juan pedro artigas por miguel aguirre bayley
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Juan Pedro Artigas en el recuerdo
JP Inició y culminó su brillante carrera profesional ganando. Sin embargo, el 9 de julio de
1959, pocos metros después de cruzar triunfalmente el disco en el hipódromo de San
Isidro, Juan Pedro Artigas encontró trágica muerte. El infausto y fatal desenlace que
conmovió a la grey turfística, fue en la fecha patria de la República Argentina que año a año
celebra la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas por el Congreso de
Tucumán en 1816. Así terminaba su rutilante trayectoria, en un vuelo sin regreso, cuyo
destino en inclemente contradicción inmortalizaría un santo: el apóstol San Matías. El gran
jockey argentino había nacido el 3 de noviembre de 1913 en Rosario, provincia de Santa Fe.
Juan Pedro Artigas fue protagonista de grandes triunfos y recordadas hazañas en Argentina,
Uruguay y Brasil. Ganó 1.553 carreras en Argentina, incluidos 176 clásicos en Palermo y
San Isidro, sin contabilizar los más importantes obtenidos en los escenarios patrocinados
en su país. Su sobresaliente actuación jerarquizada por un porcentaje excepcional de
efectividad, lo convirtió en uno de los mayores ídolos del turf argentino durante las décadas
de los años cuarenta y cincuenta. Caballerizas de enorme prestigio y entrenadores de
primera línea le confiaron sus caballos. La “cátedra” lo distinguió con los apelativos
“Pelusa”, “Jotapé”, “Artiguitas”, “Fusta de oro”, exteriorizándole su simpatía y admiración.
En su debut, según afirman notas periodísticas, ganó con Papucho en el hipódromo de Las
Flores. Cuentan que luego de la carrera hizo el gesto de pasar los dedos sobre la solapa al
tiempo que, sonriente, dijo: “sáquenle pelusa”. A partir de entonces, le quedó el apodo
“Pelusa”. Su estreno en el hipódromo Independencia de Rosario con Noesgringo, también
fue con victoria. En agosto de 1936 le fue otorgada la licencia profesional para actuar en
Palermo y San Isidro. Su primer podio lo alcanzó con Gorordo en San Isidro el 11 de abril
del año siguiente en tiempo récord con un sport de cuatro cifras: $ 21.90 a ganador.
En Argentina arrasó con el calendario clásico, siendo frecuente ganador en las carreras de
grupo más enjundiosas. Ganó dos veces el Gran Premio “Carlos Pellegrini”, el clásico de
mayor relevancia y trascendencia en la República Argentina y por extensión de América
Latina: con Doubtless en 1947 y con Tatán en 1956. Con el noble hijo de The Yuvaraj y
Walkirie, al cuidado de Pedro González, se tomó revancha del excelente Mangangá que le
había arrebatado la “Cuádruple Corona” el año anterior.
Con ambos ejemplares, el renegrido zaino de la caballeriza brasileña Buarque de Macedo en
1947 y el alazán del stud “Los Cerros” en 1955, también ganó el “Gran Premio “Nacional”.
Con Tatán se adjudicó la Triple Corona al vencer en la “Polla de Potrillos”, en el “Jockey
Club” y en el “Nacional”. Las crónicas recogen que instantes previos a la disputa del
“Derby”, Tatán había sido alcanzado en el anca con una baldosa de las que habían sido
arrojadas por un grupo de manifestantes en un convulsionado año político. Por dos veces
“Artiguitas” hizo suya la “Polla de Potrancas”, con Melody en 1950 y con Elite en 1954,
ambas del “Chapadmalal”, en tanto con Carapálida del “Malal Hué” ganó la “Polla de
Potrillos” y el Gran Premio “Jockey Club” en 1957 todos, como antes Doubtless, con el
sello de Juan Lapistoy, uno de los más afamados cuidadores de la historia. De esa forma,
sumado a los triunfos de Filón en 1943, Tatán en 1955 y Pipote en 1956, totalizó cuatro
impactos en el Gran Premio “Jockey Club”. En tres ocasiones, “Jotapé” se impuso en el
“Gran Premio de Honor”, llamado popularmente “Copa de Oro”, que por entonces se
corría sobre 3500 metros. Inició la serie en 1944 con Platería en puesta con Blackie,
relegando al tercer lugar nada menos que al crack Filón. Siguió en 1956 con el consagrado
Tatán y culminó en 1958 con Anisado al cuidado del inolvidable Julio F. Penna.
En el exterior, sus proezas más relevantes lo asocian al crack Tatán, su pingo preferido. En
el añejo escenario de Maroñas, venció en el Gran Premio “José Pedro Ramírez” de 1957, la
carrera más importante y de mayor tradición en Uruguay, clásico que en 1949 Artigas se
había adjudicado con Murano, presentado por el internacional Juan R. de la Cruz.
Precisamente con Tatán hizo suyo el “Gran Premio Municipal” en Maroñas, por entonces
considerado como la tradicional revancha del “Ramírez”, en las temporadas 1956 y 1957.
En la grama de “La Gavea”, Río de Janeiro, Tatán ya le había dado otra gran alegría al
vencer en el “Gran Premio Brasil” de 1956.
Fue el jockey de los destacados Ensueño del stud “Upper Cut” y de Endeavour de la
escuadra “Jorge de Atucha”, ambos hijos de British Empire con actuación en los Estados
Unidos. Endeavour, ganador de once carreras en Argentina, seis de corte clásico, cerró su
campaña de pistas en el país del norte donde revalidó prestigio como padrillo en ese
exigente medio. En Brasil, JP Artigas logró doce victorias con los colores verde y negro del
Stud y Haras “Seabra”, propiedad de Roberto y Nelson Seabra.
En una opinión muy personal, he sostenido que en mis primeros años de turf, dos jockeys
me deslumbraron por su pericia, arte y estilo académicos. Irineo Leguisamo y Juan Pedro
Artigas. En esta semblanza de homenaje a “Jotapé” Artigas, finalmente quiero referirme a
una de sus victorias internacionales obtenidas en Uruguay. Lo recuerdo conduciendo a
Tatán en cuatro ocasiones –tres triunfos y un segundo puesto– y a Musulmano en su última
intervención en el “Municipal” del 7 de marzo de 1959, donde llegó en cuarto lugar, detrás
del argentino Chapbad del “Tobetma” y los uruguayos Mi Tocayo, vencedor del “Ramírez”
de ese año y Pantagruel, a unos tres cuerpos del vencedor.
Su triunfo en Maroñas en ocasión del “Municipal” de 1957 con Tatán –tal vez el mejor
purasangre que tuve ocasión de ver después del inconmensurable Yatasto–, permanecerá
imborrable en mi memoria. En los últimos cien metros Tatán, junto a la empalizada, corría
con luz sobre el excepcional Mangangá en el que se apilaba el “Yacaré” Elías Antúnez. A
medio cuerpo del hijo de Gulf Stream, encajonado en los palos tras las grupas del puntero,
corría el uruguayo Lenguaraz que entrenaba Luis Donamarí y defendía al stud “Santa
Bárbara” de su propiedad. Mangangá, sentido en una de sus manos, disminuyó su accionar.
Entonces, tras rectificar la línea y buscar afuera, como una tromba salió disparado
Lenguaraz impulsado con alma y vida por su piloto Heber Castro. Allí pude observar de
cerca –yo estaba en ese lugar junto a la empalizada exterior de la tribuna oficial–, el oficio
de Artigas. Es más, sin dejar de exigir a Tatán, me dejó la impresión de que calculaba las
posibilidades del avance de Lenguaraz con la distancia que faltaba para llegar al disco. Con
rigor y suma destreza acompañó e impulsó la acción de su conducido en cada brazada,
hasta la meta. En la sentencia, Tatán contuvo por una cabeza a Lenguaraz. Luego, surgió la
polémica. Varios minutos transcurrieron hasta la confirmación del fallo por parte del
comisariato. Hubo quienes sostenían que Artigas y Antúnez habían hecho “un cajón” a
Lenguaraz trabando su arremetida y perjudicándolo en la definición…
Terminada la carrera y después del ingreso al pesaje, con mi hermano Gustavo, fuimos a
observar a los grandes protagonistas de ese inolvidable “Municipal” que, con clase y coraje,
buscaron la victoria. Tatán, Lenguaraz y Mangangá. Nos llamaron la atención Tatán y
Mangangá que apenas podían desplazarse. Ambos habían experimentado graves lesiones en
sus manos. Fue el final de dos trayectorias sobresalientes. Cuando volvíamos hacia la
tribuna oficial, saludamos y felicitamos a Luis Donamarí, el eficiente cuidador del noble
Lenguaraz que había luchado dignamente por la gloria...
Juan Pedro Artigas se ganó el reconocimiento de profesionales del turf, de colegas, de
periodistas y de los aficionados. Ganó siete estadísticas. En 1946 consiguió 100 triunfos y
en 1947 obtuvo 69 victorias. En 1949, ganó 106 carreras con un porcentaje de eficacia
excepcional: el 32.32%. Completó los triunfos en su rubro, al imponerse por cuatro años
consecutivos en la estadística, desde 1953 a 1956 inclusive. En las temporadas de 1948,
1950 y 1952, se clasificó segundo y en 1951 finalizó en tercer lugar.
Su épica con la “chaquetilla” ha quedado inmortalizada en las crónicas y versos de la época
y en partituras que le fueron dedicadas en el auge de su carrera y luego de su fatídico
accidente sobre el césped sanisidrense. En oportunidad de recibir la “Fusta de Oro” como
ganador de la estadística de 1946, se estrenó el tango ¡Artiguitas! con letra del “Profesor”
Alfonso Luis Salvatti y música de Pedro Maffia, uno de los grandes bandoneonistas y
cultores del tango. En el turf, fueron muy pocos los profesionales que tuvieron la distinción
de ser reconocidos por sus iniciales. Decir JP alcanza para recordarlo… Un fuera de serie.
Miguel Aguirre Bayley
JP, sonriente, después de vencer con Tatán en el “Gran Premio Brasil” en La Gavea, 1956.
JP y Tatán en Maroñas en el ensayo previo al “Gran Premio Municipal” de 1957. Dos
cracks de clase superlativa para una postal turfística de colección.
JP, muy joven, en las pistas de vareo de San Isidro.
Tapa de Mundo Deportivo. Paseo preliminar en Palermo. JP luce los colores oro y azul de
la caballeriza brasileña “Buarque de Macedo”.
JP con Carapálida luego de uno de sus triunfos con el excelente pingo del “Malal Hué”.
Tatán y JP ingresan al pesaje luego de su magnífico triunfo en el “Municipal” maroñense.
Tatán llevado de la brida por su cuidador Pedro González. Fue la despedida triunfal de las
pistas del armonioso alazán tostado procedente del haras “Los Prados”.
Por una cabeza, como inmortalizó Gardel.
Con San Matías. Luego del triunfo, la tragedia.