hugo wast juana tabor

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Novela Apocalíptica.

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  • JUANA TABOR (1942)

    HUGO WAST(Gustavo Martnez Zuvira)

    CAPTULO I

    200 aos despus de VoltaireEl 30 de mayo de 1978 fray Plcido de la Virgen se acost tan fatigado que a duras penas

    alcanz a rezar las letanas con que terminaba su rosario, y se durmi profundamente.Debi parecerle deliciosa la tabla del camastro en que se tenda vestido conforme a la regla, y

    blando el leo mal desbastado de su almohada.Estaba sin embargo en la edad en que el sueo es arisco, y el insomnio un compaero

    habitual. Haba nacido el primer da del siglo XX; tena pues 78 aos. Su jornada comenzaba antes de la medianoche; el rezo de su breviario y algunas devociones le llevaban tres horas largas; la misa, media hora; el confesionario, a veces una hora, a veces cuatro o cinco o ms si venan muchos penitentes que hablaran en latn o castellano, nicos idiomas que l conoca, ya que nunca pudo ni quiso aprender el esperanto, la lengua universal desde 1960.

    A media maana reciba las visitas de los que necesitaban sus consejos o sus socorros, en seguida del almuerzo frugalsimo de los gregorianos que seguan la regla de la Trapa; despus un rato de lectura espiritual que se converta a menudo en una breve siesta y todas las dems distribuciones de la comunidad. Sala poco, o ms bien nada, de aquel viejsimo casern que era su convento.

    Ese da tuvo que predicar un largo panegrico de San Gregorio con motivo de haberse consagrado en su iglesia seis jvenes sacerdotes, celebrantes de primera misa.

    No seran muchos en el pblico que llenaba las tres naves los que entendieron su sermn, porque lo dijo en latn. De haberlo dicho en castellano lo habran entendido menos an.

    Fray Plcido de la Virgen perteneca a una de las ms ilustres congregaciones religiosas, la de

  • los gregorianos, que iba extinguindose como una lmpara que quema las ltimas gotas de su aceite.

    Despus de haber tenido centenares de casas en el mundo pobladas con millares de frailes, ya no le quedaban ms que tres o cuatro conventos agonizantes.

    Como una inmensa higuera mordida por los siglos, sus ramas, antes frondossimas, haban ido secndose sin que otros retoos brotaran de la vieja raz.

    Alguien pensaba que el mundo iba entrando en la poca del enfriamiento religioso que preceder al fin de los tiempos, o al segundo advenimiento de Cristo conforme a las palabras del propio Jess: Cuando viniere el Hijo del Hombre, os parece que hallar fe sobre la tierra? Todava sin embargo existan vocaciones: muchedumbres de jvenes sentan el llamado a una vida ms alta, sacrificaban su juventud, abandonaban la imperfecta libertad del mundo y compraban la libertad de Cristo que consiste en someterse para siempre a la voluntad ajena. Mas era para ingresar en otras rdenes religiosas, y slo muy de tarde en tarde la iglesia de los gregorianos celebraba una fiesta como la de ese da.

    Uno tras otro, como bueyes viejos, iban cayendo sus frailes en el surco de la inconclusa tarea, con muerte plcida y edificante.

    Los ngeles se apoderaban de sus almas; sus compaeros, salmodiando el oficio de difuntos, tendan el cadver sobre la misma tabla que durante tantos aos fue su lecho; conforme lo dispone su regla le clavaban el hbito al contorno del cuerpo, y sin otro aderezo lo metan en una fosa recin cavada en la jugosa tierra del camposanto, para que bajo la sombra de piadosos cipreses se disolviera aguardando la resurreccin de la carne. En una esquina de aquel terreno haba un lapacho, gran rbol seco desde haca doscientos aos. Los frailes no volteaban su inmenso tronco intil porque en sus ramas estriles se posaban las palomas de su campanario, y porque afirmaba una antigua tradicin que ese rbol volvera a florecer en la primavera en que morira el ltimo papa, es decir en la vspera misma de la segunda venida de Cristo.

    Acabada la ceremonia del entierro cada fraile volva a sus trabajos, un poco ms triste y algo ms solo tambin, porque ningn novicio reemplazaba al difunto y su celda se converta en un refugio de musaraas y murcilagos.

    Con qu dolor fray Plcido de la Virgen, superior del convento, presenciaba la extincin de su orden!

    Diez aos, veinte aos ms y no habra nadie en el mundo para vestir aquel blanco sayal de lino que el fundador prescribi inspirado en el que describe Daniel en sus visiones: ceida la cintura con una banda de oro de Uphaz.

    Por ello, si a las cansadas presentbase un joven pidiendo el hbito, su viejo corazn cantaba un Tedeum.

    Despus de penosas alternativas, en que ms de una vez el convento de Buenos Aires hubo de cerrarse, en aquel 30 de mayo de 1978 dijeron su primera misa seis nuevos sacerdotes, y entre ellos uno famoso ya por su austeridad y su talento.

    Fray Simn de Samaria tena treinta aos al ordenarse. La dura regla gregoriana no apag su espritu. A pesar del cerquillo con que afrentaba su arrogante cabeza, cuando suba al plpito las gentes quedaban pasmadas y presas de contagiosa emocin.

    Fray Plcido lo contemplaba con amor y temblor, y al admirarlo se llenaba de indefinible angustia: El corazn de un hombre, afirma el libro santo, anuncia a veces ms cosas que siete centinelas sobre una altura.

    Por ello esa tarde, despus de la ceremonia de la consagracin, cuando juzg que el joven sacerdote se hallara solo, fue a su celda, lo bes en la mejilla y le dijo:

    Ya tienes las manos consagradas, hijo mo! Ya eres sacerdote del Altsimo.S, para toda la eternidad respondi el joven.Escchame en el momento ms solemne de tu vida, ahora que eres tanto como un rey,

    porque el aceite de uncin es una diadema.El joven respondi con las palabras de Samuel pues saba cunto agradaban al superior los

  • textos bblicos:Habla, seor, que tu siervo te escucha.Yo he pedido largamente al Seor que suscitara en nuestra orden un hombre capaz de darle

    el brillo que le falta, a fin de que a la manera de otras rdenes que estuvieron a punto de extinguirse, renaciera, se multiplicara y llenase el mundo.

    Fray Simn escuchaba a su superior con los ojos fijos en las baldosas y con las manos en las mangas sueltas del hermoso hbito.

    Como hizo reflorecer Santa Teresa a las carmelitas y Ran c a los trapenses, as anhelaba yo que alguien hiciera renacer la vocacin gregoriana; pienso que Dios ha escuchado mi oracin, porque cuando veo el influjo que tienen tus sermones sobre el pueblo no puedo menos de repetir el versculo del profeta con que la iglesia honra a San Juan Bautista en su vigilia: He puesto mi palabra sobre tus labios.

    Ecce dedi verba mea in oretuo murmur el joven fraile, para mostrar al viejo que recordaba el pasaje, y por su mdula corri un estremecimiento de placer.

    El superior le mir intensamente, como si adivinase la falla de aquella magnfica armadura, y le dijo:

    Pero..., despus de cada sermn encirrate en tu celda, humllate, disciplnate y suplica a Dios que te enve un ngel para que te abofetee y no te deje caer en el orgullo secreto que l castiga con otras tentaciones, segn lo manifiesta San Pablo.

    As lo har respondi mansamente fray Simn.El superior lo mir con el rabillo del ojo y prosigui:Ay de ti si no pudieras llegar a la humildad sino a travs de las cadas! Ten por seguro que

    el Seor permitir las ms bochornosas tentaciones para que aprendieses cun poco valemos sin su gracia.

    Eso ya lo s, por mi teologa.Quiera Dios que no llegues a saberlo por tu experiencia!Perdneme, V. R. replic sorprendido el joven pero dgame con franqueza: ha

    encontrado algo en m que le cause inquietud?No era da de explicarse con demasiada precisin y el viejo fraile prefiri seguir hablando en

    general.En el voto de pobreza que has hecho como gregoriano debes incluir no solamente la

    renuncia a toda propiedad material, sino tambin a toda propiedad espiritual.Las virtudes son eso que V. R. llama propiedades espirituales?Cmo puede renunciarse a

    las virtudes?Te dir: las virtudes producen un gusto, una delectacin. La perfeccin est en renunciar a

    esos gustos espirituales que produce la virtud, porque a la corta o a la larga cautivan la voluntad y hacen creer que todo lo que contrara nuestros gustos espirituales es malo, y todo lo que los fomenta es bueno.

    Realmente dijo fray Simn recuerdo haber ledo en algn tratado de mstica que los gustos espirituales son a veces ms peligrosos que los gustos corporales...

    Y yo estoy seguro agreg fray Plcido de haber ledo en las explicaciones de Santa Catalina de Gnova que a los gustos espirituales hay que huirles ms que al diablo, porque enlazan al hombre. De ellos nace el amor propio espiritual con apariencia de bien, infinitamente ms peligroso que el carnal, por ser la raz de todos los males que puedan afligirnos en este mundo y en el otro. La rebelin de Lucifer y de sus ngeles no tuvo otra causa que el amor propio espiritual.

    Terrible cosa debe de ser ese amor, pero cun difcil no confundirlo con el celo por la gloria de Dios!

    Yo te ensear el secreto para descubrirlo infaliblemente.Cul es?La obediencia; todo lo que hagas en virtud de la santa obediencia a tu regla o a las rdenes

  • de tus superiores, es bueno. Todo lo que hagas contrarindola, as sea el sufrir martirio, es malo.Yo soy un hombre de deseos dijo con melancola el joven recordando las palabras del

    arcngel en la profeca de Daniel y muchas veces yo mismo ignoro qu viento me arre bata.Fray Plcido mene la cabeza como diciendo: Vaya si sabr yo lo que te pasa, hijo mo!Le palme cariosamente el hombro y le repiti las palabras de Kempis:No es santo todo lo alto, ni todo deseo puro. A veces nos mueve pasin y pensamos que

    es celo... Debo seguir hablndote, hijo mo?Hbleme, padre mo! exclam fray Simn con cierta inquietud, porque senta que los

    ojos del viejo escudriaban hasta el fondo de su alma.El viejo prosigui as:La piedra de toque de la virtud de un sacerdote es su absoluta adhesin al papa. Esa

    voluntad; mejor dir, ese sentimiento porque el joven levita debe transformar en carne de su carne, en una especie de instinto, lo que al principio de su carrera pudo no ser ms que una fra voluntad esa adhesin a Roma es lo que lo hace un miembro vivo del cuerpo mstico de Cristo.

    Cmo ha de ser y qu lmites ha de tener esa adhesin?Debe ser ilimitada contest con presteza el viejo desinteresada y silenciosa mientras

    no llegue el caso de pregonarla, porque entonces debe pregonarse aun a costa del martirio. Pero no slo debe orientar tu accin exterior, sino tambin atar tus pensamientos...

    Mucho es eso observ melanclicamente el joven.Y el viejo prosigui:Y todo lo que te aleje de ese sentimiento tenlo por una tentacin diablica.Todo? Aunque sea una virtud?Todo, aunque te parezca una virtud, aunque sea la cosa ms sublime de la tierra, aunque

    sea la promesa de una tiara, aunque sea la seguridad de una cruz.Y si se apareciese Cristo y me dijera: Aljate de Roma y sgueme?Fray Plcido reflexion apenas un segundo y respondi sin titubear:Eso est predicho en el Evangelio, y ser la seal de que el mundo va llegando a su fin.

    Tres evangelistas, Mateo, Marcos y Lucas, lo dicen con idnticas palabras Vendrn muchos en mi nombre; si alguno os dijera: El Cristo est aqu; el Cristo est all, no le creis, porque se levantarn falsos Cristos y falsos profetas... Y como sta ha de ser la suprema tentacin de los elegidos, Jesucristo, al ponernos en guardia, aade una advertencia: Mirad que os lo he dicho de antemano...

    Despus de un rato de silencio embarazoso el viejo reanud su pltica.La virtud primordial de un religioso prosigui fray Plcido es la obediencia, porque,

    siendo hecha de humildad, encierra todas las otras. Obediencia no slo exterior, que es aparente, sino interior, que significa la renuncia a la propia voluntad.

    Y tambin a la propia opinin?S, tambin. Un religioso no realiza su fin sino cuando aniquila su personalidad y viene a

    ser como una gota de agua en el mar; sin dimensiones, ni lmites, ni elementos exclusivos. Ella est en el mar y el mar est en ella.

    As lo har respondi fray Simn blandamente.Escucha ahora una advertencia que no debes olvidar: sobre dos pilares se asienta la

    vocacin del sacerdote; mientras ellos resisten el edificio se mantiene. Cuando uno de ellos afloja, el otro no tarda en ceder y todo se derrumba.

    Cules son esos pilares?T pensars en otras cosas ms grandes y en apariencia ms sublimes. Para m esos dos

    pilares son el rezo litrgico y la devocin al papa, o con otras palabras, la oracin disciplinada y la infalible humildad.

    Fray Simn se estremeci, como aquel a quien de improviso le tocan una herida oculta. Luego se arrodill y bes los pies del viejo, calzados de sandalias.

    El superior se fue y l qued solo en su celda, cuyas enjalbegadas paredes parecan teidas de

  • prpura, pues por sus cristales, que daban al huerto, penetraban los rojos fulgores de un maravilloso crepsculo.

    Abri la ventana y respir a pleno pulmn el oreado viento de la tarde.Seor, Seor exclam, golpendose el pecho a la manera del publicano, me siento

    como Daniel, hombre de deseos: vir desideriorum es tu!Tengo la conciencia de que llevo conmigo todas las energas de una nueva creencia. Mi misin es reconciliar al siglo con la religin en el terreno dogmtico, poltico y social. Me siento sacerdote hasta la mdula de los huesos; pero he recibido del Seor un secreto divino: la Iglesia de hoy no es sino el germen de la Iglesia del porvenir, que tendr tres crculos: en el primero cabrn catlicos y protestantes; en el segundo, judos y musulmanes; en el tercero, idlatras, paganos y aun ateos... Comenzar yo solo, en m mismo, el perfecto Reino de Dios... Soy el primognito de una nueva alianza.

    La celda se llen de azulada sombra. La campana, llamando al coro, lo sac de su arrobamiento.

    En el coro haba seis frailes. Ms tarde, en el refectorio, reunironse hasta doce entre profesos y coristas, y como fuese un da de gran fiesta, el cocinero aadi a las coles hervidas y a las lechugas con aceite, que formaban su ordinario sustento, un trozo de anchoa asada y un jarro de cerveza. Fray Plcido exultaba viendo aquel tmido reflorecimiento de su congregacin. Pluguiera a Dios que el arroyito que brotaba en el santuario se transformase en ro caudaloso como el de la visin de Ezequiel!

    Para descansar el cerebro fatigado, esa noche en la celda se puso a leer un libro en que se contaba minuciosamente la muerte de Voltaire, necio y desventurado personaje que en el espantoso trance interesbase ms por el destino de su vieja osamenta, semiputrefacta ya, que por el de su alma inmortal. Ley las artimaas de que se vali para que no se negara a su cuerpo la sepultura eclesistica, que ansiaba slo por la ms inexplicable y contradictoria vanidad. Para lograr ese propsito llam al confesor y consinti en firmar un documento retractndose de sus doctrinas.

    Pero, como mejorase de esa enfermedad y recobrara la salud, se arrepinti de su retractacin, y temiendo recaer en ella si volva a enfermarse, levant en presencia de un notario una protesta contra una manifestacin anloga que in artculo mortis pudiera arrancarle otro confesor.

    Pasaron nada menos que treinta y cinco aos; Dios lo esperaba con infinita paciencia. Se hall de nuevo en trance de muerte, y preocupado siempre por el destino de su cadver, acept los auxilios de M. de Tersac cura de San Sulpicio, su parroquia y extendi la retractacin de ritual, sin la que ningn sacerdote tena facultad para absolverlo. Pero el cura someti el caso al arzobispo, que no acept aquel documento redactado con demasiada astucia, y exigi algo ms categrico. Voltaire, aprovechando una fugaz mejora, empez a chicanear. De pronto lleg de veras la muerte, y el filsofo expir, no rodeado de flores y amigos y dialogando y sonriendo filosficamente, segn lo imaginaban sus admiradores, sino blasfemando; desnudo, porque su vientre inflamado no soportaba ni una hebra de hilo, y gritando que le dieran un estanque de hielo para aplacar la sed.

    Tales llegaron a ser su tortura y su desesperacin, que hundi las manos en el pus de su vejiga y se llen la boca, mientras los circunstantes, su sobrina la Denis, su sobrino Villette, su criado Wagnires, sus mdicos Tronchin y Lorry, transidos de horror, contemplaban la escena.

    Talis vita, finis ita dijo el fraile yendo a cerrar el libro.Se contuvo al ver una fecha: Voltaire haba muerto el 30 de mayo de 1778, y esa noche se

    cumpla el segundo centenarioDoscientos aos! exclam el superior. Sucesin inacabable de sufrimientos. Y sin

    embargo todava su eternidad ni siquiera ha comenzado. Qu misterios, Seor, los de estas almas a las que disteis ms luz que a las otras y que os han blasfemado ms? Qu escondido deleite hay en el orgullo, que embriag y perdi a la tercera parte de los ngeles?

    Con estos pensamientos se puso a rezar, hasta que lo venci el sueo y se durmi.Debi dormir apenas dos horas; un fuerte ruido le hizo abrir los ojos y vio por la ventana que

  • an no haba salido la luna. Plena oscuridad en la huerta, y en su celda un resplandor extrao y un insufrible hedor.

    Se incorpor en el camastro y estir la mano hacia su pila de agua bendita. Lo paraliz una voz infinitamente dolorosa, que vena del rincn ms alejado.

    Gurdate de tocar esa agua, porque me haras huir. Gurdate de pronunciar exorcismos, si quieres que te comunique los secretos del porvenir. Yo soy el desventurado filsofo cuya muerte viste escrita; un sabio a los ojos de los necios, y hoy un necio eterno a mis propios ojos... Quieres orme?

    Fray Plcido alcanz a ver la figura de un hombre desnudo, con las carnes calcinadas y consumidas; evidentemente, la figura de Voltaire.

    Habla en nombre de Cristo!No bien pronunci esta palabra, oy el crujir de aquellos huesos, los vio doblarse hasta

    arrodillarse sobre las baldosas y escuch un lamento:Por qu lo llamaste? No sabes que cuando suena ese nombre todos los habitantes del

    cielo y del infierno se arrodillan? T no puedes ni siquiera imaginarte el suplicio que es para m, que solamente lo llamo el Infame, adorarlo cada vez que otros lo nombran con su verdadero nombre.

    Habla; no lo nombrar ms! dijo el fraile, temeroso de espantar aquella sombra a la que deseaba arrancar sus secretos.

    Y al advertir el rictus de la desdentada calavera, le pregunt, perplejo:Te res, Voltaire?Esta risa es mi condenacin. Yo he hecho rer a los hombres para que no creyeran en la

    divinidad del Infame. Y yo crea! Crea y temblaba, sabiendo que un da nos encontraramos frente a frente. Me senta dotado de una inteligencia portentosa, mayor que la de todos los hombres despus de Salomn, y pude elegir entre servir a Dios o alzarme con ella contra l y ser su enemigo eternamente.

    Y dijiste, como Luzbel: Non serviam!S! Y l me dio, en cambio, largusima vida, para que tuviese tiempo de arrepentirme.Y ahora te arrepientes de no haberla aprovechado?No! Arrepentirse es humillarse, cosa imposible en la miserable condicin de mi alma. Si

    yo volviera a vivir, volvera a condenarme...Explcame ese horrible misterio!Durante sesenta aos fui festejado y aplaudido como un rey. Poetas, filsofos, prncipes,

    mujeres, se pasmaban de admiracin ante la ms trivial de mis burlas.Y t, te admirabas tambin a ti mismo?Yo, a medida que avanzaba la vejez, tena mayor asco del objeto de aquella admiracin de

    hombres y mujeres, pues cada vez que abra mi boca, antes que ellos sintieran el rumor de mis palabras, yo ola el hedor de mi aliento. Pero si era nauseabunda la fetidez de mi boca, era incomparablemente peor la hediondez de mis pensamientos.

    Infeliz!Ellos me consideraban un semidis y yo los despreciaba, sintiendo pudrirse mi carne,

    envoltura del alma inmortal. Ay de m! Durante 84 aos esa carne, que iba disolvindose, fue mi nica defensa contra el Infame. Mientras yo, es decir, mi voluntad, subsistiera atrincherada en esa carne, podra seguir lanzando mi grito de guerra: Aplastad al Infame!

    Cristo vive, Cristo reina, Cristo impera! exclam, horrorizado, el viejo, sin pensar en las consecuencias de esa triple alabanza.

    Ay! dijo Voltaire con indescriptible lamento; y otra vez se oy el siniestro crujir de sus rodillas quemadas que se doblaron hasta el suelo; y se vio a la macabra figura postrarse de hinojos. ste es mi tormento mayor: confesar su divinidad!

    In nomine Jesu murmur el fraile para s mismo, omne genu flectatur clestium, terrestrium et infernorum.

  • Y aadi en voz alta: Acaso no temas a Dios?Oh, s, lo tema! Oh, miseria y contradiccin de mi soberbia! Cuando pensaba en la

    muerte me aterraba, y hubiera dado mi fortuna, mi fama y mis libros por un solo grano de humildad, la semilla del arrepentimiento. Pero la humildad no es natural; es sobrenatural. Un hombre sin ojos podra ver ms fcilmente que un hombre soberbio decir: Pequ, Seor; perdn. Ver sin ojos es contranatural; una fuerza natural puede modificarse por otra fuerza natural. Pero arrepentirse sin humildad es contra lo sobrenatural, infinitamente ms all de las fuerzas del hombre. Se necesita la gracia divina.

    Y, por ventura, Dios no te la dio?S, a torrentes! Pluguiera el cielo que no se me hubieran dado tantas gracias. Pues, al

    juzgarnos en esta sombra regin, se tienen ms en cuenta las gracias rechazadas que los pecados cometidos.

    Sigue, Voltaire! Te escucho con ansiedad.El patriarca de Ferney prosigui as, entre secos y horripilantes sollozos:Cuando uno ha rechazado obstinadamente durante veinte aos, treinta aos, medio siglo,

    los auxilios sobrenaturales de la gracia, Dios lo abandona a sus simples fuerzas naturales, la inteligencia y la voluntad. Yo vea mi destino si no me humillaba; pero humillarme habra sido un milagro. Y mi orgullo me embriagaba dicindome que yo, hediondo y agusanado, poda por mi libre albedro resistir a la gracia, complacerme en mi fuerza y luchar contra Dios. Qu delirio, hacer lo imposible aun para las estrellas de los cielos y los mismos arcngeles: resistir a Dios! Tena el frenes de la blasfemia y del sacrilegio. Por burlarme del Infame comulgu muchas veces sacrlegamente delante de mis criados; y mis amigos me aplaudan y me imitaban. Y as llegu al da del espanto.

    La hora de la venganza dijo el fraile, horrorizado. Effunde frameam. Desenvaina tu espada, Seor.

    As fue; lleg el turno de Dios, y desenvain la espada sobre m.Cuntame tus ltimos momentos.Los hombres no sospechan los misterios de esa hora, especialmente del postrer momento

    en que las potencias del alma, la memoria, el entendimiento, la voluntad, adquieren una agudeza inconmensurable.

    Cunto dura eso?Supn que slo sea un segundo; pero en ese segundo cabe mucho ms que toda tu vida, por

    larga que fuera; all cabe tu eternidad. En ese instante puede tu voluntad fijarle el rumbo. Desventurado de m! La obstinacin de ochenta aos, transformada en impenitencia final, es como un muro de bronce incandescente que rodea el alma y aguanta el ltimo asalto de la misericordia, temblando, oh, contradiccin!, de ser derrotada, y espantndose de antemano de lo que ser su propio triunfo. Ay de m! Yo triunfaba. Los rayos de la gracia se rompan sobre mi corazn como flechas de marfil contra una roca.

    Triunfa la gracia alguna vez?Millares de veces, porque es la virtud de la Sangre. Cuntas retractaciones inesperadas,

    que quedan en el secreto del ms all! Pero si vieras la dureza de los que pecaron contra el Espritu... de los desesperados, de los irnicos que por lograr un chiste arrojaron una blasfemia, de los que vendieron al orgullo su ltima hora, de los apstatas. Para asistir y vigilar la impenitencia final de sos, el diablo abandona toda otra ocupacin. Y se mete en sus venas y hay como una transfusin del orgullo diablico en el alma del renegado.

    Los hombres no conocen las profundidades de Satans murmur fray Plcido.Si el diablo pudiera arrepentirse, se sera el momento de su conversin, cuando por

    fortalecer la soberbia de un alma se ha empobrecido de la suya transfundindosela. Ay!, cuando se llega a esas profundidades, el alma se hunde voluntariamente en su destino.

    Voluntariamente? interrog el fraile.

  • Te sorprende? Escucha: yo he firmado con mi propia mano mi eterna condenacin. Y la volvera a firmar cien veces, con pleno discernimiento, antes de humillarme y decir Pequ, Seor; perdname!

    No cabe en mi mente replic fray Plcido aterrado que sea verdad el que si volvieras a vivir volveras a merecer tu condenacin.

    S, cien y mil veces! En el ltimo instante de mi vida, cuando por aliviar mi sed me llen la boca de inmunda materia y arroj aquel espantoso alarido que ha quedado en mi historia; cuando mis ojos se cuajaron, todos me creyeron muerto. Pero yo estaba vivo, araando el barro podrido de mi carne que todava, por unos segundos, me libraba de caer en manos de Dios.

    Todava podas arrepentirte?S, Y se me apareci el Infame con su corona de espinas y las llagas abiertas en manos y

    pies; el pecho ensangrentado y un papel sin firma, que era mi sentencia. Yo, que te redim con mi sangre, me dijo, no la firmar; pero te la entrego a ti para que tu libertad disponga. Durante un segundo, en que vi mi pasado y mi porvenir, sopes las consecuencias. Ya ni siquiera tena que pedir perdn. El Infame se adelantaba a ofrecrmelo; bastbame aceptarlo confesando que pequ. El mundo ignorara hasta el da del juicio mi retractacin, y yo me salvara. Imposible! Durante sesenta aos haba combatido contra el Infame. Si ahora aceptaba su perdn, la victoria sera suya. Si lo rechazaba, yo, gusano de la tierra que no tena ms que medio minuto de vida, me levantara hasta l y hara temblar los cielos con mis eternas blasfemias. Pero era tal el horror de mi destino que vacil. Quin me hubiera dado un grano de humildad en ese instante!

    No lo habras rechazado, acaso?Voltaire guard silencio y luego respondi, con voz cavernosa.S, lo habra rechazado! Entonces cog la sentencia que l no quera firmar, y yo fui mi

    propio juez y la firm con esta mano que escribi La Pucelle y que ahora derrite el bronce... Mira!

    Voltaire alarg aquella mano que tantas blasfemias inmundas haba escrito con extrema agudeza y roz un candelero de bronce, en una alacena de la pared.

    El duro utensilio se derriti como se habra derretido una vela puesta en la boca de un horno. Las gotas del metal cayeron sobre las baldosas y all se aplastaron.

    Sabe, pues prosigui Voltaire que ninguna condenacin lleva la firma del Cordero. Todas llevan la nuestra!

    Son una campana. Voltaire se estremeci.Las campanas meaterran. Todo lo que mide el tiempo me aterra. Un ao. Diez aos.

    Doscientos aos. Cundo se acabar el tiempo y empezar la eternidad desnuda?Cundo? interrog el superior Acaso no se divisan ya las ltimas etapas del

    Apocalipsis?No ha saltado ya el sexto sello del libro de los siete sellos?La luna brillaba entre los cipreses de la huerta. Voltaire mir hacia las cruces plantadas en la

    tierra a la cabecera de los muertos en el Seor, y volvi los ojos con angustia.Un da no lejano florecer el lapacho en el fondo de la huerta; y se levantarn los muertos a

    recibir a su Seor; t, que no morirs hasta su venida, subirs con ellos los resucitados en los aires, para acompaar al que vendr a juzgar a los vivos y a los muertos. Pero antes... se detuvo.

    El fraile temi que se callara en el momento de la revelacin, y lo inst con estas palabras:Antes habr venido el Anticristo...S exclam Voltaire con diablico entusiasmo. sa ser la poca en que el Infame ser

    vencido en el catolicismo y en sus santos... Vosotros los frailes creis invencible al catolicismo. No! Sabe que ser vencido!

    Ya lo s respondi fray Plcido es de fe que ser vencido, mas slo por un tiempo. El Apocalipsis anuncia que la Bestia del Mar, o sea el Anticristo, dominar todos los pueblos, lenguas y naciones, y har guerra a los santos y los vencer, lo cual le ser permitido durante cuarenta y dos meses. Pero, eso tardar mucho todava? Quines se equivocan: los que creen

  • que faltan miles y miles de aos para la venida del Anticristo, o los que creen que estamos ya tocando su reino?

    T qu crees?Yo creo respondi fray Plcido que el Anticristo vendr pronto, y que esa venida

    ocurrir antes del perodo de paz religiosa durante la cual el diablo estar preso y atado con una gran cadena y encerrado en el abismo.

    No sabes que esa no es la opinin de la mayora de vuestros intrpretes?S, lo s dijo el fraile. La mayora de los intrpretes modernos sostienen que el fin del

    mundo an dista millares de siglos, y que el Anticristo vendr en las vsperas del da grande y horrible del Seor, cuando Satans salga de su prisin y sea desatado por un poco de tiempo. Pero yo pienso lo contrario: que aunque el mundo pueda fsicamente durar millones de aos, la humanidad est ya prxima a conocer al ms grande enemigo de...

    No lo nombres! Ya te comprendo.Y que ese enemigo, que llamamos el Anticristo, ser una persona; un hombre de perdicin,

    como dice San Pablo, y no una sociedad ni una secta, como sostienen algunos.Piensas con verdad: ser un hombre,pero no estar solo; se encarnar en una orden

    religiosa cuyo superior ser su falso profeta.Qu orden?Dentro de diez aos lo adivinars sin que yo te lo diga.Y creo prosigui el fraile que los judos lo recibirn como al Mesas, y por lo tanto

    que su venida ser antes de la conversin de los judos, en medio de una gran persecucin de todas las naciones contra el pueblo de Israel. De modo que la verdadera seal de la aproximacin del Anticristo no ser la persecucin universal de los cristianos, sino la persecucin de los judos.

    Esa es la verdad! dijo Voltaire.Y pienso tambin que esto ocurrir pronto, y que slo despus de la muerte del Anticristo

    se convertirn los judos y Jerusaln ser restaurada, con un rey de la estirpe de David.As ser! confirm VoltaireEst pues prximo a nacer el Anticristo?Ha nacido ya.Dnde? De qu raza? interrog ansiosamente fray Plcido; pero la desconfianza lo

    turb. Cmo voy a creerte, si eres hijo de la mentira?El Seor me manda decir verdad: el Anticristo, que naci en 1966, es de la tribu de Dan; y

    lo proclamarn su rey no solamente los judos, sino tambin los musulmanes.Ser grande su imperio?S: el nmero de sus jinetes ser de doscientos millones, segn el cmputo del Apocalipsis.Y su capital cul ser?La ciudad de su nacimiento, la mayor y ms gloriosa y ms santa ciudad del mundo.Jerusaln, entonces?No: Roma.Roma, cuna y capital del Anticristo? exclam estupefacto el fraile. Por qu, pues,

    los intrpretes dicen que nacer en Babilonia?Roma es Babilonia. Vuelve a leer el final de la primera epstola de Pedro Apstol y hallars

    la explicacin. Todo est en las Escrituras. Todo est profetizado.S dijo el fraile. El profeta Ams ha dicho: El Seor no har nada que no haya

    revelado a sus siervos los profetas. Pero los intrpretes disputan sobre el sentido de las profecas. Centenares de aos han pasado discutiendo lo que simbolizan las siete cabezas de la Bestia del Mar, que tienen diadema... Explcame eso!

    Est en el Apocalipsis,y t lo sabes. Son siete reyes, que lo han sido, materialmente o moralmente, por la influencia que ejercieron entre los hombres. Cinco de ellos pasaron ya: Nern, Mahoma, Lutero; el cuarto fui yo, y el quinto Lenn.

    Y los que no han pasado todava?

  • El sexto ya es: el emperador del Santo Imperio Romano Germnico...Pero ni ese imperio ni ese emperador existen. Hay un Imperio Romano sobre el cual manda

    Carlos Alberto, y hay un Imperio Germnico que tiene por soberano a Adolfo Enrique.Antes de diez aos no formarn ms que uno respondi Voltaire. Berln y Roma sern

    ciudades de un solo imperio, bajo el cetro del sucesor de Adolfo Enrique, quien preparar el advenimiento del sptimo rey, que ser rey de Roma, el undcimo cuerno del Dragn...

    El Anticristo!Yo volver a visitarte dentro de diez aos y dentro de veinte.Y yo estar vivo an? Piensa que he nacido el primer da de este siglo.T, que vives ahora bajo el Pastor Anglico, vers pasar como ondas de un ro a los

    ltimos papas, a Gregorio XVII, a Paulo VI, a Clemente XV. T concurrirs al cnclave que elegir a Len XIV, judo, hijo de Jerusaln, convertido al Infame y bajo cuyo reinado se convertirn los judos, y t vers florecer el lapacho y al ltimo Papa, Petrus Romanus.

    Fray Plcido escuchaba y temblaba.Ser cardenal, por ventura?No necesitars serlo. Reinar en Roma la sexta cabeza, que har morir a un papa; y t

    habrs conocido a la Bestia de la Tierra, el falso profeta del Anticristo, y vendr la hora de la sptima cabeza, que ser una mujer, y del undcimo cuerno, el rey de los romanos, el propio Anticristo.

    Y la orden gregoriana existir entonces?Dentro de diez aos te contestar. Te baste saber que de la orden saldr un astro

    resplandeciente, cuyo nombre est en el Apocalipsis. Podras descubrirlo?Ajenjo! murmur fray Plcido con un hlito de voz.Cre que no fueses capaz de nombrarlo!Por qu el superior de los gregorianos dijo aquel nombre, que significa en el Apocalipsis una

    estrella cada?En quin pens? En nadie! Dios era testigo de que en nadie pens!Para aturdir su inquietud se puso a repetir el texto del Apocalipsis. Y el tercer ngel toc la

    trompeta, y cay del cielo una gran estrella ardiendo como un hacha; y cay en la tercera parte de los ros y en la fuente de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo, y la tercera parte de las aguas se convirti en ajenjo y murieron muchos hombres que las bebieron, porque se tornaron amargas.

    Aquel smbolo haba sido interpretado como alusin al fraile apstata Lutero, cuyas doctrinas envenenaron a tantos millones de hombres.

    Podra aplicarse 500 aos despus a otro personaje? Quiso pedir aclaracin pero Voltaire haba desaparecido. La puerta de la celda estaba cerrada. Por los vidrios de las entornadas ventanas llegaban torrentes de luna.

    Fray Plcido abri de par en par la puerta y la ventana, porque el hedor de la habitacin era insufrible.

    Qu extrao sueo! se dijo cogiendo un hisopo y rociando con agua bendita el suelo y las paredes.

    Era noche de plenilunio. Todo apareca envuelto en un cendal de plata. No haba para qu encender la luz.

    Se acod sobre el alfizar y respir a pleno pulmn el aire sutil y pursimo. Cont dos, tres, cinco cruces entre los matorrales; vio las ramas yertas del lapacho, sinti sueo y se recogi. Pero al encaminarse a la tarima su pie tropez con un obstculo Se agach; era una plasta de bronce fundido.

    El candelero! exclam con espanto.Se santigu, se acost de nuevo y se durmi en el acto.Ya en las campias lejanas cantaban los gallos presintiendo el alba.

    CAPTULO II

  • El SatanismoPasaron efectivamente diez aos. Fray Plcido de la Virgen cumpli los 88 en pleno vigor

    mental y fsico, Tal vez los que le vean de tarde en tarde notaban que se iba encorvando y que se dorma ms a menudo en la lectura o en el coro.

    Las vocaciones gregorianas no aumentaban; la orden pareca condenada fatalmente a la extincin. Sin embargo, la fama de fray Simn de Samaria creca como las olas en la pleamar. Llambanlo a predicar de los puntos ms remotos de la tierra. En todas partes del mundo se le escuchaba por radio y se le vea por televisin; pero a las gentes no les bastaba televerlo o teleorlo, y queran sentirlo cerca y departir con l.

    Sus sermones se entendan por igual en Buenos Aires que en Mosc, Nueva York o Pekn, pues predicaba en esperanto, el idioma universal inventado por el lingista judo Zamenhof y adoptado por todas las naciones, que abolieron bajo severas penas los dems idiomas, contrarios al espritu de unin que pregonaba la humanidad.

    El ingls, el castellano, el ruso, el rabe, el griego, el japons, el chino, eran ya lenguas muertas.

    Apenas las hablaban algunos viejos incapaces de aprender el esperanto, y algunos eruditos autorizados por los gobiernos para estudios literarios. Solamente la Iglesia Catlica se neg a acatar la innovacin, y mantuvo el latn como su lengua oficial; esto dio al idioma de Horacio una difusin enorme, ya que muchsimos catlicos lo aprendieron por no usar el esperanto, la lengua que hablara el Anticristo.

    Ocurri, pues, que para llegar al corazn del pueblo fue indispensable que los predicadores aprendiesen el esperanto, y fray Simn de Samaria lleg a hablarlo con tal fluidez y elegancia que se le consider un clsico en ese idioma.

    En cambio fray Plcido de la Virgen no lo habl nunca, excusndose con su avanzada edad, y fue aislndose de la gente tanto, que en los ltimos aos no pudo alternar sino con los que saban latn y con tres o cuatro viejos amigos seglares que no abandonaron su castellano. Los dems no le entendan.

    Muchas otras novedades advertanse en las vsperas del ao 2000.La higiene y la ciencia de curar las enfermedades haban progresado de tal modo que se

    logr duplicar el promedio de la vida humana, y con frecuencia se hallaban viejos de edad asombrosa en buena salud.

    Se haba descubierto la manera de rebajar el tono nervioso del organismo y hacer que el reposo del cerebro y del corazn fuera absoluto durante el sueo, como lo hacen los faquires. De este modo la tercera parte de la vida, que se pasa durmiendo, transcurra sin desgaste orgnico, con lo cual se prolongaba la existencia. Esto contuvo por algn tiempo la despoblacin gradual del mundo, aunque no lo rejuveneci, porque el decrecimiento de la natalidad alcanz cifras pavorosas.

    A principios del siglo XX nacan en Europa 38 nios por cada 1.000 habitantes y moran 28 personas: el saldo era de diez por mil en favor del crecimiento de la poblacin.

    Ciento treinta aos despus, en 1930, nacan 19 y moran 14. El aumento se redujo a la mitad.Medio siglo despus, en 1980 a poco de la aparicin de Voltaire, que pas por haber sido

    una pesadilla de fray Plcido el promedio de nacimientos en todo el mundo no exceda de 3 por cada 1.000 habitantes, y las muertes eran 7. Es decir, la humanidad perda cada ao 4 habitantes por cada 1.000.

    El globo, que durante sesenta siglos, desde los tiempos de la primera pareja humana, haba visto siempre crecer su capital de sangre de carne y de cerebro, comenz a perder cada ao unos diez millones de habitantes. Este era el resultado de una tenaz y escandalosa propaganda malthusiana que se efectuaba so color de ciencia, explotando el miedo al hijo, que complica la vida y absorbe los recursos que sus padres hubieran podido destinar a sus placeres.

  • Desacreditronse como anacrnicos los hogares donde naca ms de un nio. Se ridiculizaba a los padres de dos o tres criaturas. Un hijo era motivo de lstima; dos, causa de desprecio; tres..., ms vala atarse al cuello una piedra de molino y arrojarse al mar.

    En las naciones de antigua cultura y de viejos vicios se puso de moda la esterilizacin por mutuo consentimiento de los recin casados, amn de la esterilizacin obligatoria al menor indicio de enfermedad orgnica.

    Alemania, que en 1940 lleg a 85 millones de habitantes, medio siglo despus no contaba ms que con 60 millones, entre los que predominaban los individuos de 50 a 150 aos y escaseaban los nios. El poderoso imperio germnico empezaba a secarse como la vid mordida por la filoxera. Eugenesia! Idntico fenmeno advirtise en otras naciones de mucha instruccin y poca religin.

    Francia, en la que se haba restaurado el trono de San Luis, empezaba a rehacer su poblacin de 20 millones de habitantes, en su mitad viejos. Inglaterra a duras penas se mantena en los 30. Estados Unidos haba cado por abajo de los 80. Malthus!

    Slo Italia, que conservaba la fecundidad esa nica bendicin de que la sociedad humana no fue despojada ni por el pecado original, ni por el diluvio, alcanz a contar doscientos millones de habitantes en todo el imperio, que tena provincias en Europa, frica, Asia y Oceana.

    El Japn tambin era fecundo; aspiraba a reconstruir el imperio monglico de Gengis-Khan, y dominaba ya la mitad del Asia.

    El imperio del Brasil se extenda desde las bocas del Orinoco, lmite de la Gran Colombia, hasta el Ro de la Plata, y se haba apoderado de la Banda Oriental y el Paraguay, con lo que redonde una poblacin de 150 millones de habitantes, dueos de las ms frtiles y variadas comarcas del globo.

    En el norte de Amrica del Sur exista la Gran Colombia, formada por Panam, Colombia, Venezuela y Ecuador; y en el Pacifico, el imperio de los Incas, constituido por Per y Bolivia.

    Alsur de Amrica estaba el pequeo reino de Chile, regido por la dura mano de un rey aliado del Brasil que aspiraba a ensanchar sus dominios, y la Repblica Argentina.

    El mapa argentino haba sufrido graves modificaciones a raz de una de las grandes guerras europeas.

    Chile obtuvo la soada salida al Atlntico, toda la Tierra del Fuego, la gobernacin de Santa Cruz y las islas Malvinas que las naciones europeas no pudieron conservar.

    La Argentina no estaba en condiciones ni de fruncir el ceo, y se resign. Y segn decan los estadistas, poda considerarse satisfecha de que no le hubieran quitado ms tierras al sur y de conservar al norte dos provincias que podan haberle disputado los vecinos.

    Finalizaba el mes de mayo de 1988...Pero ya ni en Buenos Aires ni en ninguna parte del mundo se deca mayo. Entre tantas cosas

    reformadas, estaba el calendario.El ao tena ahora trece meses de 28 das.La reforma fue resuelta en 1955, quince aos despus que la Sociedad de las Naciones

    de Ginebra se disolvi a orillas del lago de su propio nombre, cuando comenz la guerra entre las naciones que se llamaban a s mismas del Nuevo Orden y las que se decan de la Democracia.

    Terminada esta guerra hubo tres lustros de paz. Los diplomticos se aburran en el ocio y las seoras de los prncipes tambin. Un da de aburrimiento, las cuarenta esposas de los cuarenta primeros ministros de las naciones ms adelantadas tomaron sus aviones, que marchaban a la velocidad de 1.200 kilmetros por hora, y se apearon en una isla del archipilago de las Carolinas, la isla de los Ladrones, en el Pacifico, donde se haban reunido los financieros para crear una moneda internacional en reemplazo del oro.

  • Mientras ellos hacan esto, ellas abolieron el calendario gregoriano, que fastidiaba a los negociantes con sus meses irregulares; uno de 28, otros de 30 y otros de 31 das.

    La verdad es que desde tiempo atrs algunas grandes empresas en los Estados Unidos se regan privadamente por un calendario de 13 meses, cada uno de cuatro semanas, con un da blanco al final del ao, que eran dos en los aos bisiestos.

    Algo parecido al calendario inventado por el filsofo positivista Augusto Comte, que llam a los trece meses con el nombre de sabios y hroes civiles.

    En este punto el congreso de las cuarenta esposas anduvo dividido, pues cuando se trat del mes de junio al cual Comte llam San Pablo se origin enconada disputa. Todas estaban conformes en llamar al segundo mes Homero y Bichat al decimotercero, aunque ignoraban quin fuese el uno y el otro. Pero San Pablo no les sonaba bien para tan alto honor.

    Con el fin de evitar la discordia, las cuarenta esposas resolvieron prescindir de los personajes histricos, y denominaron a los meses con los nombres que les dieron los Caballeros Templarios en la Edad Media: nisan, tab, sivan, tammuz, aab elul, tischri, marshevan, cislev, tabeth, sehabet, adar, veadar; denominaciones usadas por los judos desde haca miles de aos. Se prescindi de bautizar los das de la semana, y se les llam por su nmero de orden: el primero, el segundo, etctera, con excepcin del sbado, que conserv su nombre.

    El ao se iniciaba con el primer da de la primera semana del mes de nisan, y para comenzar los cmputos de la nueva poca, se eligi el 29 de marzo de 1955, dos semanas antes de la Pascua.

    Desde ese da empezaron a contarse los aos por el nuevo sistema, y terminaban el sbado de la cuarta semana del mes de veadar, o sea el da 364 del ao. El 365 era un da blanco, que no perteneca a ninguna semana ni mes, y fue fiesta universal como la antigua Navidad del Seor.

    Diez aos despus, en 1965, una revolucin sindiosista estallo en Rusia, que haba vuelto al rgimen capitalista, y barri las naciones como una tromba de fuego. Aniquil toda idea de justicia, de bondad y de belleza; pulveriz las ms preciosas joyas del arte de los siglos, y en cinco aos que dur amonton cien millones de cadveres, haciendo pensar a los creyentes que era el comienzo de los dolores, initium dolorum, palabras con que Jess llama a las primeras seales del fin del mundo.

    Poco a poco la humanidad fue saliendo de aquel lagar apocalptico, donde los caballos se hundieron en sangre hasta las bridas; la Providencia suscit para cada nacin un jefe, casi siempre un soldado joven los viejos, decan, slo pueden ser mdicos o sacerdotes, y ese hombre restaur las jerarquas, aboli las libertades de lujo, a fin de que los hombres pudiesen gozar de los derechos esenciales: derecho de no ser asesinado, derecho de trabajar sin ser esclavo de los sindicatos, derecho de ser padre de sus hijos, derecho de ser hijo de Dios. El mapa del mundo cambi otra vez de colores; las pequeas naciones se convirtieron en provincias de los grandes imperios.

    Pero toda revolucin deja en las costumbres alguna invencin, a la manera de esas granadas que no estallaron y que los ladrones recogen en los sembrados y olvidan al lado del camino, hasta que un da un nio jugando las hace reventar. Aquella revolucin, a pesar de que fuera vencida por la reaccin de unos pocos dictadores, afianz y leg a los nuevos imperios el esperanto, el ao de trece meses y la moneda universal de papel.

    La Iglesia Catlica, que haba resistido a las innovaciones, slo acept la moneda universal de papel (el marx), que destruy la estpida idolatra del oro; pero sigui rigindose por el calendario gregoriano y hablando su hermoso latn.

    Finalizaba, pues, el mes de mayo de 1988, y era la noche del primer da de la tercera semana del mes de sivan cuando reson la viejsima campana del convento llamando a los frailes para las oraciones del alba, que ahora se decan a la medianoche.

    El gobierno argentino, de estirpe sindiosista, toleraba la religin catlica, a fin de demostrar que se respetaba la libertad de conciencia; pero slo permita la existencia de una orden religiosa, la de los gregorianos, especulando con su prxima extincin, y

  • mandaba que los oficios religiosos se celebrasen entre las 12 de la noche y las 3 de la maana, para hacer ms difcil el asistir a ellos.

    Al or la campana fray Plcido se incorpor en la tarima, se santigu, y se ech al suelo.Una fra y esplndida luna haca resplandecer los cachos de vidrios incrustados en el filo de

    las tapias antiqusimas que circundaban al convento.El fraile abri su postigo y vio cosas espeluznantes en aquel camposanto donde sus antiguos

    hermanos de religin dorman bajo la tierra, aguardando la trompeta del ngel que los llamara a juicio.

    Era el camposanto una sombra huerta, abandonada a las hierbas silvestres desde siglos atrs por falta de hortelanos.

    Y entre aquellos matorrales, viniendo del fondo, apareci una bestia rarsima.Fray Plcido se ajust los espejuelos, temiendo que sus ojos lo traicionaran.Seor, Dios de los ejrcitos! Qu animal apocalptico es ste?Al mismo tiempo un torbellino como de cuatro vientos encontrados zamarreaba con furia la

    arboleda, sin que ni una brizna llegara hasta l.Estoy soando, por ventura? se dijo, y repiti un versculo del profeta Joel ledo en la

    misa de uno de esos das: Senes vestri somnia somniabunt (Vuestros ancianos tendrn sueos) lo cual sera signo de los ltimos tiempos.

    Aquella bestia era evidentemente un len, pero tena alas de guila. De pronto perdi las alas, se irgui y semejse a un hombre.

    Tras ella surgi otra, como un oso flaco y hambriento que haba encontrado una horrible pitanza entre las tumbas, pues vena devorando tres costillas.

    Ambas fieras se pusieron a la par, alindose, y dieron la cara hacia el camino, por donde apareci una tercera, manchada, como un leopardo fortsimo con cuatro cabezas.

    Y casi pegada a ella una cuarta bestia no semejante a ninguna en la tierra, que tena dientes de acero que relumbraban como sables bajo la luna, y pies tan poderosos que pulverizaban los cascotes y pedruscos del suelo.

    Y este cuarto animal ostentaba diez cuernos, entre los que brot un cuernito, que creci y se transform, y tuvo ojos de hombre y boca soberbia y desdeosa.

    Fray Plcido cerr los ojos y se apart de la ventana; comprendi que se repeta ante sus ojos la visin que Daniel vio el primer ao de Baltasar, rey de Babilonia, y que las cuatro bestias prefiguraban los cuatro imperios que existiran en los ltimos tiempos; y destruidos ellos, vendra Cristo sobre las nubes a juzgar a los vivos y a los muertos.

    Volvi a mirar y pens que la primera bestia figuraba a la masonera, sembrada en el seno de muchas naciones y aliado secreto del oso de Satania, que devoraba tres costillas; stas eran Escandinavia, Turqua y la India. El poderoso leopardo no poda ser sino Inglaterra, y sus cuatro alas y cuatro cabezas, el smbolo de sus aliados y dominios.

    En cuanto a la bestia sin parecido con ninguna y armada de diez cuernos, discurri que fuese el judasmo, que es como un Estado dentro del organismo de muchas naciones, a todas las cuales rige y domina secretamente.

    Y aquel cuernito que naca entre los otros diez y se criaba con ojos de hombre y boca altanera, que luchaba y venca a los diez...?

    Un nuevo imperio? Acaso el Anticristo?En ese instante oy la horripilante voz de Voltaire, que diez aos atrs se le presentara en

    noche parecida.Te promet volver le dijo y aqu estoy.Ninguna de las cosas que me anunciaste se ha cumplido le contest el fraile con

    displicencia, mas sin echarle agua bendita, porque quera arrancarle sus secretos.No ha llegado el tiempo todava..., faltan diez aos..., doce aos... No ms de quince aos...Faltan para qu?A su tiempo lo vers.

  • Me anunciaste que ya haba nacido el Anticristo...Y no ment. Hoy es un mozo de veinte aos, que se prepara en el estudio de las ciencias y

    de las artes para el ms tremendo destino que pueda tener un mortal.Dnde vive?No puedo revelrtelo.Quines son sus maestros?El diablo, por medio de talmudistas y faquires.Algunos telogos sostienen que estar posedo de Satans y que no ser moralmente libre,

    sino determinado fatalmente al mal. Es verdad eso?No es verdad. El Anticristo es moralmente libre; podra hacer el bien si quisiera, pero su

    orgullo es infinitamente mayor que el de cualquier otro hombre. Yo mismo, en su comparacin, fui un pobre de espritu...

    Tiene ngel de la guarda?S, como todos los hombres. Y tambin, como todos los hombres, tiene un demonio

    tentador especial, que es el ms alto en la jerarqua infernal; como no lo ha tenido nadie, ni Nern, ni Lutero, ni yo; es el propio Lucifer.

    Desventurado mozo! exclam el fraile. Por ventura podra salvarse?S. La sangre del Infame lo ha redimido tambin a l. Pero su obstinacin es tan grande

    que, aun reconociendo que el Mesas es Hijo de Dios, si lo encontrara, con sus mismas manos lo clavara de nuevo en la cruz.

    Y tiene conciencia de su destino?No! Ni Satans, antes de su cada, tuvo conocimiento de su futura condenacin.San Pablo dice del Anticristo que poseer todas las seducciones de la iniquidad...

    Realmente es tan hermoso?El ms hermoso de los descendientes de Adn. Nadie puede compararse con l. Hombres y

    mujeres enloquecern cuando lo vean. Aunque es joven, tiene ya todos los vicios imaginables; la ambicin, la crueldad, la impudicia; y sin embargo, quienes lo tratan lo creen dotado de las mayores virtudes, tan hbil es en la simulacin.

    Cundo comenzar su reinado universal?Cuando florezca el rbol seco.Voltaire... sufres?Hace diez aos te dej una seal. Acaso crey nadie en ella?No; los que vieron fundido mi candelero de bronce lo atribuyeron a un rayo o a un

    experimento a distancia.Ves mi mano? Voy a estamparla en la pared.La doliente sombra se volvi al blanco muro y lo toc apenas con la palma abierta, y en el

    acto se derriti el revoque hasta la profundidad de un centmetro.Infeliz de ti! dijo el viejo con horror.Piensa que todava me hacen misericordia, y que si no me contuviera la Omnipotencia, yo

    mismo, por el peso de mi propia obstinacin, me hundira en mares de fuego que slo conocer el Anticristo.

    No puedo hacer nada por ti?Pas el tiempo en que yo pude hacerlo todo con slo una lgrima, y no quise. Y ahora

    nadie puede hacer nada; y si alguien pudiera, yo no querra.Me permites que te pregunte algo?La sombra se inclin.Pregunta!He visto en la huerta...Ya s; la visin de Daniel.Qu naciones significan esas bestias?No son naciones; son las cuatro doctrinas mximas que al fin del mundo se aliarn para

  • combatir al Infame.Cules son?Judasmo, islamismo, paganismo y racionalismo o, como se le llama ahora, liberalismo.

    Esta ltima es la bestia de los diez cuernos, porque ha engendrado diez errores; y el undcimo, que acabar con los otros diez y luchar contra el Infame, frente a frente.

    Cul es?La ms tenebrosa maquinacin que hayan podido inventar los hombres bajo la inspiracin

    inmediata del diablo para ir preparando las vas del Anticristo... El racionalismo, que yo engendr, a su vez engendr el atesmo, del cual ha nacido la postrera religin de este mundo: el satanismo... Dentro de diez aos volver.

    La sombra del rprobo desapareci con estas palabras.Durante muchos das en la cal de la pared se vio la marca negra de una mano huesuda; pero

    nadie quiso creer en la seal.Pensaban que fray Plcido chocheaba, y algunos juraron haber visto esa mano desde haca

    mucho tiempo, desde que una vez restauraron la celda y un albail se apoy distradamente en el revoque fresco.

    CAPTULO III

    Los jenzaros del satanismoEn tiempos de Solimn el Magnfico, que llev los negros estandartes de Mahoma desde el

    mar de la India hasta el estrecho de Gibraltar y dio de beber a sus caballos en todos los ros desde el Danubio hasta el ufrates, disponan los musulmanes de tropas jvenes, especialmente adiestradas para hacer guerra sin cuartel a los cristianos.

    De un valor ciego y cruel, aquellos soldados con entraas de hiena eran hijos de cristianos. Cautivos, arrebatados a sus hogares por los islamitas y conducidos a Constantinopla, all olvidaron su lengua y su religin y fueron la flor de los ejrcitos del sultn.

    Una educacin ingeniosa y nefanda, que mezclaba los deleites orientales con los ejercicios ms viriles, logr transformar aquellas almas bautizadas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espritu Santo, en los ms implacables enemigos de la Cruz.

    Los llamaron Yeni-Cheri, o sea milicia nueva, especie de soldados que el mundo no conoca; y de all hemos sacado la palabra jenzaros, expresin brillante y dolorosa para las imaginaciones cristianas.

    Por anlogo modo, en Rusia, o mejor dicho en Satania, cuando el comunismo desapareci desplazado por el sindiosismo, que saba que el verdadero fondo de toda gran revolucin es una pasin religiosa, los jefes concibieron el diablico plan de formar batallones escogidos con las decenas de millares de nios espaoles que sus corifeos, durante la guerra civil en Espaa, arrancaron a sus hogares catlicos y enviaron al extranjero, so pretexto de salvarlos de la muerte o del hambre, y en realidad para vengarse de sus padres, que combatan en las filas nacionalistas.

    El diablo, en siglos de siglos, no ha podido inspirar un crimen ms ruin y perverso que aquella razzia de nios robados y desterrados de su patria.

    Nunca ms sus desolados padres volvieron a verlos. Aquellos millares de nios, de cuatro, cinco, seis aos, fueron en Rusia objeto de la ms tenebrosa viviseccin de almas que jams se viera.

    Muchachos y muchachas, por cuya vida y educacin nadie velaba, fueron cruzados, seleccionados y educados con una disciplina mortal, pero con la rienda suelta para todos los caprichos de la imaginacin y de los sentidos, y acabaron por formar una raza instintiva y ferozmente anticristiana.

    El infernal experimento fue discurrido por un fraile espaol a quien la guerra civil sorprendi en un convento de Madrid, cuyas puertas no necesitaron abrirle los milicianos porque las abri l mismo y fue a ofrecerse al Gobierno para servirle de Judas y vender de nuevo a su Maestro.

  • Desde los primeros das troc su nombre de religioso por el que le corresponda de abolengo.Antes de entrar en religin llambase Naboth Santana. Pero este apellido no tena en su

    familia ms de cuatro siglos. Su lejano abuelo llambase Dan, y fue un rico mercader israelita que prest dinero a Fernando el Catlico para la reconquista de Granada y acab simulando una conversin al catolicismo, como Maimnides, que se hizo musulmn para conservar su fortuna y sus cargos en la corte del emperador Saladino.

    A fines del siglo XV, Dan, su mujer y sus hijos se hicieron catlicos, y uno de sus lejanos descendientes, a raz de un contratiempo sentimental, profes de fraile.

    Tal vez ni l mismo sospech, en un principio, lo endeble de una vocacin engendrada por la vanidad. Tenaz, inteligente y empeoso, no tard en distinguirse en los estudios y en la predicacin. Celebr misa, lleg a ser superior y fue confesor de religiosos en varios conventos de hombres y de mujeres, ministerio el ms arduo y peligroso que pueda haber; tan sutiles y alambicados son los venenos con que el diablo trabaja las almas consagradas.

    Tena cuarenta y cinco aos cuando estall la guerra civil. Haca ya varios que senta el peso muerto de una cruz que solamente la humildad y la oracin hacen gustosa; y viva en sacrilegio celebrando misas invlidas e impartiendo sacramentos que abominaba.

    Para colgar los hbitos slo aguardaba una oportunidad, y se la proporcion la guerra; a l y a muchos otros cuya vocacin l mismo socavara. As hall manera de vengarse de los que lo haban reprendido y de satisfacer ampliamente sus pasiones. Y desde ese da el diablo lo posey.

    En la matanza de religiosos con que los milicianos respondan a cada victoria de los nacionalistas, las manos de Naboth Dan tuvieron parte principal.

    Ay! Aquella sangre de mrtires en que se baaron copiosamente no fue capaz de lavar en ellas el indeleble carcter de la consagracin con que el obispo las ungiera.

    l lo saba, y de all su rencor y el frenes con que al frente de sus secuaces, que formaban un tribunal popular, penetraba en los conventos de monjas y elega sus vctimas entre las que fueron sus penitentes; unas para el martirio, otras para el cautiverio de los milicianos, cuya horrenda historia es todava secreto de Dios.

    Pero cuando las tropas del general Franco llegaron a las puertas de Madrid, tuvo miedo de ser fusilado y huy en compaa de muchos otros jefes cargados de crmenes y de dinero.

    Pero, en qu pas refugiarse, para seguir combatiendo contra Cristo?Las circunstancias volvieron a ayudarlo. El agnico gobierno del doctor Negrn, en

    combinacin con el soviet ruso, haba empezado a reunir como inocentes corderos, en campos y ciudades, los millares de nios que se enviaran a Rusia.

    Naboth Dan se hizo nombrar director general de la criminal empresa; y desde ese momento fue el tutor de aquellos que el doctor Negrn presentaba al mundo como hurfanos de la guerra, pero cuyos padres estaban en las filas de Franco y cuyas madres los lloraban en Madrid, Bilbao, Barcelona, en cien pueblos ms, de los que an no haban sido conquistados por los nacionalistas.

    La imaginacin se resiste a seguir a esas tiernas victimas en ese cautiverio del que no ha habido otro ejemplo en la historia.

    Que padre, qu madre, qu embajador, qu cnsul reclamara de Stalin lo que haban consentido los gobernantes de la Espaa republicana, vidos de vengar en los indefensos hijos las victorias militares de sus invencibles padres?

    Antes de partir, Naboth Dan se hizo confiar decenas de millones de pesetas en oro del Banco de Espaa.

    Aquel oro depositado en bancos extranjeros a nombre de testaferros, aguardaba del otro lado de la frontera la inevitable fuga de los jefes, mientras los soldados seguan hacindose matar en las trincheras de Madrid, de Bilbao o del Ebro.

    Rico y poderoso, con carta blanca de la polica sovitica para hacer en los nios espaoles todos los experimentos imaginables, y ayudado por hombres y especialmente mujeres jvenes que se trajo de Madrid, el ex fraile instal su colonia en el Cucaso, no lejos del mar Negro, casi en las orillas del ro Suban; y empez su tarea.

  • Lo primero de todo fue borrar de las memorias infantiles el idioma natal.La naturaleza haba concedido a Naboth Dan, como a muchos de su raza, gran facilidad para

    aprender lenguas. Costle poco agregar el ruso a las que ya posea; pero no quiso que en su campamento se hablara sino un idioma artificial, para mejor aislarlo del mundo.

    Eligi el esperanto y lo impuso con todo rigor.Los pobres nios eran despiadadamente castigados si para darse a entender se valan de otra

    lengua que aqulla, cuyo penoso aprendizaje emprendieron todos, aun sus propios dirigentes.Durante meses y meses y casi aos en el campamento de Dan se paralizaron las

    conversaciones; chiquillos de cinco o seis aos, no sabiendo cmo expresar un deseo o una necesidad, preferan sufrir y morir callados, antes de exponerse a tremendos castigos por haber hablado en espaol.

    La otra cosa que hubo que olvidar fue la religin.En Rusia reinaba el sindiosismo, atesmo militante que Stalin quiso difundir en el mundo

    mediante la revolucin. La primera nacin sindiosista despus de Rusia debi ser Espaa, dentro de los planes del Soviet, mas la victoria nacionalista la salv y acorral al sindiosismo en Rusia.

    Todava no ha llegado mi hora se dijo Stalin pocos aos despus, al beber la copa de champaa con que el hijo de Yagoda lo envenen.

    Ya ha pasado tu hora! exclam su matador, que sobre su cadver se erigi en su heredero.

    El envenenador, que vengaba a Yagoda, su padre, sacrificado en 1938 por Stalin, conoca y comparta los planes de Naboth Dan.

    Ya no era tampoco la hora del comunismo, ni siquiera del sindiosismo. El mundo, trabajado por dos mil aos de cristianismo, necesitaba para disgregarse y dar camino a las fuerzas de la Revolucin un veneno mucho ms activo, y Dan lo empez a preparar en su campamento del Cucaso.

    Ni el comunismo, ni el sindiosismo, transformaciones brutales del materialismo, podan llenar el corazn humano y cautivar un alma que tiende al misticismo hasta cuando blasfema, porque el alma tiene una cuarta dimensin de que carecen las cosas materiales, y es la irresistible vocacin a lo sobrenatural.

    Naboth Dan sabia esto por la teologa catlica, y en su campamento impuso una religin: el satanismo.

    El culto de Satans haba tenido desde el siglo XIX apasionados adeptos, especialmente entre los poetas y los filsofos, que por hacer ms crudas sus blasfemias, las erizaron de alabanzas diablicas.

    Pero ni Proudhon, ni Carducci, ni madame Ackermann, ni Richepin, ni Leconte de Lisle, hicieron de sus desesperados insultos a Dios una verdadera oracin al diablo, ni lograron imitadores de su triste locura.

    Naboth Dan, que senta en las corrientes de su sangre la indeleble vocacin sacerdotal, se dej de literatura y hbilmente deform el corazn de los nios. Cre una religin con oraciones, mandamientos y catecismo; y para hacerla ms accesible y grata a las imaginaciones infantiles, hizo de ella una contrafigura de la Ley de Dios.

    Contra cada mandamiento que impona un precepto de amor o una virtud, se pregonaba un deleite o se daba un consejo de odio, camino infinitamente ms fcil de seguir.

    Del lado de Dios estaba el sacrificio. Del lado del diablo el placer y toda la libertad imaginable de los peores instintos.

    El nuevo emperador de Rusia, que no quiso llamarse sino el hijo de Yagoda, apoy los planes de Naboth Dan, le dej formar los jenzaros del satanismo adivinando el gran papel que llegaran a desempear e implant la nueva religin en un inmenso imperio al que denomin Satania.

    Cuando por milagro de la gracia alguno de aquellos nios resista la infusin del espritu de Satans, era crucificado.

  • Dios slo sabe los centenares de tiernos mrtires cuyas cruces florecieron en las orillas del Kuban.

    Una disciplina de terror fue el nico vnculo de los satanistas entre s. Se aplicaba la tortura y la pena de muerte por la ms mnima insubordinacin y por todo delito poltico, pero se dejaba el campo libre a las ms depravadas tendencias.

    Y as fueron creciendo los millares de nios espaoles secuestrados en un rincn de Rusia.El mundo lleg a saber algo de lo que ocurra. Juan III, rey de Espaa, pens que el primer

    deber de la monarqua deba ser rescatar aquellos infelices expatriados cuyos padres haban jurado vestir de eterno luto. Pero Rusia cerr sus fronteras y defendi sus cautivos, y Europa no os lanzarse a una cruzada que hubiera costado veinte millones de muertos para rescatar treinta o cuarenta mil muchachos, que nadie saba dnde estaban ya.

    A los veinte aos formaban una pequea nacin dentro de Satania. Aumentados por los nios que robaban en la vasta Rusia, desde el Bltico hasta el Owhostsk, desde el mar Blanco hasta el mar Negro, los jenzaros del satanismo llegaron a 100.000.

    Naboth Dan era viejo y senta llegar su fin.No vera cumplido su plan: la destruccin de Cristo.Lo vern mis hijos o mis nietos.Para apresurar su cumplimiento, hacia 1975 Naboth Dan abandon a sus lugartenientes en

    territorio del Cucaso y se instal secretamente en Roma con sus varias mujeres y sus hijos.Roma era la ciudad mayor de la tierra; Babilonia de mrmol y bronce, capital del ms

    civilizado pero a la vez ms corrompido de los imperios.Y dentro de sus inaccesibles murallas defendidas por todas las invenciones, estaba la torre de

    oro de la Ciudad Santa, la pequesima Roma Vaticana, que gobernaba a seiscientos millones de almas por la exange mano del Pastor Anglico, electo papa en 1939.

    En los innumerables crculos de la turbulenta Babilonia, Naboth Dan, bajo diversos nombres, poda actuar e intrigar y ser agasajado sin ser reconocido.

    En los ltimos das del mes de veadar de 1985, Naboth Dan, que se hallaba en cama, llam a su hijo primognito, se despoj de su insignia de mando, el dragn rojo de siete cabezas coronadas, y se lo entreg delante de sus mujeres y de sus hijos.

    No lo llevars mucho tiempo le dijo. Cuando tu hijo mayor cumpla veinte aos se lo entregars, y l realizar la obra que ni yo ni t ni ningn otro hombre del mundo podra realizar. l restablecer el trono de David; l reconstruir el templo, y en l se cumplirn las profecas de Israel.

    Entonces, como el rey Achab, Naboth Dan volvi la cara hacia la pared. As estuvo tres das sin pronunciar una sola palabra, repasando en su memoria los sucesos de su larga existencia.

    Al cabo de esos tres das, aquel apstata, renegado de Cristo, celebr lo que es la ltima misa del sacerdote, su propia muerte. Pero en qu estado se hundi su msera alma en la eternidad!

    Su familia sigui viviendo en Roma.Tres aos despus, Ciro Dan, el nieto aludido en la ltima conversacin de Naboth, alcanz la

    edad fijada.Era el primer da del mes de nisan; por consiguiente el primero del ao, y ya la primavera

    esplenda sobre los campos y las ciudades del Imperio.Pero no haba en los jardines, ni en los huertos, ni en las campias, una flor ms hermosa que

    aquel joven de veinte aos, como si la humanidad no hubiese vivido 6.000 aos sino para crear ese tipo.

    Antes que l todas las otras criaturas humanas, aun las que pasaron a la historia como tipos inmortales de belleza, no fueron sino esbozos de la radiante hermosura de aquel mancebo.

    Su abuelo habalo ocultado como el tesoro de un rey, y solamente lo vieron sus parientes ms prximos y sus maestros.

    Sabios orientales talmudistas y faquires lo versaron en la sabidura antigua, y fsicos, bilogos, qumicos, astrnomos y matemticos, le ensearon cuanto sabe la ciencia actual; poetas

  • y humanistas lo hicieron diestro en artes.Su inteligencia era sobrehumana. Es sabido que Pascal a los trece aos, con la primera

    leccin de geometra, descubri por s solo los teoremas de Euclides. Ciro Dan proceda as: ensebanle un principio y ya sin necesidad de maestro deduca todas sus consecuencias.

    Mostr una facilidad portentosa para los idiomas; tena tan tenaz memoria que no olvidaba nunca ni una palabra ni una inflexin, y las lenguas penetraban en su cerebro como los rayos del sol en el agua transparente de un lago.

    Cuando cumpli veinte aos, sus maestros, aun los talmudistas, buzos envejecidos en los arcanos de aquel mar sin fondo ni orillas del Talmud, declararon que no haba un repliegue de la Michna ni de la Ghemara que l no conociera y no explicara con mayor profundidad que Maimnides, el guila de la Sinagoga. Y renunciaron a seguirle enseando, porque ahora les tocaba a ellos aprender y obedecerle como a un rey.

    CAPTULO IV

    La Coronacin de Ciro DanLa sala del trono hallbase en el piso 144 del Banco Internacional de Compensaciones, el ms

    alto edificio de Roma y el banco mayor del mundo, clearing de todas las monedas y regulador del trfico internacional.

    El no iniciado en los smbolos de la Cbala y del Talmud desconcertbase ante los extraos dibujos de sus muros de plata, de su techo de bronce, de su pavimento de lapislzuli.

    Era una sala de forma hexagonal que tenia pintada en el suelo una gran estrella de seis picos, formada por el entrecuzarse de dos tringulos equilteros, uno blanco y otro negro, con una de las seis letras del nombre divino de Adonai en cada uno de sus picos y el nmero siete en el centro.

    El techo mostraba en primer trmino un enorme crculo plateado que se mova lentamente. Cuando los ojos se acostumbraban a su movimiento descubran la figura de una serpiente que se morda la cola, smbolo de la fuerza universal segn la Alta Magia.

    Dentro de ese crculo haba una estrella inmvil de nix verde, no de seis puntas como la del suelo, sino de cinco la estrella gnstica o pentagramtica en cada uno de cuyos picos se lea una de las cinco slabas del muy ilustre y muy eminente nombre divino Tetragrammaton.

    Segn Paracelso, en su discurso de la oculta filosofa, los nigromantes judos y los doctores de la Cbala han realizado milagros con estos dos emblemas o pantaclos, cuyo sentido no explican sino a los ms fieles iniciados de la Alta Magia.

    La estrella de cinco puntas, llamada estrella flamgera del microcosmos, es una oracin divina o es una blasfemia satnica, segn la posicin que se le d.

    Cuando tiene una sola punta hacia arriba significa el pentagrama luminoso: voluntad, inteligencia, amor, fuerza y belleza.

    Mas cuando tiene dos es un jeroglfico infernal, pues esas dos puntas en alto significan los dos cuernos de un chivo, imagen de Satans; las otras dos, las orejas gachas; la ltima, la extremidad de su hocico prolongado por la barba.

    En un lado del hexgono, arriba de un estrado de dos escalones y bajo un baldaqun de seda roja, veanse dos tronos, y detrs de ellos, sobre la amarilla cortina del fondo, la imagen de Satans bordada en negro, conforme al ritual de la Cbala.

    Sentado, con las piernas cruzadas encima del mundo, representbasele bajo la forma de un barbudo chivo de grandes cuernos, con una estrella gnstica en la frente, alas negras de arcngel, pecho de mujer, patas caprinas y dos serpientes entrelazadas formando un caduceo sobre el velludo vientre.

    Una plida media luna en creciente arriba a la derecha, y otra sombra en menguante, abajo a la izquierda y a sus pies, en letras hebraicas, griegas y latinas una triple leyenda extrada del Tarot: Por ser el nico Seor, es el nico digno de adoracin.

  • A manera de anttesis, al frente del estrado haba una gran cruz de madera oscura, sostenida en la pared por slidos ganchos que permitan quitarla y volverla a suspender.

    Ninguna imagen clavada en ella, pero en el lugar del INRI, un letrero con la blasfemia de los crucificadores de Cristo: S es verdad que eres el Hijo de Dios, bjate de la cruz.

    A su pie, en un trpode de hierro, un pesado martillo y algunos gruesos clavos, dispuestos para algn sacrlego simulacro de crucifixin.

    Prxima al estrado abrase una puerta custodiada por soldados; y a uno y a otro lado de la cruz, anchos ventanales de vidrios multicolores, a travs de los cuales divisbase el prodigio de las diez mil torres y los cien mil jardines suspendidos y palacios de aquella Babilonia que fue la Roma de los ltimos emperadores.

    La estupenda cosmpolis era todava la capital religiosa del mundo. El papa tena all su sede. Mas ya mereca por su hermosura y su corrupcin el nombre de Babilonia.

    Aquellos tronos que estaban debajo de un baldaqun rojo eran de rebuscada suntuosidad, construidos en oro y marfil y tapizados de damasco negro, y tenan dibujos distintos.

    El de la izquierda mostraba en la tapicera del respaldo las Tablas de la Ley sostenidas por dos leones.

    El de la derecha, un dragn rojo de siete cabezas con diadema.Las patas de ambos terminaban en soberbios zafiros tallados como pies de cabra.Custodiaban la puerta cuatro jenzaros del Kuban con tnicas cortas sin mangas, lo que

    permita ver el nmero 666 marcado a fuego en sus nervudos brazos.Ese nmero era el smbolo del Anticristo, que una moda estpida, al parecer, y en el fondo

    diablica haba difundido entre las gentes snobs.Por respeto al lugar escondan sus armas, pilas secas que mataban a distancia arrojando un

    invisible rayo de luz violeta, que coagulaba la sangre o la disgregaba instantneamente.Con un ritual semirreligioso empezaron a llegar los que haban de asistir a la ceremonia.Primero los seis hermanos de Ciro Dan seguidos por cuatro mujeres de su servidumbre, y tras

    ellos el padre y la madre. El ropaje de todos era amarillo, y en sus brazos advertase la anticristiana marca.

    Solamente los cinco barbudos personajes que entraron luego venan de otro modo. Pocos en la ciudad conocan a los cinco misteriosos rabinos que haban educado a Ciro Dan. Llevaban sobre sus negras tnicas de mangas flotantes estolas blancas de lino, y mantenan cubierta la cabeza con sombreros de castor.

    Sus barbas venerables jams profanadas por las tijeras, les caan sobre el pecho.Dos criados trajeron una mesa enmantelada, alrededor de la cual, sin dar la espalda al trono,

    sentronse aquellos sutilsimos intrpretes de todas las ciencias y de los secretos de la Cbala, del Zohar y del Talmud.

    Sobre la mesa haba cinco rollos en sus fundas, dispuestos como los rayos de una rueda, y en el centro una esplendorosa corona imperial rematada por la milenaria estrella de David.

    Son un cuerno penetrante, se abri la puerta, los rabinos se pusieron de pie y todos se inclinaron con aquel amor ansioso y triste que envenenaba sus almas.

    Precedido por siete jenzaros y seguido de otras tantas hermosas muchachas, entr Ciro Dan.Rasurada la barba juvenil, con lo que se adverta mejor la boca perfecta, caprichosa, arqueada

    por una soberbia y desdeosa sonrisa.Color de miel y undoso el cabello corto que devoraba la frente, la cual, aun siendo angosta

    era bellsima, resplandeciente de obstinacin y de luz interior.La tez como el trigo maduro; as la traen los soldados que vienen de lejanas campaas.Verdes y magnticos los ojos, y las cejas casi oblicuas como las de los nativos de la ruda

    Tartana.Rpido y ahondador el mirar, y el gesto imperioso de quien est seguro de su estrella y

    conoce que es rey de reyes.Y sin embargo pareca sorprendido, como un joven len que por primera vez sale al campo

  • abierto, sin saber qu enemigos va a enfrentar; tal vez otra fiera, tal vez un hombre, tal vez un dios.

    Vesta una clmide de lana blanca al modo griego, que dejaba entrever su pecho de gladiador.Cordones de oro sujetaban la sandalia a la pierna fina, tostada por vientos y soles de largos

    caminos.Ni anillos en las manos, ni espada en el cinto, ni marca alguna en el brazo desnudo.Por la ventana divisbase a lo lejos la columnata de San Pedro, enrojecida su potente cpula

    bajo el primer crepsculo de nisan y coronada por la eterna luz. Los ojos verdes resplandecieron de odio.

    Ciro Dan conoca el lema que los cartujos graban al frente de sus edificios: Crux stat; dum volvitur orbis (La cruz permanece mientras el mundo cambia).

    Cerrad la ventana! dijo; subi al estrado, y ocup el trono de la izquierda.En ese momento vieron sentada sobre uno de los escalones a una mujer que nadie conoca y

    que traa, como las otras, un incensario de oro con brasas crepitantes. Quin era? Cmo haba entrado? Los crueles jenzaros iban a arrojarla de all, mas los contuvo Ciro Dan con una mirada que sorprendi a las otras mujeres.

    Verdaderamente, si haba alguna digna del amor de aquel mancebo, que ms que hijo de los hombres pareca un arcngel, era aquella, por su rara hermosura y su serena audacia.

    Su tnica de lino blanco distinguala entre todas, y en su hermossima frente, que tena el color dorado de las arenas del desierto, vease la misteriosa cifra, roja como una herida fresca.

    Sus ojos sombros y soadores, ligeramente ceidos y como tirados hacia las sienes, eran en su rostro caucsico un rasgo del Extremo Oriente que daba ms sabor a su belleza.

    Su boca pura y nerviosa, lo mismo que el pliegue perpendicular entre las duras cejas, revelaban una pasin cruel y fantica.

    Mas cuando Ciro Dan hizo el gesto que contuvo a los jenzaros y llen de celos a las otras mujeres, desaparecieron pliegues y sombras, y slo qued sobre su persona el resplandor indescriptible de una belleza sin igual.

    Sobre las brasas de su incensario se estaba calentando un utensilio de hierro con mango de marfil.

    Poco a poco el aire de la sala, con el humo de los perfumes, fue tornndose ardiente y embriagador, propicio al xtasis y a las alucinaciones.

    Uno de los cinco maestros desenfund el rollo sagrado, se aproxim calndose unos anteojos de carey y en alta y solemne voz ley:

    Promesas de Jehov, por boca de Mezquil Etham Ezrahita, en el Libro de los Psalmos:

    Hall a David mi siervo; unglo con el aceite de mi santidad.Mi mano ser su auxilio; mi brazo su fuerza.Y quebrantar delante de l a sus enemigos, y herir a sus aborrecedores.Extender su mano sobre el mar y su diestra sobre los ros.Y ser mi primognito el ms excelso de los reyes de la tierra.Y har que su raza subsista por los siglos de los siglos, y su trono durar eternamente.

    El viejo enroll el pergamino, y levantando la mano derecha clam:Los caminos del Seor estn abiertos delante de ti, que reconstruirs su templo. Pero no

    eres t el primero que se presenta en nombre del Seor y engaa al pueblo. Acurdate de Jess de Nazaret, cuyo nacimiento refiere el Talmud con palabras que horrorizan a los cristianos. Se hizo mago, se llam rey y fue condenado como apstata y muerto a pedradas en la ciudad de Lydda, la vspera de Pascua. T, el verdadero rey de los judos, gurdate de parecerte al Nazareno.

    El rabino call, mir ansiosamente a su discpulo, que no se dign mirarlo, y volvi a su lugar.

    Y se levant el que estaba a su lado.

  • La intrusa vestida de blanco arroj sobre las brasas unos granos de Perfume.Promesas de Jehov por boca del profeta Ezequiel:

    He aqu que abrir vuestros sepulcros y os sacar de vuestras sepulturas, pueblo mo. Y pondr mi espritu con vosotros, y viviris y os har reposar sobre vuestra tierra...

    He aqu que yo tomar a los hijos de Israel de en medio de las naciones adonde fueron, los recoger de todas partes y los conducir a su tierra.

    Y los har una nacin sola en la tierra, en los montes de Israel, y habr un rey que los mande a todos...

    Y mi siervo David ser rey sobre ellos...

    T, Ciro Dan, el ungido del Seor, sers ese rey y reconstruirs ese templo. Pero acurdate que otros se dijeron enviados del Seor y mintieron. Acurdate del impostor Bar-Kosib, que sesenta aos despus de la ruina del templo se proclam Mesas, hijo de David, y arrastr consigo a 200.000 soldados que se dejaron cortar un dedo en seal de valor, y rein tres aos y medio. El emperador romano envi contra l a sus mejores generales, que asolaron cincuenta fortalezas, destruyeron 985 ciudades y mataron 580.000 judos. La sangre corri al mar formando un ro de cuatro millas de largo, y all pereci Bar-Kosib, que se deca la estrella de Jacob. T, que vienes en nombre del Seor, gurdate de llevar a mi pueblo a la matanza.

    Los labios de Ciro Dan se estremecieron un instante como si fuera a responder, pero guard silencio.

    Levantse el tercer rabino y ley:Promesas del Seor por boca del profeta Miqueas:

    Acontecer en los ltimos tiempos que el monte de la casa de Jehov ser levantado sobre todos los montes, y los pueblos corrern a l.

    Y acudir mucha gente y dir: Venid, subamos al monte del Seor y a la casa del Dios de Jacob, y nos ensear sus caminos y andaremos por sus veredas. Porque de Sin saldr la ley y de Jerusaln la palabra de Jehov.

    Y juzgar entre muchos pueblos y castigar a naciones poderosas hasta muy lejos.Y convertirn sus espadas en rejas de arados, sus lanzas en azadones.

    Y t, Ciro Dan, hijo de David, que reconstruirs el templo, sers rey de los montes de Judea, que estarn por arriba de todos los montes. Pero gurdate de ser como Salomn Malkho que se llam a s mismo la Espada de Dios, y engao a los pueblos y caus la ruina de millares y fue quemado vivo quince siglos despus del Nazareno.

    Se levant el cuarto rabino, con la decepcin pintada en el semblante al ver el desdn con que Ciro Dan escuchaba las profecas y los consejos.

    Era un anciano de pequea estatura y de miembros poderosos. Cuando alzaba el brazo, corrasele la manga y se descubra su piel velluda como la de Esa.

    Esta es la sagrada Thora, donde estn escritas las palabras del mal profeta Balaam, hijo de Beor, el varn de los ojos cerrados. Su boca, comprada para maldecir por el rey de Moab, se enternece al ver los campamentos de Israel, y estalla en bendiciones:

    Cun hermosos son tus pabellones, oh Jacob; tus tiendas, oh, Israel! Como valles con bosques; como huertas junto al ro; como linloes plantados por Jehov; como cedros de las aguas.

    Una estrella saldr de Jacob; un cedro se elevar de Israel, herir a los caudillos de Moab y destruir a todos los hijos de Seth.

    Vendrn navos desde las costas de Citthin y oprimirn a Assur, y oprimirn a Heber, y l tambin perecer para siempre.

  • El rabino se detuvo un instante al ver resplandecientes de curiosidad los ojos de Ciro Dan y coment el pasaje con estas palabras

    Las costas de Citthin son en el lenguaje de los libros santos las de Italia. Una poderosa escuadra imperial arribar a las tierras orientales y conquistar el pas con todos los pueblos que contiene, asirios y hebreos, rabes y egipcios, y t, hijo de David, desaparecers despus de reconstruir el templo, mas tu reino subsistir por todos los siglos.

    Se levant el quinto rabino, alto, flaco, hirsuto, y a grito herido anunci:Promesas de Jehov por boca del profeta Isaas:

    Yo, el Seor, he dicho a Ciro, que es mi ungido y a quien yo conduzco por la mano para sujetarle todas las naciones, para poner en fuga a los reyes, para abrir delante de l todas las puertas sin que ninguna permanezca cerrada: Yo marchar delante de ti y humillar a los grandes de la tierra; yo romper las puertas de bronce y quebrar sus bisagras de hierro. Yo te dar tesoros ocultos y riquezas secretas y desconocidas, a fin de que sepas que soy el Seor, el Dios de Israel, que te he llamado por tu nombre.

    Y yo, Jehud Ben Gamaliel, que te hablo prosigui el rabino, golpendose con la huesuda mano el hundido pecho, yo que he sido hasta ayer tu maestro y desde ahora tu siervo, te digo: t, que eres el Ciro del profeta a quien el Seor llam por su propio nombre hace 27 siglos para que en ti se cumpliera la grandeza de Israel, coloca t mismo la corona de la ley sobre tus sienes. Pero si no vienes en nombre de Dios, acurdate de Sabbatai-Cev, que naci en Esmirna en el ao 5386 de la Creacin y fue engaado por una hermosa aventurera, y un da en la sinagoga de Esmirna se proclam Mesas y rey, y con sus artificios cabalsticos enloqueci a los judos de toda Europa y corrompi sus costumbres. El gran visir lo aprision y Sabbatai, por salvar su vida, apostat de su religin, se hizo musulmn y desacredit en millones de almas las palabras del Seor. Acurdate de Sabbatai-Cev, si has de reconstruir el templo!

    El quinto rabino se sent yerto y pasmado, al ver la indiferencia de Ciro Dan, que pareca no haberlo escuchado.

    En el aire exterior sentase el zumbido de los aviones que volaban entre las nubes. La noche iba cayendo sobre la Ciudad de las Siete Colinas.

    Adelantse Hillel, padre del mancebo; subi al estrado, se desprendi del precioso Dragn de las siete cabezas, y con gran reverencia lo puso en el pecho de su hijo, y arrodillndose bes la fimbria de oro de su manto.

    Como si la intrusa aguardara ese instante, no bien la suprema insignia cambi de dueo se levant, impetuosa y audaz, y habl as, con gran escndalo de los rabinos:

    Escchame, Ciro Dan: yo, Jezabel, reencarnacin del espritu de una reina fenicia y de una profetisa hebrea, te dir la palabra que llegar a tu corazn.

    T no vienes al mundo en nombre del que quiso llamarse hasta el fin de los siglos el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, sino en tu propio nombre.

    El mundo ya no cree en aquel Dios, envejecido y destronado, porque te aguarda a ti, su enemigo.

    Sers rey del mundo porque tu verdadero padre, el Dragn bermejo de las siete cabezas, te condujo a la ms alta montaa donde un da llev al Nazareno, y te mostr, como a l, los reinos de la tierra, y te dijo la misma palabra: Te dar todo lo que ves, si te postras en tierra y me adoras. El Nazareno se neg a adorarle, pero t consentiste, y toda la tierra ser tuya, por un tiempo, dos tiempos y medio tiempo.

    Los fros labios de Ciro Dan se animaron con una sonrisa. Llam a la intrusa, le tom las dos manos y le dijo al odo:

  • No es la primera vez que te veo.No...!Dnde te vi antes? Cmo has entrado hasta aqu? Cmo sabes que yo he subido en las

    alas negras de mi padre hasta la cumbre del monte...?Del monte Apadno aadi ella.S, del monte Apadno. Cmo sabes que all lo he adorado?Porque en sueos me ha hablado Henoch, el primer maestro de la Cbala, y porque he visto

    tu gloria en el humo de las violetas regadas con sangre de cuervo.Los rabinos presenciaban, celosos y amargados, sin percibir las palabras, el dilogo de Ciro

    Dan con la intrusa. Uno de ellos, el kohen o sacrificador, estim llegado el momento de ceir la frente del nuevo rey con la corona de David, signo de un imperio tan vasto como nunca lo conoci la humanidad. Mas apenas hizo un ademn, Jezabel arrebat la magnfica joya y coron la ms hermosa cabeza del mundo.

    Ciro Dan se levant, y todos temieron que la invitase a ocupar el trono de la derecha, que l mand poner sin decir para quin. Mas no fue as, y ella humildemente volvi a sentarse en un ngulo del estrado.

    Entonces l se dirigi a los barbudos personajes:Jezabel ha hablado mejor que vosotros, mis maestros. Yo no vengo en nombre de Jehov.Yo vengo en mi nombre a destruir el reino del que no quiso adorar a mi padre en la cumbre

    del monte Apadno.En l no se cumplieron las profecas, porque su reino no es de este mundo. En m se

    cumplirn, pues yo soy el que Isaas llam por su propio nombre, Ciro, el ungido de Dios, de la raza de David. Pero mi dios no es el vuestro, israelitas; ni el vuestro, cristianos; ni el vuestro, musulmanes. Mi dios y mi padre es el enemigo eterno de Jehov que cre a los ngeles y a los hombres, y tuvo celos de su obra; y llen el universo de trampas, y vend los ojos a sus criaturas, y las empuj para que marchasen y cayeran. Y puso detrs de cada placer un pecado, y en los corazones una ansiedad de placeres, a fin de que se multiplicaran los pecados y los habitantes de su infierno.

    El negro Arcngel cuya cada lloraron las estrellas; mi padre, que tiene en la frente un letrero que dice: No me arrodillo!, ha soplado en m su inteligencia y su soberbia de tal modo que me siento ms seguro yo en la tierra que vuestro Jehov en su cielo.

    Yo soy el vengador de los traidores y de los asesinos, de los ladrones y de los impdicos: de Can, de Judas, de Nern, de Lenn, cuyas carnes envenenadas por el odio no hubieran podido comer las guilas sin morir; y vengo al mundo para fecundar la raza de los soberbios y de los envidiosos, a fin de poblar la creacin de inmortales blasfemias, estopas inflamadas que eternamente ardern en los odos del Creador. Cmo se arrepentir de haber creado nuestro libre albedro y de no atreverse a destruirlo ni a encadenarlo!

    En ese momento sonaron precipitados golpes en la puerta.Apenas entreabrieron, penetr la vieja mendiga que diariamente, desde sesenta aos atrs,

    vean los fieles limosneando en una de las entradas de San Pedro,