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Revista gratuita de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social #18 Jan 18 ISSN 2221-352X www.socialdialogue.online Enfoques teóricos en la intervención del trabajo social en América Latina La necessaria lectura Marxista de los Fundamentos del pragmatismo en el trabajo social José Paulo Netto, un autor imprescindible para el Trabajo Social Latinoamericano Educación en trabajo social en América Latina

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Page 1: Jan 18 Educación en trabajo social en América Latina · la educación del trabajo social en la región de América Latina y el resto de la mundo del trabajo social. Bienvenidos

Revista gratuita de la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social#18 Jan 18

ISSN 2221-352X

www.socialdialogue.online

Enfoques teóricos en la intervención del trabajo social en América Latina

La necessaria lectura Marxista de los Fundamentos del pragmatismo en el trabajo social

José Paulo Netto, un autor imprescindible para el Trabajo Social Latinoamericano

Educación en trabajo social en América Latina

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Social Dialogue Issue 18Social Dialogue is published by The International Association of Schools of Social Work (IASSW). It is the copyright of IASSW and published three times a year and distributed worldwide.

Website: www.socialdialogue.onlineISSN: ISSN 2221-352X

Cover image: By Jamez42 (Own work) [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons

Management Committee

Angelina YuenPast President of International Association of Schools of Social Work, Vice-President of The HongKong Polytechnic University, Hong Kong

Tatsuru AkimotoPast President of Asian Association of School of Social Work; Director & Professor of Asian Centerfor Welfare Society in Japan College of Social Work, JapanAkua BenjaminPast President of North American/ Caribbean Association of Schools of Social Work, Professor and Director of School of Social Work, Ryerson University, Canada

Helle Ingrid StraussAssociate Professor & International Coordinator of Metropolitan University College, School of Social Work, Denmark

Julia Mary WatkinsPast Treasurer of International Association of Schools of Social Work, Former Executive Director of Council on Social Work Education, USA

Vimla.V. Nadkarni Immediate Past President of International Association of Schools of School Work, retired Professorand Founder Dean of School of Social Work, TataInstitute of Social Sciences, India

Editorial Board

Publisher: Annamaria CampaniniImmediate Past President: Vimla.V. NadkarniEditor in Chief: Carolyn NobleGuest editors: Helle Strauss and Carolina Muñoz-Guzmán Production Manager: Rashmi PandyExecutive Editor: Timothy SimRegional Representatives: Violeta Gevorginiene, Gidraph WairineDesign/illustration: Graeme Bland (gbda.co.uk)IT officer: Preshit Deorukhkar Translated Spanish into English: Paula Salazar

NoteAll articles contained in Social Dialogue, including letters and emails to the editor, reviews, and editorials, represent the opinions of the authors, not those of the International Association of Schools of Social Work (IASSW), or any organizations with which the authors may be affiliated. The editors and management of IASSW do not assume responsibility for opinion expressed by the authors or individuals quoted in the magazine, for the accuracy of material submitted by the authors, or for any injury to persons or property resulting from reference to ideas or products mentioned in the editorial copy or the advertisements.

Printing and logistics sponsor: Regal Printing Limited11/F Wyler Center Phase II, 200 Tai Lin Pai Road, Kwai Chung Nt Hong Kong.Tel: (852)2552 2202 Fax: (852)2552 0700 Website: www.regalprintingltd.com.hk

For the references of articles, please access the online edition at http://socialdialogue.online

Management Committee (from left to right):Helle Strauss, Vimla Vithal Nadkarni, Angelina Yuen Tsang Woon Ki, Tatsuru Akimoto, Akua Lorna Claudetta Pamela Benjamin, Julia Watkins

Producer: IASSWRashmi Pandy

Email: [email protected]

Website: www.iassw-aiets.org

Published by:

The International Association of Schools of Social Work (IASSW)Website: www.iassw-aiets.org

Issue 18

Volume 6

January 2018

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12

16

22

25

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FEATURE

REPORT

Editor in Chief - Carolyn Noble 02

Guest Editors - Helle Strauss and Carolina Muñoz-Guzmán

03

From the President’s desk - Prof Annamaria Campanini

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La formación en Trabajo Social: algunos apuntes históricos para el caso latinoamericano

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Enfoques teóricos en la intervención del trabajo social en América Latina

07

La contribución del marxismo para el trabajo socail Latinoamericano

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La necessaria lectura Marxista de los Fundamentos del pragmatismo en el trabajo social

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Trabajo Social Latinoamericano, revisitando movimientos de liberación para resistir las hegemonías actuales de la región.

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José Paulo Netto, un autor imprescindible para el Trabajo Social Latinoamericano

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Dilemas contemporáneos en la formación de trabajadores sociales

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La influencia del neoliberalismo y del “nuevo espíritu del capitalismo” en la educación en trabajo social en México

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Estado, Políticas Sociales y Trabajo Social en Latinoamérica

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Una innovación estática: la dimensión de lo nuevo en el Trabajo Social Latinoamericano

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Reflexiones desde la formación profesional 25

La palabra, la mirada y la escucha en los procesos de formación profesional. La entrevista como espacio de encuentro en la intervención del Trabajo Social.

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Social Dimensions of Climate Change Disasters: Gender, Marginalisation and Empowerment.

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Editor en jefe

Carolyn Noble

Editora Invitada

Editora Invitada

Carolyn Noble

Helle Strauss

Carolina Muñoz-Guzmán

Helle Strauss Professor, Professionshøjskolen Metropol, Direkte, Denmark

Colaborar en este número ha sido una gran aventura, no sólo porque reunió temas interesante y comunes de trabajo social para toda le región, sino también porque me dio la oportunidad de estar en contacto con varios prominentes pensadores del trabajo social de América Latina.

Estos autores son quiénes han construido gran parte de la literatura para estudiantes de Latinoamérica, y son quiénes mantienen un pensamiento crítico entre los profesionales y estudiantes. Sus luchas se muestran en los temas comunes que emergen en sus artículos, tales como la asociación histórica de la profesión con la ideología y la política, usualmente marxismo, para promover el cambio social, y al mismo tiempo, la crítica que hacen a la alineación estricta que el trabajo social Latinoamericano tiende a hacer de la versión pragmática del marxismo en su práctica e investigación.

Otro tema recurrente en este número es la

influencia de la iglesia Católica, encarnada en los movimientos de la teología de la liberación, iniciada en por el Concilio Vaticano Segundo (1961-1965), y el encuentro de los obispos en Medellín en 1968. Por último, el rol de trabajadores sociales en promover movimientos sociales para representar los intereses de los desempoderados, tales como las personas indígenas, campesinos, mujeres, niños y niñas, trabajadores, no como individuos sino como colectivos. La actual colonización neoliberal hace difícil mantener estos movimientos vivos, la resistencia al statu quo es una estrategia los trabajadores sociales debemos abrazar.

Estoy segura que este número no solo es un puente entre el Trabajo Social de América Latina y el mundo, también es un nuevo puente de colaboración entre estos pensadores Latinoamericanos del trabajo social.

Estoy muy feliz de, finalmente, completar este número de Educación en Trabajo Social. Mi interés en el trabajo social Latino Americano comenzó con mi visita a Brasil hace 20 años, cuando mi hija fue una estudiante de intercambio. Yo tuve la oportunidad de conversar con trabajadores sociales, con mi hija como intérprete. Conocí trabajadoras sociales y visité una comunidad local en Ribeirau Preto con impresionantes y modernas instituciones de cuidado infantil, y buenos servicios sociales y de salud.

También visité a una familia pobre viviendo en una favela y una institución de cuidado para niños y niñas en situación de calle. Desde entonces, he estado interesada en aprender más sobre las tradiciones de trabajo social y su desarrollo en América Latina.

Cuando la Conferencia Global de Trabajo Social se desarrolló en Santiago de Chile, encontré nuevamente a trabajadores sociales y educadores de la región. Los delegados de la conferencia fueron invitados a visitas de campo. Una de esas visitas fue en el memorial de cientos de víctimas del régimen de Pinochet. Esta visita produjo una impresión imborrable en mí.

También visitamos personas de la comunidad local que habían perdido seres queridos en el régimen militar, los sobrevivientes celebraban a sus seres queridos perdidos a través de creaciones artísticas y símbolos de especial interés de sus familiares y amigos perdidos. .

Estas obras documentaron un saludo y también funcionan como un proceso de sanación. En la asociación de trabajadores sociales de Santiago

Carolina Muñoz-Guzmán Professor Pontifica Universidad Catolica de Chile, Santiago

de Chile, he visto muchas fotos de trabajadores sociales, que "desaparecieron" durante la dictadora. He aprendido cómo este régimen ha dejado cicatrices entre grupos de trabajadores sociales, quienes sintieron que tuvieron que dejar Chile, o perder sus vidas, y las de otros, quienes permanecieron para luchar contra el régimen. Todos esos trabajadores sociales han luchado por la justicia social corriendo un alto riesgo. También hoy, la atención a la política es probablemente más vinculado a la profesión de trabajo social en América Latina que la mayoría de los otros lugares.

Más tarde tuve el privilegio de asistir a importantes conferencias regionales de trabajo social en Santiago de Chile y en Ecuador con cientos de participantes. Sin embargo, cada vez que visité esta región me he enfrentado a la barrera del idioma, ya que no hablo español. Me di cuenta que no era solo yo, sino que la educación del trabajo social en general, se ha visto privada de una gran y muy importante fuente de conocimiento.

Aunque el español es un idioma oficial de IASSW y se hacen esfuerzos para tener tantas traducciones como económicamente sea posible, permanece el idioma como una barrera. Esto también puede hacer más difícil para las escuelas de trabajo social de América Latina convertirse

en miembros de IASSW y para los educadores de trabajo social participar en la Conferencia Global de Trabajo Social, donde el lenguaje dominante es sigue siendo inglés

Este número de Social Dialogue resultó ser una oportunidad para compartir el conocimiento de esta región en ambos idiomas Español e Inglés, y ha sido muy interesante para mí leer las interesantes y diferentes contribuciones de educadores de trabajo social de América Latina.

Después de mis lecturas me doy cuenta de que junto con la historia y desarrollo diferente los educadores de trabajo social también comparten muchos pensamientos y desafíos. La ola neoliberal y enfoques populistas desafían al trabajo social y a la educación en trabajo social en todo el mundo para enfrentar el retorno a la xenofobia y el sexismo.

Al mismo tiempo, hay una gran conciencia de un enfoque opresivo, de empoderamiento, conocimiento indígena, enfoques feministas y modelos interseccionales para la intervención.

Esperamos que este número se convierta en un paso hacia un contacto e intercambio más fructíferos e intercambio de conocimiento entre la educación del trabajo social en la región de América Latina y el resto de la mundo del trabajo social.

Bienvenidos a nuestra última edición del número online de la AIETS, de acceso abierto. Esta edición, una iniciativa de nuestras colegas Helle Strauss (Dinamarca) y Carolina Muñoz-Guzmán (Chile), tiene una versión en Inglés y otra en Español. Dada la historia prolífica del trabajo Social en América Latina y las dificultades que las barreras del lenguaje crean para compartir el conocimiento, nosotros asumimos la tarea de buscar autores de esta región y, con la ayuda de Paula Salazar, todos los artículos fueron traducidos del español al inglés. Pensamos que esta iniciativa abrirá nuestro acceso a una comunidad más amplia de académicos, y estaremos felices de recibir su retroalimentación.

Este número es la décimo octava edición de este magazine, y si usted se dirige a nuestro link (última página de esta edición) puede ver los muchos números presentados. Cada número tiene un tópico específico y contemporáneo; lo hemos logrado invitando un académico internacional que reúne artículos, fotografías, ejemplos de práctica y resultados de investigación, con contribuciones de colegas de alrededor del globo, quienes están reflexionando, investigando y trabajando en esos campos específicos.

Como puede ver a partir de nuestros esfuerzos, los trabajadores sociales son globales en su impacto y alcance. Tenemos una larga línea de artículos en preparación para el 2018 y esperamos ver algunos de ustedes en la Conferencia Global 2018 de la AIETS en Dublin en Julio. ¡Disfruten!

Nota del Editor Jefe Al chequear todos nuestros artículos e imagines para derecho de autor, notamos que un artículo en el último número omitió un reconocimiento vital. La corrección siguiente será hecha en la versión online

ErratumThe Social Dialogue editor’s note that the article by Peter Westoby published in our September 2017 issue –“ACommunity Development responses to ‘Sham-Right-wing populism” should have included the statement: "Firstpublished by the RSW Collective (2017, 21 September) http://www.reimaginingsocialwork.nz/2017/09/a-communitydevelopment-response-to-sham-right-wing-populism/"In addition we should also have included an image credit to In addition we should also have included an image credit toDarwin Yamamoto https://flic.kr/p/auaqQ6

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Social Dialogue Magazine | January 2018

Es realmente un gran placer presentar esta publicación sobre la educación en trabajo social en América del Sur.

He tenido la oportunidad de visitar Brasil, México y Chile participando en conferencias

y encuentros con colegas de diferentes escuelas y siempre he encontrado experiencias muy interesantes.

Ser una asociación verdaderamente internacional de escuelas de trabajo social implica un gran esfuerzo para dar voz a cada región del mundo, especialmente si es necesario superar las barreras del idioma.

Tenemos mucho que compartir y aprender unos de otros y, por esta razón, debemos desarrollar una actitud intercultural. El desequilibrio de poder tradicional entre el Norte y el Sur, así como el dominio de las miradas occidentales sobre las diversas perspectivas culturales locales e indígenas, deben corregirse a través del diálogo internacional y convenios basados en principios de igualdad, respeto mutuo, relevancia cultural y reflexividad.

Podemos aprender genuinamente y beneficiarnos unos de otros, a pesar, o más bien, gracias a las diferencias, si nuestro enfoque se basa en la conciencia, el respeto y la sensibilidad hacia el contexto cultural del otro.

La reflexión crítica es también un aspecto importante que se debe practicar en estos intercambios para alcanzar un buen equilibrio entre la creación de una visión y un entendimiento internacional del trabajo social y la necesidad de responder con una práctica local respetuosa con la historia, la cultura, los conocimientos y las demandas específicas de cada realidad.

Nos comprometemos a mejorar este diálogo y utilizar todos los medios que tenemos para fomentar una plataforma continuamente activa para realizar nuestra misión de promover la excelencia en la educación sobre el trabajo social en todo el mundo. Disfruta de esta edición en inglés y español de nuestra última revista de diálogo social.

From the IASSW President’s Desk

Prof. Annamaria CampaniniPresident, International Association of Schools of Social Work (IASSW)

Maricela Gonzalez. Directora Escuela de Trabajo Social Universidad Santo Tomás

La formación en Trabajo Social: algunos apuntes históricos para el caso latinoamericano

IntroducciónEl origen del trabajo social profesional en América Latina se enlaza con tres procesos históricos concurrentes hacia la segunda década del siglo XX: primero, la crisis social y política producida por la incorporación marginalizada de los países latinoamericanos al sistema económico mundial desde mediados del siglo anterior, que condujo a una pauperización de la población proletarizada y a un estallido social fuertemente reprimido por las élites oligarcas o populistas; segundo, la aparición de un movimiento intelectual, mayoritariamente proveniente de las clases medias que emergían, compuesto por nuevos políticos, literatos, artistas, médicos y otros profesionales que denunciaron las condiciones de vida y —en algunos casos en alianza con los movimientos de protesta— levantaron reivindicaciones reformistas y propusieron una legislación social protectora de los más desamparados (esencialmente niños, mujeres y enfermos) y de los obreros. Tercero, la influencia del trabajo social internacional que en Estados Unidos y Europa había desarrollado, desde las últimas décadas del siglo XIX, diversas formas de ayuda social, dando auspicio a organizaciones de apoyo a los más pobres y había progresado en el entrenamiento profesional dedicado a la intervención en dichos problemas y su instalación en diversos centros académicos y universidades.

Trabajo social LatinoamericanoLa primera Escuela de Servicio Social en América Latina se creó en Chile en el año 1925 y perteneció a la Junta de Beneficencia, organismo laico que regentaba a todos los hospitales y otras obras asistenciales del país. En los años siguientes se crearon escuelas en el resto de la Región, en algunos casos al alero de instituciones filantrópicas o estatales parecidas a la chilena —como en Argentina, por ejemplo, que tuvo una primera Escuela vinculada al Museo Social— o ligadas estrechamente a la acción de la Iglesia Católica, como en Bolivia o Brasil.

La Escuela chilena fue un centro de formación que se irradió en las décadas siguientes a otros países latinoamericanos y fue responsable, como asesora directa, de la fundación de escuelas de servicio social en Bolivia, Paraguay, Guatemala, El Salvador, entre otras. La orientación de estas primeras escuelas fue de tipo higienista, es decir, que entendían los problemas sociales arraigados en las condiciones sociosanitarias en que vivían las personas. El progreso descansaba en la mejor planificación de las ciudades, en la atención de los problemas prioritarios de salud y en la conservación de la vida para la integración de los individuos y las familias al

El maestro zapatero 1900 by santiagonostalgico CC BY-N

D 2.0

https://ww

w.flickr.com

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04/4369655990

IASSW GLOBAL CONFERENCE

SWSD 2018Social Work, Education and Social Development

ENVIRONMENTAL AND COMMUNITY SUSTAINABILITY | HUMAN SOLUTIONS IN EVOLVING SOCIETIES

4th – 7th July 2018RDS, Dublin, Ireland

www.swsd2018.org

Hosted by

IASSW AIETS

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Jioji RavuloSenior Lecturer (Social Work)School of Social Sciences and Psychology Western Sydney University

sistema social. En la mayor parte de los casos, las primeras influencias en la formación provinieron de las escuelas de servicio social de Bélgica, Alemania y Francia, pero a partir de mediados de la década de 1930, y a raíz del acercamiento que empezó a tener Estados Unidos con la política panamericanista del “Buen Vecino” de Franklin D. Roosevelt, la presencia de Norteamérica comenzó a plasmarse en la formación de trabajadoras sociales que se perfeccionaron en el extranjero, en la orientación de los planes de estudios y el énfasis de las prácticas de intervención. Los tradicionales métodos de “caso”, “grupo” y “comunidad” datan de esta época, cuando penetraron, en oleadas sucesivas, en la formación de las diversas Escuelas.

En particular fue muy importante el trabajo con las comunidades a partir de la década de 1950, cuando las Naciones Unidas empezaron a dictar directrices de desarrollo para América Latina y la hegemonía de Estados Unidos se hizo más evidente luego del triunfo en la II Guerra Mundial y el comienzo de la política de Guerra Fría en Occidente. Desde la Oficina Sanitaria Panamericana —donde los trabajadores sociales tuvieron una presencia importantísima desde la década de 1960— y luego con la Alianza para el Progreso de John F. Kennedy se impulsaron planes de desarrollo para evitar estallidos revolucionarios y se apoyaron diversos programas de progreso comunitario con asistencia técnica para urbanizar, alfabetizar y eliminar la extrema pobreza de campos y ciudades latinoamericanos. Asesores como Caroline Ware o Jan F. de Jongh recorrieron diversas escuelas latinoamericanas y la formación tomó en los ’60 un giro desarrollista, incorporando asignaturas de adelanto rural, intervención comunitaria, programación y planificación, entre otras.

También durante esta década se gestó el proceso de Reconceptualización del trabajo social latinoamericano, un movimiento de cuestionamiento y crítica a las bases epistemológicas, teóricas y metodológicas de la profesión, donde confluyó la voz de profesionales, académicos y estudiantes en un proceso reflexivo que volvió sobre la tradición del oficio y se encaminó a generar una propuesta de trabajo social comprometido con el cambio social y la transformación de las estructuras de injusticia, subdesarrollo y desigualdad. La reconceptualización dio lugar a metodologías de trabajo distintas con pobladores, obreros y campesinos, buscando propuestas menos directivas y más democráticas, con nuevos actores sociales y orientadas a la concientización, la educación popular e incluso la formación política. Las escuelas pudieron incorporar sólo parcialmente estas nuevas orientaciones a sus planes de estudio, ya fuera porque las condiciones institucionales no lo permitieron, como por la renuencia de una parte de los académicos por aceptar el giro conceptual y programático que estaba tomando la profesión. Sin embargo, los trabajadores sociales sí aprendieron elementos éticos, instrumentales y teóricos “en terreno”, influidos por las enseñanzas de Paulo Freire, Herman Kruse y otros intelectuales que viajaron exiliados a otros países o que participaron de los diversos Seminarios Latinoamericanos, instancias que se convirtieron en verdaderas escuelas de pensamiento para jóvenes trabajadores sociales. También fue una “escuela de la vida” el trabajo que se hizo en poblaciones, en industrias y en asentamientos rurales donde se experimentaron todo tipo de metodologías participativas con familias y organizaciones de los propios sujetos. Publicaciones misceláneas y científicas también sirvieron para la

formación de trabajadores sociales y fue emblemático el caso del colectivo ECRO y su revista Hoy en el Servicio Social, que discutió a un gran nivel sobre temáticas disciplinarias, cuestión que fue secundada posteriormente por la Editorial Humanitas. Éstos y otros espacios editoriales dieron cabida para la difusión y traducción de obras emblemáticas del pensamiento Occidental y también para la expansión de las ideas de autores locales.

En la mayor parte de los países el proceso de reconceptualización se vio abortado en la década siguiente con la oleada de dictaduras militares que azotaron la región desde mediados de la década de los ’60. Por un tiempo, los intelectuales exiliados se refugiaron en los países vecinos y se pudo mantener el intercambio de experiencias y propuestas teóricas, pero el giro conservador de la región y, en general, la desazón de la izquierda occidental acerca de las reales posibilidades de un cambio revolucionaron hicieron que el trabajo social se replegara en ideas y acción. Un buen número de profesionales partieron exiliados de sus países de origen, se cerraron escuelas y espacios de reflexión y la formación tomó un giro tecnológico, cientificista. La “neutralidad valorativa” fue un eslogan para los académicos que se mantuvieron en el espacio universitario, buscando en la idea de un trabajo social aséptico un modo de sobrevivencia en un entorno político amenazante.

El giro neoliberal del sistema socioeconómico no estuvo ausente tampoco ausente de la formación de trabajadores sociales. Impactando en las condiciones sociales de los sectores más pobres, con un retroceso de las políticas proteccionistas del Estado, tuvo también incidencia en la educación universitaria, con el aumento de escuelas formativas en casi todos los países, una saturación del mercado laboral de los trabajadores sociales y, por consiguiente, una precarización de las condiciones de trabajo e incluso cesantía.

También a partir de la década de 1970 el trabajo social latinoamericano se hizo más diverso y fue desarrollándose de modo desigual en diferentes países. Algunos se estancaron debido al ambiente de estrechez intelectual en el que se desenvolvía (Chile, Argentina, Uruguay), mientras que otros, como en el caso brasileño, significó un despegue de la formación, con el avance disciplinario hacia la especilización de postgrado, el desarrollo de la investigación y la generación de publicaciones científicas de gran nivel. Esta diversidad nos habla también de sociedades más complejas, con menos discursos totalizantes y que reconocen las distinciones de cada país y sub-región. Su potencia es haber generado en la actualidad un intercambio entre profesionales y académicos de los diversos países, que se reúnen periódicamente en diversos eventos académicos y gremiales, tratando de posicionar temáticas relevantes: migraciones, desplazamiento, crisis política y social, pobreza y exclusión. Los desafíos para la formación serán la incorporación de estos y otros temas locales en las mallas curriculares para la proyección de una disciplina que se actualiza su compromiso con la superación de la injusticia y con la creación de una sociedad más humana y digna para todas y todos los ciudadanos latinoamericanos.

Trabajo social LatinoamericanoTrabajo social nace en 1925 con una fuerte orientación biomédica, que fue reforzada por la participación de trabajadoras sociales europeas en la formación profesional impartida por diversas escuelas de la región. El enfoque biomédico, que también tuvo influencia en el desarrollo del trabajo social en otros países, en América Latina fue matizado de manera significativa por una matriz religiosa ligada a la tradición judeo-cristiana, y por diversas interpretaciones del marxismo –desde aquellas más cercanas al marxismo analítico hasta perspectivas más ligadas a la hermenéutica y a la filosofía latinoamericana. Estas distintas e incluso contradictorias propuestas teóricas se han ido entrelazando para configurar una retórica rica en elementos conceptuales más o menos

explícitos, y más o menos consistentes. Podemos decir, por tanto, que no existe una única perspectiva teórica específica que caracterice la intervención del “trabajo social latinoamericano”, sino más bien que existiría una pluralidad de enfoques –no siempre coherentes entre sí- que se superponen, y que son el resultado de una historia profesional con luces y sombras, rupturas y continuidades.

La ola de dictaduras que azotó la región en las décadas de los setenta y ochenta produjo una importante fractura en el desarrollo teórico de la profesión. La censura de la producción intelectual, el cierre de escuelas de trabajo social y la pérdida del rango universitario fueron algunos de las consecuencias que el trabajo social en varios países de América Latina tuvo que enfrentar y que aún persisten, como un trauma, en la memoria de muchas/os trabajadoras/es sociales. Todos estos cambios se

Enfoques teóricos en la intervención del trabajo social en América Latina

Giannina Muñoz Arce

School of Social Work, Universidad Alberto Hurtado Chile

Diversas perspectivas teóricas co-existen, dialogan y chocan en la intervención de trabajo social en América Latina. La pluralidad de enfoques que han dado forma al trabajo social a través de sus casi cien años de vida y la discusión de sus implicancias éticas y políticas, son elementos que lo caracterizan y distinguen en el plano internacional.

Integración de América Latina (Integration of Latin America) by Jorge González Camarena, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5330898

Social Dialogue Magazine | January 2018 FEATURE

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produjeron en un contexto de reducción del rol del Estado y de un giro neoliberal hacia la privatización, focalización y terciarización de los servicios sociales, orientaciones que ciertamente tuvieron un impacto significativo en los marcos teóricos que fundamentaban la intervención de los trabajadores sociales en aquella época. A propósito de la focalización de la política social, mucho de la acción profesional se redujo a la aplicación de técnicas para priorizar usuarios de los servicios sociales. La matriz tecnocrática o anti-intelectual que fue reforzada en este periodo aún persiste en algunos sectores de la profesión, lo que se ha expresado, por ejemplo, en la subestimación del rol de la teoría y la investigación social en los procesos de intervención profesional.

Una vez recuperados los regímenes democráticos en los ochenta y noventa, trabajo social es puesto en jaque una vez más. Los marcos teóricos provistos por organismos supranacionales, especialmente por el Banco Mundial, comienzan a diseminarse a lo largo de la región como los nuevos enfoques hegemónicos de intervención. El dispositivo del riesgo, los modelos de intervención cognitivos-conductuales y la retórica del enfoque de derechos que subyace a los nuevos sistemas de protección social orientan la intervención hacia la superación individual de los riesgos. La lógica neoliberal ha co-optado así los marcos teóricos más críticos, reduciendo la intervención a un conjunto de acciones dirigidas a familias más pobres entre los pobres y, más específicamente, a cada uno de los miembros de esas familias. En los

últimos años, los programas de transferencias condicionadas que han proliferado en la región, especialmente en aquellos países donde los grados de condicionalidad de las prestaciones son altos, han contribuido a reafirmar el enfoque centrado en el individuo, que premia el esfuerzo, el empoderamiento y la capacidad emprendedora de los pobres. Sumado a ello, los sistemas de protección social han promovido nuevas formas de registro basadas principalmente en indicadores que miden la capacidad de auto-gestión de la pobreza y que dejan poco espacio para la reflexión profesional.

A pesar de que el enfoque de intervención orientado a la superación de los riesgos individuales aparece hoy en día como el marco teórico dominante en muchas de las intervenciones sociales, al mismo tiempo, se observa en la actualidad el resurgir de propuestas teóricas “otras”, que intentan hacer frente a los enfoques de intervención hegemónicos. Han emergido de manera subterránea, muchas veces gracias al uso de espacios de discreción profesional. Se trata de perspectivas de intervención que re-editan la posición crítica en trabajo social, vuelven a los saberes originarios como fuente de conocimiento y reivindican luchas sociales puestas en la discusión pública por los movimientos sociales y grupos subalternos. Los esfuerzos realizados por las/os trabajadoras/es sociales ecuatorianos por construir un marco teórico para trabajo social que basado en el principio del Buen Vivir o Sumak Kawsay, eje orientador de la filosofía de los pueblos

andinos, es un ejemplo de ello. Asimismo, se observa que los marcos teóricos feministas han cobrado mayor vigencia en trabajo social durante la última década, donde los modelos de intervención interseccionales comienzan a ser demandados para dar respuestas más integrales y comprometidas con la justicia social, y como contestación a las lógicas binarias de intervención. Propuestas de pensamiento decolonial también se han levantado como actos de resistencia frente al epistemicidio vivido por los pueblos indígenas de la región, que también comienzan a dar lugar a reformulaciones de los marcos teóricos convencionales del trabajo social, especialmente aquel que es dirigido a estas poblaciones.

Estos y otros enfoques, han venido a refrescar la discusión teórica en trabajo social. Son producto de movimientos intelectuales mayores, que sobrepasan al trabajo social y al trabajo social latinoamericano en particular, pero en los cuales las/os trabajadores sociales estamos participando de manera cada vez más activa. Los procesos de intercambio cognitivo con otras disciplinas y también con las comunidades participantes de los procesos de intervención han permitido al trabajo social incorporar estos planteamientos críticos a la discusión teórica contemporánea. Los desafíos en este sentido consisten en potenciar la capacidad de vigilancia epistémica, la inquietud teórica y la reflexión activa de las/os trabajadoras/es sociales para así mantener, siempre bajo escrutinio, las perspectivas que guían la intervención profesional.

Introducción: La joven profesión del Trabajo Social y su vinculación con las Ciencias SocialesLa profesión del Servicio Social (o Trabajo

Social) surge y se funda en el contexto del capitalismo monopolista, cuando las manifestaciones de la “cuestión social” pasan a ser tratadas institucionalmente por el Estado a partir de las políticas sociales (ver Iamamoto, 1997; Netto, 1997 y Montaño, 1998), en el transcurso del siglo XIX para el siglo XX, consolidándose en el keynesianismo. La misma se funda en la base filosófica del positivismo, en su doble segmentación:

a) la segmentación de la realidad por áreas o campos (el “hecho social”, la producción/comercialización económica, la actividad política, la dimensión cultural, etc.), a cuyos objetos corresponderá una disciplina social específica (la sociología, la economía, la ciencia política, la antropología, etc.) (ver Lukács, 1986);

b) la segmentación entre teoría y práctica, entre conocimiento y acción, derivando en la compartimentación entre disciplinas científicas y disciplinas técnicas.

En esta doble segmentación positivista se consolida la “cultura oficial”, hegemónica, que tiende al ocultamiento de los fenómenos (aislados, retirados de la totalidad social, por lo tanto, de los fundamentos que lo explican) y a la naturalización de la realidad (vista como procesos naturales, siempre existentes, no como resultados históricos, como, emblemáticamente se piensa la pobreza: como algo natural y de responsabilidad de los comportamientos individuales).

En este campo del positivismo, el Trabajo Social constituiría una disciplina técnica del área social, o psicosocial. Así se constituye, y así camina por largo período, como una profesión orientada para la intervención en la vida cotidiana de las personas, buscando actuar frente a los “problemas sociales”, por vía de las Políticas Sociales.

Su formación y su actuación se orientan para el binomio “problema/tratamiento”, a partir de métodos y técnicas operativas. Por lo tanto, se orienta a la aplicación de técnicas y métodos preconcebidos, anteriores e independientes de las realidades específicas; sin incorporar un conocimiento teórico, científico, sobre la realidad y los fenómenos que enfrentan.

Es apenas a partir de fines de los años ’50, y de forma más contundente, de la “Reconceptualización” del Servicio Social en América Latina, de mediados de los ’60 a los ’70, que el conocimiento teórico pasa a ser constitutivo de la formación y de la acción profesional.

La Reconceptualización y el incipiente ingreso del marxismo al Trabajo Social: el “marxismo sin Marx”El llamado “Movimiento de Reconceptualización en América Latina (’65-’75), en su búsqueda por la superación del Servicio Social tradicional y de sus raíces positivistas, intentando romper con el carácter meramente interventivo, técnico, no científico, de la profesión, incorpora la elaboración de conocimiento al proceso metodológico, considerando como “teoría específica” del Trabajo Social aquella que parte de la actividad práctica del profesional y que se

Carlos Montaño. PhD in Social Work Prof. At Universidad Federal de Rio de Janeiro

La contribución del marxismo para el trabajo socail Latinoamericano

By Wolfgang Sauber (O

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ork) [GFD

L (http://w

ww

.gnu.org/copyleft/fdl.html) or

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n work) [CC BY-SA 3.0 (https://creativecom

mons.

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orienta para la misma: una “teoría aplicada” (sobre la crítica a la especificidad teórica del Trabajo Social ver Montaño, 1998, p. 106 y ss.).

Tal intento de superación del positivismo, no apenas repone esta racionalidad, sino que la encubre. De la segmentación entre “ciencias” y “técnicas” propia del positivismo, tenemos ahora la segmentación entre “ciencias puras” y “ciencias aplicadas”. Aun más, la noción de una “teoría específica” del Trabajo Social, lleva a la exclusión de todo conocimiento que no parta de la experiencia práctica (derivando en la desconsideración del conocimiento teórico acumulado) y de todo conocimiento teórico que no sea aplicable a la actividad práctica profesional (derivando en la desconsideración de teorías universales, especialmente de la teoría crítica). Además, se trata de una teoría que en su origen es ciertamente limitada, una teoría:

a) ) indiferenciada, que no distingue la teoría marxista das ciencias sociales;

b) acrítica, que no contrasta la formulación teórica con la realidad objetiva;

c) ecléctica, que no atenta para los valores, perspectivas y fundamentos de cada corriente y de cada formulación teórica, articulando todas como conocimientos “complementarios”;

e) endogenista, como forma de desenvolver una suposta “teoria específica del Trabajo Social”, esta emanada de la “práctica profesional” y orientada para la misma, en una relación pragmática e inmediata entre teoría y práctica

d) reduccionista, que se sustentaba en textos de divulgación y manuales, y en pequeños ensayos y artículos, y no en los autores seminales y textos centrales (como las obras de Marx, de Weber e de Durkheim, por ejemplo).

Es, también, en el contexto de la “Reconceptualización” que el Trabajo Social comienza a vincularse con la teoría marxista. Sin embargo, también con profundos límites y carencias:

a) un marxismo empobrecido y reduccionista, a partir de manuales y textos de divulgación, como Marta Harnecker, Mao Tse-Tung, etc.;

b) un marxismo dogmático, orientado en la doctrina oficial de la “Tercera Internacional”, del llamado “marxismo-leninismo”;

c) un marxismo “economicista”, eliminando la perspectiva de totalidad social;

d) un marxismo fuertemente esctructuralista, sobre influencia de autores como Luis Althuser, etc.

e) una marxismo invadido de positivismo y no dialéctico (ver Quiroga, In Borgianni Y Montaño, orgs., 2000A, p. 121);

f) en fin, un marxismo sin Marx.

Es este “marxismo” (sin Marx, estructuralista, economicista, dogmático), que marcó y caracterizó su ingreso al Trabajo Social en la Reconceptualización, que va a ser conocido como EL marxismo, y que generará un fuerte rechazo en fileras del Trabajo Social después de las dictaduras militares que azolaron y persiguieron escuelas, profesionales y estudiantes del Trabajo Social en América Latina.

La revitalización del “marxismo ortodoxo” y “dialéctico” y su contribución para el Trabajo Social Sin embargo, en el contexto de la reinstitucionalización democrática en América Latina, a partir de mediados de los años ’80, y fundamentalmente en las décadas siguientes, particularmente en el Brasil, el marxismo sufre un viraje significativo. El debate marxista (en la formación profesional y en la producción de conocimiento) comienza a incorporar los textos seminales de Marx (superando el “Marxismo sin Marx”), así como de los autores de la vertiente dialéctica, como Gramsci y Lukács (superando la “invasión positivista”, e incorporando el pensamiento dialéctico), así como tantos otros autores que discuten el capitalismo contemporáneo: Lenin, Mandel, Kosik, Sanchez Vazquez, Lefebvre, Heller, Mészáros, Hobsbawm, Adorno, Horkheimer, etc. (superando las visiones reduccionistas, economicistas, dogmáticas), tanto como autores de la teoría de la dependencia (Prado Jr., Marini, Fernandes, Cueva, etc.).

Un marxismo ortodoxo (fiel al método de Marx, conforme Lukács, 1970), dialéctico, con una perspectiva de totalidad, y desarrollando una crítica radical de la realidad contemporánea, orientado para la transformación social.

Es este marxismo “revitalizado”, fiel al método dialéctico de Marx, pero profundamente crítico y atento a las nuevas determinaciones del capitalismo contemporáneo y a condición periférica y dependiente de América Latina, que va a conducir la producción de conocimientos en esta perspectiva teórico-metodológica. Sin los vicios y límites de aquel “marxismo sin Marx”, del estructuralismo, etc., en la perspectiva ortodoxa, dialéctica, del marxismo, el debate del Servicio Social, particularmente en el Brasil, va a realizar algunas inflexiones y saltos de cualidad en el análisis de algunos temas fundamentales para la profesión.

La comprensión crítica de la naturaleza, fundamentos y papel social de la profesión. A partir del seminal texto de Iamamoto, publicado originalmente en 1982 (recogido en Iamamoto, 1997), y luego con las diversas contribuciones de Netto (1997), Montaño (1998), y además de Faleiros (1972), entre otros, partiendo de la concepción de historia en Marx, donde el fenómeno no es aislado de la totalidad, sino comprendido a partir de las determinaciones históricas, se desarrolla una completamente nueva interpretación sobre los fundamentos del Trabajo Social. Las principales tesis aquí podrían ser sintetizadas así:

a) ) el Trabajo Social –que surge y se desarrolla a partir de su inserción (dentro de la “división sociotécnica del trabajo”) en la implementación de políticas sociales estatales, “cuando este toma para si la intervención em las refracciones de la ‘cuestión social’”– constituye un engranaje en la reproducción de las relaciones sociales y del sistema dominante;

b) no obstante esto, el Trabajo Social desarrolla su intervención en espacios de tensión y contradicción entre su función de reproducción del sistema (a partir

de los intereses hegemónicos del capital) y la defensa de los derechos y necesidades sociales (a partir de demandas y de luchas de las clases trabajadoras y subalternas), transformando la práctica del trabajador social en una práctica esencialmente política. Finalmente,

c) o Trabajo Social, sin eliminar las determinaciones anteriores, puede presentar un cierto protagonismo y um márgem de maniobra relativa al orientar su acción profesional, orientándose a una práctica que, sin eliminar los condicionantes sistémicos, privilegie la garantía de los derechos sociales.

La evaluación crítica sobre el debate metodológico en el Trabajo Social. A partir de las inflexiones operadas en la comprensión crítica dos fundamentos y naturaleza del Trabajo Social, se operó un proceso de reflexión crítica buscando superar el apriorismo metodológico que orientó la discusión en los años ’60 a ’80. El texto inflexivo talvez sea el de la propia Leila Lima, que realiza una autocrítica en su artículo “Metodologismo, estallido de una época”, incorporando otras contribuciones críticas de Marilda Iamamoto, José Paulo Netto, Vicente Faleiros, Nobuco Kameyama, Franci Gomes Cardoso, entre otros (ver Borgianni Y Montaño, orgs., 2000a). Una síntesis de este debate puede resumirse así:

a) la superación de la identificación y/o derivación entre método de conocimento y método de intervención;

b) la superación de la identidad entre práctica social y práctica profesional;

c) la superación de la suposición de que un método de intervención “científico”, considerado correcto, sería suficiente para producir una práctica “eficiente”, “transformadora”;

d) el entendimiento de que teoría no puede ser comprendida como la mera “reflexión sobre las vivencias” o “racionalización de las prácticas”;

e) la clara diferenciación de la instrumentalidad del Servicio Social, dos sus “instrumentos operacionales” (ver Guerra, 2007).

La comprensión crítica del sistema social capitalista, del papel del Estado y de la función de las políticas sociales. En este camino están los trabajos de Faleiros, Yazbek, Pereira, Behring (ver Borgianni Y Montaño, orgs., 2000), así como Iamamoto, Netto, Spozati, Mota, Menezes, Boschetti, entre varios otros. Las principales hipótesis levantadas en relación al Estado y a las Políticas Sociales pueden ser resumidas de la siguiente forma:

a) La verdadera llave para comprender las Políticas Sociales está fundamentalmente en el estudio de las desiguales relaciones operadas en la esfera productiva, siendo inadmisible vincular las Políticas Sociales apenas a la esfera de la distribución, del consumo, de la circulación;

b) en igual sentido es equivocado focalizar su estudio

apenas en el análisis del Estado, como instancia (relativamente) autónoma, teniendo también que aprehender las relaciones operadas en la sociedad civil, las luchas de clases, de los movimientos sociales. Las Políticas Sociales no son mecanismos lógico-formales de un Estado supra-clasista de “bienestar”, o de un Estado apenas funcional al capital, sino el resultado contradictorio, tenso, de esas luchas;

c) en este sentido, pueden ser encontrados por lo menos tres tipos de funciones de las políticas sociales:

(1) ) Función Social: respuestas a algunas necesidades puntuales, presentes en la población;

(2) Función Económica: la producción de la Fuerza de Trabajo, la disminución de los costos de reproducción de la fuerza de trabajo para el capital, y la ampliación del mercado de consumo; y

(3) Función Política: la fragmentación de las luchas de clases, la trasferencia de las luchas de la esfera productiva para la esfera estatal, de la contradicción económica para el enfrentamiento meramente político, de la contradicción capital/trabajo para las demandas al Estado, derivando en la legitimación del sistema social vigente. Así, las Políticas Sociales son, tanto un instrumento fundamentalmente orientado al control de la población y ampliación de la acumulación capitalista, como un contradictorio mecanismo que incorpora algunas demandas y conquistas de las clases trabajadoras.

La comprensión crítica de la crisis capitalista y su reestructuración neoliberal. A partir de los fundamentos de la sociedad burguesa, fue posible comprender clara y críticamente la crisis operada en el mundo capitalista y la respuesta del capital (financiero) en el proyecto neoliberal. Análisis inspirados en los estudios marxistas sobre los fundamentos de la crisis capitalista (Trotsky, Mandel, Mészáros), sobre la reestructuración de la producción (Antunes, Harvey), el neoliberalismo (Harvey, Anderson, Borón), la financierización y mundialización del capital (Chesnais), sobre los fundamentos ontológicos del trabajo (Lukács), entre tantos otros.

A modo de conclusión Se trata, como pudimos ver, de una contribución del pensamiento marxista para el Trabajo Social, muy reciente en términos históricos, que representa un proceso no linear, partiendo de un marxismo “sin Marx”, invadido de positivismo, estructuralista, dogmático, pero, más recientemente, superado por la rica corriente dialéctica del marxismo, ortodoxo en el sentido de fidelidad con el método marxiano, radicalmente crítico. En este camino, y en esta vertiente, las contribuciones del marxismo con el Trabajo Social son profundas, variadas y fundamentales, para el conocimiento crítico de la realidad, de sus fundamentos estructurales y sus dinámicas y fenómenos, de los fundamentos de la profesión, así como para el posicionamiento crítico del profesional frente a tal realidad.

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Introducción

Un análisis de la trayectoria de la profesión y su relación con las “teorías” permite afirmar que en el Trabajo Social, el pragmatismo se convierte en una tendencia cuya orientación teórica es más común de lo que podamos suponer, incidiendo tanto en los profesionales que se localizan en la academia como en aquellos que se insertan en las políticas sociales, influenciando la apropiación que los trabajadores sociales tienen de las teorías sociales, en especial del marxismo y muchas veces confundiendo a éste último con el pragmatismo.

Se constata que el pragmatismo es responsable por el profundo empirismo del que se nutre la profesión y por una determinada manera de concebir la relación teoría y práctica. En ambos hay una sobrevaloración de la práctica, identificada como experiencia pura y considerando que la teoría se restringe a los hábitos y a las costumbres, los cuales serán verdaderos y exitosos si sirvieron a la solución inmediata de los problemas. El pragmatismo es también responsable por el profundo desprecio que, en general, algunos profesionales sienten por la teoría crítica, no por cualquier saber, no por el saber práctico-instrumental, sino por aquel que, efectivamente, busca los fundamentos y por eso, no siempre se convertirá en respuestas inmediatas.

El pragmatismo ideo-teórico en Trabajo SocialLos autores seminales que tratan el amplio universo de lo que en ciencias sociales se conoce como pragmatismo son muy diferentes entre sí y no alcanzan ningún consenso sobre su naturaleza. Para unos, el pragmatismo es una teoría de significación (Pierce); para otros, un método o una teoría para alcanzar la verdad (James y Dewey); para otros, incluso, una filosofía; existen también los que lo conciben como un estilo de vida. Pero la amplitud de esta tendencia es tan grande que abarca no sólo concepciones

diferentes, sino también opuestas. Su importancia va más allá del hecho de que, al inicio del siglo XX, el pragmatismo se constituyó como la principal tendencia norteamericana. Surge de ahí su difusión como “american way of life” . A partir de ahí tanto el pragmatismo como el neo-pragmatismo pasan a constituirse tendencias hegemónicas en determinados momentos y coyunturas. Nos parece que, de sus principales autores, Dewey y su instrumentalismo fue el que ejerció mayor influencia en las ciencias sociales, especialmente en la educación, psicología y trabajo social.

Pero el pragmatismo, como el modo de ser de la inmediaticidad del mundo burgués y de su representación ideal tomada a partir de la experiencia, opera con tanta sutiliza que tenemos dificultad para percibir que éste es apenas un modo de aprehensión de la apariencia de lo real y no el fundamento del modo de ser de lo real. El pragmatismo opera con un nivel de aprehensión de la praxis dado por su inserción y su aprehensión inmediata de la realidad, tornándose la actitud práctica del hombre común en el cotidiano. La actitud pragmática y el pensamiento en el cotidiano se naturalizan y son naturalizados por la racionalidad predominante en el mundo burgués: la razón instrumental .

Pensamiento y actitud pragmáticos, por permitir la inserción de los trabajadores sociales en la realidad, ratifican en la profesión un tipo de realismo ingenuo que se contrapone al realismo crítico. Así, esta “actitud inmediata e ingenua de la consciencia común” (Sanchez Vázquez, p.28), se limita a la inmediaticidad como una opción o como una falta de ella, ya que el hombre burgués posee “una consciencia de la praxis que se fue forjando de un modo espontáneo e irreflexivo, aunque en ella no falten (...) por ser consciencia, ciertos elementos ideológicos o teóricos de manera degradada, grosera o simplista” (Sanchez Vázquez, 2007. p.35).

En esta concepción, el carácter de utilidad y eficacia de todo conocimiento es el criterio para actuar en situaciones análogas, con juicios provisorios/juicios a priori que se

La necesari lectura Marxista de los Fundamentos del pragmatismo en el trabajo social

Yolanda GuerraAssociate Professor at the School of Social Service, Universidad Federal de Rio de Janeiro, Studies and Research Coordinator on Social Service Fundamental Principals PRAGMATISM

cristalizan en prejuicios, como marcas del pragmatismo, producto de una consciencia que no se refleja la realidad en su totalidad y que expresa apenas la práctica repetitiva que es propia del cotidiano , en el cual muchas veces actuamos confiando en juicios provisorios, los cuales aunque sean negados por la realidad social, no son abordados en razón de los hábitos formados por la experiencia. Sin embargo, éstos son limitados y limitadores de un tipo de intervención en lo real.

No hay lugar para la confianza, si el profesional no reconoce la teoría que lo orienta. El error del profesional es concebir que puede realizar su ejercicio profesional sin teoría. Quien desconoce la teoría social que lo orienta acaba convirtiéndose en un instrumento de manipulación de la misma.

Solamente por medio del análisis ontológico materialista el profesional puede develar el significado social de la profesión como actividad que, inserta en la división social y técnica del trabajo, se constituye en una manifestación particular del trabajo social .

Consideraciones finalesCon base en estas reflexiones reconocemos que el orden burgués, a pesar de la coexistencia de diversas racionalidades, padece de un tipo predominante de racionalidad propia de la civilización capitalista occidental, que al ser concebida como la forma hegemónica de racionalidad vigente, atraviesa las diversas esferas de la vida social que se organizan a partir de sus componentes pragmáticos, utilitarios, instrumentales, constituyendo la propia sociabilidad burguesa que es transversal a las clases sociales, a los segmentos de clases, a las instituciones y a las prácticas profesionales y sociales.

Esta racionalidad viene recorriendo la trayectoria histórica de la profesión, en los espacios socio-ocupacionales donde se realiza la intervención, en su reivindicación de resolutividad; en la evaluación de resultados a través de metas cuantitativas; así como en el referencial teórico e ideo político que orienta las intervenciones profesionales. En esta trayectoria se nota que los influjos del pragmatismo dejaron sus marcas en: la concepción de la profesión como instrumento al servicio del proyecto del capital, en la concepción de la práctica de ayuda psicosocial, en su enfoque en el sujeto, en su función educativa dirigida a la adaptación y al ajuste, en su fisura por las técnicas, instrumentos y metodologías de acción, en el profundo eclecticismo de sus abordajes teóricos, en el desprecio por los fundamentos.

En la actualidad tales influjos se presentan, por ejemplo, en los criterios de la formación profesional que son cada vez más pragmáticos, en la racionalidad adoptada que se reduce a la lógica de las competencias y de los comportamientos manipulatorios, en el aligeramiento de los procesos de formación profesional, en las categorías de análisis de la realidad reducidas a categorías

instrumentales, en el pensamiento agnóstico, como la negación de la posibilidad de acceder al conocimiento de la lógica constitutiva de los procesos y las prácticas (sociales, políticas y profesionales), en fin, de alcanzar los fundamentos de la vida social. Como consecuencia, las investigaciones se reducen a meros levantamientos de datos empíricos.

Esta racionalidad no sólo invade al marxismo sino que se confunde con él .

Por esas razones, inspirada en la atinada expresión de Quiroga (1991), considero que ha habido una “invasión” pragmatista en el marxismo, resultado de una apropiación instrumental del mismo, expresada en la exigencia de un marxismo que resuelva los problemas inmediatos de la práctica profesional. Esta apropiación pragmática del marxismo por la profesión, producto de la presencia de la razón instrumental, fundamentada en una visión de que la verdad de una teoría está en razón directa de los resultados que produce, le (re) plantea desafíos. La influencia de la razón instrumental y la tendencia a convertir todo conocimiento en modelos y en metodologías para la intervención; la constante petición de teorías que aporten pautas interventivas (en una verdadera compulsión por teorías de resultados); la exacerbada preocupación por los procedimientos técnico-instrumentales, son expresión de una visión de trabajo social como técnica social (de ayuda, de administración de conflictos, de resolución de problemas, de gestión de la pobreza).

Dado que vivimos bajo los efectos de una hegemonía de la razón instrumental, la teoría social de Marx, tiene que esquivar sus ataques y depurarse de sus contaminaciones.

En la contemporaneidad del capitalismo, la lógica pragmática encuentra cada vez más espacios para afirmarse. El individualismo y el subjetivismo, la centralidad en el sujeto y no en el ser social; la valoración del utilitarismo meramente reprodutivo y no de la utilidad social direccionada a la transformación, son sus marcas determinantes y recurrentemente resignificadas.

Las exigencias que hacemos al marxismo para dar respuestas inmediatas a situaciones inmediatas cancelan sus contenidos práctico-críticos. El marxismo pragmático es derivado de la influencia pragmatista en el marxismo, convirtiéndose en un marxismo instrumental, aséptico, positivizado, totalmente abstraído de la perspectiva del devenir del ser social, apartado de la imperativa necesidad de revolución. Solamente la crítica ontológica es capaz de exponer a la lógica del pragmatismo y a su influencia en el mundo contemporáneo, de ahí la necesaria crítica marxista de los fundamentos del pragmatismo y de sus consecuencias como modo de ser y de reproducción del ser social de la sociedad burguesa.

1 Lo que aquí designamos bajo el nombre de pragmatismo se constituyó en una escuela filosófica al final del siglo XIX. En 1871 en Cambridge, Estados Unidos, un grupo de intelectuales cuya preocupación por liberar a la filosofía de los excesos de la metafísica y del formalismo de la teoría cartesiana del conocimiento, se reunieron bajo el nombre de Club Metafísico. Posteriormente, en 1872, Charles Sanders Pierce (1839-1914), filósofo, científico y matemático somete a la crítica de sus compañeros un conjunto de ideas relativas a un método que él denominó pragmatismo. De ahí en adelante se torna un movimiento intelectual,

constituyéndose como escuela de pensamiento.

2 Es importante evidenciar que el pragmatismo surge exactamente en el pasaje del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista (pasaje del siglo XIX al siglo XX) en los Estados Unidos, en el período posterior a la guerra civil americana. Este período también está marcado por la separación entre la Iglesia y el Estado y por el franco desarrollo de la ciencia y de la tecnología.

3 Para una crítica de la razón instrumental en el Trabajo Social véase Guerra, 2007.

4 Cf. Vázquez, op.cit.

5 En términos de la teoría de Marx.

6 Vázquez dice: El pragmatismo identifica lo verdadero con lo útil. Dicha tesis de la utilidad podría confundir a algunas personas si se toma en cuenta que el marxismo no ve en el conocimiento un fin en sí mismo, pero sí una actividad del hombre vinculada a sus necesidades prácticas para las cuales sirve de forma más o menos directa, y en relación con las cuales se desarrolla incesamentemente (2007, p. 241).

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Trabajo social LatinoamericanoEn los 60´ Trabajo Social cuestionó su práctica profesional como una profundamente influenciada por las fuerzas económicas y políticas de la sociedad, y marcadas por la apatía en responder a las inequidades causadas por bases estructurales de opresión sobre los grupos excluidos de la sociedad.

Muchos movimientos sociales aparecieron en ese tiempo, en Canadá fue desarrollado el Trabajo Social Estructural, en Inglaterra comenzó el Trabajo Social Radical, el que acercó los servicios a los usuarios a través de la investigación acción, y los intentos para formar alianzas con ellos para desarrollar nuevas formas de práctica.

El trabajo social estructural, al igual que el trabajo social radical y sus sucesores, como el trabajo social anti-opresivo, fueron concebidos como una tradición preocupada de las amplias dimensiones socioeconómicas

de la sociedad, que perturbó las relaciones igualitarias entre individuos y comunidades, y tuvo como objetivo promover la emancipación de las poblaciones oprimidas y luchar contra las barreras estructurales que afectaban las condiciones de vida de los usuarios de los servicios.

El Trabajo Social Latinoamericano no fue indiferente a estas reflexiones, asumiendo una perspectiva crítica de las sociedades capitalistas, impulsada por el movimiento de la reconceptualización del trabajo social (Faleiros, 2011; Netto, 1976); basado en un análisis marxista sobre el capitalismo, que promovía las transformaciones de las estructuras sociales, analizando críticamente las prácticas diarias del trabajo social y cuestionando su disposición servil hacia las estructuras sociales dominantes.

Este proceso fue un resultado común tanto de la teología de la liberación como del trabajo social anti-opresivo y proporcionó un elemento importante en los modelos para la práctica. Estos movimientos liberadores tuvieron sus raíces en América Latina, durante la década de 1960 y

Trabajo Social Latinoamericano, revisitando movimientos de liberación para resistir las hegemonías actuales de la región. 1

Carolina Muñoz-Guzmán

Director School of Social Work, Universidad Católica de Chile

Este artículo argumenta la necesidad de revisitar las rupturas históricas del Trabajo Social Latinoamericano para desafiar las hegemonías actuales en la región, así movernos entre el pasado y el presente para construir un futuro transformado.

By James N. Wallace [Public domain], via Wikimedia Commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Allende_supporters.jpg#/media/File:Allende_supporters.jpg

representaron un desafío para las prácticas tradicionales, dentro de la Iglesia Católica en el primer caso, y dentro de la práctica del trabajo social en el segundo. Ambos modelos han tenido un legado perdurable en el desarrollo de formas de participación social y compromiso político.

La teología de la liberación y la reconceptualización latinoamericana del trabajo social, trajeron, juntas, una ruptura con las tradiciones institucionales: el nuevo espíritu entendía a los pobres como a un oprimido, no más como un receptor / beneficiario, sino como un protagonista; las personas se convirtieron en agentes políticos para transformar las estructuras no solo para adaptarse a las estructuras; los esquemas verticales para aproximarse a la realidad de las personas fueron dados de alta para adaptar nociones tales como la educación popular.

La contribución que estas perspectivas le dan a la disciplina es la noción de empoderamiento como un proceso deliberado cuyo protagonista es la persona que gana poder y toma el control en su vida. Este nuevo rol permite a las personas un mayor acceso a recursos sociales que no solo favorecen sus objetivos personales, sino también sus objetivos colectivos.

La práctica anti-opresiva busca generar conciencia crítica y que las comunidades oprimidas comprendan las desigualdades y obstáculos estructurales, y contribuyan en el desarrollo de sus capacidades y capital social para aumentar su control e influencia en la sociedad, mejorar su acceso a los recursos sociales y su participación en toma de decisiones sociales. 

Desafortunadamente, desde los años setenta, América Latina se convirtió en el centro de la "revolución" neoliberal. La ortodoxia neoliberal fue promovida por gobiernos, organizaciones internacionales (BM, FMI), economistas intelectuales y oligarquías regionales, todas unidas en un consentimiento al neoliberalismo, "que dominaría a la mayoría de los países durante más de una generación" (Kellog 2017). El principal logro de este movimiento ha sido canalizar la riqueza de los grupos

más pobres hacia las oligarquías "desmantelando las instituciones y las narrativas que promovieron medidas distributivas más igualitarias en la era anterior" (Harvey 2007).

Se podría argumentar que la emergencia de la contrahegemonía en las Américas, vista en Brasil, Bolivia y Venezuela, así como la relevancia actual de China en la región, y la emergencia de los estados de izquierda o centro izquierda en América Latina puede amenazar las hegemonías tradicionales. Sin embargo, una simple revisión de las prácticas económicas políticas nos muestra que el cambio contrahegemónico sigue siendo un trabajo en progreso.

Hay una necesidad, entonces, de revisitar el espíritu de la reconceptualización del trabajo social latinoamericano, el espíritu de la teología de la liberación y también el espíritu de contribuciones posteriores de la pedagogía crítica, para volver a debatir cuestiones relacionadas con la diferencia social, la justicia social y la transformación social promovido por una praxis de resistencia. En América Latina, la infusión de la teología de la liberación, los procesos de reconceptualización y la pedagogía crítica en el trabajo social y comunitario, fueron cruciales para enfocarse en la esencia misma de las vidas de las personas y cuestionar la interfaz de liberación y dominación.

Este artículo es una invitación a discutir las influencias de estas perspectivas en el trabajo social y los dilemas que enfrenta la región hoy en día, para tomar decisiones sobre la perpetuación del status quo o la creación del contexto para cuestionar. La resistencia parece difícil en medio de la hegemonía natural del neoliberalismo. Necesitamos recordar viejas prácticas y sus fundamentos, moviéndonos entre el presente y el pasado, para construir un futuro transformado.

1 Este artículo se basa en Muñoz-Guzmán, C., 2015. Liberation Theology in Social Work. In: James D. Wright (editor-in-chief), International Encyclopedia of the Social & Behavioral Sciences, 2nd edition, Vol 14. Oxford: Elsevier. pp. 32–38.

By Guillaume Paumier (Own work) [CC BY 3.0

(http://creativecommons.org/licenses/by/3.0)], via

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José Paulo NettoNetto se graduó en Servicio Social (1969) y en Letras (1974) en la Universidad de Juiz de Fora; asimismo posee estudios de Maestría en Teoría Literaria por la Universidad de San Paulo (1981) y Doctorado en Servicio Social de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo (PUC-SP) (1990). Se desempeñó como Profesor de la Escuela de Servicio Social de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) y de la PUC (SP) tanto en el grado como en el posgrado.

Su recorrido se liga a diversos países de América Latina, siendo docente de diversos cursos de Posgrado en Argentina, Honduras y Uruguay, entre otros. Así lo demuestra su trayectoria, enriqueciendo los debates en las aulas como un “obrero de la tiza”, tal como el mismo se define.

En las universidades donde se desempeñó como docente fundó espacios de estudio e investigación de la tradición marxista 1 compartiendo el camino intelectual con pensadores de la talla de Carlos Nelson Coutinho. y Leandro Konder.

A través de la Maestría de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata desde 1995 en Argentina compartió un espacio inigualable de formación académica, siendo continuado con cursos en otras Universidades Nacionales como la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), con sede en Tandil y la Universidad del Comahue, en Neuquén. En 2010 obtuvo el reconocimiento de Doctor Honoris Causa (UNICEN) 2, valiéndole como el primer reconocimiento institucional de esas características en el país.

Como orientador de tesistas de diversos países latinoamericanos y producto de sus aportes a través de la publicación de sus artículos en las editoriales de Argentina, Humanitas 3 y las revistas del Grupo Ecro 4, en los 60 ‘y 70’ así como la Biblioteca Latinoamericana de Servicio Social de la Editora Cortez 5 años más tarde, le valió lo que el mismo revaloriza: “.. Como interlocutor relacionado al Servicio Social, fui primero conocido en América Latina y luego en Brasil (…)” (Revista Praia Vermelha v 20 Nº 2)

Pese a su vasto trayecto en el Trabajo Social sus detractores se ufanan en afirmar que Netto no es trabajador social o afirman que sus análisis son

José Paulo Netto, un autor imprescindible para el Trabajo Social Latinoamericano“Aquellos que siguieron brillando

Con tenacidad, con hermosura,

Ideas que hoy defendemos. (…)

Soñadoras hermosas,

Hermanos inmaculados de luz,

Joven, para siempre joven,

Queridos viejos comunistas” (Roberto Fernández Retamar)

Marina Cappello

Carolina Mamblona

Profesoras e investigadoras de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata (FTS-UNLP), Argentina

La trayectoria política y académica de José Paulo Netto es inseparable de los diversos atravesamientos sociales y políticos ocurridos tanto en Brasil como en América Latina en los últimos 40 años, forjando una ardua experiencia militante e intelectual. Ello lo constituyó en una verdadera referencia para nuestro colectivo profesional, desarrollando una producción escrita enorme e indispensable para la formación teórico-política de los trabajadores sociales.

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sociologizantes confundiendo que el autor mantiene una rigurosa perspectiva de totalidad en sus investigaciones, que sus preocupaciones se alejan de particularismos buscando aspectos universales, determinaciones y mediaciones, lo que le vale ser tildado de determinista.

Como afirma Freddy Esquivel Corella (2001):

“Se opone al sociologismo y al cientifismo de cuño positivista, donde destaca que el conocimiento de los complejos de complejos que forman la realidad social reclama de hecho un análisis sistemático pero jamás un sistema, jamás un modelo o “forma metodológica”, constituidos a partir de la (simple) “investigación de las regularidades o reiteratividades de los fenómenos”, se opone también a todas las formas de expresión del irracionalismo.”Pese a ser blanco de críticas tan débiles resulta muy difícil empañar a un intelectual de excesiva honestidad, que siempre ha expresado su filiación teórico-política, presentándose ante el público o lector como “un marxista convicto y confeso”. Un militante partidario (PCB) 6 atravesado por las desventuras del comunismo a lo largo del siglo XX.

Un profesor, que siempre ha fomentado en los demás un pensamiento crítico y autónomo, siendo un hacedor en el debate de ideas; dando lugar al pluralismo pero sin ofrecer concesiones al eclecticismo, aportando mediaciones a nuestro colectivo profesional para investigar la realidad, intervenir en ella y en consecuencia transformarla.

Por todo lo mencionado Paulo Netto ha trascendido el espacio profesional aportando al debate intelectual desde la teoría social. Es un prolífico divulgador y traductor de obras de pensadores marxistas, principalmente realizando traducciones al portugués de G. Lukács. Es ante todo un pensador preocupado por el tiempo presente llevándolo a comprometerse con diferentes procesos de lucha. Sus aportes a la formación política de militantes los sigue realizando en la Escuela Florestán Fernández, sede el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST); espacio catalizador y educativo de los movimientos sociales y políticos latinoamericanos contemporáneos. Resultan imperdibles las contribuciones de Netto en la actualidad, en diversos cursos que lleva a cabo en Portugal y Brasil, continuando a su vez con su escritura filosa dedicada a investigar y revalorizar autores olvidados de la literatura anticapitalista.6

Junto a Marilda lamamoto y otros colegas, forman parte de una generación que funda las bases del Trabajo Social Crítico, poniendo a la luz la dimensión política de la profesión, formaron parte de la historia más rica del Trabajo Social como jóvenes protagonistas del movimiento de reconceptualización. Ya tempranamente sus escritos forman parte de los acervos y función pedagógica que tuvo el CELATS 7 , en la década de los 80’ mientras la persecución de las dictaduras del cono sur imponía la cárcel, el exilio y la desaparición para las generaciones revolucionarias.

Ambos autores contribuyeron con sus obras fundamentales a ubicar el origen de la profesión como un producto histórico del capitalismo monopolista, incorporando las demandas socialmente colocadas por la clase trabajadora; en el marco de una especialización en la división socio-técnica del trabajo. Así, investigando los orígenes y manifestaciones de la denominada “Cuestión Social”; superaron con sus desarrollos otras posiciones que ubicaban a la profesión como una continuidad de la filantropía y la caridad.

Los textos de Netto plantean categorías centrales e indispensables para nuestra intervención profesional. Como lo presenta en Capitalismo Monopolista y Servicio Social, “el sincretismo constituye el hilo conductor de la afirmación y del desarrollo del Servicio Social como profesión, su núcleo organizativo y su norma de actuación. Se expresa en todas las manifestaciones de la práctica profesional y se revela en todas sus manifestaciones del agente profesional como tal. El sincretismo fue un principio constitutivo del Servicio Social” (Netto, 1992: 89)

Entre otras categorías resalta la importancia de abordar la naturaleza del mundo cotidiano para enfrentar la alienación en las relaciones sociales, el método crítico dialéctico para investigar y conocer la realidad despejando debates metodologistas en la profesión; la relación entre tradición marxista y trabajo social bajo las limitaciones de una “aproximación contaminada”; así como los elementos fundamentales de la ofensiva neoliberal y la crisis del socialismo. Paulo Netto denominó a Gyórgy Lukács como “un guerrero sin reposo”, en quién se ha inspirado profundamente. Desde allí resiste y persiste con la convicción en alto, sin capitulaciones, buscando los caminos nunca sencillos, de construcción de horizontes centrados en la emancipación humana que presenten una alternativa a la barbarie contemporánea.

Concluimos sin dudar en que José Paulo Netto se encuentra entre aquellos hombres imprescindibles para el Trabajo Social y para todos quienes aspiren a cambiar el orden existente. Aquellos a los que Bertolt Brecht denominara “imprescindibles” porque son los que luchan toda la vida…

1 Ver Núcleo de investigadores el “Núcleo de Estudios e Investigaciones Marxistas” (NEPEM-UFRJ) - y NEAM “Núcleo de estudios y profundización marxista”, constituido en la PUS-SP inicialmente con Evaldo Vieira y Dilsea Bonnetti.

2 Ordenanza 1914 del Consejo Superior 28/10/2011

3 La Editorial Humanitas, creada por el Prof. Aníbal Villaverde y su esposa Sela Sierra de Villaverde, comienza sus actividades en la década del 50; dedicada inicialmente a la publicación de libros vinculados al área de

educación y pedagogía. Da inicio a su línea editorial dedicada al Servicio Social en el año 1963 con la serie de Cuadernos de Asistencia Social bajo la supervisión de Sela Sierra.

4 Revista “Hoy en el Trabajo Social”, primero denominada “Hoy en el Servicio Social” (Argentina), dirigida por el Grupo ECRO de Investigación y Docencia del Trabajo Social y publicada por la Editorial ECRO (Esquema Conceptual Referencial Operativo), se constituyó -desde el primer momento (1965)- como el órgano vocero del entonces naciente “Movimiento de

Reconceptualización del Trabajo Social Latinoamericano” el que, en su primera etapa (hasta alrededor de 1968) era casi sinónimo de la denominada “Generación 65”.

5 Ingresó al Partido Comunista Brasilero en 1963 realizando aportes intelectuales y prácticos muy diversos y significativos.

6 Sugerimos visitar el blog de la Editorial Boitempo , donde desarrolla la columna mensual denominada “Biblioteca do Zé Paulo: achados do pensamento crítico”

7 CELATS: Centro Latinoamericano de

Trabajo Social que editó la Revista Acción Crítica de gran importancia para el Trabajo Social en Latinoamérica. ALAETS (Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social); planteó la necesidad de contar con un brazo académico a través del cual se difundiera la proyección de la institución. Para tal motivo se creó el CELATS en 1975, entidad que surgió con el status de Organismo Internacional de Cooperación Técnica que tuvo como propósito fundamental, contribuir desde la acción de los trabajadores sociales, a las tareas del desarrollo y de la promoción popular.

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Históricamente los trabajadores sociales han tenido una formación multidisciplinaria, lo cual es una riqueza que se convierte en problema cuando en esa formación se piensa al trabajo social como una profesión de apoyo y entonces se le transmiten conocimientos fragmentados de las otras disciplinas y no propiamente el conocimiento de base que requiere nuestra profesión para su hacer. Aun cuando se han desplegado múltiples esfuerzos por ir construyendo al trabajo social como un campo de conocimiento específico, lo cierto es que en las instituciones universitarias se plantea el dilema entre formar desde el conocimiento universal, específico de teorías generales de las ciencias sociales o formar a partir de la construcción de unidades de conocimiento complejo que acerquen a la comprensión integral de la realidad desde una perspectiva del trabajo social desde la cual se diseñe la intervención profesional específica.

En el mismo sentido, se abre la disyuntiva entre una formación académica sustentada en los conocimientos legitimados y aprobados por ser considerados “científicos”; o bien optar por una formación académica basada en los conocimientos que va construyendo la disciplina, aun cuando no estén legitimados por no pertenecer a los paradigmas dominantes de las ciencias sociales, pero sí en plena correspondencia a las exigencias de la práctica profesional.

En este mismo orden de ideas se abre un dilema metodológico que nos coloca entre la utilización de construcciones metodológicas generadas por otras ciencias sociales que solo son aplicadas en el trabajo social y que por lo tanto conducen al desarrollo de intervenciones no específicas y parciales, o la construcción de propuestas teórico-metodológicas desde una mirada estratégica propia del trabajo social, generadas a partir de la recuperación y conceptualización de métodos y técnicas desarrollados en la experiencia profesional, que apunten a una intervención integral.

Un dilema entretejido a ello es la división planteada entre

la investigación y la intervención, en donde se coloca la disyuntiva entre desarrollar investigación desde los problemas planteados por las otras disciplinas de las ciencias sociales o problematizar y construir unidades de investigación sobre el hacer de trabajo social. Lo cual, además, nos coloca entre formar para la investigación o para la intervención, pues la tendencia dominante ha sido asumir éstos como dos momentos “separados” y dar prioridad a la investigación bajo el supuesto de que ésta es más importante y tiene un mayor estatus científico que la intervención; aun cuando lo cierto es que, en trabajo social, la intervención es la que direcciona la investigación.

El afán por consolidar la cientificidad del trabajo social y consecuentemente la formación de sus profesionales llevó en ocasiones al “academicismo”, lo cual influyó de manera determinante en la ruptura entre la formación académica y el ejercicio profesional. Lo anterior está estrechamente relacionado con el dilema entre la formación práctica y la teórica: dentro de la primera encontramos una tendencia a pensar que la práctica no requiere de teoría y que, en su caso, la teoría solo se utiliza para “revestir” o “recubrir” el quehacer práctico, es decir, se piensan de manera fragmentada, lo cual supone un problema de fondo que es la separación de la teoría de la práctica, cuando en realidad tendría que asumirse que la acción del trabajo social es una unidad en la que se entretejen y no como dos dimensiones que se sobreponen entre sí, pues como señala González Casanova “el desafío de las ciencias sociales es juntar el pensamiento crítico con los análisis técnicos y las investigaciones científicas y unas y otras con el discurso claro y la voluntad política” (1991, pág. 23).

EN lo que respecta a la formación para la intervención, señalaremos que históricamente las pautas de solución que se han propuesto se han modificado de acuerdo a los problemas sociales que aquejan de manera acuciante a la sociedad en un determinado momento, generando epistemológicamente dos líneas de acción: una que contribuye al funcionamiento del orden social dominante y otra que busca la alternativa a ese orden impuesto.

Dilemas contemporáneos en la formación de trabajadores sociales

Adriana Ornelas y Nelia Tello

Profesoras Escuela Nacional de Trabajo Social.

Universidad Nacional Autónoma de México.

Trabajo Social es una disciplina de las ciencias sociales que es reconocida más bien como profesión y, a veces, sólo como un apoyo técnico. Su historia se asocia a los pobres, a los necesitados, a los vulnerables, a las instituciones de asistencia, a las mujeres; como parte de un imaginario social que lo vincula con la caridad, la ayuda, la buena voluntad y los buenos sentimientos, más que con el conocimiento (Montaño, 2010). Sin embargo, el fundamento del trabajo social desde sus inicios como profesión ha sido el conocimiento que se construye desde la formación académica. En su devenir se han planteado diversos dilemas, es decir, situaciones de duda que dieron paso al debate entre dos alternativas; a continuación, haremos referencia a aquellos dilemas que consideramos más relevantes en la formación de los futuros profesionales del trabajo social.

En la actualidad, el desplazamiento, desdibujamiento y debilitamiento de lo social en un mundo en el que lo económico está en el centro, la tecnología dicta las reglas de la vida cotidiana, la persona humana es una mercancía, el individualismo y el placer inmediato orientan desde la fragmentación los compromisos sociales dominantes y ello influye de manera determinante en la formación de profesionales, como señala Bauman (2015, p.162): “Los cambios educativos se vinculan así de forma creciente al discurso de la eficiencia, la competitividad, la rentabilidad y la rendición de cuentas y el objetivo declarado de los mismos es el de vincular <en la fuerza de trabajo> las virtudes de la flexibilidad y la movilidad, así como <habilidades básicas y relacionadas con su desempeño laboral>”.

En el marco de lo cual se delinea como dilema el formar trabajadores sociales que intervengan desde la fragmentación, la inmediatez y la técnica en procesos de operación institucional que fortalezcan las políticas socioeconómicas que emanan de los gobiernos neoliberales y antidemocráticos o formar trabajadores sociales que desde la complejidad, la transdisciplina y la crítica desarrollen procesos de intervención que fortalezcan lo social, mediante la construcción de estrategias de intervención integrales que generen cambios sociales participativos.

Con ello, nos encontramos entonces en la disyuntiva de formar para una intervención fragmentada que si bien da respuestas éstas no se constituyen propiamente en intervenciones profesionales; o formar para una intervención integral que no se reduzca a la aplicación de técnicas, sino que aluda a la creación y desarrollo de estrategias de intervención de trabajo social; ello marcará la diferencia entre los trabajadores sociales operativos, que se encarguen de desarrollar lo diseñado por otros profesionistas y los trabajadores sociales estrategas, desde cuya mirada y conocimientos se dé respuesta a las situaciones-problema.

Todo lo cual “nos coloca frente a una exigencia epistemológica fundamental, que es la de ubicar si somos capaces de construir una relación de y con el conocimiento que permita no quedar atrapados de las lógicas imperantes y asumir los desafíos que implica la construcción de discursos alternativos” (Gómez, 2002, p. 172), rompiendo con la tendencia a la repetición de conocimientos, para apostar por la creación de conocimientos teóricos, metodológicos y prácticos propios. La construcción de estrategias de intervención en trabajo social requiere independizarse de la construcción teórica de las ciencias sociales hoy dominantes; tiene que verse como una unidad, comprendiendo que las acciones de trabajo social se clausuran como procesos teórico prácticos integrales y no como etapas complementarias, partiendo de la construcción de objetos de intervención específicos del trabajo social.

Así, lo que buscamos es una formación de trabajadores sociales desde el conocimiento complejo, transdisciplinario, que facilite los procesos de comprensión integral de la

realidad e intervenir en ella; esta comprensión supone análisis multirreferenciales, pues como señala Zemelman (2002, p.86) “la complejidad se deriva del contexto que obliga a leer el problema en una indeterminada cantidad de relaciones, en una abierta cantidad de relaciones ramificadas que van a cumplir la función de determinarlo o sobredeterminarlo”. Es por ello que la formación de los trabajadores sociales contemporáneos requiere de conocimientos acerca del contexto actual (sistema social, político y económico) que le permitan una comprensión integral de la realidad; así mismo, es necesario que cuente con elementos teóricos, tanto para el análisis de la realidad social como para el cambio social a desencadenar (teorías sociológicas, antropológicas, psicológicas y de comunicación),considerando elementos metodológicos que fundamenten sus intervenciones profesionales y completadas con procesos de construcción de sujetos sociales individuales y colectivos para, desde el conocimiento, diseñar propuestas que irriten los procesos sociales dominantes de la realidad y desencadenen procesos de cambio de la situación- problema, en la organización social, y/o en procesos o interrelaciones sociales. Todo lo cual habrá de considerarse no como una acumulación de conocimientos, sino formando la capacidad crítica y reflexiva de nuestros profesionales, es decir bajo un concepto de formación que

“ya no es simplemente el contenido de determinada información disciplinaria, que bien o mal se está transmitiendo de buena o de mala manera a una persona en proceso de crecimiento, sino que tendría que ver con la lógica de razonamiento.” (Zemelman, 2002, p.26).

Por tanto, la formación de nuestros profesionales tendrá que fundamentarse en una conceptualización clara acerca del trabajo social contemporáneo, por lo que consideramos “es prioritario generar una amplia discusión sobre la disciplina y la profesión, así como acerca de los propósitos de la formación de sus profesionales, recuperando la producción teórico-metodológica propia del Trabajo Social” (Ornelas y Tello, 2013, p.131). Para lo cual resulta indispensable delimitar los elementos de la especificidad del trabajo social y aprender a discutir entre las diferentes posturas y no haciendo concesiones que lleven a discursos desestructurados, inconsistentes, incongruentes. Se trata entonces de analizar con visión crítica los paradigmas en la formación de trabajadores sociales, para proponer alternativas de horizonte y construir, hoy y ahora, el futuro deseable de nuestra disciplina/profesión.

1. Bauman, Z. (2015). Vida líquida. México. Gandhi ediciones-Paidós2. Goméz, M. (2002). Problemática de la formación en postcrisis: Una lectura epistémico-pedagógica. En: En los márgenes de la educación: México a finales del milenio. Rosa Nidia Buenfil (coord.). México. Plaza y Valdés editores.

3. González, P. (1991). Los desafíos de las ciencias sociales hoy. México. UNAM.4. Montaño, C. (2010) Entrevista a Carlos Montaño. Universidad Católica del Maule. 5. Morín, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa editorial. Barcelona, España.

6. Ornelas, A. y Brain. M.L. (2011). Formación de trabajadores sociales: las encrucijadas. En: Pensando y actuando en América Latina. Cecilia Aguayo y Luis Horario Franco (editores). Chile, Universidad Andrés Bello. 7. Ornelas A. y Tello, N. (2013). La formación de Trabajadores Sociales en la Escuela Nacional de Trabajo Social, de la Universidad

Nacional Autónoma de México. En: La formación de profesionales en Trabajo Social. José Manuel León (coord). México. UAS-CECyT. 8. Zemelman, H; (2002). El conocimiento como desafío posible. Colección Conversaciones Didácticas. México: IPN.

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En México la ideología de “el nuevo espíritu del capitalismo” parece estarse expandiendo. Esta ideología alude a un “conjunto de creencias asociadas al orden capitalista que contribuyen a justificar dicho orden y a mantener, legitimándolos, los modos de acción y las disposiciones que son coherentes con él” (Boltansky y Chiapello, 2010: 46). Es importante señalar que “el nuevo espíritu del capitalismo” no sólo se manifiesta en la subjetividad de los individuos, sino que también toma formas materiales, es por ello que nos distanciamos de la conceptualización que hacen los autores antes mencionados. Por ello, siempre nos referiremos al “nuevo espíritu del capitalismo” de manera crítica y entrecomillada para enfatizar que la ideología que reproduce al orden capitalista abarca tanto a la subjetividad, como a los cambios en el régimen de acumulación, lo que incluye las transformaciones del mundo del trabajo (especialmente del modelo de producción), del Estado y del mercado en el contexto neoliberal.

Dentro del Trabajo Social, “el nuevo espíritu del capitalismo” toma forma en cursos que incorporan en sus contenidos conocimientos provenientes de la psicología de bolsillo y su respectiva literatura. Cada vez se hace más frecuente encontrar en las mallas curriculares cursos sobre desarrollo personal, coaching, etc. El objetivo de este artículo es exponer el proyecto socio-político que se encuentra detrás de ello y los efectos negativos que en términos sociales y profesionales tiene la apropiación y reproducción de dicha ideología.

Neoliberalismo y “Nuevo espíritu del capitalismo” En las transformaciones del mundo del trabajo, las presiones ejercidas para controlarlo, ocurren de manera paralela en la esfera material y en la subjetiva, estableciendo una relación dialéctica entre ambas dimensiones. El modelo de acumulación toyotista, necesita cooptar el pensamiento de los trabajadores para integrar sus iniciativas, imaginación y creatividad en los objetivos de la producción (Escobar, 2004:68). Los trabajadores deben

ser flexibles y competentes, cooperativos e implicados (Marzano, 2011); de hecho, la integración de la subjetividad (incluida la emocionalidad) a la producción, se convierte en una condición para el desarrollo material del trabajo.

La cooptación de la subjetividad en el ámbito laboral ha alcanzado tal nivel que los procesos de ingreso y permanencia en el mercado laboral son explicados como determinaciones individuales y predominantemente volitivas. Esta posición elimina, como afirma Marzano (2011), el análisis en torno a la influencia que componentes estructurales como las fluctuaciones del mercado o la gestión elástica de la masa salarial tienen en el desempleo.

El sujeto que se produce en el toyotismo, en su versión más dramática, alude a una persona que cumple con los criterios de flexibilidad de tiempo y disposición emotiva que garanticen sin mayor problema la acumulación de súper lucros. Podríamos decir que hoy, los mecanismos de alienación no recurren a la violencia burda, sino a maquinaciones sutiles que operan con la “anuencia” de los asalariados. Para Marzano el asalariado de hoy, con su consentimiento :

[…] se encuentra, 24 horas al día, a disposición de su empleador, por e-mail o por teléfono móvil. Se ha sustituido la violencia de la vieja cadena fordista por una violencia psicológica. El discurso de la gestión empresarial está ahí para intentar hacer olvidar esta astucia de la historia y convencer a los trabajadores de que actúan para su bienestar, cuando en realidad integran totalmente los apremios cada vez más implacables del Mercado. Soportan sus consecuencias, a la vez que se ven obligados a creer que es por su felicidad (Marzano, 2011: 211).

Sostener las condiciones necesarias para que el hombre del toyotismo reproduzca el modelo de acumulación flexible requiere un proyecto neoliberal. Es decir, son necesarias una serie de prácticas políticas y económicas que afirmen que “la mejor manera de promover el bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo, dentro de un marco

La influencia del neoliberalismo y del “nuevo espíritu del capitalismo” en la educación en trabajo social en México

Sandra E. Mancinas EspinozaProfessor of Universidad Autónoma de Nuevo León, MéxicoFacultad de Trabajo Social y Desarrollo Humano

En México, la tendencia a incluir conocimientos proveniente de la psicología de bolsillo en los planes curriculares debe ser cuestionada y problematizada. Dicha tendencia incluye la utilización de best sellers de autoayuda, motivación, autoestima, coaching, desarrollo personal, etc. En este artículo, argumentamos que la apropiación de los conocimientos de la psicología de bolsillo se inserta en el “nuevo espíritu del capitalismo” como una estrategia del neoliberalismo para garantizar la acumulación de riqueza. Participar de este proyecto, de manera acrítica contraviene los principios éticos de la profesión.

institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio (Harvey, 2007: 8).En el contexto antes dicho, los valores y el tipo de sociabilidad fomentado promueven la idea de que el sujeto es responsable de sus propias acciones y de su propio bienestar en términos de educación, asistencia para la salud, pensiones, etc., y debe responder por ello: El éxito o fracaso individuales son interpretados en términos de virtudes emprendedoras o de fallas personales (como no invertir lo suficiente en su propio capital humano por medio de la educación), en vez de atribuidos a alguna propiedad sistémica (como las exclusiones de clase que a menudo se atribuyen al capitalismo.. (Harvey, 2013: 76).De manera que, el proyecto neoliberal va configurando un sujeto cuya ciudadanía se puede desagregar en dos tipos: “el ciudadano consumidor (un “actor libre concurrente” en el mercado, por lo tanto, es libre de contratar los servicios que quiera y pueda pagar) y un ciudadano usuario (los individuos que, fracasados en el mercado, dependen de políticas sociales precarias, de la caridad de individuos de la sociedad civil o de la “responsabilidad social” empresarial)” (Montaño, 2014: 36). En ambos tipos de ciudadanía, el Estado asume una posición endeble, promoviendo acciones que llevan al individuo a la gestión de su previsión social, sea responsabilizándolos de los gastos de su propia seguridad social u ofreciendo servicios sociales precarios, lo que ulteriormente desalentará a los sujetos del uso de los servicios sociales ofrecidos por el Estado y los conducirá a la búsqueda de soluciones propias. Por todo lo anterior, desconsiderar la influencia del neoliberalismo en la constitución de los ámbitos subjetivos y materiales de la vida en sociedad contribuye a la reproducción de la individualización de lo social y a la responsabilización del sujeto de su propio bienestar en términos de educación, asistencia para la salud, pensiones, etc., borrando cualquier reflexión en torno a la influencia del sistema económico en la generación de problemas sociales y en el recorte al financiamiento de las políticas sociales.

El impacto del neoliberalismo en la formación en trabajo socialLo discutido anteriormente nos lleva a preguntarnos ¿Cómo el neoliberalismo y el “nuevo espíritu del capitalismo” influyen en la formación de los trabajadores sociales?Para Harvey, el neoliberalismo se ha tornado hegemónico como forma de discurso gracias a que ha penetrado de tal forma en nuestros pensamientos que, muchos de nosotros, lo hemos incorporado a la forma en que

interpretamos y vivimos el mundo (Harvey, 2007: 9). Dicha hegemonía está tomando forma en los planes curriculares de trabajo social. En México, se está conformando una tendencia a incorporar conocimientos y literatura proveniente de la psicología de bolsillo, cada vez es más frecuente encontrar cursos que integran como bibliografía básica, best sellers de conocidos motivadores nacionales o internacionales, cuyos contenidos abarcan temas de autoestima, desarrollo personal, coaching, autoayuda, etc.

Para Montaño, la instauración de la racionalidad neoliberal se realiza a través de un triple movimiento: a) la auto-responsabilización del sujeto, mediante la promoción de la autoestima de las personas, su “empoderamiento”, su capacitación, su autonomía en la búsqueda del “emprendedurismo” y de las fuentes autónomas de renta; b) el desmonte de la acción social estatal, en apariencia como una medida para terminar con el paternalismo, mediante el desarrollo de un proceso de privatización/desnacionalización/desestatización, y c) la desgravación del capital, favoreciendo la promoción de la acción solidaria y voluntaria de la sociedad civil y de las empresas orientadas a ayudar a los individuos que fracasan en el mercado (Montaño, 2014: 36).

De los tres movimientos que menciona Montaño, el primero de ellos, claramente contribuye a reproducir el “nuevo espíritu del capitalismo”, a la “movilización de la subjetividad” en la gestión del trabajo, imbricando de tal manera las áreas laborales y privadas que se termina convirtiendo al sujeto en hombre-trabajador. Como dice Marzano (2011), se convence al sujeto que su éxito en la vida depende mayormente de su éxito en el trabajo y para lograrlo, debe entrar al círculo virtuoso de la «autoestima», debe participar del «desarrollo personal», no hacerlo podría ser considerado como una muestra de inadaptación al mundo y de infelicidad. Esta racionalidad, esconde los determinantes estructurales en la construcción del hombre ideal para la reproducción del modelo de acumulación flexible, incrementando la sobre-explotación.

Participar en un proyecto socio-político capitalista que recrudece la cooptación la subjetividad del individuo para convertirlo en hombre-trabajador, individualizando lo social y responsabilizándolo de su capacidad de auto-provisión social, evidentemente contraviene los fundamentos éticos del trabajo social, porque dichas acciones no contribuyen a la búsqueda de justicia social, ni favorecen el respeto a los derechos humanos; en este tipo de prácticas, los profesionales no respaldan sus acciones en conocimientos provenientes de las ciencias sociales, las humanidades o la propia disciplina, sino en conocimientos superficiales que son instrumentalizados para mantener el status quo. Por ello, en México, es urgente problematizar la influencia del “nuevo espíritu del capitalismo” como una estrategia del neoliberalismo en la formación de los trabajadores sociales.

Boltansky, L. & Chiapello, É. (2010). El nuevo espíritu del capitalismo. Madrid. Ed: Akal. Escobar, A. (2004). La subjetividad de los trabajadores/as en la era del “toyotismo”. Revista de la Academia. No. 9. Pp. 67-76. Recuperado de http://bibliotecadigital.academia.cl/jspui/bitstream/123456789/2833/1/67-76.pdf Página consultada el 25 de enero de 2015.Harvey, D. (2007). Breve historia del neoliberalismo. Madrid. Ed: Akal. ________ (2013). O neoliberalismo. História e implicações. São Paulo. Ed: Loyola.Illouz, E. (2012). La salvación del alma

moderna. Terapia, emociones y la cultura de la autoayuda. Madrid. Ed: Katz.Marzano, M. (2011). Programados para triunfar. Nuevo capitalismo, gestión empresarial y vida privada. México. Ed: Tusquets.Montaño, C. A constituição da Ideologia e dos Projetos do “terceiro setor”, en: Carlos Montaño (Org.). O canto da sereia. Crítica á ideologia e aos projetos do “terceiro setor”. São Paulo. Ed: Cortez. Pp. 19-48.No nos referimos a la psicología laboral, la que, como se sabe, históricamente han pretendido, a través de los valores de igualdad

y cooperación, democratizar las relaciones entre trabajadores y gerentes; dicha disciplina “…instauró la nueva convicción de que la propia personalidad –independientemente del estatus social– era la clave del éxito social y gerencial” (Illouz, 2012: 47). Nos referimos, como ya se dijo en el resumen, a aquella tendencia que vulgariza el conocimiento proveniente de la psicología y lo instrumentaliza para despolitizar a los individuos.Mediante lo que Marzano (2011), discutiendo las ideas de Étienne de La Boétie, llama una forma de servidumbre por consentimiento y

por manipulación.Para Harvey: “El neoliberalismo es, ante todo, una teoría de prácticas político-económicas que afirma que la mejor manera de promover el bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo, dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio. El papel del Estado es crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas.” (Harvey, 2007:8).

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Trabajo social en LatinoaméricaLatinoamérica no es una región homogénea, por el contrario, entre los países y al interior de ellos, están presentes las contradicciones y los contrastes. A pesar de ello, las sociedades presentan elementos comunes en su historia: una identidad construida a partir del sedimento colonial; Estados jóvenes, con una historia reciente; dictaduras militares extensas, que representan períodos de opresión a las libertades individuales y violaciones a los derechos humanos, a esto le siguen períodos

de inestabilidad política; economías que dependen principalmente de la exportación de materias primarias, con la alta vulnerabilidad externa que eso conlleva; élites políticas y económicas con hegemonía en la toma de decisiones y por sobre todo todo, la persistencia de una profunda desigualdad social.

Un elemento clave en la historia del Estado latinoamericano son procesos de toma de decisiones en el ámbito de lo social, subordinados a los debates y decisiones tanto políticas como económicas, con gran

Estado, Políticas Sociales y Trabajo Social en Latinoamérica

Sara Caro

Dr © Psicología

Escuela de Trabajo Social UC

El vínculo con el Estado representa un eje patrimonial en la identidad del trabajo social latinoamericano. Con algunos matices, la disciplina participa tanto en la génesis como en la posterior organización y consolidación del Estado. Lo anterior también da cuenta de la dimensión contextual del trabajo social, al estar la intervención social directamente relacionada con la realidad circundante, debe lidiar con estos elementos contextuales y por tanto, con la historia individual y colectiva de la región. Con todo, la historia del Estado en América Latina también es parte de la historia del trabajo social y su permanente tensión entre sociedad, economía y desarrollo.

influencia de fuerzas internacionales. Esto ha generado una tensión permanente en la sociedad y en los procesos de desarrollo, situando al Estado como un actor intermedio entre el modelo económico imperante y las demandas de la ciudadanía.

A mediados de la década del veinte, la mayoría de los países de la región presentaban grandes grupos de familias que vivían en la pobreza, altas tasas de analfabetismo y desempleo coexistían con problemas de vivienda y baja salubridad. En ese escenario, los Estados cumplían un rol eminentemente protector. El trabajo social por su parte, representa un espacio desde el cual se organiza información para conseguir una mejor gestión de los recursos (principalmente, beneficios) y paliar la precariedad en los niveles básicos de subsistencia. A través de herramientas de intervención -como la visita domiciliaria- los escasos organismos públicos de la época acercan hasta la casa de la familia, la preocupación del Estado por su bienestar, generando en el hogar de las personas un espacio educativo normativo, que apunta a resolver problemas específicos asociados a permitir la vida humana en contextos de precariedad.

A medida que se generan avances en las materias señaladas, los Estados transitan hacia un rol benefactor, convirtiéndose en el responsable del financiamiento, gestión y provisión de servicios sociales, lo que requirió un aumento considerable en el gasto público. El principal impulso a la relación entre el Estado y el trabajo social en América Latina, viene de la mano del planteamiento de determinadas situaciones de exclusión como problemas sociales. Es decir, cuando la sociedad comienza a cuestionar ciertas realidades que han sido consideradas hasta ese momento como naturales, establece acuerdos respecto de la urgencia de resolverlas y la necesidad de un rol activo del Estado. Este cambio de paradigma permite concretar la puesta en marcha de políticas sociales en materia de empleo, subsidios y apoyo a la comunidad. Los programas sociales eran en su mayoría de cobertura universal, con alta dependencia del nivel central del aparato estatal. En lo anterior se identifica una nueva forma de entender el Estado, no sólo por su postura frente a los problemas sociales, sino también por el uso de estrategias de gestión que permiten planificar en el corto y largo plazo, y tomar acciones sobre el uso de los recursos para alcanzar tales objetivos. Por otro lado, diseñar, implementar y evaluar políticas sociales provenientes directa o indirectamente de la administración pública, así como promover la puesta en marcha de los servicios y programas sociales constituyen aún hoy importantes espacios en los cuales se anida la intervención social.

Este Estado benefactor fue, sin duda, el que contribuyó en gran medida a sedimentar una tradición del trabajo social profesional con amplia experiencia e identidad hacia al servicio público, contribuyendo también a la masificación y validación de técnicas provenientes del ámbito médico, la administración pública, la economía, entre otras. A través de la aplicación de encuestas sociales a los habitantes del hogar, visitas domiciliarias, mediciones sobre la mortalidad o la pobreza, el trabajo social provee al Estado de información valiosa y detallada respecto de sus habitantes y las condiciones de vida de estos. Mención especial requiere la labor del trabajo social hacia fines de este período, por la protección de las víctimas de violencia política en aquellos países que sufrieron dictaduras militares, resguardando la vida de esas personas –aún en

la clandestinidad- y exigiendo el respeto de la dignidad y los derechos humanos.

Posterior al período de dictaduras, en general se aprecia el rápido desarrollo de Estados enfáticos respecto del crecimiento económico, impulsando políticas que favorezcan la productividad y asumiendo tareas eminentemente subsidiarias. Una característica de ese momento es la reducción dramática del gasto social, lo que también trajo aparejada la focalización de los subsidios y programas sociales en la población más pobre, así como la privatización de la previsión social y la salud -entre otros servicios sociales- para aquellos que no vivían en pobreza. Esta reducción del actuar del Estado frente a los problemas sociales y a las demandas de los grupos vulnerables, se vio más establecida en algunos países (como es el caso de Chile), donde el modelo económico neoliberal antepone los intereses individuales en los procesos de toma de decisión y producción, antes que la solidaridad.

América Latina contemporánea representa una región hoy aún más heterogénea, los procesos de modernización y globalización no han tenido el mismo efecto ni fuerza en todos los países. No obstante esto, se mantienen problemáticas tales como la desigualdad social y la vulnerabilidad económica ante las crisis de otras economías del mundo. Los distintos Estados transitan entre políticas sociales más bien protectoras y otras de raigambre neoliberal, persistiendo aún problemas de extrema pobreza en al menos un cuarto de la población de América Latina. Por ello, el trabajo social ha tenido una participación activa en el debate actual sobre el rol del Estado y sus mecanismos de acción. Discusiones sobre los sistemas de protección social, la necesidad de un Estado que garantice el respeto por los derechos humanos, la relevancia de las alianzas público - privadas así como con las organizaciones de la sociedad civil son las que hoy se toman la agenda pública y marcan espacios de abogacía e incidencia política para el trabajo social. El diseño y análisis de políticas sociales también es hoy parte del quehacer profesional de los trabajadores sociales, lo que ha permitido a la disciplina participar de la operacionalización de ideas y proyectos de cambio de las diversas vertientes políticas, convirtiéndolos en medidas de impacto directo en la vida de los individuos.

Sin perjuicio de lo anterior, estos espacios de intervención también generan dilemas éticos en los profesionales, tensionando la dimensión política y reflexiva del trabajo social. Se genera permanentemente una discusión sobre lo público y lo privado, el reconocimiento de la historia de la región, el valor de los pueblos originarios y su coexistencia con los procesos de la sociedad moderna. Con diversos matices, persiste aún la sospecha de que el rol de los trabajadores sociales se reduzca a la mera operación de las iniciativas que el Estado dirige hacia los grupos vulnerables, convirtiéndose en un actor funcional antes que crítico.

Dentro de los desafíos que hoy enfrentan los Estados latinoamericanos, persiste la reducción de la pobreza, una mayor igualdad social, una economía sólida y mejorar los indicadores de desarrollo humano, entre otros. Esto requiere un fortalecimiento institucional que tenga la capacidad de guiar y contener estas transformaciones, por lo que la discusión por una transformación estructural del Estado, que contemple planificación social y económica nunca estuvo tan vigente como hoy en América Latina.

By Alicia Nijdam

(Flickr: Rocinha Favela) [CC BY 2.0 (http://creativecom

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Innovation – promise or priceDe allí que la premisa del texto sea postular que se requiere de un giro en la concepción de innovación, para poder observar en dicha noción los impulsos de teorías ya clásicas como la dialéctica negativa de Adorno y las imágenes de Benjamin, y con ellas, hacer emerger otras constelaciones en una idea movilizadora de innovación social: a) una innovación que traiga al presente las expectativas no cumplidas del pasado, que en su memoria atesore el viejo concepto de transformación social b) una innovación que conciba como una unidad diferenciada la redistribución y las ancestrales luchas por el reconocimiento c) una innovación que supere tanto la línea de planificación-ejecución-evaluación como la de prototipo-empaquetamiento-transferencia para abrirse a la contradicción d) una innovación que devele la injusticia de la razón cínica del Estado y la codicia de la teodicea del mercado e) una innovación que conserve el espíritu y haga ruina los nuevos ropajes de la dominación en las exigencias de una lógica que todo lo transforma en proyectos.

Ahora bien, para que el Trabajo Social latinoamericano sea partícipe de esa movilización reconceptualizadora, tiene que recordar sus propios muertos y sus olvidos. No comprarse un principio explicativo de la evidencia, no instalarse en la rigidez de una crítica estructural, no exponerla como si fuese una verdad manifiesta. Dejar de pensarse como sistematización de prácticas, como aplicación tecnológica, como mediación incompleta, como acompañante de cuidados, como reunificadora de familias. Abrirse a sus propios enfoques contemporáneos

donde las prácticas antiopresivas, los dispositivos de observación de los regímenes de la mirada, las luchas por la legitimidad de lo diverso, sus enfoques de género, de derechos, de trabajo participativo, se vuelvan concepciones posibles de conjugarse con esa otra innovación social. De eso tenemos a manos llenas: Chambon, Moffett, Parada, Quiroga, Jamur, Rozas, Karsz, Dominelli, Midgley, Healy, Netto, Iamamoto, Wang, Mota, Gonzalez Saibene, entre muchos otros apellidos que se mueven en los largos mares cosmopolitas de un trabajar lo social que hace camino al andar.

Entonces, no se trata de renegar del concepto de innovación, sino de innovarlo. En una suerte de crítica travestida -de caballo de Troya hecho de deep datas- lanzarlo hacia las ciudades donde resuena esa sentencia del gran Gieco hechas de soledad sobre ruinas, de sangre en el trigo, de libertad sin galope, de contra esperanzas, de quinientos años igual. Y transformarla en comienzos finales, en alegorías mortales, en tinieblas con flores, en nuevas revoluciones. Y si ese Trabajo Social aún no existe del todo habría que innovarlo, habría que inventarlo. Habría que recordarlo, ya que en esa innovación hubo, hay y habrán miles, los que murieron y los que están con nosotros, aunque todavía no hayan nacido. Desde la cordillera de los Andes al río de la Plata, a la Cuenca amazónica, a la playa Girón, a los lagos de Canadá, a los pilares de Hércules, a las estepas del Asia central, a los desiertos africanos, a los hielos de Finlandia. De polo a polo, en todas las tierras. Universales, móviles, infinitos, los que vendrán.

Una innovación estática: la dimensión de lo nuevo en el Trabajo Social Latinoamericano

Teresa Matus

Dra. En Trabajo Social Universidad Federal de Rio de Janeiro

Directora de Trabajo Social Universidad de Chile

Cuando se habla de innovación existe, por su propia expresión semántica, una cierta confianza en que sea portadora de algo nuevo. Más aún, se asume como imagen contrapuesta con lo viejo. Al verse de ese modo, contiene una esperanza de superación. Sin embargo, al mirar con atención esa noción nuevo vs/ viejo, es posible observar en ella una falta de movimiento, de dinámica conceptual de flujo, que obstaculiza pensarla como punto de inflexión para enfrentar la complejidad de una situación social latinoamericana, en pleno impulso regresivo. Mas bien, el concepto de innovación social en el continente, ha sido usado como herramienta de sistemas neoliberales que lo asocian a la competitividad, a la creación de productos, a un sistema de negocios que articula ciencia y empresa, al despliegue de programas sociales donde la noción de emprendedores, se ha vuelto una consigna infaltable para la superación ilusoria e individual de la pobreza. Chile es un claro ejemplo de lo anterior, una de sus evidencias es que la innovación y sus grandes edificios han sido patrocinados por las mismas grandes familias de la elite del país, aquellos que piensan que redistribución y crecimiento son variables en veredas opuestas. Que en América Latina, gobiernos como el de Dilma Rouseff, Cristina Fernandez y Michelle Bachelet; al proponer reformas redistributivas robaron el fuego de los dioses y olvidaron el crecimiento y sus macrocifras. Que esta imprudencia nos colocó en años de crisis y oscuridad y sólo ahora, con la vuelta de gobiernos de derecha, vendrán “tiempos mejores”.

Reflexiones desde la formación profesional

Elisa Cerros Rodriguez

Jefa del Departamento de Trabajo Social, Universidad de Guadalajara, Mexico

Hoy en día las escuelas formadoras de trabajadores sociales enfrentan un gran reto: Reflexionar sobre el tipo de trabajadores sociales que están formando, sobre los conocimientos teóricos, metodológicos que están proporcionando, así como el tipo de intervención profesional que se está generando en los diferentes ámbitos de intervención, en las diferentes regiones y países. De allí la relevancia de analizar en este artículo el papel de la formación profesional en trabajo social, su impacto en el ejercicio profesional de los trabajadores sociales, así como examinar la actuación profesional a la luz de esa formación y de la subjetividad que permea dicha intervención.

Neoliberalismo En las últimas décadas hemos sido testigos en nuestros países y regiones de una serie de transformaciones provocadas por políticas neoliberales, reflejadas por ejemplo en una menor intervención del Estado en la atención de problemas sociales, mayor desigualdad, precarización laboral, subempleo, desempleo, exclusión social, mayor pobreza y hambre; siendo éstas manifestación clara del debilitamiento del Estado de Bienestar. Estas transformaciones han tenido un impacto significativo en el espacio profesional de los trabajadores sociales. Por ejemplo, constatamos en nuestras diferentes áreas de actuación profesional frecuentes recortes presupuestales a los programas sociales tanto para la atención a grupos vulnerables, donde los trabajadores sociales realizan verdaderos esfuerzos para “hacer más con menos”, así como en la reducción de contratación de personal calificado, lo que ha traído como consecuencia el recorte de los espacios laborales y el desdibujamiento del espacio profesional, ¿Qué implicaciones ha tenido esta situación en la formación de futuros trabajadores sociales? ¿De qué forma incide en la salud psicofísica de ellos?

El objetivo del presente artículo es reflexionar crítica, analítica y sobre todo de manera propositiva el papel que juegan las escuelas de trabajo social como agencias formadoras de trabajadores sociales, así como el papel de la subjetividad en la actuación profesional de los trabajadores sociales en los diferentes ámbitos de intervención.

Formando Trabajadores SocialesEl trabajo social se ha enfrentado desde sus orígenes a un común denominador: el dolor humano en todas sus manifestaciones: el dolor de vivir en la pobreza, el dolor de no contar con una vivienda, el dolor de tener problemas de salud, no tener un empleo, experimentar maltrato físico o psicológico, marginación, discriminación, etc. Para hacer frente a estas situaciones, el trabajador social requiere de un conjunto de conocimientos teóricos, metodológicos, así como de herramientas para atender de manera profesional al sujeto que demanda sus servicios profesionales, los cuales son abordados y estudiados durante su formación académica.

En ese sentido, las escuelas formadoras de trabajadores sociales deben de evaluar y actualizar permanentemente

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sus planes de estudios a partir de un posicionamiento crítico de la realidad (Brain & Ornelas, 2011; ) a fin de promover en los estudiantes conocimientos, habilidades y actitudes que les permitan una intervención profesional crítica y autónoma así como un adecuado desempeño profesional acorde a las demandas de la población con la que trabaja. Estos procesos formativos deben visualizar dos esferas: la esfera personal y la esfera profesional de los futuros profesionales del trabajo social con el objetivo de promover su desarrollo integral. En este artículo centraré la discusión en la primera esfera.

En la esfera personal resulta necesario trabajar en la generación de procesos auto reflexivos que fortalezcan la salud mental de los futuros trabajadores sociales. Es relevante trabajar esta esfera en la etapa formativa, ya que los trabajadores sociales son los profesionales de primer contacto con los usuarios, y quienes mayor presencia tienen en todo el proceso de atención que viven y enfrentan éstos en la institución, además de que ejercen frecuentemente una labor física y emocionalmente agotadora que afecta a su bienestar psicológico, lo que los vuelve más vulnerables a experimentar desgaste profesional en un corto plazo en comparación con otros profesionales que laboran en la misma institución.

En esa línea coinciden Lázaro (2004) y Facal-Fondo (2012) en destacar la existencia de factores que inciden en la generación de desgaste profesional en los trabajadores sociales: por una parte, la forma en la que se desarrolla el trabajo, así como las tareas que realizan los trabajadores sociales. Así, encontramos por ejemplo, trabajadores sociales que laboran en el ámbito hospitalario los cuales desarrollan su labor en un ambiente altamente estresante y ausente de factores protectores institucionales, donde son el contacto principal con los receptores de la acción profesional (pacientes y sus familias) y frecuentemente responsables de todo un servicio, lo cual incide en la salud psicofísica.

La salud psicofísica de los trabajadores sociales se ve alterada debido al ambiente altamente estresante en el que se desenvuelven, en primer lugar por estar en contacto de manera constante, prolongada e intensa con el dolor humano, en segundo lugar, por el difícil equilibrio entre las necesidades que presentan los usuarios versus los recursos con los que cuenta la institución (profesionales, materiales). Desafortunadamente un gran número de instituciones donde se desempeñan no cuentan con programas de salud mental dirigidos hacia sus profesionales.

El desgaste profesional que sufren los trabajadores sociales, justifica la necesidad de que se encuentren incluidos en los planes de estudios contenidos que proporcionen soporte emocional y promuevan la salud mental de los futuros profesionales, a fin de que cuenten con mayores elementos para afrontar situaciones altamente estresantes así como contribuir a prevenir

emociones tales como la tristeza, ansiedad-miedo y depresión entre otras (Cerros, 2016), además de incidir favorablemente en el desempeño profesional y por ende en la institución donde se labora; adicionalmente se debe de impulsar de manera coordinada y colegiada con las diversas instituciones y colegios de profesionales, la puesta en marcha de programas institucionales específicos que atiendan y prevengan el desgaste profesional. Las emociones que experimentan los trabajadores sociales, son una respuesta a la significación que le otorgan a un acontecimiento al que se ven expuestos, donde la valoración juega un papel preponderante. En este proceso de valoración influye de manera potente la cultura, al proporcionar los “códigos” a partir de los cuales interpretar un acontecimiento.

Conclusiones Las políticas neoliberales han afectado las dinámicas del mercado laboral donde se insertan los trabajadores sociales, estableciendo replanteamientos y cambios en los ámbitos público y privado, así como en la prestación de los servicios sociales y en la gestión social para el abordaje de la cuestión social. Éstas transformaciones plantean la imperiosa necesidad de que las escuelas formadoras de trabajadores sociales actualicen sus planes de estudios a partir de reflexiones críticas de los nuevos escenarios en los que se desenvuelven profesionalmente, de los procesos formativos generados en las aulas y en las prácticas de campo, de la imprescindible vinculación teoría práctica, así como el desarrollo personal y profesional de los futuros profesionales, a fin de que éstos cuenten con mayores conocimientos, habilidades y destrezas para incidir favorablemente en su entorno.

Este posicionamiento crítico y propositivo en los planes de estudio de las escuelas de trabajo social deberá dar respuesta a la situación que viven nuestras regiones y nuestros países, ya que nuevos desafíos exigen nuevas competencias y habilidades profesionales. Hoy se necesita de un nuevo perfil de formación, ya que la realidad nos está rebasando, por lo que debemos asumir los desafíos y posibilidades que la realidad y su complejidad nos proporcionan, todo ello con responsabilidad ética y unidad gremial.

Promover la salud mental de los futuros trabajadores sociales y de aquellos que se encuentran en el ejercicio profesional es compromiso de las escuelas formadoras y del gremio. Para ello, las escuelas deberán incluir en sus planes de estudio materias que proporcionen conocimientos, herramientas y estrategias de prevención e intervención, así como atención psicológica a estudiantes que lo requieran a través de gabinetes o consultorías; y como gremio debemos trabajar de manera colegiada en la implementación de acciones institucionales que promuevan la salud mental de los trabajadores sociales y prevengan y atiendan el desgaste profesional.

La palabra, la mirada y la escucha en los procesos de formación profesional. La entrevista como espacio de encuentro en la intervención del Trabajo Social.

Alfredo J. M. Carballeda Doctor en Servicio Social, Profesor Titular Universidad Nacional de La Plata

La palabra entrevista procede del latín, inter (entre) y videre (vista) que significa "ver". Por tanto, se refiere a observar ajustadamente, es decir como un modo de reconocer, encontrar puntos de acuerdo en relación al entrecruzamiento de la mirada, la palabra y la escucha. Es, también una forma de indagación y construcción de conocimiento que posee características dinámicas donde, la información que va surgiendo a través del relato no solo opera en el orden de transmitir algo que se sabe o padece, sino que además se lo pone en palabras, yendo de lo subjetivo a lo objetivo.

Puede ser entendida como espacio de encuentro de la palabra, la mirada y la escucha y un lugar donde se cuentan historias, desde la mirada, desde el cuerpo, desde el tono de voz. Estas tienen una estructura narrativa especial, reconocida en los efectos de la cuestión social desde la perspectiva de quien narra, en su expresión territorial y en su relación con los otros, pero también desde quien escucha, desde un perfil profesional, ideológico y conceptual. En definitiva, la entrevista en Trabajo Social es una característica singular de relato que posee en sí mismo las claves de su comprensión e interpretación. Está atravesada por la palabra, la mirada y la escucha, como así también por el sentido que ocupa la intervención en lo social para ese otro. Es también una narrativa, que posee una serie de significados que pueden ser revelados en la medida que exista un conocimiento de las características de la demanda. También implica una relación directa entre dos o más personas, que entraña una vía de comunicación simbólica, con objetivos a veces prefijados, conocidos y otras desconocidos, tanto por el entrevistador, como por el entrevistado, que van apareciendo y construyéndose en el transcurso de la misma. Como tal, va a generar expectativas en el Otro, incluso en uno mismo. En el Trabajo Social, la entrevista

es una relación pero, signada por la intervención. La relación que se establece, se orienta y es atravesada por la interpelación que proponen los efectos de la cuestión social. También puede ser pensada como una forma de análisis de relatos contados desde una modalidad diacrónica, no en orden cronológico, sino generando una alteración en el tiempo lineal. Expresa una búsqueda, que, actúa y hace actuar de diferentes maneras, en la medida que el tema, problema, inquietud, que construye la demanda se hace lenguaje, Desde allí permite revisar lo histórico, en clave de presente y futuro generando aproximaciones a las posibilidades de comprender y explicar aquello que está ocurriendo. Es además un camino hacia el acontecimiento, porque permite visibilizar y ser visto. Construyendo, de esta manera el proceso que le da sentido y fin último a la intervención que es el hacer ver, sin quitar ni agregar, solo intentando hacer que el Otro vea. La entrevista como género discursivo construye un orden del acontecimiento y se construye a través de una serie de afirmaciones, que organizan, desde la escucha, muchas veces la expresión del padecimiento.

…”El relato de Lucía me permitió entender por qué Matías nunca tuvo un DNI, ni una partida de nacimiento. Lucía cuenta que su madre nunca inscribió a sus hijos en el registro civil luego del nacimiento. Es decir, tampoco la inscribió a ella. Ella cree que como eran los años de la dictadura militar (Matías nace en el año ‘77 y su hermana en el ‘82), su madre abandonaba el hospital por miedo a que le roben a sus hijos. Pese a esto, Lucía sí posee su documento. Cuando tenía 8 años le exigieron que para poder seguir asistiendo a la escuela debía presentar el DNI, por lo que ella se encargó por sí misma de conseguirlo, solicitándole a una trabajadora social que le ayude a tramitarlo. Tal vez esto explica el hecho de que Matías haya realizado la primaria solo hasta tercer grado”… 1

En la formación de los trabajadores sociales se suele equiparar la entrevista de investigación con la de intervención. En este aspecto, es posible pensar que ambas tienen finalidades diferentes, una se relaciona con la construcción de conocimiento y la otra con la transformación. En este artículo se trabajará con la noción de entrevista desde la intervención en lo social.

La entrevista puede ser entendida como un juego de múltiples interacciones, donde se construyen diferentes preguntas y respuestas. Asimismo, es posible pensarla como un devenir donde transcurren una serie de intercambios discursivos a través de otros lenguajes que se expresan en distintos momentos y encuentros. La entrevista está construyéndose ahí: donde, los temas que la atraviesan articulan lo público y lo íntimo y suelen expresarse como referidos no solo a hechos externos sino además a vivencias, significaciones e imaginarios sociales.

Brain, L; Adriana Ornelas (2011). The formation of Social Workers: The crossroads. In C. Aguayo Cuevas, & L. H. Franco Gaviria, Interdisciplinary Dialogues for the Social Reconstruction of Professional Knowledge: Thinking and Acting in Latin America (page 566). Chile: University Andrés

Bello. Available on: http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/sura/sura-0179.pdfCerros, E. (2016). A look at the emotions experienced by social workers who treat terminal patients. Global Social Work 6 (11), 78-98 Available at: http://revistaseug.ugr.es/index.php/tsg/

article/view/4767/pdfFacal-Fondo, T. (2012). Prevalence of Burnout Syndrome in social workers of community social services. Portularia, vol. 12 (1), 59-69. Available at: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=161024645007

Lázaro, S. (2004). The Professional Burnout (Burnout Syndrome) in Social Workers Portularia, vol.4, 499-506. Available at: http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/191/b15139372.pdf?sequence=1

References

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Así, el relato que surge de ésta se presenta como un procedimiento complejo donde se construyen diferentes tipos de relaciones y formas de comunicación pero, esencialmente, esta, puede ser entendida como un instrumento que opera más allá de la información que produce. En ella lo efímero se convierte, en duradero. Lo que se relata se coloca en otro lugar, ingresa al espacio de lo dicho, pero, igualmente es tarea, movimiento, promover la acción, no solo un fluir de palabras, recuerdos o situaciones que aproximen a una simple veracidad de los datos que surgen de ella sino también a sus significados. Es, en definitiva, la facilitación de la fluidez de la información a partir de la apertura a las significaciones, implicancias e imaginarios sociales que se expresan en ella.

A su vez, entrevistar en términos de Intervención Social implica un cruce entre datos, indicadores y variables donde lo cuantitativo dialoga y se entrecruza con lo cualitativo, constituyendo más y nuevas maneras de ordenar y sistematizar el conocimiento, con la diferencia de que se hace junto con el Otro, dentro del mismo proceso. El uso de la noción de variable, se diferencia del uso que hace de ésta la Sociología, en la Intervención Social se la puede relacionar con la dimensión del fenómeno que se está escuchando, analizando, sus significados, las características históricas y sociales, constituyendo una forma de relación múltiple que se construye a partir de una serie de interrogantes que surgen en el devenir de la intervención como proceso. Es decir volver a interrogantes propios de nuestro campo profesional; ¿qué queremos conocer y ¿qué necesitamos conocer? los trabajadores sociales. Allí la entrevista dialoga con diferentes órdenes del proceso de intervención; los efectos de la cuestión social, las tramas sociales que rodean al sujeto de intervención y su relación con el Sistema de Protección Social.

…”Durante las primeras entrevistas con Matías me propongo poder ir conociendo algo de lo que le pasaba, escuchando lo que podía contarme, que no era mucho pero era lo que él podía decir sobre sí mismo. Es así que progresivamente me cuenta que no pudo terminar la escuela primaria, que solo hizo hasta el tercer grado; que su madre falleció cuando era muy chico, que tiene un padre que nunca se ocupó de ayudarlo; que desde su infancia hasta la actualidad ha estado transitando por diversos hogares e instituciones (hogares para niños, comunidades terapéuticas”… 2

La entrevista en la Intervención Social, implica además intentar comprender, generando una relación diferente con ese Otro que permita acceder a su interioridad desde la expresión de su padecimiento, habilitando para decir aquello que estaba callado, ocultado, negado por la desigualdad, la opresión o el dolor. Pero, en ella además surgen relatos, expresiones, gestos que hablan de otras cosas, de aquello que se posee como capacidad, de momentos de plenitud, de alegrías, en soledad o compartidas, de proyectos colectivos, sueños, posibilidades. En ese aspecto, aparentemente contradictorio, se conjugan los diferentes planos que

conforman el relato que surge en la Intervención Social. A su vez, en ese ejercicio de interrogación mutuo se desarrolla una forma peculiar de comunicación.

…”Fueron varias las entrevistas en domicilio que tuvimos durante largos meses, con algunos encuentros y des-encuentros, con charlas con mates, con los niños jugando alrededor, días de intenso calor donde en la vivienda de María ese calor se agudizaba por no contar con ventiladores, ni árboles que pongan freno al verano. Y días de intenso frío donde la situación se repetía, pero a la inversa, la vivienda era calefaccionada de forma artesanal, con una salamandra improvisada y no siempre había leña para quemar. Fui conociendo “un abanico inmenso” de necesidades y por lo tanto derechos vulnerados para esa familia”… 3

La entrevista, en tanto relato de la acción, es constructora de la historia, así, ésta, puede ser re nombrada, entendida y transmutada. En tanto proceso de comunicación verbal y no verbal, facilita el entrecruzamiento que se produce en todo proceso de Intervención Social entre las emociones, los afectos el pensamiento y la reflexión. Como uno de los ejes principales del proceso de análisis en la Intervención Social se convierte en un elemento clave para, desde la aplicación de su capacidad analítica e interpretativa, elaborar aproximaciones conceptuales, donde, a partir de la interpelación que se produce desde las prácticas se van construyendo sentidos y posibles explicaciones que dialogan con diferentes posibilidades de contrastación empírica y producir categorías de análisis singulares fuertemente ligadas a lo empírico. Por otra parte, el carácter performativo la atraviesa y marca el encuadre y sentido de la intervención. En la relación que se establece entre entrevista, y construcción de subjetividad.

…no sirvo solamente para ser un pibe chorro y lo seguirás siendo como que te dicen cada vez que vas al juzgado…. 4

De este modo, se hace posible visibilizarla como una forma de construcción de subjetividad que se inscribe en el Otro. Este, se constituye desde un relato, con diferentes secuencias de tiempos, lógicas, sin necesidad contrastación empírica, deviene a partir de evocaciones, donde se recuerda lo que se supone recordar. Se construye desde las significaciones que posee el entrevistado. Así, también, es una estructura discursiva donde se entrecruzan dos o más actores sociales.

En síntesis, la entrevista en la Intervención Social es una posibilidad de conocer, a partir de inferencias, correlaciones y contraste empírico que actúa como una construcción de conocimiento singular y cuya finalidad es la transformación de circunstancias, situaciones y no solo el conocimiento de éstas. Lo que marca que posee una finalidad diferente a la investigación.

1 “Yo No Estoy Preso” por Lic. En T.S. Fullone, Laura .Relato de una Internación en la Sala de Hombres en Revista Margen N°73.2014 www.margen.org

2 Fullone, Laura (BA in Social Work) “Yo No Estoy Preso”.Relato de una Internación en la Sala de

Hombres por Lic. En T.S. Fullone, Laura en Revista Margen N°73.2014 www.margen.org

3 Celina de Paula (BA in Social Work) “Pasaba a saludar”. Recorrido de una intervención en la complejidad desde el Trabajo Social. In Revista

Margen.2016 www.margen.org

4 César Gonzálezof Ana Cacoppardo Interview on Canal Encuentro https://youtu.be/SOsHH5_Ye0M

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The event was held at the Fiji Pavilion on 13 November 2017 and lasted for one and a half hours. Fiji was the host of COP23 and held the Presidency, so it was special to be holding the side event on its premises. The Fijians held a wonderful traditional dance before the side-event began and enthralled the many people present. The side-event consisted of a workshop entitled, the Social Dimensions of Climate Change Disasters: Gender, Marginalisation and Empowerment. It had three contributors: Dr Julie Drolet from the University of Calgary in Edmonton, Canada who spoke on the topic of social work interventions in wild (forest)

fires in Fort McMurray in Alberta, Canada. She highlighted the many roles that social workers play, and how forest fires are increasing in frequency and intensity given the hotter, drier summers that are being attributed to climate change.

Julie’s presentation was followed by Lena Dominelli’s who unpacked the social dimensions of climate change disasters and the diverse activities that comprise what social workers do in such circumstances. She gave particular attention to the identification of particular vulnerable groups, especially women, and how social workers, through their activities pick up on

Social Dimensions of Climate Change Disasters: Gender, Marginalisation and Empowerment.Report on the IASSW Side Event at COP23

their differentiated experiences of disasters to empower them and their communities through actions that mobilise existing resources and find additional ones to mitigate risk and build resilience.

A photo from Professor Mildred Mushanje from the University of Zimbabwe in Harare of a woman who had been empowered by social workers to survive a drought and grow better crops by harvesting rainwater which Lena included in her talk generated much discussion among the audience. Lena’s contribution was succeeded by a video provided by Professor Nino Zganec from the University of Zagreb, Croatia.

Nino talked about green social work and spoke

passionately about the importance of green social work and the need for it to become mainstreamed by being taught on all social work courses. The questions that followed the presentations were extremely interesting. One asked why more people were not aware of social work’s role in climate change activities.

Lena and Julie attended several other side events. One which emphasised the experiences of indigenous people was extremely powerful in portraying their exploitation for the mineral resources and lands that they held and the protests of resistance that they were offering to assert their rights to land and other resources that had been theirs traditionally.

Professor Lena Dominelli Durham University, UK

Lena Dominelli, Chair of the IASSW Committee on Disaster Interventions, Sustainability and Climate Change organised a side-event at the UNFCCC COP 23 meeting.

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