historia del radicalismo

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RADICAL SOCIALDEMÓCRATA

Partido Radical Socialdemócrata Sede Central: Londres Nº 57. Santiago - Chile Fonos: (56-2) 633 69 28 | (56-2) 638 33 53

Historia del Radicalismo Chileno

Francisco Bilbao

Manuel Antonio Matta

CAPÍTULO I.

RAÍCES DEL RADICALISMO CHILENO

Hacia fines de Mayo de 1850, durante el gobierno de Manuel

Bulnes Prieto, un grupo de notables forma la Sociedad de la

Igualdad. Estaba integrada por intelectuales jóvenes que

regresaban desde Europa, tras terminar sus estudios. Entre

ellos, José Victorino Lastarria, Eusebio Lillo y Francisco Bilbao.

La Sociedad de la Igualdad se convirtió en el foco de agitación

política del país y atrajo a su seno a todos los jóvenes

intelectuales y un buen número de artesanos. Los integrantes

de la Sociedad de la Igualdad promovieron levantamientos en

contra del gobierno autoritario, razón por la que el 9 de

Noviembre de 1850, por decreto de la Intendencia es disuelta

y líderes como Francisco Bilbao son apresados y

encarcelados. Otros como Santiago Arcos, José Victorino

Lastarria y Federico Errázuriz Zañartu son desterrados.

Sin embargo, la semilla ilustrada y libertaria se encontraba

inmersa ya en la vida política, Los hermanos Guillermo y

Manuel Antonio Matta, Ángel Custodio y Pedro León Gallo,

Francisco Marín y Juan Arteaga Alemparte, se reúnen en

Octubre de 1858. Su deseo, cambiar la Constitución de

Portales. Su nombre, La Asamblea Constituyente.

Las ideas que se cuestionaban por aquellos días se pueden

sintetizar en tres puntos fundamentales:

1. El autoritarismo presidencial (Los reyes sin corona).

2. La centralización administrativa.

3. La Iglesia en las decisiones del gobierno.

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La fuerte tensión que generaba el clericalismo, expresado políticamente a través del Partido

Conservador, en oposición a las difundidas ideas de la Revolución Francesa, estaba en el centro

del conflicto que se extiende por más de tres décadas, tiempo en el que la Sociedad de la

Igualdad, con los escritos de Manuel Antonio Matta protagonizan duros y hasta violentos

enfrentamientos.

Pero fue sólo hacia fines del segundo gobierno de Manuel Montt Torres, que los Radicales se

independizan, separándose de los liberales, por cuanto éstos, traicionando todo lo construido

hasta ese momento, se habían aliado a los Conservadores, para derrocar a los Montt-Varistas

(El Gobierno). La audacia de los "Radicales" o "Liberales Rojos", marcaría decisivamente en

devenir histórico-político de la República.

CAPÍTULO II.

LOS PRIMEROS PASOS

Pedro León Gallo

En 1863 Pedro León Gallo regresa al país después de su exilio

en 1859, y se incorpora con entusiasmo a la acción de las

Asamblea Constituyente (Clubes de la Reforma), cuyos

postulados lo interpretan plenamente. Con estos principios,

legados de la Sociedad de la Igualdad, se instaura el 27 de

Diciembre de 1863, en Copiapó, la primera Asamblea Radical.

Hacia 1863, no existían realmente partidos políticos en Chile.

Partidos como el Liberal o el Conservador eran por entonces

reuniones de notables en casas o clubes.

El Partido Radical sería el primer partido chileno que se organizó como un partido político

moderno, aunque por entonces su organización sólo era bajo la forma de Asambleas en

distintas localidades del país, y no sería sino hasta 1888, tras la Primera Convención Ideológica

Radical, que el radicalismo chileno se transforma en un movimiento definido y de ribete

nacional. En aquella oportunidad se alzó, por vez primera, un programa político y un proyecto

de gobierno como bandera de lucha por parte de un partido político en Chile, teniendo éste

además un poderoso líder en Enrique Mac Iver.

El programa consistiría en:

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1. Respeto al derecho de sufragio.

2. Responsabilidad de los funcionarios públicos.

3. Reforma al sistema electoral, para hacerlo representativo.

4. Establecimiento de cementerios laicos.

5. Enseñanza gratuita, laica y obligatoria.

6. Reforma a la administración de justicia.

7. Descentralización administrativa y apoyo al régimen parlamentario de gobierno.

8. Mejoramiento de las condiciones de la mujer.

9. Fin de todos los censos, las capellanías y las vinculaciones. Estos eran herramientas

para determinar la posición social de las personas sobre la base de su patrimonio y

ascendencia, lo que tenía trascendencia para el voto censitario.

Es en 1906 cuando un Valentín Letelier inspirado, que había

publicado su más notable documento "Los Pobres" y que había

levantado junto a estudiantes de Medicina de la Universidad

de Chile la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), cuando

vierte todo su caudal ideológico e intelectual en el nuevo

programa que el Partido Radical presentaría para el siglo XX.

"La causa de los pobres, es la causa de los

corazones generosos. La causa de los pobres debe

ser la causa del radicalismo."

Valentín Letelier

Aquí es cuando se incorpora con fuerza el tema educacional, que luego, en los gobiernos

radicales, será vital, con una serie de lineamientos. Comienza la socialización del radicalismo

chileno, tomando como principal preocupación las necesidades de los más pobres y la clase

media.

CAPÍTULO III.

LOS RADICALES Y LA EDUCACIÓN PÚBLICA

En 1906, con el gobierno de Pedro Montt, era un año convulsionado, y no

sólo por la masacre de Santa María. Cada año los intentos del Parlamento por

recortar el presupuesto al Ministerio de Instrucción Pública (antecesor del

Ministerio de Educación) eran constantes, y la oposición radical era cerrada. En

1909 el diputado radical Enrique Oyarzún presenta un proyecto de ley que entre

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otras cosas planteaba la prohibición de ocupar menores en fábricas, el aumento de

las escuelas y la obligación del Estado de alimentar a los niños que por su pobreza

no podían ir a la escuela. Fue rechazado por caro y restrictor de la libertad

individual.

Pero lo más grave aquí era el inmovilismo parlamentarista, que fue

rechazado por los radicales en todas sus formas. A medida que el Partido Radical

cambiaba su composición y se volvía de clase media, iba planteando su accionar en

tres ejes, sucediendo esto en las Convenciones de 1912 y 1918.

1. Enseñanza gratuita, laica y obligatoria desde la primaria hasta la

enseñanza superior. Gratuidad para la universidad, y educación con valores

democráticos.

2. Libertad electoral, fin del cohecho y cambio del sistema electoral. Fin

del parlamentarismo y reemplazo de éste por un régimen parlamentario real.

3. Intervención activa del Estado en la economía.

La instrucción primaria obligatoria es finalmente lograda en 1921, durante

el gobierno de Juan Luis Sanfuentes, realizando con ello parte de las aspiraciones

históricas del radicalismo, el refuerzo del principio del Estado Docente. Según este

principio, es el Estado quien debe encargarse de la Educación, a través de:

1. La acción preferente del Estado en educación, a partir de la creación de

una red de escuelas públicas. La mantención de un instituto politécnico público

(Escuela de Artes y Oficios, posteriormente, desde el gobierno de Gabriel González

Videla, Universidad Técnica del Estado) y de una universidad pública, la

Universidad de Chile.

2. La no prohibición de la iniciativa privada.

3. El control férreo a las instituciones privadas de educación mediante su

examinación, por parte del Instituto Nacional y de la Universidad de Chile. Cabe

recordar que en ese entonces existían ya universidades privadas, como la

Pontificia Universidad Católica de Chile.

El ejecutor del plan de instrucción primaria obligatoria será el ministro de

educación de Juan Luis Sanfuentes, el radical Pedro Aguirre Cerda. Él será el

encargado de construir la página más gloriosa de la historia radical.

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CAPÍTULO IV.

EL FRENTE POPULAR Y PEDRO AGUIRRE CERDA.

Pedro Aguirre Cerda

Mientras tanto todo esto sucedía en las

Convenciones radicales, un nuevo movimiento

político se alzaba con el beneplácito de los radicales:

el movimiento estudiantil. Éste se inicia con José

Ducci, estudiante de Medicina, quien impulsado por

el ímpetu de su rector, don Valentín Letelier,

organiza la FECH, y, posteriormente, ocupa la sede

que le sería cedida por el propio prócer radical, en

1908. Es claro que el movimiento estudiantil en sus

inicios comienza con el apoyo del profesorado, y ello

puede explicarse por el gran ascendiente que tenía

Letelier, la filiación radical y progresista de mucho del

profesorado de la Universidad de Chile, y el origen de

este mismo, un profesorado muy poco oligarca.

Con el pasar de los años este estudiantado se fue volviendo cada vez más consciente

socialmente, y ya en 1920 denuncia públicamente una maniobra patética de un oligarca para

mantenerse en el poder y evitar el ascenso de Arturo Alessandri, "la guerra de Don Ladislao".

Luego de sufrir violentamente la represión de las fuerzas policiales por negarse a ir a Perú, los

dirigentes estudiantiles y los radicales dan su apoyo cerrado a Alessandri y éste es electo,

contra la voluntad de don Ladislao Errázuriz, adalid de la campaña de Barros Borgoño.

Alessandri cuenta desde el minuto cero con el apoyo del Radicalismo, y Pedro Aguirre Cerda es

nombrado Ministro del Interior. Sin embargo, revueltas suceden, y el "ruido de sables"

interrumpe toda deliberación. Pedro Aguirre Cerda iba al exilio mientras Carlos Ibáñez del

Campo hacía de las suyas.

Mientras las cosas se calmaban, luego de los escándalos que derribaron el gobierno de Ibáñez,

un radical y profesor de Derecho Romano en la Facultad de Derecho de la Universidad de

Chile, Juan Esteban Montero, asume la Presidencia en 1931. Al poco tiempo sería derrocado

por otro levantamiento militar, esta vez, liderado por el socialista Marmaduque Grove.

Alessandri retorna al poder en 1933, pero la situación chilena es un caos, no sólo por la Gran

Depresión, sino por el fin de la bonanza del salitre. Y Alessandri no supo responder a las

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expectativas. Es así como movimientos estudiantiles, el Partido Socialista, el Partido

Comunista, y el Partido Radical, levantan en 1938 como Frente Popular la candidatura de

Pedro Aguirre Cerda a la Presidencia, y con el 50,4% de los votos derrota a Gustavo Ross Santa

María, el candidato de la derecha. Su lema será "Gobernar es educar".

CAPÍTULO V.

LOS GOBIERNOS RADICALES

Juan Antonio Ríos

El plan maestro de Pedro Aguirre Cerda comienza a ser

ejecutado: el impulsar el desarrollo a partir de la activa

intervención estatal en la economía. Es así como

rápidamente es creada la Corporación de Fomento de la

Producción, CORFO, como una especie de holding de las

empresas estatales que luego aparecerían, y comenzaría

lentamente la industrialización del país.

El segundo punto de este plan maestro fue la educación.

Pedro Aguirre Cerda mejoró en forma sustancial las

condiciones de trabajo de los maestros, e hizo construir

un gran número de escuelas.

Su aporte fue gigantesco, dejo por fin de lado las discusiones con respecto a la formación de la

República, y los discursos comenzaron a centrarse en el bienestar de la Nación.

Pedro Aguirre Cerda no vería los últimos días de su mandato, una enfermedad mortal le

arrebataría la vida en Alemania. No obstante, otro radical, Juan Antonio Ríos, también elegido

democráticamente, continuaría su obra. Su lema será "Gobernar es producir".

La profundización en las políticas públicas, fue la principal tarea Ríos, quien, con la misma

suerte que Aguirre Cerda, moriría antes de ver concluida su obra.

El Tercero fue Gabriel González Videla, su lema, "Gobernar es Industrializar". Creó la refinería

de Concón, la Industria Azucarera Nacional S.A (IANSA) y terminó de construir la Compañía de

Acero del Pacífico (CAP). También, para dotar a Chile de técnicos calificados, convierte la

antigua Escuela de Artes y Oficios en la moderna Universidad Técnica del Estado (Hoy USACH).

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Antes de terminar su gobierno (1949), Gabriel González Videla, promulgó la ley que otorgaba a

la mujer plenos derechos políticos, alcanzando así la igualdad cívica con el hombre. El voto

femenino se hacía extensivo a las elecciones parlamentarias y presidenciales, lo cual fue un

gran avance para Chile.

Entre 1938 y 1952, los gobiernos radicales desarrollar el cambio más profundo de la Historia de

Chile. Más allá, de sus éxitos materiales, sentaron las bases del devenir de la República, y las

políticas públicas tuvieron una profunda preocupación por la fortuna de los más desposeídos.

CAPÍTULO VI.

EL PRIMER ERROR: AQUEL QUE NOS COSTÓ LA SUPREMACÍA.

González Videla ingresa al sillón presidencial apoyado por el Partido Comunista, pero el

comportamiento de los esos ministros comenzó a ser errático, después de los primeros años,

apoyando marchas contra políticas del Gobierno, del cual participaban. Ante esto, la reacción

de González Videla fue absolutamente desmedida. Contrariando todos los principios del

radicalismo, dictó la Ley de Defensa de la Democracia para borrar a los comunistas del mapa,

reprimiendo sus sindicatos, confiscando sus sedes, apresando a sus líderes, y cortando las

relaciones diplomáticas con el Pacto de Varsovia.

Esto significó que González Videla se quedó sin aliados para gobernar, y el Partido Radical no

podía gobernar solo. Hubo de aliarse con la derecha ("gabinete de Concentración Nacional") y

luego con los democratacristianos, que ya por entonces emergían ("gabinete de Sensibilidad

Social). Terminó su mandato erráticamente, en el inmovilismo total. El radicalismo se hizo

sinónimo de corrupción dió pie para que Carlos Ibáñez del Campo regresara, esta vez

prometiendo "que iba a barrer con una escoba a toda la mala política".

Esto deslegitimó el sistema democrático a tal grado que muchos historiadores creen que aquí

comenzó la semilla del golpe militar. Ibáñez asumía. Nunca más habría un presidente radical.

Gabriel González Videla terminaría sus días como un exiliado. En 1971, sin nadie que lo

apoyara, dejó el Partido Radical para dedicarse al activismo contra Salvador Allende y después,

a apoyar al Dictador, siendo bajo su reino vicepresidente del Concejo de Estado. Fue re-

expulsado entrando los 80’.

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Gabriel González Videla, fue considerado siempre del ala izquerdista del radicalismo chileno,

razón por la cual fue apoyado como candidato presidencial por el Partido Comunista, incluso

antes de que su candidatura fuese oficialmente reconocida por el Partido Radical. Pero tras

una visita oficial a EEUU durante su mandato, su actitud hacia el comunismo internacional

cambió, ello sumado a la oposición de sus propios aliados, le hicieron cometer el peor error

que el radicalismo chileno recuerde: Incitar a la exclusión política.

CAPÍTULO VII.

EL SEGUNDO ERROR: AQUEL QUE NOS COSTÓ LA DEMOCRACIA

Ibáñez haría un pésimo gobierno. No sólo por un tema de edad, pues a la sazón era

octogenario, sino porque el ibañismo, la fuerza etérea que lo llevó al poder, se desintegró a los

seis meses de su asunción. La única cosa buena que hizo fue derogar la malhadada Ley de

Defensa de la Democracia. Y se veía a un Partido Radical, perplejo.

La diversidad ideológica dentro del radicalismo chileno se había acentuado. Mientras algunos

reconocían el marxismo, otros cerraban filas junto al liberalismo económico. Esto precipitó la

caída del coloso. El radicalismo se desnaturalizaba con cada elección, y su comportamiento

frente a las políticas públicas fue errático. Si bien la convulsión política en la década de los

años 60’ estremecía cada rincón del país, esta adquiría una especial relevancia en el Partido

Radical, que se había destacado por su marcado sello intelectual. El radicalismo chileno se

había metido en la pelea chica, y estaba perdiendo.

Finalmente se dividió en tres, y para los 70’ ya había perdido toda fuerza para enfrentar el

colapso de la República. Su misión histórica, su visión libertaria, se estaba perdiendo. El

Dictador entraba en escena, y la gran obra radical fue consumida por la avaricia del gigante.

CAPÍTULO VIII.

EL TERCER ERROR: AQUEL QUE CASI NOS CUESTA LA VIDA.

La dictadura fue una tragedia. El Dictador persiguió a muchos de nuestros correligionarios,

matando a decenas. Se preocupó especialmente de desmantelar cada una de las obras del

radicalismo, privatizando las empresas estatales, destruyendo la Educación Pública, y con ello,

a la Universidad de Chile, Sin libertad, Sin poder expresarnos. Sin poder pensar. Encargando a

un inteligente y maquiavélico Jaime Guzmán la redacción de la Constitución de 1980, que

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instauraría la exclusión política como norma fundamental, dándole forma al sistema de

elecciones más antidemocrático desde la época del voto censitario.

El radicalismo chileno se transformó en un murmullo, en un recuerdo lejano. Ya no quedaban

fuerzas en los Ilustrados. El Radicalismo fue desgarrado, torturado y exiliado. Y por edad y por

costumbre: nos dejamos estar.

CAPÍTULO IX.

LOS RADICALES INMORTALES

Pero no es tan fácil destruir corazones, no es sencillo aniquilar ideas. Y el radicalismo

sobrevivió, resistiendo en la clandestinidad, ahora mucho más atomizado, reuniendo fuerzas,

hasta que el gigante calló y la democracia volvió.

Fue en este contexto que próceres radicales como Anselmo Sule y Enrique Silva Cimma

regresan del exilio a luchar y a reconstruir el Partido Radical. Otros, como Orlando Cantuarias,

se quedaron en Chile y ya habían comenzado a rearticular al PR. Se hizo a todo nivel. Entre los

empleados públicos, bajo la amenaza, muchas veces cumplida, de la exoneración. Entre los

jóvenes, muchas veces bajo riesgo de cárcel. Entre los trabajadores de la educación. Entre los

profesionales. Entre los obreros.

Se trabaja en alianza con todos los partidos políticos que querían democracia, sin importar la

posición tenida antes de 1973. La desnaturalización de los años 60’ se supera, prevalece las

ansias de una sociedad más justa, libre y fraterna. El humanismo laico y el socialismo

democrático, las banderas naturales del radicalismo chileno, se transforman en verdaderas

estrellas, guiando el camino a un Chile mejor.

Tras sucesivas caídas, el radicalismo chileno se fusiona con el Partido Socialdemócrata (en

realidad la continuación del Partido de Izquierda Radical) dando más cuerpo, más bríos en esta

nueva etapa. El resultado, el Partido Radical Socialdemócrata.

No ha sido fácil este nuevo tránsito en democracia, los liderazgos escasean, y el tratamiento de

sus “aliados” al radicalismo chileno, hasta el día de hoy, ha sido francamente poco fraterno.

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CAPÍTULO X.

EL RENACER DEL FÉNIX

En 2001, con la muerte de Anselmo Sule, el Partido Radical Socialdemócrata recibe un golpe

que para muchos era el fatal, el que no recibiría en 1993. Con una improvisada directiva

encabezada por Claudio Sule, quien se retiraría posteriormente, el Partido se vio sin bases, sin

espíritu y desprovisto de sus conexiones esenciales con el mundo educativo. Se veía sin

juventud y tenía que soportar escándalo tras escándalo. Se vio cómo, sin Anselmo Sule, el

Partido Radical moría. Y el resto de la Concertación creyó en dicha muerte. Festinaron su

desdicha y perpetuaron una máquina, que luego de 12 años de Gobierno, se componía

esencialmente de burocracia sin principios claros. Pero cosas importantes comenzaban a

suceder debajo de la superficie.

Una nueva generación de radicales tomó el control de las cosas. Comenzó una lenta

restauración, no sólo de trabajo y de gente, sino que ideológica. A todo nivel

La inercia mantuvo al radicalismo chileno vivo en este duro tránsito (2001-2004), pero el agua

ha comenzado a agitarse desde aquellos años. La Juventud Radical ha vuelto y con ganas de

quedarse, los movimientos universitarios radicales en el país vuelven con fuerza e ideas, y aun

se siente en los movimientos sociales, deportivos y culturales. El ideario radical vive en las

variadas expresiones ciudadanas que alegan más diversidad, igualdad y educación.

La expresión más visible de este cambio fue la emergencia de José Antonio Gómez, presidente

nacional, Senador de la República y precandidato presidencia del radicalismo en 2009. El

ideario radical resurge y pretende generar una Nueva Concertación. Su ansiada Convención se

acerca y el radicalismo comienza a brillar de nuevo.

Es hora de que la siguiente página, sea escrita por ti.

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