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REVISTA HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 12, MEDELLÍN, NOVIEMBRE 2006, PP. 61-106 Alberto Castrillón Aldana 61 Historia de la ecología y su relación con la tropicalidad en Colombia Alberto Castrillón Aldana* Resumen Este artículo presenta un análisis arqueológico de la ecología como formación discursiva, buscando entender de modo discontinuo su relación histórica con los estudios sobre la tropicalidad colombiana. Interesa elucidar la tensión que se produce históricamente entre lo local tropical y lo global bioesfera para entender los funcionamientos del discurso ecológico en nuestro país. Este interés coincide con la preocupación que desde hace unos veinte años genera el medio ambiente. Inquietud que atraviesa discursos tan distintos como el científico, económico, histórico, filosófico, antropológico, político, técnico e industrial. Es así como la ecología como un saber integrador, permite abordar problemas generales y objetos de saber específicos que tienen que ver con el funcionamiento de las prácticas discursivas en nuestra sociedad. Palabras clave: ecología, tropicalidad, historia, arqueología, práctica discursiva, agrosistema. Abstract This paper presents an archaeological analysis of the ecology as a discursive formation, seeking to understand in a discontinuous way its historical relation with the studies concerning Colombian tropicality. The interest is elucidating Artículo recibido el 10 de mayo de 2006 y aprobado el 15 de junio de 2006. * Profesor de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín y Doctor en Historia de las Ciencias de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales EHESS, París, Francia.

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REVISTA HISTORIA Y SOCIEDAD NO. 12, MEDELLÍN, NOVIEMBRE 2006, PP. 61-106

Alberto Castrillón Aldana 61

Historia de la ecología y su relación con latropicalidad en Colombia

Alberto Castrillón Aldana*

Resumen

Este artículo presenta un análisis arqueológico de la ecología como formacióndiscursiva, buscando entender de modo discontinuo su relación históricacon los estudios sobre la tropicalidad colombiana. Interesa elucidar la tensiónque se produce históricamente entre lo local tropical y lo global bioesferapara entender los funcionamientos del discurso ecológico en nuestro país.Este interés coincide con la preocupación que desde hace unos veinte añosgenera el medio ambiente. Inquietud que atraviesa discursos tan distintoscomo el científico, económico, histórico, filosófico, antropológico, político,técnico e industrial. Es así como la ecología como un saber integrador, permiteabordar problemas generales y objetos de saber específicos que tienen quever con el funcionamiento de las prácticas discursivas en nuestra sociedad.

Palabras clave: ecología, tropicalidad, historia, arqueología, prácticadiscursiva, agrosistema.

Abstract

This paper presents an archaeological analysis of the ecology as a discursiveformation, seeking to understand in a discontinuous way its historical relationwith the studies concerning Colombian tropicality. The interest is elucidating

♣ Artículo recibido el 10 de mayo de 2006 y aprobado el 15 de junio de 2006.

* Profesor de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín y Doctor enHistoria de las Ciencias de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales EHESS, París, Francia.

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the tension historically produced between the local tropical and the globalbiosphere to understand the functioning of the ecological speech in ourcountry. This interest matches the growing concern that during the last 20years environment has been generating. This preoccupation runs troughspeeches as different as the scientific, economic, historic, philosophic,anthropologic, political, technical and industrial. This is how the ecology asan integrating knowledge, allows to approach general problems and specificknowledge objectives that are related to the functioning of the discursivepractices within our society.

Keywords: ecology, tropicality, history, archaeology, discursive practice, agro-system.

principales que hacen posible el funcio-namiento de todas las formacionesdiscursivas que han existido y existenen el Renacimiento, en la Época Clási-ca y en la Modernidad en lo concer-niente a la naturaleza.

Ahora bien, en el mundopremoderno no existió diferencia entreel afuera y el adentro. La episteme dela semejanza medieval funcionaba den-tro del mundo cíclico, cerrado y finitoque imponía la bóveda celeste. Macro-cosmos divino y microcosmos humanoeran figuras de lo mismo: creación deDios. Lo otro: el orden de las cosas, larepresentación de los espacios, lajerarquización del hombre, los anima-les, las plantas y los minerales, la in-vención de la infinitud, comienzan asurgir desde el Renacimiento, modifi-cando e inventando un nuevo espacio:la naturaleza.

2 Esta naturaleza

1. Condiciones de posibilidaddel discurso ecológico

1.1. El saber y la naturaleza

Queremos aquí indagar sobre cuálfondo de saber se constituye un discursoque deviene práctica común y que ubi-ca a un sujeto -el hombre- y a la natu-raleza como su opuesto y como objetoprincipal de conocimiento. Según estodebemos abordar, en primera instancia,la concepción de la naturaleza en el Re-nacimiento ya que dicha concepciónestá ligada a la invención de la pers-pectiva,

1 invención que opera como

condición de posibilidad para la forma-ción de las diferentes miradas hacia lanaturaleza que vamos a estudiar. Sinesa invención, entonces, no sería posi-ble entender la formación de ciertos ob-jetos de discurso, el icono botánico y elpaisaje, los cuales son los mediadores

1 Ver: Régis Debray, Vida y muerte de la imagen.

Historia de la mirada en Occidente, Barcelona,Paidós, 1994, pp. 161-169.

2 Cfr. Michel Foucault, Las palabras y las cosas,

México, Siglo XXI, 1998, pp. 26-52.

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renacentista ya no es más una fuerzaoculta sino que deviene accesible a larazón humana. Ella existe gracias a unconjunto de leyes que Dios ha estable-cido en el mundo físico. Pero la exis-tencia de Dios no cierra el mundo sinoque ahora garantiza la inteligibilidad dela naturaleza. Dios es un relojero. Des-cartes, en el Discurso del método(1637), sustituye el cosmos finito deAristóteles por el espacio infinito y ho-mogéneo de la geometría. En este nue-vo universo los cuerpos se mueven se-gún un impulso interno ya que todos losmovimientos de la materia proceden deun primer impulso y se ordenan luegomecánicamente. Las explicacionesmecanicistas hacen visibles las leyesgenerales, es decir, universales que ri-gen el funcionamiento de la naturale-za. Dios es relojero de una sola y únicanaturaleza. La ciencia de la Época Clá-sica toma la forma de un discurso uni-versal, que constituye sus objetos desaber dentro de una unidad extensa,horizontal y homogénea llamada natu-raleza. Con Galileo, la matematizaciónde los procedimientos de explicacióntambién estará sometida a la prueba dela universalidad. Y, aunque Newton ensu Principia Matemática (1683) anun-ciara que las leyes de la física son le-yes que pertenecen a un discurso, elde la física, y no a la naturaleza, serásólo después de la Crítica de la razónpura de Kant (1781) que comenzare-mos a considerar los conocimientos ysus logros, como construcciones huma-nas y no como elementos develados yderivados de una naturaleza que lespreexiste. El espacio de saber que abre

Kant con su crítica destituye los aprioris-tiempo-espacio-naturaleza-, en bene-ficio de la producción de condicionesde conocimiento específicas segúncada momento histórico. Lahistorización de las condiciones de sa-ber permite mostrar a la Modernidad yen particular a la Ilustración como unaépoca de madurez, abierta a la críticade lo que antes de ella se tenía por ver-dades incuestionables.

3 (Kant, 1985).

Esta nueva Modernidad ya no se opo-ne al mundo cíclico del Medioevo sinoal universo plano de las totalizacionesdel saber de la Época Clásica. No setrata ahora de hacer corresponder elsaber con la naturaleza y así con él or-denar el mundo, darle un lugar al hom-bre y a las cosas, sino de reconocer yacentuar las diferencias. Filologías com-paradas, anatomías, morfologías, pato-logías basadas en la comparación deelementos distintos, y geografía de lasplantas se constituirán como saberes dela diferencia basada en la comparación.

Ahora bien, en lo concerniente aesta visualización de las condiciones deposibilidad del discurso ecológico, insis-timos en que ellas tienen que ver en-tonces de una manera discontinua conla invención de esa mirada hacia la na-turaleza como un afuera compuesto quese produce con la utilización de la pers-pectiva en los cuadros de José GarcíaHidalgo, de Jean de Vries, de

3 Emmanuel Kant, “Qu’est-ce que les Lumières?”,

en: Oeuvres Philosophiques, t. II, traducción deHeinz Wisman, Paris, Gallimard, 1985.

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Brunelleschi y de Piero dellaFrancesca.

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La revolución provocada por la pers-pectiva en el arte abre el camino a laobservación de la naturaleza comoaquello que se opone al sujeto que lamira. Esto sucede cuando se pasa dela representación de lo religioso eniconos que mostraban a la Virgen o alos santos apóstoles en un único primerplano, a la composición pictórica demomentos históricos del cristianismocomo la natividad o la crucifixión; mo-mentos que involucran el uso de la pers-pectiva en la invención de distintos lu-gares en el plano, para ubicar a los per-sonajes.

5 También emerge como acon-

tecimiento esta trasformación según lacual comenzamos a mirar hacia la na-turaleza, cuando aparecen en los pun-tos de fuga paisajes lejanos como telónde fondo de las escenas religiosas. Así,se inventan esas condiciones que ha-cen posible la mirada hacia la naturale-za a través de la perspectiva.

6 La pers-

pectiva hará posible diferenciar la po-sición de los objetos, es decir, propon-drá una jerarquización de los objetos enel espacio. Se racionaliza así la repre-sentación del espacio produciendo efec-tos visuales convincentes que se tra-ducirán en imágenes.

7 El paisaje apa-

rece en esas imágenes que son el nue-

vo espacio visual de la representación.Los objetos aparecen ordenados segúnel orden de la perspectiva, la cual seconvierte en una máquina de ver lo re-presentado. Las imágenes sustituyen alos objetos verdaderos. La verdad delobjeto no aparece en la inmediatez desu presencia sino en la forma como lorepresentamos en imágenes distintas.Entre el sujeto y el objeto, la verdad seproduce en la representación que elprimero se hace del segundo. La re-presentación hace posible la permanen-cia de los objetos representados, hacevisible lo hasta entonces invisible y esallí donde la reproducción precede aloriginal.

La naturaleza aparece así en losmundos alegóricos de las imágenes re-presentadas. Se muestra a través de lainvención de la perspectiva que permi-te la construcción de la mirada y legiti-ma el sentido normativo de la repre-sentación. Codificación de la mirada enlas parcelas de la representación, cuyaemergencia fulgurante en los siglosXVII y XVIII inundará el mundo deimágenes botánicas.

8 La planta se ex-

trae de la tierra, se clasifica y se guar-da en los gabinetes de historia natural.El icono que la representa se exhibecomo imagen de verdad. La planta na-tural está en el icono que la reproduce“tal como es en la naturaleza”. La plan-

4 Ver: Javier Navarro de Zuvillaga, Imágenes de

la perspectiva, España, Ediciones Siruela, S.A.1996, 544 p.5 Régis Debray, Op. cit.

6 Ibíd.

7 Javier Navarro de Zuvillaga, Op. cit.

8 Cfr. Yves Laissus, “Les voyageurs naturalistes

du jardin du roi et du Muséum d’histoire naturelle:essai de portrait-robot”, en: Revue d’Histoire desSciences (3-4), XXXIV, Paris, PUF, 1981, pp.259-317.

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ta recolectada yace mustia en el her-bario que guarda en su inventario laprueba oculta de que existió.Estetización icónica de unas plantas queaparecen en unas imágenes nítidas quebuscan decirlo todo: hacer correspon-der saber y naturaleza mediante la lim-pidez de la representación. Pero, real-mente, la composición del cuadro esuna elaboración pictórica que muestrauna planta donde muchas veces se exa-geran sus formas a fin de hacer visibleclaramente los pétalos, el pistilo, losestambres, los sépalos, el tallo, las flo-res, etc... Emergen entonces objetos delsaber para la botánica en esta epistemede la representación: los iconos botáni-cos, los herbarios, los gabinetes de his-toria natural y los jardines botánicos.En el icono botánico se organiza lo vi-sible y se produce la imagen represen-tada de la planta como instrumento desaber fundamental para el conocimien-to de la naturaleza en la Época Clási-ca. Esta representación icónica surgecomo espejo del mundo y busca confi-gurar una relación transparente entrelo visible y lo enunciable. Se muestratodo lo que se puede ver y se produceun discurso clasificatorio “fiel” a todolo que está en la imagen. Estas mane-ras de decir y de ver y sus condicionestan “exactas” de verosimilitud comen-zarán a darle un estatuto de validezsuperior a la verdad científica en laÉpoca Clásica y sobre todo en la Mo-dernidad. Aparentemente la cienciahabla de lo verdadero que es lo queevidentemente existe porque se ve.Este espacio de la naturaleza represen-tada es el lugar donde se fabrican las

formas de legitimación de lo visible yde lo enunciable de esa gran formacióndiscursiva que es la historia natural.Estos iconos botánicos son verdaderasmáquinas de ver, desde donde se pue-de observar una gran discontinuidadentre la naturaleza implícita del mundopreclásico y las formas de la exteriori-zación de esas plantas, más reales encuanto mejor representadas. Lo queexiste para el saber clásico de la natu-raleza es la verdad de la representa-ción y la eficacia de la mirada. Aquíexiste la naturaleza como pretexto delas imágenes que permite elaborar, pro-duciendo una autonomía de la repre-sentación.

Esta mirada naturalista hacia iconosy paisajes en los espacios de la repre-sentación es también un acontecimien-to cultural que afecta las subjetivida-des colectivas. Nuevas maneras de very nuevas formas de decir se configu-ran en el espacio de la representación.En este sentido, los vegetales no sonsólo elementos de una naturaleza natu-ral sino más bien objetos de saber yartificios fabricadores de nuevas sub-jetividades. No sólo la historia natural,sino también las distintas ramas de labiología y la ecología misma produci-rán y serán producidas por las trans-formaciones de estas formas de ver yde enunciar. La historia de la miradase inscribe en la historia de unas prác-ticas discursivas que permite compren-der cómo comienzan a funcionar losdispositivos de producción de saber enlas ciencias. La eficacia histórica de larepresentación tiene que ver entonces

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con nuestra tendencia a oponer las ver-dades de las ciencias a los artificios delarte; el original a la copia en serie; larealidad a la ficción. Aquí optamos pordescomponer el funcionamiento deesas oposiciones en beneficio del estu-dio arqueológico de unas prácticasdiscursivas, constitutivas de lo verosí-mil, con el fin de hacer ver la represen-tación de la naturaleza como un artifi-cio en relación con otros artificios ycomo un dispositivo del saber clásico.Buscamos el punto de articulación enel cual el artificio icono botánico se unecon la naturaleza que suplanta y tomasu lugar. Trabajo éste que analiza laproducción histórica de imágenes-na-turaleza.

De acuerdo a lo expuesto hasta aquí,la operación que asegura el transportede una planta a su imagen es una ope-ración discursiva. Así, en lo que con-cierne a la vegetación, la botánica delos siglos XVII y XVIII ofrece su es-tructura de saber a la elaboración deuna articulación específica entre ima-gen y realidad, todo ello en relación conotro acontecimiento fundador: la pers-pectiva. Esta funda y legítima la formaimagen-planta y asegura el transportede lo artificial -la representación de losobjetos naturales en un plano- sobre lonatural -la manera como vemos todoobjeto en el espacio-naturaleza. Laperspectiva le da forma a la realidad yelabora una imagen que tomaremos porreal construyendo un hábito perceptual.La perspectiva hace implícita la per-cepción en perspectiva y hace visibleel hecho de que no podemos ver el ór-

gano que nos sirve para ver ni el filtroa través del cual vemos. De la mismamanera que no nos podemos colocarpor fuera del lenguaje para hablar deél, ya no nos podemos colocar por fue-ra de la perspectiva para percibir lasplantas. Es esta perspectiva, invenciónhistórica fechada, la que hace posiblela fundación, primero de la iconografíabotánica (siglos XVII y XVIII) y luegodel paisaje (siglos XIX y XX) comoobjetos de saber e instaura un ordencultural (sentido y norma), en el cualse aloja imperativamente la percepción.

De otra parte, todo un proceso deadaptación de lo percibido como plantay también como paisaje en perspectivaha sido posible gracias a un reajustepermanente producido por medio de lasprácticas discursivas y los saberes quelos han tenido como objetos de estudio.Es decir, hemos ido transformando laapariencia y no la realidad. Hemos idoajustando los hechos a la formación deciertos saberes -botánica, taxonomía,biología vegetal, geografía de las plan-tas, ecología. Esa percepción implícitafunciona entonces en la producción deunas formas de visibilidad y de enun-ciación que no nos permiten ser cons-cientes cuando utilizamos esos artificiospara percibir, admirar o disfrutar de unicono botánico o de un paisaje. Cree-mos fundamentalmente hacer simpleuso de nuestros sentidos: la planta tanexactamente dibujada, el cielo tan puro,la vegetación tan verde, el mar tan infi-nito: simple conjugación de formas sim-bólicas y de mínimas transposiciones desentido. El mar deviene una llanura y

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la transparencia hace intensamenteverde el verde del verde. Nuestras pro-pias construcciones paisajísticas, lasreales -nuestros jardines- las de ficción-nuestros sueños-, son posibles por fun-cionamientos distintos del lenguajedentro de prácticas discursivas diver-sas. Las operaciones que nos ayudana reconocer la forma icono y la formapaisaje a través del lenguaje están liga-das a muchas formas de saber. Lasnaturalezas del icono y del paisaje sonentonces tan múltiples como las pro-ducciones de la botánica y de la geo-grafía de paisajes, pero también lospaisajes de la naturaleza y los iconosbotánicos en su diversidad multiplicansus formas de aparición en los saberes.Así, el enunciado planta y el enunciadopaisaje son enunciados culturales quese hacen posibles por formas específi-cas construidas por saberes.

El orden del discurso producido porestos saberes le da contenido a esa for-ma cultural que hace del icono y delpaisaje naturalezas para los espectado-res que, al admirarlos, creen encontrarsefrente a un espectáculo puro con el cualse comunican sin mediaciones. Ahorabien, la idea de que la planta aislada eniconos y el paisaje producen una emo-ción pura vinculada al ejercicio inme-diato y simple de nuestros sentidos, estáligada no solamente a la manera comohemos opuesto naturaleza a cultura sinoa la confrontación que hemos genera-do a partir de esas dicotomías que yamencionamos. Es decir, generalmentecuando evocamos antítesis pensamosque se trata de un asunto de posiciones

que oponen lo mismo a lo otro, pero noes sólo esto, sino más bien se trata deuna confrontación de sentido donde losfuncionamientos del saber y las lógicasde sentido producidas, actúan comomáquinas de ver que orientan la mira-da y producen sentidos normativos conel fin de destruir y deslegitimar el sen-tido de lo que se les opone. Ni el iconobotánico ni el paisaje son la naturalezasino más bien su fábrica, en tanto queobedecen a unas leyes de producciónde conceptos, de enunciados y de ob-jetos discursivos. Es decir, las repre-sentaciones de la naturaleza no perte-necen a la expresión única de datossensoriales y de formas sino que sonelaboradas y han sido legitimadas ensu forma a través del funcionamientode las prácticas discursivas. Por esto,el estudio de la formación discursiva“historia natural”, como lo hacemosfuncionar aquí, busca hacer visible lamanera como la imagen-icono-planta seha constituido en relación con las ope-raciones de formación de conceptos quehan servido para la constitución de esafábrica de naturalezas.

Ahora bien, la perfección natural delicono-planta le ha dado a la naturalezauna transparencia natural que la ha sa-cado de la historia. Cuando la natura-leza sale intacta de esa aventura histó-rica en la que la cultura juega un roldestructor, entonces la perfección delicono y del paisaje nos ofrece el resul-tado de la victoria de la naturaleza enel combate contra la destrucción gene-rada por la manipulación humana. Enapariencia, la cultura es lo contamina-

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do y lo que generalmente falla; el pai-saje y la planta, por el contrario, nosinvitan a recogernos en la transparen-cia de la naturaleza para sentirnos no-sotros mismos transparentes. Si admi-tiésemos estos criterios como resulta-dos de validez absolutamente legítimay no como resultados de una confron-tación histórica, no podríamos analizarla forma de constitución de esos obje-tos de saber -la planta y el paisaje.

Teniendo en cuenta lo expuesto has-ta ahora podemos decir que es el ca-rácter implícito según el cual la inven-ción de la perspectiva ya no es sólo in-vención de un marco de percepción conrespecto a disposiciones objetuales sinotambién determinismo en relación conla mirada, lo que hace que la planta y elpaisaje tengan una forma implícita quelos relaciona siempre con la perfección.Ni el icono botánico ni el paisaje tienencómo ni por qué, puesto que siempreestán allí, en la cosa natural y son obraperfecta que se presenta como natura-leza. Paisaje y planta son perfectos jus-tamente porque son naturales y la per-fección es lograda precisamente por-que creemos que no existe ningunamediación entre la naturaleza y la for-ma que le dio sentido como naturaleza.Estos dos instrumentos epistémicosborran su trabajo de elaboración y defabricación cultural, borran también lasmediaciones sensoriales, borran losconceptos y de esta manera planta ypaisaje como naturaleza, siendo unaforma de la exterioridad, se conviertenen pura interioridad o más bien en unainterioridad (la nuestra) que busca su

forma pura de comunicación con lanaturaleza. Tenemos el sentimiento ín-timo de perfección cuando nuestra na-turaleza íntima se relaciona con la na-turaleza verdadera. Doble garantía: yaque garantizan ambos lo natural -lo in-mediato, lo espontáneo, lo puro, lo prís-tino- de nuestra naturaleza interior. Estadoble garantía es la referencia que ne-cesitamos para realizar una comunica-ción perfecta que se da de lo mismo alo mismo, de nuestro espíritu naturalhacia el espíritu natural de la represen-tación botánica y paisajística, es decir,son ellos los que nos dan la clave delacuerdo armónico que establecemoscon la naturaleza. Sabemos de la vi-gencia de todo esto en nuestra actualépoca de la Nueva Era y de losecologismos. La búsqueda de una ar-monía, de un equilibrio -conceptos quetienen un proceso de formación histó-rica problemático que estudiaremosmás adelante- en relación con la natu-raleza, que hagan posible el surgimien-to de una energía pura y de una comu-nicación pura entre los seres humanosy de ellos en relación con los animalesy las cosas, está al orden del día. Tam-bién lo está, el re-encantamiento delmundo y de sí mismo a través de lapotenciación sensorial que se recoge deuna naturaleza no contaminada. Lasideas proteccionistas con respecto a lospaisajes que guían los ecologismos, do-minan. Esta nueva alianza con la natu-raleza rechaza el imperio técnico y tec-nológico como productor de un desor-den único. Promueve el encuentro conuna interioridad que atrapa el sentidoprofundo de los seres y de las cosas.

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Intensifica esa interioridad humana co-locando en ella toda forma de exterio-ridad cósmica y natural.

Ese sentimiento de perfección en lacomunicación que se produce cuandonos sentimos paisaje, nos enceguececon respecto a la presencia del paisajecomo artificio, y por esto el paisaje hatomado el lugar de la naturaleza y lapercepción sensible ha sustituido el con-cepto y el objeto por la inmediatez deuna interioridad natural.

En síntesis, interesaba hacer énfa-sis en que todo trabajo sobre la natura-leza pertenece al universo de lodiscursivo, es decir, a la historia de lossaberes que se ocupan de ella, a lasconfrontaciones entre las distintas teo-rías, a las discontinuidades creadas pornuevas formas de comprensión del vi-viente. Todo este dispositivo que, porahora, tiene que ver con las primerascondiciones de posibilidad del discursoecológico, y que muestra a la naturale-za como una fabricación en relacióncon el arte, con múltiples saberes -his-toria natural, taxonomía, iconografíabotánica, geografía botánica, etc.-, ycon la historia de la mirada, intentamostrar al espacio natural como un pro-blema histórico discontinuo y no comoun espacio fijo que puede aparecer através de la espontaneidad de la mira-da y que se puede proteger contandocon las buenas intenciones de algunossujetos.

1.2 Otros problemashistóricos en la formación de

la Ecología

En términos de condiciones de po-sibilidad de la ecología lo que nos inte-resa resaltar aquí son aquellas posicio-nes de sujeto propias del funcionamientode las prácticas discursivas que desdela Época Clásica hasta la Modernidadse relacionan de manera problemáticay discontinua con los conceptos másimportantes de la ecología. Para lograresto utilizaremos la actualidad de laexistencia de un concepto como el deecosistema, que permite integrar el dis-curso ecológico contemporáneo. Par-timos de esa concepción que deriva delfuncionamiento del conceptoecosistema y que prima en el discursoecológico, según la cual el viviente nose entiende aislado sino a través del sis-tema de relaciones que lo hace posibley que él hace posible. Ahora bien, eldebate acerca de la comprensión delviviente como un elemento aislado ointegrado a otros vivientes que convi-ven y compiten con él, pertenece tantoa la Época Clásica como a la Moderni-dad. Lo importante en este momentoes mostrar que los dominios de objetosy de conceptos asociados a este deba-te son muy distintos según se trate dela historia natural o de la ecología. Nointeresa entonces trazar una línea decontinuidad con respecto a dicho de-bate sino mostrar sus comienzos, quese hacen más relevantes mientras mássea posible considerarlos en su diferen-cia específica. Dicho debate está pre-sente entonces desde Linneo, en sus

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conceptos de economía natural y deequilibrio de la naturaleza; enBernardin de Saint-Pierre, en su con-cepto de armonía de la naturaleza;en la demostración que realiza Alejan-dro de Humboldt del funcionamiento dela geografía de las plantas; en AugustinPyramus de Candolle, cuando hace unaexplicación florística de los problemasde distribución geográfica de las plan-tas; y obviamente en Darwin, cuandoen la teoría de la evolución modifica demanera definitiva las formas de com-prensión que hasta entonces se teníandel viviente, involucrándolo en la histo-ria discontinua de la vida y rompiendocon el fijismo de casi todas las consi-deraciones anteriores. Tal como lo hademostrado Jean-Marc Drouin en suconferencia “La biodiversité: unenouvelle version d’un débat ancien?”,

9

el concepto de economía de la natura-leza proponía una teoría global del equi-librio de la naturaleza. Según Linneo enLa economía de la naturaleza (1749),la proporción producida por las manoscreadoras entre herbívoros, carnívoros,pájaros, peces e insectos, hace posiblela existencia permanente de la natura-leza. El soberano creador dispuso a losseres naturales para fines comunes ycon funciones recíprocas; tal disposi-ción se traduce en la composición demúltiples acoplamientos que producenuna naturaleza perfecta. Las partes dela naturaleza componen un todo hacia

el cual tienden. La función del hombreconsiste en mantener un cierto equili-brio entre los diferentes componentesde la naturaleza. Estos conceptos deeconomía, equilibrio y también el degobierno de la naturaleza son produci-dos por el mismo sujeto que logra -conla publicación del Systema Naturae (13ediciones de 1735 a 1778), de la Filo-sofía botánica (1751) y de las SpeciesPlantarum (1753)- producir el sistemade ordenamiento del mundo natural quedominó la clasificación botánica durantelargo tiempo. Es decir, Linneo conside-ra fundamental para conocer al vivien-te aislarlo en la cuadrícula taxonómicay comprenderlo integrado a la natura-leza mediante esos conceptos de eco-nomía natural y de equilibrio de lanaturaleza. Dos posiciones aparente-mente opuestas, pero que formaránparte integrante del debate naturalistahasta nuestros días. En Linneo esosacoplamientos perfectos de los vivien-tes son obra del Dios Creador. El natu-ralista sueco provee en sus trabajos dostipos de herramientas epistémicas: laclasificación de los seres vivos paraentender minuciosamente la perfecciónde los procesos de integración y la ex-plicación global de la congruencia divi-na del mundo natural. La clasificaciónlinneana consiste en un sistema de cla-sificación jerárquica y de nomenclatu-ra binomial, que presupone que todaslas especies y todos los géneros son fi-jos e inmutables. Todo género naturalha sido creado como tal desde su ori-gen y obedece al plan morfológico detoda la creación. La composición y ladelimitación de los géneros no puede

9 Jean-Marc Drouin, Coloquio “Le concept de

biodiversité: perspectivas disciplinaires et pratiquescommunes”, Universidad de McGill, Montreal, 14-16 de mayo de 1996.

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generar ninguna incertidumbre: se rea-liza de acuerdo a las semejanzasgeométricamente visibles en la fructi-ficación. Se trata de separar de los gé-neros las especies que no encajen enesos parámetros de identidad y ubicar-las en otro género donde se acomodena las exigencias de la similitudmorfológica. La gran distinción linneanaque fundamenta todo su sistema de cla-sificación se produce en la diferencia-ción de los géneros. La clasificaciónsistemática de la botánica linneana seconstituirá en un modelo fuerte para elconocimiento de todos los seres vivos.A pesar de las oposiciones de Buffon,para quien la diversidad de la naturale-za no se podía encerrar en los límitesde la cuadrícula taxonómica, el éxito delSistema Naturae tiene aún resonanciasen la actualidad de los sistemascladísticos de clasificación. Sin contarcon estudios filogenéticos, las figurasde la formas que aparecen en ese or-denamiento morfológico del siglo XVIIItodavía dialogan de manera problemá-tica con las de la actualidad.

Con todo, el éxito del sistema de cla-sificación propuesto por Linneo va delo particular a lo universal e involucralos principios generales de una econo-mía de la naturaleza. El orden natu-ral está dado para Linneo en funciónde tres factores: la propagación de lasespecies (extensión universal de la na-turaleza), su distribución geográfica (enrelación con su localización, es decir,como dato importante de la clasifica-ción y no como problema), y su con-servación en jardines botánicos, en ga-

binetes de historia natural y en la ico-nografía botánica.

Bernardin de Saint Pierre en susÉtudes de la Nature (1784) utiliza elconcepto de armonía de la naturale-za con el fin de mostrar que el verda-dero objetivo del estudio naturalistadebería consistir en captar las visionesde conjunto del funcionamiento de lanaturaleza. A Saint Pierre no le intere-sa la minucia de la taxonomía botánicani la considera un elemento previo ynecesario para todo análisis global.Desprecia esa práctica considerándo-la como obstáculo al conocimiento ver-dadero de los encadenamientos nece-sarios y globales de los vivientes. Asícomo en su Paul et Virginie es la inten-sidad total del paisaje tropical de L’Île-de-France -hoy Isla Mauricio- la queproporciona el marco necesario para laintensificación amorosa de los jóvenesamantes; en sus estudios de la naturale-za lo que interesa a Saint Pierre es elconjunto, la percepción total del paisaje.Quizá sea por esto que la construccióndel concepto geografía de las plantas enSaint Pierre no corresponde a una dis-continuidad como la que produciráHumboldt, ya que los elementos botáni-cos de la clasificación serán indispen-sables a todo análisis fitogeográfico.

Ahora bien, Alejandro de Humboldtcon su viaje a la América equinoccial“tropicaliza” el conocimiento de los vi-vientes. Sin embargo, aquí es pertinen-te hacer una aclaración en relación conel concepto de tropicalización: la desig-nación geográfica más utilizada en el

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siglo XVIII y en gran parte del XIXpara referirse a los trópicos toma comoeje la línea ecuatorial. Se habla enton-ces de viajes del ecuador hacia tal lu-gar o cerca de la zona ecuatorial. Tam-bién se utiliza el concepto de equinoc-cio. Si bien es escasa la aparición de lapalabra tropical, lo que se va atribuyen-do en las investigaciones naturalistas alas regiones ecuatoriales, participará enla formación del sentido del conceptode trópico a finales del siglo XIX, cuan-do sean publicados libros como el deJean Constantin, La nature tropicale(1899), que definen ampliamente elconcepto de trópico en relación con laespecificidad del clima, de la vegeta-ción y de los parásitos. Es decir, todoun trabajo de elaboración comienza enestos viajes de Humboldt antes de quese aclare el concepto. En historia delas ciencias es importante analizar losprocesos de formación de los concep-tos -teniendo en cuenta que no se tratade anticipar su funcionamiento eficazdentro de una formación discursiva sino,más bien, de tener en cuenta sus diver-sas procedencias-, y no sólo prestaratención a la circulación muda de lasdesignaciones. Algunas veces puedeaparecer la palabra sin que se formeverdaderamente el concepto, este esjustamente el caso de la historia de laecología y, en otras, varias designacio-nes logran concretarse paulatinamenteen un concepto que las acoge y aclaralas ambigüedades que generaba la pro-cedencia y el uso de múltiples designa-ciones, y este es el caso del conceptode trópico.

Después de realizada esta cortaexplicación, podemos continuar con elestudio de la formación de una geogra-fía de las plantas, que en el caso quetratamos ahora utiliza las regiones ecua-toriales para darle sentido a la elucida-ción de los problemas que considerabaclaves en el conocimiento del viviente.Es así como Humboldt hace de la mon-taña tropical un paradigma para el co-nocimiento fitogeográfico de la natura-leza, ya que lo que ella reproduce enaltitud, en términos de variaciónpaisajística, sucede en todas las latitu-des a diferente escala. Según la latitud,las zonas climáticas van del ecuador alos polos: el bosque tropical o ecuato-rial, la sabana, el desierto, la estepa, elbosque temperado de hojas caducas, elbosque de coníferas y la tundra. Segúnla altitud, la sucesión en altura conllevauna sucesión de tipos de vegetación enforma de bandas que rodean las mon-tañas y que sufren variaciones a cadanueva delimitación de altitud, reprodu-ciendo por pisos todos los diferentes ti-pos de vegetación que se pueden en-contrar bajo todas las latitudes. La alti-tud condiciona la distribución del caloren la superficie de la tierra, ya que elrelieve de su superficie se ha erigidoen mesetas que se reparten en variospisos y se encuentra salpicada de mon-tañas que forman cadenas más o me-nos largas dominando las cimas esca-lonadas aún más elevadas. La tempe-ratura en las montañas disminuye amedida que se asciende. Un volcán muyalto situado sobre la línea ecuatorial estácubierto en su cima de nieve perpetua.Así, el Chimborazo en la Cordillera de

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los Andes representa, en un espaciobien delimitado a causa de la disminu-ción de la temperatura, todos los cam-bios que se constatarían a lo largo deuna sucesión más lenta que iría desdeel ecuador a los polos. El naturalistaprusiano compara los dos hemisferiosde nuestro globo con dos enormes mon-tañas que se juntan y se confunden ensu base.

Las montañas tropicales, a causa desu disposición en altitud, poseen domi-nios florísticos diferentes, puesto quese escalonan según límites altimétricosy climáticos que designan tipos de ve-getación bien diferenciados entre ellos.Estas montañas se elevan generalmen-te por encima de las llanuras domina-das por el bosque ecuatorial, por losbosques tropicales de tipos diferentesy por las sabanas. Algunas especiesnacidas en estas regiones, en ciertascondiciones, ocupan las inclinacionesmás bajas. Son con frecuencia los bos-ques de coníferas los que trepan, comopor ejemplo los de Podocarpus, conlos pinos y los abetos: Pinusmontezumae y Abies religiosa de2.000 a 3.500 metros de altitud bajo eltrópico americano. Los Pinushartwegii y Juniperus tetragona su-ben hasta 3.500 y 4.000 metros.

Los bosques que pueblan las monta-ñas tropicales están entonces compues-tos de coníferas tipo Abies, Picea,Pinus, Cedrus, Podocarpus yJuniperus procera. Encontramos tam-bién helechos arborescentes, que alcan-zan y pasan los 2.000 metros de altitud.

Además de los bosques, se obser-van las landas y los terrenos degramináceas que sobre las montañasamericanas forman las característicasde los páramos con especies del géne-ro Calamagrostis, Festuca, Aira,Sporobolus ; Composáceas del géne-ro Espeletia y Culcitium, Ombelíferas,Leguminosas y Crucíferas variadas.

La situación de la cadena montaño-sa de los Andes es muy singular, pues-to que está en contacto con el bosquetropical y el Gran Chaco, en donde seencuentran árboles de balso, de made-ra de rosa, de palisandro y otras esen-cias preciosas. Naturalmente, la exten-sión de los Andes en el sentido norte-sur conlleva una variabilidad importan-te de flora. A un bosque húmedo y fron-doso que llega a los 3.500 o 4.000 me-tros de altitud, sucede un matorral abase de Mírica y de Polilepis conlicópodos, de musgos y de líquenes.Otros lugares están en los Andes sep-tentrionales: los Páramos o losPajonales y su estructura monótona abase de Herbáceas y de pequeños ar-bustos que sobrepasan con frecuencialas alturas de 4.000 metros. Las másgrandes altitudes de los Andes se en-cuentran con frecuencia ocupadas porla puna, o por tierras frías, pastos dellamas o de vicuñas. Está caracteriza-da por los géneros Stipa, Festuca,Culcitium, Pourretia, Polylepis,Lupinus, Azorella y algunascactáceas. Evidentemente, la vegeta-ción escasea con la altitud, hasta con-vertirse en formaciones diseminadasque recuerdan bien sea la de las este-pas de altitud o las de la tundra, con

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zonas descubiertas ocupadas por algu-nos líquenes y algas terrícolas.

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Con el fin de abarcar toda esta di-versidad vegetal presente en una mon-taña tropical, de establecer un modelode sucesión de tipos fisonómicos y decomprender así la distribución de losvegetales sobre la superficie del globosegún la repartición de estos tiposfisonómicos que delimitan las regionesnaturales, Humboldt propone una dis-tribución de las especies vegetales enun corte geográfico dibujado porShomberger. Fue impreso en colores engran formato y representa un corte quepasa por la cima del Chimborazo y vadesde las riberas del mar del Sur hastalas del Brasil. Sobre este mapa se en-cuentra indicada la progresión de lavegetación desde el interior de la tierraen donde habitan las plantascriptógamas hasta la vegetación de lasnieves perpetuas. El nombre de cadaespecie está inscrito a la altura dondedicha especie se encuentra general-mente en la naturaleza según las medi-das determinadas por Humboldt. Ca-torce escalas colocadas a lado y ladodel cuadro hacen referencia a la com-posición química del aire, a su tempe-ratura, al estado higroscópico ycianométrico, a los fenómenos eléctri-cos, a la refracción de la luz solar, a ladisminución de la gravitación terrestre,al cultivo del suelo e incluso a la altura

en la que viven los diferentes animalesde los trópicos.

Este corte de distribución geográfi-ca es uno de los instrumentosepistémicos más importantes para losanálisis que hacen parte de la geogra-fía de las plantas. Se convierte en laherramienta más apropiada para la des-cripción espacial de la distribución delas plantas sobre el globo terrestre. Enla Flora Laponia publicada en 1812,Wahlenberg incluye un corte con ano-taciones botánicas y geográficas -Re-gio Subalpina Betulam albam tantumalens. En su De vegetatione etclimate in Helvetia Septentrionali, de1813, incluye igualmente un mapa dedistribución geográfica que representael corte transversal de una montaña conlos nombres de las especies de plantasque crecen en diversas latitudes.Joachim Schown publicó en 1824 otromapa de distribución geográfica en suPlantegeographisk Atlas que haceparte del Grundtraek til en almindeligPlantegeographie. Candolle dibujó en1855 dos mapas en los cuales estándescritas 32 nuevas especies descubier-tas en Europa. En síntesis, podemos vermediante el corte fitogeográfico unailustración del despliegue de un tipo deanálisis botánico que va más allá de lanomenclatura y de la clasificación. Espertinente insistir en el hecho de queeste corte botánico no constituye el lí-mite donde se detiene la geografía delas plantas. Él ofrece, al contrario, loselementos denotativos de esta geogra-fía como algunos de los puntos de an-claje de una nueva teoría sobre los vi-

10 Ver: Alberto Castrillón, Alejandro de

Humboldt. Del catálogo al paisaje, Medellín,Universidad de Antioquia, 2000, 215 p.

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vientes que estamos describiendo. Sehace visible entonces el juego decomplementariedad y no de oposiciónentre taxonomías y geografías pero te-niendo en cuenta la primacía de la ex-plicación fitogeográfica. Se puede tam-bién notar la diferencia en el uso de larepresentación ya que ahora se privile-gia la mirada de conjunto y no la plantaaislada. El gesto que caracteriza al nue-vo naturalista de comienzos del sigloXIX, ya no es el de sacar la planta dela naturaleza para incluirla en el herba-rio sino -y aquí se hace visible de ma-nera condensada la discontinuidad-, másbien, para volverla a la tierra, deposi-tarla en el suelo junto a sus vecinas afin de que constituyan paisajes. Así,Agustin Pyramus de Candolle, en suGeographie botanique raisonnée(1855), explica la historia del reino ve-getal como la aparición sucesiva de di-ferentes grupos. Entiende el estudio dela distribución geográfica en función dela comprensión de las formas de repar-tición en regiones botánicas de lasespecies vegetales. Coincidiendo conHumboldt en la utilización de informesde tipo climático para el estudiofitogeográfico, hace también énfasis enexplicaciones de tipo florístico. Es de-cir, busca una cierta paridad entre ex-plicación florística y comprensión ge-neral del funcionamiento de las asocia-ciones vegetales.

11

Hasta aquí las diferencias que nosha parecido pertinente resaltar entre lasdiferentes posiciones de sujeto queemergen de la historia natural y otrasque surgen de la fitogeografía. Las pri-meras se inscriben todas en el univer-so fijo e inmutable de la creación divi-na y están en relación con el funciona-miento de la teología natural; las segun-das, si bien están inscritas aún en unaexplicación deísta y creacionista deluniverso, reconocen unas diferenciastan problemáticas en las formacionesterrestres -en lo que concierne a la ve-getación, a los climas e inclusive a lascostumbres humanas-, que comienzana dudar no de la presencia de un crea-dor pero si de la inmutabilidad de sucreación.

De otra parte, si bien sabemos yaque en el siglo XVIII el concepto deevolución hacía referencia a los proce-sos de crecimiento del óvulo fecunda-do hasta el adulto y que por lo tanto seinscribía en un contexto completamen-te fijista y creacionista de la especie, elsentido de la evolución comotrasformación de las especies en eltranscurso de los tiempos geológicos,producto de las investigaciones deCharles Darwin, modificará de mane-ra radical la compresión que hasta en-tonces se tenía de los seres vivos. An-tes de Darwin se buscaba sobre todoentender la generación, es decir, lasimilitud entre individuos de una mismaespecie. Después de Darwin el proble-ma pasó a ser el de la transmisión delas variaciones individuales y el dela explicación de la producción de esas

11 Ver: Drouin, Réinventer la Nature, Paris,

Desclée de Brouwer, 1991, 207 p.

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variaciones. La acumulación de esasvariaciones tenía que explicar la for-mación progresiva de las especies.Para Darwin no existe diferencia en-tre la herencia y el desarrollo. Un ca-rácter no es algo creado y fijo sino quees una disposición concreta de materiay movimientos; explicar su transmisiónsupone explicar cómo ese caráctervuelve a aparecer en la descendencia.Así, Darwin refutó por completo la teo-logía natural y explicó los procesos evo-lutivos con los conceptos de adaptación,lucha por la existencia, competencia,selección natural. La evolución de lasespecies es un proceso histórico gene-ral e irreversible. Toda especie animalcambia con el tiempo gracias a la se-lección natural ejercida desde el medioambiente, y el cambio, de cuando encuando, desemboca en la bifurcaciónde una especie en dos. Con el transcu-rrir del tiempo las especies se van trans-formando en otras más numerosas yafinadas. La dimensión histórica cum-ple una función heurística en el domi-nio de las ciencias de la naturaleza ydestituye la función antes primordial delas explicaciones fijistas.

Sin embargo, tal como lo ha mos-trado admirablemente Camille Limogesen su libro La sélection naturelle,

12 si

bien el abandono del fijismo y delcreacionismo son consecuencias sobre-salientes del trabajo de Darwin, el con-cepto que hace posible una articulación

tanto con la biología que le precediócomo con la que seguirá con los traba-jos de ecología es el de adaptación. Elconcepto de adaptación y sureformulación tendrán como condiciónde posibilidad la lectura minuciosa queDarwin realiza de la Geografía de lasplantas de Humboldt. Limoges leyócuidadosamente los Cuadernos de via-je del Beagle y refutó el rol decisivoatribuido a Malthus y al problema de lapoblación y los recursos, en el pasajeheurístico de la selección artificial a laselección natural. La reelaboración detoda la teoría de la selección naturaltendrá que ver con la definición delconcepto de adaptación en relación conlas explicaciones biogeográficas. Ladistribución geográfica afectará la for-mación de las especies nuevas. ParaHumboldt, la geografía botánica esta-blece descriptivamente la distribuciónde los vegetales, y ya hemos visto larelación que tiene esta distribución confenómenos de temperatura, de clima yde suelo. Darwin considerará el pro-blema de la distribución de los vivien-tes teniendo en cuenta estos aspectosbiogeográficos, pero introduciendo lanoción de tiempo geológico. Así, pro-blemas que eran insolubles desde elpunto de vista de la geografía zoológi-ca o botánica, serán comprendidos através de la selección natural. Darwinconecta entonces biogeografía y trans-formación de las especies y reelaborael concepto de adaptación, no en fun-ción de una explicación transformistasino geográfico-temporal. Por esto he-mos hecho todo este recorrido que vie-ne del concepto de economía de la na-

12 Ver: Camille Limoges, La Selection Naturelle,

Paris, PUF, 1970, 181 p.

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turaleza y de equilibrio natural, pasan-do por el de armonía de la naturaleza,para luego hacer visible esta relaciónentre algunos conceptos de labiogeografía y la reelaboración del con-cepto de adaptación en relación con laselección natural. Este privilegio deltiempo, del espacio biogeográfico y delconcepto de adaptación serán definiti-vos para precisar las relaciones de losdiferentes nichos ecológicos y de to-dos los funcionamientos de los vivien-tes que estudiará la ecología.

2. Conceptos problemáticosde la ecología

En el siglo XIX, se producen enton-ces tres grandes discontinuidades enrelación con el conocimiento de los se-res vivos:

1. La aceleración en el control delespacio del planeta dada por los proce-sos de colonización que hacen posibleexpediciones científicas de viajeroscomo Humboldt y Candolle, que reve-lan el conocimiento de la distribucióngeográfica de las especies vivas.

2. El cambio en la concepción deltiempo entendido ya como parámetrodecisivo y creador de la regulación delas poblaciones y de la dinámica de suevolución.

3. La reorganización de las relacio-nes entre la física y la química, con lasciencias de los seres vivos. La “quími-ca de lo vivo” de Lavoisier y dePasteur, hizo posible la aparición de losciclos biogeoquímicos de Wladimir

Vernadsky en La Biosphère (1929),13

elemento fundamental de la ecologíacontemporánea, que hace visible la ten-sión creada entre los objetivos prácti-cos y los interrogantes fundamentalesde los cuales nació la ecología.

Veamos entonces los pormenores deesta historia de la ecología, para asípodernos relacionar con sus conceptos.En 1842, Mayer enuncia el principio deconvertibilidad de las diversas formasde energía y lo aplica al procesovegetativo: “los principios de la termo-dinámica del equilibrio, definitivamenteestablecidos a mitades del siglo XIX,proporcionan ahora los medios paraevaluar los flujos de energía de los se-res vivos, vegetales y animales”.

14

Ahora bien, el término ecología fueinventado por Ernst Haeckel en 1866,a partir de dos palabras griegas oikos(casa) y logos (discurso). ParaHaeckel, la ecología es la rama de labiología que estudia las relaciones delos seres vivos entre ellos y con el me-dio físico en el cual evolucionan. Des-de su nacimiento la ecología estudia laarticulación de la relación medio exte-rior-organismo-lucha por la existencia.A finales del siglo XIX, el concepto deenergía intervendrá en beneficio de laorientación de los estudios ecológicoshacia la utilización, el gasto, latrasformación de la energía a partir de

13 Wladimir Vernadsky, La Biosphère, Paris, Félix

Alcan, 1929.14

Ver: Jean-Paul Deléage, Historia de la Ecología,Barcelona, Icaria, 1993, p. 61.

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y en los procesos de alimentación.Patrick Geddes en An Analysis of thePrinciples of Economics (1885), in-troduce la energía como una dimensiónprincipal del proceso económico.

Si bien los estudios ecológicos ten-drán que recibir otros conceptos comolos de biocenosis -comunidad de orga-nismos vivos-, que describe el nivel deintegración de seres vivos que tienensu propia forma de interacción;biosfera, que hace referencia a la rela-ción tierra-atmósfera; medio climático,medio edáfico y medio biológico; seráen 1935, cuando Arthur Tansley inven-tará el concepto de ecosistema, que laimportancia de la energía en relacióncon el funcionamiento de las cadenasy las redes alimenticias permitirá elcomienzo de una coherenciainterpretativa de las relaciones entre losorganismos vivos y sus medios. Otrosconceptos utilizados por Lindeman ensus estudios limnológicos como los denicho, pirámides, bioma, biotopo, hábitat,balance energético, transferencia deenergía, ciclo trófico, oligotrofismo yeutrofismo, orientarán definitivamentelos estudios ecológicos hacia el análisisde los intercambios de energía y per-mitirán definir al ecosistema como launidad por excelencia de los intercam-bios de energía en la naturaleza.

En este corto recorrido, que hacevisible la importancia del estudio de lascadenas alimenticias y de los balancesenergéticos en los estudios ecológicos,la termodinámica juega un rol decisivo.Elucidemos ahora esta relación termo-

dinámica-energía-trofismo, con el fin decomprender cómo el análisis de los sis-temas físicos se imbrica en el de lossistemas químicos, produciendo unanueva forma, inédita hasta entonces, decomprensión del viviente ya que aquíse aloja una gran discontinuidad entregeografías botánicas, selección naturaly ecología. En las primeras, la natura-leza como espacios distintos proporcio-na paisajes ricos en diferencias; en lasegunda, esas diferencias espaciales seexplican en relación con sus procesosde formación discontinua que se pro-ducen a la escala del tiempo geológico;y en la tercera, espacio y tiempo sonvariables que funcionan en beneficio dela comprensión ya no de la variaciónde la forma, ni de las adaptaciones ylas transmisiones hereditarias, sino delos procesos de autoorganización de losorganismos. Así, consideremos enton-ces que cualquier objeto o conjunto deobjetos formado por un cierto númerode partes constituyentes recibe el nom-bre de sistema. En consecuencia, cual-quier cosa que observemos puede serconsiderada como un sistema físico.Los sistemas físicos se transformangracias a los cambios que experimen-tan, ya sean en su posición, forma, di-mensiones o propiedades. La energíacomo capacidad para producir un cam-bio o realizar un trabajo interviene enlos cambios de los sistemas físicos.Puede suceder que el sistema reciba oceda energía o que la energía conteni-da en el sistema cambie de posición ode forma. Es decir, la energía se trans-forma, se trasfiere o se acumula, perono se pierde ni se genera a partir de

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nada, respondiendo de esta manera alos enunciados del principio de conser-vación de la energía.

La irreversibilidad y la espontanei-dad caracterizan los fenómenos detransformación y de transferencia deenergía, generando una especie de or-den jerárquico entre las formas de lamisma. En todos los procesos la canti-dad de energía permanece igual perosu calidad empeora, se degrada. Cuan-do una forma de energía se transformaen otra, la inicial es más valiosa que lafinal, ya que ésta permanece como can-tidad pero empeora como calidad. Du-rante el siglo XIX, con el descubrimientode las leyes del calor -leyes de la ter-modinámica-, se dio el primer paso ha-cia la reunificación del conocimientoantes fragmentado entre la física y laquímica. El nacimiento de la termodi-námica responde a la pregunta por lautilización del calor y busca descubrirbajo qué circunstancias el calor produ-ce energía.

La termodinámica es una parte dela física que se encarga de describir lamanera como las transformaciones delos sistemas se unen con las mutacio-nes y transferencias de energía, calor,trabajo y todas las propiedades relacio-nadas con los sistemas. También pue-de ser definida como el estudio cientí-fico de las interconversiones del calory de las otras formas de energía.

El equilibrio, el tiempo y la entropíason también conceptos fundamentalespara comprender la termodinámica. Sedenomina equilibrio al estado de un sis-

tema en el que no hay cambios obser-vables con respecto al tiempo; éste, esun parámetro en función del cual lasleyes físicas despliegan sus efectos, esla medida del cambio, y la entropía esel fundamento de la termodinámica.Desde sus raíces griegas entropía hacealusión a la transformación, pero contodo rigor la podemos definir como lamedida de la tendencia al desorden; esla medida directa de aleatoriedad o des-orden de un sistema.

Es conveniente también precisarque existen dos clases de sistemas. Lossistemas abiertos que intercambian conel ambiente materia y energía y gene-ran orden espontáneamente, ya queestán en capacidad de arrojar el desor-den al ambiente circundante. Los sis-temas aislados tienden a alcanzar demanera espontánea situaciones deequilibrio caracterizadas por el máxi-mo desorden, ya que las situacionesdesordenadas son las más probables;todo sistema aislado tiende a alcanzaren equilibrio la configuración de máxi-mo desorden.

Todos los sistemas microscópicosevolucionan de manera espontáneahacia el desorden ya que éste esinconmensurablemente más probableque el orden, como consecuencia eltiempo produce desorden. El paso deldesorden al orden no es espontáneo, amenos que algo o alguien intervengadesde el exterior y emplee energía enalcanzarlo. El orden, al igual que laenergía, no se crea, se transfiere de unsistema a otro, o de una parte del siste-

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ma a otra, mientras el desorden colec-tivo aumenta. Decir entonces que eltiempo pasa, equivale a decir que lascosas tienden al desorden, a medida queenvejecen.

Cuando un sistema intercambiaenergía con el ambiente circundantesuele suceder que la configuración queadopte, probablemente sea la más des-ordenada. Como se mencionó antes, lastrasformaciones de sistemas no aisla-dos implican intercambios energéticoscon el ambiente, por lo tanto, es posibleque el sistema genere al finalizar sutransformación una situación de mayororden en su interior, o que por el con-trario, genere una situación de mayororden en alguna parte del ambiente.Ejemplo de esto son los fenómenosnaturales tales como el ciclo de lasaguas. Cuando en un sistema aisladose produce orden, se debe a que el des-orden ha sido depositado en otra parte,pero al considerar en conjunto dichosistema con el ambiente con el cualintercambia energía, se obtiene un sis-tema abierto que por definición tiendeal desorden.

Ahora bien, el objeto de estudio dela ecología son los ecosistemas, enten-didos como subconjuntos del mundo dela naturaleza que tienen una cierta uni-dad funcional; el instrumento de traba-jo de la ecología es el “macroescopio”,objeto imaginario que precisa la escalade observación que necesita el ecólogopara estudiar la naturaleza.

15 Los

ecosistemas son subconjuntos natura-les con una cierta unidad funcional, queinvolucran procesos de intercambio deenergía. A mediados del siglo XIX, elprincipio de equilibrio extractado de latermodinámica proporcionó los mediospara evaluar los flujos energéticos quese presentan en los sistemas vivos, yasean vegetales o animales.

16 En los sis-

temas biológicos los parámetros quedefinen la interacción con el entorno nopueden ser considerados de manerageneral como constantes, ya que elmedio mismo es variable y los flujos quemantienen al sistema lejos del equilibrio,fluctúan. Estas oscilaciones, ya seaninternas o externas, pueden generarnuevas estructuras. Por lo tanto, los sis-temas vivos intercambian con el am-biente materia y energía, ya que extraenalimentos de él y también descargan enél sus desechos. En consecuencia sonsistemas abiertos alejados del equilibriotermodinámico.

Las concepciones extremas de lanaturaleza: la atomista y la mecánica -la primera enfatiza las colisionesaleatorias y la segunda se funda en le-yes eternas e intemporales que redu-cen el mundo a una repetición viciosade lo mismo-, son insuficientes paraexplicar los procesos y concluyen quetanto el azar como la necesidad jueganun papel determinante en los procesosde autoorganización. Existen leyes uni-versales que describen la aproximaciónal equilibrio, pero que no hacen visible

16 Ibíd.15

Ibíd.

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el contexto en el cual puede funcionarla vida. La biosfera y sus componen-tes, se encuentran en situaciones muyalejadas del equilibrio, por tanto, la vida,lejos de reposar en un orden natural, esla suprema expresión de los procesosde autoorganización que puedan tenerlugar bajo ciertas condiciones. La tem-prana aparición de la vida es un argu-mento de peso a favor de que ella seael resultado de procesos deautoorganización espontáneos desenca-denados cada vez en las condicionesque lo permiten. De la misma manera,el funcionamiento del ciclo biológicosobre la tierra está regido por estos prin-cipios: todo ser viviente, sea planta oanimal, para crecer y moverse necesi-ta energía; en el interior de los proce-sos vitales ésta se degrada en energíatérmica y como tal es luego dispersadaen el ambiente circundante. Podemosentonces pensar que toda esta energíautilizada por los seres vivos sea rege-nerada haciendo visible el aspecto ener-gético de la vida sobre la tierra.

Las cadenas tróficas bien puedenser asimiladas como cadenas de ener-gía. Así, es claro que las plantas ex-traen energía química de la energía so-lar absorbida durante el día por mediode la síntesis de la clorofila que em-plean en su crecimiento. A su vez, losanimales herbívoros se alimentan de lasplantas y estos se convierten en alimen-to de los carnívoros. Esta cadena dealimentación supone un ciclo de con-sumo y degradación de la energía, unoselementos de articulación, unos puntosde equilibrio, ciertos niveles de entropíay unas formas de autoorganización.

Si Linneo y Bernardin de SaintPierre en la época clásica concibieronla naturaleza como un “sistema” enequilibrio, los desarrollos de la teoría dela evolución, la reelaboración del con-cepto de adaptación para entender elpaso de la selección artificial a la se-lección natural, los principios de la ter-modinámica y los de la ecología nospermiten pensar que la armonía y laestabilidad nada tienen que ver conevolución, ecosistemas, consumo y gas-to de energía, y biodiversidad. Si biense presentan en los procesos biológi-cos momentos de equilibrio y de regu-laridad, la tendencia al desorden, al caosy a las estabilidades precarias son ca-racterísticas inherentes al funciona-miento de la vida. Es decir, la preten-sión ecologista contemporánea que con-siste en proteger la naturaleza alejandoal hombre de ella, ya que sus interven-ciones tienden siempre a la destruccióny al caos, no corresponde a estos prin-cipios explicativos del funcionamientode la energía, de las cadenas tróficas,de los procesos evolutivos y, en gene-ral, del funcionamiento de losecosistemas. No queremos decir conello que no sea importante considerarel impacto de las tecnociencias sobrelos procesos biológicos, pero dicha im-portancia no puede producir un recha-zo del trabajo científico y técnico. Detodas formas esta tensión que crea elconcepto de ecosistema será el caldode cultivo de muchos ecologismos quetrataremos un poco más adelante. Porahora, continuemos haciendo referen-cia al funcionamiento de la ecología.

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Los estudios tróficos dominarán laecología y seguirán los principios de latermodinámica para definir el equilibriotérmico y establecer parámetros con elfin de estudiar el funcionamiento y laconservación de la energía. Pero seráHoward Tresor Odum, en suEnvironment, Power and Society,

17

quien integrará a las sociedades huma-nas en el estudio ecológico. Conceptoscomo extracción, pérdida, reciclaje, in-tercambio, feedback y acoplamiento seinsertarán en los que hemos visto enrelación con el estudio del trofismo. Lamodelización ecológica incluye ahoralos sistemas humanos y su relación conlos sistemas naturales. El objetivo deH. T. Odum consiste en desarrollar lasbases teóricas de la ciencia de las in-tervenciones humanas en la naturale-za, pero teniendo como objetivo princi-pal en sus trabajos la comprensión delfuncionamiento de la energía. La con-servación o el desgaste de los flujos deenergía y los parámetros para medirlosen la aplicación de los estudiosecológicos, harán posible calcular laincidencia de las actividades humanas.Este reduccionismo energético termi-nará por ubicar al hombre en una rela-ción negativa con respecto a losecosistemas debido al excesivo gastode energía y a los altos niveles deentropía que producen y ocasionan lossistemas humanos.

La ciudad, por ejemplo, por el enor-me flujo y consumo de energía, debe

estudiarse siempre desde una perspec-tiva entrópica. Eugene P. Odum, hadefinido la ciudad como un ecosistemaheterótrofo o, más bien, como un siste-ma incompleto heterótrofo, dependien-te de altas zonas limítrofes y no limítro-fes, en lo que concierne al consumo deenergía, de alimentos y de agua. Losfactores de diferenciación de losecosistemas humanos con losecosistemas naturales son las altas ta-sas de consumo y de generación dedesechos, siendo los ecosistemas so-ciales los más nocivos. La relación delecosistema ciudad con su medio, se-gún Odum, es una relación en términosde consumo, en la cual la ciudad operacomo un agente perturbador de todoslos medios. Además, el orden interiordel ecosistema ciudad es realmente unorden entrópico: flujos y reflujos deenergía van creando una cargaentrópica muy grande, por lo que sólocon sistemas de regulación muy rígi-dos se puede controlar y ordenar todala carga entrópica que produce la ciu-dad. Entonces, el proceso de retroali-mentación de la energía en la ciudadgenera una homeostasis deautocorrección que permite el ordena-miento, el crecimiento y el desarrollode la ciudad, pero con costos energéti-cos muy altos.

Como el factor principal de análisisen esta relación sistemas humanos-ecosistemas naturales es la energía, laperturbación que genera el ecosistemaciudad produce unas cargas entrópicasaltamente nocivas para la naturaleza.Esta valoración negativa de los niveles

17 Howard Tresor Odum, Environment, Power

and Society, New York, Wiley, 1971.

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de entropía producidos por el excesode consumo de energía de las socieda-des humanas asignará al hombre unlugar destructor en relación con los pro-cesos naturales. Esta ubicación nega-tiva generará múltiples discusiones queinvolucran la oposición de la técnica ala vida, la crítica a la tentaciónecocrática, el análisis del funcionamien-to histórico del concepto de ecosistemay sus consecuencias éticas, lareconsideración de la separación entreespacios naturales y espacios sociales,la promulgación de valores bioéticos pro-teccionistas, la fundación de partidosverdes y, en general, todo un nuevo in-terés por muchos aspectos de las rela-ciones del hombre con la naturaleza.

Con todo, lo que se hace visible esque el concepto de ecosistema permitearticular el funcionamiento de todos losorganismos vivos y superar las separa-ciones entre ecología vegetal, ecologíaanimal y ecología humana producidaspor los primeros desarrollos de laecología. Pero, al mismo tiempo que elconcepto de ecosistema provee, a par-tir de esa articulación, de positividad aldiscurso ecológico -debido a que susanálisis producirán unas formas nuevasde comprensión de los vivientes-, elreduccionismo energético al que estándestinados dichos análisis hace posibleun balance de tipo económico y unavaloración negativa de las accioneshumanas. En síntesis, el reduccionismoenergético inherente a los análisisecológicos contrae el concepto deecosistema e impide que este concep-to interactúe con otros conceptos que

permiten entender la complejidad his-tórica de las sociedades humanas y susrelaciones con la naturaleza. En estasituación polémica se sitúa el nacimien-to de los ecologismos que abordaremossiguiendo las discusiones que conside-ramos más importantes para entendernuestra situación actual y nuestra ubi-cación en una naturaleza específica: latropical.

3. Ecología y ecologismos

Es pertinente presentar aquí la ac-tual discusión en torno a conceptos tanproblemáticos como los de ecosistema,cadenas tróficas, técnica, máquina,entropía, flujos y conservación de ener-gía, vida y otros que al mismo tiempoque le otorgan positividad al discursoecológico o se relacionan siempre conél, ubican al hombre en una relaciónnociva con respecto a los ciclos bioló-gicos. También otros conceptos comoel de orden natural, el de armonía de lanaturaleza, el de economía de la natu-raleza que pertenecen a esa formacióndiscursiva que es la historia natural, hoyen día se encuentran en una relaciónde discontinuidad con la producciónactual del discurso biológico. Si toda-vía podemos argumentar que es nece-sario cierto nivel de enumeración y dedenominación propio de la historia na-tural para realizar los inventarios nece-sarios a todo tipo de estudio ecológico,los conceptos de recolección y de in-ventario están actualmente atravesadospor la existencia asociada de los con-ceptos de energía, biodiversidad, evo-lución, transformación, sistema, comu-

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nidad y otros. Es decir, el sentido delinventario no puede corresponder mása la recopilación que con él se hace detodo un orden natural, sino más bien alestablecimiento de relaciones -que im-plican consumos de energía, niveles deentropía, equilibrios parciales, actividadhumana, etc.-, entre organismos perte-necientes a procesos complejos y muypoco estables. No podemos pues su-poner que vamos a recuperar una na-turaleza armoniosa en la cual forzosa ehistóricamente hemos introducido mo-dificaciones técnicas hasta el punto deque ahora se dice que no vivimos enuna biosfera sino en la tecnoesfera.Además, justamente el recorrido por latermodinámica y su relación con laecología nos han mostrado cierto privi-legio del desorden y de la tendencia aldesorden inherentes a los procesos bio-lógicos. De todas formas, es importan-te señalar que esta discusión está atra-vesando no sólo el discurso ecológicosino que es el motor de muchosecologismos.

Esta discusión hace posible hoy undebate en el cual intervienen diferen-tes tipos de discurso que es importantetener en cuenta aquí para comenzar apensar en esa relación ecología yecologismos, decisiva para entender losmundos contemporáneos: vamos enton-ces a exponer varias consideraciones,entre las más destacadas en la actuali-dad, con respecto a este problema delas relaciones del hombre con la natu-raleza, que tienen en cuenta la vigen-cia del discurso ecológico, que provie-nen de diversos universos de discurso

y que refuerzan o dan nacimiento a losecologismos.

3.1 En El contrato natural,18

Michel Serres muestra que el hombrese ha inscrito en la cultura y posterior-mente en la historia mediante un con-trato social tácito en el cual reconoce aotros hombres como sujetos, es decir,como iguales, y a partir de allí crea lacultura. Este contrato originario rigeentre iguales y, por lo tanto, establecerelaciones de derecho igualitarias paratodos los miembros que participan enél. Sin embargo, la relación con la na-turaleza no ha sido intervenida por nin-gún tipo de contrato similar que puedamediar la relación hombre-naturalezade manera igualitaria en ambas direc-ciones. Así, según Serres, la naturale-za como escenario de los conflictoshumanos, de la cultura, ha estado au-sente en los discursos de la filosofía,de la historia y de las ciencias huma-nas. A partir del contrato social origi-nario, las culturas se alejan del mundopara enraizarse en la historia. El dere-cho natural se entiende como un con-junto de reglas que existen al margende toda formulación y que emanan dela razón, tomada como universal. Ex-clusivamente social, nuestro contratodeviene mortífero, dice Michel Serres.

La naturaleza se conduce como unsujeto, en la medida en que condicionala denominada naturaleza humana y seve condicionada así mismo por ésta.

18 Ver: Michel Serres, Le contrat natural, Paris,

François Bourin, 1990, 191 p.

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Hace falta que esa categoría de sujetosea tomada en cuenta en el derecho,incluida en el contrato, para así equili-brar las relaciones y regularlas. Hacerdevenir a la naturaleza sujeto de dere-cho, es añadir al contrato exclusiva-mente social el establecimiento de uncontrato natural de simbiosis que reem-place la relación parasitaria actual. Setrata aquí de proponer un tipo de subje-tividad que involucra consideracionesglobales, estéticas y éticas basadas enun nuevo tipo de derecho que produci-ría una nueva clase de contrato. Si lanaturaleza se presenta ahora como glo-bal, su surgimiento tiene que ver consu posible desaparición ya que la tierraen su totalidad está en juego, así comolos hombres mismos. La historia globalentra en la naturaleza y la naturalezaentra en la historia: el sujeto (hombre) yel objeto (naturaleza), pasan de ser lo-cales a ser globales. Ante la amenazade muerte colectiva, es decir, global, sehace necesario inventar un derecho parala violencia objetiva, es decir, un contra-to natural. El proceso de globalizaciónde la relación hombre-naturaleza secaracteriza por una recíproca depen-dencia y no por relaciones parasitariasque agotarían la naturaleza.

3.2 La réplica de Luc Ferry a estapropuesta de Michel Serres, en El nue-vo orden ecológico,

19 pretende que

este discurso pertenece a la ecologíaprofunda, corriente de pensamiento que

busca destruir la tradición humanistadel contrato social y de los derechosdel hombre en beneficio de un planetaque habiendo sido maltratado, estropea-do y contaminado amenaza con domi-narnos. Según Ferry, el planteamientode Serres puede ser considerado comouna fábula metafórica y no como unaargumentación rigurosa, ya que la na-turaleza no puede dejar de ser objeto ypasar a ser persona jurídica. Además,esta propuesta de la ecología profundapromueve el miedo en relación con elagotamiento de los recursos en el mo-mento del declive de las utopías políti-cas y de la desconfianza en el progre-so, en beneficio de la diversidad de lasformas de vida. El temor a la devasta-ción generalizada sirve para desafiar ytratar de deconstruir los valores de lamodernidad. El análisis de Serres en Elcontrato natural, para Luc Ferry, co-rresponde a una fascinación por losmodelos autoritarios; a una divinizaciónde la naturaleza (en la cual participó demanera decidida el nacional socialis-mo); a un rechazo a la cultura moder-na, y finalmente, llevó a considerar po-sitivamente el estatuto jurídico de lasplantas, de las rocas y de la biosferacayendo en el animismo medieval. Ensíntesis, Ferry considera a MichelSerres al mismo tiempo arcaico yposmoderno; arcaico, debido a suanimismo antiguo, y posmoderno, en lamedida en que su propuesta, que bus-ca hacer devenir la naturaleza sujetode derecho, deconstruye los valores dela modernidad occidental actual, basa-do en principios jurídicos que tienencomo objetivo garantizarle a los suje-

19 Ver: Luc Ferry, El nuevo orden ecológico,

Barcelona, Tusquets, 1994, 231 p.

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tos la libertad, haciéndolos sujetos ex-clusivos de derecho.

3.3 Estas mismas cuestiones serántratadas de otra manera por FélixGuattari en Les trois ecologies.

20 Par-

tiendo de la asunción de que las trans-formaciones técnico-científicas hangenerado fenómenos de desequilibrioecológico que amenazan a corto plazola vida, Guattari propone una articula-ción ético-política que denominaecosofía y que se ocupe de los tres re-gistros ecológicos, es decir, el del medioambiente, el de las relaciones sociales yel de la subjetividad humana. Guattariubica el problema ecológico en relacióncon los modos dominantes de valora-ción de las colectividades humanas, así:

a) El del imperio de un mercadomundial que sitúa en un mismo planode equivalencia los bienes materiales,los bienes culturales y los espacios na-turales;

b) El que sitúa el conjunto de lasrelaciones sociales y de las relacionesinternacionales bajo el dominio de lasmáquinas parciales y militares.

La propuesta ecosófica de Guattariconsiste en desarrollar prácticas espe-cíficas que tiendan a modificar las sub-jetividades modernas: reinvención de lasrelaciones del sujeto con el cuerpo, conla finitud del tiempo; recomposición dela praxis en la vida cotidiana; recons-

trucción de las oposiciones dualistas,con el objetivo de producir unaresingularización de la vida individual ycolectiva. Más que de sujetos, Guattarihace referencia a los componentes dela subjetivación, mostrando que se tra-ta ahora de no separar más la acciónde la psique, el socius y el medio am-biente. El principio común de las tresecologías consiste en que los territoriosexistenciales a los que nos confrontanno se presentan cerrados a sí mismoscomo un todo, sino más bien precarios,acabados, capaces de bifurcarse o demodificarse. Las tres ecologías se arti-culan en una postura ético-estética quebusca desterritorializar los regímenessemióticos que impone el capitalismomundial integrado: semióticas económi-cas, semióticas jurídicas, semióticastecno-científicas y semióticas desubjetivación. Una ecosofía ético-polí-tica-estética debe reemplazar a las an-tiguas formas de compromiso religio-so, político y asociativo, en beneficio dela construcción de una subjetividad so-lidaria y resingularizadora al mismotiempo, que haga posible una autono-mía creadora que fisure la pasividadreinante.

3.4 Patrick Blandin y DonatoBergandi, profesores del Museo Nacio-nal de Historia Natural de París, en suartículo “¿Al alba de una nuevaecología?”,

21 consideran que en mu-

20 Ver: Félix Guattari, Les trois écologies, Paris,

Galilée, 1989, 73 p.

21 Ver: Patrick Blandin y Donato Bergandi, “Al

alba de una nueva ecología”, en: Mundo Científico,Barcelona, 2000, pp. 54-57.

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chos manuales de ecología el hombrebrilla por su ausencia. En otros, cuan-do aparece, lo hace como elementoperturbador. Esto les permite ubicar ala ecología dentro de una modernidadque separa a la naturaleza con sus le-yes, del hombre con su ser exterior.Para dichos profesores, según estosmodos de enunciación de la ecología,la naturaleza normal sería a-humana,ya que el hombre cuando se relacionacon ella la perturba y la aleja de la nor-malidad.

Haciendo una recapitulación cortade la historia de la ecología, los men-cionados autores muestran que desdela invención por Arthur Tansley del con-cepto de ecosistema, la unidad que creaeste concepto entre los seres vivos ysu medio físico-químico, le otorgaba yaun lugar precario al hombre. Aunqueaparentemente el concepto deecosistema ha tenido un carácterholístico, tratando de integrar el estu-dio de los procesos biológicos en rela-ción con los intercambios de materia,energía e información, de la maneramás amplia posible, sus modelizaciones,que tienen que ver con grafos y cifras,se orientan hacia la representación delfuncionamiento energético, de la defi-nición del contenido energético de cadanivel trófico, pero sin considerar clara-mente ni el lugar ni la historia de esosprocesos, ni aquello que los hizo posi-bles. Para estos autores, la ecología nosobrepasa entonces la dicotomía suje-to-objeto que subyace en las represen-taciones científicas de la época clásicay de la modernidad. Además, según

este análisis, no sería suficiente conenlazar hombre y naturaleza tal comoaparece en algunos vocablos híbridos“agrosistema”, “antroposistema” o“sociosistema”. Estos conceptos insis-ten mucho más en la visiónreduccionista de los análisis ecológicos.Se trata según Blandin y Bergandi, de“tener en cuenta la historia de los es-pacios, comprender las dinámicasinstrumentadas por los hombres a lolargo del tiempo en sus relaciones conlos espacios y las especies, interpretarlas singularidades de cada situación”.

22

El alba que anuncia una nuevaecología la producirá como ecologíatransaccional que comprenderá las tra-yectorias locales de las comunidades,tan lejos como sea necesario en el es-pacio y en el tiempo, y sus diferentesrelaciones con los demás componen-tes de la exosfera, vivos y no vivos. Esdecir, se trata de descentrar el concep-to clave de la ecología -ecosistema-, enbeneficio del estudio de la red tempo-ral y espacial de transacciones entreentidades que cambian conjuntamente.

3.5 Georges Canguilhem introducesu artículo “La cuestión de la ecología:la técnica o la vida”,

23 con una síntesis

de la historia de la ecología, con mirasa darle coherencia al planteamiento deun problema que enuncia en términos

22 Ibíd., p. 57.

23 Ver: Georges Canguilhem, “La cuestión de la

ecología: la técnica o la vida”, en: Dialogue, Paris,1974, pp. 37-44, traducción de Jorge HumbertoMárquez Valderrama.

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de interrogación: “¿De qué manerapudieron los propietarios de la tierraolvidar que ellos eran sus habitantes, alpunto de permitir que el ‘hacer valer’degenerara en ‘explotación’?” Tenien-do como referente al capitalismo,Canguilhem muestra que si bien a estesistema económico se le pueden impu-tar los procesos industriales producto-res de bienes de consumo y su relacióncon las técnicas de explotación de losrecursos naturales, sería refutable con-siderar que la corrección de las conse-cuencias generadas por estas técnicasde explotación tengan que ver con elreencuentro de un orden tecno-econó-mico anterior, desgraciadamente aboli-do, más natural y más humano. ParaCanguilhem, esta solución, que propo-ne un simple retorno, tiene que ver conel mito como invención falaz. Para de-mostrarlo, Canguilhem hace visible quedesde el siglo XVIII los campesinos nocultivan la tierra sino “campos, objetostan artificiales como las casas, los ca-nales y las rutas”. Nuestra relación conel medio está mediada por las herra-mientas, pero también por el hombremismo que puede ser usado como he-rramienta en beneficio de la produccióny de la formación de un entorno pro-piamente humano. Esta mediación dela técnica se expresa en las modifica-ciones históricas que hemos provoca-do sobre el medio con el uso de la mano,la herramienta y el lenguaje, tal como

lo mostró Leroi-Gourhan en El Gestoy la Palabra.

24 El problema crucial se

encuentra en que la técnica en vez defuncionar como el complemento origi-nario de la regulación de la vida en re-lación con nuestras necesidades, se haconvertido históricamente en el instru-mento principal de la desregulación. Eneste devenir ya no participa simplemen-te la herramienta, que estabainextricablemente ligada a nuestra evo-lución biológica y a las modificacionesreguladas de nuestro entorno, sino lamáquina, cuyo poder de desregulaciónde los ciclos biológicos provoca la cri-sis ambiental que la ecología con razóndenuncia. Sin embargo, aun teniendo encuenta las posibilidades destructoras delmaquinismo, el cual estando al serviciode una sociedad como la capitalista, queutiliza las máquinas no para satisfacernecesidades sino para crearlas e invertirla relación producción-consumo, enbeneficio siempre de más y más con-sumo, no podemos oponer la técnica ala vida sino asociar vida y técnica paramejorar con la técnica realmente lascondiciones de vida.

3.6 Todas estas posiciones de suje-to que, o bien critican desde diversosdiscursos a la ecología; o admiten enalgún modo la crisis ambiental denun-ciada por esta formación discursiva ylanzan propuestas de cambio, caracte-rizan el funcionamiento de losecologismos. El inventario de la discu-sión ecologista contiene, entre otros:denuncias sobre los desequilibrios mun-diales -alimentarios, de consumo deenergía, de riqueza, de los ciclos bioló-

24 Ver: André Leroi-Gourhan, El gesto y la palabra,

Caracas, Publicaciones de la Universidad Centralde Venezuela, 1971.

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gicos-; críticas al capitalismo mundialintegrado y a sus procesos de constan-te crecimiento económico y deglobalización del comercio; críticas almaquinismo y al productivismo; recha-zo a la mitificación de la ciencia y a laideología progresista; denuncias acer-ca de la centralización de los poderesestatales; reconstrucción de las subje-tividades humanas basadas en princi-pios distintos a los del individualismo ya la domesticación burguesa; proposi-ciones de organización política diferen-tes a las de los estados modernos pormedio de los partidos verdes; defensadel medio ambiente y retorno a la natu-raleza; rechazo a la nuclearización dela producción de energía; intervencio-nes políticas diversas en beneficio dela invención de nuevas utopías distin-tas a las de la modernidad burguesa;reorganización de nuestros sistemasjurídicos; reubicación de la técnica conrelación a los ciclos biológicos y a laeconomía. Todos estos elementos ex-tienden la ecología hacia la interaccióncon otros discursos como el económi-co, el filosófico, el político y el jurídico.Sí como formación discursiva, laecología se caracterizaba por integrarprácticas discursivas bastante diversas,su interacción con otras formacionesdiscursivas también muy complejas através de los ecologismos, hace que elfuncionamiento de la ecología sea aúnmás difícil. Es decir, aunque parecieraque estamos mucho más cerca de undecir verdad acerca de nuestra rela-ción con nuestros entornos y de estoscon el discurso ecológico, la discusiónque ese supuesto decir verdad ha sus-

citado nos deja en una incertidumbrehoy en día muy grave. Sin embargo, esjustamente este estado de cosas el quehace que la Ecología esté en ebullicióny que su producción de discurso se de-rrame de la olla ecológica hacia losecologismos y, de ahí, hacia todas lasactividades humanas. El fondo de sa-ber que supone este amplio ejercicio deproducción de relaciones entre discur-sos distintos, obedece a un tipo de fun-cionamiento nuevo que involucra la in-tersección ciencias duras-ciencias hu-manas. No parece entonces que hayani que habrá lugar para una ecologíapura y libre de las contaminaciones delos ecologismos y de sus otras tantasrelaciones.

La ecología parece ser actualmen-te la más humana de las ciencias hu-manas, al tratar de comprender las re-laciones entre nosotros y los demásentornos, y la más dura de las cienciasduras, al producir explicacionesmedibles y probables del funcionamien-to de todas las comunidades bióticas.Estamos aquí ante la conformación deun nuevo tipo de discursividad en be-neficio de la producción de otras for-mas de saber. Se puede decir que es-taríamos pasando de la búsqueda de lasdepuraciones epistemológicas de lasciencias que con razón, en su momen-to, criticaron las hegemonías filosóficasy la jerarquización de la orientación dela investigación científica emitida des-de la filosofía, promoviendo la cienciasin más, hacia una región de produc-ción descentrada y no jerarquizada desaber donde toda preocupación que

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genere el saber o, que se le genere aél, es válida en la medida en que movi-liza la producción de saber. Un saberque no promueva discusión e inestabi-lidad, se muere. Si la discusión integraen forma pertinente ciencias blandas yduras, tanto mejor. Del asunto de laideología y de la ciencia y sus falsasoposiciones, nos deslizamos hacia el delsaber. ¿Quién decide cuáles son loscomponentes de un saber? ¿Quién de-cide cómo se organiza un saber?¿Quién decide lo que es pertinente sa-ber para ser competente en el funcio-namiento de un saber? El saber mis-mo, si está vivo, es decir, si producesiempre algo nuevo. Y toda producciónde saber supone, hoy en día -despuésdel declive de tantas utopías lineales ypurificadoras-, un juego de interseccio-nes amplio y contaminado.

Los estudios ecológicos entoncesfuncionan integrando informaciones queproceden de diferentes disciplinas cien-tíficas, realizan análisis de la relaciónactual entre especies distintas queconstituyen una comunidad biótica, sesirven de informaciones históricas,paleocológicas y palinológicas con el finde comprender adecuadamente el fun-cionamiento sistémico de las comuni-dades. Los conceptos de redes tróficas,biocenosis, ciclo de materia, especiedominante, ecotono, ecotipo, hábitat,nicho ambiental, biomasa, productivi-dad, cline, biome, biocoria, dispersión,distribución, competencia, invasión, su-cesión, población pionera, clímax,

subserie, microserie, hidroserie,xeroserie, comportamiento regulador,homeostasis, niveles de energía, forma-rán parte del ordenamiento conceptualdel discurso ecológico con el fin de ha-cer de los ecosistemas objetos de sa-ber. La formación de estos conceptosque pertenecen a esa formacióndiscursiva que llamamos ecología y quese produce discontinuamente en rela-ción con el discurso de esas otras for-maciones discursivas -la historia natu-ral y la teoría de la evolución-, tendrácomo característica la permanencia dela participación transdisciplinaria de labiofísica, la bioquímica, la pedología, lameteorología, la hidrografía, la econo-mía, la política, el bioderecho, etc. Laecología integra saberes distintos quese ocupan del funcionamiento de losseres vivos, orientando dichos saberesa la constitución de unos conceptos queparticipan en los análisis de unos obje-tos de saber propios del discursoecológico. La extensión del discursoecológico -ya que este incluye el estu-dio de un conjunto de sistemas bióticosmuy amplio y también involucra losecologismos y sus relaciones- no seráóbice para la constitución de un domi-nio de objetos de saber propio y unaselecciones temáticas que le serán in-herentes. Desde los temores genera-dos por la crítica medioambientalistahasta los estudios más refinados de losciclos de vida y del trofismo, en los aná-lisis ecosistémicos, la ecología consti-tuye una cierta singularidad de discur-so que hoy en día es fácilmente reco-nocible.

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4. Ecología de la tropicalidaden Colombia

4.1 Condición de posibilidaddel surgimiento del concepto

de trópico

La episteme de la representación, ala cual corresponde la voluntad de en-marcar a los seres vivos en la cuadrí-cula taxonómica, estuvo precedida enel Renacimiento por una actitud haciala naturaleza que, ubicada a mitad decamino entre el imaginario fabuloso delmedioevo y la clasificación racional delXVIII, se refería a ella exaltando susmaravillas, tejiendo leyendas e inscri-biendo animales, plantas y humanos enuna red semántica que ponía en fun-cionamiento el saber de la semejanza.

25

A este momento histórico correspondeel descubrimiento de América. Gumilla,De Santa Gertrudis y otros, se refierena cuadrúpedos, aves, peces, reptiles yhombres salvajes como seres cubiertosde marcas que según la red semánticade la semejanza se corresponden entreellas: ferocidad, horror, bestialidad, de-formidad, monstruosidad. Cuando, tan-to en la naturaleza recién descubierta

como en los hombres, aparecen signosque hacen posible la elaboración deanalogías con Europa y con la civiliza-ción, un proceso de hibridación -entrelo autóctono y la analogía- matiza ladescripción; ya la naturaleza no apare-ce tan hostil ni los hombres tan salva-jes. Con respecto a la vegetación, lafunción de lo maravilloso en las des-cripciones americanas alude a lo gran-dioso de las formas, a las sucesivastransformaciones y a las facultadesencontradas en algunas plantas.

El bestiario, el salvajismo, las mar-cas visibles de lo exuberante, las ana-logías en beneficio de la civilización y laevangelización, el funcionamiento de lafiguras de la semejanza en las descrip-ciones, todos estos acontecimientosdiscursivos caracterizan el funciona-miento de esta primera historia naturalque precede a la de la representación yque está presente en la primera fasedel encuentro Europa-América.

En la segunda fase -especialmenteen la segunda mitad del siglo XVIII, enlo que se refiere al caso neogranadino-, una voluntad de ordenamiento racio-nal de un espacio generoso en vegeta-les y animales pero resistente a la cla-sificación debido a lo agreste y malsa-no de sus topografías y a lo precario desus producciones en todos los camposde saber, estará presente en la expedi-ción botánica de José Celestino Mutisy en las publicaciones del Semanariode la Nueva Granada de FranciscoJosé de Caldas. El paso de lo bestial-maravilloso a lo jerarquizado y ordena-do implica un acto de magia -que ya no

25 Ver los siguientes libros: Michel Foucault, Las

palabras y las cosas, Op. cit.; Gonzalo Soto, Diezaproximaciones al medioevo, Medellín, UPB,1998, 208 p.; Rodrigo Zapata, “Modo y figura enlas maravillas de la naturaleza. La historia naturalen los padres misioneros del siglo XVIII en elNuevo Reino de Granada”, en: Revista Historia ySociedad (10), Medellín, Universidad Nacionalde Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, abrilde 2004, pp. 127-161.

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pertenece al imaginario medieval sinoa la Ilustración racional-, según el cualla naturaleza como extensión desapa-rece en beneficio del espacio del ico-no, del jardín botánico, del gabinete dehistoria natural y del comercio vegetal.Las planchas botánicas de FranciscoJavier Matis -quien se vinculó a la Ex-pedición en Mariquita en 1783 y seconvirtió en el más importante dibujan-te de planchas botánicas de dicha Ex-pedición-, pertenecen a una naturalezauniversal que funciona como espacioracional aséptico, diferente de las con-taminaciones excesivas presentes enlas descripciones fabulosas de los mi-sioneros del Renacimiento.

Lo que se transforma radicalmentetambién es la relación entre expediciónbotánica y utilidad económica de lasplantas. La obsesión de José CelestinoMutis por la quina, por la canela y porel té de Bogotá, marcó el devenir detodo el proyecto de la Expedición Bo-tánica. Los cosecheros entregaban suscosechas, las cuales eran almacenadasen Mariquita y en Honda. Desde Hon-da se estableció un sistema de trans-porte fluvial por el río Magdalena, parallevar las cargas a Cartagena, desdedonde salían hacia España. Así, los te-rritorios neogranadinos pertenecientesa la Corona emergen ahora valoradosya no sólo por su riqueza minera, sinomás bien porque aparecen como unnuevo Dorado vegetal.

26 La dinámica

de esta expedición se inscribe en plenoapogeo de las doctrinas fisiocráticas deQuesnay, quien consideraba que la pri-mera riqueza, la más fundamental, pro-

viene de la naturaleza y de los recur-sos agrícolas.

La importancia que tendrán estasexpediciones botánicas hará posible elsurgimiento de una gran cantidad deviajes de exploración que marcarán larelación Europa-América, desde fina-les del siglo XVIII hasta finales del si-glo XIX. En este contexto, la Expedi-ción Botánica y el estudio de las mejo-res condiciones en las que pueda reali-zarse el comercio de la quina, son la-bores complementarias de JoséCelestino Mutis. De hecho, desde elcomienzo de la Expedición, el juego deintereses económicos relacionados conel comercio de productos botánicosdeterminó el apoyo a su realización ysu orientación. Desde 1763, tres añosdespués de haber llegado a la NuevaGranada, Mutis envía su primera peti-ción oficial para realizar una expediciónbotánica, en forma de Memorial almonarca Carlos III, en el cual le insis-tía que “faltaba mucho por saber parausar bien de lo conocido”. Veinte añosdespués, en marzo de 1783, el arzobis-po Antonio Caballero y Góngora trans-mite a la Corona el proyecto de histo-ria natural que Mutis quiere realizar yen noviembre del mismo año se publi-ca la Cédula Real que confirma el apo-yo a la Expedición.

26 Ver: Marcelo Frías Núñez, Luis Carlos Arboleda

y otros, José Celestino Mutis: Historia de unapasión, Madrid, Tesis de Doctorado de laUniversidad Complutense de Madrid, 1992. / Tras“El Dorado” Vegetal. José Celestino Mutis. 1783-1808, Sevilla, Diputación provincial de Sevilla,1994, 441 p.

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Con la creación de la Real Expedi-ción Botánica del Nuevo Reino de Gra-nada se inauguró una nueva disconti-nuidad, según la cual, todo conocimien-to naturalista debería permitir el aumen-to del gran inventario de la naturalezapero también debería generar riquezasa quien lo patrocinara. Una nueva re-lación entre razón de Estado, interesescomerciales y promoción del saber bo-tánico se hace visible en la realizacióny en los frutos de esta expediciónneogranadina.

Así, la naturaleza de esta regiónqueda desprovista de los arabescos deesos primeros imaginarios del encuen-tro con Europa, para devenir un lugarimportante para la riqueza de las na-ciones y para el poder del saber natu-ralista. En este sentido, los viajes natu-ralistas siguientes asociarán observa-ción y recopilación de información conposibilidad de explotación económica delas nuevas naturalezas visitadas.

Considerando que ya se ha hechosuficiente alusión al trabajo naturalis-ta de Humboldt en Américaequinoccial en este y en otros traba-jos,

27 sólo queremos hacer referencia

a la geografía botánica como prácticadiscursiva que recoge elementos de lahistoria natural descriptiva para inscri-birlos en una voluntad de saber que

busca comprender el funcionamientointegral de los seres vivos. Lasglobalizaciones fitogeográficas operanpor comparación y por asociación.Promueven el viaje para conocer in situpaisajes y no plantas aisladas. Abrenel camino a observaciones en las cua-les lo que importa es mostrar la diver-sidad y la inconmensurable variedad deespecies en las zonas tropicales. En estaescansión abierta por el viaje como re-conocimiento de globalidades distintas,se inscribirá la especificidad de lo tro-pical en las ciencias naturales contem-poráneas. Tanto en el viaje a Galápagos,como en el periplo por el Brasil, Darwinresaltará la gran variedad de especies.Será precisamente en este lugar del dis-curso biológico que podrá nacer el con-cepto de trópico.

No se trata sólo de una palabra quereseña una zona geográfica -ya queesta acepción existía desde tiempoatrás-, sino de la formación del concep-to de trópico dentro del discurso bioló-gico e inclusive biomédico, que a fina-les del siglo XIX hace referencia a unrégimen de asociación entre organis-mos vivos y a unas condiciones de exis-tencia que facilitan el mantenimiento yel incremento constante de labiodiversidad.

El libro de Jean Costantin, La naturetropicale (1899), hace énfasis en losorígenes del bosque tropical, en la ar-quitectura gigante de los árboles, en suforma de parasol que contrasta con lafisonomía de las coníferas de las regio-nes temperadas, en el tamaño y formade las hojas, en la particularidad de los

27 Ver: Alberto Castrillón, Alejandro de

Humboldt. Del catálogo al paisaje, Op. cit.;Alberto Castrillón, Alexandre de Humboldt et laGéographie des plantes, Revue D’histoire DesSciences, Paris, P.U.F., vol. XLV-4, n. 1, 1992,pp. 385-433.

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caracteres anatómicos de las hojas ysu relación con la adaptación a la in-tensidad de las lluvias, en la variedaddel sotobosque, también en la diversi-dad de las flores y de los frutos, en laslianas, las palmas, los bambúes, las cu-curbitáceas, en las muchas plantas tre-padoras; se preocupa además de ana-lizar el fenómeno del epifitismo y la dis-tribución de las plantas epífitas, asícomo su régimen de germinación, fija-ción y nutrición; los diferentes tipos deparásitos, los sistemas de simbiosis pro-vocados por las saprófitas y lasmicorizas y el manglar. Todos estos di-versos modos de organización de la vidaen los trópicos son estudiados de mane-ra minuciosa por Constantin y lo lleva-rán a concluir que los regímenes espe-ciales de humedad, luminosidad y sue-los hacen posible el funcionamiento dela vida en beneficio de la producción in-tensiva de nuevas especies y de nuevasformas de asociación entre especies.

La singularidad de la tropicalidadconsistirá entonces en la intensa varie-dad de especies y en las distintas for-mas de organización que proliferan en-tre los organismos vivos. Una nuevadiscontinuidad comienza a funcionar afinales del siglo XIX, según la cual lotropical comienza a hacer referencia nosolamente a una localización geográfi-ca sino a un lugar biológico cuya singu-laridad consiste en la pluralidad de es-pecies que contiene y cuya especifici-dad es precisamente su no especifici-dad. Es decir, en el trópicobiogeográfico y también en el de la bio-logía de la evolución emerge el espacio

de la más grande diversidad de orga-nismos vivos. La amplitud de esta di-versidad hará posible al mismo tiempouna consideración positiva y otra ne-gativa: la biodiversidad será a la vez ri-queza y maldición. En el trópico, debi-do a su no especificidad, puede incluir-se todo lo que pueda acontecer en unespacio con organismos vivos. Esto ten-drá consecuencias en el nacimiento dela medicina tropical y en la clasifica-ción que en el siglo XX la Organiza-ción Mundial de la Salud hará de lasdenominadas enfermedades tropicales,cuyo origen tropical es incierto. Ya nose trata de la misma polémica del Re-nacimiento, que consistía en relacionarlo exuberante de la naturaleza reciéndescubierta, de un lado con la mons-truosidad y la ferocidad de un bestiariohasta entonces desconocido y, de otro,con resaltar el encuentro con una na-turaleza generosa, cuya condición deposibilidad fue el funcionamiento de lasfiguras de la semejanza. Se trata, des-de finales del siglo XIX, de utilizar labiodiversidad del trópico para promo-ver su riqueza y, por ende, de la nece-sidad de estudio de esa región, perotambién de ubicar allí, en esabiodiversidad, las desventajas de unanaturaleza todavía desconocida.

En este sentido, tres tipos de dispo-sitivos determinarán el modo según elcual Europa hará referencia y usará lavegetación de los trópicos: el Jardín deEnsayos -Camayenne, en Nueva Gui-nea, fundado en 1897-, el Jardín Botá-nico de Acopio y de Experimentación -Kew, cerca de Londres, renovado a fi-

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nales de 1900, se convirtió en un grancentro de acopio de semillas-, el Jardínde las Toronjas -en la Isla Mauricio,convertido en Jardín de Ensayos desde1890 y las estaciones agronómicas delas posesiones británicas, francesas,alemanas y holandesas -funcionandodesde 1890. Una nueva política vege-tal de acopio, experimentación e inves-tigación agronómica relaciona la plan-ta con su utilidad económica, comer-cial y agrícola.

28 En estos jardines no

se trata de conservar los especímenesvegetales sino de experimentar y ob-servar los procesos de adaptación delas plantas con miras a su utilizaciónintensiva en la agricultura. La obser-vación y adaptación en el trópico deplantas procedentes de otras regionestropicales o la adaptación de lo tropicalen las metrópolis, serán los objetivos deestos lugares de concentración espa-cial y de domesticación de latropicalidad. El trópico nace en asocia-ción con lo diverso pero también enreferencia a una valoración económi-ca de esa diversidad. El nacimiento delas escuelas de agricultura en los paí-ses tropicales, la fundación de faculta-des de agronomía, la emergencia delestudio de las plantas tropicales en losmanuales agronómicos, las misiones deestudio, la extensión de las zonas de pro-ducción agrícola y pecuaria, son algu-nos de los procesos que caracterizan estaprimera preocupación por atrapar la di-

versidad de lo tropical en los límites de-finidos de la productividad agrícola, dela experimentación agronómica y de losjardines de ensayo.

En una segunda fase, la inmensidadde la diversidad tropical será valoradade una manera distinta ya que comen-zará a convivir con los conceptos de laecología, y es así como en los muchosestudios que afortunadamente existen,desde los años ochenta del siglo XXhasta hoy, acerca de los ecosistemascolombianos, se hace evidente la rela-ción entre intensa biodiversidad ennuestros territorios, necesidad de másconocimiento de ellos e instauración deun buen sistema de manejo y protec-ción. A esta discontinuidad nos referi-remos a continuación.

4.2 Ecología y tropicalidad enColombia

En estas condiciones abiertas por larelación entre trópico y biodiversidadserán estudiadas todas las regiones quecomponen el territorio biológico colom-biano. De las antiguas regiones geográ-ficas -las llanuras del Caribe, la CostaPacífica, la Región Andina, los Llanos,y la Amazonía colombiana- estudiadaspor Ernesto Guhl en su Bosquejo deuna geografía tropical,

29 pasamos al

estudio de los ecosistemas tropicalescolombianos que son áreas ubicadas enrelación con la estructura y con la com-

28 Ver: Cristophe Bonneuil, “El lugar donde se

inventan los trópicos”, en: Mundo Científico,Barcelona, 1997, pp. 832-836.

29 Ver: Ernesto Guhl, Colombia: Bosquejo de su

geografía tropical, Bogotá, Instituto Colombianode Cultura, 1976, 452 p.

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posición de las comunidades biológicasque las constituyen.

30 Es decir, del es-

tudio de los espacios constituidos se-gún la información geográfica nos he-mos ido desplazando al estudio de losprocesos de modificación y de existen-cia de los ambientes físico-químicos,considerados como comunidadesbióticas, y al análisis de la estabiliza-ción de los ecosistemas y de las fun-ciones simbióticas entre organismos quese mantienen relacionados gracias a lacantidad de energía de que disponen.

31

La naturaleza de las áreas estudiadaspor la ecología de la tropicalidad co-lombiana ya no estará limitada a lodado por la información geográfica nipor la enumeración botánica ni por lasdiversas informaciones concernientesal clima y al suelo, ni se intentará do-mesticarla en un jardín de ensayosagronómicos, sino que involucrará eintegrará todas las informaciones queprovengan de las disciplinas científicasque se ocupen del estudio de los orga-nismos vivos y de los fenómenos quelos afectan y que estén atravesados porla inclusión de explicaciones físico-quí-micas. Así, estos estudios ecológicos seorientarán hacia análisis integrales delas fases históricas y actuales de lavegetación y de las poblaciones anima-les, estudiando las interferencias con lascondiciones ambientales predominantesen cada una de las fases, tales como

temperatura, humedad, etc., con el finde hacer inferencias acerca de lasmodificaciones ecosistémicas produci-das por cambios climáticos o cambioslocales generados por un cierto tipo deocupación humana o por otro tipo decausas exógenas.

En Colombia, desde los años ochen-ta del siglo XX, se viene realizando unagran cantidad de estudios ecológicosque utilizan instrumentos conceptualescomo los que acabamos de evocar, es-tudios que reconocen una biota excep-cionalmente diversa en comparación acualquier otro país del mundo, incluyen-do al Brasil. Debido a la variedad dezonas biogeográficas, existe en nues-tro país una gran diversidad deecosistemas. En estos ecosistemas seconcentra, según estos estudios, másdel diez por ciento de todas las espe-cies animales y vegetales del planeta.Es tan variada la biogeografía del paísque casi todos los ecosistemas que exis-ten en el planeta están presentes enColombia y en razón de esta riquezabiogeográfica, algunas zonas, como laSierra Nevada de Santa Marta, contie-nen la mayor parte de biomas de la su-perficie nacional.

Esta diversidad ecosistémica se pro-duce en relación con la ubicación lati-tudinal intertropical y con la gran va-riedad de condiciones edafoclimáticasque han evolucionado a lo largo denuestra historia biológica y social, la cualha permitido la conservación de unagran diversidad de espaciosbiogeográficos que hace posible queexista hoy nuestra megadiversidad bio-

30 L. Holdrige, Ecología basada en zonas de vida,

San José, Costa Rica, 1982, pp. 54-68.31

Howard Tresor Odum, Systems Ecology,Boulder, University Press of Colorado, 1982.

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lógica de especies. La historia de lassociedades, de los paisajes, de los ci-clos climáticos y de los suelos, así comosu situación en la actualidad, formanparte integrante de los análisis de losecólogos que trabajan sobre Colombiay de ahí su insistencia en la preserva-ción y en el gran valor de nuestra va-riedad ecosistémica.

La importancia de las fases históri-cas en el estudio de la formación de latropicalidad hace dependiente a todoestudio ecológico de un análisis históri-co-evolutivo de la formación de los fun-cionamientos actuales de las comuni-dades bióticas sobre las que trabaja. Esdecir, los estudios paleoecológicos ypalinológicos se efectúan en Colombiavinculando historia, ecología y vegeta-ción, en beneficio de la comprensión delfuncionamiento de los ecosistemas tro-picales.

32

Con todo, el conjunto de discursosque hoy en día pone en funcionamientoesa formación discursiva que llamamosecología, construye de una maneraconceptualmente bastante elaborada,dos modos de enunciación con respec-to a la naturaleza de nuestro país: unpaís todavía rico, o más bien riquísimo,en biodiversidad. Megadiverso, cuyaintensa diversidad biológica es debidaa la heterogeneidad espacial. Y, otropobre, o más bien pobrísimo, en políti-cas de planeación, protección, investi-

gación, utilización y educación, en de-trimento de la valoración, conservación,el conocimiento y el aprovechamientoadecuado de esas riquezas ecológicas.En estos discursos, la riqueza de la na-turaleza ya no se presenta entoncescomo un recurso inagotable que puedeproveer incesantemente insumos parael cultivo y el comercio agropecuario.La naturaleza como negocio, conecta-da a las prácticas y a las políticas deldesarrollo económico de los trópicos,acontecimientos estos pertenecientes ala invención del tercer mundo,

33 es

puesta en cuestión por los ecólogos, yaque su riqueza se ha tornado histórica-mente frágil. Es así como el elementoque determina la necesidad de conser-var la riqueza mediante la investigacióny la implementación de una adecuadaconservación, permite constatar un fra-caso histórico en Colombia en lo con-cerniente a las políticas sociales, agra-rias y forestales, que produce actual-mente un aumento de la erosión, unaagudización de las crecientes y de lasinundaciones, una alteración de los re-gímenes hidrológicos con las conse-cuentes desecaciones de los cursos deagua y la eliminación de muchas for-mas de vida acuática y unas condicio-nes precarias de vida para gran partede la población. Es decir, en estos es-tudios está presente la deriva ecologistasegún la cual consideraciones que nopertenecen propiamente al discurso bio-

32 Ver: Thomas Van der Hammen, Historia,

ecología y vegetación, Bogotá, FEN, 1992, 411 p.

33 Ver: Arturo Escobar, La invención del tercer

mundo. Construcción y deconstrucción deldesarrollo, Bogotá, Norma, 1998.

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lógico, como las sociales, actúan comofactores que fragilizan o deterioran elmedio ambiente. Este acontecimientoes uno de los factores más importantesen todo este tipo de funcionamiento delos discursos de la ecología en Colom-bia. Tan aparentemente enraizados yacomodados como hemos estado en lasfronteras de las disciplinas científicasen las que cada quien trabaja, supues-tamente debido a las necesidades mis-mas del funcionamiento de los discur-sos, hoy en día las tribus académicascomienzan a necesitar más de la inter-ferencia y de la comunicación entresaberes que del cuidado celoso del pres-tigio y del poder de ciertas disciplinassobre otras: ni el todo biológico(biologicismo y naturalismo) ni el todosocial, sino la mediación, la valoración,la comprensión biológica de los acon-tecimientos sociales y la comprensiónsocial de nuestro ethos biológico.

34 En

este terreno de la mediación creemosque es pertinente estudiar la formaciónhistórica de los ecologismos y su rela-ción con la ecología.

Ahora bien, teniendo en cuenta loselementos históricos aportados al aná-lisis de la formación de la tropicalidady de la ecología en Colombia, podemosahora concluir que estas dos invencio-nes no se produjeron de manera simul-tánea. El trópico como informacióngeográfica precede históricamente altrópico de la biología. El trópico de la

biología está asociado, de un lado, conla geografía de las plantas y, de otrolado, con la formación de la teoría de laevolución. El paso de una concepciónfijista de la naturaleza hacia una expli-cación histórico-discontinua de los pro-cesos naturales implicó la observaciónin situ de formas de organización delmundo viviente distintas a las observa-das en Europa. Sin embargo, la miradano antecede a la elaboración de losconceptos ni a la lenta y no progresivaformación de las teorías. La mirada seconstituye con los conceptos que la vanhaciendo posible. Así, el encantamien-to renacentista que antecede a la im-plantación de las formas de ver y dedecir de la botánica clásica, supone elfuncionamiento de la red semántica dela semejanza. El mundo armonioso dela economía, del equilibrio natural y dela armonía de la naturaleza permitió laoperación de una mirada universal yúnica de objetos claramente represen-tados en iconos botánicos que teníanvalidez global. La revaloración del con-cepto de adaptación en el marco de lageografía de las plantas hará posibleuna comprensión evolutiva de los pro-cesos de selección natural. La forma-ción de la teoría de la evolución impli-cará una reorganización de todo el cam-po de disciplinas que tenía al vivientepor objeto y permitirá pensar, primero,la biología en su unidad y, segundo, ladiversidad de formas de organizaciónde los vivientes en su especificidad te-rritorial. Los conceptos de adaptacióny lucha por la existencia inventan unanueva mirada que ya no reconoce launiversalidad de lo mismo en la natura-

34 Ver: Régis Debray, Transmitir, Buenos Aires,

Manantial, 1997, 190 p.

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leza sino la heterogeneidad de lo otro,de aquello que ahora aparece realmentediferente ya que existen conceptos queexplican sus funcionamientos distintos.El surgimiento del trópico biológico per-tenece al viaje naturalista, a la forma-ción de los conceptos de lucha por laexistencia y adaptación y a la inven-ción de una mirada que no se posa so-bre objetos puros y separados sino en-treverados y enredados en los bosquestropicales.

Con el funcionamiento de la teoríade la evolución este encadenamientoentreverado de la vegetación tropicalno será sancionado peyorativamente,ya que no opera sobre él ni el mundofabuloso de la ferocidad monstruosa delrenacimiento ni las jerarquizacionesestables y nítidas de la época clásica.La discontinuidad que cambia el senti-do de la evolución hacia la compresiónde formas específicas y discontinuas deorganización del viviente, crea las con-diciones en las cuales aparece la rela-ción trópico-biodiversidad-riqueza bio-lógica. A partir de estos acontecimien-tos, con los cuales termina la vigenciade la historia natural y emerge una for-mación discursiva nueva que encami-na la biología al estudio evolutivo deprocesos de organización distintos yespecíficos, la tropicalidad -debido a sumegadiversidad- necesitará de unosprotocolos de estudio y el ejercicio deuna mirada propia. En este sentido esposible entender el surgimiento de unabiología de la tropicalidad en libroscomo el de Jean Constantin y en losdispositivos técnicos que se ocuparán

concretamente de la tropicalidad: esta-ciones agronómicas, jardines de ensa-yo, etc.

El reconocimiento perceptual y con-ceptual de la diversidad biológica abri-rá la escansión en la cual se ubicará elnacimiento de la ecología. Sin embar-go, la fuerza que toma el discursoecológico se producirá un siglo despuésde su invención y tendrá mucho que vercon el cambio en las subjetividades hu-manas contemporáneas provocado porel fin de la utopías modernas, el agota-miento de las orientaciones progresis-tas, el deterioro y la destrucción de losentornos producidos por la industriali-zación, el maquinismo y las guerras. Laecología nace ajena a los ecologismospero son los ecologismos los que leconstruyen un lugar preeminente en losdiscursos contemporáneos. En Colom-bia, la revaloración del trópicobiogeográfico y de todos nuestros te-rritorios políticos, sociales, culturales yeconómicos, se produce después de1980, a partir de la mirada ecológicaque inventa un país inmensamente ricoen especies vegetales y animales peropobre en investigación, planeación yprotección. De lo global naturalista dela época clásica pasamos a lo localmegadiverso de la ecología de latropicalidad colombiana con sus venta-jas y sus desventajas.

5. Horizontes de trabajo

Hemos realizado un recorrido his-tórico en el cual deconstruimos la in-movilidad de uno de los referentes cul-turales menos dispuestos a la trans-

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formación en Occidente, como lo esel concepto de naturaleza. Tambiénhemos trazado un ruta discontinua enla cual emerge lo maravilloso, lo exu-berante, la racional, lo estético, lo in-conmensurable, lo útil y lo biodiverso,como elementos característicos del es-pacio biogeográfico colombiano. Alcabo de este recorrido, nuestro presen-te no nos hace aparecer un final decamino donde este espacio de organis-mos vivos y de territorios se haga visi-ble con la lozanía de una verdad por finencontrada, sino que por el contrariocomprendemos que muchos más pro-blemas emergen actualmente cuandotratamos de estudiar nuestra diversidadbiológica. Es decir, a la complejamegadiversidad biológica se le asocia,cuando se enfrenta su estudio, con pro-blemas que involucran a las ciencias dela vida pero también a las ciencias hu-manas. Necesitamos conocimientosecológicos, biológicos, genéticos, físico-químicos, sociológicos, económicos,antropológicos, jurídicos, históricos, fi-losóficos, artísticos y pedagógicos, parapoder acometer análisis pertinentesacerca de nuestra biodiversidad tropi-cal. No se trata entonces de descubrirel umbral que separa a la ecología delos ecologismos, con el fin de hacerreferencia a una ecología pura sino deabrir el campo del saber ecológico ha-cia los dominios de saber que acaba-mos de evocar. Tampoco se trata dehacer énfasis en políticas proteccionis-tas antihumanistas o de cualquier otraíndole, sino de abarcar los dominios desaber abiertos por los problemas que eldiscurso ecológico ha hecho visibles: en

relación con las subjetividades huma-nas y el consumo, el deterioro del me-dio ambiente, la obsolescencia de losmarcos jurídicos modernos, las valo-raciones económicas, el valor estéti-co y emocional del paisaje, la natura-leza como memoria activa de una na-ción, a los usos indiscriminados delmaquinismo, el funcionamiento de losdispositivos urbanos, etc. Se trata en-tonces de no comprometernos máscon las demarcaciones paradigmáticasde las disciplinas sino con la construc-ción de un campo conceptual plural yabierto, que funcione a partir de la seriede problemas que se puedan construiro que se estén construyendo con res-pecto a nuestra situación ecológicacontemporánea. Es posible considerartambién que la elucidación de estosproblemas contemporáneos nos permitaentender mejor la formación de nues-tros diferentes procesos históricos yresponder a preguntas tales como:¿Qué usos históricos -agropecuarios,urbanísticos- le hemos dado a nuestroterritorio biológico? ¿De qué manerase han ido construyendo las valoracio-nes científicas, culturales y económi-cas de la vegetación y de los animalesen Colombia? ¿Qué relaciones hemosfabricado con nuestros diferentespaisajes? ¿Cómo ha funcionado elantropocentrismo y cómo funciona hoyel ecocentrismo en Colombia? ¿Qué tipode pedagogía y cuál ética orientan ac-tualmente los comportamientos con res-pecto al medio ambiente en nuestropaís? ¿Cómo se ha formado el conceptode recurso natural? ¿Cuáles relacioneshistóricas se analizan cuando se hacen

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consideraciones acerca de los recur-sos energéticos y del medio ambiente?¿Qué tipo de subjetividades humanassurgen en la actualidad, promovidas porla circulación del discurso ecológico enColombia con relación a los comporta-mientos alimentarios? ¿Cómo se ha vi-vido y cómo se vive la tropicalidad ennuestros territorios? ¿Cuál ha sido larelación histórica entre arte y trópico?¿Qué procesos de apertura conceptualsuceden en los saberes a raíz de lasrevelaciones de la ecología? ¿Es posi-ble hacer historias particulares de nues-tra relación con las técnicas, con lasmáquinas, con la producción industrial,teniendo en cuenta el discursoecológico? ¿Puede la ecología cambiarel sentido de las valoraciones econó-micas en Colombia al darle un lugarpreeminente al medio ambiente? Estaspreguntas hacen parte integrante de loshorizontes de trabajo que esta investi-gación ha permitido construir. No fina-lizamos con conclusiones sino con op-ciones de estudio que comprometen elanálisis aquí hecho con la realizaciónde algunas de ellas.

Por último, considero que este tra-bajo ha permitido entender en una for-ma renovada viejas inquietudes de es-tudios anteriores y ha producido pasio-nes nuevas acerca de las posibles me-diaciones e intersecciones entresaberes distintos para afrontar estosnuevos proyectos de historia de la rela-ción ecología-ecologismos en Colombia.

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