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Capítulo 5 Introducción a las Técnicas Proyectivas: Bases teóricas y empíricas Alejandro Ávila Espada Indice de contenidos 5.1. - Breve revisión histórica. 5.2. - Percepción, Proyección e Hipótesis proyectivas. 5.3. - Las hipótesis y conceptos sobre la Proyección. 5.3.1. - Hipótesis proyectiva clásica 5.3.2. - Hipótesis holista-funcional 5.3.3. - Hipótesis de la desviación 5.3.4. - Hipótesis del nivel de adaptación 5.3.5. - Hipótesis de los estados directivos 5.3.6. - Hipótesis de la actividad perceptiva 5.3.7. - Hipótesis de la situación experimental 5.3.8. - Hipótesis cognitivo-experimental 5.3.9. - Tendencias actuales: la hipótesis evolutiva 5.4. - Nuevas perspectivas aplicadas 5.4.1. - Perspectiva cognitiva aplicada 5.4.2. - Perspectiva existencial-humanista 5.5. - Propiedades psicométricas de las técnicas proyectivas. 5.6. - Clasificación de las técnicas proyectivas. 5.7. - Conclusiones y perspectivas. 5.8. - Referencias bibliográficas

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Capítulo 5

Introducción a las Técnicas Proyectivas:

Bases teóricas y empíricas

Alejandro Ávila Espada

Indice de contenidos

5.1. - Breve revisión histórica.

5.2. - Percepción, Proyección e Hipótesis proyectivas.

5.3. - Las hipótesis y conceptos sobre la Proyección.

5.3.1. - Hipótesis proyectiva clásica

5.3.2. - Hipótesis holista-funcional

5.3.3. - Hipótesis de la desviación

5.3.4. - Hipótesis del nivel de adaptación

5.3.5. - Hipótesis de los estados directivos

5.3.6. - Hipótesis de la actividad perceptiva

5.3.7. - Hipótesis de la situación experimental

5.3.8. - Hipótesis cognitivo-experimental

5.3.9. - Tendencias actuales: la hipótesis evolutiva

5.4. - Nuevas perspectivas aplicadas

5.4.1. - Perspectiva cognitiva aplicada

5.4.2. - Perspectiva existencial-humanista

5.5. - Propiedades psicométricas de las técnicas proyectivas.

5.6. - Clasificación de las técnicas proyectivas.

5.7. - Conclusiones y perspectivas.

5.8. - Referencias bibliográficas

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5.1 Breve revisión histórica

En este capítulo1 vamos a desarrollar una breve introducción teórico- conceptual y metodológica al complejo ámbito de las Técnicas Proyectivas, uno de los campos más polémicos del Psicodiagnóstico. Durante décadas -e incluso en el momento presente- las Técnicas Proyectivas2 han ocupado el lugar privilegiado de la escena psicodiagnóstica, siendo los instrumentos de elección rutinaria para una gran variedad de necesidades de evaluación, bien clínicas o no. Puede decirse, sin pecar de exageración, que a través de sus vicisitudes históricas quedan expresadas las principales controversias, crisis y avances del psicodiagnóstico científico. Iniciaremos por ello nuestra revisión haciendo una breve consideración del nacimiento y desarrollo de las TP, desde principios de siglo hasta la actualidad.

El principal antecedente de las Técnicas Proyectivas lo encontramos en el método de la asociación de palabras e ideas que ya era conocido y venía siendo utilizado en autoexperimentos desde los laboratorios de Wundt y Galton, pero los primeros trabajos que hacen referencia específica a su posible valor diagnóstico son los Estudios de Asociación Diagnóstica publicados por C.G. Jung entre 1906 y 1909. Tal como recoge Pichot (1984) fue Eugen Bleuler (1906) quien puso énfasis en el estudio de la totalidad de la conducta representada en cada acto particular, determinado por la experiencia. Este objetivo (la conducta como totalidad) va a estar presente y a constituir la posición oficial, basamento del acercamiento proyectivo al estudio de la personalidad hasta los años sesenta.

A partir de la época de los primeros trabajos de Jung se suceden las aportaciones que hacen mención al valor diagnóstico de la asociación. Los ejemplos son muy numerosos, y entre ellos resaltamos a Wertheimer (1905) quien sugirió el uso de la asociación como método para la detección de la culpa, en los procedimientos legales. Pero el hito fundacional de las TP radica en el método ideado por Hermann Rorschach (1884-1922). Influido por los trabajos de Bleuler y Jung, cuyas ideas sobre el papel de la tarea de asociación de palabras determinaron la ulterior preparación de su obra "Psychodiagnostik" (1920), estuvo siempre interesado en las producciones artísticas de los pacientes mentales. Rorschach fue induciendo a sus pacientes a pintar utilizando el método de las manchas de tinta, técnica que era ya conocida y usada con propósitos y formas diversas desde 1857. La aportación original de Rorschach fue la de unir el método de las manchas con las ideas de Jung y Bleuler sobre el papel de la asociación, poniendo el énfasis no en la interpretación de los contenidos de las asociaciones o en la imaginación, sino

1 Este capítulo es una versión revisada del publicado anteriormente con el mismo título en la obra

dirigida por A. Blanco Picabia Apuntes de Psicodiagnóstico. Tomo II Valencia: Promolibro, 1986.

(capítulo 10, pp. 354-413) 2 En lo sucesivo utilizaremos la abreviatura TP para denominar en conjunto a las Técnicas Proyectivas.

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en las respuestas mismas, en cuanto determinadas por la percepción. Su calificación de los determinantes es la que dio especificidad al método y constituye su aportación más personal. Rorschach entendía la percepción como dependiente de la estructura subyacente de la personalidad y de sus desviaciones patológicas.

Rorschach, en el prólogo a su obra "Psychodiagnostik", señalaba que su trabajo era meramente empírico; que los hallazgos se derivaban de observaciones objetivas y no de presupuestos teóricos. En su tesis "Sobre las alucinaciones reflejas y las manifestaciones infantiles" concluyó que las percepciones visuales eran registradas en el inconsciente como imágenes kinestésicas latentes que podían ser reactivadas, ya que según hipotetizaba Rorschach el aparato humano para asimilar las experiencias estaba más repleto que lo necesario para la vida diaria. Tal reactivación implicaba la experiencia de percepciones corporales kinestésicas conscientes y/o su traducción en imágenes ópticas. Rorschach creía que su test serviría para proyectar estas imágenes kinestésicas activadas, percibidas como respuestas (El test era visto como pareidolias). En sus trabajos clínicos Rorschach halló correlatos con extroversión e introversión (según los conceptos de Jung) pero entendidos como sistemas independientes. Su concepto fundamental, el erlebnistypus (tipo vivencial), implicaba un núcleo inconsciente y estable de la personalidad, que estaba continuamente afectado y modulado por las experiencias cotidianas de la persona.

Se ha discutido mucho sobre la dependencia del método de Rorschach respecto de las teorías psicoanalíticas. Rorschach ingresó en la Sociedad Psicoanalítica Suiza en 1912, en la que participó activamente, y fue la conferencia que Rorschach dio en dicha sociedad a comienzos de marzo de 1922, poco antes de su muerte ("Zur Auswertung des Formdeutversuchs", reproducida por Oberholzer, 1971) la que más influyó en la ulterior asociación entre el test de Rorschach y el psicoanálisis. Por el contrario en "Psychodiagnostik" no hizo alusión explícita a las ideas psicoanalíticas, si bien es clara las preocupación de Rorschach por relacionar sus investigaciones con los conceptos psicoanalíticos, influido por la controversia y posterior disidencia de Jung respecto de Freud. La prematura muerte de Rorschach en 1922, a la edad de 38 años, a consecuencia de una peritonitis favoreció la posterior diversidad de escuelas y de interpretaciones dadas a su obra, al no existir más punto de referencia que lo publicado en 1920.

Con la única excepción de los trabajos de Kent y Rosanoff (1910), quienes realizaron un estudio normativo con una lista de asociación de palabras derivada del método ideado por Jung, la década siguiente transcurre sin apenas datos de interés hasta la segunda edición alemana de la obra de Rorschach (1932), que es la que despierta el interés del mundo científico anglosajón. En esa época existe ya un núcleo de investigadores en Suiza y Alemania sobre el método de Rorschach, y el interés que se despierta hacía esta nueva clase de técnicas comienza a plasmarse en trabajos como el de Henry A. Murray (1935) que da origen al TAT, técnica con la que se va a

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introducir una perspectiva interaccional en la que la conducta es vista como una resultante de la interacción de las necesidades del sujeto con las presiones ambientales, y en aportaciones como la de R. B. Cattell quien sienta los principios metodológicos para el desarrollo de un "test objetivo de proyección" (haremos referencia en el próximo apartado a las implicaciones teóricas y metodológicas de la proyección y percepción, en cuanto modelos que están en la base de estas técnicas), línea de trabajo que no tendrá repercusiones hasta muchos años después, con la aparición de aproximaciones empírico-psicométricas para las TP.

Fue Lawrence Frank quien acuñó la expresión "Técnicas Proyectivas" en un trabajo publicado en 1939: "Projective Methods for the Study of Per- sonality", para denominar a un conjunto de métodos de diagnóstico, ya en uso, y para caracterizar a un determinado acercamiento al estudio de la conducta, en el que las TP eran la “vía regia” al inconsciente. Las TP quedaban caracterizadas desde ese momento y eran conocidas como una serie de métodos de evaluación de la personalidad en los que el sujeto da respuestas libremente a series de estímulos tales como manchas de tinta, láminas o frases incompletas, basados en el supuesto de que las personas proyectan en sus respuestas sus percepciones, sentimientos, estilos o conflictos, en línea con lo que Murray denominó los "Rayos X de la personalidad”.

La década de los años cuarenta conoce el momento de máxima expansión, apogeo y creación de métodos proyectivos. En 1942 se publica la versión inglesa del libro de Rorschach, y en ese mismo año Klopfer y Kelley dan a la luz la primera monografía anglosajona sobre el test de Rorschach, seguida prontamente por la importante obra de Beck (1944, 1946). A comienzos de los años cincuenta ya se han difundido extraordinariamente las cuatro técnicas proyectivas básicas: El Rorschach, el Test de Apercepción Temática (TAT), el Test de Frases Incompletas (SCT) y el Test del Dibujo de la Figura Humana (DAP); aparecen además los primeros Manuales sobre las TP: El libro de Bell (1948) -el primer manual descriptivo de las diferentes técnicas- el de Abt y Bellak (1950), quienes desarrollan los fundamentos teóricos del acercamiento proyectivo, la obra colectiva de Rapaport (1946) que tendrá una enorme trascendencia al proponer la primera batería psicodiagnóstica, y la obra compilada por los Anderson (1952) en la que aparecen las primeras revisiones críticas a los métodos proyectivos. La difusión e importancia alcanzada por las TP se plasma en que en la cuarta edición de los Mental Measurements Yearbook (Buros, 1953) aparece la subdivisión entre métodos proyectivos / métodos no proyectivos de estudio de la personalidad, vigente hasta nuestros días.

El descontento y las críticas que van haciéndose oír ya en los años cincuenta hacia los conceptos y fundamentos teóricos (sobre la naturaleza de la proyección, principalmente), las exigencias de cumplimiento de las propiedades psicométricas básicas (validez y fiabilidad), los problemas de la administración de los tests (influencias del examinador y de la situación), la relativa ausencia de datos normativos, la dudosa y en cualquier caso

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dificultosa distinción entre las distintas poblaciones clínicas, son todos ellos temas que van a cristalizar en las duras críticas (Véase por ejemplo a Ey- senck, 1959) e importantes replanteamientos que tienen lugar en los años sesenta. Las obras de Murstein (1963) y Zubin, Eron y Schumer (1965), entre otros muchos trabajos vienen a replantear totalmente la escena de las TP. En ellas se realiza una detenida revisión de las ya abundantes evidencias de investigación sobre la naturaleza de la situación proyectiva y sobre las características de sus principales técnicas, básicamente Rorschach y TAT, lo que lleva a una substancial reconsideración de ambas en todos los aspectos. Tal situación de revisión crítica coexiste con una práctica muy extendida de las TP utilizadas al modo clásico, sin que los nuevos planteamientos lleguen a calar en los clínicos, y así se llega a lo que Weiner (1972) ha denominado "el momento más bajo de la historia del psicodiagnóstico", en el que crece la desilusión y se pierde el interés en un sector de los psicólogos clínicos tanto por las tareas diagnósticas en sí, como por sus técnicas fundamentales hasta entonces: los métodos proyectivos.

La última década, no obstante, es testigo del desarrollo de una dirección diferente ante esta crisis. A partir de 1974 comienzan de nuevo a crecer el volumen de investigaciones realizadas con las TP y a generarse nuevas perspectivas que tienden a poner solución a los principales problemas planteados. Son de destacar a título de ejemplo, ya que serán objeto de consideración a lo largo de este capítulo la reformulación que de los modelos de la percepción se ha hecho en base al procesamiento de la información, los amplios estudios normativos, la revisión de los sistemas de análisis (entre ellos la obra de Exner) y el diseño de nuevas técnicas proyectivas.

En el momento presente de la evaluación psicológica podemos entrever la posibilidad de que se formalicen nuevos acercamientos a las TP que supongan una nueva etapa floreciente en lo que a investigación y aplicaciones clínicas se refiere. Invitamos al lector a que haga un recorrido tanto por lo expuesto en este breve capítulo como por las referencias que se sugieren al final para ampliación, a fin de que pueda hacerse con una perspectiva suficiente del contenido de tan vasto campo de conocimientos y aplicaciones para la evaluación clínica. Queremos por último llamar la atención del lector respecto de que no es objeto de este capítulo la descripción y análisis de cada uno de los instrumentos proyectivos en sí, sino sólo de los principales conceptos, aplicaciones, problemas y desarrollos metodológicos de esta clase de instrumentos. 5.2 Percepción, Proyección e Hipótesis Proyectivas

A la hora de establecer la fundamentación teórica y conceptual de las TP es obligado referirnos in extenso a algunos conceptos y modelos que sobre la percepción, la personalidad, y sus relaciones se han formulado. Tal como se ha señalado en la breve revisión histórica, las primeras articulaciones teóricas que intentan aportar un basamento teórico a las TP reposan en conceptos tales como proceso asociativo, conducta como totalidad, y procesos

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y mecanismos inconscientes tales como la proyección. Las influencias que predominan en su primera época (años 30) señalan al naciente psicoanálisis y a la psicología de la gestalt como los marcos de referencia últimos a los que remitirse en el intento de otorgar un respaldo unitario y coherente para los nuevos métodos que van a inundar la escena de la clínica y a constituir el primer bagaje metodológico del psicodiagnóstico.

Si hay que elegir un foco de interés y punto de vista común para todos los acercamientos que se han realizado a las TP es la consideración de que estudiar la percepción y/o su proceso es un medio para evaluar la personalidad. Esto nos subraya la importancia que las distintas teorías que se han formulado sobre la percepción tienen sobre los fundamentos y aplicaciones de las TP. No este el lugar adecuado para revisarlas en detalle pero someteremos a la consideración del lector las principales evidencias aportadas por varios enfoques relevantes, entre ellos las teorías del estado directivo, que fueron también conocidas como New Look, y el procesamiento de la información visual humana con el modelo perceptivo derivado de sus hallazgos experimentales.

A lo largo de los cincuenta años de existencia que ya poseen como promedio las principales TP se han desarrollado nuevos conceptos y formulado diversas hipótesis para explicar la naturaleza de los fenómenos, procesos, rasgos o contenidos de la conducta implicados en las respuestas de los sujetos a los estímulos proyectivos. Procederemos a continuación a un examen detenido de las principales perspectivas.

5.3 Las hipótesis y conceptos sobre la proyección

5.3.1 Hipótesis proyectiva clásica:

Representada, entre otros, por las formulaciones de Frank (1939) quién como ya hemos citado utilizó por vez primera la expresión Técnicas Proyectivas'. Hemos escogido un párrafo suyo para señalar como se articulaban los conceptos proyectivos en esa primera época:

"Podemos acercarnos a la personalidad e inducir al individuo a revelar su manera de

organizar la experiencia dándole un campo (objetos, materiales, experiencias) con

relativamente pocas pautas culturales y estructura para que su personalidad pueda proyectar

sobre este campo plástico su manera de ver la vida, sus significados, sentidos, pautas y

especialmente sus sentimientos. De este modo elidíamos la proyección del mundo privado de

la personalidad del individuo porque él ha tenido que organizar el campo, interpretar el material

y reaccionar afectivamente a el" (1939, pags. 402-3, los subrayados son nuestros)

El concepto de proyección aparece aquí corno eje explicativo. Frank en este texto está ya utilizando un concepto de proyección que no se ciñe exclusivamente a la acepción psicoanalítica, sino que intenta articular dicha perspectiva con el modelo lewiniano de la conducta, en cuanto proceso de organización del campo perceptivo. Pero vamos a detenernos en la consideración de cual o cuales son los significados y/o clases de proyección.

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En un principio, ligada a la perspectiva psicoanalítica que se le dio al Rorschach en sus comienzos, la proyección fué entendida (en la principal acepción utilizada por Freud [1895, 1896] en el Manuscrito de la Paranoia y otros trabajos posteriores) como una defensa primaria que constituye el abuso de un mecanismo normal consistente en buscar en el exterior el origen de un displacer, descrita por él en la Paranoia, y habiendo sido definida como la "Operación por medio de la cual el sujeto expulsa de sí y localiza en el otro (persona o cosa) cualidades, sentimientos, deseos, incluso 'objetos', que no reconoce o rechaza en sí mismo" (Laplanche y Pontalis, 1971, p.318). Además de las diversos sentidos que le da Freud a la palabra proyección (véase al respecto el análisis del concepto en la obra citada de La- planche y Pontalis), contribuye a la fijación del concepto como mecanismo de defensa primario inconsciente la publicación de la obra de Anna Freud "El yo y los mecanismos de defensa" (1936). La utilización de este concepto psicoanalítico de proyección para describir en base a él los procesos que tienen lugar en las respuestas proyectivas fué criticado desde el principio, ya que confundía la proyección ordinaria (o proyección que utilizan los sujetos en su vida diaria) con el comportamiento evocado ante los estímulos proyectivos. Así Henry A. Murray, en su prólogo al libro de los Anderson (1951), señala el uso erróneo que en general se hace del concepto freudiano, ya que en las TP la adscripción de contenidos a los estímulos es tanto consciente como no, de aspectos favorables o desfavorables, bien del Self o del entorno. El propio Frank, en un trabajo posterior (1948) nos habla de la proyección como de una distorsión y modificación activa que el individuo hace sobre los estímulos, personas y situaciones del entorno, y más tarde (1960) revisa sus posiciones incluyendo diversas dudas sobre el supuesto de que el material proyectivo sea expresión de la proyección psicoanalítica y del inconsciente, interrogándose acerca de la función del proceso cognitivo y criticando los abusos del diagnóstico psicopatológico basado en las TP, en el que su utilizan respuestas que son frecuentes en sujetos normales para diferenciar a grupos patológicos específicos.

La perspectiva psicoanalítica sobre la proyección coexiste, casi desde el inicio de la utilización de las TP, con otras concepciones, fundiéndose con ellas frecuentemente. Algunos de estos conceptos de proyección que fueron citados frecuentemente en la primera época son los siguientes:

Según Warren (1933) la proyección es "La adscripción a otras personas por un individuo de una experiencia similar a la suya propia". Para Rielarían (1937) la proyección consistía en "adscribir procesos mentales en los que no se reconoce su origen personal a situaciones o personas del mundo externo". Para Drever (1951, revisada por Wallerstein. 1964) la proyección es "La interpretación de situaciones y sucesos, desde la lectura que de ellos hace nuestros sentimientos y experiencias". English y English en su conocido diccionario (1958) incluyen además de la acepción psicoanalítica la siguiente definición: "El proceso de percibir un estímulo objetivo de acuerdo con los

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intereses, expectativas, miedos y deseos personales". Estas formulaciones y otras similares no acaban de pronunciarse claramente sobre la naturaleza consciente o inconsciente de la proyección.

Es con las revisiones críticas que se realizan en los años sesenta cuando se viene a redefinir el proceso de proyección que sucede ante las pruebas que reciben tal nombre. Así en la obra de Zubin. Eron y Schumer (1965) la proyección es vista de la siguiente manera:

"Un proceso por el cual el sujeto, cuando se le presentan un conjunto de

estímulos ambiguos o semi-ambiguos y se le pide que de sentido, orden o

significado a los mismos, lo hace basándose en el reservorio de sus propias

necesidades, emociones, sentimientos e incluso su nivel de conocimientos. La

proyección no tiene necesariamente que implicar componentes defensivos,

inconscientes, inaceptables o de evitación de la ansiedad" (1965, pag. 5).

Mientras tanto los investigadores han ido centrando su interés en la revisión del constructo de proyección, y Holmes (1968) en una excelente revisión crítica de los trabajos habidos hasta ese momento construye una tipología de la proyección en base a dos dimensiones-criterios: 1) Si el sujeto es consciente o no de la posesión del contenido proyectado, y 2) Si el sujeto proyecta un rasgo determinado que posee o bien uno diferente o complementario del anterior. La tipología de Holmes queda así:

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Holmes, a la vista de las principales investigaciones realizadas sobre la proyección hasta ese momento (1968), ofrece dos conclusiones que creemos importante reseñar:

a) Hay clara evidencia positiva de que se da la proyección de rasgos propios o com

plementarios de los sujetos, cuando los sujetos son conscientes de poseer tales rasgos

(Proyecciones atributiva y complementaria).

b) No se ha obtenido evidencia alguna para apoyar la existencia de los tipos de

proyección resultantes de rasgos de los que los sujetos no son conscientes.

Estas conclusiones vienen nuevamente a plantear algo que ya se venía enunciando desde finales de los años cuarenta. La dudosa naturaleza inconsciente per se de los contenidos de las respuestas de los sujetos ante los estímulos proyectivos. Tal como señala Semeonoff (1976) toda percepción , en el sentido de toma de conciencia, puede decirse que incluye un elemento de proyección, pero -en nuestra opinión- esto no quiere decir que la proyección lo sea de contenidos única o básicamente inconscientes, sino más bien de lo contrario, aunque no por ello se pueda eludir la presencia de componentes inconscientes en las respuestas proyectivas. Murstein y Mathes (1996) sustentan la misma posición. 5.3.2 Hipótesis holista-funcional:

Abt -junto a Bellak- (1950) realizó una aproximación que se situó como ecléctica entre las primeras posiciones de Frank y los primeros pro- yectivistas, y las crecientes exigencias de los procedimientos psicométricos y empíricos, denominándola teoría holista y funcional de la personalidad, basándose para ella en que toda conducta es activa, propositiva, orientada a los objetivos, y que para evaluarla o comprenderla es necesaria una aproximación holista. Abt se basa tanto en formulaciones psicoanalíticas como en la psicología de la gestalt, planteando de acuerdo con Allport que la

TIPOS DE PROYECCION de HOLMES, 1968

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causalidad psicológica es únicamente personal y nunca actuarial. La 'proyección' es sustituida por los conceptos de apercepción y distorsión aperceptiva, dando origen al enfoque conocido como 'percepción-personalidad'. Los contenidos básicos de esta aproximación holista son:

a) La personalidad es vista como un proceso dinámico y motivacional

b) Este proceso es una constante interacción entre el entorno físico y socio-cultural y el

estado e intensidad de las necesidades

c) La teoría del campo, el pensamiento psicoanalítico y el enfoque genético- histórico

son los más apropiados para el estudio de este proceso; y

d) La personalidad debe ser vista como un 'todo'.

5.3.3 Hipótesis de la desviación:

Para Berg (1959) la tendencia a producir respuestas desviadas (representativas de un individuo dado) es una característica general del individuo. Por ello la tendencia a la desviación se reflejará en diversas áreas de la conducta (críticas o no). Berg, aunque no teoriza sobre el origen de la respuesta desviada, señala que pueden ser tanto hereditarias, aprendidas, como reflejos de estados orgánicos o fisiológicos, bien estos factores aislados o en combinación. Para Berg, cualquier estímulo que elicita respuestas desviadas es relevante, independientemente de su contenido. De igual modo cualquier respuesta desviada es relevante, pudiendo establecerse estadísticamente su probabilidad de ocurrencia. La teoría perceptiva de la desviación sintetiza el acercamiento más característico de los años sesenta y setenta. Zubin lo describe así:

"Podemos limitarnos a las desviaciones de lo que es esperable en la

porción comunicable del mundo personal, es decir, el tipo de respuesta

perceptual única (desviada) que caracteriza al individuo (...) Así las técnicas

proyectivas pueden ser vistas como el intento de estudiar las desviaciones

personales de las pautas de respuesta que emergen como elementos comunes

en los mundos personales de la mayoría de la gente" (Zubin, Eron y Schumer,

1965, pag. 7-8, los subrayados son nuestros).

5.3.4 Hipótesis del nivel de adaptación:

Murstein (1959) ha sugerido, siguiendo la teoría del nivel de adaptación formulada por Helson (1948), que las respuestas a las TP pueden ser consideradas en términos de tres clases de estímulos:

a) El estímulo como foco de atención: De ello se deriva el estudio minucioso de las

propiedades estimulares de los tests proyectivos.

b) Todo estímulo en el campo que forma el contexto o fondo: De ello se deriva el estudio

del contexto de la situación de test.

c) Los residuos de las experiencias anteriores: Las características de personalidad del

sujeto.

Para instrumentar esta hipótesis Murstein utiliza algunos conceptos cuya consideración es relevante: La ambigüedad del estímulo (Kenny, 1953)

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o la variedad de significados que pueden ser atribuidos al estímulo; La estructura del estímulo o propiedades físicas del contenido del estímulo; El concepto de trascendencia formulado por Weisskopf (1950) operaciona- liza una medida de las unidades de significado que en las respuestas pro- yectivas van más allá de lo meramente descriptivo. En esta perspectiva las respuestas de los sujetos a las TP son consideradas en base a su multideter- minación por las distintas clases de estímulos. Para poder 'aislar' la influencia de los rasgos de personalidad es necesario someter a control (es decir conocer suficientemente) las propiedades de los estímulos proyectivos en cuanto tales, es decir los valores de ambigüedad, estructura, trascendencia así como su descripción normativa para las poblaciones de sujetos de referencia. La hipótesis del nivel de adaptación puede converger con la hipótesis de la desviación, ya que como señala Murstein la alta ambigüedad de los estímulos proyectivos incrementa la relativa influencia de las diferencias individuales en la percepción. Este enfoque dio lugar a numerosos estudios empíricos descriptivos de los estímulos proyectivos, tanto láminas como instrucciones de ejecución.

5.3.5 Hipótesis de los estados directivos:

En los años cincuenta y sesenta se realizan numerosas investigaciones que giran en torno a una idea central: El proceso perceptivo está dirigido y modulado por 'estados' o 'condiciones' específicas del organismo del sujeto. Resumimos a continuación los principales conceptos y evidencias derivados de las investigaciones y teorías del estado directivo (cuyos autores más conocidos son G. Murphy, Bruner, Postman, McGinnies, etc):

a) Las necesidades corporales (p. ej.: el hambre) influyen en lo que se percibe, pero

no queda claro cómo o por qué tiene lugar.

b) Los aprendizajes anteriores, en particular los premios y castigos asociados con la

percepción de un estímulo, determinan la percepción de dicho estímulo (mediado por

la memoria). No queda claro si para que se produzcan estos efectos ha de estar

presente el estímulo o no.

c) Los valores, determinados mediante un criterio externo, están relacionados con la

velocidad de reconocimiento de ciertas palabras y la estimación del tamaño y brillo

de los objetos (sensibilización selectiva). La Resonancia de Valor' es un constructo

basado en las respuestas incorrectas.

d) Los estímulos impactantes (en tareas de reconocimiento de palabras presentadas

taquistoscópicamente) son reconocidas después de un intervalo de tiempo mayor que

las palabras neutras (Defensa perceptiva) y son percibidos erróneamente (Respuesta

precognitiva) antes que como son, de acuerdo a la tendencia a eliminar lo que tiene de

impactante. Un efecto opuesto a la Defensa perceptiva (Sensibilización o vigilancia

perceptiva) ha sido descrito bajo ciertas condiciones experimentales.

e) Se ha sugerido (G. Klein y cois.) que características amplias de personalidad estén

relacionadas con el estilo, modo o manera de percibir. En relación con esto están las

diversas tipologías perceptivas que se han ido formulando (Thurstone, Eysenck,

Granger, Witkin, Frenkel-Brunswick, etc), de menor relevancia en la actualidad.

f) G. Murphy y cois, han planteado la existencia de un mecanismo mediador entre el

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estado motivacional ante el estímulo y la respuesta perceptiva (Ejemplos de ello son:

La Defensa perceptiva; Acentuación; Compromiso; Grado de relevancia personal;

Jerarquía de umbrales, etc.)

g) Se han obtenido evidencias sobre la subcepción, es decir la discriminación entre

estímulos sin conciencia de ello, lo cual es probablemente el adecuado corolario a los

conceptos de 'defensa' y 'vigilancia' perceptivas. Se describen así dos procesos

perceptivos hipotéticos: El subliminal y el supraliminal.

h) La 'teoría de la expectación' o hipótesis formulada por Bruner (1951,1957), es

precursora de ulteriores modelos cognitivos de procesamiento de la información,

aspecto igualmente evidente en Kenny (1954) y otros muchos investigadores de los

estímulos proyectivos; Perspectivas posteriores como el enfoque microgené- tico y su

teoría percepto-genética (Kragh y Smith, 1970) no han recibido suficiente apoyo

experimental hasta el presente.

La conclusión que emerge del grupo de investigaciones reseñadas es de la de resaltar la no existencia de evidencias claras acerca de 'cómo' se da la relación entre percepción y personalidad. En esta perspectiva se constata la importancia de numerosos factores en lo percibido, como recoge la ecuación de Graham (1951):

R = f ( S, T, O, E,... XI, X2, X3,... Xn )

donde: R es la respuesta S las

propiedades del estímulo T el

tiempo de exposición

O el estado del organismo (SET, motivación, tonicidad, fatiga, etc)

E la experiencia pasada, y

XI a Xn las características de personalidad.

Zubin señala: "Nuestra posición es considerar que las respuestas a las TP no son (o quizás son 'más que') respuestas perceptivas” (1965, pag. 154). Zubin plantea un modelo secuencial en el que ante el estímulo se desencadena un proceso con varios niveles de respuestas:

S -- R1 -- (...) -- R2

donde S es el estímulo, R1 es la respuesta inicial al estímulo, y R2 es una respuesta re-

gistrable, verbal, informada, multideterminada.

Zubin resume su postura así: "Las respuestas proyectivas caen dentro de la categoría de R2. No son perceptivas pero pueden ser función de Rl, la cual puede tener o no componentes perceptivos (...) Experimentalmente debemos establecer las leyes que gobiernan las relaciones entre S y R2, no sobre la base de la exploración perceptiva, sino para propósitos psicométri- cos y predictivos" (Zubin, Eron y Schumer, 1965, pág. 155). La 'ecuación de Zubin' es perfectamente sostenible desde las concepciones actuales que sobre la percepción visual se han derivado de los experimentos de procesamiento de la información, a los que haremos referencia más adelante.

5.3.6 Hipótesis de la actividad perceptiva:

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Bajo esta denominación vamos a resumir los principales planteamientos que sobre las TP se realizan en la psicología soviética. En la última década se han realizado numerosos esfuerzos para dar a las TP una funda- mentación teórica. Para la escuela soviética (Burlachuk, 1984) el mecanismo que tiene lugar en las TP se basa en el concepto de ustanovska (Set, orientación, disposición); la explicación de este concepto la tomamos de Burlachuk:

"El surgimiento de una percepción estructurada terminada es posible solamente

después de la formación de la ustanovska que corresponde a esta percepción. La

percepción es el proceso de realización de la ustanovka creada. Ante la interpretación del

estímulo débilmente estructurado, específico para el enfoque proyectivo, surge la

ustanovka de la percepción, la cual posee una determinada estructura. En esta ustanovka

puede intervenir la relación con experiencias pasadas, con ustano- vkas fijadas en el

pasado que se reactualizan. De esta forma (...) pueden revelarse particularidades de la

estructura de la personalidad" (Burlachuck, 1984, a partir de conceptos de Norakidze,

1975)

El proceso de la percepción es considerado un proceso activo, portador de un carácter personal. El 'experimento proyectivo' es definido como el proceso en el que el sentido personal, las actitudes y ustanovkas se desvelan en las particularidades de la actividad perceptiva. Los esquemas interpretativos deben analizar tanto los factores personales en la teoría de la percepción como los factores perceptivos en la teoría de la personalidad. Otra orientación dentro de la escuela soviética la protagoniza Sokolova (1980), quien parte de la 'teoría de la actividad' de Leontiev (1977), utilizando un concepto de sentido personal más amplio y orientado a lo clínico. Para Sokolova las 'situaciones de impedimento' (condiciones de la actividad que la dificultan, por lo inestructurado de los estímulos) que conducen a la interrupción de la acción son las más relevantes a la situación proyectiva, ya que crean las condiciones para la manifestación de acciones sustitutivas, y por ello reflejan mejor las actitudes subjetivo-conflictivas.

A partir del modelo de la percepción que hemos enunciado sumariamente, la escuela soviética ha llegado a planteamientos similares a los occidentales, respecto de la relatividad del uso de las valoraciones proyectivas y de la necesidad de nuevos y mejores estudios empíricos.

5.3.7 Hipótesis de la situación experimental:

Supone considerar a las TP como una situación experimental en la que se controlan ciertas variables, observando los efectos de ciertas manipulaciones que se introducen sobre las respuestas producidas. Se trata de adaptar la situación proyectiva al esquema E - O - R. o de al menos reconsiderar los datos y estímulos proyectivos desde esta perspectiva. Zubin, Eron y Schumer (1965) representan el punto de partida (junto a Murstein, 1963) y uno de los máximos desarrollos de esta posición. Centran su aproximación a las TP en considerar minuciosamente las distintas variables

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que entran en juego en su utilización de manera que puedan reproducirse a través de ellas condiciones cuasi-experimentales.

Desde esta posición se han definido las condiciones que han de cumplir el Rorschach y el TAT para ser considerados 'experimentos psicológicos' (véase a Zubin, Eron y Schumer, 1965). Antecedente de esta posición es un trabajo de Auld (1954) en el que planteó aplicar los principios de la psicología del aprendizaje a la situación proyectiva, bajo el paradigma E - R. Los conceptos y propuestas de Auld no tuvieron apenas influencia práctica entre los proyectivistas, quizás por que en el momento en el que fueron hechas aún no se había asumido una clara crítica del modelo proyectivo clásico.

5.3.8 Hipótesis cognitivo-experimental:

En las últimas décadas los estudios sobre procesamiento de la información visual humana han dado lugar a un modelo perceptivo derivado de los hallazgos experimentales, construido sobre conceptos tales como: Amplitud de aprehensión, almacenamiento visual, enmascaramiento, rastreo y codificación, almacenamiento a largo plazo, recuperación, etc. cuya especificación desborda nuestras posibilidades de espacio. Ya en 1965 Fulkerson formuló un primer acercamiento consistente en aplicar un modelo de procesamiento simple a la situación proyectiva, cuyo principal interés fue el de llamar la atención sobre este nuevo enfoque. A partir de ese trabajo pionero se han realizado numerosas investigaciones, la mayor parte de ellas en el marco de la psicología cognitiva experimental, y no centradas específicamente en los materiales 'proyectivos' sino en el proceso de la percepción en cuanto tal.

Con la articulación de los diferentes elementos del proceso perceptivo descritos disponemos de un modelo explicativo sobre el manejo de la información contenida en el estímulo visual, desde su entrada hasta su salida, y con el que podemos enunciar respuestas a la pregunta: ¿Qué percibe el perceptor?; Algunas de las principales evidencias obtenidas son:

a) Hay persistencia de la visión que sigue a la entrada de información , es decir el

icón tiene una duración determinada. La amplia información de entrada recogida

a través de múltiples canales que funcionan simultáneamente se mantiene durante

un corto periodo de tiempo sin sufrir ninguna elaboración ni transformación (a

partir del modelo de Broadbent, 1958).

b) Las dimensiones físicas del estímulo quedan aisladas de la manera antes citada de

las dimensiones asociativas traídas por ulteriores mecanismos de elaboración.

c) El proceso perceptivo se puede controlar mediante técnicas de enmascaramiento.

d) La información contenida en una respuesta (en el momento del primer

almacenamiento) dependerá del tiempo que el receptor haya tenido para proceder

a la codificación.

Queda así establecido, y esto es coincidente con lo señalado por Zu- bin, que hay que distinguir entre lo percibido y lo informado. Las diferencias existentes entre las respuestas de los distintos sujetos ante los estímulos proyectivos se producen en cuanto a lo informado (la respuesta verbal

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secundaria compleja o R2), siendo que lo percibido depende de las propiedades del estímulo (la percepción de las características físicas del estímulo). De este modelo cognitivo-experimental se han derivado algunas conclusiones importantes sobre las propiedades de los estímulos proyectivos, y del valor de las ulteriores interpretaciones que se hacen en base a las características formales de las respuestas. Esto tiene especial relevancia en el test de Rorschach, donde buena parte de la interpretación se basa en los determinantes. No es lo mismo considerar -como viene haciéndose frecuentemente- que los sujetos difieren en la percepción de ciertas características formales (forma, color, etc.) de los estímulos que sus respuestas idiosincrásicas sean función de un proceso de elaboración, evocación y asociación verbal, mediado por un proceso de complejas multideterminaciones. Ciertos 'mitos' como la importancia atribuida a los distintos tiempos de exposición del estímulo a la hora de facilitar una mayor calidad de lo percibido, se han venido abajo, al menos en cuanto a lo que atañe al proceso perceptivo. Aunque es prematuro enunciarlo así, es probable que los hallazgos de la psicología cognitiva experimental sirvan para que las TP varíen su foco de atención, abandonando en cierta medida a la percepción y centrándose en los procesos complejos de pensamiento, lingüísticos y motores que están implicados en las respuestas.

Además de las aproximaciones que buscan una fundamentación teórica para las TP. basándose en hipótesis y modelos sobre la percepción, la proyección y sus relaciones con la personalidad, el campo de las TP ha venido y viene siendo abordado desde perspectivas más ateóricas, en las que prima su aplicación como meros instrumentos al servicio de objetivos y premisas teórico-prácticas que nada tienen que ver con los conceptos hasta ahora expresados. Así se conceptualiza a las TP no como tests o técnicas de evaluación que deben cumplir ciertos requisitos en cuanto instrumentos de medida que son, sino como tareas mediadoras que sirven a los examinadores y sujetos para obtener ciertos datos o informaciones sobre aspectos de la conducta. Se puede objetar que esto sea un uso impropio, toda vez que se 'olvidan' las relaciones entre teoría, método e instrumentos, entre premisas, medios y fines, pero no entraremos en el presente a profundizar en esta dirección, cuestión que el lector puede considerar tras un conocimiento más especializado de los distintos instrumentos. Comentaremos a continuación dos de estas perspectivas: la cognitiva aplicada y la existencial-humanista.

5.3.9 Nuevas tendencias: la hipótesis evolutiva

A propósito del Rorschach, Martin Leichtman ha desarrollado una hipótesis que podemos caracterizar como "evolutiva” basada en las siguientes premisas:

1. El Rorschach (y por analogía las restantes técnicas aperceptivas) es considerado una

“tarea perceptiva”.

2. La “tarea Rorschach" induce a percibir erróneamente la lámina, que como señala

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Weiner (1986) “que sólo es una mancha de tinta”.

3. Las “teorías perceptivas” son insostenibles, tanto teórica como metodológicamente, y

en todo caso no pueden explicar el proceso en el que se fundamenta la técnica proyectiva.

4. Las explicaciones alternativas (p.e. para el Rorschach) son insatisfactorias, bien como

test de imaginación, proyección, asociación, entrevista no estructurada).

5. En el caso del Rorschah, podemos verlo como una “tarea de representación visual".

6. Las concepciones representacionales integran las diversas teorías existentes.

7. Tratando el Rorschach como una tarea de representación visual se facilita una mejor

comprensión de las cualidades distintivas de sus estímulos.

8. Las teorías de la representación están más de acuerdo con las vías tácitas en la que

sujetos y examinadores interpretan el Rorschach.

9. Las teorías de la representación facilitan una mejor fundamentación para los

procedimientos de valoración de las respuestas.

10. Las teorías de la representación no exigen cambios en la interpretación del

significado de los determinantes específicos (v.g. en el caso del Rorschach).

11. Las teorías de la representación dan cuenta mejor del proceso evolutivo a través del

cual se construyen las respuestas.

Con esta posición se evita un justificacionismo -quizás excesivo- basado en las teorías perceptivas, y el énfasis se traslada a la actividad representacional a través de la cual se construye evolutivamente la respuesta al estímulo proyectivo, en este caso el Rorschach.

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5.4 Nuevas perspectivas aplicadas

5.4.1 Perspectiva cognitiva aplicada

Con independencia de las perspectivas de investigación antes comentadas, se ha desarrollado desde finales de los setenta una perspectiva ’cognitiva' para la utilización y análisis de los métodos proyectivos. Meichenbaum (1977) ya había llamado la atención sobre la utilidad de sencillos tests temáticos para desarrollar ciertas tareas evaluativas necesarias a la modificación de conducta cognitiva. A partir de ese momento empieza a surgir un cierto interés, que se va a ver plasmado en diversos trabajos y revisiones. Sobel (1981) ha definido el 'instrumento proyectivo-cognitivo' como:

"un método derivado secuencialmente para muestrear la conducta de solución de

problemas de un individuo, su repertorio de habilidades de enfrentamiento y su estilo

auto-instruccional, aplicado a una tarea o tema vital específico, limitado

situacionalmente" (Sobel. 1981, pg. 127)

En esta perspectiva la 'proyección' es entendida como la manifestación de conductas encubiertas del paciente, en relación con estímulos pictóricos que le son relevantes. La utilización de métodos proyectivos -los tradicionales u otros 'hechos a medida'- no es para obtener medidas en base a instrumentos de pretensión objetivadora, sino como tareas facilitadoras de componentes o aspectos de la conducta difícilmente accesibles por métodos directos. Por ello no hay mayor interés en algunos de los requisitos clásicos que se exigen a los tests: estandarización, validez, fiabilidad, datos normativos, etc. Por el contrario, de esta clase de instrumentos se espera que puedan detectar estructuras tales como auto-instrucciones o creencias irracionales, tanto en su organización en pautas globales, consistentes como respuestas específicas y cambiantes:

"El objetivo básico es obtener un contexto psico-situacional y cognitivo para el

diálogo interno del paciente, que permita simultáneamente comprender las fluctuaciones

y pautas interactivas de los controles cognitivos que dirigen la conducta de

enfrentamiento" (Sobel. 1981. pg. 141).

5.4.2 Perspectiva existencial-humanista:

Una perspectiva relativamente reciente para la utilización de las TP, que ha sido sistematizada en los años ochenta, surge de los enfoques humanistas y existenciales sobre la personalidad, la psicoterapia y la clínica, aproximación representada históricamente por la obra de autores como Carl Rogers, Abraham Maslow, Rollo May o Timothy Leary. La personalidad, vista desde este enfoque, connota la experiencia de la persona-en-el-mundo. De estas formulaciones se derivan importantes variaciones en la filosofía y praxis del proceso evaluativo clásico, cuyo principal teórico y sistematiza

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dor viene siendo Richard H. Dana (1980), cuyas proposiciones pueden resumirse así:

"Los evaluados están interesados en una descripción de su propia experiencia. la

cual comparte con él un evaluador, con la clara comprensión de que el evaluado sabe más

sobre sí mismo que el evaluador (...) La evaluación es para el evaluado más que para el

evaluador" (Dana, 1980, pg. 21)

Así el hecho de compartir experiencias se torna más importante que el contenido o la nueva información que pueden facilitar los procedimientos y resultados evaluativos. Para Dana "Las técnicas proyectivas nos ayudan a conceptual izar la experiencia de las demás personas, sistemática y consistentemente y para comunicar nuestro entendimiento de sus experiencias" (1980. pg. 54). En este enfoque se usan los estímulos de algunos tests estándar (básicamente Rorschach y TAT) con instrucciones verbales, en un contexto familiar, para obtener un cierto control sobre el proceso de respuesta. Este control interesa solo en cuanto mediador relativamente objetivo en un proceso que se define como experiencia subjetiva compartida. Se trata pues de una nueva filosofía para la evaluación y la clínica que propende a la vez ciertos desarrollos metodológicos. Se carece todavía de la suficiente experiencia para valorar la importancia de este tipo de acercamientos a las TP.

5.5 Propiedades psicométricas de las Técnicas Proyectivas

Las exigencias psicométricas de validez y fiabilidad para las TP ha sido uno de los tópicos más controvertidos de estos instrumentos. Durante el periodo de 1935 a 1950 se realizan numerosos estudios que intentan probar la validez y fiabilidad del Rorschach, TAT y SCT obteniéndose tanto evidencias positivas como negativas, en ningún caso concluyentes. Estos resultados contradictorios son con frecuencia debidos a importantes problemas metodológicos en los diseños utilizados, y cuando en la década de los cincuenta se desata la polémica entre los métodos de predicción actuarial versus predicción clínica sucede que hay prácticamente que empezar de nuevo. Para ello hay que partir de definir sí es adecuado teóricamente exigir a las TP, en las que no se han seguido los criterios psicométricos para su construcción, que cumplan las propiedades clásicas de fiabilidad de consistencia interna, test-retest, de las formas paralelas o bien la validez criterial (concurrente y predictiva), discriminativa e incremental, etc. Se consideran hitos relevantes en el estudio de estos problemas las siguientes aportaciones:

a) El replanteamiento de las principales cuestiones a investigar: Mcfarlane y Tu-

ddenham (1951) señalan la necesidad de una validación científica y objetiva para

las TP.

b) La crítica radical de Eysenck (varias, entre las más agrias la de 1959).

c) La defensa de la singularidad de las TP y la crítica a la exigencia de los crite

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rios clásicos de validez y fiabilidad (Ainsworth, 1954).

d) Las revisiones críticas que Murstein (1963) y Zubin. Eron y Schumer (1965)

realizan de las evidencias obtenidas hasta ese momento.

H. J. Eysenck en varias de sus obras (entre ellas en "The Scientific Study of Personality", y en particular en la revisión hecha para Buros, 1959) realiza una crítica feroz y despiadada de los instrumentos proyectivos y particularmente del Rorschach, al que llega a llamar "mero vehículo para la imaginación desenfrenada de los clínicos" (1959). Más allá de los epítetos altisonantes, Eysenck se centra en señalar el deficiente cumplimiento que las TP tienen de las exigencias psicométricas básicas, a saber:

1) La ausencia de una justificación teórica adecuada de que las respuestas pro-

yectivas tengan que ver con la 'personalidad' o los rasgos idiosincráticos de los

sujetos.

2) La baja fiabilidad Ínter e intra jueces a la hora de valorar los protocolos, debida a

las deficiencias de los sistemas de valoración e interpretación.

3) Los malos resultados obtenidos en los estudios de validez, que le llevan a decir: "A

más rigor en los estudios de validez, menores coeficientes de validez emergen"

(1959).

4) La gran amplitud y número de variables medidas por los instrumentos

proyectivos, que dificulta extraordinariamente su control.

5) La gran cantidad de variables extrañas, contaminantes o distorsionantes de la

situación proyectiva y que afectan a los resultados: 'Estados' del sujeto, influencias

del examinador (sexo, raza, actitudes, etc.), de las diferentes instrucciones de

administración, del control consciente y/o voluntario efectuado por los sujetos

sobre sus respuestas -y por tanto la posibilidad de su falsificación- etc., etc.

Si vamos más allá de la obvia animadversión que Eysenck expresa hacia instrumentos tan alejados de los procedimientos habitualmente utilizados en el campo de la medición objetiva de la personalidad, quedan en todo caso al descubierto algunos de los problemas teóricos y metodológicos fundamentales para los que las TP tienen que encontrar una respuesta satisfactoria si quieren pertenecer al bagaje instrumental científico del psicodiagnóstico. Una de las primeras formulaciones que intentó señalar un camino metodológico peculiar y específico para las TP podemos encontrarla en el trabajo que Mary D. Ainsworth publicó en 1954: "Problems of validation", dentro de una obra colectiva con Klopfer, Rapaport y Holt, entre otros. Sus puntos de vista tuvieron una honda repercusión por el cambio de foco que le dio a los problemas de validez y fiabilidad. Ainsworth planteó que el proceso de validación de las técnicas proyectivas debía parecerse más al proceso científico común de validación de hipótesis que al de validación psicométrica de un test. Ainsworth señala como hipótesis básica de las técnicas proyectivas el que la estructura dinámica del individuo (personalidad) determina el modo en que el individuo percibe su mundo. Esta estructura sería revelada a través de procesos simbólicos, entre ellos la elaboración verbal realizada por los sujetos a partir de su peculiar percepción. Ains- worth afirmaba que las producciones realizadas por los sujetos ante las

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técnicas proyectivas eran observaciones cualitativas que habían de ser transformadas en una clase de información utilizable para la comprensión y predicción de la conducta del sujeto. Es decir, que se necesitaba de una transformación para poder efectuar comparaciones y establecer relaciones cuantitativas.

Este trabajo de Ainsworth, sin embargo, no produjo realmente un cambio metodológico en las investigaciones, sino más bien el que se abandonase la realización de estudios hechos al 'modo clásico' o ingenuo, que consideraba sin más a las TP como si fuesen instrumentos genuinamente psicométricos. Coincide este desinterés con claras demostraciones de que algunos tópicos de las investigaciones clínicas no pueden seguirse defendiendo. Ejemplo de ello son las meras distinciones entre poblaciones clínicas y normales, en base a las respuestas diferenciales de los sujetos ante los estímulos proyectivos. Los primeros trabajos de Eron (1950, entre otros muchos) demuestran claramente lo inadecuado de esta pretensión. A partir de ese momento -aunque con gran dificultad- se va a ir generalizando entre los investigadores clínicos el énfasis en la obtención de variables capaces de discriminar entre distintas poblaciones patológicas, sometiendo a control las principales variables que pueden distorsionar el proceso predictivo. Aún hoy en día no es infrecuente encontrar que se realice un uso 'literal' de ciertas respuestas proyectivas para calificar la adscripción de un sujeto a grupo nosológico psicopatológico.

Otro de los tópicos, los estudios de validación a ciegas, han sido fuertemente criticados toda vez que las respuestas proyectivas difícilmente pueden ser aisladas del contexto en el que son producidas y de sus relaciones con otros datos sobre el comportamiento. Cada vez con más frecuencia se ha ido imponiendo la necesidad de interpretar el significado de las respuestas proyectivas en un contexto complejo de interdeterminaciones significantes, ceñido al aquí y ahora de la situación proyectiva. Consecuentemente se ha criticado el énfasis en que se obtenga validez predictiva, máxime si se tiene en cuenta la extraordinaria dificultad de señalar criterios para objetivar las predicciones hechas en base a variables proyectivas.

La cuestión de la fiabilidad no es menos compleja. ¿Hasta qué punto puede exigirse una elevada fiabilidad test-retest? La tópica respuesta de la 'consistencia' de los rasgos de la personalidad no aclara realmente nada, y menos si se tiene en cuenta la infinidad de influencias o condiciones situa- cionales a las que las TP han demostrado ser sensibles. Por otra parte cada vez se espera más que las respuestas proyectivas puedan ser utilizadas precisamente por su valor para detectar aspectos situacionales. Queda así una compleja distinción y armonización entre la capacidad de las TP para recoger aquellos rasgos más invariantes en los sujetos y su sensibilidad para detectar estados transitorios de interés, por ejemplo, clínico.

Zubin, Eron y Schumer (1965) defienden una postura si no opuesta, al menos complementaria a la de Ainsworth:

"El análisis de perfiles, normas y configuración de puntuaciones, así como el uso

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de escalas no lineales, pueden ser sometidas a análisis psicométrico sin violar los

principios proyectivos" (1965. pg. 19)

Son estos autores, junto a Murstein (1963, entre otras muchas obras) quienes han apadrinado un amplio movimiento de reconversión psicométrica de las TP, sin por ello alterar los aspectos substantivos de las mismas. Sus esfuerzos vienen representados por las siguientes soluciones y propuestas:

a) El estudio del valor estimular de los materiales - estímulo proyectivos: láminas.

instrucciones, etc.

b) La estandarización de las condiciones de administración, lo que incluye el control

sobre los estímulos, el proceso recogida de las respuesta, y las variables

intervinientes de la situación de examen (distorsiones influidas por los

examinadores, sujetos, situaciones y sus interacciones).

c) La obtención de datos normativos que permitan conocer suficientemente las

pautas de respuesta a los estímulos por parte de diferentes poblaciones de interés.

d) La utilización de sistemas de valoración y análisis de las respuestas que sometan a

suficiente control la subjetividad de los jueces o puntuadores.

e) La interpretación de los resultados dentro de un contexto de contrastación con

evidencias procedentes de otro tipo de aproximaciones al estudio de la conducta.

Buena parte de estas exigencias han ido siendo abordadas en las dos últimas décadas, si bien puede afirmarse que queda mucho por hacer para que se pueda considerar que las principales TP cumplen las exigencias básicas. Hay que resaltar, que como en todo proceso de inferencia, no se trata sólo de la adecuación del método, sino también de la 'honradez' del evaluador. Las TP, en su estatus actual, dejan demasiadas decisiones en manos del clínico que las utiliza, lo cual si bien es parte de su esencia maximiza los riesgos de una utilización inadecuada o ingenua. Se trata entonces no solo de la optimización de los métodos proyectivos, sino de todo el proceso inferencial y decisional clínico.

A la vista de las consideraciones hechas, y tomando en consideración las sugerencias realizadas en los Estándares de la A.P.A. (1985), cabe extraer las siguientes conclusiones sobre la validez y fiabilidad de las TP:

1) No tiene ningún sentido pretender validar una prueba proyectiva como un 'todo'. No pueden

admitirse afirmaciones tales como: El Rorschach es válido y fiable, o bien lo contrario.

Tales expresiones deben ser sustituidas por otras del tipo siguiente: La prueba de

Rorschach, administrada de acuerdo a las normas del sistema ..., valorada según el

procedimiento... y los criterios..., referida a las normas de la población.... (etc)... se ha

mostrado válida para predecir (tales variables comportamentales en cuales situaciones)....

2) Cada instrumento proyectivo posee características y problemas propios. Es dudosa la

relativa unicidad de componentes para las distintas pruebas proyectivas. Esto significa, al

menos, que las evidencias (positivas o negativas) de validez y fiabilidad no pueden ser

extrapoladas de unos instrumentos a otros, como tampoco -con frecuencia- mucho más allá

de las condiciones experimentales en las que fueron obtenidas.

3) En las investigaciones realizadas o que puedan realizarse es necesario tener en cuenta para

una más adecuada valoración la modulación que introducen variables intervinientes tales

como edad, sexo, maduración fisiológica, nivel educativo y socioeconómico así corno las

interacciones de todos estos factores. Así lo señalan numerosos críticos, entre ellos

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McFarlane y Tuddenham, Zubin, Eron y Schumer, etc.

4) Uno de los problemas más importantes deviene del establecimiento de los criterios para

valorar las respuestas proyectivas (y por ende las propias técnicas). Se ha demostrado

repetidamente inadecuado el uso de criterios nosológicos estáticos, tales como entidades

diagnósticas precisas. La APA en sus estándares señala: "Cuando es necesario el

diagnóstico diferencial, el usuario debería escoger, si es posible, un test para el cual haya

evidencia de su aptitud para distinguir entre dos o más grupos diagnósticos, más que para

distinguir meramente los casos patológicos de la población general" (SEPT, 1985, pg. 46).

5) El problema de la validez ha de abordarse mediante múltiples métodos combinados.

Widiger y Maitland Schilling (1980) han elaborado un interesante modelo para la

validación conceptual del Rorschach que incluye:

a) la explicación de la red nomológica;

b) la determinación de los observables;

c) la construcción del Diseño de investigación que evalúe óptimamente la validez de la

ubicación del instrumento en la red.

Tal diseño incluiría: Validación convergente y discriminante; validación cruzada;

conclusión negativa inequívoca. Una vez establecida la validez conceptual habrían de

obtenerse ciertos objetivos prácticos:

1) tener validez substantiva (clínica);

2) poseer validez incremental: ¿Qué aportan significativamente las TP

respecto de otros tests?

3) obtener datos de tasas base y razones de selección (falsos positivos y

negativos);

4) utilizar muestras representativas;

5) hacer un uso limitado de la inferencia estadística.

Este modelo puede ser extrapolable al resto de los instrumentos proyectivos.

6) No deben utilizarse las respuestas específicas de un sujeto ante un ítem (estímulo

proyectivo) como base suficiente para la evaluación psicológica, a menos que conste

evidencia de la validez de tal inferencia (SEPT, 1985, estándar 1.4), lo cual es dudoso que

suceda en la mayoría de las TP.

7) No deben contraponerse ni considerarse excluyentes los usos clínicos y actuariales de las

TP. Una actuación combinada de procedimientos clínicos y actuariales puede optimizar su

praxis. La validez y fiabilidad de las TP depende prioritariamente de un uso contextual

adecuado, en el que se utilicen combinadas toda clase de evidencias.

5.6 Clasificación de las Técnicas Proyectivas

La primera clasificación de las TP la realizó Frank en su artículo programático (1939). Frank utilizó 5 categorías para esbozar su clasificación; Estas fueron:

a) Constitutiva: Se refiere a situaciones en la que el sujeto impone una estructura sobre un

material todavía inestructurado. Ejemplos de ella son: Las técnicas de completamiento de

dibujos (Wartegg) y en cierta medida el Rorschach.

b) Constructiva: Se refiere a materiales prediseñados, susceptibles de que se construya con

ellos. Ejemplos son los mosaicos, y en cierta medida el Machover.

c) Interpretativa: Respuestas en las que el sujeto adscribe significados a situaciones

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estimulares. Ejemplos: TAT y SCT.

d) Catártica: Por sus efectos. Ejemplo: El juego, e) Refractaria: Fenómenos descritos por

Allport como aspectos expresivos de la conducta. Ejemplos: La grafolo- gía, el PMK , etc.

Lindzey (1949) listó 6 esquemas y clases de criterios diferentes de clasificación para las Técnicas Proyectivas:

a) Por los atributos del material de test.

b) Por las técnicas empleadas en su construcción (racional versus empírica).

c) Por la forma de interpretar el test (análisis formal versus análisis de contenido).

d) Por el propósito del test.

e) Por la forma de administración del test (colectivo versus individual).

f) Por el tipo de respuesta que elicita (construcción de historias, asociación, etc.)

Lindzey sugirió el último criterio como el más adecuado para intentar una clasificación sistemática. Un ensayo parecido lo realiza Semeonoff (1976), quien las clasifica así:

a) En función del estímulo: verbal; visual; concreto; Otras modalidades.

b) En función de la respuesta: asociación; interpretación; manipulación; elección. c) En función del objetivo: descripción; diagnosis; terapia.

Utilizando una combinación de los criterios de Lindzey y Semeonoff, presentamos a continuación una clasificación para recoger las principales TP que siguen vigentes: 1. Técnicas racionales de asociación verbal:

1.a - Asociación de palabras: WAT - Rapaport, Gill y Schafer (1946) 1.b - Frases

Incompletas: SCT - Rotter (1950)

1.c - Relatos incompletos: Fábulas de Düss - Düss (1940)

1.d - Tests desiderativos: Bestiario - Zazzo (1950); Cuestionario Desiderativo

(Celener. 1978; 1993)

1.e - Autobiografía y recuerdos tempranos: EM - Bruhn (1984)

2. Técnicas visuales interpretativas:

2.a - Racionales escasamente estructuradas: Rorschach - Rorschach (1920)

Z - Zulliger (1954) DMT - Kragh

2.b - Racionales moderadamente estructuradas: TAT - Murray (1935)

PFT - Rosenzweig (1945)

CAT - Bellak (1949)

Blacky Pictures - Blum (1950)

Patte Noire - Comían (1961)

ORT - Phillipson (1964)

GAT - Wolk y Wolk (1966)

SAT- Bellak (1973)

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240

TEMAS-Costantino (1981) ‘

CAST-Schneider (1995)

“Erase una vez..” - Fagulha (1993)

Walker Visuals - Walicer (1995)

2.c - Empíricas:

HIT-Holtzman (1960)

3. Técnicas racionales de ejecución gráfica:

Figura Humana - Goodenough (1931)

DAP - Machover (1949)

Dibujo de la familia - Corman (1961)

Test del Árbol - Koch (1949)

HTP- Buck (1949)

4. Técnicas manipulativo - constructivas:

Mosaicos - Lowenfeld (1929, 1954) MAPS - Shneidman (1947)

En esta clasificación se recogen exclusivamente algunos de los instrumentos más relevantes, que han sido más utilizados y que han generado o están generando mayor cantidad de investigación. Se han omitido muchos tests menores, entre ellos las numerosas formas derivadas de los principales tests, excepto si han llegado a tener una identidad diferenciada como instrumento. Sirva al lector esta panorámica para considerar la extensión y notable cantidad de diferentes instrumentos que se agrupan con más propiedad bajo el rótulo "Técnicas Proyectivas". La descripción y valoración de cada uno de estos instrumentos queda para un estudio más especializado, pudiendo introducirse a ella el lector mediante las 'fuentes para ampliación' y 'referencias bibliográficas' que posteriormente se incluyen.

5.7 Conclusiones y perspectivas

El estatus actual de las TP en la evaluación clínica queda suficientemente recogido y expresado en la última edición de los Estándares para Tests Psicológicos y Educativos de la A.P.A. (1985):

"Las técnicas proyectivas y muchas técnicas de entrevista y de observación

conductual son usadas muy frecuentemente como ayuda en la evaluación clínica y en la

selección del tratamiento. Cada uno de estos métodos arroja múltiples hipótesis sobre la

conducta del sujeto, en las varias situaciones en las que surge, y cada una de dichas

hipótesis es modificable en función de ulterior información. Cuando se usa una de estas

medidas las interpretaciones son juzgadas por su contribución total a la comprensión

clínica del individuo más que por la validez de cada hipótesis" (SEPT, 1985, pg. 45).

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Se trata, como el lector podrá considerar, de una perspectiva más modesta que la pretensión que muchos clínicos tuvieron originalmente, al considerar -en expresión de Murray y Menninger- que las TP serían los 'rayos X' de la personalidad. Pero no por modesta tiene menos interés. Posiblemente con el desarrollo de nuevos modelos e investigaciones se resuelvan satisfactoriamente algunos de los problemas que hemos enunciado a lo largo de este capítulo, tendencia que viene cobrando cuerpo en múltiples trabajos de la última década, y que desde la óptica española podemos resaltar el notable incremento que en los últimos años se ha producido en el número y calidad de las investigaciones realizadas o en curso.

Pero la situación presente y el futuro de las TP no depende solamente del quantum de investigación que se genere. A lo largo de este capítulo hemos hecho referencia a perspectivas tales como la cognitiva aplicada o la existencial-humanista que consideran a las TP desde otra óptica: una tarea o situación que puede reunir condiciones óptimas para obtener información directa e indirectamente de la conducta y personalidad del sujeto orientada a la intervención terapéutica o de asesoramiento. Hace tiempo que buena parte de la utilización psicodinámica de los métodos proyectivos está orientada a la obtención de información para el tratamiento, e incluso a coadyuvar en él, considerando a los instrumentos proyectivos como tareas mediadoras o facilitadoras, y en ocasiones como entrevistas semi-estructur- adas.

Sí las TP se despojan de los 'mitos' que las han acompañado durante años, y son vistas de una manera más objetiva, como procedimientos para obtener información básicamente de naturaleza consciente ('muestras' complejas del pensamiento, lenguaje y motricidad), que es valorada y utilizada en su contexto de origen, con la participación del sujeto en su adecuada relativización, pueden pertenecer lícitamente al bagaje metodológico del psicólogo actual, preferentemente del clínico.

5.8 Referencias bibliográficas:

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d) Revistas y repertorios bibliográficos:

Consúltese básicamente los Mental Measurements Yearboók (Sección métodos proyectivos) y las revistas Journal of Personality Assessment y en lengua castellana la Revista Iberoamericana de Diagnóstico y Evaluación Psicológica y la Revista de la Sociedad Española de Rorschach y Métodos Proyectivos.

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