historia tesis -cronicas- capitulo5

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    CAPÍTULO 5. AVANZAR Y PEREGRINAR: UNA APROXIMACIÓNHISTORIOGRÁFICA A DOS CRÓNICAS SOBRE CULTURA, ARTE Y EDUCACIÓN

     ARTÍSTICA EN SONORA.

    Y me sobrecogía el dolor de los años que pasan inútiles por el alma impotente que no sabecantar, ni pintar, ni hacer música; incapaz de un lirismo digno del misterio sereno de la

    naturaleza.

    José Vasconcelos. La Tormenta. 

    En este apartado realizamos una aproximación a partir de dos textos a fin de

    indagar a través de ellos las posibilidades de la historia sonorense por la vía de la

    educación, producción y difusión artística. Al escribir desde el presente, desde

    nuestro horizonte observamos el pasado; tratamos de resolver la paradoja que

    enfrenta el historiador en la operación historiográfica, aunque reconocemos la

    dificultad implícita en la operación: ¿Cómo resolver el problema que presenta el

    anacronismo?

    Optamos por una forma de lectura de estos campos de la historiografía

    sonorense, tratando de ubicarnos en la temporalidad de los receptores originales.

    Se presentan dos textos: Siete Notas para Bellas Artes de Luis Enrique García; así

    como Sonora Bronco y Culto. Crónica de la Cultura en Sonora de 1831 a 1997 , de

    Carlos Moncada Ochoa. Se seleccionaron estos textos como paradigmáticos de la

    educación, producción y difusión artística en espacios sociales institucionales

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    diferenciados, y como tales estos libros son a los que ha de recurrir el lector como

    un punto de partida si quiere informarse sobre la temática.

    Mientras un texto enfatiza el papel de la Universidad de Sonora en la

    educación artística y su impacto en la formación de públicos y la profesionalización

    de esta actividad; el otro destaca la participación de diversas instituciones tanto

    públicas como privadas en la difusión artística.

    He dividido el capítulo en dos partes principales: TESTIMONIOS presenta los

    textos por medio de los cuales leemos la historia; REFLEXIONES EN TORNO A

    LAS CRÓNICAS es un ejercicio de construcción historiográfica a partir de concebir

    los textos como formas de comunicación de los sistemas sociales. Quienes las

    escriben, lo hacen desde sus espacios sociales donde también han sido servidores

    públicos, periodistas, profesores, actores, dramaturgos, de tal manera que las

    funciones también se distinguen por sus formas. Como personas por un lado son

    distintos de otros; y por otro lado se constituyen en entorno de lo sistemas

    sociales—en cuanto a que son sistemas psíquicos.

     Aquí entiendo el arte como sistema funcional, que opera como tal y que para

    reproducirse requiere por un lado la formación de artistas por medio de la educación

    artística, y por otro la formación de públicos, a través de la difusión artística. Sin

    embargo el énfasis de nuestro interés se coloca en las formas por medio de las

    cuales se comunica las operaciones de ese sistema: Estas f ormas son los textos en

    forma de crónicas.

    Las crónicas como testimonios (en los casos que aquí abordamos se trata de

    testimonios escritos) cumplen las funciones de consignar acontecimientos e informar

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    acerca de ellos. No se trata de textos científicos sino de textos testimoniales de los

    que se espera un relato cronológico en el que se dispone una serie de

    acontecimientos cuya verosimilitud está depositada en quien los ha escrito; no

    opera, entonces, en ellos el criterio de verdad. Pero además de informar se

    constituyen, nuevamente, en formas de comunicación.

    Vamos a partir en principio con la acepción de crónica que se presenta en el

    espacio social de producción literaria, y que se recoge en la Historia General . Carlos

    Silva, profesor del Departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de

    Sonora ha escrito que:

    “El término crónica, aclaremos, está relacionado al método expositivo de unainvestigación, histórica en este caso, que bien puede ser elaborada a partir de fuentestestimoniales, documentales o mezcla de ambas, con predominio de una o de otra en elcuerpo de la narración final que es donde reside el valor literario de la misma.”229 

    En los dos textos que presentamos predominan ambos tipos de fuentes y la

    mecánica a seguir en la narración (así como en algunos aspectos de la

    argumentación) es la convencional del uso que ha heredado la tradiciónhistoriográfica sonorense más cercana al positivismo que a cualquier otra serie de

    valores o marcos conceptuales que ya se han comenzado ha utilizar en otros

    espacios sociales—sobre todo académicos230.

    229 Carlos Silva, “El Ensayo (1930-1940)”, en Gerardo Cornejo (coordinador), Historia General …Vol.V, p. 341. Los textos que presentamos los definimos como crónicas a partir de esta acepción puestoque es la que resulta operativa en ese contexto de la producción literaria—puesto que la crónica es

    considerada como un género literario.230 Tanto a los historiadores académicos como a los aficionados los une el ejercicio de historiar, perolos diferencia la forma de su realización, así como las motivaciones y la forma de valoración de suproducto. Estas diferencias se observan en los textos que ambos grupos producen, es decir, en laproducción historiográfica. El género (crónica, ensayo, etcétera) es una consecuencia cuyosignificante lo encontramos en el texto y cuyo significado está en el referente. Pero cuando decimosreferente estamos también implicando la existencia de un destinatario hacia quien se orienta el texto,de tal manera que suponemos una relación dialógica—que no siempre se opera.

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    La enunciación con la que concluye Luis Enrique García, “la educación

    artística, en la Universidad de Sonora, enciende luces de nueva dimensión en el

     peregrinaje”, bien pudiera iniciar el texto y el efecto resultaría ser el mismo, puesto

    que el cuerpo del libro es una serie descriptiva distribuida cronológicamente en la

    cual se da cuenta del recorrido; el enunciado nos ubica en algún camino, y también

    hace suponer al lector un rumbo—así éste no se encuentre predeterminado. Por su

    parte el enunciado “Se avanza” con que finaliza el libro de Carlos Moncada hace

    suponer al lector que se encuentra en algún punto del camino y que, por tanto, ha

    llegado hasta ahí desde algún lugar y—dado que se avanza—también puede

    suponer que va hacia otra parte adelante en la ruta.

    El lector, así, deberá leer desde la analogía la existencia del camino para

    atisbarlo sea en el avance o en el peregrinaje. Pero avanzar o peregrinar ¿hacia

    dónde?¿hacia cuál tiempo? El propósito de este capítulo no es repetir el camino

    recorrido sino indagar desde los textos mismos los supuestos de los que parten y

    los supuestos a los que llegan en función de la existencia de destinatarios

    inmediatos de la lectura.

    5.1. TESTIMONIOS

    5.1.1. EL PEREGRINAJE.

    Para Luis Enrique García el peregrinaje de la educación artística inicia con la

    llegada de los primeros padres a la Nueva España, asume a los elementos de la

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    distancia y el clima como “singular muralla contra inconveniencias”(11)231, y al

    integrar en su discurso el de Alberto Suárez Barnett ve a un Sonora que ha debido

    organizar su perfil mestizo en el aislamento y la disgregación como un bastión

    sociológico desde el cual ha organizado una nueva cultura y un nuevo ethos para

    “desarrollar una naturaleza individualista al verse forzado a resolver, solo,

    problemas de la subsistencia diaria”232.

    Visualiza el inicio de un proceso que presenta en la analogía con el

    peregrinaje. La connotación de peregrinaje ha tenido en las culturas una acepción

    religiosa y supone la existencia de un camino que hay que recorrer hasta llegar al

    encuentro con lo sagrado. Existe devoción en el acto mismo de peregrinar de tal

    forma que el peregrino se transforma en un devoto que sigue ese camino. En la

    acepción misma se funden heterotopía y ucronía puesto que participan en la

    peregrinación únicamente los creyentes, los devotos, que en su peregrinar

    visualizan un tiempo que en la actualidad no existe, pero que es posible en su

    imaginario. Para ello fundamentan la acción en un pasado que traen hasta el

    presente en la forma de una memoria histórica colectiva que, de manera recursiva,

    propicia la acción subsecuente.

    Para el autor el “arte occidental fue un pasajero importante que bajo de las

    carabelas”(9) y en esta región del Septentrión Novohispano lo practicaron los

    evangelizadores para educar en la fé católica:

    231 A efecto de hacer ágil la lectura se coloca ente paréntesis únicamente el número de la página quehace referencia a la cita.

    232  Alberto Suárez Barnett, “Infuencia de las Reformas Borbónicas en el desarrollo del ethossonorense”, en Luis Enrique García, Siete notas para Bellas Artes, Hermosillo, Sonora: UNISON, p.12.

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      “Resulta revelador, por tanto, la utilización de los medios artísticos por parte de lospadres jesuitas. Revelador y contrario a distintas opiniones especializadas en pintar de unmanotazo la figura del norte, Sonora en este caso, como un páramo absoluto; en pintar a laentidad sin concesiones, como un manchón de poblados seminómadas, sin religión, sintemplos, sin concepto espiritual alguno, sin luz para entender, valorar y practicar el

    arte.”(13)

    El autor parte de un imaginario histórico construido en el discurso

    historiográfico (y en el literario también) en el cual el sonorense ha de representarse

    a sí mismo en una lucha constante frente a un medio ambiente natural que ha

    debido dominar para construir un medio ambiente social que posibilite la existencia

    de la sensibilidad que lo conduzca a crear productos artísticos. La educación

    artística, así, ha tenido en los inicios del peregrinaje no una función estética sino

    evangelizadora. Sin embargo, en el proceso se ha secularizado de forma tal que ha

    debido encontrar otra función y redimensionar su sentido.

    En lo que puede ser visto como un proceso de larga duración, la

    funcionalización de la enseñanza artística se presentaba de manera discrecional—

    ya en Sonora como entidad federativa—en algunas instituciones de educación tanto

    públicas como privadas de las que da cuenta el autor. Sin embargo reconoce que

    esta situación no era privativa del estado sino que a nivel nacional “la

    implementación de estas materias obedecía más a la convicción personal de los

    educadores que a los legisladores encargados de autorizar los programas de

    educación pública.”(16) Los intentos de un proyecto coherente se presentan desde

    el último cuarto del siglo XIX, pero es hasta la creación de la Secretaría de

    Educación Pública en 1921 que su titular José Vasconcelos integra “el proceso

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    educativo en un todo articulado y dirigido a los distintos sectores de la

    sociedad.”(18).

    El texto presenta al sonorense que ha luchado en condiciones adversas—

    lejanía, aislamiento, “el largo castigo de cuarenta y tantos grados”233—en los

    variados intentos para establecer la educación artística en sus instituciones

    educativas y que en 1946 después de cuatro años del nacimiento de la Universidad

    de Sonora, el rector Manuel Quiroz Martínez expone ante su Comité Administrativo

    para sistematizar el trabajo que se ha venido desarrollando.

    Durante esa década, escribe el autor, aún está presente la herencia del siglo

    XIX, “aferrada y mandona” y a Sonora la definen frases que “encajan el significado

    sin modestia y perdón. Por un lado: ‘el granero de México’, ‘cuna de generales y de

    la revolución’, ‘pueblo de la raza altiva’. Y por otro: ‘los bárbaros del norte’, ‘la cultura

    de las botas y livais’, ‘donde termina la civilización…’ y otros etcéteras de probada

    permanencia.”(23)

     Al inicio de la cuarta década del siglo XX La Universidad de Sonora, “desde

    sus primeros pasos consignados en la Ley 92, acepta la necesidad de la educación

    artística. Y aún cuando en forma elemental, desde 1942, entre baches y saltos no

    siempre favorables, el Alma Mater marca varias señales que no han dejado de

    crecer”.(23-24) Es a partir de aquí que enfoca las Siete Notas para Bellas Artes. 

    233 Es interesante observar aquí cómo la referencia a las altas temperaturas nos remite de inmediatoa la zona costera del estado y al desierto, que es la región de la pimería evangelizada por los jesuitas, principalmente por Eusebio Francisco Kino, epítome de la evangelización sonorense. Laregión ópata se encuentra sobre el Río Sonora y hacia la Sierra Madre al occidente donde el clima esmás templado.

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    Los intentos para sitematizar la educación artística no resultan en la

    propuesta de crear un Conservatorio Regional de Música en 1946 por parte del

    rector Manuel Quiroz Martínez, como tampoco los del profesor Francisco Castillo

    Blanco quien propone la creación de una escuela para las artes plásticas en 1948;

    es hasta 1950 que se acuerda abrir inscripciones a la que originalmente se nombró

    Escuela Libre de Pintura y Dibujo que inicia sus trabajos en enero del siguiente año

    bajo la dirección de Higinio Blat y que con diversos nombres termina por llamarse

     Academia de Artes Plásticas.

     Aunque no se ha creado de manera oficial la Academia de Música, ya desde

    el período 1950-1951 se imparten cursos en forma de conferencias por parte de la

    maestra Emiliana de Zubeldía, quien se había incorporado a la institución en 1948.

    Este detonante propició que en 1954 iniciaran sus trabajos las academias de Arte

    Dramático, bajo la dirección del profesor Alberto Estrella; la de Danza, dirigida por la

    maestra Martha Bracho, así como la de Música y Canto cuya dirección fue asumida

    por la maestra de Zubeldía.

    La instiución proporcionaría una nueva enseñanza artística, ya no de manera

    discrecional sino de manera funcional con programas que posibilitaran la producción

    artística en los plazos esperados para que estos fueran difundidos. Sin embargo,

    como se observa en el plan de estudios de dibujo y pintura la promoción de los

    alumnos no dependía del tiempo de la institución sino de las aptitudes del

    estudiante, de su propio tiempo y dedicación (35), puesto que desde un inicio los

    cursos son entendidos como cursos libres; de ahí el nombre: Academia Libre de

    Dibujo y Pintura.

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    Remito al lector a la crónica detallada de los trabajos de las academias desde

    su creación hasta 1992, año de publicación de libro, para observar en este artículo

    las reflexiones del escritor sobre las derivaciones del peregrinaje. “¿En qué tono y

    dirección las Academias de Arte de la Universidad de Sonora han tomado la

    enseñanza y difusión del producto artístico para devolverle, o proteger, su

    personalidad crítica y estética?”(237)—pregunta Luis Enrique García—y contesta

    que además de otras importantes implicaciones habrá que evaluar “el haber

    promovido no sólo el estudio de la disciplina y el producto, sino […] haber logrado,

    mejor, la creación de un público orgánicamente integrado al fenómeno arte-

    artista”(238), para agregar más adelante: “La profesionalización. Distintos

    momentos y situaciones han sido tomados por las Academias para plantear la

    necesidad de profesionalización”.(239)

    Esta profesionalización se hace posible por dos vías relacionadas: el

    establecimiento de un programa de nivelación curricular a nivel licenciatura en el

    que se inscribirían los profesores de las Academias; y la creación con la Ley No.4

    universitaria de la División de Humanidades y Bellas Artes bajo la cual se estructura

    el Departamento de Bellas Artes a partir de 1992 (año de publicación del libro) y se

    organizan los cursos artísticos para obtener reconocimiento oficial. El peregrino ha

    encontrado un momento de reposo en las derivaciones del peregrinaje. De aquí al

    inicio de los programas de licenciatura en artes habrán de transcurrir cinco años—

    que el autor ya visualiza.

    Luis Enrique García escribe desde la Universidad de Sonora en el marco de

    la conmemoración del cincuenta aniversario de una institución en la que él ha vivido

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    y ha servido durante más de tres décadas234, que por tanto conoce y de la que ha

    sido partícipe en la toma de decisiones en materia de educación artística y

    extensión universitaria. Escribe desde el espacio institucional del Departamento de

    Bellas Artes en un contexto de transición tanto para la Universidad de Sonora como

    para la educación artística. La normatividad establecida con la Ley No. 4 cambia la

    estructura académica y administrativa de tal manera que las actividades se

    realizarán en función de una perspectiva de futuro que solicita redimensionar las

    acciones, algunas de las cuales impactan directamente en la enseñanza de las

    artes.

    Luis Enrique García describe el paisaje a partir de la analogía del peregrinaje

    de la educación artística en Sonora, que opera nuevas formas de funcionalidad de

    tal manera que ahora la Universidad se constituye en el espacio de formación de

    públicos y artistas. La elaboración de la cronología se constituye en el elemento

    muestra de cómo los artistas universitarios fueron creando públicos receptores de

    su producción.

    Su operación ha sido la reunión y selección de fuentes, tanto testimonio oral

    como escrito, que ha organizado en un tiempo cronológico y ha estructurado el texto

    en forma de crónica que, como tal, tiene un pasado y un presente localizable. En el

    libro no considera mito alguno, aunque sabe de su existencia que coloca en otros

    etcéteras de probada permanencia.

    234 Carlos Moncada, prologuista del libro escribe: “Su autor, Luis Enrique García, es un veterano de lalucha universitaria, entendida ésta en sentido constructivo, con batallas libradas en muchos frentes.Lleva en la memoria no menos de treinta años de vivencias diversas, primero como estudiante, luegocomo secretario del Instituto de Bellas Artes, enseguida como director del mismo Instituto y comomaestro de la Academia de Arte Dramático, y finalmente, como jefe del Departamento de ExtensiónUniversitaria”. A esta nota agrego que actualmente es maestro del Departamento de Bellas Artes.

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    No considera mito alguno porque su cronología no lo requiere; sin embargo

    hace suya la visión compartida por los historiadores de Sonora acerca de las

    condiciones adversas para la formación social del sonorense. Construye los

    antecedentes de su objeto (la educación artística en la Universidad de Sonora) a

    partir de otra construcción que significa una larga y permanente lucha de la cultura

    por transformar la naturaleza.

    No define a la cultura sino que orienta su indagación hacia la formación de la

    sensibilidad estética de los sonorenses por medio de la educación artística. Ahí

    descansa el eje discursivo. Recurre a presentar una crónica que organiza en notas

    para hacer evidente el proceso institucional universitario en la formación de esa

    sensibilidad del cual que él mismo ha sido parte y por tanto se constituye en

    testimonio vivo.

    El ejercicio de escritura de las siete notas  se ubica en un contexto de

    transformación y es a partir de esa coyuntura desde donde escribe. Su crónica no

    es una justificación del pasado, sino de que el presente es el tránsito obligado de la

    ruta: El proceso ha llegado hasta ahí y desde ahí se debe continuar. Las Academias

    de 1992 tendrían origen y fundamento en las que se establecieron a partir de los

    años cincuenta y si algo se ha de construir en este campo se debería hacer

    considerando ese origen y ese fundamento. La crónica es su testimonio, que cobra

    significación cuando a través de ella lee un pasado cuya lectura ofrece para la toma

    de decisiones de quienes a partir de ahora en la nueva estructura han de continuar

    el proceso.

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    La educación artística, en la Universidad de Sonora, enciende luces de nueva

    dimensión en el peregrinaje. Desde que se establecieron las Academias de Arte, la

    institución asumió el rol de la enseñanza artística y la difusión de los productos que

    de ella se derivaran; de eso da cuenta el texto. Ubica al lector entre dos puntos que

    muestran una nueva funcionalización de la educación artística: el primero a partir de

    la década de los años cincuenta y el otro a partir del inicio de la década de los

    noventa del siglo XX. Ambos puntos a su vez implicaron el cambio: el primero para

    la formalización y el segundo para la profesionalización. Formalizar significaba

    “proporcionar una nueva enseñanza artística, tanto como parte de la cultura integral

    que debe promover la misma Universidad, cuanto como extensión de servicio a la

    comunidad sonorense”(34). Profesionalizar significaba con todo y las limitaciones

    que el autor consigna, “instrumentar un proyecto inmediato de nivelación”(240).

    Esas son las luces de nueva dimensión en el peregrinaje.

     A partir de la analogía estamos en posibilidades de entender que el discurso

    y el texto tienen en la crónica el argumento para decidir el futuro, hacia dónde dirigir

    las acciones. Los lectores intencionales, o destinatarios, en este caso se ubican

    primordialmente entre quienes tienen bajo su responsabilidad la toma de decisiones,

    de tal manera que la escritura tiene una orientación explícita que se espera que lean

    quienes pueden decidir administrativamente el futuro de la educación artística

    universitaria. Aquí Luis Enrique García sí sabe quienes son sus lectores posibles, a

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    diferencia de su desconocimiento sobre aquellos que leen sus novelas, como Raza

    de Papel , por ejemplo235.

    5.1.2. EL AVANCE.

    Se avanza, ha escrito Carlos Moncada en un enunciado impersonal, que, por

    tanto, no permite saber con certeza quién es el que avanza, si se trata de un lector

    sonorense, implícito en toda la elaboración del texto, a quien le escribe para que

    conozca su pasado cultural y artístico; o es a un lector anónimo que puede ubicarse

    realmente en cualquier punto espacio-temporal para saber que en Sonora también

    hay cultura. Si es el sonorense, puede—después de la lectura por la que lo lleva el

    autor—suponer que ha avanzado en la elaboración de su cultura y como prueba de

    ello es la crónica que se ha presentado. No podrá negar que desde que el estado se

    ha constituido como entidad federativa, en 1831, hasta ya por culminar el siglo XX,

    1997236, en Sonora se ha producido una cultura que se manifiesta, entre otras

    formas, en las artes.

    “Mi objetivo es mostrar que Sonora es un estado culto, con una cultura sui

    generis, si se quiere—bronco y culto—,aunque en el afán de alcanzar ese objetivo

    no voy a callar nuestros errores y deficiencias”(11). Parece que cuando el autor

    utiliza el calificativo sui generis, escribe a los sonorenses para que entiendan la

    235

     Darío Galaviz entrevista a Luis Enrique García: “D

    . ¿Sabes quiénes son tus lectores? ¿Cómo losreconoces?, ¿a qué esfera socioeconómica pertenecen? ¿Hasta dónde llega Raza de Papel ?[…] LE:No sé, yo quisiera que mis libros, lo que yo digo se leyera y se escuchara en todas partes, pero yocreo que lo que me sucede a mí le pasa a cualquiera. Creo que la mayoría del público no tieneentrenamiento para leer literatura a veces; es fruto del entrenamiento, no nada más del escritor,también el lector necesita entrenamiento.” Darío Galaviz Quezada y Karel Van Horn Kopka,Protagonistas… op. cit., p. 76.

    236 Periodización establecida por el autor.

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    naturaleza singular y excepcional de su cultura, y hacia el otro para que comprenda

    el género y la especie de la dinámica de esa producción cultural. Es una escritura

    autorreferencial donde los referentes son los sonorenses que a la par de su historia

    han construido su cultura.

    El libro es escrito durante el período sexenal de Manlio Fabio Beltrones

    Rivera, 1991-1997, se termina de imprimir al final del sexenio, en septiembre,

    cuando también concluía la responsabilidad de Carlos Moncada237  como Director

    del Instituto Sonorense de Cultura238, y se inscribe en el contexto de una producción

    editorial de 112 libros239, entre los que se incluye la reimpresión de los tomos I al V

    de la Historia General de Sonora y la primera edición del tomo VI. Dividido en 21

    capítulos el autor conduce al lector por su crónica de la cultura en Sonora de 1831 a

    1997 —tal como lo señala el subtítulo del libro.

    237 Carlos Moncada nació el año de 1934 en Cd. Obregón, Sonora. Se graduó de abogado en laUniversidad de Sonora hasta fines de los ochenta. Es periodista y ha sido director de varios diarios yrevistas de cobertura nacional. En 1991 fue designado director del Instituto Sonorense de Cultura porel gobernador Manlio Fabio Beltrones Rivera para el periodo de 1992-1997. Ha publicado: Este es mimundo; La juventud, quinto poder; México de acá visto desde el más allá; Años de violencia enSonora; Cayeron: 67 gobernadores derrotados; El Quijote de la Revolución; 30 años en esto; Sonorabronco y culto; En su versión 2000, su libro Mi abuela iba al teatro, ganó el Concurso del LibroSonorense en el género crónica y en ensayo con la obra Diálogo con multitudes. Ha publicadoademás: Siembra y Cosecha, un informe-reseña de su labor a cargo del Instituto, y Sonora bronco yculto, un estudio sobre el proceso artístico y cultural sonorense durante el siglo XX. Actualmente sededica al análisis político en algunos importantes medios impresos de la región. PIÑA, Ortiz Martín.(2003) , Diccionario de Escritores Sonorenses. (documento inédito) , Hermosillo, Sonora: Universidadde Sonora , Departamento de Letras y Lingüística.  Enciclopedia Sonora en tus manos.http://enciclopedia.sonora.gob.mx

    238 “Escribir este libro fue, a la par, agobiante y satisfactorio; lo primero, porque mis deberes oficialesno me permitieron terminarlo con la rapidez que hubiera deseado…”(Moncada Ochoa, 1998.)

    239  Según el Apéndice del libro, durante el régimen del gobernador Samuel Ocaña García, 1979-1985, el Gobierno del Estado publicó 45 libros; en el de Rodolfo Félix Valdez, 1985-1991, sepublicaron 36; y en el de Beltrones Rivera, 112.

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    Transcurridos 12 años desde la publicación de la Historia General , el tema de

    las expresiones artísticas habían encontrado poco espacio editorial240, por lo que en

    su crónica Moncada permite un acercamiento más puntual a diversos pasajes de la

    vida artística de Sonora. El objetivo de su escritura es preciso: “mostrar que Sonora

    es un estado culto, con una cultura sui generis, si se quiere—bronco y culto…”(11)

    Esto lo ha escrito el autor después de presentar al lector la frase que aparece en La

    Tormenta  de José Vasconcelos y que se refiere al inicio de la barbarie donde

    también se inicia el consumo de carne asada, mitología241 frente a la cual se debate

    la comunidad intelectual del norte, y que en Sonora ha tenido un impacto no siempre

    ajeno a una auto adscripción regionalista.

    “Si ha sido válida alguna vez dicha aseveración, o si lo es en algunos aspectos, esuna de las cuestiones que nos proponemos desentrañar [y] destruir una leyenda negativaen la medida que los hechos aquí reseñados lo permitan y para ayudar a mis coterráneos, aque no permitan se les subestime” (11) 

    Entonces se trata de mostrar que Sonora es un estado culto, para destruiruna leyenda (puesto que se acepta su existencia) con la cual se subestima a los

    sonorenses. Pero ¿Es posible ser bronco  y culto  a la vez? El principio lógico del

    tercero excluido no permite la integración de elementos antinómicos de tal forma

    que, o se es bronco o se es culto (si es que existe la antinomia), pero no las dos

    240  En otro lugar de este trabajo hemos asentado que la cultura asociada a las manifestacionesartísticas contó con un espacio reducido en el volumen V de la Historia General, pero esta ausenciaes salvada en el volumen VI que se edita en 1997 bajo la coordinación del Instituto Sonorense deCultura.

    241  “El mito constituye un sistema de comunicación, un mensaje[y]no se define por el objeto de sumensaje sino por la forma en que se lo profiere”. Roland Barthes, Mitologías, México.: Siglo XXIeditores, 2008, p. 199.

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    cualidades a la vez. La larga analogía del libro es la que se desarrolla con el relato

    de tal forma que sin alterar el status existe un sentido en el avance.

    El autor parte del supuesto de que ser bronco no es obstáculo para el cultivo

    de las artes y para hacer esta condición evidente muestra la cantidad y frecuencia

    de representaciones artísticas de las que da cuenta a lo largo de las páginas. El

    libro de suyo es muestra que en el ambiente intelectual regional se ha establecido la

    idea de que ser bronco, y aún más, bárbaro, pareciera consustancial y hasta

    obligado en la formación social del sonorense.

    Carlos Moncada se propone desentrañar y destruir una leyenda negativa que

    se construyó a partir de la interpretación de un acto real con implicaciones

    simbólicas que Vasconcelos volcó en su frase, aunque Estupiñán ve en la barbarie

    un signo propio de la cultura sonorense, y para Manríquez ser un bárbaro del norte 

    es una “forma de legitimación cultural propia y distinta de otras identidades

    regionales”. Parece que asumen así la cualidad como una condición que se explica

    por la historia sonorense y que, recursivamente, explica la formación histórica de los

    habitantes de Sonora. Esta operación supone entonces la existencia de elementos

    en la memoria colectiva que hay que destrañar para destruir, o bien, reconocer para

    legitimar como propios pues constituyen la identidad.

    En la estructuración del mito contribuyen tanto el individuo en su práctica

    recurrente (que conlleva la articulación de sus costumbres y formas de

    representación de la vida cotidiana) como los escritores que interpretan y posibiltan

    la historiografía de la cultura sonorense. Es a partir de este horizonte desde el cual

    se observa el proceso de la formación social.

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      Sonora nace jurídicamente en la primera mitad del siglo XIX: “¿Qué cultura

    podía fructificar en un pueblo diseminado en una extensión amenazada por los

    conflictos políticos, los alzamientos de los indios y la precaria comunicación con el

    centro de la República?” (14). Esta interrogante nos conduce a plantear que: 1)

    Subyace la idea de cultura como un elemento que se recibe y que en el proceso de

    aculturación los receptores, el pueblo diseminado, va adquiriendo. 2) Los conflictos

    políticos y los alzamientos indígenas se convierten en elementos retardatarios de la

    aculturación. 3) La cultura llega del centro del poder nacional de manera precaria,

    por tanto lenta, y, en cierto sentido, esta condición también explica el retraso frente

    a otras entidades más cercanas a ese centro.

    Esta perspectiva parece recurrente en algunos sectores de la historiografía

    sonorense como lo hemos visto, entre otros, en el discurso inaugural de Armando

    Hopkins Durazo en el V Simposio de Historia de Sonora. Sin embargo, un ejercicio

    de historia comparada puede mostrar que la representación de esta condición no es

    privativa de Sonora sino más bien, que puede generalizarse a otras regiones del

    país donde lo común es observar las historias regionales como procesos

    emergentes y hasta a contracorriente del contexto nacional. En esta forma de

    observación subyace el supuesto de que en las regiones las formas propias de la

    formación social son formas atrasadas; pero, aún más, subyace el sentido del

    desarrollo y del progreso como el paradigma desde el que se debe observar todo

    proceso: La historia y la cultura llegan al encuentro de la naturaleza para

    transformarla e incorporarla a la civilización.

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    En esta perspectiva el testimonio documental es garantía de la verdad

    histórica, puesto que se presenta como la muestra de la transformación de una

    naturaleza que al ser dominada entra al campo de la cultura: Ser bronco puede ser

    una condición permanente, pero no es una condición negativa. La realidad histórica

    es construida a partir las fuentes consultadas y por medio de una escritura que

    posibilita el relato el cual recursivamente entra en el campo de la historia. La

    garantía de la verdad no sólo se encuentra en los documentos sino en la presencia

    del cronista en el momento de los hechos (como en el caso de las polémicas de los

    artistas que son presentadas para no hacer aburrido el relato de la historia), lo cual

    refuerza su veracidad “por haberlas presenciado de cerca o por haber participado en

    ellas”. (12)

    Moncada investiga y escribe su libro desde el espacio social del Instituto

    Sonorense de Cultura y en el texto muestra las pruebas y los testimonos del avance,

    sin dejar de reconocer los errores y deficiencias implícitos en el proceso: comer

    palomitas en los espectáculos, suponer pornografía los desnudos en la plástica, la

    lucha por el poder de la administración cultural, la recepción en el campus

    universitario de personajes ajenos a la universidad que se reciben por la obligación

    impuesta en la coyuntura política, etcétera.

    Son tres documentos los que marcan la presencia del escritor desde el ISC:

    La edición del Volumen VI de la Historia General de Sonora con la inclusión de un

    capítulo dedicado a la difusión artística; el texto Siembra y Cosecha (1991-1997),

    que se constituye como un informe de labores durante ese período; y el texto sobre

    el que discurre este capítulo. Moncada presenta las muestras del avance en el

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    contexto de una transición sexenal desde una institución que tiene casi diez años de

    haberse creado y que concentra en ella la operación de la política cultural del

    Gobierno del Estado de Sonora242.

    Si el Estado ha iniciado la sistematización de la difusión cultural en 1831,

    ahora en 1997 presenta las muestras de ese progreso aunque el sonorense no deja

    de ser bronco a pesar que ha llegado la cultura a la entidad; de ahí el carácter sui

    generis  que el autor confiere a esta cultura: “No somos finos y sofisticados, ni

    eruditos y cosmopolitas. El calor salvaje y las distancias inmensas nos han hecho

    bruscos y arrogantes. Si llegamos a ser cultos no dejaremos de ser broncos.”(289)

    No existe la antinomia: se es bronco y culto a la vez; un elemento es recursivo en el

    otro de forma tal que se autorreproducen y constituyen una forma de identidad

    diferenciada de otras.

    Lo que tanto Moncada como García escriben son crónicas; el uno sobre la

    cultura en Sonora, y el otro sobre la educación artística en la Universidad de

    Sonora. El primero la estructura con el fin de desentrañar y destruir una leyenda

    negativa que se ha construido a partir de la interpretación de una frase de José

    Vasconcelos; el segundo para mostrar los logros que en el campo de la educación

    artística ha alcanzado la institución universitaria a lo largo de cincuenta años y

    vislumbrar sus previsibles consecuencias. El uno presenta lo que considera un

    avance de la cultura en la formación social del sonorense; el otro, expone el papel

    242 El Instituto Sonorense de Cultura es creado por decreto No. 14, publicado en el Boletín Oficial del26 de diciembre de 1988, como un organismo descentralizado, con personalidad jurídica y patrimoniopropios, cuyo objetivo es promover el desarrollo cultural en la entidad, lo cual implica generar yapoyar un desarrollo integral y armónico a través de la concentración y coordinación sistematizadade los esfuerzos y recursos al alcance de la comunidad. http://www.isc.gob.mx/acerca-isc/antecedentes.htm

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    que en la organización funcional de la educación artística, como un paso en el

    peregrinaje, ha jugado el Alma Mater sonorense. Se llega así a un punto en la

    historiografía sobre la cultura y la educación artística en el estado; Se llega hasta

    este punto de inflexión después de recorrer el camino.

    5.2. REFLEXIONES EN TORNO A LAS CRÓNICAS..

    Una vez presentadas las reseñas de estas dos crónicas estoy en

    posibilidades de presentar mi observación, una observación de segundo orden. Los

    textos abordan dos temas principales desde los cuales extienden las crónicas. Se

    trata en Luis Enrique García de la educación y difusión artística, y en Carlos

    Moncada de la difusión artística como componente importante de la cultura

    sonorense. Sin embargo no se presentan en los textos definiciones que muestren de

    manera explícita los conceptos de los que parten. Tampoco los podemos adivinar.

    Se trata, entonces de encontrar algún indicio en los textos mismos puesto que

    aportan información a la vez que comunican.

    Las crónicas son informaciones acerca del desarrollo alcanzado en Sonora y

    en la Universidad en los campos de la educación y difusión artísticas. En ellas se da

    por hecho que hay evolución, que las instituciones desde las que se escribe son la

    evidencia misma del progreso obtenido, el presente es visto así como el resultado

    de las acciones anteriores, por lo que esta historia se presenta como un continuum.

    Sin embargo, lo que ahora nos interesa observar son las crónicas como

    comunicaciones que nos dan cuenta de la sociedad que se reproduce a través de

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    ellas243. Se trata así de ubicarnos en el punto ciego de la observación y reconstruir

    “las estructuras latentes de la realidad que comunican las crónicas”. Estas

    estructuras latentes es lo que nuestros cronistas no ven, que sin embargo

    observamos a través de los textos en la medida en que las crónicas son

    comunicaciones que se han establecido a través de la escritura. Lo que obtenemos

    entonces no es la realidad sino observaciones acerca de la realidad; dicho en otro

    términos, lo que obtenemos es la realidad observada por los autores que hemos

    presentado.

    ¿Cuáles son las distinciones cronológicas que se observan? En el antes:

    aislamiento, atraso, formación a contracorriente de la historia regional,

    secularización de la educación artística, ausencia de una cultura estructurada; en el

    después: Institucionalización de la educación artística a través de la

    refuncionalización y redimensionalización de los programas, aceptación del carácter

    regional como elemento identitario y diferenciador. Lo que hacen es reproducir

    observaciones de la realidad. No se presenta definición de cultura porque ella

    243  Cuando hablamos, a partir de Alfonso Mendiola, de la crónicas como comunicacionestrascendemos la definición que nos ha presentado Carlos Silva. Pero el sentido de la comunicaciónya es observado por Guillermo Zermeño en sus comentarios a Mendiola, así como el sentido de laverdad científica en relación a sus comentarios de Steven Shapin. Ver Guillermo Zermeño, “Historia,ciencia, verdad y credibilidad” en Valentina Torres Septién, Coord., Producciones de Sentido, 2.

     Algunos conceptos de la historia cultural ., México: Universidad Iberoamericana, 2006, pp. 257-272.Sin embargo se establece la diferencia entre el lenguaje como medio de comunicación y el lenguajecomo forma de comunicación. Aquí es importante acotar, a partir de los estudios lingüísticos que seentiende el lenguaje como un atributo de los seres humanos y a la lengua como una facultad dellenguaje; la lengua es a la vez individual y social y se realiza en la masa de hablantes. Así, entonces,el habla es el uso particular de la lengua y como tal, también es individual y social. Ver. Ferdinand deSaussure, Curso de Lingüística General , México: Fontamara, 1998. Para una comprensión generalde los estudios lingüísticos contemporánes ver de Bertil Malmberg, Los Nuevos Caminos de laLingüística, México: Siglo XXI, 1997. Algunos lingüistas tienden a ver el lenguaje como determinanteen los procesos del pensamiento; otros lo entienden como una habilidad creativa que antecede suuso y desarrollo, pero que una vez establecido debemos responder a su existencia. Ver Fred L.Casmir, “The Role of Theory and Theory Building”, en Fred L. Casmir, ed., Building CommunicationTheories: A Socio/Cultural Approach, Hillsdale, NJ, Lawrence Erlbaum Associates, 1994.

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    misma es observada como un proceso en construcción desde perspectivas que no

    terminan de definirla.

    Moncada y García describen en sus crónicas elementos estructurales de algo

    que aun no se termina de definir, pero cuya existencia ha sido aceptada: la cantidad

    creciente de espectáculos (sobre todo a partir de los años setenta) es muestra de

    que la “cultura” se ha asentado en Sonora, de una manera sui géneris (Moncada),

    pero necesaria (García). Si ampliamos el espectro de observación se puede

    proponer la hipótesis de que nuestros autores, insertos en los espacios sociales de

    las comunidades intelectuales y académicas de la región, no han terminado de

    definir los rasgos culturales propios del sonorense debido ha que no han terminado

    de encontrar las diferencias. Escriben desde sus respectivas instituciones por lo que

    los destinatarios inmediatos de sus textos son los miembros de esas comunidades

    que tienen entre sus funciones capacidad de decisión. La sociedad sonorense ha

    producido esas instituciones desde las cuales nuestros cronistas operan como

    elementos del sistema.

    Yo parto, entonces, de que estoy haciendo una observación de segundo

    orden, desde el esquema conceptual de Luhmann sobre la cultura244. Cuando se

    244

      Niklas Luhmann propone: “Cultura es, así lo podemos considerar, la memoria de los sistemassociales y, sobre todo, del sistema social llamado sociedad. La cultura es, dicho en otras palabras, laforma de sentido de la recursividad de la comunicación social”. Más adelante recapitula que “lacultura es una perspectiva para la observación de la observación. Se dirige siempre a fenómenos yaacontecidos”, para concluir que “la reflexión sobre el concepto de cultura lo muestra como unconcepto histórico, referido a fenómenos históricos. Por eso no es posible que ese acontecimientollamado cultura quede fijado en el terreno de los objetos, ni tratar de distinguirlo de otros objetos”.Luhmann, “La Cultura”… op., cit., pp. 26-27.

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    refiere a que los sistemas no requieren memoria245 nos está ubicando en el presente

    de propio sistema. Debemos entender que cuando habla sobre la cultura como la

    memoria de los sistemas sociales se refiere al presente de los sistemas, a su

    actualidad; y, también, desde otra parte del esquema encontramos la posibilidad del

    sistema tanto por su carácter autorreferencial como por sus operaciones recursivas.

    Igualmente tomo el concepto cultura como una perspectiva para la

    observación. No estoy, por tanto, tomando prestado un concepto de cultura para

    aplicarlo anacrónicamente a los procesos sociales y a la producción historiográfica

    de Sonora en el pasado, sino que estoy observando a partir de las crónicas

    presentadas, las formas como se entiende y conceptualiza la cultura (hasta donde

    se llega a conceptualizar) y las operaciones de los sistemas en sus respectivos

    presentes, en sus actualidades.

    Sin embargo, para captar el concepto de cultura presentado por Luhmann se

    requiere, de alguna manera, separarlo en sus partes constitutivas—por no utilizar el

    término deconstrucción. Así encontramos, de entrada, el concepto memoria que se

    eslabona a otros, por ejemplo, el de tiempo, y el de acontecimiento. Si entendemos

    a la memoria como una actualización en nuestro pensamiento de informaciones que

    245

      “El nexo entre acontecimiento de información y la transformada manera de operación, sólo a unobservador  se le presenta como . El sistema mismo sólo se reproduce en el presente ypara ello no necesita memoria. En todo caso, sin embargo, se puede observar a sí mismo yadscribirse entonces a sí mismo a una o a una . De laautoobservación se puede entonces adquirir de nuevo información sobre el propio estado quesorprende actualmente. Pero eso no cambia en nada lo que se había indicado acerca de que lamemoria sólo existe para un observador . Quien no lo acepta, no puede utilizar el concepto deinformación presentado aquí”. Luhmann, Sistemas Sociales… op., cit., p. 84.

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    no se hallan presentes en la conciencia246 hasta convertirla en historia247, entonces

    la historiografía juega el papel de construir la memoria histórica. Pero esta memoria

    se encuentra limitada por la escritura248 y únicamente tendrán acceso a ella quienes

     puedan leerla. De aquí, nuevamente, la necesidad de la observación.

    Historiar las mitologías sonorenses me puede llevar muy lejos, y hasta resulta

    atractivo hacerlo; Sin embargo estoy tomando lo que algunos escritores han escrito

    sobre esas mitologías y cómo hasta ellos han contribuido a su construcción,

    abrigándolos en el discurso historiográfico. Retomo, en cambio, para mi

    observación, a la cultura desde el modelo teorético de los sistemas sociales

    propuesto por Luhmann y como perspectiva para la observación, pero, sobre todo

    como un concepto histórico referido a fenómenos históricos que como

    acontecimiento no se puede fijar en el terreno de los objetos.

    246 Ver Jean-Pierre Vernant, “Historia de la Memoria y Memoria Histórica”, en ¿Por qué recordar?,Elie Weisel, México: Granica, p. 20-23.

    247  “… la historia puede constituirse como la dimensión específica de sentido del tiempo. Bajo ladesignación historia no debe entenderse simplemente la secuencia real de los acontecimientos envirtud del cual se puede concebir lo presente como efecto de causas pasadas o como causa deefectos futuros. Lo específico de la historia del sentido radica, más bien, en que posibilita el asimientodiscrecional del sentido de los acontecimientos pasados o futuros, es decir, posibilita el saltar lasecuencia. La historia tiene lugar cuando las secuencias quedan desligadas.” Luhmann, SistemasSociales… op., cit., p. 94.

    248  “La adquisición evolutiva más importante producida por la separación de las dimensiones de

    sentido estriba en la introducción de la escritura. Mediante la escritura, la comunicación se mantieneindependiente de la memoria viva de los participantes, y aún más independiente de la interacción engeneral . La comunicación puede llegar hasta los no presentes y seleccionársele a voluntad, sin quemedien para tal efecto cadenas de interacción (mensajeros, rumores, narradores). Aunque lacomunicación, hoy como ataño, exige la acción, se desliga de sus efectos sociales desde elmomento de su primera aparición y formulación. Con ello, la capacidad de variación puede elevarsemediante el uso de lo escrito, ya que se descarga de la presión inmediata de la interacción”. Ibid., p.100.

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     Al final de la jornada lo que importa encontrar en esta tesis es la inserción de

    las crónicas en un sistema de comunicación, el contexto de significación en que los

    escritores se han ubicado en la construcción de la mitología del sonorense que se

    expresa en esta parte de la historiografía.

    Podemos proponer que los autores aquí referidos recogen en su visión y en

    la estructuración de su discurso, por un lado la imagen de aislamiento y el esfuerzo

    emprendido para la formación social del sonorense. Al hacerlo escriben para una

    recepción en la que se presentan lo que Gerardo Bobadilla menciona como

    “dicotomía cognoscitiva” o lo que Guadalupe Aldaco ve como autorreferencial al

    abordar la novela sonorense contemporánea249; O, más aún, como lo que en una

    tipología de la crítica literaria sonorense (que presenta Rosa María Burrola, sobre

    los escritores más importantes de Sonora, entre los que se encuentra Carlos

    Moncada) se entiende por subjetivismo250.

    249  “Pareciera que el escritor sonorense se ha empeñado en escribir para ser leído por gente quecomparte, a través de su experiencia y conociminto, las formas culturales que describe en sustextos.” Guadalupe Batriz Aldaco, Las Formas de la Arena. Ensayos sobre la novela en Sonora,1975-1993. Hermosillo, Sonora, México: Instituto Sonorense de Cultura, 1996, p. 76

    250 La autora encuentra que la corriente subjetivista en la crítica literaria es la más frecuente y que secentra en la individualidad o en la exaltación del yo, como un remanente del pensamiento románticodel siglo XIX. Es decir, dejar el todo al estro poético o a la musa en sus esporádicas visitas alescritor. La explicación la encuentra, por un lado, en esa influencia del pensamiento romántico en lavisión de la literatura desde las instituciones de educación y a la tardía apertura de la carrera deliteratura en la Universidad de Sonora. Lo que subyace es la necesidad de dar realce al eventosocial, más que promover la educación a través de la difusión de la literatura. La historia sólo sirve

    “para destacar la individualidad genial del creador”, y presentar al autor como el genioincomprendido. (Burrola, 67). La corriente del subjetivismo místico en el cual el común denominadores “desligar del proceso de producción literaria toda posibilidad de considerarla como una prácticasocial para, en cambio, mostrarla como una actividad sagrada y, por tanto, por encima de cualquierproceso material”. (Burrola, 75). Como representantes del subjetivismo se presenta a: Catalina Acosta, Alonso Vidal, Carlos Moncada, Dolores Sánchez, Gilberto Suárez Arvizu, entre otros. RosaMaría Burrola, En el límite del desierto. Una aproximación crítica al periódico In formación ,Hermosillo, Sonora: UNISON-Gobierno del Estado de Sonora, 1994.

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     Esa dicotomía cognoscitiva conduce a una inercia interpretativa que puede

    encontrarse desde la actitud hacia el centro del país que fueron construyendo

    algunos sectores sociales e intelectuales sonorenses (podemos decir

    hermosillenses) a partir de la campaña vasconcelista por la Presidencia de la

    República que se da en el contexto de un gobierno nacional liderado por sonorenses

    quienes en la construcción del mito, a pesar de ser incultos (o broncos y cultos)

    habían no sólo dominado, sino dirigido el presente y futuro del país251.

     A esto podemos unir la interpretación, descontextualizada o no, que se hizo

    de la frase de José Vasconcelos, que Moncada consigna en su texto; además de la

    significación que tuvo la participación del oaxaqueño en la fundación de la

    Universidad de Sonora252  en el contexto político del gobierno estatal de Román

    251 Pero esa inercia interpretativa también puede encontrarse desde el centro hacia la región: “Esentendible que el centro hable de un aislamiento de Sonora. La sola distancia física ya es unelemento a favor del argumento, amén de diferencias culturales; sin embargo, el fenómeno es máscomplejo y tiene raíces más profundas. Llama la atención que muchas décadas antes del

    recrudecimiento del antiguachismo sonorense, Federico Gamboa se haya percatado de una actitudsemejante: ‘De ahí su frialdad; su indiferencia con que miran los fastos nacionales; de ahí el odio queles inspiramos’. Algo de esta distancia física y cultural se refleja en la radio sonorense”. FátimaFernández Christlieb, La Radio Mexicana. Centro y Regiones, México: Juan Pablos editor, 1991, p.82

    252 “El doctor Olivares, en nombre de la comisión que trató sobre el arreglo con el señor LicenciadoVasconcelos, de acuerdo con la resolución adoptada en la asamblea del Comité de fecha cinco delpresente mes, informó haberse convenido que el citado profesionista prestará sus servicios con elcarcater de Organizador Técnico de la Universidad, debiendo recibir como honorarios la suma de milpesos mensuales. Informó asimismo que el Señor licenciado Vasconcelos no se comprometió aservir con dicha comisión después del mes de diciembre del presente año”. Dr. Domingo Olivares,Presidente; Rafael Treviño, Secretario. AHUSON, Acta no. 2 Mesa Directiva del Comité Administrativo. 12 de abril de 1939. Y en una sesión posterior: “Se dio cuenta enseguida con la

    comunicación del señor licenciado Vasconcelos que delinea a grandes rasgos el programa deestudios de la Universidad. Se cambiaron impresiones en lo general sobre la conveniencia deestudiar la impartición de carreras que estén acordes con las necesidades prácticas de la economíaregional. Se tomó el acuerdo de que el Presidente, doctor Olivares, cambie impresionesfrecuentemenmte con el señor licenciado Vasconcelos a fin de comunicarle la manera de sentir aeste respecto de los miembros del Comité. Se acordó asimismo que una vez terminado el programaque está formulando el mismo licenciado Vasconcelos, será pasado a una comisión especial paraque lo estudie ampliamente.” AHUSON, Acta No. 3, Mesa Directiva del Comité Administrativo. 23 demayo de 1939.

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    Yocupicio y en la transición a una temprana modernidad, justo cuando el Estado

    parecía despedirse de lo que se consideraba un aislamiento y olvido “ancestral”.

    Nuestros cronistas han trabajado con las fuentes desde la perspectiva del

    emisor; sin embargo ha soslayado la lectura que ha hecho de ellas el receptor. Por

    ello las ha clasificado en primarias y secundarias así como ha establecido métodos

    y técnicas para trabajarlas253. Este punto es importante y aún no se ha entendido ni

    atendido bien: El documento se produce en un trámite (cualquiera que éste sea)

    para atender una solicitud, de manera tal que se emite para ser recibido como parte

    del proceso; el valor del documento es adquirido por la recepción—que es donde

    concluye el trámite. Nos preguntamos: ¿Por qué debería tener valor en sí mismo un

    cartel publicitario como los utilizados por nuestros cronistas? No lo tiene. Adquiere

    valor porque informa sobre el espectáculo que se va presentar a un público

    específico que lo recibe, se informa y selecciona una respuesta, asistir o no asistir al

    espectáculo. Ese es su valor primario. Cuando el cronista recurre al cartel lo hace

    para testimoniar que el acontecimiento fue alguna vez presentado, de forma tal que

    aquí adquiere su valor secundario. El cronista al escribir su relato supone que

    alguien lo va a leer. La forma del relato, su organización temporal, gramatical,

    etcétera, serán recibidos por el lector en su espacio social y desde ahí es que lo

    comprende.

    253 Una propuesta teórica y metodológica que invierte el sentido del trabajo archivístico es considerarlos archivos a partir de que se constituyen en sistemas de información estructurados de maneraorgánica y funcional. De esta forma dejan de existir las fuentes primarias y secundarias para que, encambio las unidades mínimas de archivo sean los expedientes constituidos por documentos (así seauno solo) que dejan de tener valor en sí para adquirir valores según su posición en la estructura ysegún el punto del proceso en el que se encuentren. Los documentos adquieren de esta formavalores que no se los adjudica un individuo sino la estructura y operación del sistema; estos valoresson primarios cuando aún son funcionales en los procesos y secundarios cuando han dejado de serfuncionales para esos procesos, pero que ahora cobran relevancia para la investigación.

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    Mi interés está orientado a indagar la forma en que los destinatarios leen en

    las fuentes  y reciben los textos, para lo cual me ubico en el presente tanto de la

    emisión como de la recepción. La hipótesis refuerza que en este caso los

    destinatarios originales—tal como se ha señalado en párrafos anteriores—se

    encuentran ubicados en los espacios sociales desde los cuales se producen y se

    comprenden los textos. Las crónicas son formas de comunicación en sistemas

    funcionales—la educación, el arte—que recursivamente posibilitan la existencia de

    esos sistemas.

     Ahora bien, en las crónicas se observan la innegable cantidad de

    espectáculos consignados, la necesaria implementación de estructras institucionales

    para hacer posible tanto la educación como la difusión artísticas, la importancia de

    estos elementos en la formación de públicos que posibilten la existencia del arte

    como manifestación propia de la sociedad sonorense. Pero además hacen posible

    leer la historia de las instituciones.

     Al establecer que las crónicas son formas de comunicación de los sistemas

    sociales lo que buscamos es el punto ciego de la observación. Nuestros cronistas

    no pueden observar la distinción, pero nosotros sí podemos por la mediación de la

    crónica que se escribe y se recibe originalmente en procesos determinados por los

    sistemas, en este caso la educación y difusión artísticas. El asimiento discrecional

    de sentido es la selección que el sistema hace en su reproducción.

    Veámoslo de manera más puntual. Lo que estas crónicas nos han presentado es

    lo que tradicionalmente se reconoce como antecedentes, de ahí que mientras

    García nos remite hasta la función de la educación artística en el período misional—

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    sobre todo la época jesuita—Moncada nos ubica en la difusión artística a partir del

    nacimiento del estado como entidad federativa a finales de la tercera década del

    siglo XIX. Sus crónicas son así una secuencia de acontecimientos que presentan en

    palabras de García baches y saltos no siempre favorables. Sin embargo la

    periodización aquí ha sido una selección discrecional del cronista, no del sistema,

    aunque la crónica nos permite observar las secuencias y cómo éstas se desligan

    para dar lugar a la historia.

    En una observación de segundo orden al siglo XX—por mediación de la

    crónica—ya no observamos antecedentes sino secuencias de acontecimientos que

    en los sistemas quedan desligados. Expliquémonos; Veamos la crónica de Luis

    Enrique García: La educación artística no ha podido institucionalizarse de manera

    funcional en Sonora sino hasta el nacimiento de la Universidad y de manera más

    puntual a partir de 1954. En este punto nace un nuevo sistema de educación

    artística que perdura hasta 1992, cuando se inician las actividades académicas y

    administrativas que van a dar lugar en 1997 al programa de Licenciatura en Artes.

    Este último acontecimiento no queda consignado en la crónica; sin embargo en ella

    se vislumbra.

    De 1954 a 1992 el sistema educativo opera por medio de Academias de Arte,

    que no tienen un reconocimiento oficial, pero que produce artistas y públicos.

    Cumple una función limitada por el mismo sistema que no deja de reproducirse y

    que ha establecido sus propios mecanismos de reproducción. Pero la educación

    artística en el contexto nacional ha adquirido nuevas formas, que el mismo autor

    consigna, y es aquí donde las secuencias quedan desligadas.

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    El programa de Licenciatura en Artes no es una continuación de la secuencia de

    acontecimientos en el sistema de educación artística de las Academias, sino que es

    un programa nuevo, un nuevo sistema  de educación en las artes, que se

    institucionaliza a partir de su apertura al público en 1997, y que opera de manera

    diferente al sistema anterior. Podemos encontrar antecedentes históricos en él, sí,

    pero ya no existen sus operaciones porque es otro, en una estructura académico

    administrativa diferente, con operadores diferentes y un sentido diferente que se

    expresa en sus objetivos.

    Lo que la crónica comunica es este desligamiento. Ahí se encuentra el punto

    ciego de la observación. Lo que continúa a ese desligamiento (lo que

    tradicionalmente llamaríamos  punto de inflexión, coyuntura) queda fuera de la

    crónica, inicia una forma novedosa para la Universidad de Sonora en la educación

    artística.

    La crónica como forma de comunicación seleccionan los elementos constitutivos

    de la memoria y el recuerdo de tal manera que la representación del mundo

    signifique también la realidad. Pero a la vez esta forma de comunicación es

    asequible al destinatario cuya percepción de la historicidad guarda poca relación

    con modelos epistemológicos para interpretar la realidad.

    Las fuentes tienen sólo una función testimonial que garantiza la veracidad del

    relato (en más de una ocasión Moncada nos asegura que tiene el documento frente

    a sí), y los aspectos relacionales tienen que ver con una observación de primer

    orden en la que el cronista se constituye él mismo como actor que genera opinión

    respecto a la temática del momento. Veamos el siguiente ejemplo significativo.

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    Con fo

    En 1987 La Universidad de Sonora y El Colegio de Sonora publican Culturas en

    Conflicto de Héctor Rodríguez Espinoza254. Trabajó en el texto un año y medio, y lo

    escribe justamente durante su período como Secretario Administrativo de El Colegio

    de Sonora255. Carlos Moncada en su crónica relata que a pesar de haber sido

    presentada en la Sociedad Sonorense de Historia “con los elogios acostumbrados

    en este tipo de ceremonias” (164) el autor debió suspender la circulación debido a

    fallas detectadas256. Esto dio lugar al surgimiento de una polémica en las páginas de

    un periódico, en la que participaron José Terán, Alonso Vidal, Francisco Luna, Juan

     Antonio Ruibal y Carlos Moncada.

    Para Ruibal el libro se trataba de “una investigación científica con abundancia de

    citas bibliográficas”, pero había despertado en palabras de Moncada “una ola de

    abucheos y silbidos entre los críticos locales, y la reprobación discreta pero firme de

    los concedores de la historia”. (65) Uno de esos críticos era José Terán quien en

    254 Rodríguez Espinoza, Culturas en conflicto, op., cit. De profesión abogado, para ese año el autorhabía acumulado dos décadas en el mundo intelectual sonorense y había ocupado cargosadministrativos importantes tanto en la Universidad de Sonora como en el Gobierno del Estado, entreotros había sido Director de la Escuela de derecho a partir de 1973 en uno de los períodos másconflictivos de la vida universitaria; En 1982 sustituye a Jorge Esma Bazán en un episodio conflictivopara convertirse en Coordinador General de Cultura en el Estado y Director de la Casa de la Culturade Sonora, que se había fundado en 1980. De 1985 a 1987 fue Secretario Administrativo de ElColegio de Sonora. En 1985 había publicado La Cultura en Sonora. Héctor Rodríguez Espinoza,coord., La Cultura en Sonora, Hermosillo: Gobierno del Estado de Sonora, 1985. Este texto es unaselección de documentos normativos de diversas institucones culturales del Estado.

    255  “Esta investigación es el producto de 18 meses de exploraciones bibliográficas—antecedidas ycotejadas con la experiencia de una vida que ya rebasa las cuatro décadas—víctima de ese potro de

    la obediencia de la doble vocación. En efecto, fueron días compartidos con las obligacionesadministrativas de mi ocupación principal.” Héctor Rodríguez Espinoza, Culturas…op., cit. p.5.

    256 Las fallas consistieron en no citar de manera adecuada los textos consultados—lo que daba laimpresión de plagio. El debate tuvo como espacio editorial el periódico El Sonorense, donde seventilaron las argumentaciones. El autor mismo reconoce que “nosotros seleccionamos [las citas]relativas al campo cultural y adoptamos el estilo y la redacción”. (El Sonorense, 10-VI-1987). EnCarlos Moncada, Sonora Bronco…op., cit., p. 165.

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    1984 había publicado el polémico Cazador de Guachos, y entre otras

    argumentaciones sobre el libro de Rodríguez Espinoza escribe que se había hecho

    “con la tenaz buena disposición y aplicada meticulosidad de recoger fechas, citas,párrafos y hasta páginas completas de lo que otros escribieron, para después insertarlas yreclamar todavía para sí una absurda paternidad”

     A esto Francisco Luna agrega:

    “Al parecer este trabajo pone en tela de juicio el estatus de la investigación histórica quese realiza desde los presupuestos de la educación superior y posgrado de la entidad, alvolverse un fichero empastado en el que se podría experimentar una enunciación coherente

    e imaginativa que le de originalidad y universalidad en el nivel del enunciado (historia)”

    Una vez transcurrido el tiempo relata Moncada en Sonora Bronco y Culto que

    al analizar el libro, se percata de que el autor en realidad nunca hizo las

    correcciones a las que se había comprometido:

    “Procedí a un análisis minucioso que no tendré la crueldad de reiterar aquí, puestoque el objetivo que perseguía se cumplió plenamente: que la Universidad no continuara

    subsidiando un trabajo errático. Fue el cerrojazo de una polémica que entretuvo al mundillointelectual.”(166)

    La participación de Moncada en los acontecimientos tiene una doble

    dimensión: por un lado como observador de primer orden, puesto que está inmerso

    en la polémica que polariza a Ruibal y Rodríguez frente a Terán, Luna, Vidal y

    Moncada; y por otro lado como un obsevador de segundo orden en la construcción

    de un hecho a partir de la selección de los textos que se habrán de insertar en la

    memoria cultural en la forma de crónica. Como actor y observador de primer orden

    consigna en sus escritos periodísticos la percepción de que cumple un objetivo al

    impedir que se continúen subsidiado trabajos erráticos; como cronista y en la

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    Con fo

    observación de segundo orden coloca el nivel de su discurso en la exposición del

    hecho destacando su participación a partir de su percepción de ser un intelectual

    comprometido con el avance de la cultura en el Estado.

    La forma de la crónica es así misma la forma de la comunicación. En un

    entorno donde la investigación escolarizada de la historia es emergente el discurso

    académico se circunscribe a los espacios sociales donde la generación de

    conocimiento científico aún es incipiente—y corresponde en el tiempo al estadio en

    que se encuentra la epistemología y la metodología de las ciencias sociales en las

    instituciones de educación superior e investigación. En este aspecto el espacio de

    las formas de conocimiento del sentido común se encuentran en las páginas de los

    periódicos desde donde se reclama la incongruencia de una publicación con

    pretensiones científicas que pone en tela de juicio “el estatus de la investigación

    histórica” en esas instituciones.

    El objeto que indica esta forma de comunicación no es sólo la secuencia de

    acontecimientos que constituyen el hecho de la publicación de un libro, sino que

    además refleja la negociación entre dos formas de abordar la realidad que se

    expresan justamente como el punto ciego de la polémica. Rodríguez Espinoza no

    tiene entrenamiento para la investigación social cuando publica el libro—y de ahí en

    parte las fallas detectadas. Hace explícita su motivación individualista a la

    escritura257, y define a su destinatario en el sector estudiantil preparatoriano, así

    como el propósito del texto258.

    257  “El presente producto de investigación no es, ni un intento de estudio erudito ni un ensayo defilosofía de la historia cultural de Sonora. Su ambición es, además de atrevida, limitada: es, por unaparte, encarar el cumplimiento de nuestro deber intelectual de compartir socialmente una experiencia

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    Con fo

    Sin embargo el libro se escribe desde el espacio académico de El Colegio de

    Sonora cuyo sentido de ser se encuentra en la investigación social—pero Rodríguez

    Espinoza no forma parte del cuerpo de investigadores sino que su función en ese

    espacio es administrativa. La defensa que hace Ruibal a Rodríguez tiene como

    argumento la inversión del tiempo dedicado a la investigación y a selección de las

    citas, lo cual nos conduce a la concepción de la historia que tiene el primero (que ya

    se había expresado en otras publicaciones como el volumen III de la Historia

    General 259

     ), y la cual comparte el segundo en su praxis, sólo que el espacio social

    en el cual desarrolla su función administrativa, la historia—ya lo hemos visto—

    tendrá que ser abordada desde los paradigmas de las ciencias sociales, que él no

    aborda.

    Carlos Moncada lee así de dos formas las fuentes que interpreta tanto en el

    primero como en el segundo orden y nos presenta lo que constituye su versión de la

    realidad, una realidad cuya dependencia del tiempo líneal se hace evidente en la

    exposición cronológica de los acontecimientos. La posición de García es más

    de búsqueda de conocimiento, en una edad madura en la que todo puede suceder, y por lo quequeremos comprobar si hemos empleado juiciosamente nuestra vida”. Héctor Rodríguez,Culturas…op., cit., p. 10.

    258  “Nació de la petición misma de Profesores y estudiantes de Bachillerato, con quienes heplaticado—en los últimos años—de estos temas, dentro de una nueva materia de su plan de estudiosdenominada Sociedad Sonorense. Es un Manual o compendio de informaciones y consulta que yo,cuando menos, nunca tuve y hubiera querido conocer, para comprender mejor entonces mis estudiosuniversitarios y aportar, ahora, algo económico, útil, práctico y válido para la transformación de la

    compleja realidad regional”. Ibid., p. 5.

    259  En su Introducción  a la primera edición del volumen VI de la Historia General , hace un brevebalance a partir de notas por él mismo publicadas a finales de 1985 en el periódico Diario del Yaqui  de Ciudad Obregón, Sonora. En relación al volumen III, cooordinado por Ruibal, escribe: “Es bienconocido el estilo de Ruibal Corella: El curso del relato es interrumpido por exclamaciones que unhistoriador generalmente guarda para la familia.” Y cierra el apartado: “En el tercer tomo surgía, entoda su magnitud, la historia de bronce que repudiaban los nuevos intelectuales”.

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    modesta en ese aspecto ya que su acción en el espacio social donde se

    desenvuelve se concreta a la docencia y eventualmente a la administración.