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LA CONSTITUCIONALIDAD DE LAS INTERVENCIONES CORPORALES
Los artículos 246 a 250 de la ley 906 de 2004 hacen referencia a las intervenciones
corporales, o medidas para la obtención de fuentes de pruebas que interfieren en el
cuerpo humano. Las intervenciones corporales son de carácter jurídico-probatorio, y
tienen la naturaleza jurídica de prueba pericial. Dentro de estos medidas se
encuentra el registro corporal como una exploración de la superficie del cuerpo, o
bajo la indumentaria de la persona para buscar cosas sujetas al cuerpo mediante
adhesivos; la inspección corporal, que se emplea para examinar los oficios
corporales naturales (boca, ano, vagina, etc.) y el interior del cuerpo de la persona
afectada, cuando el objeto buscado ha sido ocultado en el interior de tales orificios; y
la obtención de muestras intimas, tales como semen, sangre, saliva, cabellos, etc.
estas diligencias consisten en procedimientos de investigación posdelictuales,
dirigidas a hacer una búsqueda sobre el cuerpo del imputado, de la víctima o de
terceros que tengan alguna relevancia para la investigación, con el fin de constatar
hechos, lograr la identificación del autor y determinar las circunstancias bajo las
cuales éstos se produjeron. También se dice que están orientadas a la recuperación
de elementos de prueba que se encuentren ocultos en el cuerpo de la persona.
Ahora, como estas prácticas inciden en derechos fundamentales, tales como la
dignidad humana, el derecho a la intimidad, la integridad física, y la autonomía
personal, me propongo analizar la constitucionalidad de los artículos 246 a 250 de la
ley 906 de 2004, partiendo de la sentencia C-822 de 2005 de la Corte Constitucional.
Existe una posición que considera inconstitucional los artículos 246 a 250 de la ley
906 de 2004, y argumenta que estas disposiciones desconocen los derechos al
respeto de la dignidad humana (Art. 1, CP), a la intimidad (Art. 15, CP), a no ser
sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes (Art. 12, CP), a no
autoincriminarse (Art. 33 CP) y a la presunción de inocencia, (Art. 29, CP) porque
con estas prácticas se convierte al individuo y su cuerpo en un objeto de
investigación penal, se desconoce su autonomía al someterlo a estas medidas aún
sin su consentimiento, y se le obliga a aceptar la práctica sobre su cuerpo de
medidas lesivas de su dignidad. También sostiene cuando se conmina al imputado a
aceptar este tipo de prácticas, se le está obligando a algo equivalente a declarar
contra sí mismo, y restringe la garantía de la prohibición de tratos crueles e
inhumanos conlleva a instrumentalizar a la persona humana para ponerla al servicio
de los intereses del Estado, en aras de una verdad máxima.
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La Corte Constitucional en la sentencia C-822 de 2005 defendió la constitucionalidad
de los artículos 246 a 250 de la ley 906 de 2004, concluyendo que estas
disposiciones están orientadas a cumplir fines legítimos y constitucionalmente
importantes e imperiosos, estos son, el de asegurar la investigación de los hechos
que revistan las características de un delito, a asegurar la conservación de la prueba,
a proteger la comunidad y a las víctimas del delito. Para llegar a esta conclusión, la
Corte hizo un juicio de proporcionalidad en abstracto y en intensidad estricta, por
tratarse de medios muy invasivos del cuerpo del ser humano, dejando al juez de
control de garantía la tarea de hacer el mismo examen en los casos concretos, quien
deberá sopesar los factores de la gravedad del delito, el número de víctimas y su
vulnerabilidad, la importancia del bien juicamente tutelado, el impacto que tendría
para los derechos de las víctimas y para el interés general en que se sancione a los
responsables de un delito, el valor probatorio de la evidencia buscada, el grado de
incidencia de la inspección corporal en los derechos del individuo, el tipo de medida
cuya autorización se solicita, la parte del cuerpo sobre la que recae, el tipo de
exploración que tal medida implica, la profundidad y duración de la inspección, los
efectos y riesgos para la salud del individuo.
En su análisis de proporcionalidad, determina que estos medios pueden llegar a ser
un medio idóneo para obtener elementos materiales probatorios y evidencia física
ocultos en el cuerpo del imputado, además puede ser una medida necesaria para la
investigación, cuando no exista otro medio a través del cual se pueda recuperar la
evidencia material buscada que resulte menos gravoso para los derechos del
imputado, y en cuanto a la proporcionalidad en sentido estricto, considera que esas
disposiciones enfrenta fines imperiosos, como el interés en la persecución del delito,
en la protección de los derechos de las víctimas, con el interés del individuo en no
ser sometido a restricciones de sus derechos. Considera la Corte que a mayor
incidencia de la medida en los derechos del individuo, mayor peso deberán tener los
factores que determinan el peso del bien jurídico tutelado y de los derechos de las
víctimas.
Asimismo, expuso que estos mecanismos de intervención del cuerpo requieren
autorización previa del juez de control de garantía, el cual ponderará la solicitud del
fiscal, y a su vez el fiscal deberá exponer motivos razonablemente fundados que
surjan de medios cognoscitivos previstos en el Código de Procedimiento Penal, y que
le permitan a este inferir que el elemento probatorio o la evidencia física buscada
está en posesión de una persona relacionada con la investigación, y que tal elemento
se inserte dentro del programa metodológico de la investigación que se adelanta.
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Considera la Corte que estas diligencias debe hacerse en presencia del defensor, y
condiciones de seguridad, higiene, confiabilidad y humanidad para el imputado.
Atendiendo lo anteriormente expuesto, considero acertada la posición de la Corte
Constitucional, pues atiende, entre otros principios, el principio hermenéutico de la
concordancia práctica, el cual pretende optimizar la interpretación de las normas
constitucionales entre sí, de tal manera que no se produzca el sacrificio de una
norma constitucional en aras de otra norma del mismo rango, ya que puede darse
una relación de tensión en la práctica de las mismas, así como sucede en los
eventos de las intervenciones corporales, en los cuales se enfrentan el interés de
hacer justicia, proteger la comunidad y la víctima, asegurar la investigación de un
delito y de las pruebas, y por otro lado, están las limitaciones de los derechos
fundamentales arriba señalados.
Esta problemática supera la prueba de los juicios de proporcionalidad en abstracto,
aún cuando se hace en un nivel de intensidad estricto, como lo hace la Corte en la
sentencia C-822 de 2005, pero en los casos concretos, el juez de control de garantía
es quien tiene la tarea de hacer aquel juicio, atendiendo las circunstancias del caso,
la gravedad de los hechos investigados, el peso del interés de investigación penal del
Estado y de la protección de los derechos de las víctimas, el valor probatorio de las
muestras, y la incidencia de la medidas sobre los derechos del imputado.
En suma, las disposiciones analizadas son en abstracto indudablemente
constitucionales, pero en cuanto a su aplicación en los casos concreto, puede que no
siempre lo sea, ya que en la práctica puede que las intervenciones corporales
solicitadas no reúnan las condiciones de pertinencia, idoneidad, necesariedad, y
proporcionalidad, por ejemplo, cuando, se solicita una inspección corporal para
obtener una evidencia física que se puede obtener por otro medio menos invasivo, o
cuando se pide la obtención de muestras intimas del imputado, para obtener un
elemento material probatorio dentro de la investigación penal de un delito menos
grave, y que implica una intervención quirúrgica, y por lo cual puede colocar en
riesgo la salud de la persona examinada. Siendo así, en últimas, es el juez de control
de garantías es quien tiene la función de determinar en un caso concreto si la
solicitud de intervención es razonable y proporcionada, a la luz de los derechos
fundamentales tocados con la medida.