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1 Fundación Rafael del Pino, Madrid 17 de Mayo, 2010 Investigación e Innovación Andreu Mas-Colell Secretario General CEI (ERC) Profesor UPF Presidente Barcelona GSE I. Introducción Les agradezco la oportunidad de compartir algunas ideas con Uds. esta tarde. Es una satisfacción poder hacerlo en un foro, el de la Fundación Rafael del Pino, donde de forma sistemática resuenan debates de alto nivel, un reto que ha de dar pausa a cualquier conferenciante. También les rogaré que comprendan que el tema fue convenido tiempo atrás. Con el vendaval ahí fuera podría si no pasar por académico autista. Les hablaré hoy de Innovación e Investigación, principalmente de la segunda, en Europa y en España. Este no es un tema de rabiosa relevancia en el corto plazo pero todos entendemos 1 que la profunda crisis que nos azota tendrá una salida 1 véase, por ejemplo, Project Europe 2030: Challenges and Opportunities, por el Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la UE 2030, presidido por Felipe González y presentado este mismo mes de Mayo

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Fundación Rafael del Pino, Madrid 17 de Mayo, 2010 Investigación e Innovación Andreu Mas-Colell Secretario General CEI (ERC) Profesor UPF Presidente Barcelona GSE

I. Introducción

Les agradezco la oportunidad de compartir algunas ideas con Uds. esta tarde. Es una satisfacción poder hacerlo en un foro, el de la Fundación Rafael del Pino, donde de forma sistemática resuenan debates de alto nivel, un reto que ha de dar pausa a cualquier conferenciante. También les rogaré que comprendan que el tema fue convenido tiempo atrás. Con el vendaval ahí fuera podría si no pasar por académico autista. Les hablaré hoy de Innovación e Investigación, principalmente de la segunda, en Europa y en España. Este no es un tema de rabiosa relevancia en el corto plazo pero todos entendemos 1 que la profunda crisis que nos azota tendrá una salida 1 véase, por ejemplo, Project Europe 2030: Challenges and Opportunities, por el Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la UE 2030, presidido por Felipe González y presentado este mismo mes de Mayo

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satisfactoria en el medio plazo solamente si las economías de Europa, y en particular la nuestra, transitan hacia estructuras económicas de alta productividad, ricas en generación de conocimiento y en innovación. Desde la primera llamada de atención académica sobre la innovación, en la obra de Schumpeter, la centralidad teórica de la misma se ha ido abriendo paso y hoy es comúnmente reconocida como una de las condiciones necesarias más importantes para el éxito empresarial en economías dinámicas y competitivas. En ellas la presión del mercado empuja inexorablemente al ahorro de costes, a la introducción de nuevos productos, a agudizar el ingenio, en definitiva, a innovar. Y en un feliz círculo virtuoso la innovación es a su vez impulsora de dinamismo, de aumentos de productividad y de crecimiento económico, una consideración particularmente relevante en los tiempos presentes. Se sigue que para el buen progreso de una economía es esencial promover un entorno favorable a la innovación. Sobre la configuración de este inciden muchos factores, la importancia relativa de los cuales depende a su vez de las características de cada país. Así, por ejemplo, algunos autores2 han argumentado que para un país alejado de la frontera tecnológica (noción que puede definirse y cuantificarse adecuadamente) la calidad de la educación primaria y secundaria es clave mientras que para otro más avanzado y próximo a esa frontera la educación superior cobra relativamente mayor importancia. Advirtamos que si bien la actividad innovadora es, a grandes rasgos, fácilmente reconocible el concepto de innovación es de contornos imprecisos. En particular, medir su nivel en una economía es tarea llena de dificultades. La OECD ha propuesto para llevarla a cabo, y para el correspondiente tratamiento

2 véase P. Aghion-C. Meghir- J. Vandenbusscher, 2006: Distance to Frontier, Growth, and the Composition of Human Capital, Journal of Economic Growth.

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estadístico, el Manual de Oslo, que goza de alguna aceptación pero que dista todavía de estar completamente establecido. Desde el mirador europeo, que temporalmente me es propio, quiero señalar que la promoción de la innovación se ha convertido en un objetivo clave de la UE, en el contexto de su Estrategia 2020, sucesora de la fallida estrategia de Lisboa3. Es previsible que el 8 Programa Marco de Investigación, que se iniciará en 2014, ponga un gran énfasis en este concepto. Y lo que es cierto para la UE también lo es en este caso para los Estados miembros. Las políticas de innovación están en alza. En una visión expansiva de mi cometido hoy, debería entrar ahora en una larga enumeración de lo que se precisa para crear un buen entorno innovador. Empezaría, sin duda, por el fomento del espíritu empresarial, aunque sobre el particular pocas recomendaciones podría darles, ya que soy de los que opinan que o se tiene o no se tiene. Otra cosa sería la educación del espíritu empresarial que ahí sí se puede actuar. Me referiría también, por supuesto, a la educación en general, así como a temas fiscales. Para evitar estar peligrosamente cerca de lo tautológico e intentar persuadirles que para garantizar una economía dinámica no hay más remedio que imprimir dinamismo a la economía, tomaría otra vez la perspectiva europea y les mencionaría tres áreas bien conocidas donde la acción política de la UE podría tener una efectividad clara: la promoción del capital riesgo (y fases previas del ciclo de inversión), la contratación pública estratégica y, sobre todo, la patente europea única. ¿Saben Uds – hay un magnifico trabajo de Bruno van Pottelsberghe sobre el particular 4 - que el coste de una patente en la UE es, controlado el nivel y el ámbito de protección, unas siete veces superior al de los EEUU.? El coste económico directo de arreglar esto es nulo y los beneficios muy considerables. Debemos hacerlo con urgencia. Como meta 3 véase: Europe 2020, A European Strategy for smart, sustainable and inclusive growth. Comunicación de la Comisión Europea, Marzo 2010. 4 Europe should stop taxing innovation, Bruegel Policy Brief, March 2010.

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puede parece poco pero es una apariencia engañosa: se trata de un objetivo cuya consecución sería un hito señalado en el proceso de construcción europea. Pero dicho todo lo anterior lo cierto es que en la oportunidad que Uds. hoy me conceden no voy a concentrarme en ninguno de estos aspectos sino en pasar revista a otro importante componente de la batalla por la innovación: la investigación. Procedo así porque creo que es un componente fundamental, pero también, a que negarlo, porque es sobre el componente que puedo contribuir algún conocimiento experto.

II. Investigación

Investigación e Innovación son dos términos relacionados pero cuya relación es objeto de múltiples debates. Yo voy a ser pragmático. Al concepto de innovación ya me he referido. Investigar es trabajar para obtener conocimiento nuevo. A diferencia de la innovación el concepto de investigación (incluyo ahí también el desarrollo) tiene una base estadística muy sólida, fundada en el famoso Manual de Frascati, a partir del cual, la OECD, EuroEstat y las agencias estadísticas de los distintos países construyen sus muy conocidos indicadores. En estricta lógica, la investigación y la innovación podrían pertenecer a universos ortogonales. La investigación con relevancia exclusiva para la satisfacción de la sed de conocimiento y la innovación consistiendo en adaptaciones empíricas de todo tipo a las realidades del mercado, pero sin incorporación significativa de conocimiento nuevo. Es, sin embargo, un hecho muy notable que no es así como se han desarrollado las cosas y no es ese el mundo en que vivimos. Sin duda, el conocimiento científico ha sido impulsado desde sus orígenes por la curiosidad intelectual. La existencia de un

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agujero negro en el centro de nuestra galaxia o saber si incorporamos carga genética de los Neardentales nos importa mucho, y no es por su valor de mercado – aun contando con la posibilidad de un ocasional best-seller de divulgación científica. A pesar de ello, o quizás por ello, la investigación científica ha sido fuente repetida de implicaciones prácticas con valor de mercado, algunas veces después de muchos años (piénsese en la teoría de números) y a menudo de forma inesperada. A su vez son numerosas las innovaciones con valor de mercado que llevan tras sí mucha labor de investigación. Les daré unos ejemplos muy variados que extraigo de los comentarios que el Consejo Científico del Consejo Europeo de Investigación (CEI, ERC en sus siglas inglesas) presentó unos meses atrás a la Consulta de la Comisión Europea sobre la Agenda 20205:

(i) Han argumentado algunos historiadores económicos del siglo XVII (Joel Mokyr entre ellos) que la eminentemente practica Revolución Industrial fue posible por, y en cierta forma surgió de, el clima intelectual generado por la Revolución Científica previa. (ii) Este año marca el 50 aniversario de la puesta en operación del primer laser. Es anécdota bien sabida que en aquel entonces muchos lo consideraron como "una solución a la busca de un problema". Yo creo que prácticamente lo mismo podría decirse de muchas otras grandes innovaciones tecnológicas, los ordenadores personales por ejemplo. (iii) En el mundo contemporáneo el crecimiento explosivo de las nuevas tecnologías asociadas con la comunicación y la computación, y de sus correspondientes sectores económicos, no debe oscurecer el hecho que estas

5 Los comentarios, que incluyen referencias, pueden encontrarse en http://erc.europa.eu.

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tecnologías han dependido en su progreso de avances puramente científicos en ciencias físicas y matemáticas, tales como la comprensión de las propiedades eléctricas fundamentales de los materiales (que llevaron a la invención del transistor y los circuitos integrados) y muchos otros. (iv) Ha sido conclusivamente demostrado que no solo el surgimiento de la industria biotecnológica en los EEUU a partir de 1970 fue una consecuencia de nuevos descubrimientos científicos, sino, más sorprendentemente, que el principal factor explicativo de la localización de sus empresas fue la proximidad a los centros de investigación universitarios donde estos tuvieron lugar.

Podría ofrecer muchos otros ejemplos. Tampoco debemos olvidar que la investigación incluye las Ciencias Sociales y Humanas y que estas inciden asimismo en la generación, y evaluación, de innovaciones, no todas las cuales tienen un contenido exclusivamente tecnológico. Mi posición es, por lo tanto, que la investigación, y en consecuencia la política de investigación, es un componente esencial, aunque no único, de la política de innovación. El debate de la investigación versus la innovación es, a mi entender, estéril. Y para serles francos creo que un país que considere que no precisa de una base científica muy fuerte es un país que ha decidido que el conocimiento científico, y la disponibilidad de los inventos derivados, no le va a faltar porque eso ya lo hacen otros. Una posición razonable para muchos países pero no para los más avanzados o para los que pretendan estar en la frontera. Estos entienden que la generación de conocimiento científico y tecnológico en proximidad añade, como mínimo, dos contribuciones clave: la posibilidad de adquirir propiedad intelectual comercializable, directa o indirectamente, y la atracción y disponibilidad de talento altamente cualificado y con frecuencia muy versátil.

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Antes de adentrarme en un análisis y discusión de la situación europea y española en lo que concierne a la investigación permitidme una observación adicional. Es posible que en mis palabras anteriores haya asociado en exceso el concepto de investigación con una búsqueda de conocimiento impulsada por la curiosidad. No toda la investigación es de este tipo, ni debe serlo. Hay mucha que esta orientada a resolver problemas específicos planteados por la sociedad por la vía, típicamente pero no siempre, del proceso político. Con respecto a este tipo de investigación deben evitarse dos errores de juicio un tanto comunes:

(i) Considerar que la investigación orientada es simplemente aplicada y quizás de menor enjundia intelectual. No tiene porque ser así. Tomemos un ejemplo de gran relevancia. La UE en su Agenda 2020 ha planteado como uno de sus grandes objetivos para esta fecha impulsar una economía que sea smarter, más inteligente, y greener, más verde. En un juicio que hago mío el Consejo Científico del ERC ha expresado su acuerdo con este objetivo, pero también señalado que el orden es este, para que sea greener deberá ser smarter. Así, es bien sabido que las esperanzas que podamos abrigar con respecto a la energía solar dependen crucialmente de la posibilidad de articular un empujón masivo a los programas de investigación tanto en ciencia básica como en desarrollo tecnológico. La multiplicación at infinitum de los paneles solares actuales no bastará. (ii) El segundo error seria pensar que la investigación orientada necesariamente obtiene resultados más a corto plazo que la no-orientada. Siguiendo con el ejemplo de la energía el proyecto internacional ITER, sobre fusión termonuclear, constituye un perfecto contraejemplo a tal presunción. Domesticar la bomba de hidrogeno no se va a

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lograr en cuatro días (cuatro décadas sería un gran resultado).

III. La situación europea

La ciencia, y su generación, la investigación, es parte de la identidad europea. La inventamos nosotros, al menos si podemos considerar que la Grecia clásica ya era una premonición de Europa (es bueno recordar estos días las contribuciones de Grecia a Europa), y la reinventamos con la Ilustración. Pero hoy nuestros primos americanos nos han superado. La famosa idea de la paradoja europea según la cual nuestra ciencia es tan buena o mejor que la americana -y lo que fallaría seria más bien la innovación y la transferencia de la primera a la segunda- solo responde a la realidad apelando a los índices más crudamente cuantitativos: es cierto que publicamos más en revistas científicas -en el 2004 la aportación europea fue del 38% versus el 34% de los EEUU- y es cierto también que producimos el doble de Doctores. Pero no responde a la realidad si utilizamos índices que tengan en cuenta la calidad (premios6, citas, etc.). Lo han demostrado una variedad de autores: Pavik, Dosi -Llerena- Sylos-Labini, Pauwels-Thisse y más recientemente, y a mi parecer definitivamente, Javier Ruiz-Castillo y sus colaboradores en la Universidad Carlos III de Madrid.

La dominancia americana ha sido consecuencia de muchos factores. Permítanme destacar tres:

(i) Los desgraciados efectos de los totalitarismos europeos del siglo XX.

6 En la Figura 1 se recoge la evolución en el siglo XX del porcentaje de galardonados con el Premio Nobel con residencia academica en EEUU.

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(ii) Una mayor generosidad del sector privado americano hacia la investigación. No es cierto, dicho sea de paso, que los incentivos fiscales sean la consideración decisiva. Los mismos son, por ejemplo, más generosos en Francia, sin que ello tenga efectos perceptibles sobre donaciones (es cierto, sin embargo, y ello es relevante, que la presión fiscal es menor en USA)7. También merece señalarse, ya que es un error habitual de percepción, que en los EEUU la generosidad hacia las universidades no es tanto de las empresas (estas, al fin y al cabo, se deben a sus accionistas) sino de los individuos. (iii) un sistema de educación superior mejor adaptado en los EEUU a satisfacer la doble función de formar y de investigar. En parte ello es la feliz consecuencia de un accidente histórico: haber introducido el modelo Humboldiano de universidad investigadora no por substitución de lo existente sino superponiéndolo en forma de escuelas graduadas al modelo ingles de los liberal arts colleges.

Un debate reciente en Europa, al menos en el ámbito más relacionado con la economía del conocimiento, versa sobre si, a la vista de su completo fracaso (el progreso ha sido nulo), hay que mantener en la perspectiva del año 2020 el llamado objetivo de Barcelona de alcanzar un 3% de gasto en I+D sobre el PIB europeo, inicialmente propuesto para el 2010 (se denomina objetivo de Barcelona porque ahí se acordó, como concreción de la Agenda de Lisboa, en la reunión del Consejo de Ministros Europeos de Marzo del 2002). La respuesta, a mi entender, es que sí. Quizás fue un error imponerse el objetivo pero hoy sería un error eliminarlo. Sería desmoralizador y enviaría el mensaje equivocado sobre la importancia de alcanzarlo. Otra cosa es que deba complementarse con un repertorio más amplio de objetivos. 7 véase: Gabrielle Fack: Are fiscal incentives towards charitable giving efficient? Evidence from France, a aparecer en American Economic Journal: Economic Policy.

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No puedo resistirme a elaborar un poco más sobre la ciencia europea desde mi observatorio del CEI. Primero unas palabras sobre este. El CEI es una Agencia de Financiación Europea de nuevo tipo. Aunque incluida en el 7 Programa Marco de la UE, del que representa el 15% de sus fondos, contrasta con sus programas de raíz más tradicional al no concentrarse en redes, sino en individuos. Su valor añadido europeo, y por lo tanto la justificación de su existencia, proviene del establecimiento de un estandar común a toda Europa, conocido por todos y sabido por todos que es conocido por todos, y del efecto estimulador de la competencia entre las universidades y centros de investigación del continente que de ahí se sigue. El CEI es tan distinto en espíritu de los programas tradicionales europeos que su adopción en el seno de la política científica de la UE ha sido repetidamente descrita como un milagro. Su inspiración la encontraremos en la NSF norteamericana, nacida en 1950. Los Estados Unidos tienen sus instituciones federales más desarrolladas que las europeas (al fin y al cabo los EEUU sí son una federación) y ese fue factor decisivo para el adelanto cronológico. En Europa, hoy y en el futuro previsible, las responsabilidades de fomento de la investigación básica cuantitativamente más importantes se sitúan en las agencias de los Estados Miembros. Pero no debe pensarse que aun así el establecimiento en los EEUU de buenas instituciones de promoción de la investigación fue cosa fácil o automática. Desde las primeras propuestas de creación de la NSF hasta su aprobación por el Congreso transcurrieron 5 años. El debate parlamentario, altamente conflictivo, se centró en cinco temas8 :

(i) ¿Quien nombra al Director (el gobierno o la

comunidad científica)?,

8 véase: J.M. England, A Patron for Pure Science, National Science Foundation, 1982.

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(ii) ¿A quien pertenece la propiedad intelectual generada con financiación pública?,

(iii) Admisibilidad de la financiación de investigación

militar, es decir, secreta. (iv) Admisibilidad de criterios de distribución geográfica. (v) Inclusión, o no, de las Ciencias Sociales.

Como ven son todas ellas cuestiones importantes. Cuando tras un parto muy difícil la NSF fue al fin aprobada, Vannevar Bush, uno de sus grandes impulsores, calificó el acontecimiento como un minor miracle, curiosamente el mismo término que se repitió casi sesenta años más tarde en el caso del CEI. También se repitieron en el debate fundacional del CEI algunos de los cinco temas anteriores, en particular los concernientes al nombramiento del Director y a la distribución geográfica. Los demás no han sido esta vez controvertidos: la investigación secreta no está permitida, las Ciencias Sociales y las Humanidades están incluidas y la propiedad intelectual, si la hay, se atribuye y debe ser protegida por las instituciones receptoras de las ayudas. Tras cuatro convocatorias y más de mil ayudas concedidas (de más de un millón de € cada una de ellas) la actividad del CEI nos empieza a ofrecer un reflejo panorámico, y probablemente bastante fidedigno, del mundo de la investigación europea en su vertiente más básica. Puesto que no hay prerrestricciones por ámbitos científicos o geográficos nos es dado contemplar lo que genera una asignación competitiva por meritos exclusivamente científicos. Y extraer lecciones del cuadro que emerge9. No entraré ahora en detalles pero para mi se impone con bastante claridad una conclusión: los ganadores tienden a ser los países y las instituciones que han adoptado un modelo de actuación 9 En la figuras 2, 3 y 4 se da cuenta de la distribución de ayudas por países de residencia académica del receptor. Las figuras 5 y 6 ilustran aspectos de movilidad.

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universitaria semejante al norteamericano en algunos aspectos esenciales, y muy en particular en la política de recursos humanos. Estos países e instituciones entienden que el talento es esencial, que el efecto mutuo de talento y recursos es multiplicativo y que, por lo tanto, sin abundancia de talento hay un techo a la productividad de los recursos, y viceversa. Para una universidad o centro de investigación con ambición de destacar en la arena europea, y mundial, la política de recursos humanos no puede ser un subproducto de procesos administrativos, ni tampoco debe, en ningún caso, ser una variable no sujeta al control absoluto de la institución. Considérese un caso de éxito entre las universidades europeas: la Universidad Politécnica Federal de Lausanne. Hasta la fecha ha recibido 24 ayudas, una cifra espectacular, solo superada por Cambridge (con 27) y Oxford (25)10. ¿Cómo ha sido esto posible? La historia es bien simple. Hace unos años, más de diez, el Patronato de esta universidad busco externamente a su primera autoridad universitaria (allí denominada Presidente, aquí sería Rector). Atrajo para tal responsabilidad a un distinguido neurólogo desde EEUU (Patrick Aebischer). Fíjense ya en esta pequeña diferencia con la tradición europea: el Patronato puede nombrar Presidente y busco hacerlo externamente. El nuevo Presidente, dice la leyenda, negoció un incremento de su subvención básica y la complementó, franco por franco, con ahorros internos. Con la bolsa así creada salió al mercado y en unos pocos años atrajo alrededor de unos 50 profesores jóvenes a los que ofreció buenas condiciones de trabajo, buenos salarios - me imagino - y un contrato de tenure-track, es decir un contrato en principio indefinido pero sujeto a una revisión a los 5 años que en caso de fracaso representaría el fin del contrato y en caso de éxito el compromiso que revisiones y evaluaciones posteriores solo afectarían al salario y no a la permanencia. Evidentemente la universidad lo hizo muy bien -la leyenda añade que el reclutamiento de profesorado es la 10 En la Figura 7 se recoge la lista de universidades con, hasta la fecha, diez o más receptores de ayudas.

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ocupación principal del Presidente- y hoy 24 de estos profesores han sido adicionalmente reconocidos con una ayuda del CEI. Como ven: una versión académica y conseguida del cuento de la lechera.

IV. La situación española

Al contemplar el panorama de la ciencia española podemos adoptar dos actitudes. La primera, a la que temperamentalmente no estoy inclinado, es la del lamento secular combinada con la exhibición de multitud de insuficiencias presentes. La segunda es la de la perspectiva larga, en la que se hace evidente el progreso realizado en las últimas décadas. Venimos de una situación histórica muy retrasada. La ilustración fue pobre entre nosotros. El siglo XIX un desastre, con excepciones, claro está, muy meritorias. No debió ser fácil ser Ramón y Cajal. La guerra civil y el exilio no ayudaron. Sobre este trasfondo el avance más reciente es notable. Así, por ejemplo (Informe COTEC, 2009) hemos pasado de de un gasto en I+D sobre el PIB del 0.91 % en el año 2000 al 1.35% en el 2008, uno de los pocos países europeos que ha aumentado esta índice (completamente estancado en Europa, a pesar de los buenos propósitos de Lisboa). Me gusta repetir que mientras que mostrando nuestros niveles de gasto no causamos gran impresión sí la causamos, en cambio, con nuestras derivadas, es decir, con nuestros ritmos de crecimiento. Pero aun así convendrán Uds. que la complacencia es mala consejera y debemos evitarla.

En el desarrollo científico de un país podríamos señalar cuatro etapas ideales:

(i) Etapa de crecimiento cuantitativo

(ii) Etapa de crecimiento cualitativo

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(iii) Etapa de presencia en la frontera

(iv) Etapa de definición de la frontera

Por lo que hace a la primera etapa podemos considerar que hoy por hoy la misión está cumplida. En el 2006 España contribuyo con el 3.1% a las publicaciones en las revistas indiciadas en el Web of Science. No podemos aspirar a más (las nuevas potencias científicas emergentes empujan). Estamos ahora progresando en la segunda etapa. Mientras que diez años atrás los entendidos podían pensar que la gran batalla de la calidad estaba justo en sus inicios hoy está plenamente en marcha y se ha cobrado ya algunos éxitos notables. Permitidme otra vez utilizar mi experiencia del CEI. En sus cuatro convocatorias España ha obtenido el 6.5 % de las ayudas, lo cual no está nada mal considerando de donde venimos y el altísimo nivel de selectividad de la evaluación. Estamos por detrás de los obvios e inalcanzables: Reino Unido, Francia y Alemania. También de Suiza y de Holanda y ahí nuestra ambición debería ser alcanzarles. No será fácil. Y estamos a tiro de piedra de Italia, aunque ahí la posibilidad de alcanzarla depende más de sus insuficiencias que de nuestras fuerzas, lo cual no me alegra11. En la tercera etapa (presencia en la frontera) nuestras apariciones son todavía esporádicas y en la cuarta (definición de la frontera) estamos prácticamente ausentes (tampoco es que Europa esté muy presente, pero lo está más). Llegados a este punto me permito una ensoñación. En España preocupa la cuestión de cuando vamos a tener un Premio Nobel, 11 Por lo que hace a instituciones en la Figura 8 encontrarán Uds. la lista de instituciones españolas que cuentan con tres o más receptores de ayudas.

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entendiendo por ello el de alguien que durante un periodo dilatado haya tenido su residencia científica en instituciones españolas. Propongo que intentemos contestar a esta pregunta estadísticamente. Cada año se conceden unos 10 Premios Nobel de Medicina, Química, Física y Economía. De ellos en las últimas décadas no ha habido, en media, más de dos investigadores de residencia europea. Debemos aspirar a más pero para el cálculo que sigue es preferible ser conservador. El CEI echó a andar en 2007. Yo creo que es probable – mal lo estaríamos haciendo si no – que a partir de 2030 al menos uno de los dos Europeos galardonados con el Nobel habrá sido un investigador previamente seleccionado para recibir una ayuda del CEI. España esta recibiendo algo más del 6% de estas. Si mantiene este nivel de éxito ello implicaría que a partir del 2030 habría una probabilidad del 6% cada año de obtener un Nobel. La probabilidad de un Nobel antes del 2050 sería entonces del 70% y antes del 2070 del 90% . No quiero concluir mis palabras sobre la investigación en nota triunfalista. En verdad, todo lo que les acabo de contar es todavía extraordinariamente frágil. Esperarán que ahora les diga cuán necesario es contar con recursos significativos y que error seria no dar a la disponibilidad de recursos públicos para la investigación la prioridad que se merece. Denlo por dicho. Pero el discurso no puede acabar ahí, especialmente en estos tiempos. Lo cierto es que nuestro sistema de investigación no esta optimizado para la utilización eficiente de los recursos de que dispone y que la importancia de un buen sistema institucional ha sido tradicionalmente subestimada en comparación al de la disponibilidad de recursos. Ahora debemos reequilibrar. En encrucijadas como las actuales es casi una obligación señalar que las crisis son oportunidades. Pero estas no se materializan automáticamente. Para que lo hagan en nuestro caso sugiero un par de principios de acción, y con ello termino:

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(i) El primero es que es momento de apostar por lo que funciona. No va a haber recursos públicos suficientes para fortalecer lo que es competitivo en Europa y, a la vez, para dar segundas y terceras oportunidades a lo que no funciona, o no funciona tan bien. Ni tampoco, mucho me temo y por un cierto tiempo, para lanzar nuevas y potentes iniciativas. Toca preservar y asegurarse que lo competitivo que afortunadamente tenemos y que fue impulsado en los años de bonanza quede muy bien asentado. Se puede hacer y si no se hace, ténganlo por seguro, retrocederemos. (ii) El segundo es que la gobernanza lo es todo, en el sentido que si esta es buena las instituciones llegan por si mismas a su máximo rendimiento y si no, no. Ya les he comentado el ejemplo de la universidad politécnica federal de Lausanne. Por ahí es por donde, espero, van a ir las cosas en Europa y, me gustaría creer, en España. En España se habla bastante de la reforma del gobierno de las Universidades. Hay conciencia de que este aspecto constituye un punto débil de las mismas. Pero lo que he visto presentado como posible, y pensado como atrevido, es muy tímido, lo cual no es sorprendente: las universidades mismas, y sus gobiernos, no son los agentes más adecuados para realizar un análisis lúcido de sus propias insuficiencias estructurales. Puesto que la reforma de la universidad va a tomar un esfuerzo legislativo considerable pienso que no es muy útil esforzarse en conseguir otra reforma-retoque que pase de puntillas sobre los temas difíciles con la falsa ilusión de que lo que se percibe como políticamente imposible no es importante, una variedad de disonancia cognitiva frecuente en las discusiones sobre organización académica. Es mejor centrarse en crear opinión para que algún día sea posible la reforma que realmente se precisa.

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Figura 1 Nobel Prices

Source: Nobel e-Museum list of Laureates

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Figura 2

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Figura 3 Grants

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Figura 4 Grants

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Figura 5 Origin of grantees

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Figura 6 Nationality and host country

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Figura 7 Comparison of Universities

Figura 8 Spanish Institutions

Spanish Institutions Grants CSIC 10 Fundación Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas 8

Universitat de Barcelona 6

Centre de Recerca en Economia Internacional 4

Fundació Privada Centre de Regulació Genòmica 4

Universitat Pompeu Fabra 4 Institut de Ciències Fotòniques, Fundació Privada 3