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John Lydon,

con la colaboración de Keth y Kent Zimmerman

ROTTEN. NO IRISH, NO BLACKS, NO DOGS. La autobiografía autorizada de Johnny Rotten, cantante de

los Sex Pistols

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Colección: E-Libros – La Conjura de Campanella Fecha de Publicación: 09/07/2007 Número de páginas: 10

Colección: Bibliografía recomendada Fecha de Publicación: 01/12/2018 Número de páginas: 19 I.S.B.N. 978-84-690-5859-6

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© CEDCS - www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6

John Lydon, con la colaboración de Keth y Kent Zimmerman: ROTTEN. NO IRISH, NO BLACKS, NO DOGS. La autobiografía autorizada de Johnny Rotten, cantante de los Sex Pistols Madrid, 2007, Ed. Acuarela y A. Machado libros

En la cultura setentera a nivel global, la irrupción de los Sex Pistols entre 1976 y 1978

fue un verdadero revulsivo, un aldabonazo de rara intensidad y apasionante; a su lado

todo el resto de análisis y racionalizaciones culturales sesenteras y setenteras palideció,

se quedó prematuramente romo, y algo post-algo pareció que podría enseñorearse de un

nuevo análisis de la realidad. De aquel movidón espontáneo – y no tan espontáneo –

parece que puede quedar como señalizador privilegiado John Lydon, alias Johnny

Rotten o Juanito el Podrido, que con esta biografía escrita/dictada a varias manos o

voces cobra un particular simbolismo o significado como teórico de una deriva en la que

la lucidez de origen o clase parece impregnar la radicalidad del comportamiento y del

análisis que, de un punto de partida adolescente e intuitivo, se agiganta con naturalidad

hasta lograr un punto-límite zen lucidísimo e irradiador. Uno, que siempre anda

enredado por el laberinto de la necesidad de narrar una historia no nacionalista y no

confesional, para ver si de una vez por todas es posible lograr entender y narrar una

realidad histórica construida preferentemente con esas claves nacionalistas y

confesionales, puede quedar deslumbrado por este relato del Rotten, del joven Johnny

Podrido; sus reacciones espontáneas, intuitivas, consigue al fin racionalizarlas, en

principio mínimamente, luego de manera espléndida, hasta culminar en el capítulo o

escena 21 que da título al libro, “No irish, no blaks, no dogs”, prohibido el paso a

irlandeses, negros y perros… Si es verdad, como pienso, lo que algún maestro

historiador, del que no quiero recordar el nombre, dice sobre que el punto más negro de

la historia de Inglaterra es el trato colonial dado a los irlandeses, como si fueran unos

indígenas cualquiera de una colonia extraeuropea, pienso que las actuales escuelas de

historia postcolonial debería utilizar como modélico este ensayo narrativo de Lydon y

sus colegas… También se dijo que el mayor pecado de Hitler había sido aplicar en



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Europa las mismas tácticas coloniales sin piedad que los europeos aplicaron en su

expansión por el resto del mundo extraeuropeo, lo que viene a ser lo mismo que lo

anteriormente citado sobre ingleses e irlandeses; y por ello el simbolismo de la insignia

nazi invertida que Juanito el Podrido luce en su primera fotografía para su primer

pasaporte para viajar a América, que mosqueó a las autoridades consulares USA,

adquiere una coherencia intuitiva de particular fuerza también.

Pero vamos por partes. El libro está escrito a varias voces, por una serie de amigos y

colegas de John Lydon, comenzando por su padre mismo, John Christopher Lydon,

quien de una postura inicial de enfrentamiento que hizo que le expulsara de casa incluso

en su adolescencia, evolucionó hacia la comprensión plena de la lucha de su hijo Juanito

el Podrido contra todo tipo de elementos y el orgullo final ante su trayectoria y logros.

Una historia paterno-filial proletaria emocionante, tanto como esa figura materna

comprensiva y liberadora, o esa esposa, Nora, que casi le doblaba la edad cuando se

enamoran, y que termina siendo un fiel de balanza en esa lucha imposible pero

inevitable del Podrido-Rotten. Todo memorable y enternecedor… Pero vamos por

partes. Estos son eso personajes que al principio del libro se presentan como “El

reparto”, y al final del libro se completen con un sencillo “¿Qué ha sido de ellos?” Una

lección, pues, de sentido histórico en el relato, de impagable valor.



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He aquí El Reparto, los narradores que intervienen en el relato, como un “aviso por

deposición” de la vieja literatura clásica de avisos…

Además de estos personajes que en algún momento del relato intervienen con sus

palabras, impresiones y análisis, que le dan a la narración una gran riqueza de

perspectivas y al lector no pocas pistas para formarse su propia opinión sobre lo que

pudo haber pasado en esos dos años largos de vida de los Sex Pistols, hay otros

personajes importantes pero que no intervienen con sus opiniones, salvo en el capítulo

del final sobre las declaraciones en un juicio; sobre todo, el manager Malcolm McLaren

o la tendera y diseñadora de moda Vivienne Westwood, y en particular John Beberly,

alias Sid Viciux, y su novia americana Nancy, quien le enredó con la heroína hasta su

trágico final mutuo tan prematuro y lastimoso.



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Este es el índice de la obra:

Esas 23 Escenas, con el apéndice lujoso del cuaderno de fotografías, constituyen un

magistral libro de historia; a medias entre la literatura memorialística y de investigación

antropológico-sociológica o cualquier otra coletilla académica, siempre repipis o

pretenciosas, este es relato que desborda el género literario y es a la vez alta literatura

tanto por el interés de su contenido como por el tratamiento – metodológico, diría ese

académico repipi o pretencioso – dado al asunto, tan cercano a veces a esas

“declaraciones o deposiciones” de testigos de las “relaciones de avisos”, de la literatura

de avisos o de la frontera, que tanto trabajamos en esta plataforma digital del Archivo de

la frontera. Nada se impone como objetividad incuestionable, sino todo lo contrario; por

las costuras o fronteras del relato de las diferentes voces, se captan los diferentes puntos

de vista, las diferentes posturas ante el escándalo global que significaron los Sex Pistols

en su breve existencia, el antinegocio que significaron, y hasta ese encabrone de Lydon

cuando los quieren comparar con los situacionistas sin duda que los analistas

académicos o los politólogos y comentaristas de los media, o los blandengues

universitarios que todo lo confunden y neutralizan… Supongo que Keith y Ken

Zimmerman debieron influir no poco también en la peculiar estructura literaria de este

libro.

Pero sólo puede un lector hacerse idea de lo que se narra en este texto de textos con un

capítulo completo o Escena, el/la 21. Con lo que me toca ya enmudecer, la dicha de



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enmudecer. La voz dominante en esta Escena 21, en principio, es la del propio John

Lydon.



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“Palabras inteligentes, palabra amargas. Palabras que no engañan.”

Johnny Rotten dixit.

John Lyden las confirmó.



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En el apéndice fotográfico, Lydon recoge algunas fotografías más personales e íntimas,

no de las relacionadas con la promoción de los Sex Pistols, y entre ellas una que

recuerda con particular cariño y que refleja, a su modo de ver, esa realidad cotidiana de

aquellos casi niños de la clase obrera que se enfrentan al mundo desde su inconsciencia

y juventud desarbolada… Están en ella el trío básico del drama, Rotten, Sid Vicius y

Nancy, en un interior con música y botellas, entre otras cosas.

Y, finalmente, ese John Lydon y Nora, una hermosa imagen síntesis final…



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FIN


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