imagen y palabra. desplegable

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Una compleja estructura simbólica subyace en gran parte de la antigua cultura egipcia, a menudo vedada a nuestros ojos por un desconocimiento de sus códigos. Más allá de constituir una suerte de gran alfabeto, que en tanto signo, aludía a un contenido específico, las manifestaciones de esta civilización poseían la capacidad de poner en relación lo material con lo espiritual, gracias a su condición de símbolo. En esta funcionalidad religiosa, el arte tenía el poder de recrear y mantener el orden del universo. La representación establecía un vínculo con una realidad-otra que completaba en el mundo una dimensión histórica y efectiva. Así, el poder “creador” tanto de la imagen como de la palabra trascendían el ámbito de la imitación para configurar una presencia real y asegurar, de este modo, su intervención en la esfera de las acciones humanas y sobrenaturales. La relación entre representación y escri- tura constituye tan sólo uno de los caminos para vislumbrar el universo de creencias del país del Nilo. EXPOSICIÓN Imagen y palabra. Arte egipcio Colección Fundación Museos Nacionales – Museo de Bellas Artes Noviembre 2008 Sala 18 Curaduría Rigel García Coordinación expositiva Rosario Cuba Museografía Rosmarvi Zambrano Conservación de pintura y escultura Zoila Rosa Ramírez Leoner González Departamento de Registro Esmir Soto Lizett Alvarez Miguel Ángel Galián Gerencia de Educación Rosana Blanco Mariana Delgado Maranny Bolívar Montaje Johnny Sánchez José Camacho Jorge Colmenares Jose Fernández Hilarión Martínez José Luis Pérez Desplegable Nº 3/08 Texto Rigel García Producción editorial y corrección de textos María Ester Fortunato Diseño gráfico Javiera Casanova Jefferson Quintana Impresión Fundación Imprenta de la Cultura Edición 2000 ejemplares © Fundación Museos Nacionales Museo de Bellas Artes 2008 Museo de Bellas Artes. Parque Los Caobos, Caracas Teléfonos 572-6841 / 576-2507 / Fax 571-0169 [email protected] RIF: G-20005432-8

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Triptico de la exposición de la EXPOSICIÓN Imagen y palabra. Arte egipcio Colección Fundación Museos Nacionales – Museo de Bellas Artes. Caracas. Noviembre 2008. Sala 18. Curaduría Rigel García.

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Page 1: Imagen y Palabra. Desplegable

Una compleja estructura simbólica subyace en gran parte de la antigua cultura egipcia, a menudo vedada a nuestros ojos por un desconocimiento de sus códigos. Más allá de constituir una suerte de gran alfabeto, que en tanto signo, aludía a un contenido específico, las manifestaciones de esta civilización poseían la capacidad de poner en relación lo material con lo espiritual, gracias a su condición de símbolo. En esta funcionalidad religiosa, el arte tenía el poder de recrear y mantener el orden del universo. La representación establecía un vínculo con una realidad-otra que completaba en el mundo una dimensión histórica y efectiva. Así, el poder “creador” tanto de la imagen como de la palabra trascendían el ámbito de la imitación para configurar una presencia real y asegurar, de este modo, su intervención en la esfera de las acciones humanas y sobrenaturales. La relación entre representación y escri-tura constituye tan sólo uno de los caminos para vislumbrar el universo de creencias del país del Nilo.

EXPOSICIÓNImagen y palabra. Arte egipcioColección Fundación Museos Nacionales – Museo de Bellas ArtesNoviembre 2008 Sala 18

CuraduríaRigel García

Coordinación expositivaRosario Cuba

MuseografíaRosmarvi Zambrano

Conservación de pintura y esculturaZoila Rosa RamírezLeoner González

Departamento de RegistroEsmir SotoLizett AlvarezMiguel Ángel Galián

Gerencia de Educación Rosana BlancoMariana DelgadoMaranny Bolívar

MontajeJohnny SánchezJosé Camacho Jorge Colmenares Jose Fernández Hilarión MartínezJosé Luis Pérez

Desplegable Nº 3/08TextoRigel García

Producción editorial y corrección de textos María Ester Fortunato

Diseño gráficoJaviera CasanovaJefferson Quintana

Impresión Fundación Imprenta de la Cultura

Edición 2000 ejemplares

© Fundación Museos NacionalesMuseo de Bellas Artes 2008Museo de Bellas Artes. Parque Los Caobos, CaracasTeléfonos 572-6841 / 576-2507 / Fax [email protected]

RIF: G-20005432-8

Page 2: Imagen y Palabra. Desplegable

LAS PALABRAS DE LOS DIOSESLos egipcios llamaron a su escritura mdw ntr (“las palabras de los dioses”), expresión que para los griegos derivaría en la que hoy conocemos como jeroglí-fico (“escritura sagrada”). Según sus creencias, los dioses enseñaron la palabra escrita a los primeros hombres y la misma tendría el poder de poner en contacto la esfera humana con la divina: su utilización se limitaba a textos religiosos, funerarios y oficiales en los que fuese requeri-da la cualidad de esta disciplina para atrapar la eterni-dad en lo concreto. Thoth, considerado el dios creador de la escritura y protector de los escribas, a menudo fue representado como un ibis en escenas relacionadas con el acto de escribir. Esta divinidad también estuvo vincu-lada con la sabiduría, la búsqueda del conocimiento, la ciencia y el registro del tiempo. Al igual que otras deidades, Thoth tenía modos distintos y simultáneos de manifestarse: el babuino era una de ellos.

Escritura jeroglífica y escritura cursivaAdemás de la escritura jeroglífica –utilizada en su mayoría para textos religiosos sobre piedra, dirigidos a asegurar determinadas realidades en la eternidad−, los egipcios desarrollaron otras dos: la denominada hierática –empleada para la redacción de textos sagra-dos y profanos sobre papiro– y la llamada demótica –de uso más generalizado y destinada a la elaboración de documentos comerciales y jurídicos−. Estas dos formas eran simplificaciones de los jeroglíficos, lo cual permitía una escritura rápida adaptada al carácter práctico de determinadas operaciones o utilizada en la elaboración de los bocetos previos a las inscripciones en piedra.

CREAR EL MUNDO, CREAR EL MÁS ALLÁPara los egipcios la imagen y la palabra no eran dimen-siones independientes. Tanto una como otra obedecían a cánones formales reconocibles pues no tenían la intención de representar o imitar, sino de presentar y crear. La mayor parte de las imágenes estaban acom-pañadas de textos jeroglíficos que reafirmaban su condición de realidad. Por su parte, la escritura jeroglí-fica, que era imagen en sí misma, entrañaba diferentes niveles de interpretación de acuerdo a su contexto. Las representaciones escultóricas incluían, de este modo, no sólo la descripción formal del individuo, sino otras dimensiones identitarias de igual importancia como el nombre, su rango social y conjuros protectores. El arte funerario fue el escenario donde este universo simbólico se permitió no sólo re-crear el mundo, sino crear un Más allá posible para todos sus difuntos.

PALABRA E INMORTALIDADEl nombre era uno de los elementos que conformaban al ser humano y era imprescindible para completar su exis-tencia. Así, encarnaba su identidad, y una petición a los dioses escrita en jeroglíficos era válida siempre y cuan-do el nombre del beneficiario fuese mencionado. En el otro extremo, borrarlo equivalía a suprimir la identidad y, por ende, las posibilidades de la persona para subsistir en el Más allá. La relación entre palabra e inmortalidad se manifiesta en la función mágica del cartucho, estruc-tura elíptica utilizada para encerrar los nombres de los individuos y proporcionarles la protección de los dioses y la trascendencia definitiva. Su estructura se relaciona tanto con lo ilimitado como con el curso de Sol, ciclo sin principio ni fin y fuente eterna de vitalidad.

Los númerosEl funcionamiento mágico también incluía a los números. En el ámbito funerario, una lista de ofrendas podía sustituir de modo legítimo a un grupo de ofrendas verdaderas. En un registro como éste, bastaba con men-cionar y enumerar la cantidad de enseres, utensilios, ob-jetos, alimentos y bebidas que le harían falta al difunto en el Más allá para que éste pudiese efectivamente dis-frutarlos. De hecho, mientras que en etapas tempranas se realizaban únicamente las verdaderas, en la época tardía éstas fueron desplazadas por las listas, siempre vinculadas a escenas con portadores de ofrendas.

COMPAÑÍA PARA LA OTRA VIDAEl entorno humano que los egipcios pretendían repro-ducir en el Más allá incluía la presencia de sirvientes, un privilegio vinculado al rango social. Muchas de estas figuras denominadas shabtis tenían la intención de sustituir al fallecido en los quehaceres del mundo de los muertos (agricultura, ganadería y otros). En ocasiones eran representados en actitud de realizar diversas faenas o simplemente como figuras mumiformes con inscrip-ciones jeroglíficas, siempre en reemplazo del difunto. En cierto momento, el ajuar funerario incluyó hasta 365 shabtis o más, uno para cada día del año. Su nombre proviene del verbo shwbty, que significa “responder” y estaban acompañados de un conjuro en el que se señalaba el momento en que llamado y respuesta tendrían lugar. De nuevo, la palabra –tanto escrita como pronunciada– constituía el medio para intervenir en las relaciones entre el mundo natural y el sobrenatural.

AMULETOS Y REPRESENTACIONES VOTIVASLos amuletos fueron utilizados tanto por los vivos como por los muertos para obtener protección. Estos talis-manes podían representar plantas, animales, partes del cuerpo, insignias reales o deidades, todos ellos poseedores de alguna cualidad que sería transmitida al portador. Muchas figurillas de dioses realizadas en bronce eran depositadas por creyentes en lugares sa-grados a modo de ofrendas votivas. En el caso del ajuar funerario, las deidades brindaban especial amparo al difunto. Tanto el material como el color, al igual que la ubicación de la figura eran factores determinantes para su efectividad. La imagen de Osiris, dios asociado a la fertilidad, la resurrección y el mundo subterráneo, fue utilizada casi exclusivamente en el ámbito mortuorio. Otras deidades, como Hape –dios del Nilo– y Harpó-crates –Horus niño–, simbolizaban la fecundidad y la fertilidad, mientras que el dios Sokaris actuaba como divinidad protectora y vigilante. El hipopótamo –rela-cionado con la diosa Tueris–, encarnaba el nacimiento y el poder regenerativo. Los escarabajos, por su parte, representaban el nacimiento del Sol y la metamorfosis, en una clara alegoría a la transformación del difunto.

OFRENDAS Y FALSAS PUERTASLa configuración de la realidad del individuo implicaba asegurar los medios para su subsistencia en el Más allá. Las representaciones de ofrendas adquirían rango de existencia, al igual que aquellos que las llevaban a cabo en calidad de deudos o sirvientes. El ajuar del difunto quedaba garantizado, bien fuera a través de imágenes, por medio de su mención en textos jeroglíficos o por su enumeración en listas de enseres. Por otra parte, las falsas puertas le ofrecían el medio para que estable-ciera contacto con el mundo de los vivos y recibiera los bienes que fuesen colocadas frente a éstas. Las falsas puertas, por lo general, incluían los títulos y nombres del fallecido, sus retratos y los de los portadores de ofren-das, una representación del difunto ante una mesa de ofrendas, una fórmula funeraria, y una puerta figurada a través de la cual se efectuaba el contacto.

Los colores Los colores tenían la cualidad de otorgar propiedades específicas a las representaciones o de reforzar su potencial mágico. Si bien esta con-notación de los colores era bastante compleja, se puede decir, por ejem-plo, que el azul representaba la vida, el renacimiento y la regeneración, en tanto asociado al infinito, al cielo y a las aguas. En la misma línea, el verde fue vinculado a la naturaleza renovada, a la fertilidad y a la juven-tud, en analogía con la germinación y crecimiento del mundo vegetal.

Los materialesLos materiales tampoco eran un elemento arbitrario en el manejo que pretendían tener los egipcios sobre la realidad. La granodiorita eraconsiderada como una importante sustancia simbólica y fue el material utilizado en algunos períodos para esculturas de curación con inscrip-ciones y conjuros. Tenía connota-ciones funerarias y estaba relacio-nada con la resurrección y el cielo nocturno. El simbolismo del granito dependía del color, pero en general fue asociado a la crecida del río Nilo, a la mengua de las aguas y al oculta-miento del Sol en el océano. Por su color oscuro y origen volcánico, el basalto estuvo vinculado con el Más allá y la idea de renacimiento.

La barca La barca simbolizó los procesos de transición así como la órbita de los cuerpos celestes y de los difuntos en el cielo. Era el transporte utilizado por Ra, el dios solar, para atravesar el cielo durante el día y el mundo subterráneo durante la noche. Son comunes las imágenes de una embarcación cuyos pasajeros representan las tres manifestaciones del Sol: Khepri o el Sol de la mañana (con cabeza de escarabajo), Ra o el Sol del mediodía (con cabeza de halcón) y Atum o el Sol de la tarde (con doble corona). Las barcas formaron parte del ajuar funerario para facilitar el viaje del difunto por las regiones del Más allá.

Corona Hemhem Si bien se ha asociado con la ono-matopeya de un grito de guerra, la corona Hemhem solía ser utilizada por las divinidades representadas como niños −como Harpócrates, manifestación de Horus infante−, ya que era símbolo del triunfo del Sol sobre la oscuridad del Más allá. También se asociaba al vigor, al renacimiento y a la juventud, con lo cual era un motivo recurrente en las imágenes de los reyes difuntos.

Los jeroglíficos La escritura jeroglífica estaba confor-mada por tres categorías de signos: ideogramas (expresión de una palabra completa por medio de un signo), fonogramas (representación de uno o varios sonidos) y determi-nativos (signos mudos que ayudan a precisar el sentido de otra palabra presente en la frase) . Por ejemplo, el ideograma significa alma,

y también corresponde al sonido ba. Cada jeroglífico podía compor-tarse de las tres maneras según el caso, y su combinación con otros podía estructurar una palabra o una frase completa. Durante la época faraónica llegaron a existir alrededor de un millar de signos jeroglíficos, ya que los egipcios nunca dejaron de introducir diseños.

Escritura y magiaEn ocasiones, los animales consi-derados peligrosos fueron representa-dos de manera incompleta o mutilados con la finalidad de neutralizar su poder amenazante. Las figuras de animales atravesados con cuchillos fue otra modalidad de esta práctica que expre-saba el potencial de la imagen para convocar y modificar realidades.

Úreo El término designa a la serpiente protectora que aparece sobre la frente en representaciones de Ra, de algunas deidades solares y del rey. Estaba asociado a la divinidad, la majestad y la luz; al tiempo que simbolizaba a la diosa Uadyet, patrona del Bajo Egipto. Cuando era utilizado como amuleto, se pensaba que podía otorgar la protección de la realeza con todos sus beneficios. El Úreo podía, por otra parte, entrar en cólera y adquirir vida propia para defender a su portador.

Shabtis Palabras dichas por el difunto:“¡Oh shabti! Si soy llamado, si soy designado para hacer todos los tra-bajos que se hacen habitualmente en el Más allá, la carga te será impuesta a ti. Toma tú mi lugar en todo mo-mento para cultivar los campos, para irrigar las riberas y para transportar la arena de Oriente a Occidente. ‘Heme aquí’ (dirás tú, figurilla). ‘Iré adonde me mandes.” Libro de los Muertos. Capítulo 6. “Fórmula para que un shabti ejecute los trabajos para alguien en el Más allá”.