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49 revista de DERECHO DE EXTREMADURA Justicia transicional: “Memoria Histórica”, y responsabilidad internacional del Estado: Un análisis general a propósito del cumplimiento de ciertas obligaciones internacionales en juego después de más de tres décadas del inicio formal de la transición política española D. JAVIER CHINCHÓN ÁLVAREZ* Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Madrid El ataque pluma en ristre contra los molinos de viento de una supuesta verdad protegida por la ley del silencio castiga al investigador temerario”. Juan Goytisolo. Apología del saber no rentable SUMARIO: I. ALGUNAS CONSIDERACIONES INICIALES SOBRE LA “JUSTICIA TRANSICIONAL”. II. EL (TEÓRICO) PAPEL DEL DERECHO INTERNACIONAL EN UN PROCESO DE TRANSICIÓN Y/O EN LA JUSTICIA TRANSICIONAL. III. BREVE REPASO DE LAS MEDIDAS TOMADAS EN ESPAÑA RESPECTO A LOS CRÍMENES PASADOS HASTA EL COMIENZO DE 2008. IV. EPÍLOGO: LA SITUACIÓN EN LA ACTUALIDAD. * Doctor (Premio Extraordinario) y licenciado en derecho por la Universidad Complutense de Madrid, licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Autónoma de Madrid, y ha iniciado estudios en Historia en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ha sido miembro del Sector Jurídico de la Unidad

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Justicia transicional: “MemoriaHistórica”, y responsabilidadinternacional del Estado: Un análisisgeneral a propósito del cumplimientode ciertas obligaciones internacionalesen juego después de más de tresdécadas del inicio formalde la transición política española

D. JAVIER CHINCHÓN ÁLVAREZ*

Profesor de Derecho Internacional y Relaciones Internacionalesde la Universidad Europea de Madrid

“El ataque pluma en ristre contra los molinos deviento de una supuesta verdad protegida por la leydel silencio castiga al investigador temerario”.

Juan Goytisolo.Apología del saber no rentable

SUMARIO: I. ALGUNAS CONSIDERACIONES INICIALES SOBRE LA “JUSTICIA TRANSICIONAL”.II. EL (TEÓRICO) PAPEL DEL DERECHO INTERNACIONAL EN UN PROCESO DE TRANSICIÓNY/O EN LA JUSTICIA TRANSICIONAL. III. BREVE REPASO DE LAS MEDIDAS TOMADAS ENESPAÑA RESPECTO A LOS CRÍMENES PASADOS HASTA EL COMIENZO DE 2008. IV. EPÍLOGO:LA SITUACIÓN EN LA ACTUALIDAD.

* Doctor (Premio Extraordinario) y licenciado en derecho por la Universidad Complutense de Madrid, licenciadoen Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Autónoma de Madrid, y ha iniciado estudios enHistoria en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ha sido miembro del Sector Jurídico de la Unidad

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I. ALGUNAS CONSIDERACIONESINICIALES SOBRE LA “JUSTICIATRANSICIONAL”

Aunque autores como Elster han advertidoque lo que hoy conocemos con el neologis-mo de “justicia transicional”, el just postbelum1, o la “justicia de/en transición”2,podría reputarse como un ámbito de análisisy discusión tan viejo como la misma demo-cracia3, no cabe duda de que ha sido en elúltimo cuarto de siglo cuando los estudiosdedicados a esta temática han adquirido unprotagonismo y autonomía inéditos en lahistoria. En este sentido, cualquier interesa-do habrá podido comprobar cómo en losúltimos decenios los trabajos sobre estaproblemática se han multiplicado exponen-cialmente, concurriendo a su estudio las másdiversas disciplinas del saber humano eincluso divino; y quizá, uno podría sentirse

tentado de pensar, que tanto éxito ha termi-nado por implicar también que cada día seamás común encontrar voces que, precisa-mente, discuten la propia singularidad de lajusticia transicional como ámbito analíticoautónomo4. Lo que dicho en otros términos,llevaría a plantear la misma singularidad y/oespecificidad de las que, a mi juicio, podríanentenderse como cuatro preguntas básicas dela justicia transicional; a saber: 1) Si hay querecordar, procesar y enfrentar los crímenescometidos en el pasado o es mejor intentarolvidar y pensar sólo en el futuro; si se abor-da ese pasado, 2) cuándo conviene hacerlo;3) quién debe hacerlo; y 4) cómo hacerlo.

Con todo, entrar ahora en este interesantedebate nos alejaría del objeto y fin delpresente artículo5, aunque la mención hechava a ser de interés en relación a lo que esbo-zaremos en el siguiente apartado. Ahorabien, antes de ello, entiendo conveniente

Territorial de Madrid de Amnistía Internacional España, profesor de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala,investigador FPI del Departamento de Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Privado de laUniversidad Complutense de Madrid, becario de Cooperación Interuniversitaria de la AECI en Argentina y Guate-mala, conferenciante invitado en diversos Seminarios y Congresos, e investigador-visitante del Instituto y la CorteInteramericanos de derechos Humanos, del Center for Human Rights and Global Justice, del International Center ForTransitional Justice, e investigador en la The Hague Academy of International Law. Es autor de más de una treintenade trabajos académicos en su ámbito de especialización, destacando sus publicaciones sobre Procesos de Transicióna la democracia y/o la paz en Iberoamérica y España, así como sobre “Justicia Transicional”. En la actualidad esDirector del Centro Iberoamericano de Estudios Jurídicos y Políticos, profesor en diversas universidades españolas,y miembro/consultor de distintos organismos españoles e iberoamericanos. 1 Este es el rótulo que se utiliza en WALZER, M.: Reflexiones sobre la guerra, Paidós, Barcelona, 2004.2 Cfr. SECRETARÍA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS: El Estado de derecho y la justicia de transición en lassociedades que sufren o han sufrido conflictos, Documento de las Naciones Unidas: S/2004/616, 3 de agosto de 2004,en especial párr. 8.3 ELSTER, J: Closing the Books. Transitional Justice in Historical Perspetive, Cambridge University Press, Nueva York,2004, págs. 3-23.4 Véanse, a modo de ejemplo, discutiendo algunas posiciones de Teitel, GROSS, A. M.: “The Constitution, Reconci-liation, and Transitional Justice. Lessons from South Africa and Israel”, en Stanford Journal of International Law, vol.40, núm. 1, 2004, en especial págs. 50-52; POSNER, E. y VERMEULE, A.: “Transitional justice as ordinary justice”,en Harvard Law Review, núm. 761, 2004, en especial págs. 764-766. 5 En todo caso, sobre este particular puede acudirse al reciente trabajo de AMBOS, K.: El marco jurídico de la Justicia deTransición, Editorial Temis, Bogotá, 2008, en especial págs. 7-26; cuyas consideraciones comparto en este punto.

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ofrecer al menos una primera definiciónbásica del mismo concepto de justicia transi-cional, y para ello, nada mejor que llamar aescena al documento que ya se consideracomo referencia ineludible en este ámbito,esto es, el Informe del Secretario General delas Naciones Unidas “El Estado de derecho yla justicia de transición en las sociedades quesufren o han sufrido conflictos”. A tenor desu contenido: “La noción de “justicia detransición” (…) abarca toda la variedad deprocesos y mecanismos asociados con losintentos de una sociedad por resolver losproblemas derivados de un pasado de abusosa gran escala, a fin de que los responsablesrindan cuentas de sus actos, servir a la justi-cia y lograr la reconciliación. Tales mecanis-mos pueden ser judiciales o extrajudiciales ytener distintos niveles de participación inter-nacional (o carecer por completo de ella) asícomo abarcar el enjuiciamiento de personas,el resarcimiento, la búsqueda de la verdad, lareforma institucional, la investigación deantecedentes, la remoción del cargo o combi-naciones de todos ellos”6.

El lector atento habrá advertido que pese aestar hablando de justicia transicional/justi-cia de transición, el concepto (proceso de)“transición” no aparece expresamente en laformulación recogida7; resultando que lapauta esencial que daría entrada a la mismajusticia transicional no sería otra que lanecesidad de “resolver los problemas deriva-

dos” de la comisión masiva y generalizada deabusos en el pasado, esto es, lo que nosotrosllamaremos aquí “crímenes pasados”. Y esque en este punto, también cada día se tien-de a dudar más sobre la aparente vinculaciónindispensable entre “justicia transicional” y“proceso de transición” en sentido clásico;dilema que ilustra paradigmáticamente eltítulo de un interesante trabajo sobre laexperiencia colombiana: “¿Justicia transicio-nal sin transición?”8. A este respecto, resulta-rá oportuno señalar con brevedad que en uncomienzo generalmente se vino sosteniendoque los procesos de transición (exitosos)presentaban varias modalidades que, en loque aquí interesa, pueden resumirse en: a)transiciones simples, de régimen no demo-crático a régimen democrático, o de unasituación de conflicto armado a la paz, y b)transiciones dobles, cuando se dan ambosprocesos simultáneamente; pero ya desdehace años, varios especialistas han apuntado,por no decir denunciado, que estas alternati-vas constituirían lo que denominan como“the paradigmatic transition”, siendo que,para ellos, en todo caso una transición debe-ría incluir no sólo un proceso de cambiocompleto sino también, por ejemplo, unpaso hacia una paz concebida como algo másque la ausencia de un conflicto armado9.

De cualquier modo, lo cierto es que, bien seasirviéndose de un concepto de transiciónmuy amplio, bien sea poniendo el acento

6 Vid. SECRETARÍA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS: El Estado de derecho y la justicia de transición…, doc.cit., párr. 8.7 Para las menciones que este Informe realiza a lo que denomina como “contexto político”, véase ibíd., párrs. 19-22.8 Cfr. UPRIMNY YEPES, R. (coord): ¿Justicia transicional sin transición? Reflexiones sobre verdad, justicia y repara-ción en Colombia, Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, Bogotá, 2006.9 Consúltese, a modo de ejemplo, NÍ AOLÁIN, F. y CAMPBELL, C.: “The Paradox of Transition in ConflictedDemocracies”, en Human Rights Quarterly, vol. 27, núm. 1, 2005, págs. 172-185.

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exclusivamente en la necesidad de resolver oen la propia pervivencia de la problemáticaque se deriva de la comisión de crímenespasados, lo que se ha conocido como justiciatransicional gozaría de un papel propio eneste tipo de situaciones; más allá de que,bajo una perspectiva u otra, pudiera soste-nerse que el “proceso de transición” en senti-do clásico ha finalizado, no se ha dado, o nose dará nunca. Y en este punto, podemos yaseñalar una primera (pretendida) particulari-dad de la experiencia española, perfectamen-te ejemplarizada en algunas palabras de laVicepresidenta del Gobierno de España, ycuya efectividad podemos descartar desdeeste momento tras lo que hemos comentado.Así, durante el turno de réplica del debateacerca del entonces Proyecto de la “Ley porla que se reconocen y amplían derechos y seestablecen medidas en favor de quienespadecieron persecución o violencia durantela Guerra Civil y la dictadura”10 (Ley por laque se reconocen y amplían derechos, enadelante), sostuvo la Vicepresidenta:

“Tampoco quiero entrar en la discusión,que nos llevaría muy largo, de no perderde vista (…) lo que se ha venido en llamarla justicia transicional, es decir, unconjunto normativo de carácter interna-cional que pretende asegurar, por supues-to, el respeto a los derechos humanos,bien en la resolución de los conflictos,bien en los procesos de transición de regí-menes que han usado de manera sistemá-tica y arbitraria la violencia a regímenesdemocráticos, para fortalecer de este modo

las bases del nuevo Estado de derecho; aeso se refieren estas normas. Desde esepunto de vista, no hay paralelismo conuna situación como la de nuestro país,que ha hecho ejemplarmente y con éxitosu transición hace 30 años, una transi-ción que ha merecido el más ampliorespeto y reconocimiento internacional yque nos ha permitido gozar del mayorperiodo de libertad, prosperidad”11.

Es evidente que tras lo visto, que esto hayasido así, si se quiere, de ningún modo ha deobstar para que la justicia transicional sigareclamando su espacio respecto a, volvamosal documento antes citado, “los intentos deuna sociedad por resolver los problemasderivados de un pasado de abusos a granescala, a fin de que los responsables rindancuentas de sus actos, servir a la justicia ylograr la reconciliación.” Es más, que trastreinta años del ejemplar y exitoso fin formalde nuestra transición, aún pervivan estos“problemas”, a mi juicio no habría de sercosa de la que enorgullecernos; gocemos ono del más amplio “respetos y reconocimien-to internacionales”.

II. EL (TEÓRICO) PAPEL DELDERECHO INTERNACIONAL ENUN PROCESO DE TRANSICIÓNY/O EN LA JUSTICIATRANSICIONAL

Como hemos deslizado en el apartado ante-rior, si escogemos al derecho internacional

10 BOCG Núm. A-99-1, de 8 de septiembre de 2006. En la actualidad, Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la quese reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violenciadurante la Guerra Civil y la dictadura, en B.O.E. núm. 310, de 27 de diciembre de 2007.11 Vid. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Año 2006, VIII Legislatura, Número 222, Sesión plenarianúm. 206, celebrada el jueves, 14 de diciembre de 2006, pág. 11270. La negrita es mía.

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como herramienta básica de trabajo, laverdad es que no habremos de quebrarnosmucho la cabeza acerca de complejos y endé-micos interrogantes acerca del concepto,contenido y duración de los procesos detransición, o de la misma noción de la justi-cia transicional y/o de su relación con éstos.Sin duda, cierto es que entre el amplio catá-logo de escenarios posibles, los procesos detransición a la democracia y/o la paz hansido uno de los contextos singularmenterefractarios a la aplicación del derecho inter-nacional, e incluso, a su mera invocación;pero al mismo tiempo, este ordenamientojurídico, comúnmente caracterizado comomuy imperfecto y primitivo, este sistemanormativo que como han advertido destaca-dos autores, está condenado “a justificar, delBing Bang al Apocalipsis, su fundamentacióny validez jurídica”12, ha combinado siempreuna incesante acusación de estado de crisisjunto con una continuada demanda socialpara que resuelva, precisamente, las másacuciantes situaciones de crisis13. Y en lo queahora nos ocupa, cuando giramos la vista alderecho internacional en situaciones tancríticas como las propias de la justicia transi-cional, el ordenamiento jurídico internacio-nal responde al envite con el ya clásico“principio de la identidad o continuidad delEstado”; destilado fundamental de los princi-pios de seguridad jurídica internacional, asícomo de la propia formulación de los defini-

dos como principios estructurales del dere-cho internacional14.

La esencia de este principio podemos conde-sarla refiriendo que el Estado continúa siendoel mismo, a los efectos del ordenamiento jurí-dico internacional, cualquiera que sea elcambio o cambios ocurridos en su organiza-ción interna. En consecuencia, toda alteraciónque pueda acaecer en la organización políticade un Estado, siempre y cuando no afecte a lacondición internacional de éste, será simple yllanamente irrelevante en lo que se refiere alcumplimiento de sus obligaciones internacio-nales frente a terceros. De este modo, si debié-ramos enfrentarnos a la pregunta general decómo ha de aplicarse, debe funcionar, o quépapel está llamado a jugar el derecho interna-cional en un proceso de transición simple odoble, la respuesta formal es evidente: Exacta-mente el mismo que si este proceso no sehubiera iniciando, no se estuviera desarrollan-do, o no hubiera culminado con mayor omenor éxito. Dicho en otros términos, unEstado deberá atender a todas aquellas obliga-ciones internacionales pertinentes para, recor-demos, “resolver los problemas derivados deun pasado de abusos a gran escala”, esté o noinmerso en un proceso de transición de laíndole que se quiera; si bien, maticemos almenos, probablemente esas obligacioneshayan de interpretarse de un modo tal que,sin violentar los límites permitidos, no se

12 Vid. REMIRO BROTÓNS, A., RIQUELME CORTADO, R. M., DÍEZ-HOCHLEITNER, J., ORIHUELA CALATA-YUD, E., y PÉREZ-PRAT DURBÁN, L.: Derecho Internacional, McGrawHill, Madrid, 1997, pág. 1. 13 Sobre esta interesante paradoja, no debe dejarse de consultar, SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, L. I.: Derecho Internacio-nal y Crisis Internacionales, Iustel, Madrid, 2005; en especial véanse págs. 13-30.14 Cfr. ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS: Declaración sobre los principios de derecho Internacio-nal referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Nacio-nes Unidas, Resolución 2625 (XXV), Documento de las Naciones Unidas: A/8082, 4 de octubre de 1970, El princi-pio de que los Estados cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con la Carta,párrs. 2 y 3.

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conviertan en algo imposible, inviable, contra-producente y/u odioso15.

A lo anterior cabrá agregar, de ser necesario,que en virtud de otro de los principios básicosque aquí nos interesan, un Estado no puededejar de cumplir una obligación internacio-nal, no puede justificar su incumplimiento,emitiendo una norma de derecho interno, dela naturaleza que sea, que, bien así lo dispon-ga, bien que regule alguna materia de formaincompatible con esa norma u obligación dederecho internacional. Si queremos una trans-formación literal de este principio, basteacudir al célebre artículo 27 de la Convenciónde Viena sobre el Derecho de los Tratados,esto es, que: “Una parte no podrá invocar lasdisposiciones de su derecho interno comojustificación del incumplimiento de un trata-do”. De hecho, si un Estado legisla de formairreconciliable con una norma de derechointernacional sobre la que ha consentido, nosólo no podrá justificar tal acción (o, en su

caso, omisión) a través de esa norma interna,sino que la resultante que obtendrá serásimplemente la comisión de un hecho ilícitointernacional; es decir, estará realizando uncomportamiento que, siendo a atribuible alEstado según el derecho internacional16,constituiría una violación de una obligacióninternacional del Estado. Y de aquí, la conse-cuencia inmediata y principio también esen-cial del derecho internacional, que todo hechointernacionalmente ilícito del Estado generasu responsabilidad internacional, y que talhecho entraña la obligación de reparar deforma adecuada17; sin que olvidemos las másinmediatas obligaciones de cesación (ponerfin al hecho ilícito) y no repetición (ofrecerseguridades y garantías adecuadas de no repe-tición, si las circunstancias lo exigen)18.

Con todo, como ya he tenido ocasión deabordar esta serie de cuestiones en trabajospasados19, y no quiero repetirme, no medetendré más en este particular; como

15 Para más datos sobre este asunto, desde la perspectiva del derecho internacional, puede acudirse a CHINCHÓNÁLVAREZ, J.: Derecho internacional y transiciones a la democracia y la paz. Hacia un modelo para el castigo de loscrímenes pasados a través de la experiencia iberoamericana, Parthenon, Madrid, págs. 475-513.16 A este respecto, recuérdese que el artículo 4 del Proyecto de artículos sobre la responsabilidad del Estado porhechos internacionalmente ilícitos nos aclara, como principio general, que: “1. Se considerará hecho del Estado segúnel derecho internacional el comportamiento de todo órgano del Estado, ya sea que ejerza funciones legislativas, ejecu-tivas, judiciales o de otra índole, cualquiera que sea su posición en la organización del Estado y tanto si pertenece algobierno central como a una división territorial del Estado. 2. Se entenderá qué órgano incluye toda persona o entidadque tenga esa condición según el derecho interno del Estado”. Cfr. COMISIÓN DE DERECHO INTERNACIONAL:“Proyecto de artículos sobre la responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos”, aprobado por laComisión de Derecho Internacional en segunda lectura, en su 53º período de sesiones (23 de abril a 1º de junio y 2 dejulio a 10 de agosto de 2001), Documento de las Naciones Unidas: A/CN.4/L.602/Rev.1, 26 de julio de 2001.17 De las muchas menciones sobre este particular, puede acudirse a la ya clásica sentencia del Tribunal Permanentede Justicia Internacional de 1927 en el asunto de la Fábrica de Chorzów, fondo, P.C.I.J., Series A, Nº. 17.18 Para más datos, véanse los comentarios de la Comisión de derecho Internacional al contenido del artículo 30 desu Proyecto definitivo. Cfr. COMISIÓN DE DERECHO INTERNACIONAL: “Proyecto de artículos sobre la respon-sabilidad del Estado por hechos…”, doc. cit., págs. 226-234.19 Así por ejemplo, CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Transición española y Justicia Transicional: ¿Qué papel juega elordenamiento jurídico internacional en un proceso de transición? A propósito de la coherencia, buena fe y otrosprincipios de derecho internacional postergados en la transición política española”, en GÁLVEZ BIESCA, S.(coord.): La memoria como conflicto. Memoria e historia de la Guerra Civil y el Franquismo, Número monográfico deEntelequia, Revista Interdisciplinar, núm. 7, septiembre de 2008.

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tampoco lo haré sobre la posible invocacióndel “estado de necesidad” para atender losmuchos retos que se concitan en ciertosescenarios transicionales, pues la configura-ción internacional de esta figura deja muypoco margen para su eficacia en el sentidomuchas veces pretendido20. Por ello, basteentonces señalar que si debiéramos evaluarlas medidas tomadas para enfrentar loscrímenes pasados en la experiencia españoladesde la perspectiva del derecho internacio-nal, esto es, usando como patrón de análisislas obligaciones internacionales que Españaha decidido aceptar, lo oportuno en estemomento será esbozar algunas de las que, ami juicio, serían más relevantes; sin perjuiciode remitir al interesado a algunos análisismás detallados que, con mayor o menorfortuna, he tenido la ocasión de redactarsobre estos extremos, así como a la ampliabibliografía que los acompaña21.

En este modesto empeño, por motivos deespacio dejaremos al margen ahora lo propio

de la conocida como responsabilidad inter-nacional del individuo22, y con vistas a nocomplicar especialmente el escenario, nosrestringiremos a recordar lo indicado en elPacto Internacional de Derechos Civiles yPolíticos23; norma convencional que, entodo caso y como es bien conocido, codificamucho del derecho internacional consuetu-dinario existente en la materia:

“1. Cada uno de los Estados Partes en elpresente Pacto se compromete a respetar y agarantizar a todos los individuos que seencuentren en su territorio y estén sujetos asu jurisdicción los derechos reconocidos enel presente Pacto, sin distinción alguna deraza, color, sexo, idioma, religión, opiniónpolítica o de otra índole, origen nacional osocial, posición económica, nacimiento ocualquier otra condición social.

2. Cada Estado Parte se compromete aadoptar, con arreglo a sus procedimientosconstitucionales y a las disposiciones delpresente Pacto, las medidas oportunas para

20 A este respecto, CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: Derecho internacional y transiciones a la democracia y la paz…, op.cit., págs. 493-499.21 Desde un enfoque general, CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: Derecho internacional y transiciones a la democracia y lapaz…, op. cit., págs. 71-269. En relación a España, CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “El viaje a ninguna parte: Memoria,leyes, historia y olvido sobre la Guerra Civil y el pasado autoritario en España. Un examen desde el derecho inter-nacional”, en Revista del Instituto Interamericano de derechos Humanos, núm. 45, enero-junio de 2007, págs. 147-173. En cuanto a la interpretación específica de las obligaciones en juego tras la experiencia iberoamericana,CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Modelos de persecución penal y Justicia Transicional en Iberoamérica. Algunas ense-ñanzas jurídico-internacionales tras los procesos de transición iberoamericanos: Impunidad fáctica, amnistías, eindultos”, en CAPELLÀ I ROIG, M. y GINARD I FERÓN, D. (coords.): Represión política, justicia y reparación. Lamemoria histórica en perspectiva jurídica, Ediciones Documenta Balear, Palma de Mallorca, 2008. En relación con lopropio de la desaparición forzada de personas, CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “La Convención Internacional para laProtección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas: Nunca es tarde si la dicha es ¿buena? Examengeneral y perspectivas en España tras la aprobación de la `Ley de Memoria Histórica´”, en Revista de Ciencias Jurídi-cas y Sociales, Foro, Nueva Época, núm. 7/2008.22 Para una primera aproximación sobre este particular en relación a la experiencia española, puede consultarseCHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “El viaje a ninguna parte: Memoria, leyes, historia y olvido sobre la Guerra Civil…”, op.cit., en especial págs. 150-159.23 Pacto Internacional de derechos Civiles y Políticos, adoptado en Nueva York el 16 de diciembre de 1966, enB.O.E., de 30 de abril de 1977.

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dictar las disposiciones legislativas o deotro carácter que fueren necesarias parahacer efectivos los derechos reconocidos enel presente Pacto y que no estuviesen yagarantizados por disposiciones legislativaso de otro carácter.

3. Cada uno de los Estados Partes en elpresente Pacto se compromete a garantizarque: a) Toda persona cuyos derechos olibertades reconocidos en el presentePacto hayan sido violados podrá interpo-ner un recurso efectivo, aun cuando talviolación hubiera sido cometida porpersonas que actuaban en ejercicio de susfunciones oficiales; b) La autoridadcompetente, judicial, administrativa olegislativa, o cualquiera otra autoridadcompetente prevista por el sistema legaldel Estado, decidirá sobre los derechos detoda persona que interponga tal recurso, ydesarrollará las posibilidades de recursojudicial; c) Las autoridades competentescumplirán toda decisión en que se hayaestimado procedente el recurso”24.

En relación a lo dispuesto en este articulado,el Comité de Derechos Humanos ha especifi-cado, en su Observación General número 31,que debe ser leída conjuntamente con lasnúmeros 1825 y 2826, que:

“Las obligaciones del Pacto en general y delartículo 2 en particular son vinculantespara todos los Estados Partes en conjunto.Todos los poderes del Estado (ejecutivo,legislativo y judicial) y otras autoridadespúblicas o estatales, a cualquier nivel quesea, nacional, regional o local, están en

condiciones de asumir la responsabilidaddel Estado Parte. El poder ejecutivo, quesuele representar al Estado Parte interna-cionalmente, incluso ante el Comité, puedeno señalar que un acto incompatible conlas disposiciones del Pacto fue llevado acabo por otra rama del Estado como mediode tratar de atenuar la responsabilidad delEstado Parte por el acto y la incompatibili-dad consiguiente. Esta interpretación sederiva directamente del principio conteni-do en el artículo 27 de la Convención deViena sobre el derecho de los Tratados(…). Aunque el párrafo 2 del artículo 2permite a los Estados Partes que haganefectivos los derechos del Pacto de confor-midad con los procedimientos constitucio-nales internos, el mismo principio se apli-ca con el fin de evitar que los EstadosPartes invoquen disposiciones del dere-cho constitucional u otros aspectos delderecho interno para justificar una faltade cumplimiento o de aplicación de lasobligaciones dimanantes del tratado...

(…)

13. El párrafo 2 del artículo 2 impone a losEstados Partes la obligación de adoptar lasmedidas necesarias para hacer efectivos losderechos del Pacto en la esfera interna. Deello se deduce que, a menos que los dere-chos del Pacto ya estén protegidos por susleyes o prácticas internas, los Estados Partesestán obligados a introducir en el momentode la ratificación, los cambios de los dere-chos y prácticas internas que sean necesa-rios para garantizar su conformidad con elPacto. Cuando existan incompatibilidades

24 La negrita es mía.25 COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS: “Observación General Nº 18, No discriminación”, Documento de lasNaciones Unidas: HRI/GEN/1/Rev.7, 1989.26 COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS: “Observación General Nº 28, Artículo 3 - La igualdad de derechos entrehombres y mujeres”, Documento de las Naciones Unidas: HRI/GEN/1/Rev.7, 2000.

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entre el derecho interno y el Pacto, elartículo 2 exige que el derecho o la prác-tica interna se modifique para cumplir lasnormas impuestas por las garantíassustanciales del Pacto…

14. El requisito establecido en el párrafo 2del artículo 2 de que se adopten medidaspara hacer efectivos los derechos del Pactono está sometido a condiciones y es deefecto inmediato. La falta de cumplimien-to de esta obligación no puede estar justi-ficada alegando consideraciones políticas,sociales, culturales o económicas dentrode ese Estado.

15. El párrafo 3 del artículo 2 exige que,además de dar una protección efectiva a losderechos del Pacto, los Estados Partesgaranticen que toda persona dispongatambién de recursos accesibles y eficacespara justificar esos derechos. Esos recur-sos deben adaptarse de manera adecuadapara que tengan en cuenta la particularvulnerabilidad de determinadas categoríasde personas, con inclusión en particular delos niños. El Comité atribuye importanciaal establecimiento por los Estados Partes demecanismos judiciales y administrativosadecuados para atender las reclamacionesde violaciones de los derechos con arregloal derecho interno. El Comité advierte queel disfrute de los derechos reconocidospor el Pacto puede ser garantizado coneficacia por el poder judicial de muchasformas distintas, entre ellas la aplicabili-dad directa del Pacto, la aplicación dedisposiciones constitucionales o legalesde otra índole comparables, o el efectointerpretativo del Pacto en la aplicacióndel derecho nacional27. Se requieren enparticular mecanismos administrativos

para dar efecto a la obligación general deinvestigar las alegaciones de violacionescon rapidez, a fondo y de manera efectivamediante órganos independientes e impar-ciales. Las instituciones nacionales de dere-chos humanos, dotadas de facultadesadecuadas, pueden contribuir a este fin. Lafalta de realización por un Estado Partede una investigación sobre las alegacionesde violaciones podría en sí constituir unaviolación separada del Pacto. El cese deuna violación continua es un elementoesencial del derecho a un recurso eficaz.

16. El párrafo 3 del artículo 2 requiere quelos Estados Partes otorguen una repara-ción a las personas cuyos derechos delPacto han sido violados. Si no se otorgauna reparación a los individuos cuyos dere-chos del Pacto han sido violados, la obliga-ción de proporcionar un recurso efectivo,que es fundamental para la eficacia delpárrafo 3 del artículo 2, no se cumple.Además de la reparación explícita exigidapor el párrafo 5 del artículo 9 y el párrafo 6del artículo 14 el Comité considera que elPacto entraña por lo general una indemni-zación adecuada. El Comité señala que,cuando procede, la reparación puedeentrañar la restitución, la rehabilitación ymedidas de satisfacción, como apologíaspúblicas, memoriales públicos, garantíasde no repetición y cambios en las leyes ylas prácticas pertinentes, así como alsometimiento a la justicia de los autoresde violaciones de derechos humanos.

18. Cuando las investigaciones a que se hahecho referencia en el párrafo 15 revelanviolaciones de determinados derechos delPacto, los Estados Partes deben velar porque los responsables sean sometidos a la

27 A este respecto, no debe olvidarse el mandato constitucional contenido en el artículo 10.2 de la Constituciónespañola de 1978.

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justicia. Al igual que sucede con la insufi-ciencia a la investigación, la falta desometimiento a la justicia de los autoresde esas violaciones podía de por sí consti-tuir una violación separada del Pacto.Esas obligaciones surgen, en particular, conrespecto a las violaciones reconocidascomo delictivas con arreglo al derechointerno o al derecho internacional, como latortura o los tratos crueles, inhumanos odegradantes similares (art. 7), la ejecuciónsumaria y arbitraria (art. 6) y la desapari-ción forzosa (artículos 7 y 9 y, frecuente-mente, 6). En realidad, el problema de laimpunidad con relación a esas violaciones,asunto que causa una constante preocupa-ción al Comité, puede constituir unelemento importante que contribuye a larepetición de las violaciones. Cuando secometen como parte de un ataque generali-zado sistemático contra la población civil,esas violaciones del Pacto son crímenes delesa humanidad (véase el Estatuto de Romade la Corte Penal Internacional, art. 7).

En consecuencia, cuando funcionariospúblicos o agentes del Estado han cometi-do violaciones de los derechos del Pacto aque se hace referencia en el presentepárrafo, los Estados Partes no puedeneximir a los autores de su responsabilidadpersonal, como ha ocurrido con determi-nadas amnistías (véase la Observacióngeneral Nº 20) y las inmunidades e indem-nizaciones jurídicas anteriores. Además,ninguna posición oficial justifica que

personas que pueden ser acusadas deresponsabilidad por esas violacionesqueden inmunes de responsabilidad jurídi-ca. Otros impedimentos para el estableci-miento de la responsabilidad jurídicadeben igualmente eliminarse, como ladefensa de la obediencia a órdenes superio-res o los períodos excesivamente breves deprescripción en los casos en que esas limi-taciones son aplicables...”28.

Finalmente, apuntaremos que todo lo ante-rior ha encontrado también amplio desarrolloen uno de los documentos que se consideranclave en este ámbito, esto es, los Principios ydirectrices básicos sobre el derecho de lasvíctimas de violaciones de las normas inter-nacionales de derechos humanos y del dere-cho internacional humanitario a interponerrecursos y obtener reparaciones29; documen-to que codifica las prescripciones internacio-nales pertinentes en esta materia30. A tenorde los mismos:

“La obligación de respetar, asegurar que serespeten y aplicar las normas internaciona-les de derechos humanos y el derecho inter-nacional humanitario según lo previsto enlos respectivos ordenamientos jurídicoscomprende, entre otros, el deber de: a)Adoptar disposiciones legislativas y admi-nistrativas y otras medidas apropiadas paraimpedir las violaciones; b) Investigar lasviolaciones de forma eficaz, rápida,completa e imparcial y, en su caso, adoptarmedidas contra los presuntos responsables

28 Vid. COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS: “Observación General Nº 31, La índole de la obligación jurídica gene-ral impuesta”, Documento de las Naciones Unidas: HRI/GEN/1/Rev.7, 2004, párrs. 4, 13-16, 18. La negrita es mía.29 COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS: “Principios y directrices básicos sobre elderecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho interna-cional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”, Documento de las Naciones Unidas:E/CN.4/2005/L.10/Add.11, 19 de abril de 2005.30 Así se dice específicamente en el Preámbulo. Cfr. Ibíd.

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de conformidad con el derecho interno einternacional; c) Dar a quienes afirman servíctimas de una violación de sus derechoshumanos o del derecho humanitario unacceso equitativo y efectivo a la justicia,como se describe más adelante, con indepen-dencia de quién resulte ser en definitiva elresponsable de la violación; y d) Proporcio-nar a las víctimas recursos eficaces, inclusoreparación, como se describe más adelante.

4. En los casos de violaciones manifiestas delas normas internacionales de derechoshumanos y violaciones graves del derechointernacional humanitario que constituyencrímenes en virtud del derecho internacio-nal, los Estados tienen la obligación deinvestigar y, si hay pruebas suficientes, enjui-ciar a las personas presuntamente responsa-bles de las violaciones y, si se las declaraculpables, la obligación de castigarlas...

(…)

8. A los efectos del presente documento, seentenderá por víctima a toda persona quehaya sufrido daños individual o colectiva-mente, incluidas lesiones físicas o menta-les, sufrimiento emocional, pérdidaseconómicas o menoscabo sustancial de susderechos fundamentales, como consecuen-cia de acciones u omisiones que constitu-yan una violación manifiesta de las normasinternacionales de derechos humanos o

una violación grave del derecho internacio-nal humanitario. Cuando corresponda, yen conformidad con el derecho interno, eltérmino “víctima” también comprenderá ala familia inmediata o las personas a cargode la víctima directa31 y a las personas quehayan sufrido daños al intervenir paraprestar asistencia a víctimas en peligro opara impedir la victimización.

9. Una persona será considerada víctimacon independencia de si el autor de laviolación ha sido identificado, aprehendi-do, juzgado o condenado y de la relaciónfamiliar que pueda existir entre el autor yla víctima.

11. Entre los recursos contra las violacionesmanifiestas de las normas internacionales dederechos humanos y las violaciones gravesdel derecho internacional humanitario figu-ran los siguientes derechos de la víctima,conforme a lo previsto en el derecho inter-nacional: a) Acceso igual y efectivo a lajusticia; b) Reparación adecuada, efectiva yrápida del daño sufrido; y c) Acceso ainformación pertinente sobre las violacio-nes y los mecanismos de reparación.

(…)

15. Una reparación adecuada, efectiva yrápida tiene por finalidad promover lajusticia, remediando las violaciones mani-fiestas de las normas internacionales de

31 Sobre esta cuestión, es especialmente importante recordar que en atención a la regulación internacional de lafigura de la desaparición forzada, son víctimas de este crimen tanto la persona desaparecida como “toda personafísica que haya sufrido un perjuicio directo como consecuencia de una desaparición forzada” (véase, por ejemplo,artículo 24.1 de la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las DesaparicionesForzadas). Junto a ello, debe tenerse en cuenta que como en varias ocasiones ha señalado el Tribunal Europeo deDerechos Humanos, en determinadas circunstancias el familiar-víctima de una desaparición forzada es tambiénvíctima de un acto de tortura, trato inhumano, cruel o degradante (consúltense, entre otros, TRIBUNAL EUROPEODE DERECHOS HUMANOS: Kurt c. Turquía, sentencia de 25 de mayo de 1998, en Reports 1998-III, párrs. 130-134;Çakici c. Turquía, sentencia de 8 de julio de 1999, nº. 23657/94, párrs. 88-99, en especial 98; Orhan c. Turquía,sentencia de 18 de junio de 2002, nº. 25656/94, en especial párr. 358; I

.pek c. Turquía, sentencia de 17 de febrero de

2004, nº. 25760/94, párrs. 178-183, en especial párrs. 181-183; Osmano glu c. Turquía, sentencia de 24 de enero de2008, nº. 48804/99, en especial párrs. 96-97).

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derechos humanos o las violaciones gravesdel derecho internacional humanitario. Lareparación ha de ser proporcional a lagravedad de las violaciones y al dañosufrido. Conforme a su derecho interno ya sus obligaciones jurídicas internaciona-les, los Estados concederán reparación alas víctimas por las acciones u omisionesque puedan atribuirse al Estado y consti-tuyan violaciones manifiestas de lasnormas internacionales de derechoshumanos o violaciones graves del derechointernacional humanitario...

(…)

18. Conforme al derecho interno y al dere-cho internacional, y teniendo en cuenta lascircunstancias de cada caso, se debería dara las víctimas de violaciones manifiestas delas normas internacionales de derechoshumanos y de violaciones graves del dere-cho internacional humanitario, de formaapropiada y proporcional a la gravedad dela violación y a las circunstancias de cadacaso, una reparación plena y efectiva,según se indica en los principios 19 a 23,en las formas siguientes: restitución,indemnización, rehabilitación, satisfaccióny garantías de no repetición.

19. La restitución, siempre que sea posible,ha de devolver a la víctima a la situaciónanterior a la violación manifiesta de lasnormas internacionales de derechos huma-nos o la violación grave del derecho interna-cional humanitario. La restitución compren-de, según corresponda, el restablecimientode la libertad, el disfrute de los derechoshumanos, la identidad, la vida familiar y laciudadanía, el regreso a su lugar de resi-dencia, la reintegración en su empleo y ladevolución de sus bienes.

20. La indemnización ha de concederse, deforma apropiada y proporcional a la grave-dad de la violación y a las circunstancias decada caso, por todos los perjuicios econó-

micamente evaluables que sean consecuen-cia de violaciones manifiestas de lasnormas internacionales de derechos huma-nos o violaciones graves del derecho inter-nacional humanitario, tales como lossiguientes: a) El daño físico o mental; b) Lapérdida de oportunidades, en particular lasde empleo, educación y prestaciones socia-les; c) Los daños materiales y la pérdida deingresos, incluido el lucro cesante; d) Losperjuicios morales; e) Los gastos de asis-tencia jurídica o de expertos, medicamen-tos y servicios médicos y servicios psicoló-gicos y sociales.

21. La rehabilitación ha de incluir la aten-ción médica y psicológica, así como servi-cios jurídicos y sociales.

22. La satisfacción ha de incluir, cuandosea pertinente y procedente, la totalidad oparte de las medidas siguientes: a) Medidaseficaces para conseguir la cesación de lasviolaciones continuadas; b) La verificaciónde los hechos y la revelación pública ycompleta de la verdad, en la medida en queesa revelación no provoque más daños oamenace la seguridad y los intereses de lavíctima, de sus familiares, de los testigos ode personas que han intervenido paraayudar a la víctima o impedir que seproduzcan nuevas violaciones; c) Labúsqueda de las personas desaparecidas, delas identidades de los niños secuestrados yde los cadáveres de las personas asesinadas,y la ayuda para recuperarlos, identificarlosy volver a inhumarlos según el deseo explí-cito o presunto de la víctima o las prácticasculturales de su familia y comunidad; d)Una declaración oficial o decisión judicialque restablezca la dignidad, la reputación ylos derechos de la víctima y de las personasestrechamente vinculadas a ella; e) Unadisculpa pública que incluya el reconoci-miento de los hechos y la aceptación deresponsabilidades; f) La aplicación de

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sanciones judiciales o administrativas a losresponsables de las violaciones; g) Conme-moraciones y homenajes a las víctimas; h)La inclusión de una exposición precisa delas violaciones ocurridas en la enseñanzade las normas internacionales de derechoshumanos y del derecho internacionalhumanitario, así como en el material didác-tico a todos los niveles.

23. Las garantías de no repetición han deincluir, según proceda, la totalidad o partede las medidas siguientes, que tambiéncontribuirán a la prevención: a) El ejerciciode un control efectivo de las autoridadesciviles sobre las fuerzas armadas y de segu-ridad; b) La garantía de que todos losprocedimientos civiles y militares se ajus-tan a las normas internacionales relativas alas garantías procesales, la equidad y laimparcialidad; c) El fortalecimiento de laindependencia del poder judicial; d) Laprotección de los profesionales del dere-cho, la salud y la asistencia sanitaria, lainformación y otros sectores conexos, asícomo de los defensores de los derechoshumanos; e) La educación, de modo priori-tario y permanente, de todos los sectoresde la sociedad respecto de los derechoshumanos y del derecho internacionalhumanitario y la capacitación en esta mate-ria de los funcionarios encargados de hacercumplir la ley, así como de las fuerzasarmadas y de seguridad; f) La promociónde la observancia de los códigos de

conducta y de las normas éticas, en parti-cular las normas internacionales, por losfuncionarios públicos, inclusive el personalde las fuerzas de seguridad, los estableci-mientos penitenciarios, los medios deinformación, la salud, la psicología, losservicios sociales y las fuerzas armadas,además del personal de empresas comercia-les; g) La promoción de mecanismos desti-nados a prevenir y vigilar los conflictossociales; h) La revisión y reforma de las leyesque contribuyan a las violaciones manifies-tas de las normas internacionales de dere-chos humanos y a las violaciones graves delderecho humanitario o las permitan”32.

III. BREVE REPASO DE LASMEDIDAS TOMADAS ENESPAÑA RESPECTO A LOSCRÍMENES PASADOS HASTA ELCOMIENZO DE 2008

Llegados a este punto, bastaría tener delantelas breves referencias, del amplio catálogodisponible, que hemos recogido en el aparta-do anterior y confrontarlas con las medidastomadas por España respecto a los crímenespasados desde, al menos, los inicios formalesdel proceso de transición política. De estemodo, podemos proponer como puntoinicial el Decreto 2940/197533, y apuntar conla brevedad necesaria algunas de las medidasclave implementadas a partir de esta fecha34.

32 Vid. COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS: “Principios y directrices básicossobre el derecho de las víctimas…” doc. cit., párrs. 3-4, 8-9, 11, 15, 18-23.33 Decreto 2940/1975, de 25 de noviembre de 1975, por el que se concede indulto general con motivo de la procla-mación de su majestad don Juan Carlos de Borbón como rey de España, B.O.E. Número 284, de 26 de noviembrede 1975.34 Para una examen más detallado de las medidas en cuestión, puede acudirse a CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Elviaje a ninguna parte: Memoria, leyes, historia y olvido sobre la Guerra Civil…”, op. cit., págs. 122 y ss., así como laabundante bibliografía que se refiere. Más próximos en el tiempo, pueden consultarse los completos trabajos de

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Ahora bien, un punto especialmente espinosoy complejo para este análisis sería determinarcon precisión matemática el momento tempo-ral en que las obligaciones generales quehemos señalado eran vinculantes para España,más allá del derecho internacional convencio-nal; pero lo cierto es que en lo que ahora nosocupa, y por la vocación general de este artícu-lo, es una cuestión que lamentablementetermina por ser más bien académica, en tantoque en realidad, como iremos viendo, tal ejer-cicio no se realizó nunca en nuestro país;optándose por aprobar, o descartar, una u otramedida sin atender a valoración jurídica-internacional percibible. Y de aquí que, entreotras cosas, prestigiosas instituciones como elInstituto Max-Planck para el Derecho Extran-jero e Internacional hayan caracterizado conacierto a la experiencia española durante largo

tiempo como paradigma del “Modelo de olvi-do del pasado absoluto”35.

Desde las pautas referidas cabría entoncescomenzar mencionando el Decreto de 1975,de revisión de oficio y anulación de las sancio-nes administrativas impuestas por la Ley de 10de febrero de 193936, el Decreto de 1976 sobreMutilados de Guerra37, y otro sobre funciona-rios de la Administración local38, a los queacompañarían algunas tímidas medidassimbólicas —de satisfacción— desde mayo de1975; si bien, será a partir de 1978 cuandofueron aprobándose un número cada vezmayor de iniciativas de esta naturaleza. Ahorabien, con anterioridad a ellas es posible iden-tificar también algunas otras medidas, inicial-mente de indulto39, y el 30 de julio de 197640,ya de amnistía como tal41. Con todo, en lo

AGUILAR, P.: Políticas de la memoria y memorias de la política, Alianza Editorial, Madrid, 2008, en especial págs.233 y ss.; de manera condensada, resultan de gran interés y utilidad las tablas contenidas en las págs. 506-520; asícomo el libro de GIL GIL, A.: La justicia de transición en España. De la amnistía a la memoria histórica, Atelier,Barcelona (en prensa).35 Cfr. ARNOLD, J.: “Cambio de sistema político y criminalidad de Estado desde una visión del derecho penal”;“Esbozo del Proyecto: Elaboración jurídico-penal del pasado tras un cambio de sistema político en diversos países”,en SANCINETTI, M. A. y FERRANTE, M.: El derecho penal en la protección de los derechos humanos. La protección delos derechos humanos mediante el derecho penal en las transiciones democráticas. Argentina, Ed. Hammurabi, Argenti-na, 1999.36 Decreto 3357/1975, de 5 de diciembre de 1975.37 Decreto 670/1976, de 5 de marzo de 1976.38 Real Decreto 393/1976, de 1 de octubre de 1976. Consúltese también, Orden del Ministerio del Interior de 6 dejulio de 1977.39 Puede encontrarse un listado de estas medidas en VALLÈS MUÑÍO, D.: “Amnistía y responsabilidad civil”,InDret, Nº. 1 enero-marzo, 2004.40 B.O.E. Número 186, de 4 de agosto de 1976. 41 Debe tenerse en cuenta que durante el régimen del General Franco la posibilidad de emitir una amnistía fuetenazmente descartada, optándose por las medidas de indulto referidas. La explicación a este hecho debe buscarse,esencialmente, en las implicaciones de cada una de estas medidas; y es que al no estar orientados estos indultos alos responsables de crímenes del bando vencedor de la Guerra Civil, mientras que las amnistías comportan, explíci-ta o implícitamente, el reconocimiento de que los crímenes cometidos estaban, de algún modo, justificados —cuan-do no que simplemente no fueron delictivos—, o cuanto menos, que no deberían considerarse ya como criminalesen atención a otras consideraciones de mayor peso al momento de emitir la norma en cuestión, el indulto se confi-gura solamente como una medida de gracia que no elimina el carácter criminal de un hecho, sino que acaba sólocon sus consecuencias penales.

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que aquí nos interesa, esto es, posibles viola-ciones a los derechos humanos, la referenciaineludible es la Ley 46/1977 de Amnistía42,aprobada el 15 de octubre de 1977, es decir,ya con el primer Congreso democráticamen-te elegido tras casi cuarenta años de régimenautoritario43. En virtud de esta norma, sinExposición de Motivos o Preámbulo al uso,se estableció:

“Artículo Primero.

I. Quedan amnistiados: a) todos los actosde intencionalidad política, cualquiera quefuese su resultado, tipificados como delitosy faltas realizados con anterioridad al díaquince de diciembre de mil novecientossetenta y seis. b) todos los actos de lamisma naturaleza realizados entre el quin-ce de diciembre de mil novecientos setentay seis y el quince de junio de mil novecien-tos setenta y siete, cuando en la intenciona-lidad política se aprecie además un móvilde restablecimiento de las libertades públi-cas o de reivindicación de autonomías delos pueblos de España. c) todos los actosde idéntica naturaleza e intencionalidad alos contemplados en el párrafo anteriorrealizados hasta el seis de octubre de milnovecientos setenta y siete, siempre que nohayan supuesto violencia grave contra lavida o la integridad de las personas.

II. A los meros efectos de subsunción encada uno de los párrafos del apartado ante-rior, se entenderá por momento de realiza-ción del acto aquel en que se inició la acti-vidad criminal. La amnistía tambiéncomprenderá los delitos y faltas conexoscon los del apartado anterior.

Artículo Segundo.

En todo caso están comprendidos en laamnistía: a) los delitos de rebelión y sedi-ción, así como los delitos y faltas cometi-dos con ocasión o motivo de ello, tipifica-dos en el código de justicia militar. b) laobjeción de conciencia a la prestación delservicio militar, por motivos éticos o reli-giosos. c) los delitos de denegación deauxilio a la justicia por la negativa a revelarhechos de naturaleza política, conocidosen el ejercicio profesional. d) los actos deexpresión de opinión, realizados a travésde prensa, imprenta o cualquier otro mediode comunicación. e) los delitos y faltasque pudieran haber cometido las autori-dades, funcionarios y agentes del ordenpúblico, con motivo u ocasión de la inves-tigación y persecución de los actos inclui-dos en esta ley. f) los delitos cometidospor los funcionarios y agentes del ordenpúblico contra el ejercicio de los derechosde las personas”44.

42 B.O.E. Número 248, de 17 de octubre de 1977.43 La ley fue aprobada por doscientos noventa y seis votos a favor, dos en contra, dieciocho abstenciones y un votonulo, en un debate parlamentario pleno de calurosos elogios y entregadas invocaciones a la “reconciliación nacio-nal” y el “olvido”. Es importante hacer notar que ninguno de aquéllos que no votaron afirmativamente a esta leyjustificó tal decisión en que a través de esta medida quedarían sin castigo los responsables de los crímenes pasados;siendo lo más cercano a ello ciertas alegaciones sobre la necesidad de una “reparación moral” para las víctimas,vertidas por representantes del Grupo Mixto. Por su parte, el partido Alianza Popular optó por la abstención basán-dose en consideraciones más que alejadas de las anteriores, esencialmente centradas en los “peligros” que podíanderivarse, de un lado, del abuso de este tipo de medidas, y del otro, de “vaciar las cárceles” ante el más que desor-den que, en la opinión de su representante, Carro Martínez, imperaba aquellos días. Para más datos, puede verseAGUILAR, P.: Memoria y olvido de la Guerra Civil española, Alianza Editorial, Madrid, 1996, págs. 266-271; asícomo su más reciente trabajo, Políticas de la memoria y…, op. cit., págs. 284-304.44 La negrita es mía.

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Ya he señalado en otras ocasiones las simili-tudes entre el contenido de los artículos 2 e)y 2 f) de esta ley y las previsiones de algunasde las lamentablemente célebres leyes deamnistía de nuestras Repúblicas hermanas deIberoamérica45, mal que le pese a muchos.Por su singular significación, convienesubrayar que entre ellos al mismo Fiscal Jefede la Audiencia Nacional, que en su escritode apelación, de 20 de octubre de 2008, alAuto del Magistrado-juez Garzón46, conside-ró ni más ni menos que: “No debe olvidarse,por último, para quienes cuestionan lavigencia de la ley de Amnistía —mediante suequiparación a las leyes de “Punto Final” y“Obediencia Debida” promulgadas en laRepública Argentina en 1986 y 1987 duranteel Gobierno “Alfonsín”, o a otras normas desimilar naturaleza adoptadas en otros paísescomo Chile o Perú, claramente ilegales ajuicio de la Corte Interamericana de dere-chos Humanos— que mientras estas últimaspueden ser calificadas abiertamente como“leyes de impunidad”, al haber sido dictadas—y en gran medida impuestas bajo la amena-za de golpe militar— con la finalidad de evitarla persecución penal por los gravísimoscrímenes perpetrados por los aparatos delEstado durante la Dictadura militar del perío-do 1976-1983 y eximir de responsabilidad asus partícipes, la ley de Amnistía fue, en todosu proceso de gestación y aprobación, una

exigencia de las fuerzas políticas democráti-cas, ampliamente respaldada por la sociedadespañola, y aprobada por las Cortes nacidasde las primeras elecciones democráticas cele-bradas el 15 de junio de 1977, las mismasCámaras parlamentarias que redactaron yaprobaron la Constitución de 1978. Resulta-ría, pues, un absoluto disparate jurídicocuestionar la legitimidad de origen de esanorma y, lo que es peor, atribuirle el estigmade “ley de impunidad”47. En mi humildeopinión, y sin atreverme a usar calificativostan gruesos como “disparate jurídico”, lo queresulta difícilmente sostenible a día de hoy, almenos desde una perspectiva jurídica-inter-nacional, es la valoración de la norma inter-na que fuere en función de quién la ha apro-bado, o en atención a sus pretendidosmotivos, supuestas presiones, o respaldos, yno así sobre la base de su estricto contenido.Y a este respecto, bastaré referirnos, porejemplo, a la ley de amnistía uruguaya, Leyde Caducidad de la Pretensión Punitiva delEstado, no sólo aprobada por el legislador aluso, sino incluso por referendo popular48;hecho que, como es lógico, no obstó paraque, entre otros, el Comité de DerechosHumanos nos compartiera “... su hondapreocupación con respecto a la Ley de Cadu-cidad de la Pretensión Punitiva del Estado ysu profunda inquietud por las consecuenciasque tiene esa ley para el cumplimiento del

45 Cfr. CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “El viaje a ninguna parte: Memoria, leyes, historia y olvido sobre la GuerraCivil…”, op. cit., págs. 127-129. Para más datos sobre todas esta leyes, puede acudirse a CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.:Derecho internacional y transiciones a la democracia y la paz…, op. cit., págs. 330-423, así como especialmente atoda la bibliografía que se recoge.46 Para más datos, véase apartado siguiente.47 Vid. Recurso de Apelación del Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional de 20 de octubre de 2008, pág. 34.48 Para más datos sobre esta medida y su proceso de aprobación, puede acudirse a CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: Dere-cho internacional y transiciones a la democracia y la paz…, op. cit., págs. 396-399, así como especialmente a toda labibliografía que se recoge.

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Pacto. A ese respecto, el Comité destaca laobligación que tienen los Estados partes envirtud del párrafo 3 del artículo 2 del Pactode garantizar que toda persona cuyos dere-chos o libertades hayan sido violadospueda interponer un recurso efectivo antela autoridad competente judicial, adminis-trativa, legislativa o de otro carácter. ElComité observa con honda preocupaciónque en algunos casos el hecho de mantenerla Ley de Caducidad excluye de maneraefectiva la posibilidad de investigar casospasados de violaciones de derechos huma-nos y, por consiguiente, impide que el Esta-do parte asuma la responsabilidad depermitir que las víctimas de esas violacio-nes interpongan un recurso efectivo.Asimismo, el Comité considera que la Leyde Caducidad viola el artículo 16 del Pactopor lo que se refiere a las personas desapa-recidas y el artículo 7 en relación con losfamiliares de esas personas”49.

En todo caso, en lo que ahora interesa, loque resulta evidente es que más allá de otrasconsideraciones y/o potenciales interpreta-ciones, las dos disposiciones destacadas de laLey de Amnistía de 1977 no parecen fácil-mente acomodables con todo lo que hemosreferido en el apartado anterior respecto a lafigura de los recursos efectivos. Y en estesentido, conviene entonces recordar lo quemuy recientemente ha afirmado el Comité deDerechos Humanos al examinar el quintoinforme periódico de España, es decir que:

“El Comité, aunque ha tomado nota de ladecisión reciente de la Audiencia Nacionalde examinar la cuestión de los desapareci-dos, está preocupado por el mantenimien-to en vigor de la Ley de Amnistía de 1977.El Comité recuerda que los delitos de lesahumanidad son imprescriptibles y señala ala atención del Estado parte sus observa-ciones generales Nº 20, según la cual lasamnistías relativas a las violaciones gravesde los derechos humanos son incompati-bles con el Pacto y Nº 31, sobre la naturalezade la obligación jurídica general impuesta alos Estados partes en el Pacto. El Comité,aunque toma nota con satisfacción de lasgarantías dadas por el Estado parte en elsentido de que la Ley de la Memoria Histó-rica prevé que se esclarezca la suerte quecorrieron los desaparecidos observa conpreocupación las informaciones sobre losobstáculos con que han tropezado lasfamilias en sus gestiones judiciales y admi-nistrativas para obtener la exhumación delos restos y la identificación de las perso-nas desaparecidas.

El Estado parte debe: a) considerar laderogación de la Ley de Amnistía de1977; b) tomar las medidas legislativasnecesarias para garantizar el reconoci-miento de la imprescriptibilidad de loscrímenes de lesa humanidad por lostribunales nacionales; c) prever la crea-ción de una comisión de expertos inde-pendientes encargada de restablecer laverdad histórica sobre las violaciones delos derechos humanos cometidas durante

49 Vid. COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS: “Observaciones finales del Comité de derechos Humanos: Uruguay”,Documento de las Naciones Unidas: CCPR/C/79/Add.90, 8 de abril de 1998, C. Principales temas de preocupacióny recomendaciones, párr. 1. Véase igualmente, la anterior decisión en el “Caso Hugo Rodríguez, (Uruguay)”,Comunicación Nº 322/1988, Documento de las Naciones Unidas: CCPR/C/51/D/322/1988, 9 de agosto de 1994.Para más detalles sobre todo este particular, además de los trabajos ya citados supra, en relación a España puedeacudirse a CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Normas de amnistía y derecho internacional: Un re-examen de la Ley deAmnistía española de 1977 tras los últimos avances y retrocesos en la materia”, (en prensa).

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la Guerra Civil y la dictadura, y d) permi-tir que las familias identifiquen y exhu-men los cuerpos de las víctimas y, en sucaso, indemnizarlas”50.

Del otro lado, los artículos 751 y 852 de la Leyde Amnistía de 1977 contienen disposicionesque podrían reputarse como reparatorias,pero en realidad, lo hace en la misma línea, ysiguiendo la misma lógica, de otras disposi-ciones posteriores, como el Real Decreto-Ley6/1978, referido a los Oficiales, Suboficialesy Clases que hubieran consolidado suempleo o hubieran ingresado como alumnosde las Academias Militares, con anterioridadal 18 de julio de 1936, pertenecientes a lasFuerzas Armadas o Fuerzas de Orden Públi-co y que tomaron parte en la Guerra Civil53,o el Decreto-Ley 35/1978, por el que se

conceden pensiones a los familiares de losespañoles fallecidos como consecuencia de laGuerra Civil54; norma que sería anulada porla Disposición Derogatoria de la Ley 5/1979“sobre reconocimiento de pensiones, asisten-cia médico-farmacéutica y asistencia socialen favor de las viudas, hijos y demás familia-res de los españoles fallecidos como conse-cuencia o con ocasión de la pasada GuerraCivil”55, cuyo ámbito de aplicación personalse refería a:

“1. Los que hubieren fallecido durante laguerra: a) En acción bélica tuvieran o no lacondición de combatientes. b) Por conde-na, acción violenta o en situación de priva-ción de libertad. c) Por enfermedad olesión originadas asimismo en acción bélicao situación de privación de libertad. 2. Los

50 Vid. COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS: “EXAMEN DE LOS INFORMES PRESENTADOS POR LOS ESTA-DOS PARTES CON ARREGLO AL ARTÍCULO 40 DEL PACTO. Observaciones Finales: España”, Documento de lasNaciones Unidas: CCPR/C/ESP/CO/5, 27 de octubre de 2008, párr. 9.51 “Los efectos y beneficios de la amnistía a que se refieren los cuatro primeros artículos serán en cada caso lossiguientes: a) La reintegración en la plenitud de sus derechos activos y pasivos de los funcionarios civiles sanciona-dos, así como la reincorporación de los mismos a sus respectivos cuerpos, si hubiesen sido separados. Los funcio-narios repuestos no tendrán derecho al percibo de haberes por el tiempo en que no hubieren prestado serviciosefectivos, pero se les reconocerá la antigüedad que les corresponda como si no hubiera habido interrupción en laprestación de los servicios. b) El reconocimiento a los herederos de las fallecidos del derecho a percibir las presta-ciones debidas. c) La eliminación de los antecedentes penales y notas desfavorables en expedientes personales, auncuando el sancionado hubiese fallecido. d) La percepción de haber pasivo que corresponda, en el caso de los milita-res profesionales, con arreglo al empleo que tuvieren en la fecha del acto amnistiado. e) La percepción del haberpasivo que corresponda a los miembros de las fuerzas de orden público, incluso los que hubiesen pertenecido acuerpos extinguidos”.52 “La amnistía deja sin efecto las resoluciones judiciales y actos administrativos o gubernativos que hayan produci-do despidos, sanciones, limitaciones o suspensiones de los derechos activos o pasivos de los trabajadores por cuen-ta ajena, derivados de los hechos contemplados en los artículos primero y quinto de la presente Ley, restituyendo alos afectados todos los derechos que tendrían en el momento de aplicación de la misma de no haberse producidoaquellas medidas, incluidas las cotizaciones de la Seguridad Social y mutualismo laboral que, como situación deasimiladas al alta, serán de cargo del Estado”. Respecto a los militares integrados en la opositora al régimen UniónDemocrática Militar, consúltese el art. 6, en donde se silencia toda posibilidad de reintegración a sus puestos. Paramás datos, GÓMEZ ROSA, F.: La Unión Militar Democrática en la Transición Política, Tesis Doctoral, UniversidadComplutense de Madrid, 2007, en especial págs. 297-299.53 Real Decreto-Ley 6/1978, de 6 de marzo de 1978.54 B.O.E. Número 276, de 18 de noviembre de 1978. 55 B.O.E. Número 233, de 28 de septiembre de 1979.

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que hubieran fallecido después de laguerra: a) Como consecuencia de heridas,enfermedad o lesión accidental originadasen acción bélica, en el plazo de dos años.b) Por condena, acción violenta o en situa-ción de privación de libertad, motivadaspor su participación en la guerra. c) Comoconsecuencia de actuaciones u opinionespolíticas y sindicales, cuando pueda esta-blecerse asimismo una relación de causali-dad personal y directa entre la Guerra Civily el fallecimiento y éste no hubiera sidoconsecuencia de ejecución de sentencia, niderivado de acción violenta del propiocausante. 3. Los desaparecidos en el frenteo en otro lugar, cuando pueda establecerseuna presunción de fallecimiento por lascausas enunciadas en los párrafos 1. b), y2. b), de este artículo. 4. Quienes hubierancausado pensión con motivo de aconteci-mientos bélicos anteriores a 1936, cuandoel disfrute o inicio de tramitación suficien-temente acreditado de dicha pensiónhubiera quedado interrumpido con motivode la guerra de 1936-1939”56.

Esta medida general fue complementándosecon otras, como el Real Decreto-Ley 44/1978,

por el que se reguló la situación del personalAuxiliar de los Juzgados y Tribunales separa-do del servicio por motivaciones políticas57, laLey 10/1980, que ampliaba lo previsto en elReal Decreto-Ley 6/1978 a aquéllos que conanterioridad al 18 de julio de 1936 se hubie-ran reenganchado en algún Cuerpo militar,pertenecieran en esta fecha a las Fuerzas deOrden Público o fueran miembros del Escua-drón de Escolta del Presidente de la Repúblicao alumnos de las Escuelas de Marinería de laArmada58, la Ley 35/1980 sobre “pensiones alos mutilados excombatientes de la zonaRepublicana”59, el Real Decreto-Ley 8/1980sobre “fraccionamiento en el pago de atrasosde pensiones derivadas de la Guerra Civil”60 yla Ley 42/1981 para igual finalidad61, la Ley6/1982 sobre pensiones a los mutilados civilesde guerra62 —que completaba lo dispuesto enel referido Decreto 670/1976—, la Ley18/1984, de 8 de junio, sobre “reconocimien-to como años trabajados a efectos de la Segu-ridad Social de los periodos de prisión sufri-dos como consecuencia de los supuestoscontemplados en la Ley de Amnistía de 15de octubre de 1977”63, la Ley 37/1984, “de

56 Vid., art. 1 de la Ley 5/1979, de 18 de septiembre de 1979. Véase igualmente el Real Decreto 2635/1979, de 16 denoviembre de 1979. Este sistema se materializó en unas pensiones de viudedad, de orfandad a hijos incapacitados,y en favor de padres, que en el caso de profesionales de las Fuerzas Armadas y Orden Público eran el doscientospor ciento de la base reguladora que correspondería al causante, atendiendo a la graduación y años de servicio quetuviera acreditados en el momento de su fallecimiento; para aquéllos que no pertenecieron a las Fuerzas Armadas ode Orden Público, a partir de 1996 se fijó como importe de estas pensiones el mismo que la pensión mínima deviudedad de la Seguridad Social para titulares mayores de sesenta y cinco años, unos cuatrocientos noventa euros almes a fecha de hoy. Las pensiones previstas en esta ley alcanzaron a alrededor de ciento diez mil personas.57 Real Decreto–Ley 44/1978, de 21 de diciembre de 1978.58 B.O.E. Número 76, de 28 de marzo de 1980.59 B.O.E Número 165, de 19 de julio de 1980. 60 Real Decreto-Ley 8/1980, de 26 de septiembre de 1980.61 Ley 42/1981, de 28 de octubre, de fraccionamiento en el pago de atrasos de pensiones derivadas de la GuerraCivil, en B.O.E. Número 217, de 12 de noviembre de 1981.62 B.O.E. Número 80, de 3 de abril de 1982. 63 B.O.E. Número 140, de 12 de junio de 1984.

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reconocimiento de derechos y serviciosprestados a quienes durante la Guerra Civilformaron parte de las Fuerzas Armadas,Fuerzas de Orden Público y Cuerpo deCarabineros de la República”64, la Ley4/1986, de 8 de enero, de cesión de bienesdel Patrimonio Sindical acumulado65, o laLey 24/1986, de rehabilitación de militaresprofesionales66, etc.

En todo caso, sería en 1990 cuando se daríaun paso destacado con la DisposiciónAdicional Decimoctava de la Ley 4/1990, de29 de junio, de Presupuestos Generales delEstado para 199067, y la posterior correcciónincluida por la Disposición Adicional Deci-moctava de la Ley 31/1991, de 30 de diciem-bre, de Presupuestos Generales del Estadopara 199268; y es que en virtud de los dosprimeros incisos de la redacción dada porestas previsiones, se establecieron “indemni-zaciones” a todos aquellos que hubieransufrido privación de libertad en estableci-

mientos penitenciarios durante tres o másaños, como consecuencia de los supuestoscontemplados en la Ley 46/1977 y tengancumplida la edad de sesenta y cinco años en31 de diciembre de 1990. Aproximadamentesesenta mil personas recibieron las cantida-des dispuestas en esta ley69.

A partir de aquí, existen otra serie de medi-das, tanto estatales como autonómicas, quepodrían referirse70, también en el ámbito dela satisfacción, como la Declaración institu-cional del Congreso de los Diputados de 20de noviembre del año 2002, sobre el recono-cimiento de los derechos de las víctimas dela Guerra Civil y del régimen franquista71, laLey 24/2006, de 7 de julio72, que declararía2006 como “Año de la Memoria Histórica”,así como medidas respecto a los documentosy archivos relativos a la Guerra Civil (singu-larmente la creación del Archivo General dela Guerra Civil -futuro “Centro Documentalde la Memoria Histórica”73); siendo posible

64 B.O.E. Número 262, de 1 de noviembre de 1984; corrección de erratas en B.O.E. Número 58, de 8 de marzo de1985; anulada la corrección de erratas en B.O.E. Número 89, de 13 de abril de 1985.65 B.O.E. Número 12, de 14 de enero de 1986. Véase también, Ley 13/1996, de 30 de diciembre, de Medidas fisca-les, administrativas y del Orden social.66 B.O.E. Número 312, de 30 de diciembre de 1986.67 B.O.E. Número 156, de 30 de junio de 1990.68 B.O.E. Número 313, de 31 de diciembre de 1991.69 En concreto, en atención a sus dos primeros artículos: “Uno. Quienes hubieran sufrido privación de libertad enestablecimientos penitenciarios durante tres o más años, como consecuencia de los supuestos contemplados en laLey 46/1977, 15 de octubre, y tengan cumplida la edad de sesenta y cinco años en 31 de diciembre de 1990, tendránderecho a percibir por una sola vez una indemnización de acuerdo con la siguiente escala: Pesetas: Tres o más añosde prisión: 1.000.000 (6.010,12 euros). Por cada tres años completos adicionales: 200.000 (1.202,02 euros). Dos. Siel causante del derecho a esta indemnización hubiese fallecido, y en 31 de diciembre de 1990 hubiera podido tenercumplidos sesenta y cinco años de edad tendrá derecho a la misma el cónyuge supérstite, que sea pensionista deviudedad por tal causa o que, aun no teniendo esta condición, acredite ser cónyuge viudo del causante”. 70 Para más datos sobre ellas, véase nota 34.71 Puede consultarse su texto en http://www.congreso.es. 72 B.O.E. Número 162, de 8 de julio de 2006.73 El Archivo fue creado por el Real Decreto 426/1999, de 12 de marzo, con la finalidad de reunir, conservar y disponersus fondos documentales para investigación, cultura e información. Al mismo tiempo, en su seno se instituiría un

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encontrar en varias de ellas lo que especialis-tas como Paloma Aguilar han definido como“cierto cambio de tono” en su enunciación74.Con todo, realmente sería otra iniciativa laque concentraría la máxima atención: Sobrela base de la Proposición no de Ley aprobadapor el Pleno del Congreso de los Diputadosel 1 de junio de 200475, en septiembre de2004 se crearía la Comisión Interministerialpara el estudio de la situación de las víctimasde la Guerra Civil y del franquismo76, cuyofruto más conocido sería el texto de la quedespués fuera conocida popularmente como“Ley de Memoria Histórica”77. A este respec-to, conviene recordar entonces que si segúnla propia Ley 24/2006 su objeto era homena-jear y reconocer a todos los hombres y muje-res que fueron víctimas de la Guerra Civil, o

posteriormente de la represión de la dictadu-ra franquista, por su defensa de los princi-pios y valores democráticos, así como a quie-nes, con su esfuerzo a favor de los derechosfundamentales, de la defensa de las liberta-des públicas y de la reconciliación entre losespañoles, hicieron posible el régimen demo-crático instaurado con la Constitución de197878, fue a través de su DisposiciónAdicional Primera que se dispuso que elGobierno, en el plazo de un mes desde suaprobación, presentara ante la ComisiónConstitucional del Congreso de los Diputa-dos los informes elaborados por la ComisiónInterministerial para el estudio de la situa-ción de las víctimas de la Guerra Civil y elfranquismo. Este mandato se concretaría el28 de julio de 2006, cuando la Comisión

Centro de Estudios y Documentación sobre la Guerra Civil Española, con el objetivo de facilitar el mejor conoci-miento de la misma y estimular la investigación histórica. La Ley 21/2005, de 17 de noviembre, de restitución a laGeneralidad de Cataluña de los documentos incautados con motivo de la Guerra Civil custodiados en el ArchivoGeneral de la Guerra Civil Española y de creación del Centro Documental de la Memoria Histórica, dispondrá ensu Disposición adicional segunda la creación de este Centro en el plazo de un año; previsión que se materializaráen el art. 22 de la Ley por el que se reconocen y amplían derechos.74 Cfr. AGUILAR, P.: Políticas de la memoria y…, op. cit., págs. 423 y ss.75 Puede consultarse su texto en http://www.congreso.es.76 Real Decreto 1891/2004, de 10 de septiembre de 2004. Sus funciones se establecieron en los siguientes términos:“a) El estudio de carácter general de los derechos reconocidos a las víctimas de la Guerra Civil y a los perseguidos yrepresaliados por el régimen franquista, así como elaborar un informe sobre el estado de la cuestión. b) Elaborar uninforme sobre las condiciones que permitan el acceso a los archivos públicos y privados que resulten necesariospara llevar a cabo la finalidad perseguida. c) Elaborar, para su elevación al Gobierno, un anteproyecto de ley en elque se regulen las medidas necesarias para ofrecer un adecuado reconocimiento y satisfacción moral a las víctimas.d) Cualesquiera otras que la Comisión considere necesarias para lograr sus fines, siempre dentro del ámbito de suscompetencias”. Vid., art. 2 del Real Decreto 1891/2004, de 10 de septiembre.77 Véase nota 10. Como ya dijimos, nos referiremos a esta norma como “Ley por la que se reconocen y amplíanderechos”, ya que el enorme, y en demasiadas ocasiones tan interesado como artificioso, revuelo que el concepto de“memoria histórica” levantó —y aún levanta— en España, condujo al Ejecutivo a mencionar expresamente en eldefinitivo Proyecto Ley, que: “no es tarea de la ley, o de las normas jurídicas en general, fijarse el objetivo deimplantar una determinada “memoria histórica”, (...) no le corresponde al legislador construir o reconstruir unasupuesta “memoria colectiva”. Pero sí es deber del legislador, y cometido de la ley, consagrar y proteger, con elmáximo vigor normativo, el derecho a la memoria personal y familiar como expresión de plena ciudadanía demo-crática. Éste es el compromiso al que el texto legal responde”. Vid., último párrafo de la Exposición de Motivos delProyecto de Ley por la que se reconocen y amplían derechos, doc. cit.78 Vid., art. 1 de la Ley 24/2006, de 7 de julio, sobre declaración del año 2006 como Año de la Memoria Histórica.

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remitió los resultados de su trabajo al Conse-jo de Ministros; entre ellos, el texto delProyecto de la Ley por la que se reconocen yamplían derechos.

Ahora bien, lo interesante es que tanto elmencionado Proyecto, como el texto defini-tivamente aprobado a finales de diciembrede 2007, así como la inmensa mayoría delas anteriores medidas que hemos ido apun-tando, a mi juicio descansaban sobre unalógica común; que precisamente permiteentender completamente el significadoespecífico de la serie de denuncias presenta-das por diversos particulares y asociacionesde familiares-víctimas ante la AudienciaNacional a partir de mediados de diciembre

de 200679. Para ilustrarlo, baste recordarque el mismo Tribunal Constitucional yaseñaló a inicios de la década de 1990 que,aun no sin cierta confusión, aunque legal-mente algunas de estas medidas vengandenominadas como “indemnizaciones”, nopueden calificarse técnicamente de resarci-miento de daños por un funcionamientoanormal de la Administración Pública, de laJusticia o por un error judicial. Para elTribunal eran, en realidad, prestacionesestablecidas gracialmente por el legislador,de acuerdo a una decisión política que hade relacionarse, en el caso concreto queanalizó entonces, con la legislación sobreamnistía, pese al distinto sentido de una yotra normativa80. A mi entender, pese a lo

79 En el momento de redacción de este artículo, y tal y como y como se recoge al inicio del Auto de 16 de octubre de2008, Diligencias Previas-Procedimiento Abreviado 399/2006 V, del Juzgado Central de Instrucción Nº. 5 de laAudiencia Nacional, si bien con alguna errata en cuanto a su denominación oficial, los denunciantes ante la Audien-cia Nacional son, en relación a la fecha de denuncia: “14 de diciembre de 2006, denuncia presentada por D. MarcialMuñoz Sánchez, en nombre propio y de la asociación “NUESTRA MEMORIA, Sierra de Gredos y Toledo”; 14 dediciembre de 2006, denuncia de la “Associació per a la recuperació de la Memòria Històrica de Catalunya”; 14 dediciembre de 2006, denuncia de la “Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica en Aragón”; 14 dediciembre de 2006, denuncia de la “Comisión pola Memoria Histórica do 36 en Ponteareas”; 14 de diciembre de2006, denuncia de la “Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Arúcas”; 15 de diciembre de 2006,denuncia de la “Associació per a la recuperació de la Memòria Històrica de Mallorca”; 15 de diciembre de 2006,denuncia de Dª Carmen Dorado Ortiz; 4 de junio de 2007, denuncia de D. Teófilo Goldaracena Rodríguez; 18 dejulio de 2007, denuncia de la “Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia”; 14 de septiembre de 2007,denuncia de “Politeia, asociación para la defensa y progreso de los intereses ciudadanos”; 24 de diciembre de 2007,denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid; 19 de mayo de 2008, denun-cia de D. Francisco Javier Jiménez Corcho; denuncia de D. Juan Pérez Silva y de Dª Francisca Maqueda Fernández;28 de julio de 2008, denuncia de la Asociación “Fòrum per la Memòria del País Valencià”; 31 de julio de 2008,denuncia de la “Confederación General del Trabajo”; 12 de septiembre de 2008, denuncia de la “Asociación para laRecuperación de la Memoria Histórica de Granada” y de Dª Nieves García Catalán; 12 de septiembre de 2008,denuncia de D. José Luis Cerdeira Villegas; 12 de septiembre de 2008, denuncia de D. Críspulo Nieto Cicuéndez; 22de septiembre de 2008, denuncia de la “Asociación de Familiares de Fusilados y Desaparecidos de Navarra”, “Asocia-ción de Héroes de la República y la Libertad”, “Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en El Bier-zo, León, Burgos y Zamora”, “Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Soria”; 26 de septiembre,denuncia de la “Asociación Todos los Nombres de Asturias”; 3 de octubre, denuncia de Dª María Nieves GalindoArroyo; 6 de octubre, denuncia de “Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló”, de “Izquierda Republi-cana de Castilla y León”, de Dª Julia Maroto Velasco y de D. Julián de la Morena López”.80 Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional de España en las cuestiones de inconstitucionalidad acumuladas2.645, 2.646, 2.647 y 2.648/92 y 12 y 420/93, promovidas, las cuatro primeras, por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, y la quinta y la sexta por las Salas del mismo ordenjurisdiccional de los Tribunales Superiores de Justicia de Castilla-La Mancha y de Madrid, respectivamente, en las

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mucho que se ha dicho en múltiples foros, yaunque muchas de las medidas referidas hande ser (cuantitativamente) celebradas, artícu-los como el 11 al 14 de la actual Ley por laque se reconocen y amplían derechos81 sonejemplos palmarios de que se sigue actuan-do dentro de las cuatro paredes que imponeesta misma lógica; es decir, son clara mues-tra de que estamos, seguimos, ante unasituación que difícilmente se acomoda conel reconocimiento de la existencia de

responsabilidad (internacional) del Estado,en relación a una serie de víctimas que hanvisto violentados un conjunto de derechos,que el mismo Estado ha convenido en respe-tar y garantizar, y cuyo quebranto exige unareparación acorde con las detalladas pautasque ya hemos indicado en el apartado ante-rior. Nada de esto está presente ni en laletra, ni en el espíritu, ni por supuesto en eldiseño de todo el conjunto de medidastomadas hasta la fecha.

que se plantea la posible inconstitucionalidad de la Disposición adicional decimoctava de la Ley 4/1990, de 29 dejunio, de Presupuestos Generales del Estado para 1990, STC 361/1993, Fundamentos Jurídicos, párr. 2. Indico laexistencia de confusión pues el mismo Tribunal Constitucional señala pocas líneas después del párrafo citado: “(el)reconocimiento de derechos económicos que responden a una voluntad de reparar en lo posible las consecuenciasque para muchos ciudadanos tuvo la Guerra Civil y las situaciones de desventaja y los perjuicios ocasionados poresa tragedia, facilitando la plena reincorporación social de los que durante muchos años se mantuvieron fieles aunas ideas y a unos compromisos, que el nuevo orden constitucional ha podido acoger y garantizar”. Vid. Ibíd.81 Extractando lo relevante en este punto: “Artículo 11. Colaboración de las Administraciones públicas con losparticulares para la localización e identificación de víctimas. 1. Las Administraciones públicas, en el marco de suscompetencias, facilitarán a los descendientes directos de las víctimas que así lo soliciten las actividades de indaga-ción, localización e identificación de las personas desaparecidas violentamente durante la Guerra Civil o la repre-sión política posterior y cuyo paradero se ignore… 2. La Administración General del Estado elaborará planes detrabajo y establecerá subvenciones para sufragar gastos derivados de las actividades contempladas en este artículo.Artículo 12. Medidas para la identificación y localización de víctimas. 1. El Gobierno, en colaboración con todas lasAdministraciones públicas, elaborará un protocolo de actuación científica y multidisciplinar que asegure la colabo-ración institucional y una adecuada intervención en las exhumaciones. Asimismo, celebrará los oportunos conve-nios de colaboración para subvencionar a las entidades sociales que participen en los trabajos.(…) Artículo 13. Autorizaciones administrativas para actividades de localización e identificación. 1. Las Adminis-traciones públicas competentes autorizarán las tareas de prospección encaminadas a la localización de restos de lasvíctimas referidas en el apartado 1 del artículo 11 (...). Los hallazgos se pondrán inmediatamente en conocimientode las autoridades administrativas y judiciales competentes.2. Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, establecerán el procedimiento y las condicio-nes en que los descendientes directos de las víctimas referidas en el apartado 1 del artículo 11, o las entidades queactúen en su nombre, puedan recuperar los restos enterrados en las fosas correspondientes, para su identificacióny eventual traslado a otro lugar. (…) Artículo 14. Acceso a los terrenos afectados por trabajos de localización eidentificación. 1. La realización de las actividades de localización y eventual identificación o traslado de los restosde las personas referidas en el apartado 1 del artículo 13 se constituye en fin de utilidad pública e interés social, alos efectos de permitir, en su caso y de acuerdo con los artículos 108 a 119 de la Ley de Expropiación Forzosa, laocupación temporal de los terrenos donde deban realizarse. 2. Para las actividades determinadas en el apartadoanterior, las autoridades competentes autorizarán, salvo causa justificada de interés público, la ocupación temporalde los terrenos de titularidad pública. 3. En el caso de terrenos de titularidad privada, los descendientes, o las orga-nizaciones legitimadas de acuerdo con el apartado anterior, deberán solicitar el consentimiento de los titulares dederechos afectados sobre los terrenos en que se hallen los restos. Si no se obtuviere dicho consentimiento, lasAdministraciones públicas podrán autorizar la ocupación temporal, siempre tras audiencia de los titulares de dere-chos afectados, con consideración de sus alegaciones, y fijando la correspondiente indemnización a cargo de losocupantes”. La negrita es mía.

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Desde esta perspectiva entonces, quizáspueda entenderse mejor las más recientesacciones ante la Audiencia Nacional que yahemos señalado, pues los mismos represen-tantes de los denunciantes han manifestadoen varias ocasiones que no es su pretensiónla búsqueda o el establecimiento de respon-sabilidades penales individuales por loscrímenes que hubieran podido cometerse,sino el cumplimiento de una serie de deberesque ha de satisfacer el Estado hacia las vícti-mas. Y así, y a modo de ejemplo, en una delas primeras denuncias presentadas, la de laAssociació per a la Recuperació de la MemoriaHistòrica de Mallorca, se subraya específica-mente la que es la demanda básica de la granmayoría de los denunciantes, esto es, que:“Por todo ello, pedimos el auxilio de la justi-cia en la localización del paradero o destinofinal de las personas enumeradas”82.

IV. EPÍLOGO: LA SITUACIÓN ENLA ACTUALIDAD

Aún ante un panorama tan poco edificantecomo el que acabamos de referir, tras elintenso debate que culminó a finales de2007 con la aprobación de la Ley por la quese reconocen y amplían derechos, los prime-ros meses de 2008 trascurrieron con unaaparente calma que terminaría tornándoseen poco menos que frenética actividad apartir del fin del verano del año en curso.Así, y a grandes rasgos, en el momento deredacción de este trabajo podríamos consi-

derar la existencia de dos sendas principalesen marcha que, aunque aparentemente autó-nomas, bien podría entenderse que presen-tan un notable grado de interconexión y/oinfluencias mutuas:

En primer lugar, siguiendo lo establecido envarias de las Disposiciones Adicionales de laLey por la que se reconocen y amplían dere-chos, el Ejecutivo ha estado trabajando estosmeses pasados, y ha anunciado recientemen-te la pronta aprobación de diversos RealesDecretos que darán desarrollo a lo dispuestoen el texto de la Ley. Aún no se conoce elliteral de estas normas, pero lamentablemen-te, lo adelantado hasta la fecha hace suponerque su contenido se mantendrá dentro de lalógica que ya hemos criticado, por noacomodarse a las prescripciones pertinentesdel derecho internacional en la materia.

En segundo lugar, la serie de denuncias antela Audiencia Nacional han dado lugar al quesin duda será, en un sentido u otro, el céle-bre Auto de 16 de octubre de 2008, Diligen-cias Previas-Procedimiento Abreviado399/2006 V, del Juzgado Central de InstrucciónNº. 5 de la Audiencia Nacional83, es decir, elque ya se conoce popularmente como “Autode Garzón sobre la Memoria Histórica”; quecasi inmediatamente ha sido respondido, conuna dureza inusitada, por el Fiscal Jefe de laAudiencia Nacional, en su ya referido Recur-so de 20 de octubre de 2008. En otro lugarya he tenido ocasión de comentar en detalleel contenido de este Auto84, con lo que baste

82 Vid. Denuncia destinada al Juzgado de Instrucción Central de Guardia de la Associació per a la Recuperació de laMemoria Històrica de Mallorca, 14 de diciembre de 2006, pág. 31. Original en poder del autor.83 Al día siguiente, el Magistrado-juez Garzón trasformaría las Diligencias Previas en el Sumario 53/2008.84 Véase CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Examen del Auto del Juzgado de Instrucción Nº. 5 de la Audiencia Nacionalpor el que se acepta la competencia para investigar los crímenes contra la humanidad cometidos en la Guerra Civily el franquismo”, en Diario La Ley, Sección Doctrina, año XXIX, núm. 7054, (en prensa).

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ahora señalar que en virtud del mismo, yapoyándose singularmente en la, a mi juicio,no muy afortunada sentencia del TribunalSupremo en el caso Scilingo85, se declara lacompetencia de la Audiencia Nacional paraentender de los crímenes denunciados dedetención ilegal sin dar razón del paradero odesaparición forzosa en el contexto decrímenes contra la humanidad y en conexióncon delitos contra la Constitución y los AltosOrganismos de la Nación. A renglón seguido,se cursa oficio a los correspondientes Regis-tros Civiles para que aporten certificado dedefunción de los sujetos que, a priori, haidentificado como máximos responsables delos crímenes en cuestión; todo ello, se dice,con vistas a declarar la extinción de respon-sabilidad penal por fallecimiento. En concre-to, nombra a: Francisco Franco Bahamonde,Miguel Cabanellas Ferrer, Andrés SaliquetZumeta, Miguel Ponte Manso de Zúñiga,Emilio Mola Vidal, Fidel Dávila Arrondo,Federico Montaner Canet, Fernando MorenoCalderón, Francisco Moreno Fernández,Germán Gil y Yuste, Luis Orgaz Yoldi,Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, Francisco

Gómez-Jordana y Souza, Francisco FermosoBlanco, Luis Valdés Cabanilla, Nicolás Fran-co Bahamonde, Francisco de Asís Serrat iBonastre, José Cortés López, Ramón SerranoSúñer, Severiano Martínez Anido, TomásDomínguez Arévalo, Raimundo FernándezCuesta y Merelo, Valentín Galarza Morante,Esteban Bilbao y Eguía, Jose Luis Arrese yMagra, Juan Yagüe Blanco, Salvador MorenoFernández, Agustín Muñoz Grandes, JoséEnrique Varela Iglesias, Juan Vigón Suerodíaz,Blas Pérez González, Carlos Asensio Cabani-llas, Eduardo Aunós Pérez, Eduardo Gonzá-lez Gallarza y Francisco Regalado Rodríguez.Para a continuación, reclamar al Ministeriodel Interior los datos que identifiquen a losmáximos dirigentes de la Falange Española,entre el 17 de julio de 1936 y 31 de diciem-bre de 1951, para una vez identificados,acordar lo necesario sobre la imputación yextinción, en caso de fallecimiento, de laresponsabilidad penal. De este modo, elmismo contenido del Auto deja en el aire uninterrogante clave, que sin duda afectará alresto de medidas previstas, algunas de enor-me (potencial) trascendencia86, en su Parte

85 Sentencia del Tribunal Supremo Nº: 798/2007, de 1 de octubre de 2007. En lo que aquí interesa, sobre estasentencia puede acudirse a OLLÉ SESÉ, M.: Justicia universal para crímenes internacionales, La Ley, Madrid, 2008,págs. 64-67, 161-183, cuya posición y conclusiones comparto en este extremo. Para una perspectiva parcialmentedivergente, véase GIL GIL, A.: “Principio de legalidad y crímenes internacionales. Luces y sombras en la Sentenciadel Tribunal Supremo en el caso Scilingo”, en Nuevos Desafíos del derecho penal internacional (en prensa, original enpoder del autor).86 Entre todas ellas, quizá la más relevante sea la creación de lo que se denomina como “Grupo de Expertos”. Sobreél, indica el Auto: “El grupo de expertos, para cuya formación se solicitará a las partes que, de común acuerdo,designen el nombre de cinco personas, a las que se unirán otras dos que serán nombradas por este Juzgado, tendrácomo misión en su pericia (…), estudiar, analizar y valorar y dictaminar sobre el número, lugar, situación e identi-ficación de las víctimas en un solo informe que incluya el número total de víctimas en el período estudiado (17 dejulio de 1936 hasta el 31 de diciembre de 1951), diferenciándolos, luego de estudiar todos los datos aportados yque se aporten a la causa, en tres grupos: 1) Personas detenidas y desaparecidas hasta el día de la fecha, conpropuesta de localización y métodos de recuperación e identificación de restos. 2) Personas detenidas y desapareci-das cuyos cuerpos se recuperaron pero aún están sin identificar, con la misma propuesta del punto anterior sobresu identificación. 3) Personas detenidas desaparecidas y que han sido identificadas”. Vid. Auto de 16 de octubre de2008, doc. cit., Razonamiento Jurídico Decimosexto. Pese al expreso carácter de órgano pericial, resulta evidente

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Dispositiva; a saber: ¿Certificada oficial-mente la defunción de todos los altosresponsables se decidirá o no el sobresei-miento? Como ya he sostenido en el comen-tario mencionado, bien pudiéramos decirque el texto del Auto nos ofrece evidencias oargumentos para defender cualquiera de lasdos respuestas87; aunque mucho hacesospechar que ante la aparente poca recepti-vidad del Pleno de la Audiencia Nacional alos argumentos defendidos en este Auto,será la primera posibilidad la que terminepor imponerse.

Sea como fuere, esta primera decisión judi-cial sobre unos hechos que, como subraya elmismo Auto, “nunca han sido investigadospenalmente por la Justicia española, por loque hasta el día de la fecha, la impunidad ha

sido la regla frente a unos acontecimientosque podrían revestir la calificación jurídicade crimen contra la humanidad (artículo 607bis del Código Penal actual)”88, ha reabiertoel muy necesario debate sobre el, comohemos ido analizando, deficiente trato que apartir del inicio formal de nuestra transiciónpolítica, y durante los más de tres deceniossiguientes, se ha dado respecto a los críme-nes pasados en España. Es de esperar enton-ces que los Poderes del Estado asuman, final-mente, como algo propio unas obligacionesque, hasta la fecha, y para sonrojo general,bien nunca se han considerado realmentepertinentes, bien se ha sostenido que se hanesfumado una vez alguien decide que la tran-sición ha terminado “ejemplarmente y conéxito”, sin perjuicio de que durante la mismase hubieran obviado igualmente.

que todo aquel habituado a la justicia transicional encontrará aquí ciertos ecos y/o consecuencias prácticas deldenominado como “Derecho a la Verdad”, cuya concreción más conocida son las llamadas “Comisiones de laVerdad”. Jurídicamente no cabe duda de que no estamos ante un órgano de esta naturaleza, pero de hecho, todoparece llevarnos hacia ese ámbito fundamental; cubriéndose así, dicho sea de paso, uno de los más vergonzantesvacíos de España en lo que refiere a las medidas básicas a adoptar dentro del escenario de la justicia transicional.En todo caso, mucho dependerá de la composición final del Grupo que se acuerde, y del modo en que sus miem-bros enfoquen y desarrollen su mandato. 87 Para más datos, cfr. CHINCHÓN ÁLVAREZ, J.: “Examen del Auto del Juzgado de Instrucción Nº. 5...”, op. cit.88 Vid. Ibíd., Razonamiento Jurídico Primero, párr. 1. En sentido similar, véase el Razonamiento Jurídico Decimocuarto.

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