hojas divulcadoras
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MINISI`r kIO I_)h AGh1CULTURADIRECCION GENERAL DE AGRICULTURA
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HOJAS DIVULCADORASARO XXVIiI OCTIIBRE i934 NUM. 20
, wúir^^s^i^.
^ Las viejas tierras de España y su restauración['oiz I^:^^ila, v.aUOiti.,
In$enicro a$rónomo.
C^^n insistenc_^^ s^^ lamrnta el lahrie^o dcl seii^ilaclu de^s-
c^;ns<^ ^^roduct^ivu cle ]a5 tif^rr<iti clc cliltivo
EI clemcnto res[aurador almacenacio.
a^r^ónomos e^^ cunjeturas sub^re la causa ^qu^e cleter-
mina este 4i^^cili^i. 1'^c^u n poc_o van a^iuéll'us ci^es-
entrañ^^nclo es^c ^^um(^1ejo pr'oblema ; pero caen stts
F^^as ^hojas^ se remiten Qratis a quien las nide al Servicio de Publi-cocionea Agrícoloa de lo Dirección Generol de Agricultura.
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enseñanzas ^en la más fría i^ndif^erencia, a nuestro juicio por no
lograr qu^e el agriculror z^l^quiera el convencimi^ento de la ve^rda-^dera causa que lo determina.
Tal vez es empeño inútil pretenderlo en una hoja divulgadora,
pero aun así lo intentamos, convencidos de que si aquél Ileg^a a
comprenderlo ha de ser ello el punto inicial de sal^^ación de nues-
tró agro, por dernás empobrecido.
En la penuria de materia orgánica se encierra el secreto de lo
Extendíendo el elemento restaurador en el campo de cultivo.
que tanto alarma al campesino, y siguiendo las líneas que escribo
va a descubrir quien nos lea la verdad .de esa afirmación.
La materia orgánica es el asiento de fenómenos de absorción
coloidal y base para la vida de múltiples microorganismos, cosa^ambas que influyen de manera decisiva en la fertilidad de las
tierras de labor. Si eso quedara demostrado tendríamos patente
que la ausencia ^de humus imposibilita la producción agrícola.
^ Qué es el humus ? La materia orgánica procedente de restos
muertos de la misma vegetación y residuos del cuerpo de los ani-
males y sus deyecciones que, merced a un proceso químico o bio-
químico de descomposición dependiente de la humedad, calor, o^í-
geno, fermentos, etc., sufre hidrolisis y otidaciones, dejando li-
bres gases como el anhídrido carbónico, gas sulfhídrico, amonfa-
co, gas de los pantanos, etc., y quedando como residuo un com-
plejo coloide de color negruzco, que es a lo que se llama materici
negra o humus y que no tiene una fórmula química def nida.
Pero estamos tratando de coloides sin dar una i.dea de lo que
ello ipuede se^r. [Tna materia ;puede dividirse en trozos o;partículas
cada vez m<ís pequeñas, lo cual determina, como es lógico, una
mayor dispersión de los elementos que constituyen aquella mate-
ria. Pues bien : el estado de másima dispersión (másima división
mecánica) es el estado coloide. Si sus partícttlas se difunden a
través de un flúido, se denomina sol (hidrosol si el coloide se di-
funde en el agua). Si dentro de ese tlíiido se unen las partíctila^
en una masa viscosa, el sol se transforma en gel. I:l tránsito de
sol a gel se llama coagulación y es, por tanto, una reducción de
la dispersión. ]^1ás allá, en esa dispersión o desmenuzamiento de
partícttlas, se llega a 4as molé^culas, y entonces, al cliluirse cn el lí-quido se forman las ^-erdaderas soluciones (las de las sustancias
cristaloides) distintas del sol, porque en éstas el cuerpo disuelto
se funde con el elemento disgregador o disolvente. 1:1 cíiámetro
máYimo de las partículas de un coloide en estado de sol (micelas)
varía entrc un micrón y décima de micrón. P1 diámetro mínimo
de esas ^^, r^ículas es el niicromiorón, o sea o,ooooot miligramos.
Ll tama o menor es ^, a dc mal^culas, centésima ^de micromicrón, y
por )-^ajo de estas dimensiones están los átomos y los iones.
Por medios físicus puede hacerse una separación de esos cuer-
pos. P1 papel pergamino, en efecto, es un filtro, podríamos decir,
clasihcador de e^os estados de dispersión, pues los coloides no pa-
san a tra^-és cíe aqu^l (la clara de huevo, por ejemplo), pero sí
pasan los cristaloides (la sal común disuelta).
Además del coloide húmico, en el suelo hay ^^tro, como el de-
nuniin^ado sialíti^^o, ^^lu^^ lo furman !lútíratos tlc alttniin^^u ^• tle silicio.
Los silicatos de cuya descomiposición ^praceden se Ilam^tn ailófanos,
alofanoides v también zeolitas. Ese coloide, unido a la parte más
iina de la tierra de un suelo, constituye la arcilla, y por eso a ese
coloide sialítico se le denomina arcilla coloida'^l. Tam^poco éste, así
como el coloide húmico, tiene fórmula química definida. A1 co-
loi^de sialíticu se debe que las tierras no terminen, a fuerza de ex-plotaa-]as, en ila absoluta esterilidad.
Pero ahora hien :^-eamos la importancia de es^^s complejos cu-
loides.
Una sustancia distribuída sobre una superfici^• (súlida, líqtii-
da o gaseosa) es más o menos absorbida cuanto rnayor es la su-
perfcie de contacto, o sea cuanto menores son las partículas qucintegran aquella su;perficie. Una solución vertida sobre una ^plan-
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cha metálica no es absorbida ; pero sí lo es en cierta proporción5i se vierl^e sobre una tabla, y mucho más si sobre una esponja,
porque la dispersión de las partículas va siendo mayor en cada
una de ellas. Por eso los coloides adquieren condiciones másimas
de absorción cuando sobre ellos se echa una solución.
Por el suelo, y disueltas en el agua que por el mismo circula,
marchan sales minerales (electrdlitos), y de éstas los coloides hú-
micos y sialíticos fijan por absorción unos elementos (los aniones)
y libran otros (los cationes o iones ácidos). Ahora bien : en otros
momentos las bases, que unidas al coloide constituyen el gel, ^pue-
den ser desplazadas por los elementos de carácter contrario (los ca-
tiones) de la solución salina. lle ese modo, y merced a los co-
lóides, los elementos electrolíticos del suelo que intervienen en la
nutrición de ilas plantas ,pasan del esta^do inerte o la^pídeo al deactividad, siendo los coloides los que sirven para hacer efectivo
ese tránsito. La potasa y el fosfórico, por ejemplo, que los abonos
químicos aportan al suelo sin los coloides rápidamente se irían del
suelo a que se echaron.
Los complejos húmicos influyen, pues, en ]a concentración o
densidad de jugos que circulan por entre las partículas terrosas,
son los reguladores de aquélla, y por tal circunstancia intervienen
de un modo decisivo en la absorción de los alimentos por las plan-
tas. Y ello es así ^porque el vegetal se sostiene merced al juego de
las funciunes usmóti^cas que tienen lugar en sus círganos subte-
rráneos.
Los tejidos vegetales están formados por células y elementos
alargados (pelos radiculares), que son transformaciones de célu-
las. E1 intercambio entre el contenido de la célula (que tambi^^n
es un coloide en estado de sol) y el medio exterior se produce a
través de la membrana celular.
Conocido es ^por nociones de física el fenómeno de la úsmosis
y su demostración experimentaL Una membrana orgánica atada al
extremo de un tubo de vidrio, el cual se llena de una solución den-
sa (azúcar, por ejeinplo) y se introduce en un reci;piente que con-
ren^^a agua ^desbilada, dejándolo en re^poso. A1 cabo d^el tiempo se
comprobará que el líquido del recipiente sabe dulce y que el ni-
vel ha subido en el interior del tubo. Lso demuestra que se ha
establecidu una duble corr;ente osmótica del vaso al interior del
tubo y al revés y que, además, ha predominado el paso del líquido
menos denso al m^ís denso. La difercnc;a de nivel en el tubo, an-
tes v des^pués, señaila la intensidad del fcnómeno. En efecto : huho
una presión mayor por parte cíel líquido menos denso contra la
membrana de separación, que puede medirse en atmósferas o frac-
ción de esta unidad. Si el líquido menos denso hubiera estado en
el tubo, el fenómeno habría sido inverso.
El recipiente en nuestro caso es el suelo por donde circulan los
jugos ; el tubo son las células y pelos de la raíz. Cuanto may(^r es
la presi(>n osmótica en el medio donde ]a raíz se{lesen^^uelve, más necesita coneentrar su jugo la
célula ;^de otro modo, saldrían productosde aqué-11^1 en lu^ar de entrar. Así, especies vegetales depresión osmcítica baja (jugos diluídos) no pue-den efectuar la endósmosis en suelos calizos vyesclsos cle ju^<IS densos y presión osmótica ele- ^;^^va^da. Por eso huyen de ellos, son calcífubas.1?1J^/ clet(•rm:naría la coagulación del coloide sol ^-
clc las c(^llllas y su transformación en gel, qttc 6^
p^lra la <-c^ltlla es ]a muerte.
C laro está que cuando los jubos del exterior _^t ĉ nl l"^In ^)O(lrla SUpOnerse que la igualación dí' Cúmo se dispone cl apa-
eato para demostrac la1)r('S:OneS parallzflrla el fencSmenO ; pero n0 Y.S existencia de la difu-
^tsÍ, pUl-(lUe en la plarlta la clOrOVilPorizac ^Ón COn-sión y de la presión
osmótica.
ccntra l^s jugos ci^el interior.
Valviendo a los c^loides del suelo, se ^-(• (lue, ^(°^ún su ^rrld(I
de saturación, determina concentraci^nes diferentes en los jugos
que por el suel^ circulan v su ausencia determinaría cambio total
de este particular, que tan decisivo es en ]a vida de las plantas.
Ellos, en los que tanta participación tienen los compuestos húmi-
cos, son los que reg^ulan la cuantía _v calicíad cíe lo, elementos (elec-
tr^nes) que en disolución portean los líquidos del suelo.
Y no choque esta afirmación, porque bien se sahe que los elec-
trones son elementos de car^a eléctrica contraria disociados de sln
electrolito (compuesto mineral) cuando se somete a la acción dl^
la corrienhe eléctrica ; pero también es conocido que ese mismo fe-nfimeno se ^pr^duc^, si nu (•n I(^taliclad, parcialnic•nte. <^uand^ el
electrolito lle^a al másim(^ gradu de cíispersic5n, como ocurre cuan-
du s(• disucl^-e. Esos productos, por trtnto, no es[an en el ser ^^
esencia en que sc^ hallaban antes de la dis^lucián, sino disor.ia-clos, y esta disociación altcrada por la absorción de los coloicl(•^;d(•I terreno.
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U^n ejemplo aclarará esta, al parecer complcja cuesti^Gn. E1 ácido clonhí^drico,
co^mpuesto de ^hidrbgeno y cloro, se di^socia por la corriente el^ctrica em susiou^es ; los de hidrógeaio, H+ (çatio^nes), cou^ peso de r,oo8, y Qos de cloro,Cl -(aniomcs), con uu^ peso de 3^,4^6. Si diso^lvem^os e1 ácido e^n el agua em la
proporcibn de la d(cima parte de su ^peso molecular en u^n libro de agua, e]análi^sis ^nos demuestra ^que mo hay erti el litro 0,008 y 3,^:}6 gramos, respecti-vamente, de hidrbgeno y clos-o disociados, si^no solame^nte el 81 por ia> de esas
ca^nti^dades, po^rque el resto sigue bajo la forma de ácido ^clorhí^drico. Así,^ para
ei hidrbecaio sería, pues {H +)= o,o$¢ ^g:ra^mos, y este peso ^sea^alaría la com-
centración de ianes hidróge^no.
rste valor se pucde represc^ntar así : 4,^ x to-^
^ r _ r _ - r o ^-
(I1 +^ S,.t x ^ o-^ R,4
log '^I+ 1= loq io2- IoR 8,4-z- o,qaaa8= r,o77, que es lo convenido denominar pH.
Pues esto ^es lo i^nteresante : dctenminar 1a cua^ntía d^e i^o^n^es ^e^n los jvgos de:a tierra •que ^se^ña^laa^ la acidez ^o alcaliuiidad, no la ^total, si^no 1a que ejerceacĉ ián en la vida de las plantas.
U^na ^tica-ra coai tnn ta^nto por ci^ento de caliza dc o,^, ^ha dado un pH = a„oo, y otra con ^8 por ioo, s^ódo acus^ó d^e pH = q,r (análi^sis de Brau^n Ville-neuve, e^n ^C9i<rteau Clapier). ^o es, pues, ]a masa mi^neral la que hace va-riar pr^oporcio^nalme^nte e] ti•alor del pH, ^sino las ^circu^nstancias que d^etermi^na^nla dispersibn iónica.
E] valor del pH resulta a•sí relacio^nado mo sblo co^n cl aspecto de nuh-icib^n
de las pla^nta^s, siaio co^n el de la estructura del suelo, cn el Guc influyee^ 1a ca-
]idad y cua^ntía dc los colo-ides. E1 c-endimie^nto d^e 7as p'la^ntas cultivadas es,
pucs, fumci6n de la reacción, ry aaí la determinació^n del pH permite, en rnu-
c:hos casos, asegurar la posibilidad o mo, para u^n suelo, de poder llevar coniprovecho ^u^na pla^nta dete^rmircrada.
Em Alemania, Kdnig ha determi^nado los lfmites de valores de reacci^ia^ para
la agricultura en co^njun±o, y ha encantrt-ado que, de 6,a en adelante como va-
lor de pH, mo cabe ^hablar de acidez pe^rjudicial. De ci^nco ^para abaj^o, en las
arenosos, la .acidez e^s, em general, imco^mpati^ble cor^ ]a^ agricultura.
Un abono mineral puede alterar e^-identemente la naturaleza ^^
concentración de los jugos que por cl terreno circulan; pero el
humus, el estiércol, además tle realizar eso mismo, influye en la
formación de ilos coloi^d^es ; ^po^r tanto, en el ^régim^en de a^pr^^ovecha-miento del abono mineral. Así se etplica perfectamente que el es-
tercolado, además de abono, sea una enmienda, y que el abonoquímico sea com^plementario de] estiércol. Pero^ aun queda ^por e:ca-
minar la influencia del humus en la vida microbiana. La tierra decultivo, ]ejos de ser un soporte inerte de las plantas que en ella
vi^^en, es un medio en el que se manifiesta una vida in`tensa. En
el agua más infecta se cuentan por centímetro cúbico millares de
]^acterias ; ipar gramo de tierra cultivabile tomado a la profundidad
de uno a treinta centímetros, el número de microcrganismos se
cuenta normalmente por millones. 1' no es uniforme la distribu-
ción, pues en análisis que el doctor Rocasolano tiene hechos de
tierra de la huerta de 7.aragoza varía en proporción decreciente
esa población microbiana de seis millones por gramo de tierra a
tres centímetros de profundidad a poco más de un millfin a los
Panorama característico de suelo estepario, donde sólo pueden vegetar plan-tas de jugos concentradísimos.
cuarenta centímetros. EI número cíe gérmenes disminuye a me-
dida que se aumenta la profundidad, admitiéndose que a 3,5o me-
tr^s no existe germen algttno. La más densa población (su con-
junto se ]lama e ĉlafón, c^^mo se llama plankton a la suma de ]os
clue vi^^en en cl agua) ^-i^^c ^- pulula, como se ve en las capas de
terreno dondc la acti^•idad radicular de las plantas se efectúa de
preferencia.
La cualidad v carart^°xístic<t de aquCllos es muv variable : como
que l^^ertenecen a los dos reinos, animal (prot^zoos) y vegetal (al-
gas ^ hongos), ^° muy distinto también el trabajo que realizan.
[ Inos son ^pe,ptonizantes, otros desnitrificadores, los hav nitrifi-
cantes, tr^nsfrn-inaclo^res de urea, etc. Dc entre todos, interesan en
alto grad^ los que fijan el nitrógeno de la atmósfera, producto
que es el que mhs caro cuesta al agricultor. Por su género de
vida se clasifican éstos en : de existencia autónoma y de vida sim-
biótica. Son los ^primeros, como el ^a^.atobnc^er crococum. y el clos-
Raíz de meliloto mostrando las nudosidades quc contie-nen el ómcterium radicicola, fijador del nitrógeno de la
atmósfera.
tridi^um. Pastetii-^rianun, los que viven libres y fijan directamente a!I
suelo el nitrGgeno que arrancan de la atmósfera, y entre los segun-
^3os, el bacte^riu^^m radic,icol^a y los fusariu^m, que asoc:a^dos a la raíz
de las legttminosas los prim^ros y a raíces de otras p']antas lossegundos, almacenan también el nitrógeno que del aire captan.
Su vida es posible dentro de ciertos límitcs de reacción del sue-
lo (el pH inter^•iene, por tanto, en la intensidad de la vida micro-
biana) .
Vinogradski ha comprobado que el azatobacter, el más impor-
tante entre los fijadores del nitrbgeno del aire, retarda su labor
con sólo la adición de cinco por cien mil de nitrógeno nítrico a las
tierras, y a mayores dosis su labor se anula.
Si, ipues, el coloide, debido en su parte ^principal a la materia
orgánica, regula la concentración de esos cuerpos, de aquél de-
pende en otra gran parte que esos microorganismos vivan pujan-
tes fertilizando el suelo que los alberga.
i.a actividad y potencia de actuación de aquellos agentes mi-
crohianos, aparte de las circunstancias naturales que pueden acen-
tuarla o hacerla más sosegada, depende en velocidad de la pre-
sencia de ciertos cueripos, llamados ^por eso catalizadores ; el man-
ganeso, ^por ejem^plo, en ^pequeñas dosis (iones na,da más), así co-
mo e^l níquel, cromo, hierro, etc., que la aciiv<ui de una manc^raextraordinaria. Son, valga la frase, como vitaminas para el des-
arrollo de aquéllos, v el abono org'inico las lleva, y nunca, ipor lo
menos con suficiente comiplejidad, el abono químico.
Alrededor de la nitrificación de los suelos hacen girar muchos
agrónomos la fertilidad o depauperación de las tierras, y ello se-
ñala la importancia de los microorganismos de que acabamos de
hac•er mención. Pues si ahora tenemos presente que la cantidad v
acti^^idad de esa población microbiana depende de la suma de ma-
tcrial energético, que es base de su existencia, v qu^e dicho mate-rial es el abono orgánico, quedará patentemente demostrado que
cl estercolado de los suelos es el medio de detener la ruina de las
tierras de labor.
ABONOS, SEGUN TIERRAS '^'
II
por L. H. IZosarDO,
Ingeniezo A$rónomo.
Cada clase de las ^plantas que cuiltivamos exige distintas canti-
dades de estas materias : nitrógeno, ácido fosfórico, ^potasa. Y cadatma de estas materias ,puede pro^porciona^rse a las plantas en dife-
rentes formas.
(i) Véasc la Ho7n ^niimcro ^7.-S^epticm^hrc.
- In -
E1 nitrógeno, en forma de nitrato de sosa, o de sulfato amónico,
o de cianamida de cal, o de estiércol, o de deyecciones animales, ode des,pojos de éstos, etc.
E1 ácido fosfórico, en forma de swperfosfato de cal, o de escariasde desfosforación, llamadas también escorias Thomas.
La !potasa, en forma de sulfato de !potasa, o de cloruro potásico,o de kainita, o de cenizas.
Estas diferentes formas de cada grupo de abonos nos sirven pa^ra
a!plicar una u otra, según sea la clase de tierra, ^para un mismo cu!1-tivo. Por ejem!plo, en un m^ismo cultivo de trigo, y ipara da^rle una
misma materia, e] nitrógeno, emplearemos en otoño, si se trata detierras muy arcillosas, el estiércdl ; si se trata de ticrras arcillosas,
que contengan algo de cal, a^plicaremos el sulfato de amoníaco, ysi son tierras arcillosas sin cal, ]a cianamitía de cal. 1' en prima-
vera se echa^rán, además, el nitrato de sosa en tierras arcillosas algo
calizas o el nitrato de cal en las que sean poco calizas.
Tierras a^rcillosas.-En estas tierras, !para facilitar el nitrógeno,
emp!learemos con iprefe^rencia el estiércoL
Como dichas tierras tienen !pro^piedades muy absorbentes, no sepierde el estiércol haĉia el fondo, esto es, que lo retiene la tierra a
dis;posición de las raíces.
Además, como las tie^rras arcillosas son muy com^pactas, el es-
tiércol, sobre todo si es enterizo, o pajoso, o poco hecho, disminuye
su tenacidad, Qas hace más suaves, más sueltas y facilita las la-
bores.Se ^pueden a,plicar, ipor tanto, aunque sea muy antici!padamente,
grandes cantidades de estiércol. No hay que enterrarle mucho, nopasando de unos diez centímetros (medio ^palmo, poco más o menos).
E1 único inconveniente del estiércol es que su nitrógeno no es
r ápidamente a!provechado ^por las plantas. De no emip!lear estiércol,
haremos lo siguiente :Si ]a tierra arcillosa contiene poca cal, emplearemos el sulfato de
amoníaco. Se !puede a,plicar en otoño, y no hay pérdida de Qa pa^rte
íitil, ipor lo absorbentes que son estas tierras.Cuando las tierras arcillosas contienen bastante materia orgá-
nica (com^o estiércoles, ^restos de !plantas, etc.) y no tienen cal, scem^pleará la cianámida de cal, echándola quince o veinte días antes
de la siembra.
- I I -
En ;primavera se comiplement^irán estos abonos em^pleando el ni-
Irato de sosa en tierras arcillosas a]go calizas, o el nitrato de ca^l enlas que sean poco calizas.
+^ r ^
Otra de las materias que hnv qtte suministrar es el ácido fos-fórico.
Si la tierra rircillosa tiene c^l v, sobre todo, si cu!ltivamos;plantas
de rápido desarrollc^, se em,pleará el su;perfosfato de cal, y si fuese
muy pobre en cal la tierra, se pueden emiplear las escoria ŝ de des-f^sforación o Thomas.
•.•
La potasa se suministrará por medio de!1 sulfato de !potasa.
"lierras silíceas (urenosas).-Yara ^proiporcionar el nitrógeno a es-ras tierras ^,puedc ^em!plearse el nit^rato de sosa ; se hará c^n mesura,
ltara evitar las pérdidas ^de este abono, debidas a la facilidad con que
^e disuelve en e!1 agua, la clue tan rá;piclamente pasa a] través de es-
tas tierras. Se aplicará en dos veces si son tierras de regadío o es
^p^^ís de abtrncíantes lltn-ias, y, desde luego, en !primavera.
«^^
Para dar el rícido f^^sfórico eniplear^m^s las esc^^rias de desfos-
foración o Thomas, quc, además, ]levan cal, ipues estas tierras no
suelen tener cail.
Si aplicamos el sup^rfosfato dc cal, conviene antes echar un en-
calado a la tierra.
La ipotasa se a,plicar^í por mc^di^ dc^ la l.ainita, iporque estas tie-
rras s^,n, generalmentr, se^as, y^la kainita les conviene, ^porque es
tin ahon^ que lleva materias que atraPn la humedad. Sti tínico in-
conveniente es que hay que echar más cantidad de ésta que de otros
ahonos ipotásicc^s, v esto encarec^^ tm porn ^el acarreo.
De no disponer de lcainita, emiplearemos el sulfato d^^ ^potasa en
estas ti^^rras siilíceas que sean poco calizaG, _v el cloruro de ;potasn,
i^n las algo calizas.^ ^ *
- I2 -
1'ierras calizas.-A éstas les conviene el nitrógeno en forma de
estiércol, basuras o barreduras de poblaciones, etc.
Si no disponemos de estas materias, se em!p!leará el nitrato de
sosa. Se aplicará este abono en primavera y no en días de lluvias,
^pues éstas a^rrastrarían muy ^pronto a] fondo dicho abono, ^porque
se disuelve mucho en el agua y!porque estas tierras son !poco ab-sorbentes.
^ ^ s
El ácido fosfórieo se dará por medio del su!perfosfat^> d^. cal.
La !potasa se suministrará !por medio del c!loru^ro de !potasa, ^pues
éste quitará el ehceso de cal de estas tierras ^por reacción química,
que no vamos a describir, y que exige agua. Pero par esta última
razón, si la tierra es de secano y el país !poco lluvioso, se empleará
el su!lfato de potasa.
En ^resumen : en el Norte de Es,paña, donde abundan las llu-
vias, y en las zonas de regadío actuales o futuras de cualquier !par-
te, se em!pleará el c!loruro !potásieo, y en el resto ^de nuestro ^país,
seco y no lluvioso, el sulfato de potasa.
Tierras humíferas.-A estas tierras les sobra nitrógeno; pero no
es a^provechable ^por las !plantas, debido a la forma en que está con-
tenido en estas tierras.Lo que hay que hacer es transformar en asimilable, en aprove-
chab!le, el nitrógeno que tienen ; y esto se consigue em^pleando lasescorias de desfosforación o Thomas, que llevan abundante cal, ade-
más de ácido fosfórico.
El ácido fosfórico se les suministra !por medio de ]as escorias
de desfosforación o Thomas, por lo que acabamos de deci^r. En estaclase de tierras oseuras, ricas en materia orgánica, tan abundantes
en el Norte de Es!paña, se ha extendido mucho la a;p'^licación de di-
cho abono.Unicamente no dis^poniendo de escorias de desfosforación o Tho-
mas, se em^pleará e( stt,perfosfato de cal, pero aplicando antes unencalado o echando cal ^de las fábricas de azúcar o escombros, ete.
La ^potasa se suministrará por medio del sulfato de potasa o lascenizas, pero aplicando antes un encalado al terreno.
Por c^l Plan Nacional de Obras Hid,ráulicas os encontraréis
con tierras dotadas de riego, ipero no con tierras ^pre;paradas con la-
hores y abonos ^para que el ^riego ^produzca su mayor efecto.
Os encontraréis, en muchos casos, con tierras ^cdormidas», sin
aireación, y a las que faltará, en general, materia org^anica, como
es el estiárcol.
Este tiene que ser producido ^por el ganado, y e^l ganado no se
ipadrá adquirir, de ^pronto, en cantidad suficiente por la gran exten-
sión en que aumentará el regadío y por los gastos que ^pesarán so-bre los regantes en su nueva em^presa.
Y lo mismo ocurrirá, aunque sin los gastos de regadío, en las
ticrras que ^la Reforma Agraria ponga a disposición de los nuevoscultivadores.
Mientras no se críe y aumente el ganado que nos dé estiércol
sufici^ente ipara estas tierras, muchas de ellas a^pelmazadas, podemos
encontrar la materia orgánica necesaria en el enterrado de los abo-
nos verdes.
Estos consisten en ;plantas que se cu!ltivan ipara enterrarlas cuan^-
do llegan a la ^poca ^de florecer. Así suministran a la ^tier^ra los ;prin-
ci;pios qiie absorbieron de la atmósfera, además de devolver los que
extrajeron del sueJlo.I as funciones útiles que desem^peñan estas plantas son las si-
guientes :
Primera. Absorber del aire las materias fertilizantes, que ce-
den después a las ^p'lantas que se cultiven.Segunda. Las iplantas que se van a enterrar en verde recogen
los alim^entos solubles del suelo, que, de estar en ^la tierra en bar-
becho a descanso, se ^perde^rían al través de ella con las lluvias ; y
Te^rcera. Dan a las tierras fuertes ^más soltura y ilas fiacen más
permeables.
Las condiciones que deben tener las ^plantas ^para enterra^r en
verde son las siguientes :
Primera. Ser adecuadas al clima y al suelo.
Segunda. Ser de vegetación o desarrollo rápido.
"I^e^rcera. Ser ^poco esquiQmantes.Cuarta. "hener raíces 'largas, que lleven a la su^perficie las ma-
terias fertilizantes de las ca^pas inferiores del terreno ; y
Quinta. Tener abundante follaje ^para que absorban del aire ycedan ;pronto al suelo Qas materias que contienen.
Las ^princi^pales ^plantas adecuadas para enterrar en verde son la
veza, el guisante forrajero, las habas, el altramuz, el alforjón y e4trébol rojo.
La veza se p^roduce bien en casi todos los terrenos, aun de me^
'diana calidad (tier^ras centeneras), con tal de que no sean excesiva-
mente húmedas o demasiado secas.
El guisante forrajero, en tierras arcillocalizas. Las habas, en lamisma clase de tierras.
E1 altramuz, en tierras sueltas, silíceas y clima calido. E1 all-
forjón, en tierras calizas, y el trébdl rojo, en las arcillosas de climahíimedo.
Cuando Ilegan estas ^plantas a florecer, se cortan, o se t>>imban,
o se aiplastan por un pase de rulo y des^pués se entierran por unalabor de arado.
PISCICULTURA DOMÉSTICA
1^OC LUIS I^ARDO,
Redactor jefe del .Boletín de Is Dizeoción Generalde Montes, Pesca y Caza>.
<<Hacer fre^nte a ^nuc^stras ai^cesidades es el
prime^r resu^l^taclo quc debemos alc^^nzar.>>
t^Ci. GUENAUY : PisLlGtlltt-G1'C.^
E1 cultivo de los peces puede abordarse, y así se ha^cc general-
mente, con carácter i^ndustrial ; se crían p^ec^es, como gallinas o co-
nejos, en las granjas especialmente dedicadas a ello, para abaste-
cer el mercado, obten;endo el correspondiente beneficio a todo ne-
gOC10.
Así y todo, esta ^industrialización biológica de las aguas no
existe aún en España, sientlo ahora cuando parece va a itnplantarla
en Navarra una empresa bien orientada.
- 15 -
En estas páginas no ihe de traiar del asunto con d,iciho fin ;
ohras especiales hay para ello, en las que se dedica toda la atención
que requierc. Mis propósitos son más modestos; no van más allá
de exaltar la utilidad para el campesino, de ampliar su corral, do-
tando a su {inca de un estanqtte donde pueda efectuar la cría o re-
cría de unos peces con que abastecer su mesa de pescaclo fresco ;
Qiecho de gran interés social en aquellos lugares donde por su ais-
lamiento es difícil la llegada del pescado marino.
Yor eso no hablaré de una instalación propia para pisc:cultura
industrial, sino ^de un estanque, de un <<corral para peoes>>. Las es-pecies principalmente utilizadas para este fin son la carpa y^la an-
guila, ésta sólo para el engorde o recría ; en sitios indicados pue-
cíe también ensayarse la cría de la ten ĉa. Igualmente ipuede pro-
barse ]a del barbo, ^boga y cac^ho, libertando en el ^estan^qu^e los que
hayan sido capturados en las aguas libres.
De cste modo la pérdida de ihuevecillos y jaramugos serrí mu^^
grande ; pero ^esto también sucede en ^1a naturaleza, y no debemos
olvidar que el propósito buscado es tener algún pescado para el
consurno propio, sin perseguir un fin lucrativo. La ubilización de
un estanque, así efectuada, no pc:rmite más que una cría excesiwa,
con mejores o peores resultados, consecuencia de las circunstancias
qtx^ concurran en la masa de agua ; los rendimientos de este bene-
ficio serán escasos, no irán más allá de tm aprovec'hamiento do-
méstico, pero también sus gastos y cuidados son insignificantes,
viniendo a constituir, en ocasiones, una compensación de los dis-
pendios originados por las obras de riego.
Si se pueden adquirir con facilidad pequeñas carpitas y en-
gc^rdarlas en el estanque, tal vez sea aún mayor el éxito del mís-
mo, y si al crecer se reproducen ^^tlgunas, debe observarse el resul-taclo que de esta cría puede obtenerse.
La anguila es un pez que está muy ind^icado para l^a recría ; si
se sueltan algunos ejemplares peque ►ios, más o menos, según sear,los únicos pobladores o no del estanque, ellas engordarán, y, pro-
porcionando tmos kilogramos de pescado, vendrán a ser un es„ma-
bie complemento del yantar campesi^no. La resist^encia de estos pe-c^s facilita su transporte v adaptación al med^io donde sean liber-
tados. No Ihace mudho tiempo tuve noticia de un ensayo proyecta-do en un de,pósito her^ho utilizando una azotea previamente imper-
meabil^zada con cemento.
Lo concerniente a capacirlad del estanque, cuidados que nece-
sita, alimento de ]os peces, etc., etc., debe consultarse en una obrade Yiscicultura, imprescindible para quien desee abordar la cues-rión expuesta.
LA SARNA DE LAS GALLINAS
Lntre ]as innumerables ^^nfermr^dades que padecen las aves de
corral, la sarna (vulgo costras en las patas) figura en las de pri-
mera fila, atacando particularmente a los gallos y a las gallinas de
sobreaño, cuyas aves enfermas presentan en 1as patas excrecen-
cias de aspecto harinoso muy desagradable, que les causa bastan-
te desazbn, inflamación de los mtísculos de ]as extremidades y±ras-
tornos en la circulaci^ón.
F.,sta enfermedad es muy conv^eniente combabirla pronto, sobre
todo por su propiedad contagiosa, como todas las variedades de
sarna. La produce un .ácaro qu^e anida bajo las escamas epi^dérmi-
cas de las ^patas, completando allí su desarrollo.
E1 procedimiento de curac;ón consi^ste en Ihacer caer ]as excre-
cencias, reblandeoiéndolas con un baño de agua ti^bi,a, teniendo cui-
dado de no hacer sangre, y después la parte friccionada debe ba-ñarse con petrbleo.
'I'erminada esta operaciun, se le da una untura cada dos días
con ]a siguiente pomada : vaselina bórica, too gramos ; sulfuro de
po^tasio, 2o gotas ; petróleo, ^oo gramos.
Las obras y revistas reunidas para su trabajo por e^ Servicio de Pu-
bticaoiones Agríoolas pueden ser consultada^s en el local del mismo
(Ministerio de Agricultura, paseo de Atooha, 1 y 3) todos lo^s dfas
laborables, de diez a una.
Papelerfa Sevilla.-Sevilla, 4, Madrid.