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INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS
SUPERIORES DE OCCIDENTE
Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios de Nivel Superior según Acuerdo Secretarial
15018, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29 de noviembre de 1976
DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS SOCIOCULTURALES
MAESTRÍA EN COMUNICACIÓN DE LA CIENCIA Y LA CULTURA
Las prácticas artísticas como favorecedoras de la inclusión social de las personas sordas
Caso: Seña y Verbo, compañía de teatro de sordos
Tesis que para obtener el grado de
Maestra en Comunicación de la Ciencia y la Cultura
Presenta
Lic. Carmen Irene Castillo Aguilar
Director de tesis: Dra. María del Rocío Enríquez Rosas
Tlaquepaque, Jalisco. Noviembre 2016
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Resumen
La presente investigación parte del estudio sobre las prácticas artísticas, en específico el teatro de
sordos realizado por la compañía Seña y Verbo, y su posible influencia en el proceso de inclusión
social de las personas sordas. Para ello es necesario ubicar a las personas sordas en sus diversas
dimensiones que conforman su historia de vida, como lo es el ser discapacitado, el formar parte
de una comunidad minoritaria y el sentido que se le otorga a las prácticas artísticas, en especial a
la actuación.
Con el fin de abordar el estudio de las prácticas artísticas como favorecedoras del proceso de
inclusión social de las personas sordas, se toma en cuenta la producción colectiva en donde
actores sordos y oyentes de la compañía Seña y Verbo realizan obras de teatro, destacando así los
diversos ámbitos en los que tiene impacto una práctica artística desempeñada por personas
sordas.
Palabras claves: teatro, prácticas artísticas, discapacidad, personas sordas, inclusión social y
estigma.
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Índice
Introducción 5
Problema de investigación 6
Pregunta de investigación 6
Hipótesis de trabajo 7
Objetivo 7
Marco teórico 7
Historia y perspectivas de la discapacidad 7
Modelo social del discapacitado 9
Estigma de Goffman 12
Inclusión social de la persona sorda 15
Prácticas artísticas 16
Estado del arte 18
Discapacidad e inclusión social: acercamiento preliminar a los debates 18
Referente empírico 21
Seña y Verbo, compañía de teatro de sordos 21
Bibliografía 22
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Introducción
“Tengo la imagen de que el arte es una persona que siempre ha confiado en mí, es como si
platicara con alguien.” Lo dice con una pronunciación distorsionada, imperfecta, pero sus
palabras cobran sentido cuando conoces la historia de vida de ella. Una joven sorda apasionada
del arte, de la pintura, del trazo del pincel en el caballete, y de la mezcla de colores que serán
impregnados en algún muro de su escuela.
Ella y su hermana, han sido las causantes de cuestionarme sobre el sentido que le dan a sus
prácticas artísticas. La inclusión social del sordo ha sido una problemática que me ha
acompañado a lo largo de mi vida, puesto que mis dos primas hermanas son sordas. Mi relación
con ellas me ha hecho cuestionarme sobre el proceso de inclusión social que podría existir a
partir de las prácticas artísticas realizadas por las personas sordas.
En la presente investigación se aborda el teatro de sordos como una práctica artística, en donde
se considera que toda persona puede actuar sin importar su discapacidad auditiva. El caso de la
compañía de teatro de sordos Seña y Verbo, puede ser un ejemplo de práctica artística
favorecedora posiblemente de inclusión social de las personas sordas.
El teatro de sordos es un escenario de interacción entre sordos y oyentes, y en donde “el poner
un mundo/mundos a vivir (mundo de la discapacidad), contemplar esos mundos, co-crearlos”
(Dubatti en Delgado, 2014: 237), pueden ser modificados mediante la interacción entre ellos.
Partiendo de la premisa del articulo 30 aprobado en el año 2006 en la declaración de la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CRPD, por sus
siglas en inglés) en donde se aborda que el arte debe de ser un bien común para todos sin
excepción alguna, va en concordancia con la filosofía de la compañía Seña y Verbo, un arte
incluyente.
El proceso de inclusión social de esta comunidad no se puede resumir sólo a una experiencia
artística. “Hablar de una comunidad sorda, nos lleva a contemplar prácticas y perspectivas únicas
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sobre la realidad social y los individuos”. (Torres, 2013:170 ) Por consiguiente se tratará de
analizar factores como lo pueden ser las diversas concepciones que se tiene del discapacitado y
los contextos socioculturales que acompañan al sentido que le dan las personas sordas a las
prácticas artísticas.
Problema de investigación
Existen limitaciones en la comunidad de sordos que obstaculizan su inclusión social, en este caso
se hace referencia a las barreras de acceso en el consumo y producción de las prácticas artísticas
para las personas sordas.
De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Discapacidad 2011, sobresale que las personas con
discapacidad tienen “peores resultados sanitarios, peores resultados académicos, una menor
participación económica y unas tasas de pobreza más altas que las personas sin discapacidad”.
(OMS, 2011)
Lo anterior es consecuencia de las limitaciones en el acceso a servicios que el resto de la
sociedad considera como obvio o que ha ignorado, como lo es el acceso al arte y la cultura para
las personas con discapacidad, restricciones que limitan los procesos de inclusión social.
Pregunta de investigación
¿De qué manera las prácticas artísticas favorecen el proceso de inclusión social de las personas
sordas?
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Hipótesis de trabajo
Las prácticas artísticas influyen en algún aspecto del proceso de inclusión social de las personas
sordas. El teatro puede ser el escenario para dirigir la mirada hacia las discapacidades, también
un espacio para propiciar la interacción social entre los actores sordos y oyentes de la compañía
Seña y Verbo. Por lo tanto el arte puede favorecer la inclusión social para el discapacitado.
Objetivo
Identificar los posibles elementos que favorecen las prácticas artísticas para la inclusión social de
las personas sordas, a partir de las experiencias vividas por parte de los actores que conforman la
compañía de teatro de sordos Seña y Verbo.
Marco teórico
Historia y perspectivas de la discapacidad
La percepción que se tiene sobre la discapacidad y los discapacitados se debe a las posibles
connotaciones que se le otorgan a dichos conceptos. Las personas discapacitadas suelen estar
asociadas con prejuicios de inferioridades sobre funciones fisiológicas y bilógicas. La diferencia
es un vínculo que se asocia con la dependencia y es esta uno de los tantos factores que
construyen al individuo como un discapacitado ante la sociedad.
A lo largo de la historia, la concepción sobre el discapacitado ha tomado diferentes significados
desde diversos ámbitos socioculturales como lo es la religión, la medicina y la sociedad.
Para Barnes (1998) la discapacidad podría considerarse presente desde la sociedad antigua, en
Grecia y Roma. Entre los griegos era habitual que los recién nacidos con algún tipo de anomalía
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o diferencia se les dejara morir. La sociedad griega mantenía la premisa del disfrute de los
placeres en vida, por lo que la buena condición física e intelectual era importante para los
griegos.
Los romanos también eran partidarios de los infanticidios, por ejemplo, el caso de los niños
“enfermizos o débiles”, quienes solían echar al rio Tíber en Roma. Sin importar el trato que se
tenía con las personas discapacitadas, los griegos y los romanos desarrollaron estudios científicos
sobre las personas con insuficiencia, pero el acceso a la rehabilitación era sólo para ricos.
(Barnes en Barton, 1998)
Personas que sobrevivieron con insuficiencias recibían tratos de marginación, y de burla, muchas
veces eran ellos lo que generaban diversión a los altos aristócratas griegos y romanos. Según
Barnes (1998), a diferencia de los griegos, los judíos prohibían el infanticidio y se establecía el
pensamiento de “cuidar de los enfermos” y de los “menos afortunados” por medio de limosnas,
ya que su religiosidad propiciaba la opresión misma que la opresión de los demás.
Por otra parte, las concepciones de la discapacidad que mantenían los africanos eran ideas más
humanas, ya que se tenía otro trato a las personas que nacían con ciertas diferencias.
Algunas tribus seminómadas se referían a los discapacitados como los impedidos, estos eran
transportados de un lugar a otro con la finalidad de comunicar la historia de vida del impedido y
cómo este logró sobrevivir durante un tiempo. Barnes (1998) resalta dos ejemplos como los son
los palute, una tribu de indígenas americanos y los delegura, un grupo de aborígenes
australianos. En las dos comunidades los individuos que presentaban diferentes condiciones de
salud no eran abandonados. La tribu delegura nunca abandonó a una mujer que no caminaba
mientras se transportaban de un lugar al otro. La mujer murió a los 65 años.
En cuanto al Reino Unido, en las Islas Británicas, se abordaba la problemática social de la
persona con insuficiencia por medio de la caridad. Como consecuencia del aumento de personas
necesitadas y personas que se hacían pasar por necesitados, se presentó la Ley de Pobres de
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1601, esta ley representa el primer reconocimiento oficial por parte del estado hacia las personas
con insuficiencias. (Barnes en Barton, 1998)
Según Barnes (1998) San Agustín, quien fue el fundador del cristianismo en Gran Bretaña a
finales del siglo VI, declaraba que la insuficiencia era un castigo de Dios. Otro aspecto histórico
sobre los prejuicios de las personas con insuficiencia fue la proclamación de el Malleus
Maleficarum de 1487, en el cual se declaraba que los niños con algún tipo de deficiencia eran
productos de las prácticas de brujería de sus propias madres. El religioso y dirigente Martín
Lutero (1517), decía que veía al diablo en los niños discapacitados y recomendaba que los
mataran. (Barnes en Barton, 1998)
La religión ha sido un ámbito que ha acompañado a la construcción social de la insuficiencia de
las personas, es evidente que las respuestas sociales a la insuficiencia no se pueden explicar sólo
desde las creencias, sino en una relación más compleja, “entre el modo de producción y los
valores fundamentales de la sociedad en cuestión”. (Oliver en Barnes, 1998: 67)
No sólo se debe leer la construcción social del discapacitado desde los marcos de creencias y
religiosidades. Existe la concepción médica en donde se plantea la insuficiencia de la persona y
la concepción de la discapacidad desde un modelo social.
Modelo social del discapacitado
Quizá un estigma social en el contexto del discapacitado aparte de la diferencia es también la
insuficiencia. La insuficiencia podría relacionarse a razones exclusivamente médicas, indicio
para determinar que una persona es discapacitada y es la discapacidad la que la sociedad traduce
como deficiencia.
Con base a las diferentes visiones que se tiene de la discapacidad, esta se presenta en un sistema
fraccionado, pero es necesario dejar de ver la discapacidad de manera segmentada, sino más
bien identificar el fenómeno de la discapacidad en relación con quien la padece y con quien no la
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padece, es decir, intentar generar un análisis de la discapacidad en correlación de lo individual y
colectivo.
Existen diferentes posturas para tratar el significado de la discapacidad. Dentro del campo de la
medicina, se piensa a la discapacidad como una problemática originada de una enfermedad y que
requiere un tratamiento para la cura, mientras que la discapacidad vista desde el modelo social
trata a la misma como un problema de responsabilidad social.
Oliver (1990) y Shakespeare (1993) plantean el concepto de solidaridad colectiva inserta en las
múltiples dimensionalidades que abarca la discapacidad. Hay solidaridad colectiva si se tiene
presente las diferentes condiciones de vida del otro, por lo que se afirman los unos a los otros en
sus diferencias. (Carbacho, Abela y Ruiz, 2003)
Muchas veces se confunde el concepto de solidaridad con ayuda. Ayudar a los discapacitados
como personas sin autonomía, incapaces de desenvolverse en la sociedad, es caer en un sistema
de diferencias, ya que no se trata de ayudar sino de incluir.
Fue Durkheim, (1893) el sociólogo que más se acerca a dichos conceptos del funcionalismo y es
a través de la biología como explica a la sociedad como un todo orgánico, partes de ese todo
trabajan para mantener a los otros que no lo hacen, de ahí la idea básica de la solidaridad
orgánica. Cada miembro posee una parte de los conocimientos generales y de los recursos,
formando una esfera propia de acción en función de las necesidades y capacidades de cada quien.
Sociólogos discapacitados como Oliver (1990), Abberley (1987), Finkestein (1981), De Jong
(1979) y otras personas discapacitadas que han estado inmersas en los estudios de las
discapacidades como Campbell (1992) y Hunt (1981), han cuestionado la explicación médica de
la discapacidad para legitimar el modelo social del discapacitado. (Drake en Barton, 1998)
Dicho modelo fundamenta que las personas son discapacitadas no debido a sus insuficiencias
físicas o mentales sino por las barreras insertas en una sociedad que las personas no
discapacitadas han creado.
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Shakespeare (1993) plantea que las personas con insuficiencias no sólo están discapacitadas por
lo material, sino también por el prejuicio que está automáticamente implícito en el lenguaje, en la
interacción con el discapacitado y en las representaciones culturales. (Barnes en Barton, 1998)
En la Union of the Physically Imparied Against Segregation (Unión de Personas con
Insuficiencias Físicas contra la Discriminación) (UPIAS), llegaron a la conclusión de que la
discapacidad era una forma de opresión social: (Oliver en Barton, 1998)
“En nuestra opinión, es la sociedad la que incapacita físicamente a las personas con
insuficiencias. La discapacidad es algo que se impone a nuestras insuficiencias por la forma en
que se nos aísla y excluye innecesariamente de la participación plena en la sociedad. Por tanto,
los discapacitados constituyen un grupo oprimido de la sociedad. […] Así, definimos la
insuficiencia como la carencia parcial o total de un miembro, o la posesión de un miembro,
órgano o mecanismo del cuerpo defectuosos; y discapacidad es la desventaja o la limitación de
actividad causada por una organización social contemporánea que tiene en escasa o en ninguna
consideración a las personas con insuficiencias físicas, y por tanto las excluye de la
participación en las actividades sociales generales. La incapacidad física es, por consiguiente,
una forma particular de opresión social. “ (UPIAS, 1976)
Según Honnet (1997), al reconocer al individuo dentro de un marco de derechos se da el auto-
respeto elemental. Este marco de derecho implica la aceptación de la responsabilidad moral de
todos los miembros de una sociedad, por lo tanto cuando se tiene reconocimiento existe la
autoconfianza. “El individuo es capaz de verse a sí mismo como persona que comparte con todos
los otros miembros de su comunidad las características de un actor moralmente imputable”.
(Honnet, 2010:19 )
“El marco jurídico reconoce y protege a los individuos, el derecho y los individuos son un
mismo modelo social”. (Álvarez, 2001:70) Entonces hablar de discapacidad es entender que se
es discapacitado por las limitaciones existentes en la sociedad. El paralitico es discapacitado por
no tener un silla de ruedas, o por no tener acceso a rampas en las banquetas. El sordo es
discapacitado por no tener acceso al disfrute deportivo y artístico en lenguaje de señas mexicana
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o por que la sociedad lo incapacita como persona deficiente. Las limitaciones al acceso de
servicios son barreras que obstaculizan la inclusión social de las personas discapacitadas. No
sólo existen barreras materiales sino también barreras en la forma de pensar del resto de la
sociedad, por lo que el estigma puede ser una categoría mediadora para entender la discapacidad
en correlación con la inclusión social.
Estigma de Goffman
Las personas discapacitadas no sólo son incapacitadas por visiones materialistas sino también
por las categorías que adjudicamos al individuo discapacitado. Las normas sociales dominantes
influyen en la forma en que actuamos con los individuos y con los grupos y a quienes no
consiguen cumplir las expectativas de la sociedad se les excluye y por consecuente se les imputa
sanciones mediante un proceso que Goffman (1970) llamó estigma.
De acuerdo con Goffman (1970) los griegos crearon el término estigma para referirse a signos
corporales con el fin de visualizar y exhibir a la persona como portadora de algo malo y poco
habitual en el status de quien lo portaba.
El medio social establece las categorías de las personas, cuando nos encontramos con una
persona que es desconocida, la primera apariencia que tenemos de él hace que se genere una
categoría (clasificación) y por consecuente saber cuáles son sus atributos (características), es
decir, “su identidad social”. La categoría y los atributos asignados se denominarán como su
identidad social real. (Goffman, 1970)
Existen atributos indeseables, desacreditadores y son estos los generadores de estigmas. “Un
estigma es, pues, realmente, una clase especial de relación entre atributo y estereotipo”.
(Goffman, 1970:16) El término estigma tiene doble perspectiva, el individuo estigmatizado
supone que su diferencia ya es conocida o evidente y en la segunda perspectiva su diferencia no
es conocida ni tampoco perceptible. En el primer caso se entiende la situación como
desacreditado, mientras que la segunda perspectiva se considera como desacreditable. (Goffman,
1970)
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Estas perspectivas son importantes, y puede ser probable que el individuo estigmatizado haya
vivido las dos situaciones. Si se piensa la situación de las personas sordas, quizá dicha
comunidad pudiera estar ubicada en las dos dimensiones, ya que la discapacidad auditiva no es
visible a diferencia de las personas amputadas o invidentes, por ejemplo.
En el caso de la sordera, la estigmatización no suele iniciar desde la perspectiva desacreditada,
ya que la construcción del discapacitado auditivo inicia en el reconocimiento de la diferencia, y a
primera vista esta no es visible. La sordera es perceptible más no visible, a menos que se use un
auxiliar auditivo en casos específicos.
Si se ubica a la sordera en la dimensión desacreditable, entonces será a través de su propia
capacidad en el habla, en la capacidad de entendimiento al intercambiar ideas con los oyentes,
sus expresiones corporales o quizá en el manejo del lenguaje en señas en donde se puede
encontrar la diferencia y lo desacreditable. Lo anterior hace que el oyente deduzca la incapacidad
del sordo y se construya lo que llama Goffman (1979) identidad social real. En este caso el
estigma del sordo no partiría de lo corporal sino desde una relación abstracta, de la forma en que
el sordo ve al mundo.
“Creemos, por definición, desde luego, que la persona que tiene un estigma no es totalmente
humana.” (Goffman, 1970: 17) Construimos una teoría del estigma para explicarnos su supuesta
inferioridad y solemos imputar atributos deseables, pero no deseados en este caso por el
discapacitado. “Algunos vacilan en tocar o guiar a los ciegos, mientras que otros generalizan las
deficiencias advertida como incapacidad total, gritándoles a los ciegos como si fueran sordos o
intentando ayudarlos a incorporarse como si fueran inválidos”. (Goffman, 1970:18)
Las personas que tienen trato con el estigmatizado, se centran en los atributos de su estigma sin
considerar los demás aspectos que se piensan como “normales” de su identidad social, por lo
que el rechazo se presenta cuando sus atributos lo justifican, entonces el siguiente paso es
intentar corregir su condición. (Goffman, 1970) Por ejemplo, recurrir a cirugías para mejorar la
condición del discapacitado.
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También se puede corregir su condición de manera indirecta, haciendo actividades que se supone
que el individuo “normal” realiza, por ejemplo: el lisiado que aprende a nadar, a bailar con o sin
artefactos externos, el sordo que se mueve y baila con la música o el ciego que pinta o cocina.
Cuando los discapacitados realizan algún tipo de práctica artística o deportiva, rompen con su
realidad y adoptan una conducta no convencional. El individuo estigmatizado puede descubrir
que se siente inseguro ante la mirada del otro, pero cuando hay una interacción con el otro, “el
normal”, el discapacitado sabrá si ha sido aceptado o rechazado. La incertidumbre del
estigmatizado surge porque no sabe qué es lo que las demás personas piensan realmente de él.
(Goffman, 1970)
El problema de la relación entre las personas con y sin discapacidad, es que el individuo
estigmatizado se siente observado y exhibido, ya que se cree que las actividades que suelen ser
ordinarias, para el discapacitado serán extraordinarias desde el punto de vista del resto de la
sociedad.
Por ejemplo, lo que antes era cotidiano para alguien que perdió la audición, (platicar con su
familia, bailar al ritmo de la música, o ir al cine) es ahora insultado. El sordo se convierte en una
persona extraordinaria si regresa a su vida cotidiana. “Si se lleva a cabo estos actos con tacto y
seguridad, despierta el mismo asombro que un mago que extrae conejos de su sombrero”.
(Goffman, 1970:28)
Si el individuo discapacitado se equivoca en dichas actividades puede ser interpretado como
resultado de su discapacidad, síntoma de su estigma, pero si una persona sin discapacidad
también se equivoca se considerar un resultado de distracción. (Goffman, 1970)
Ignorar el modelo social del discapacitado y pensar que se es deficiente por su condición,
posiblemente se estará invadiendo su intimidad, por el hecho de pensar que se tiene derecho de
abordar al discapacitado para conversar sobre su condición u ofrecerle una ayuda que no necesita
o no ha pedido.
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“Mi estimada niña, ¿cómo consiguió sus audífonos?” ;“Un tío abuelo mío tenía unos audífonos
por eso creo que conozco bien su problema”, “ Yo siempre he dicho que los audífonos son
excelentes y solícitos amigos”; “Dígame, ¿cómo se las arregla para bañarse con el audífono?”.
Lo que se infiere de estos preámbulos es que un individuos estigmatizado es una persona a la
cual los extraños pueden abordar a voluntad con tal de que sean sensibles a situaciones de esta
clase”. (Goffman,1970:31)
El término categoría puede ser aplicado a un conjunto de particularidades, es decir, a personas
que poseen algún tipo de estigma y conforman un grupo. (Goffman, 1970) Las personas que se
incluyen dentro de una determinada categoría de estigma pueden referir a un grupo o comunidad,
en donde el “nosotros” o “nuestra gente” son utilizados entre los estigmatizados, por ejemplo, en
la comunidad de sordos.
Los miembros de una categoría pueden tener una oficina o un lugar en donde promuevan su caso
ante los medios de comunicación, gobierno o sociedad, la diferencia la establece el individuo que
tomó el cargo, ya sea una persona estigmatizada o un nativo que está al tanto del tema. Una tarea
de estos representantes es de concientizar al público para aplicar una etiqueta más flexible a la
categoría en particular. (Goffman, 1970)
Lo anterior puede ser considerado como una de las tareas que la compañía de teatro de sordos
Seña y Verbo ha realizado. Al incluir a personas sordas a actividades culturales se está
visibilizando la problemática del estigma de la persona sorda. Los sordos pueden actuar.
Inclusión social de la persona sorda
“La sociedad incapacita a las personas más que los efectos que produce la incapacitación sobre
los individuos” (Andréu, Ortega y Pérez, 2003), el problema no son las desventajas biológicas y
fisiológicas del discapacitado sino el fracaso de la sociedad por no suprimir las diversas barreras
que vive el discapacitado, y serán estas las generadoras de exclusión social.
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Lemert (1962) distingue dos dimensiones de exclusión: desviación primaria y secundaria. La
primaria se relaciona con la idea que tiene el discapacitado sobre su discapacidad y la
concepción que se tiene de sí mismo, mientras que la segunda dimensionalidad es la relación
entre el propio sujeto y los demás, atribuyendo una identidad y una condición social
discriminada. (Lemert en Corbacho, Abela y Ruíz:2004)
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), plantea que el “modelo social de la
discapacidad parte de la premisa de que la inclusión significa la eliminación de barreras físicas,
principalmente sociales y en las actitudes de la sociedad en general”, (UNICEF, 2004)
En la Union of the Physically Imparied Against Segregation (UPIAS), se estableció una
definición más de la discapacidad, apegándose al Modelo Social del Discapacitado. Así, la
discapacidad “es la desventaja o la limitación de actividades causada por una organización social
contemporánea que no tiene en cuenta, o lo hace muy poco, a las personas que tienen
insuficiencias físicas y por tanto las excluye de la participación en las actividades sociales
generales” (UPIAS en Barnes, 1998)
La discapacidad es una forma de exclusión que implica limitaciones sociales, en este caso se ha
referencia al acceso al disfrute y placer de actividades culturales y a la realización de prácticas
artríticas.
Prácticas artísticas
Si se parte de la idea de que las prácticas artísticas no sólo buscan representar lo social sino
cuestionar los procedimientos con que habitualmente se representa lo social, entonces se podría
considerar que las prácticas artísticas pueden ser favorecedoras de la inclusión social, y es en
dicho proceso en donde se consigue trabajar la concientización de un problema social dado en el
diálogo entre artistas y público.
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“En vez de reproducir ingenuamente las relaciones sociales, reproducir más que lo real, las
convenciones icónicas que nos acostumbran a verlo de cierta manera, se trata de producir un arte
que revalore críticamente lo real y sus códigos de representación”, (García, 1979: 20) al producir
prácticas artísticas, el artista no debería limitarse sólo a la representación de la realidad sino
provocar la reflexión.
García (1979) plantea que el artista debe aprovechar el conocimiento sociológico para entender
las relaciones de grupos sociales, cómo están constituidos los códigos colectivos de percepción y
sensibilidad y en qué medida pueden ser modificados, por lo que el artista puede reparar puntos
sensibles de la vida cotidiana, provocar experiencias inesperadas y sobre todo generar conciencia
de las estructuras de opresión que se encuentran insertas en la sociedad.
Existen otros movimientos artísticos que no concuerdan con la posible relación de la sociología y
el arte, y en donde plantean que las estructuras sociales no pueden cambiarse únicamente con
actitudes personales y objeciones simbólicas.
En las prácticas artísticas se llega a superar el sentido individualista cuando se entiende el
sentido de colectividad. “Si la recepción de la obra completa su existencia y altera su
significación, hay que reconocerla como un momento constitutivo de la obra, de su producción y
no como un episodio final en el que sólo se digerirá mecánicamente significados a priori y en
forma definitiva por el autor”. (García, 1977:20 )
El verdadero artista popular es el que, “además de saber producir arte, debe saber enseñar al
pueblo a producirlo. Lo que debe ser popularizado no es el producto acabado, sino los medios de
producción”. (Bola en García, 1977:130 ) Desde esta perspectiva de socialización del arte se
puede considerar que la ideología del arte popular traducido como uno de los puntos del arte
colectivo puede ser una herramienta favorecedora para la inclusión social de un grupo o
individuo que se considera excluido de la sociedad.
El valor destacado del arte popular es “la representación y satisfacción solidaria de deseos
colectivos”. (García, 1977:259) El arte popular es el arte de liberación. En el proceso grupal
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como dimensión de creación colectiva para la transformación social a través del arte, se debe de
tomar en cuenta lo que cada uno de los integrantes aporta, será ahí donde se reconoce a los
participantes en su dimensión subjetiva.
Para Goodman (1976) el mundo es una construcción simbólica y a partir del arte el sujeto puede
revisar su representación del mundo y cambiar su realidad, ya que “el arte permite una relación
dialéctica entre lo que sabemos y lo que percibimos, entre lo aprendido y lo experimentado, entre
el objeto y el sujeto, entre lo real y lo imaginario, entre lo sentido y lo vivido, entre la forma y los
símbolos”. (González, 2010:12)
Las prácticas artísticas como favorecedoras de la inclusión social pueden conectar al individuo
con su propia identidad individual y colectiva, en este caso, los actores que conforman la
compañía de teatro Seña y Verbo tienen la posibilidad de interactuar con personas oyentes y con
los de su misma condición.
El espacio que genera el teatro es una oportunidad para el diálogo, para expresar las condiciones
sociales existentes en cada uno de los integrantes de la compañía de teatro y dirigir la mirada a
un problema social, en este caso la discapacidad auditiva en la sociedad.
Estado del arte
Discapacidad e inclusión social: acercamiento preliminar a los debates
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, es la primera frase de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas en 1948. (UNICEF, 2005)
Según Saleh, ex directora de Educación Especial UNESCO, Paris, “la discapacidad, entendida en
su contexto social, es mucho más que una mera condición: es una experiencia de diferencia. Sin
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embargo, frecuentemente, es también una experiencia de exclusión y de opresión”. (Saleh en
UNICEF, 2005)
De acuerdo con el Informe Mundial sobre la Discapacidad 2011, más de mil millones de
personas, equivalente al 15% de la población mundial, padece alguna forma de discapacidad.
Cerca de 785 millones de personas (15,6%) de 15 años y más viven con una discapacidad. En
cuanto a la discapacidad auditiva, más del 5% de la población mundial (360 millones de
personas) padece pérdida de audición (328 millones de adultos y 32 millones de niños). (OMS,
2011)
Según el Censo de Población y Vivienda 2010 (INEGI) se identificó a 291 mil jaliscienses que
tienen algún tipo de discapacidad, lo que representa el 4.0 % de la población total de la entidad.
De las personas con discapacidad, el 50.3 % son hombres y 49.7 mujeres. La limitación para oír
aun usando aparato auditivo afecta al 10.3 %, de la población jalisciense. (INEGI, 2010)
En el Informe Mundial sobre la Discapacidad 2011 (OMS, 2011) se aporta elementos que
impiden el desarrollo social de las personas discapacitadas y que por consecuente pueden ser
barreras que limitan la inclusión social del discapacitado:
Políticas y normas insuficientes. La formulación e implementación de políticas no
siempre tiene en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad, y si las hay no
se efectúan.
Actitudes negativas. La concepción errónea que se tiene del discapacitado y las creencias
y prejuicios que estigmatizan a las personas con discapacidad.
Prestación insuficiente de servicios. Deficientes y precarios servicios que se ofrecen al
discapacitado.
Problemas con la prestación de servicios. La mala coordinación de los servicios y el poco
conocimiento que se tiene sobre la discapacidad.
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Financiación insuficiente. Los recursos asignados a poner en práctica políticas y planes
suelen ser insuficientes.
Falta de accesibilidad. La infraestructura es una de las principales barreras que se
enfrenta el discapacitado, así como el uso del transporte público.
Pocos servicio de interpretación en lengua de señas.
Las personas con discapacidad, en comparación con las no discapacitadas, tienen tasas
significativamente más bajas de uso de tecnologías de información y comunicación.
Falta de consulta y participación. Muchas personas con discapacidad están excluidas de
la toma de decisiones en cuestiones que afectan directamente a su vida.
Falta de datos y pruebas. La falta de datos y estadísticas sobre la discapacidad y la falta
de pruebas objetivas sobre los programas que funcionan pueden dificultar que se adopten
medidas en beneficio de los discapacitados.
Lo mencionado anteriormente son barreras que obstaculizan la inclusión social de las personas
discapacitadas. “La inclusión no es una estrategia para ayudar a las personas para que calcen
dentro de sistemas y estructuras existentes; es transformar esos sistemas y estructuras para que
sean mejores para todos”. (UNICEF, 2005)
Según el artículo 30, planteado en la Convección de los Derechos de las Personas con
Discapacidad de la ONU, se resalta el arte como un bien común y un derecho de todas las
personas con discapacidad para desarrollar su potencial intelectual, artístico y creativo para el
beneficio propio y de la sociedad. (ONU, 2006) Partiendo de que el arte podría ser el
favorecedor para que el discapacitado se desenvuelva en los sistemas y estructuras existentes,
entonces, se deberá tomar en cuenta el acceso al arte y la cultura como un derecho para todos.
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Referente empírico
Seña y Verbo, compañía de teatro de sordos
La compañía de teatro Seña y Verbo del dramaturgo Alberto Lomnitz surge en el año de 1993, a
consecuencia de la experiencia vivida de Lomnitz como actor oyente de la compañía
estadounidense National Theahter of the Deaf.
Lomnitz llevo la idea del teatro de sordos a México, en cual el Lenguaje de Señas Mexicanas
(LMS) y el idioma español expresan el guión de la obra de teatro, acompañado de las
actuaciones de actores sordos y oyentes que saben el lenguaje de señas.
La compañía presenta durante todo el año obras para adultos y niños en la que se combina en
escena ambos lenguajes. Seña y verbo ha realizada más de dos mil presentaciones, quince giras
internacionales, frecuentes giras por toda la república mexicana y más de dos mil
representaciones en la ciudad de México.
En el año 2008 con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y liderado
por Lomnitz, se inicia el proyecto “Manos a los estados”, un proyecto de teatro comunitario cuyo
objetivo era involucrar a la comunidad de sordos, instituciones gubernamentales, culturales y el
público de la región en el interior del país, pensando en el desarrollo de la comunidad de sordos
por medio del teatro.
A raíz de dicho proyecto surgen diferentes grupos de teatro de sordos en México, por lo que se
pudo realizar a nivel nacional el primer festival de teatro de sordos en el año 2012.
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