irak: cinco años después del comienzo de la guerra, …y el periodista francés del canal de...
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Irak:
Cinco años después del comienzo de la guerra, cientos de
periodistas obligados al exilio20 de marzo 2003 – 20 de marzo 2008
Investigación: Angélique Ferrat y Hajar Smouni
El año 2008 ha empezado mal para los
periodistas iraquíes. Al presidente de
su principal sindicato le asesinaron a
balazos a finales de febrero. Se trata de
una historia casi banal en este país
desgarrado por la violencia. Chihab
Al-Tamimi iba conduciendo su coche,
para acudir a una reunión. Otro
vehículo le adelantó, se escucharon
unos disparos. Le alcanzaron cuatro
balas. Al-Tamimi murió cuatro días
más tarde, a consecuencia de las
heridas. El sindicato ya ha elegido esa
fecha del 27 de febrero como el día
para conmemorar anualmente a los
periodistas muertos en Irak.
Pero ¿qué vida llevan los periodistas
iraquíes? Se sabe que figuran entre los
objetivos preferidos por los asesinos.
Ya lo fueron cuando la caída del
régimen de Saddam Hussein, pero
poco a poco se ha ido degradando la
situación hasta llegar a lo peor en
2006, cuando las violencias
comunitarias hicieron que millones de
iraquíes huyeran de su país. Son el
blanco de las milicias sunnitas y
chiítas, y de Al Qaeda, aunque la
violencia puede llegar también de las
autoridades, por ejemplo de la policía,
y de las fuerzas de la coalición dirigida
por los norteamericanos. Los
periodistas se quejan también de la
forma en que les tratan los
guardaespaldas de las personalidades
políticas.
Desde marzo de 2003 han matado a
210 periodistas y empleados de medios
de comunicación. El Ministerio del
In ter ior i raquí ha ab ier to
investigaciones sobre los asesinatos de
periodistas. Pero solo un número
insignificante de esas investigaciones
ha llevado a la detención de los
asesinos. La inmensa mayoría de ellos
continúan disfrutando de una
impunidad total. Los profesionales de
la información son también víctimas de
secuestros, llevados a cabo por grupos
movidos por razones políticas, o
simplemente con afán de lucro.
Reporteros sin Fronteras ha
contabilizado 87 secuestros de
periodistas desde el comienzo del
conflicto en Irak. Aunque, en un
primer momento, los más afectados
fueron los periodistas extranjeros,
ahora son mayoritariamente sus
colaboradores iraquíes las víctimas de
esos grupos. Hay que decir que, desde
2003, ha disminuido mucho el número
de periodistas extranjeros presentes en
Irak. Y que los que ahora viajan al país
adoptan grandes precauciones, para no
caer en emboscadas de las que resulta
extremadamente difícil salir, aunque a
veces se paguen rescates. Quince
profesionales de los medios, entre los
que se
encuentra un británico, continúan
retenidos como rehenes en Irak. Y el
periodista francés del canal de
televisión británico ITN, Fred Nérac,
continúa dado por desaparecido.
Atrapado entre los disparos
norteamericanos e iraquíes en el
segundo día de la guerra, nunca ha
aparecido su cuerpo.
Por supuesto, las autoridades iraquíes
hacen llamamientos al respeto a la
libertad de prensa y a las personas,
pero las últimas medidas tomadas por
el gobierno ponen de manifiesto su
impotencia. A finales de febrero de
2008, El Ministerio del Interior ofreció
conceder a los periodistas permiso para
llevar armas. Otro anunció que
consiguió sobresaltar a las os
principales asociaciones iraquíes de
periodistas: el gobernador de Nayaf
(160 km. Al sur de Bagdad) ofreció
crear, en el mayor cementerio chiíta
del mundo, ¡una sección reservada
para los periodistas! Según Ibrahim Al
Srage, de la Asociación Iraquí de
Periodistas, en los últimos meses ha
mejorado la situación. Aunque las
violaciones de sus derechos siguen
siendo moneda corriente. La
asociación ha hecho una lista de
treinta, desde el comienzo del año
2008. Violaciones que van desde
amenazas verbales hasta agresiones
físicas, que con frecuencia son obra de
los guardaespaldas de algunos
políticos.
Los periodistas iraquíes son como sus
compatriotas. Muchos emprendieron el
camino del exilio. Porque se sintieron
objetivos, amenazados, secuestrados.
Porque se cansaron de una situación de
seguridad siempre precaria. La gran
mayoría de ellos se refugiaron en el
norte de Irak, en Kurdistán, en
Amman, en Jordania, o también en
Damasco, en Siria. En Siria hay hoy
1,4 millones de refugiados, frente a los
500.000 que están en Jordania. 2006
fue un año de transición para los
medios de comunicación iraquíes, de
los que un número importante cerró
sus oficinas para ponerse al abrigo.
Según la Asociación de Periodistas
Iraquíes, Kurdistán ofrece condiciones
de seguridad mucho mejores. En
Jordania habría 200 periodistas y
empleados de medios (50 están
inscritos en el Centro de Información
jordano, los otros se encuentran pues
en situación irregular). En Siria resulta
difícil conocer las cifras. La mayor
parte de los periodistas que se
encuentran allí no están en condiciones
de encontrar trabajo. Los más
afortunados ejercen la profesión sin
autorización. Decenas de ellos han
encontrado refugio en Europa.
Reporteros sin Fronteras ha ayudado a
una treintena, principalmente en
Francia.
Jordania es el destino preferido por los
periodistas para exiliarse. Y también es
allí donde mejor les va. En Amman se
da una "concentración" de políticos
iraquíes, que transitan por el
aeropuerto internacional de la Reina
Alia para viajar a Washington o a
Europa. Varios medios iraquíes han
instalado sus oficinas regionales en el
país. La capita jordana se ha
convertido en su retaguardia. También
siguen emitiendo desde Amman los
medios prohibidos en Irak.
Sin embargo, Siria ha sido el principal
destino de los periodistas que
escaparon de Irak en 2007. La razón es
muy simple, a finales del año 2006
Jordania cerró prácticamente cerró sus
fronteras a los iraquíes. Pero Damasco
es un destino más difícil para los
refugiados. Allí encuentran menos
oportunidades de trabajo y los medios
de comunicación iraquíes están menos
presentes en el país.
Según Ibrahim Al Srage, de la
Asociación de Periodistas Iraquíes, es
difícil dar cifras exactas del número de
periodistas que se han marchado del
país porque muchos hacen viajes de
ida y vuelta, entre Bagdad y las
c a p i t a l e s v e c i n a s .
Amman, retaguardia de los medios iraquíes.
- Bagdad TV : 64 trabajadores en Amman, 32 en Bagdad. El canal se instaló en
Jordania en 2007, después de que en Irak mataran a dos empleados e hirieran a
17.
- Al-Irakiya : 10 trabajadores en Amman. Aparte de sus locales de Bagdad, el
canal público iraquí tiene oficinas regionales en las ciudades de Beirut,
Teherán, Abu Dhabi, El Cairo, Washington y Amman.
- Al-Charkiya : en 2006 cerraron las oficinas de Bagdad. Al-Charkiya se
trasladó a Amman, donde tiene empleadas a unas 20 personas.
- Al-Rafeedin (televisión por satélite)
- Al-Sumariya (televisión por satélite)
- Babel TV (televisión por satélite)
- Al Doustour (diario)
- Al Zaman (diario)
- Al Sabaa (diario)
- Al Machrek (diario)
Para hacer este informe, Reporteros sin
Fronteras se ha entrevistado con
periodistas residentes en Amman,
responsables de medios de
comunicación jordanos, ha estado en el
Centro Jordano de Información y ha
contactado por teléfono a periodistas
instalados en Damasco ( la
organización no consiguió visado para
entrar en Siria). Por expresa petición
suya, no se han precisado los nombres
de la mayoría de las personas
entrevistadas. Algunos temen
represalias cuando se publique este
informe.
Inmediatamente pudimos hacer una
constatación: existen tantas situaciones
como periodistas en el exilio. Pero, de
todas formas, se perfilan algunas
grandes líneas. Los periodistas
instalados en Jordania tienen mejor
situación económica que los refugiados
en Siria. Las autoridades de Amman y
Damasco permiten a los periodistas
iraquíes trabajar libremente, mientras
se limiten a los asuntos iraquíes y no
critiquen al país que les ha acogido.
Finalmente, no existe ninguna
organización que ayude o informe
masivamente a los periodistas iraquíes
expatriados. Cada cual debe
apañárselas para encontrar un empleo,
o cualquier otro modo de sobrevivir.
Marcharse de Irak cueste lo que
cueste
Las causas de la marcha son siempre
un poco las mismas. Algunos se
marchan tras sufrir un intento de
asesinato o secuestro. A otros, les
bastan las amenazas.
El ejemplo de este periodista iraquí
resume bastante bien el sentimiento
general. Trabajaba en Bagdad, donde
tuvo que dejar un primer empleo en
una agencia norteamericana de prensa
porque habían matado a un conductor,
y amenazado a otro periodista: "Tuve
miedo. Me dije que resultaría más
seguro trabajar en algún otro medio.
Estuve trabajando con ellos dieciséis
meses pero después me pidieron un
certificado de la administración iraquí,
que especificara que yo trabajaba de
periodista y que pagaba mis impuestos
en Irak. Era demasiado arriesgado.
Nadie sabía que yo trabajaba de
periodista. No quería que un empleado
de la administración utilizara esa
información contra mi familia, o contra
mí mismo. Me negué. Volví a cambiar
de empleo. Durante un año trabajé en
otro medio, después me vine a
Jordania, a reunirme con mi familia.
Les había puesto al abrigo en
septiembre de 2007. Trabajar en Irak
se ha vuelto imposible, hay demasiadas
tensiones, demasiadas dificultades.
Ahora estoy sin empleo."
Algunos periodistas deciden
marcharse, ante todo para proteger a su
familia y garantizar una escolaridad
normal a sus hijos. Todos hablan de
condiciones de trabajo que se
degradan. Hassan Hafidh era
responsable de la oficina de la agencia
de prensa británica Reuters en Bagdad.
Desde hace un año vive Jordania.
Durante los tres últimos años mantuvo
en secreto el trabajo que hacía, antes
de decidirse, de una vez por todas. "En
agosto de 2003 me secuestraron
durante ocho horas. Fue entonces
cuando comencé a ocultar mi
profesión. No llevaba el ordenador
portátil conmigo, no hablaba inglés en
público". Hassan dejó su cargo en una
agencia de prensa, donde ocupaba un
puesto en la dirección, para convertirse
en un simple periodista en otro medio.
Pero, en 2006, la inseguridad era tal
que decidió instalarse en Amman. "Ya
no era posible seguir trabajando en
Irak. Además de los problemas de
cortes de electricidad, se necesitaban
horas para hacer distancias muy cortas
y el miedo nos atenazaba cada vez que
teníamos que regresar a casa".
Para otros, la marcha fue imperativa e
inmediata. El corresponsal de la
agencia española EFE vio como su
vida daba un vuelco en la panadería de
su barrio. Encontró unos carteles en la
pared de la tienda, maquinalmente leyó
su contenido y se quedó pasmado al
descubrir que aparecía su nombre.
"Había veintitrés en el cartel, me
acuerdo muy bien, y mi nombre era el
número 17. Fue en febrero de 2007".
El cartel no precisaba nada, solo
figuraban en él esos 23 nombres, pero
su barrio estaba controlado por Al
Qaeda y decidió marcharse
inmediatamente, con su mujer y sus
dos hijos. La familia se fue a Damasco,
en Siria. Le resultó difícil hacer que su
empresa entendiera la situación. EFE
insistió para que regresara a Bagdad.
Tuvo que dimitir.
Una mujer periodista sobrevivió a un
intento de asesinato, y a un secuestro
en 2006. Había recibido varias
amenazas por correo electrónico.
"¡Muerte a los espías, a quienes
traicionan a su pueblo, a quienes son
agentes de los Persas [Iraníes]!”. En
julio de 2006 decidió marcharse de
Bagdad. Sus secuestraron la soltaron
únicamente porque prometió no volver
a trabajar de periodista.
Ser periodista en Irak es muy expuesto.
Tus escritos pasan una criba, tu equipo
te puede traicionar y tu nombre
familiar, que hace suponer tu religión,
puede crearte problemas. Saad es
camarógrafo con más de diez años de
experiencia; tenía un buen "curro". "Mi
nombre es sunnita, y las milicias me
conocían. El día que me dijeron que
había gente preguntando por mí en el
barrio, decidí marcharme". Otro
camarógrafo pasó por la misma
experiencia. "En mayo de 2007 supe
que el ejército de Mahdi [milicia chiíta
de Moqtada al Sadr implicada en la
depuración étnica de los barrios mixtos
de Bagdad] estaba preguntando por mí
en el barrio. Soy periodista, trabajaba
en un canal de televisión
norteamericano, y soy sunnita. Por
tanto, para ellos era un blanco.
Inmediatamente decidí abandonar la
ciudad. Me fui a Siria". Hussein Al
Maadidi , despertó las iras de las
autoridades iraquíes, y del ejército
norteamericano. Tiene muchos
contactos en la región de Al Anbar,
reveló la masacre de Haditha en un
m e d i o d e c o m u n i c a c i ó n
norteamericano. Una sección de
marines perdió a uno de sus hombres
en la explosión de una mina. Como
reacción, los soldados pusieron en
marcha una expedición de castigo
contra los habitantes del pueblo,
matando a mujeres y niños. El ejército
norteamericano encubrió el incidente y
durante un tiempo habló de una
operación contra insurgentes, aunque
finalmente tuvo que reconocer los
hechos. "La policía registró veintitrés
veces mi casa. En los últimos dos años
no volví nunca a mi casa. Incluso
trabajé con otro nombre, para evitar
represalias de la policía. Les molesto
con mis artículos sobre lo que
realmente ocurre en el Oeste del país".
En octubre de 2007 decidió marcharse
de Irak. Con frecuencia, los periodistas
iraquíes se sienten atrapados entre las
ganas de llevar a su familia a un lugar
seguro y la necesidad de disponer de
unos ingresos. Así, un periodista de la
prensa escrita envió a su mujer y a su
hijo a Siria. Habían matado a uno de
sus hijos, y amenazado al otro. Han
vivido varios años separados. El año
pasado consiguió poder trabajar en
Amman, y se trajo a la familia a
Jordania.
La salida hacia el exilio no es una
opción profesional. Empujados y
obligados, los periodistas iraquíes a
veces abandonar buenos empleos para
ponerse a buen recaudo. Partir es una
cuestión de supervivencia.
Pasar las fronteras
Un avez tomada la decisión de
marcharse, hay que conseguir entrar en
un país. En 2007 Siria creó un visado
de entrada obligatorio para los iraquíes
(alrededor de 50 dólares). Jordania
cerró prácticamente sus fronteras a
mediados de 2006, y también va a
poner en marcha un visado obligatorio
para los ciudadanos iraquíes. El paso
de las fronteras se ha endurecido para
los iraquíes. No es raro encontrar
iraquíes que han hecho varios intentos
en la misma frontera, o que han
intentado entrar en diferentes países.
Un joven periodista de la prensa escrita
decidió entrar en Jordania. Se instaló
en Siria, pero no conseguía vivir de su
trabajo. Cuando decidió ir a Amman,
desde Siria, para hacer una prueba en
Bagdad TV, el reino hachemita ya no
dejaba prácticamente entrar a los
ciudadanos iraquíes, salvo que fueran
empresarios o enfermos, que iban a
seguir tratamiento en los hospitales de
la capital. "Mi futuro empresario no
pudo darme una carta de
recomendación. Tuve que probar mi
suerte. Y funcionó". Quizá jugó a su
favor el hecho de que era periodista y
sunnita.
Los más afortunados son los de
disponen de una carta de su empresario
occidental, o iraquí. Fue el caso de este
periodista de la prensa escrita. Se
marchó de Bagdad con una carta de su
anterior empresario, The Los Angeles
Times : "Con esa carta, y el hecho de
que soy sunnita y no chiíta, entré
fácilmente. Sin embargo, pasé mucho
miedo, mi corazón no cesaba de latir".
Las cartas son una prueba, para las
autoridades, de que quien las posee va
a poder trabajar y, por tanto, subvenir a
sus necesidades. Es un preciado ábrete
sésamo. Otros enseñaron a los
aduaneros la prueba de que les habían
amenazado, y pudieron pasar la
frontera. Muchos habían instalado ya a
su familia en Siria, o en Jordania, lo
que facilitaba su paso y la obtención de
un visado temporal. Después, dependía
de ellos quedarse en el país, incluso sin
autorización.
Una vez pasada la frontera, los
refugiados iraquíes se encuentran de
todas maneras en situación ilegal al
cabo de algunas semanas (depende de
la duración del visado). Jordania ya no
concede permisos de estancia
temporales a los refugiados iraquíes.
Los que están inscritos en el Alto
Comisionado para los Refugiados
(ACNUR) pueden enseñar su tarjeta de
registro en caso de control policial,
pero eso no evita el riesgo de verse
expulsados.
Jordania y Siria son los países más
accesibles para los periodistas iraquíes,
que se ven obligados a huir. Pero un
gran número de ellos prefieren poner
más distancia entre ellos y los grupos
que les amenazan. Muchos periodistas
iraquíes exiliados en países limítrofes
intentan conseguir visados, para ir a
Europa o Estados Unidos. Con
frecuencia, sin resultado. La obtención
de un visado para el espacio Schengen
se ha vuelto prácticamente imposible.
Los países occidentales han optado por
ayudar económicamente a los
principales países de acogida, como
Siria o Jordania, en lugar de acoger
ellos mismos a los refugiados iraquíes.
Y la situación no es mejor en Estados
Unidos. Según recientes declaraciones
del embajador norteamericano en Irak,
James Foley, solo han entrado en
Estado Unidos 3.040 iraquíes, en el
marco de un programa de ayuda a los
refugiados puesto en marcha en 2007.
Desde el comienzo de la guerra en
Irak, en marzo de 2003, Reporteros sin
Fronteras ha ayudado a más de una
treintena de periodistas iraquíes,
refugiados en Europa. Han contado
con asistencia jurídica y económica, lo
que les ha permitido encontrar un lugar
para instalarse y conseguir un estatuto
protector. A principios del año 2007, el
Ministerio de Asuntos Exteriores
francés concedió dos visados de asilo a
unos periodistas iraquíes, apoyados por
Reporteros sin Fronteras. Pero, en
octubre de 2007, el Ministerio de
Inmigración, Integración e Identidad
Nacional y Desarrrollo, al que
recurrió la organización, se negó a
entregar visados de asilo a cuatro
periodistas. Sin embargo, en el mismo
momento, concedió esa autorización
para viajar a otro
periodista, de nacionalidad etíope. Un
funcionario de ese ministerio aseguró a
Reporteros sin Fronteras que el
gobierno no deseaba "lanzar llamadas
al aire". Sin embargo, el número
demandas de asilo de iraquíes en
Francia es muy inferior al registrado en
otros países europeos. En el transcurso
del primer trimestre de 2007, cerca de
20.000 iraquíes solicitaron protección
en alguno de los 27 Estados miembros,
9.300 de ellos en Suecia, 3.500 en
Grecia y...63 en Francia.
Un combate diario
Todos los periodistas entrevistados han
manifestado su alivio por haber
conseguido viajar, y poder vivir en
Jordania o en Siria. Están en un país
seguro, en el que no temen por su vida.
Han dejado atrás el miedo. Pero
recomenzar una vida en otro país no es
nada fácil.
En Jordania, los refugiados iraquíes no
tienen permiso de residencia. Y los
periodistas no son una excepción a esa
regla. Las personas en situación ilegal
deben pagar una multa de 1,5 dinares
por día y persona (es decir, alrededor
de 1,5 euros o 2 dólares) en el puesto
de policía, si no quieren tener
problemas en caso de control. Al
comienzo del año 2008, el Ministro del
Interior jordano, Eid Fayez, declaró
que los iraquíes en situación irregular
no tendrían que pagar más multas si
a b a n d o n a b a n e l t e r r i t o r i o
definitivamente. Mientras tanto, una
familia con dos hijos tiene que pagar 6
dinares por día, 180 al mes. "Cada día
tengo que pagar 6 dinares. Tenemos la
impresión de que no somos
bienvenidos aquí. He optado por
marcharme, quiero probar suerte en
otro país, como Estados Unidos", ha
dicho un periodista independiente. Está
esperando respuesta de la Oficina
Internacional de Migraciones.
No disponer de tarjeta de residente
significa también no poder conseguir
un contrato de trabajo. Para muchos
periodistas iraquíes refugiados en
Jordania, la tarjeta de residente no es
más que un "rosy dream", un sueño. En
el momento presente, las autoridades
jordanas conceden tarjetas de
residentes a los periodistas acreditados
por medios de comunicación iraquíes
instalados oficialmente en Jordania, o a
los que trabajan en alguna agencia
extranjera (como la Agencia France-
Presse, Associated Press o Reuters).
Por otra parte, los periodistas iraquíes
que quieren abandonar el territorio, o
disfrutar de una reinstalación, tienen
que estar en posesión de un pasaporte
de seguridad G o H. Los antiguos
pasaportes, clasificados como S,
considerados poco fiables, ya no los
aceptan las embajadas extranjeras.
Algunos de los periodistas
entrevistados por Reporteros sin
Fronteras no pudieron desplazarse a
cubrir determinados acontecimientos,
como la Conferencia del Petróleo en
Viena, Austria, o la Conferencia sobre
los Refugiados en Ginebra, Suiza, a
causa de esos p rob lemas
administrativos.
La obtención de un visado para Europa
no representa el final de ese recorrido
sembrado de dificultades. En Francia,
por ejemplo, los periodistas tienen que
conseguir la autorización de la Oficina
Francesa de protección de Refugiados
y Apátridas (OFPRA). Aunque, de
momento, la OFPRA no ha rechazado
la petición de ningún periodista iraquí,
algunos están todavía esperando
respuesta. Es el caso de un periodista
iraquí, apoyado por Reporteros sin
Fronteras. Amenazado por el Ejército
de Mahdi, este colaborador de un
periódico de Bagdad consiguió entrar
en Europa en 2006, gracias a un falso
pasapor te f rancés . Alo jado
provisionalmente en la Casa de los
Periodistas, un centro de vida y
acogida de periodistas exiliados en
París, continúa esperando que le
concedan el estatuto de refugiado, que
entre otras cosas le permitirá traer a su
familia. Lleva dos años sin ver a su
mujer y sus hijos.
Una difícil situación profesional
Otra dificultad: conseguir vivir de
nuevo de su trabajo. Algunos han
abandonado el periodismo para firmar
un contrato con alguna de las agencias
de Naciones Unidas, o con una
organización no gubernamental que
trabaja en Irak. Los más afortunados
han conseguido empleo en una agencia
de prensa, o un periódico extranjero.
Pueden aspirar a la preciada tarjeta de
residente jordano, y sobre todo ganar
un buen sueldo (de 1.000 a 1.500
dólares al mes).
La vida en Jordania está muy cara. La
inflación se encuentra en torno a un
10% y los precios de los alquileres han
aumentado con la llegada de los
refugiados iraquíes. Hay que pagar
entre 200 y 500 dinares (300 a 600
dólares) por un apartamento
amueblado de categoría media. En
Siria, la vida es netamente más barata,
aunque también allí han subido los
alquileres, con la llegada de más de un
millón de refugiados.
Muchos refugiados conocen la
situación de este periodista iraquí,
llegado a Amman a finales de 2007,
que sigue sin trabajo. Dejó una buena
situación en Bagdad, donde le pagaban
en dólares. Alquilaba su casa y ganaba
más de 2.000 dólares al mes. Hoy, se
ha reunido con su familia en Jordania.
De momento, viven cinco con los
ahorros del padre. Otro ejemplo, tras
ser amenazado, un periodista iraquí
dejó su puesto en una agencia de
prensa europea, en Bagdad. Se marchó
a Siria, fue tirando con algunas
colaboraciones en un medio de
Internet, se vino a Jordania para
trabajar en un medio iraquí. Ha pasado
de 1.800 dólares al mes en Irak a 500
dólares en Jordania. Y tiene que pagar
300 dólares de alquiler mensual en
Siria, para su mujer y sus hijos. Ha
tenido que coger un segundo empleo,
en una biblioteca. El caso de esta
periodista encontrada en Amman es
aun más preocupante. Trabaja en un
medio de comunicación electrónico.
Está de guardia de 7,30 desde la
mañana hasta las 22 h de la noche, para
cubrir la actualidad si se produce algún
acontecimiento. Por eso le pagan 200
dinares al mes. Pero paga un alquiler
de la misma cantidad. Vive gracias a la
ayuda de algunos amigos, que pagan
sus facturas de electricidad y gas. Está
buscando desesperadamente otro
trabajo. En Irak, era una periodista
reconocida y bien pagada, pero tuvo
que abandonarlo todo después de que
la secuestraran. En Jordania, para
mantenerse, ha vendidos sus alhajas de
oro, ha gastado sus ahorros. Ahora ya
no le queda nada. Por otra parte, el
empresario jordano no le paga
regularmente. Asegura que le pagan
peor que a los periodistas jordanos que
hacen el mismo trabajo.
Los periodistas refugiados en Europa
disfrutan de una ayuda mensual para
alojamiento, que no pasa de 400 euros.
La oportunidad de encontrar viviendas
sociales es muy escasa y muchos
tienen dificultades para encontrarla en
el parque privado de alquileres. Los
propietarios se resisten a alquilar a
extranjeros, que no ofrecen garantías
económicas. Las demandas de vivienda
a la administración tampoco tienen
mucho éxito, a la vista de las
larguísimas listas de espera.
Hussein Al Maadidi, periodista iraquí
refugiado en Siria es amargo. "Mis
ingresos han pasado de 2.000 dólares
al mes a 200. Vendí el coche en
Bagdad. La familia que se ha quedado
en Irak tiene que mandarme dinero.
Han dejado de recurrir a mí todas las
agencias de televisión para las que
trabaja en Bagdad. Es cierto que se
producen pocas noticias en Siria".
Encontramos la misma amargura en
Mohamed Al Kakhi, productor de
televisión. Se ha ofrecido para
numerosos trabajos de periodista en
Damasco. Corto de dinero, ha buscado
un trabajo de productor, pero tampoco
ha tenido éxito. Lleva nueve meses en
Siria y no sabe como subvenir a sus
necesidades. Ahmad es aun más
pesimista. El joven camarógrafo, de 25
años, fue secuestrado dos veces en
Irak, y después recibió un mensaje en
el que le calificaban de agente del
ocupante. Trabajaba en el canal
norteamericano N B C. Decidió
marcharse a Siria. Allí ha vivido un
año, con su familia, sin ninguna fuente
de ingresos. Gasta alrededor de 600
dólares al mes, pero solo ha
conseguido trabajar dos veces como
camarógrafo. Vive de sus escasos
ahorros.
En Jordania, los iraquíes no tienen
normalmente acceso a puestos de
periodista en un medio local. Para
contratar a un iraquí, el empresario
debe acreditar que ese trabajo no puede
hacerlo un periodista jordano. La
preferencia nacional es la regla, y
resulta difícil derogarla. Un
camarógrafo iraquí con diez años de
experiencia pasó por esa amarga
experiencia. Había encontrado trabajo
en el primer canal de televisión
privado jordano, ATV . Cuando el
empresario pidió una tarjeta de
residente para él, el Ministerio del
Interior se la negó. La respuesta fue la
siguiente: "Es una televisión jordana,
usted no puede trabajar en ella. Esos
empleos tienen que ser para los
jordanos". A pesar de todo, al
camarógrafo le estuvieron pagando
durante año hasta que el canal tuvo que
cerrarse, por falta de autorización para
emitir. Otro periodista independiente
que trabaja en Siria y Jordania admite
que no está registrado como periodista,
en ninguno de los dos países. Su mujer
está en Siria y él utiliza esa excusa
para ir al país. En Jordania, colabora
con bastante regularidad con revistas
de habla inglesa, sin que nunca le
hayan agobiado.
Nabil Al Sahrif es redactor jefe del
diario jordano Al Doustour. Admite
que son pocos los periodistas iraquíes
que consiguen trabajar en medios de
comunicación jordanos. Hay muchos
periodistas locales sin empleo. "Si hay
que elegir entre un periodista iraquí y
otro jordano, elijo a un jordano aunque
entiendo y me compadezco de las
dificultades que atraviesan nuestros
vecinos iraquíes. Si tengo que elegir
entre un hermano y un primo, elijo a
mi hermano". En cambio, las
universidades jordanas han contratado
a muchos investigadores y profesores
iraquíes.
Quienes no tienen empleo fijo optan
casi todos por recurrir al Alto
Comisionado para los Refugiados.
Esperan conseguir un visado, para
reinstalarse en un país tercero. Saad,
camarógrafo, ya se ha entrevistado
varias veces con el ACNUR. Trabaja
en un canal norteamericano y espera
conseguir visado para Estados Unidos.
Lo mismo le ocurre a Ahmad, otro
camarógrafo de 25 años. Está inscrito
en el ACNUR desde hace un año.
"Espero, no sé qué hacer. Aquí [en
Siria], no tengo perspectivas. Me he
entrevistado siete veces con el
ACNUR pero, de momento, no hay
respuesta". Hussein al Maadidi se
plantea la misma interrogación : "Para
mí, ¡Irak se ha terminado ! Tengo
miedo de la policía iraquí. Me busca.
No tengo ni idea de cual será mi
futuro. He presentado una demanda en
el ACNUR, me han dado cita para el
próximo abril, ¡veremos!".
En Europa, solo una escasa minoría de
los periodistas exiliados continúa
ejerciendo la profesión. Ahmed Al-
Allef, colaborador de muchos medios
extranjeros, entre los que se encuentra
el diario Le Monde, quiere proseguir
con sus estudios de periodismo para, a
largo plazo, entrar en una redacción
francesa. Pero dice que conoce todas
las dificultades que le esperan. "He
perdido mi casa, mi coche y mis
ahorros. Mi familia se ha dispersado
por las cuatro esquinas del globo. A
pesar de ello, quiero empezar
una nueva vida y me esfuerzo en
aprender francés", ha dicho Ahmed Al-
Allef a Reporteros sin Fronteras. Como
tiene el apoyo de prestigiosos medios
de comunicación europeos, en siete
meses consiguió el estatuto de
refugiado en el espacio.
Cubrir la actualidad sin herir a sus
anfitriones
La actualidad en Oriente Medio es por
lo menos sensible, y a los poderes
establecidos les gusta poco la crítica.
Los periodistas iraquíes en Jordania y
Siria son aparentemente libres para
elegir los temas, y la forma de
contarlos. Jalil Bane, periodista de Al
Irakiya es afirmativo, "las autoridades
jordanas no controlan nuestros temas.
Parece ser la regla general. Los medios
iraquíes son bastante libres. Pero saben
no cruzar el Rubicón. Nada de críticas
del rey jordano. Es un crimen de lesa
majestad que en Jordania se castiga
con tres años de cárcel. Y eso vale para
toda la familia real. Te pueden
denunciar también por criticar al
gobierno. Tampoco críticas del
régimen sirio. Es la línea roja que no
hay que franquear si se quiere seguir
trabajando en paz.
Conclusión y Recomendaciones
El regreso a Irak de los periodistas que
se han marchado del país no es, de
momento, factible, mientras sigan
activos los grupos armados. No existe
ninguna garantía de que esos terroristas
no vuelvan a atacarles. Para los que se
han quedado en Irak, la constatación es
aun más agobiante: cinco años después
del comienzo de la guerra en Irak,
siguen siendo uno de los blancos
preferidos. Aunque todos admiten que
los periodistas iraquíes están
amenazados por grupos armados, sin
embargo no se les da ninguna facilidad
para conseguir visados de entrada en
países terceros. El inmovilismo de
algunos gobiernos occidentales resulta
incomprensible, cuando no cesa de
aumentar el balance de periodistas
asesinados.
Siria y Jordania parecen estar
sobrepasados por el flujo de refugiados
iraquíes. Por eso, es imperativo que los
países europeos, como los de América
del Norte o los Estados del mundo
árabe, pongan en marcha una auténtica
política de acogida. Desde
hace algunos meses, el Departamento
de Estado norteamericano tiene una
postura favorable con los periodistas
que han trabajado para medios de
comunicación norteamericanos, y que
fueron amenazados o secuestrados
porque trabajaban para « el ocupante ».
Aunque esa decisión representa un
avance real, pedimos al gobierno
norteamericano que amplíe los
criterios hasta tener en cuenta al
conjunto de periodistas amenazados,
sea cual sea la nacionalidad del medio
con qué colaboraron.
Por su parte, el ACNUR debe facilitar
la reinstalación rápida de los
periodistas. La conferencia sobre
refugiados iraquíes, organizada en
Jordania en marzo de 2008 con
asistencia de Irak, los principales
países del G8 y la ONU, debe llevar a
la adopción de medidas concretas para
encontrar una justa solución al
problema de los refugiados iraquíes.
Finalmente, y aunque somos
conscientes de las dificultades reales
encontradas, las autoridades iraquíes
tienen que luchar más contra la
impunidad que impera en el país.
Aunque la prensa iraquí es más libre de
lo que fue nunca bajo el régimen de
Saddam Hussein, ahora tiene que
enfrentarse a un nuevo nivel de
peligro, sin precedente. Ningún tipo de
prensa independiente puede prosperar
en un país tan letal para los periodistas,
c o m o e s I r a k .