Índice planeta vivo

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Índice Planeta Vivo AFP Según la periodista Marina Silva, para sostener nuestro estilo de vida, en 20 años se necesitarían dos planetas tierra. Marina Silva Brasilia, Brasil Quien tiene una cuenta corriente en el banco sabe algunos cuidados básicos para operarla sin correr el riesgo de enormes dolores de cabeza. Sabe que debe evitar recurrir al cheque especial porque es difícil pagarlo después y, dependiendo del tamaño del descuido, podrá quedar en bancarrota. También sabe que no es muy inteligente seguir el ejemplo del vecino imprudente que dilapidó todo el patrimonio, con el argumento de que "si él cometió una estupidez, yo tengo el derecho de hacerla también". Para el planeta vale el mismo raciocinio. No se puede hablar sobre una disponibilidad ficticia de recursos naturales y acabar con nuestra "herencia" solamente porque otros lo hicieron antes. Pero, por increíble que parezca -y con tantas evidencias de la urgencia de cambiar ese comportamiento- todavía prevalece el discurso de que si los países ricos se desarrollaron con base en la explotación intensiva de su capital natural, es nuestro derecho hacer lo mismo, incluso porque tendríamos "mucha gordura para quemar". Al contrario, quien tiene hoy reservas de recursos naturales debe conservarlas porque esa es la apuesta para el nuevo estándar de desarrollo que parece inexorable. El estándar de tierra destruida del pasado no sirve más y quien insiste en él perderá las mejores oportunidades de acertar en el futuro. Y en el caso brasileño, no

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Page 1: Índice Planeta Vivo

Índice Planeta VivoAFP

Según la periodista Marina Silva, para sostener nuestro estilo de vida, en 20 años se necesitarían dos planetas tierra.

Marina Silva

Brasilia, Brasil

Quien tiene una cuenta corriente en el banco sabe algunos cuidados básicos para operarla sin correr

el riesgo de enormes dolores de cabeza. Sabe que debe evitar recurrir al cheque especial porque es

difícil pagarlo después y, dependiendo del tamaño del descuido, podrá quedar en bancarrota.

También sabe que no es muy inteligente seguir el ejemplo del vecino imprudente que dilapidó todo

el patrimonio, con el argumento de que "si él cometió una estupidez, yo tengo el derecho de hacerla

también".

Para el planeta vale el mismo raciocinio. No se puede hablar sobre una disponibilidad ficticia de

recursos naturales y acabar con nuestra "herencia" solamente porque otros lo hicieron antes. Pero,

por increíble que parezca -y con tantas evidencias de la urgencia de cambiar ese comportamiento-

todavía prevalece el discurso de que si los países ricos se desarrollaron con base en la explotación

intensiva de su capital natural, es nuestro derecho hacer lo mismo, incluso porque tendríamos

"mucha gordura para quemar".

Al contrario, quien tiene hoy reservas de recursos naturales debe conservarlas porque esa es la

apuesta para el nuevo estándar de desarrollo que parece inexorable. El estándar de tierra destruida

del pasado no sirve más y quien insiste en él perderá las mejores oportunidades de acertar en el

futuro. Y en el caso brasileño, no tenemos más toda esa "gordura". Nuestro diferencial se está

agotando rápidamente y ya estamos atrasados en la decisión de caminar rumbo a nuevos indicadores

de eficiencia económica.

La organización no gubernamental WWF elabora cada dos años un informe mostrando cómo anda el

impacto de las actividades humanas sobre los recursos naturales, por medio del Índice Planeta Vivo

(IPV) que compara la biocapacidad (cantidad de área productiva disponible para atender a las

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necesidades de los seres humanos) y la marca ecológica, un cálculo que muestra el impacto de las

actividades y diferentes estilos de vida sobre los recursos naturales.

Todos los habitantes del planeta dependen de los servicios suministrados por los sistemas naturales.

El informe de la WWF muestra que estamos yendo a un ritmo tan acelerado e intenso de consumo de

los recursos naturales, a punto de amenazar la perennidad de esos servicios. Es el anuncio de un

colapso mucho más grave que la crisis financiera que tanto nos impresiona. Estamos observando la

disolución del capital dinero y no notamos la aproximación del colapso del capital naturaleza.

El IPV global trae números y análisis muy preocupantes. Revela que entramos en un ciclo en el que

los cambios climáticos extremos, fruto de la degradación ambiental, ya colaboran ellos mismos para

potenciar efectos ambientales adversos.

En los bosques tropicales el IPV disminuyó un 62% en 35 años, por motivos que, en lo que se refiere

a nosotros, conocemos bien, empezando por la deforestación y algunas actividades económicas

descontroladas. La WWF concluye que la marca ecológica global excede hoy en un 30% la

capacidad de regeneración del planeta. Y que, si sigue en ese ritmo, en 2030 necesitaremos dos

planetas para mantener nuestro estilo de vida.

Las cinco marcas más grandes per cápita nacionales son de Emiratos Árabes, Estados Unidos,

Kuwait, Dinamarca y Australia. Ocho países -Estados Unidos, Brasil, Rusia, China, India, Canadá,

Argentina y Australia- tienen más de la mitad del total de la biocapacidad mundial. Más del 75% de

la población mundial vive en países que superaron su biocapacidad y, por lo tanto, mantienen su

estilo de vida retirando cada vez más capital ecológico de otras partes del mundo. Si toda la

población mundial tuviese el consumo promedio de los americanos, necesitaríamos 4,5 planetas para

abastecer la demanda. Es decir, no se puede seguir alimentando la cultura del "estándar americano"

como sueño de consumo planetario.

Llegó el momento de entender lo corrosivo e insostenible que es ese estándar, también éticamente

cuestionable pues, como no se puede universalizar, trae en sí la génesis de la desigualdad.

Cuestionarlo, cuando nos damos cuenta, es abrir puertas para reinventar nuestro deseo de mundo. La

situación todavía no es irreversible, pero se debe actuar con urgencia para cambiarla.

América Latina aparece en el informe en una situación intermedia, como si su cuenta empezara a

ponerse roja, pero todavía sin sobrepasar el límite del "cheque especial" natural, lo que nos coloca en

una situación privilegiada para influir en la definición de nuevos estándares de progreso, de

producción y de consumo. Tal vez el universo esté creando la oportunidad de, en una inversión

histórica -en el momento en que la historia muestra una vez más que nada es inmutable-, cambiar las

señales en el continente: los países detentores de megadiversidad biológica pasarían a ser fuente de

soluciones de desarrollo capaces de constituir el sueño del futuro. No más de consumo, sino de una

vida mejor para todos, con justicia social y respeto al medio ambiente.

http://www.mx.terra.com/terramagazine/interna/0,,EI8865-OI3323156,00.html

Page 3: Índice Planeta Vivo

¿Qué es la Huella Ecológica?

Publicado el 16 May 2010

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Cada día se populariza más el concepto de “Huella Ecológica“, por lo que parece necesario definirlo y explicarlo: Todos los seres humanos, plantas y animales del planeta requieren de alimento, energía y agua para crecer y vivir. En el caso del hombre, la cantidad de recursos que utiliza depende de su estilo de vida.

Al consumir recursos de forma irracional, se reduce la superficie de bosques, praderas, desiertos, manglares, arrecifes, selvas, y la calidad de los mares del mundo. Al impacto de una persona, ciudad o país, sobre la Tierra, para satisfacer lo que consume y para absorber sus residuos, se conoce como huella ecológica.

La primera publicación académica sobre la huella ecológica fue hecha por William Rees en 1992. El concepto de huella ecológica y el método de cálculo fueron desarrollados como la tesis doctoral de Mathis Wackernagel, bajo la supervisión de Rees de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá de 1990-1994. Originalmente, Wackernagel y Rees llamaron al concepto “apropiada capacidad de carga.” Para hacer la idea más accesible, a Rees se le ocurrió el término “huella ecológica.” A principios de 1996, Wackernagel y Rees publicaron el libro “Nuestro Huella ecológica: La reducción de impacto humano sobre la Tierra.”

Básicamente el análisis de Huella ecológica compara la demanda humana sobre la naturaleza contra la capacidad de la biosfera para regenerar los recursos.

El análisis se hace mediante la evaluación de la tierra biológicamente productiva y el área marina requerida para producir los recursos que consume una población, absorbiendo sus residuos correspondientes y utilizando la tecnología imperante. Los valores para obtener la huella ecológica se clasifican en carbono, alimentación, vivienda y bienes y servicios, así como el número total de planetas necesarios para sostener a la población mundial dado un nivel de consumo. Este enfoque también puede aplicarse a una actividad como la fabricación de un producto como un coche

http://www.masr.com.mx/que-es-la-huella-ecologica/

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http://sinia.minam.gob.pe/index.php?idElementoInformacion=1079 huella ecológica por departamentos

http://www.wwfca.org/?196074/Informe-Planeta-Vivo-2010 informe de planeta vivo