juan garcía hortelano sale del purgatorio _ edición impresa _ el paÍs

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JOSÉ MARÍA GUELBENZU 12 ABR 2007 Juan García Hortelano sale del purgatorio Archivado en: Lumen Lumen Juan García Hortelano Juan García Hortelano Narrativa Narrativa Literatura Literatura Empresas Empresas Economía Economía Cultura Cultura La novela El gran momento de Mary Tribune y los Cuentos completos —con prólogo de Luis Izquierdo y un relato inédito— son los primeros títulos de la Biblioteca Juan García Hortelano, de la editorial Lumen. Novelista, cuentista, guionista cinematográfico, poeta, traductor, García Hortelano (Madrid, 1928-1992) fue funcionario, comunista, amigo de Carlos Barral, Juan Marsé, Ángel González, Juan Benet y muchos otros; escribió varias novelas que no publicó (una policiaca en los cuarenta y obras que fueron finalistas de los premios Nadal y Sésamo); se enfrentó a la censura y publicó al final de su vida con seudónimo (Luciana de Lais). Una madrugada, después de una noche movida, se encontraban sentados en las sillas de la terraza de la cafetería Michigan Juan García Hortelano y su amigo Carlos el Yogui. Aún era de noche, la calle (era la antigua Ronda del Conde Duque, hoy Serrano Jover) estaba desierta y la terraza abandonada, lógicamente. De pronto, provenientes quizá de la calle Guzmán el Bueno, empezaron a pasar por delante de ellos unos elefantes, sin duda de un circo, que se dirigían hacia abajo, hacia el Paseo de Rosales. Juan iba a comentarlo cuando de pronto, rápido como el rayo, vio la situación y decidió callarse. En esto, Carlos abrió los ojos de pronto y dijo: -Anda, mira, un elefante. Y Juan, que lo esperaba, negó: -¿Un elefante? ¿En Madrid por mitad de la calle? Los animales continuaron desfilando y desaparecieron calle abajo mientras Carlos insistía e insistía hasta que, al final, despavorido, asumió que estaba ante su primer ataque de delirium tremens. Lo tuvo una semana sin probar una gota de alcohol antes de contarle la verdad. Nunca dejó escapar una escena que mereciese la pena. Juan García Hortelano era un narrador perteneciente a la tradición realista que poseía dos dones excepcionales. El primero de ellos, un extraordinario sentido de la observación que le permitió poner su mirada sobre los comportamientos de la burguesía española de la época y fijarla en novelas dramáticas tan bien construidas y resueltas como Nuevas amistades o Tormenta de verano. La observación vale de poco en literatura si no se sabe seleccionar lo significativo de lo que se ve; él lo sabía. Obtuvo con ambas novelas los dos premios literarios más codiciados de la época, el Biblioteca Breve y el Formentor. Con Gente de Madrid (en cuyo título había un homenaje implícito a Dublineses) demostró ser un cuentista consumado. El otro don era el de ser un prodigioso y divertidísimo narrador oral, lo cual no sólo apreciaban los que escuchaban sus múltiples anécdotas sino que, trasladado a la creación, lo apreciaron igualmente sus lectores porque era un maestro del diálogo. En su tradición realista hizo algo admirable: tomó el costumbrismo, recurso propio de la mediocridad hispana, y lo transformó en un elemento de análisis; baste recordar un personaje como la Merceditas de El gran momento de Mary Tribune, creado sólo a base de diálogos por medio de los cuales consigue darnos una representación de un estamento social -las chachas- a la vez singular y general, tan penetrante como no consiguen otros con decenas de descripciones. Juan amaba la literatura por encima de todo y muy en especial -como su divertidísima protagonista de esa lección de educación literaria y sentimental que es Gramática parda- a Flaubert, de cuya teoría de la mot juste fue practicante acérrimo. La verdad es que todo cuanto pasó al papel lo hizo con verdadera convicción literaria porque distinguía perfectamente entre compromiso personal y moral y compromiso literario y ambos los cumplió con extremo rigor. Habitante del barrio de Argüelles -todo lo que no fuera Argüelles lo consideraba "el extranjero"- vivió largo tiempo en Barcelona, viajó lo necesario hacia donde le interesaba, trabajó para el cine con su amigo Juan Marsé, disponía de una experiencia de lectura asombrosa, JUEVES, 12 de abril de 2007 EDICIÓN IMPRESA Juan García Hortelano sale del purgatorio | Edición impresa | EL PAÍS http://elpais.com/diario/2007/04/12/cultura/1176328804_850215.html 1 de 2 03/10/2014 12:50

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JOSÉ MARÍA GUELBENZU 12 ABR 2007

Juan García Hortelano sale del purgatorio

Archivado en: LumenLumen Juan García HortelanoJuan García Hortelano NarrativaNarrativa LiteraturaLiteratura EmpresasEmpresas EconomíaEconomía CulturaCultura

La novela El gran momento de Mary Tribune y los Cuentos completos —con prólogo de Luis Izquierdo y un relato inédito— son los primeros títulos de la Biblioteca Juan García

Hortelano, de la editorial Lumen. Novelista, cuentista, guionista cinematográfico, poeta, traductor, García Hortelano (Madrid, 1928-1992) fue funcionario, comunista, amigo de

Carlos Barral, Juan Marsé, Ángel González, Juan Benet y muchos otros; escribió varias novelas que no publicó (una policiaca en los cuarenta y obras que fueron finalistas de los

premios Nadal y Sésamo); se enfrentó a la censura y publicó al final de su vida con seudónimo (Luciana de Lais).

Una madrugada, después de una noche movida, se encontraban sentados en las sillas de laterraza de la cafetería Michigan Juan García Hortelano y su amigo Carlos el Yogui. Aún era denoche, la calle (era la antigua Ronda del Conde Duque, hoy Serrano Jover) estaba desierta yla terraza abandonada, lógicamente. De pronto, provenientes quizá de la calle Guzmán elBueno, empezaron a pasar por delante de ellos unos elefantes, sin duda de un circo, que sedirigían hacia abajo, hacia el Paseo de Rosales. Juan iba a comentarlo cuando de pronto,rápido como el rayo, vio la situación y decidió callarse. En esto, Carlos abrió los ojos de prontoy dijo: -Anda, mira, un elefante. Y Juan, que lo esperaba, negó: -¿Un elefante? ¿En Madrid pormitad de la calle? Los animales continuaron desfilando y desaparecieron calle abajo mientrasCarlos insistía e insistía hasta que, al final, despavorido, asumió que estaba ante su primerataque de delirium tremens. Lo tuvo una semana sin probar una gota de alcohol antes decontarle la verdad. Nunca dejó escapar una escena que mereciese la pena.

Juan García Hortelano era un narrador perteneciente a la tradición realista que poseía dosdones excepcionales. El primero de ellos, un extraordinario sentido de la observación que lepermitió poner su mirada sobre los comportamientos de la burguesía española de la época yfijarla en novelas dramáticas tan bien construidas y resueltas como Nuevas amistades oTormenta de verano. La observación vale de poco en literatura si no se sabe seleccionar losignificativo de lo que se ve; él lo sabía. Obtuvo con ambas novelas los dos premios literariosmás codiciados de la época, el Biblioteca Breve y el Formentor. Con Gente de Madrid (en cuyotítulo había un homenaje implícito a Dublineses) demostró ser un cuentista consumado.

El otro don era el de ser un prodigioso y divertidísimo narrador oral, lo cual no sólo apreciabanlos que escuchaban sus múltiples anécdotas sino que, trasladado a la creación, lo apreciaronigualmente sus lectores porque era un maestro del diálogo. En su tradición realista hizo algoadmirable: tomó el costumbrismo, recurso propio de la mediocridad hispana, y lo transformó enun elemento de análisis; baste recordar un personaje como la Merceditas de El gran momentode Mary Tribune, creado sólo a base de diálogos por medio de los cuales consigue darnos unarepresentación de un estamento social -las chachas- a la vez singular y general, tanpenetrante como no consiguen otros con decenas de descripciones. Juan amaba la literaturapor encima de todo y muy en especial -como su divertidísima protagonista de esa lección deeducación literaria y sentimental que es Gramática parda- a Flaubert, de cuya teoría de la motjuste fue practicante acérrimo. La verdad es que todo cuanto pasó al papel lo hizo converdadera convicción literaria porque distinguía perfectamente entre compromiso personal ymoral y compromiso literario y ambos los cumplió con extremo rigor.

Habitante del barrio de Argüelles -todo lo que no fuera Argüelles lo consideraba "el extranjero"-vivió largo tiempo en Barcelona, viajó lo necesario hacia donde le interesaba, trabajó para elcine con su amigo Juan Marsé, disponía de una experiencia de lectura asombrosa,

JUEVES, 12 de abril de 2007

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permaneció siempre fiel al Atlético de Madrid, incluso en los tiempos duros de aquel locatisllamado el doctor Cabeza y tan sólo se tambaleó ante los años atroces de Jesús Gil y Gil:mejor que no haya visto en lo que ha quedado el equipo.

En cambio, habría sido feliz viendo al Getafe actual. -¿Te vienes a ver al Geta? En aquellostiempos el Geta jugaba por las mañanas, las matinées del Geta.

El gran momento de Mary Tribune no es sólo la mejor novela que se ha escrito sobre Madrid ysobre el Madrid de los años sesenta sino una de las grandes novelas que nos ha dejado elpasado siglo en su segunda mitad. La vida de aquel Madrid, contada desde un grupo deamigos lúcidos y perdidos, es una realidad imborrable gracias a él. De hecho, uno se preguntacómo es que no hay una estatua de Juan García Hortelano caminando por las calles deArgüelles, una que permitiera encontrárselo así de pronto, en mitad de la acera, quizá junto albar del Tirol o en la esquina donde estaba el quiosco de periódicos de la señora Amparo.

Todo buen escritor, a su muerte, pasa una temporada más o menos larga -a veces muy larga-en lo que se conoce en el argot como "el purgatorio" (la única excepción ha sido Borges, peroes que el suyo es un caso de idolatría). Pues bien, a Juan García Hortelano le ha llegado elgran momento de salir del purgatorio y tomar su lugar en la historia de la literatura española.Lo merece por su doble compromiso, literario y ético, pues si de la literatura ha sido un noble ybrillante defensor y creador, en lo que se refiere a su vida civil no lo ha sido menos por laautenticidad de su compromiso político -siempre a la izquierda, siempre a favor de la libertad yla justicia- y por su impagable y leal amistad con los que fuimos sus amigos.

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