jurado de enjuiciamiento de magistrados: control judicial estándar de … · 2010-09-19 · 3 auto...
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JURADO DE ENJUICIAMIENTO DE MAGISTRADOS: Control judicial:
Estándar de revisión. Aplicabilidad al enjuiciamiento de integrantes del Ministerio
Público. Competencia reservada por las Provincias. Excepción: Competencia
apelada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: Necesidad de demostrar un
grave menoscabo de la garantía del debido proceso Finalidad. RECURSO
EXTRAORDINARIO: Requisito propio: Exigencia de planteo ante el Tribunal
Superior de la causa.
I. A partir del precedente "Graffigna Latino" (Fallos: 308:961) la Corte Suprema de
Justicia ha sostenido de modo invariable la doctrina según la cual las decisiones en
materia de los llamados juicios políticos o enjuiciamiento de magistrados en la esfera
provincial, cuyo trámite se efectuó ante órganos ajenos a los poderes judiciales
locales, constituyen un ámbito en el que sólo es posible la intervención judicial en la
medida que se aduzca y demuestre inequívocamente por el interesado la violación de
alguno de los derechos o garantías establecidos en el art. 18 de la Constitución
Nacional. De tal manera, la valoración de las circunstancias fácticas queda reservada
al exclusivo y definitivo juicio del Jurado de Enjuiciamiento, y vedada al
conocimiento del Tribunal Superior de Justicia, pues de lo contrario este órgano
judicial sustituiría la voluntad del órgano político sobre el cual la Constitución
depositó tan delicada función, violándose así el principio de división de poderes
consagrado por la Ley Suprema de la Nación, que hace a la esencia del sistema
republicano y al que deben inequívocamente sujetarse los estados provinciales (art.
5° de la Constitución Nacional).
II. La competencia privativa y excluyente de la autoridad provincial para establecer
el régimen de nombramiento y remoción de sus funcionarios deriva fundamentalmente
de lo dispuesto por el artículo 122 de la Constitución Nacional, norma que excluye
categóricamente la intervención del gobierno federal en la integración de los poderes
locales. Consecuentemente, la revisión de las decisiones adoptadas por los órganos
de juzgamiento de magistrados y funcionarios establecidos en las constituciones
provinciales fenece dentro del ámbito local de acuerdo con las normas que se hayan
dictado al efecto. Con carácter excepcional, puede admitirse la intervención de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando los planteos efectuados en el recurso
extraordinario revelen en forma nítida, inequívoca y concluyente un grave menoscabo
a las reglas del debido proceso que, asimismo, exhiba relevancia bastante para variar
la suerte de la causa. Así las cosas, quien pretenda el ejercicio de aquel escrutinio
deberá demostrar un grave y evidente menoscabo a las reglas del debido proceso y a
la garantía de defensa en juicio que, asimismo, exhiba relevancia bastante para variar
la suerte de la causa en función de la directa e inmediata relación que debe tener la
cuestión federal invocada con la materia del juicio (art. 18 de la Constitución
Nacional; arts. 8° y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; art.
15 de la ley 48).
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III. El objetivo del instituto del juicio político, antes que sancionar al magistrado, es
determinar si éste ha perdido los requisitos que la ley y la Constitución exigen para el
desempeño de una función de tan alta responsabilidad, el sentido de un proceso de
esta naturaleza es muy diverso al de las causas de naturaleza judicial, por lo que sus
exigencias revisten una mayor laxitud. Esa doctrina se hizo extensible a la destitución
de integrantes del Ministerio Público Fiscal cuando integran el poder judicial, se
encuentran sometidos al mismo régimen de designación y remoción que los jueces y
gozan de iguales inmunidades institucionales que éstos.
IV. Con arreglo a la tradicional doctrina del máximo Tribunal de la Nación, en los
enjuiciamientos de magistrados locales el afectado por una decisión adversa debe
imprescindiblemente plantear las eventuales cuestiones federales ante el superior
tribunal de provincia, como recaudo de admisibilidad del recurso extraordinario que
decidiera en su caso interponer. Ello es así, pues en los asuntos de esa naturaleza, la
intervención del superior tribunal de provincia es necesaria en virtud de la regulación
que el legislador nacional hizo del artículo 31 de la Constitución Nacional, de modo
que la legislatura local y la jurisprudencia de sus tribunales no pueden "en tales
supuestos" vedar el acceso a aquél órgano. Las provincias son libres para crear las
instancias judiciales que estimen apropiadas, pero no pueden vedar a ninguna de ellas
y menos a las más altas, la aplicación preferente de la Constitución Nacional.
T.S.J. "Sala Penal", A. n° 181, 28/6/2010, "Roco Colazo, Juan Manuel s/
enjuiciamiento –Recurso Extraordinario-”. Vocales: Cafure de Battistelli, Blanc
G. de Arabel y Rubio.
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AUTO NUMERO: CIENTO OCHENTA Y UNO
Córdoba, veintiocho de junio de dos mil diez.
Y VISTOS: Los autos "Roco Colazo, Juan Manuel s/ enjuiciamiento –
Recurso Extraordinario-” (Expte. "R", 3/2009).
DE LOS QUE RESULTA: Por Sentencia n° 3, del 29 de diciembre de 2009, el
Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios de la provincia de Córdoba
resolvió -en lo que aquí interesa-: “...I. Rechazar la nulidad planteada por la defensa
del Dr. Juan Manuel Roco Colazo, Dr. Alejandro Zeverín Escribano. II. Destituir al
Dr. Juan Manuel Roco Colazo del cargo de Fiscal de Instrucción Múltiple de la
Segunda Circunscripción Judicial con asiento en la localidad de Huinca Renancó, por
encontrarlo incurso en la causal de mal desempeño prevista en el art. 154 de la
Constitución Provincial y art. 2, inc. 1° de la ley 7956, imponiéndole las costas del
proceso. III. Comunicar lo resuelto con copia al Poder Ejecutivo, Poder Legislativo;
Tribunal Superior de Justicia (art. 50 Ley 7956) y al Consejo de la Magistratura (art.
19 Ley 7956)..." (fs. 486 a 515).
Y CONSIDERANDO: I. Contra la decisión aludida interpone recurso extraordinario
federal Juan Manuel Roco Colazo y Alejandro Zeverín Escribano (fs. 3 a 22, del cpo.
del recurso extraordinario federal).
Los comparecientes solicitan su anulación por violación de los arts. 5, 14, 14
bis 3° párrafo, 16, 17 todos de la CN, como asimismo por motivo originario y básico
de inobservancia de las garantías de defensa en juicio y debido proceso, art. 18 de la
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C.N. y Pactos Constitucionalizados, art. 75 inc. 22, en base a motivos que se
expresan en cada uno de los agravios.
Bajo el acápite “Sentencia definitiva o equiparable, tribunal equiparable a
TSJ de provincia”, expresan que la sentencia atacada resulta equiparable a sentencia
definitiva por sus efectos, en el caso del Dr. Juan Manuel Roco Colazo por la
destitución adoptada y sus consecuencias, y en el caso del Dr. Zeverin Escribano
porque se piden sanciones en su contra, con posibilidad de pérdida de la matrícula de
abogado no existiendo recurso administrativo alguno ante ella –art. 46 ult. part. Ley
7956-. En consecuencia -añaden-, procede desde lo formal solamente la vía del
recurso extraordinario, pues en la especie el Jurado de Enjuiciamiento de
Magistrados equivale en sus facultades y jerarquía, al Máximo Tribunal de la
provincia, además de que al proceder este tipo de apelación contra sentencias o
resoluciones definitivas dictadas en el ámbito administrativo provincial, también es
procedente en este caso por analogía.
Luego de una extensa descripción de los antecedentes del caso, y de la
naturaleza del proceso de Jury, expresando que es la política lo que lo diferencia del
juicio penal propiamente dicho, los recurrentes desarrollan un detalle minucioso de
los principios y caracteres que deben estar presentes en el proceso de destitución
tales como el principio de celeridad, publicidad, los principios que rigen la
legitimación activa y necesidad de patrocinio letrado, la necesidad de fundamentación
de la resolución, de independencia del órgano de juzgamiento, causales de revisión
judicial y del supuesto de arbitrariedad, bajo el acápite “Agravios” expresaron:
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Primer agravio: denuncian la violación del debido proceso legal, por
supresión de defensa en juicio en atención a la omisión de tratamiento de planteos
nulificantes y por violación de la garantía de juez natural, a tenor del truncamiento
arbitrario del proceso recursivo y prosecución de la causa, hasta la sentencia
definitiva, con un Tribunal inaceptable desde lo constitucional, por estar viciada su
integración resultando así el proceso, absolutamente nulo a la luz del art. 18 de la
C.N.
En ese marco señalan que, en la etapa procesal oportuna se planteó la
necesidad de finiquitar la cuestión de las recusaciones, cual era que el Tribunal
resolviera si Tarditti, Carbonetti y Vezzaro podían integrarlo. Además, sostienen que
no se planteó el trámite recusatorio en contra de la Dra. Cafure de Battistelli, llamada
a integrar el Tribunal al sólo efecto de cumplir las recusaciones.
Dicen que en contra de las decisiones que resuelven las distintas recusaciones
se interpuso nulidad sin que las mismas hayan sido resueltas.
Segundo agravio: Los impugnantes se agravian de la: 1- Violación del debido
proceso por supresión del Juez Natural de la causa por conformación del Jurado de
Enjuiciamiento con dos Presidentes que actuaron simultáneamente. 2- Omisión de
tratamiento de incidente de nulidad interpuesto en tiempo propio por esa cuestión, por
cuanto el Presidente del Tribunal de Jury era y es el Dr. Walter Saieg, el que
suscribió todos y cada uno de los decretos hasta el inicio del debate, resoluciones
interlocutorias durante el debate e inclusive la sentencia definitiva de destitución en
la condición aludida, y una vez iniciado el debate asumió de facto la Presidencia de
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la audiencia y debate la Dra. Aída Tarditti representante ante el Jury del Tribunal
Superior de Justicia, en clara violación a la ley de Jury, pues no se trata en el caso de
ninguna de las circunstancias que la ley prevé, además de violarse de ese modo el
art. 18 de la C.N. toda vez que se impuso un Juez con posterioridad al hecho de la
causa, no existiendo constancias en autos de notificación de tal cambio.
Tercer agravio: Reprochan la violación del debido proceso-defensa en juicio
supresión de intervención del imputado y su defensa técnica en el proceso de acuerdo
a las formas y los modos que la ley establece, por cuanto la Presidenta de facto como
toda respuesta al planteo de nulidad por su presencia en el juicio, no tramitó el
incidente, además de que insultó en público al defensor, así como que utilizó la
metodología de cortarle el audio, amenazarlo con expulsión y meterlo preso ante su
planteo, lo que ofende al Estado de derecho, y estigmatiza para siempre en la cultura
judicial cordobesa la actuación de la Magistrada y la complicidad de los demás
miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.
Cuarto agravio: Los recurrentes denuncian la supresión de la intervención,
asistencia de la representación en los casos y formas que la ley establece por
supresión de declaración indagatoria y supresión de consideración en la sentencia de
lo declarado como “última palabra”.
Critican que se haya dispuesto la declaración indagatoria inicial en el debate
en tiempo impropio, la que la convirtió en material de defensa indisponible a los fines
de la garantía.
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Haber suprimido la última palabra de la sentencia con relación a lo dicho como
descargo, que tan extenso fue que, mínimamente lo refleja el acta, acta falaz e
intencionada que no puede ser tomada como pieza procesal válida de constancia de
lo dicho por el enjuiciado por la forma en que está ingresada al proceso; que a su vez,
la falta de mención del descargo en lo que hace al señalamiento que hizo el
enjuiciado de la falta de correspondencia entre acusación, y alegato del Fiscal en la
causa Dorato (porque terminó acusando de saber que se hizo lo indebido y no como
en la acusación primigenia que era de hacer lo indebido) y las menciones que hizo
respecto a la imposibilidad de actuar porque debía inhibirse, aunque hubiera sido
para corregir al personal policial, que hubiera significado avocarse, permitiendo
mañosamente que el Tribunal de Jury construyera su sentencia sin tener que
enfrentarse a los dichos exculpatorios dados en la última palabra por el enjuiciado.
Quinto agravio: Critican que la sentencia es nula por dar como cierto un
hecho hipotético, pues la causa Dorato es que se encuentra en trámite y, con una
nulidad en igual estado, preguntándose cómo entonces es posible que sobre una
hipótesis de que los hechos ocurrieron en un determinado sentido, se funde y se
sentencie una destitución de un Fiscal de Instrucción, que es un resolución
administrativa obviando la futura resolución judicial sobre cuál es la base fáctica a
considerar; estando así técnicamente frente a una sentencia dictada en contra del
instituto de la prejudicialidad previsto en el 1101 CC. Es que, la decisión del jurado
de enjuiciamiento acto administrativo legislativo, equiparado a lo sumo a una
cuestión civil, y en la especie precede una acción criminal pendiente, o sea, que
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nunca pudo fallarse la cuestión administrativa, legislativo y/o civil si versa sobre el
mismo tema de cuestión criminal pendiente.
Sexto agravio: Los impugnantes señalan que se ha violado el debido proceso
por inicio inconstitucional de actuaciones – arrogamiento de facultad contradictoria a
mandato constitucional expreso, denunciando la inconstitucionalidad del art. 15 de la
ley 7956, por un lado porque agrega como titulares de la acción al Tribunal Superior
de Justicia y al Fiscal General en contravención a lo instituido constitucionalmente y,
por el otro lado, porque al otorgar titularidad de la denuncia a los referidos órganos,
los miembros del Jury se estaría violando por pasiva la garantía constitucional
prevista en el art. 18 de la C.N., el principio de Juez Natural y Tribunal imparcial.
Séptimo agravio: Bajo el acápite "agravio común del Dr. Alejandro Zeverin
Escribano-defensor del imputado y del enjuiciado Dr. Juan Manuel Roco Colazo"
expreso el de Violación de defensa en juicio del acusado por inobservancia de libre
asistencia letrada – violación garantía de ejercer industria-profesión lícita por
cercenamiento de profesión liberal por cuanto la Sentencia puesta en crisis dispuso
remitir los antecedentes del defensor al tribunal de disciplina de abogados por
entender que había hecho alusiones al ámbito privado del Fiscal General en el curso
de la audiencia, ello en desmedro del derecho del imputado a asistencia letrada útil, y
en desmedro del defensor, porque sin razón se lo sanciona por ejercer regularmente
su derecho de defender al acusado.
Sigue diciendo, que no puede existir acusación sin fundamentos, y la remisión
de antecedentes dispuesta y que se pretende en virtud de la ley 5805, no existe como
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pieza procesal válida para ser operativa, pues si la remisión es una acusación, debe
contener relación clara, precisa, circunstanciada y específica del hecho, los
fundamentos de la acusación y la supuesta calificación legal, y de la lectura integra
de la sentencia no surge mención alguna del hecho imputable a analizar como
conducta antiética, que el perjuicio se da en las posibles sanciones que se pueden
aplicar al abogado.
Concluyen solicitando se declare la nulidad de la Sentencia n° 3 dictada por el
HJEM de la Provincia de Córdoba.
II. Corrida la correspondiente vista, el Sr. Fiscal General de la Provincia, se
expide en Dictamen P n° 248, del 5 de mayo de 2009, en sentido negativo a la
procedencia del recurso extraordinario federal intentado por estimar que el mismo
resulta formalmente inadmisible (fs. 64 a 67).
III.1.A. Que a partir del precedente "Graffigna Latino" (Fallos: 308:961) la
Corte Suprema de Justicia ha sostenido de modo invariable la doctrina según la cual
las decisiones en materia de los llamados juicios políticos o enjuiciamiento de
magistrados en la esfera provincial, cuyo trámite se efectuó ante órganos ajenos a los
poderes judiciales locales, constituyen un ámbito en el que sólo es posible la
intervención judicial en la medida que se aduzca y demuestre inequívocamente por el
interesado la violación de alguno de los derechos o garantías establecidos en el art.
18 de la Constitución Nacional.
Ahora bien, la competencia privativa y excluyente de la autoridad provincial
para establecer el régimen de nombramiento y remoción de sus funcionarios deriva
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fundamentalmente de lo dispuesto por el artículo 122 de la Constitución Nacional,
norma que excluye categóricamente la intervención del gobierno federal en la
integración de los poderes locales; consecuentemente, la revisión de las decisiones
adoptadas por los órganos de juzgamiento de magistrados y funcionarios establecidos
en las constituciones provinciales fenece dentro del ámbito local de acuerdo con las
normas que se hayan dictado al efecto ( CSJN, "Rojas", Fallos: 331:2195).
De tal modo que, con carácter excepcional, puede admitirse la intervención de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando los planteos efectuados en el
recurso extraordinario revelen en forma nítida, inequívoca y concluyente un grave
menoscabo a las reglas del debido proceso que, asimismo, exhiba relevancia bastante
para variar la suerte de la causa (Conf. causa P.1163.XXXIX. "Paredes, Eduardo y
Pessoa, Nelson s/ queja e inconstitucionalidad", sentencia del 19 de octubre de 2004,
voto de los jueces Maqueda y Highton de Nolasco, Fallos: 329:3027).
B. De otro costado debe repararse que, con arreglo a la tradicional doctrina del
máximo tribunal de la Nación, en los enjuiciamientos de magistrados locales el
afectado por una decisión adversa debe imprescindiblemente plantear las eventuales
cuestiones federales ante el superior tribunal de provincia (cfr. "Dr. Magín Suarez",
Fallos: 308:2609, 310:2845; "Llamosas, Oscar Francisco", Fallos: 310:2031;
"Retondo, María D. de Spaini", Fallos: 311:881; "Dr. Remigio José Carol", Fallos:
311:881; "Jorge Eduardo Jaef, Fallos: 311: 2320; "Cantos, José María" Fallos:
312:253; "Viola, Carlos J." Fallos: 313:114; "Caballero Vidal" Fallos: 315:761;
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"Juzgado de Instrucción de Goya" Fallos: 315:781), como recaudo de admisibilidad
del recurso extraordinario que decidiera en su caso interponer.
Ello es así, pues en los asuntos de esa naturaleza es igualmente aplicable la
regla, sentada desde 1988 en el precedente "Di Mascio" (Fallos: 311:2478), según la
cual en los casos aptos para ser conocidos por la Corte Suprema, según el art. 14 de
la ley 48, la intervención del superior tribunal de provincia es necesaria en virtud de
la regulación que el legislador nacional hizo del artículo 31 de la Constitución
Nacional, de modo que la legislatura local y la jurisprudencia de sus tribunales no
pueden "en tales supuestos" vedar el acceso a aquél órgano. Las provincias son libres
para crear las instancias judiciales que estimen apropiadas, pero no pueden vedar a
ninguna de ellas y menos a las más altas, la aplicación preferente de la Constitución
Nacional (CSJN, "Juzgado de Instrucción de Goya s/ eleva solicitud de juicio
político a la Sra. Juez de Paz Letrado N° 2, Dra. María Elisa Maydana", Fallos:
315:781; "Cáceres", Fallos: 331:597).
De tal modo, la deficiencia de no haber transitado la instancia local antes los
órganos judiciales de la provincia, evidencia que el recurso extraordinario federal
deducido no satisface el requisito establecido en orden a que la interposición de la
referida vía impugnativa debe dirigirse contra el pronunciamiento final dictado por el
superior tribunal de la causa y, en estas condiciones, la impugnación debe declararse
formalmente inadmisible (arg. art. 3 ap. a) del la Acordada 4/2007 de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación).
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2.A. Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente, y a los fines de satisfacer
las expectativas defensivas del justiciable debe repararse que, la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha destacado que el objetivo del instituto del juicio político,
antes que sancionar al magistrado, es el de determinar si éste ha perdido los
requisitos que la ley y la Constitución exigen para el desempeño de una función de
tan alta responsabilidad, el sentido de un proceso de esta naturaleza es muy diverso
al de las causas de naturaleza judicial, por lo que sus exigencias revisten una mayor
laxitud. El referido estándar de revisión de estos procesos, lo ha fijado el máximo
tribunal federal desde su tradicional precedente sentado en la causa "Nicosia",
sentencia del 9 de diciembre de 1993 (Fallos: 316:2940), con respecto a las
decisiones del Senado de la Nación en esta materia; lo reiteró con posterioridad a la
reforma de 1994 frente al nuevo texto del art. 115 de la Ley Suprema en el caso
"Brusa" (Fallos: 326:4816); y lo viene extendiendo al ámbito de los enjuiciamientos
de magistrados provinciales hasta sus pronunciamientos más recientes ("Acuña,
Fallos: 328:3148; "De la Cruz", Fallos: 331:810; "Rodríguez", Fallos: 331:2156; y
"Rojas" (Fallos: 331:2195).
De tal manera que, quien pretenda el ejercicio de aquel escrutinio deberá
demostrar un grave y evidente menoscabo a las reglas del debido proceso y a la
garantía de defensa en juicio que, asimismo, exhiba relevancia bastante para variar la
suerte de la causa en función de la directa e inmediata relación que debe tener la
cuestión federal invocada con la materia del juicio (art. 18 de la Constitución
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Nacional; arts. 8° y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; art.
15 de la ley 48).
Que esa doctrina se hizo extensible a la destitución de integrantes del
Ministerio Público Fiscal cuando, como en el sub lite, integran el poder judicial, se
encuentran sometidos al mismo régimen de designación y remoción que los jueces y
gozan de iguales inmunidades institucionales que éstos (Cfr. Sección Tercera del
Título Primero de la Segunda Parte de la Constitución de Córdoba, y artículo 1° de la
Ley Orgánica del Ministerio Público Fiscal -n° 7826-; Fallos: 310:2845; 328:2406;
"Recurso de hecho deducido por Facundo Martín Trova en la causa Trova, Facundo
Martín s/ jurado de enjuiciamiento", del 10 de noviembre de 2009).
B. Sobre la base de estas consideraciones, deben auscultarse si el
procedimiento llevado a cabo ante el Jurado de Enjuiciamiento evidencian una nítida
e inequívoca vulneración de las garantías del debido proceso que autoricen la
intervención de los órganos judiciales.
a. Así, en primer lugar, y en lo que respecta al gravamen nominado primero,
vinculado a que el Tribunal no trató las nulidades deducidas en contra de las
decisiones que resolvieron las distintas recusaciones planteadas, no resultan de
recibo.
Ello es así, pues las mismas fueron objeto de examen por parte del Jurado de
Enjuiciamiento, en la resolución n° 10, del 2 de octubre de 2008, señalándose que:
- Las múltiples presentaciones efectuadas, aduciendo variadas nulidades
importan sustancialmente impugnaciones en contra de las resoluciones dictadas, sea
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por discreparse con lo resuelto en lo concerniente al rechazo in limine de la
recusación en contra de la Dra. Cafure de Battistelli, o bien por no haberse
continuado con la tramitación de la prueba ofrecida por considerarse carente de
encuadre legal las situaciones que se invocaban como causales de apartamiento.
- Tales decisiones son irrecuribles conforme lo establece expresamente el
artículo 13 de la ley que regula el procedimiento de destitución, por lo cual no
corresponde admitir las peticiones de nulidad en tanto bajo este rótulo se persigue
que el Jurado con su composición actual revise las decisiones pronunciadas por la
integración que rechazó las recusaciones deducidas, las anule y retrograde el
procedimiento al inicio, pretensión que es propia de un recurso.
- En cuanto a la "reserva de inconstitucionalidad", ante el texto expreso de la
ley se tornaba previsible la aplicación de la regla que establece la irrecurribilidad,
por lo cual no bastaba con la mera "reserva" que implica un anuncio futuro de
introducción de la cuestión constitucional, sino que era menester que ésta fuese
argumentada idóneamente en la primera oportunidad anterior a la inexorable
aplicación, pues de lo contrario todo intento posterior deviene tardío. Mas en esa
inicial presentación "sólo se alude a una infundada reserva en caso de declaración de
irrecurribilidad de la resolución recaída en las recusaciones" sin mencionarse cuáles
serían las normas constitucionales vulneradas (fs. 19), o bien luego se alude a que tal
irrecurribilidad vulneraría "el principio de doble instancia o doble conforme" -que
rige en materia penal según el texto expreso de las reglas supranacionales: art. 8,2h)
CADH y 14.5 PIDCyP- (fs. 20 y vta.) o se realiza una genérica reserva de
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inconstitucionalidad para la revisión judicial de cualquier resolución contraria (fs. 19
vta.).
En síntesis, al eludir que el Jurado de Enjuiciamiento dio respuestas a los
referidos planteos, el agravio no puede prosperar.
b. De otro costado, debe señalarse que tampoco resulta procedente el reproche
vinculado a la vulneración del debido proceso al presidir la audiencia la Dra.
Tarditti, pese a que el Presidente del Jurado de Enjuiciamiento era Walter Saieg..
Es que, la legitimidad del hecho denunciado se sostiene en que no hay norma
específica dentro del Procedimiento del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados que
establezca, bajo conminación específica de nulidad, que la persona que debe presidir
la audiencia sea quien ejerce la Presidencia del Jurado de Enjuiciamiento.
En ese marco de examen, debe señalarse que no se avizora en los presentes
actuados que se hayan inobservando las disposiciones concernientes al
nombramiento, capacidad y constitución del Jurado de Enjuiciamiento, vale decir, las
reglas dispuestas en los artículos 4, 5, 6, 7, 13 y 14 de la ley 7956, a la luz de lo
reglado por el artículo 185, inc. 1° del CPP.
Resulta sustancialmente improcedente la pretensión de los recurrentes de
recusar a una de los Vocales a fin de que no presida la audiencia de debate. Máxime
cuando la recusación deducida en contra de la Dra. Tarditti, para que la misma no
integre el Jurado de Enjuiciamiento fue objeto de específica contestación en los actos
preliminares del debate, y las impugnaciones impetradas en contra del rechazo
también denegadas, por los motivos que se expusieran anteriormente.
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A su vez, no se advierte -ni los recurrentes lo procura demostrar en lo más
mínimo- cuál es el perjuicio concreto que le pudo ocasionar al enjuiciado, que la
audiencia de debate sea dirigida por la Dra. Tarditti y no por el Dr. Walter Saieg. La
referida circunstancia hace desvanecer todo posible interés en la declaración de
nulidad.
c. La crítica vinculada a que se suprimió la intervención de la defensa del
imputado en el proceso, también debe rechazarse.
Es que, por un lado, debe señalarse que no se advierte cómo la afirmación
"concrete la petición. Le pido sea maduro" puede configurar una vulneración del
derecho de defensa en juicio del acusado, menos aún que la misma pueda constituir
una nueva causal de recusación, máxime cuando el referido aserto no constituyen la
utilización de un lenguaje procaz ni un insulto, como pretende el recurrente.
Idéntica suerte corre los gravámenes expuestos en orden a los hechos
sucedidos en la audiencia del 11 de diciembre de 2008 y que originaron que se le
retirara el audio a la defensa del acusado.
Ello es así, pues de la lectura de la versión taquigráfica surge que la referida
medida luce razonable si se repara en que, momentos antes la Dra. Tarditti le había
advertido a la defensa que ya había concluido la etapa procesal de la introducción de
las cuestiones preliminares y, pese a ello, el abogado del enjuiciado continuó
insistiendo en las recusaciones planteadas en contra del Sr. Vocal, Dr. Domingo
Carbonetti, y del Fiscal General, Dr. Darío Vezzaro, realizando manifestaciones
relativas al ámbito privado de este último, por lo que se le llama la atención, para que
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guarde el debido respeto, y ante la insistencia del letrado Zeverín, se decidió retirar el
audio de su micrófono.
Ahora bien, debe advertirse que luego de que se le brindara las razones por la
Presidencia por las que el Jurado no iba a dar trámite a las peticiones ya planteadas,
se le restauró el audio a la defensa, aclarándose que no tenía el uso de la palabra,
hasta que se la vuelva a conceder la Presidencia (ver fs. 256 a 257).
Por lo demás, no surge de las referidas actas, que los Vocales del Jurado de
Enjuiciamiento hayan amenazado con la expulsión al Dr. Zeverín Escribano y menos
aún con "meterlo preso", por el contrario es el propio letrado, quien manifiesta
"entonces me retiro yo" (fs. 257).
d. Tampoco resulta de recibo el agravio vinculado a la supresión de la
declaración indagatoria y la consideración en la sentencia de lo declarado como
última palabra.
Es que, como bien se afirma en la decisión en crisis “el procedimiento de
enjuiciamiento de magistrados y funcionarios del Poder Judicial se encuentra
diseñado tanto por la Constitución de la Provincia como por la ley
infraconstitucional, que reglan expresamente plazos de caducidad que se computan a
partir que, cumplido el trámite preliminar, se admite la denuncia, contemplándose
específicamente las causales de suspensión -y su duración- del plazo de sesenta días
entre la acusación y la sentencia (art. 45, ley nº 7956)”.
En ese marco, debe repararse que la ley que reglamenta la actuación del
Jurado de Enjuiciamiento específicamente prevé –en una regulación muy diferente a
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la del proceso penal- que la incomparecencia del acusado “no suspenderá el debate”
(cfr. art. 31 ley 7956 con los arts. 375, 376 y 382 CPP), por lo que carece de todo
sustento normativo procurar precisamente lo contrario, para tomarle su declaración en
la primera audiencia al acusado, y derivar de ello la nulidad de lo actuado.
Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente debe señalarse que, al hacerse
presente el acusado en la segunda audiencia y ante la pregunta de la presidencia en
orden a si admitía diferir la declaración luego de la recepción de los testigos
ofrecidos, el enjuiciado Roco Colazo -a través de la defensa- no hizo ninguna
objeción al referido aplazamiento (fs. 255/256).
Adviértase que, tampoco puede acreditar la vulneración del debido proceso la
oportunidad en que Roco Colazo prestó declaración en la audiencia, pues en el
proceso reglado para el Jurado de Enjuiciamientos de Magistrados la defensa del
acusado está asegurada aún en casos de su incomparecencia, a partir del traslado que
se le corre de la acusación, para que en el plazo de diez días efectúe su defensa por
escrito y ofrezca la prueba que haga a su derecho (arg. art. 29 de la ley 7956).
e. En cuanto a las críticas vinculadas a la ponderación omisiva de los dichos
expuestos por el enjuiciado al hacer uso de la última palabra, y el mérito de la
actuación del Roco Colazo en la causa Dorato, los recurrentes desconocen que la
valoración de las circunstancias fácticas que se ventilan en los presentes actuados
queda reservada al exclusivo y definitivo juicio del Jurado de Enjuiciamiento, y
vedada al conocimiento de este Tribunal, pues de lo contrario este órgano judicial
sustituiría la voluntad del órgano político sobre el cual la Constitución depositó tan
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delicada función, violándose así el principio de división de poderes consagrado por la
Ley Suprema de la Nación, que hace a la esencia del sistema republicano y al que
deben inequívocamente sujetarse los estados provinciales (art. 5° de la Constitución
Nacional) (CSJN, "Trova", supra cit.).
Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente, debe quedar claro que la base
fáctica que dio pie a la remoción de Roco Colazo por su actuación en los autos
"Dorato" no se circunscribe a la conducta realizada por Carlos Eduardo Dorato y
Ramón Miguel Rosales en contra del hijo de Roco Colazo; sino a la decisión del
enjuiciado de realizar actos de eminente carácter imputativo en contra de los
acusados, pese a que el mismo se encontraba legalmente impedido de realizarlo (arg.
art. 60, inc. 2° del CPP), pues las referidas actuaciones tuvieron su origen en la
denuncia de su esposa, en la cual la misma pone en conocimiento que los referidos
imputados lesionaron y amenazaron a su hijo, Juan Manuel Roco.
Repárese que los recurrentes, al plantear sus críticas dirigidas en contra de lo
descripto en el acta de debate en la que consta la última palabra expuesta por el
enjuiciado, desconocen que la misma constituye un instrumento público (art. 979
C.C.), que hace plena fe de la existencia material de los hechos allí enunciados como
cumplidos (art. 993 C.C.), en tanto no hayan sido desvirtuadas, arguyéndoselas
oportunamente de falsas, ya sea mediante una acción de falsedad o a través de la
impugnación formal dentro del recurso. La falta de verificación de estos últimos
extremos enerva ya desde el inicio la procedencia de los reproches que se sustentan
en la legitimidad de la referida acta.
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A mayor abundamiento, no se advierte la vulneración de falta de congruencia
entre la acusación originaria con el alegato expuesto por el Fiscal General en la
discusión final, pues ambos pronunciamientos del Titular del Ministerio Público
fincan en que, el enjuiciado realizó actos de eminente carácter imputativo en contra
de los acusados, pese a que el mismo se encontraba legalmente impedido de
realizarlo.
f. La atenta lectura de los fundamentos vertidos por los quejosos permite
adelantar que el agravio expuesto en orden al inicio inconstitucional de las presentes
actuaciones tampoco puede proceder.
Es que, por el sólo el hecho que el artículo 15 in fine de la ley 7956 establezca
que el Tribunal Superior de Justicia y el Fiscal General deban denunciar al Jurado de
Enjuiciamiento los hechos que puedan constituir causal de destitución, no puede
predicarse su irregularidad constitucional, pues la norma cuestionada no se limita a
conminar el referido deber, sino que reconoce también a toda persona que tuviese
conocimiento de un hecho susceptible de dar lugar al enjuiciamiento, a poder
denunciarlo ante el Jurado.
Digámoslo con otras palabras, del tenor literal del enunciado normativo
cuestionado surge que el deber impuesto al Tribunal Superior de Justicia y al Fiscal
General de denunciar no veda el derecho de todo ciudadano para hacerlo, conforme
lo establece el artículo 159 de la Constitución Provincial.
Además, no existe razón alguna para que la expresión constitucional "pueden
ser denunciados por cualquiera del pueblo" (Const. Prov., 159) sea interpretada con
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criterio restrictivo, excluyendo a todas las personas jurídicas públicas (CC, 33 y 34),
quienes actúan por medio de sus representantes (CC, 35 y 36). Por el contrario, tal
expresión abarca a cualquier ente capaz de ejercer sus derechos y obligaciones, como
es el caso del Fiscal General.
g. Por último, debe señalarse que tampoco resulta de recibo el reproche
titulado "violación de defensa en juicio por inobservancia de la libre asistencia
letrada".
Es que, la decisión que resuelve remitir los antecedentes pertinentes al
Tribunal de Disciplina del Colegio de Abogados con relación a las alusiones
realizadas por el Dr. Alejandro Zeverín Escribano, en el curso de la audiencia, y
relativas al ámbito privado del Fiscal General, constituye una facultad privativa del
Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, al valorar los dichos del referido letrado
durante el proceso de remoción.
Sin perjuicio de ello, debe repararse que no se advierte que tal decisión lleve
aneja un agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior, por el contrario sólo
posibilita que -eventualmente- se inicie un proceso, esta vez de carácter disciplinario
ante el Tribunal deontológico, en el que Zeverín puede obtener una resolución final
favorable.
C. En suma, no se advierte que durante el proceso llevado a cabo ante el
Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados se haya incurrido en un grave e inequívoco
menoscabo a las reglas del debido proceso y de la defensa en juicio, que autoricen la
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actuación de los órganos judiciales para restablecer el imperio de las aludidas
garantías constitucionales.
IV. En consecuencia, corresponde declarar formalmente inadmisible el recurso
extraordinario deducido en autos; con costas (CPCyCN, 68).
Por lo expuesto, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de esta Sala
Penal;
RESUELVE: Declarar que el recurso extraordinario federal deducido por Juan
Manuel Roco Colazo y Alejandro Zeverín Escribano, resulta formalmente inadmisible
(arts. 14 y 15 de la ley 48, 256 y 257 C.P.C. y C.N.). Con costas, (CPC y CN, 68).
PROTOCOLICESE, NOTIFIQUESE Y BAJEN.
Dra. María Esther CAFURE de BATTISTELLI
Presidenta de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia
Dra. María de las Mercedes BLANC G. de ARABEL Dr. Luis Enrique RUBIO
Vocal del Tribunal Superior de Justicia Vocal del Tribunal Superior de Justicia
Dr. Luis María SOSA LANZA CASTELLI
Secretario Penal del Tribunal Superior de Justicia