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INTEGRACIÓN MIGRATORIA Y LABORAL EN CENTROAMÉRICA
Ilka Treminio SánchezUniversidad de Salamancacorreo electrónico: [email protected]
Resumen
El proceso de transnacionalización de la mano de obra que se vive en la región Centroamericana, trae al debate la necesidad de avanzar en materia de protección de los derechos humanos en el tratamiento migratorio. Especialmente porque los procesos recientes de desplazamiento de personas están motivados por la búsqueda de oportunidades de trabajo.
Existen algunos compromisos que los países han ido adquiriendo como parte de la firma de Acuerdos Internacionales, pero sobretodo, se ha empezado a crear una incipiente institucionalidad regional que en un futuro podría liderar la construcción de una gobernabilidad migratoria centroamericana. Quedan muchos retos pendientes, aunque no puede descartarse que se han realizado notorios esfuerzos. El llamado de atención es principalmente a trascender el plano discursivo y emprender acciones reales.
Datos biográficos: Politóloga por la Universidad de Costa Rica, Máster en desarrollo económico local por la FLACSO Costa Rica, Máster en ciencia política de la Universidad de Salamanca. Actualmente se encuentra en proceso de selección para el doctorado en procesos políticos contemporáneos de la Universidad de Salamanca.
Palabras clave: integración centroamericana, migración, legislación, mercado laboral.
Introducción
Históricamente, la región centroamericana1 ha estado marcada por el
constante flujo de personas, hecho que no marca una novedad, por el
contrario la población en los países que la componen muestra la
mezcla de grupos y etnias que son un reflejo de la diversidad de su
formación.
A partir de esta premisa, se plantea en este trabajo que la migración
es una constante en la región, que tiene impactos de diverso tipo,
pero en la actualidad, lo tiene especialmente en el mercado laboral.
Por tanto, es un factor que no puede invisibilizarse y mantenerse al
margen de la vida política doméstica y regional, por el contrario,
como tal, es un tema que debe estar presente en el proceso de
formación de políticas públicas y en la integración.
Para desarrollar este trabajo, en primer lugar se hará un repaso muy
breve por los procesos migratorios en la región, posteriormente, se
revisarán los principales instrumentos internacionales que regulan el
tema y las instancias regionales responsables en la materia
migratoria y finalmente, se plantearán algunos retos en el marco de
la integración a tener presente.
1 Según Morales (2007) “En la terminología regional, se tiende a hablar indistintamente de Centroamérica y de América Central, como conceptos equivalentes, para referirse a una misma categoría geográfica. Sin embargo, el concepto de Centroamérica hace referencia a una categoría histórica y cultural, mientras que, en su construcción, el de América Central está más bien determinado por el peso de la ubicación geográfica del istmo. Así, pues, América Central está formada por la franja de territorio, entre dos mares: el océano Pacífico y el mar Caribe y que sirve de puente entre las dos masas continentales que conforman el continente americano. Como superficie territorial está compuesta por los territorios de siete países: Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La superficie total abarca 521.600 kilómetros cuadrados y estaba poblada, según datos de 2004, por 39.373.000 habitantes.12 Mientras que Centroamérica como concepto, según su origen histórico, comprendía al espacio que formó parte del Reino de Guatemala durante la colonización española y que, posteriormente, con la exclusión de Chiapas que, tras su independencia, se anexara a México, intentaron formar una federación”
Mapa No. 1
Mapa político de Centroamérica
La migración en Centroamérica
Cuando hablamos de migración en el nuevo entramado económico
global, nos referimos a una expresión de dinámicas que encuentran
sus asideros en las realidades sociales, económicas y culturales de
sus respectivas zonas de vida. Diversos factores entran en juego, se
pueden mencionar los de índole ambiental como son: la
profundización en el deterioro socio-ambiental, el colapso de la
infraestructura disponible y las acciones insostenibles de explotación
de los recursos naturales; los factores sociales y económicos: como la
persistencia de la exclusión social y la “institucionalización” de la
pobreza y, factores políticos como: la precaria construcción de
ciudadanía, el debilitamiento de las estrategias colectivas
comunitarias y los lazos socioculturales, producto del temor que dejó
la guerra civil en las diferentes sociedades, y los valores centrados
en el individuo que promueve la sociedad postindustrial (Acuña,
2007).
La movilidad de las personas es un fenómeno complejo, tiene
diversas causas y consecuencias y las mismas se expresan en los
distintos escenarios locales, tanto los de origen como los de llegada,
y en algunos casos, en los de tránsito. No obstante, es un evento que
no pasa sin dejar huella, la migración permite la formación de
experiencias tanto en el plano individual como en el colectivo, dando
lugar a una red de acciones e intercambios en todos los niveles
(económico, social y simbólico). Diversos elementos propician o
desincentivan estos intercambios, pero ciertamente la sociedad actual
favorece el mantenimiento de la comunicación y los flujos de
información, bienes y recursos.
A su vez, las diferentes formas de entablar y mantener los vínculos a
través de las fronteras, muestran un hecho importante, la
consolidación de prácticas informales que ponen en evidencia el
accionar al margen de los Estados y los sectores formales privados, lo
que conlleva la construcción de nuevas dinámicas que permiten
hablar de comunidades transnacionales, pero también de redes de
carácter delictivo y de un complejo entramado de nodos de individuos
y grupos dedicados a la intermediación de la migración (Acuña,
2007).
Para el caso en estudio, conviene aclarar que la migración es un
proceso de larga data que ha tenido diferentes momentos de mayor
profundización. Al respecto, Morales (2007) define distintos
momentos en que se encuentran presentes las “olas migratorias” en
la región, así se pueden mencionar tres principales: (1)
Agroexportación, modernización e incipiente formación de mercados
de trabajo regionales; (2) Los desplazamientos forzosos durante el
conflicto armado; (3) La transnacionalización laboral y la
globalización de Centroamérica.
El primer momento va de la segunda mitad del Siglo XIX hasta la
primera mitad del Siglo XX. Este período se destaca por el
desplazamiento obligado de indígenas y campesinos, así como de
poblaciones transfronterizas para trabajar en los cultivos que dieron
forma al modelo agroexportador, así como actividades asociadas al
mismo, como la construcción de ferrocarriles e infraestructura para el
desarrollo de la actividad exportadora, como el Canal de Panamá, el
ferrocarril transístmico, entre otros. (Morales, 2007). Según el mismo
autor, durante este período entre las décadas del 30 y el 50, el
impacto más importante de esa migración transfronteriza se
experimentó entre El Salvador y Honduras. Se estima que alrededor
de 300.000 y 350.000 salvadoreños pudieron haber emigrado a
Honduras, debido fundamentalmente a los impactos de la crisis del
29 sobre los precios de café, la represión y genocidio de campesinos
de 1932, la atracción de fuerza de trabajo para las plantaciones
bananeras en el segundo país y la disposición de tierras para la
agricultura.
Un segundo momento, asociado con los conflictos políticos durante
las décadas del 70 y 80 que afectaron a Nicaragua, El Salvador y
Guatemala. El éxodo provocado por la violencia social y la
persecución política, se ha estimado que desplazó alrededor de 2
millones de personas. Entre éstas se incluyen refugiados, desplazados
internos, repatriados, entre otros. Este período si bien está marcado,
por razones fundamentalmente políticas, no se puede decir que sea la
única causa, asociado al conflicto bélico, se encuentra la búsqueda
por parte de los migrantes de encontrar salida a sus necesidades
materiales, sociales e incluso psicológicas que fueron afectadas por
las secuelas de las guerras.
El tercer período, es el más relevante para efectos del análisis, dado
su carácter determinante dentro de los retos de un nuevo impulso
integrador. Con el final de los conflictos bélicos, la región ingresa en
el nuevo escenario económico caracterizado por la liberalización de
los mercados, la diversificación del modelo exportador y la
interdependencia de las economías en un orden más global. En este
escenario, se podría afirmar que las dinámicas de empleo y el
mercado laboral han sufrido importantes transformaciones, cuyas
principales expresiones son la flexibilidad laboral, la desregulación del
mercado de trabajo, la disminución del empleo público, la
descampesinización de lo rural, y el crecimiento del sector servicios,
entre otros. Por otro lado, en contraposición a estas
transformaciones, del lado de la mano de obra, se destaca el
debilitamiento de las organizaciones sindicales, que trae consigo el
posicionamiento de estrategias individuales o familiares frente al
trabajo, por sobre las estrategias colectivas, la desprotección en
materia regional y los marcos cada vez más laxos de legislación
laboral (Bulmer- Thomas: 2001).
A lo anterior se suma, que la estructura social y la concentración del
empleo urbano, en todos los países centroamericanos, ha provocado
el ensanchamiento de las ciudades y el surgimiento de nuevas
ruralidades asociadas al sector servicios, como es el caso del turismo.
Pero, esto no se traduce en una mejora del espacio político, aún
prevalecen mecanismos débiles para propiciar el fortalecimiento de la
ciudadanía y por lo tanto, la reconfiguración del espacio no ha sido
suficiente para moldear una estructura inclusiva de las sociedades. Es
decir, a pesar de notables avances en materia política que ha tenido
Centroamérica, como son el fin de los conflictos armados, la firma de
acuerdos de paz y la democratización expresada sobre todo en la
celebración de procesos periódicos y libres eleccionarios; persisten en
la Centroamérica de la posguerra, los resabios en política social y eso
se evidencia en el desempleo, la pobreza y una de sus principales
manifestaciones, las migraciones. En este sentido, éstas son el
“resultado de la reproducción de las deficiencias de las viejas
estructuras y de la prolongación de contradicciones irresolutas”
(Acuña, 2007).
Al situarnos en el último período sobresale uno de los elementos más
recurrentes en los estudios sobre los retos de la integración en la
región centroamericana, el desarrollo del capital humano en
Centroamérica (Bulmer-Thomas: 2001, Informe Estado de la Región:
2008). Cuando se habla de este recurso se piensa normalmente en la
necesidad de fortalecer políticas sociales como educación y salud para
la atención de la población de los diferentes Estados nacionales. Sin
embargo, en el caso centroamericano, cuya sociedad está marcada
por el desplazamiento entre países de mano de obra, el tema se
posiciona cada vez más allá de la política doméstica y requiere de
atención en instancias de más amplio alcance, si se quiere pensar en
una integración económica que propicie la competitividad y la justicia
social.
Anteriormente, desde la visión de los mercados de trabajo en
Centroamérica, el viejo regionalismo, que se sitúa entre los años
sesentas y los setentas, incentivó la industrialización y, con ella los
fenómenos de migración interna rurales- urbanos. Por esa razón, se
considera que no propiciaron una fuerte discusión desde la sociedad
sobre la regionalización de la fuerza de trabajo en momentos donde
el ímpetu integracionista era más fuerte.
Como señala Schmiter (1970) la regionalidad de esas décadas incluyó
a algunos sectores, como los industriales, que son quienes finalmente
lograron obtener beneficios del espacio económico común. Debido a
que hasta ese momento, de acuerdo con Morales (2007: 276) “el
proyecto lo que logró fue abrir espacios a nuevas fuerzas del capital
dentro de los intentos de reforma económica de corte modernista;
aunque los intereses de las burguesías nacionales contradictorios
entre sí, y bajo el efecto fragmentador de la inversión extranjera,
recluidos en un nacionalismo económico, no permitieron la
consolidación del proyecto de mercado regional”.
En la conformación de este proyecto regional, el modelo estaba
sustentado en la centralidad de los Estados nacionales, como
estructura que sostenía el estilo de desarrollo basado en la
industrialización. Por esta causa, el pensamiento de la región se dio
desde actores empresariales y políticos, pero estuvo ausente la
participación de otros sectores de la sociedad civil para conformar un
proyecto más inclusivo en Centroamérica, de manera tal, que la
mayoría de los grupos sociales estuvieron excluidos de los beneficios
de la integración y en este sentido fue básicamente limitada.
Volviendo la mirada, al modelo actual de la producción, basado en la
transnacionalización de la mano de obra, más allá de su
reconocimiento formal, lo cierto, es que en la práctica en la región
centroamericana hay miles de personas que se desplazan para
trabajar permanente o temporalmente en otros países de la región,
en diversas actividades. De ahí que la centralidad de las migraciones
en el nuevo regionalismo centroamericano se caracteriza por la
intensificación y diversificación de los flujos, como producto del nuevo
proceso de regionalización y transnacionalización de la mano de obra.
(Morales, 2007:272)
Con la migración, vista desde esa perspectiva, las dinámicas
transfronterizas e interregionales, se han posicionado con mayor
fuerza. En este espacio confluyen las expresiones, contradicciones y
simbiosis generadas a partir de una nueva socioterritorialidad; la cual
se construye basada en el vínculo que genera la reproducción del
capital y los modos de vida social. Como es claro, en esta visión del
territorio, surge una nueva forma de división espacial del trabajo, no
obstante, la desregulación y las tensiones sociales que se manifiestan
en esa nueva espacialidad, ponen en el debate la necesidad de
adaptar los mecanismos institucionales para garantizar la calidad de
vida y la protección de los derechos, lógica que debiera prevalecer
sobre la instrumental del mercado.
Principales Instrumentos Internacionales
De acuerdo con el Informe Estado de la Región (2008) en materia de
legislación interna, las normas que sobresalen son aquellas asociadas
a regular la migración desde la seguridad policial, adoleciendo de
instrumentos orientados hacia el respeto y garantía de los derechos
humanos. Desde la concepción de la seguridad, simbólicamente lo
que se hace es reforzar el imaginario de la migración como una
amenaza social, con la consecuente desprotección del trabajador
migrante.
En cuanto a la suscripción de Convenios Internacionales, se ha
avanzado notablemente, lo cual es relevante pues este tipo de
legislación complementa la normativa interna y fortalece la protección
de derechos humanos. El problema central es que frente a la
ratificación de este tipo de acuerdos, no hay un correlato en la
elaboración de marcos legales internos que den contenido efectivo a
estos compromisos.
En este aspecto, es interesante introducir la interpretación de la CIDH
sobre las “obligaciones estatales en la determinación de las políticas
migratorias a la luz de los instrumentos internacionales de protección
de los derechos humanos”, consulta formulada en el año 2003 por
parte de México2. La Corte expresa:
La política migratoria de un Estado está constituida por todo acto, medida u omisión
institucional (leyes, decretos, resoluciones, directrices, actos administrativos, etc…) que
versa sobre la entrada, salida o permanencia de población nacional o extranjera dentro
de su territorio. (Título IX, párrafo 163).
Asimismo, afirma,
Este Tribunal considera indispensable recordar lo señalado en el artículo 27 de la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, el cual señala, al referirse al
derecho interno y a la observancia de los tratados, que: “[u]na parte no podrá invocar
las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un
tratado”. (Título IX, párrafo 165).
Es clara, la postura de la Corte en el sentido que los países tienen el
compromiso de adaptar sus legislaciones internas a los marcos
internacionales a los cuales se han adherido, con el fin de cumplir
fielmente con las garantías, en este caso, de la protección de
derechos de los migrantes. Incluso, la opinión de la Corte es que los
Estados deben adoptar medidas positivas y eliminar acciones y
medidas que atenten contra los principios de igualdad y no
discriminación; que además, las acciones cometidas por el Estado en
contra de estos principios le genera responsabilidad internacional.
Los países centroamericanos han reconocido diversos instrumentos
de derecho internacional. En este sentido, han firmado numerosos
acuerdos y convenios tanto sobre derechos humanos, en general, con
independencia del status del individuo, como otros específicos para
poblaciones migrantes. Los del segundo grupo son los que
particularmente interesan para enfocar esta problemática. Dentro de
este grupo, el más exhaustivo es la “Convención Internacional sobre
la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y 2 Opinión Consultiva OC-18/03
de sus Familias” denominado también como “la Convención sobre
Trabajadores Migratorios” o “la CTM”, el cual fue aprobado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1990. Este Convenio
hace extensivos los derechos fundamentales a los migrantes
trabajadores, tanto a aquellos que se encuentran documentados,
como a los que no. Además, contempla la eliminación de la
explotación de los migrantes y de los movimientos clandestinos
(Morales, 2007)
Esta Convención entró a regir a partir de julio de 2003; no obstante,
no todos los países han ratificado en igual proporción los
instrumentos internacionales, por ejemplo, la CTM no ha sido
ratificada por Costa Rica y Panamá (Estado de la Región: 2008). Un
dato más preocupante que nos arroja el Informe es que en ningún
país centroamericano se ha firmado el Convenio de la OIT sobre las
migraciones en condiciones abusivas y la promoción de la igualdad de
oportunidades y de trato de los trabajadores migrantes, ni el
Convenio sobre la conservación de los derechos en materia de
seguridad social (no 157).
Otros Tratados Internacionales que tratan la protección de derechos
de población migratoria, en donde participan países de la Región se
presentan en el siguiente cuadro:
Cuadro No.1
Centroamérica: estado de ratificación de los principales tratados internacionales
de derechos humanos en materia de migrantesTratado Objetivo Países
signatariosConvención Internacionalsobre la Protección de los Derechos de todos losTrabajadores Migrantesy sus Familias (ONU)
Compromiso de respetar y asegurar derechos y libertades fundamentales a distintas clases de trabajadores migratorios y sus familiares, incluso en situación irregular, sin distinción
Guatemala (2003),El Salvador (2003),Honduras
alguna por motivos de su condición. (2005),Nicaragua (2006)
Convenio sobre la Igualdad de Trabajo (accidentes del trabajo), nº 19, de la OIT.
Obliga a conceder a los ciudadanos de cualquier otro Estado miembro que lo hayaRatificado, cuando fueren víctimas de accidentes del trabajo ocurridos en el territorio de aquél, o a sus derecho-habientes, el mismo trato que otorgue a sus propios nacionales en materia de indemnización por accidentes del trabajo.
Guatemala (1961),Nicaragua (1934),Panamá (1970)
Convenio relativo a los Trabajadores Migrantes, nº 97, de la OIT.
Establece medidas para prohibir y combatir la discriminación contra trabajadores migrantes en materia de derechos laborales.
Guatemala (1952)
Convenio sobre la Igualdad de Trato (seguridad social), nº 118, de la OIT.
Los Estados partes se obligan a conceder a nacionales de otro Estado parte igualdad de trato respecto de sus propios nacionales en lo concerniente al derecho a prestaciones, en todas las ramas de la seguridad social respecto de las cuales haya aceptado las obligaciones del Convenio.
Guatemala (1963)
Convención sobre el AsiloTerritorial (OEA)
Establece el derecho de todo Estado a admitir dentro de su territorio a las personas que juzgue conveniente, sin que por el ejercicio de este derecho ningún otro Estado pueda hacer reclamo alguno.
Guatemala (1983),El Salvador (1954),Costa Rica (1955),Panamá (1958)
Convención sobre el AsiloDiplomático (OEA)
Establece regulaciones sobre el otorgamiento de asilo en misiones diplomáticas ordinarias, navíos de guerra o campamentos o aeronaves militares a personas perseguidas por motivos o delitos políticos.
Guatemala (1983),El Salvador (1954),Costa Rica (1955),Panamá (1958)
Convención Interamericanasobre RestituciónInternacional de Menores
Busca asegurar la pronta restitución de menores que tengan residencia habitual en uno de los Estados parte y hayan sido trasladados ilegalmente desde cualquier Estado a un Estado parte o que, habiendo sido trasladados legalmente, hubieren sido retenidos ilegalmente. Así como, hacer respetar el ejercicio del derecho de visita y el de custodia o guarda de los menores por parte de sus titulares.
Nicaragua (2004),Costa Rica (2001)
Convención contra la Discriminación en laEducación (Unesco)
Los Estados partes se comprometen a tomar medidas legislativas, administrativas y de otra índole para erradicar todo tipo de discriminación en la esfera de la enseñanza.
Guatemala (1983),Nicaragua (1981),Costa Rica
(1963),Panamá (1967)
Tomado de: Informe Estado de la Región (2008)
Como puede observarse, de los Tratados existentes que atañen al
tema de la migración, sobresale la ausencia de compromiso como
región en la firma de los mismos, ningún país ha suscrito la totalidad
de los Tratados y en el caso de Honduras, únicamente se encuentra
adherido a uno. El país que más participación muestra en estos
compromisos es Guatemala, que de los 8 Convenios, ha ratificado 7.
Aunque, lo más alarmante es que la suscripción de los Convenios no
se ha traducido en cambios en la normativa interna de cada país.
Por otro lado, en materia de legislación interna, como se ha
mencionado más arriba, prevalece la visión de seguridad frente al
migrante y en esta dirección, se encuentra en las Constituciones
Políticas de la mayoría de los países centroamericanos, la garantía de
preferencia del trabajador nacional con respecto al migrante.
Cuadro No. 2
Preferencia en igualdad de condiciones de trabajadores nacionales
País Artículo de la Constitución Política
Guatemala Art. 102 inciso nHonduras Art. 34Costa Rica Art. 68Panamá Art. 69Fuente: Elaboración propia a partir del Informe Estado de la Región (2008)
El cuadro No. 2 es elocuente en el sentido de la falta de compromiso
real de los países por cumplir con los Acuerdos Internacionales, dado
que en sus propias Constituciones incluyen cláusulas de
favorecimiento a nacionales, en la cuales se viola el principio de la
igualdad de trato y la no discriminación, hecho que incluso roza con
la inconstitucionalidad. La doble moral de los Estados es preocupante
por tal razón, pues al parecer están en entera disposición de aceptar
el discurso de la protección y garantía de los derechos humanos, pero
en el fondo, al nivel interno prevalecen las acciones de exclusión y de
trato discriminatorio. En un espacio como el mercado laboral, esto
finalmente se traduce en explotación, segregación y violencia social.
La Institucionalidad Migratoria Regional
El otro plano de instrumentos de regulación es el regional. En este
escenario, el vacío de normativa y de instituciones que atendieran la
población migrante llevó a que en la década de los noventa, se
gestaran una serie de acciones interestatales que llevaron a que en
1996, se convocara a la Conferencia Regional sobre Migración (CRM),
también denominada “Proceso Puebla”. La CRM se ha mantenido
como foro permanente.
La CRM más que un espacio para la toma de decisiones, es un foro de
diálogo e intercambio de información para el estímulo a la
formulación de políticas públicas sobre migración que desarrolla cada
país. La CRM está integrada por los siete países de Centroamérica,
además de Canadá, Estados Unidos, México y República Dominicana.
En la Conferencia participan también como observadores otros
países, organizaciones y organismos de integración regional.
Como puede observarse, este foro regional también ha contado con
una estructura paralela conformada por organizaciones que se
encuentran involucradas en la protección de los derechos humanos de
los migrantes y los refugiados. Entre ellas se encuentran
organizaciones religiosas, organizaciones de migrantes, académicos,
etc. Esta estructura a su vez, permitió la formación de la Red
Regional de Organizaciones Civiles para las Migraciones (RROCM). Las
organizaciones no gubernamentales integradas en la RROCM, han
entablado un importante diálogo con los Estados en el entorno de la
CRM y participan como invitadas en las reuniones viceministeriales,
además, se reúnen paralelamente entre ellas (Morales, 2007).
Desde 1996 se han celebrado doce conferencias regionales en el
Proceso Puebla, con la participación de los Viceministros de relaciones
exteriores y de gobernación de los países miembros, que componen
el máximo órgano decisorio de la CRM. En estos encuentros
regionales se elaboró el Plan de Acción de Panamá, que luego se
actualizó con el nombre de Plan de Acción de Guatemala en el año
2002, hoy se denomina Plan de Acción de la CRM, al cual se le
efectúan ajustes y seguimientos anuales (Informe Estado de la
Región, 2008).
Algunos de los logros en el marco de la CRM que se destacan en el
Informe Estado de la Región (2008) son:
∗ El “Memorándum de entendimiento entre los gobiernos de los Estados Unidos
Mexicanos, la República de El Salvador, la República de Guatemala, la República
de Honduras y la República de Nicaragua, para la repatriación digna, ordenada,
ágil y segura de nacionales migrantes centroamericanos por vía terrestre”.
∗ El “Proyecto de retorno digno, seguro y ordenado de migrantes regionales por
vía terrestre”.
∗ El “Proyecto piloto para el retorno voluntario y la reinserción social de niños y
niñas víctimas del tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas”.
∗ El “Marco general de ejecución del programa de cooperación multilateral para el
retorno asistido de migrantes extrarregionales varados en países miembros de la
Conferencia Regional sobre Migración, CRM”.
∗ El diseño del “Sistema de información estadística sobre las migraciones en
Centroamérica” (Siemca) por parte de OIM-Cepal/Celade. Este sistema es
considerado por la CRM como uno de sus principales logros.
Un antecedente, a la CRM es que en 1995 el Consejo
Centroamericano de Procuradores de Derechos Humanos firmó en la
ciudad de Tegucigalpa, Honduras, la carta de compromiso sobre la
problemática de la población desarraigada establecida en los países
de América Central, y plantearon a los gobiernos de sus respectivos
países la necesidad de ratificar diversos instrumentos internacionales
relativos a refugiados y derechos humanos, la armonización de las
legislaciones nacionales en función de aquellos y fomentar la plena
observancia de los derechos humanos, así como recordar a los
gobiernos su responsabilidad en la erradicación de las causas del
desarraigo.
La OIM
En octubre de 1997, se crea en San José la Oficina Regional de la OIM para
Centroamérica, México y el Caribe, cubriendo un total de 11 países. La
responsabilidad sobre los países del Caribe es transferida a la Oficina de la
Organización en Washington, en marzo de 1999. Desde entonces, la Oficina
Regional en San José, Costa Rica incorpora a 8 países, a saber: Belice,
Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y
Panamá.
La OIM participa en la Comisión Centroamericana de Directores de
Migración (OCAM) desde su constitución en 1990, asumiendo su Secretaría
Técnica en 1999, hasta la actualidad. Asimismo, como Oficina Regional
participa en las reuniones de la Conferencia Regional sobre Migración
(CRM), también desde sus inicios, en 1996. Desde su creación en setiembre
del año 2001, la Secretaría Técnica de la CRM establece su sede en las
Oficinas de la OIM en San José.
Además, a través de su participación en ambos procesos regionales, la
Oficina de San José brinda servicios técnicos a los países de la región, entre
otros asesoría para la gestión migratoria, elaboración e implementación de
proyectos, y capacitación en temas como el combate a la trata de personas
y el tráfico de migrantes, documentos de viaje y sistemas de emisión.
Además, la OIM ejecuta los programas tradicionales de la Organización,
entre ellos los Programas de Migración Selectiva y en general movimientos
asistidos en el marco de diversos proyectos.
La OCAM
Otro espacio de intercambio regional en el ámbito de las políticas y
legislaciones migratorias es la Comisión Centroamericana de
Directores de Migración (conocida como OCAM por su nombre
original: Organización Centroamericana de Migración). La OCAM fue
creada en el seno del Sistema de Integración Centroamericana
(SICA) en octubre de 1990, en la ciudad de San José, a solicitud de
los Presidentes Centroamericanos en el marco del Plan de Acción
Económico de Centroamérica (PAECA).
El objetivo de la OCAM es contar con un mecanismo regional de
coordinación, concertación y consulta para el tratamiento del
fenómeno migratorio. A partir de enero de 1999, la OIM asumió la
Secretaría Técnica de la OCAM, en el marco del Convenio suscrito con
la Secretaría General del SICA, con el fin de apoyar las actividades
regionales en materia migratoria que la Comisión venía realizando.
Está conformada por los directores de migración de Centroamérica,
incluidos Panamá y Belice. Su objetivo es servir como mecanismo regional
de coordinación, concertación y consulta para el tratamiento del fenómeno
migratorio. Ha puesto en marcha un plan de acción en el que se integran los
temas de derechos humanos para “desarrollar acciones coordinadas en la
atención del tráfico de personas y ejecutar acciones para el tratamiento de
la problemática de los migrantes intrarregionales y extrarregionales”.
Adicionalmente, la OCAM está desarrollando un plan de trabajo en materia
de gestión y política migratorias.
La OCAM ha impulsado iniciativas concertadas para el tratamiento de
la información migratoria, la capacitación de los funcionarios de las
direcciones de migración de los países miembros, la modernización de
la gestión migratoria, la implementación de instrumentos y
procedimientos comunes en este ámbito, el esfuerzo hacia la
homogeneización de requisitos de ingreso de extranjeros, el retorno
digno, seguro y ordenado de migrantes regionales y extrarregionales
y otros temas de interés común. La creación de la OCAM responde
inicialmente a la necesidad de facilitar el tránsito de personas entre
los países de la región y además al reconocimiento por parte de sus
países miembros de que las migraciones son un proceso vital en la
integración centroamericana y por lo tanto, es necesario fortalecer los
mecanismos de concertación para potenciar la contribución positiva
de las migraciones al desarrollo económico y social de la región.
En distintos foros y conferencias, la OCAM ha manifestado la necesidad de
ejecutar proyectos en las áreas antes mencionadas, para aliviar la presión
de los migrantes indocumentados en Centroamérica. En ese sentido, la OIM
-que actúa como secretaría técnica de la OCAM- cuenta con un amplio
listado de proyectos sugeridos por los directores de migración, pero las
posibilidades de ejecutarlos se ven limitadas por escasez de recursos
materiales y la falta de voluntad política a lo interno de las naciones
miembros.
En el marco del grupo denominado CA-4 (conformado por Guatemala, El
Salvador, Honduras y Nicaragua) los directores de migración de la OCAM
han implementado un programa de “paso fácil”. Actualmente los nacionales
de países que integran el grupo pasan por los controles migratorios
únicamente con el documento de identificación; se ha eliminado la tarjeta
de ingreso/egreso (TIE) por los puntos fronterizos intermedios, aunque se
mantiene la obligatoriedad del pasaporte para los menores de edad en
tránsito por las naciones del CA-4 (Informe Estado de la Región, 2008).
Como señala Morales (2007), este mecanismo pareciera ser el inicio de un
proceso para establecer y consolidar mecanismos de cooperación migratoria
para la región, pero que se encuentra con la renuencia de Costa Rica a
participar, debido a los conflictos bilaterales entre ese país y Nicaragua que,
además de la imposición recíproca de visas entre sí, ha implicado la
interposición de denuncias y acusaciones entre uno, ya sea ante el Tribunal
Internacional de Justicia de La Haya en un caso o ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en otro caso.
Algunas reflexiones finales
En este proceso de creciente transnacionalización de la mano de obra
en la región Centroamericana, surge la preocupación por establecer
lineamientos, acciones e instituciones que velen por la protección de
los derechos humanos en el tratamiento migratorio, esto acompañado
de normas laborales mínimas a escala regional, que satisfagan el
criterio de igualdad de trato y no discriminación. Las bases están
sentadas en gran medida, pues como se ha visto, los países
participan de la ratificación de al menos algún Acuerdo Internacional
en este tema y se cuenta con algunas organizaciones que funcionan
en la región estableciendo políticas en esa dirección.
La principal razón para plantear lo anterior, es que si se piensa
avanzar en un proceso de integración, un elemento central es la
calidad de vida y el fortalecimiento de la reproducción de la fuerza de
trabajo. La integración si en esta ocasión busca lograr mejorar los
niveles de desarrollo de forma integral, requiere que los países
centroamericanos se inserten en la economía global por la vía alta, es
decir mediante la competitividad basada en la equidad, no en la
reducción al mínimo de los costos de mano de obra.
Ciertamente, como plantea Bulmer- Thomas (2001) en la región, el
éxito o fracaso de los planes de desarrollo en el mediano plazo,
depende en gran medida de que tenga la capacidad de mejorar el
capital humano, lo que supone, un avance concertado para superar el
legado de las deficientes políticas sociales que caracterizaron a los
anteriores modelos de desarrollo. Asimismo, se requiere del diseño de
políticas que fortalezcan e incentiven la capacidad de la fuerza laboral
que reduzca su vulnerabilidad y mejore su inserción para responder
ante nuevas oportunidades de empleo, con lo cual se fortalecería el
potencial incluyente de los procesos de desarrollo en América Central.
Los esfuerzos actuales de los países se aprecian sobre todo en la
ratificación de convenios internacionales y en la creación de una
incipiente estructura institucional centroamericana. El reto en esta
toma de conciencia, es avanzar más allá del discurso de los derechos
humanos y plasmar el compromiso en derechos fundamentales en la
legislación doméstica, tanto en la creación de normativas, como en
dar un viraje a la legislación atinente a la migración.
BibliografíaAcuña, Guillermo; et. al (2008) “Redes sociales y migración en
América Central” Ponencia para el Informe Estado de la Región: Un informe desde Centroamérica y para Centroamérica. San José, Costa Rica.Bulmer-Thomas, Víctor y Kincaid, Douglas (2001) Centroamérica 2020: Hacia un nuevo modelo de desarrollo regional. Cuaderno 121 de Ciencias Sociales. FLACSO, San José.Estado de la Región (2008) Informe Estado de la Región en desarrollo humano sostenible. San José, Costa Rica.Morales, Abelardo (2007) La Diáspora de la posguerra: regionalismo de los migrantes y dinámicas territoriales en América Central. FLACSO- ASDI, San José.Philippe Schmitter (1970) “Central American integration: spill-over, spill-around orencapsulation?” Journal of Common Market Studies, N°9, 1970.Sitios en internet consultados:OIM:http://www.iom.or.cr/espanol/ProcesosRegionales/OCAM/OCAM.shtmlOCAM: http://www.sica.int/busqueda/busqueda_archivo.aspx?Archivo=acta_545_3_13062005.htmCIDH:https://www.cidh.oas.org/Default.htmOIT:http://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm