j. jorge sánchez guerreros dulces

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En lo que algunos persisten en llamar, contra toda evidencia, “sociedad del conocimiento”, la literatura parece tener reservado el mismo papel que las demás instancias dedicadas al entretenimiento de masas. Como la mayoría de las ramas de las Humanidades que no tienen que ver con el útil aprendizaje de idiomas va siendo postergada en los planes de estudios por Ciencias y Tecnologías diversas. Para los medios de comunicación su lugar está en los suplementos, las últimas páginas, los cierres de noticiarios o los programas semanales de madrugada en radio o televisión.

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Guerreros dulces...

Y para qu han de leer los estudiantes los clsicos de la literatura universal? Para qu les sirve? No sera mejor que leyeran las aventuras de Harry Potter o comics?.

En lo que algunos persisten en llamar, contra toda evidencia, sociedad del conocimiento, la literatura parece tener reservado el mismo papel que las dems instancias dedicadas al entretenimiento de masas. Como la mayora de las ramas de las Humanidades que no tienen que ver con el til aprendizaje de idiomas va siendo postergada en los planes de estudios por Ciencias y Tecnologas diversas. Para los medios de comunicacin su lugar est en los suplementos, las ltimas pginas, los cierres de noticiarios o los programas semanales de madrugada en radio o televisin. Y si a nuestras sociedades avanzadas se las considerara ms bien sociedades del espectculo, como en su momento sugiri Debord, las obras literarias no se distinguiran en exceso de otras fuentes de consumo de ilusiones como los videojuegos, las series, las redes sociales o los Juegos Olmpicos. Incluso en aquellos crculos elitistas para los que la lectura de las obras cannicas de la tradicin occidental sigue siendo rito obligado destinado a exhibir un determinado capital simblico aparejado al estatus social, el uso de la literatura parece cumplir una funcin ornamental y circunscribirse a la experiencia esttica, al goce, al disfrute: algo no demasiado lejano del juego.

Todo parece indicar que la concepcin romntica del arte como medio de acceso al conocimiento ms ntimo de la naturaleza de las cosas, que inclua a la literatura, ha sido arrinconada o, lisa y llanamente, olvidada.Sin embargo, poco sabramos de determinados perodos histricos muy alejados en el tiempo o de ciertos lugares ya desaparecidos sin Homero, La Divina Comedia, Los cuentos de Canterbury, El Quijote, Las penas del joven Werther o Oliver Twist aunque en estos tiempos que acontecen tras el Fin de la Historia semeja que vivamos en un continuo presente que puede prescindir tranquilamente del pasado. Mas incluso de ciertos sucesos ms o menos contemporneos, nuestro conocimiento sera incompleto sin el testimonio literario. No sabramos lo suficiente del Holocausto sin las obras de Primo Levi, Elie Wiesel, Imre Kertesz o Jean Amery. Ni tampoco sabramos tanto del totalitarismo sin Archipilago Gulag, El Doctor Zhivago o 1984. Esa otra cara de la literatura como productora de conocimiento no debera ser borrada tan drsticamente porque al lado del artificio, de la apariencia, de la ilusin y de la construccin ldica, camina la verdad, el testimonio, la memoria, la denuncia...

Un ejemplo de este valor cognoscitivo de la literatura que, dentro de sus lmites, tal vez debera ser rescatado del desvn. Dentro de unas semanas se cumplir el 25 aniversario de las Causas nmero 1 y 2 que marcaron un antes y un despus en el devenir de la llamada Revolucin Cubana segn coinciden la mayora de los expertos. La nmero 1, la ms famosa, concluy con los fusilamientos del general de divisin, y uno de los dos nicos Hroes de la Repblica con que contaba Cuba en aquellas fechas, Arnaldo Ochoa, del coronel Antonio de la Guardia y de los oficiales Jorge Martinez y Amado Padrn. El tambin general y hermano mellizo de Tony de la Guardia, Patricio, fue condenado a 30 aos. En la nmero 2, fueron juzgados otros altos oficiales del Ministerio del Interior incluyendo al ministro Jos Abrantes, recin cesado, que recibieron diversas penas de prisin.

Los procesos suscitaron las ms diversas interpretaciones en la prensa y, con el curso de los aos, en los especialistas de la historia reciente de Cuba. Para algunos fue un castigo ejemplar del rgimen castrista a cualquier intento aperturista en plena poca de la perestroika; para otros fue el desenlace de una conspiracin abortada que iba a protagonizar Ochoa; no dej de haber quienes sealaran posibles ajustes de cuentas entre la nomenklatura del rgimen, traiciones vinculadas a la corrupcin, una cacera orquestada por Fidel Castro para impedir la aparicin de figuras que le pudieran hacer sombra en el futuro inmediato e incluso una campaa de desinformacin provocada por la CIA, como causa de los juicios. Diez aos despus de las ejecuciones, el escritor Norberto Fuentes, amigo ntimo de los mellizos Tony y Patricio de la Guardia y antiguo escritor orgnico del castrismo, exiliado en Miami desde 1993 gracias a las gestiones de Gabriel Garca Mrquez tras mantener durante un mes una huelga de hambre, public Dulces guerreros cubanos, una crnica ambientada en los das anteriores a las detenciones de Ochoa y los hermanos.

A travs del texto de Fuentes accedemos al relato pormenorizado de la concurrencia de tramas que condujeron a sus ajusticiamientos. En una estructura calidoscpica poblada de continuos flashbacks y, en ocasiones, bruscas variaciones en el tono narrativo, desfilan por las pginas las victoriosas campaas de Ochoa y sus blindados en el desierto de Ogadn y Angola, las operaciones encubiertas de Tony de la Guardia y las tropas especiales cubanas a lo largo y ancho de Latinoamrica, desde Venezuela hasta Nicaragua, y ms all (el trfico de armas, oro, Chile, Argentina, Lbano...), sus agitadas y poco discretas vidas sexuales, la corrupcin imperante en prcticamente todos los niveles de la Administracin, los privilegios de la casta dirigente, los Rolex, los regalos, la ropa y las carsimas bebidas de importacin, las maletas llenas de dlares, los negocios ilegales para sortear el embargo, el estado policial, las ejecuciones dentro y fuera del pas, las judiciales y las extrajudiciales, los atentados, los campos de concentracin, las intrigas, el alcoholismo de Ral Castro, la paranoia de su hermano Fidel, etc. Un fresco de la Cuba postrevolucionaria sobre el cual se erige una autntica elega de Tony de la Guardia pero que se extiende a su hermano, a Ochoa y al ncleo de revolucionarios de primera hora que acompaaron al castrismo hasta finales de los ochenta, constituyendo su guardia pretoriana y tropa de choque de confianza, y que fue aniquilado de un solo golpe.

Gracias a esta exhaustiva narracin que destila melancola por los cuatro costados acabamos sabiendo que los condenados ofrecan un blanco fcil para la seguridad del estado que confluy con los intereses objetivos de perpetuacin del castrismo. Las francachelas, las aventuras sexuales, los negocios turbios, el alto tren de vida y las insolencias de quienes se crean intocables, como el altivo general Ochoa que desde defenderse de las acusaciones cuando Ral Castro le dio la oportunidad de encontrar una solucin en privado, fueron aprovechadas por un Fidel Castro siempre atento que organiz el descabezamiento de sus fieles servidores del Ministerio del Interior para evitar ser salpicado por los tratos que haban realizado con el narcotrfico colombiano en busca de divisas y, de paso, aplastar cualquier posible conato de oposicin interna procedente desde las propias filas de los protagonistas de la Revolucin. Sus dulces guerreros fueron al paredn por ella y por su Comandante en jefe.

Ejemplos como esta obra nos muestran, a pesar de que no nos demuestran, que la Literatura no debera ser apartada tan frvolamente del panorama del conocimiento para recluirla en el del entretenimiento.

J. Jorge Snchez([email protected])