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Ocho lecciones de mtodo de
la historiografa occidental
entre 1968y 2001
Carlos
Antonio
Aguirre
Rojas
... a c o n t r ~ t o r i a i..Jsemeldiscursodelos
que no poseen
la
gloria o -hoblndola
ped
seencuentran
ahom
en la
oscurid d y
en el sencio.
Michel Foucault,Geneal ogadel
racismo,
1976
ms
de treinta
aos
de distancia de
su
saludable
irrupcin,
la
revolucin cultural planetaria de
1968 parece por finhaber mostrado ya a todo
el mundo sus verdaderos perfiles profundos y esen-
ciales. Pues ms all de las derrotas que, en prciica-
mente todas partes, surieron
los
movimientos sociales
y polticos que protagonizaron esta revolucin, subsiste
el hecho de que todos ellos, sin excepciny a pesar de
haber sido vencidos en lo poltico y en lo inmediato,
triunfaron radicalmente
ai
desencadenar una transfor-
macin profunda e irreversible del conjunto completo
de las estructuras de la reproduccin cultural de todas
las sociedades del
orbe.'
inque sehace evidente cuando
constatamos que las tres instituciones
o
espacios cen-
trales en donde se genera
y
se reproduce la cultura
contemporhea -la
familia,
la escuelay los medios de
IZTAPALAF'A
5
iulio-dlciernbE
d e
2 0 0 1
*
Invesiigador titular
en
el
Instituto de Investigaciones
So-
pp
129-150
ciales
ia
Universidad Nacional Autnoma;ie Mxico.
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Carlos
AntoriwAguirre Rojas
comunicacin- han
sufrido
justamente
una mutacin de largo alcance, preci-
samente a
raz
de
los
efectos y del
im
pacto central de esta revolucin de
1968.
Y
son estas repercusiones gio-
bales del 68 lasque se encuentran en
la base de tantos y tantos procesos
que hoy vivimos cotidianamente,y que
abarcan desde la crisis de la famiiia mo-
derna, el aumento espectacular de la
tasa de divorcios o la ruptura del ma-
chismo y
el
patriarcalismo dentro de
las clulas f d a r e s de todo el mundo,
hasta el papel desmesurado que hoy
juegan
los
medios de comunicacin en
el planeta, papel que
los
vuelve capaces
de
influir
en la opinin pblica hasta
el
punto de hacer variar el resultado de
una eleccin presidencial, a la vez que
desinforman sistemticamente sobre
una guerra o sobre un movimiento in-
digena dignamente en rebelda: pero
tambin cuando denuncian valiente-
mente las injusticiaso lasexpoliaciones
que se r eal i zanavariasgeneraciones de
ciudadanos. por causa de un tenible
acuerdo del Estado con los banqueros
o cuando hacen pbiicas las transac-
ciones sucias y losacuerdos cupulares
de los dirigentes de tal o cual partido
poltico, que desembocan en el veto a la
aprobacin de una ley digna sobre
los
derechos indgenas, por ejemplo. Pa-
sando ademis,
por
una multitud de
enormes camblos que ha
sufrido
la ins-
titucin de la escuela moderna, desde
la redehicin total y la superacin de la
vieja relacin errquica maestro-alumno.
y su sustitucin por las nuevas tcnicas
pedaggicas hasta la muerte del fetichis-
I
:x>
mo acntico frente a la letra impresa, en
cuyolugar lorece ahora el libre examen
cnticn de
las
opiniones y el debate directo
como nuevo mtodo de conocimiento.2
fectos fundamentales de 1968,en
todos
los
rengiones de la cultura con-
tempornea, que tambinhan repercu-
tido en la totalidad del sistema de los
saberes cientiflcos, cuestionando hasta
la misma divisin de las ciencias en
duras, sociales y humansticas.y
reconsiderando, igualmente, la per-
nencia y legitimidad de la divisin del
estudio de
lo
social, en
los
tradiciona-
lescamposautnomosy separadosdelas
actuales disciplinas de la antropologa,
la historia, la sociologa, a economa,
la
geografa o la psicologa, entre otras.s
As ,
la historia y la bistoriografa se
han vista tambin totalmente sacudidas
y transformadas de ra enovndose
una vez ms y dando lugar tanto ai
nacimiento de nuevas corrientes histo-
riograficas,con novedosos paradigmas,
mtodos y perspectivas sobre el oficio
de historiador, como tambin a la
trans-
formacin profunda y a la renovacin de
algunas antiguas comentes o tenden-
cias historiogricas ya existentes.
Comentes renovadas profundamen-
te o, en otro caso. recientemente emer-
gentes dentro los estudios histricos
mundiales que, como herederas direc-
tas de la
gran
ruptura cultural de 1968.
van aser ambin aquellas que elaboren
y proponganlos n w s odosde ejer-
cer y practicar la historia y la investi-
gacin histrica, estableciendo
no
slo
lasprincipaies lecciones historiogrlcas
todava vigentes de esa revolucin de
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Ocho ecciones de
mtodo
de la historografa
occidental entre
1968y 2001
1968, sino tambinlas ormas, los mo-
delos y los horizontes de la manera en
que hoy, en el
ao
2001, se estudia. se
investigay se enseria lahistoria, en
una
buena parte de todo el planeta.
Lecciones fundamentales de la his-
toriograa de los ltimos treinta
aos,
que son ompiwmente ignoradas por
la mala historia positivista hoy domi-
nante, pero que, junto con
las
aporta-
ciones y las lecciones an vivas de la
historia
marxista,
y unidas a
l as
contr-
buciones desarrolladas por la corriente
francesa de los
Annales
del periodo de
1929 a 1968, constituyenlaplataforma
imprescindible de los elementos forma-
tivos esenciales que, en la situacin ac-
tual, debe poseer todo buen historiador,
genuinamente critico, y que desee ver-
daderamente
estar
a
la
altura de nuestra
poca. Veamos entonces, brevemente,
cules son estas lecciones de la histo-
rio@ de losltimos
treinta
aos, as
como las corrientes nuevaso renovadas
que las han impulsado y propuesto.
I
sea ,
clnro est,
que
el editorial
titul do Hbtoire
et Sciences
s o c i a l e s .
Un tournant crique que
abre el
Itim0 nrnem
de
la
revistaAnnales
ESC de
1989,
pudiese ser leido como el
S@M
de una nflexin n el trdmjo
de
la
revista..
Bernard Lepetit, Les Anrides
Aujourdhui ,
1995a
Una primera leccin que es posible de-
rivar de esta historiografia posterior a
1968est asodada a los desarrollosmaS
recientes de Lacorriente francesa de los
Annales. y en especial a lo que podria-
mos considerarsu cuarta generacin
o cuarto proyecto intelectual fuerte. des-
plegado desde 1989 y hasta hoy.5Por-
que es sabido que, despus de 1968, a
corriente de los Annales tuvo
un
viraje
radical respecto del tipo de historia que
hahia impulsado entre 1929 y 1968,
historia esta
ltima
cuyos perffles y en-
seanzas hemos desarrollado en otra
parte.6Y entonces, entre 1968 y 1989,
io que los Annaies hicieron fue dedi-
carse a la amorfa, ambigua y poco con-
sistente historia de las mentalidades ,
misma que abord por igual problema-
ticas
y
temas histricos bastante ba-
nales e inesenciaies. que unos
pocos
es-
tudios
dedicados a asuntos
ms
serios y
relevantes, pero que, desde el punto de
vista metodolgico, se autodeclar una
historia eccticay sin lnea directriz ni
principios tericos, que aceptaba ab-
solutamente cualquier enfoque hist-
rico posible, con la nica condicin de
que abordara ese indefinido campo
de las mentalidades .' Es claro que la
historia crtica puede rescatar muy
poco del conjunto que abarca esa histo-
ria de las mentalidades, desarrollada
por la tercera generacin de la comente
annaiista.
En contraste. y es sta la primera
leccin de esa historiograa francesa
de
los
ltimos quince ao s , resulta in-
teresante el nuevo modelo de historia
cultural que la cuarta generacin de
Annales ha promovido: el modelo deuna
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CarlosAntonioAguirre
Rojas
historia
social
de
las
prcticas cultura-
les*tambhOaradenzadocomounanue-
va historia cultural de
lo
social. Una
historia que, frente ai substantivismo
autosuficiente de losestudios hist~%os
de las mentalidades el cual en oca-
siones ha llegado hasta el idealismo
abierto y confeso, como en la obra de
Phiiippe A r i e s , va en cambio
a
re-
presentarun verdadero &erra deuna
hstoria otra vez mate r i as t a y otra vez
profundamente
social
de
l o s
fenmenos
dturales.~
h i . y asociada muy de cerca con
los
trabajos de Roger Chartier,
esta
histo-
ria social
de
las
prcticas culturales nos
propone
n z r
odoproducto cultural
como prctica y. por ende, a partir de
las condiciones materiales especificas
de suproduccin, de su forma de exis-
tencia y de
su
propia difusiny circu-
lacin reales.
La
historia del libro,
por
ejemplo, no
slo
estudialos contenidos
intelectuales y
los
mensajes culturales
del mismo sino tambin sus modos de
fahricac%5n, o s
procesos
de trabajo de
os
editores, la composicin material mis-
ma de los textos
y
su forma de presen-
tacin dentro del objeto libro,
igual
que
las
diferentes formas de
su
lectura
y de
su
recepcin.
por
parte de
los
muy
diversos pblicos que
lo
consumen
y lo utilizan en una poca dada.
Es
decir. una historia cultural que, vi st a
como esa sintesis de diversas prcti-
cas, es una historia materialista en el
mejor sentido de este trmino.
Y
tambin. una historia de la cultura
profundamente
s o c i a l ,
en la medida
en
32
que restituye y re- esa condicin
de los productos
y
de las prcticas cul-
turales, como resultados siempre di-
rectos de la propiaac t iuW social Es
decir.
una
practica de lectura determi-
nada, un cierto conjunto de representa-
ciones asumidas, un comportamiento
cultural especifico de una clase o
grupo
social, una peculiar modalidad de cons-
truccin del discurso son, todas, distir-
tas manifestacionesculturales siempre
producidas, acogidas y reproducidas
por una especfica sociedad y en un
cierto contexto histrico,
lo
que nos oh&
ga entonces a partir nvariablemente de
ese referente
social
e histrico, para la
expiicacin de toda prcticao fenmeno
cultural posible. Un nuevo modelo de
historia cultural,que
si
hienseencuen-
tra
t od av a
en pro eso de constn
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Ocho lecciones de mtodode
la
historografia occidental entre
1968 y
2001
tos sociales
ms
globales dentro de los
cuales ellos despliegansu accin.
As,
tratando de
ir
ms
ail
de
las
visiones
esquemticas que durante dcadas re-
dujeron la accin de los individuos y
su rol social ai de simples marionetas,
unilateralmente determinadas en sus
posiciones y en
sus
prcticas por di-
chas estructuras sociales, estos cuartas
Annales proponen revalorar el papelm-
t i uo y
consbuctivo
de esos agentes
socia-
les,
los
cuales no slo crean
y
dan cuerpo
total a dichos entramados y estructuras
sociales como fruto de sus acciones y
de sus interrelaciones. sinoque adenis
disfrutan. permanentemente, de ciertos
mrgenes de libertad en su accin co-
tidiana, eligiendo constantementeentre
diversas alternativasy modificando con
sus propias prcticas, a veces poco y a
veces totalmente,
a
esas mismasestruc-
turas sociales que,
sn
duda, establecen
en cada momento los lmites concretos
de
su
accin.
Restituyendo de esta forma
un
en-
foque mucho ms dinmico y complejo
de los agentes como creadores y re-
productores de las estructuras, y de las
estructuras como marco envolvente y
lmite de la accin de los agentes -que
sin embargo se interrelacionane inter-
intluyen todo el tiempo, para transfor-
marse mutuamente-, esos cuartos
Annales son capaces de mostrar el ca-
rcter cambiante y mvil de los deter-
mnismos que las estructuras ejercen
sobre los agentes +ue lejos de ser om-
nipresentes, fatales
y
de un
solo
senti-
do claro, son ms bien determinismos
generales, tendenciales y en ocasiones
devariossentidos posibles-.
y
el papel
siempre activo,
di nmco
y creador de
esos gentes sobrelas estructuras, que
ellos mismos en el origen han cons-
truido y que reproducen todo el tiempo
con su accin, y
a las
que por lo tanto
pueden tambin mcdicar, incluso to-
talmente. en ciertas condiciones y en
momentos histricos determinados.lo
Una
otra
historia social que intenta
ms
bien reconstituir ese complejo ir y
venir, desde el individuoo desde el g n
P
hacia el contexto, y desde este ltimo
hacia los primeros, superando tanto la
visin de la estructura omnipresente y
todopoderosa del agente pasivo y pu-
ramente receptivo como la vertiente
opuesta
a la
del agente capaz de todo y
demiurgo de la estructura y del mundo,
que concibe a dicha estructura como
reducida
a
mero teln de fondo sub-
sidiario y marginal. Restitucin de esa
compleja dialctica entre los sujetos
sociales y
las
situaciones o medios de
su accin, que ha permitido corregir
ciertas versiones deformadas de una
historia objetivista
y
estructuralista,
que haba reducido el papel de los indi-
viduos, agenteso sujetos sociales.
al
de
simples portadores de su condicin
de clase,o tambin al de mera expre-
sin de la estructura, historia que pros-
per tanto dentro del marxismo vulgar
como fuera de
l,
antes de la impor-
tante revolucin cultural de 1968.Pero
que,al replanteame en tmiinos de esta
dialctica de interinfluencias recipro-
cas, permite abonar el desarrollo deuna
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Carlos
Antonio
Aguirre Roja
historia realmente critica, que puede
desmollarse dentro de tcdos los diver-
sos
campos
de
lo
histrico,
para
apiicar-
se
lo
mismo a lahistoria cultural o
a
la
historia econmica. que a
l historia
de-
mogrflca, poltica
o social.
..Los
intelectualessocinlistasdeben
o itpu
un tenunrioque
s e a
SUL
condic&nes,
suyo: sus
p m p
reuLstas sus p r o m cenbos
tencos
yprctlcos: ugares
donde
nadieW e
am que leconcedan
Nulos
o ctalms, snopam
iabansfomui~delasoaedad
Edward P Thompson, Entrevista , 1976
La
ercera leccin posteriora
1968
para
una historiografii critica se encuentra
asociada
a
los
desarroliosde
las
varias
tendencias y subgrupos que han sido
genricamente calificados como las
historias
manristay
sodalfstabritni-
cas contemporneas .
Y
se trata de la
propuesta, una vez ms, de reivindi-
cacin de
la
historia
social pero aqu
entendida, en particuiar, como
el
proce-
so
mitipie
de
r eni pemn6n
delco@untD
de lasclasespopulares y de los grupos
oprimidos dentro de la historia. Recu-
peracin concebida en muy diferentes
b e a s y niveles, que en
un caso
se des-
pliega. especficamente. en el sentido
del rescate de dichas clases
y g m p
populares en relacin con su verdadera
condicin de agentes de
la
dinmicay
del
cambio sociales, mientras que en
otro
caso
avanza.ms
bien, como
ei
pro-
134
yecto de reintegrar la voz
y
la
memoria
de
esos
sectores populares entanto que
fuentes esenciales
para
la construccin
del
saber
histrico. Pero tambin, en
una tercera vertiente, respecto de la
eleccin de
l a
situacin de estas clases
mayoritarias como observatorio
o
pun-
to
de partida del
anlisis
de la totalidad
de lo
social, ai defender una historia
construida desde abajo hacia arriba
I t bottom u$),
en donde el criterio de
los
sectores de abajo es el que de&
ne
las
ormasde
percepdn
y
de
anausfs
del grado, la intensidad,las formasy
el
curso concreto mismo de la confronta-
cin y de a lucha de clases, en
sus
miu-
tiples deseniaces
y
resultados posibles.
De este modo,
UM
primera variante
de
este
proceso multiiiceco de
recupe-
racin de las clases populares dentro
de la historia avanza en
el
eentido de
revalorarprofundamente. unavez
ms
el
verdadero
papel
que
han
tenido esas
clases populares
y
esos
grupos
oprimi-
dos
como reales
pmiagonistas
y mm
t r u c t o r e s del dramahistrico.
Algo
que,
como es bien sabido, ha sido
originai-
mente planteado
y
desarrollado por
Marx,
y que estos historiadores britni-
cos,
ustamente
mamistas,
van avolver
a recordar y a repiantear con fuerza,
frente
a
la historia positivista
inglesa
a
la
que e lks combaten e intentan supe-
rar.
Y
entonces tendremos, nuevamen-
te, y apoyada e inspirada parciaimente
en esta historia sociaustaingieaa. toda
una vigorosa y ong ina i ola de trabajos
concentrados en
r econsW las
histo-
nas de
la
clase obrera.
los itinerariosy
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* . i 1
Ocho lecciones
de
mtodo de la htstorografin occidental entre 1968 y 2 0 0 1
papel de los movimientos campesinos,
las experienciasy las luchas de los tra-
bajadores, los estudios y los anlisis de
los grupos marginales mas diversos.
igual
que la popularizacin de obras y
ensayos sobre
la
cultura popular y la
conciencia obrera, las cosmwisiones
campesm
y las
formas
de
ver
y de con-
cebir el mundo, caractersticas de esos
diversosg~~possectoressocialesmar-
ginalesy marginadosya mencionados,
entre muchas
otras.*
Vasto conjunto de perspectivas y de
historias de todas
las
clases sociales
y
de los innumerables movimientossocia-
les que, habiendo cobrado nuevo auge
despus de
1968,
se prolongan hasta el
da de hoy comouno de
los
campos ms
frtiles para el ulterior desarrollo de
las
historiograas crticas de todoel planeta.
Una segunda variedad importante
dentro de estos enfoques de la historia
socialista briinica es
la
que se ha con-
centrado en proponer el rescate directo
delavoz y de lamemoria de esas
clases
populares, como instrumento y fuente
para la construccin misma del saber
histrica. Pues si esta perspectiva
at3rma
que son esas clases populares las que
hacen
la
historia
real, entonces lo ms
iogico es que
sean
tambin ellas l s que
escr iban a historia y elabren los propios
discursos histricos que intentan dar
cuenta de
sus
obras, de sus luchas, de
sus actividades y de sus roles especticoS
dentro de los procesos sociales histri-
cos globales.I3
Siguiendo entonces
l
idea de que
la ciencia de
la
historia debe darlevoz
a
los oprimidos y hacer que todo el
mundo escuche dichavm,
ai
recuperar-
la sistemticamente dentro de
los
ele-
mentos del propio saber histrico, esta
historia socialista britnica ha ratado
de poner en prctica los mecanismos
para rescatar y reincorporar a esa me-
moria de
los
verdaderos protagonistas
esenciales de la historia real ecurrien-
do para ello a la construccin y a la
re-
vaiorizacin delas micas de la
historia
a
la vez que fundaba los clebres
History
Workshops
o
talleres de histo-
ri a en los que, juntas y combinando
sus habilidades y saberes especicos,
los propios obreros o los habitantes de
unbarrio
o
los proiaganistas de
un
cier-
to movimiento
social o
las campesinas
de
una
ocalidad. trabajaban con
loshis-
toriadores profesionales
o
de oficio,
para hacer y escribir,
o
para rehacer y
reescribir la historia de esa clase, de
ese barrio. de ese movimiento o locall-
dad particulares.
UM historia radical que, en lamedi-
da en que est incorporandoa los pro-
pios trabajadores y sectores populares
como generadores y constructores del
propio saber histrico, se ha abierto
de manera amplia y muy receptiva al
seguimiento, estudio y registro de pr&c-
ticamente todos los movimientos anti-
sistmicos contemporneos hacindose
eco. sin excepcin, lo mismo del movi-
miento feminista que del movimiento
obrero, pacifistas y antinucleares o de
los
movimientos estudiantiles, campe-
territoriales
o
locales
ms
diversos.
sinos.
antirracistas. indgenas,
urbanos
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CarlosAntonio Aguirre
Rojas
Una tercera versin deesta historia,
derivada de las dos antenores, es la de
construir toda historia posible como una
historia desde abajo, es decir como
una historia que aun cuando se ocu-
pe
del anlismde las clases dominantes
o de la cultura de las elites,
o
tambin
del papel del Estado, del mercado o de
la nacin, lo har siempre desde este
obsenxltono
especJmque es el del em-
plazamiento y laperspectiva de anlisis
de e m
mismas
clases
popularrs,
iendo
a
los
ideres desde el punto de vista de
lasmasas,oal Estado desde la socledad
civil. a la vez que diagnostica a la cul-
tura dominante desde la cultura popu-
lar,y a los explotadores y domadores
a partir del punto de vista de sus vic-
timas, desentraando
los
mecanismos
del mercadosegn
la
produccino corn-
truyendo la expkacin del fenmeno
de la nacin conforme la posicin del
ciudadano ordinario y comn.
Proponiendo entonces estudiar todo
fenomeno histrico desde abajo hacia
arriba (tobottom
L@,
esta historiografa
socialista britnica quiere
descentrar
sistemticamente a la tradicionalhisto-
ria positivista tambin
ngi esa.
iempre
estatoltdcaoadoradora del Estado, po-
Uticista.concentrada en los hroes y en
losgrandes hombres, e ignorante de esas
clases populares antes mencionadas
As tendremos, por primera
vez
dentro
de los
estudios
histricos,una corriente
historiogrca que intenta construir-
se
esdeelpropio punto de
vista s
clases
populares,
desde
los
modos
en
que dichas clases sometidas han sen
136
tido, vivido y percihtdo. de manera con-
creta. todo el conjunto de los hechos y
procesos histricos, desde
los
mscoti-
dianosy aparentemente triviales. hasta
los
ms espectaculares y llamati~os .~~
Lo cual, evidentemente,
se
opone de
manera frontal a la antigua concepcin
positivista tradicional, que siempre ha
reproducidosncriticasloel puntode
mta de los vencedores y de las clases
dominantes. Mientras que, en esta va
riante de la historia
briWca
socialista.
justo de io que se trata es de r eexamui ar
todos os hechos, situaciones yprocesos
de la historia, desde las cosmovisio-
nes de loscampesinos y de
los
obreros,
de los
mar@nada
de
los
trabajadores,
es decir, de todos aquella sujetos socia-
les cuyas visiones y percepciones espe-
cficas han sido casi siempre ignoradas
y omitidas por los historiadores d m
teriores.
Por ltimo.una cuarta lnea de den-
vacin importante de esta perspectiva
historiogrtica es
la
de la reivindicacin
del originaiconcepto de la ecoRomiamo
ml d e lamuwud
el
cual, habiendo sido
acuado por el histoddor Edward P.
Thompson, nos entrega una herramien-
la muy interesante y fecunda para la
historia critica de la lucha de clases y
de
l osmovimientos
po~UlaTe9.~~ues e-
cordndonos que esa lucha de clases
TU> existe
slo
en los momentos culmi-
nantes
o
espectaculares de
una
revolu-
cin, de
UM
revuelta popular o de la
toma de la Bastilla o del Palacio de In-
vierno. sino siempreypennanentem
te. este roncepto se nos ofrece como el
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Ocho eccionesde mtodode a hi storografa
occidental
entre 1968 y 2001
esfuerzo de dar cuenta
o
de captar de
modo ms preciso el mecanismo
o
ba-
rmetro que, en la sensibilidad popu-
lar y en el punto de vista de las propias
masas populares, regula y establece en
cada momento lo que es tolerable y lo
que es intolerable, lo que es usto e in-
justo, lo que an puede aceptarse frente
a aquello que en cambio desencadena
la
ira
popular y la indignacin y la
su-
blevacin general; mecanismo que en
cada situacin histrica particular se
ha construido siempre desde las tradi-
ciones, la historia, as costumbres y los
singulares modos de ver de cada
grupo
o
clase p o p a , conforme la circunstan-
cia y el tiempo histrico especficos.
UM
eoonamia
mm
de las clases
po-
pulares que es captada exclusivamen-
te por
sus
lderes ms autnticos y por
sus
portavoces ms genuinos, pero que
debe ser estudiada, analizada y recons-
truida con cuidado por el buen historia-
dor critico, si es que ste desea realmente
comprender, de manera concreta, 8~
y detallada, a esa lucha de clases y a
ese decurso social de la historia que in-
tenia explicar.
Sin
esa radiografa cui-
dadosa de dicha economa moral de la
multitud ser muy dificil entender por
qu
un
motin, una revuelta, una insu-
rreccin
o
hasta
una
revolucin, estalla
precisamente en el momento en que lo
hace y no antes ni despus y, adems,
por qu los desenlaces de todas esas
manifestaciones populares y de la lucha
de clases ban sido en particular los que
han acontecido y no cualesquieraotros
diferentes.
111
El
acemuniento
experimental
que ha
setenta
en
el g r u p o de
os
estudiosos i t al i anos
demcrohisoria
f... se mia
a
rechazo
explcito de
l s
impcac iones escptims
@Osmcdernas.si se quiere)
presentes t n
a menudo en La
historicgmfa
europea
y ame rica^
de os arios80 e inicios
de os
90.
Carlo Ginzburg, Microhistaria:dos
o
tres
cosas
que s de ella ,1994
UM cuarta
leccin metodolgica impor-
tante deriva de las contrbucionesy de-
sarroilos
de la corriente italiana de la
mcrohistoria
erspectiva historiogr-
fica nacida directamente de los impac-
tos
de la revolucincultural de 1968que,
recogiendo y superando a la vez a todo
el conjunto de las tradiciones de la his-
toria social italiana posterior a
1945,
vaaest1~ctwarsedurante1csaosseten-
ta y ochenta alrededor de la publicacin
de la hoy conocida revista Quaderni
Storici As.manteniendo
UM
posicin
clara y definidamente progresista y de
izquierda, este grupo de historiadores
crticos de origen italiano desarrolla, en
primer lugar y como
una
primera
herra-
mienta heurstica de la nueva historia
cambio
de
escala mismo que. al pos-
tular la posibilidad de modificar la es-
cala especnca en la que un problema
de historia es analizado y resuelto, por
lo general desemboca en la reivindica-
cin de la recuperacin recurrente de la
escala microhistricao del universo de
dimensiones histricas micro , como
137
cristalizado.
afines de
los ams
mca . el
pm dmien o ~ d c o d e l
-
7/25/2019 Iztapa-2005-780
10/22
Carios
ntonioAguirre Rojas
el posible nuevo lugar de experimen-
taciny de trabajo de loshistoriadores
que, no obstante, continan
empea
dosenexpkarywm~~ iosgmndes
y siempre fundamenides procesos
glo-
bates macrohistricos.
Losmicrohistorkadoresitaiianoscri-
tican los imites de los dist intosmodelos
macrohistricos precedentes, los cua-
les. al aflrmarse denim de las ciencias
sociales y la historiograa del siglo xx,
heron
uaci ndose
dewnienidoaiahan-
donarsu uentenuiriciaoriginaria que
era y ha sido siempre el aniisis de los
caws particularesy de las experiencias
histricas singulares. EUos defienden
el cambio de escala y este retorno siste-
mtico ai nivel microhistrico, pero
no
pua emmdaral nivel de io
g e n
y
de
la
macrohistorb como sihacenla ma-
yora de los histortadores locales
o
re-
gionales tradicionales y positivistas-,
sino justamente para renovarlo y enri-
quecerlo, reconsiderndolo de
un
modo
mscomplejo y elaborado,
a
partir de
los resultados de esa experimentacin
y de ese trabajo reaillzado dentro de los
universos de la escala microhistrica.
Porque el ncleo de este procedi-
miento microhistrico y de cambio de
escala consiste precisamente
en
es& re
cuperacin i t e g r a i del crculo de ir y
venir, que constituye a la dialctica
compleja de lo macrohistricoog d
con lo microhistMw
o
parcuiar.
Res-
cate que avanza
tomando
una oaigunas
hiptesis centrales de un modelo de ex-
plicacin
genemi
o
m cmh is tr k
ya
establecido o aceptado, para entonces
I38
hacerdescender esta o estashiptesis
a
una nueva escala:
l
microhistrica.
Escala
o
universo
micro,
en el cual
di
chas hiptesis generales sern pues-
tas a
examen yveriicadas. sometiendo
su capacidad explicativa a la prueba
delcasosingularmicrohistrico elegido
el que, al
servir
de test
o
de lugar de
experimentacinde esasmismaship-
tesis, va a terminar siempre modifi-
cndolas, emiquedchdolas. hacindolas
ms
compkjas, y
a
veces
hasta
r ef ut i m-
dolas totalmente,para reformularlas de
una manera muy distinta.4~ e abre
siempre la posibilidad y hasta la necesi-
dad de retomara
losniveles
macrohist&
ricos
o
generales, desde los resultados
del experimento microhistrico,para
reproponer entonces ri l i evas hiptesis
generales y
nu uos
modelos macrohis-
tricos.
ms
sutiles,ms complejos y
ms
apaces de dar cuenta real de las
distintas situaciones histricas con-
cretas
las
que eUos aluden.18
Procedimiento microhistrieo del
cambio de escala que, entonces, no es
slo radicalmente dlferente de la iradi-
cional y muy frecuentada historia local
o
de
la
propia historia
regionai
y por
ende, igualmente di wrso de la difun-
dida microhistoria mexicanade Luis
Gonzlezy Gonzlez-, s ino tambin de
cualquier historia puramente anecd-
hca.
de
l as
cosaspequeas o de los es-
pacioso
problemas reducidosdentro
de la historia. Es incluso un procedi-
miento que podra,precisamente,explo-
tarse
en
el
futuro
para
tratar
de
renouar
a esas historias locales, regionales o
-
7/25/2019 Iztapa-2005-780
11/22
Ocho Lecciones demodode la historografia occidental entre 1968 2001
anecdticas, que en su nmensa mayo-
ria terminan derivando ustamente en
la
pura descripcin puntual, acumula-
tiva y Bnalmente intrascendente, de
hechos
y
ancdotas correspondientes
a esos diversos microuniversos hist-
ricos, los que aqu son considerados
nicamente de manera aisladny en
s
mismos descripcionesque son tan co-
munes y t an utilizadas por parte de la
mala historia positivista.
UM
quinta leccin asociada a la
microhistoria italiana, y directamente
conectada con el procedimiento micro-
histrico que acabamos de explicar, es
la de las posibilidades que ofrece, para
el buen historiador, el anlisiseuhnus-
aU0e ntensiuode dicho universo micro-
histrico.Esdedr, quealreducirlaescala
de anlisis, y tomar como objeto de es-
tudio a ese lugar de experimentacin
que es la localidad
o
el caso
o
el indivi-
duo
o
la obra
o
el sector de clase elegido,
se hace posible llevar a
cabo
un anlisis
prcticamente to@ tanto de todos los
documentos, las fuentes, los testimo-
nios
y
los elementos disponibles dentro
de ese mimuniverso. como tambin de
los divereas y mltiples
sent idos
involu-
crados en las acciones, las prcticas,
lasrelacionesy los procesos desarrolla-
dos poresos personajes o comunidades
o situaciones microhistricas inves-
tigadas.
Pues a diferencia de los estudios pu-
ramente macrobistricos, que necesaria-
mente seleccionanuno
o
aigunospocos
elementos de la totalidad,
a
los que in-
vestigan
y
analizana travs de
casos
o
ejemplos,
o
de situacionesmso menos
ilustrativas y/o representativas de las
tendencias
genemies
-lo que es
total-
mente pertinente,
til
e imprescindible,
mientrasm e caiga en el vicio ya men-
cionado de vaciar el modelo general
de sus referentes empricos, y de ter-
minar imponindolo como molde rig-
do y obligatorio de
la
explicacin de las
mltiples realidades concretas-, el
anlisisde un caso microhistrico per-
mite mantener el horizonte exhaustivo
de agotar prcticamente
odos
los nive-
les de la realidad y todas las dimensio-
nes y aristas de una situacin, de
UM
comunidad o de un personaje histrico
cualquiera. reconstituyendo,por ejem-
plo, la entera r e d
de
r e l a cw n e s de un
individuoa o argode
su
vida
o el
mapa
de
vculos,
alianzas,
matrimonios y
disputas de todas
l asfamillas
deun pe-
queo pueblo o las formas de vida, los
espacios de ocupacin, las expectati-
vas famaares y los comportamientos
culturales
y
polticos deunaderiaclase
obrera determinada,o iodos los contex-
tos sociales mltiples de
la
redaccin y
de la recepcinsocialdeuna ciertaobra
intelectual, etctera.lS
Al mismo tiempo, y acompaando a
este estudio que agota todaslasdimen-
siones de la realldad
micro
b j oexamen,
se hace posible adems un anlisis
ms interns0 de los tesmonios y de
las fuentes diversas. Un anlisis que,
ubicndoseahoradesde el punto de vis-
ta
del sentido de los hechos histricos,
intenta agotar
todos
los sentidos im-
bricados dentro de cada problema
his-
139
-
7/25/2019 Iztapa-2005-780
12/22
Carlos
Antonio Aguirre
ajas
trico, multiplicando las perspectivas
de interrogacin de dicho problema y
los
puntos de observacin de los mis-
mos. para tratarde construir, tambin
dentro de la histona,
lo
que el antrop-
logo Clifford Geertz ha llamado
des
cripciones
densas
de los problemas.Es
decir. descripciones que sintetizan y
combinan en un
solo
esquema expiica-
tivo las muy diversas maneras en que
la situacin
o
el problema examinado
ha sidovisto, percibidoy procesado, por
todos y cada uno de los actoresy agen-
tes sociales en
l
involucrados. Un ana-
lisis exhaustivo y simultaneamente
denso del lugar microhistrico, que
acerca de inmediato a
los
historiadores
hacia el horizonte de la historia global
y hacia el punto de vista de la totadad
-los
que hemos mencionadoy desarro-
llado anteriormente.
La ltima leccion hasta ahora apor-
tada por la microhistoria italiana,
y
que
es la s e x t a leccin de la historiografia
posterior a 1968,es la de
la
importan-
ria de reconocer, cultivar y aplicar el
paradgma indicinnD dentro de
la his-
toria.20Y ello. en general, pero tambin
y
muy especialmente cuando nuestro
objeto de estudio es el conjunto de ele-
mentos y de reaidades que correspon-
den a la
himri
de
las
clases
populares.
de los grupos sometidos, de los derro-
tados sucesivos en las diferentes bata-
llas
histricas,
y de t odas
esas
vctimas
dentro de
los
procesos histricos, cuya
historia
ha
sido
siempre silenciada. omi-
tida. marginada, reprimida
o
hasta eli
minada
y
borrada de diferentes manera
140
Porque ha sido precisamente en el
intento de reconstniir los elementos que
componen a la cultura
popular
italiana
y europea del sigio XVI pero no vista y
analizada desde
la
perspectiva de las
clases dominantes, sino desde la posi-
cin de esas mismas clases populares.
que Carlo Ginzburg ha expiicitado ese
paradigma indiciario. Paradigma basa-
do en el descikamiento de ciertos indi-
cios histricos. cuya esencia consiste
en que el historiador se capacite
y en
t r a e
pam
ser
capaz
de leer
e
interpretar
os
muinpies indicios que,
habiendu so-
breuwldo a los procesos de recodifica-
cin, ltro, deformacin, canservacin
sesgada y reescritura de la historla
por
parte de las clases dominantes, perm-
ten todava
hoy
acceder de manera
di-
r e c t a
a esos puntos de vista
y
a esas
cosmovisiones de
la
cultura popular, ai
modo de huellas, sintomaso trau>s que,
adecuadamente eidos e interpretados,
logran an reveiamos
las
realidades si-
lenciadas y marginadas sistemtica-
mente que conforman a dicha cultura
Y es que si partimos del hecho de
que
las
clases populares
no
saben leer
ni
escribir sino hasta fechas muy re-
cientes, entonces es claro que
los
testi-
monios y documentos sobre su cultura
sean en general escasos, cuando no in-
existentes.
Y
si a ello agregamos que la
historia la hacen siempre los vence-
dores,
resuitaevidente que
lo
que ha iie-
gad0 hasta nosotros, cuando ha Uega-
do,
sobre esa cultura popular, eon slo
las visiones que las clases dominantes
popular.
-
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13/22
Ocho leccionesde mtodo de
la
historografia occidental entre
1968y
2001
tienen de la cultura de
las
clases que
ellos mismos han sometido y explotado,
percepciones que adems de
no
com-
prender adecuadamente dicha cultura.
la banalizan, deforman y distorsionan,
a travs de los ineludibles iltros. intere-
sados y nada imparciales, de
su
propla
posicin de clase hegemnica.Por ello,
lo nico que ha llegado hasta nosotros
de esa cultura popular, eminentemente
oral
y siempre negada y expulsada de
la historia oficia, no son otra cosa que
pequeos indicios
o
rasgos y elementos
qparentemente
insmcantes para cual-
quier mirada ordinaria,
pero
en verdad
profundamente rewladores y esclarece-
dores para la mirada aguda
y
el olfato
especialmente entrenados del historia-
dor crtico, que ha cultivado esta bs-
queda de los indicios
y
esta capacidad
de su ectura e interpretacin adecuadas.
Por
eso, para explicar este paradig-
ma indiciario, Carlo Ginzburgjuega con
la comparacin metafrica entre la ac-
tividad del historiador. por
un
lado, y
con toda una serie de actividades que
incluyen,por ejemplo, el trabajo del de-
tective
o
la labor del psicoanalista
o
la
pesqui sa
de
unjuez,
guai
que el
dmgnS-
tica de
un
buen mdica
o
lainvestigacin
del especialista de arte que es capaz de
atribuir acertadamente
la
autora de
un
cuadro supuestamente annimo, etce-
tera,
por
el
oo.
Pues
en
todos
estos
a
sos se trata de saberes indiclarios, que
a partir de esos elementos slo aparen-
temente secundarios
o
insigniflcantes,
que
son
los rastros dejados involunta-
riamente por el culpable,
o los
actos
fa-
iiidos del paciente
o
las contradicciones
o lagunas presentes en la deposicin
de los testigos
o
los
sntomasdiversos
de
un enfermo o tambin los modos recu-
rrentes y totalmente singulares de pin-
tar UM ua, una oreja, una ZOM del
cabello
o
un pliegue del vestido, logran
desnibr-y establecer esa realidadd
ta y
de
dijicficacceso, pero finalmente
atrapable y descifrablepor el buen in-
vestigador o pesquisador.2'
Un saber indiciario que es, asimis-
mo, uno de los modos permanentes y
rniienmhsdel mimpopuiar. del conoci-
miento de esas mismas masas y cla-
ses
populares que aprehenden el mundo
por la via de la experiencia cotidiana y
de la observacin atenta del entorno
circundante.Y. por lo tanto, tambina
partir de esa capacidad de leer los indi-
cios y de interpretarlos adecuadamente,
como en el casodel saber de los cazado-
res, de los marineros, de
los
carpinteros
o
de
los
curanderos y mdicos populares.
Un
conocimiento apoyado en indi-
cios que, bien aprendido y aplicado. es
una herramienta preciosa tanto para
el rescate de todos esos temas dfficiles
y que se resisten a darse fcilmen-
te
al
historiador -lo que hace que el
mal historiador positivista simplemen-
te
los
ignore y pase de largo olimpica-
mente frente
a
e l l o s . como para el
desarrollo ms rico y complejo de esa
buena historia crtica, que recupera
esos elementos de la historia popular,
pero siempre desde el propio punto de
vi st a
de las viciimac.
141
-
7/25/2019 Iztapa-2005-780
14/22
Carlos Antonio Aguirre Rojas
rv
...
m e U i t e r e s a a n a z a r a i o t r o M a r x ,
el que
enfrentaba lasperspecauas
dominantes
de
las ciencias soc@ies
de l s l gb
glowr
.EIandlislsdelOS
sistemas-rnundopmtenck
e r u m
criticca
a las clenciai
s s
del Sgb g i o w r
ImmanueiWalierstein, inpemar as
cienciassom
-
7/25/2019 Iztapa-2005-780
15/22
. < 7
Ocho
lecc iones
de mtodo de
La
historogmfia occidental entre
I968
y 2001
les , de
UM
'sociedad determinada,
lo
que siempre se hace tomando
a
dichos
factores externos como un mero com-
plemento, marginal y secundario de
los
factores
iniernos,
sino
ms
bien de
i r u e ~
tir
y tmnsformarradicaimente nuestros
modos de explicacin y de interpreta-
cin habituales, reubicando en elm o
de nuestras hiptesis y modelos a esa
dinmica supranacional de
las
tenden-
cias globales del sistema-mundo,din-
micaque, sloen un segundo momento,
va
a
especificarse y
a
concretarse en
las
diversas dinmicas regionales, na-
cionales y locales particulares.
La
reubicacin de ese marco global
del sistema-mundo. como referente
ms
general de nuestras explicaciones,
nos
obliga entonces
a
comenzar por pregun-
t a r
si el problema
o
tema investigado
se
ha desplegado en una ZOMcentral,
e-
miperrica
o
peririca de ese sistema-
mundo, y si ha acontecido dentro de
una fase ascendente
o
descendente, en
primer lugar, del ciclo Kondratiev, pero
tambien y en segundo lugar, de los ci-
clos hegemnim del aspotencias del
s -
tema-mundoy. en tercer
lugar,
dentro de
qu fase, etapa
o
momento temporai den-
trodelamintegraidevidadelsistema-
mundo en
su
conjunto. Preguntas que
al
ser
respondidas nos dan ya,
segn
esta
perspectiva, las
primeras
coomiendas
esenciales para la explicacin concreta
del problema histrico
Una octava leccin, ligada a su vez a
esta concepcin del aniissdel sistema-
mundo, es
la
que se refiere a la nece-
sidad de repensar nuevamente,de ma-
nera
critica,
la
forma
de organization
del sistemade
os
s a b e r e s h um a n o s
en
general y. en particular, el
episteme
hoy
vgente dentro del conjunto o universo
de las llamadas ciencias
sociales.
Por-
que recuperando en este punto la ed-
gencia antes sealada de
UM
historia
verdaderamente globalizante
o
totali-
zante. y proyectndola haca el proble-
ma
de l historia de la construccin de
las
diversas disciplinas
o
ciencias que
hoy abordan
los
diferentes renglones de
lo social humano en el tiempo, este pa-
radigma del world-system
analysis
va
a
criticar
radicalmente la actual
m n m -
mcindisciplinar
del estudio de
lo social,
que sigue encerrando nuesk w
reflexio-
nes e investigaciones dentro de la ya
arcaica divisin de esas supuestas cien-
cias autnomas y separadas que son
la economa, la antropologa, la ciencia
poltica, la historia, la geografa. la so-
ciologa, ia psicologa o la iingstica,
entre otras. En contra de esta parcela-
cin del saber sobre lo social, cada vez
ms paralizante y limitada, esta posi-
cin
va
a pugnar abiertamente por abrir
las ciencias sociales-
para
reconstruir
una nueva
y
abarcativa unidisciplina-
riedad para el estudio de lo social que,
fundada y apoyada en
una
oia epis-
temologa global, sea capaz de ediAcar
la
ciencia social-histrica , que deber
sustituir a esas actuales disciplinas
mencionadas de
l a
antropologa, la eco-
noma, la ciencia poltica, la historia, la
sociologa, etctera.25
Revisando y cuestionando de raz
las divisiones epistemolgicas espec-
143
-
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16/22
Carlos Antonio
Aguirre
Rojas
cas que fundan este esquema parcelado
y cuadriculado de las distintas discipli-
nas
o
ciencias sociales contemporneas
esta perspectiva, desarrollada en parte
por Immanuel wallerstein, demuestra
lo
estril e insostenible de seguir inten-
land0 separar el pasado del presente,
lo poltico de
lo social
y
lo
social de
lo
econmico,as como el estudio de las ci-
vilizaciones europeas del de
l as
supues-
tas culturas o civilizaciones no euro-
peas. Divisiones y separaaones que hoy
se revelan como insostenibles y mera-
mente arti6ciales. Adicionalmente, cada
vez resuitan
ms
parazante y restric-
tivas para la adecuada comprensin de
lo
social, siendo
sn
embargo el verda-
dero fundamento
ltimo
de la justifi-
cacin de esta configwacin d i s c i p k
vigente. Divisiones que urge entonces
criticar y eliminar, para abrir el
paso
a
la
constniccin de ese novedoso hori-
ante
unidiscipllnar
en el anlisis de lo
social hacia el cual tienden de mane-
r a espontnea todas las perspectivas y
corrientes ms innovadoras elaboradas
recientemente dentro de esas mismas
ciencias sociales actuales.
invitndonos a repenw con Senedad
estas premisas no explicitadasdel siste-
ma de construccin
de
la ciencia sobre
lo social contemporneo, Immanuel
Waerstein explica
la
crisis
que
vive este
episteme todava dominante, crisis que
noseresolver nunca ni con la interdis-
ciplinariedadni con la multidiscipna-
riedad, pero tampoco con la transdisci-
P oconlapluid$mplimri&d,
las
que en iodos
los
casos parten
t i ~
144
iialmente de respetar, sin criticarlo, ese
mismo fundamento de la divisian en di-
ferentes discipiinas, al que en el fondo
consideran vlido y iegtimo y del
cuai
slo quieren paliar o modificar sus
malas consecuencias, pero
sin
trans-
formar a fondo ese
mismo
fundamento.
Menrasque,
por
el contrario,
en
la
pers-
pectiva
del anlisis del sistema-mundo
de
lo
que
se
trata
es
justamente de des-
legitimar y de eluilinar
por
completo di-
cho
fundamento de
la
divisin discipli-
nar, reconstruyendo desde la base
otro
modo
oepistem
diferente para ese mismo
estudio de lo social. un episteme
uiiidis-
cipunariopam la comprensin y examen
de lo social-humano en el tiempo.
Con
lo
cual,
la
crisis que viven las
ciencias Sociales hoy da, puede ser
su-
perada nicamente si abolimos por
completo dicha parcelacin en discipli-
nas,
si volvemos a esas visiones
unita-
rias y unidiscipiinares sobre
lo
social
que existiemn, todava. hasta la primera
mitad del siglo
xw,
por ejemplo en el
propio caso de Carlos Marx. Nueva vi-
sin unidisciplinaria en la que, por
lo
dems, habr que recuperar todo
el
con-
junto de
las
contribuciones importantes
propagadas por estas mismas ciencias
sociales parceladas, en sus ciento cin-
cuenta aos de desarrollo. Una restitu-
cin compleja ysutilen la que los aportes
hasta hoy desarrollados, en particular
por la historia, debernocupar un papel
centraiy
de primera magnitud,
al
cori-
tribuir a esclarecer los mecanismos tem-
porales de la continuidad y del cambio
y. ms en general, todas las impiicacio-
-
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17/22
Ocho lecciones
de
mtodo
de
La historogra& occidental entre
1968
y 2001
nes
y conexiones de esosfenmenosso-
ciales
con esta
dimensin profunda y
omnipresente de la temporalidad.
* * *
stas son, brevemente resumidas, las
principales lecciones que
nos
aportan
l asms
importantes
corrientes
historio-
@-cas hoy vigentes y fundamentales,
dentro del panorama universal de los
estudios histricos contemporaneos.
Lecciones que. obviamente,
son en su
totalidad terra incgnitapara los malos
historiadores oficiastas, tradiciona-
les y positivistas, apesarde que consti-
tuyen,
sin
duda, las herramientas ms
cotidianas y
los
referentes mayormente
usados de los buenos historiadores cn-
ticos
de nuestros das.
Y
es claro que
resulta abusivo, y finalmente hasta
mentiroso, autodenominarse historia-
dor- si
uno no
conoce y domina, por lo
menos, a esta serie de autores. paradig-
mas y
propuestas que. en
su
conjunto,
son el legadoms reciente, y tambin
lasperspectivastcdaviavivas y vigentes
correspondientes
a
los modos
ms ac-
tuales en que
se ejerce
hoy el apasio-
nante
oficio
de la historia.
NOT S
1
Para la caracterizacin general de esta
revolucin de 1968. cf. Braudel(19931.
WallasMn 19691,
Anighi,Hoplrms y
Wa-
lierstein
1992)
y
Aguirre Rojas (2000b
Sobre estos efectos culturales de la
revolucin de 1968, cf. tambinBrau-
y 1999cl.
del (1997).
osse
(1988b).Wallerstein
(1996d)
y Ginzburg
(1994a).
Sobreestoscuesiionamienios6
ripogi-
ney Stengers (19971,prigogine (19961.
Stengers (19931,
Lepenies
(1994)
ywa-
iierstein (1998a y 1996a).
Sobre estas
formas
nuevas, cf. Dosse
(19981y
Aguirre R ~ j a s19981.
Existen
vi a
p o s
studios
sistem-
ticos sobre est cuarta generacin de
los Annales. Al respecto cf. Delacroix
(19951,
DelacmirrDosseyGarcia(19991.
en especial el capitulo 6 Bessmertny.
LepeUty~renier(l9951, epetit (i995al
y Aguirre
Rojas
(1999a). en
especial
el
capitulo
7,
en donde desarrollamos
mucho
ms
ampliamente
la car ac t e r i z z-
csnde estos cuariosAnnoks .
D e
este
ltimolibro existe una versin en fran-
C, histoemnqwmite.l h l nga rdsw
l ' hi s t or i cyr aphi eJkmcdse,
CHamiattan,
Pars.
2000. que incluyeuna aciuallza-
cion de la bibiiograa
flnal.)
Al respecto, adems de nuestro
libro
citado en la
nota
anterior, cf. tambin
Aguirre Rojas (2000a. 1999b y 2001al.
Para
la
crtica
de
esta historia de las
mentalidades
puedeverse.
Uoyd 19961,
GlnZbu~(l9811, osseI1988alyAgui-
rre
Rojas (1999d).
Sobre este proyecto,cf.
Chartier
(1992,
1993. 1995
y
1998).
Para
este proyecto de una nueva
his-
toria social. cf. Lepet (1996)
y
el iibro
q u e l m o r c n k ~ d e l ' ~ .
Une
autre histoire socinle (1995~).
lo Al respecto cf. Lepetit (1999y 1995b).
I
Paraunavisingenemldeestahistorio-
graa socialista britnica, aunque con
aigunas
lagunas
importantes. cf. Kaye
( 1 9 8 9 ~9921;vasead~nuestmco-
mentano critico de este segundo
libro
en la revistaAnnales.Histoire,sciences
s o c i n l e s ,
nm. 2.1998. Adicionalmente
son
t i les
en este sentido deun primer
panorama general
los
nmeros de la
revistaHistoriaScdoL
devalencta. con-
sagrados aEdward'.Thompson (nm.
18.19941
y
a Eric
Hobsbawm(nm.
5.
1996).
3
6
'
8
145
-
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18/22
CarlosAntonio
Aguirre
Ro jas
I
Nos
referimos a
las obras de histom-
dores como
Rodney
Hiiton,CMetopher
Hill o Eric Hobsbawm. por mencionar
slo
a
algimos
de
los
m&
conmidos.Al
mpeeo
c
el
ensyo
deErl cHobsbawm.
El
grupo de historiadores del Partido
Camulsta , en el
nmem
ya referido de
i s t o r i a Sock-& nm 25 (1996). en
donde
se
narran los orgenesy activlda-
Thompson. Sobre
sus
rabajos princi-
pales
puede verse la
iista
bibliogrfica
E.P. Thompson:
una
seleccin biblio-
grfica ,en
Historia
S o c i a l
nm. 18.
1994.
Al
respecto de este importantey
original
concepto de
economiamorai
de mllti
n i d p u e d e v e r s e d e E P . ? h n n p o n ,
su libro ms simicatlvo,La ormacin
des nlciairs
de
los
autores de
csta prl
mera variant.? d? la hisrorlo*alTa
mdr-
de a dase
ob
en lnyl rerk [ I 989).
v
tamblen
su ensavo La conomla
Sta
Se
k t a de los trabajos del grupo cuyo
principal representante es Raphael
Samuel.
el
grupo de la
revista History
Workshop,
ue lamentablemente no
han
sidosuficientemente traducidw i
espaxiol.
Al
respeto cf. los dos libros
cmrdnadwpor
Raphael Samuel [1984
y
1982).Tambin
sus
arculos, Ireinti-
cir~coaxios
eiaerm
dehistoria
en
Gran
Bretaa (1994). Desprofesionalkm
la
btorla"
IFhtmMaaR
SamUe (1991a).
Qu es
la historia social? , (1991bl
y La ectura de los signos
11992)
y el
libro del mismo Samuel. M e s
Memwy
(1996).
Vale
la
pena
insistir
ent ones en este
origen,politico y denaturalezamuym
dical. de los mtodnsy las perspecvas
de
la
historia oral. rescatada en esta,
su
primera verttente, como ese ensayo
de darle
uaz
a los que nunca la han te-
nido. y de recuperar para la historia
del periodoms contempornwa esos
testimonios de lospropios protagonis-
t a s . miembros de las clases oprimidas,
que han consiruido direciamente
los
hechos
y
los proeesos h .stricce funda-
mentales.
Rasgos que. como es hien
sabido, s e r n b o r c a n d o y d o
conforme esta ramade la historia oral
gane difusinyextensi nen el seno de
la
corparadn de
CEO.
Para
una prime
ra visin pa no rh ic a de
las
diversas
corrientes presentes en esta historia
oral cf. el
iibro
colecvo
01 istom
wd
(CentroEditor de America Latina,
Bue
nos Aires. 1991).
Nuevo
U p
e historia cuyo pnniipal
representante es , sin duda, Edward
F
J
l
'moral. de la multimd en la inglatem
del s u o xviii (1979).
Para tener una primera idea gerier l
sobre este proyecto de la microhistom
itallanacf. PonsySema(l993y2000) .
Revel
Ii996),
kpetit
I19931 y
Aguirre
RoJas (2001b). Vale la pena revisar
tambin el dossier dedicado
ai
tema de
La
microhistoria
italiana
en
hhistc-
r i a.nm. ,1999.
Parapoder medir l as complejas impii-
caciones de este procedimiento micro-
histrico,
es menester acercarse a
los
principaies textos metodollglcos de la
corriente. De ellos. citemos solamente
Ginzburg(1994a).
Levi
l1993)yGrendi
I1977 y
1996a).
'' Paraes~eJemphmendo~dt syobos
casos
ms,
cf. Grendi I1996by
19971,
11987).Para
l
punto de
la
recuperacin
de la teora de las redes sociales. d
Bertrand
(1999)
y
el libro coordinado
por Maurlcio Gribaudi. Espaces. Tern-
Nos referimosai impriantzarticulo de
Carlo Ginzburg,
' indicios.
Races de
un
paradigma de inferenclas indiciales
I
994b). que es elmaS importante exto
de metodologia histrica escrito en los
ltimos treinta
aos.
De
los
mltiples
ecos que suscit este articuio. menclo-
nemos solamente el debate, en el que
partidpa el propio Ginzburg. pubiicado
en la revistaQu iemi di
Sto ,
nms.
1 1 , 12y14,de losaos1980y1981.
Para
estas comparaciones realhadas
porCarloGinzburg.
cf.
GinzbwgI1993.
2000,199iy1997)yGlnzbingyFmspen'
119751.
d
Levl
l19901, cenlui (19901y Gribaudi
pom l l t
strat$Ca&ms (1998).
146
-
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19/22
. * .
.
. .
.
,..
,,
Ocho
lecciones de
mtodo de la historografia occidental entre
1968
y 2001
paraun primer acercamiento alos pos-
tulados del World-System AnalysLs.d.
el ensayo de WaltmL.
Goldfrank
Para-
digm Regained?
The
Rules Of Wd-
lerstein's World-System Method en la
revlsta electrnlca
Journal
of World-
systemsResear dl vol.
I.
nm. 2,2ooO,
Frledmann
(1998)
y
nuestro
articulo,
Agu i r re
Rojas
(2000~1.
ara una sinte-
sispredominantemente&scrplhzdel
itinerario ntelectual de lmmanuelWal
lerstein puede verse adiclonaimente el
libro de Orlando ientini,
La
scienza
s o d a I e
sforica
di
Immanuel
Wallerteul
(19981.
Sobre este punto, que es quiz la con-
tribucin
ms
Importante y originalde
esta perspectiva del anlisis de los
sistanas-mundo.ImmanuelWallerstein
ha insistido reiteradamente.Vanse
por
ejemplo
sus textos
Hold the iiiier firm:
on method and the unit of analysis
(1994): 'World-System (1991b),
"An
agendaforworld-systan~is l1983).
World-System
Anaiysls
(1999al o los
artculos '(,De~arrouOde la sociedad
o
desanolio del sistema-mundo? , 'Siste-
mas
histficos como sistemas comple-
jos y Llamado a
un
debate sobre el
pmdlgma '. Incluidas
en
ellibro.Pen-
sar Ins
ciencias socinles,antes citado.
Las
dos obras que mejor flush-an las
implicaciones y la novedad derivadade
esta tesis central de la perspectiva del
u>orld-systemanalysis. on la obra de
Immanuel Wallerstein. El moderno
sistema-mundo.
3
vols. hasta hoy pii-
blicados (1979a.
1984ay
1998bl. y de
Gi0vannlArrIgi-d.El
iargosiglOxx~l9991.
Para
la explicacin
ms
detallada de
los fenmenos mencionados y de
otros
conectados con ellos. desde la corriente
del world-system analysis, el lector
puede
remitirse
a Wallerstern 11979b.
1984b. 1991a, 1996b. 1998cy20011y
a Walierstein v
Ho ~ l d n s
119961.
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23
e l f i n
d e
ioaprrndido.citados anterior-
mente, puedenversead& sus isayos
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flay
que
'Impensa?
las
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En tomo al complejo desao que
en-
frentan los cientiilcos
sociales
contem-
porneos,
6
por ejemplo Sousa Santos
(1995) y
Aguirre
mjas I20CW. el cap-.
tuloIVdel libro FemandBmudel
y
las
ciencias
humnnas(1996). cuyaversin
en alemn. geramentem&cada, he-
mos
citado antes,
y
'Repensando
las
den-
cias sociales actuales:
el
caso de los
discursos histricos en la historia de la
modemidad en el libro
I t inew ios
de
lah i s t o r i q p i del
s$lOxw. tambln ya
mencionado.
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147
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