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CRITICN,
84-85, 2002, pp. 101-122.
Cmo se escriban los sermones
en el Siglo de Oro.
Apuntamientos en algunas homilas
de la Circuncisin de Nuestro Seor
Jean Croizat-Viallet
LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail
L A A N T E C M A R A D E L P U L P I T O
En estas pginas nos proponemos estudiar la oratoria sagrada desde la perspectiva
de su fabricacin, a partir de una seleccin de sermones publicados entre 1577 y 1645
que tratan del mismo tema: la Circuncisin de Nuestro Seor. Este tema no es, ni
mucho menos, el ms difundido entre los asuntos tratados por los predicadores del
Siglo de Oro. Quizs esta escasez relativa nos permita destacar unos cuantos hechos
notables, que puedan servir de base para un estudio ms amplio de la oratoria urea. El
objetivo final es entender mejor en qu consista la labor del predicador, teniendo en
cuenta su formacin universitaria y pastoral, y las condiciones precisas en las que
pronunciaba su sermn .
Considerar los sermones como textos en los que se puede intuir el proceso mismo de
su fabricacin plantea, desde un principio, un problema de mtodo y postula una
manera de leer especfica.
Con un poco de perspicacia crtica, podemos descubrir, en los sermones
seleccionados, y que conocemos hoy bajo su forma publicada (es decir, como textos
definitivos o definitivamente cerrados), los elementos discursivos que evidencian el
proceso de fabricacin del sermn dentro del sermn, y manifiestan tambin la
conciencia irnica a veces, del que lo ha elaborado. En otras palabras, podemos leer los
sermones en cuanto son textos que dejan transparentar en su misma escritura la historia
de su creacin, las lecturas, las dudas de su auto r, sus preferencias estilsticas y tambin
su ideologa. Todas estas circunstancias reunidas en el sermn tienen cabida en el
studium del predicador, en la antecmara del pulpito, donde medita el tema y los
medios pertinentes para su predicacin.
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102 JEAN CR OiZA T-viAL LET Criticn,84-85,2002
Nuestro estudio ser, pues, un ensayo de gnesis textual: en un p rimer mom ento, se
recordar el sistema general de las fuentes utilizadas por los oradores sacros, que
compartan todos la voracidad erudita urea
1
; en un segundo momento, se centrar el
anlisis sincrnico de los sermones elegidos a modo de ilustracin particu lar. V ayamos
pues por partes, distinguiendo, en las varias fuentes utilizadas por el predicador, entre
las clsicas (comentarios y sermones) y las constituidas por herramientas como las
concordancias y
los
excerpta.
Las fuentes clsicas: los comentarios y los sermone s
El sermn es la explicacin o exgesis de un texto bblico, en la que han de
prevalecer la preocupacin doctrinal y la buena inteligencia de la palabra evanglica. El
tema de la homila viene impuesto por el ao litrgico.
2
Por eso, todos los sermones de
la Circuncisin de Nuestro Seor manan de la misma fuente, una escueta percopa del
Evangelio de san Lucas.
3
Esta primera capa textual fue comentada a lo largo de los
siglos, de tal forma que su sentido teolgico, o por decirlo as, su verdad doctrinal,
queda totalmente esclarecida y asentada. El predicador ureo no hace sino repetir una
misma y nica interpretacin del texto bblico y, por lo tanto, su capacidad de
invencin se ve limitada. A lo sumo tiene que combinar con esmero y primor los varios
sentidos autorizados que entraa la percopa.
4
Para ello, se puede valer de los
comentarios de los Padres de la Iglesia sobre el Evangelio de san Lucas, pero tambin
los tratados y comentarios escolsticos.
Tambin y quizs sobre todo, puede echar mano de la nutridsima biblioteca de
sermones publicados, desde las homilas de los Doctores de la Iglesia, hasta los
sermones de san Bernardo, de san Vicente Ferrer o del beato Alonso de Orozco, por dar
ejemplos bien conocidos y ms cercanos a nuestros textos. La lista no se acaba con
estos ltimos nombres ya que la vuelta del tiempo litrgico trae cada ao ms y ms
sermones. Es fcil imaginar, pero imposible desentraar, la tupida red de
intertextualidad que se adivina en el sermn, desde la conspicua p rctica de la cita hasta
el plagio descarado. Si es escritor concienzudo, el predicador ureo editor de sus
sermones pone en el margen las referencias bibliogrficas de la cita, la cual reproduce
en letra itlica en el cuerpo del texto. A continuacin, la traduce o la parafrasea en
romance porque, en la mayora de los casos, se trata de citas en latn.
Sera un error de interpretacin considerar que lo importante para l es hacer gala de
su erudicin. En realidad, las referencias no son ms que la denominacin de origen del
material utilizado. Van dirigidas a los futuros predicadores q ue las ap rovecharn a su
1
R emito el lector al sugestivo artculo de Gal, 199 8.
2
Entendemos sermn en el sentido estricto de hom ila, a saber un texto que expone la letra del Evangelio
del da litrgico y lo comenta. Incluso cuando le toca al predicador tratar de un tema distinto impuesto por
las circunstancias, como las exequias de una persona principal, debe respetar la lectura evanglica. En este
caso,
todo su arte consiste en establecer una concordancia entre el acontecimiento y el texto bblico.
3
Una percopa es un extracto de las Escrituras que constituye una unidad de sentido.
4
La afirmacin de que existe una sola lectura autorizada del texto bblico no excluye en absoluto que
sean varios los sentidos que se puedan hacer de dicho texto. Conocidas son las categoras clsicas de los
cuatro sentidos, el sentido literal, el espiritual, el tropolglco y el anaggico. Vase, Cerdan, 2000, p. 91,
nota 12.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SERM ONES 103
vez para elaborar otro sermn. Son como el andamiaje textual, el esqueleto de un
sermn predicable. Lo dems, que no es lo de menos, depende del talento literario del
artfice quien deber componer su sermn partiendo de los mismos elementos pero
modificando su disposicin.
Las concordancias
A la serie inacabable de comentarios y sermones conviene aadir dos fuentes que,
por ser herramientas vinculadas con la memoria, remiten directamente al
modus
scribendi
del predicador ureo. Nos referimos a las
concordancias
bblicas, y a los
excerpta.
Las
concordancias
de la Biblia hacen dialogar la percopa de san Lucas con
otros lugares del texto sagrado. No son comentarios, sino ndices lxicos y temticos
que recogen los lugares de la Biblia donde aparecen las mismas palabras o conceptos.
5
En el caso que nos ocupa, la palabra
circuncisio,
por ejemplo, proporcion a al
predicador todos los lugares donde dicha palabra aparece, con lo cual puede establecer
paralelos, formar smiles y aducir comparaciones entre el texto a com entar y los lugares
segundarios en cuestin, sea el libro del Gnesis, el Levtico, o la Epstola a los Glatas.
Es de subrayar que la intertextualidad primera, notificada por la concordancia,se
ramifica a su vez en otras posibles concordancias, ya que los lugares segundarios
remiten a hechos, conceptos e imgenes que los entroncan con lugares terceros, y stos
con lugares cuartos y quin tos, de tal forma que la lectura intratextua l de los libros de la
Biblia es circular e inacabable.
Tal y como las estamos presentando, las
concordancias
parecen una herramienta
puramente retrica y su consulta sirve para adornar el sermn con cultas referencias
bblicas o para enhebrar dos pasajes bblicos. En realidad, las
concordancias
se cien a
la forma peculiar que tiene la Iglesia de leer las Escrituras. Su razn de ser no es de tipo
retrico , sino interpretativo . La Iglesia afirma que el Viejo Testam ento encierra bajo la
forma de figuras, la verdad revelada en el Nuevo Testamento. Segn esta lectura
tipolgica, los tres das que pas Joas en el vientre de la ballena (Jon 2, 1-11)
prefiguran los tres das que pas Jesucristo en el sepulcro antes de resucitar. La vara de
Arn que florece milagrosamente (Nm 17, 16-24) es figura de la concepcin virginal
de la Virgen. Del mismo modo, la circuncisin de Jesucristo se interpreta como la
prefiguracin del bautismo cristiano, o como una anticipacin de la P asin.
Con las
concordancias,
el predicador dispone, pues, de suficientes argumentos o
lugares teolgicos para construir su sermn, entablando un dilogo entre varios textos
bblicos que se explican y comentan mutuamente. Puede asimismo cruzar los textos del
eje horizontal (los comentarios y sermones que glosan, en nuestro caso, el texto de san
Lucas),
con el eje vertical de las
concordancias,
que arranca de los libros del Antiguo
Testamento hasta los ltimos libros del Nuevo Testamento.
En todo caso, es de recalcar que el modus scribendi del predicador viene
determinado por un modus legendi cuyas reglas y prcticas aprendi en las facultades
de teologa. Fuerte es la tentacin de afirmar que el movimiento inverso que va de la
5
El
Diccionario de A utoridades
define la palabra concordancias como: las tablas de lugares
semejantes en razones o dicciones, como son las concordancias de la Biblia.
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104 JEAN CR OIZA T-VIALLE T Criticn,84-85,2002
escritura a la lectura, tambin tiene su imp ortanc ia en lo que respecta a los sermones.
6
En efecto, el orador ureo lee para escribir, y escribe para un pblico avezado al cdigo
de lectura tipolgica imperante, el cual tiene poco que ver con nuestras modernas
prcticas de lectura. A nuestro entender, gran parte del placer que produca lapredicacin entre los oyentes cultos dependa de su familiaridad con estas prcticas de
escritura y lectura.
Los excerpta
La cultura moderna ha arrinconado de forma quizs definitiva el continuado dilogo
entre el lector y el escritor, transformando aqul en puro consumidor de un producto
desechable. Casi nadie, exceptuando el intelectual de profesin, lee con la pluma en la
mano y mantiene esta nutritiva relacin que vincula la lectura con la escritura. El
intelectual del Siglo de Oro entablaba tres formas de dilogo ntimo y fructfero con el
libro: los
m arginalia,
notas ga raba teada s en el m argen de los ejemplares de su librera;
las
annotationes,
numeradas y recopiladas en cuadernos, que siguen paso a paso el
texto; y por fin, los excerpta que son como los morceaux choisis de la lectura
inteligente y fina.
7
George Steiner explica la diferencia entre los dos primeros actos de
lectura activa: los
m arginalia
son la respuesta inmediata y libre al te xto ledo. Son el
resultado de un acto intelectual y afectivo que dialoga con el texto escrito, mientras que
las annotationes son notas aclaratorias.
8
Ambos ejercicios forman parte del quehacer
normal del intelectual del Seiscientos, sea cual sea su formacin universitaria. El tercer
acto de lectura no es ni una respuesta ni un com entario al texto sino una apropriacin,
un honroso latrocinio hecho con el fin de reutilizar las citas en otro texto. Los excerpta
son florilegios de pasajes que el predicador ha ido coleccionando desde sus aos de
estudiante. Suelen ser sentencias morales espigadas en los libro- >acros, y destinadas a
alimentar las consideraciones tropolgicas del se rm n.
9
Una paradoja insoluble hace que estos florilegios sean fruto de las lecturas
personales del predicador, y al mismo tiempo, el rasgo ms estereotipado de su modus
scribendi.En el captulo X III de laRe trica eclesistica en el que tra ta de la m anera de
ado rnar el sermn, Fray Luis de Granada da e stos consejos al predicador novel:
El primer trabajo consiste en hallar lo que digas. A cuyo hallazgo o invencin contribuirn el
caudal y tesoro de sentencias recogido de antemano; [...] y a ms de esto, [haz] una diligente y
estudiosa leccin, con lo cual se acrecientan los tesoros de la invencin.
10
6
Como lo subraya P elletier, 199 6, p. 108, la tipologa no nace de la nada, sino que es un hecho patente
en la redaccin misma de la Biblia hebraica: [...] la tipologa no es slo un m odo de lectura, sino realmente
un principio de escritura (La typologie [...] est non seulement un mode de lecture, mais vritablement un
principe d'criture). La traduccin es nuestra.
7
La expresin francesa
morceaux choisis
indica q ue los extractos copiado s son el resultado de una
eleccin exquisita hecha con fruicin por el lector.
8
Steiner, 1997, pp. 18-19.
9
La abundante produccin de polianteas en el Siglo de Oro ha sido estudiada por Cerdan, 1987, por
Infantes, 1988, y por Lpez Poza, 1990. Remito asimismo a la edicin de T rece por docenade Valentn de
Cspedes, 1998.
1 0
Retrica eclesistica, Libro seis: De la accin o pronunciacin y de otras ciertas ayudas para predicar,
p.63 9. LaRetricaeclesisticase public por primera vez en latn en 1576.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 105
El autor alude
a la
memoria frtil
que
acumula
un
tesoro
de
citas cogidasin utraque
lectione,esdecir,en la Biblia y la Patrstica.Elestudiantelas vaapuntando en un
cuaderno pequeo
que
puede llevar consigo. Cuando vuelve
a su
studium,
copia
y
ordenasuoloco
las
citas
del
cuaderno
en un
fichero
que
consta
de un
ndice alfabtico
y
temtico.De esta forma, cada sentencia entraen unacategoray se leasignaunttulo
como:
Avaria, Mors
o
Peccatum.
Fray Luis de Granada confiesa que fue steel
mtodo
que
utiliz para confeccionar
su
propio florilegio:
Todolo que, enambas lecturas,sepresentaba dignode sernotado,yo locopiabaal pie de la
letra para ponerlo posteriormenteen sulugaren elficherodelugares comunesypara,deesta
forma, encontrarlacitacon msfacilidad, cuando fuera necesario.
11
El fichero manuscritoes un grueso in-folio rubricadode usorestringido,a no ser
que,como
lo
hizo Fray Luis
de
Granada,
el
autor decida publicarlo.
Es as
como
lo que
era fruto de un trabajo personalseconvierteenpatrim onio comnde lospredicadores.
La dedicatoria
de la
Silva locorum
de
donde hemos sacado
la
cita anterior, insiste
mucho en la finalidad utilitaria de estos ndices: sirven para escribir sermonesy
nutrirlos
de
citas selectas. Existe,
de
hecho,
un
amplio abanico
de
libros
de
citas
y
lugares comunesde que se puede valerel orador para laelaboracin de su sermn.
Estos manuales proporcionanlagran m ayorade lasfuentes identificablesde laoratoria
yson elreflejo de unaprcticadeescrituraque seextiendea lossermonarios editados,
yaquestos tambin co nstandetablas copiosasdesentenciasyotras cosas notables.
Nuestro recorridopor laantecmara de lahomelstica nosera completo sinotro
instrumento incomparable
que es la
misma memoria
del
predicador sacro: esta memoria
quenoocupa lugary es ni ms nimenosque la familiaridad renovada adiariocon la
liturgiay losoficiosde la Iglesia Catlica,susoraciones,sushimnos,suscnticosy sus
secuencias.^ sta
es
quizs
la
fuente menos visible
de
todas
las que
hemos citado hasta
ahora, y a buen seguro, una de las msactivas y presentes en los sermones.
13
Al
compartircon elpredicador lamisma cultura religiosa,elpblico escuchabaelsermn
con renovado inters
y
poda apreciar
las
perfecciones
de su
composicin. Reconoca
las
alusiones, perciba ecos lejanosdeliturgias, recordaba cnticos, identificaba pordecirlo
as,
referencias omnipresentes que son como el tejido conjuntivo de todos los
sermones.
1
''
1 1
Silva locorum...,
DedicatoriaalinquisidordeToledo, Antonio Zapata Mendoza: Quicquid veron
utraque lectione notatu dignum ocurrisse, litteris consignabam, quae postea
in
comunes locos
suo
ordine
reponerem,quofacilius,cumesset opus, invenirem.
1 2
Lassecuenciassonoracionesenprosaoversificadasque secanta n despusde lalecturade laEpstola.
El
Dies
ir atribuido
a
Toms
de
Celano
es una
secuencia
de la
misa
pro defuncts.
1 3
Para
un
acercamiento
a la
influencia
del
ritual catlico sobre
una
obra literaria, remito
al
estudio
pionero
de
Philippe Sellier, quien estudia
la
tragedia
de
Jean R acine
Phdre a
partir
de las
reminiscencias
del
Dies irte
queafloranenesta tragedia. Vase Sellier,1979.
1 4
Al mismo tiempo, perciba sutiles consonancias entrela predicaciny lacelebracinde lamisa.La
configuracin
del
templo,
los
objetos
del
culto,
los
cuadros
y las
imgenes
tal vez
ayudaran
a
hacer
del
sermn predicadolo que la lectura silenciosaesincapazderestituir:unactodecomunicacin completoque
postula
la
participacin intelectual
y
afectiva
del
oyente
y en el que
ste percibe
en
cada m omento
su
carcter
ritualosagrado.
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106 JEAN CR OIZAT-VIA LLET Criticn, 84-85,2002
Com o acabamos de ver, la intertextualidad obsesiva de la oratoria urea no es puro
alarde de erudicin sino herramienta y tcnica para elaborar discursos. Como muchos
textos producidos en gran escala en el Siglo de Oro, el sermn es el resultado de una
escritura codificada y estereotipada.
15
No pretende ser original ni en la forma ni en el
fondo, sino ms bien en la dispositio, en la renovada combinacin de elementos
conocidos de antemano. Por esencia, y por exigencia litrgica tambin, el sermn es un
texto reciclable.
16
Para confirmar esta afirmacin, conviene ahora acudir ahora a los
textos que hemos seleccionado.
L A S H O M I L A S D E L A C I R C U N C I S I N D E N U E S T R O S E O R
Y S U C O N T E X T O
Los ocho sermones que hemos utilizado para este estudio fueron publicados entre
1577 y 1614. El primero es de Fray Luis de Granada.
17
Vienen luego en el orden
cronolgico de su publicacin: un sermn de Juan de Luna, publicado en 1608; dos
sermones de Alonso de de Cabrera, publicados en 1609; dos sermones del obispo
astorgano Antonio de Cceres y Sotomayor, publicados en 1611; dos sermones del
dom inico Baltasar Arias, publicados en 1614.
Tambin echaremos mano de dos sermones del jesuita Manuel de Njera, de 1645,
que forman un grupo aparte, ya que el primero fue predicado ante el rey Felipe IV en el
Colegio Im perial de Madrid el mismo ao de su publicacin, y el otro en la casa profesa
de la Compaa, estando patente el Santsimo.
18
Las circunstancias exactas de estas
dos ltimas predicaciones nos servirn para matizar los resultados de nuestro anlisis
sincrnico.
La coincidencia temporal de la mayora de los sermones estudiados habra podido
justificar una contextualizacin que tuviera en cuenta la situacin de Espaa en los
primeros aos del reinado de Felipe III. No lo hemos hecho porque creemos que, en este
caso, resulta arriesgado interrelacionar, con alguna posibilidad de acierto, la
produccin de unos sermones de un solo tema con la poca en que fueron escritos. La
principal razn es que dichos sermones repiten el mismo fondo doctrinal, sin que las
preocupaciones circunstanciales del pblico s ean, en algn m odo , perceptibles en ellos.
Su enseanza moral consiste en algunas recomendaciones y amonestaciones generales
que valen para cualquier poca. Bien es verdad que este contenido podra verse
notablemente modificado por acontecimientos imp ortantes como una victoria m ilitar, o
la muerte del rey. En el caso que nos ocupa, una feliz coyuntura hizo que, entre 1608 y
1614, no pas nada digno de ser mencionado en los sermones de la Circuncisin. Quiz
esta bonanza circunstancial permita entender mejor y sin peligro de interferencias,
cm o trabajaba el predicador en el ejercicio norm al de sus funciones.
1 5
Es el caso, por ejemplo, de las dedicatorias, censuras y aprobaciones que adorna n los sermonarios que
hemos consultado. Vase Cayuela, 1996.
1 6
Pese al carcter decididamente tcnico del vocablo, mantenemos la metfora: el sermn puede
descomponerse en unidades de sentido, en lugares comunes aprovechables para confeccionar otros sermones.
1 7
Concionum de Tempore, quatuor volumina: I, de Adventu usque ad quadragesimam, publicado en
1577 por la imprenta de Plantino. Desconocemos la fecha de la primera traduccin al castellano, pero es
prob able que sea de la ltima dcada del Quinientos.
1 8
Es decir, Jesucristo sacram entado o la hostia consagrada y presentada en la custodia.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 107
Aun
as, no
negamos
que un
sermn
sea de un
tiempo
y un
lugar.
Fue
pronunciado
en
un
templo preciso, ante
un
pblico determinado,
con el fin de
despertar
la
devocin
y fortalecer
la fe de los
oyentes.
La
funcin pragmtica
del
sermn incide, pues,
de
forma notable
en su
elaboracin,
ya que no es lo
mismo escribir
un
sermn
si se
sabe
que
lo va a
escuchar
el rey, que
para
una
parroquia
de
M adrid. H asta
tal
punto
que se
podra afirmar
que la
inscripcin
de
cada sermn
en su
contexto particular
de
elocucin
llega
a ser un
elemento decisivo
a la
hora
de
acercarse
a la
oratoria sagrada como
una
de
las
formas
de
expresin,
o
como caja
de
resonancia
de la
sensibilidad religiosa
de los
espaoles
del
Siglo
de Oro.
Por dnde empezar?
Como cualquier homila,
el
sermn
de la
Circuncisin
de
Nuestro Seor tiene
que
respetar
una
serie
de
reglas impuestas.
Lo que nos
interesa aqu
es ver
cmo
los
predicadores
las
aplican
en sus
textos, cada
uno a su
manera. Para entender este
proceso,
no
hemos encontrado mejor mtodo
que
imaginar
las
pautas
que un
predicador poda seguir para escribir
su
sermn. Ahora bien, tenemos
que
hacer
la
advertencia siguiente:
el
orden
que
hemos seguido
no se
corresponde
con
ninguna
situacin real,
ni
pretende reconstituir
el
modus scribendi
de
todos
y
cada
uno de los
autores citados
en
este artculo .
La primera obligacin
del
predicador
es
explicar
el
texto evanglico.
La
festividad
de
la Circuncisin
de
Nu estro Seor
se
celebra ocho das despus
de la
Natividad
y
est
vinculada
con la
festividad
del
Dulcsimo Nombre
de
Jess. Esta unin procede
directamente
de san
Lucas,
el
nico evangelista
que
refiere este acontec imien to.
He
aqu
el versculo, fuente
de
todos nuestros sermones:
Cuando
se
hubieron cumplido
los
ocho das para circuncidar
al
Nio,
le
dieron
el
nombre
de
Jess,
impuesto
por el
ngel antes
de ser
concebido
en el
seno.
19
El sentido literal
del
versculo
se
puede descomponer
en
tres secuencias:
el
rito
de la
circuncisin propiamente dicho, presentado como
un
precepto
de la ley
mosaica; luego
viene
la
imposicin
del
nombre Jess
al
recin nacido;
por fin, un
tercer elemento
rompe
la
secuencia cronolgica
y
recuerda
que la
eleccin
del
nom bre Jess responde
a
una decisin divina tomada
y
manifestada
a
Jos
y
M ara
por el
ngel.
Tan escaso material narrativo
no
promete mucho,
si lo
comparamos
con
otros
episodios
de la
infancia
de
Jess.
En
primer lugar, Mara
y
Jos
no
desempean ningn
papel relevante,
y
tampoco
se
cuenta mucho
de la
ceremonia, presentada
de
manera
muy elusiva. Esta imprecisin
no
haba escapado
al
telogo Francisco Surez, quien,
en
fechas
muy
cercanas
a las de la
elaboracin
de los
sermones
que nos
ocupan, restablece
una cohesin narrativa ausente
del
texto bblico:
Aunque
el
Evangelista, hecha mencin
del da
sealado para
la
circuncisin, parece pasar
a la
imposicin
del
nombre
y no
afirma expresamente
que
Cristo
fue
circuncidado,
sin
embargo
el
verdadero sentido
de
aquel lugar
es:
despus
que
hubieron pasado ocho das, esto
es,
despus
19
Le 2,
2 1 :
Et
postquam consummati sunt dies octo,
ut
circumeideretur, vocatum
est
nomen eius Jess,
quod vocatum
est ab
angelo, priusquam
in
utero conciperetur
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108 JEAN CROIZAT-VIALLET Criticn,84-85,2002
que lleg el octavo da sealado para la circuncisin de los nios, y despus que el nio fue
circuncidado, le fue impuesto el nombre de Jess.
20
La glosa de Francisco Surez es interesante no por su pertinencia exegtica, sino porque
propone tres posibles consideraciones para el predicador. Primero, justifica el que se
represente la circuncisin del nio Jess con los detalles y adhrentes que se pueden
pintar. Luego, insiste en el carcter ritual de la ceremonia juda, lo que plantea nos
pocas dudas en cuanto a su significado en el caso del nio Dios. Por fin, reafirma el
vnculo un tanto enigmtico entre la circuncisin de Jess y la imposicin de su
nombre.
21
Estas tres consideraciones no constituyen ningn orden para el predicador.
Tan slo es un posible guin argumentativo y temtico del que se puede valer.
Veamos cmo los predicadores tratan el primer punto sugerido por Francisco Surez
en sus sermones: la ceremonia de la circuncisin. Dadas las dimensiones de este
artculo, tan slo haremos algunas referencias a los dos puntos siguientes.
En el portal de Beln: un apunte iconogrfico
El exegeta Juan Gutirrez de Estremara pinta la escena con un boato poco acorde
con la humildad y soledad del portal navideo que es, segn venerable tradicin, el
lugar donde se hizo la circuncisin:
A esta solemnidad se hallaron presentes Jess[sic],Mara y Jos, los judos y los parientes de
la Madre Virgen, los cuales circuncidaron al nio, como era mandado en la Ley y usado entre
ellos desde el tiempo de Abram, y llamronle Jess.
22
En todos los sermones, la imaginacin suple el silencio textual de la percopa o sigue
el ejemplo de los pintores que representaron la escena. Frente a escasos artistas que
ambientan la ceremonia en el portal de Beln
23
, son muchos los que sitan la ceremonia
en un templo. Hacia 1530, Joan de Joanes pint el
Retablo de la Trinidad,
encargo del
gremio de los pelaires, para la parroquia valenciana de san Pedro mrtir y san Nicols
obispo. En este retablo represent en su tabla central al mohel del templo de Jerusaln,
sentado en una mesa cubierta de un mantel blanco. Est circuncidando al nio Jess
con la presencia de Mara y Jos y siete personas ms. Las tres tablas de la predela
representan la Anunciacin, el Nacimiento y la Adoracin de los reyes magos. A ambos
lados de la tabla central, el pintor represent tambin, en tablas simtricas, a los santos
2 0
Francisco Surez, Obras,
Disputatio
XV,Delmisteriode laCircuncisin,p. 419.
2 1
Desde fechas
muy
remotas,
la
liturgia asocia
los dos
acontecimientos,
lo que
explica
que los
sermones
constan generalmentede dospartes:laexplicacindelritode lacircuncisiny laconsideracin delnombre
de Jess. Esta imposicin litrgica exige
de
parte
del
predicador cierta habilidad
que no
todos dominan.
Otros, sencillamente, renuncian a enhebraren el mismo sermn las dosconsideraciones yproponendos
sermones distintos.
2 2
Juan Gutirrez
de
E stremara,
Libro delas grandezas delnombre dejess,p. 241.
Sobre
la
iconografa
de laCircuncisin, remitimosa latilsima guadeSuchet-DuchauxyPastoureau,1994, pp. 92-93.
2 3
Es el
caso
de
Francisco Rizi,
en un
lienzo fechado
en 1673.
Rizi sita
la
ceremonia
en el
portal
de
Beln,con gran concurso de pastores, mujeres y aclitos.Un rabino lleva al nio Jessen susrodillas,
mientras
que un
aclito arrodillado
se
dispone
a
cortar
el
prepucio (Catlogo
de la
exposicin: Coleccin
de
pintura antiguaespaolayflamenca de lossiglosxvi y xvn,
1999).
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CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 109
apstoles, a santos m rt ires , santos varones y santas vrgenes, todo s co n inscripciones
que aluden a la imposicin del nombre Jess.
2 4
En las mismas fechas, el pintor flamenco
Adriaen Isenbrant represent la escena en el cuadro La Virgen de los Siete Dolores.
25
El
lienzo del pintor flamenco se ambienta tambin en un templo, pero la tabla pertenece a
la iconografa de la Dolorosa, mientras que los sermones de la Circuncisin hacen
hincapi en el nio Jess. Aun as, varios motivos adyacentes, y fcilmente deducibles
del contexto permiten imaginar parale los entre los dos. En efecto, la c ircuncisin
aparece siempre com o u n acto doloroso. Tod os los sermones drama tizan e l sufrimiento
del nio e invitan a com padecerse de l, en comp aa de la Virgen y de san Jos.
2 6
Sirva
el sermn de la Circuncisin de Luis de Granada como primer eslabn de una serie
temtica con incontables reescrituras:
Qu sinti la Virgen cuando vio correr el cuchillo o navaja por la carne del nio tan querido
Con cunto dolor de sus en traas, con cuntas lgrimas de sus ojos se esforzara por acallar a
su hijo, juntndole a su rostro y ponindole en la boca el pecho Qu sentira el santo Jos,
que fue por ventura el ministro de esta circuncisin? Con cunta compasin ejercitara este
oficio, viendo por una parte correr la sangre del nio, y por otra las lgrimas de la madre, los
cuales l tanto amaba
27
Treinta aos despus, Alonso de de Cabrera , con escasas modif icaciones, injer ta e l
excerptum de Granada en su propio sermn:
Qu dolor padecera la Virgen cuando viese aquel cuchillo correr por las carnes de su hijo tan
querido y tan delicado, y con cuntas lgrimas de sus ojos se esforzara a halagar y a acallar el
nio, tomndolo en sus brazos y arrullndolo en sus virginales pechos y dndole a mam ar Y
que sentira otros el santo Jos, si por ventura fue el ministro de esta circuncisin? Con qu
compasin ejercitara este oficio y con qu entraas sentira este dolor y vera correr por un
cabo la sangre del nio, y por otro las lgrimas de la madre, a los cuales l amaba con tan
grande amo r?
28
No es posible leer estas lneas sin que venga a la memoria el tierno patetismo del Stabat
Mater en el que el poeta medieval invita a compadecerse del dolor de la virgen ante el
suplicio de su hijo.
29
Tambin es notable el aprovechamiento de una tradicin
documentada en los Padres de la Iglesia: la posibilidad de que, por ventura, fuese el
mismo san Jos el ministro de la circuncisin. El paso al modo condicional: con qu
2 4
Catlogode laexposicinJoan
de
Joartes,
un
maestro
del
Renacimiento, 2000,p .112-115.
25 Brujas,O.L. Vrouwekerk (iglesiadeSanta Mara).
2 6
La Circuncisinde Orazio Gentileschi, fechada entre1605 y 1607,representa co n mucha ternura la
escena:elnio Jess mira entre atemorizado yconfiado a sumadre mientras elmohel le est circuncidando.
(Ancona, ChiesadelGes,indeposito alia Pinacoteca Comunale).
2 7
Sermn
de la
Circuncisin,p . 1.
2 8
Alonso Cabrera,
Consideraciones
en los
Evangelios...,p . 37. La
negrita
es
nuestra.
2 9
Nosreferimos enespecial a lasestrofas 5 y 13 de este himno: Qu hombre no lloraraal ver a la
madre de Cristo sufrir este suplicio? y: permteme [madre deDios] qu e llore contigo al lado de la cruz
mientras yoviva. El Stabat Mater condensa para el Occidente cristiano buena parte de lapercepcin del
dolor materno.No es el nico. Otro modeloes la figura deRaquel (Jr. 3 1 , 15), quellora la muertede sus
hijos.
A
partir
de san
Mateo (2,18),
la
tradicin cristiana relaciona
la
figura
de
R aquel
con la
matanza
de los
nios inocentes.
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110 JEAN CR OIZAT-VIALLE T Criticn,84-85,2002
compasin eje rcitar a,... con qu entraas sentira ... n o debe interpretarse como una
simple apdosis retrica. Tal y como lo sugiere el adverbio otros, el predicador
apunta aqu un derrotero temtico para el sermn, pero no se atreve a continuar,
seguramente po r razones de decoro.
3
"
En cambio, la sustitucin de san Jos por un sacerdote judo como ministro del rito
implica otra inflexin temtica que puede interesar al predicador. En efecto, la
presencia del mohel da a la circuncisin su carcter de rito claramente judo, cuyo
significado puede parecer enigmtico e incluso escandaloso para los oyentes. En este
caso,
el sermn se recompone en torno a la oposicin entre la circuncisin como signo
de pertenencia al pueblo elegido, signo ya caduco, y la circuncisin espiritual que es su
lectura neotestamentaria.
31
Volveremos a enc ontra r este tema predicable. De momento,
no hemos agotado toda la riqueza de la primera escena que presenta, entre sus
circunstancias, un elemento de gran importancia: la efusin de sangre.
La efusin de sangre
Sirva el sermn de Juan de Luna de botn de muestra. Pr imero, el predicador
dramatiza la circuncisin, presentndola desde la perspectiva de un testigo de vista con
el que se identifica el oyente:
Consideremos a la Virgen con el nio en los brazos que lo trae a circuncidar, cmo el
sacerdote saca su cuchillo depu tado para ello y comienza a cortar las carnes delicadsimas del
Salvador y el nio a sentir grandsimo dolor, encogerse y llor ar.
32
Acto seguido y sin transicin, Jua n de Lu na se dir ige a la vctima con estas pala bras:
Oh, Nazareno de mi alma, que ya en vos, como en la cabeza de toda la Iglesia, veo [que]
entra [la] navaja y comienza el nio a llorar y hacer pucheritos, y derramar unas gticas de
sangre, precio de nuestra redencin, y el P adre etern o, mirndole
33
La invocacin al nazareno no pertenece a la l i turgia del t iempo de Adviento sino a la
Pasin. A partir de esta referencia ausente de la percopa, el sermn de Juan de Luna
cambia de rumbo. La Circuncis in es la pref iguracin del verdadero y def ini t ivo
sacrif icio de Cristo. Las gticas de sangre vertidas por el nio Jess anuncian las
cinco llagas del crucificado.
Sabemos que esta lectura tipolgica no es original. Lo es en cambio la manera de
insertarla en el sermn. Original es, por ejemplo, la ruptura creada por el adverbio de
t iempo ya que se enuncia desde la perspect iva de la Pasin venidera de Cr is to
3 4
, y
3
0 No hemos encontrado ningn lienzo que represen te a san Jos circuncidando al n ioJess.Deba de
ser choca nte para la sensibilidad de los devotos.
3 1
Aunq ue la metfora ap arece en Jeremas (Jr 4,4 ), la referencia m s utilizada po r los predicadores es
sa nP ablo (Rm 2 ,28-29): P orque no es judo el qu e lo es en lo exterior, ni es circuncisin la circuncisin
exterior de la c arne ; sino que es judo el qu e lo es en lo in terior , y es circuncisin la del co razn, segn el
espritu,no segn la
letra.
3 2
Adviento, Nacimiento,Circuncisin y Epifana de N uestro Redentor,p. 95.
3 3
Juan de Luna,Adviento,p . 95 . La negrita es nuestra.
3 4
Este futuro se entiende en funcin del tiemp o litr gico , no del tiem po escatolgico, ya que en
ste,
la
Pasinya tuvo lug ar y no puede repetirse.
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CM O SE ESCRIBAN LOS SERM ONES 111
vaca de contenido el rito judo, un rito en el que ahora predomina el significante y se
borra el significado, donde vibra la emocin y enmudece el sentido. La sangre y el
dolor, eso es todo lo que queda de la ceremonia instituida por Dios como signo de
santificacin para el pueblo elegido. El pronombre personal vos se dirige al
crucificado, no al nio de ocho das.
35
En consonancia con el cambio de persona, es
notable tambin la dramatizacin que Juan de Luna da a su discurso: mediante el
apostrofe, el predicador invita a Jess a contem plar la escena de su propia circuncisin,
y recrimina a Dios Padre por consentir semejante crueldad: Para slo vuestro hijo
faltan las entraas?
36
No nos dejemos engaar: estos efectos teatrales sirven para ocultar la ausencia de
transicin lgica entre el tema del sermn y la Pasin de Cristo. Sospechamos incluso
que el predicador quiere om itir una pregunta que sigue en pie: por qu Jess acept ser
circuncidado?
Juan de Luna opta por dejar la respuesta en el tintero. Le interesa ms la rbrica de
la sangre vertida por el nio Jess que la letra del comentario escolstico.
37
La
visualizacin de esta sangre inocente le da motivo para escenificar el sacrificio de la
Pasin en su homila, antes de celebrar la Eucarista unos minutos despus. De esta
forma, la lectura del da, la predicacin y la liturgia forman una unidad de sentido y el
predicador puede concluir su sermn con la seguridad de haber conmovido y
adoctrinado a su pblico con una correcta exposicin de la fe catlica. El sermn de
Juan de Luna nos permite entender tambin las relaciones no tan conflictivas que
mantienen la doctrina con la retrica. La Biblia es la palabra de Dios, lo cual no es
contradictorio con la idea que su escritura se valga de un lenguaje potico y sugestivo.
San Agustn insista mucho en la belleza intrnseca de las Escrituras, afirmando que no
tenan nada que envidiar a la literatura profana latina. Si existe cierta tensin entre la
predicacin com o acto de adoctrinamiento y la finalidad de la retrica que es ado rnar el
pensamiento, esta tensin debe entenderse en un sentido positivo, como la explotacin
legtima de todos los instrumentos de persuasin del lenguaje sacro y profano, para que
la verdad se haga sensible. La retrica adorna la teologa, no la disfraza. Un ltimo
apuntamiento en este dilatado captulo permitir confirmar nuestro aserto.
Del hilo se saca el ovillo
Este conocido refrn aparece en un sermn de Alonso de Cabrera en el que explica
cmo el hilo de sangre vertido por el nio Jess el da de la Circuncisin se convierte en
fuente de preciossima sangre el Viernes Santo. Escribe el predicador:
3 5
No nos parece descabellado afirmar qu e, al llegar a este pu nto d e su sermn , Juan de Luna sea l con
eld edo algn crucifijo colgado en la iglesia. Muchos predicadore s interrumpen su sermn para llamar la
atencin de los oyentes sobre un objeto de culto situado en el tem plo, una estatua, un lienzo o incluso a
Cristosacram entado. El gesto acomp aa a la palabra.
3 6
Adviento,
p . 95 . N o tiene desperdicio esta recriminacin. Bien es verdad que Juan de Luna reconviene
al
D ios del Antiguo Testam ento, no al del Nuevo Testame nto.
3 7
El
Diccionario de Autoridades
define as la palabra r bric a: entre los canonistas y legistas, el
epgrafeo inscripcin de los ttulos de d erecho, comnmente estam pado s en los libros con letras encarnadas.
La
m etfora de la rbrica com o sangre derra ma da, y en especial, com o sangre de los mrtires, es com n en la
literaturasacra desde la Edad M edia. Vase Curtius, 1991 , pp .
490-491.
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112 JEAN CR OIZAT-VIALLET Criticn, 84-85,2002
Por estehilo se sac el ovillo y estas gticas de sangre fueron indicio y seal manifiesta de
que la fuentese haba de descubrir.
38
Hay mejor frmula que sta para declarar cmo se organiza la materia predicable? La
sangre del nio trae a la memoria la sangre de Cristo. El hilo conduce al ovillo. Una
referencia bblica, una palabra sugestiva entraan otras asociaciones posibles
portadoras de otras sugerencias. La verdad doctrinal ha de desprenderse de la
capacidad asociativa del escritor.
Como convence ms el ejemplo que la teora, invitamos al curioso lector a participar
en un juego retrico en el que pueda hacer gala de su ingenio e inventiva. Se trata de
escribir una consideracin predicable para el sermn de la Circuncisin, cuyo asunto es
el siguiente: Considerad, hermanos, lo que va de la circuncisin a la sangra. Veamos
cmo salir airosos de este empeo.
En primer lugar, hemos de buscar la conveniencia o similitud entre la sangra y la
circuncisin. Los adhrentes y dems circunstancias no plantean ningn problema. La
lanceta es el cuchillo de piedra ritual, el barbero es el sacerdote. A lo mejor el
predicador piensa que la palabra barbero podra ser cambiada por la de mdico,
aunque un mdico de verdad no se digna sangrar a los pacientes y deja tan vil oficio a
otros menos sabios. Pero tambin se pone a pensar que las palabras mdico y
medicina que ha apuntado en su fichero de excerpta o ha visto en algn sermonario
ofrecen abundan tes referencias de hondo calado dogm tico y mo ral, que c onsultar, si
hace falta.
Entre las circunstancias, la tradicin admite que la circuncisin se hizo en el portal
de Beln, que es como una casa privada a la que acude el barbero. Tambin parece
verosmil que la madre y el padre asistan a la sangra de su hijo y lo consuelen despus
de la operacin. Ahora bien, la razn de la sangra ofrece c ierta dificultad. P or ser quien
es,
el nio Jess goza de excelente salud. Si la sangra es remedio para la replecin de
humores o para las calenturas, qu enfermedad tendr la criatura para que se le
aplique la cura? Y si no hay tal enfermedad, para qu efectuar tan arriesgada
operacin? Enfrentado a este reparo gravsimo
39
, no le queda al predicador ms
solucin que echar mano de su biblioteca y leer, por ejemplo en Baltasar Arias, cmo
los telogos resolvieron esta cuestin.
El yugo y pesadumbre de la Ley mosaica
Baltasar Arias no gusta de adornar demasiado sus sermones con agudezas y smiles
como la lancetada que hemos propuesto.
40
Ms atiende al provecho espiritual de sus
oyentes que a su gusto. En su literalidad, comenta el predicador, el texto evanglico
presenta la circuncisin de Jess como un rito impuesto por la Ley mosaica que tiene
que celebrarse ocho das despus del alumbramiento. Ahora bien, el versculo
evanglico no insiste tanto en el significado del rito como en su carcter puramente
3
"
Alonso Cabrera,Consideraciones
en los Evangelios,p. 11 .
3 9
El
Diccionario
de
Autoridades define
el
reparo como [una] duda, dificultad
o
inconveniente
que
ocurre sobre
la
materia
qu e se
trata.
4 0
Discursos predicables,
pp .110-120.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 113
preceptivo. Por eso, siguiendo los comentaristas cristianos ms autorizados, es
oportuno separar en el rito de la circuncisin la forma y el fondo. El nio Jess fue
circuncidado por pura forma, a sabiendas de que, con l, caducaba el rito y desapareca
su significado.
Por otra parte, la doctrina de santo Toms de Aquino establece que Jesucristo no
estaba obligado a circuncidarse, porque la circuncisin fue instituida para remedio del
pecado original y el nio Jess naci sin tacha de pecado. Adems, la circuncisin se
aplica taxativamente a todos los nios judos nacidos por obra de varn. No es
tampoco el caso de Jesucristo que fue engendrado por obra del Espritu Santo.
Y sin embargo, Jess tuvo a bien ser circuncidado. La explicacin de este gesto
gratuito, Baltasar Arias la encuentra en la Epstola a los Glatas donde el apstol
afirma: Envi Dios a su Hijo [...] nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban
bajo la Ley.
41
En resumidas cuentas, la teologa afirma que Jesucristo cumpli con la ley mosaica
para librar a los cristianos de la obligacin de circuncidarse. Traducido en el lenguaje
figurado de nuestra consideracin predicable, Jess tom una medicina que no le estaba
reservada, para que nadie ms volviera a tomarla.
42
Obviamente, la doctrina constante
de la Iglesia no allana la dificultad de nuestro predicador. La Circuncisin es salvacin
para los pecadores pero no puede ser al mismo tiempo salvacin de quien es, por
antonomasia, el Salvador.
Lo que va de la sangra al amor
El razonamiento que hemos resumido es el trabajo preparatorio del predicador,
calcado sobre el modelo de la controversia escolstica. Lo curioso es que, en no pocos
casos,
esta clase de reflexin se plasma a la letra en los sermones, como si fuera un
adorno retrico. En vez de quitar el andamiaje conceptual que le permite construir su
sermn, el predicador lo pone en evidencia.
43
De todos modos, nuestro smil mdico
parece tener un futuro limitado, a no ser que la palabra replecin apuntada
anteriormente, nos traiga a la memoria el sinnimo exceso, con lo cual, tras una
secreta asociacin de ideas, damos con una solucin que viene de perlas: si Dios excede
en algo, es en el amor; un amor ardiente y gratuito, que pide por necesidad la sangra
para desahogarse. El predicador coge la pluma y apunta algo parecido a lo que escribi
Alonso de de Cabrera: La enfermedad [del nio Jess] es de amor, y amor es el que
4
1 Gal. 4,4-5: Misit Deus Filium suum [...] factum sub Lege, ut eos qui sub Lege erant redimeret
(... envi Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los estaban bajo la Ley). Esta
referencia aparece en muchos sermones.
4 2
En la Ley de Gracia, el bautismo sustituye a la circuncisin como nico y verdadero sacramento para
remedio del pecado original.
4 3
Buen ejemplo de esta prctica es el siguiente silogismo de Juan de Luna en el que opone el sacrificio de
Jess prefigurado en la Circuncisin con los sacrificios rituales de animales: Pues ahora, atencin: si Jess
quiere decir el que quita pecados, y los pecados no se perdonan sino derramando sangre, y la sangre de
animales no puede prestar para quitarlos, necesario es [que] la derrame Jess, que l solo y su sangre los
puede quitar, y as no hay cosa ms propia de Jess y que ms cerca est que derramar sangre y derramar
sangre. O Ni o de mi alma, derrame Vuestra Majestad sang re...
,Adviento,
p . 93 . La negrita es nuestra.
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114 JEAN CR OIZA T-VIALLE T Criticn,84-85,2002
pide la sangra.
44
Luego, como mdico aventajado de una junta, despeja las ltimas
dudas en un dilogo fingido:
Pues,
veamos: daba [la sangre del nio Jess] muestra dealgnmalhumor o dealguna
corrupcin
o
enfermedad oculta
que
haya
de ser
causa
de su
muerte? Ninguna muestra
de mal
humor, sino
de
excesivo amor;
no
est corrompida, sino enamorada,
no es
enfermedad
de
cuerpo, sino aficindelalma.
45
Despus
de
este infalible diagnstico,
no le
cuesta
al
p red icador p ro longar
el
smil
con
t o d o s los adhrentes imaginables , entre loscuales no faltan lassolcitas alegorasque
sirven
de
aclitos
a san
Jos :
La humildad
da la
venda
con que le han de
sajar como
a
herido;
la
obediencia
le
extiende
el
brazo para sufrir
el
golpe,
la ley
rigurosa sirve
de
lanceta,
y el
barbero debi
de ser el
santo
Jos. Hcese pues
la
sangra
y
ejectase
la
circuncisin
y
sale
la
sangre deseosa
de
regar
la
tierra.
46
El smil ganar mucha coherenciasi seelige cuid ado sam ente lasp a l ab r a s : el participio
h e r id o ,
por
ejemplo, admite
un
comp lemento com o herido
de
a m o r ,
de
h o n d o
calado espir i tual , mientras que enfermo hubiera quedadomsa n o d i n o .
4 7
Por fin, la
metfora mdica
de
Alonso
de
Cabrera culmina
con
este certero pronstico:
Quien
en la
sangre
de
Cristo nio
ve
seales certsimas
del
inmenso amor
que le
sujeta
a la
circuncisin, tngalasporevidentesque noacabarhasta ponerloen lacruz.
48
C on
lo
cua l ,
la
consideracin predicable
de la
sangr a entronca otra
vez con el
tema
de
la Pasin.
E L W O R K N P R O G R E S S C O M O A D O R N O R E T R I C O
Ya es tiempo de retomar el hilo inicial de nuestro ovillo. La consideracin predicable
de la que hemos reconstituido a nuestra manera el proceso de elaboracin temtica, es
buen ejemplo de cmo un smil sencillo como lo es el de la sangra puede ser ncleo
activo de un proceso de escritura abierto a muchas posibilidades. En otros sermones,
por ejemplo, el mismo smil sirve de motivo para consideraciones tropolgicas. Es as
como Antonio de Cceres y Sotomayor invita a los oyentes a aplicarse la lancetada de
hoy,para evacuar
4 4
Consideracionesen losE vangelios,
p. 36.
4 5
Ibid., p .
36.
4
-
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C M O SE E S C R I B A N L O S S E R M O N E S 1 15
todas las superfluidades y aun parte de las cosas muy necesarias para consagrarle] todos a
Dios con nuevo espritu y un particular despego y menosprecio de las cosas temporales.
49
Es evidente que la inventiva del predicador se lleva la palma en este tipo de ejercicio.
Sospechamos incluso que esta pericia alentada por la cultura escolstica, tiene a veces
un origen humilde, quizs inconfesable: pensamos en las disputationes de bachilleres,
los retos en forma de ridculos debates con los que se entretenan los estudiantes y se
preparaban para el pulpito o la ctedra. El juego inocente que hemos propuesto al
lector da cierta idea del carcter ldico (e intelectualmente limitado) de estos ejercicios.
Empero, no hay burlas sin veras, y los malabarismos retricos de algunos
predicadores son, a la postre, parodia de una realidad mucho ms seria. No se puede
negar en efecto que los sermones respondan a un autntico esfuerzo de escritura, a una
labor casi literaria. Por eso los predicadores se muestran tan preocupados por la
invencin y la composicin de sus homilas y no paran de afirmarlo en sus textos. Por
eso tambin plasman en sus sermones su reflexin acerca de la escritura y de las
condiciones especficas del gnero hom ilstico.
Aun as, y quizs a causa de este empeo en notificar el trabajo de la escritura, las
alusiones almodus scribendi acaban por convertirse en lugares comunes de la oratoria
sagrada. Veamos dos ejemplos.
En el primero, el predicador se convierte en
dramatis persona y,
delante de un
pblico de condiscpulos p redicadores, razona en voz alta:
He hallado siempre, padres, muy gran dificultad en declarar este misterio de la Circuncisin
del Seor porque, para no dejarme llevar del pensamiento ordinario de los que tratan aqu de
la circuncisin espiritual, o de otros que viendo sangre de Cristo, hablan de la Pasin del
Seor, ni solamente de los nombres de Dios en que gastan algunos todo el tiempo del sermn,
o de otros diferentes argumentos ms generales y que no tocan de cerca el misterio de este da,
veo muy dificultosa la entrada y salida en querer entender en sentido propio, legtimo y literal,
lo mucho que la Iglesia santa nos representa en estas pocas palabras del Evangelio de hoy.
50
El predicador descarta (y al mismo tiempo enumera) los socorridos temas del
predicador al uso. Trillada le parece la asociacin que algunos ven entre la sangre de
la Circuncisin y las llagas de la Pasin. Estos pretenden transformar un sermn
navideo en homila anticipada de Semana Santa. Tampoco le convencen la solucin
tipolgica que hace hincapi en la glosa paulina del corazn circuncidado, o la
meditacin sobre los nombres de Cristo. No es que busque una interpretacin nueva de
la percopa; ni siquiera aboga por una vuelta a la exposicin literal del texto, ya que
reconoce tambin que las pocas palabras del Evangelio no dan para mucho. En este
prtico de sermn, el lector habr reconocido la figura retrica llamada precaucin
oratoria. Pero a pesar de lo que pretende evitar, el predicador se cie estrictamente a lo
que exige la hermenutica tradicional del texto bblico.
4 9
Segunda parte de los sermones
p.
69 .
La negrita es nuestra. La palabra superfluidad designa los
humores crasos del cuerpo hum ano que se evacan m ediante la sangra.
S"
lbid.,p.
69 .
La negrita es nuestra.
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116 JEAN CR OIZAT-VIALLET
Criticn,
84-85,2002
La letra con la sangre entra
En otro sermn, Antonio Cceres de Sotomayor propone una metfora que a todas
luces util iza el
modus scribendi
como mot ivo r e t r ico . E l p red icado r abord a la
consideracin de los nombres de Cr is to , y no encuentra mejor forma de exponer es te
tema que la de valerse del ejemplo del lector que entra en el
studium
y recorre los t tulos
de los libros:
Para entender un libro, lo primero que hacemos es mirar el ttulo que en pocas palabras
contiene toda la sustancia que encierra en s el cuerpo del libro. Y as veris por la mayor
pa rte los ttulos escritos con diferentes letras y diferente tin ta, con unas letras gticas grandes
y coloradas, que todo ello arguye no ser acaso, sino que hubo cuidado en medir y sealar
esas palabra s.
51
El t tulo declara el tema, y el l ibro da el comentario. La aplicacin teolgica de este
ejemplo viene a continuacin: los nombres que la Biblia da a Cristo son como los ttulos
de l ibros en los que se declaran los sent idos y las propiedades de cada nombre,
conforme a la lectura t ipolgica.
5 2
Hoy, como lo indica el calendar io l i trgico, toca
abrir el l ibroJess y leer el captulo de la Circuncisin:
Los n ombres que el Seor pone, qu pensis qu son, sino un breve ttulo del libro que se ha
de escribir en toda la vida, contadas y sealadas las letras, y puestas con acuerdo del Cielo? Y
as,
n o es maravilla que tengan misterios divinos. P oner Dios a su hijo nom bre de Jess en la
Circuncisin cuando est derram ada sangre, fue para que todas las letras del nombre saliesen
coloradas, como ttulo de un insigne libro.Y aqu es necesario aprovecharnos de un dicho
comn de los legistas: Si vis intelligere nigrunt, lege rubrum [si quieres entender lo que est
imp reso en negro, lee lo que viene en
rojo].
Es menester la rbrica para entender el texto. La
rb rica y el color colorado del nombre de Jess, es la circuncisin.
53
El sentido de la agudeza f inal puede expresarse de esta manera: como para entender un
libro es necesario leer primero la rbrica o el t tulo, as, para entender los misterios del
nombre de Jess, ser necesario contemplar la sangre que verti en la circuncisin. La
metfora se justif ica al nivel teolgico porque, en la percopa, el r i to de la circuncisin
es anterior a la imposicin del nombre.
Para r izar el r izo, prolonguemos la metfora libresca hasta su ltima consecuencia.
Si, como buenos lectores que somos, abrimos el insigne libro al f inal, daremos con la
tabla copiosa de las sentencias y cosas notables que cont iene. Encontraremos en el
orden alfabt ico los t tu los que nos in teresan para escr ibir el sermn de hoy:
Circuncisin, Jess , Pasin y tambin Rbrica. As es como las metforas del
libro y del t tulo, que pertenecen a una rancia tradicin retrica, se ven reactivada de
forma quizs involuntaria por el predicador : la retrica revela el proceso de fabricacin
de la homila.
5 1
Ibid.,
p. 86. Lanegritaesnuestra.
5 2
Es de recordar queFray Luis deLen public por primera vez suobra
Los
nombres
de
Cristo en
1583.
En lasegunda edicinde 1585 , elautor aadisucomentario acercadelnombre Jess.
5
3
Segunda parte,
pp .
86-87.
La
negrita
y la
traduccin
son
nuestras.
Se
percibe
en
esta cita
un
remoto
ec ode la teologadelnombre quedebe muchoa latradicin rabnica.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 117
E L S E N T I D O P O L T I C O Y T R O P O L G I C O
L O S S E R M O N E S D E L A C I R C U N C I S I N
Nuestro estudio sera incompleto
sin el
anlisis
de la
intencionalidad ideolgica
y
moral
de los
sermones seleccionados.
En
efecto,
las
pginas anteriores pueden dejar
la
impresin
de que el
sermn responde
a un
puro ejercicio formal, cuando
en
realidad
es
pieza imprescindible
de un
acto
de
comunicacin ritualizado
en la
liturgia
de la
misa.
La razn
de ser de
dicho acto
no es
literario
ni
gratuito.
El
sermn
es
enseanza.
El ideario poltico
y
moral aceptado
por la
sociedad deja
su
impronta
en los
sermones.
Es el
trasfondo mismo
de la
predicacin. Tres
son los
elementos
que
merecen
nuestro inters:
el
pensamiento poltico,
la
enseanza tropolgica
y la
sensibilidad
religiosa. Empezaremos
por el
ideario poltico.
Con
mucha razn,
el
profesor Francis
Cerdan subraya
que el
sermn
es un
medio
de
adoctrinamiento poltico
y
social,
un
instrumentum regni:
De manera general
el
clero
se
mantuvo fiel
a una
actitud ideolgica
que
defenda
el
rgimen
poltico
y
social imperante.
Los
oradores sacros participaron
en la
elaboracin
de una
teora
poltica
y
fueron eficaces agentes
de la
propagacin
de una
cultura dirigida
y
conservadora.
54
Ahora b ien , hemos
de
confesar
que la
presencia
de una
ideologa militante claramente
definida
es
escasa
en los
sermones estudiado s.
La
razn
es que la
percopa evanglica
no
se presta
a
este tipo
de
discurso,
a no ser que lo
pidan
las
c ircunstancias.
Es el
caso
del
Sermn
de la
Circuncisin predicado
a Su
Majestad
en
Nuestro Colegio Imperial
de
Manuel
de
Njera.
5
-
5
La
asistencia
del rey y de
muchos miembros
de la
Corte obligaba
al predicador
a
adaptar
su
sermn
al
pblico congregado.
De
hecho,
las
siete
consideraciones
que
articulan
el
sermn
del
confesor regio giran
en
torno
a un
tema
poltico
que
tiene
muy
poco
que ver con el
misterio
de la
Circuncisin. Obviamente,
el
predicador
se
inspira
de la
advertencia bblica:
Et
nunc intellegite reges,
que
abarca
toda clase
de
advertencias sobre
el
modo
de
reinar.
Si damos
un
repaso ahora
a la
interpretacin tropolgica
de la
percopa,
la
conclusin
es la
misma.
No hay
enseanza moral especfica
de la
fiesta
de la
Circuncisin,
por lo que las
advertencias pueden pasar
de un
sermn
a
otro
con
algn
que otro retoque.
Un
ejemplo bastar.
En
su
segunda homila, Manuel
de
Njera invita
a los
fieles
a
circuncidar
superfluidades
es
decir destinar
ms
limosnas para darlas
a los
necesitados.
De
paso
arremete, contra
el
lujo
y la
falta
de
piedad
de sus
contemporneos, reactivando
el
socorrido tema
de que
cualquier tiem po pasado
fue
mejor:
En viviendo
al
antojo,
a la
vanidad,
a la
ostentacin,
a la
pompa,
no hay
renta
que no sea
escasa, pero
en
circuncidando superfluidades, sobran para repartir
a los
pobres bienes.
Si en
una valona
de
aquestos tiempos dicen
se
emplean cien escudos;
si en un
vestido
se
consume
un
patrimonio;
si una
joya
da que
hacer
a una
familia
por
muchos das, cmo
ha de
haber para
Vase Cerdan, 1998,
p. 37.
Sermones
panegricos,
1645.
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118 JEAN CR OIZA T-VIAL LET
Criticn, 84-85,2002
crceles, para hospitales, para hurfanos, para mendigos? Quiera Dios se cumplan
obligaciones, ya que no se ejercitan piedades.
56
Semejantes comentar ios son hermanos gemelos de los incontables sermones que
denuncian los abusos de los poderosos y proponen como al ivio de los problemas
sociales, la prctica de las obras de misericordia. Ante tanta escasez de originalidad,
entendemos que las consideraciones tropolgicas constituyen la parte ms reciclable de
los sermones.
Un antijudasmo convenc ional
Ms sorprendente quizs es la ausencia de referencias antijudaicas en los sermones
estudiados. Podemos considerar como anti judaica la dist incin que establece Juan
Gutirrez de Estremara entre la Sagrada Familia y los judos presentes en la ceremonia
de la c ircuncisin?
5 7
En real idad, la cr is t ianizacin de Mara y de Jos , y su
correlativa prdida de identidad juda es un hecho que se remonta a la redaccin de los
Evangelios y a la const i tucin de las pr imeras comunidades cr is t ianas.
5 8
Na da nos
permite afirmar que esta diferenciacin hubiese cobrado relevante importancia en la
Espaa del Seisc ientos, ni s iquiera por especia l inquina hacia los judeoconversos.
Tampoco nos parece significativo un smil encontrado en un sermn de Baltasar Arias,
que contrapone la puer ta estrecha de la c ircuncisin mosaica con la puer ta ancha y
espaciosa del bautismo cristiano:
Entre otros fueros y leyes de Castilla, uno de ellos dicen que es que, si acaso, entrando el
prncipe por alguna puerta de la ciudad, por ser estrecha o baja, se descabalase y se hiciese
sangre, hirindose en alguna pied ra, luego se cerrase a piedra lodo y no se usase ms de ella.
As pues, la circuncisin era puerta de la sinagoga, por donde entraban los que haban de ir al
Cielo;pero puerta estrecha y angosta, por donde no caba ms que el judo, porque fue dada
para slo aquel pueblo. Entr por ella el prncipe Cristo y descabalse y verti sangre al
pasar. Y as manda el Cielo que se cierre esta puerta y que no se use ms esa ley:
Si
circuncidamini,dice el glorioso apstol san P ablo,Christus nihil vobis prodest.
S9
Como lo indica la cita paulina que da su sentido al smil, el predicador insiste en la
prescr ipcin del r i to judo por la ley de Gracia . De la c ircuncisin se conserva
nicamente el estigma sangriento. La puerta estrecha de la sinagoga causa una herida
innecesaria al prncipe Jess, por lo que merece ser sellada a cal y canto. El r ito judo
que celebra e l ingreso del varn en la comunidad se interpreta aqu como un r i to
excluyeme. Pero el predicador no considera que el r ito judaico careca de sentido, antes
bien, recuerda que era la nica puerta para los judos fieles a los mandamientos de
Dios , hasta la instauracin de la Ley de Gracia. Adems, una razn de peso impide a
5 6
Ibid.,p. 82 . La
negrita
es
nuestra.
5 7
Vase Suchet-Duchaux yP astoureau, 1994, pp.92-93.
5
Un claro hitoen la creacin de una identidad cristiana fue la polmica entre sanPabloy sanP edro
acerca
de la
obligatoriedad
de la
circuncisin para
los
nefitos gentiles.
5 9
Discursos predicables,
p p .
112-113.
La
cita
es de la
Vulgata
(Gal. 5, 2): Si os
circuncidis, Cristo
no
os aprovechar denada.L anegrita esnuestra.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SER MONES 119
Baltasar Arias vilipendiar este rito: el mismo nio Jess se prest de forma gratuita a ser
circuncidado.
En resumidas cuentas, la imagen que del judo se desprende de los sermones de la
Circuncisin se corresponde al tpico del judo cansado, que respeta escrupulo-
samente los preceptos de su religin, ignorando que, para los cristianos, el Mesas ya
lleg.
El antijudasmo tan difundido en la sociedad, con la infamia de los estatutos de
limpieza de sangre, no parece haberse difundido con especial encono desde el pulpito.
En todo caso, ninguno de los sermones que hemos ledo muestra especial recelo hacia
los judos o los judeoconversos.
60
M S A L L D E D E L A I D E O L O G A : E L S E R M N C O M O C A J A
D E
R E S O N A N C I A D E L A S E N S I B I L I D A D R E L I G I O S A
A falta de testimonios escritos, no sabemos casi nada sobre la recepcin de nuestros
sermones, pero sospechamos que el sermn ureo es la caja de resonancia de
sensibilidades dtectables tambin en otras producciones escritas del per iod o.
Varios indicios textuales nos llevan a pensar que los predicadores privilegian ante
todo la emocin. Para ellos, el camino ms directo para fortalecer la fe del oyente son
los afectos. La preceptiva afirma muy a menudo que la adhesin fervorosa de los fieles
a un contenido dogmtico depende en buena medida de la manera como el predicador
lo dramatiza en su homila. El tono de voz, los gestos, la expresin de la cara no slo
ayudan a entender el sermn sino que permiten hacer sensibles lo que, expresado sin
conviccin y con la frialdad de un silogismo, no llega al corazn ni conmueve.
En el caso de los sermones de la Circuncisin, el crisol en el que se funden la fe
cristiana y la sensibilidad es el dogma de la Encarnacin. La predicacin de Alonso de
Cabrera es un buen ejemplo. Primero explica que la Encarnacin es la manifestacin de
la profunda humildad de la divinidad. Acto seguido pregunta a los feligreses presentes:
Si hacerse semejante en la humanidad a los hombres, y vestirse a su manera y traje es tanta
baja de aquella suprema alteza, qu ser tomar vestido, traje y apariencia de pecador, siendo
circuncidado, como si lo fuera? Esto es lo nfimo donde Dios pudo bajar y lo sumo adonde el
hombre pudo subir.
61
La humildad de Dios que se rebaja hasta encarnarse reaparece con tanta frecuencia en
los sermones de la Circuncisin que deba de ser un elemento esencial de la pastoral de
la octava de la Natividad. El hecho que la Encarnacin sea un misterio ms
representable y, por lo tanto ms representado que los dems, como lo muestran los
cuadros, las imgenes, los belenes y los villancicos, ayuda a anclar este motivo en la
sensibilidad colectiva. Un misterio de carne y hueso, en figura de nio indefenso,
llena ms la imaginacin y conmueve.
6 Tampoco aparecen rasgos antijudaicos en los autos sacramentales de Caldern que aluden a la
Circuncisin. Vase Reyre, 1998, p. 223. En estas alusiones, el rito judo est presentado como una
prefiguracin del bautismo cristiano.
6 1
Consideraciones en los Evangelios,
p. 7.
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120 JEAN CROIZAT-VIALLET
Criticn,
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Por otra parte, la humildad de Dios realza la dignidad del hombre. Alonso de
Cabrera afirma que el nio Jess, al compartir las mismas vivencias que los recin
nacidos, considera un honor revestir nuestra humanidad:
[Dios] no quiso sino honrar nuestra infancia y niez, e ir creciendo como nio. [...] no quiso
sino autorizar nuestras penas y fragilidades tomndolas sobre s. En naciendo, derrama
lgrimas y siente el rigor del fro y le da pena la helada y tiene gana de mamar y necesidad de
que le envuelvan y arrullen y le traigan en brazos.
62
Llegado a este punto de la homila, el predicador invita al oyente a descubrir en las
miserias del vivir humano un motivo para enorgullecerse de ser hombre, precisamente
porque Cristo dignific nuestras miserias desde los primeros das de su vida terrestre.
La exhortacin moral que concluye el sermn resume
este
pensamiento heredado del
humanismo cristiano y que converge hacia la figura esencial del crucificado:
[Que el hombre] aprenda no slo a sufrir con paciencia los trabajos, sino a gloriarse con san
Pablo en las tribulaciones, y hacer casos de honra las adversidades, los dolores, disciplinas,
cilicios, mortificaciones, enfermedades; recibirlos con los brazos abiertos, como negocio
honrossimo, ennoblecido y autorizado en la carne lastimada del Hijo de Dios.
63
Ms all de la fascinacin por el dolor, hay una evidente exaltacin del sufrimiento,
cuyas irrisaciones en la cultura religiosa y profana del Siglo de Oro mereceran un
copioso estudio. Tambin es posible que, transportada en la esfera de la vida pblica, la
llamada a la paciencia ante la adversidad sirva como de blsamo para aliviar las
tensiones sociales y mantener la paz y concordia dentro de la repblica. Pero una
lectura global de los sermones de la Circuncisin manifiesta la presencia de un estrato
anterior, capaz de unificar todas estas lecturas: la imitacin de Jesucristo.
En efecto, la humildad, el dolor y el sufrimiento del nio Jess el da de la
Circuncisin son imagen de la humana condicin. Suavizan, o mejor dicho humanizan,
el gran reto que se ofrece al cristiano del Siglo de Oro: imitar a Jesucristo. Los sermones
que hemos estudiado no valoran tanto el exigente ideal de la imitacin como la
disposicin de espritu con la que el cristiano debe enfocar este reto. Al hacer hincapi
en la humanidad de Jesucristo, los predicadores ureos enmarcaban este ideal de
perfeccin en el horizonte humilde, limitado pero esperanzador del cristiano para quien,
segn la pertinente y optimista frmula de Alonso de Cabrera que nos servir de
eplogo: Ni la bajeza de la humanidad apoca, ni menoscaba la grandeza de la
divinidad.
64
62
Ibid.,
pp. 5 y 7.
6 3
Ibid.,
p. 8.
6 4
Ibid.,
p. 30. El
texto sigue
as: ni por el
contrario
la
alteza
de la
divinidad consum e
y
oprime
con su
glorialapequenezdenuestra humanidad.
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CMO SE ESCRIBAN LOS SERMONES 121
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pp . 101-122.
Resumen.Eneste trabajo, tratamosdesometerunconjuntodesermones ureos cuyo temaes laCircuncisin
de Jesucristo,
a una
lectura
que
permite
ver
cmo
el
modus scribendi
del
predicador
es un
elemento
constitutivo
de la
invencin
y de la
retrica
de la
homila. Pero
no
deja
de ser al
mismo tiempo reflejo
de la
formacin universitaria
y de
laspreocupaciones pastorales
de
lospredicadores.
Rsum. L'objet
de cet
article
est de
soumettre
un
corpus
de
sermons
du
Sicle
d Or
ayan t pour thme
la
CirconcisionduChristunelecture perm ettantdevoir com mentle modus scribendiduprdicateurest un
lment constitutifdel'inventionet del'ornement rhtoriqu edel'hom lie.Parailleurs,ceprocessus d'criture
est aussi
le
reflet
de la
formation universitaire
etdes
proccupations pastorales
des
prdicateurs.
Summary.Inthis article,we aimatsubjectinga corpusofspanish GoldenAgesermons, wh ich hvefortheir
subject Christ's Circumcision to a reading which enable us toascertain how the
modus scribendi
of the
preacher
is a
constituent lment
of
both
the
inventio
andthe
rhetorical ornamentation
ofthe
homily. Also,
this process
of
writing reflects
a
training acquired
in
the
U niversity
and
a
pastoral interest
in
preaching.
Palabras clave. Circuncisin. Concordancias. Excerpta.Sermonarios. Sermones. Tipologa. ARIAS,Baltasar.
CABRERA,Alonso de. CCERESYSOTOMAYOR,Antonio de. GRANADA,Luis de. GUTIRREZDE ESTREMARA,
Juan. LUNA,Juan de.NJERA,Juan de.SUREZ,Francisco.