jacqueline balcells - simón y el carro de fuego

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Libro recomendado para 6 año de enseñanza básica.

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  • Gmcon ojtcrel U* An^ MUa Fuatar

    Itaifraoones C*mo Cardan*Fotogrel'aportad* ScephanLcbel Oeg'emdo&o: Alton so Vaga O O iM to da eubwta: AHonM \to#a O Jacquetr* B atata e Edciw w t SM CMb S.A

    Pocuro 2007. P rovdtncu. Sm ago

    ISBN B56-J64 263-1 OCfMuk: logad: 1*0 5S3Prmeta

  • o'

    Simn y el carro de fuegoJacqueline Balcells

    m

  • A mis nielas Josefina y Simn

    Mis agradecimientos a Olaya Sanfuertts Echeverra Doctora en Hiuoria. por su generosa

    ayuda en la elaboracin de esta novela.

  • 6

  • Captulo I

    F.l, DbSCUBRIMIENTO

    M I QUERIDO Simn.Uteamos hace tres diat de Urna y maana

    paniremoi hacia Jai montaas. a un lugar donde vivi hace mi l f t de aos un pueblo indgena. Dejaremos las maletas con e padre Modesto, un franciscano que conocimos cuando visitamos el mvvnfo y dei iue m a hemos hecho muy amigos.

    De vuelta en La Serena te comprar las papayas confitadas que me encargaste. Tambin ifr tengo un pequeo tesoro histrico que le va a encamar

    Prtate bien con tus abuelos.Be tu y otsos ae tus pap4i que te quieren

    mucho.Ana

    7

  • Simn, recostado en su cama. volva a leer la caita que guarda* en su velador y que ya era un verdadero estropajo de papel en el que apenas se distinguan la* letm . Cuanto era chico le gustaba que su abuela se la leyera por lux nochcv y luego venan la* mil preguntas acerca del tesoro que su mam le anunciaba y con el que soaba despus. UiUk vcccs era el arco y las flechas de algn famtvo gucncro indgena; otras, el manto del Inca tejido con p tkn de murcilago. del que le habta contado i pap. Al pasar el tiempo, la cana quedo guardada entre tas pginas de su libro preferido: Im j a\rnturui de Ton SoH'yer. y no le gustaba ya acordarse de ella porque le daba pena y se pona a llorar. Y a Simn no te gustaba llorar, ni siquiera cuando eslaba soto. Unos das atrf* luego de visitar con su cuno una exposicin de pintura en el Musco de San Francisco, algo que vio en uno de los ciudf os y que lo c6 completamente sorprendido e ininjpdo. lo haba llevado a releerla.

    F.rf lisio, Simn? escuch la vo; de su abuela Ya estamos atrasados'

    Voy. Pepa! exclam, levantndose de un salto . Acurdate que me prometiste que hoy iramos a misa a San Francisco.

    Simn viva con sus abuelos desde que tena cinco atoa, cuando sus padres ponieron a un viaje de trabajo Ambos eran arquelogos y esa vez se internaron en la cordillera, con un arriero. N mguno de kM tres volvi y luego de varios das de bsqueda

    0

  • los cnconiruroo niuenos. bajo up desprendimiento de t ie m y roca*. Ua tiempo despus, desde el convento franciscano de La S ere mi lleg un paquete con libros. una malcl* con topx, una curta de psame del Superior del convenio y un carro de matera del pone de una nuno, que tenia fom u de dragn y cataba lirado por pona triste, pero ripidanxnic se5 consolaba pensando que tenia una abuela que hacav cosas extraordinarias. como manejar marcha atrss> cuando murria av anrar cooua el trnsito en una calle

    de un solo sentido, experiencia aterradora que a Simn le fascinaba porque la encontraba "lmite".Y un abuelo se mi invlido, pero muy entusiasta, que no se cansaba nunca de contar sus aventuras a bordo de t a yate durante una travesa por el Pacifico sin repetirse nunca, por k> que Simn sospechaba que mucho* de sus peripecias eran inventadas. Clan que hacan cosos que de chico k daban vergenz*. como el da en jue vinieron sus amigos y el abuelo se qued dormido en el silln del living roncando como helicptero o la ve que la abuela apareci frente a sus compafteius de curso con una mscara

    9

  • de pur de pollas en la cora, luego de haber ledo consejo pira eliminar las amiga en un suplemento naturista del peridico.

    Simn ahora calaba por cumplir doce ftos. Era un nido reflexivo y bastante maduro para tu edad. Los ronquidos dd abuelo y tes extravagancias de dga Pepa le daban risa y ya no le importaban. Su peque ha pena era otra: aunque se senta muy querido, umtxa se senta solo. Le habra gustado lener mochos hermanos, como m i amigo Andrs, y una casa llena de risa y de msica y de gente entrando y saliendo. La abuela se complicaba con I vius, el abuelo no soportaba la msica fuerte, a menos que fuera una pera, y los do se punan lan nerviosos cuando l estaba invitado a alguna parte, que lo atiborraban de consejos y lo despedan como si se fuera a trasladar de comnente.

    Aprate que no quiero llegar larde insisti la abuela.

    Simn se anud un polern al cuello y en vez de tomar el ascensor, baj corriendo por las escaleras. Iba silbando una msica de moda, un animado, que luego su abuela coment.

    No te reconozco. Siempre refunfuas cuando te ptdo que me acocnpa&es a misa.

    Es que boy vamoS*n Francisca abuela, y no a usa iglesia que tiene el mismo olor que esa* bolitas de atsima que pones en tu doset para que no lleguen polillas. Adems, al cura ni se le entiende k> que dice le contest Simn.

    1A

  • /V

    Reconozco que las prdicas de eje sacerdote mxi un poco confusas Por ah no anda su don.

    Su don? lo interrumpi Simn.SC pues, iodos tienen un doo para algo, que

    les otorga el Espritu Santo...Y qu don me habr dado a mi, Pepa?Seguramente mucho*.P ao Simn ya no la ota y igitatea losbtazuv

    saludando a una mujer colorna que caminaba por la vereda dd (rente, seguida de tres gato*.

    Hola Miulina! grit.Esa mujeres rarsima coment la abuela.Qu tiene de rara?De partida. el nombre.Por i no lo sabes, me dijo que era un

    nombre medieval.Igual es raro. Yesos i r a gatos que la siguen

    como si fueran perros...Y eso qu tiene? Todo porque a ti le

    cargan los galos'Basta ver como se viste dota Pepa no

    cejaba : vestidos llenos de vuelos, zapatos puntudos que ya nadie usa y una batera de pulseras y collar Adems, habla sola.

    No habla sola, habla con sus gatos.Lo nico que le falla decir es que los gatos

    k conicslan, y adems en inglx, lo que no me extraara. porque te has puesto meiuimo.

    En realidad Simn se haba puesto bastante mentiroso, pero se justificaba dicindose que era la

    11

  • nica maoeni (fe sobrevivir con unos abuelas un shje pfcKectore. La primera vez fue cuando dijo que irj a estudiar cun un compuiWru de c u r s le viva cerca)- parti en cambio a vagar por I Parque ForeMal. El pasco c convirti en una experiencia entretenidsima que decidi repetir. Asi. escapada tras escapada, tome ru a hacerse de una caninUd de nuevo amigos, como ItiUl Miulina, i|uc hablaba cun accnio apuol y lanzaba exclamaciones puco usuales O palabras inventada que le encartaba escuchar, como "recrtholis" o "saMambocnha". Consonaba a menudo con don Hernia el barrendero, que recoga las hojas seca* y tambin monedas y una cantidad increble de objeten, como botonex, cucharas de plstico o crcundedurcs vacos que iba guardando en una bolsa que ILevabu colgla al cuello; y ci hijo de tte. EJvis. que conoca el bom mejor que nadie y que insista en que Miulina era una bruja poique recotccuba boj* y races para preparar brebajes.

    Pero es una braja buena- aclaraba porque me compra helados.

    La abuela caminaba rpido, pero sin poder seguir los pasos a mi nieto,

  • o "

    n/j

    13

  • Captulo II

    EL CARRO DE FUliCO

    L a MISA la cckbr un succrdute flaco, plido y pelad que a Simn le cay muy bien poique en la prdica dijo que do todo se iban a salvar por ir a misa, que era lo que l pensaba de don Pelayo. el >clo de arriba, que no *e perda un domingo en la iglesia, pero que a la salida le pegaba patada a los perros vago y trataba de flojo inmundo a Juan, el mendigo del parque. Simn no lo soponoba.

    La abuela siempre contaba que haba sido soprano en el coro de su colegio y no haba nada que le gustara m is que cantar efl las ceremonias religiosas. Simn esper impaciente que entonara los ltimos acordes con los ojos cerrado* y voz de gorsunu; y luego del prolongado y musical amn

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  • oque se repiti tres veces, la tir e la manga recordndote cmpu en Chile'y los cuadren grandes, coloridos y llenos de personajes llamaban la atencin de los nios.

    Mira. aboelal-Simn se detuvo Trente a una tela que mostraba a San Francisco en ua carro de madera suspendido en el aire y tirado por dos caballos blancos. El carro era una especie de barco antiguo. que tenia en la proa, en la popa y a un costado, una cab eu de nio. Entre sus ruedas delanteras estaba posado un pjaro con cabeza de perro, de cuyas Fauces sala un palo que sostena unos orases rojos atados a los caballos. El carro estaba rodeado por un intenso halo de luz, que pareca fuego. Siete monjes, arrodillados y de pie. contemplaban al santo en lo alto.

    Qu bonito!Qu bonito, y qu ms, abuela?A ver...dijo ella acercndose a la tela.

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  • pues ya no tena buena vina, pero como era pretenciosa nunca se pona anteojos cuando sala.

    No te das cuenta de que esc curro es igual igual al que me mand mi mam?

    Si. parece...,No parece, Pepa, son dnticx!- se exalt

    Simn.Mira bien: I mismas rueda*, las mismas cabezas de los mftos. los mismos caballos Mancos..!

    Te gusta esa pintura, joveticito?La voz ronca lo sobresali. A su ludo, un

    hombre fornido, de nariz aguilena y haita blanco, sonrea amistoso. Tenia unos ojos azules de mirada penetrante, rodeado* de amiguitas que con la risa crecan. Vesta pantalones negros y una camisa suelta que no alcanzaba a disimular su incipiente huriga. Llevaba una cruz de madera oscura colgada al pecho. Simn se fij en que usaba sandalia*

    Dice b leyenda comenz, sin esperar respuesta que una oscura noche los frailes del convento de Su Francisco vieron aparecer en k> alto un cano oue pareca hecho de fuego y que resplandeca ctroo el sol, conviniendo lo noche en da. Pnmcro Jos frailes se aterrorizaron y luego se dieron cuenta de que no slo se iluminaban sus cuerpos, sino que tambin podan ver el alma de sus hermano jr leer sus pensamientos talonees supieron que en ese carro iba el alma de San Francisco, a qui m Dios haba concedido esa gracia.

    Y el carro era igual a ese?pregunt Simn, muy impresionado.

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  • 61 Los animas piolaron ese caa o y esos

    caballos basndose en la leyenda, pero imaginndolos a .tu manera. En o la coleccin pictrica la gente que aparece c o i vestida segn la costumbre y uso de lu poca de los pintores, el siglo XVII, y no de la poca en que vivi Sun Francisco, que fue a coraiecuos del siglo XUI.

    Qu fascinante lo que nos cuenta!* se cniu\uMW> doAo. Pepa.

    Pero Simn volvi rpidamente a lo que le internaba:

    Es que...sabe? Yo lengo un carro con caballos klmicx) a ese!

    No me digas! Te d u que respecto a ese cairo hay una Larga historia.

    Si?la respiracin de Simn se aceler Por c*o mi mam deca que era un tesoro, por eso...!

    Simn. Sim n, n a te em pieces a entusiasmar. Este nio es muy imaginativo! explic la abuela.

    No es imaginacin, Pepa! Mi mam era unjueloga: por algo dijo...!

    Clmate, hijo! Haremos lo siguiente: tu me muestras el carro y yo le cuento la htoono. Ven muAuna por la unte, a Us cinoo. Pregunta por m en la portera: soy c( pudre Gernimo.

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  • Captulo III

    EL C1-AS7HO

    OIMN NO se poda quedar dormido de lo nervioso y entusiasmado que cuaba. No por nada su mam le haba dicho que le enviaba un tesoro? Quizs esc carrito de madera era algo increble y l lo podra venda y se hara mllonaiio y k comprara una ickvisin bten grande a mi abuela, que estofo un corta de vista, y una chaqueta nueva a m abuelo, porque la que usaba tena los codos un poco raido*, y doa I Vpa haba icmdo que mandarte a poner uikk parche* de cuero. Ah', y le comprara tamban un auto nuevo a Pepo, con cambio automtico para que no los hiciera sonar laitto. y...

    u noche soA con su num i Al dauguiente. a las cinco en punto, estaba

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  • en la iglesia de sm Francisco. tocando co la portera. En una bolita de gamuza caf que k haba dado su abuela, llevaba el carro con lo caballos.Le abr6 un hombre flaco, que e n casi de tu pone. A Simn k pareci que era turnio, pero despus ic (Jk> cuenta de que %6k> tenia los ojos muy junios.

    A quin buscas?Al padre Gernimo.El padre Gernimo est ocupado.El me dijo que viniera.Te cit?Me dijo que viniera- repiu Simn, hosco.

    El tipo le haba coido mal Tena las comiuiras de k labios cadas, lo que k duba un aire de mal humor. y no miraba a los ojos al hablar.

    Voy a ver si puede recibirte. Y le cerr ta puerta en la narices.

    Peni Simn no tuvo que esperar mucho, porque no haba posado ni un minuto cuando ta pueda se abri de nuevo y apareci el padre Gernimo.

    Adelante, joven. Perdona que Hilario te haya dejado afuera, pero se me olvid avisarle que vendras y 1 cuida mucho nuestra privacidad: no le olvide* rb* epK ste es un claustro.

    Un claustro? Claro, no sabes lo auc mp claustro? El

    higardonde babilonios religiosos guesc retiran del mundo para orat.

    Caminaban por uno de los espaciosos

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  • corredores que se abra u un jardn ccnir.il Un frondoso que casi pareca un bosque: un bosque de robles aftosos, paulonias floridas. pulios m is alius que una casa, ja im ines perfumados. naranjos cargados de frutas, palmeras enhiestas, ciruelos de hojas moradas. Y en el medio del jardn, custodiada por los rboles y las plantas, una enorme pajarero de lecho abombado habitaba a decenas de canarios verdes y azules que trinaban a destajo. Un poci* m is all. una fuente de piedra acuya a gorriones y orales, que aleteaban sacudindose y salpicando agua. Tambin haba dos p e n w echado al m>1 y unos cuantos gato* durmiendo enroscados sobre unos sillones de mimbre viejos. Era como estar en el campo, pens Simn, pues salvo el canUi de los pjaros, el murmullo de las hojas mecidas por la brisa y el ruido de los propios pasos, el silencio era completo. Pareca increble que esc jardn existiera en el centro de Santiago y en medio de una avenida tan ru idosa com o era U A lam eda B ernardo O'Higgins.

    Te gusta este lugar?pregunt ct padre Gernimo.

    Hay muchos anim ales-Siguiendo el ejemplo de nuestro hemono '

    Francisco, que amaba a los anmale y a los pjaro, hemos acogido a unos cuantos aqu- sonri el sacerdote.

    Es muy antigua esta construccin?quiso saber Simn, mirando las enormes arcadas blanca'

    20

  • o **

    /mde los corredores, parecidas a la* que haba en la casa de campo ac sus tos en Chimbronlo, y que tenan m is Je cien titos. Claro que te u s eran mucho m is grandes.

    La iglesia y el clathirn de u n Francisco son las construcciones ms. antigua* que tay en Santiago de Chile. Cuando Podro de VJdivia lleg a fundar Santiago traa m I la imagen de la Virgen dei Socorro y mand a consiniir aqu una remita para ella. Aftos despus ew lugar pas a manos de nuestra orden, que edific una igleNia. l a primera se derrumb con un terremoto, pero la inund a, construida en piedra, es la que ve* hoy.

    En esc momento se cmarun con un monje muy vtejU), que traa un jsjcU enuc sus manos. Pas al lado de ellos, como un aniawna, taludndolos con un leve parpadeo.

    Caminando a la sombra de la* arcadas negaron hasta una enorme puerta de madera que haba al final del pswl lo y por ella entraron al museo- No era da de v& tas y estaba todo oscuro. R1 padre Gernimo encendi una luz.

    Sentmonos dijo el t rancticano. indicando un banco de madera que enfrentaba la pintura del santo que iba en un cano suspendido en el aire.

    En esc momento apareci Hilario con una escoba, una pola y un plumero.

    Hilario, no es el momento de hacer el aseo lo reconvino suavemente el pudre Gernimo. Luego se dirip a Simn : veamrn: mwSinunc tu tesoro!

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  • Mientra Simn se estorbaba en car el juguete atorado en la boba demasiado estrecha que le haba dado su abuelo, Hilario pas con energa el plumero por la cabeza de yeso de un plido y ojeroso San Francisco, y luego en silencio abandon el luga.

    Ei padre Gernimo examin el carro y k caballos con extremo cuidado. Eran exactamente iguales a lo que tenan al frente: las mismas lneas del carro, que lo hacan semejar a un dragn; la mismas rueda con rayo; los mismos meses rojos con broches negros jr dorado; los mismos cabulla* blancos con las patas delanteras dobladas en un galope y las orejas puntudas, que parecan cocinas.

    Tenas tazn: es una copia exacta del carro del cuadro. Me gustara que me lo dejaras para mostreselo a un experto. Qu curioso...1

    Simn estaba impresionado por el inuas del franciscano y tambin por el silencio y lo imponente del lugar. Las pinturas que los rodeaban parecan estar vivas, tal eran los colores y la presencia de sus personajes.

    En esa poca las pinturas en las iglesias no slo eran adornos, sino una manera de enseftor a los indgenas y a mucha gente de la poca, que no sabta leer, la vida de Jess, de la Virgen y de los santos explic el sacerdote.

    CY me va a contar la historia del carro? pregunt Simn, impaciente.

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  • Captulo IV

    DOA ENGRACIA

    - E n EL ligio XVII. )ov franciscana* del convenio de Santiago encargaron al Cuzco una ave de cincuenta y cuatro lienzos con la vkb de San Francisco comenz el padre Gernimo.

    Y por qu los encujaron tan lejos? No los podan pintar aqu?

    Entonces El Cuzco era una ciudad importantsima, porque cuaba en el centro del virreinato de) Peni, que era muy rico, pues los cspafales haban descubierto all minas de oro y plata. Tena el prestigio, adems, de haber sido capital del imperio inca. Se form en esa ciudad una escuela

  • que haban estableado su sede central en Per, ya haban becfto pintar por ellos numerosos cuadros religiosos pora m is iglesias. Los artistas, muchos de k cuales eran indgenas y poco saban de la vida de Jess y de los sanios, se inspiraban ea grabados trados desde E uropa,,que ellos transformaban con su imaginacin y catares.

    Les debe haber castado sper harta plata mandar a piolar Unbn cuadros tan lejos* coment Simn, que e n muy pragmtico.

    Los frailes, fieles a san Francisco, eran muy frugales en su vida personal y diana, pero eran esplndidos para decorar sus templos, con el fm de alabar a Dios y enseftar a los indgenas se apresur a explicar el sacerdote. Algunos catlicos ticas de U poca donaban grandes sumas de diocro a las distintas rdenes rcligiwa*. y a cambio t a sacerdote* rezaban por ellos y a vcocs les pcrnirtan construir sus tumbas en las i muas iglesias, como lo hacan los antiguas reyes y nobles europeos.

    Resulta que una seAora s iuda. muy rica, sin hijas sigute! padre Gernimo dttd legar una buena cantidad de dinero a k franciscanos

  • Toda la tazn coment Simn.Fray Gernimo sonri abiertamente y cwiimu- ftroAW toJa>fnincM ancn una donacin al convenio de Santiago. Per como gran pune de su dinero ya lo haba legado, slo poda disponer
  • Tu abuela liene inucKa razn, pero (c imaginars que el mdico de nuestra historia se enfureci y dijo que a I nudic lo trataba de mentiroso. Los venoe 4c do6a Engracia se hkieroo lan lamosos. que de ah.naci el dicho "preguntrselo a las estrellas**, cuando alguien piensa que algo no es cierto. *

    .Y cV cario?lo interrumpi Simn, temiendo que el buen sacerdote, en su entusiasmo, siguiera con lo cuento de doAa Engracia y se olvidara del carro coa los caballo*.

    Paciencia1. te dijo el sacerdote y gui can mucha calma Doita Engracia decidt mandar su donacin a Chile en el ms estricto secreto y pait algn uempo planeando la mejor forma de haccrio. Su regalo eta muy valioso: una gran nmero de diamante de buen tanuflo. que formaba parte de un juego de aras, pulsera, broche y collar. En ese tiempo el servicio de mensajeros entre Peni y Chile era muy temo y nada de p iro . U * correos se enviaban por barco desde H Callao o bien partan dd Cuzco a lomo de mua por la rula del altiplano; te imaginars que demoraban meses en llegar a su desuno, si es que lo hadan. Cmo W> hara entonce dofla Engracia para asegurare de que m i donacin llegara intacta y de que nadie en El Cuzco o en Luna ni parientes ni ladrones se ementa del envi? Cocno mujer culta e intetcsada en el ane. haba visitado varias veces los talleres de los artistas que trabajaban en la serie de San Francisco. Y dice la

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  • leyenda que un da. mientra* contemplaba I trabaja de los pintores, se le ocurri la idea que dio pie u nuestra hisiona.

    Y es verdad lo que dice la leyenda?Las leyendas tienen algo de verdad y algo

    de imaginacin. E imposible saber cundo y cmo se le ocurri la idea a la seora. En este ca\o s(Mo sabemos del resultado.

    Rosa Banderas continu, una joven sirvienta de doa Engracia, muy fiel y querida, se haba casado con un soldado espaol al que haban enviado a Santiago de O tile y pronto viajara por barco hasta Valparaso a juntarse con su marido. DoAa Engracia decidi aprovechar la oportunidad y envi con Rosa un pequeo bal lleno de objetos religiosos, como temarios, crucifijos, velas, mmele* para el altar, figuras de sanios y mantillas para la Virgen de regalo a los franciscano de Santiago. Todos estos objeto estaban prolijamente trabajado, pero en materiales sin gran valor maderas, lana* teidas o fibras natural.

    Que nadie se bu a ntcicsar en robat- coment Simn.

    Claro, y menos siendo objetos religiosos. Por otra parte, y sin que Rosa lo supiera, dofta Engracia envi con el capitn del barco una uirtu sellada para el Superior del convento. Un esa carta explicaba que con Rosa enviaba un pequeo bal con regalos para la iglesia y que entre los objetos religiosos que all iban, tres de ellos contenan una

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  • r*vulto donacin. Para reconocalos deberan buscar en las pinturas encargadas a los artistas del Cuco.

    El cairo!!!exclam Simn.Podra ser. No qued muy claro cules eran

    los objetos que contenan las piedras preciosas. Se mencion un pe de plata hueco y tambin unas lalmatorias. pero nunca se supo si stos existieron 1 m fue en alguno de ellos que venan los diamantes.

    Pero lo encontraron?Algunos. Segn el relato que conocemos,

    sa to por el Provincial de ese entonces, cuando recibieron Licum an no llegaban inda las pinturas, y pas algn tiempo antes de que se pusieran a investigar. Luego dieron con quince piedras de gran tamao, con el dinero de su venta se reconstruy parte del claustro que se haba derrumbado en un ierre molo.

    Buena idea lo del pez dijo Simn . especial pora esconder diamantes. Mi abuela tiene un...

    En ese momento cruji la puerta al abrirse y apareci el sacristn.

    Padre, lo buscan.Quin es? No dijiste que estaba ocupado,

    hijo? Es la seora que arregla los cuadro. Ah. s, b restauradora! Tendr que dejarte.

    Si quieres puedes quedarte un rato aqu, mirando las pinturas. Te avisar cuando haya hecho examinar lu tesoro y entonces seguiremos convcnando el podre Gernimo levant el carro en alto y gui un ojo a Simn. Luego abandon la sala.

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  • Captulo V

    .SQUENMH DE AQU!

    S lM N SE qued coruemptando un cuadro en el que estaba San Francisco subido a un plpito, alzando un crucifijo de madera, l-o rodeaban algunas mujeres y mucho hombres de tez oscura y grandes turbantes. Uno de ellos tenia un pez rojo en la mano. Por sobre la cabeza del saitto volaban vario pjaros y tras mis alas desplegadas se vean cerros y castillos fortificado sobre sus rocas.

    Y si uno de los objetos que esconda diamantes hubiera sido una cruz, como la que sostena el santo? O un pez rojo, como el que tena en su mano el hombre moreno? O lalvez ios diamantes venan ocultos en un cordn, igual a) anudado a la cintura del hbito de San Francisco...

    30

    f*'

  • Un golpe y un ruido de llaves interrumpieron mr elucubraciones. Al instante se apag la luz.

    Hey! grit No cierren, estoy aqu!ScMo respondi el silencio.El lugar se haba sumido en la ms completa

    oscuridad. Sin ninguna ventana. no haba ni una mnima rendija por la cual entrara algo de luz. Comenz a caminar a tientasiratando de recordar el camino haca la puena. De ponto tropez con algo duro y sinti que un gnero envolva su rostro. Quiso gritar, pero el miedo lo haba paralizado y permaneci uno minuta, o quizs segundo que se le hicieron eterno*, completamente inmvil. Entonce record que cerca de la puerta estaba la imagen del santo. esa a la que el sacristn te haba pasado el plumero por la cabeza, vertido coa una tnica de gnero. Respir aliviado: slo haba tropeado con San Francisco!

    "San Francisco: aydame a salir de aquT. pidi, y camin lentamente hacia donde deba estar la salida. Camin con k brazos estirados, temeroso de volver a tropezar, hasta que sus manos dieron coa una pared de madera La puerta, al fin! Palp hasta encontrar la manilla y trat de abrir, pero era imposible porque estaba con llave. Comenz a golpear con los puAos y a gritar: branme! branme' Padre Gernimo, estoy a q u ir Pero sus gritos parecan rebotar en la puerta, ms gruesa y maciza que un rbol, para ahogarse entre los muros forrados con lienzos y extinguirse en la noche del lugar.

    31

  • Dcspu de unos minuto golpeando con mis putos hasta el dolor, desisti de su empello. Ahora mis ojos se haban acostumbrado a la oscuridad y le pareca ver turm as difusas y fantasm ales diseminadas a lo largo del recinto. A lo lejo*. en el otro extremo de la sala. percibid una pequea claridad hacia la que sedirigicofl la lentitud de un ciego. Cuando lleg al lugar se dio cuenta de que la tenue lux provena del brillo de una pintura dorada.

    Abatido, se sent en el sucio. "No hay que perder la calma, hay cosas peores, se dijo, reflexionando como un hombre grande. Y se acord del da en que con su amigo Andrs decidieron esconderle en el baflo para no dar la prueba de biologa y se encontraron a boca de jarro con el director

  • f>

    panqueques y estara esperndolo sentada en el Mitn floreado, leyendo un libro o mirando la televisin. Qu dira cuando pasaran Us hora* y I no llegara? Se angustiara mucho y (miara de que no sele notara pura no preocupar al abuelo, como siempre lo haca. Se le ocurrira venir a buscarlo al claustro? Conocindola, era lo ms probable, pero le diran que jaiehabl* ido. EJ padre Gernimo no te iba a imaginar que I cuaba aN encerrado. Y el samsio? Simn habra jurado que ue escuch cuando d sacerdote le dijo que se poda quedar mirando lo cuadros. Pero era absurdo! Qu podra tener ese hombre contra 61 para hacer algo asi?

    .Nuevamente el ratn! Ahora el mido era ms fuerte y pareca muy cercano, casi al lado. Deba ser unoenorme: un guarn! Se aluj del lugar tatamente, pero golpeando el piso con fuera, para que d cuido subte las tablas Mistara al mvtubie enemigo. Avanzaba otra vez hacia la puerta; un poso y un golpe con d taco del zapato, otro paso y otro golpe. De pronto, su pie resbal y se fue de broces al weki. Su cabeza qued enterrada enere unos pdos duros. Lanz un alando. Una ania gigante?! Una rata momtruosa?! Un pjaro inmenso?! Cateando con desesperacin, mientra* Ligrimas incontenible* rodaban por his mejillas, se apun del terrorfico bicho invisible, que no era sino los pdos de un escobilln.

    Quin vive? Quin anda ahf? pregunt de sbito una voz lejana.

    33

  • Simn se incorpor de un sato y se puso a gntar a lodo lo que daban sus pulmones:

    i Estoy encerrado* Squenme de aqu!Qun vive, quien anda ahf? repiti la voz.Simn corri o ciegas ha-sta palpar la puena

    y. sin dejar de gritar, xe tac rptdamenie un apato y comenz a golpear con todas sus fuerzas. Oy entonces unas palabras, ahogadas y unos minutos, despus un clic en el ojo de la Ib ve. Cuando la puerta se abri, la luz lo dej ciego y por un instante tuvoque bajar los prpado*. Al abrirlo* *e encontr con el rostro enjuto y tosojilfcw ju m o s d e l sacristn. A su lado eMaba el sacerdote viejo, con el que hubian c n iu d o en el claustro.

    Qu hacas all adentro, niflo? Vlgame Dio*!aclam el anciano Suene tu s tenido de que yo pasara por aqu!

    Usted me cen la puerta! acus Simn directamente al sacristn.

    (Yo no sabia, fray Leoncio, que este nio estaba ah! se justific Hilario, sin mirar al muchacho.

    En ese momento, atrado por las vocev lleg el padre Gernimo.

    Qu sucede?No me di cuenta de que el nio estaba anen

    el Museo y ccrrtcon llave c disculp d sacristn moviendo la cabe/a con aire contrito.

    Fue una gran casualidad que adems de posar por aqu te escuchase sigui fray Leoncio, porque

    34

    6/

  • a mi edad ya estoy bastante sonto.Te asustaste mucho, hijo? pregunt el

    padre Gernimo Ese lugar queda en en la ms completa oscuridad!

    No tanto dijo Simn. Y lanz una mirada de espadas al sacristn, que se hizo ei distrado.

    Simn lleg a su casa sin aliento de lano correr. Su abuela, preocupada por su tardanza, haba llamado por telfono al padre Gernimo quien le habfa explicado lo sucedido. Despus de abrazar y besar a su nieto con una efusin que ste recibi con pucienciu pese a encontrarla exagerada, se apresur en ir a la cocina a calentar los panqueques que esta vez eslabn rellenos con pollo.

    Te dej uno con manjar para el postre.Y a m no? reclam el abuelo.Por supuesto que s. gotoso!Durante la cena Simn estuvo callado y

    ausente. No poda dejar de pensar en la historia de dofta Engracia y los cuadros de San Francisco. Y si resultab? gq haba por ah dando vueltas un objeto que contenta diamantes y.que nunca nadie haba encontrado? Y si Rosa Banderas se hubiese quedado con uno? Y si..? No le costaba mucho imaginarse une complicadsima trama que tendra como final el descubrimiento, por Simn, de las piedras restantes.

    Simn: come, no has tocado d plato. Te tientes mal?

    No. abuela, es que estaba pensando en todo

    35

  • lo que me dijo d padre Gernimo acerca de mi carro con caballos...

    Y a coAnuacio repiti toda la historia.Leyenda*, leycodai... conteni Juan.

    Aunque bonitas, slo oo leyenda.Siempre u n escfco -dijo tu mujer.No es escepticiuno, mujer, s e r realista.

    . El padre Gernimo dice que Itus leyendas tienen algo de verdad intervino Simn; y cambiando el tema, pregunt: te acuerdas, abuela, de la pintura de San Francisco con los pjaro*?

    Si. claro.Y sabe* cul fue el milagro?Creo que s comenz doa Pepa, que

    cuando no se acordaba bko de algo deca "creo que s" y Juego inventaba 3a mitad.

    Quiero saber la verdadera historia dijo Simn, muy serio, y el abuelo se ech a rer.

    Cuenta la leyendaintervino Juan sin mirar a su mujer, que haba puesto cora de ofendida y miraba un punto lejano en el tedio que estaba San Francisco en Alejandra...

    Dnde queda Alejandra, abuelo?Es un puerto de Africa, en Egipto. Ah, por eu>ca el cuadro aparecen hombres

    de piel ocura y con turbantes!Y estando all- retom el anciano. uo da.

    mientra el santo predicaba la palabra de Dio, una bandada de golondrinas se puso a piar en una forma

    36

  • Uin estrepitosa. que no dejaba otr sus palabras. E ninnccs Francisco le* dijo: ''Golondrina, hermana* mas, por qu no me dejan hablar? Escuchen la palabra de Dios y guanfcn silencio hasta que yo termine". Los pjaros se callaron de inmediato y permanecieron volando en silencio sobre su cabeza y dndole sombra con sus ala, hatta que termin de predicar.

    Bendito, San Francisco! Hablaba con los animales, los llamaba 'herm anos y ellos le obedecan intervino la abuela .Saban que una ve/ apacigu a un lobo feroz?

    Y cmo fue eso. abuela?En una ciudad llamada Gubia, apareci un

    gran lobo ferot, que devorubu animales y hombres y tenia a lodos aterrorizados. San Francisco fue en busca del lobo y acercndole a l hizo b seal de la cruz y lo llam dicindote- "hermano lobo: yo te mando de palle de Cristo que no me hagas dao a m( oi a nadie". En ese mismo instante el lobo c ech a sus pies, como un cordero. Entonce el santo le empez a hablar y a decirle que dejara en paz a lo hombres de esa ciudad y que ettos k> proveeran de comida mieotrss viviera. Y le pidi que le prometiera que iba a cambiar. El lobo levant la pata derecha y se la puso en la mano a San Francisco. De ese da en adelante, el lobo vivi en Gubio enlrando en todas las casas y los habitantes se encariaron con l y lo alimentaban.

    Y ustedes saben algo del pe? sigui

    37

  • Simn, cuyo inters era saber donde *e escondan los diamantes.

    Sfii! exclam do ta Pepa, antes de que su marido le quitara la palabra De m> me acuerdo bien porque nunca me olvid de la pota de polio'

    Pepa: le estoy preguntando por un pez y no por un pollo.

    S, mfto, si *. Djame seguir: m ulla que cuando Francisco lleg a Alejandra, fue recibido por un seAor muy piadoso, que le rog aceptara su hu&pUalidad. Lo invit a comer con toda m i familia y le sirvi un pollo muy rico. Estaban cenando cuando apareci un pordiosero, que no era sino un vecino maligno que se haba disfrazado de mendigo para pedir limosna a Francisco. El santo de inmediato puso la presa de ave que seiba a comer ' en un pedazo de pan y se la entreg. Al da siguiente, ^ cuando Francisco predicaba ah donde estaban los pjaros, irrumpi el hombre gritando: "Ese hombre que ahora predica frugalidad, anoche se estaba dando un banquete. Miren: esta pala de pollo me la regal mientras coma". Pero cuando levant la presa del pollo que tenia en la mano, sta se haba transformado en un pescado. El falso mendigo qued estupefacto con el milagro, y en presencia de lodos pidi perdn y confes su mala intencin: slo quera desacreditar a Francisco.

    Tienes que explicar, Pepa, que en esc tiempo la carne de ave era un lujo y mi asi et

    38

  • pescado; por eso la acusacin de estar dndose un banquete.

    Por qu siempre me tienes que corregir? Ya, no discutan: entend todo!En cuanto teinunaron de comer. Simn se fue

    a su pieza sin aceptar La invitacin de su abuelo a ver una pelcula de gnslen en la televisin.

    Tena mucho en qu pensar.Em noche sofV con pjatv* y peces; y con

    un gigante de dos cabezas: una era la del sacristn y la otra de don Pelayo. su vecino odioso.

    39

  • Captulo VI

    UN COMPAERO DE AVENTURAS

    A l d Ia siguiente. Simn *c despen muy temprano. pero se qued largo rato en la cama mirando el techo. Luego abri el velador cogi b cana de su mam y se puso a leerla otra vez. De dnde sacara ella se carro? Serta un regalo del franciscano del convenio de La Serena? Y porqu se lo habra dado? Busc en el fondo del velador un sobre verde, en el que guardaba las tres folos del viaje que sus paps le hablan enviado. En una estaban apoyados contra una muralla de piedra altsima, los dos oon bous, jeaiw y unos chaleco gruesos. Otra era de su mam en b playa, en traje de balto. Y en b tercera aprecia su mam sentada bajo un rbol, rodeada de hojas, secas. Esa era la

    40

  • o "-

    "W

  • m* linda de todjs. porque las hojas do rad a eran del mismo color que su pelo; ella miraba a lo lejos, con una sonrisa muy dukc. esa sonrisa que pareca iluminarlo todo y que Simn nunca podra olvidar. Q u bonita era! Tena unos o jo s a/.ulos transparentes y un cuello muy largo. Con ra/n no usaba adornos, ni siquiera oros; no los necesitaba!, pens Simn. A n to de ponerle ms triste. guard las fotos y la carta, y se levant.

    La ltima foto, la de las hoja secas, lo haba hecho recordar al barrendero del parque Forestal, porque el rbol era un pltano urienul y las hojas las mismas que cubran los suelos del parque en otorVo. Y del barrendero pas a Elvis. y se acord de cuando ste le cont que haba asistido a una clase de catecismo en la iglesia de San Francisco, pero que no haba vuelto a ir porque se uburn y porque ah trabajaba el Ojo de Laucha, que k caa mal. En ese momento Simn, aunque le haba causado gracia el nom bre, no haba querido preguntar quin era el O jo de Laucha, porque E lvis se haca el in teresante cuando unu lo interrogaba, simulando no haber escuchado para que le re p itie ra n la p reg u n ta . N o e sta r a refirindose en esa oportunidad al sacristn, que tena los ojos juntos y ms chico que una laucha?

    Sin siquiera pasar por el b a to , se visti en un dos por tres, sali de su pieza com endo. y grit al pasar junto al abuelo, que dormitaba en su silln:

    42

    '

  • Voy al parque! Dile a Pepa que vuelvoluego.

    Y sin dar liempu i ninguna respuesta. abri la puerta y sali.

    lira pleno otes Je febrero y desde temprano en la maana se senta i calor. Bl barrendero, como todos los dios, ya haba comenzado su tarea de lim piar el parque recog iendo latas, paales desechablcs, cscaras de naranja, puchos, envases de cartn, papeles y botellas que la gente insista en abandonar sobre los suelos, pese a ios numerosos recipientes pura la buMiraquc haba por tdas panes. El da lunes era el peor, porque el lugar amaneca convertido en un cem enterio de mugre. Los domingo, familias enteras venan durante el da a hacer picnic bajo los rboles y por las noches se reunan los jvenes a tocar msica, lo que era muy loable, salvo por la increble suciedad que dejaban atrs. "Qu gente ms inculta!, reclamaba dofta Pepa, pero Simn le deca que por lo meno eso serva para dar trabajo a don Benito, porque ste le haba contado que a un compadre que trabajaba en uo parque "modelo** en La Rema, lo haban echado porque ya no haba basura que limpiar. No creas todo lo que te dice esa gente", le responda la abuela, oreocupada por las amistades que haca su nieto turante sus vagabundeos por el parque.

    Hola, don Benito! Y Blvis?Por ah anda esc chiquillo, puro leseando.

    Simn encontr a su amigu debajo de un rbol.

    43

  • buscando restos de puchos y guardndole en eJ bolsillo.

    Hola, Elvis!Elvis se tom su tiempo p a n contestar.Oye, EIv; necesito informacin. Quin

    es e) Ojo de Laucha?Y por qu te interesa?Porque necesito saber...Me tienes que decir para qu. Yo no doy

    informacin asi noms.Es e) sacristn de los franciscanos o no?Elvis recogi otro pucho, lo examin con

    cara de concentrado, y se lo meti al bolsillo. Entonces respondi:

    S. Debe haber hecho pacto con el diablo para que le dieron esc trabajo.

    4, Por qu? Porque es ms chueco que una culebra.Y de dnde lo conoces tanto? Es de mi poblacin. Se vino a trabajar

    ac. junto con mi pap, pero despus se pelearon y el Ojo de Laucha a veces limpiaba vidrios y haca el aseo donde Caroca, el flaco pesado que vende cosas viejas en la calle Monjitas. Despu-s lo contrat una seora para que 1c encerara, y parece que le rob y desapareci un tiempo del barrio. Hasta que me lo encontr all en (a iglesia

    Ayer me dej encerrado en el museo. Qoee?! Me dej encerrado con llave y apag las

    luces.

    44

  • Y por qu h io es? La verdad es que creo que no dio cuenta.

    Pero tam bin pienso que n o .b iso nada por Asegurarse de que no haba nadie adentro.

    Y qu hacas t en el museo?(isla vc i fue Simn el que se tom su tiempo piro responder. Haba pensado contarle a' su amigo Andrs la historia del carro y los diamantes, porque necesitaba compartirla con alguien, pero Andrs se haba ido de vacaciones al sur con su familia y no regresaba hasta marzo. Elvis u b i muchas cosas de la gente y de la caite y era bien inteligente. Quizs con l podra...

    EJvLv te voy a contar un secreto. Pero es pora los dos noms.

    Ixk ojos negras del Elvis se encendieron.Soy una tumba, amigo.Los dos muchachos se sentaron en el suelo y

    apoyaron u n espaldas contra el Uonco del rbol. Y mientras EJvU chupaba la colilla de un cigarrillo apagado, Simn comen/ a hablar.

    Al otro da. en cuanto abrieron el Museo Colonial. k& dos amigos fueron los primeros en entrar. Se dirigieron directo al cuadro de San Francisco y los pjaros, y Elvis se qued en muda contemplacin durante largo rato.

    El pescado me tinca, compadre dijo, de pronto.

    Has visto alguno parecido?Por ah en algunas tiendas de cosas viejas.

    45

  • Un la de Caroca, por ejemplo, aunque no igual a ese.

    Es que han pasado muchas aos. El vis dijo Simn, cun desaliento.

    Como cuntos?Como trescientos, creo.Como ucsciento'.' Entonces cus locu

    si cree que vamos a encontrar algo!Y cmo mi mam encontr el carro?Como deca mi tatita Eudowo: "Una vez

    noms se encuentra en el suelo una billetera cargada". Por lo dems, lu carro parece que no estaba cargado.

    Simn se ri con el comentario y convid a su amigo a mirar los otros cuadros. Se detuvieron frente a uno que mostraba a San Francisco tendido en un rstico catre de madera, cubierto por una frazada, muy plidoy serio. Lo rodeaban tres frailes y a los pies de la cama estaba echado un cordcnto. En medio del cuarto, un joven de cabellos lajgcn vestido con un complicadsimo traje bordado con oro y lleno de encaje, taa un iiutrumenlo parecido u una guitarra. De sus espaldas, cubiertas con un manto rojo, saltan dos alas tan grandes como las de un pelcano. Representaba un ngel.

    Yo c reo que los d iam antes v ;n*n escondidos en una guitarra como esa di) Elvis.

    Eran objetos pequeos, creo yo. Y esa no es una guitarra.

    Ah, no? Y qu es?

    46

  • 6 '"

    'W lil prufcu*. vitando vinimos, dos explic

    esic cuad ro . E sa e s unavhuela. Es como una guitarra chica que usaban en esc tiempo,

    En el tiempo del santo?El samo vivi mucho tiempo antes, en el

    siglo XHI. cuando no haba vihuelas, sino que unos instrumentos que se llamaban citaras! Pero los artistas que hicieron estos cuadros pintaron los objetos que ellos conocan y vistieron a la gente con la ropa que se usaba en esc momento, que era el siglo XVII.

    Ah! volvi a decir Elvis. y con un bostezo hio notar que no k importaba mucho la explicacin de los siglos y que a fin de cuentas le daba lo mismo si lo que tocaba el ngel era una guitarra. una citara o una vihuela. Pero de pronto le brillaron los ojos: mira: podran estar en una palmatoria, como cwi que est ah en la repiso, sobre los rosarios colgados en la pared! En mi casa haba una parecida, que cuando se rompi vimos que era hueca.

    Mmmm asinti Simn.Y sabes por qu el sanio est en cama?Porque estaba muy enfermo. Y entoocc* le

    pkba uno de los frailes que saba tocarla vihuela...La ctara sera precis Elvis, que aunque

    ao le interesaba el tema tenia muy buena memoria.Le dijo al Traite que consiguiera una citara

    y k tocara msica para olvidar sus terribles dolores. Pero el fraile k respondi que no poda porque los otros frailes iban a decu que l ve preocupaba de

    47

  • tocar msica y no de rezar. "Ah. bueno*', respondi San Francisco, no vayas a perder tu buena fama.

    Bien poco solidario, el compadre, para serfraile.

    Si. Y escucha lo que pas esa noche: mientras Francisco rezaba, comenz a or una maravillosa meloda que dur hu.ua la ma/lana siguiente. Cuaodo el fraile entr a la pieza, preguntndole cmo haba pasado la noche, el santo le dijo: El Sefor que consuela a los afligidos no me abandon. Aunque no pude escuchar la citara tocada por un hombre. Dios me concedi escucharla locada por un ngel".

    Simn not que su amigo empezaba a bostezar de nuevo.

    Ya, Elvis: vmonos!Y entonces?Y entonces qu? Los diamantes, pues! Hay que seguir

    estudiando el asumo- Te imaginas si k encontramos y nos hacemos millonarios? Elvis, entusiasmado, levant la voz.

    Cllate, Elvis. que alguien nos puede or! Adems, si los encontramos, no son niKstn.

    Cmo que do? Yo. si loscncucntro..!Elvis: esos diamantes son de los franetseam.

    se los regalaron a ellos dijo Simn, no muy convenodo. acordndose de todas las cosas que le gustara hacer si tuviera dinero.

    Y paro qu quieren ellos ms piala?No v

  • que vivea en esia media ca^a y wn ricw?Ayudan a (os enfermo* dijo Simn, y

    xotdndMc de que d domingo anterior el sacurdole en misa haba pedido colaboracin pan un hogar de ancianos, agreg y a k v ie ja pobres.

    Elv* se encogi de hombros, no muy cunvuncuk).

    Cuando salieron a la calle, divisaran a Hilario que, varios mcinw ms adelante. caminaba prcwiiwo.

    Oye. dnde ir ese?Sigmoslo! contot Elvis.

  • Captulo Vil

    EL ANTICUARIO

    SeG U A N A Hilario por la caite Sania Lucia igual que dos esfias que no quieren ver descubiertas, escondindose en Ion portales o detrs de oros Uun>cntcs cada vez que ct sacrisUn miraba harta atr*. como tambin fuera un apia. pero uno al que perseguan. E ste caminaba bien rpido, extendiendo tos codos hacia afuera y moviendo mucho lo brazos, por lo que no era difcil mantenerlo la vista. Al llegar a la esquina de (a caite Monjitas, dobl rpidamente a U izquierda y cuando Simn )' Elvis llegaron a la mma. Hilario habr desaparecido

    Ya s dnde se meti dijo Elv apurando el paso.

    Dnde? *e admir Simn.Oondc Caroca?

    50

    f*

  • Los amigos avanzaros media cuadra y llegaron frente a una tienda chica y oscura. En la vitrina, sobre una lela munida y detfe&ida y entre un desorden de cosas viejas, y polvorientas haba una antigua mquina de escribir L'nderwood; un telfono con auricular en forma de corneta que se usaba en el tiempo de los tatarabuelos y que Simn alguna vez haba visto en unu foto amarillenta que doAa Pepa conservaba en un lbum familiar, y un ajedrez incompleto de madera y hueso. Sobre el vidrio estaba pintada con letras gticas la palabra Anticuan.

    Entramos? pregunt Hlvis, y sin esperar rctpuesu empuj la puerta que al abrirse hizo sonw una campanilla.

    A Simn le cost unos segundos acostumbrarse a la oscuridad del lugar. Tras un mostrador de madera estaba un hombre flaco y pelado, vcsttdo con temo y una corbata de humita. Tenia las mejillas hundidas y una tez verdosa. Con venaba en voz baja con una mujer de sombrero negro que les daba la espalda. El hombre, tena las dos manos empuadas sobre el mesn y Simn se fy que eran huesudas y venosas, y que tena un anillo de oro con una piedra fucsia en el dedo oordial derecho. 0 sacristn no se vea en ninguna paite, aunque Simn vio que detrs del anticuara haba na cortina semi lapada por una puerta.

    Qu andas haciendo por aqu, Elvis? Estoy atendiendo o la seora? dijo el hombre con

    S1

  • Lo encontr botado.Elvisl No... ,t.o encontr botado, (c dije: no soy un

    ladrn! se te encendieron los ojos y apret lo latuo*. respirando fuerte . S i vas a pensar c a s cosa* de nu*. hasta aqu nontis llegamos. ptjecilo-.Y dando media vuelta, parti corriendo.

    Elvis, esprame. Elvis..Simn salt disparado dclrv peto Elvis e n

    m ucho m is rpido y a travesaba las calles culebreando entre los autos y las m icros y delirndose entre k transentes como si fuera una lagartija. Finalmente Simn, con un dotar agudo en el costado tanto correr, desisti de su persecucin. Por lo dems, hacia rato que Elvis se (e haba perdido de vista.

    Deshizo el camino andado con un peso en el corazn. Ene paseoAhuniadasc sent en un banco a desean!*, entre un anciano que lea el diario y una mujer que se coma un helado de barquillo, sacando y cnunno una largusima lengua con tal rapidez que Simn se acord de una serpiente cobra que vio en un programa de animales en la televisin. No quera llegar todava a su casa porque nu estaba de nimo para conversar con nadie y se qued ah largo rato mirando pasar a la gente iin verla, sum.do en sus pensamientos.

    Llegada la noche, no se poda dormir. Senta que haba herido a Elvis en lo ms profundo y no saba cmo remediarlo- Tena que encontrarlo para

    CA

  • h "T

    t/j

    decirte

  • Caroca, pero vellido coa una tnica roja y un turban le blanco en la cabeu. como lo africano* del cuadro (te San Fiancbco. Ms oirs, y de p*e ol centro del carro iba Elvn. talaban sobre el mar y de pronto
  • Capitulo VIH

    EL KOBO Dfc LA PATENA DE ORO

    I AA Ub ucbu lie la maana. Simn estaba lomando desayuno con mu abuelos, que como r viejos y dorman menoi. te levantaban wempre temprano

    Y este milagro? ce extn to doa Pepa.Tengo que ir a buscar a Elvis para decirle

    algo muy importante. Ay. hijo! T* amistades itel p an jue do me

    gu>i*n &ada Por voene pronto catnrfe a ctaack y tendrs menw tiempo para andar vagabundeando.

    Si t que no te gusufl, Pcp*. no neceuUB repetrmelo. Pero Clvu es mi amigo y no hacemosm*|i (Mln

    57

  • Djalo vivir, mujer! intervino uan Cuando yo e n chico, mi mejor amigo ctt el campo e n hijo li cad* da peor.' Se ine olvidaba decirte que ayer te llam el padre Gernimo Quena saber si podas pasar esta mafcuu por el convenio.

    Ser pura devolverme el carro-.'No i i , op me lijo nada. Slo que lucra*

    temprano, como * la* diez, porque a tav doce tiene que celebra nrna

    Bueno, me voy.Ah. otra eos*'. record dofia Pepa

    Podra* pasar por la farmacia y comprar una* aspirinas para Juan? E*ia maana amaneci con dolor de garganta.

    Qulejugeradacnrs1 Nosejepuecdeci ruda! Slo tengo carraspera y las aspirinas no...

    Simn cogi el dtncto que le pot mi abucli y mientra* seguan discutiendo, li del lugar.

    Luego de pasar por la farmacia. Simn se dirigi al pasque. En cuanto divis a don Benito, corri hacia l.

    HoU. don Benito! Y m i hijo?

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  • Est enfermo.Enfermo? Qu< uene?No vi qu tcndrj e*e chiquillo, pero no

    quiso venir conmigo: dijo que le

  • saliera de una reunin, Simn se fue a da* una vuelta 1 Musco A esa tora no ta b v m tm c i )' se dedic por ctuna vez a recorrer, ahora a su anchas, la exposicin 1c pinturas- Se detuvo frente al cuadra le San Francisco y los pjaras, examinando con especia) aicocin el pez rojizo que cuaba en manos de) hombre con el turbante blanco. Tambin volvi a contemplar a) santo enfermo, p a n lo cual te sent laigo rato en el suelo, con las piemos cruzada. Se pregunt qu seran esas cuerda o cinturones que colgaban junio a) ruao de madera. en la pared al lado de la cama. Y a la izquierda, arriba, le dio un poco de risa ver a cuatro angelotes gordos. sentados en una nube. Entonces mir la hora en su reloj y se dio cuenta de que haban posado largamente lo quince minuto acordado. Volvi rpidamente al lugar de trabajo del sacerdote, que lo estaba esperando. Era una habitacin amplia, pintada de Manco, con do paredes cubiertas de arriba abajo por estante con libros. Kn una esquina del cuarto haba una mesa sobre la que se apilaba una gran cantidad de papeles, junto a una Biblia y a un crucifijo de meta) del que colgaba un rovtfio de cuenta negras.

    Aqu est tu cano, Simn. Se lo mwu a un historiador, especialista en ia Colonia, que conoca muy bien la setni leyenda de dofla Engracia. Mira: tieoe una pequea hendidura aqu se tal con el dedo sobre la cubietu det carro donde estuvo alguna vez la figura del santo. Y tambin

    60

  • descubri un doble fondo, que se abre apretando esta pie^i as la cubierta se dividi en dos y dej ver un hueco de unos cinco centmetros de ancho por diez diera como un juguete. Y tu mam, que era arqueloga. se dio cuenta de que era un objeto muy antiguo, por eso le dijo que "era un tesoro". Lo increble es que est u n bien conservado!

    Le gustara que se lo dejan pora d Musco?. te sinti obligado a decir Simn, muerto de susto 1c que el franciscano aceptara mi ofrceimknio.

    No. hijo. Eres muy generoso y amable. Gurdalo como el regalo de tu madre que es. La verdad es que toda esta historia es casi una leyenda. Lo que se sobe es que en algn momento lleg una

    61

  • donacin del Peni. en forma de diamantes. Puro no s.e sube exactamente cunto! diamantes eran, cunufe desaparecieron y si en verdad todo c)kn llegaron cun Ro m Bandera. Quja doto lin^rjciu no qu
  • Comunin de un famoso obispo te Lama. No v lo que es una patena y eso de

    filimucumo lampoco dijo Simn, ponindose nervioso, porque ya sccMuta imaginando por dnde iba la c"*>a.

    La pulciw cxplk'd el sacerdote . ex el platillo sobre el que se pone la hostia durante la misa; y la filigrana es un trabajo de orfebrera muy tino en que el oro o la plata formar) un encaje. Pero tov)ue yo tjuiero saber...el padre Gernimo deji ncondusa la r* c y se movi en su villa, incmodo. E \ un a.%unio rio . pues la* cosas

  • que vive cometiendo peque/tos robos. Dice que k> lun detenido vari veces.

    Simn se qued en silencio. Y* no saba qu pensar. Elvis te haba dicho que Hilario e n un chueco y un ladrn. Y aunque el sacrcstn noto haba encerrado intenaonancoic el el Musco, igual era un estpido por no haberte fijado; y de slo ver eso ojillos juntos, que nunca miraban de frente, sent/a fastidio contra i. Por otro lado eat ei episodio de Elvis y el reloj. A quin creerte? Su corazn estaba por su amigo, aunque las dudas nuevamente lo atenuaban.

    El padre Gernimo, adivinando loque senta, le dijo;

    Me gustar conversar con esc nio. No lo voy a acusar de nada, te lo prometo: slo quiero hablar con i. Podras coc "cocerlo de que viniera?

    No s. ahora eu enfermo. Pero igual, no creo que quiera venir. Adems otam os peleados.

    .Ah. sf? Y porqu?Simn se oda por haberlo dicho.Por una tontera: no me acuerdo!Tu abuela sabe con qu amigo andas?Fue tal la rabia que le dioaSimn al escuchar

    esa pregunta, que se pu*o ojo como una india madura y tuvo que hacer esfuerzos para Contener las ligrimas.

    No respondi.El sacerdote permaneci tambin en silencio

    y durante un largo rato slo se escuch el zumbido

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  • de un moscardn que chocaba contra el eruto! de la nica v-eniana.

    En uinh das m is se rene el directorio del M ineo Colonial habl finalmente el francitcona. a) mismo tiempo que t>c pona de pie- y si pora entonce no aparece la patena, habr que investigar en rio . porque Me no es el primer robo que ocurre este ao. Q uizs de tengan a tu am igo para interrogarlo .

    Se acerc a Simn, que segua sin decir palabra, y le puko su anchas mono* sobre los hombros. nimo. Simn! No hay que temer a la ventid, porque ella nos hace libre. Ya vers cono todo sale bien. Talve* tu amigo no tkoe nada que ver en esto, pero teneme* que estar seguros. Y ames de despedine. le pas un pequeo libro. E uotxc la vida de San Francisco: un regalo pora .

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  • Captulo IX

    MIULINA

    3IMN . ANTKS de irse, decidi visitar una vez ms t Musco. Pera haba quedado ton turbada con lo que k haba dicho el podre Gernimo acerca de Elvis. que por primen vez miraba sin mirar un cuadro de San Francisco, el pensamiento puedo en mi amigo del pirque

    De pronto, una voz k> sobresalt.tSapmti! Qu sorpresa!Era Miulina. Muy blanca y plida, su

    cabellos rojizos brillaban bajo la lu/ artificial del tu^or y estaba, como siempre, vestida con un traje lleno de vuelos. Ha sus labios tinos jugaba una sonrisa. Traa con ella un colorido canasto lleno de frasco* de pintura y pinceles y un barquito de tmadera que coloc en el suelo frente a un cuadro.Hurg enuc to* frascos y exclam: "Aqu estabas.

    66

    ft'

  • 67

  • tunante!". Entonces cogi tilgo entre vu dedos y se llev la mano al cuello. Un pequeo escarabajo rojiverde, con tunare rtegrov. comenz a caminar subiendo por su oreja y perdindose entre los frondosos cabellos rojos.

    Simn la miraba alucinado.Se llama Bons: me acompaa a todas panes

    explic Miulina, como si nada . Y ahora, u trabajar! agreg al tiempo que x sentaba en el pito y co^ia los pinceles.

    Tu trabajaPues si: soy restauradora.Y qu hace una restauradora1? . La

    preocupacin de Simn por Klvis haba quedado instantneamente olvidada ante la estrambtica presencia de la mujer.

    Repara la* pintura que estn daada*. Acrcate. Ves sibre la sotana de este fraile esos pumitas? En esc ugar estaba la pintura deteriorada, pues entre otras < osas, se haba roto la tela. Ksoes trabajo mo! c cluy. orgullosa.

    Y por q j la arreglaste oon esos puntitos? Cuando uno se acerca, se nota!

    Exactamente para eso, chico. Un la restauracin no w; trata de pintar encima, sino de conservar el trabijo del artista

  • El padre Gernimo me ha llamado, porque olguiendaAaqulatela Y mostr una minscula raspadura Manca sobre la palmatoria. en el cuadro de San Francisco enfermo que tena al frente

    Esc es un buen escondite para los diamante*. Elv tiene buen ojo murmur Simn entre diente, mientras dejaba el cano con lo caballos y el libio de San Francisco sobre el piso. y se acercaba ms a la pintura.

    Qu o? Diamantes? Sapristfeles! .Dnde hay diamante?

    Simn, concentrada toda su atencin en el cuadro, no respondi. Estaba tomando nou de todos Uv> objetos que all aparecan, susceptible de sef

    Jv portadores de joyas: la palmatoria, tas broches en el venido del ngel, una cuenla con varias cuentosv , que colgaba de la pared y que tenia en un extremoC la cabeza de una calavera, un rosario de madera...

    Chico: despierta! En qu ests pensando7 Kn la t diamantes?

    Cmo sabias? salt Simn.Yo no s nada, carambambas! T los

    mencionaue.Miulina dej las pintura junto a la pared,

    cruz la pierna, que eran muy flacas, y comenz a balancear un pie. Simn nunca haba visto un zapato con una hebilla m is {onde y una punta ms larga, i v i* majrr ech hacia atrs la cabeza y sacudi su melena roja com o.x quisiera desprenderse de ella: despus se qued muy quieta

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  • y en silencio, esperando una respuesta.Simn dud slo un instante: confiado como

    era. atrado por la penonalidid de la mujer y llevado por su entusiasmo, le cont rpidamente hasta los ltimo* detalles de la legendaria historia de los diamanie*. Cuando acab su relato, Miulina dej de balancear su pierna y dijo:

    Habra que esiar en el Cuzco, con dota Engracia, paia saber lo que realmente pai.

    Si. claro, pero como eso en mpwoible...Imposible? Nada e imposible, chico, y

    meaos para t que ere un chaval despierto. Te he tomado mucho cario. sabes? Y ponindose de pie. accrcd a cita las piruurxv cogi un pincel y se k> qued mirando fijo.

    Simn pens que tenia ojos de Iccftura y se pregunt si su abuela no tendra razn al decir que ero loca.

    Cul te guste mis? pregunt de pronto Miulina, sealando las telas con un amplio ademn.

    La de) carro de fuego.Miulina le gui un ojo verde en ese

    momento Simn descubri que el otro e n azul. cogi su banquito de madera y sus pinturas y se acerc al cuadro sealado. Luego le dijo a Simn que permaneciera frente a ella, un moverse.

    Entonces em per a pintar una pequea manchita negra en una esquina de la lela.

    (Lospicces!enton con voz de contralto y ritmo de marcha.

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  • Tra/ una raya oscura y otra ms dbil.El caluoadooo!Otra lnea y aparecieron dos zapatilla* de

    gimnasia iguales a las que usaba Stmn.En un estruendoso "las calcecetaaas!"

    brillaron dos calcetines amigado* y en ip suave y dulce -panlalooonr, los jeans ganado* en el borde.

    Simn la mimta boquiabierto, sorprendido, admirado y tambin asustado por la soltura con que se haba lanzado a pintar obre la tela de cws iiwdrw tan val tusos. la facilidad con que dibujaba y lo cvacumcWc iguak* que ttun n o s pies a lo suyos:, maravillo ntenle iguales! Para comparar, mir mj pie.

    Y entonces lanz un alarido.Los pies de Simn, mis verdaderos pies,

    haban desaparecido!Trat de caminar, pero no poda. Miulina! grit, agitando las manos

    Qu hiciste?!Pero ella, concentrada n su tarea. no le haca

    caso y segua pintando, ahora frentica, a una velocidad increble: las pema&. el tono, el cuello, las manos, ios brazos; y cuando slo quedaba en el aire Notando la cabeza de Simn, detuvo su mano y exclam:

    Kectcholis! Casi se me olvida decirte lo ms importante! Cuando desees volver tendrs que hacerlo por este mismo lugar: aqu, jalando el

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  • cordn del Ira lc que arrastra por el tuelo mostr Notlejeaderecordarlo,pue* no tiene otra manera de regresar!

    Y en fciew pincelad*, Miulina dibuj el muro de Simn que ahora extaba con lo ojo doubiudon y la boca muy abierta.

    Tiumbalarilui-lai-lai! Buena Muirle. Simn, que el Sanio te acompase! ue to ltimo que alcanz a escuchar el muchacho antes de desapareces por completo del Mosco de San Francisco en Santiago de Chile.

  • 73

  • Captulo X

    EN EL CUZCO

    OIM N EN medio del pnico que m a. hizo uo enorme esfuerzo paia atrancar de la tela donde haba quedado atrapado- Respir hondo, dobl las rodillas tom impulso y te elev por el aire hasta caer con fren estruendo sobre un mesn de madera lleno de franco* de pintura. Los frascos se dieron vuelta y los espesos lquidos rojos, verdes, negra*. amarilla se esparcieron sobre las tablas y siguieron su lento camino hacia el suelo.

    Imbcil!!!El rito aument u al am a.Un hombre de baja estatura y tez oscura,

    locado de un gorro de terciopelo rojo bajo el cual

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  • asoa y brillante, bordada con lulos dorados. Kra muy ajustado en la cintura y luego tan amplio y abultado hacia abajo, que pareca una enorme campana. Su* brazos estaban cub ten con unaa mangas englobadas un pero tan anchas, que Simn, pese a lo confundido que e*ubo. no dej de preguntarse cmo lo hara

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  • para comcf sin meterlas en el plato. Nunca haba visto nada igual, ni siquiera en la f>ela
  • Al escuchar U palabra "azoies", Simn haba levantado la vista buscando una salida. La puerta cuaba en el otro cxircmo de la enorme sala y no alcanz a dar un pavo antes de que el hombre de barba lo agarrara por ko homDros con mano de tenaza.

    i Vamu's gaznpiro: andando! le grit en la oreja y le dio un empujn y una palada, un Tuerte, que Simn rod por el sudo.

    Por Dios, m aestro Zapaca. tened compasin de este muchacho! Decid a Julin que no sea tan rudo! No ve que an & un nio? inicrv i no la mujer rvbia. dirigindose al hombre que haba dado orden de azotar a Simn.

    Yo creo que es un hechizado, por eso es mejor no locarlo intervino la otra mujer: no ve usted. Juan Zapaca. que apareci del aire? Y mirad su atuendo: esos harapos no son de este mundo! concluy sealando las zapatillas y los jcans de Simn.

    Rosa: no comenc con vuestra tonteras! Sois ms supersticiosa que el mdico del Virrey. Estbamos las dos embobadas contemplando trafcojar al maevtro Zapaca. cuando este nifto tropez con la mesa.

    No irope/. seora: cay de arriba, m lojuro.

    Slo por ser vos quien me lo pide, dofta Engracia intervino el pintor, sin atender a la mujer morena. me olvidar de los azotes. Pero no se ir

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  • cmc bandido n antes pagarme c i desaguisado. Y dirigindose a Simn, que an continuaba en el suelo, hecho un ovillo, exclam: levntate, perejil insolente.' Trabajars iodo d da para m y no le mover* de aqu hasu que yo le lo onfcne. Y que no diga doa Engracia, que el corazn de Zapaca Inga oo es tan generoso como htxl y diestra es su mano!

    Simn estaba lan alelado, adems de dotando, que no era capuz de reacciona. No poda crca lo que euaba escuchando'Esa mujer nibia era dcAa Engracia. U de los diamantes, y la otra tena que >ct Kuu Bandera, la sirvienU que se t a llev a Q iik. Y ese Ul Zapuca Inga....era uno de k*> atauasque pint los cuadros de San Francisco!

    De pie. te digo! volvi a interpelarlo el ptntor Y mejor ni me cuente, cmo es que llegaste aqu. cipazwlo. porgue no quiero escuchar mentiras. Coge d balde y el tripero y comieiua a limpiar lo que ensuciaste. rpido!

    Sno se puso de pie con dificultad, porque an no se repona de la feroz la potada que le haba dado el tal Jubn. En tantu Mando, ya haba llegado con un trapero y un balde, y fueteado una reverencia exagerada je lo pa\ a Simn, como quien ofrece un preciado tesoro. Loo ojos algo pioiuberaiucs de Manido brillaban reidora bajo unas pesufas larga* y tiesas En su rostro asomaban los pelos ralos de una innpxnte babu.

    Ahora que l har mi trabajo, me permitiris pintar, maestro? pregunt el joven dirigindote a Zafutx

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  • A ro revuelto, ganancia de pescadurc! respondi d artola con una cm tonrua en sus labios giucsuv

    Maestro, ;por favetf'instti Manolo.,Abogo por Manolo! intervino doAa

    Engrana no lleva acaso ya vara* meses, sobajando pora ve?

    iVfeoquesoi* abogada de los jvenes xeora!Y ante d placer mujeioy un humbreotabun sentados ana roes* llena de vianda. De pie, al lado de la meso, un rfio de cabellos largo* y dorado*. extenda un plato de comkb y un pun tenia un grupo de hombres pobres y tullidos, cuyus harapo* y rostrot cetrino coiurasubon con la tez Manqusima y V lujosos atavos de los comensales-

    Simn recont haber vixto esa pintura en ei Museo de San Francisco.

    Ee niAo es d saotu? pregunt Rom.Exactamente respondi el pintor.Ate permit* haceros un alcance, maestro?

    intervino doto Engracia. Me purece que co la (poca en que vivi el santo no te conoca el aj que lubi pintado sobre la m oa

    Efl un buen banquete no puede faltar el aj. seora ma! respondi el artista, sin inmutarse. Y fijando su atencin en las leves pinceladas de caf que Manotu trazaba cco extremo cuidado, exclam: Muy bien? Un poquito ms al entrono.., y ahora algo de rojo en la punta...

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  • DoAa Engracia sonri, venida, y camin hacia Simn, que se afanaba en limpiar la pintura derramada* Sin acercarse demauado. para no ensuciarse. lo cusnin durante unos minutos y luego coment:

    t Vaya atuendo cutaiY> el de o te mki!No 06 dije yo. setora? sult al insume

    Rosa Si apareci de U nada! Hay brujera en I!Rom:

  • LriXe?!Escuchen: dice que ley! exclam Julin,

    ei barbudo, con una ritmada.Por qu menles, Simn? No tenga miedo

    y dimela verdad! UbtidoAa Engracia. Prometo que v i leer. seora. Lo puedo

    demotnir. 1Dice que sabe leer! Ja! El pequeo infeliz

    tfKfle cvnctkxfflu\dc que ubc leer! Ja. ja! grit voz en cuello Julin y varios corearon ai risa.,

    Qu e* lo que estoy oyer>do?Que este mivvcto harapiento'ahe leer?exclam un hombre, timbtn morona corpulento y de baja estatura. que tuba otado pintando en d ouu extremo de b sala. Y accrcndobc u) cuadro que coloreaban Zapaca y Manolo, rxlk el texto que apareca escrito en una esquina y orden : loe aqu!

    Tutkts callaron. mirando a Simn, que no te mova.

    No escuchante acaso lo que te orden el Manta? Anda, aljate dd balde y camina! orden Zapocalnga.Y abas mentido, ata vez no le librars de los azotes

    La& carcajadas de pintona y ayudantes estallaron c o r otead le trueno.

    Simn se acerc lentamente a) cuadro. Y rogando al ciclo entender tes potabas alli escritas. en castellano antiguo, cumenz a leer

    "lijando b m o d coge el pLdoy el pan ifcsu sustento y Ve da a k*> pobres..

    Ea un brujo, yo b deca! murmur Rosa. Est inventando! grit Manolo, que a sus

    8 t

  • quince uAu penos coimca b t letras.Lo sabe de memoru'. smJuIkifl.Loe ms atajo orden Zapuca.Sei>tk> muy niAo tranciaco..."De pronto Basilio Sanu Cruz, ei pintor bujo y

    corpulenta que haba ordenado a Simn loer y que edabo examinando de cerca la tela. exclam:

    El dedo de esta mujer que ene cogido a) lufto ei muy tieso. Pedro!

    Aun trabajo en i. MjcsUuY t. Maneto* ms fruta sobre la mes.En h a a n p a modelo. Mjcsuo....Cuntas veo of> he dicho que no hay que

    copiar, sino recrea! Dnde se ha vnio una mesa de banquete tantiic y descotonda?,Van*. ftxlro! U melocotones con mis clandad: rosa y amarillo; b una de chocolate, oscura; aumentad U t/rteraidad del color en los ajes En ese canes falta el rojo; y al fondo a la derecha el bkoco: no que c u escena del fundo hay que tumularia? ,Pw la pan serpiente. M es un llenar!

    S. Maestro rapondiel aludido, un pintor mi joven que Saa Cnu y Zapas*. que hMa tunees haba permanecido trabajando en silencio.

    Cada escena necesita su color: la ki/, b luz! Cmo esla plaza al medioda, ati? Salid a mirar! Contemplad la luz que el si proyecta sobre techen, paredes y gentes!

    Simn haba quedada completamente olvidado.

    Mientras tanto, doa Engracia tomaba uiu importante decisin.

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  • Captulo XI

    CH1MPU

    M A.ESTRO 7.APACA'. tengo que pediros un gran favor dofta Engracia se tab acercado al pintor, toda w cutt. en el momento en que ste hacia un alto en mi irabajo ) bebfa de una copa, a pMfucOcn. vorttov. un lquido o ta mbar.

    j Ah. qu bueno este jerecilloque nos habis trado. dufta Engracia, con vuevin acostumbrada generosidad! el artista palade, cerrando los ojo Decidme. seftora: en qu puedo wtvos'?

    E* un capricho sonri la mujer . Necesito que ulgutcn dibuje pa* m ( r e objeta que aparecen en km oiadru

  • No o& imaginis nada. Maestro. Ya os lo dije: es un capricho- Hacdme fte favor; os lo retribuir muy bien.

    Desgraciadamente, seora, la primera sene de pmlurus pune por estos da> a Chile y an nos queda mucho trabajo. El proceso de embalaje es lento y muy delicado. Enuc hoy y nuAana tiene que estar iodo listo, pue> el Corroo est por salir.

    Acaso alguno de vucsIka ayudantes no podra hacerlo? La verdad. Maestro Zapaca. es que no necesito una obra de ano, sino una simple copia.Y como no son figuras humanas la* que p*do. sino tres objetos muy simples, cualquiera de ellos podr dibujarlos.

    AI or (o que deca doa Engrana, el cora/da de Simn se puso a galopar. Y dejando de trapear, permaneci inmvil, para ik> penler palabra de la convenactfl.

    No es poco loque ptdis, ora, credme. Si hubierais venido antes! V'ed que lengo a todos mis ayudantes ocupodfsimos..

    Prestadme a Manoti .Maestro! S no fuera por este nifto que cay del iek>. lo tendrais a l con el balde y el trapero. Os ->agar doce pesos por dibujo para el Talkr. y tres pesos para el muchacho. Manolo, al or la suma, abr* grandes los ojos.

    Tendris que hablaj con Basilio, seora, es l quin decide estas cosas.

    Basilio Sania Cru t> a b a en el otro extremo de la sala, trabajando en un cuadro donde apareca Sun Francisco rodeado de (railes. A su lAfuicnJa.

  • sobre uji atril, un grabado mostraba la misma escena que estaba pintando; pero el rostro moreno y de rungos indgenas que Santa Cru dibujaba en ese momento era ms parecido al suyo que al plido y de facciones afiladas del modelo europeo. Doa Engracia se acerc con susurro de faldas y golpeteo de abanico. El artista, concentrado en su tarea, pareci no percatarse de la presencia de la mujer y ld tuvo que interpelado dos teces para llamar su jtciKin. La escuch con aire distrado, y sin dejar de contemplar el rostro que pintaba respondi a doa Engracia que se entendiera con Zapaca Inga, en un tono que dejaba claro que no quera ser interrumpido. Hila asinti y se alej cenando el abanico. Al hacerlo, algo blanco cay ai sucio.

    Eh, muchacho! Qu haces ah. mirando mosca en vez de trabajar? Anda, muvete: ve a buvcat un bal que hay en ei zagun y lo traes aqu. Pide ayuda a Julin, si no lo puedes mover orden Zapaca Inca.

    Srn no c hiw Je rogar, pues tenia gran curiusidad por conocer el lujtar en que se encontraba. Ya vera luego cules eran los objetos que do te Engracia haca dibujar. Camino a la puerta, sin que nadie se diera cuenta, recogi el pauelo bordado que doa Engracia haba dejado caer de su manga y se lo ech al bolsillo. Era tan asombroso lo que estaba viviendo, que para convencerse de que no era un sueAo tena que hacerse de algo concreto: claro que su ntimo deseo era que todo fuera un sueo, porque en ellos uno siempre acaba

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  • por despertar. Qui2 s estoy soando y en el sueo sveflo que estoy despierto, te dyo. Y entonces lleg a sentirse ms tranquilo.

    A medida de que transcurra el tiempo. e) miedo d e Simn duminua: dejaba de pensar en m i vid*, all en el Samtago de Chile del ligio XXI. y comenzaba a habituarse a este nuevo presente en una forma natural, domo ti fuera el protagonista de unu obra de teatro en la que tuv i era que representar un papel, olvidndote de / mismo h inu eJ fin de b funcin.

    La puerta daba a un amplio aguja. casi enteramente ocupado por un enorme bal de madera, ortllododc tachuelas de fierro. PeroSimn no te detuvo ante l. como deba, sino que su curiosidad k> llev ms all, hacia otra puerta que se abra al exterior.

    Salid a una pequea p a rodeada por casa de dos pisos, pero con paredes muy alta, construida* no a ras de) suelo, sino que so tar enorme* bloques de piedra. En kn piso* superiores se alineaban balcones salientes de madera oscura y labrada.

    A la plaza confluan tres callela muy estrechas, cuyas casas tambin se levantaban sobre inmensa* piedra, por lo que para acceder a ellas haba que subir una gran cantidad de peldao*. L o techos eran de arcilla roja y el alfizar de las ventanas, que eran muy chicas, estaba casi siempre poblado de maceteros con geranios.

    Frente a la plaza haba una gran casa rectangular, cuyo frofls de piedra estaba cubierto

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  • de u/vudu. Bajo b galera que stas conformaban, se sentaba una decena de mujeres indgenas de pollerxs englobadas. Su cabellos negros trenzados bajo los. sombreros enmarcaban los rosl/os oscuros que prec ian emerger de un enorme zapallo de vuelos coloridos. Estaban rodeados, de anastos con porotos, choclos, papas, palias, mangos, papayas y unas chirimoyas pie * Simn
  • cabina cerrada, que ve abra hacia afuera por una puerta-ventana cubierta en mi interior p o r una coctina roja. La caksa tenia grabado un escudo de anuas a los costados y el lecho CJUerior extaba um biln cubierto por un gnero rojo, corno fuera un bonete, con borla, durada* que colgaban en las cuatro esquinas. En el pescante, a ambo ladu del cochero, venan do* negritos de pie. vestidos con k mismos colores rojo y oro de k adornos Al paso de su. unos se apodaban, otros se persignaban y hasta haWa alguno* que c p o n to de nadillav El cocbe se detuvo frente a la pucru del taller de tos pintores y de l descendi un hombre con un sombrero amarillo de ala ancha y una reluciente capa blanca y dorada que a Simn k pareci ms lujosa que lodos los trajes que haba visto hasta entonces. Sobre ella brillaba una encime cru bordada en oro c incrustaciones de piedras coloradas. Lo segua un fraile vestido con una tnica caf, que larm a lo* mendigos que rodeaban el camiaje una lluvia de monedas. Una de ella se fue rodando, rodando hasu detenerse a los pies de Simn, que ai c o n o ni perezoso la cogi rpidamente y corri hacia las mujeres que vendan chirimoyas.

    Pero no result tan ftil: las indgena', que hablaban una lengua que Simn desconoca. a la vista de la moneda negaban con lu cabeza. Se acerc a cada una de ellas, pero ninguna acept vender. La ltima le indic con gaia> que necesitaba tres monedas para comprar una chirimoya.

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  • ?AAm

    fV

    Se alej caminando por el conwJcr, sorteando cjruc*> ccm granos (rulas)' pcJlcn muhiooiorckque extendan sus rueden sobre las piedras del suelo. Miraba con ojos largo* las frutas apetitosas y cay en xtasis ante una granada abierta y brillante que prometa jugos y dulzores. Invisti con su moneda, pero ninguna mujer w iixcrcicn tunderk ni siqi*era una ciruela eca.

    FniMntoo en su tnteiKo. decidi volver al taller y realtar U taiea que k haban encontcndad. Si trabajaba todo d d. quizs al final le daran algunas monedas de ms valor o algo para comer. Baj un gradas y camin con poso rpido hacia el otro extremo de lapUaAcu. Dt pionta. una inteciu qpe toYiabSa venido siguiendo sin que i lo notan, lo interpel:

    Toma le ofreci, extendiendo la poqudla pulma de su mano en la que sostena tres vainas de man.

    tefcta tener su misma edad, pero e n ms bajita y delgada tumo un hilo. Sus pequeto* ojos eran tan negros, que paralan boinas de azabache, y de elk* caan, knux, unas lgrim gruesas.

    t,Qu te pasa? *c conmovi Simn.Pero ella sigui con su mano extendida, sin

    responderPor qu me das eso?Porque tu trabajas ah: yo le vi salir por

    esa puerta dijo finalmente, en un pronunciado castellano, indicando hacia el taller.

    Y eso qu impona?La nia, como st nu entendiera la pregunta.

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  • lo miraba fijo y con k labios apretados, menlos su rostro segua em papndose de lgrim as silencios

    Cmo te llamas? j.Qu te...Pero la indiecita no lo dej terminar la frase

    y cogindolo de un bra&J lo tirone para que la siguiera- Tenia una mano chiquitiu, dura y seca. Simn sinti una gran ternura y tambin mucha pena. Y *n probarlo dos vrets . se decidi a ir con ella. Los pies desnudos de La nia. cortos y anchos, parecan volar bajo la*7olleras que no alcanzaban a cubrir sus tobillos; y sus dos trenzas, largas hasta la cintura, se mecan al ritmo de sus pasos.

    Se a tenuaron en silencio por una de las catlecits* estrechas, donde todas las casas estaban pintadas de colores vivos y los techos rojos tenfan unos alerones que sobresalan, proyectando sus sombras. Luego pasaron frente a una enorme construccin de piedra sobre la cual se ergua una torre de adobe, que erael campanario de una iglesia Simn nunca haba estado en un lugar con untas iglesias: en su recorrido lleg a contar once. La mayora haba sido construida sobre extensos bloques de piedra ensamblados y las puertas de madera, gigantescas, estaban enteramente (aliadas con inscripciones y figuras de cantos Parecan muy lujosas y a Simn la habra gustado serlas por dentro, pero la nia no soltaba su truno y a cada intento de I por aminorar et paso, ella le daba un pequeAo tirn y lo miraba con unos ojos tan suplicantes, que no le Quedaba ms que stguiu.

  • Se acercaron a una monumental edificacin, la m* grande de (odas, con techos muy altos,
  • paja diseminadas sin ningn orden en medio del pedregal. Una jau ra de perro flacos sali a recibirlos, amenazme: pero a una orden de la nia se fueron tranquilizando, aunque algunos siguieron husmeando y ladrando alrededor de ellos. En tomo a la hoguera, mujeres y nios contemplaban cmo los hombres asaban un animal. El olor a carne y a grasa haba tomado posesin del lugar y Simn sinti que sus tripas se quejaban

    Es por el cumpleaos del Virrey explic b nia. Todos los aos regala a nuestros poblados un cordero paiu com ern su nombre

    Simn se habra unido feliz al grupo de mujeres y nios que con sus manos e s t ira d a t\peruban p a c ien ta a que uno de los hombre*, cuchillo en mano, terminara de corlar los trozos de come ya cocidos para ofrecerlos a su alrededor. Pero la nia lo alej del tumulto y lo condujo a una de las chozas.

    El interior estaba oscuro y Simn se demor unos segundos en ver con mediana claridad. Era un solo espacio rectangular, en cuyo centro haba un fogn, donde una mujer anciana revolva una otla de greda humeante, de la que emanaba un fuerte olor a hierbas. Contra la* paredes se alineaban unos montones de paja cubicaos con gruesas lanas de colores. Y en uno de ellos, el m is alejado de la puerta, yaca una mujer. Tena los ojos cerrados y su rostro olivceo mostraba unas profundas ojeras. Pareca muy enferma. Un muchacho indgena, algo mayor que Simn, estaba de rodillas a su lado y le tena cogida una mano.

    92

  • o'

    ""W

    Chimpu!. dnde erabas? exclam e) joven. Se puso de pie de un sallo y lanz una larga frase. en tono violento, que Simn no entendi purgue era

  • podra ayudarme' urui moneda rod hasta tu pie y cuando una tnwioda busca lo ptes de un !*ombrc e* que e*c hombre bene poder.

    De pronto la mujer enferma tuvo un atxvso de tos y la anciana se puso a ciullur como una gavuda. indicando a Simn con ku dedo ndice- bl muchacho indgena, como movido por un revine. se abalanz so b re el recin llegado agarrndolo por los hombros y lo empuj hacia la puerta:

    NVttc, vete de aqu. pjaro de la muerte'.Y cuando logr sacar lo afuera, m dirigi a Chimpu. que los haba seguido, y le orden llvatelo por el mismo camino. ptKindo i mismas piedra* y un mirur atrs! - Luego vtarifer algunas palabras en quechua y desapareci en d intenor de la choza.

    A los gritos de Liviac. desde la fogata se haban arca-ado algunos hombres y mujeres ccn cara de pocen amibos. Los indios beban una y otra vez de unav pequeas botijas de cuero, laucando exclamaciones y rivotadas; otros cumian camc, y el jugo de la grasa chorreaba por sus com auras. Todos ellos tenan los ojos enrojecidos. Las mujeres miraban al muchacho cnMJetwy>nJoLibo*apn.'iMm. Una de ella* te adelant, escupi en sus manm y luego las levant al aire, mientras entonatu una melopea, que pareca un conjuro. Simn se puso muy nervioso y le empe/ a dar miedo. Peto Chimpu. rip*d.i como una lagartija. ya lu haba cogido de la mano y nuevamente lo arrastraba wu> ello, ahora de vuelta a la ciudad.

    Cuando se haban alejado to suficiente como para no mh vimos ni molestados, Simn se detuvo y oNig a la nia a sentarse sobre una roca.

    A4

  • C aptu lo )II

    PKISlONIiKO

    E l SOL comenzaba a esconderse iras los picadlos de las montaa!, ahora moradas. Una brisa u a v e comenz a soplar y las nubes apuraron su pasu . Un lo a lto p laneaban dos jo te s , entrecruzndose en un vuelo plcido; cada cierto tiempo se detenan en el aire moviendo apenas, como &i fueran dedos, el borde de plumas de sus alas; y luego de un rato de paciente observarn se dejaban caer en picada sobre algn animal muerto. Hacia el Nonc. donde acababa un sendero de (ierra, se divisaba una mole de piedra que a Simn te pareci un fuerte abandonado.

    Qu es eso. Chimpu?Era un palacio. Ah viva el abtelo de mi

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  • abuelo, que era principe. Dke mi abuela que cuando su padre miraba esas ruinas, pona a llorar. Y dice tambin que cuando su padre caminaba por El Cuzco y vela Jos temptas destrozados, su corazn sangraba y se pona a aullar como un lobo.

    Las palabra de Chimpu impresionaron a Simn, que se qued con la mirada fija en el horizonte pedregoso. Pensaba en esos incas que haban posedo un imperio Jan grande y que ahora no tenan nada; en aquellos hombres que haban levantado a pulso, sin gras ni retro excavadora.-, esos gi|anievxis palacios y templos de ptedru. y que los conquistadores en su guerra haban destrozado; en esos prncipes que haban posedo toneladas de oro y plata y cuyos descendientes, como Chimpu. v ivan de ta caridad de tos espaoles en sus chozas miserables.

    Por qu tuvo que ser as?, pens acongojado. Chimpu permaneca en silencio. Quizs tena miedo, se dijo Simn, de que las palabras de su abuela fueran ciertas y l un pjaro de mal agero. Al ver a la mujer enferma. Simn se haba dado cuenta de que tena fiebre y tos. y tambin romadizo.Y record entonces haber ledo en un libro de historia del colegio, que los espaoles haban trado los virus del resfro a Amrica y contagiado a los indgenas que moran por ciemos, porque no tenan defertMts contra esa enfermedad. Claro que eso haba pasado haca mucho tiempo y ahora ya deban estar ms resistentes. Tambin saba que los indios.

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  • 6'

    aunque muy sup erstic io so s. tenan grandes conocimientos acerca de los hierbas medicinales. Mientras reflexionaba, sbitamente Simn se acort de las aspirinas que le haba encargado doa Pepa y que aun tena en el bolsillo. Y en un dos por lies, como si fuera un mago, hizo aparecer en su mano una lira de grageas blancas, que agit frente a ia iitiiX'ila:

    t s un remedio que sanar a lu nutn;! exclam con entusiasmo.

    Chimpu abrid mucho sus ojos de cervatillo ajustado, y neg cun la cabc/a.

    No es vc-nc-no: es rc-me-dio vocaliz Simn. Y para que te convenzas, yo me comer una . Rompi el envase, se ech ostentosamente una grajea a la boca y juntando saliva xc la trag.

    La nia lo segua mirando en silencio, con devconfiiBQA.

    Acuidale de que una monada rod hasla mis piesse le ocuni entonces decir: yo tengo poder!

    Pero Chimpu continuaba ah de pie, con el ceo fruncido, sin decir nada.

    Creme, me la tragu! ii sisti Simn, abriendo bten grande la boca y sacando la lengua.

    Ella acerc su carita al rostro del muchacho y examin su boca. El levant la len, ua y apart ambas mejillas con los dedos para n ostrarle que nada ocultaba. Tan cmico dcbt apa ecer, que la nia se ech a rer. Luego extendi su mano;

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  • Dame esc remedio.Aqu' van nueve cont Simn, indicando

    cada grujen. Hoy le dars a tu madre una. la oua se la dar maana en la maana. Debe tomar unu en la maana, otra al medioda y otra en la noche.Y deberi ti agr>eias onn agua, i Ah. y que no le vean tu abuela ni tu hermano! Entendiste bien?

    S. una cuando valga el *o). otra cuando el sol est en lo alto, otra cuando el sol se acueste. Ccm agua.

    Bien. Seguro que se la dars. Chimpu? desconfi Simn. Te aseguro que en cuanto tome la primera le bajar la fiebre y se sentir mejor.

    Rila asinti varias veces.Entonces Simn pregunt:Po qu tu mam quiere que tu hermano

    trabaje en el taller de pintura?Primero el remedio.Simn se sorprendi con la exigencia, pero

    al verla tan angustiada e indefensa. Ic entreg las gragea* en silencia Total, qu le importaba lo que pasara con ese quechua odioso.

    Chimpu recibi la tirade aspirinas y la sujet entre k * dientes, mientras levantaba m i pollera y coga un pequeo rollo de cuero amarillento atad a su cintura entre las varias enagua.

    Toma! dijo, y se lo qued mirando.Simn cogi el trozo de cuero, que no era ms

    grande que una hoja de oficio, y lo desenroll lentamente. Lo que vio entonce*, lo dej asombrado

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  • Tan slo con grises y negros se dibujaba una escena en la que un indio muy viejo, apoyado en un palo que haca de bastn, contemplaba cmo dos soldad(k> barbudos, sentados a horcajadas sobre una mesa de piedras parecida a un altar, brindaban aliando unas grandes copas. Los rostros de los ckpaiurtcs crun legres y confiados. nucnirjs que toda la tristeza del mundo brotaba de la mirada del anciano. Unos pocos grisceos babanbastado para esbozar las ruinas del templo y para dar una imagen viva de la sequedad de la tierra circundante. Simn haba visitado slo una vez el Musco de Bellas Artes para una exposicin del famoso pintor chileno Roberto Malta. Los otros cuadros que conoca eran los de San Francisco y los que hatera visto en kn. libro* de u le que lenta d abuelo. Pero le bast mirar el dibujo que le haba entregado Chimpu para darse cuenta de que haba sido hecho por un artista. Si era como estar presente en esa reunin y sentir la pena que el viejo indio tena!

    Tan concentrado estaba contemplando la escena que no los escuch venir. Haban aparecido de pronto, como surgidos de la nada. Las pisadas silenciosas de sus pies desnudos ni siquiera levantaban el polvo. Cuando Simn alz la mirada, uno. d is . tres indias jvenes, un poco mayores que l. lo rodeaban amenazantes. Dos de ellos se cubran con mantas y calzaban toscas sandalias de cuero. El tercero llevaba una tnica sin mangas y varios

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  • braaletcs plateados en su brazo qucrdo. Era Uviac. el hermano de Chimpu.

    Dame so. espaol maldito! exclam arrebatndole el cucro pintado de un manotazo. Luego, con los ojos encendidos y el rostro tenso de fua, lanz contra su hermana una retahila de palabras en quechua.

    Chimpu. como si las palabras fueran golpes, agach la cabe/.a y la cubn con sus dos manos: y antes de que stas acabarar. ech a correr en direccin al poblado.

    Mientras tanto tus otros dos jvenes haban cogido a Simn uno por cada brazo, y pese a los puntapi* que este lanzaba hacia todos lados lograron cogerla firme y aty on sus manos a la espalda. Luego, como quien coloca un arns a un caballo n unu trailla a un perro, posaron un conlcl por su cuello y a paladas lo obligaron u caminar.

    Aire, espaol! Rpido! rilaban los captores, al tiempo que uM jaban las nalgas de Simn con una varilla.

    Simn no senta Unto < dolor, como la furia e impotencia que lo invadan. Tambin tenia miedo. Qu haran con l?Y w k mataban? Per no crea que fueran tan malos, o al menos eso deseaba. Seguramente, se dijo. L ivia: debe creer que yo pensaba hacer dao a Chimpu. Sera imposible hacerle entender que slo quera ayudarla.

    Pronto llegaron a la e>*>lanad en medio de la cual se levantaban las ruinas que Simn haba

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  • divisado. Y entre ella, una pequea choza de piedras con un lecho de rama, hacia la que se dirigieron. Algunas rama\, an verdes, colgaban desde arriba como una cortina, ocultando la entrada. Introdujeron a Simn a empujones, y lo obligaron a echar en el suelo. Entonces Liviac. a quien sus comparten*, trataban como si fuera eljefe. csa\6 un laoque llevaba a la cintura, aman fuertemente los pies del cautivo y una vez completada su tarca, exclam:

    Aqu te quedars hasta que Viracocha lo quiera. Ojal que el demonio \c lleve donde te pudras!

    Chim pu quera ayudarte* yo te puedo p io cn ta rcn el taller de pinturas del Cuzco...

    Mientes, espaol! T slo nos traes el mal, como todos los tuyo. Cuando entraste a nuesua cjsu kts perros aul la/on y C*a noche cant