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Boletín No. 145 - Enero 2013 I. Antecedentes En mayo de 2011, se aprobó la primera Ley de Acceso a la Información Pública –LAIP- en nuestro país y conforme a un sistema de entrada en vigencia escalonada que pretendió dar al Estado tiempo para implementar los cambios necesarios para garantizar su efectividad, dicha ley entró plenamente en vigencia un año después, el 8 de mayo de 2012 Se trata de una normativa que constituye una herramienta de empoderamiento de la ciudadanía que garantiza un derecho humano fundamental y un instrumento para promover la rendición de cuentas estatales y el combate a la corrupción. El acceso a la información pública por parte de los ciudadanos es un corolario natural de los postulados de la soberanía popular en la medida que los servidores públicos ejercen un mandato en nombre y representación del pueblo, quien conserva en todo momento el poder originario y supremo de la colectividad, por lo que a la ciudadanía le asiste siempre, y en todos los ámbitos del ejercicio de este poder delegado, el derecho a solicitar y a recibir información. Es por ello que presenciamos una fuerte tendencia a la aprobación de este tipo de normativa, en la mayoría de países democráticos del mundo. Conforme al censo del Centro para el Derecho y la Democracia para 2012, existen 93 países que cuentan con leyes de acceso a la información o leyes de transparencia, la mayoría de ellas aprobadas después del año 2000 1 . En septiembre de 2011, el Presidente de la República promulgó el Reglamento de aplicación de dicha ley, previsto en el art. 109 de su texto. Sin embargo, el mismo fue recibido con desencanto por la sociedad civil y entidades que 1. Centre for Law and Democracy (2012). Results of the Global RTI Rating. Consultado el 15 de enero de 2013 en: http://www.law-democracy. org/live/wp-content/uploads/2012/08/ RTI-Chart.pdf habían promovido la aprobación de la ley, en la medida que el mismo contenía disposiciones que limitaban considerablemente la vigencia efectiva y la eficacia de la LAIP. La eficacia porque dicha normativa de rango inferior a la LAIP, creaba causales adicionales de reserva de la información y la vigencia efectiva, porque el Presidente de la República se autoatribuía la potestad de rechazar las ternas enviadas por los sectores proponentes, sin que tal atribución estuviese prevista en la ley. Además, las organizaciones de la sociedad civil, especialmente las integrantes del Grupo Promotor de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública 2 lamentaron 2. Red de organizaciones de la sociedad civil conformada por 11 instituciones entre las que se encuentran centros de pensamiento (Fusades, Funde, DTJ, Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional), universidades (UCA, UJMD), asociaciones de abogados (Centro de Estudios Jurídicos), gremiales empresariales (ANEP) y asociaciones de periodistas y medios de comunicación (APES, ASDER y El Faro). Inconstitucionalidad del Reglamento de la LAIP: Obligación de crear el instituto

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Page 1: Inconstitucionalidad del Reglamento de la LAIP: Obligación de crear el instituto

Boletín No. 145 - Enero 2013

I. Antecedentes

En mayo de 2011, se aprobó la primera Ley de Acceso a la Información Pública –LAIP-en nuestro país y conforme a un sistema de entrada en vigencia escalonada que pretendió dar al Estado tiempo para implementar los cambios necesarios para garantizar su efectividad, dicha ley entró plenamente en vigencia un año después, el 8 de mayo de 2012

Se trata de una normativa que constituye una herramienta de empoderamiento de la ciudadanía que garantiza un derecho humano fundamental y un instrumento para promover la rendición de cuentas estatales y el combate a la corrupción. El acceso a la información pública por parte de los ciudadanos es un corolario natural de los postulados de la soberanía popular en la medida que los servidores públicos ejercen un mandato en nombre y representación del pueblo, quien conserva en todo momento el poder originario y supremo de

la colectividad, por lo que a la ciudadanía le asiste siempre, y en todos los ámbitos del ejercicio de este poder delegado, el derecho a solicitar y a recibir información. Es por ello que presenciamos una fuerte tendencia a la aprobación de este tipo de normativa, en la mayoría de países democráticos del mundo. Conforme al censo del Centro para el Derecho y la Democracia para 2012, existen 93 países que cuentan con leyes de acceso a la información o leyes de transparencia, la mayoría de ellas aprobadas después del año 20001.

En septiembre de 2011, el Presidente de la República promulgó el Reglamento de aplicación de dicha ley, previsto en el art. 109 de su texto. Sin embargo, el mismo fue recibido con desencanto por la sociedad civil y entidades que

1. Centre for Law and Democracy (2012). Results of the Global RTI Rating. Consultado el 15 de enero de 2013 en: http://www.law-democracy.org/live/wp-content/uploads/2012/08/RTI-Chart.pdf

habían promovido la aprobación de la ley, en la medida que el mismo contenía disposiciones que limitaban considerablemente la vigencia efectiva y la eficacia de la LAIP. La eficacia porque dicha normativa de rango inferior a la LAIP, creaba causales adicionales de reserva de la información y la vigencia efectiva, porque el Presidente de la República se autoatribuía la potestad de rechazar las ternas enviadas por los sectores proponentes, sin que tal atribución estuviese prevista en la ley. Además, las organizaciones de la sociedad civil, especialmente las integrantes del Grupo Promotor de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública2 lamentaron

2. Red de organizaciones de la sociedad civil conformada por 11 instituciones entre las que se encuentran centros de pensamiento (Fusades, Funde, DTJ, Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional), universidades (UCA, UJMD), asociaciones de abogados (Centro de Estudios Jurídicos), gremiales empresariales (ANEP) y asociaciones de periodistas y medios de comunicación (APES, ASDER y El Faro).

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que el Ejecutivo incumpliera su compromiso de realizar un proceso consultivo para la creación del reglamento en línea con la experiencia participativa utilizada para la aprobación de la LAIP.

En ese mismo mes, FUSADES se pronunció en una Posición Institucional por medio de la cual denunció contundentemente la inconstitucionalidad de estas disposiciones del Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública-RLAIP-, por constituir un exceso en la potestad reglamentaria prevista en el art. 168 de la Constitución, en que literalmente expresamos que:

“…el vicio mayor que hemos encontrado es que a través del Art. 73 RLAIP, el Presidente de la República se ha autoatribuido competencias que la ley no le señala en el proceso de elección de los comisionados, con lo que contradice el texto y vulnera los derechos de las entidades proponentes. De conformidad con el Art. 53 LAIP, el Presidente debe elegir a los comisionados de las ternas propuestas por los sectores habilitados, por lo que no tiene potestades para rechazar “a su criterio” las ternas que según él no presenten candidatos “aptos”, tal como señala el reglamento. Esto excede el alcance de la potestad reglamentaria establecida en el art. 168, numeral 14 Cn.” 3.

Transcurridos varios meses, 4 ciudadanos presentaron una demanda

3. Fusades, “Inconstitucionalidad en Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública”, Departamento de Estudios Legales, Posición Institucional N. 46, Septiembre 2011, en http://www.fusades.org/index.php?option=com_jdownloads&Itemid=126&view=finish&cid=127&catid=13

de inconstitucionalidad ante la Sala de lo Constitucional por los motivos concretos que se examinarán más adelante en la parte analítica de este boletín, la cual fue resuelta mediante la sentencia de inconstitucionalidad No. 13-2012 del 5 de diciembre de 2012.

La aprobación del RLAIP y específicamente, de las disposiciones objetadas, lejos de facilitar la implementación de la ley, ha tenido el efecto contrario, a pesar de existir iniciativas considerables de parte de la Subsecretaría de Transparencia y Anticorrupción (STA) para implementar la LAIP y no obstante la inversión de diversas instituciones para asegurar la correcta implementación de la misma. El RLAIP se convirtió en un obstáculo para que la legislación de acceso a la información sea realmente aplicable en la medida que ha permitido la falta de creación de la entidad garante: el Instituto de Acceso a la Información Pública-IAIP.

El proceso para constituir el IAIP inició tardíamente y la falta de información sobre el procedimiento implicó la extensión del mismo. Luego de cumplir con todos los requisitos establecidos en la LAIP, a inicios de 2012, se llevaron a cabo procesos electorales en los que participaron los 5 sectores legalmente habilitados por la ley: sindicatos, universidades, asociaciones de profesionales, asociaciones de periodistas y asociaciones de empresarios, que resultaron en la selección de una terna para propietarios y una para suplentes por cada uno de ellos. En este ejercicio se involucraron cientos de personas entre representantes de las organizaciones habilitadas, empleados públicos de las 5 entidades rectoras de los procesos de elección (Ministerios de Educación, Economía, Trabajo, Gobernación y Secretaría

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de Comunicaciones), empleados y funcionarios de la STA y observadores de parte de organizaciones de la sociedad civil.

Las ternas resultantes de las elecciones sectoriales se entregaron a la Presidencia de la República, constituyendo un listado de 30 candidatos. Dentro de los postulantes se incluían personas que cumplían los requisitos exigidos por la LAIP y el RLAIP, lo cual se comprobó en el proceso de elección con la presentación de al menos 10 documentos entre acreditaciones, solvencias, certificaciones y cartas oficiales. Sin embargo, con base en las atribuciones que él mismo se había arrogado en el RLAIP, el 4 de mayo de 2012, el Presidente rechazó a los 30 candidatos en su totalidad por considerar que ninguno era idóneo para el cargo.

Esta situación produjo un estancamiento en la configuración del IAIP, puesto que el Ejecutivo no convocaba un nuevo proceso de elección y, a la vez, las instituciones nominadoras no estaban dispuestas a someterse a un nuevo proceso que no contaba con garantías4 y el Grupo Promotor, por su parte, solicitó al Presidente revocar su decisión y proceder al nombramiento5. Tras la presentación de la demanda de

4. Urquilla, Katlen (5 de junio de 2012). Choque entre Funes y ANEP por instituto transparencia. El Diario de Hoy. Consultado el 15 de enero de 2013 en: http://www.elsalvador.com/mwedh /no ta /no ta_comple t a .asp?idCat=47673&idArt=6966117 h t t p : / / w w w . e l s a l v a d o r . c o m /m w e d h / n o t a / n o t a _ c o m p l e t a .asp?idCat=47673&idArt=6966117

5. Grupo Promotor (22 de mayo de 2012). Comunicado: “Obstáculos para la transparencia y el acceso a la información pública: devolución de ternas del Instituto de Acceso a la Información Pública y falta de nombramientos en el TEG. La Prensa Gráfica, p. 29.

inconstitucionalidad del reglamento, el Ejecutivo aseguró que esperaría la reso-lución de la Sala de lo Constitucional para dar el paso siguiente. El rechazo de las ternas y el impase que le siguió han tenido efectos nocivos para la correcta implementación de la LAIP, ya que ante las irregularidades o los incumplimientos, como las denegatorias injustificadas de información, no ha existido hasta la fecha una entidad facultada para resolver las controversias y/o aplicar sanciones, en su caso.

La sentencia de inconstitucionalidad 13-2012 del pasado 5 de diciembre, ha renovado las esperanzas de la sociedad civil, en la medida que ha declarado inconstitucionales las causales de reserva adicionales, así como la potestad del Presidente para rechazar las ternas. Además, la sentencia también establece que no existe ningún impedimento legal para seguir dilatando el nombramiento de los comisionados, por lo que el Presidente tiene actualmente la obligación de tomar las medidas necesarias para crear el IAIP y para nombrar a sus 5 comisionados titulares y suplentes.

El fondo de dicha decisión se analiza a continuación.

II. Análisis de la sentencia

a) Objeto de control planteado por los demandantes

Cuatro ciudadanos salvadoreños6, presentaron una demanda de inconstitucionalidad en contra de las 4 disposiciones del Reglamento de la Ley de Acceso a la Información Pública –RLAIP- que se examinan a continuación:

6. Carlos Enrique Araujo Eserski, René Fortín Magaña, Roberto Rubio y Claudia Beatriz Umaña Araujo.

La sentencia de inconstitucionalidad 13-2012 del pasado 5 de diciembre, ha renovado las esperanzas de la sociedad civil, en la medida que ha declarado inconstitucionales las causales de reserva adicionales, así como la potestad del Presidente para rechazar las ternas.

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Artículo 29.- Causales de reserva

Sin perjuicio de lo establecido en la Ley, son causales de reserva las siguientes:

1. Cuando su publicidad, comunicación o conocimiento afecte el debido cumplimiento de las funciones del órgano requerido, particularmente:

a) Si es en desmedro de la prevención, investigación y persecución de un delito o actos ilícitos, o se trate de antecedentes necesarios a defensas jurídicas y judiciales, esto es, entre otros, aquéllos destinados a respaldar la posición del Ente Obligado ante una controversia de carácter jurídico.

b) Tratándose de antecedentes o deliberaciones previas a la adopción de una resolución, medida o política, sin perjuicio que los fundamentos de aquéllas sean públicos una vez que sean adoptadas. Se entiende por antecedentes todos aquéllos que informan la adopción de una resolución, medida o política y por deliberaciones, las consideraciones formuladas para la adopción de las mismas que consten, entre otros, en discusiones, informes, minutas u oficios.

2. Cuando su publicidad, comunicación o conocimiento afecte la Seguridad Nacional y/o la Seguridad Política.

3. Cuando su publicidad, comunicación o conocimiento afecte el interés nacional, en especial si se refieren a la salud pública o las relaciones internacionales y los intereses económicos o comerciales del país.

En la calificación de estas causales, el Ente Obligado podrá hacer las consultas necesarias a los demás Entes Obligados para determinar su ocurrencia, para el caso de toda aquella documentación o información que se encuentre compartida con otros Entes Obligados.

De acuerdo con los demandantes, el art. 29 del RLAIP excede los límites de la potestad reglamentaria conferida al Presidente de la República por el ordinal 14 del art. 168 de la Constitución, en la medida que dicha disposición secundaria crea causales de reserva de la información restrictivas del derecho humano y constitucional de acceso a la información pública adicionales a las causales establecidas en la LAIP, en clara vulneración del principio de reserva de ley. El efecto concreto de esta disposición reglamentaria es que información que la ley ha catalogado como pública, podría volverse reservada conforme al reglamento, es decir, que este artículo del RLAIP modifica las materias reservadas.

Artículo 73.- Elección de comisionados

El Presidente de la República contará con treinta días previos al inicio de funciones de los comisionados, para hacer la elección de los miembros propietarios y suplentes. En caso que a criterio del Presidente de la República ninguno de los candidatos de las ternas propuestas, ya sea propietarios o suplentes, es apto para ocupar el cargo de comisionado, se volverá a realizar la elección de la terna correspondiente en base a lo estipulado en los artículos anteriores y en la Ley. En este caso, únicamente se realizará el proceso de elección para las ternas

El efecto concreto de esta disposición reglamentaria es que información que la ley ha catalogado como pública, podría volverse reservada conforme al reglamento, es decir, que este artículo del RLAIP modifica las materias reservadas.

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presentadas al Presidente que no cumplan con los requisitos estipulados.

Tal y como lo dispone el Art. 53 de la Ley, si por cualquier motivo se atrasare la elección de los Comisionados, continuarán en el cargo los titulares del periodo anterior, hasta que se elijan a los nuevos Comisionados.

La incorporación de este artículo en el RLAIP, produce una situación similar a la del art. 29 analizado anteriormente, en la medida que por medio del reglamento el Presidente aumenta sus propias facultades y se autoatribuye funciones que la ley no le otorgó. El art. 73 del RLAIP establece que el Presidente puede rechazar las ternas que los sectores habilitados por ley le propongan, cuantas veces lo desee, mientras que la LAIP tan solo le habilita a elegir entre los 30 candidatos propuestos.

Se trata de una disposición que amplía el margen de discrecionalidad que la ley confiere al Presidente. Los demandantes consideran que este incremento de atribuciones por medio del RLAIP, vulnera los límites de la potestad reglamentaria conferida por el numeral 14 del art. 168 de la Constitución.

Artículo 63: Convocatoria a la elección de las Ternas

Inc. 4º.-El titular de cada Entidad Convocante nombrará una comisión formada por al menos cinco empleados de la institución, en adelante denominada como la “Comisión de la Entidad Convocante”, que será la

encargada de la planificación, organización y ejecución de la asamblea para la elección de las ternas. El procedimiento para dicho nombramiento deberá estar regulado en el instructivo del que habla el Art. 75 del presente Reglamento.

En la convocatoria se hará saber el lugar y período en el que se recibirá la inscripción de los candidatos y todos los requisitos necesarios para presentar a los candidatos de cada Entidad Proponente.

Artículo 75: Instructivos de las Entidades Convocantes

Cada Entidad Convocante elaborará un instructivo interno donde establecerá los mecanismos por medio de los cuales dará cumplimiento a lo establecido en la Ley y el presente Reglamento. Dicho instructivo será elaborado en coordinación con la Subsecretaria de Transparencia y Anticorrupción de la Secretaría para Asuntos Estratégicos y en ningún caso podrá enervar derechos fundamentales previstos a favor de las personas por la Ley y el presente Reglamento.

De conformidad con los demandantes, la parte final del inciso 4º del art. 63 y el art. 75 del RLAIP, contravienen el principio de indelegabilidad de funciones establecido en el art. 86 de la Constitución porque delega en los titulares de las entidades convocantes la potestad para elaborar los instructivos que regularán los procesos electorales de cada sector. Esta delegación de potestades reglamentarias del Presidente de la República habilitaría a los titulares de las entidades convocantes a producir

normas de carácter general y abstracto, aplicables a terceras personas fuera de la Administración Pública, a través de un instructivo.

b) Informe del Presidente

El informe solicitado al Presidente de la República en su calidad de autoridad demandada y de conformidad con el art. 7 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se dividió en tres partes:

Con relación al art. 29 del RLAIP, el Presidente presentó dos argumentos. En primer lugar, a su juicio, las causales de reserva establecidas en la ley no tenían carácter taxativo, por lo que estaba habilitado para incorporar nuevas causales en el reglamento. El Presidente manifestó que la LAIP nunca señaló que las causas de excepción al principio de publicidad de la ley se entendían agotadas en la misma. En segundo lugar, el titular del Ejecutivo argumentó que la expresión “ley” no siempre se refiere a las normas producidas por la Asamblea Legislativa, sino que también podía hacerse extensiva a cualquier disposición con carácter general y abstracto con potestades normativas.

Respecto del art. 73 del RLAIP, el Presidente manifiesta que no ha transgredido el principio de legalidad ni ha violentado los límites a la potestad reglamentaria que la Constitución le otorga, sino que únicamente ha introducido un mecanismo de regulación sobre la forma de proceder en la decisión y un control de idoneidad de las personas

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propuestas en las ternas. En ese sentido, considera que la potestad que se ha autoatribuido es legítima y no vulnera la Constitución.

Finalmente, respecto de los arts. 63 y 75 del RLAIP el Presidente sostuvo que simplemente pretenden darle cumplimiento efectivo al art. 109 de la LAIP, puesto que los instructivos son herramientas normativas, de las que pueden valerse las instituciones siempre que no vulneren derechos fundamentales. Por otra parte, también agregó que la misma jurisprudencia de la Sala de lo Constitucional ha manifestado que el sistema normativo puede auxiliarse de herramientas impersonales y abstractas que no necesariamente forman parte del sistema de fuentes, para regular aspectos administrativos en el ejercicio de potestades administrativas y ejecutivas de las instituciones públicas, tal como vendría a ser el caso de los instructivos a que se refiere el RLAIP.

c) Informe del FGR

La Sala de lo Constitucional solicitó informe al Fiscal General de la República (FRG) en atención a lo previsto en el art. 8 de la Ley de Procedimientos Constitucionales. El FGR únicamente se expresó respecto de los arts. 29 y 73 de la norma impugnada. Con relación al art. 29 coincidió con los demandantes, al señalar que cuando por medio de un reglamento se agregan situaciones no reguladas en la ley, se excede la potestad reglamentaria otorgada por el art. 168, numeral 14 y se vulnera el numeral 5º del art. 131, ambos de la Constitución. El FGR también agregó que el art. 73 del RLAIP vulneraba el principio de reserva de ley. En ambos

casos, el FGR pidió a la Sala que pronunciara sentencia estimatoria a favor de los demandantes.

d) Consideraciones de la Sala sobre el parámetro de control:

En una sentencia relativamente corta, pero de extraordinaria trascendencia para la tutela del derecho a la información en nuestro país, la Sala presentó sus consideraciones ordenadas alrededor de tres grandes temas: i) una aproximación inicial al derecho de acceso a la información pública y sus excepciones; ii) un repaso sintético de la jurisprudencia sobre los límites a la potestad reglamentaria; y, iii) una breve acotación sobre el principio de indelegabilidad de funciones en su relación con distintas manifestaciones de la potestad normativa de la Administración.

i) Derecho de acceso a la información:

La Sala se remite a dos de sus propios precedentes con mayor relevancia y actualidad sobre este tema, tales como la sentencia de inconstitucionalidad 91-2007 del 24 de septiembre de 2010, por medio de la cual se declaró la inconstitucionalidad del inciso tercero del art.191 del Código Penal y la sentencia de inconstitucionalidad 1-2010 del 25 de agosto de 2010, por medio de la cual se determinó la inconstitucionalidad de arts. de la Ley de Presupuesto para el Ejercicio Financiero Fiscal 2010. En la primera, se reconoció el carácter de derecho fundamental del derecho de acceso a la información, vinculado con el derecho de libertad de expresión, regulado en el art. 6 Cn. de manera amplia. En la segunda, la Sala enfatizó que la transparencia, la rendición de cuentas y la publicidad de las actuaciones públicas constituyen principios básicos de la democracia,

El FGR también agregó que el art. 73 del RLAIP vulneraba el principio de reserva de ley. En ambos casos, el FGR pidió a la Sala que pronunciara sentencia estimatoria a favor de los demandantes.

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del Estado de derecho y del régimen republicano. No obstante, la sentencia de inconstitucionalidad analizada en este boletín constituye el primero y más desarrollado análisis específico sobre el derecho de información existente hasta la fecha, del cual se derivan una serie de implicaciones importantes para la garantía efectiva de este derecho fundamental.

La Sala precisa que el derecho de acceso a la información supone “el derecho de investigar o buscar y recibir informaciones de toda índole, pública o privada, que tengan interés público” (cursivas en el original). Sin embargo, la mayor parte de consideraciones se enfocan en el acceso a la información como derecho fundamental y entre sus manifestaciones, al derecho de acceso a la información pública en concreto.

En ese sentido, la sentencia acota algunas consecuencias que se derivan de tal reconocimiento: a) la prohibición de alterar su contenido esencial, tanto en su interpretación como en su regulación; b) el reconocimiento de su dimensión objetiva o institucional, con sus implicaciones prestacionales y de garantía; c) la directiva de su armonización, balance o equilibrio con otros derechos en conflicto; y, d) el reconocimiento de su fuerza expansiva y optimizadora.

Esto significa que si bien un derecho fundamental es susceptible de limitaciones, las mismas no deben ser tan intensas como para afectar su esencia y que además de una dimensión subjetiva, este derecho tiene una dimensión objetiva que impone al Estado una forma de actuar y de organizarse. En sintonía con toda la teoría de los derechos, su ejercicio no puede ser absoluto e ilimitado, sino que debe realizarse en equilibrio con otros derechos de igual rango. Finalmente, se entiende que

los derechos fundamentales gozan de fuerza expansiva porque ante un caso concreto, el interprete o aplicador debe preferir aquella situación que le de mejor protección y mayor cobertura. Es decir que, esta caracterización implica la existencia de una serie de garantías exigibles por los particulares, con las consecuentes obligaciones que resultan para la Administración Pública.

En el primer párrafo del numeral 2, del romano III y en una conceptualización del derecho de acceso a la información pública, la Sala manifiesta textualmente que:

“El derecho de acceso a la información pública consiste en la facultad de solicitar o requerir información bajo control o en poder del Estado, con el deber correlativo de este de garantizar su entrega oportuna o fundamentar la imposibilidad de acceso, con base en una causa prevista por la ley compatible con la Constitución”.

Este pronunciamiento establece que el derecho de acceso a la información pública supone una prestación a favor de los ciudadanos, respecto de la cual el Estado tiene la obligación de entregarla de manera completa, fidedigna, veraz y en debido tiempo y de no denegarla, salvo por causas legales previamente establecidas que no vulneren la Constitución. Esto significa en primer lugar, que el Estado debe establecer el aparataje institucional que haga efectivo el acceso a la información mediante los procesos y plazos legales. En segundo lugar, cualquier negativa a entregar información pública deberá fundamentarse adecuadamente y que bajo ninguna perspectiva, ni siquiera por la vía de su regulación legal podrá denegarse información cuando dicha decisión resulte en una actuación

No obstante, la sentencia de inconstitucionalidad analizada en este boletín constituye el primero y más desarrollado análisis específico sobre el derecho de información existente hasta la fecha, del cual se derivan una serie de implicaciones importantes para la garantía efectiva de este derecho fundamental.

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incompatible con la Constitución; por ejemplo, una afectación al contenido mínimo del derecho de acceso a la información o a cualquier otro derecho constitucionalmente garantizado.

En el mismo acápite de la sentencia, la Sala continúa detallando el alcance y efectos de este derecho fundamental, en los términos siguientes:

“Toda persona, como integrante de la Comunidad titular del poder soberano, tiene el derecho a conocer la manera en que sus gobernantes y funcionarios públicos se desempeñan y de ello se deriva el derecho de acceso a la información. Además la información pertenece a las personas, no es propiedad del Estado y el acceso a ella no se debe a la gracia o favor del Gobierno. Los servidores públicos disponen de la información precisamente en su calidad de delegados del pueblo o representantes de los ciudadanos”.

Desde una concepción filosófica del derecho y desde una perspectiva subjetiva, esto significa que el acceso a la información pública no es una concesión, deferencia, favor o decisión otorgada a título de gracia por los gobernantes. Es una facultad inherente a los integrantes del soberano. El derecho de acceso a la información constituye una condición inseparable a la esencia misma del concepto de soberanía popular, puesto que la titularidad del bien jurídico información pertenece al soberano y no a sus delegados.

En los párrafos segundo y tercero de este mismo apartado de la sentencia, la Sala desarrolla los fines que cumple este derecho, reiterando -sin decirlo expresamente -su naturaleza instrumental:

“El carácter de derecho fundamental del acceso a la información propicia el afianzamiento de las democracias transparentes y efectivas, facilita la rendición de cuentas y genera un debate público permanente, sólido e informado. Desde esta perspectiva, el acceso a la información prepara a las personas para asumir un papel activo en el gobierno, meditan la construcción de una opinión individual colectiva fundada sobre los asuntos públicos, lo que permite un participación política más orientada, deliberante y responsable de forma tal que puedan cuestionar, indagar y considerar si se está dando un adecuado cumplimiento de las funciones públicas”.

Más que un fin en sí mismo, este derecho es un derecho “llave”, un derecho que habilita el ejercicio de otros derechos fundamentales: participación popular, contraloría ciudadana, exigibilidad de los términos de la delegación otorgada a los servidores públicos, además de constituir una poderosa herramienta para contribuir al combate de la corrupción, tal como se concluye también en la sentencia:

“…este nivel de contraloría ciudadana incentiva a los gobiernos a utilizar los recursos estatales efectivamente para el bien colectivo y reduce los espacios de corrupción”.

Para concluir este apartado, la Sala resalta la dimensión objetiva o institucional del derecho de acceso a la información pública, calificando a la información como “oxígeno de la democracia”, en los términos siguientes:

Desde una concepción filosófica del derecho y desde una perspectiva subjetiva, esto significa que el acceso a la información pública no es una concesión, deferencia, favor o decisión otorgada a título de gracia por los gobernantes. Es una facultad inherente a los integrantes del soberano.

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“Por todo ello se ha descrito a la información como ‘oxigeno de la democracia’, en cuanto esta consiste en el ejercicio del poder en público (resaltado en el texto) y con la participación efectiva de las personas en la toma de decisiones que les afecten; pues bien, esa participación ciudadana depende de la información con la que se cuente. Asimismo, el acceso a la información es un elemento básico del entramado institucional dirigido a mejorar la asignación de los recursos del mercado y los servicios públicos estatales”.

En la misma línea argumentativa, se enfatiza la importancia del flujo de la información para una verdadera vigencia del modelo democrático. Para una toma de decisiones ilustrada, para una real participación en la toma de decisiones, los ciudadanos deben poder conocer lo que ocurre. El acceso a la información también habilita una mejor contraloría en la asignación de los recursos y en el ejercicio de los servicios públicos. Sin acceso a información, la participación y contraloría ciudadana se dificultan y resultan en meros enunciativos formales.

La Sala concluye su desarrollo sobre el concepto, alcances y contenido de este derecho con tres líneas de mucha relevancia, desde las que se desprende su fuerza expansiva. El numeral 2, del romano III de esta sentencia concluye precisando que: “…la información es un concepto extensivo, que incluye una gama lo más amplia de los materiales de donde surge la información que tiene el Estado, sin reducirla a materiales escritos”, por lo que es obligación del Estado crear los mecanismos necesarios para favorecer su materialización, conservación y difusión al público.

Finalmente, se abordan algunas consideraciones relacionadas con la existencia de limitaciones al ejercicio de este derecho por cuanto cabe reconocer también que pueden existir “objetivos estatales legítimos, valores o bienes jurídicos igualmente relevantes que podrían resultar afectados por la publicación de información delicada”.

No obstante ello, la Sala reitera un principio sumamente importante en la tutela del derecho a la información: la máxima divulgación o máxima publicidad como lo denomina el literal a) del art. 4 de la LAIP, conforme al cual se establece que la difusión de la información deberá ser irrestricta y que las excepciones deberán establecerse expresamente en la ley.

La Sala entiende que pueden existir causales de restricción a este derecho, pero las mismas deben estar reguladas en una ley formal puesto que una negativa de acceso a información pública debe estar plasmada en una decisión “previa, estricta y escrita” fruto de un debate y de una aprobación por parte del mismo órgano que representa al pueblo, a través de un procedimiento público y transparente: “La necesidad de una ley formal contribuye a la seguridad jurídica respecto al ejercicio de este derecho y respecto a las facultades del Estado para restringirlo, de modo que prohíbe la creación arbitraria de barreras al acceso informativo mediante decisiones estatales distintas a las leyes emitidas por el Legislativo”.

ii) Repaso de la jurisprudencia sobre los límites a la potestad reglamentaria

El romano IV de la sentencia desarrolla algunas consideraciones sobre la potestad reglamentaria, por tratarse de un precepto constitucional

El numeral 2, del romano III de esta sentencia concluye precisando que: “…la información es un concepto extensivo, que incluye una gama lo más amplia de los materiales de donde surge la información que tiene el Estado, sin reducirla a materiales escritos”...

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directamente establecido como parámetro de control por los demandantes. De forma genérica, la Sala reitera que se trata de una potestad de producción normativa que constituye una herramienta útil para el cumplimiento de las atribuciones de la Administración Pública, que en muchos casos “colabora” con la ley, como en el caso específico de los reglamentos de ejecución.

Este tipo de norma cumple con una función complementaria a la ley al “interpretar el alcance o precisar las formas de aplicación de las disposiciones legales; derivar o constatar la habilitación legal de competencias inherentes o implícitas; disciplinar cuestiones técnicas o intensamente variables; definir medidas de escasa o nula incidencia en la esfera jurídica de los ciudadanos; o concretar principios generales del derecho, entre otros contenidos posibles, ya que las formas que adopta la colaboración entre la ley y el reglamento son múltiples y heterogéneas”.

En materia de límites a la potestad reglamentaria, la sentencia desarrolla esencialmente dos principios: la reserva de ley y la subordinación jerárquica del reglamento respecto de la ley formal. Es decir que existen materias que única y exclusivamente pueden regularse por medio de ley formal y existen ámbitos en los cuales el reglamento no puede innovar respecto de la ley.

Respecto del primer límite, la Sala recuerda que la línea jurisprudencial vigente establece que la limitación de derechos fundamentales es materia reservada a la ley. El reglamento puede regular, pero no restringir (Sentencia de inconstitucionalidad 22-97 del 27 de marzo de 2001). Respecto del segundo,

la sala cita algunos de sus propios antecedentes en los que ya había manifestado que “a) el reglamento no se puede emitir más que para facilitar y asegurar la aplicación de la ley; b) dicho reglamento no puede entrar en contradicción con los preceptos de la ley; y c) el reglamento no puede suplir a la ley allí donde ésta no existe, aunque el Presidente de la República considere necesario regular un cierto contenido” (Inconstitucionalidad 16-95,citada por la Sala).

iii) Breve acotación sobre el principio de indelegabilidad de funciones en su relación con distintas manifestaciones de la potestad normativa de la Administración

La Sala manifiesta en síntesis, que el principio de indelegabilidad de las atribuciones de los entes públicos u órganos de gobierno prescrito por el art. 86 de la Constitución establece que el ámbito de competencia de cada órgano es en principio, improrrogable. Es decir que no puede ser transferido por su titular- ni siquiera por el Presidente de la República- a un órgano distinto.

Sin embargo, no se trata de un precepto absoluto, ya que existen casos en los que la delegación es admitida, por constituir “un medio técnico para optimizar el desempeño de la Administración”, como en el caso de unidades administrativas de un mismo órgano o entre un órgano del gobierno y un ente descentralizado, por ejemplo. Estos casos constituyen una distribución y especialización de funciones que para ser válida debe estar prevista en una norma del mismo rango que la que otorga la competencia delegada. Es decir, que pueden delegarse competencias legales por medio de otra ley y competencias reglamentarias, por medio de otro reglamento.

...la Sala recuerda que la línea jurisprudencial vigente establece que la limitación de derechos fundamentales es materia reservada a la ley.

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En materia de potestades normativas, la Sala acota que además de la potestad reglamentaria otorgada al Presidente, “cabe el despliegue de potestades normativas por parte de otros funcionarios del Órgano Ejecutivo, quienes limitadamente dentro de su estricto ámbito de competencia y con mayor nivel de concreción que el de los reglamentos ejecutivos –un nivel casi aplicativo-, pueden prestar colaboración a estos a la ley a través de la emisión de decretos, acuerdos, órdenes y resoluciones de organización interna (Inconstitucionalidad 78-2006 del 31 de julio de 2009, citada en esta sentencia).

No obstante ello, la eficacia personal de los distintos instrumentos normativos inferiores a la ley varía, puesto que si bien el reglamento puede tener efectos hacia los particulares, por constituir una herramienta de colaboración con la ley, “los instructivos, instrucciones o circulares se fundan en el poder jerárquico, de mando o de supervisión que tiene un funcionario sobre el servicio que administra. De las significativas diferencias de fundamento y alcance de estos tipos de fuentes se deriva que el reglamento no puede remitir su función de desarrollo o instrumentación técnica de la ley a un instructivo, que por definición carece de eficacia directa sobre los particulares”, tal como alegaron los denunciantes en el presente caso.

e) Examen de los motivos de inconstitucionalidad:

Luego de haber establecido una síntesis de los argumentos de la partes intervinientes, así como algunas consideraciones de la Sala relacionadas con el contenido de los derechos constitucionales discutidos en el proceso, cabe proceder al examen

de los motivos de inconstitucionalidad que pueden haber sido confirmados o desechados en la parte decisoria.

i) Artículo 29 del RLAIP:

En primer lugar, el tribunal realiza una confrontación entre el art. 29 del RLAIP y los principios de legalidad (art. 86 Cn.), competencia normativa de la Asamblea Legislativa (art. 131/5º Cn.) y límites a la potestad reglamentaria (art. 168/14 Cn.). Como punto de partida, se afirma que un reglamento no puede regular lo que la ley debe regular. La reserva de ley es un límite infranqueable para el ejercicio de la potestad reglamentaria. En consecuencia, un reglamento que incorpora disposiciones que solo la ley formal debería contener, vulnera el principio de separación de poderes, las facultades legislativas y los límites a la potestad reglamentaria, por lo que el primer análisis que debe hacerse en el caso bajo examen, es la calificación de la materia o contenido de la disposición del reglamento impugnada.

El art. 29 del RLAIP agrega causales de reserva a la información pública, que operan como límites al derecho fundamental de acceso a la información pública, en la medida que constituyen razones para impedir la divulgación de determinada información. La disposición impugnada es un claro ejemplo de limitación reglamentaria a derechos fundamentales, que con base en la línea jurisprudencial explicada en los apartados anteriores, solo puede hacerse de forma válida mediante ley formal.

Luego de estas consideraciones, la Sala reprocha al Ejecutivo haber mostrado una comprensión “invertida” de la vinculación que existe entre el reglamento y la ley. Cuando una

...un reglamento que incorpora disposiciones que solo la ley formal debería contener, vulnera el principio de separación de poderes...

...la Sala reprocha al Ejecutivo haber mostrado una comprensión “invertida” de la vinculación que existe entre el reglamento y la ley.

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materia goza de la garantía de reserva de ley, no es necesario establecer expresamente que ninguna norma inferior podrá regularla. Son las excepciones a su ejercicio las que necesitan de previsión o habilitación legal, y no como alega el Presidente de la República en su informe.

En las consideraciones doctrinarias, se hace referencia a un emblemático caso resuelto en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en materia de acceso a la información. En el análisis que se hace del art. 29 del RLAIP, se cita el caso “Claude Reyes vs. Chile”, en el cual –además de otros aspectos de fondo- se resolvió un punto similar en 2006. En dicho proceso la Corte IDH manifestó que “no es posible interpretar la expresión leyes (…) como sinónimo de cualquier norma jurídica, pues ello equivaldría a admitir que los derechos fundamentales pueden ser restringidos por la sola determinación del poder público, sin otra limitación formal que la de consagrar tales restricciones en disposiciones de carácter general”. También se cita una opinión consultiva de la Corte IDH, relacionada con el art. 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que en 1986 ya había acuñado una línea jurisprudencial muy similar (OC-6/86 del 9 de mayo de 1986).

Por nuestra parte, precisamos que el caso Claude Reyes vs. Chile, mencionado en la versión comentada de la LAIP elaborada por Fusades, es el caso más significativo en el ámbito americano de los derechos humanos en materia de derecho de acceso a la información7. Se trata de un precedente jurisprudencial con relevancia universal, en la medida

7. http://www.corteidh.or.cr/expediente_caso.cfm?id_caso=245

que es el primer caso en el que un tribunal internacional reconoce como un derecho fundamental el acceder a información en manos del gobierno. En la sentencia se menciona claramente que este derecho es esencial para la participación democrática y la libertad de expresión y obliga al Estado chileno a adoptar leyes que garanticen el acceso a la información pública. Aunque el precedente no obligó a El Salvador, estableció un criterio aplicable a todos los Estados parte en la Convención Americana de Derechos Humanos, con la consecuente obligación de crear los mecanismos para garantizar el acceso a la información8.

También es importante hacer notar que en sentencias relacionadas con la libertad de expresión y el acceso a la información como la Inconstitucionalidad 91-2007 citada anteriormente y luego en esta sentencia, la Sala hace referencia al derecho internacional de los derechos humanos como un referente a partir del cual pueden compararse estándares de protección de los derechos fundamentales y deducirse elementos para establecer el contenido concreto de un derecho y el alcance de su protección Constitucional.

Para concluir el análisis del art. 29 RLAIP, la Sala estableció que las causales de “seguridad nacional, seguridad política e interés nacional” limitan el derecho de acceso a la información sin estar comprendidas en una ley formal, por lo que la disposición reglamentaria que las establece es inconstitucional en la medida que excede los límites de la potestad reglamentaria e invade la potestad

8. FUSADES, Ley de Acceso a la Información Pública versión comentada, Departamento de Estudios Legales, Antiguo Cuscatlán, marzo de 2012, p. 13.

...el caso Claude Reyes vs. Chile, mencionado en la versión comentada de la LAIP elaborada por Fusades, es el caso más significativo en el ámbito americano de los derechos humanos en materia de derecho de acceso a la información.

...la Sala estableció que las causales de “seguridad nacional, seguridad política e interés nacional” limitan el derecho de acceso a la información sin estar comprendidas en una ley formal, por lo que la disposición reglamentaria que las establece es inconstitucional en la medida que excede los límites de la potestad reglamentaria e invade la potestad legislativa de la Asamblea...

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legislativa de la Asamblea, la cual deberá extenderse por conexión a las definiciones ofrecidas por el art. 2 del RLAIP, relacionadas con “seguridad nacional” y “seguridad política”.

La Sala de lo Constitucional no llega a considerar estos conceptos jurídicos que además adolecían de una definición tan ambigua y extensa y que, en el caso de la “seguridad política” se corría el riesgo de que lo excepcional, la reserva, se convirtiera en la regla general. Verbigracia, el Art. 2 RELAIP definía seguridad política como: Toda acción o actividad, directa o indirecta, que realicen los Funcionarios de Alto Nivel, tendientes a defender el orden público, la organización política del gobierno y sus instituciones, así como toda actividad que tenga por objetivo gobernar o dirigir al Estado o al buen desarrollo de la política gubernamental, incluyendo las actividades destinadas a proteger de las amenazas contra la legitimidad, reconocimiento y la autoridad del gobierno que desencadenen circunstancias de inestabilidad política, corrupción e ingobernabilidad, entre otras. Dado que bastaba encontrar que ninguna disposición podía limitar el derecho de acceso a la información vía reglamento, era innecesario entrar a analizar dichas disposiciones. Lo positivo es que la Sala, haciendo uso de sus atribuciones, declara inconstitucional por conexión estos conceptos, los cuales no habían sido citados por los demandantes.

ii) Artículo 73 RLAIP

Respecto del particular mecanismo de elección de los comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública establecido en el art. 51 y siguientes de la LAIP, la Sala abunda en consideraciones sobre los fines que protege dicho mecanismo: la desconcentración del poder político a través de procedimientos que favorecen un método altamente participativo de la sociedad civil; una apertura hacia la participación directa de la sociedad civil en la conformación de instituciones fundamentales para el control ciudadano del ejercicio del poder; una ampliación de los espacios de decisión pública y de ejercicio de la soberanía popular.

En esencia la Sala concluye, que “el poder de elección de un funcionario público se transforma de un poder único a un poder compartido, de un poder amplio a un poder limitado y del poder de nombrar libremente al poder de nombrar entre los elegidos por los sectores sociales que la ley reconoce”. En algunas consideraciones anteriores se manifiesta que “la formulación de ternas de candidatos, acotan o condicionan los márgenes de elección del Presidente”.

Es decir que, salvo por la decisión final respecto de las personas concretas que ocuparán los 5 cargos de comisionado propietario y los 5 cargos de comisionado suplente, a partir de los 30 candidatos propuestos por los sectores sociales, el Presidente no tiene más atribuciones legales. El Presidente alega que el rechazo

establecido en el art. 73 del RLAIP le permite ejercer un control sobre la idoneidad de los candidatos; sin embargo, omite aclarar cómo dicha disposición facilitará o asegurará la aplicación de la ley.

También la Sala establece que el contenido de la disposición impugnada creaba un margen de discrecionalidad excesivo en la medida que –entre otros- no fija límite en el número de veces que puede ejercitarse, carece de criterios objetivos para el rechazo, no restringe el alcance del rechazo, que puede ser parcial o total (como ocurrió en la práctica) y desactiva de hecho el límite temporal que la ley fijó para hacer el nombramiento de los comisionados. En la actualidad, el incumplimiento a la ley ha producido más de un año de atraso en su nombramiento.

Para concluir, se señala textualmente que “…la potestad de rechazo o devolución de una terna altera el diseño político o la distribución de poder contenida en el procedimiento legal de elección de los comisionados, al interferir con el nivel de participación e influencia ciudadana que la ley procura (…) La potestad presidencial de rechazo o devolución de las ternas previstas en la disposición impugnada incide negativamente o busca revertir el control ciudadano sobre el Presidente de la República que persigue la ley”. En línea con los argumentos de los demandantes, el tribunal concluye que el art. 73 RLAIP es inconstitucional por cuanto infringe los límites de la potestad reglamentaria establecida en el ordinal 14 del art. 168 de la Constitución.

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iii) Artículos 63 y 75 del RLAIP

De forma genérica, la Sala adelanta que la diferenciación entre el reglamento y el instructivo, según su fundamento, finalidad y alcance, constituye la clave para determinar si ha existido una delegación inconstitucional de la potestad reglamentaria del Presidente de la República y si dicho reenvío normativo puede considerarse válido según el caso. Sobre los instructivos en general, la Sala recuerda que pueden “tener una incidencia mediata sobre la atención y el servicio que reciben las personas, pero no puede convertir a estas en sujetos pasivos directos de sus disposiciones”.

Visto que la parte final del art. 63 del RLAIP regula el procedimiento que seguirá el titular de la entidad convocante para nombrar a los empleados de la institución que tendrán a su cargo organizar las elecciones sectoriales, el tribunal señala que la “disposición se refiere a actuaciones de carácter interno, que no trascienden en forma directa en la conducta de los particulares...”, por lo que concluye que habrá que desestimar los argumentos de los demandantes en este punto.

Respecto del art. 75 RLAIP, la Sala precisa que existe una remisión excesivamente genérica a un instructivo, que abarca “procedimientos, requisitos, plazos y demás condiciones para el registro, inscripción y exclusión de entidades electoras y candidatos; formas de proceder ante los empates, votos nulos o el régimen de conducta durante las asambleas de elección y los medios de control de los particulares, sobre las decisiones administrativas en cada uno de esos ámbitos, no pueden ser remitidos a uno o más instructivos”.

En ese sentido, la configuración o regulación abstracta y general de los derechos, corresponde al reglamento y no al instructivo, ni a otras fuentes internas de la Administración, por lo que en el caso bajo examen además de “una delegación indebida de la potestad reglamentaria,…se ha generado un riesgo de dispersión e inconsistencia normativa que atenta contra la función instrumental de facilitar y asegurar la aplicación de la ley”, que genera una vulneración al principio de indelegabilidad de atribuciones establecido en el art. 86 Cn.

f) Fallo:

En línea con los argumentos expresados por la Sala y resumidos en este Boletín en el apartado anterior, se presenta el detalle del fallo que la Sala pronunció respecto de la demanda interpuesta, el cual –tal como se explicará más adelante- tiene diversas implicaciones prácticas y produce obligaciones inmediatas y concretas para el Presidente de la República:

a) Se declaró inconstitucional el art. 29 del RLAIP por contener limitaciones a un derecho fundamental que no están contempladas en una ley formal, lo que vulnera los arts. 86 inc. 1, 131 ord. 5º y 168 ord. 14 de la Constitución.

b) También se declararon

inconstitucionales por conexión con el art. 29 RLAIP, las definiciones de “seguridad política” y “seguridad nacional” establecidas en el art. 2 del Reglamento de la LAIP, por vulnerar el art. 86 inc. 1, 131 ord. 5º y 168 ord. 14 de la Constitución.

En línea con los argumentos de los demandantes, el tribunal concluye que el art. 73 RLAIP es inconstitucional por cuanto infringe los límites de la potestad reglamentaria establecida en el ordinal 14 del art. 168 de la Constitución.

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c) Se declaró inconstitucional el art. 73 del RLAIP porque en lugar de facilitar la aplicación de la LAIP, entorpece el proceso de elección y disminuye el control ciudadano establecido en la LAIP, lo que contradice el ordinal 14 del art. 168 Cn.

d) Se declaró inconstitucional el art. 75 del RLAIP porque la delegación efectuada por el reglamento a un instructivo vulnera lo dispuesto en el inciso 1 del art. 86 Cn.

e) Se sobreseyó respecto de la inconstitucionalidad de la parte final del art. 63 del reglamento.

III. Efectos de la sentencia

a) Conceptualización del derecho de acceso a la información pública:

La sentencia objeto de este boletín marca el primer precedente jurisprudencial específico en materia de derecho a la información pública en el que se reiteran y se establecen importantes aspectos para el fortalecimiento de este derecho, mencionados anteriormente y que se desprenden de su calidad de derecho fundamental.

También se establece que la titularidad de la información reside en el pueblo y no en la Administración Pública, en virtud del principio de soberanía popular. Esto implica la observancia rigurosa del principio de máxima divulgación.

La Sala también manifiesta que la información cubierta por este derecho no necesariamente debe

constar en soporte escrito, por lo que el Estado tiene la obligación de entregar información aún respecto de órdenes o decisiones verbales.

Por tratarse de un derecho instrumental, la Sala recordó que la democracia no puede funcionar adecuadamente sin una ciudadanía informada.

b) Implicaciones para la Administración Pública en general:

La caracterización del derecho que ha hecho la Sala y el carácter erga omnes de las sentencias de inconstitucionalidad, implica que todos los entes del Estado tienen la obligación de garantizar el goce del derecho de acceso a la información pública en los términos establecidos en la sentencia.

Todos los entes públicos deben tomar las medidas para poner a disposición la información en los términos de ley y de este precedente jurisprudencial. Deben interpretarse las causales de reserva de forma restrictiva, las cuáles son efectivamente límites al ejercicio de un derecho fundamental.

c) Implicaciones para el Presidente de la República:

La Sala acota que el pronunciamiento tiene efectos hacia futuro y que los procesos sectoriales de elección de candidatos conservan su validez, por lo que:

El Presidente de la República no tiene “fundamento normativo válido” para rechazar las ternas. Tampoco tiene fundamento legal

para seguir demorando la elección del Instituto de Acceso a la Información Pública. Los artículos declarados inconstitucionales no crean un vacío ni imposibilitan la elección inmediata del Instituto, por lo que no es necesario aprobar otro reglamento para proceder a su configuración.

IV. Conclusiones:

! Al 31 de enero de 2012, han transcurrido 56 días desde que se dictó la sentencia de inconstitucionalidad 13-2012, sin que se haya electo a los miembros del Instituto de Acceso a la Información Pública. De acuerdo a la LAIP, los comisionados para el Instituto de Acceso a la Información Pública debieron ser nombrados a más tardar el 4 de noviembre de 2012, por lo que llevamos más de 440 días de retraso.

! Son preocupantes las declaraciones del Presidente que dan a entender que el cumplimiento de la sentencia no será expedito, señalando que posiblemente se requerirá dictar un nuevo reglamento antes de la elección de los comisionados, aun cuando la sentencia expresamente señala lo contrario. No se crea el instituto porque no hay fondos, no se asigna una partida presupuestaria al instituto porque el mismo no existe. De una vez, deben cumplirse ambas condiciones, crearse al IAIP y asignarle los fondos suficientes para que funcione de manera independiente y efectiva.

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! La Administración Pública, en su totalidad, debe redoblar los esfuerzos para garantizar el derecho de acceso a la información pública, sobre todo en las instituciones que aún no han nombrado su oficial de información y que no publican la información oficiosa de forma completa. Estas no son prestaciones opcionales sino verdaderos imperativos constitucionales y legales de las instituciones públicas, incluidos también en compromisos internacionales adquiridos por el país, como el Asocio para el Crecimiento

y la Alianza para el Gobierno Abierto9.

! Todo lo anterior demuestra la falta de voluntad para que se implemente adecuadamente la LAIP, pues no solo existe ya un atraso legal de más de 440 días para nombrar a

9. Gobiernos de Estados Unidos y de El Salvador, Plan de Acción Conjunto del Asocio para el Crecimiento 2011-2015, San Salvador, noviembre 2011, restricción 1 meta 6, apoyo a la implementación de la LAIP y Open Government Partnership en http://www.opengovpartnership.org/declaraci%C3%B3n-sobre-gobierno-abierto

los comisionados del IAIP, sino que no se ha creado la partida específica en el presupuesto tal como ordena expresamente el artículo 108 de la LAIP. Actualmente se advierte que cada vez hay más discrecionalidades para no proporcionar información, ante la ausencia del ente rector que es el IAIP10.

10. Presidencia clasifica como secretos sus gastos de publicidad en http://www.elfaro.net/es/201301/noticias/10765/ y Corte de Cuentas declara inaplicable Ley de Acceso a la Información para actuaciones previas a mayo en http://www.elfaro.net/es/201212/noticias/10086/

CoordinadorLuis Nelson Segovia

DirectorJavier Castro De León

InvestigadoresLilliam Arrieta de CarsanaRoberto Vidales GreggMarjorie ChorroRené Abrego LabbéGina María UmañaCarmina Castro de VillamarionaOscar Pineda Carlos Guzman