historia principales culturas antiguas y modernas

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<b>Los españoles (del año 712 a la actualidad)<b> La historia de España en la Edad Media está escrita en tres capítulos principales: la creación de la España visigótica, la España musulmana y, posteriormente, la Reconquista: la lucha de los cristianos para recuperar los territorios españoles invadidos. La península ibérica era un apéndice del Imperio romano que quedó abandonado a su suerte cuando éste comenzó a desintegrarse, ya que no podía defenderlo frente a las invasiones bárbaras que llevaron la devastación a las mismas calles de Roma. La península quedó ocupada en gran parte por uno de los pueblos bárbaros emigrantes, los visigodos, que habían dejado las llanuras del sudoeste de la actual Rusia, desplazados por los hunos. Los visigodos se convirtieron al cristianismo y ocuparon el centro de la península durante varios siglos. Cuando en el siglo VIII uno de los nobles visigodos hizo un llamamiento a los musulmanes del norte de África solicitando ayuda contra el rey, dejó la puerta abierta para la expansión musulmana a través del Estrecho de Gibraltar. En poco más de 50 años, los musulmanes habían ocupado la mayor parte de la península, quedando únicamente fuera de su control pequeñas zonas de las montañas y del norte. Con los musulmanes, o moriscos, España se convirtió pronto en una de las civilizaciones más avanzadas de la Europa medieval. Prosperó sumida en una paz relativa gracias al florecimiento de la agricultura, el comercio, la acuñación de moneda y la industria. Asimismo, se benefició de la difusión de los conocimientos en todo el mundo musulmán. Córdoba se convirtió en la ciudad más grande y sofisticada de Europa después de Constantinopla, con una población superior a 500.000 personas, una maravillosa arquitectura, excelentes trabajos de arte, una fabulosa biblioteca e importantes centros de aprendizaje. Sin embargo, esta paz y prosperidad se vieron interrumpidas por problemas internos, ya que los gobernantes locales importantes competían por hacerse con el poder total, y por los ataques externos procedentes tanto del frente septentrional cristiano como de los musulmanes que venían del norte de África. A mediados del

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<b>Los españoles (del año 712 a la actualidad)<b>

La historia de España en la Edad Media está escrita en tres capítulos principales: la creación de la España visigótica, la España musulmana y, posteriormente, la Reconquista: la lucha de los cristianos para recuperar los territorios españoles invadidos.

La península ibérica era un apéndice del Imperio romano que quedó abandonado a su suerte cuando éste comenzó a desintegrarse, ya que no podía defenderlo frente a las invasiones bárbaras que llevaron la devastación a las mismas calles de Roma. La península quedó ocupada en gran parte por uno de los pueblos bárbaros emigrantes, los visigodos, que habían dejado las llanuras del sudoeste de la actual Rusia, desplazados por los hunos. Los visigodos se convirtieron al cristianismo y ocuparon el centro de la península durante varios siglos.

Cuando en el siglo VIII uno de los nobles visigodos hizo un llamamiento a los musulmanes del norte de África solicitando ayuda contra el rey, dejó la puerta abierta para la expansión musulmana a través del Estrecho de Gibraltar. En poco más de 50 años, los musulmanes habían ocupado la mayor parte de la península, quedando únicamente fuera de su control pequeñas zonas de las montañas y del norte. Con los musulmanes, o moriscos, España se convirtió pronto en una de las civilizaciones más avanzadas de la Europa medieval. Prosperó sumida en una paz relativa gracias al florecimiento de la agricultura, el comercio, la acuñación de moneda y la industria. Asimismo, se benefició de la difusión de los conocimientos en todo el mundo musulmán. Córdoba se convirtió en la ciudad más grande y sofisticada de Europa después de Constantinopla, con una población superior a 500.000 personas, una maravillosa arquitectura, excelentes trabajos de arte, una fabulosa biblioteca e importantes centros de aprendizaje.

Sin embargo, esta paz y prosperidad se vieron interrumpidas por problemas internos, ya que los gobernantes locales importantes competían por hacerse con el poder total, y por los ataques externos procedentes tanto del frente septentrional cristiano como de los musulmanes que venían del norte de África. A mediados del siglo XIII la España musulmana había quedado reducida a un único reino ubicado en Granada. Los reinos cristianos del norte fueron reduciendo el poder de los musulmanes, aunque sus esfuerzos se vieron debilitados en ocasiones por las luchas internas. Portugal se separó y creó un reino independiente. La Granada musulmana sobrevivió durante varios siglos gracias al generoso tributo que pagaba a los cristianos del norte y a una astuta diplomacia que enfrentó a sus enemigos. No obstante, en 1469, Isabel I de Castilla se casó con Fernando II de Aragón, uniéndose así los dos reinos cristianos que competían entre ellos, lo que anunció el fin de la España musulmana.

La España de la Edad Media fue un mundo de contrastes. Poseía las enormes ventajas de una sociedad multiétnica, que unía las influencias latina, judía, cristiana, árabe y musulmana en una cultura única y rica. Sin embargo, al mismo tiempo esas fuerzas culturales chocaban violentamente. Cuando dos culturas diferentes se enfrentan, el resultado suele ser nefasto. La Reconquista se alargó durante ocho siglos, fue como un reflejo de las Cruzadas en la Tierra Santa y

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creó una atmósfera cada vez más despiadada e intolerante. Los guerreros cristianos que lograron expulsar a los moriscos se ganaron la reputación de estar entre los mejores de Europa.

Granada se rindió a las fuerzas de Aragón y Castilla a principios del año 1492, un año de capital importancia pues, bajo el patronazgo de Isabel la Católica, Cristóbal Colón descubrió en él los continentes del Nuevo Mundo y a sus poblaciones nativas.

b>Los coreanos (del 400 a la actualidad)<b>

Cuando Europa se sumió en la Alta Edad Media, Corea se había divido en tres reinos enfrentados: Korkuryo en el norte, Paikche en el sudoeste y Silla en el sudeste. Con la ayuda de China, Silla conquistó los otros dos reinos en el siglo VII y, posteriormente, expulsó a sus antiguos aliados chinos. No obstante, la autoridad central de Silla se desintegró en los siglos VIII-IX a causa de la presión de los nobles locales. Corea volvió a unificarse como Koryo en el siglo X y, tras la unificación, recuperó en el año 993 los territorios que llegaban hasta el río Amnok, fronterizo con China. En el año 1170, un golpe militar expulsó del poder a la nobleza civil y se estableció un gobierno militar que duró sesenta años.

Los mongoles invadieron la zona en el año 1231, iniciando un período de luchas que duraría 30 años. Los mongoles tuvieron que atender en numerosas ocasiones a las guerras que también mantenían en China y en otros puntos, pero pronto consiguieron hacerse con el poder suficiente como para aceptar, en el año 1258, que Koryo firmara la paz con los invasores. Bajo el mandato de los mongoles, Koryo mantuvo su cultura autóctona y quiso demostrar su superioridad frente a los conquistadores mediante un florecimiento de manifestaciones artísticas.

La reforma de las tierras, la aparición de una nueva burocracia, la decadencia del budismo y la extensión del confucianismo alrededor de 1400 contribuyeron a la creación de un nuevo reino, Choson, que gobernó Corea hasta el siglo XX. La influencia política y económica de China sobre Choson fue muy fuerte. Corea se convirtió en un centro importante de aprendizaje, respaldado por la invención de los tipos de letra móviles y la técnica de planchas de madera para la imprenta alrededor del año 1234.

La prueba más importante a la que se sometió la dinastía Choson fue la invasión, en 1592, de los ejércitos de samurais japoneses que se suponía pretendían conquistar China. Aunque los siete años de lucha dejaron devastada gran parte de la península de Corea, los japoneses terminaron por retirarse, pues su flota no logró mantener abierta para el abastecimiento y los refuerzos la línea marítima con Japón. El gran almirante coreano Yi Sun-Shin venció a los japoneses en una batalla marítima. Un elemento clave para las victorias navales de Corea fue la presencia de los primeros navíos acorazados con cañones. Los japoneses no pudieron hacer nada frente a estas armas, lentas pero devastadoras.

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<b>Los aztecas (del 1325 al 1521)<b>

El control político del valle central de México, muy poblado y con una rica agricultura, se sumió en la confusión después del año 1100. El poder pasó más y más a manos de los aztecas, probablemente una tribu procedente del norte que había emigrado al valle, ocupando alguna población poco importante en las orillas del gran lago central. Era una sociedad que por encima de todo valoraba la destreza de los guerreros, lo que le proporcionó una ventaja frente a las tribus rivales de la zona. A finales del siglo XV, los aztecas controlaban la totalidad del centro de México, formando un imperio militar que obligaba a sus rivales a pagar tributos.

La cultura azteca se consolidó a partir de la experiencia de aquellos que llegaron antes, pero ella misma creó pocas novedades. Poseían una agricultura avanzada que servía de sustento a una enorme población. Construyeron edificios inmensos de diseño grandioso y destacaron en diferentes ramas del arte. Trabajaban bien los metales, aunque no conocían el hierro. Al no poseer ningún animal de tracción adecuado, no emplearon la rueda como elemento motriz.

Una de las principales características que distinguía a la cultura azteca era su afición por los sacrificios. La mitología azteca establecía que debía alimentarse al sol con sangre humana para darle fuerza y que amaneciera todos los días. Los sacrificios humanos se realizaban a gran escala; varios miles de ellos en un mismo día era algo habitual. En ocasiones las víctimas eran decapitadas o despellejadas, arrancándoseles el corazón cuando aún estaban vivas. Los sacrificios se llevaban a cabo en lo alto de enormes pirámides, para estar más cerca del sol, por lo que la sangre se derramaba por los escalones. Aunque la economía azteca se basó principalmente en el maíz, pensaban que los cultivos dependían de la provisión regular de la sangre de los sacrificios.

La demanda incesante de víctimas para sacrificios propició que los aztecas no ejercieran demasiado control en las ciudades satélite, pues al facilitar las frecuentes revueltas tenían una oportunidad para capturar nuevas víctimas. En épocas de paz, se organizaban "guerras florales", como competencias de valor y de artes bélicas, o con el objetivo de obtener víctimas. Luchaban con palos de madera cuyo fin no era matar al rival, sino mutilarlo y dejarle inconsciente. Si la lucha era a muerte, incrustaban cuchillas de obsidiana en los palos.

A pesar de su importante agricultura y del desarrollo de las artes, vista desde hoy la sociedad de los aztecas no parecía tener futuro. No aportaron ninguna tecnología significativa, ni ideas religiosas o teorías políticas de importancia. Esta civilización terminó repentinamente con la llegada de los españoles, a principios del siglo XVI. La sociedad azteca, afectada por enfermedades europeas transmitidas por los primeros comerciantes, se desmoronó definitivamente al enfrentarse a un pequeño ejército español equipado con armas de acero, armas de fuego y unos cuantos caballos. La crueldad de los aztecas contribuyó a su declive, ya que los españoles no tuvieron ninguna dificultad en contar con la ayuda de las otras tribus de México.

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b>Los celtas (500 -1500)<b>

Los celtas habitaron el norte de Europa hace 5000 años y construyeron el famoso monumento megalítico de Stonehenge. Julio César ya había luchado contra ellos durante su conquista de la Galia y, con el tiempo, los romanos les arrebataron también sus dominios británicos e ibéricos. A finales del Antiguo Imperio Romano, los celtas tan sólo ocupaban partes del noroeste de Francia, Irlanda, Gales y algunas zonas de Escocia. Durante el transcurso de la Edad Media, reforzaron su control de Escocia e hicieron varios intentos de ampliar su territorio en Inglaterra.

Los irlandeses siguieron siendo pequeños grupos durante la alta Edad Media. Hacia el 800, las cuatro provincias de Leinster, Ulster, Connaught y Munster habían alcanzado el poder bajo "reyes de elevado rango". Las incursiones vikingas comenzaron en el 795 como anticipación a los asentamientos vikingos de mediados del siglo IX, siendo el más importante de éstos el de Dublín. Brian Boru se convirtió en el primer rey de elevado rango de toda Irlanda en torno al año 1000. Los irlandeses derrotaron en Clontarf a los daneses de Dublín en el año 1014, aunque Brian Boru fue asesinado.

Un pueblo irlandés llamado los scotti invadió el territorio sur de la actual Escocia en los inicios de la Edad Media, asentándose permanentemente y dando su nombre a la zona. Los scotti hicieron retroceder y absorbieron a los pictos, nativos que habían hostigado a los romanos hacia el sur. El reino de Escocia tomó su actual forma durante el siglo XI, pero atrajo la intromisión inglesa. Los escoceses respondieron con la "vieja alianza" con Francia, que constituiría la base de su diplomacia durante siglos. Pero en 1296, Eduardo I de Inglaterra, el Zanquilargo, o "Martillo de los Escoceses", se anexionó Escocia.

William Wallace (Braveheart) lideró una revuelta en Escocia y consiguió la independencia en la batalla de Stirling Bridge, en 1297. Derrotado al año siguiente en Falkirk, Wallace lideró una guerrilla hasta que fue traicionado, apresado y ejecutado en 1305. Roberto el Bruce se autocoronó rey de Escocia tras asesinar a su principal oponente y echó a los ingleses al ganar la batalla de Bannockburn en 1314. Eduardo III de Inglaterra reconoció la independencia de Escocia en 1328, pero la guerra entre escoceses e ingleses continuó durante varios siglos. En el año 1603, mucho después de que la Edad Media hubiera tocado a su fin, las coronas de ambos países se unificaron.

Ningún príncipe de Gales se mostró lo suficientemente fuerte para unificar el país. A finales del siglo XIII, Eduardo I se hizo cargo del gobierno de Gwynedd, uno de los más fuertes principados de Gales. Procedió a construir allí cinco enormes castillos que, efectivamente, situaron al país bajo el mandato inglés.

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b>Los bizantinos (476 -1453)<b>

Los bizantinos tomaron su nombre de Bizancio, una antigua ciudad griega situada en el Bósforo, vía fluvial estratégica que une el Mar Negro con el Egeo. En el siglo IV, el emperador romano Constantino la había rebautizado como Constantinopla, convirtiéndola en la segunda capital de su imperio. El Imperio Romano de Oriente sobrevivió casi mil años al Imperio Romano de Occidente, defendiendo Europa de las invasiones orientales de los persas, árabes y turcos. Los bizantinos perduraron porque Constantinopla estaba bien defendida por murallas y podía ser abastecida desde el mar. En el cenit de su esplendor, a mediados del siglo VII, los bizantinos habían recuperado gran parte de los territorios del antiguo Imperio, excepto la península Ibérica (actualmente España y Portugal), la Galia (actualmente Francia) y Gran Bretaña. Los bizantinos también mantuvieron el control sobre Siria, Egipto y Palestina, aunque a mediados del siglo VII lo habían perdido ante los árabes. Desde entonces, su imperio consistía principalmente en los Balcanes y la Turquía actual.

El primer gran emperador bizantino fue Justiniano I (482 a 565). Su ambición era restaurar el antiguo Imperio Romano, lo que estuvo casi a punto de lograr. Su instrumento fue Belisario, el gran general de la época, quien agrandó el imperio por los cuatro puntos cardinales derrotando a los persas por el este, a los vándalos en el norte de África, a los ostrogodos en Italia y a los búlgaros y eslavos en los Balcanes. Además de sus campañas militares, Justiniano sentó las bases de su futuro imperio al establecer un fuerte sistema administrativo y legal. También fue un defensor del cristianismo.

La economía bizantina fue durante muchos siglos la más rica de Europa porque Constantinopla estaba muy bien situada en las rutas comerciales entre Asia, Europa, el Mar Negro y el mar Egeo. También era un punto de destino importante para la Ruta de la seda desde China. El nomisma, la principal moneda de oro bizantina, fue la moneda oficial del Mediterráneo durante 800 años. Finalmente, la posición estratégica de Constantinopla atrajo la envidia y la animosidad de las ciudades-estado italianas.

La fuerza clave del Imperio Bizantino fue la superioridad de su ejército, que recurrió a lo mejor de la experiencia bélica de los romanos, los griegos, los godos y de Oriente Medio. El núcleo del ejército era la caballería pesada, que actuaba de fuerza de choque apoyada por la infantería ligera (arqueros) y la infantería pesada (espadachines con armadura). El ejército, dividido en unidades, estaba entrenado en tácticas y maniobras. Los oficiales recibían educación en historia y teoría militar. Aunque con frecuencia eran superados en número por masas de soldados carentes de preparación, el ejército bizantino prevalecía gracias a tácticas inteligentes y a una buena disciplina. Una red de espías y agentes secretos, que filtraba información acerca de los planes de los enemigos, reforzaba al ejército, permitiendo utilizar el soborno u otras formas de desviar al enemigo.

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La marina bizantina mantenía abiertas las rutas comerciales marítimas, así como las líneas de suministro de la ciudad para evitar que ésta tuviera que rendirse de hambre en caso de asedio. En el siglo VIII, el ataque marítimo y terrestre de los árabes no tuvo éxito debido a un arma secreta: "el fuego griego". Este arma química, cuya composición se desconoce en la actualidad, era una especie de líquido de napalm que podía ser rociado con una manguera. "El fuego griego" provocó la destrucción de la marina árabe.

Durante los siglos VII y VIII, los árabes invadieron Egipto, Oriente Medio, el norte de África y España, despojando para siempre al Imperio Bizantino de esos territorios. La victoria de los turcos en Manzikert, en el año 1071, tuvo como consecuencia la devastación de Asia Menor, principal fuente de cereales, ganado, caballos y soldados del imperio. En el año 1204, los cruzados al mando del Dogo de Venecia saquearon a traición Constantinopla.

En el siglo XIV, los turcos invadieron Europa tomando Adrianópolis y evitando enfrentarse a Constantinopla. Un gran número de ellos se asentó en los Balcanes, derrotando a un gran ejército cruzado en Nicópolis en 1396. En mayo de 1453, el sultán turco Mehmet II tomó la debilitada Constantinopla con la ayuda de pesados cañones. Con la caída de Constantinopla, el Imperio Bizantino tocó a su fin.

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<b>Los chinos (581 al 1644)<b>

China fue reunificada en el año 581 a.C., tras un largo periodo de rencillas internas entre los fundadores de la dinastía Sui. Durante la mayor parte de los 1000 años siguientes, China fue una de las mayores civilizaciones del mundo tanto en tamaño como en desarrollo. Debido a su aislamiento geográfico de Occidente, pudo desarrollar y mantener una cultura única que extendió su influencia sobre gran parte de Asia.

Los emperadores, considerados hijos del Cielo, detentaban por lo general un poder supremo. Sin embargo, los desastres naturales y otras calamidades se tomaban como pruebas divinas de su inhabilitación como gobernantes, lo que podía justificar revueltas. Los Mandarines eran funcionarios conservadores que tenían competencia en el gobierno en las áreas local, provincial e imperial. Los Mandarines opositaban a sus cargos tras aprobar una serie de detalladas pruebas públicas basadas principalmente en la obra de Confucio.

La dinastía T'ang gobernó China desde el 618 hasta el 907. Bajo su mandato, China fue grande, rica y poderosa. Había un próspero comercio exterior y existía interés por las artes entre las clases superiores. Se inventaron la imprenta y la pólvora. Sin embargo, los últimos 100 años de la dinastía T'ang fueron testigos de agitadas revueltas campesinas e interminables guerras entre caudillos locales a las que la corte imperial no podía poner fin. Los años que van desde el 907 al 960 fueron conocidos como el periodo de las Cinco Dinastías. El norte de China estaba dominado por los bárbaros, y el sur había quedado dividido en 10 estados rivales. Un general del ejército de uno de estos estados, llamado Chao Kuang-yin, se hizo con el poder y unificó los estados del sur, fundando la dinastía Song. En los siguientes 20 años, sus descendientes reunificaron China.

La dinastía Song gobernó parte de China hasta 1279. Este fue otro periodo de apogeo cultural y se consideró la gran época de la pintura paisajística China. Hubo un desarrollo impresionante en la actividad económica, incluyendo un gran comercio marítimo. Aumentó la población y crecieron las ciudades; la producción alimenticia creció aún más velozmente que la población; se desarrolló una economía monetaria y la producción industrial se incrementó. Ninguna ciudad europea se aproximaba siquiera al número de habitantes de Chang An, Beijing (Pequín) o Guang Zou (Cantón), todas ellas con más de dos millones de habitantes.

Sin embargo, la riqueza de China atraía enemigos y, en 1206, los mongoles comenzaron sus ataques. Hacia 1279 ya habían conquistado la China de la dinastía Song y trasladado la capital a Pequín. El impresionante desarrollo económico de la dinastía Song llegó a su fin con las conquistas de los mongoles y los aproximadamente 30 millones de bajas que causaron. La dinastía Yuan del imperio mongol reunificó China y ésta volvió a ser una gran potencia militar y mundial. La influencia China se extendió por Asia. Hanoi fue tomada tres veces y se le cobraron impuestos a Birmania. Se desarrolló el comercio con la India, Arabia y el Golfo Pérsico. Marco Polo visitó China durante este periodo.

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Los desastres naturales y la subida de impuestos durante el siglo XIV provocaron rebeliones rurales. Un monje budista se convirtió en uno de los líderes de los Turbantes Rojos, una sociedad secreta opuesta al emperador de Pequín. Los rebeldes tomaron Nanjing en 1356 y 12 años más tarde expulsaron a los mongoles de Pequín, estableciendo la dinastía Ming. La dinastía Ming presidió otro florecimiento cultural y estableció una unidad política que sobrevivió a la dinastía Ming y duró hasta el siglo XX. Sin embargo, la dinastía Ming impuso un aislamiento y conservadurismo estrictos, oponiéndose al cambio y a la innovación, prohibiendo los viajes al exterior, y cerrando la Ruta de la Seda.

Uno de los aspectos más notables de la China medieval son sus tecnologías, inventadas normalmente muchos siglos antes de su transmisión a Europa o del desarrollo en ésta de avances similares. Entre los inventos importantes chinos se incluyen: la brújula, la carretilla, el ábaco, los arreos de las monturas, el estribo, el reloj, el hierro fundido, el acero, el papel, la impresión móvil (la imprenta), el papel moneda (los billetes), la pólvora y el codaste.

b>Los francos (del 509 en adelante)<b>

Los francos fueron uno de los pueblos bárbaros germanos conocidos por los romanos. A principios del siglo V empezaron a expandirse hacia el sur desde sus territorios de origen a lo largo del río Rin hasta la Galia (actualmente Francia), dominada por los romanos. Sin embargo, a diferencia de otros pueblos germanos, no abandonaron sus lugares de procedencia, sino que más bien ampliaron sus territorios. Clodoveo, jefe franco, venció a los últimos ejércitos romanos de la Galia y, hacia el 509, unificó a los francos, convirtiéndose en el gobernante de gran parte de Europa occidental. Durante los siguientes 1000 años, el reino franco fue evolucionando hasta dar origen a la actual nación de Francia.

De acuerdo con la tradición, los cuatro hijos de Clodoveo se dividieron el reino tras su muerte. Esta costumbre condujo a guerras civiles y luchas internas entre los sucesivos pretendientes al trono durante muchos siglos. Hacia finales del siglo VII, los reyes merovingios (descendientes de Clodoveo) gobernaban simbólicamente. A principios del siglo VIII, Carlos Martel se convirtió en mayordomo de palacio, estando justo por debajo del rey en importancia. Hizo de los francos una gran fuerza de caballería. Luchaba tan bien que sus enemigos lo apodaron Carlos el Martillo. En el año 732, la caballería francesa derrotó en la batalla de Poitiers a los invasores musulmanes que les atacaban desde el norte de España, dando fin para siempre al avance del Islam desde el sudoeste.

El Papa coronó a Pipino, hijo de Carlos Martel, con el título de rey de los francos a cambio de haberle ayudado a defender Italia de los lombardos. Pipino fundó la dinastía de los carolingios. El más grande de estos gobernantes fue Carlos el Grande o Carlomagno, quien gobernó desde el 768 hasta el 814. Convirtió el reino franco en un imperio donde floreció la cultura y el saber. Sus nietos se dividieron el imperio que, como resultado, quedó fraccionado en dos. La parte occidental se convirtió en el reino de Francia, aunque los reyes posteriores perdieron gradualmente su control político. La autoridad central se derrumbó bajo la presión de las guerras civiles, las luchas

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fronterizas y las incursiones vikingas. El único medio de conseguir soldados y dinero era hacer concesiones a los terratenientes. Los feudos pasaron a ser hereditarios y quienes los detentaban se convirtieron en señores feudales con vasallos propios. Hacia el siglo X, Francia se encontraba dividida en dominios feudales que actuaban como estados independientes.

En el 987, la nobleza francesa proclamó rey a Hugo Capeto. La razón principal fue que su feudo, centrado en París, era más bien débil, por lo que pensaron que no supondría una amenaza. Hugo fundó la dinastía de los reyes capetos, quienes lentamente y a lo largo de dos siglos recuperaron el poder mediante la creación de seguros caminos reales, engrandeciendo sus dominios, fomentando el comercio, y otorgando cartas reales a las nuevas ciudades y feudos. Aliándose con la Iglesia, los Capetos consiguieron una fuerte posición moral y se beneficiaron de la influencia cultural, política y social de ésta. La administración real se volvió más eficiente y leal al rey al dejar los cargos públicos de ser hereditarios.

Empezando por Felipe II en 1180, Francia se convirtió en una de las naciones más importantes de Europa gracias a tres grandes gobernantes. Mejoraron el funcionamiento del gobierno, fomentaron un próspero comercio, recaudaron impuestos de manera eficiente y fortalecieron su posición en la cima de la jerarquía feudal. Aunque se estableció una asamblea nacional llamada los Estados Generales, ésta no tenía realmente ningún poder y fue ignorada con éxito.

La Guerra de los Cien Años, largo conflicto entre Francia e Inglaterra, tuvo lugar para decidir de quién eran las tierras de Francia que habían sido heredadas por reyes ingleses, y duró desde el año 1337 hasta 1453. Finalmente, la victoria francesa hizo del rey la fuerza política más poderosa de Francia.

<b>Los godos (200 al 714)<b>

Los godos, pueblo germánico de la frontera del río Danubio, fueron conocidos por los romanos desde el siglo I d.C. Presionados por los desplazamientos de los hunos desde el Asia Central hacia occidente, los godos se dirigieron hacia Europa Occidental atravesando el Danubio para escapar de las hordas que se avecinaban. Tras tomar parte en la caída de Roma, rivalizaron con otros pueblos bárbaros durante principios de la Edad Media por los restos del Imperio Romano de Occidente.

Por cuanto sabemos, los godos procedían de la isla de Gotland, en el Mar Báltico, y se dividieron en dos grupos al emigrar al sur a través de Europa Central. Los visigodos, o godos del oeste, se asentaron durante el siglo II en la actual Rumania. Los ostrogodos, o godos del este, se asentaron en la costa noroeste del Mar Negro. En el 376 d.C., los visigodos fueron expulsados de sus territorios y se desplazaron hacia el sur atravesando el Danubio. Su fuerza se estimaba en 60.000 entre hombres, mujeres y niños. Tras derrotar a un ejército romano de Constantinopla, se asentaron al sur del Danubio durante un breve periodo para después dirigirse hacia Italia. Saquearon Roma en el año 409 bajo las órdenes del rey Alarico, marchando después hacia el norte, concretamente hacia la Galia. Los romanos les cedieron el sudoeste de la Galia. Desde allí, y con el tiempo, extendieron su dominio a todo lo que es actualmente España y Portugal.

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Los ostrogodos se libraron del dominio huno y, a finales del siglo V, siguieron a sus congéneres, los visigodos, hasta Italia. El emperador de oriente, que quería deponer al virrey bárbaro reinante, los animó a llevar a cabo la invasión. Los godos entraron en Italia en el 448 bajo las órdenes de Teodorico, que ya era rey de los actuales territorios de Suiza y los Balcanes, completando su conquista en el 493.

El reinado de Teodorico duró poco tras su muerte en el 526. Diez años más tarde, los bizantinos enviaron un ejército a Italia al mando del gran general Belisario, con la excusa de poner paz en la lucha por la sucesión al trono. Los bizantinos pretendían recuperar Italia y restaurar el antiguo Imperio Romano de Occidente. La guerra se alargó, devastando el campo conjuntamente con las plagas y el hambre. En el 552, los ostrogodos fueron finalmente vencidos en Italia. Dejaron de existir como grupo concreto a finales del siglo VI, cuando una nueva tribu de bárbaros, los lombardos, invadieron el norte de Italia

El reinado de los visigodos fue más duradero. A finales del siglo V Clodoveo, rey de los francos, expulsó a los visigodos de Francia haciéndoles cruzar los Pirineos. El reino se fragmentó tras su muerte, y los visigodos quedaron en paz durante algún tiempo. Pero en el 711, una nueva amenaza avanzaba desde el sur: los ejércitos islámicos cruzaron el mar desde el norte de África y, en un periodo de cuatro años, destruyeron el último reino godo.

Hoy se recuerda a los godos por haber sido los primeros en saquear Roma, y, en consecuencia, por haber dado comienzo a la caída definitiva del antiguo orden mundial europeo. Sin embargo, la admiración que sentían por la cultura romana y sus intentos por preservarla, permitieron que gran parte de ésta se conservara. Así por ejemplo, las actuales lenguas de Italia, Francia, España, Portugal y Rumania proceden del latín, aunque con influencias de otras lenguas posteriores. No son variaciones del alemán, como es el caso del inglés.

<b>Los hunos (del 408 al 453)<b>

Los hunos eran un pueblo nómada procedente de la zona de Mongolia, en Asia Central, que empezó a emigrar hacia el oeste en el siglo tercero, probablemente a causa de cambios climáticos. Los caballos tenían una gran importancia para este pueblo, habituado a luchar a caballo utilizando como armamento lanzas y arcos. Emigraron con sus familias y grandes rebaños de caballos y otros animales domésticos en busca de nuevas tierras de pastos donde instalarse. Por su destreza y disciplina militares, nadie fue capaz de detenerlos y desplazaron a todos los que encontraron a su paso. Provocaron así una oleada de migraciones, ya que los pueblos huían antes de que llegaran para no encontrarse con ellos. Este efecto dominó de grandes masas bordeó el frente impenetrable que representaba Constantinopla y el Imperio romano de Oriente, extendiéndose por las orillas del Danubio y el Rin hasta que aplastaron el Imperio romano de Occidente en el año 476.

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Los hunos encontraron tierras que les convenían en la llanura húngara de Europa oriental y allí se establecieron, ubicando su sede central en la ciudad de Szeged, a orillas del río Tisza. Necesitaban grandes extensiones de pastos para proporcionar forraje a sus caballos y otros animales. Desde esta llanura, controlaron mediante alianzas o conquistas un imperio que acabó por extenderse desde los montes Urales de Rusia hasta la orilla del Rin en Francia.

Los hunos eran excelentes jinetes, que entrenaban para la monta desde corta edad, y se cree que fueron los primeros en utilizar el estribo, elemento de suma importancia para aumentar el poder de lucha de un hombre a caballo con la lanza en ristre. Sembraron el terror en sus enemigos por la rapidez con la que se movían y cambiaban de caballo varias veces al día para mantener este dominio. Una segunda ventaja fueron los arcos compuestos, bastante superiores a cualquier arma utilizada en aquella época en Occidente. De pie y apoyados en los estribos, podían disparar por el frente, por los costados y por detrás. Sus tácticas se caracterizaron por la sorpresa, los ataques relámpago y el terror que producían después. Constituían un ejército de caballería ligera y su estructura política se basaba en un líder carismático que les guiaba hacia un objetivo.

El poder de los hunos llegó a su punto álgido durante el mandato de Atila, que fue nombrado líder de los hunos en el año 433 e inició una serie de ataques en el sur de Rusia y en Persia. Posteriormente centró su atención en los Balcanes, causando tal terror y estragos en dos importantes asaltos que le pagaron para que se retirara. En el año 450 se dirigió hacia el Imperio de Occidente, cruzando el Rin al norte de Maguncia con aproximadamente 100.000 guerreros. Avanzó en un frente de más de 150 kilómetros y saqueó la mayor parte de ciudades de lo que es hoy el norte de Francia. El general romano Aecio preparó para combatirlos un ejército galorromano y avanzó contra Atila, que estaba asediando la ciudad de Orleans. En la batalla de los Campos Cataláunicos, las tropas de Atila fueron derrotadas, aunque no destruidas.

La derrota de los Campos Cataláunicos está considerada como una de las batallas más decisivas de la historia, ya que habría podido significar el fin de la religión cristiana en Europa occidental y, tal vez, el dominio de la zona por pueblos asiáticos.

Posteriormente, Atila invadió Italia en busca de nuevos botines. Cuando entró en ella, numerosos refugiados escaparon a las islas cercanas de la costa y fundaron, según la tradición, la ciudad de Venecia. Aunque las tropas romanas fueron derrotadas y los ejércitos más importantes del país aún se encontraban en la Galia, los hunos también estaban debilitados, tras numerosas campañas, enfermedades y hambrunas en Italia. En un encuentro trascendental con el Papa León I, Atila aceptó retirarse.

El imperio de los hunos se desintegró en el año 453 tras la muerte de Atila, pues no había ningún líder fuerte que consiguiera mantener la unidad del pueblo. Los pueblos sometidos se sublevaron y las diferentes facciones se enfrentaron para conseguir el poder. Con el tiempo el imperio se deshizo con la llegada de nuevos invasores, como los ávaros, y desapareció de la historia.

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b>Los japoneses (500 al 1600)<b>

Situada en un islote a 100 millas del Asia continental en su punto más cercano, Japón era una tierra de misterio en los confines de la civilización. Aislados primero geográficamente y más tarde por elección propia, los japoneses desarrollaron una cultura única que absorbió pocas influencias del mundo exterior. En los inicios de la Edad Media europea, la cultura japonesa más desarrollada se hallaba en el extremo norte del Mar del Japón, en la gran isla de Honshu. Hacia el este, al otro lado de las montañas Hakone, estaba Kanto, llanura aluvial y única gran área de las islas para la plantación de arroz. Al norte y este de Kanto se situaba la frontera, más allá de la cual vivían los aborígenes, que habían ocupado las islas desde el Neolítico.

Algunos creen que, hacia el siglo V d.C., la corte Yamato se había convertido en gran parte en ceremonial. Una serie de clanes independientes, conocidos como <i>uji<i>, eran los que detentaban el poder real por debajo del monarca. Los líderes de estos clanes formaban una especie de aristocracia que rivalizaba por el control del país y del trono.

En el 536, el clan de los Soga estableció su predominio, surgiendo de éste el primer gran hombre de estado de la historia, el Príncipe Shotoku, quien realizó reformas que sentaron las bases de la cultura japonesa durante las siguientes generaciones. En el 645, el poder pasó del clan de los Soga al de los Fujiwara, que presidió la mayor parte del periodo Heia (794 al 1185). Este nuevo liderazgo impuso la Reforma Taika del año 645, que emprendió medidas encaminadas a la redistribución de los arrozales, estableció un impuesto sobre la producción agrícola y dividió el país en provincias. Sin embargo, gran parte del territorio permanecía fuera de la influencia y del control imperial. El poder real pasó a familias importantes que habían alcanzado un lugar prominente en las tierras de cultivo del arroz. Los conflictos entre estas familias condujeron a la guerra civil y a la ascendencia de la clase guerrera.

Al igual que en la Europa Occidental medieval, el desmoronamiento de la autoridad central, la aparición de poderosos nobles locales y el conflicto con los bárbaros en la frontera, se combinaron para crear una cultura dominada por una élite guerrera. Estos guerreros llegaron a ser conocidos como samurai, "los que sirven", equivalentes más o menos al caballero europeo. A finales del siglo XII, un gobierno militar remplazó a los nobles que detentaban el poder real por debajo del trono. La cabeza del gobierno militar era el Shogun.

La vida de los samurai se regía por el código del guerrero, parecido al código de honor de los caballeros europeos. La lealtad a su señor constituía la base de ese código. A cambio de la protección dada al guerrero, éste obedecía las órdenes de su señor sin cuestionarlas y estaba dispuesto a morir en su nombre. El samurai daba gran importancia a sus ancestros y cultivaba religiosamente la tradición familiar para ganar méritos. Su conducta debía ser firme y no dar muestras de cobardía. Los guerreros iban al campo de batalla esperando y deseando la muerte, ya que se pensaba que un guerrero animado por la esperanza de sobrevivir no lucharía bien.

El periodo comprendido entre los años 1185 y 1333 se denominó Kamakura, tomando el nombre de una región del Japón dominada por un nuevo clan que subió al poder tras la guerra civil. Los

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mongoles intentaron invadir Japón en dos ocasiones, una en 1274 y otra en 1281, pero fueron expulsados ambas veces. Una tormenta fortuita produjo grandes pérdidas en la flota de los mongoles en la segunda invasión.

<b>Los mayas (del 250 al 1546)<b>

Los mayas ocuparon la península de Yucatán, actualmente Honduras y Guatemala. Su origen se remonta probablemente al segundo milenio a.C., aunque alcanzó su apogeo entre los años 600 y 900 d.C. A pesar de que vivían en tierras de escaso valor agrícola, crearon monumentos y centros de ceremonias casi tan impresionantes como los erigidos en Egipto. La extensión de sus construcciones ceremoniales es sorprendente, ya que su religión era relativamente primitiva. También lo era su arquitectura, aunque innegablemente admirable, comparada con los avances de la época en el resto del mundo. Inventaron un lenguaje escrito que todavía no se ha logrado descifrar. En la actualidad se conservan tres códices de la civilización maya, restos de un elevado número destruido por los europeos, quienes temían que contuvieran herejías.

Los mayas destacaron en ciencias como las matemáticas y la astronomía. El conocimiento y la capacidad de predicción del movimiento de las estrellas y los planetas fue esencial para calcular su calendario y establecer las fechas de las ceremonias importantes. Vivían en pequeños poblados que no se conservan, pero se reunían en los centros para los actos importantes. Los guerreros nobles y los sacerdotes controlaban la sociedad.

La civilización maya comenzó a decaer en el siglo X, tal vez a causa de un terremoto o una erupción volcánica en la zona. Muchas de las construcciones ceremoniales se abandonaron a partir de entonces. Los guerreros del centro de México invadieron este territorio y se agruparon en pequeñas comunidades en el bosque pluvial. El último centro maya sucumbió a manos de los españoles en el siglo XVII, pero actualmente hay más de dos millones de descendientes mayas en la península de Yucatán.

<b>Los mongoles (1206 a 1405)<b>

Los mongoles eran nómadas de las estepas de Asia Central. Se trataba de fieros guerreros que luchaban entre sí por las tierras de pasto y atacaban ferozmente a las civilizaciones al este y al sur de su territorio. A principios del siglo XIII, los clanes mongoles se unieron emprendiendo una campaña de expansión territorial. Siguiendo los pasos de los hunos, sus predecesores 1.000 años atrás, construyeron uno de los mayores imperios que el mundo ha conocido.

Los mongoles habitaban las llanuras que se sitúan al sur del lago Baikal en la actual Mongolia. En el momento de su máximo apogeo, su imperio llegó a abarcar desde Corea hasta la costa del mar Báltico pasando por Asia y la Rusia europea. Tomaron la mayor parte de Asia Menor, el actual Irak, el actual Irán, Afganistán, Pakistán, el Tíbet, parte de la India y de Birmania, toda China y parte de Vietnam.

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Temujin, conocido como Genghis Khan ("el poderoso rey"), unificó los clanes mongoles a principios del siglo XIII. Ambicionó, casi consiguiéndolo, dominar los territorios que se encontraban entre el océano Pacífico y el Atlántico. Comenzó con aproximadamente 25.000 guerreros, aumentó la fuerza de su ejército subyugando a otras poblaciones nómadas y atacó el norte de China en 1211. Tomó Pequín en 1215 tras una campaña que costó la vida a alrededor de 30 millones de chinos. Posteriormente, los mongoles se dirigieron hacia el oeste tomando en 1220 la gran ciudad comercial de Bukhara, situada en la Ruta de la Seda. La ciudad fue quemada y sus habitantes asesinados.

Muerto Genghis Khan en 1227, su hijo Ogedei completó la conquista de la China septentrional y avanzó hacia Europa. Destruyó Kiev en 1240 y se dirigió hacia Hungría. Pero al morir Ogedei durante una campaña en 1241, todo el ejército se replegó para dar solución al problema de la sucesión al trono. Europa dejó de ser un objetivo y los gobernantes mongoles volvieron su atención hacia Oriente Medio y el sur de China. Hulagu, nieto de Genghis Khan, acabó con la secta musulmana de "los Asesinos" y tomó Bagdad, la capital musulmana, en 1258. La mayoría de sus 100.000 habitantes perecieron asesinados. Un ejército musulmán de mamelucos egipcios (guerreros esclavos de alto rango) derrotó a los mongoles en la actual Israel, acabando con la amenaza mongola para el Islam y las ciudades santas.

Kublai Khan, también nieto de Genghis, completó la conquista de China en 1279, estableciendo la dinastía Yuan. Los mongoles intentaron invadir Japón sin éxito en 1274 y 1281. La muerte de Kublai Khan en China marcó el comienzo del declive del imperio en Asia y otros territorios. En 1368, la dinastía Yuan fue derrocada en China en favor de la dinastía Ming.

En la década de 1370, un guerrero de ascendencia turco-mongol que afirmaba descender de Genghis Khan, consiguió liderar los estados mongoles de Asia central y se dispuso a restaurar el Imperio Mongol. Se llamaba Timur Leng (Timur "el Cojo", Tamerlán para los europeos y "Príncipe de la Destrucción" para los asiáticos). Con un ejército de aproximadamente 100.000 jinetes, asoló Rusia y Persia, luchando en especial contra los musulmanes. Saqueó Delhi en 1398, asesinando a 100.000 habitantes. Posteriormente, se apresuró hacia el oeste venciendo en Siria a un ejército egipcio de mamelucos. En 1402, venció a un gran ejército turco otomano junto a la actual Ankara. Cuando estaba a punto de acabar con el Imperio Otomano, Tamerlán se retiró repentinamente. Murió en 1405 durante su regreso a China. Debido a su preferencia por el saqueo y la matanza desenfrenados frente a la creación de gobiernos estables en los territorios que se conquistaban, el enorme reino que heredaron sus hijos se desmoronó rápidamente tras su muerte.

<b>Los persas (220 al 651)<b>

El Imperio Persa hacía ya muchos siglos que existía al iniciarse la Edad Media. Tras la conquista de Alejandro en el siglo IV a.C. y el subsiguiente desmoronamiento de su imperio en siglos posteriores, el Imperio Persa se había reunificado. Los persas llevaban luchando contra los romanos desde el siglo III d.C.

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El Imperio Persa se extendía desde Mesopotamia a la India y desde el Mar Caspio hasta el Golfo Pérsico, lo que abarca los actuales estados de Irak, Irán y Afganistán. Lucharon contra los romanos y más tarde contra los bizantinos por el control de los territorios de las actuales Siria, Turquía, Palestina, Israel, Egipto y Arabia. La capital del Imperio Persa era Ctsesiphon, actualmente Bagdad.

Los romanos hicieron diversos intentos por subyugar a los persas durante los siglos III y IV, y finalmente firmaron un tratado de paz en el año 364 por el cual los persas consolidaban su hegemonía en el este y en el norte. Los persas comenzaron sus ataques contra el imperio bizantino en Siria, Palestina, Egipto y la actual Turquía. La guerra entre las dos potencias sufría continuos avances y retrocesos. Los persas sitiaron Bizancio sin éxito en el año 626. Un año después, los bizantinos invadieron Persia. Finalmente, y ya exhaustos, firmaron la paz en el año 628.

Los persas no estaban preparados para los furibundos ataques islámicos del siglo VII. La dinastía Sasánida de Persia pereció en la lucha en el 636. La capital persa no tenía defensas comparables a las de Constantinopla. En el 651, toda Persia estaba en manos de los musulmanes.

<b>Los teutones (919 -1250)<b>

El origen de Alemania se remonta a la coronación de Carlomagno como Santo Emperador Romano en el 800. Tras su muerte, el imperio se dividió en tres partes que gradualmente se fundieron en dos: el reino franco del oeste, que se convirtió en Francia, y el reino franco del este, que llegó a ser Alemania. El título de Santo Emperador Romano permaneció en la familia de Carlomagno hasta extinguirse junto con su descendencia en el siglo X. En el 919, Enrique, Duque de Sajonia, fue elegido rey de Alemania por sus pares los duques. Su hijo Otón I se convirtió en emperador en el 962.

El Santo Imperio Romano sobre el que reinaba Otón I se extendía desde las llanuras germanas hasta el Báltico por el norte; hasta parte de la actual Polonia por el este; y a través de Suiza, Austria y el norte de Italia, en dirección sur. Desde el principio, los emperadores tuvieron dificultades para mantener el control de dos regiones tan dispares como Alemania e Italia, separadas por los Alpes.

Al principio el Santo Imperio Romano tuvo éxito porque beneficiaba a sus miembros principales, Alemania e Italia. Los germanos no se habían librado por completo de su condición bárbara, ya que Carlomagno los había conquistado tan sólo hacia un siglo. Se beneficiaron en gran medida de la cultura, la tecnología y el comercio italiano. Los italianos recibieron bien la estabilidad y relativa paz que les aseguraba el imperio, ya que Italia había sido invadida repetidas veces durante los últimos 500 años. El imperio protegió al papado y permitió que las ciudades-estado italianas iniciaran su crecimiento.

Los ejércitos imperiales estaban constituidos en parte por arrendatarios de tierras de la Iglesia que debían lealtad al emperador. Otro segundo contingente importante era el de los ministrales, cuerpo de siervos que recibían el mejor entrenamiento y equipo como los caballeros, pero que no

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eran hombres libres. Estos ejércitos eran utilizados para sofocar revueltas o sublevaciones de nobles locales y campesinos, o para defenderse contra las incursiones vikingas del norte y las magiares del este.

Los guerreros germanos tenían una excelente preparación, ya que Alemania estaba constituida por una serie de principados independientes en continua disputa. Los soldados germanos más famosos eran los Caballeros Teutónicos, una orden religiosa de guerreros inspirados por las cruzadas. Los Caballeros Teutónicos extendieron el cristianismo por la región del Báltico al conquistarla, pero fueron finalmente derrotados por Alexander Nevsky en la batalla del helado lago Peipus.

Una confrontación entre los emperadores y la Iglesia sobre la investidura de los obispos debilitó a los emperadores de Alemania e Italia. Durante los periodos de temporal excomunión del emperador y de guerra abierta a Roma, la autoridad imperial desapareció. Los príncipes germanos locales consolidaron sus propiedades y lucharon contra los vikingos sin interferencia ni ayuda del emperador. En Italia, las crecientes ciudades-estado se unieron para formar la Liga Lombarda y se negaron a reconocer al emperador.

El poder político de Italia y Alemania pasó del emperador a los príncipes locales y a las ciudades. Los ministriales se rebelaron, tomando el control de las ciudades y castillos que guarnecían y declarándose libres. Durante los desesperados intentos de hacerse de nuevo con Italia, se otorgaron más concesiones a los príncipes locales en Alemania. Hacia mediados del siglo XIII, el Santo Imperio Romano tan sólo existía simbólicamente, y el trono permaneció vació durante 20 años. Los príncipes germanos sólo se preocupaban de sus propias tierras. Por su parte, las ciudades-estado italianas no querían un gobernante germano y eran los suficientemente fuertes como para defenderse por sí mismas.

Los príncipes germanos eligieron a lo largo de la Edad Media a algunos emperadores que sólo gobernaron simbólicamente, controlando poco más que sus propios estados familiares. Alemania siguió siendo durante siglos una potencia europea menor.

<b>Los Vikingos<b>

La ganadería, la agricultura y la pesca habían sido la base de subsistencia de los habitantes de Escandinavia durante siglos. En los siglos VI y VII, se desarrolló el comercio a lo largo del Mar Báltico y con Rusia a través de sus grandes ríos. Repentinamente, a finales del siglo VIII y por razones desconocidas, comenzaron sus agresivas incursiones sobre las costas de Europa. Tal vez fueran las relativas riquezas con las que habían tropezado como comerciantes; o quizás percibieron cierta debilidad en las civilizaciones del sur; o sencillamente los nuevos avances en tecnología marítima les permitían viajar más lejos y a mayor velocidad. En el 793, los vikingos arrasaron el gran monasterio de Lindisfarne, construido por los irlandeses en un islote de la costa noreste de Inglaterra.

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Sus largas embarcaciones, rápidas y ligeras, les permitían surcar velozmente los mares y los ríos. Debido a la dificultad de los caminos en el siglo IX, los vikingos podían atacar prósperas poblaciones y monasterios antes de que cualquier tipo de resistencia organizada se les opusiera. Desembarcaban rápidamente saqueando las ciudades y tomando esclavos. Las poblaciones de las costas de Alemania, Francia y Gran Bretaña vivían en el terror de ser presa de sus incursiones. Las autoridades locales se vieron desprestigiadas ante la imposibilidad de defenderse de ellas. La población se volvió hacia los señores feudales, que construyeron castillos para su defensa. Esta situación fortaleció a la larga a los nobles locales, mientras el poder real se debilitaba.

A medida que avanzaba el siglo IX, los vikingos se hicieron más audaces. Grupos más numerosos se aliaron para realizar verdaderas invasiones. Saquearon importantes ciudades como Hamburgo, Utrecht y Rouen, estableciéndose en las Islas Británicas, parte de Irlanda (fundando Dublín), Islandia y Groenlandia. Los daneses tomaron y gobernaron durante un siglo la mitad este de Inglaterra. Otras hordas vikingas sitiaron París durante dos años a través de la ruta fluvial del Sena hasta que se marcharon a cambio de dinero y grandes botines. Otro grupo gobernó Rusia desde Kiev y tomó Constantinopla desde el Mar Negro. También saquearon la Península Ibérica musulmana y penetraron en el Mediterráneo.

El rey de Francia compró la paz de su país en el siglo X cediendo a los vikingos parte de su territorio (que se llamó Normandía, del término Normans, que significaba "hombres del norte") y nombrando duque francés a su gobernante. Como parte del acuerdo, los normandos se convirtieron al cristianismo. Los normandos llegaron a ser uno de los pueblos más importantes de la Edad Media. Más tarde conquistarían Inglaterra, estableciendo el primer gran reino europeo. Otros grupos de normandos conquistaron Sicilia y la mitad de Italia, además de establecer reinos cruzados en Palestina.

Los vikingos dejaron de hacer incursiones a finales del siglo X, en parte debido a su conversión al cristianismo que implicó el abandono de sus pasadas creencias paganas y valores guerreros. Escandinavia se dividió en varios reinos y los nuevos gobernantes se concentraron en el gobierno de sus territorios. Las culturas que rodeaban los emplazamientos vikingos en Rusia, Francia y Gran Bretaña absorbieron a los vikingos. Por otra parte, el desarrollo que habían alcanzado las culturas europeas en materia de guerra para defenderse de la amenaza vikinga tuvo pronta salida en el Mediterráneo Oriental con las Cruzadas.

<b>Los vikingos (500 al 1100)<b>

Los vikingos, que significa "hombres del norte", fueron la última de las tribus bárbaras llamadas germanas por los romanos que aterrorizó Europa. Procedían de Escandinavia y atravesaban velozmente el mar asolando las costas desde sus "drakkars" (llamadas así porque las proas y popas de sus naves estaban adornadas con cabezas de dragón). Empezaron con asaltos y saqueos, retirándose antes de que fuera posible oponerles una resistencia organizada. Pero con el tiempo se volvieron más audaces, llegando a ocupar y a asentarse en gran parte de Europa.

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Al ser paganos, no dudaban en asesinar a clérigos y en saquear las propiedades de la Iglesia. La población se sentía atemorizada por su ferocidad y crueldad. Por otra parte, eran diestros artesanos, marineros, exploradores y comerciantes.

Los vikingos procedían de Noruega, Suecia y Dinamarca. Ellos y sus descendientes controlaron durante algún tiempo la mayor parte de la costa Báltica, gran parte del interior de Rusia, Normandía (Francia), Inglaterra, Sicilia, el sur de Italia y parte de Palestina. En el 825 descubrieron Islandia, donde se asentaron en el 875 (aunque ya estaba habitada por monjes irlandeses). Colonizaron Groenlandia en el 985. Algunos creen que los vikingos llegaron al nuevo mundo y exploraron parte de Norteamérica 500 años antes que Colón.

Los vikingos comenzaron haciendo incursiones y posteriormente se asentaron a lo largo de la costa oriental del mar Báltico durante los siglos VI y VII. A finales del siglo VIII, ya realizaban grandes incursiones a través de los ríos de Rusia, estableciendo fortificaciones defensivas. En el siglo IX gobernaban Kiev; y en el 907, una escuadra de 2.000 embarcaciones y 80.000 hombres atacó Constantinopla, aceptando el ventajoso acuerdo comercial que el emperador bizantino les ofreció a cambio de su retirada.

Las primeras incursiones vikingas en Occidente datan del siglo VIII. Los daneses atacaron y saquearon el conocido monasterio británico de Lindisfarne, situado en un islote al noreste de la isla, dando inicio a una tendencia que iba a perdurar. La magnitud y frecuencia de las incursiones vikingas en Inglaterra, Francia y Alemania aumentó hasta el punto de convertirse en verdaderas invasiones, en las que se establecían asentamientos con miras a incursiones posteriores. El territorio de asentamiento vikingo del noroeste de Francia se denominó Normandía, que procede del término "hombres del norte" y dio el nombre de normandos a sus habitantes.

Un gran ejército danés invadió Inglaterra en el 865, continuando a lo largo de dos siglos su expansión por la mayor parte de la isla. Canuto, quien gobernó simultáneamente Dinamarca y Noruega, fue uno de los últimos reyes vikingos de Inglaterra antes del año 1066. Una gran flota que atravesó el Sena con la intención de atacar París en el año 871 tuvo sitiada la ciudad durante dos años, hasta que se llegó a un beneficioso acuerdo económico para los vikingos. Este incluía un elevado pago en metálico y el permiso para saquear el oeste de Francia sin impedimento.

A cambio del cese de las incursiones y de la conversión vikinga al cristianismo en el año 911, el rey de Francia dio el nombramiento de duque al jefe vikingo de Normandía. Del ducado de Normandía, surgió un gran número de famosos guerreros. Entre ellos se encuentran: Guillermo I, que conquistó Inglaterra en el 1066; Robert Guiscard y su parentela, que le arrebataron Sicilia a los Árabes entre 1060 y 1091; Balduino I, rey del reino cruzado de Jerusalén.

Las incursiones vikingas cesaron a finales del siglo X. Dinamarca, Suecia y Noruega se habían convertido en reinos, y los reyes dedicaron la mayor parte de sus energías al gobierno de sus dominios. Con la expansión del Cristianismo, los antiguos valores guerreros de los vikingos se debilitaron hasta desaparecer. Las culturas que habían conquistado los absorbieron; y así los

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ocupantes y conquistadores de Inglaterra se volvieron ingleses, los normandos franceses, y los varegos rusos.