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Jesus Vergara Aceves S. .J. •••••••••• EI estilo ignaciano como propulsor de una universidad de inspiracion cristiana ··iteso ••

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Jesus Vergara Aceves S . .J. ••••••••••

EI estilo ignaciano como propulsor

de una universidad de inspiracion cristiana

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© D.R. 1985 Instituto Tecnol6gico y de Estudios Superiores de Occidente, ITESO, Comisi6n para el Fomento Editorial , COFE Av. Ninos Heroes 1342-8, 44189 Guadalajara, Jal., Mexico. Impreso y hecho en Mexico Printed and made in Mexico

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Introducci6n hist6rica En el mundo entero es conocido San Ignacio como el autor de un pequeno librito que ha revolucionado la Iglesia, llamado Ejercicios Espirituales, y como el fun· dador de los jesuitas.

Naci6 en Loyola, de una de las familias principa· les de la pequena provincia vascongada de Guiptlzcoa. Se educ() en la corte del Rey de Espana y escogi61a ca· rrera de las armas. En 1521, cuando defendia la ciudad de Pamplona del ataque de las tropas francesas, cay6 gravemente herido de una pierna. Mientras se recupe· raba lentamente en su casa de Loyola, empez6 a obser· var con mucho cuidado y detenimiento los pensamien­tos y sentimientos que Ie venian. Pudo desarrollar esas facultades de introspecci6n, porque estaba quieto y so­metido al aburrimiento y no encontr61ecturas superfi­ciales de hazanas de caballeros imaginarios sino s6Iidos libros de espiritualidad cristiana que Ie confrontaron a fondo. Frente a su propia realidad dejaba correr la ima-

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ginaci6n sobre su vida futura y se mantenia en largas cavilaciones. Vnas veces tenia pensamientos piadosos y, otras, vanos. El contraste entre estos diversos pensa· mientos se mostraba mas claramente por la esponta­neidad con que se alternaban. Poco a poco fue dandose cuenta de que en su interior se trababa una lucha entre dos fuerzas, una buena y otra mala. La fuerza buena entraba, al principio, con dificultad, pero luego Ie de­jaba contento y en paz. Y la mala se introducia facil­mente, con la complicidad de su vanidad, pero Ie deja­ba descontento y vacio. Poco a poco fue observando muy meticulosamente las relaciones entre los senti­mientos, los pensamientos y los impulsos a las accio­nes. Concibi6 al hombre como un campo donde se en­tabla una lucha a muerte de dos ejercitos contrarios, uno del bien y otro del mal, con tacticas y estrategias propias. Entendi6, ademas, que cuando el hombre to­rna partido contra el mal y por el bien, empieza a sen­tir en forma mas intensa y cercana la voz del bien que Ie lleva al seguimiento del Jesus de Nazaret, sufriente y humillado por los hombres. Este seguimiento, a su vez, conduce a un trato cercano, a una experiencia di­recta de Dios y a un servicio.

San Ignacio escuch6 esa Voz y se convirti6 de ca­ballero en peregrino. La sed insaciable de Dios Ie llev6 a despojarse de todo, hasta encontrar 10 que buscaba. Sali6 de Loyola y se aventur6 d6cilmente por donde Dios parecia llevarle de la mano. En Montserrat renun­ci6 ala malicia de este mundo, colg61a espada y se vis­ti6 la ropa de peregrino. Se retir6 a un lugar apartado a tener una experiencia intensa de oraci6n. Recibi6 grandes iluminaciones y profundos convencimientos de fe. Luego se propuso ir a Palestina a buscar en los santos lugares la presencia mas con creta y encarnada del Senor. Pero despues de corta estancia se vi6 forza­do a regresar a su patria. Decidi6 comenzar los estudios para ser orden ado sacerdote. Recorri6 much as univer-

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sidades, tropez6 con dificultades, incomprensi6n y sos­pechas. Tuvo que acudir a los tribunales de la Iglesia. Nunca se encontr6 nada censurable en sus Ejercicios Espirituales ni en su g{mero de vida. Daba los Ejerci· cios en forma muy personalizada a aquellos candida· tos que el habia escogido escrupulosamente y prepara­do por largo tiempo.

Los Ejercicios fueron redactados muy lentamente Recogen desde las primeras experiencias en la casa de Loyola, polarizadas en torno al Seguimiento de Cristo y al Combate Espiritual entre los dos ejercitos, y desa­rrolladas mediante el saber distinguir entre la fuerza del bien y la del mal (S. Ignacio 10 llam6 "discernimien­to espiritual"). Todo 10 que juzgaba de su propia expe­riencia que podia ser util a los demas, 10 consignaba por escrito. Hasta que lleg6 a la redacci6n final de los Ejer­cicios, en 1541.

Los primeros companeros de S. Ignacio formaron espontanea y paulatinamente un grupo de "amigos en el Senor", a partir de los anos de estudio universitario en Paris. La nueva vida encontrada en los Ejercicios les llevaba a compartirla en comunidad. La frecuente comunicaci6n de ideales fue madurando el proyecto que habia de orientar su vida en el futuro: emplearse en el bien de todos los pr6jimos, vivien do en un plan de estricta pobreza, y anunciar la Buena Nueva, como Je­sucristo. Al resultar imposible el proyecto de ir a Tierra Santa, se ponen a disposici6n del Papa para ser en via· dos por todo el mundo. En 1539 acord6 el grupo formar una familia religiosa estable, una comunidad que les garantizara mejor la realizaci6n del objetivo que pre­tendian. Este grupo se llam6 Compania de Jesus, cono­cido popularmente como "los jesuitas". El nombre de Compania suena extrano a un hombre de nuestro tiem­po. No se refiere a una empresa comercial. Tiene dos sentidos intimamente ligados: companeros de Jesus, a imitaci6n de los Ap6stoles, y milicia de Jesus -bajo la

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bandera de la Cruz- que libra siempre las batallas contra el mal. En torno a este titulo y objetivo se con­cretara toda la acci6n de los jesuitas y destacaran los principales rasgos de la nueva fraternidad· predicar en pobreza, con pronta obediencia al Papa, en vida co­mun y con voto de castidad. Este nuevo g{mero de vida (llamado Instituto de la Compania de Jesus) qued6 por escrito en dos f6rmulas breves, aprobadas por los Pa­pas, y luego en un texto amplio llamado Constituciones de la Compania de Jesus. 1

El estilo ignaciano Cuando nos referimos a un estilo, damos a entender una manera particular de expresar los pensamientos, emociones y sentimientos, es decir, la vida entera. Tam­bien se habla de estilo, por ejemplo, en derecho antiguo, cuando se quiere significar una manera de proceder en justicia. Nosotros 10 tomamos en este segundo senti­do, es decir, un modo comun de actuar debido a una ex­periencia profunda comun. Asi habla S. Ignacio del "modo nuestro de proceder", para indicar que todos los jesuitas, sin quitar el estilo personal de cada uno, tienen tambien un estilo comun, un modo de ser, de ac­tuar y de mirar la existencia, producto de la experien­cia de los Ejercicios (EE) y de la vida propia del Insti­tuto tal como la describe ellibro de las Constituciones de la Compania de Jesus (CC). Aqui no vamos a hablar de este estilo de vida que pudieramos llamar jesuitico.

Nos referimos al estilo ignaciano, en sentido am­plio, como a un modo de ser, de actuar y de mirar la vi­da, nacido de una experiencia personal como la de los EE 0 semejante a ella y de otra experiencia comun te­nida en una Instituci6n (diferente de la Compania de Jesus), regida por la aplicaci6n de los principales cri­terios de las Constituciones (CC). Se puede, pues, de­cir que el estilo ignaciano comprende dos procesos que hist6ricamente se integraron en una unidad.

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El estilo jesuUico EI primer proceso es el de los Ejercicios Espirituales (EE). S. Ignacio senala una experiencia en la que se confronta la propia vida, se encuentran las propias de­ficiencias y sus causas, y se reorienta la vida por una sintonia con Cristo y por su seguimiento concreto en la realizaci6n de la pro pia historia. Esta experiencia guiada deja un os hltbitos que continuan trabajando y expandiendose en todo el hombre hasta configurar un estilo propio. Diriamos que se trata de un proceso de personalizaci6n. Como vimos en la parte hist6rica, los primeros companeros de S. Ignacio hicieron esa expe­riencia conducidos por S. Ignacio, y luego fueron for­mando el grupo de amigos que, finalmente, fund6 la Compania de Jesus.

El segundo proceso es el de las Constituciones (CC). Es un proceso de socializaci6n que involucra a los miembros que en la compania pretenden "Asentar bajo el estandarte de la Cruz, para ser soldados de Cristo, y servir a s610 su divina Majestad, ya su esposa la San­ta Iglesia, bajo el Romano Pontifice, Vicario de Cristo en la Tierra".2

En torno a este servicio se estructura toda la vida social de la Compania. Recapitulando: los EE se cen­tran en la persona, y las Constituciones en la vida so­cial e institucional del grupo. Hist6ricamente, las CC prolongaron y realizaron el proceso personal de cad a uno de los fundadores que se habia iniciado en los EE. De este modo. los grandes principios de los EE orien­tan a una experiencia personal y I uego se proyectan a las gran des orientaciones de las CC para la vida so­cial.

Esta forma hist6rica, como fue vivida por S. Ig­nacio y sus companeros, puede adaptarse de diversas maneras a la vida personal y social del hombre de hoy.

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EI estilo ignaciano y el hombre de hoy En el mundo actual, tan pluralista,el estilo ignaciano adquiere nuevas posibilidades para vivirse de divers os modos. El estilo personal de los EE se puede aplicar no s610 a universitarios sino a todas las posibles voca­ciones. Y el estilo social de las CC se puede extender a muchisimas instituciones, no s610 ala universidad y menos en forma exclusiva a la universidad de in spira· ci6n cristiana.

Nuestro interes, aqui y ahora, se centra solamen­te: (I) en el estilo personal ( =EE) de los universitarios que colaboran (II) en una universidad de inspiraci6n cristiana que pretende orientarse por los grandes prin­cipios del estilo social ignaciano ( =CC). Punto primero Los EE pretend en directamente ayudar al cristiano en el compromiso de su fe. Primero Ie encaminan a or­denar la vida conforme al misterio de Cristo, luego Ie Hevan a la mas honda familiaridad y, finalmente , a tomar las decisiones practicas que pide el seguimiento del Senor. En este proceso, el estilo ignaciano consis­te en que el ejercitante de tal manera ha de ser ayudado por la persona que 10 guia que no sea dirigido 0 movido por este a una determinada decisi6n, sino que ha de quedar plenamente libre para tener un encuentro di­recto con Dios y seguirle por donde sea Hamado. Se des­cubre, por tanto, a un Dios cercano que busca a todos los hombres y particularmente los llama. Pero ~ara eso hay que respetar a Dios, no queriendo someterlo, yen­tregarse a El sin reservas. En los EE se trata, por tan ­to, como por 10 demas en toda vida cristiana, de una fe que no solamente es creida (aceptando intelectual­mente los articulos de la fe), sino tambien vivida (en una experiencia de trato interpersonal y cercano con Dios y los demas).3

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EI estilo ignaciano personal se puede vivir, ade­mas, en un mundo moderno muy secularizado. Cuando se ha perdido la fe, 0 cuando la fe ya no tiene signifi­cado y eficacia en la vida, el mismo estilo ignaciano puede conducir una experiencia sobre un gran valor humano que se qui ere traducir autenticamente en la vida. Por ejemplo, la experiencia de vivir en busqueda libre y abierta de la verdad.

EI estilo ignaciano personal se puede expresar pues, ados niveles diferentes. Los podrlamos Hamar practica cristiana y practica humana. Por practica cristiana no se entiende simplemente el haber sido bau­tizado, 0 el lIevar una frecuencia sacramental, 0 el es­tar instruido en Ie Revelaci6n cristiana, 0 la confesi6n cristiana como caracterlstica sociol6gica de la pobla­ci6n, 0 el cumplimiento de la moral cristiana. Por prac­tica cristiana se entiende el vivir adecuada y coheren­temente la aceptaci6n existencial de la fuerza de la fe vivida. Del mismo modo, la practica humana no signi­fica filantropia, ni sinceridad interpersonal, ni fide­lidad a una causa, ni lealtad a un programa. Practica humana significa aqui, vi vir constantemente en au­tenticidad de disposici6n y acci6n, conforme a los dina­mismos siempre actuantes de la persona, como es el de la con stante busqueda de la verdad 0 promoci6n de la justicia.

Lo esencial en ambas practicas es la libertad. Yel termino final de elIas es un hombre mas libre, es decir mas autentico, mas coherente con el impulso de su pro­pia existencia, con clara actitud crltica que relativiza todo poder, eclesiastico y civil y toda ideologia, para vivir solamente la ley del amor aDios y a los demas.

En la universidad de inspiraci6n cristiana, estos dos proyectos de vida pueden trabajar juntos y hacer una labor fecunda.

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Punto segundo

Antes de presentar los principios de las CC conviene volver sobre la historia ya indicada de los primeros je­suitas y reflexionar sobre ella.

Cuando los primeros companeros de S. Ignacio vi­vieron la experiencia de los EE, espontaneamente fue­ron agrupandose hasta constituir la Compania de Je­sus. El paso no se dio ni por decreto, ni por ideario, sino por la evoluci6n natural de un comun espiritu que se gesta, primero, en un com partir informal, luego en una comunidad estable, y, por ultimo, en una instituci6n toda ella organizada para obtener su fin pretendido. El estilo de los EE los fue uniendo con vinculos cada vez mas profundos y duraderos. Se tomaron decisiones en comun a 10 largo de todo el proceso de plasmaci6n de la Compania. Mas: el proceso no termin6 con la redac­ci6n de las CC, sino que se mantiene abierto en la Com­pania hasta el momento presente.

Las CC pretenden directamente ayudar al jesuita a integrar y vivir de tal manera la Compania que que­de siempre orientada a la realizaci6n de su fin apost6-lico: servir a la Iglesia universal, Esposa de Cristo, bajo el Sumo Pontifice. La estructura de las Constituciones queda determinada por el fin. Para obtenerlo es nece­sario: (1) determinarlo y darlo a conocer, (2) tomar una serie de acciones que conduzcan a ello: preparar a los futuros miembros de la instituci6n, luego insertarlos en ella, en seguida concretizar y adecuar el fin a las ac­tuales circunstancias, y finalmente reestructurar la Instituci6n, en su uni6n, gobiemo y conservaci6n, con­forme a ese fin.

Para pasar del estilo social jesuitico al estilo social ignaciano en una universidad de inspiraci6n cristiana, hay que asumir los grandes principios de las CC yapli­carlos a algo muy diferente de la Compania de Jesus, a una universidad. Por eso, los principios de las CC so·

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lamente pueden tomarse como puntos de orientaci6n, como ayudas para realizar el fin concreto de una uni­versidad de inspiraci6n cristiana.

Recapitulemos 10 que se entiende aqui por uniuer­sidad de inspiraci6n cristiana: "Es una comunidad cristiana de universitarios que en virtud de la vivencia evangelica, crean una instituci6n con creta e invitan a los universitarios de buena voluntad a colaborar en su empeno totalmente legitimo: mostrar que es posible y conveniente la integraci6n de la fe cristiana con la cul­tura de nuestro tiempo. Por 10 dicho se ve claro que no se trata de una imposici6n ideol6gica, sino de una bus­queda, y con todo el rigor de las ciencias. A los colabo­radores no cristianos se les pide solamente cooperar en la busqueda de esa posibilidad, con un dialogo abierto y de altura universitaria. A los alumnos se les presta, entre otros servicios, el fruto de esa busqueda. A nadie se Ie impone ni la fe ni la cultura cristiana" (Cuader­nos de Reflexi6n Universitaria, UIA, n . 3, p. 37). Por inspiraci6n cristiana, pues, se entiende no un objeto que inspira, sino el dinamismo interior de la fe de los cristianos. Esa inspiraci6n crea y sostiene una opci6n prevalente: mantener constantemente el encuentro, eminentemente universitario, de la fe y la cultura. Fi­nalmente de ese encuentro se espera brotar la soluci6n que estructura eficazmente 10 cristiano, 10 universi­tario, y responda a los retos sociales y culturales del momento.

Esta presentaci6n de la universidad de inspira­ci6n cristiana pone de relieve la necesidad de vivir las dos practicas senaladas, la humana y la cristiana, en un unico estilo personal ignaciano.

De ahi surgen, tambien, unas aplicaciones muy oportunas de los principios de las CC a las universida­des de este tipo, a fin de vivir el estilo ignaciano social. La primera es la dinamica constante de avanzar siem­pre sobre 10 definitivamente adquirido, la con stante

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apertura a responder en la forma mas original, mas adecuada y mas audaz a los desafios continuos de la historia. La segunda es la lenta gestaci6n de la Institu­ci6n hecha por la fuerza de un espiritu comun. La ter­cera es la determinaci6n del fin de la Instituci6n, el ras­go mas importante de todo su perfil. Una universidad de inspiraci6n cristiana que pretende seguir el espiritu ignaciano ha de llegar pronto a determinar y formular su opci6n prevalente con sus principales caracteristi­cas. Ese fin ha de normar toda la estructura, crecimien· to y actividad de la Instituci6n. Es decir, todo se ha de ordenar racionalmente para el fin que se pretende. Es­tas tres aplicaciones son los tres MAXIMOS cuestio­namientos con que se encuentra una universidad que quiere vivir los principios inspiradores de las CC.

EI resultado de vi vir el estilo ignaciano en una uni­versidad de inspiraci6n cristiana es una universidad en la que se integra el proceso de personalizaci6n con el de socializaci6n: por el primero se dara una univer­sidad libre en la busqueda y ensenanza de la verdad; por el segundo, una universidad perfectamente orga­nizada para cumplir 10 mas eficazmente posible con su propio fin.

El metoda subyacente a todo el estilo ignaciano

EI estilo ignaciano, tanto en su proceso de personaliza­ci6n como de socializaci6n, tiene un mismo metodo fun­dante que dinamiza los procesos. EI metoda consiste en una serie de normas concretas que hacen surgir un conjunto dinamico de operaciones relacionadas entre si y que llevan a resultados que se acumulan progresi­vamente.

En el proceso de personalizaci6n, las normas que da S. Ignacio al que hace los EE desencadenan un con­junto dinamico de operaciones. S. Ignacio las describe con palabras antiguas dificiles de entender (EE 1), por

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eso se traducen aqui a expresiones modernas. Este con­junto dinamico de operaciones comprende:

(a) prepararse, (b) a confrontarse y liberarse, y (c) a retener una experiencia profunda y trascendente (en el encuentro con Dios 0 en la busqueda de la verdad), por la cual (d) se descubren los imperativos concretos que enfocan y organizan la vida, (e) para el servicio de to­dos (haciendo la Historia de Salvaci6n).4

Los resultados de estas operaciones se acumulan progresivamente formando el proceso de personaliza­ci6n.

En el proceso de socializaci6n, los principios de las Constituciones son prolongaci6n de las operaciones de los EE aplicadas a la vida de la instituci6n. Por ella sigo la misma estructura dinamica de los EE, pero apli­cad a a la instituci6n, en este caso ala universidad de inspiracion cristiana. Pongo entre parentesis las ope­raciones correspondientes al proceso de personaliza­cion de los EE:

(A) Fin de la universidad (=(e) para el servicio de todos).

(B) Presentacion de la universidad a los interesa­dos en ella.

(C) Los principios de las Constituciones:

(1) Preparaci6n de los futuros miembros del claus­tro universitario (=(a) prepararse).

(2) Recepci6n de los nuevos miembros del claustro universitario (=(b) confrontarse y liberarse).

(3) Redefinici6n continua del fin de la universidad (=(c) tener una experiencia profunda y trascen­dente).

(4) Reestructuraci6n de la universidad en funci6n de su fin (=(d) imperativos concretos que enfo­can y organizan la vida de la universidad)."

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Los resultados de estas operaciones se acumulan tambien progresivamente y forman el proceso de socia­lizaci6n ignaciano en la universidad.

Antes de estudiar pormenorizadamente los dos procesos que forman el estilo ignaciano, conviene des­pejar la dificultad del desaliento que puede surgir al mirar la enorme exigencia que el metodo ignaciano pa­rece implicar. lEs el estilo ignaciano una realidad fac­tible 0 una utopia inalcanzable?

En primer lugar, conviene recordar que el estilo ig­naciano impulsa las cualidades propias de cada per­sona. No exige metas 0 modelos extraordinarios. 8im­plemente ayuda a llevar a realizaci6n cabal las poten­cialidades inherentes a cada sujeto.

Por otra parte, hay que tener presente el principio ignaciano de realidad. Hay que centrarse en el presen­te.6 EI pas ado y el futuro son irreales. 8610 el presente es real. EI pensar en el futuro como dificil eirrealizable es un abierto desaliento que acomete a los principiantes. Es producido por la fuerza del mal. Hay que mirar s610 el presente y, en el, s610 atender a distinguir entre 10 que es la gracia presente y 10 que cada sujeto es sin ella (es­pecialmente si es de temperamento impetuoso y super­ficial). Al fijarse en la gracia presente hay que ponde­rar a d6nde mueve y con culmta fuerza en el tiempo pre­sente. No hay que confiar a los reportes de la imagina ­ci6n sobre 10 que la gracia hara en el futuro.7 8imple­mente hay que abandonarse a la gracia y dejarse llevar por ella en confiada oscuridad. Es un dejarse llevar pa­cifico, tranquilo y descansado. La violencia, la angus­tia y la hipertensi6n activista no son de la gracia. Lo decisivo esta en responder generosamente al toque ac­tual de la gracia.

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