria,
defensora
de las l ibertades griegas, vgr. , cua nd o las gu erras
mdicas,
m s
tarde frente Esparta. . . ,
no
para complacerse vana-
mente
en
ellas, sino
para
excitar
a los
oyentes
a
imitar
su
e j e m -
plo.
Objet ivo
de Ia poltica ateniense era un ideal justo, Ia defen-
sa de los
oprimidos c f . vgr. ,
el
discurso
En
favor
de los Megalo-
politas ,
pero
de
suerte
que
esta postura noble
y
generosa,
no
dejase de servir a los intereses de Atenas. Dado que
sta
,se cons-
titua
en
paladn
de Ia
l ibe r tad he lnica , Fi lipo
al
que r e r
im -
ponerse
en
Grecia, ipso facto haca Ia gue r r a
a
Atenas.
El rey
de Macedonia, segn Demstenes, haba comprendido que los
atenienses
posean el sentido de
Ia
justicia y el deseo de cumplir
su
misin
de
defensa panhelnica. Tema
de
Ia propagand a ate-
niense
era presentar aFilipo
como enemigo comn
de
todos
los
griegos y a Atenas como a su protectora natu ral . Para cumpl i r
con
su
misin panhelnica, Atenas
tena que
despertar
de su le-
targo y experimentar un resug imie nto eviden te en todos los as-
pectos:
en el
orden m ilitar ,
financiero,
dip lomtico
y
moral . Para
un patriota
ateniense
ver a su
ciudad
de
nuevo preponderante
era Io esencial, pero en Ia medida en que Ia poltica en inters
de
A tenas tenda a preservar a Grecia de
Ia
tirana maced-
nica
deba
ser
tenida
por
panhelnica
en el
mejor sentido
de Ia
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ISMAEL ROC
MELI
pala bra cf . p. 102). Pa ra Demstenes no haba contradiccin
entre patriotismo griego y ateniense, antes bien se completaban
y
constituan
dos
partes indispensables
de una
misma poltica:
Ia defensa de
Ia
civilizacin griega fr en te a Filipo. El orador no
quera que Ia
lucha entre Atenas
y
Macedoniafuese considerada
por los
dems griegos, segn
era en
realidad, como
el
conflicto
entre dos imperialismos; por el momento
Ie
interesaba ocultar
Ia
verdad
y
ganar adeptos para
su
causa, pe ro
en el
caso
detriun-
fa r
frente a Filipo, Atenas hubiera
vuelto
asu poltica tradicio-
nal: armonizar el panhelenismo con Ia hegemona ateniense.
Dem stenes pensab a que
si Atenas
tena todo su inters en
ejercer
Ia
hegemona
en Grecia,
Grecia tena todo
suintersen
en
reconocer Ia hegemona
de
Atenas
p.
117).
Pon
donde queda justificada
Ia
poltica
de
Demstenes pp.
125-148). Como
ciudadano
j r p i o razonable, tal
como
debe
ser)
se haba entregado al bien de su ciudad para asegurarle Ia
gloria
y
Ia preemiencia.N uestropoltico
se
presentaba como
un
hombre
que no haba cesado de cumplir
este
deber
cvico)
por-
que
haba preconizado siempre una poltica panhelnica que, a
su juicio, deba ser el instrumento de
Ia
grandeza deA tenas
p. 148).
Por el
contrario Ia
u p t
caracterizaba
a
Esquines,
es
decir,
defina al
hombre
que no
cumpla
sus
deberes ciudadanos.
Si es-
taba
al ladodeFilipono eraporqu e aprobasee lprogram a panhe-
lnico
del Macedonio
no
parece que Esquines hubiera tenido
jams
una
concepcin bien clara
deIa
unidad griega ,
sino
por-
que
estaba convencido
de que no era
posible actuar
de
otro
mo-
do, reconociendocon ello
Ia
inferioridadde Atenas. Iscrates,en
cambio,
con su
panhelenism o p rom acedn ico, haba disociado
en
el espritu de los atenienses las dos nociones de panhelenismo
y hegemona segn Demstenes, complementarias Ia una de
Ia
otra
pp . 149-163).
En conclusin pp. 165-180), segn Lucc ioni, A tenas y no Ma-
cedonia mereca con derecho representar Ia civilizacin griega
y
dirigir a Grecia. Si en poder
de
Filipo estaba
Ia fuerza,
Atenas
era Ia
escuela
de
Grecia,
su
educadora,
su
centro espiritual.
Fi-
lipo miraba a su provecho y ambicin, y no cumpla las
obUga-
ciones que
Ie
impona el panhelenismo. Por el contrario el pro-
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POLITICA PANHELENICA
EN
DEMOSTENES
43
grama
panhelnico
demosteniano era Ia defensa antimaced-
nica
y el
retorno
al
concepto
de
Ia hegemona ateniense, pero
proceda del sentimiento de Ia solidaridad helnica, y de una
consideracin particular
de los
intereses
de los
griegos.
La
frase
final del librode L>uccioni viene a resumir Ia tesis
defendida por su autor: No tenemos derecho a repro cha r en
Dem stenes el hab er q ue rido dar una solucin ateniense al pro-
blema
panhelnico
p.
180). Com o ademas
insiste en que Io
primero
para Demstenes era Ia grandeza de su patria, Ia hege-
mona;
y que el
panhelenismo estaba sub ordina do
al
patriotis-
mo
local
p.
102),
Ia
concepcin panhelnica
de
Demstenes
re-
sulta
un tanto de va
estrecha.
Ante
semejante solucin del problema propuesto, nos atre-
vemos a formular
esta pregunta:
no
sera
mejor
minimizar bas-
tante
el
ideal
de Ia
hegemona
en
Dem stenes, para
reforzar no
poco su aspiracin panhelnica? N atu ralm en te no nos m ueve n
los prejuicios propios del hum anista que quiere ideaUzar a los
clsicos, sino el deseo de objetividad, fundamentado en slidas
razones.
Nueva
visin
del
panhelenismo demosteniano
Nuestro
punto
de
vista Io hubiera compartido
G .
Mathieu,
ta l
como pu ed e colegirse
de Ia
siguiente afirmacin
24
:
el
orador
evoca repetidas veces lo s recuerdosdel pasado y presenta
como
ejemplo
a los
antepasados
del
siglo
V.
Pero
se da
cuenta
que las
circunstancias
han
cambiado.. . ; para Demstenes
los
tiempos
del
imperiaUsmo
ateniense
han
pasado
sin
posibilidad
de re-
torno.
Ms que en una hegemona ateniense Demstenes piensa
en una direccin libremente aceptada por los griegos y que se
impone mejor por el ejemplo que por el mando.
En
efecto,
Ia
hegemona
tal
como
se
habia llevado
a
cabo
por
los diversos estados que en el curso de Ia historia Ia haban
ejercido
en
Grecia, supona
el
predominio absorbente
de una
ciudad
griega
en
detr imento
de las
otras,
y se
conservaba
me-
4 Dmosthne, l homme et
Voeuvre p.
167.
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ISMAEL
R O C A
MELIA
diante
el
debilitamiento
econmico o politico, y, si el
caso
Io
requeria, mediante
el
aniquilamiento
de los
rivales
m s
impor-
tantes
2S
.
De aqu que Demstenes, al darse cuenta de los impor-
tantes cam bios que en el decu rso de los aos se haban prod u-
cidotanto en Iaestrategia
mili tar como
en
Ia poltica cf .
Ter-
cera F ilipica> 47),y con Ia triste experiencia de losabusos en que
incurrieron las pasadas
hegemonas,
se convenciese de que su
pa tria tena q ue contentarse con mu cho menos que en el pasado ;
y si deba aspirar a una direccin ms o menos efectiva de los
asuntos griegos,tena que comportarse sin egosmosni imposi-
ciones. Asi, segn Jaeger
2 6
con
Ia
Tercera Filpica
Demstenes
lleg a una etapa decisiva de su pensamiento poltico. En sus
prim eros d iscursos hab a sido pu ram ente el poltico
prctico,
el fro y calculador representante de los intereses de su estado.
Estaba todava enteramente enraizado
en las
tradiciones guber-
namentales de Atenas, sin traspasar jams los lmites de su cl-
sica poltica del equil ibriod e poder para el interior de Grecia.
Pero al aparecer desdem s all de Ia f rontera griega este nu evo
enemigo poderoso,se vio obligadoa adoptar un plan de accin
distinto. Y m s adelante a ad e: En
este
perodo prescindi
deliberadamente de todos los impedimentos propios del poltico
que se preocupa exclusivamente por los intereses
atenienses,
y
se
dedic
a una
labor
m s
excelsa
que
Ia
que
proyectara jams
o hubiera podido proyectar siquiera ningn estadista griego
antesq uel . . .Supanhelenismoera elresultadode una voluntad
dispuesta a afirmar
Ia
personalidad nacional, deliberadamente
opuesta a
Ia
entrega nacional enunciada por
Iscrates
pp . 2 14
y
215).
Gracias
a
Ia
admirable ac t ividad
demosteniana
y al te-
mor que
inspiraba Ia amenaza
de
Filipo, fueron desapareciendo
las divisiones e ntre los griegos y se impu so el levantam iento na-
cional hacia
un
panhelenismo poco
antes
imposible
de
concebir.
La
intuicin deDemstenesy suprod lgiosa labor
parecen
una
hazaa casi sobrehumana .Es decir,queDemstenes de pol-
25. U. WiLCKEN, o.c. , p. 280 ypassim.
26.
Demstenes
p. 213.
2 7. C f , pp . 22 0 y 221,
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POL IT IC A P A N H E L E N I C A
E N
D E M O S T E N E S 5
t ico particularista , par a quien elpunto departida detodopanhe-
lenismo era el inters de Atenas acab convirtindose en el es-
tadista
panhelnico de
Ia
Tercera Filpica, para el que
Ia
gran
misin de
Atenas consista
en
encabezar Ia unin
de los
griegos
contra Filipo
de Macedonia
28
.
Recordemos sino
Ia
actividad incesante que despleg a par-
tir de
Ia
paz filocratea. En 344
Demstenes
fue en
calidad
de
e m b a j a d o r
a Mesenay Argos, t r a t a n d o de p r o m o v e r Ia descon-
fianza
de
estos pueb los hacia Filipo en los nn. 2 0 - 2 5 de Ia Se-
gunda Filpica nos br inda
Ia
relacin del discurso pronunciado
a los
mesenios).
P or
Ia
pr im a ve ra
del 342 una
nue va e m ba ja d a ,
en
Ia
que a c om pa a ron al orador Polieuctoy H egesipo cf .
Ter-
cera Filpica 72 ) , impidi que Filipo interviniera en el Pelopo-
neso y en Ambracia . En j u n i o del 341 y como efecto inmediato
de
Ia
Tercera Filpica, los atenienses al mando de Cesofonte
pasaron a Iaisla de Eubea
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ISMAEL ROC MELlA
en Ia que
Demstenes
y, a
impulsos
de su
palabra
y
accin, Ate-
nas se
impusieron
tantos
sacrificios
y privaciones
para salvar
a
Grecia deIa ambicin de Filipo, en una empresapanhelnica en
Ia que se arriesgab an Iapropia supervivencia de Iaciuda d, se nos
insiste
en que el
poltico ateniense labora ba
ante
todo
por una
eventual hegemona de Atenas, al estilo de
Ia
practicada por
Pericles
en
Ia liga tico-dlica
x
tal
af i rmacin
nos
parece
excesiva.
En
todo caso juzga m os de capital importan cia,
para
dilucidar
el
problema, los argumentos que se derivan de los propios dis-
cursos de Demstenes, pronunciados despus de realizada Ia paz
de Filcrates.
Testimonios de Demstenes en favor del nuevo p nhelenismo
Pasamos
por
alto
las
afirmaciones contenidas
en el
discurso
Sobre Ia
Pa z donde Demstenes tomando
consejo del
enemigo
y
pensando
en Ia futura
cooperacin
con los
dems griegos,
es-
boza
su
futuro
panhelenismo; esto
es,
insina veladamente
su
intencin de separar del lado de Filipo y
atraer
a
Ia
causa de
Atenas, mediante ciertasconcesiones,y Ia tutela de sus
intereses
particulares,
a los
pueblos
de
M egalpolis,Argos,M esenia
y
otros
peloponesios,
Tesalia y
Tebas
31
.
Ya en Ia Segunda Filpica aparecen textos claros que con-
firman
el
programa
panhelnico
de Demstenes, abierto y de-
mocrtico,
no tendente a
Ia
hegemona, como veremos. En el
n. 2, el orador se lam enta de que cua nto ms claramen te se
demuestra que Filipo quebranta Ia paz. . . y que maquina pro-
yectos contra todos
los
griegos,
ms difcil
resulta indicar
a los
atenienses Ia decisin que deben tomar.En el n. 8hace resaltar
pese a Ia despreocupacin y abandono politico de sus compa-
triotas Ia
disposicin innata
deestosde
velar
por Ia
salvacin
de Grecia y sacrificarse generosamente por su causa;
Filipo)
30.
Cf.
LucciONi,
o. c. p.
115.
31.
Cf.
nn. 15 18 24 y 25 del discurso; I.
RocA MELiA, Discurso sobre I a
PO2,
Salamanca 1965,pp. 19-25.
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P O L I T I C A P A N H E L E N I C A EN D E M O S T E N E S 47
se ha dado
per fec tamente
cuentaque anuest ra c iudady a un ca-
rcter como elvuestro no poda prometer n i concedernada que
le s
indujese
a
entregarle
por una
ventaja personal
a
ninguno
de
los otros pueblos griegos, sino que al c on trario tenien do en cuen -
ta Ia justicia y evitando Ia infamia inherente a una ta l ac tua-
cin.. . os opondrais a l, si tramase algo semejante, con Ia mis-
m a
energa
que si os
encontraseis
en
guerra
con l.
Predica ,
pues,
Demstenes
un
desinters panheln ico
quenada
tiene
que
ver
con
Ia
prctica histrica
de
Ia
hegem on a. Poco despus
n. 10)
rubr ica
este pensamiento: Fil ipo) os ha juzgado. . . como a los
nicos, entre todos, que no sacr ifica ran por
nin n
provecho lo s
derechos comunes deGrecia,n i cambiaran por nin n favor ni
por
inters alguno
Ia
leal tad para
con los
griegos. Lejos
de
asociar Ia defensa de ,los griegos con el inters de Atenas, De-
mstenes se expresa con nobleza, convencido de que, sin nece-
sidad de proponrselo, su patria cosechara iguales o incluso ma-
yores f ru tos de una tal actua ci n. Pero el n. 1 1ncs parece par -
t icularmente expresivoa este respecto. Presenta una leccin del
pasado:
Ia f r anca
y
noble reaccin
de
Atenas
32
, al
rechazar
Ia
propuesta
del rey de
Macedonia, A lejandro, quien,
en
calidad
de
embajador
del
general
persa
Mardonio, prometa otorgarle
el
dominio deGrecia, a condicin depactar una alianza con el rey
Jerjes. Dem stenes aseg ura que los antep asado s no solam ente
no aceptaron esta proposic in segn Herdoto , 1. c., su res-
puesta fue que jams realizaran al ianza con elb r b a r oen tan-
to que el solsiguiera su curso
. . .
sinoque
prefir ieron
abandona r
su
pas
y disponerse a afrontar toda clase de sufr imientos. . . .
Por ello Pilipo buscaba
Ia
amistad con otros pueblos, a los que
el
argumento de
Ia
ambicin y el
inters
pu diera persuadir, ya
que
...pensaba
que si os
escoga
a
vosotros,
os
tendra como
amigos
paralas
causas
justas,
mientras
que si seuna a aquellos
tendra
unos auxiliares de su propia ambicin n. 12). Por
Io
tanto
segn Demstenes, Ia justicia
y no el
inters
era el
m vil
de supatriaen
Ia
empresa panhelnica.
En Ia misma lnea de argum entacin situamos diversos tex-
32
Cf.
HERODOTO VIII 143
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ISM EL
R O C
MELI
tos del
discurso
Sobre losasuntos del Quersoneso En losnn.35-
37 ,
cuando
en
legtima suposicin aduce
los
reproches
que
otros
griegos,dialogando
con
Atenas, podrian echarle
en
cara
a
causa
de su
desidia politica, quotro objetivo
se
propone Demstenes
sinoel de estimular a sus conciudadanosa
Ia
accin ecaz
para
Ia
defensa comn,
a fln de que
cumplan
del
modo
ms
convin-
cente su misin panhelnica? En todo caso el pasaje queda ilu-
minado por un texto tan expresivo
como
ste :
Porque vosotros,
dice
el orador a sus paisanos, no estis naturalmente dotados
para ambicionar
el
mando,
ni
para m antenerlo, pero
tenishabi-
lidad
para
imped ir que otros se ap ode ren de l, o para quitr-
seloal que Io
posee;
en una
palabra, para poner obstculos
a los
que
quieren mandar
ypara
libertar
a
todos
lo s
hom bres escla-
vizados (n .
42).
E n
resumen:
tal
como
se
deduce
de
todo
el
contexto, Pilipo est contra Atenas por ser
Ia
gran defe nsora de
las
democracias
y
dispuesta
a
impedir cualquier hegemonia
que
atente contra su constitucin politica. PorquDemstenes pide
recursos econmicos y mantener en pie de guerra un potente
ejrcito? A fin de
que,
del
mismo modo
que
Filipo tiene
siem-
pre
fuerzas
a
punto
para
atropellar
y
esclavizar
a
todos
los
grie-
gos,
vosotroslas tengis dispuestas para salvarlos y socorrerlos
a todos (n. 46). Elestadista ateniense reconoce que Ia magna
empresa panhelnica exigir niuchos gastos, mucho trabajo y
no
menor
esfuerzo, pero no
recurre
a
Ia
promesa
de
compen-
saciones
y
ventajas
futuras
para just icar
su
realizacin,
sino
al simple argumento de que
Ia
carga ser ms pesada todava,
cuan to ms tiemp o transc urra ( c f. n. 48). P ero es sobre todo el
n. 49 que nos parece particularmente revelador del elevado sen-
timiento
de solidaridad panhelnica, que
nada
tiene que ver
con
el
egosmo
e
intereses creados
de las
hegemonas
histricas:
Porque si algn dios nos garantizase ya que no hay ningn
hombre
capaz
deello,
que , mantenindoos quietos
y
dejndolo
hacer todo, Filipo no
acabara
viniendo contra vosotros, sera
una vergenza porZeusy por todas la sd ivinidades y una con-
ducta indigna
de
vosotros,
de Ia
potencia
de Ia repbUca y de
las gestas de
vuestros
antepasados que por
vuestra indolencia
dejaseis caer en
Ia
esclavitud a todos los dems
griegos;
por
Io
que
a m respecta preferir a antes morir que habroslo aconse-
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PLrriCA
PANllELENICA
E N
D E M O S T E N E S
49
jado*.
Enefecto, comopoco
despus dir elorador n .51):
...pa-
ra el
hombre libre
Ia
mxima necesidad
es el
honor frente
a los
acontecimientos,
y yo no
conozco ninguna
m s
imperiosa
que
pudiera sealar....
U n
discurso como
Ia
Tercera Filipica
es
verdaderamente
un
discurso
panhelnico
33
.
S in
embargo
en
cuanto
al
matiz
de su
panhelenismo disentimos
de
Luccioni
;
Ioencontramos
m s
desin-
teresado, ymenos abocado a unahegemonia ateniense de Ioque
dicho autor supone.
Harto conocida es Iafrase del orador en el n. 20 de
esta Pili-
pica,
con
Ia
que
expresa
su
preocupacin
por
Ia
suerte
de
todos
loshelenos
: es
necesario asimismo deliberar sobre
los
intereses
detodos losgriegos, porqueseencuentran engravisimopeligro.
Demstenes, precisando esta su inquietudpanhelnicaen los p-
rrafossiguientes de suarenga, lamenta quetodos empezandopor
losatenienses le han concedido a Filipo) precisamente aquello
que
en todo el tiempo anterior era el motivo detodaslas guerras
entre
los
griegos...
E l
derecho
de
hacer cuanto quiere
y de ir
mutilando y despojando uno tras otro a los pueblos griegos, y
de
atacar
las
ciudades
y
esclavizarlas
n.
22).
E s
decir,
que
FiIi-
po sin encontrar oposicin alguna se ha visto poseedor de Ia
hegemona enGrecia, Ia que ejerce de un
/modo
mucho ms ar-
bitrario yabsolutista decomo
Io
hicieron lastrespotencias grie-
gas que
sucesivamente gozaron
de
ella.
Ya que el
resto
de
Grecia
se
una
para reprimir
los
abusos
reales, o
considerados como
tales, de Ia
potencia dominante cf.
nn. 23 y
24).
Demstenes en todo este pasaje parece admitir Ia necesidad
de
un
equilibrio
poltico, del que
eran conscientes
los
antepasa-
dos,
con el
objeto
de
evitar
los
excesos
de Ia
hegemona. Pero
a
Luccioni Ieparece sintomtico que el orador, al recordar las in-
justicias
que
haban cometido
los
diversos estados
que
ejercie-
ro n Ia supremaca en Grecia antes de Filipo, da a Ia idea Ia
expresin ms
atenuada posible cuando
se
trata
de
Atenas
o.
33. LucciONi,
o.
c.,
p. 25; Cf. A.
PUEcw,
Les
Philippiques de Dmosthne
Psurts
1952,
p. 181 ;
JAEGER,
Demstenes
p. 205 ; P.
BLAss,
Die
attische
Bered-
sam ceit Leipzig 1893, III 1), p. 379, obra,reimpresa en 1962.
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SM EL
ROC
MELI
c.,p. 114).Lamayor suavidad deltono adoptadoporDemstenes
al referirsea su
patria
esinnegable cf.en el n. 24 o
^ E T p u w ;
iU
x o u v 7 t p o o f a p e a < u frente
a
x X e o v 0 C e i v x e ^ e p o u v
x c d T t p a
too
p x t p t o u t
x a e a i 7 | x o V
e x v o u v ,
referido
a Iahegemonia espartana). Pero
esta
relativa indulgnciadeloradornopermiteconcluirqueDemste-
nes aprobase tcitamente Ia hegemonia ateniense en el pasado.
La
expresin citada, entre otras causas, puede explicarse por un
doble motivo:primeramente en razndelpatriotismo nunca fe-
mentido delorador; ensegundo lugar, porqueIa hegemona ate-
niense con todos sus defectos fue a no dudarlo msbeneficiosa
para lo sconfederadosqu e
Ia
espartana o
Ia
tebana. Jaeger
afir-
ma sin rebozo: . . .el predominio de Esparta no fue realmente
comparable
al de Ia hegemona ateniense que Io haba prece-
dido..., fuedesdeelprincipio puramente militar,s inningn fun-
damento culturaloeconmico. Entoncesera imposible sostener,
como
en los
tiempos
del
auge ateniense,
que por
obra
del
vigor
irresistible y Ia fuerza transformadora de un solo estado, se
hubieseproducidoun nuevo desarrollo y una redistribucin de
todos los poderes vitales de
Ia
nacin... Tebas estaba todava
menos preparadaparaelpapel directivoque sbitamente Ie ca-
yen suerte con el xitode su levantamiento contra Ia arbitra-
rla dominacin espartana
M
.
Sinembargo, sinceramente nopodemos admitir Iaafirmacin
de
Luccioni
3S
que
dice: Demstenes
no
slo
no
condenaba Ia
poltica de hegemonia quehaba sido Ia de Atenas en el pasa-
d o . . . sino ms bien tejia sin cesar el elogiode un pasado lleno
de gloria, pues
el n. 25 y 30
de IaFilpica
en
cuestin contra-
dicen este aserto:
Sin
embargo
tod s tos injustici s cometid s
por loslacedemoniosen treinta aos dehegemona y
por
nms
tros antepasados en
setenta
-^eI orador reconoce
por
tanto
las
injusticias cometidaspor Atenasque nopuede menosdeconde-
nar,
no igualan a i lo s atropellos que Filipo ha infligido a los
griegos a partir de los trece aos escasos desde que sali de Ia
oscuridad. . .
n. 25).
Acon t i nuac i n
n. 30)recalca elhecho de
la s
injusticias
que con el
resto
de
Grecia cometieron espartanos
34. DCmOStCUeS
1
pp. 16 y 17.
35. O. c. pp. 114-115.
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POLITICA
PANHELENICA
EN
DEMOSTENES
5
y
atenienses, en eltiempo de su hegemona: Ysabis muybien
estootro: que todo
cuanto
los
griegos
sufrieron de
parte
de los
lacedemonios
y de
nosotros mismos
por
Io
menos
era de
hiJos
legitimos
de
Grecia
de
quienes reciban
Iainjur ia .
Seguidamen-
te
para desvanecer toda duda sobre
el
particular, ilustra
con un
ejemplo Ia afirmacin
hecha:
Se
poda suponer
que
todo acon-
tecadelmismo modoque en una casa rica, cuandou nhijo leg-
timo hace
uso
malo
e
impropio
de Ia
fortuna
; eneste punto me
reca
reproche y censura, pero no se podra decir que hiciera
esto
sin ser miembrode
Ia
familiay sin tener derecho a
Ia
he-
rencia.
El
argumento concluye
a
fortiori
en
relacin
con
Filipo,
un
brbaro, fuera
del
crculo
de
Ia
comunidad helnica
(Ser til recordar a esterespecto quepara Demstenes el con-
flicto entre helenos ybrbaros no es unconflicto racial, sino de
civilizacin y
cultura,
en
cuanto encierra principios polticos
di-
vergentes:
Ia
oposicin entre
Ia
libertad y
Ia
servidumbre
6
.
Es
decir,
queDemstenes, segn Daskalakis ,considera brbarosa
losmacedonios,no enel
sentido tnico, sino
en
cuanto enemigos
de
Grecia .
Por donde podemos suponer con raznqueDemstenes,en el
caso hipottico
dehaber
logrado
situar a supatria al
frente
de
los griegos, vencedores de Pilipo, hubiera evitado, dentro de sus
posibilidades, todos losdefectosen quehaba incurrido Ia ante-
rior hegemona ateniense;
y en
consecuencia,
el
elogio
de los
tiempos pasados y delpropio Pericles, adems de ser un tpico,
se
referia tanto
al esfuerzo
positivo desplegado
por
Atenas
para
conseguir
Ia
supremaca, como
a los
benficos resultados
que en
parte
dimanaron deella para lo sconfederados.
tosistiendo en
nuestro anUsis
del panhelenismo
demoste-
niano, encontramos en el n. 45 un argumento poderoso basado
en Ia integridad moral de los antepasados, inasequibles al so-
borno, y que castigaban tanto al asalariado comoal queinten-
se. Cf. StatBOvi,
Elleni
e
Barbari nelleorazioni
diDem ostene A et R (1940),
117-132.
37. '0 r^oo vTf; xal
Ta
*ept pappapio^Lo3 T a v MaxeSdvu>v Platn III
(1951),
188-211.
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ISMAEL R O C
MELIA
taba sobornar.
Nos
referimos
al
caso Artmio
de
Celea.
Es
cierto
que
Demstenes exagera
al minimizarel
problema,
El
caso Art-
mio
no era
indiferente
a los
atenienses, pues
se
trataba
de su
prxeno o
representante
en
Celea, quien adems
se esforzaba eri
impedir, de acuerdo con el rey Arta jer jes I Longimano por el
461), Ia
expedicin
de
socorro ateniense
en pro de los
egipcios,
que se haban sublevado contra
el
rey persa. Pero con todo el
ejemplo que
por Io
dems estaba
de
moda entre
los
oradores
de su tiempo, es
contundente para probar
Ia
severidad
de los
mayores en
castigar
el soborno. Por ello merece destacarse Ia
conclusin a que llega el orador :
Por Io
tanto
aquellos atenien-
ses se consideraban obligados a preocuparse de
Ia
salvacin co-
mn de
todos
los griegos..., y es a
causa
de su
elevacin moral
que Grecia
entonces infunda temor
al
brbaro
y no el
brbaro
a
Grecia>. Ahora
en
cambio
aflrmar
apenadoDemstenes ,
todose havendido comoen elmercado,y en su lugar
se
ha im-
portado todo aquelloque hapuestoaGreciaen
trance
demuer-
te
n.39).
A fln,
pues,
de
sacudir
a
Grecia
de su
letargo
y defender
u
personalidad, propone
el
poltico una asociacin
de
socorro
y
amistad
entre todos
los
griegos
n.
28).
Y es a
Atenas
a quien
incumbe capitanear esta unin y constituirse en paladn de Ia
l iber tad:
Porque,
an en elcaso de que todos losdems grie-
gosse
resignasen
a Ia
esclavitud, nuestro deber
es
combatir
por
Ia
libertad
n.
70).
Una vez que los
atenienses
estn ya
dispues-
tos a
cumplir
su
misin
y que
infundan,
con sus
preparativos
y
accin, confianza
a los
dems griegos
; es
entonces,
y
slo enton-
ces, cuando deben exhrtales
a
Ia
alianza:
Y
cuando estemos
dispuestos personalmente
con
todo esto
y
Iohayamos puesto
de
manifiesto,
hagamos
una
llamada
a los
otros
y
despachemos
em-
bajadores
que les informen al respecto n. 71).La actitud que
Demstenes reclama para Atenas
es dar ejemplo con su
prepa-
racin militar
y
actividad
diplomtica. No
quiere
que sus
com-
patriotas
inviten
a los
dems,
sin
cumplir
antes
ellos mismos
sus
obligaciones.Ello sera absurdo.
Yo no
digo
eso ;
sino
que
armo
que
es preciso
enviar
dinero a los nuestros del Quersoneso y
hacer cuanto
nos
pidan
y
prepararnos personalmente
; y
cuando
nosotros seamos losprimerosen hacer
Io
que conviene, invitar
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POLITICA PANHELENCA EN
DEMOSTENES
5
a los
otros griegos,
reunirlos,
aconsejarles,
reprenderles; esta es
Iaconducta que corresponde a una ciudad que
t:ene Ia
dignidad
de Ia
nuestra
n.
73); ...vuestros mayores
os
ganaron este pri-
vilegio,
y os Io legaron a costa de muchos ygrandes peligros
n .74).
Ensuma, Demstenes, segn
se
desprende
de los
textos adu-
cidos
de sus
discursos, predica
un
panhelenismo abierto,
desin-
teresado, que ha de ser
unin
de
todos
los
griegos
que
constitu-
yen
Ia
comunidad helnica para defender sucivilizacin, demo-
cracia y libertad f ren te a Iapotenciamacednica, enemiga na-
tural
de
U )s
griegos
en
razn
de sus
principios
y
actividad pol-
tica, que conducen a
Ia
tirana, a Iaopresin y a Iaservidumbre.
Asimismocabe armonizar los dos sentimientos de amor al suelo
patrio y desolidaridad
panhelnica,
queaniman a lorador,
afir-
mando
que
Demstenes propugna
un
primer puesto para Atenas
como potencia rectora,
Ia
cual,
sin
descuidar
sus
propios
inte-
reses, debe dirigira los restantesgriegosinsinundosems con
el ejemplo que con Ia
nposicin;
por Io
tanto,
con
respeto
a Ia
autonoma
e
independencia
de
cada estado griego,
y sinpreten-
siones
de
volver
a los
abusos
de las
pasadas hegemonas,
sea del
tipo de Ia primera liga tico-dlica, o al modo de Ia segunda
confederacin martima.
olucin e
algunas dificultades
Quhubiera sucedido,si Iacoalicin griega capitaneada por
Atenas y Tebas hubiera triunfado frente a Filipo? Enesta supo-
sicin,
histricamente
invlida, pero admisible
como
hiptesis,
Luccionicreeintuirei
resurgimiento
de Ia
hegemona ateniense
poarobraygraciadeDemstenes cf.o. c., p.117).Aeste finaduce
argumentos basados en los textos de Ia produccin demoste-
niana.
En
efecto,
en el n. 60 del discurso quersonesiaco
af irma
el
orador:
Filipo
sabe exactamente que vosotrosno consentiris
en ser esclavos, yquean en el caso de que consintierais no po-
drais, porque estis acostumbrados a mandar. Interpretando
mandar
como sinnimo
de
hegemona,
Demstenes
slo
re-
cuerda el
hecho histrico innegable
de Ia
hegemona ateniense,
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5
ISMAEL ROC MELIA
y
el puesto directivoque Ie cupo a Atenas en 1 destino de Gre-
cia; pero
en el
texto
no hay
aprobacin alguna de
Ia
poltica
hegemnica,
ni mucho menos de los excesos en que sta incu-
rri,
expresamente reprobados
por el estadista en los nn. 25 y
30
de Ia Tercera Filpica, anteriormente citados por nosotros.
Por
otra
parte, en el propio discurso del Quersoneso, n. 42, tam-
binantes
aducido, Demstenes pronuncia una f rase, aparente-
mente contradictoria de
Ia
que nos ocupa, cuando dice de los
ateniensesque no
estn
naturalmente dotados
para
ambicionar
el mando,ni para mantenerlo, pero que
tienen
habilidad
para
impedir
que
otros
se
apoderen
de l, o
para quitrselo
al que
Io
posee.De aquque Iaexplicacinms obviay natural, que armo-
nice ambos textos, sea sta: Los atenienses, a pesar de que el
destino
les
depar
una
posicin preponderante
en
Grecia,
no
tienen
Ia
natural inclinacin para ambicionar personalmente o
conservar el mando.
Sin embargoLuccioni (p. 115 para corroborar su tesisde
m?
Demstenes favorable a Ia hegemona, se
aflnca
en dos
textos
de
Ia
Cuarta Filpica. Elprimero (n. 46) dice as: Os habis apar-
tado, atenienses,
del
principio fundamental
que
vuestros ante-
pasados
os legaron : yelir a Ia cabeza de los griegos y el soco-
rrer, manteniendo un ejrcitoen pie de guer ra ,a todos euantos
han sido victimas de Ia injusticia, os ha sido presentado por los
polticos que os dirigen como un dispendio penoso e
int il . . ..
La
verdad es que el texto suena ms a una direccin
panhel-
nica basada en el
esfuerzo
y el sacrificio, que a una hegemona
quese
funda
en elmando y
I a
imposicin. Pero insistimos en que
hay que considerar un doble
aspecto
en
Ia
conducta de los
ante-
pasados
en relacin con Ia hegemonia : el que les presenta como
modelo
de virtudes cvicas con que engrandecieron a su patria,
yel otro que nos recuerda los excesos que cometieron en el pe-
riodo
de su
predominioen Ia Hlade.
Por
ello cabe
en
Dems-
tenes tejer el elogio del pasado en un sentido, y reconocer los
defectos, como realmente hace, en el otro aspecto. De esta suerte
creemos poder aclarar elotro pasaje de Iamisma Filpica (n. 47)
en que Demstenes califlca a Iahegemona de honorable,
gran-
de e ilustre. No hay que olvidar que
Ia
hegemona ateniense,
en concreto, con todos sus defectos, alcanz logros positivos, ya
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POLITICA
PANHELENICA
EN
DEMOSTENES
que
adems
del
principio militar parta d e un fun dame n to
cul-
tural
y
econm ico segn
antes
dijim os. Pero aqu
e l
orador
ms
que a l
desarrollo normal
de
Ia
poltica
chegemnica que fue de-
generando en abusos apu nta segn se dedu ce del contexto al
esfuerzo
previo que Iah izo posble. N o hay pues un elogio incon-
dicional de Ia hegem onia considerada comotal en su proceso
histrico.
Y qu
d i remos de las alabanzas que Demstenes dirige a los
grandes polticos
de
anta o cuales Arstides Nicias
el
estratega
Demstenes y Pericles cen tro este ltimo en torno al cual giraba
Ia
vida poltica espiritual
y
artstica
en
Ia
p r imera confedera-
cin tico-dlica? En efecto en Ia Tercera Olintiaca n. 21 nos
dice su au to r : Pero yo j u zgo que es deber de un ciudadanojus-
to p re fe r i r Ia salvacin del Estado a Ia adulacin en sus pala-
bras. Porqu e me he enterado como sin du da tam bin vosotros
que
lo s
po lticos
en el
t iempo
de
nuestros antepasados
a los que
todos
nue stros oradores alaban pero apenas
si
imitan
tenan
esta costumbre y manera de gobernar : e l cleb re Arstides Ni-
cias mi homnimo Pericles. Ap arte qu e consideramo s me nos
vlido un argumento
basado
en el
texto
de un discurso anterior
a Iapaz de Filcrates pues es apartir de este momento cuando
el
orador imprim e una nu eva direccin a su pol tica
M
;
queremos
con todo subrayar que el elogio de Demstenes sobre lo s cele-
brados
estadistas
se limita a un punto bien concreto de su ac-
tuacin
es
decir
a su
integridad p ol t ica; pero
no
implica justi-
ficacin alguna de las medidas vejatorias y despticas que por
ejemplo
Pericles tuvo que adoptar con los confederados
f u e
comparado con uno de los
antiguos
tiranos
3
para
llegar al
objetivo principal
de su
programa poltico
que fue
Ia creacin
del imperio
tico.
Pero pasando
por
altootros argumentos
que
qu ieren condi-
cionar
e l
ideario panhelnico
de
Demstenes
al
concepto
de he-
gemona ninguno
de
ellos convincente
y
todos
a
nuestro juicio
explicables
a
Ia
luz de las
afirmaciones
clarasdel
orador;
se nos
Of. TREVES jAEGERi O.
Jr
1. .C.
39. Cf. WlLCKEN 0. C. p 202
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ISMABL R O C AMELIA
objeta que
Ia
proclamapanhelnica,aireadaporDemstenesen
el
momento supremo de Ia lucha contra
Filipo,
para atraer a
todos losgriegosa Iaunin en Ia x o i v c u v c t P o ^ f t e a x a fd i a c
era
no
Ia salucin poltica, sino Ia solucin provisional, solucin
militarsolamenteyexigidapor Ianecesidaddelmomento:para
que
Io
coalicin fuese Io m s numerosa posible, precisaba que
Atenasnoasustase anadie manifestando demasiado pronto in-
tenciones
harto
ambiciosas. Pero en cuanto al
futuro,
Atenas no
hubiera
sido Atenas si nohubiera pensado en volver a supoli-
tica tradicional,queconsista en noseparar el
panhelenismo
de
Ia
hegemona ateniense
> .
Frente
a
Ia
afirmacin
rotunda
de
Luccioni que
predice
el
restablecimiento
d e
Ia hegemona ate-
niense, en el caso irreal de un
t r iunfo
sobre Filipo en Queronea,
yque a nosotros nos parece untantoarriesgada y desprovista de
slidos argumentos, tenemos
que
oponer
no
pocos reparos.
Y
empecemospor aducir laspalabras delpropio Demstenes.
El
orador podraser victimade unailusin, pero Ia imagenque
nos brinda de una
Grecia supuesta triunfante,
en el
discurso
Sobreta Corona ochoaosdespus de haber sido derrotada por
Filipo
Ia
coalicin
griega,
nada
tiene
que ver con
Ia
imagen
de
un pueblo oprimidopor causa de Ia hegemona: Si delmismo
modo
que yoentre vosotros mantuve
mi puesto,
un solo hombre
sehubiera encontrado encadauna de lasciudades griegas; ms
bien,
si
Tesalia
hubiera tenidounsolo hombreyArcadiaunsolo
hombre
animado
de los
mismos sentimientos
que yo,
ningn
griego a uno yotro ladode lasTermopilas hubiera experimen-
tado las desgracias presentes, sino que todos librese indepen-
dientes
con
plena seguridad,
sin
peligro
y en
medio
d e
Ia
felici-
dad, habitaran sus propias ciudades, dando gracias de
tales
y tan grandes beneficios a vosotros y a los demsateniensespor
mi
causa> nn.
304 y
305).
Noesesteel
retrato
ms flel del
panhelenismo abierto, noble
y
democrtico,
de que
tantohemos
hablado? Ninguno
de los
beneficiosenumerados
de
libertad,
in-
dependencia y
felicidad
fue patrimonio autntico de los con-
federadosen lostiemposde Iahegemona,y ms que dar gracias
40. Lucciom,
o. c., p.
117.
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POLITICA PANHELENICA EN DEMOSTENES 57
a Atenas por su situacin, procurabanencuanto les era posible
sacudir su yugo.
Pero
hay ms
an.
Si
hemos
de dar
crdito
a
Demstenes
quehabla en defensa propia para justificar su anterior actividad
poltica, su consigna como hornbre de Estado fue siempresta:
. . .ni en
Ia
poltica ciudadana
p re fe r
el
favor
de los ricos a los
derechos
del
pueblo,
ni en
Ia
poltica exterior ( e v to
E X X 7 ] v t x o E c )
antepuse la s ddivasy Ia amistad de PiLipo a los intereses gene-
rales
de
todos
los
griegos Sobre
Za Corona n.
109).
No
dice
los
solos intereses de Atenas,sino los comunes a todos los griegos,
y
ello
es
digno
de
notarse, teniendo
en
cuenta
que el
proceso
contra Ctesifonte se realiz en un tribunal ateniense, el Helieo,
y
anteun
pblico,
si no exclusivamente, por
Io
menos en su ma-
yora ateniense.
Po rque
como
m s
adelante
nos
dir
en
este
mismo discurso nn. 199-210): Ia guerra contra Filipo
era un de-
ber cualquieraque fuese el resultado aunque se viniesea tie-
rra elcastillode
naipes
de Ia
hegemona.
L icluso con
Ia certe-
zade Ia derrota se deba combatirparano traicionar Ia poltica
tradicional de Atenas, libertadora de Grecia; para hacerse dig-
nos de loshroes que haban sucumbido en Maratn,
Salamina
y
otras
campaas similares.
Es que Demstenes tena un espritu altamente democrtico.
Para l Ia fo rma
democrtica caracteriza
Ia
civilizacin griega,
y
es por
ello
que
proclama Ia solidaridad
de las
democracias cf.
v g r . ,
En
favor
de
Ia libertad
de los
rodios
nn. 17-21 ; Qiersoneso,
nn.
42-43) . Adm ite
Ia
necesidad
de un
equilibrio poltico
que ex-
cluya
Ia divisin entre estados dommantes y vasallos en Ia
He-
lade
41
.
De aqu que
Ia
lucha contra
Pilipo
se encuentre en el cen-
tro mismode suprograma
poltico,
puesel Macedonio es el ad-
versarloirreconciliable
de
Ia democracia, comoIo
es de
Atenas
42
.
Para
Demstenes
Ia
verdadera poltica democrtica
es
Ia
que
pone
en
juegoIa iniciativa individual
y el
sentido
de las
respon-
sabilidades. Como nos dir G .
Mathieu
4
, el tema esencialde las
41. Cf. En favor de los
MegatopoUtas,
nn. 4 -5 y
30-31
;
Tercera
Filpica,
22-25.
42 .
Cf.
CuartaFiptea,
a 15 ; Quetx>neso,n. 43.
43. Cf. O. c., p. 166.
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58 ISMAEL
R O C A
MELIA
Filpicas y de las Olintacas
consiste
en que los
atenienses
ya
individualmente,
ya agrupad os, no deben contar con el vecino,
sino actuar por s mismos, imponindose sacrificios personales y
dando pruebas
de
espritu cvico
con el
cumplimiento
de los
de-
beres ordinarios: servicio m ilitar personal y pago reg ula r y ho-
nesto
de las contribuciones. Dentro de
esta
misma lnea de no-
bleza democrtica
no
deja
d ser un
rasgo
de
deferencia,
m uy
significativo, una vez
lograda Ia
alianza con
Tebas para com-
batir a
Filipo,
conceder a esta c iudad
Ia
direccin de las opera-
ciones terrestres
y reservar a un mando comn de Atenas y
Te-
bas
Ia
d ireccin de los efectivo s navales. P or otra pa rte Atenas
se comprometa a sufragar en sus dos tercios los
gastos
de Ia
contienda, debiendo Tebas responder tan slo del tercio
res-
tante.
Por si todo esto fuera poco, pesaban sobre el nim o de De-
mstenes
en orden a excluir de su prog ram a polticotoda even-
tualh egem ona, los ingratos recuerdos h istricos de
Ia
liga tico-
dlica, as como las
tristes
experiencias de Ia segunda confede-
racin martima,
de que fuetestigo
durante
su
juven tud .
Ciertamente Ia organizacin de Ia primera liga marti-
ma 477 ) ,
realizada
por
Arstides,
se
basaba
en el
principio
de
Ia
libertad
y
Ia autonoma
de los
confederados.
Los
miembros
que
no
querian
o no podian
contribuir
con
hombres
onavios,
hacan
sus aportaciones en dine ro pa ra los fondo s de Ialiga. Pero pronto
se vio
amenazada
Ia
autonoma
de los
socios frente
a Ia
autori-
dad
cada
vez ms
absorbente
de
Atenas.
A
resultas
de
Ia
paz de
Callias 449)
las
contribuciones
de los
miem bros confederado s
se transformaron en verdaderos tributos de subditos, que Ate-
nas
aplicaba
libremente a sus
propios nes;
y se
lleg
a un r-
gimen poltico, fundadoen Ia explotacin de una mayora, pri-
vada dederechos, en favor de una minora privilegiada: a una
completa arbitrariedad traducida al lenguaje democrtico
V
A
este
respecto dice Jaeger
45
: El
problema
de Ia
autonoma
de Ia
patts
ya no se
acall nunca desde
su
primera transgresin
por
Ia
44 .
Ci
WiLCKEN, o c. pp. 194-208.
45 . Paideia
p. L081.
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POLCTICA PANHELENICA
EN DEMOSTENES 59
poltica imperial bajo Pericles
que
degrad
a los
confederados
al
plano
de simples subditos.
Cuando
un
siglo
mstarde se
iniciaba
Ia
segunda
liga mar-
tima tica
un Consejo de Ia confederacin regulaba los
dere-
chos de los socios. Cada confederadoera libre y autnomo, sin
ninguna
clase
decargasni tributos, conderecho a suvoto,tanto
si
representaba
a un
estado grande como
a uno
pequeo,
y
obli-
gado no slo con Atenas, sino coii todos los asociados por igual.
Es que los organizad oresatenienses de
Ia
segunda confed eracin
evitaron, en un principio, cualquier coaccin que pudiera pare-
cer predom inio sobre susaliados,y as durante lo sprimero s
aos
se tuvo plena confianzaen
Atenas,
Iacualconeste nuev o airede
liberalidad gan pa ra s los corazones de muchos griegos
6
.
Pero a
medida que
fueron
surgiendo los problemas financieros, y ante
las maneras cada vez ms imperiosas de los dirigentes ticos,
lo s lazos de Ia alianza
se fueron
debilitando. Quios, Cos, Rodasy
Bizancio
se apartaron de
Ia
Uga, que acab por desintegrarse.
As resume
Jaeger
el
pensamiento
4 7
:
Cuando,
ms tarde, las
dificultades
financieras
obligaron
a Ia
hegemona
ateniense a
reanudar
Ia
antigua
poltica
de
violencia para
con los
estados
federados, volvi a concentrarse el descontento general que ya
derrocara en el pasado Ia dominacin martima de
Atenas^.
Una vez ms se manifestaron lo s perniciosos efectos de Ia
X e o v ^ i a aqu am bicind e mando) que, sin duda, alertaron
al jove n orador ateniense, aleccion ndo le, para que, atento siem-
pre a
Ia
gloriosa tradicin grieg a, enc auza ra su programa pol -
tico hacia un ideal mejor .
on lusin
Demstenes amaba a su
patria
ya la brillante historia ate-
niense pero
el
recuerdo
de las
gestas pasadas segn
nos es
dado
colegir
de sus
discursos, eran para
l
m otivo
de
estmulo para
Ia
accin
eficaz
ms que un modeloa reproducir en su to tal idad.
46. Ci. jAEGER,Demstenes pp 80-33.
47.
Paieia p. 1.084.
48. Of. asimismo
WiLCKEN,
o. c. pp. 276-81.
Universidad Pontificia de Salamanca
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7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60
28/28
ISMAEL
ROC
MELIA
Y
si en tantos
aspectos super
a los
polticos contemporneos
cuales Eubulo Esquines y Focin adelantndose a los aconteci-
mientos
y
dando pruebas
de una
visin
mejor del
futuro por
qu
no admitir que hubiera desarrollado una poltica ms abier-
ta y liberal en Ia suposicin del triunfo contra Filipo demo-
crtica ypanhelnica en el buen sentido sobre todo con el ba-
gaje de
Ia
tristeexperiencia de las hegemonas pasadas? Preci-
samente
sus
oponentes polticos situados
en el
terreno exclusivo
y estrecho de
Ia
ciudad censuraban a Demstenesporquesacri-
ficaba losintereses particulares deAtenas
ante
consideraciones
de
carcter
genera l
4 9
.
Es que
Demstenes
se
constituy
en el
gran defensor
de Ia
libertad e independencia helnicas que para un griego como l
daban dignidad al hombre y conservaban a Ia vida su autntico
valor
.
Supo comprender
Ia
grandeza
y fecundidad de
este ideal
a
l sacrific su sesfuerzos deorador y poltico
y
en elmomento
decisivo su accin incesante
logr
unir a muchas ciudades grie-
gas en torno a Atenaspara Ia defensa de su constitucin y li-
bertades democrticas.
As
se
comprende
el
juicio
q ue
sobre
su
personalidad emite
Jaeger cuando Ie
califica
de educador poltico de su pueblo
51
.
ISMAEL R O C A MELIA
49. Cf. G. MAfTHIBU O. c. p.
172.
50.
No prejuzgamos Ia cuestin de
sl
el poltico acert o no al oponerse
co n
su
programa
panhelnico a
Ia
unificacin del
pueblo griego bajo
ta.
gida macednica segn parece Io exigia
el
curso natural
de
Ia historla.
A
nosotros situados a veinticuatro siglos de
distancia
podra parecemos
necesario
hay sus
pros
y sus
contras
que tal
unin
se
realizase
;
Derns-
tenes no pudo preverlo y por
eU o
se opuso al imperialismo
macednico
que
haba
de
ocasionar Ia jnuerte
a
Ia
1
Vida
poltica griega.
Cf. A
PuicH
o. c.
pp .
247-250;
LcciONi o. c. pp. 177 y
ss.; J A E G E R Demstenes
pp .
9-14.
51.
1
Cf.
Paieia pp. 1.093-94 y 1.103.