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Director General Dr. Eusebio Leal Spengler Dirección Editorial Roger Arrazcaeta Delgado Edición Lic. Vitalina Alfonso Comité Editorial Antonio Quevedo Herrero, Carlos A. Hernández Oliva, Ivalú Rodríguez Gil, Lisette Roura Álvarez, Lic. Carmen Lezcano Montes, Lic. Rebecca O. Linsuaín, Daniel Vasconcellos Portuondo y Osvaldo Jiménez Vázquez Consejo Científico Dr. Eusebio Leal Spengler, MSc. César García del Pino, Lic. Raida Mara Suárez Portal, Dra. Lourdes Domínguez González, Dr. Gabino La Rosa Corzo, Dr. Luis Guillermo Lumbreras, Dra. Raquel Carreras Rivery, Dr. Daniel Schávelzon, MSc. Alfredo Rankin Santander, MSc. Roberto Valcárcel Rojas y Lic. Iosvany Hernández Mora Asesoría Lic. Pedro Juan Rodríguez y Lic. Juliet Barclay Traducción Raúl Mesa Morales Diseño D.I. Themis García Ojeda Fotografía Francisco Navarrete Quiñonez y Lic. Néstor Martí Delgado Colaboradora Alina L. Velásquez Margüenda Los autores de los artículos asumen la responsabilidad de sus criterios Correspondencia y canje Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Tacón no.12, entre O´Reilly y Empedrado, La Habana Vieja, Código Postal 10 100, Ciudad de La Habana, Cuba E-MAIL [email protected] E-MAIL [email protected] Esta es una publicación del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana Imagen de la cubierta: Fotografía microscópica de un fragmento de mayólica mexicana. También aparecen una imagen de microscopía electrónica de fibras de madera con sales de sulfato cristalizadas, del sitio arqueológico de Buchillones, así como de excavaciones en el Cafetal del Padre y otro sitio de La Habana Vieja, sito en la calle Obrapía No. 163. ISSN: 1680 7693 l Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador dedica este número del boletín a la memoria del destacado historiador y arqueólogo Leandro S. Romero Estébanez, recientemente fallecido. Fue este acucioso investigador el primer director del Gabinete y su fundador, junto al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana. Los discípulos y colaboradores, así como otros estudiosos que lo conocieron, recuerdan de él su erudición y meti- culosidad en la indagación de la historia habanera. No olvidarán su legado de maestro así como sus aportes a la Arqueología Histórica de Cuba, reflejados en diversos artículos científicos y en un conocido libro, fruto de dos décadas de labor arqueológica: La Habana arqueológica y otros ensayos. También queremos honrar en este boletín al eminente arqueólogo norteamericano Irving B. Rouse, nacido en 1913 y fallecido en el presente año. El mismo llevó a cabo estudios de Arqueología Prehistórica en Cuba y en otros países antillanos. Su destacada carrera y propuestas científicas ejercieron gran influencia en las ideas y enfoques sobre la prehistoria caribeña, dejando una vasta obra que comprende numerosos libros y artículos de la especialidad. Por otra parte, este nuevo número del boletín patentiza el interés que está alcanzando la investigación arqueológica en Cuba, expresada aquí en variedad temática, exhaus- tividad de los artículos, y activa incorporación de ella a otras disciplinas científicas combinadas. El boletín no. 4 sale a la luz con más páginas e incorpora la sección llamada Retrospectiva, la cual reserva en próximas entregas relevantes artículos e imágenes de la historia de la Arqueología cubana. Antes de finalizar, el Director y el Comité Editorial de esta publicación desean notificar la incorporación a su Consejo Científico de los reconocidos arqueólogos Dr. Luis Guillermo Lumbreras, de Perú y Daniel Schávelzon, de Argentina, quienes junto a los miembros actuales nos prestigian con su sobresaliente trayectoria científica. Director Editorial

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Page 1: l Gabinete de Arqueología de la ... - CUBA ARQUEOLÓGICA · Postal 10 100, Ciudad de La Habana, Cuba E-MAIL gabinete@arqueologia.ohch.cu E-MAIL roger@arqueologia.ohch.cu Esta es

Gabinete de Arqueología / 1

Director General Dr. Eusebio Leal SpenglerDirección Editorial Roger Arrazcaeta DelgadoEdición Lic. Vitalina AlfonsoComité Editorial Antonio Quevedo Herrero,Carlos A. Hernández Oliva, Ivalú Rodríguez Gil,Lisette Roura Álvarez, Lic. Carmen LezcanoMontes, Lic. Rebecca O. Linsuaín, DanielVasconcellos Portuondo y Osvaldo JiménezVázquezConsejo Científico Dr. Eusebio Leal Spengler,MSc. César García del Pino, Lic. Raida MaraSuárez Portal, Dra. Lourdes DomínguezGonzález, Dr. Gabino La Rosa Corzo, Dr. LuisGuillermo Lumbreras, Dra. Raquel CarrerasRivery, Dr. Daniel Schávelzon, MSc. AlfredoRankin Santander, MSc. Roberto ValcárcelRojas y Lic. Iosvany Hernández MoraAsesoría Lic. Pedro Juan Rodríguez y Lic. JulietBarclayTraducción Raúl Mesa MoralesDiseño D.I. Themis García OjedaFotografía Francisco Navarrete Quiñonez y Lic.Néstor Martí DelgadoColaboradora Alina L. Velásquez Margüenda

Los autores de los artículos asumen laresponsabilidad de sus criterios

Correspondencia y canjeGabinete de Arqueología, Oficina del Historiadorde la Ciudad de La Habana, Tacón no.12, entreO´Reilly y Empedrado, La Habana Vieja, CódigoPostal 10 100, Ciudad de La Habana, CubaE-MAIL [email protected] [email protected] es una publicación del Gabinete deArqueología de la Oficina del Historiador de laCiudad de La Habana

Imagen de la cubierta: Fotografíamicroscópica de un fragmento de mayólicamexicana. También aparecen una imagen demicroscopía electrónica de fibras de maderacon sales de sulfato cristalizadas, del sitioarqueológico de Buchillones, así como deexcavaciones en el Cafetal del Padre y otro sitiode La Habana Vieja, sito en la calle ObrapíaNo. 163.

ISSN: 1680 7693

l Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiadordedica este número del boletín a la memoria deldestacado historiador y arqueólogo Leandro S.

Romero Estébanez, recientemente fallecido. Fue esteacucioso investigador el primer director del Gabinete y sufundador, junto al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador dela Ciudad de La Habana.

Los discípulos y colaboradores, así como otros estudiososque lo conocieron, recuerdan de él su erudición y meti-culosidad en la indagación de la historia habanera. Noolvidarán su legado de maestro así como sus aportes a laArqueología Histórica de Cuba, reflejados en diversosartículos científicos y en un conocido libro, fruto de dosdécadas de labor arqueológica: La Habana arqueológica y otrosensayos.

También queremos honrar en este boletín al eminentearqueólogo norteamericano Irving B. Rouse, nacido en 1913y fallecido en el presente año. El mismo llevó a cabo estudiosde Arqueología Prehistórica en Cuba y en otros paísesantillanos. Su destacada carrera y propuestas científicasejercieron gran influencia en las ideas y enfoques sobre laprehistoria caribeña, dejando una vasta obra que comprendenumerosos libros y artículos de la especialidad.

Por otra parte, este nuevo número del boletín patentiza elinterés que está alcanzando la investigación arqueológicaen Cuba, expresada aquí en variedad temática, exhaus-tividad de los artículos, y activa incorporación de ella a otrasdisciplinas científicas combinadas.

El boletín no. 4 sale a la luz con más páginas e incorpora lasección llamada Retrospectiva, la cual reserva en próximasentregas relevantes artículos e imágenes de la historia de laArqueología cubana.

Antes de finalizar, el Director y el Comité Editorial de estapublicación desean notificar la incorporación a su ConsejoCientífico de los reconocidos arqueólogos Dr. Luis GuillermoLumbreras, de Perú y Daniel Schávelzon, de Argentina,quienes junto a los miembros actuales nos prestigian con susobresaliente trayectoria científica.

Director Editorial

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2 / Gabinete de Arqueología

Investigando la vida del esclavo en el Cafetaldel Padre / Theresa Ann Singleton / 4

Consideraciones adicionales a la clasificaciónde cerámica colonial en antrosoles habaneros /Roger Arrazcaeta Delgado, Carlos A. HernándezOliva, Román Padilla Álvarez, Ronald L. Bishop,Jim Blackmann, Pierre Van Espen y Olivier Schalm/ 14

Prospección arqueológica subacuática en elnoreste de La Habana (II Parte) / Rubén Be-rrayarza, Freddy Navarro, Ted Hill y Craig Willians/ 29

Intervención arqueológica en la casa de losMarqueses de Arcos / Carlos A. Hernández Olivay Lisette Roura Álvarez / 36

La subsistencia del cimarrón: estudio arqueo-lógico/ Gabino La Rosa Corzo / 45

Cerámica de cimarrones. Un estudio preliminaren los sitios de cimarrones de la región de Pinardel Río / María Rosa González Sánchez / 55

Salvar las maderas de Buchillones: un reto parala conservación / Raquel Carreras Rivery / 60

Reflexiones en torno al arte rupestre de Puntadel Este (Isla de la Juventud). Su estado actual/ Ulises M. González Herrera / 64

La hipoplasia del esmalte. Un indicador delestado nutricional en el sitio arqueológico Ba-curanao / Carlos R. Gallego Rodríguez / 69

La Cueva del Infierno: tafonomía de un sitioarqueológico del arcaico de Cuba / OsvaldoJiménez Vázquez / 73

Estilos pictográficos en Cuba: dificultades yproblemas teórico-metodológicos / DivaldoGutiérrez Calvache y Racso Fernández Ortega/ 88

ContenidoARQUEOLOGÍA

Arqueología Histórica y sociedad moderna enLatinoamérica / María Ximena Senatore y AndrésZarankin / 104

Patrimonio y Arqueología Histórica. Re-flexiones desde una epistemología antro-pológica / Iosvany Hernández Mora / 112

De la canción aborigen a la canción cubana.Su identidad / Giselda Hernández Ramírez yGerardo Izquierdo Díaz / 99

PENSAMIENTO arqueológico

RETROSPECTIVA

HISTORIA

Marcas de tejas de la época colonial en Cuba /Eladio Elso Alonso / 119

1698: El naufragio de la Almiranta NuestraSeñora de las Mercedes / Alessandro LópezPérez y César García del Pino / 122

Aproximaciones al primitivo emplazamiento deSan Cristóbal de La Habana / Ovidio J. OrtegaPereyra / 128

Sobre la fundación de la villa de San Cristóbalde La Habana en el Puerto de Carenas / Sal-vador Larrúa Guedes / 135

Algunas consideraciones sobre el desarrollourbano de Bejucal en el siglo XVIII / Dania LunarJiménez / 140

La investigación histórica en el proceso derecuperación y conservación del Castillode San Severino / Tamara Blanes Martín / 148

Fortificaciones de La Habana colonial: el cam-po atrincherado de La Cabaña, 1898 / Jesús I.

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Gabinete de Arqueología / 3

CATÁLOGO HABANERO

PERSONALIDADES

NUESTRA COLECCIÓN

BIBLIOTECA

Sandra Páez Rosabal / 181

Antonio Núñez Jiménez: algunas facetas desu labor científica / Luigi Hernández Marrero/ 183

Pendientes de perros y focas de los agroalfarerosde La Española / Osvaldo Jiménez Vázquez y RogerArrazcaeta Delgado / 189

Tatiana Guerra Hernández / 194

Suárez Fernández, Luis A. Francés Santana yMónica Pavía Pérez / 156

Los centros históricos de Cartagena de Indiasy La Habana. Dos hitos del patrimonio colonialespañol en el Caribe / Nelson Melero Lazo / 164

PINTURA MURAL

Apuntes y reflexiones sobre la pintura muralcolonial en la villa de San Cristóbal de LaHabana / Elisa Serrano González / 173

BREVES del boletín

La informática en la documentación de tra-bajos de investigación y restauración / SandraPáez Rosabal / 195

Obispo # 117-119, futuro museo de la pinturamural / Yanira Arteaga Romero y Aida C. NúñezMiranda / 195

Sobre el ingenio y cafetal San Gabriel deLombillo / Javier Rivera / 196

¿Qué uso tuvo? / Lester Puntonet Toledo / 197

Ecos de un convento / Karen Mahé Lugo Romeray Sonia Menéndez Castro / 198

Puerto Príncipe en el Chorrito. Continuaciónde una investigación inconclusa / IosvanyHernández Mora / 199

Hallazgos arqueológicos en la iglesia de la OrdenTercera de San Francisco de Asís / Ernesto AcuñaRico, Julio Arenas Laserna y Eduardo Martell Ruiz/ 200

Estudio mitológico y analítico de un ser Aruacoen cerámica / Adrián Álvarez Chávez / 201

Exploraciones arqueológicas en Jardines delRey / Jorge Calvera Rosés, Roberto ValcárcelRojas, Jago Cooper y Odalys Brito Martínez / 203

Castillo de La Real Fuerza: nuevos aportes /Luis A. Francés Santana, Fidel Navarrete Quiñonesy Ángel A. Rodríguez Bello / 204

Obituario / Daniel E. Vasconcellos Portuondo / 205

DE LOS AUTORES / 206

Normas editoriales / 209

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4 / Gabinete de Arqueología

Investigando la vida del esclavoen el Cafetal del PadrePor: Theresa Ann SingletonTraducción: Lisette Roura ÁlvarezCorrección técnica: Roger Arrazcaeta Delgado y Raúl Mesa Morales

Este artículo se propone exponer losresultados de cinco campañas arqueológicasen el Cafetal del Padre, cuyo nombre originalfue Santa Ana de Viajacas, ubicado en elmunicipio habanero de Madruga.Mediante el estudio de los documentos y lasevidencias arqueológicas, establezco unacercamiento, fundamentalmente, a la vida delos esclavos de esta plantación cafetalera,quienes encontraron las vías para suplir lasexiguas raciones alimenticias. También através de las actividades recreativas yreligiosas crearon un mundo que les permitíaalejarse de la opresión diaria de la esclavitud,al participar en la economía interna comoproductores y consumidores de acuerdo consus posibilidades.

Resumen

Abstract

The purpose of this paper is to put forward theresults of five archaeological campaignsundertaken at Cafetal del Padre, originalynamed Santa Ana de Viajacas, located in themunicipality of Madruga, Havana province.Through the study of documentary sourcesand archaeological evidences I particularlyapproach the lives of slaves in this coffeeplantation. These slave men and womenfound ways to supplement their meager foodrations and by means of recreationalactivities and religious practices they createda world removed from the daily opression ofenslavement; participating in the internaleconomy as both, producers and consumersaccording to their possibilities.

A R Q U E O L O G Í A

Treinta bohíos de guano y cortados contenidos dentroun cuadro de mampostería como tres o mas varas de alto.

(Inventario del cafetal Santa Ana de Viajacas, 1838, Archivo Nacional de Cuba)

Introducción

En el año 1999 se iniciaron las investigaciones arqueológicas en el Ca-fetal del Padre, como parte de un proyecto de colaboración entre elGabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de LaHabana y Theresa Ann Singleton, profesora de la Universidad de Siracusa,New York. Este cafetal fue escogido para su estudio arqueológico,fundamentalmente, por existir la presencia de un muro de mamposteríade 3.35m de alto que rodea al pequeño poblado donde residían losesclavos. Cercar las viviendas de los esclavos de esta forma es sindudas inusual. Además, en la literatura secundaria cubana sobre laesclavitud o en otras sociedades esclavistas americanas no se encuentranreferencias a muros semejantes con esa utilización. Este muro cercasaca a la luz interrogantes relacionadas con el carácter de la esclavitudcubana, particularmente sobre los métodos usados en el manejo yvigilancia de los esclavos. Sin embargo, el objetivo primario de esteestudio hace menos énfasis en los motivos por los cuales los propietariosde esclavos adoptaron este tipo de modelo, similar a una prisión, y sídestaca cómo respondieron los esclavos ante estas condiciones. A pesardel poder que los propietarios de esclavos ejercían sobre los negros,éstos lucharon por controlar al menos una parte de sus propias vidas. LaArqueología está particularmente equipada para revelar los aspectosmateriales de la cotidianidad esclava y nos permite penetrar en la vidadiaria de estos hombres y mujeres, incluyendo la manera de adecuarsus espacios domésticos, los alimentos y productos que elaboraban parael consumo y para la venta, además de sus prácticas religiosas yrecreativas. Este breve artículo es un extracto del trabajo que se realizaen estos momentos en el Cafetal del Padre.

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Gabinete de Arqueología / 5

A R Q U E O L O G Í A

Reseña histórica

El Cafetal del Padre (o El Padre) se localiza actualmenteen la provincia La Habana, aproximadamente a 75 km alsudeste de la Ciudad de La Habana, a unos 11 km delpueblo de Madruga. Cuando este cafetal se encon-traba funcionando como plantación cafetalera, se leconocía como Santa Ana de Viajacas. Hasta elmomento, no está aún definido quién fue el primeroque estableció esta plantación pero durante el procesode investigación histórica llevado a cabo surgierondos versiones diferentes sobre el tema. La tradiciónlocal sugiere que los primeros dueños fueron francesesexpatriados, quienes establecieron la granja de caféen el siglo XVIII (Álvarez Estévez 2001: 59-60; CarlosSuárez Sardiñas 2000, com. pers.). A los refugiadosfranceses que huyeron de la revolución haitiana seles considera como la fuerza motriz del desarrollo dela economía cafetalera cubana (Pérez de la Riva 1944:27-28). Antes de la llegada de los franceses a Cuba, elcultivo del café era fundamentalmente experimental.Los defensores de la hipótesis de que la propiedaddel cafetal estaba en manos francesas esgrimen elargumento de la planta en forma de H de la casa grande,una característica de las casas coloniales cubanasinspiradas en los modelos franceses, explicación adicionalusada para sostener la referida hipótesis (Álvarez Estévez2001: 60). Sin embargo, estos inmigrantes no fueron losúnicos hacendados del café, durante el período formativode la economía cafetalera en Cuba, pues también loscriollos, entusiasmados con la idea de tomar ventajacon el nuevo producto dedicado a la exportación,establecieron este tipo de plantación. El hecho de quelo primeros dueños del cafetal fueron cubanos sesugiere en un mapa trazado en 1866, basado en unoanterior en el que se indicaban las propiedadesexistentes en 1796, fecha en que se creó el partido deMadruga. Se puede observar en este plano que el Cafetaldel Padre no existía aún en 1796: en su lugar el terrenoaparece con el nombre de Potrero las Sierras de O´Farrill (ANC 1866). La fecha exacta en que se establecedefinitivamente el cafetal es todavía incierta, aunqueotros documentos indican que el tamaño de la parcela detierra era aproximadamente de 30 caballerías. Dieciséisde ellas continuaron usándose como potreros, por lo quese refieren al lugar como cafetal-potrero o potreroViajacas, y el terreno restante devino cafetal SantaAna de Viajacas (ANC 1829).

En la década de 1820, este cafetal ya se encontrababien establecido. En 1822, Ignacio O´ Farrill y Herrera,sacerdote católico y séptimo hijo de Juan José O ́Farrill yLuisa Herrera, era el legítimo dueño de la plantación(ANC 1822). En esa época, la propiedad tenía unadotación de 102 esclavos y estaban cultivadas 6caballerías de tierra. Desafortunadamente, muy pocosabemos sobre las operaciones diarias del cafetal,pues no han aparecido ninguno de los registrospersonales llevados por Ignacio O´ Farrill. La mayoríade los datos obtenidos provienen de expedientesnotariales y testamentarios de cuando ya la plantaciónestaba en irremediable decadencia.

En 1829, Ignacio O´Farrill comenzó a hipotecaralgunas de sus propiedades con la finalidad de abonaruna deuda de 60 000 pesos, contraída tras usar esedinero en el desarrollo de dos plantaciones azu-careras: La Concordia, localizada en el vecino partidode Tapaste, y San Juan de Nepomuceno, ubicada en elpartido de Madruga, como su cafetal (ANC 1829). Sindudas, tuvo bastantes dificultades para devolver estepréstamo, y tras su muerte, en 1838, había acumuladouna considerable deuda. Como resultado de lasindagaciones sobre su estado financiero, se realizarondos inventarios a sus propiedades, uno en 1838,después de su muerte, y el otro en 1841. Éstos nos

Copia de un plano de la región de Madruga (original de 1789),donde se sitúan los terrenos que ocuparía el Cafetal del Padre

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6 / Gabinete de Arqueología

A R Q U E O L O G Í A

brindan la mayor cantidad de datos hallados sobrelas operaciones del cafetal, que incluyen descripcionesde la dotación de esclavos, cantidad y tipo de edifi-caciones, cantidad de plantas de café, otros cultivos,árboles frutales y animales, descripción de los muebles yde otros objetos domésticos dejados en la casa vivienda.

Después de la muerte del sacerdote, la plantacióncafetalera continuó su producción pero a escala redu-cida y con un cuarto de la cantidad de esclavos utilizadosantes de la muerte de Ignacio O´Farrill. En 1844, unhuracán destruyó el sembrado de café existente y lacomunidad esclava, que permanecía aún en el sitio,fue reubicada en el ingenio San Juan de Nepomuceno,adonde se habían trasladado anteriormente 40esclavos del cafetal (ANC 1838). Desde 1844 hasta1853, la Real Hacienda de Cuba tomó las riendas de laadministración del cafetal, hasta que las deudas y losimpuestos fueran resarcidos. Posteriormente, lasplantaciones azucareras fueron vendidas y el sembradode cafetos nunca fue restablecido en Santa Ana deViajacas, por lo que dejó de existir con el paso del tiempoy se dividieron y subdividieron sus tierras para serconvertidas en sitios (ANC 1862).

Investigaciones arqueológicas

Las ruinas de tres estructuras construidas demampostería han podido ser localizadas hoy en díadentro del sitio en estudio. Éstas incluyen la casagrande, un muro cerca de planta trapezoidal (el ladomás largo es de 104 m y el más ancho de 71,5 m), elcual tiene 3,35 m de alto y rodea el sitio donde seencontraba la aldea de los esclavos; además, unedificio para labores especializadas cuya función eshasta el momento desconocida, designada pornosotros como almacén, tentativamente. Distintoscortes arqueológicos de prueba fueron llevados a caboalrededor de estas ruinas, pero hasta ahora las ex-cavaciones más sistemáticas realizadas dentro de laaldea de esclavos constituyen el foco primario denuestra investigación. El inventario de esta plantación(ANC 1838; ANC 1841) confirma que el área ubicadadentro del muro cerca corresponde con la localizaciónde la aldea l de esclavos, la cual contenía de unos 30 a

45 bohíos1. Estos constituían las viviendas de losesclavos y estaban construidos de guano y embarrado,mientras que los materiales usados para las otrasconstrucciones, como son la cocina del capataz y lajaula de los pollos, fueron hechos con madera para lasparedes y guano de palma para los techos (ANC 1841).Independientemente de que en las excavaciones nose halló ningún resto arqueológico probatorio de lautilización de barro o embarrado, como ha sido el casode otras excavaciones en sitios donde los esclavosmoraban en viviendas levantadas con muros de arcilla(Armstrong 1999 y Wheaton y Garrow 1985), la pocacantidad de clavos recuperados sugiere que la maderano fue el material usado por excelencia para construirlas paredes de los bohíos en el sitio.

1 Los inventarios realizados en 1838 y 1841 apuntan que la villa de los esclavos estaba constituida por bohíos dentro de un recinto de mampostería.La cantidad total de bohíos varía en estos documentos de 45 a 28. La inconsistencia en el número existente de casas de esclavos puede ser elresultado de que muchas de éstas pudieron no estar ocupadas; específicamente después de 1839 había solamente 20 esclavos viviendo en laplantación.

Levantamiento topográfico actual del Cafetal del Padre

Las excavaciones en la aldea de los esclavos delPadre fueron conducidas inicialmente para examinarlas condiciones de vida de éstos en sus habitaciones,y cómo trasformaron los espacios para satisfacer susnecesidades. Un segundo objetivo fue evaluar el nivelde participación de la comunidad de esclavos del Padreen actividades económicas independientes de su

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Gabinete de Arqueología / 7

A R Q U E O L O G Í A

propio interés. ¿Produjeron alimentos o artículosartesanales para su consumo o para el intercambio?¿Qué tipo de objetos adquirían? ¿Con quiénes reali-zaban los intercambios? Estudiosos en el tema de laesclavitud se refieren a estas actividades económicascomo internas, informales, o economía esclava (eneste punto, uso el término economía esclava informal).El objetivo final de esta investigación es analizar elsignificado simbólico del uso de objetos siempre quesea posible. Por ejemplo, algunos objetos, además desus propósitos funcionales, también pudieron usarseen actividades religiosas.

Antes de empezar las excavaciones a gran escala,fue necesario un estudio minucioso con el propósitode comprobar la integridad del sitio. Donde estaba laaldea de los esclavos, obviamente se estuvo culti-vando por mucho tiempo después de su abandono;por lo tanto, necesitábamos saber si existía o no algunaevidencia no alterada de las casas de los esclavos uotras estructuras y depósitos que pudiéramos localizare identificar. Mientras el sitio se limpiaba de su densavegetación para pruebas bajo la superficie, el equipode arqueólogos identificó una pequeña huella de posteabierta en la roca caliza que aflora en el sitio. Esteelemento era un fuerte indicador de que los vestigiosarqueológicos de los bohíos de los esclavos aún sepreservaban en el Cafetal del Padre. Más tarde, en laprimera campaña de campo, encontramos 18 de estashuellas, las que variaban de diámetro en relación con elposte colocado inicialmente, formando entre ellas unrectángulo de aproximadamente 5 x 7 m. En temporadasarqueológicas posteriores, se descubrieron numerosashuellas de postes, 93 hasta la fecha, pero ha sidoextremadamente difícil determinar el tamaño, formay orientación de cada una de las estructuras, o definircuándo empieza y termina cada una de ellas. A pesarde este problema, hemos logrado identificar, al menos,tres o cuatro estructuras, de acuerdo con la disposiciónde algunos de los hoyos identificados hasta ahora.

En concordancia con nuestros intereses, esprimordial recuperar los artefactos en el estudio de laaldea de los esclavos, pues indicarán la clase deobjetos que el pueblo esclavo produjo, adquirió y usó.Este tema se torna a veces difícil de indagar en lasfuentes escritas, pues a menudo los artefactos seadquirían a través de redes de intercambio informal.Hasta ahora, los hallazgos arqueológicos nos permitenver a los esclavos como productores y consumidores

dentro de la economía esclava informal del siglo XIX

en Cuba. Los artefactos también constituyen indicadorestemporales sobre la fecha de ocupación del sitio; lamayoría de las piezas datan del período de 1800 a1860, rango de tiempo dentro del cual se sitúa la épocade producción del cafetal.

La interpretación de la esclavitud en el Cafetaldel Padre

Un inventario hecho tras la muerte de Ignacio O´Farrill indica la existencia de un total de 77 esclavosviviendo en la plantación, en el que se incluyenmujeres y niños. De acuerdo con la informaciónofrecida por el administrador del cafetal, la dotación,antes de realizar el inventario, era de 81 esclavos,pero 4 de estos huyeron después de muerto el dueñode la plantación (ANC 1838); 53 del total eran hombresy 24 mujeres. La proporción sexo en esta población (2:1),dos hombres por cada mujer, es comparable con laencontrada en otras plantaciones cafetaleras estudiadasen la provincia de Matanzas (González Fernández1991:171). Este desbalance entre los sexos favorece laparte masculina sobre la femenina y puede ser aúnmás evidente en plantaciones azucareras, conociéndosedotaciones en las que aparecen solamente hombres(Moreno Fraginals 1978: 39 y Parquette 1988: 60). Sólo 5niños aparecen en los listados (dos niños y tres niñas),todos menores de cinco años de edad. El pequeñonúmero de niños es consistente con los índicesanalizados, lo cual demuestra que la población esclavacubana no se incrementaba mediante la reproducciónnatural y, por consiguiente, se llevaba a cabo la im-portación de africanos para sustentar las poblacionesde esclavos (Bergad et. al. 1995: 36).

El término nación nos define la afiliación étnica ocultural de los esclavos, ya sean hombres o mujeresnacidos en África. Estos calificativos étnicos fueron elresultado de la trata de esclavos que apenas se co-rresponde con los grupos etnolingüísticos de África.Los comerciantes de esclavos a menudo creabanestas denominaciones de procedencia, basándose enlos nombres de los puntos donde las víctimas eranembarcadas hacia su viaje trasatlántico. Por ejemplo,«Minas» se refiere a Elmina, puesto de comercio,propiedad, primeramente de los portugueses y luegode los holandeses, situado en la Costa de Oro y hoydía perteneciente al territorio de Ghana. De manera

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8 / Gabinete de Arqueología

A R Q U E O L O G Í A

similar, «Ararás» se refiere a los africanos tomadosdel reino de Andrah o Allada, en la Costa de losEsclavos, actualmente República de Benin. Aunquemuchas de estas designaciones, a menudo tienen muypoco o ningún significado histórico en África, se con-virtieron en la forma en que muchos africanos sedefinieron en las Américas y cómo los europeos losdiferenciaban. Los africanos se agruparon entoncesen organizaciones de ayuda mutua y religiosa,basadas en estas similitudes étnicas, a lo largo detoda la América Latina (Singleton 2001a: 184, n.3). EnCuba, estas organizaciones fueron conocidas comocabildos de nación, y en el siglo XIX se reconocieron uncentenar de ellos y más de veinte conservaban suidentidad cultural en el siglo XX (Ortiz 1921). Los cabildosfueron, primeramente, instituciones afrocubanas debase urbana; sus influencias sobre los esclavoscubanos que vivían en las plantaciones aún están pordefinir. No obstante, estas naciones o cabildos de-sempeñaron un papel significativo dentro de las prác-ticas rituales y otras actividades religiosas en lasplantaciones, como es el caso de los funerales (BarciaPaz 1998: 26-28).

La comunidad de esclavos del Cafetal del Padreestaba integrada por hombres y mujeres de lassiguientes naciones: 16 Carabalíes (Igbo e Itibo-par-lantes del sudeste de Nigeria), 17 Congos (Ki Kongo-parlantes procedentes de Angola y la RepúblicaDemocrática del Congo), 12 Gangás (pueblo Mande-parlante del Alto de Senegal), 12 Lucumíes (Yoru-ba-parlantes provenientes del sudoeste de Nigeria), 5Maenas (posiblemente Mande-parlantes del área de Se-negambia), 4 Minas (pueblos Akan-Ewe del sur deGhana y Togo), y 11 criollos (nacidos en Cuba)2. Ladistribución de estas naciones indica que ninguna deellas se encontraba en ventaja numérica en relacióncon la otra, situación resultante, quizás, del deliberadoesfuerzo de evitar que uno de los grupos se impusieraa otro y organizara insurrecciones de bases étnicas.

Economía esclava informal

Las excavaciones en la aldea de esclavos en elCafetal del Padre nos ilustran las vías utilizadas por

2 Para determinar la correspondencia de los grupos etno-lingüísticos con estas naciones, he consultado a Ortiz (1988 [1916]) y Gómez (1998). Lanación Maena no pudo ser encontrada en ésta u otras fuentes, y es posible que pueda ser una variación lingüística de Maní, nación frecuentementeencontrada en las listas de los esclavos cubanos.

los esclavos para participar en actividades económicasindependientes. Éstas incluían, tanto la producción de co-midas para su consumo como para la venta; cría deanimales u otras producciones de artículos más finos(por ejemplo, cestería, mueblería rústica o cerámica);comercialización de sus productos, consumo y ahorrode lo obtenido mediante dichas actividades (Berlin yMorgan 1991:1). En muchas de las islas británicas, losesclavos negociaban sus productos los domingos através de mercados institucionalizados. Sin embargo,las facilidades para vender y comprar mercancíasestaban muy restringidas para los esclavos cubanos,en comparación con otras islas caribeñas. Los pro-ductos agrícolas tenían un mercado limitado y confrecuencia eran vendidos en la misma plantación (Scott1985: 149-150). De igual manera, la fuente de adquisiciónde muchos de los artículos utilizados por los traba-jadores podían ser tiendas establecidas dentro de lamisma plantación, las que tenían el propósito deabastecer de bienes a la comunidad de esclavos. Estastiendas están documentadas en los grandes ingeniosde la segunda mitad del siglo XIX (Scott 1985: 194). Laexistencia de establecimientos similares en las plan-taciones cafetaleras de la primera mitad del siglo XIX

no se conoce, y ninguno de ellos ha sido mencionadoen los inventarios pertenecientes al Cafetal del Padre.El Reverendo Abiel Abbot describe uno similar en elCafetal Angerona, en 1828:

Él [el dueño del cafetal] aprovisiona una tiendaen el apartamento situado en el edificio que estácerca del molino, con todo lo que ellos deseencomprar y les sea conveniente; ropa barata yllamativa, vestuarios festivos y cálidos, loza;cuentas, cruces, guano, o Palma Americana conla que ellos se hacen buenos sombreros,pequeños potes para cocinar, etc. Le pone a todoprecios bajos, y a ningún vendedor le estápermitido enseñar sus mercancías en su finca(Abbott 1829:141).

Aunque esta tienda de plantación puede haber sidoexclusiva de Angerona, la descripción de Abbott nosofrece indicios valiosísimos para la comprensión de

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la economía informal del esclavo de Cuba en muchas maneras: primero,se describe qué clase de objetos pudieron comprar los esclavos cubanosen las plantaciones; segundo, nos indica que los vendedores ambulantesfueron otra fuente, quizás la primaria, mediante la cual los esclavospodían acceder a diversos bienes; tercero, denota la influencia de losdueños de las plantaciones sobre los artículos que éstos ponían adisposición de los esclavos. Por lo tanto, las posibilidades de compraofrecidas a los esclavos cubanos fueron, probablemente, más limitadasen las plantaciones cubanas que en otras sociedades esclavistas.

Independientemente de la utilidad de la descripción de Abbott sobrelos objetos que podían adquirir los esclavos, ésta sólo nos detalla un tipode economía de intercambio: la tienda de plantación en la economíaesclava informal cubana. Presumiblemente, hubo una gama de in-tercambios económicos que incluían la compra a los vendedores am-bulantes en las tiendas rurales, en las tabernas, y el intercambio conotros esclavos. Los objetos disponibles en la tienda de una plantación de-bían ser aprobados por el dueño. No obstante, en la investigaciónarqueológica en la aldea de esclavos del Cafetal del Padre aparecieronrestos de productos no autorizados por el propietario para comerciar,como por ejemplo, bebidas alcohólicas. De acuerdo con Laird Bergad,las autoridades de la provincia de Matanzas se quejaban constantementede la compra ilegal de licor por parte de los esclavos (1990: 238).

Las pipas para tabaco también aparecen con gran frecuencia en ElPadre, y al igual que las bebidas alcohólicas, éstas probablemente no sesuministraban a los esclavos. Todas las cazoletas de pipas fueron hechas enmoldes y presumiblemente se confeccionaron grandes cantidades de ellascon destino al comercio ultramarino. Muchas de las encontradas sonmuy similares a las fabricadas en la actual comunidad autónoma deCataluña, España (Arrazcaeta Delgado 1987). En sitios de cimarronajehan aparecido pipas fabricadas localmente e importadas. Se cree que

Pipa confeccionada en cerámica ordinaria, de factura local

las últimas fueron compradas en lastiendas rurales cuando éstos aúneran esclavos (La Rosa y PérezPadrón 1994: 128).

Muchos de los objetos rescatadosdentro del recinto amurallado dondehabitaron los esclavos son notoria-mente similares, y en muchos casosidénticos a los artefactos encontra-dos en los sitios de esclavos en losEstados Unidos y el Caribe, comoes el caso de las vajillas inglesas ycuentas azules de cristal de Bohe-mia (actualmente República Checa).Las diferencias más significativasse aprecian en las colecciones de ce-rámica. Todas las cerámicas ordi-narias son de origen español ohispanoamericano. Éstas incluyen amayólicas como la Triana Azulsobre Blanco y la Triana Polícroma,procedentes de España, y la AucillaPolícroma de México; las cerámicasordinarias como El Morro fueronprobablemente importadas o confec-cionadas en Cuba, y finalmente laalfarería con engobe rojo fue hechaen México y América Central.

Se identificaron dos fragmentosde una cerámica hecha a mano,comparables a la colonoware (Fer-guson 1992) o a la afrocaribeña(Armstrong 1999 y Peterson et al.1999). Esta cerámica de trans-culturación o de tradición aborigenen Cuba, ha sido hallada en nu-merosos sitios del período colonialcon una cronología que va desde el

Cuentas de vidrio

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Fragmento de contenedor de Loza Finainglesa, decorada en estilo Moca lineal

Botón de bronce Tirador estilo Chipendale

siglo XVI hasta el XIX. Sin embargo, esta cerámica se haasociado fundamentalmente con los pueblos ame-rindios o con los descendientes de la mezcla entre lasculturas indias y negras. En una fecha tan tardía comola década de 1830, un español que visitaba la isla señalóque una familia de alfareros vivía en Guanabacoa–municipio de Ciudad de La Habana– y a sí mismosse identificaban como indios que producían cazuelaspara cocinar, jarras y cuencos de cerámica ordinaria(Andueza 1841: 159). Los dos fragmentos recuperadosen el Cafetal del Padre pertenecen a una vasija largay globular conocida como pote, usada para prepararcomidas de cocción lenta (Domínguez 2002, com. pers.),muy similar a la colonoware utilizada con el mismo finen el sur de los Estados Unidos. Los fragmentos seencontraban muy calcinados, indicándonos que estavasija fue bastante usada.

No es posible tener certeza acerca de la producciónde cerámica por parte de los esclavos, pues solamentese encontraron dos fragmentos. Es más sensatopensar que los esclavos que utilizaron esta vasija laadquirieron mediante el cambio. Hacer cerámica fue,quizás, innecesario para los esclavos de este cafetalo de otras plantaciones cubanas porque tenían a sudisposición una cantidad apreciable de cerámicasutilitarias y vasijas de hierro para cocinar. Sin embargo,la ausencia de fabricación de alfarería también puedehablar sobre la demografía de los esclavos en Cuba ylas diferencias numéricas entre los sexos en estaplantación. La producción de las cerámicas afro-caribeñas generalmente se ha atribuido a las mujeres.Como ya mencionamos, el comercio de esclavos en

Cuba se inclinaba considerablemente hacia la im-portación de hombres (Bergad et. al. 1995: 27). En elcafetal, la proporción de hombres en relación con lasmujeres era de 2 a 1.

Los objetos domésticos y personales, incluyendocerámicas, calderos de hierro, cuentas, pipas paratabaco, contenedores de cerveza y algunos artefactosdecorativos, como pueden ser fragmentos metálicosde parasoles, dan fe de que las comunidades deesclavos participaron como consumidores en laeconomía interna. Aún no está claro cómo pudieronellos acceder al dinero para comprar o producirartículos destinados al trueque. En las Américas, lahorticultura parece haber sido la forma principal deproducción de bienes por parte de los esclavos, cuyoresultado destinaban al comercio. La ubicación de lacomunidad de esclavos en bohíos y no en barracones–estructuras de mampostería con celdas similares alas de las prisiones para la habitación de los esclavos–les facilitaba la utilización de las tierras adyacentespara la producción de pequeñas cosechas de huertosy la crianza de animales, como cerdos y pollos.

Sin embargo, aparentemente la producción de car-nes era escasa para los ocupantes de la aldea deesclavos en el Cafetal del Padre. Las fuentes docu-mentales enfatizan los tipos de plantas comestiblesusadas por los esclavos de Cuba para su consumo,como la yuca, malanga, boniato o el plátano (GonzálezFernández 1991: 173). Todas estas viandas se cul-tivaban en una pequeña parcela de tierra destinadapara esos efectos en muchas de las plantaciones. Estascosechas se cultivaban en el cafetal, además del maíz

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(ANC 1841). Los restos de alimentos de origen animal, por lo general,son un indicador confiable de la cantidad de carne consumida, pero en elcaso del sitio en estudio, se han hallado menos de cien fragmentos dehuesos de animales en la aldea de los esclavos. Desafortunadamente,esta muestra es muy pequeña para ser válida estadísticamente en laaplicación de cálculos zooarqueológicos que permitan estimar el consumode carne, o la contribución de la misma a la dieta. La poca cantidad dehuesos encontrada es sorprendente, teniendo en cuenta la cría de ganadoexistente en una granja ganadera adyacente al Cafetal, y tambiénperteneciente a Ignacio O´ Farrill. Es posible que esta situación fueraconsecuencia del poco o ningún acceso por parte de los esclavos a losanimales del potrero, pero la carne y el pescado salado pueden nocontener huesos o ser pequeños. Es imposible determinar los tipos decomidas distribuidas dentro de la comunidad de esclavos sin los registrosdel propietario u otros documentos que reflejan lo que se comprabapara aquellos. La mayoría de los restos identificados son de cerdo (Susscrofa), animal que es común criar en los patios de las casas o corrales, noen rebaños como el ganado vacuno (Bos taurus), carnero (Ovis aries), o loschivos (Capra hircus) (Reitz y Wing 1999: 285-286). Por consiguiente,los restos de dieta encontrados corresponden más a los animales criadospor los propios esclavos que al ganado perteneciente a la granja. Losdepósitos de basura son contentivos de grandes concentraciones dedesperdicios orgánicos, sin embargo, no se ha encontrado ninguno dentrodel recinto amurallado; por lo tanto, cualquier conclusión sobre laalimentación de los esclavos en esta plantación debe esperar por futurasexcavaciones.

La producción artesanal ofreció a los esclavos otra posibilidad deconfeccionar artículos para su propio consumo o para el comercio. AbielAbbott observó a esclavos cubanos haciendo sombreros con fibras dehojas de palma, y es probable que tejieran otros objetos con este mismomaterial. No obstante, es extremadamente difícil documentar la con-fección de la cestería y otros tejidos a partir de las fuentes arqueológicas.

Aunque las evidencias arqueológi-cas de artesanía en la aldea de losesclavos en El Padre son pocas, encomparación con sitios afroame-ricanos, se tienen pruebas sobre lafabricación de cerámica, carpin-tería, confección de botones yherrería. También se recuperaronraspadores de vidrio hechos debotellas rotas. Estas piezas son simi-lares a otras encontradas en algunossitios habitados por descendientes deafricanos (Wilkie 1996). Estos ras-padores pudieron emplearse enmúltiples propósitos, pero a menudose asocian con los trabajos enmadera. Otra posibilidad de pro-ducción manual es el reuso de lascazoletas de las pipas para alisar ypulir. Las superficies interiores devarias de estas cazoletas exhibenun considerable desgaste, similaral observado en objetos encontradosque servían para alisar y pulirmateriales como la madera, hueso,piel, o posiblemente cerámica. Estaapariencia de desgaste proba-blemente apareció después queestas cazoletas se rompían y, por lotanto, no servían para fumar.

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Hornillo de pipa catalana Fichas de juego confeccionadasaprovechando fragmentos de lozas inglesas

Cultura expresiva

Los artefactos más curiosos re-cuperados en la aldea de esclavosdel Cafetal del Padre son los discosde cerámica. Estos tienen un diá-metro de 8 a 15 mm, y parecenhaber sido confeccionados por elalisamiento de los bordes de frag-mentos de cerámicas rotas, dán-doles de esta manera formasredondeadas. Es posible que lascazoletas de pipas se hayan utili-zado para hacer estos artefactos. Sehan hallado discos similares endistintos lugares en otras partes delmundo, por ejemplo, en sitios afri-

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Fuentes manuscritas

Archivo Nacional de Cuba (ANC)

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1841 Fondo: Escribanía Archivo de Galletti, legajo 934. Expediente 6.Inventario del cafetal Santa Ana de Viajacas.

1862 Fondo: Gobierno General, legajo: 652. Expediente 27528. Padrónde fincas rústicas de la jurisdicción y parroquia de Madruga.

1866 Fondo: Gobierno Superior Civil, legajo: 1124. Expediente 41730.La Creación del partido de Madruga en 1796.

BIBLIOGRAFÍA

canos de contacto posteuropeo (Gerard Chouin 2001,com. pers.) y en las misiones españolas de California(Domínguez 2002, com. pers.). Se encontraron tambiénen varios sitios de régimen esclavista en las Américas,como Tennessee, EUA (Rusell 1997:75), Jamaica(Armstrong 1990: 137-38), y Montserrate (Pulsipher yGoodwin 1999: 17,30 n. 57). Estos artefactos han sidointerpretados como piezas de juegos, y en el Caribeson asociados con juegos de la suerte. Lydia Pulsiphery Conrad Goodwin describen un juego moderno de laisla de Montserrate, en el que se utiliza dinero y alcual llaman «Chiney Money», donde tres discos decerámica son arrojados sobre el tablero y endependencia de la posición en que caigan es lapuntuación alcanzada por el jugador de turno.

Estos discos de cerámica, las pipas para tabaco ylas botellas de cerámica vidriada (stoneware) que unavez contuvieron bebidas alcohólicas, están sugi-riéndonos las actividades recreativas de los esclavos,y probablemente también las religiosas. José AntonioYarini, hacendado criollo, observó a esclavos cubanosen su plantación de caña de azúcar usando «unabotella de Brandy, una pipa con tabaco, una porra deun antiguo capataz y una pluma de gallo» en unaofrenda funeral ofrecida al morir un esclavo (BarciaPaz 1998: 27). Para corroborar la utilización de estosartículos en prácticas religiosas, se necesita realizarel hallazgo de los mismos en contextos que sugieranuna ofrenda de esta naturaleza. La descripción deYarini hace recordar a los arqueólogos que muchosde los objetos recuperados en los sitios de esclavitudtuvieron otros usos, además de los obvios. Artefactoscomo discos de cerámica, pipas, e inclusive botellas devidrio, son ejemplos de objetos que tuvieron múltiplessignificados y propósitos (Perry y Paynter 1999: 330-304).

Conclusiones

La investigación arqueológica de la aldea de losesclavos del Cafetal del Padre aún se está llevando acabo pero ya ha producido un acercamiento preliminara la forma de vida de la comunidad de esclavos dentrode este espacio amurallado. Ellos participaban enmuchas de las mismas actividades realizadas por lascomunidades esclavizadas a lo largo de todo el Caribey de las Américas, y encontraron las vías para suplirlas exiguas raciones alimenticias de la plantación. Através de las actividades recreativas y religiosas, crea-

ron un mundo que los alejara de la opresión diaria dela esclavitud; participaron en la economía interna comoproductores y consumidores, aunque las posibilidadespara ello eran mucho más limitadas en Cuba y no seinstitucionalizaron como en otras islas caribeñas.Hemos podido ampliar nuestros conocimientos sobrela esclavitud en Cuba, gracias a las investigacionesarqueológicas, lo cual no habría sido posible sólo conel estudio de fuentes documentales escritas.

Agradecimientos

Deseo agradecer a las siguientes personas, porhaber hecho posible esta investigación: Dr. EusebioLeal Spengler, Roger Arrazcaeta Delgado, Dra.Lourdes S. Domínguez, Lisette Roura Álvarez, KarenMahé Lugo Romera, Sonia Menéndez Castro, Anicia Ro-dríguez González, Dania Hernández Perdices, BeatrizRodríguez Basulto, Leida Fernández Prieto, Antonio Que-vedo Herrero, Fidel Navarrete Quiñones, Aldo PrimianoRodríguez, Néstor Martí Delgado, Juan Carlos MéndezHernández, Adrián Labrada Milán, Alejandro RamírezAnderson, Jorge Luis García Báez, Jorge Ponce Agui-lar, Mark Hauser, Stephen Lenik, Acelia RodríguezBécquer, Claudia Croessger, Babette Forster, AmilkarFeria Flores, Jorge Garcell Domínguez, AlejandroTorres Collazo, Ernesto Fong Arévalo, Francisco SimancaVidal, Rolando Barroso Gutiérrez, Germán BarrosoGutiérrez, Melanie Pilecki Estrada, Ismael Pérez Pérez,y Consuelo Bueno Pérez.

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Consideraciones adicionalesa la clasificación de cerámica colonialen antrosoles habaneros1

Por: Roger Arrazcaeta Delgado, Carlos A. Hernández Oliva, Román Padilla Álvarez,Ronald L. Bishop, Jim Blackmann, Pierre Van Espen y Olivier Schalm

Se mencionan los principales tipos decerámica colonial reportados en contextoscubanos. Varias clasificaciones de mayólicaespañola, mexicana e italiana, hechas conanterioridad, se complementan y refinan conlos resultados alcanzados por la aplicación dela estadística multivariada en la interpretaciónarqueológica de los valores de concentraciónquímica, obtenidos mediante el Análisis porActivación Neutrónica Instrumental (AANI) y elanálisis de la composición de los vidriados pormicro-fluorescencia de rayos X (mFRX). Enparticular se caracteriza de forma integral eltipo de mayólica denominado Santovenia Azulsobre Blanco y Santovenia Polícromo. Seanalizaron también fragmentos de cerámicaordinaria encontrados en iglesias y conventoshabaneros del período colonial.

Resumen

Abstract

The most significant types of colonialceramics found in Cuban sites are mentioned.Several classifications of Spanish, Mexicanand Italian majolicas manufactured beforeare complemented and ascertained, basedon the results obtained through theapplication of multivariate statistics in thearchaeological interpretation of chemicalconcentration values. These values wereobtained through the Analysis of InstrumentalNeutronic Activation and the analysis ofcomposition of tin glazing bymicrofluorescence of X rays (mFRX).Particularly, an integral characterization ofthe majolica known as Santovenia Blue onWhite and Santovenia Polychrome is given.Sherds of earthenware found in Havana´scolonial churches and convents are alsoanalyzed.

1 Los trabajos de análisis por activación neutrónica fueron realizados como parte del ContratoCUB 9397/RB («Introduction of Nuclear Analytic Techniques in Archaeological Investigations inCuba»), ejecutado por el CEADEN dentro de las actividades del Programa Coordinado deInvestigaciones del Organismo Internacional de Energía Atómica «Nuclear Analytic Techniques inArchaeological Researches». Los trabajos de análisis por microscopía electrónica y microsondade rayos X, así como el análisis por micro-FRX fueron posibles gracias a un acuerdo específico decolaboración científica entre el CEADEN y el MITAC.2 E. Tabío: «Nueva periodización para el estudio de las comunidades aborígenes de Cuba», enIslas, Universidad Central de las Villas, may.-ago., 1984, 78: 35-52.3 R. Dacal y M. Rivero de la Calle: Arqueología aborigen de Cuba, Editorial Gente Nueva, LaHabana, 1986. Un enfoque más reciente puede consultarse en P. P. Godo: «El problema delprotoagrícola de Cuba: discusión y perspectivas», en El Caribe Arqueológico, Casa del Caribe,no. 2, 1997, pp. 19-30.4 E. Tabío y E. Rey: Prehistoria de Cuba, Departamento de Antropología, Academia de Cienciasde Cuba, 1966.5 Ibídem, pp. 35-52.6 R. Guerra Sánchez: Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1925, t. 2, p. 95.7 E. de la Guardia: Historia de Guanabacoa, Imprenta Noticias, Guanabacoa, 1946, pp. 65-70.

Cerámica aborigen y colonial

La presencia de la cerámica en Cuba data de la época precolombina.Las primeras evidencias se reportan dentro de los grupos protoagríco-las,2 los cuales pudieran derivar de un desarrollo local alcanzado por lospreagroalfareros,3 conocidos como Ciboney, aspecto Cayo Redondo4 opreagroalfarero, fase tardía.5 No obstante, la huella más consistente yabundante de la alfarería aborigen está en las comunidades neolíticasagroalfareras, cuyas oleadas migratorias comenzaron a arribar a la Islahacia el siglo IX de nuestra era. Estos grupos sobrevivieron hasta pocodespués de la llegada de los colonizadores hispanos, pero algunas de lascaracterísticas de su cerámica persistieron durante los tres siglos pos-teriores a su desaparición como cultura.

Se ha estimado que cerca de cinco mil aborígenes pudieron sobrevivirla conquista hacia 1555, y es posible que en los años posteriores sunúmero disminuyera lentamente.6 En el caso de La Habana, se dispusopor el gobernador Angulo concentrar a los aborígenes dispersos por elterritorio en el pueblo de Guanabacoa, donde éstos, además de dedicarsea labores agrícolas y ganaderas para la subsistencia, confeccionabanceramios para su consumo y probable venta a la población habanera.7

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Las excavaciones arqueológicas en el centro históricode La Habana Vieja descubren continuamente frag-mentos de cerámica manufacturada por el métodoacordelado o de rollos, de tradición aborigen, y quizásen algunos casos de origen africano,8 hecha funda-mentalmente para uso culinario, en contextos datablesde los siglos XVI al XVIII, con modificaciones en su patróntipológico: disminución en la variedad de formas ydecoraciones, simplificación y pobreza en los diseños,aumento en el grosor de las paredes de las vasijas yun marcado bruñido por espatulado de las superficies.9

Junto a esta tipología acordelada, llegó por im-portación la cerámica de la Edad Moderna desde elinicio de la colonización, procedente del sur de España.La elaboración de su tecnología era mucho mássofisticada, al revelar el empleo del torno alfarero, lapresencia de vidriados estano-plumbífero o solamentede plomo, una cochura superior en hornos cerrados deorigen morisco y decoraciones variadas hechas conpigmentos minerales, entre otros progresos.10

El comercio de la Isla en los primeros años del sigloXVI era pobre, principalmente porque su poblaciónhispana era escasa. Había pocas riquezas en lasAntillas, fundamentalmente porque la ruta marítimaen las dos primeras décadas de ese siglo favorecía aSanto Domingo. Esta situación dio un giro rotundo alquedar establecidos los virreinatos de México y Perú,razón por la cual se inauguraron nuevas rutas queconvergían en La Habana por hallarse ésta mejorsituada en el Canal de la Florida, vía seguida por lamayoría de los galeones que hacían el torna viajedesde el Nuevo Mundo a España. En consecuencia, lapoblación y el comercio de la villa habanera iniciaronun crecimiento acelerado.

La villa y puerto de San Cristóbal de La Habana, envirtud de una real cédula expedida el 16 de julio de1561, en la que se instauraba el régimen de flotas, seconvirtió en el punto de reunión oficial de las dos flotasdirigidas a España –la de Tierra Firme, la de NuevaEspaña y una Armada Real– con las valiosas cargasde sus colonias de ultramar.11 Así fue transformándose

8 G. La Rosa Corzo: «La huella africana en el ajuar del cimarrón: una contribución arqueológica», en El Caribe Arqueológico, Casa del Caribe, no. 3,1999, pp. 109-115.9 L. S. Domínguez: «La transculturación en Cuba, siglos XVI-XVII», en Cuba Arqueológica I, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1978, pp. 33-50; L.Roura, R. Arrazcaeta y C. A. Hernández: «Tipología de la llamada cerámica de transculturación: ejemplos habaneros» (inédito, 2002), manuscritodepositado en la Biblioteca del Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.10 R. Padilla, P. Van Espen, F-Z Wei, K. Janssens, O. Schalm, R. Arrazcaeta y A. Quevedo: «mXRF Analysis of Decoration Motivs on Majolica Pottery»,Proceedings of the III International Symposium NURT’2001, Havana, October 22-26, 2001 (available in CD), ISBN 959-7136-12-O, pp.11.11 R. Guerra Sánchez: Historia de Cuba, t. 2, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1925, pp. 32-41.

la villa en un centro de redistribución e intercambio deartículos con la metrópoli, y sus colonias caribeñasy continentales. Con todo, la política centralizada yrestrictiva de España, al imponer el puerto de Sevilla(a través de la Casa de Contratación de Sevilla hasta1720) y luego el de Cádiz (desde 1720 hasta 1765) comoúnicos autorizados en la península para comerciarcon las colonias, limitó la disponibilidad de bienesprocedentes de otras regiones europeas. En corres-pondencia, en los contextos excavados en La HabanaVieja, relacionados entre sí con diferentes etapas deese período, se observan varios tipos cerámicos hispanosy novo hispanos: Jarra de Aceite, Bizcocho, El Morro,Bacín Verde/Lebrillo Verde, Isabela Polícromo, YayalAzul sobre Blanco, Columbia Liso, Sevilla Blanca,Sevilla Azul sobre Azul, Santo Domingo Azul sobreBlanco, México Pintado de Rojo, Yucatán Colonial, SanJuan Polícromo, Ciudad de México Blanco, San LuisAzul sobre Blanco, Puebla Polícromo y Abó Polícromo,entre otras.

La codicia de algunas potencias europeas por lasriquezas de las colonias españolas fomentó contiendasbélicas con España y el surgimiento de las prácticasde contrabando, corso y piratería. El contrabando fuepaulatinamente aceptado por la población de la Islacomo la vía alternativa para la adquisición de artículoscorrientes y suntuarios, algunos de los cuales no seencuentran en los sitios arqueológicos históricos porsu condición biodegradable, además de otras causas.Sólo algunos materiales menos perecederos y comu-nes como la cerámica, suelen aparecer con mayorfrecuencia. En la Habana de los siglos XVI, XVII y XVIII sehallan, en menores proporciones que la alfareríahispana, cerámicas de procedencia holandesa, inglesa,francesa, alemana, china, japonesa e italiana, talescomo azulejos y mayólicas de Delft; pipas de caolínholandesas e inglesas para fumar tabaco; faenzas deRouen y Nevers; loza pedernal alemana del distritode Renania; mayólicas de Liguria y Montelupo; ce-rámica de engobe y loza pedernal blanca con vidria-do de sal, ambas británicas; porcelanas chinas de las

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dinastías Ming y Ching (Kraak, «Imari China»,Monocroma Carmelita, porcelana Azul con esmalte sobreel vidriado, Cantón y otras); del Japón se encuentran enuna frecuencia mínima porcelanas «Imari Vieja», y untipo muy singular con decoración en azul desvanecido.Además del comercio oficial con Sevilla y Cádiz, losartículos hechos en estas pastas pudieran haber arri-bado por vía ilícita. Recordemos que en el siglo XVIII loscomerciantes sevillanos, con altas ganancias en estetráfico monopolista, estaban asociados a traficantesfranceses, ingleses y holandeses.12

En 1765, aún bajo el influjo del auge comercialprovocado por la ocupación británica de la Isladurante once meses, en 1762, y el impulso capitalistaen España, se eliminan gravamenes e impuestos queafectan al comercio en las Antillas y se autoriza a otrospuertos españoles a comerciar con las colonias.13 Comoresultado, afluyeron bienes de otras regiones de Españaal Caribe, como alguna cerámica vidriada y no vidriadabarcelonesa; y estos territorios de la península sebeneficiaron directamente en la explotación colonial.En particular la importación de cerámica se favoreció,porque otros centros manufactureros comienzan aparticipar en este comercio con mayor libertad. Lascondiciones mejoraron más con el reglamento decomercio libre del 12 de octubre de 1778, que extendióa otros puertos coloniales el tráfico con España, y porprimera vez se admitió el comercio con extranjeros,aunque éstos tenían que pagar altísimos impuestos.14

Este desarrollo también se benefició con la guerraindependentista de las trece colonias inglesas, amerced de la cual España abre sus puertos colonialesa los territorios sublevados. Así, los barcos nortea-mericanos entran libremente a La Habana con harinade trigo, esclavos y artículos, como la cerámicainglesa, la cual, por sus cualidades técnicas, baraturay producciones masivas pronto se impondría enrelación con otros productos cerámicos europeos,incluidos los españoles y novohispanos. Desde entonces,y mucho más con la liberalización comercial del 10 defebrero de 1818, aunque con un férreo proteccionismopor parte de las autoridades españolas, se abrieronlos puertos cubanos al comercio con todo el mundo.15

12 J. Le Riverend: Historia económica de Cuba, Instituto del Libro, La Habana, 1967, p. 175.13 Ibídem, p. 176.14 Ibídem, pp. 176 y 177.15 Ibídem, pp. 177 y 178.16 R. Arrazcaeta, A. Quevedo, I. Rodríguez y T. Cueto: «Cerámica inglesa en la Habana colonial», en Opus Habana, v. III, n. 3-4, 1999, pp. 45-49.

Los resultados en esa política de apertura con Europay los Estados Unidos, en la segunda mitad del sigloXVIII, se aprecian en la cultura material presente en loscontextos arqueológicos, a lo largo y ancho de toda laIsla. En primera instancia hay una preponderancia dela loza fina británica, que se observa ampliamentedesde fines del XVIII y sobre todo en los primerossesenta años del XIX, llegada a la Isla por vía directadesde Liverpool y Londres,16 o desde España y losEstados Unidos mediante la reimportación. Esta lozainglesa continúa apareciendo posteriormente, perotambién se importan lozas finas fabricadas en Francia,Holanda, España y Bélgica, y más tardíamente de losEstados Unidos. Entre la cerámica más frecuente deesa etapa, está la loza fina inglesa con los gruposCreamware, Pearlware, Whiteware y Ironstoneware,siendo este último el más común en las importacionesque llegaron de los otros países mencionados.

La cerámica utilitaria en los antrosoles

Un conjunto muy numeroso en los antrosolesurbanos de la época colonial lo constituye la cerámicaordinaria, conocida también como burda, común outilitaria, y cuya producción se orientó no sólo a arte-factos para actividades culinarias, sino también apiezas para almacenaje, higiene-sanidad y serviciode mesa. Esta es una alfarería no refinada, como sunombre indica, generalmente porosa y cocida a unatemperatura que no excedía los 1 100 grados cen-tígrados. Su elaboración puede ser manual porenrollado y modelado, o por medio del torno dealfarero.

Una muestra de varias tipologías ordinarias condiferentes características en su acabado (Ver fig. 1),procedente de la Basílica Menor de San Francisco deAsís, en La Habana Vieja, fue seleccionada por noso-tros para su estudio por Análisis por ActivaciónNeutrónica (AAN), debido al probable origen local demuchas de ellas. Este supuesto se infirió por de-terminados rasgos tipológicos de los especímenes, ysobre todo por usarse piezas sin huellas de un empleoanterior, como relleno acústico en las pechinas de los

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arcos del coro alto en dicho recinto religioso, que alparecer se desecharon por defectos de cocción comorajaduras y grietas.

La presencia de mayólicas en La Habana

El rescate de restos históricos en el subsuelo de laPlaza de Armas desde 1963, y las excavacionesarqueológicas comenzadas en 1968 en el Palacio delos Capitanes Generales y la Casa de la Obrapía,respectivamente, obras de restauración arquitec-tónica en La Habana Vieja, revelan una rica presenciade mayólicas en los antrosoles habaneros, aportandomateriales con procedencias distintas como España,Italia, Francia, Holanda, Inglaterra, México, RepúblicaDominicana y Panamá, aunque los mayores volú-menes y continuidad temporal en la importación demayólicas a Cuba corresponden a España y México, através del comercio establecido por la corona.

Figura 1. Cerámicas utilitarias, algunas de probable manufactura local,siglos XVII y XVIII

Desde la segunda mitad del siglo XVI, La Habana seconvierte en el centro portuario más importante delas Indias, recalando en él las flotas que regresaban aEspaña desde diferentes «[...]latitudes americanas: lavilla rica de la Veracruz, en México; Portobelo, Nombrede Dios, Bocas del Chagre, enclaves del istmo centro-americano; Cartagena de Indias, en el Virreinato deNueva Granada».17 A los grandes caudales en oro yplata, piedras preciosas, maderas finas, palo de tintede Campeche y Honduras, la lana de Alpaca, los ricostejidos polícromos andinos, se sumaron después de1565 las exóticas mercaderías del oriente traídas desdeManila a Acapulco, de ahí llevadas a Veracruz, y luegoreembarcadas a La Habana para su destino final aEspaña. Entre estas últimas se cuentan las codiciadasporcelanas de pasta dura bellamente pintadas en azul,las sedas para mantones y distintos vestuariosrefinados, perlas, marfiles, joyas, lacas, perfumes,resinas aromáticas y especias variadas.18

Todo ello, así como el contrabando, la existencia deuna población en continuo aumento y demanda, lapresencia de miles de marineros y tripulantes cadaaño durante varios meses por la recalada de la Flota,conllevaron a una amplia presencia de mayólicas parael consumo por distintos sectores poblacionales, aunquelas clases más ricas ostentaron las porcelanas orientalesy las mayólicas finas profusamente decoradas.

La mayólica es una categoría de cerámica elaboradapor medio del torno alfarero, distinguible por su pastablanda cubierta con un vidriado de esmalte opacoestano-plumbífero, casi siempre de tono claro. Laadición de óxido de estaño al vidriado, transmitida alos maestros españoles por los alfareros moros,19

produce una opacidad que se encuentra también enotras cerámicas de similar tecnología, como la faenzaitaliana, francesa y la delft holandesa e inglesa.20

La mayólica se revela en hallazgos que cubrenprácticamente todo el período de ocupación españolade Cuba.21 Se encuentra en sitios correspondientes ala etapa de contacto y transculturación indohispano,22

17 E. Leal Spengler: Detén el paso caminante. Fantonigrafica-Venecia, Electa, 1988, pp. 10 y 13.18 Ibídem, p. 13.19 G. López Cervantes: Cerámica colonial en la Ciudad de México. INAH, Colección Científica Arqueológica 38, 1976. Ver también a J. M. Goggin:Spanish Majolica in the New World.Types of the Sixteenth to Eighteenth Centuries, no. 62. Yale University, 1968.20 K. Deagan: Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean 1500-1800. Smithonian Institution Press, Washington, D.C., London, 1987, p. 53.21 Leandro S. Romero Estébanez y L. S. Domínguez, com. pers., 199022 F. Prat Puig: Significado de un conjunto cerámico hispano del siglo XVI de Santiago de Cuba. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1980; L. S.Romero Estébanez: La Habana arqueológica y otros ensayos. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1995, pp. 133-185; L. S. Domínguez, ob. cit., pp. 33-50.

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tales como El Yayal, El Porvenir, El Chorro de Maíta,El Pesquero, Potrero del Mango, La Güira de Bara-jagua, Barajagua II, El Catuco y Alcalá, en Holguín,en un temprano siglo XVI. En dichos sitios se reúnenlos tipos de mayólicas Yayal Azul sobre Blanco,Columbia Liso, Caparra Azul y La Vega, junto amonedas españolas, cascabeles, herraduras, clavosy arreos. Asimismo, también se halla en común aso-ciación a cerámica agroalfarera, algunas mayólicasimitando formas españolas, y a restos óseos deanimales introducidos como el cerdo, los bóvidos y elcaballo, además de otros.23

Esta mayólica constituye una evidencia arqueo-lógica frecuente en los sitios coloniales de todo el país,principalmente en contextos datados entre el siglo XVI

al XVIII; y en particular es muy abundante en La HabanaVieja, donde se estableció el núcleo fundacional de laactual capital de Cuba desde 1519. Se reporta tambiénen otras islas caribeñas, en Centroamérica y enAmérica del Sur.24 Excavaciones arqueológicas en LaHabana Vieja, con más de setenta lugares estudiadosdesde 1963 en casas, iglesias, conventos y forti-ficaciones, confirman que la mayólica tiene unapresencia sostenida en todas estas edificaciones,empleada especialmente para el servicio de la mesa,aunque algunas formas responden a actividadesculinarias, higiénico-sanitarias y decorativas. Tambiénhemos podido corroborar la preponderancia de lamayólica española durante todo el siglo XVI y primeramitad del XVII, y dentro de ésta los tipos conocidoscomo Columbia Liso, Isabela Polícromo, Yayal Azulsobre Blanco, Santo Domingo Azul sobre Blanco,Sevilla Blanca, Sevilla Azul sobre Azul, Sevilla Azulsobre Blanco y en una mínima proporción CaparraAzul. De igual manera aparecen mayólicas fabrica-das en Talavera de la Reina, como las conocidas Ta-lavera Azul sobre Blanco, Talavera Polícromo eIchtucknee Azul sobre Blanco.

En estratificaciones habaneras, prolíferas en depo-siciones primarias y rellenos constructivos de finales del

23 R. Valcárcel Rojas: «Introducción a la arqueología del contacto indohispánico en la provincia de Holguín, Cuba», en El Caribe Arqueológico, Casadel Caribe, no. 2, 1997, pp. 64-77.24 K. Deagan: ob. cit.; J. M. Goggin: ob. cit.; L. S. Romero Estébanez: ob. cit.; F. Prat Puig: ob. cit.; G. López Cervantes: ob. cit.; L. S. Domínguez:Arqueología colonial cubana: dos estudios. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984 y D. Schávelzon: Arqueología histórica en Buenos Aires.Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1991.25 R. Arrazcaeta Delgado: «Estudio de la cerámica de una letrina de la casa de los condes de Santovenia». Ponencia presentada en el VI Simposiumde la Cultura de La Habana, noviembre de 1990. Manuscrito archivado en la biblioteca del Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de laCiudad de La Habana, [email protected].

siglo XVI, comienzan a encontrarse mayólicas mexicanascomo San Juan Polícromo, San Luis Azul sobre Blancoy Ciudad de México Blanco. No obstante, estas mayólicasson más recurrentes que las españolas en sitios del sigloXVII y XVIII, donde su variedad y abundancia es mássignificativa, y donde se constata un predominio delos tipos Abó Polícromo, Puebla Polícromo, Puebla Azulsobre Blanco, Aucilla Polícromo, San Luis Polícromo,San Agustín Azul sobre Blanco, Huejotzingo Azul sobreBlanco, Aranama Polícromo.

Mayólica tipo Santovenia Polícromo y Santovenia Azulsobre Blanco

Fragmentos de una mayólica no descrita con an-terioridad como un nuevo tipo arqueológico en loscontextos coloniales en América, fueron hallados enLa Habana Vieja por el arqueólogo Leandro Romeroen un conjunto de rellenos constructivos en el Palaciode los Capitanes Generales, entre los años 1970 y 1974.Sucesivamente fueron encontrados en la tercera eta-pa de excavaciones de la Maestranza de Artillería(1984), y en otros trabajos arqueológicos en la Casade México (1986); aunque en ninguna de esas oca-siones se clasificaron como un nuevo tipo.

Entre 1989 y 1991 se analizó la cerámica de unaletrina en el palacio de los Condes de Santovenia.Luego de haberse revisado su similitud con los restosde los sitios antes mencionados, se propuso el nombrede Santovenia para el nuevo tipo de mayólica, y sereferenció el mismo, someramente, en una ponenciapresentada en el VI Simposium de Cultura de LaHabana.25 En virtud de las evidencias recuperadas,entre 1990 y 1991, en dos letrinas coloniales (casa deMercaderes nos. 156-160), y del muy significativocontexto excavado por R. Rodríguez, I. Torre y J. Britoen la letrina ubicada en un solar (Oficios no. 202, esq. aTeniente Rey, La Habana Vieja) con varios ejemplarescompletos de Santovenia Azul sobre Blanco ySantovenia Polícromo (figuras 2 A y B), se propició un

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estudio más exhaustivo y amplio en aras de carac-terizar mejor este nuevo tipo cerámico.26 Como estasdos investigaciones no han sido publicadas, se brindaaquí una descripción sintética de los rasgos tipológicosy la ubicación cronológica de esta mayólica, así comode la caracterización composicional por (AAN), resul-tante del estudio de diferentes muestras provenientesde sitios de La Habana Vieja.

Santovenia Polícromo y Santovenia Azul sobreBlanco son nombrados así por el sitio Casa de losCondes de Santovenia, lugar donde se describió porprimera vez como un nuevo tipo de mayólica, en 1989.Esta cerámica fue fabricada a torno, dejando líneascirculares muy distintivas en la superficie exterior delas vasijas. Su pasta presenta un color claro parejoque varía entre el blanco (Munsell: 5Y 8/2 y 2,5Y 8/2) yamarillo pálido (Munsell: 5Y 8/4 y 2,5Y 8/4); durezasuave (2,5 Mohs); tacto suave, untuoso; textura fina;tamaño de las inclusiones Muy Fino (menor de 0,1mm), encontrándose pocos granos que entran encategoría de Fino (de 0,1 a 0,25 mm). La pasta muestrauna cocción en atmósfera oxidante, similar a laencontrada en toda la mayólica española; porosidadentre 4 y 7 %; carbonato de calcio entre 4,5 y 16 %. Lapasta tiene un vidriado estano-plumbífero de tonoblanco (Munsell: 5Y 8/1 y 5Y 8/2) que cubre toda lasuperficie con un acabado poco brillante, casi mate,aunque aparecen ejemplares con más brillantez. Seaprecian con frecuencia defectos en el vidriado como

Figura 2 A y B.Mayólica Santovenia Azul

sobre Blanco (A)y Santovenia Polícromo (B),

fines del siglo XVIII

a primer cuarto del XIXA

pequeños huecos producidos por burbujas de aire,más visibles en la superficie exterior de platos; sonmenos comunes goteos y lagunas del vidriado y seencuentran desconchamientos en algunas áreas,mayormente en las orillas de los bordes de aquellos.

La forma más común identificada es la de platohondo, semi-hondo (diámetro: 22 a 23 cm y altura: 3 a4 cm) y plato pequeño hondo (diámetro: 19 a 19,5 cm yaltura: 2,5 a 3,5 cm); menos frecuente es la de platón ofuente honda (diámetro: 28 a 35,5 cm y altura: 5 a 6,5cm). También se encuentran las formas de taza ybacinilla. Los colores usados en la decoración soncuatro: azul, naranja, morado y amarillo. Los diseñosen azul son los más usuales, y producen la variedadSantovenia Azul sobre Blanco (ver figura 2 A), o puedenaparecer como en la Santovenia Polícromo, en combi-naciones de azul y naranja, aunque los ejemplares deesta última variedad, con mayor colorido y riquezadecorativa, llevan los cuatro colores mencionados(figura 2 B).

Santovenia en sus dos variantes, Azul sobre Blancoy Polícromo, tiene una decoración algo burda ydescuidada en las pinceladas de los dibujos, lo que leconfiere, posiblemente, cierta categorización comoloza popular. Los diseños están trazados a pincel yestructurados, y combinan en ellos, de manerareiterada, motivos tanto fitomorfos abstractos comogeométricos: líneas simples circulares; líneas sinuosas;bandas o líneas gruesas; cadenetas de ramas con

B

26 C. A. Hernández Oliva y R. Arrazcaeta: «Reporte de un nuevo tipo de mayólica del período colonial de Cuba». Ponencia presentada en el VIIISimposium de la Cultura de La Habana, noviembre de 1992. Manuscrito archivado en la biblioteca del Gabinete de Arqueología.

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hojas estilizadas, parecidas a helechos; motivosflorales; círculos concéntricos y espirales, plasmadoscomo motivo central de platos; guirnaldas y semi-círculos; cenefas con orlas de bolas continuas en colormorado, elaboradas por esponjeado, y aparecentambién otros motivos simples. Una cadeneta típica,encontrada lo mismo alrededor del marli como en elcentro de platos a manera de círculo, está conformadapor una figura fitomorfa estilizada, en forma de Wgruesa, seguida de varios puntos que alternan repe-tidamente arriba y abajo de una línea central.

El tipo Santovenia no aparece en grandes canti-dades en los yacimientos arqueológicos cubanos, peroen sitios de La Habana Vieja se halla con mayor rei-teración. Probablemente con el incremento de trabajosarqueológicos en contextos del siglo XVIII e inicios delXIX su reporte será más común. Tampoco son fre-cuentes hasta ahora los contextos primarios paraestablecer todos sus pormenores asociativos ycronológicos; sí hemos comprobado una claracontemporaneidad con las lozas finas inglesasconocidas como Crema y Perla, y con otros tipos dedistintas procedencias, como El Morro, Rey, TrianaAzul/Blanco, Triana Polícromo, Puebla Azul/Blanco,Catalana Azul/Blanco y otras cerámicas descritas parasitios datados entre la segunda mitad del siglo XVIII yprimer cuarto del XIX. Las características decorativasy formales sugieren su origen español, probablementede los talleres de Sevilla o Cataluña.

En La Habana Vieja varios tiestos proceden derellenos excavados arqueológicamente en el Palaciode los Capitanes Generales. También fueron halladosfragmentos en la Maestranza de Artillería, en la Casade México y en el Convento de Santa Clara. Variaspiezas casi completas pudieron ser reconstruidassobre la base de los restos recuperados de una letrinadel siglo XVIII en la casa de los Condes de Santovenia.La mayor cantidad de este tipo cerámico proviene deuna letrina ubicada en un solar (calle Teniente Rey,esquina Oficios), donde numerosos ejemplares pudie-ron ser armados y restaurados totalmente, produ-ciendo una magnífica colección de referencia. Estaletrina mostró un contexto arqueológico cerrado, entrefines del siglo XVIII y primer cuarto del siglo XIX, con unarica presencia de loza Crema inglesa.

Se reportan también numerosos fragmentos enotras letrinas del inmueble de la calle Mercaderes no.156-160, actual Casa Museo Simón Bolívar, donde

apareció asociada a lozas inglesas como la Crema yla Perla. También se halló la Santovenia de maneraescasa en una letrina de la casa del siglo XVIII, ubicadaen la calle Oficios, esquina Obrapía, actual HostalValencia, donde sí fue abundante la loza Crema yPerla. Podríamos suponer hipotéticamente que suausencia pudo deberse a un gusto más refinado delos inquilinos del inmueble, o a la no disponibilidadde este producto comercial en el establecimientodonde acostumbraban a adquirir sus vajillas, perocientíficamente es imposible tener una respuestasegura.

Esta mayólica tampoco está presente en contextoscerrados posteriores al primer cuarto del siglo XIX,como los excavados en letrinas de Obrapía 158, antiguamorada del mercader Martín Calvo de la Puerta yArrieta, en el siglo XVII, y en la casa construida por donPablo Pedroso, en la primera mitad del mismo sigloXVII, en Baratillo, esquina a Obrapía y San Pedro, LaHabana Vieja, donde el componente cerámico exhu-mado, básicamente loza Perla y loza Blanca inglesas,puede estar entre los años 1830-1840. Recientemente(2003), un grupo de arqueólogos de la Empresa deRestauración de Monumentos de la Oficina delHistoriador de la Ciudad encontró restos de estamayólica, pudiendo conformarse incluso algunaspiezas completas, en un pozo de agua de épocacolonial hallado en las excavaciones arqueológicasque se llevan a cabo en áreas del cementerio, en losterrenos de la antigua iglesia del convento de SanAgustín, ubicado entre las calles Amargura, TenienteRey, Cuba y Aguiar. También diferentes tiestosprovienen de un aljibe derrumbado, usado comoletrina en el siglo XVIII, y principios del XIX en la casa deTeniente Rey 159. En este sitio se realizaron inves-tigaciones por un equipo conjunto del Gabinete deArqueología y de la Empresa de Restauración de Mo-numentos, en los años 2002 y 2003.

Fuera de La Habana Vieja se ha reportado laSantovenia por el Grupo Batabanó en recolectas desuperficie en un basurero comunal del siglo XIX, enMarianao, y en cafetales e ingenios azucareros de laprovincia de La Habana, con cronologías del siglo XVIII

y XIX. Hace poco tiempo algunos fragmentos de estamayólica han sido encontrados en las excavacionesarqueológicas de un barracón de esclavos en elCafetal del Padre, Madruga, dirigidas por la doctoraTeresa Singleton, de la Universidad de Siracusa, EE.UU.

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y realizadas por un grupo de especialistas del Ga-binete de Arqueología de La Habana. En la ciudad deTrinidad, provincia de Sancti Spíritus, al centro-surde la Isla, el arqueólogo Alfredo Rankin Santanderrecuperó restos de Santovenia en letrinas de sitiosurbanos del siglo XVIII y XIX. También hemos encontradoalgunos tiestos de Santovenia en los fosos de la bateríaÁngel San Rafael, edificada en 1762 en la isla deTierrabomba, Cartagena de Indias, Colombia.

El investigador argentino Daniel Schávelzontambién hace varias clasificaciones posteriores de estamayólica.27 Este autor, basado en la hipótesis de queesta cerámica fue hecha en Andalucía, posiblementeen hornos de Triana, y en el análisis tipológico conénfasis en los motivos decorativos, decidió denominarestos tipos de cerámica como Triana de Ramazón,Triana Floreal, Triana Anular, Triana EsponjeadoPolícromo y Triana Polícromo sobre Amarillo, da-tándolos para Buenos Aires entre los años 1750 a 1830.Schávelzon refiere que el tipo Triana de Ramazón fuedefinido por Solís Magaña y Rivera Calderón, y por élmismo en 1991, así como ulteriormente por SolísMagaña, en 1995. No obstante, hemos creído oportunomantener los nombres de Santovenia Azul sobreBlanco y Santovenia Polícromo, por considerar quenuestra caracterización no sólo fue anterior a estostrabajos, sino que se basa en características másgenerales y comunes que permiten englobarla en unsolo tipo con dos variantes.

La composición química en el estudio decaracterización de la mayólica

La caracterización de la composición química dediferentes objetos es una herramienta que, sin llegara ser una panacea o un método que arroje resultadospor sí solo, aporta una información de suma utilidadpara la solución de diversos problemas de estudio,28

tales como:·la fuente u origen de las materias primas con que

fue confeccionada,·la identificación o establecimiento de posibles

centros de producción de alfarería,

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Figura 3. Imagen obtenida por microscopía óptica de la seccióntransversal de un fragmento de mayólica

27 Daniel Schávelzon: Catálogo de cerámicas históricas de Buenos Aires. Siglos XVI-XX. Edición conjunta de la Fundación para la Investigación delArte Argentino, la Universidad de Buenos Aires y el Centro de Arqueología Urbana del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas,Buenos Aires, 2001, pp. 57-64.28 G. Harbottle: «Chemical Characterization in Archaeology», in Contexts for Prehistoric Exchange; T.K. Earle, J.E. Erickson, Eds., Academic PressInc., New York, 1982, pp. 13-51.

·la pertenencia de una muestra en cuestión re-lacionada con una cultura, época o comunidad enespecífico,

·el establecimiento de rutas o vías de intercambiode bienes,

·el resultado de procesos de transferencia deconocimientos.

En el caso particular de la mayólica, la composiciónquímica de dos de sus componentes estructuralespuede constituir una fuente de información valiosa: lapasta de la pieza y el vidriado estano-plumbífero consus decoraciones (figura 3).

La pasta de la cerámica es un sistema de doscomponentes a su vez: minerales arcillosos e in-clusiones no plásticas (temperante). Estas inclusionespueden estar presentes en la composición original dela arcilla, o pueden ser adicionadas durante el procesode manufactura para mejorar las propiedades demoldeado y consistencia de la pasta. Es por ello que lainterpretación de los resultados químicos obtenidosno es una tarea trivial, pues las relaciones originalesde concentración entre varios elementos en la arcillapueden ser alteradas por la adición del temperante.De vital importancia resulta el conocer la composición

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mineralógica para poder interpretar correctamentelas diferencias observadas entre la composición delos diferentes grupos clasificados.

La composición química de las rocas y sedimentospuede ser utilizada como base para un análisis nu-mérico multivariado, ya que los cambios geológicosocurridos durante su formación conllevan a diferenciasen las relaciones de abundancia de los elementosminoritarios y de los elementos traza.29 Para lossedimentos, incluyendo aquellos que pueden serutilizados en la producción de cerámicas, su com-posición química está determinada en primer términopor las rocas, a partir de las cuales éstos se originaron,ya que la mayoría de los microelementos y elementostraza se concentran en las estructuras cristalinas. Laredistribución de estos elementos ocurre comoproducto de la acción de diferentes procesos químicosy mecánicos durante la erosión, transporte ydeposición. La mezcla de los sedimentos con losmedios en los que se depositan, así como los diferentesprocesos de meteorización, también contribuyen a lacomposición final de los mismos. La clasificación delas muestras de cerámicas, a partir de las relacionesde abundancia observadas entre los elementos mi-noritarios y los elementos traza en las mismas, engrupos estadísticamente diferentes entre sí (Unidadesde Referencia de Composición Química de la Pasta,URCQP) parte de la premisa de que la composiciónquímica de la pasta de los tiestos está determinadaen primer lugar por las características de las arcillasempleadas para su elaboración.

Aunque varias técnicas analíticas se usan para elestudio de la composición química de cerámicas,30

el empleo del Análisis por Activación Neutrónica

29 R. L. Bishop: «Aspects of Ceramic Compositional Modelling», in Models and Methods in Regional Exchange, R.E. Fry, Ed., SAA papers No. 1,Society for American Archaeology, Washington D.C., 1980, pp. 47-65.30 I. Brissaud, et al.: «Pottery Analysis Using PIXE, Neutron Activation, Scanning Electron Microscopy and X-Ray Fluorescence Techniques». Journalof Radioanalytical and Nuclear Chemistry Articles, v. 89, no.2, apr. 1985, pp. 473-486; O. Birgul, et al.: «A Comparison of the Statistical Treatment ofResults Using Concentrations of Elements Determined by Neutron Activation and X-Ray Fluorescence Analysis Methods». Journal of RadioanalyticalChemistry Hungary, v. 55, no. 1, 1980, pp. 101-109.31 Practical Aspects of Operating a Neutron Activation Analysis Laboratory, IAEA TECDOC-564, International Atomic Energy Agency, Vienna, 1990.32 J. S. Olin, G. Harbottle y E. V. Sayre: «Elemental composition of Spanish and Spanish-Colonial Majolica Ceramics in the Identification ofProvenience», Carter G. F. Ed. Archaeological Chemistry II, pp. 200-229, Advances in Chemistry Series 171, American Chemical Society, WashingtonD.C., 1978; J. S. Olin y M. J. Blackman: «Compositional Classification of Mexican Majolica Ceramics of the Spanish Colonial Period», ArchaeologicalChemistry IV, American Chemical Society, Washington D.C., 1989, pp. 87-112; J. S. Olin y J. E. Myers: «Old and New World Spanish Majolica»,Technology, MRS Bulletin, vol. XVII, no.1, January 1992, pp. 32-38.33 Román Padilla y Roger Arrazcaeta: «Classification of Majolica Pottery from Colonial Havana Based on NAA». En Nuclear Analytical Techniques inArchaeological Investigations. IAEA STI/DOC/010/416, Technical Reports Series, 416. Scientific Secretary: Rossbach, mar. 2003, pp.135-146.34 R. P. Álvarez, P. J. M. Van Espen, R. R. Pla, E. M Rossi, R. A. Delgado, P. P. Godo Torres, and M. C. González: «Compositional Classification ofArchaeological Pottery Based on Naa and SEM-EDX». Journal of Trace and Microprobe Techniques, v. 21, no. 4, 2003, pp. 677-695.

Instrumental (AANI) se ha generalizado por una seriede ventajas:

·Poder determinar de forma simultánea un grannúmero de elementos con alta precisión y exactitud, aconcentraciones que van del orden de los mg/g hastaconcentración mayoritaria, utilizando procedimientosbien establecidos.31 Analizar lotes grandes demuestras, necesarios para poder conformar basesextensas de datos que permitan una interpretaciónestadística ulterior robusta en estudios comparativos.

·El AANI permite analizar un grupo de elementoscuya abundancia varía para diferentes tipos desedimentos y rocas primarias, y que por ende son losque mayor variabilidad tienen en la composiciónquímica de ceramios.

La caracterización por AANI permitió recopilarinformación adicional para complementar variasclasificaciones de mayólica española, mexicana eitaliana hechas con anterioridad. En el presenteestudio se exponen los resultados del análisis demuestras, no sólo de origen español sino tambiénmexicano e italiano, así como su comparación conotros obtenidos por otros grupos de investigadores,anteriormente.32 Detalles sobre la implementación deesta técnica y los métodos de interpretación estadísticade los datos logrados, así como un análisis por-menorizado de la información resultante puedenconsultarse en determinada bibliografía,33 mientrasque en otra34 se describen los resultados alcanzadosal combinar el AANI con el empleo de la microscopíaelectrónica de barrido con microsonda de rayos X.

A pesar de las numerosas bondades del AANI antesmencionadas, su empleo en ocasiones se ve limitadopor varias características del método. En primer lugar,

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se necesita poder tener acceso a las facilidades deirradiación en un reactor nuclear de investigaciones ya los laboratorios de medición asociados a éstos. Porotra parte, los tiempos requeridos para el decaimientode parte de los radioisótopos activados en la muestra(de vida «corta» y «media») y para poder medir otrosque también son de interés hacen que la obtención delos resultados no sea posible con inmediatez, sino sólodespués de transcurridas entre cuatro y seis semanasdesde el momento en que fueron irradiadas las muestras.Finalmente, aunque la cantidad de exponentes a anali-zar es muy pequeña (de 200 a 300 mg), se precisa realizaruna invasión mínima de la muestra para obtenerla, loque no siempre es permitido o deseado por lospropietarios o conservadores del objeto. Para la mayoríade los curadores, arqueólogos o historiadores, la opciónideal la constituye un método de análisis que al mismotiempo reúna las bondades de no alterar la muestra yque brinde los resultados con la mayor premura.

Los vidriados de la mayólica, al encontrarse en lasuperficie de las piezas, pueden ser inspeccionadoscon facilidad mediante la utilización de una técnica nodestructiva, como es el análisis por Fluorescencia deRayos X (FRX). Numerosos trabajos han sido realizadosa través de espectrómetros portátiles para la iden-tificación cualitativa de pigmentos en pinturas decaballete o mural y policromías, entre otras obras.Como la penetración de los Rayos X en la materiadepende de su energía y de la composición del objetoen estudio, con frecuencia la radiación utilizada paraexcitar la muestra puede alcanzar capas subyacentesa la capa exterior que se pretende analizar, y laradiación característica medida puede incluir informaciónsobre éstas. Las principales limitantes para alcanzarresultados cuantitativos son la falta de modelos teóricosque permitan separar estas señales, o la ausencia deinformación a priori sobre la composición química yestructura de las capas de interés en el objeto a analizar.

En un artículo anterior al presente estudio35 sereportan en detalle los resultados de un estudio de ca-racterización de los vidriados de mayólicas dediferentes tipos y procedencia. En esta investigaciónse analizaron mapas elementales obtenidos porbarrido de áreas decoradas en las superficies de los

35 R. Padilla, O. Schalm, P. Van Espen, K. Janssens y R. Arrazcaeta:«Micro Analytical Characterization of Surface Decoration in Majolica Pottery».Enviado a publicar en marzo de 2004 a la revista Analytica Chim Acta.36 R. Padilla, P. Van Espen, A. Abrahantes y K. Janssens: «Semiempirical Approach for Standardless Calibration in M-XRF Spectrometry UsingCapillary Lenses». Aceptado para publicar en X-Ray Spectrometry (XRS 03-033).

vidriados, al utilizarse un espectrómetro de microFluorescencia de Rayos X (micro-FRX) que permiteirradiar un foco tan pequeño, como de aproximadamente60 micrones de diámetro. Estos mapas se usaron parala identificación de los compuestos empleados en ladecoración. Se obtuvieron resultados cuantitativos pormicro-FRX de la composición de los vidriados de base,para lo cual se implementó un método de calibraciónde la sensibilidad instrumental del espectrómetro36 quepermite realizar el análisis cuantitativo de la composiciónde los vidriados, sin utilizar materiales certificados dereferencia. La adecuación de las simplificacionesasumidas para el análisis cuantitativo de los vidriadosfue verificada con la inspección por microscopíaelectrónica de secciones transversales de fragmentosdecorados. La veracidad de los resultados cuantitativosalcanzados por micro-FRX fue validada por el análisisrealizado con la microsonda de Rayos X del mi-croscopio electrónico.

Análisis de la pasta de la cerámica

Los resultados obtenidos por AANI de 107muestras de cerámica colonial, así como los resultadosreportados para otras 114 muestras por otros autores,se integraron para conformar una matriz inicial dedatos (ver relación de tipos de muestras en la tabla 1).Se realizó el análisis de componentes principales parareducir la dimensionalidad de la matriz de datos yposteriormente se aplicó el método de rotación Varimaxpara facilitar la interpretación de la variabilidad en losmismos. Como la matriz de datos analizada incluyemuestras de varios centros de producción en Méxicoy España, hay una buena diferenciación entre lasunidades de referencia de composición química aidentificar.

La inspección de la ubicación de las muestras demayólica en el espacio tridimensional, formado porlos componentes principales extraídos, evidencia unabuena concordancia entre los resultados obtenidospara las clasificaciones realizadas y los resultadosreportados por Olin y Blackman (ver proyecciones enla figura 4). Solamente algunas muestras que fueronclasificadas como Sevilla Azul sobre Azul difieren

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Tabla 1. Relación de muestras comparadas por AANI

Figura 4. Ubicación de las muestras en las proyecciones del espaciotridimensional de los componentes principales extraídos

significativamente por su composición. Este grupo demuestras (símbolos cuadrados no rellenos en la partesuperior derecha de los recuadros en la figura 4) tieneno sólo concentraciones más altas de Cr, Sc y Fe, sinotambién de Na. Estas características sugieren un origenprobablemente de Italia, y su pertenencia a la tipologíaLiguria, también con decoración Azul sobre Azul.

La mayor variabilidad en los datos se observó porlas diferencias de las relaciones entre las concen-

PC_1La, Ce, Sm, Lu, Rb, Cs, Th, Hf

PC_1La, Ce, Sm, Lu, Rb, Cs, Th, Hf

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37 Ver nota 32.38 Ídem.39 Ídem.

no rellenos en la figura 4). Sólo en el caso de pocosfragmentos, se constataron similitudes en la concen-tración con las de algunas de las muestras estudiadasde Puebla. No obstante, la poca cantidad de frag-mentos analizados no permite arribar a una conclusióndefinitiva.

Análisis de los vidriados

La creación de mapas elementales, que partieronde mediciones consecutivas al realizarse el barrido deáreas con decoraciones en la superficie de los vi-driados, permitió identificar los principales com-puestos utilizados para la realización de los elementosdecorativos, debido a la concurrencia de varioselementos en decoraciones de un color en particular(ver figura 5). Varios óxidos metálicos fueron em-pleados para la preparación de diferentes tonos ycolores: el azul con óxido de cobalto, el verde con óxidode cobre, así como el negro con mezclas de óxidos dehierro y manganeso. Óxidos de manganeso parecenhaber sido también utilizados en la preparación detonalidades violetas, y óxido de hierro en tonalidadesrojizas. La obtención de tonalidades naranjas fueconsecuencia de la mezcla de antimonato de plomocon óxido de hierro, mientras que la de decoracionesamarillas fue el resultado solamente del primercompuesto.

Varios elementos fueron identificados, además delcobalto, en los espectros resultantes de la mediciónde decoraciones azules. Algunos de éstos pueden serindicadores de diferencias en la composición entrelos óxidos de cobalto utilizados en las distintas regio-nes. Para explorar esta hipótesis, se compararon lasproporciones entre las áreas de los picos de estoselementos y la de cobalto en los espectros de FRXpara muestras de distinto origen. Estas relacionespermiten compensar las diferencias que pudieran serel resultado de variaciones en el espesor de la capade la decoración, o en la cantidad de óxido de cobaltopresente en la misma. Se pudieron constatar dife-rencias en la proporción de hierro y potasio para lasmuestras de los talleres de Puebla (ver figura 6), loque sugiere el uso de materias primas distintas, comolos óxidos de cobalto provenientes de minas cercanas.

traciones de los elementos ligeros y pesados de lastierras raras (ETR), los cuales se retienen en los sedi-mentos hidrolizados, y por tanto, son indicadores dediferencias en la composición de las arcillas utilizadas.Las arcillas empleadas en los talleres de Puebla, delvalle de México, de España y de Italia son fácilmentedistinguibles entre sí.

Por otra parte, la presencia de cuarzo, clino-piroxeno, biotita y moscovita en el material tem-perante usado en la producción de mayólicas enEspaña,37 así como de materiales volcánicos en laproducción mexicana,38 es la fuente de las variacionesobservadas en las concentraciones de Cr y Fe y de Thy Hf, respectivamente. Estas diferencias fueroncorroboradas por el análisis por microsonda de rayosX acoplada al microscopio electrónico.

El método propuesto por Olin39 para la iden-tificación de la procedencia de las mayólicasmexicanas de los centros de producción de Puebla ydel Valle de México, basado en las diferencias en lasconcentraciones de Cr y Fe, se corroboró en nuestrosresultados.

La presencia de diferencias apreciables en laconcentración de Na indicó la existencia de unaposible disparidad en la proporción de minerales deplagioclasa en los materiales utilizados para laconfección de algunos grupos de tiestos. Estasdesigualdades fueron constatadas también por elanálisis por microscopía electrónica.

Un estudio a escala regional (por ejemplo, ladiferenciación de tiestos de Cataluña de los de Sevilla)podría ser también posible, al analizarse un conjuntosignificativo de muestras de estos tipos. Condiciónimprescindible para la interpretación de los resultadosconstituye el contar con información detallada quepermita revelar las diversidades geológicas entreestas regiones.

El análisis de los fragmentos de cerámica ordinariamostró que la composición de las mismas no permiteadjudicarlas a ninguno de los tipos o centros deproducción estudiados en España y México. Al parecer,la actividad de manufactura de cerámica para usocorriente existió en La Habana o en sus inmediaciones,y en ella se emplearon materias primas de distintoorigen y naturaleza (ver símbolos en forma de círculos

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Figura 5. Ejemplo que ilustra la identificación de las sustancias empleadas en la preparación de los decorados a color de los vidriados

Figura 6. Diferenciación de los óxidos de cobalto empleadosen las decoraciones azules, a partir de los elementos acompañantes

Figura 7. Diferenciación de las muestras, a partirde la composición de los vidriados blancos

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La explotación de estaño y plata en Taxco ya era común a la llegada delos españoles, por lo que la disponibilidad de óxido de cobalto resultantede la producción de plata en ésta u otras regiones es quizás unaalternativa menos costosa a la importación de este preciado material.

La factibilidad de la realización de análisis cuantitativo de losvidriados blancos de base, empleando la micro fluorescencia de rayosX, se demuestra en otro texto en fase de publicación.40 La comparaciónde los resultados obtenidos permitió establecer desigualdades en lacomposición de los vidriados de México y España por medio de estemétodo no destructivo y expreso.

Concentraciones más altas de aluminio son características de lasmayólicas mexicanas, lo que pudiera ser consecuencia del uso deareniscas en lugar de arenas más finas como fuente de cuarzo en lareceta de preparación. Este criterio resulta de gran utilidad para laidentificación del origen de algunos tipos de mayólica que se hanreportado como elaborados, tanto en España como en México. Porejemplo, las dos muestras analizadas del tipo San Luis Polícromo(cuadrados no rellenos en la figura 7) parecen ser elaboradas en Puebla,mientras que la muestra de Santo Domingo Azul sobre blanco (rombono relleno en la misma figura) más bien parece ser de origen español.

Una característica peculiar fue encontrada a través del análisis pormicroscopía electrónica. La presencia de frecuentes burbujas cercanasa la superficie, y en la que en su interior se observan conglomeradosde partículas de estaño, hace que la señal medida por las líneas L deeste elemento resulte mayor que si el estaño estuviera homogéneamentedistribuido en el vidriado (ver figura 8). En el caso de los vidriados mexicanos,la concentración del estaño fue sistemáticamente encontrada en mayorproporción, lo que constituye un criterio concurrente al anterior parala identificación del origen.

40 Ver nota 36.

Figura 8. Presencia de burbujas en los vidriados mexicanos

Tabla 2. Carga de cada variableen los componentes principales extraídos

(todas las muestras analizadas)

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probable existencia de diferentes talleres o recetasde preparación.

·Se identificaron los principales compuestosutilizados en la preparación de las decoraciones a coloren los vidriados. Se constataron diferencias en lacomposición de las decoraciones azules de lasmuestras mexicanas en relación con las españolas yse propone un criterio para su diferenciacióncualitativa.

·Las mayólicas de España y México pueden serfácilmente diferenciadas por medio del análisis pormicro Fluorescencia de Rayos X, lo que constituyeuna herramienta sumamente ventajosa por sucarácter no destructivo y expedito. Este criterio resultade gran utilidad para la identificación del origen dealgunos tipos de mayólica que se han reportado comoelaborados, tanto en España como en México.

Agradecimientos

Agradecemos al especialista Antonio QuevedoHerrero por su inapreciable ayuda en la selección ypreparación de las muestras a analizar.

El colectivo de operadores del reactor Triga Mark,del Instituto Nacional de Investigaciones Nuclearesde México, brindó un apoyo notable para la realizaciónde este trabajo, que no hubiera sido posible sin laayuda prestada por otros colegas de dicha institución,y en particular:

El M.Sc. Gustavo Molina y la M.Sc. María delCarmen López, por su ayuda al permitir el acceso asus laboratorios de espectrometría gamma para larealización de mediciones.

El Dr. Luis Carlos Longoria (ININ) y el Ing. L. Mazón,por el acceso a las facilidades del Reactor Nuclear.

Por último, y no por ello menos importante,expresamos nuestro sincero agradecimiento al colegaM. James Blackman, del NIST.

En las mayólicas de origen español la concentraciónde calcio resulta, a su vez, comparativamente mayor.La abundancia de este elemento debe estar condi-cionada por el uso frecuente de lías de vino comoaditivo en la preparación del masicote de los vidriados.

Todas las diferencias observadas en nuestrotrabajo concuerdan con las inferencias que puedenhacerse del resumen de las características depreparación de los vidriados dado por F. Lister y R.Lister.41 Otros criterios de diferenciación, aún no verifi-cados, podrían ser los siguientes: Las muestras deSevilla podrían ser diferenciadas de otras españolaspor una mayor abundancia de potasio, como resultadode la sustitución de las lías de vino por cenizas dearbustos de los pantanos. Las muestras italianasdeben mostrar una mayor abundancia de potasio,como resultado del uso de potasa como aditivo en lacoperta. Aunque la abundancia de sodio pudiera sertambién utilizada para diferenciar las muestras, esteelemento no puede ser determinado por micro FRX.

En la tabla 2 se da un resumen de las proporcionesde abundancia entre los diferentes elementos paralos distintos tipos de mayólica estudiados. Las dosúltimas líneas, aunque no comprobadas en nuestrotrabajo, constituyen una inferencia lógica de lasrecetas descritas por los autores mencionados enlíneas anteriores.

Conclusiones

·La clasificación tipológica de la mayoría de losfragmentos estudiados fue corroborada en loconcerniente a su procedencia, y sólo se encontró ungrupo de muestras de origen italiano que habían sidoerróneamente clasificadas como españolas.

·El estudio de la pasta de los fragmentos demayólica de Santovenia evidencia su origen español,con características de elaboración de la pasta similaresa los de los tipos Sevilla Blanca y Catalana Azul sobreBlanco.

·La mayoría de los fragmentos de cerámicaordinaria de La Habana no corresponden a ningunade las tipologías de cerámica colonial estudiadas, porlo que puede suponerse que tal vez fueron producidasen Cuba, y la variedad en su composición sugiere la

41 Florence C. Lister y Robert H. Lister: Sixteenth Century Majolica Pottery in the Valley of Mexico. Anthropological Papers of the University of Arizona,Number 39, The University of Arizona Press Tucson, Arizona, 1982.

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Prospección arqueológica subacuáticaen el noreste de La Habana (II Parte)

Por: Rubén Berrayarza, Freddy Navarro, Ted Hill y Craig WilliansConsultas de campo: Carlos A. Hernández Oliva

Sumergirnos en la historia de un pecio y llegara tocarlo con las manos, es el punto dondetoda la logística y voluntad humana hanllegado a la unidad cero: el intento ha tenidoun premio. La artillería, joyas, construcciónnaval, son algunos de los tesoros que la historiaalmacenará a partir de ese momento.

Resumen

Abstract

Diving into the history of a wreckage andgeting to touch it with your own hands, is thepoint where every logistics and human willhave come to unit zero. The efforts have hadan award. Artillery, jewerly and ship buildingare some of the treasures history will storerigh from this moment on.

Los trabajos subacuáticos, para el rescate de pecios en las aguas delCaribe, tienen sus precedentes cuatro siglos atrás, aproximadamente.Un atrevido buzo se sumergía a su suerte, con las grandes limitacionesde profundidad, visibilidad, orientación, ubicación y un sistema mínimo deposicionamiento.

Estos buzos durante años llevaron a cabo el rescate de pecios yresiduarios, a veces sin la suerte de recaudar todo el cargamento deaquel buque naufragado; solamente el éxito se lograba si ocurría enaguas no muy profundas. «De gran resonancia, por ejemplo, fue elnaufragio de la nao almirante del importante convoy de Jerónimo deSandoval. Este naufragio sucedió en el año 1640, y del millón de pesosque llevaba en la cámara almirante, sólo unos trescientos mil pudieronser salvados», o recordar a William Phips, aventurero inglés que con laautorización de la corona británica, «[...] se ha debido durante muchosaños, a partir de 1684, a la búsqueda y buceo del galeón español NuestraSeñora de la Concepción hundido en una zona llamada Banco de la Plata,cuarenta años antes, llevando en sus bodegas un enorme tesoro...»,Phips, luego de grandes esfuerzos y difícil búsqueda «[...] logró arrebataral mar nada menos que veintiséis toneladas en monedas de oro y barrasde plata. Y cuando la escuadra española logró aventarlo del lugar, aúnquedaban por recuperar unas setenta toneladas de metales preciososhundidos en el barco español» que por su difícil acceso estuvo esperandodurante años por nuevas técnicas de rescate. Es después de la SegundaGuerra Mundial cuando se unen un sinnúmero de técnicas y métodosque hacen crecer a ritmo acelerado la voluminosa información del mássimple sitio arqueológico, oportunidad que aprovecha Burt Webber, en1978, para localizar los restos del legendario galeón guiándose en la «[...]búsqueda por las anotaciones del diario de Phips donde se indicaban lascoordenadas del naufragio y se describían sus características». Burt aplicael foto mosaico de la zona y por primera vez un magnetómetro de cesioen investigaciones arqueológicas submarinas.

Otro ejemplo más cercano sería la flota al mando del general Calzadilla,la cual arribó a La Habana a fines del año 1697, y contenía plata acuñada ycontrabando. La Almiranta de esta flota era un galeón de aproximadamente1000 toneladas, Nuestra Señora de Las Mercedes, y en el inicio a su viaje seperdió al este del puerto habanero. Bartolomé de Soto Avilés dedicó más

Buceo y excavación en los sitios I y II (Las Mercedes)

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de tres años en varios rescates de esta nave con bu-zos de Cuba y la Florida. Trabajos subacuáticos enesta zona están dirigidos actualmente a recuperarparte de lo que dejó aquel rescate, que sin dudaformará hoy nuestro patrimonio.

Todos los métodos empleados por nosotros sonsencillos de explicar pero un poco más difícil suaplicación, si se tienen en cuenta condiciones clima-tológicas, profundidad, visibilidad y técnica empleada; alo que también se suma el hecho de que nuestro grupoya había utilizado toda esta metodología en otrosproyectos y nunca en función de la arqueología sub-acuática. Para nosotros era algo novedoso y mucho mássi la bibliografía sobre esta disciplina es escasa por seruna ciencia relativamente nueva. Sólo ello ya nos damuchas inquietudes para enfrentar esta modalidad.

Sitio 1 (Buceo)

Todo comienza con la información histórica acercade un naufragio, en 1794, de la fragata Nuestra Señoradel Rosario, con pertrechos de guerra y valores. Estareferencia nos ubicaba al norte de las playas del este,exactamente frente al hotel Atlántico, en la playa SantaMaría del Mar. Luego del levantamiento magnetométrico(Áreas de Magnetometría, María-1; María-2; María-3), seobtuvo como resultado cuatro anclas y dos cañones,además de más de una decena de puntos difíciles deexplorar mediante el buceo por la acumulación de se-dimentos friables de toda la extensa zona de esta partedel litoral.

Es frente al hotel Atlántico, a sólo unos 200 m de lalínea de costa, donde sólo al explorar superficialmentese localizan dos piezas de artillería, al parecer medioscañones y varios tipos de proyectiles donde se incluyenlos conocidos como palanqueta. Éstos consisten en dosesferas de hierro unidas por un brazo y su disparohacía que ambas bolas giraran de forma circular porlo que eran empleadas para batir la arboladura de losbuques enemigos. Se realiza la recogida de este tipode proyectil, pues la ausencia de ellas en nuestrosmuseos las hacen de un valor inestimable. Se eviden-cian también pequeños proyectiles de mosquetería,de diferentes calibres (algunos muestran su costuracentral, que resalta el empleo de moldes de dos piezas),piedras de lastre y algunos fragmentos de madera.

Tras el uso de los detectores de metales Pulse 8x yun grupo de calas exploratorias, hallamos una zona

Puntualización de una anomalía magnética

casi estéril sin que se muestren razones para efectuarexcavaciones intensivas y extensivas. Al ampliar elrango de búsqueda, tratamos de establecer los límitesde la aureola dispersiva, la cual se manifiesta en di-rección mayoritariamente hacia el norte, NE. Es en es-ta dirección donde encontramos en el mapa María-3dos puntos de relevante importancia, que son losrestos de dos anclas. Sin aparente relación con el pecioantes trabajado, estos elementos, de dimensionessemejantes (2,9 m de longitud y cepo de madera), es-tán espaciados a 250 m aproximadamente, y se tra-bajó en la dirección de 145° SE. Dichas anclas seencuentran todavía en posición de ataque con altasconcreciones de coral y vegetación por la bajaprofundidad del área y la transparencia del mar.

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La temporada de verano fue un impedimento paranosotros a la hora de prospectar por los métodos decateo la porción sur del Sitio 1, debido a la alta concen-tración de bañistas en estos meses y los grandes espe-sores de arena en la franja costera de la playa, de ahí queconsideramos no más alteraciones en este residuario.

Sitio II (Las Mercedes)

Al igual que en el Sitio I se utiliza la magnetometríacomo método primario. Bañistas, pescadores yarqueólogos de La Habana hablaban de un sitio frentea las playas de Guanabo, donde un trabajo precedentepor parte de la empresa CARISUB había rescatadovalores de un naufragio a poca profundidad.

Zona Norte. Ubicación de los ítems

El levantamiento magnético que cubre un área de1 km2 ubica los puntos de detección de anclas, cañonesy residuarios, y se efectuó el mapeo magnético de lazona, así como la descripción exacta de los puntosanómalos, aunque no pudieron ser verificados algunosde ellos mediante el buceo por los grandes espeso-res de sedimentación y coral que existen en el litoral,al norte de las playas del este.

El sitio lo referenciamos primeramente en lascoordenadas 23,17710° N y 82,15012° W. Los primerosbuceos nos daban una imagen superficial, así comoun ligero plan a seguir. Resultaba preocupante elhallazgo de una zona quizás un poco estéril por lapoca profundidad, corta distancia de la costa, rescatesde la época, trabajos precedentes y por el sinnúmero

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Ítem 06: ancla de 4,5 m de largode cepo de madera. Conserva suarganeo, su superficie está cubiertade vegetación y coral con espesoresmedios que pueden llegar a 5 cm dealtura, y corales que sobrepasan los12 cm. Se encuentra al borde de unpequeño canto, a una profundidad de7 m dirigida a 50° NE y su estadode conservación en general es bueno(cuadrícula 61, 62, 70).

Ítem 07: ancla similar al ítem 06de cepo de madera, su superficieestá cubierta por una fina capa decoral de 2 cm como máximo, des-cansa sobre la arena pegada, y de-bajo de un pequeño canto a unaprofundidad de 9 m. Está dirigida a120° SE y se conserva perfectamen-te (cuadrícula 60).

Ítem 08: cañón de hierro cubiertopor una gran capa de coral quemedia en los 4 cm de espesor, asen-tado profundamente en su parte

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posterior en una superficie rocosa arenosa, cerca de un cabezo a unaprofundidad de 10 m; su cascabel se orienta 305° NW, al parecer está enbuen estado de conservación (cuadrícula 54).

Luego realizamos el ploteo de puntos no relacionados con el contextoarqueológico original del área, que llegan a ser significativos por el grado dedescomposición y volumen, como son grandes jaulas de hierro que en suinterior contenían gran cantidad de clavos. Éstos están en estado de oxidacióny dispersión de sus componentes; otros fueron arrastrados hasta el sitio portodo un sistema meteorológico-climático. Tales contaminantes seencontraron mezclados con los ítems 08 y 07, obra que nos llevó a hacermovimientos de algunos de estos objetos para evitar la obstaculizacióndel estudio. Confeccionamos en esta etapa, fotografías y dibujos del área,que hasta entonces llamábamos «Las Mercedes».

El buceo con la utilización del Pulse 8x pretendió caracterizar a nivelesde superficie evidencias propias de yacimiento, al tenerse en cuenta larecolección y ubicación de todos los elementos de interés que luego daríancurso a la investigación. Esta prospección superficial alrededor de los ítems06 y 07 arrojaban gran cantidad de clavos de diferentes tipos, cerámicaordinaria, planchas de plomo de pequeños tamaños, las primeras piezasde balas de cañón y mosquetes, y cuatro monedas de plata: todo un avalque necesitábamos para comenzar el mapeo arqueológico.

Tareas de exploración superficial en los meses de septiembre y octubre,así como el comienzo de la temporada invernal, no nos dejaban dar pasosimportantes pues trabajábamos entre olas y sentidas corrientes. Los trajesde neopreno mantenían la temperatura lo más agradable posible, aunque

de moradores que sin dificultad hanllegado hasta este sitio para el res-cate de «colecciones particulares».

Un levantamiento mucho másdetallado fue realizado por mediodel detector de metales Pulse 8xen el residuario, y evidentementenos encontrábamos en uno de lospocos e importantes sitios acogi-dos por la corta franja costera haba-nera. Trabajos de investigaciónhistórica realizados en el Archivo Na-cional de Cuba y el Archivo Generalde Indias, conjuntamente con el Gabi-nete de Arqueología, van concen-trando toda la información de queestamos en áreas de la Almirantaperdida en 1698, Nuestra Señora delas Mercedes.

El plan primeramente se dirigió alrastreo, ubicación y estudio preli-minar de los ítems a simple vista, queconfeccionasen para nosotros laimagen virgen de la zona.

Trabajos con Pumpjet

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profundidad de la arena, así comola extensión y espesor de la raíz demangle que se encuentra debajode ésta.

Para la documentación de todoslos hallazgos se utilizaron los croquisque se confeccionaban a diario, apartir del conjunto de coordenadasbrindadas por la combinación de lasmedidas triangulares y las delGPSd. Se comprobó en todas lasetapas su eficacia, y en la docu-mentación de las excavacioneseste método fue muy útil.

Se fue recolectando y ubicandocada elemento de interés para lainvestigación con vistas a orien-tarnos hacia dónde se concentra-rían las potencialidades del terreno.

Elementos de la estructura delbarco como herrajes indefinidos,clavos de diferentes tamaños,fragmentos de madera que en sutotalidad alcanzaban un nivel dedeterioro de más deI 70% ya eranploteados según su dispersión, y serealizó un muestreo para su iden-tificación posterior. Conjuntamentese tomaban imágenes fotográficasy de video de los principales objetosvisibles: cerámica porcelana orien-tal, cerámica ordinaria vidriada,vista en su totalidad en la superficiey a escasos centímetros de pro-fundidad de la arena. Esto últimomarcó la dispersión, cuando mástarde nos concentraríamos en lanumismática, la que a varios díasde trabajo ya había dado seña-les de existencia en pocas concentra-ciones y dispersas áreas. Tambiénestaban proyectiles de artillería demenor calibre, que eran recupera-dos en gran número por el detectorde metales, otros de gran calibre eranploteados a simple vista. Es sobre-saliente la abundancia de restos deperuleras muy fragmentadas en

Trabajos con Pumpjet

en días de bajas temperaturas era más factible la utilización de 2 trajes. Estohacía el trabajo más molesto, si se toma en cuenta que la profundidadpromedio era de 10 m y el buceo se alargaba en jornadas de 1h 30 min,aproximadamente. Dicho buceo era de tres a cuatro inmersiones diariaspor cada buzo, aunque en ocasiones, si el tiempo lo permitía, llegábamosa cinco. A medida que se penetraba en la arena, cada buceo nuncadejaba de fascinar.

Delimitada un área de intrusión que convencidamente crecería con elavance de los trabajos de campo, designamos el área de emplazamiento,tomando ésta subjetivamente como la de más perspectiva, y se nombró talárea como Zona N. Se plotearon puntos de interés con el GPSd, y a partirde ese momento se creó un Punto Base e implementó un sistema decuadrículas de control infinito. Para ello se tomó un punto cercano al ítem06, 23,17720° N y 82,15000° W, pues se encuentra en una posición dondees posible correlacionar horizontalmente todo el residuario.

Una vez llegado a ese punto, se controlaron todas las actividades deforma alternativa con el clásico sistema de medición directa con distanciasmétricas y angulares, y se realizaron mapas comparativos con más exac-titud. También se descartó la posibilidad de la pérdida momentánea de algúnítem por el movimiento constante de corrientes de arenas; además de brin-darnos el cálculo de errores introducido inevitablemente por el GPSd, puestodos los puntos de interés estarán ubicados por coordenadas globales.

Se comenzó cuidadosamente el muestreo a nivel de superficie en lascuadrículas 60; 61; 62, con el método del abaniqueo, y en algunos casosse utilizó la bomba de succión o Pumpjet para la determinación de la

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toda el área, pero llamativamente en las cuadrículas 61y 62, pues todavía a 60 cm de profundidad siguenapareciendo conglomeradas y hasta puede estimarseque están a más profundidad.

En todos los trabajos de prospección subacuáticos,las calas posibilitan tener una idea sobre la dispersión,potencia y concentración de evidencias materialesasociadas en el yacimiento, pues en muchas ocasioneslos sedimentos friables y consolidados las cubren, hacién-dolas invisibles, aun para la vista más experimentada.Una vez hechos los sondajes aplicamos el método deldeflector o Propwach, haciendo 7 calas de pruebaspuntuales y se localizó un conjunto de evidencias quefueron notadas en la etapa de colecta de superficie. Eldeflector es un método que tiene tantos detractorescomo defensores. A nuestro juicio, es una técnica que,racionalmente aplicada, permite avanzar en el trabajo.Cuando sabemos, por haber hecho calas, que no nosencontraremos estructuras de maderas u otras eviden-cias frágiles que puedan resultar dañadas por lascorrientes de agua generadas por la propela, esperfectamente lícito movilizar los espesores de arena através de esta técnica, con el consiguiente ahorro detiempo y recursos que ello implica. Un aspecto adicionales el vinculado con el control de las evidencias, pero estose resuelve con el cuadriculado y la designación de uno omás buzos especializados, mientras se realizan lasexcavaciones.

Después de un plano detallado de la superficie dela zona, aureola de dispersión del residuario, análisisde corriente de arena, masas de agua, formacióncoralina del sitio, y un estudio de factibilidad positivopor la importante aparición de evidencias materialesrealmente relevantes, sólo nos queda comenzar laetapa de excavación. En los meses de enero y febrerode 1997, el movimiento de corrientes de agua y dearena era mayor, de ahí que se iniciara una exca-vación continua y racional con Propwash, pues de otraforma se haría muy difícil la obtención de artefactos aniveles de 1,5–2 m de profundidad bajo la arena.

Nos dimos cuenta que bajo el sedimento seconservaban un sinnúmero de objetos que, conociendonuestros mares, su estado de conservación no seríael más deseado. Cada pieza rescatada, la madera y laclavazón denunciaban el deterioro al que ha estadoexpuesto nuestro sitio.

En esta etapa el Pumpjet o bomba de succión seutilizó en menor escala, si lo comparamos con el

Propwach que desempeñó un papel importante en elmovimiento de grandes espesores de sedimentosarenosos rocosos, imposibles casi de mover con elabaniqueo. Los espesores de arena oscilan en el áreaentre 0,50–2 m de espesor y es después de esta cotadonde encontramos sedimento consolidado o raícesde mangle. Se creó un sistema de mapeo donde cadamoneda o artefacto recuperado en cada cala eraubicado y referenciado con las evidencias anteriores.

Comenzamos por concentrar los herrajes de volu-men considerable en puntos previamente escogidos,tratando de no alejar cada artefacto más de 6 m de supunto original, es decir, se hicieron concentracionesde éstos y en cada punto donde en un radio de 6 mestaba la dispersión de los objetos. Se evitó, de estaforma, el movimiento a grandes distancias y el perderla distribución anterior de todo este herraje, tra-tamiento que se utilizó también en algunos casos conel lastre.

Otro análisis nos llevó a una zona algo más alejadadel sitio que llamaríamos Zona S. Grandes concen-traciones de lastre y herrajes nos llevaron a realizarun muestreo de superficie sin mucha suerte, en lo quese refiere a cerámica porcelana oriental y vidrio, debidoa su casi escasez. Sí apareció cerámica ordinaria vi-driada, restos de plomo y con asombrosa facilidad sepudo encontrar más de 100 monedas de plata a nivelesde superficie, otras en profundidades no mayores de30 cm. Por las calas de prueba en esta zona elsedimento no excede más de los 40 cm y algunos casossólo son visibles raíces de mangle. Se utilizó Pumpjety Propwach hasta tenerse detallada la zona, y recu-perada la mayor cantidad de objetos posibles.

La etapa de excavación nos llevó a determinar latotal distribución de todos los objetos, así como la con-fección de mapas de exploración y el análisis tannecesario para los geofísicos de la formación geológicade la zona. Fue una etapa importante para la colec-ta de muchísimas piezas y para el descubrimiento deítems que se encontraban por debajo de espesoresde sedimentación mayores de 0,60–2 m (ítems 09, 010,011, 012).

Ítem 09: dos cañones de hierro de 1,90 m de largo,cubiertos por una capa de coral que media en los 3 cmde espesor; éstos se encuentran muy cerca por la boca ya 60 cm por debajo de la superficie arenosa. Uno deellos mira 330° NW y el otro 55° NE y parecen estar enbuen estado de conservación (cuadrícula 50; 51).

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precisión en el levantamiento y ploteo, y mejorsistematicidad en la zona escogida. Sin duda quedóuna buena parte estéril. Nos aportó el 48,78 % de lasmonedas y el 60 % de todos los objetos rescatados.

Un dato de interés para el futuro son las anomalíasdetectadas en las coordenadas 23,1774° N y 82,1520°W, a 150 m, NW del ancla 06, señaladas con el número7 del mapa de magnetometría María-8, realizado el 22de octubre de 1996. Éstas se muestran como tres cajasde hierro con un aproximado de 1,5 m3 completamentellenas de clavos y herrajes del pecio Nuestra Señora delas Mercedes. Las cajas aumentan su grado de deteriorosegún las condiciones que las rodean, y dejan caerparte de este herraje que luego se oculta en la arena.Estos envases llevarán un cálculo de 10 años,seguramente, por trabajos anteriores de la empresaCARISUB, y es posible que en varios años más éstosse degraden, al punto de dispersar el contenido y setienda a confundir a futuros arqueólogos en cuanto alárea de dispersión generado por el propio pecio.

La dispersión de artillería estuvo marcada, fun-damentalmente por los 5 cañones y por los más de1500 proyectiles de mosquetería dispersos ma-yoritariamente en estas cuadrículas. Otras, comobalas de cañón, se concentraron en pocas cantidadesy distantes unas de otras, sólo 8 de 80 mm (minion omedio sacre) y 7 de 120 mm (medio cañón o cuarto decañón).

Ítem 010: cañón de hierro de 1,90 m de largo,cubierto por una capa de coral que media en los 3 cmde espesor. La pieza se encuentra inclinada, por loque la parte más profunda (cascabel) está a 1 m pordebajo de la sedimentación con incrustación deproyectiles. Su culata mira 305° NW y parece estar enbuen estado de conservación (cuadrícula 52).

Ítem 011: cañón de hierro de 1,90 m de largo cubiertopor una capa muy fina de arena que ocupa sólomilímetros de espesor. La pieza se encuentra enperfecto estado de conservación y sumergida en laarena a 50 cm. En su parte central, alrededor de losmuñones, y en la boca, se encuentran colocadosánodos de sacrificios como posible forma deconservar y retener su oxidación; su boca mira a 290°NW (cuadrícula 39).

Ítem 012: Piezas de material un poco dudoso, conun alto componente de plata; varían en forma ytamaño. Algunas son pentagonales, hexagonales,cilíndricas, aplanadas y perforadas en el centro. Otraspiezas son pebeteros decorados con relieves, barrasy discos de plata. Todas fueron halladas en grupos aniveles de superficie, y son custodiadas hoy por laempresa Sermar S.A.

Ítem 013: pieza de madera en buen estado de 30cm de ancho, 5,5 m de largo con clavos en su interior,aproximadamente cada un metro (cuadrícula 54).

Ítem 014: piezas de madera en pésimo estado queforman un conjunto, unidas por clavos en muy malascondiciones. Alrededor de éstas no era difícil encontrarmonedas de plata y lastre, por lo que la asociamos comoparte de la nave, a pesar de su distanciamiento con lazona norte y dentro de la zona sur (cuadrícula 164).

Otro método de excavación utilizado fue con elcoral, donde era necesario la agresión de éste al uti-lizar herramientas de cortes y palancas por el creci-miento en grandes volúmenes de la roca, debido a labaja profundidad; en ocasiones el acceso a la pieza eramínimo, por lo que se penetraba el arrecife de formaabrupta y muchas veces incómoda para el buzo, quientenía que despojarse de equipos para llegar a ella.

Se obtuvieron, de esta forma, elementos de artillería,piezas de bronce, porcelana y cerámica Abó Polícromo,además de aportar el 23,65 % de las monedas. Fueronrecolectadas el 25,07 % por el método de excavacióncon PropWash; y el legendario método de abaniqueonos aportó toda la mayor información recopilada hastael momento con un buen número de objetos, mayor

BIBLIOGRAFÍA

Mota, Francisco (1984): Piratas en el Caribe, Ed. Casa de lasAméricas, La Habana.

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Intervención arqueológica en la casade los Marqueses de Arcos

Por: Carlos A. Hernández Oliva y Lisette Roura Álvarez

Esta investigación es el resultado de una seriede excavaciones realizadas en una de lascasas más importantes de la Plaza de laCatedral, en La Habana Vieja, antigua moradade personajes ilustres de la ciudad, desde bientemprano el siglo XVIII.La búsqueda de información documental, laspruebas geofísicas practicadas en el inmueble,y la implementación de una estrategia deexcavación horizontal, que abarcara la mayorporción de terreno disponible, secomplementaron para dar como resultado unavisión mucho más amplia de los procesos detransformación a que estuvo sujeto el lugar.

Resumen

Abstract

This research is the result of a series ofexcavations undertaken in one of the mostimportant houses located in the area ofCathedral Square, Old Havana. This housewas the former dwelling of illustrious figuresof the city right from early 18c.The search for documentary information, thegeophysical tests undertaken in the houseand the implementation of a strategy forhorizontal excavation that covers most of theplot of land available, were complementedso as to have a wider approach of thetransformations that took place there.

Introducción

La casa, antigua morada de los Marqueses de Arcos, constituye unode los exponentes principales en la arquitectura barroca del siglo XVIII. Sele considera no sólo como monumento insertado dentro del esplendorde La Habana, sino también en el período colonial en Cuba.

Todo en ella emana solidez, la belleza está lograda a base de equilibrio,asimetría bien pensada, decoración mural, carpintería, etc. Esto se rematacon una monumentalidad trascendente, como es el caso de la escalera,que se agazapa detrás de un abocinado inicial, sorprendiendo con elespacio suficiente para lograr una impresión espacial fuera de lasdimensiones humanas.

Mapa correspondiente al siglo XIX, donde se muestra la ubicacióndel palacio de los Marqueses de Arcos

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Fachada del Palacio de los Marqueses de Arcos por la calle Mercaderes

Pintura mural ubicada en la escalera principal.Corresponde al siglo XVIII, la más antigua encontrada en el inmueble

El inmueble. Síntesis histórica

Esta casa está ubicada en el contexto urbano de laPlaza de la Catedral, entre las calles Empedrado yO´Reilly. Su fachada principal mira hacia la calleMercaderes y está marcada con el número 16, aunquela más popular es la que da hacia dicha plaza con suamplio portal de cinco arcos de medio punto al frente,y uno en cada lateral.

Según actas del Cabildo, las primeras mercedacionesotorgadas en las inmediaciones de esta zona, datan delaño 1550, tal y como puede verse a continuación:

Cabildo 29 de agosto de 1550Diego de Córdova presentó petición de un solar que lindaba

con el solar de Alonso Hernández y Catalina la horra.

Mediante documentos se ha comprobado que elauge urbano en la llamada Plazuela de la Ciénaga nodisminuyó en el siglo XVII, por el contrario, se consolidacon el paso del tiempo. Se sabe que ya en 1707, el Dr.Teneza, primero en inaugurar los Protomedicatos deCuba (Arrate 1964), era el dueño de parte del solardonde se ubica hoy la casona en estudio, así como lasseñoras Melchora y Josefa Avilés.

Algunos historiadores dan como fecha de inicio defabricación de la actual construcción al año 1741, puescuando el 15 de marzo de 1742 muere el DoctorFrancisco Teneza, la casa ya es propiedad de Don Diegode Peñalver y Angulo, Tesorero de la Real Hacienda,quien la había comprado al doctor.

El 29 de julio de 1746, dicho tesorero solicita que seautorice cerrar, con las construcciones que se están ha-ciendo en su vivienda, un callejón que comunicaba laCalle de los Mercaderes con la Plazuela de la Ciénaga yobtiene el permiso ese mismo año. En 1751, el inmuebleestaba aún en construcción, observándose ya en un planode Jorge Abarca, fechado hacia 1757, el callejón cerrado.

El 31 de julio de 1771 muere en La Habana elpoderoso Diego de Peñalver, dejando a su primogénitoIgnacio Peñalver y Cárdenas como heredero de lacasa, al que se le concede el título de Marqués deArcos por Real Despacho del 15 de noviembre de 1792,quien funge además como Tesorero General del Ejército,Real Hacienda y Marina de La Habana, IntendenteHonorario de Provincia y Comisario Ordenador de losReales Ejércitos. Éste efectúa reformas constructivasen su casa, habilitándola como tesorería.

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de tierras en función de poblar la villa, tal y comopuede verse en las Actas Capitulares, no descartandola posibilidad de que algunos vecinos habitaran la zonadesde antes, pues las referidas actas sólo se conservana partir de 1550.

Con certeza, no parecía ésta un paisaje agradable,pues todos conocemos las peculiaridades de un terrenopantanoso. Aparentemente, el hecho de que hacia ellugar se produjera una pendiente de vasculacióngeomorfológica negativa (tomando como puntos dereferencia la Loma del Ángel y trazando una línea enel mismo sentido de la muralla hasta la actual estaciónde ferrocarriles) provocaba que parte de las aguasfluviales corrieran hacia el lugar, y éste por ser tan bajo ycercano al mar las mantuviera y evacuara lentamente.

Según estudios topográficos, realizados por C. A.Hernández Oliva en algunos puntos del área y apo-yado además en la cartografía antigua y actualpudimos reconstruir tentativamente el perfil de la zona:hacia el norte, la Catedral parece haber sido edificadasobre la propia ciénaga, pues las excavaciones rea-lizadas en la Capilla de Loreto (Hernández 1989) con-firmaron la existencia de rellenos antrópicos hastalos 2,40 m de profundidad, entrando en contacto conel manto freático. Hacia el sur, la casa de los Condesde Bayona está asentada sobre la roca caliza estruc-tural, en todo su frente; los portales de Marqueses deArcos marcan el centrado hacia esa zona, retroce-diendo algo en la medida que nos adentramos en lavivienda contigua, antiguo domicilio de los Pedroso.Hacia el oeste, la galería frontal que da paso a losportales de la casa del Marqués de Aguas Claras enlínea con la calle San Ignacio, parece marcar otro perfil.Si esto es cierto, la ciénaga tendría una forma elipsoidalalargada, en dirección a la Catedral y su desagüe ensentido a la calle Empedrado, pudiendo recibir el apor-te desde todos los puntos ubicados al oeste y noroeste.

Es obvio que, cuando se comenzó a poblar, hubode ir rellenándose, lo que a juzgar por las excavacionesarqueológicas de la Catedral, ubica su antiguo nivel acasi 1,50 m por debajo de la actual plaza; téngase encuenta que la iglesia se levanta a casi 1,00 m por encimadel nivel referido. Esta actividad parece haber conclui-do hacia 1603, pues en el plano de Cristóbal de Rodano aparece referencia alguna a ciénaga en forma detopónimo. En cualquier caso, la traza urbana de finalesde los siglos XVI y XVII, debió cambiar definitivamentesu conformación primaria.

A principios del siglo XIX, específicamente el 14 deseptiembre de 1804, muere el primer Marqués de Arcos,dejando como heredero a su hijo José María Peñalvery Navarrete. Ese mismo año, pero el 23 de noviembre,muere el segundo marqués y los bienes los heredaIgnacio Peñalver y Peñalver, tercer Marqués de Arcosy Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica. Pocosaños después, los marqueses se mudan hacia unacasa sita en Acosta e Inquisidor, y con posterioridadpasan a residir en el extranjero.

En 1828 la casa es alquilada por la Administraciónde Correos, la cual permanece allí hasta 1842. Dosaños después, La Sociedad del Liceo Artístico yLiterario de La Habana empieza a radicar en la casona,funcionando dentro del mismo una escuela de pintoresmuralistas. En esta fecha se realizan modificacionesnotables al inmueble, readecuándolo a sus nuevasfunciones. Muchos de estos cambios han permanecidohasta nuestros días, como, por ejemplo, el piso de mármolblanco que cubría completamente la planta alta.

En 1869 se disuelve dicha sociedad, tras la muertede su fundador, el patriota Ramón Pintó. Luego, lacasa tuvo varios usos como oficinas de distintosnegocios, almacenes, etc., hasta que el 23 de octubrede 1934, a través del Decreto Ley no 693, es declaradala Catedral de La Habana y los edificios que la rodeanMonumento Nacional.

Actualmente, el edificio se encuentra siendo objetode una larga y complicada restauración por parte dela Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana,donde se intenta devolverle la magnificencia deantaño.

Paleogeografía

Las construcciones en la ciudad se estudian, por logeneral, haciendo caso omiso de las característicasnaturales del entorno en las cuales están emplazadas.De este modo, la necesaria relación hombre-naturaleza es obviada, pese a que en muchasoportunidades las condiciones geomorfológicas delterreno llegan a condicionar el ritmo, la forma y lacalidad de la obra constructiva.

Uno de los objetivos de nuestra intervenciónarqueológica, era demostrar que el inmueble enestudio se encontraba encima de la frontera de lainicialmente llamada Plazuela de la Ciénaga, parajehacia el cual se establecieron las primeras mercedes

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Arqueología

Una serie de trincheras y calas exploratorias fueronimplementadas con el objetivo de ampliar el rango deperspectiva dado por las pruebas geofísicas, y pun-tualizar con mayor exactitud las áreas potenciales.Estas fueron tres, la primera se ubicó en el área con-tigua al zaguán de la casa, encontrándose solamenteun canal construido de ladrillos, que pudo haber estadoen contacto con el aljibe. Todo parece indicar que, conel objetivo de servir como aliviadero, éste fue habi-litado en el siglo XIX.

La unidad exploratoria no 2 se colocó en la zona delpatio central, lo que dio como resultado la localizacióndel aljibe principal de la casa. Éste se halló con parte deltecho obliterado y se pudo comprobar que fue exca-vado en la roca caliza natural del terreno.

La tercera y última exploración se practicó en ellocal por el que se accede al traspatio, y se halló unagran cantidad de tuberías de aguas albañales, corres-pondientes a la segunda mitad del siglo XIX, y la rocaestructural, a pocos centímetros de la superficie.

Cuatro áreas de trabajo fueron intervenidas desdeel punto de vista arqueológico, dentro del inmuebleen estudio. La primera de ellas fue colocada en unade las galerías que rodea el patio central, y lasrestantes se ubicaron en tres de las habitacionescontiguas al traspatio.

Excavación 1

La galería norte del patio central fue la escogidapara realizar una trinchera de 2 m de ancho, 6 delargo y 1,90 de profundidad máxima. El piso de losaisleña se encontraba fracturado y hundido, por lo quepudimos deducir momentos de reacomodo de sedi-mentos antrópicos a lo largo de la existencia de estaedificación.

La estratificación resultó ser bastante variada yrepresentativa de los momentos de transformacionesacaecidos. El tercer nivel estaba conformado por unpiso compuesto de ladrillos. Este pavimento parececorresponder a un momento habitacional anterior ala conformación de esta casa en el siglo XVIII, fechaen la que Diego Peñalver reconstruye y amplía elinmueble. Por lo tanto, todo parece indicar que en estaárea podemos ubicar el foco evolutivo de lo que seríadespués la morada de los Marqueses de Arcos, aunque

Vista parcial de la excavación # 1,área donde se exhumaron varios artefactos de factura aborigen

desde el punto de vista dimensional es imposibledefinir, a nivel del uso de los espacios domésticos, lasdiferentes áreas de ocupación, tomando como baseel resultado de esta excavación.

Así mismo, la presencia de horconaduras en estazona nos está definiendo la existencia de, por lo menos,una estancia construida de madera u otros elementosde naturaleza orgánica, en tanto no se encontraronrestos de muros de cantería o sus negativos.

Los estratos cuatro, cinco y seis denotan un mo-vimiento térreo antrópico, quizás con el objetivo deelevar el nivel del terreno en relación con la ciénaga,y así pavimentar y situar las horconaduras sin correrel riesgo del hundimiento de las fábricas. Todo pareceindicar que esto ocurrió en algún momento anterior alsiglo XVIII, pues salvo excepciones intrusivas, las tipo-logías de artefactos hallados en estos sedimentossecundarios no sobrepasan el año 1650, como porejemplo fragmentos de vidrio soplado y una ampliavariedad de mayólicas entre las que se encuentran laColumbia Plain, Santo Domingo Azul sobre Blanco,Sevilla Azul sobre Azul, Ichtucknee Azul sobre Blan-co, Morro, etc.

El séptimo y último estrato natural excavado,contenía solamente una pequeña área de fogón con

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Cronológicamente hablando, el callejón llamado deTeneza, por ser éste el dueño de las casas colindantesal mismo, es la estructura más antigua e importan-te de esta zona intervenida. Este callejón comunicabala calle de los Mercaderes con la Plazuela de laCiénaga, dividiendo la casa en la actualidad existente.Cuando Diego Peñalver compra las propiedades ycomienza la reconstrucción y ampliación de suvivienda, en 1746, este paso queda sepultado, pueslas propiedades se convierten en una sola, muyparecida a la que tenemos hoy en día. Es quizás enese mismo momento, en que se abre la cavidadrectangular encontrada, probablemente con la fina-lidad de aprovechar la piedra natural para facilitar yabaratar las obras constructivas.

Este hoyo se encontró repleto de sedimentos antró-picos secundarios, hasta una profundidad de 2,40 m.Durante todo el trabajo excavatorio se pudieron obser-var las huellas de corte hechas en la piedra y es porello que tomamos en cuenta la posibilidad de aprove-chamiento de la roca caliza como materia prima, pro-cedimiento muy usual en las fábricas de entonces.

El canal encontrado, probablemente formaba partedel drenaje de la caballeriza. Fue construido a basede ladrillos fraccionados y enteros, y a través de él loslíquidos eran conducidos a la base de lo que pareceser un depósito que posiblemente contuviera el aguadentro de la caballeriza, lo mismo con la función deasear el piso, dar de beber a las bestias o para limpiar

abundantes cenizas. En esta zona se localizaronfragmentos de una cazuela de hierro en avanzadoestado de oxidación, resultado evidente de la accióndel agua en el tiempo; se trata de un típico trípode,muy común en las cocinas habaneras hasta bienentrado el siglo XIX. En este mismo nivel se colectaronbastantes restos dietarios de cerdos, aves y pescados,entre otros. Además, un fragmento de burén, unraspador de Codakia orbicularis, una gubia, un pico yun martillo, elaborados en Strombus sp; evidencias deindudable filiación aborigen. Por sus características,no dudamos en clasificar esta basura como primaria(Schiffer 1976), testimonio de un antiquísimo momento,ubicable quizás, como parte de los primeros intentosde poblar el inhóspito paraje de la ciénaga por parte delos grupos remanentes de los aborígenes que con-vivían en la villa junto a los vecinos europeos.

Excavación 2

El área intervenida está ubicada entre la zonacentral de la casa y las habitaciones contiguas altraspatio. Alcanzó unas dimensiones de 14 m de largo,5 m de ancho y 2,40 m de profundidad. En sentidogeneral se hallaron abundantes y variadas evidencias,pero sin dudas las más relevantes fueron tres: unacanal, un orificio excavado en la roca y un antiguocallejón, poniéndonos de manifiesto diferentesmomentos de acción antrópica en esta área.

Trabajos en la excavación # 2,En primer plano, restos del Callejón de Teneza

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el área. Este canal parece tener relación directa con lasegunda mitad del siglo XVIII, cuando dicho espacio seencontraba en función de los caballos. Experimentosrealizados para determinar la inclinación de la pen-diente, arrojaron que el agua corre hacia el pequeñodepósito, sin olvidar que dicho canal está roto en unode sus extremos. Al correlacionar, salta a la vista queesta modificación coincide con el cese de la funciónoriginal de esta estructura, suceso que bien pudoocurrir a finales del siglo XVIII o principios del XIX, puesla presencia de loza Crema y Perla dentro de esteelemento así lo atestigua. Posteriormente, cuando elinmueble pasa a ser correo o liceo, ante un nuevocambio, pierde sus funciones y fue levantado el nively ubicado el piso de losa isleña hasta nuestros días.

Excavación 3

Por el lado sur de la casa, esta nueva área a trabajarmarca el límite de las parcelas añadidas a los dominiosde Diego de Peñalver en el siglo XVIII. Se levantó toda lahabitación contigua al traspatio, para ir descubriendoun total de 20 m2, hasta una profundidad de 1,80 m.

Al comenzar los trabajos de excavación en dichaparte de la casa, todo el equipo estaba de acuerdo enque el lugar ideal para colocar una letrina era éste.Varias razones nos inducían a pensar en ello: su ubica-ción en el sitio más discreto y apartado de la casa, lasdimensiones de la habitación y la cercanía a las zonasdonde, supuestamente, se efectuaban las actividadesdomésticas, es decir, área de cocina y caballeriza.

Apenas retirado el piso de losa isleña y una delgadacapa de relleno, aparecieron las estructuras de piedrasque conformaban el espacio subterráneo perfecta-mente definido. Un razonamiento elemental nos con-dujo a pensar que este espacio perdió la capacidadfuncional para el que fue concebido, y por lo tanto nopodía permanecer abierto, so pena de inutilizar unárea de la casa y poner en peligro la integridad físicade uno de sus moradores.

Inicialmente, aceptamos sin discusión que se tra-taba de una letrina, que fue vaciada en función demejorar las condiciones sanitarias del inmueble. Unacasa con tales magnitudes, debía tener una servidum-bre numerosa y generar, por consiguiente, un volu-men de basura considerable, para lo cual necesitabanun espacio sanitario de grandes proporciones, algomuy común en La Habana de entonces.

Este núcleo excavatorio se caracterizó por la es-casez de otro material que no fuera el vidrio; apa-recieron solamente algunos restos de mayólicaespañola y loza inglesa. Es de destacar la gran cantidadde botellas de ginebra y cerveza marca La Campana,algunas tan bien conservadas que aún podían leerselas inscripciones de las etiquetas. Esta marca teníasus oficinas comerciales en la Calle de los Oficios(Roselló, comunicación personal) y era conocida so-lamente como importadora de ginebra, por lo que elhallazgo de botellas de cerveza en esta excavaciónconstituyó un nuevo reporte para la ciudad. Este tipode recipiente se comercializó en La Habana duranteel último cuarto del siglo XIX (Quevedo, com. pers.).

Evidentemente, varios fardos de este materialfueron vertidos para rellenar el espacio, puessabemos que los materiales térreos eran escasos ycaros, supliéndolos, en muchos casos por grandesconcentraciones de basuras, como por ejemplovidrios.

Tampoco es descartable que, tomando en cuentalas modificaciones morfológicas del espacio, estemosen presencia de un colector sanitario fabricado en elsiglo XVIII, quizás como parte de la vivienda contigua,quedando posteriormente incorporado a las propie-dades que Peñalver comprara a Teneza.

Fragmentos de botellas de cerveza La Campana,encontrados en la excavación # 3

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Excavación 4

Finalmente, se decidió intervenir la habitaciónintermedia entre las excavaciones 2 y 3, colindantetambién con el traspatio de la casa, obteniendo así unseguimiento espacial de toda esta zona para un mejorentendimiento de la dinámica del inmueble. El áreaarqueológica alcanzó unas dimensiones de 24 m2 yuna profundidad de 2,00 m. Alrededor de los 0,60 mfueron descubiertos varios muros que, sin dudas,pertenecieron a otro colector sanitario.

El funcionamiento de esta estructura va a estarcaracterizado por dos conexiones o tiros de desperdicioshallados en una de sus esquinas. El primero vinculadocon la cochera y cocina, el segundo con una posibleentrada desde los pisos superiores, donde se vertíanlas excretas humanas y otros desperdicios de origenantrópico que se generaban como producto dedisímiles actividades domésticas. Los dos conductos,junto al habitual agujero encima de la estructura pordonde también se votaban los desechos, que se usabaademás como baño, tenían una frecuencia absolu-tamente anárquica, que debía estar supeditada a lairregularidad propia de la actividad humana, por lotanto las modificaciones del contexto deposicional vana estar signadas por esta realidad.

Como consecuencia de la gran cantidad de dese-chos líquidos dentro del común, todos los demás vana sufrir un proceso de reacomodamiento mucho máscomplejo desde el punto de vista deposicional, de loque tradicionalmente estamos acostumbrados areconocer. Todo parece indicar que el tranquilo yequilibrado cono de deyección, tantas veces descrito,no pasa de ser, al menos en este caso, una ilusión.

Este común estaba constituido por dos estratos: elprimero se conformaba por un gran mélange, donde ladiversidad y fragmentación de ceramios evidencia unbasural secundario dislocado (South 1976), por lo queextraer conclusiones cronoestratigráficas no resultasensato. Las evidencias extraídas de la parte no pertur-bada, parecen haber sido arrojadas como resultado dela pérdida de sus atributos. Ello puede haber sidoocasionado por un cambio en las vajillas, como el quesucede en el último cuarto del siglo XVIII, cuando Wedwood(Hume 1992) le añade azul de cobalto a la loza Crema ypopulariza la loza Perla que desplaza rápidamente delmercado a su predecesora. Ante el influjo de lo nuevo,quedaron arrinconadas, ocupando espacio inútilmente,las otroras cotizadas fuentes, tazas y bacinillas de QueenWare. Al mismo período corresponden los materialesrecuperados, tal como la misma loza Crema, Biscocho,Cerámica Ordinaria y una gran cantidad de restos dedieta, tales como: escamas de pescado en cantidadesconsiderables, espinas, huesos de Sus scrofa, de Bos taurusy de diversas aves, y fragmentos de cáscaras de huevo.Estas evidencias pudieran correlacionarse con el mo-mento histórico ahora tratado.

Vista de los artefactos hallados en la excavación # 4

La numismática constituyó un elemento cronodia-gnóstico insuperable que corroboró los fechados relati-vos proporcionados por la cerámica. Vemos entoncescómo la moneda de mayor antigüedad, encontradahacia la profundidad del colector, dentro del estratoprimario, fue emitida en el año 1786, y la más tardía en1814. Esta última suprayase a los desperdicios del colector,o lo que es lo mismo, formando parte del relleno secun-dario dislocado, lo que confirma que la letrina estuvo enuso, al menos desde 1786, y fue vaciada en algúnmomento posterior a 1814, probablemente como partede las transformaciones acaecidas en el inmueble,durante la primera mitad del siglo XIX.

Reflexiones finales

Encarar la comprensión sobre la dinámica de uninmueble con tan larga vida como el estudiado, nos con-duce, incuestionablemente, a postular hipótesis yformular criterios no siempre exitosos y permanentes.En sentido general, podemos establecer la evolucióncronoespacial del sitio, combinando la información do-cumental, cartográfica y arqueológica. Tratando deganar en organización de la información, hemosdividido la historia de la vivienda en cuatro etapas:

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Primera etapa

Comprende los siglos XVI y XVII, cuando las autori-dades capitulares conceden mercedes de tierra haciala zona. Esta información resulta de difícil microem-plazamiento, pues las referencias comprenden a laPlazuela de la Ciénaga en sentido general, sin precisardónde ubicar una casa u otra. Sin embargo, el nivel depiso y las huellas de horcones encontrados en laexcavación no. 1 son testimonios inequívocos de habi-tación, como parte del proceso expansivo en el aspectourbano que sufría la villa.

La convivencia de componentes de factura aborigene hispana, corroboran lo temprano de los restos, y quelos primeros no fueron exterminados absolutamente.Tal convivencia denuncia, más que cualquier otracosa, una relación intercultural, donde los estratossociales están perfectamente definidos, pero cuandodichas evidencias se incorporan al registro, pierdenlos atributos que factibilizan hacer la distinción.

Segunda etapa

Se relaciona con la conceptualización del inmuebleantes de su estructura básica actual. Esto ocurrió,aproximadamente, en la primera mitad del siglo XVIII,cuando el protomédico real Dr. Teneza, personajeprincipalísimo de la ciudad, adquiere los dominios delas casas existentes en dicho paraje.

Poco ha quedado impreso en el registro arqueo-lógico que nos dilucide aspectos sobre morfología,usos y readecuaciones de los espacios por esa fecha.Esta realidad es la que nos lleva a apoyar la idea deque, a nivel horizontal, la casa no sufrió grandesmovimientos desde el punto de vista de traza general.Si despojáramos al edificio de la planta alta, los porta-les que dan hacia la Plaza de la Catedral, la portadabarroca y del traspatio, tendríamos una imagen muysimilar a la de los tiempos en los que el Dr. Teneza erael propietario de la zona.

Tercera etapa

Corresponde al momento en que Diego Peñalvercompra las casas del protomédico, a uno y otro ladodel callejón, para levantar uno de los inmuebles másrepresentativos de la arquitectura colonial cubana. Deesta época es la reconstrucción que proponemos, si

atendemos al registro, las decoraciones, observación delos elementos arquitectónicos, información histórica yparticular.

Las funciones domésticas se realizaban, preferen-temente, en la planta baja y el entresuelo. La pre-paración de los alimentos, almacenaje de bienes derango económico (como azúcar y tabaco), serviciossanitarios, custodia y aseo de carruajes y bestias detiro, disponían de su espacio específico. El movimientodel personal doméstico en servicio hacia las habitacionesse lograba a través de una escalera ubicada en lahabitación inmediata anterior a los portales, de la quesolamente queda una huella similar a la existente enla oficina de la tesorería. Todo parece indicar quePeñalver tenía acceso directo desde su oficina, ubicadaen el entresuelo, hacia la planta alta, sin tener necesidadde acudir a la vía de acceso principal de la casa.

Finalmente, en la planta alta se ubicaban los espa-cios absolutamente reservados para los dueños dela vivienda. El comedor parece estar situado hacia laPlaza de la Catedral, mientras que un salón de idénticasproporciones hacia la calle Mercaderes pudo ser em-pleado como lugar de reuniones sociales. Los dormi-torios se encontraban al sur, donde la privacidad y elsilencio debieron garantizar el descanso, amén de estarconectados, como suponemos, con la oficina de latesorería.

Las pinturas murales de galerías y habitacionesjerarquizan estos espacios. Grandes medallones, con-tentivos de escenas urbanas, y cenefas lujosamentedecoradas, debieron contribuir a embellecer y propi-ciar una atmósfera agradable para la estancia.

Cuarta etapa

Comprende el siglo XIX, cuando el inmueble pierdesu condición doméstica y pasa sucesivamente deAdministración de Correos a Liceo Artístico y Literario.En esta etapa se hicieron amplias transformacionesespaciales, con el objetivo de reacondicionar zonasde la casa que perderían sus funciones primarias, entanto el carácter eminentemente familiar se perderíairremediablemente. Por ejemplo, desaparece la o lascocinas de la vivienda; ambos colectores sanitariosentran en desuso, y en la planta alta los accesos de lasgalerías este y oeste, y sus respectivos salones,sufrieron transformaciones notables. Además, lapuerta del salón que mira hacia la calle Mercaderes

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fue ampliada, para lo que se aumentaron los puntosde apoyo con columnas de hierro e interiormente sedividió el espacio con un tabique de ladrillos; laspuertas y ventanas hacia la Plaza de la Catedraltambién se modificaron, aspecto éste solucionado porel restaurador Bay Sevilla, cuando acometió lostrabajos de restauración en la década de los treintasdel siglo XX.

Este esbozo de reconstrucción constituye, más quecualquier otra cosa, un empeño por movilizar y combinarla información proveniente del registro arqueológico.Visualizar un inmueble, más allá de su especificidad arqui-

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tectónica e histórica, implica el riesgo de la subjetividady el error, al intentar mostrar algo que está distanciadopor la aparente insuperable barrera del tiempo. Eleufemismo que se desprende de lo anterior, nos permitecreer que podemos romper esa barrera, y lo hacemosen la medida que nos acerquemos a la verdad comoconcepto, no totalitaria, pues se trata de nuestra verdad,atada a una coordenada temporo-espacial concreta,dependiente, en última instancia, de nuestra capacidadinterpretativa, no en función de imaginar –privilegio detodos– sino de explicar, interpretar, deducir, inferir.

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La subsistencia del cimarrón:estudio arqueológico*

* El presente artículo fue presentado en el 67 Meeting de la Sociedad de ArqueólogosAmericanos, celebrado en Denver, Colorado, en abril del 2002. Su versión en lengua inglesa formaparte de la compilación «Dialogues in Cuban Archaeology» que se encuentra en prensa en laeditorial de la Universidad de Alabama. El autor agradece al paleontólogo W. Suárez y alarqueólogo J. Martínez la clasificación de los restos óseos y su importante participación en lostrabajos de campo. La sistemática para la recolecta y procesamiento de la información fueelaborada por el autor sobre la base de los trabajos de Beovide (1995), y Pintos y Gianatti (1995).1 De oeste a este, las mayores alturas son Sierra del Esperón, con 250 m de altura sobre el niveldel mar, Loma del Grillo, con 321; Loma el Palenque, con 327 y El Pan de Matanzas, con 381.

Por: Gabino La Rosa Corzo

El presente trabajo sintetiza el estudioarqueológico de cinco cuevas que sirvieron derefugio a esclavos prófugos en la primera mitaddel siglo XIX, en las Alturas Habana-Matanzas.Se ponen al descubierto importantes aspectosde la vida cotidiana de estos grupos humanos.Se definen las fuentes de alimentos cárnicos yla presencia de tradiciones y costumbresadquiridas en los hábitos alimenticios.

Resumen

Abstract

This paper summarizes the archaeologicalstudy undertaken in five caves which servedas hiding places for runaway slaves in theheights known as Habana Matanzas duringthe first half of the 19c. Significant aspects ofthe every day life of these human groups areunveiled. The sources of meat are defined aswell as the existence of traditions andcustoms obtained within the forms ofnutrition.

En la región occidental de la isla de Cuba, entre las provincias de LaHabana y Matanzas, se extienden, de este a oeste, dos cordilleras mon-tañosas de relativa poca altura.1 La del norte se denomina Alturas delNorte de La Habana-Matanzas, y la del sur, Alturas del Centro de LaHabana-Matanzas. En la primera de éstas se sitúan los sitios arqueo-lógicos que fueron objeto de investigación.

Las llanuras y suaves colinas que rodean dichas cordilleras sirvieronde base a la expansión de la economía de plantaciones esclavistas que

Alturas del Norte de La Habana-Matanzas. Localización de los sitios sometidos a estudio

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se desarrolló en los primeros años del siglo XIX.2 Esteproceso alcanzó, en la región estudiada, sus nivelesmás elevados en la segunda y tercera década delreferido siglo, y alteró sensiblemente el paisaje de losterritorios llanos, que se cubrieron casi totalmente conlas nuevas unidades económicas; no así las eleva-ciones de la cordillera montañosa mencionada quequedaron deshabitadas como habían estado hastaentonces.

Debido al proceso expansivo y el considerableaumento de la población esclava en la región,3 consus secuelas sociales represivas, las partes desha-bitadas del territorio, que por sus propias condicionesnaturales no se habían incorporado de manera directaal proceso productivo, se mantuvieron cubiertas debosque y prácticamente desconocidas. Estos espaciosresultaron un estímulo para los esclavos, quienesvieron en ellos la posibilidad de refugiarse tem-poralmente con el objetivo de aliviar el severo régimende servidumbre al que eran sometidos.

El espacio de los cimarrones

Las elevaciones que integran las Alturas del Nortede La Habana-Matanzas presentan, en lo fundamental,una morfología definida por el carso cónico. Estoproduce elevaciones casi siempre empinadas que selevantan abruptamente sobre el llano circundante,aunque en este caso no muy altas si se les comparacon las cordilleras orientales de la Isla, pero cubiertasde una espesa vegetación y cortadas por profundoscañones, grietas y abras, y sembradas de solapas ycavernas.

Según un informe rendido por una autoridad localde El Naranjal, Matanzas, en 1849, década de mayordesarrollo de la economía de plantación esclavista en

2 Según un plano que se pudo consultar en el Fondo de Mapas y Planos del Archivo General de Indias (AGI, Santo Domingo, 335), las fábricas deazúcar existentes en 1766 se concentraban en las llanuras del sur de La Habana. Pero con las primeras décadas del siglo XIX, el desarrollo de laplantación azucarera y cafetalera demandó el desmonte de nuevos territorios. El carácter extensivo de la explotación bajo este sistema producía unrápido agotamiento de los nutrientes del suelo y el agotamiento de la madera (bosques) necesaria como combustible. El aumento de la demandade azúcar y café en el mercado internacional, a partir de la última década del siglo XVIII, como consecuencia, en lo fundamental, de la ruina de laproducción haitiana, produjo la expansión hacia el este, de ahí que se ocupasen en los primeros momentos todas las llanuras desde el extremooccidental de La Habana hasta Colón, en Matanzas. Inmediatamente la expansión alcanzó los Valles de la región central.3 En el año de 1841, que iniciaba una de las décadas de mayor desarrollo de la plantación esclavista, la región occidental contaba con 32, 274esclavos que representaban el 73,60% del total de esclavos de la Isla, 650 ingenios que representaban el 53,15 del total y 1,141 cafetales querepresentaron el 62% de los existentes en ese año (Comisión de Estadísticas 1842). En el año de 1857 el azúcar que salía de los ingenios deMatanzas, Cárdenas y Colón representaba el 55,56% de las exportaciones, que en ese año fue de 436,030 toneladas métricas (Moreno 1986: 141).4 Estudios similares se emprendieron en las Cuchillas del Toa, en la región oriental de la Isla, lo que posibilitó la localización de numerosos restos dealdeas fundadas por esclavos prófugos, conocidas por palenques (La Rosa 1992).

la Isla, se afirma que el extremo más oriental de lasalturas mencionadas «son muy escabrosas y la subidaa ellas bastante peligrosa por los riscos». Y más adelanteagrega que desde aquellas alturas los cimarrones «venperfectamente todo cuanto movimiento se haga a losalrededores y se ausentan al momento pues ellosacostumbran a tener vigías constantemente a laexpectativa de cualquier movimiento y la defensa quetoman es de huir hacia otra parte» (A.H.P.M., GobiernoProvincial, Leg. 13, n. 66).

En otra correspondencia, en este caso del gober-nador de la ciudad de Matanzas y dirigida al CapitánGeneral de la Isla, en el año de 1852, se asevera queestas elevaciones se habían convertido en guaridahabitual de los cimarrones, «por tener muchos puntosinaccesibles que no ha pisado el pie humano, y casi todosde difícil acceso, donde de ordinario son inútiles losperros» (A.N.C. Gobierno Superior Civil, Leg. 1416, n.55225).

Sobre numerosos presupuestos históricos simila-res a los citados, se emprendió, desde hace algunosaños, la búsqueda de evidencias arqueológicas en lasAlturas del Norte de La Habana-Matanzas, lo que haarrojado, hasta el presente, el registro de 25 sitios enlos que ha sido posible identificar la presencia degrupos reducidos de esclavos prófugos. Dentro de es-tas elevaciones, todos los sitios localizados se co-rresponden con solapas y cuevas que sirvieron deabrigo temporal a grupos reducidos de cimarrones.4

En trabajos anteriores se han estudiado algunosde los indicativos arqueológicos que caracterizanestos tipos de refugios humanos y se han analizado,dentro del contexto de la Arqueología Histórica lasparticularidades de los mismos (La Rosa 1991, 1999 y2001). La presencia de herramientas de trabajo, armas,contenedores de vidrio y cerámica, procedentes de

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Elevaciones típicas de las Alturas del Norte de La Habana-Matanzas

las haciendas cercanas, unido a la existencia de útilesfabricados por el cimarrón, tales como ollas de barro,pipas rústicas para fumar, e inclusive objetos de ador-no corporal como peines de madera, han permitido deve-lar interesantes aspectos de la vida cotidiana delcimarrón. Pero los restos de la dieta habían perma-necido sin estudiar, a pesar de que el estudio de los res-tos osteológicos se ha convertido en un capítuloimportante de las investigaciones arqueológicas actuales,así como en el terreno de la Arqueología Histórica, encontextos urbanos, donde se vienen haciendo de formafrecuente (Gutiérrez et al. 1996 y Jiménez et al. 2001).

5 Los sitios fueron seleccionados a partir de la existencia de registros confiables de las excavaciones practicadas. También se tuvo en cuenta queéstas fueran extensivas a toda el área ocupada, así como la presencia de todos los niveles dentro del refugio rocoso y que no hubieran sufridoalteraciones significativas en su proceso posdeposicional. Los mismos fueron: Cimarrón 1, Cimarrón 2 y Cimarrón 3; todos en la banda norte de laSierra del Esperón, la más occidental de la Cordillera del Norte de La Habana-Matanzas; Cimarrón 5 en la banda sur de la misma elevación y Cuevade La Cachimba, en la parte central de las Alturas, cerca de Matanzas.6 La etapa de ocupación de los refugios se estableció a partir de los marcos cronológicos de fabricación y uso de las herramientas, tales comomachetes y una azada, un grillete, botones y sobre todos los contenedores de vidrio (botellas y damajuanas), de gres y de cerámica (botijas),asociados dentro de los refugios que tenían a los fogones como centro de las actividades subsistenciales del grupo humano. Estos refugiosresultaron siempre el área más rica en evidencias.

Convencidos de que el análisis de estos restosrecuperados en excavaciones de refugios de cima-rrones proporcionaría evidencias de la utilización dela fauna y los factores culturales, vinculados a dichautilización, se seleccionaron para este trabajo cincositios que se localizan en el extremo más occidental ycentral de esta cordillera montañosa.5 En la selecciónfue posible definir un marco cronológico de ocupaciónde los sitios, el cual se extiende a lo largo de la primeramitad del siglo XIX.6

Dado que los sitios escogidos se encontraban enlugares de muy difícil acceso y no habían sufrido

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incuestionablemente el grupo humano podía perma-necer más tiempo. Cimarrón 1 y Cimarrón 3 eranlugares de espacio más reducido y que se encuentranen las laderas de las elevaciones, a niveles intermediosentre el llano y la parte más alta de la montaña. En cuan-to al número mínimo de individuos (NMI) obtenidosen todos los sitios, en relación con la fauna, alcanzaronlugares relevantes la jutía (capromys sp) con 16 indi-viduos, el cerdo (Sus scrofa) con 10, la gallina (Gallus)con 8, la vaca (Bos taurus) con 6 y el pato (Cairina moschata)con 6. Fueron menos relevantes el perro (Canisfamiliaris) con 2 individuos, el caballo (Equus caballus)con 1 y el majá (Epicrates angulifer), también con 1.

Si se contrasta la presencia de las especies eindividuos entre los cinco sitios, se comprueba que lavaca, el cerdo y la jutía están presentes en casi todoslos refugios, mientras que el pato se localizó en sólotres de ellos y la gallina en dos; en cambio, los dosejemplares de perros procedían de Cimarrón 1, elcaballo de Cimarrón 2 y el majá de Cimarrón 5. No secomprobó relación entre la especie representada y elgrado de accesibilidad del refugio, por lo que larepresentatividad de las especies dentro de la muestrabien puede responder a factores casuales.

Del total de 840 huesos identificados taxonó-micamente, el 93% se correspondió con huesos ofragmentos de menos de 10 cm. Estudios paleonto-lógicos afirman que los huesos de los mamíferos demayor tamaño suelen fracturarse en mayor medidaque los de menor talla (Morales Muñiz 1989: 389),cuestión que está presente en cierta medida en la muestraestudiada. Sin embargo, el grado de fracturación, laregularidad de los tamaños, las huellas de cortes y

Tabla 1. Número de restos (NR) y Número Mínimo de Individuos (NMI) en los sitios estudiados

alteraciones posdeposicionales sensibles, en la recu-peración de los restos óseos, como de desechos de ali-mentos consumidos en los reducidos espacios de lascuevas y solapas, se prestó atención a la identificacióndel lugar exacto de su recolecta. Así se pudo definir eluso del espacio, recuperar todas las evidencias po-sibles, conocer las fuentes de alimentos y ver lasecuencia de procesamiento que sufrieron las presas.Se trabajó, entonces, en la identificación de los gruposfaunísticos que aparecieron representados en elregistro arqueológico, se observó la presencia de losdiferentes grupos, comprobándose su relación dentrode la muestra. La identificación de las especieszoológicas y la definición anatómica de los mismosestuvo a cargo del paleontólogo W. Suárez, del Mu-seo de Historia Natural de La Habana, pero el análisisy la interpretación etnohistórica fueron de mi res-ponsabilidad.

Identificación de los restos faunísticos

El estudio arrojó la existencia de 1 167 restos óseos,de los cuales fueron identificados 840 (72%), mientrasque el resto estuvo constituido por astillas. El númerode restos óseos, identificados en cada sitio arqueo-lógico (Tabla 1), colocó en primer lugar a Cimarrón 5,con 298, en segundo lugar a La Cachimba, con 278y en tercer lugar a Cimarrón 2, con 182. Cimarrón 1 yCimarrón 3 arrojaron cifras inferiores.

No resulta superfluo acotar que Cimarrón 5, LaCachimba y Cimarrón 2, fueron precisamente losrefugios que se encontraban más aislados y prote-gidos dentro de las elevaciones; lugares en los que

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fracturas, parecen indicar que la reducción de losgrandes huesos a tal escala estuvo relacionada con lapreparación de los alimentos.

En consonancia con lo anterior, el grado de com-pletamiento de los restos óseos puede ampliar la in-formación acerca de los hábitos del cimarrón en lapreparación de alimentos. De los 840 restos óseos iden-tificados, 629, o sea el 75%, eran muestras fragmenta-das, mientras que 211, o sea el 25%, fueron huesoscompletos. Pero dentro de esta última categoría seencuentran huesos de las diferentes especies de pe-queño tamaño, identificadas como jutía, gallina, pa-to, perro, majá y cerdos jóvenes. La fragmentaciónde los restos predominó en todos los sitios.

La presencia de huellas de incineración en losrestos óseos pudiera ser indicativo de los hábitos deconsumo de los alimentos cárnicos por parte de estosgrupos humanos, por lo que toda la muestra iden-tificada fue sometida a una cuidadosa revisión. Esoarrojó como resultado que de los 840 restos identi-ficados, 47 presentaron huellas leves de cremación,mientras que 53 resultaron muy quemados. El total derestos con huellas de cremación fueron 100 y re-presentan el 12%. Esto permite afirmar que en lamuestra de restos óseos identificados no predominanlos ejemplares quemados, inclusive la gran mayoríade huesos con huellas de cremación son pequeñasvértebras, falanges, tarsianos, calcáneos y otros queparecen atestiguar que sufrieron la cremación al serlanzados cerca del fogón, lugar de donde fueronexhumados.

Uno de los testimonios más interesantes que acercade la actividad humana sobre los restos óseos pudo

Figura 3. Tipos de huellas de carnicería en el total de restosóseos estudiados

7 Esta sistemática de trabajo se ha aplicado con magníficos resultados en estudios de restos arqueofaunísticos de sitios coloniales por Laura Beovide(1995) y Pintos et al. (1995). Por mi parte, presté atención a los criterios que sobre esta materia expone Morales Muñiz (1989).

obtenerse, radicó en el estudio de las huellas decarnicería. Del total de 840 restos óseos identificadosanatómicamente, 83 presentaron huellas de actividadhumana, lo que representa el 10%. La figura número 3registra la proporción de los tipos de marcas dentrode la muestra. Los sitios en los que se identificaronmás huesos con huellas de carnicería fueron Cimarrón1 con 12, y La Cachimba con 48.

Dentro de los diferentes tipos de huellas decarnicería, ocuparon el primer lugar las correspon-dientes a actividades de fractura y corte de los huesos,le siguieron en orden las huellas de desarticulación ylas de descarne por incisión, y por último, las dedescuartizamiento.

Distribución de los restos en las plantas de los sitios

Una caracterización de las formas de consumocárnico por el grupo humano que ocupó estos refugiosnaturales, durante la primera mitad del siglo XIX, sepuede obtener con la representación gráfica de laprocedencia de los restos óseos dentro de los recintos.Por esto se procedió al registro espacial de lalocalización de los mismos, con indicación de loshuesos o partes de ellos y con representación de cadauno de los individuos y especies.7

Esta sistemática pone al descubierto el caráctermarginado y acosado de los reducidos grupos que acam-paron en dichos lugares. Los fogones fueron los espaciosmás ricos en evidencias de los sitios. Allí se depositabala mayor cantidad de restos óseos, aunque el resto delos desechos alimenticios podían aparecer dispersoso distantes del fuego, como consecuencia de habersido lanzados en calidad de desperdicios, o en zonas dearrastre debido a la acción de agentes naturales y losdesniveles de los pisos de las cuevas. Dada la altura delos refugios (con excepción de Cimarrón 2 y La Cachim-ba, cuyos techos naturales alcanzaron más de 2 m), losfogones se encontraban en salones de apenas 1,20 mde altura. Los individuos, al preparar sus alimentos yconsumirlos, necesariamente debieron encontrarse encuclillas, y el desplazamiento dentro de los refugios debióhacerse de la misma forma.

En el sitio Cimarrón 1, se pudo comprobar que losrestos se concentraron en el fogón, en la entrada del

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refugio y en la zona de arrastre,frente a la entrada del mismo. En laparte más interior del refugio seexcavó otro fogón, que resultó esté-ril, por lo que pudiera especularseacerca de la función que esa hogue-ra debió tener para los individuosque utilizaron el lugar como refugiotemporal. Al respecto, es bueno re-cordar que numerosos testimoniosde la época refieren lo arraigado queestaba dentro de los esclavos afri-canos el uso de hogueras para elcalentamiento nocturno.8 De sercierto que esta parte fue utilizadacomo dormitorio, pudiera especu-larse acerca de que el número deindividuos que ocupó el lugar nodebió pasar la cifra de 3 o 4.

Sólo en el caso de una de lasjutías consumidas, de los 2 perros,2 de los cerdos y 3 de los patos, serecolectaron huesos de las cabezas.Del resto de las especies e individuosno se recolectaron fragmentos queevidenciaran esta parte de los es-queletos. Tal aspecto puede co-rresponderse con la selección de laspartes de los animales, pues esposible que las cabezas de lasgrandes presas como el caballo yla vaca se desecharan antes delregreso al campamento, pero no asícon la de los puercos, que por hábitostraídos desde las plantaciones eranaprovechadas, o las de las jutías,capturadas en las propias eleva-ciones, o las aves cuyo traslado nocreaba inconvenientes. En sentidogeneral, los restos recuperadosapuntan hacia este patrón.

Sin embargo, no deben dese-charse los factores deposicionales

8 Al respecto, el escritor costumbrista Cirilo Villaverde afirmó en 1839 que los esclavos mantenían el fuego perennemente, «a cuyo calor duermen yvelan largas horas de la noche» (Villaverde 1961: 18). Por otro lado, la sueca Fredrika Bremer, quien visitó numerosas plantaciones esclavistas deCuba a mediados del siglo XIX, aseguró que los africanos de la Isla no podían vivir sin el fuego, «aun en medio del mayor calor; y les gusta encenderloen el suelo, en medio de las habitaciones» (Bremer 1980: 190).

Planta del sitio Cimarrón 1, localizado en la ladera norte de la Sierra del Esperón, provincia LaHabana. Ubicación espacial de los restos óseos e identificación faunística y anatómica. El dibujo

indica las partes de los esqueletos representadas en la muestra y la edad de los individuos. Nóteseque la concentración mayor se produce en el fogón de la entrada del refugio y el área de arrastrefrente a la misma. Sin embargo, el pequeño salón del interior, con un fogón sin restos alimenticios,

pudo haber servido de dormitorio. Símbolos: 1. Pared de la cueva; 2. Borde de la entrada;3. Pendiente abrupta; 4. Pendiente; 5. Rocas; 6. Fogón; 7.Área excavada

y de conservación, pues no toda la fauna disponible en aquella épocaestá representada, ni todos los animales consumidos como alimentofueron depositados necesariamente en estos cinco sitios. A ello se debesumar la fragmentación y degradación que pudieron sufrir los restosdurante más de siglo y medio. En el caso de la vaca y los 2 cerdos, las

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partes esqueletales están representadas por las porciones de medianoy alto valor nutritivo, según la propuesta de Morales Muñiz (1989).

El sitio Cimarrón 2 se encuentra dentro de un abra longitudinal en laparte más elevada de la Sierra del Esperón y consiste en un refugio deapenas 14 m de largo por 5 de ancho en su parte central, formado por eldesprendimiento de una gran roca de la pared norte del abra. Tiene unaentrada y dos salidas. El ascenso al lugar es altamente difícil y resultaimposible que animales como el cerdo, la vaca o el caballo pudieranascender al mismo, por lo que los restos óseos que se encuentran en ellugar sólo pueden responder al hecho de que fueron trasladados yadescuartizados. Dicho campamento, junto al de La Cachimba, fueron losdos refugios más inaccesibles y ocultos de la muestra estudiada.

Planta del sitio Cimarrón 2, localizado en un abra longitudinal de la parte más elevada de la Sierradel Esperón, provincia La Habana. En sentido general se repite el mismo patrón en cuanto a lasespecies consumidas y la forma de consumirlas. Símbolos: 1. Pared de la cueva; 2. Borde de la

entrada; 3. Pendiente; 4. Rocas; 5. Arrastre; 6. Fogón; 7. Área excavada

Aquí también los restos esquele-tales de las especies que sirvieron dealimento se concentraron preferente-mente en el fogón, y las partes re-presentadas atestiguan un patrónalimenticio similar al sitio Cima-rrón 1. La única diferencia consistióen que aquí no se recolectaron restosde perro y sí de un caballo. Igual-mente, las partes representadas ates-tiguan el aprovechamiento de lasporciones de mediano y mayorrendimiento nutritivo.

El sitio Cimarrón 3, por su pequeñoespacio, de apenas 1m2, consistió enun alero rocoso enclavado en laabrupta pendiente de la ladera nortede la Sierra del Esperón. Dado elnivel de inclinación del piso delrefugio, éste había sido niveladocon rocas y sobre el mismo apare-ció el rústico fogón. Dentro de éstese recolectaron: un fragmento defémur de una vaca, numerosos res-tos de las partes más comestibles deun cerdo y una vértebra de jutía.Evidentemente no se trataba de uncampamento de un grupo de cima-rrones, pero su posición estratégica–del mismo se divisa toda la zonanorte de la elevación hasta la costa,territorio en el que en la época seregistraban 7 ingenios y 4 cafetales–lo sitúa como lugar ideal de vigía.

El siguiente refugio estudiadofue Cimarrón 5, el cual fue un abrigorocoso de 10 m de largo por 5 m deancho, localizado en el extremooccidental de la Sierra del Esperón,casi llegando a la cima. Su entradaprincipal mira al occidente, pero aeste lugar se puede acceder desdeuna difícil entrada que se halla 10 mmás abajo, por lo que consiste enuna cueva con 3 niveles que secomunican entre sí por pequeñospasadizos. La parte más elevada yespaciosa sirvió de abrigo a un nú-

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refugio durante la primera mitad del siglo XIX, esexpresión del carácter de la economía sobre la que sesustentaba la supervivencia del mismo. El cerdo, lagallina, la vaca, el pato, el perro y el caballo fueronanimales domésticos introducidos por los coloniza-dores españoles, y formaban parte de los animalesabundantes en cualquier plantación o finca rural en laCuba de esos años.

En la documentación colonial abunda la corres-pondencia de los propietarios de esclavos y haciendasde la región occidental de la Isla, quienes elevabansus quejas a las autoridades acerca de los constantesrobos de animales domésticos que sufrían por partede los cimarrones refugiados en los bosques ymontañas cercanas. Resulta de interés anotar que delos 50 animales identificados dentro de los restosóseos, 21, o sea, el 42%, eran jóvenes ejemplares. Esésta una de las expresiones del carácter depredadordel grupo humano, que sobrevivía, en gran medida,de los propios recursos de las haciendas, las que eranvíctimas de sus correrías nocturnas.

Pero la presencia abundante de jutías (Capromyssp.) y de un majá (Epícrates angulifer) demuestra que elgrupo humano utilizó los recursos naturales que lebrindaba el bosque, haciendo uso de recursos alimen-tarios que se remontaban, en el caso de Cuba, a lastradiciones aborígenes, que habían sido excelentesconsumidores de estos recursos.9

Sin embargo, la presencia de dos ejemplaresjóvenes de perro (Canis familiaris) no responde sólo aimperativos del carácter subsistencial. La primeraocasión en que se reportó la existencia de restos de estetipo en fogones de refugios de cimarrones, ocurriódurante las excavaciones practicadas en 1990, en unacueva que se localiza en el Pan de Matanzas, y queforma parte de las Alturas del Norte de La Habana-Matanzas (La Rosa y Ortega 1990). Aquellos restosfueron encontrados en el fogón, y tenían huellas ligerasde cremación y de cortes, problemática que se repitióahora en el sitio Cimarrón 1, con restos de dos especiesjóvenes; pero ello no parece responder sólo a impe-rativos subsistenciales que los obligaba al uso indis-criminado de todo lo que sirviera de fuente de ali-mento, sino también a tradiciones que se remontan alcontinente de origen. Desde el siglo XVIII se había

9 Son numerosas las fuentes históricas que registran la afición que adquirieron los africanos y sus descendientes al consumo de la carne fresca dela jutía (Capromys sp), como una ampliación de las raciones alimentarias de las haciendas esclavistas que daban preferencia al «tasajo» (carnesalada importada desde Buenos Aires) o al «bacalao» (pescado salado).

mero reducido de individuos que rellenaron parte delpiso con piedras, para nivelar el terreno y cerrar unode los pasillos que comunican con el nivel inferior.Sobre este relleno de piedras se montó el rústicofogón, sobre el cual cocieron los alimentos cárnicos.El relleno de piedras, aunque sirvió de base al fogón,no impidió que numerosos restos dietarios, lanzadosa la hoguera, se filtraran hacia los niveles inferiores,por lo que algunos de los restos fueron recolectados enlos niveles inferiores, denominados zona de arrastre. Deesta manera, las evidencias se concentraron en el fogóny la mencionada zona. En esencia puede decirse que semantuvo el mismo patrón alimentario, pues en los restosrecuperados se identificaron 3 cerdos. La jutía (Capromyssp.) con 4 individuos y un majá (Epícrates angulifer)apuntan hacia un mayor aprovechamiento de la faunaautóctona en relación con los restantes sitios. Llamala atención el alto grado de aprovechamiento de loscerdos, ya que casi todas las partes de sus esqueletosestuvieron representados en la muestra recuperada,incluyendo las mandíbulas.

El último de los sitios seleccionados para el estudiofue la cueva de La Cachimba, que se localiza en unode los salones más interiores de una enorme cavernaque cuenta con tres posibles entradas. La cueva seencuentra en los Mogotes de Santa Rita, al norte deMadruga y se corresponde con la parte central de lasAlturas del Norte de La Habana-Matanzas. En esterefugio, aunque mantiene el mismo patrón alimen-tario en cuanto al consumo de carne animal, los restosesqueletales de los patos estaban ampliamenterepresentados en la muestra, al igual que el ejemplaradulto de una vaca, de la cual se recolectaron frag-mentos de huesos de casi todo el esqueleto, conexcepción de la cabeza. A diferencia de los restantessitios estudiados, los restos óseos fueron recolectadosde forma algo más dispersa dentro del recinto.

Las principales huellas de carnicería que se iden-tificaron en las muestras fueron cortes para separar laspartes del animal, fragmentar los huesos y descarnarlos.

Discusión

La composición tan peculiar de los restos de la dietadel grupo humano, que utilizó estas cuevas como

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afirmado que los esclavos ararás, pertenecientes a lacultura ewe-fon, y cuyo centro principal es Benin, erancapaces de cambiar dos puercos por un perro paraconsumirlo asado (Labat 1979: 176). También seasegura que algunas culturas que conservan estoshábitos, como en el caso de los yorubas, se vincula adeterminados ritos y cultos (Beier 1961: 15).

Por último, un aspecto de mucho interés resulta dela discusión acerca de las posibles variaciones que sepueden encontrar entre la alimentación del esclavo y ladel cimarrón, así como de la existencia de alguna tradiciónafricana en los hábitos alimentarios de los últimos.

En Cuba, la mayoría de los historiadores que hanestudiado la cuestión de la alimentación del esclavohan coincidido de manera general en evaluar a éstade favorable. Moreno Fraginal la consideró como «unaalimentación excepcionalmente rica» (1986: 59).10 Porsu parte, Pérez de la Riva (1981: 176) la consideró elevada;y más recientemente, en un estudio acerca de los esclavosde las fortificaciones, Francisco Pérez Guzmán concluyeque en la dieta «existen los alimentos y calorías suficientespara garantizar a los esclavos y prisioneros la alimentaciónimprescindible» (1997: 86).11

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que todosesos estudios han tenido como base la documentaciónde la época, en especial la documentación de carácterlegal, y una base lógica, que remite al interés de lospropietarios de esclavos por cuidarlos como una parteimportante de sus propiedades. Pero una cosa era loque estipulaban los Bandos y Órdenes Reales, y otralo que hacían los hacendados, cuestión que no escapóa algunos testimonios de la época. Dumont, un francésque atendió como médico a mediados del siglo XIX anumerosas dotaciones esclavas, calificó la alimen-tación de éstos como deficiente (Dumont 1865: 500); lasueca Fredrika Bremer, en la misma época, presencióen numerosas ocasiones la forma en que se alimen-taban los esclavos y aseguró que aunque los dueñosestaban obligados a alimentarlos, procedían «segúnle parece, porque ¿qué ley puede llamarlo a contar?»(1980: 79). El cónsul inglés Richard Madden describiólas anomalías y violaciones que al respecto se co-metían en diferentes plantaciones y la comida de

algunas de ellas fue calificada de «muy poca materianutritiva, de mal sabor y peor olor» (1964: 169).

También se tiene como una noticia particular, ycasualmente de una plantación muy cercana a lossitios objeto de estudio, el reconocimiento oficial deque la gran rebelión de los esclavos del cafetal Salvador–que se localizaba entre la costa norte y la Sierra delEsperón, en La Habana– ocurrida en 1833, tuvo comocausa el hambre que estaba pasando la dotación.

Dadas estas contradicciones, la aplicación de losmétodos arqueológicos puede arrojar nuevos datos.Tal es así, que en los últimos años algunos estudios deArqueología han centrado su interés en esta cuestión(Ferguson 1992), pero, en especial, los estudiosrealizados de los restos de numerosos esclavos deplantaciones en Barbados, han probado la presenciade estrés nutricional (Armstrong 1999: 181). Por estosmotivos, el estudio de la dieta de los esclavos, y en especialde los cimarrones, no debe emprenderse solamentedesde bases históricas. La combinación del métodoarqueológico puede arrojar nuevas visiones al respecto.

Se ha asegurado, sobre bases documentales, queen la alimentación del esclavo y del cimarrón noexisten diferencias (Laviña 1987: 214). Sin embargo, laArqueología puede demostrar lo contrario. La variedadde fuentes de alimentos ricos en proteína, alimentoscárnicos más frescos y más variados en relación conlos obtenidos en el barracón, ofrecían al esclavoprófugo mayores ventajas, lo que se sumaba a las yaalcanzadas con la fuga.

El otro aspecto de interés se refiere a que, tambiénsobre bases documentales, se ha inferido que no existeafricanidad en la alimentación de los cimarrones(Laviña 1987: 214). Sin embargo, el consumo de carnede perro parece atestiguar lo contrario.

Lo dicho hasta aquí no es más que una aproxi-mación a la cuestión. Deben ampliarse los estudiossobre la base de nuevas técnicas. La alimentación delesclavo y en especial del cimarrón constituye un terrenocontrovertido y novedoso en el que la Arqueologíapuede lograr inferencias más firmes, completar lavisión que se tiene del problema y rectificar algunasinformaciones que se han generalizado.

10 Este destacado estudioso de la plantación esclavista aseguró que el consumo de carne de un esclavo adulto era superior a 200g, lo que leproporcionaba 70 g de proteína animal, 13 g de grasa y 382 calorías, a lo que se sumaba 500g diarios de harina, lo que consideró más que suficientepara el trabajo diario.11 Es muy posible que los cálculos de Francisco Pérez Guzmán se acerquen más a la realidad, pues se trataba de esclavos que no estaban enmanos de particulares, sino que eran del Estado y además, estaban destinados a la construcción de las fortificaciones, o sea, formaban parte delsistema defensivo del imperio español.

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Cerámica de cimarrones.Un estudio preliminar en los sitios de cimarronesde la región de Pinar del Río

Por: María Rosa González Sánchez

El presente artículo trata acerca de un estudiopreliminar sobre las cachimbas de barro opipas de fumar rústicas, encontradas en losposibles palenques y refugios de la región másoccidental, Pinar del Río. Única evidencia queidentifica a la «cerámica de cimarrones». Estatemática ha sido muy poco investigada por laArqueología de Cuba y del área objeto deestudio. En Cuba, los estudios sobre cerámicaque se han realizado han tomado sólo comobase la cerámica aborigen y la española.Se abordan aquí algunos aspectos novedososrelacionados con la técnica empleada para laelaboración, uso y decoración de estas pipas,que además de representar una tradición y unhábito entre las culturas africanas yorubas,también significan la posibilidad de ser objetosvinculados a la práctica de creencias religiosasancestrales.Por último, se muestran varios ejemplares condecoraciones que representan y transmitencódigos, refranes, mensajes y, a la vez, arte.

Resumen

Abstract

This paper covers a preliminary study oncoarse clay pipes found in possibly hidingplaces or shelters in Cuba´s most westernregion, Pinar del Rïo. This is the onlyevidence that identifies «runaway slaveceramics». This topic has been scarcelyresearched by Archaeology in Cuba and bythe specific field of study. In Cuba, studiesmade on ceramics have been based only onaboriginal and Spanish ceramics.The paper also deals with new aspects of thetechnique used for manufacture anddecoration, and the use of these pipes,representing not only a tradition amongAfrican Yoruba cultures but also, thepossibility that they were an object linked toreligious beliefs.Samples with decoration representing andcommunicating codes, sayings, messagesand art at the same time are also shown.

Los estudios arqueológicos sobre cerámica que podemos encontrarcon mayor frecuencia en Cuba, son los asociados a contextos deaborígenes; generalidad que se extiende para el Caribe antillano y elresto de América, con independencia de los resultados obtenidos en lostrabajos realizados en Cuba por la arqueóloga L. Domínguez (1980) sobrecerámica colonial transcultural. Esta categoría de cerámica transculturalsólo se adscribió, en un primer momento, a la industria alfarera quetomó como base fundamental el estudio de la cerámica aborigen y laespañola. Sin embargo, esta tendencia, de manera reiterada, apareceen algunos sitios arqueológicos asociados a esclavos africanoscimarrones, donde se ha encontrado una cerámica muy diferente a laque hoy llamamos «transcultural».

Con anterioridad, los arqueólogos no habían fijado su interés en esteaspecto, a lo que se suma que los estudios acerca de la esclavitud yresistencia esclava en Cuba habían utilizado poco los recursos de laArqueología. Con relación a esta problemática, es necesario resaltaraquí los trabajos realizados en estos últimos años por nuestro colegaGabino de la Rosa, los cuales han tenido un carácter meritorio.

Por otra parte, en la región de Pinar del Río se ha venido realizando,desde hace treinta años, estudios sobre esta temática por el Dr. EnriqueM. Alonso, donde sólo se abordan descubrimientos, ubicación de sitios ycuestiones históricas y etnográficas. En el presente trabajo se registranartefactos cerámicos asociados a esclavos cimarrones –las cachimbas opipas de fumar rústicas de barro cocido– que constituyen una tendenciacasi uniforme en los asentamientos de cimarrones, descubiertos hastael momento en la región más occidental de Cuba, Pinar del Río. Tambiénse explica su uso y las técnicas empleadas por el africano cimarrón parasu elaboración. Somos del criterio que tanto estas piezas como otrosrestos arqueológicos no existen independientemente del quehacer delhombre, de su trabajo; para nosotros cada resto, cada forma, cadaasentamiento debe revelar una manera de relación humana que estádada por las soluciones de supervivencia.

Entre las sorpresas que encontró Cristóbal Colón en su primer viaje ala Isla, fue la de que los indígenas de Cuba fumaban una planta que se lellamaba tabaco, la que rápidamente se difundió por el mundo civilizadode la época. Con el tabaco se extendió también el empleo de la pipa,

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utensilio que se conocía ya en el antiguo mundo desdela prehistoria. Según (Laufer y Hambly 1930) re-conocidos investigadores sobre el pasado de lospueblos del África, el tabaco fue introducido en esecontinente por los colonizadores y tratantes por-tugueses a partir del siglo XVI; y pronto muchas tribusafricanas se habituaron a su consumo, especialmentemediante el uso de la pipa.

Al ser trasladados al Nuevo Mundo, los africanosfueron portadores de algunos de los componentes desu propia cultura autóctona, lo que al mismo tiemposupone cambios profundos impuestos por el hispano,que se fundamentaron en la explotación de la fuerzade trabajo africana, como parte de los procesos dis-criminatorios de un sistema económico que tuvo suorigen y desarrollo en la plantación.

En su aspecto colonial, la Arqueología de Cuba hadedicado su estudio a gran parte de los sitios ar-queológicos que datan de los primeros siglos decolonización en los que se han reportado grandes lotesde vasijas de cerámica, calificada como transcultural;relacionada con la cerámica aborigen y la española(La Rosa 1999). Sin embargo, se han desdeñado losestudios arqueohistóricos de aspectos tan importantescomo las culturas africanas, cuyas acciones y formasde expresión son tan ricas como las hispánicas y lasindígenas.

En el caso que nos ocupa, se trata de evidencias deartefactos de cerámica que aparecen muy frecuenteen los posibles palenques y refugios de cimarronesde la región más occidental de Cuba, Pinar del Río, yestán asociadas al ajuar del cimarrón: son las llamadas«pipas rústicas de fumar o cachimbas», que en uninicio no habían sido objeto de estudio particular.Podemos decir que se trata de un tipo de cerámicadiferente a la aborigen, a la colonial o española, y a laclasificada como transcultural (La Rosa 1999) la hemosdenominado «cerámica de cimarrones». Pertenecena esclavos africanos de diferentes grupos étnicos, conniveles desiguales de desarrollo, cuya procedenciaes mayormente yoruba. Es preciso señalar que laszonas del Congo y de Angola fueron las que másesclavos aportaron en el comercio de la trata a Cuba.Estas etnias elaboraban útiles de cerámica con grandestreza.

Es conocido que la técnica empleada para laelaboración de objetos de barro, en algunas regionesdel África como Angola, se remonta a muchos siglos

antes que los africanos fueran trasladados masi-vamente a América (De Oliveira 1974). Por otro lado,estudiosos de las culturas tradicionales afirman queen el Congo muchas tribus vivían del comercio deútiles de cerámicas ( Westmark 1888: 321 y D. Fonde1965: 188) y que los yorubas conocían el arte de lacerámica mediante la técnica del acordelado, nousaban el torno y la cocción la hacían a fuego abierto,por lo que sus artículos no eran de alta calidad.

Los africanos esclavizados introducidos en la Islamantenían habilidades, conocían muy bien cómo fa-bricar los útiles de cerámica, por lo que eran portadoresde tradiciones alfareras propias, aunque en nivelesbajos y poco generalizados. En determinadas cir-cunstancias la practicaron en las plantaciones y enlos refugios o palenques como forma de revivir sustradiciones, difundirlas en su nuevo medio y comorespuesta a sus necesidades. Al mismo tiempo, nopodemos desdeñar la idea de que en Cuba losesclavos trabajaron también en los tejares de lasplantaciones, lo que pudo contribuir al desarrollo ymantenimiento de habilidades y conocimientos en es-ta esfera.

Según Esteban Pichardo (1830), conocedor de lastradiciones cubanas, «los españoles y francesespreferían sorber el tabaco por la nariz; holandeses eingleses lo mascaban y el turco lo consumía en pipas»,mientras el africano, el «infeliz esclavo encuentra algúnsoslayo en su cachimba, y todos le fuman»(1985: 565).Según Pichardo el vocablo cachimba era el que sedaba a la «pipa ordinaria de fumar que usan los negrosdel campo» (1985: 117). De estas observaciones dePichardo se infiere que el hábito de fumar en pipa erapropio de los esclavos africanos.

Según Fernando Ortiz, «los portugueses desde elBrasil fueron los que llevaron las pipas de tabaco aEuropa. Fueron ellos los que enseñaron esa manerade fumar a los negros africanos de Guinea, Congo,Angola y Mozambique durante sus correrías de tra-tantes de esclavos» (1963: 249). En los diarios derancheadores referidos a la región de Pinar del Río nose recogen testimonios o noticias relacionadas conalguna siembra de tabaco en las rancherías ypalenques descubiertos por ellos. Cabe la posibilidadde que siendo Vueltabajo una zona productora detabaco, no fuera necesario para los cimarronesincorporar el cultivo de esta planta en los lugares queescogieron como asentamiento de palenques. Esta

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necesidad la suplían en sus forrajeos por las haciendascercanas. En algunos de los sitios que sirvieron derefugio a cimarrones se han recolectado tambiénpipas de fumar de elaboración industrial; ejemplaresintroducidos, sin dudas, por el comercio. A estosartefactos también tenían acceso los esclavos en lashaciendas, lo que explica su presencia en dichosasentamientos.

La cerámica, como indicador cultural dentro delregistro arqueológico, suscita opiniones diversas. Paraalgunos investigadores constituye unas de las evi-dencias que brinda un potencial amplio de información.Mientras, otros la consideran como el más común delos materiales. En este sentido, la cerámica va a serun indicador cultural para enmarcar un proceso en uncontexto histórico determinado. Consideramos quela cachimba constituye un indicativo arqueológicoimportante dentro de los elementos de la culturamaterial de los cimarrones y casi siempre estápresente en los sitios arqueológicos asociados alfenómeno de la esclavitud y de la resistencia esclavaen Cuba. En muchas de sus decoraciones, la improntatribal se encuentra representada, y se halla acom-pañada de formas artísticas procedentes de su lugarde origen, que son sin dudas códigos expresivos, mo-delos y resúmenes de creencias trastocadas enmensajes y simultáneamente en arte.

Si bien la industria de la cerámica, como se le hadenominado en la Arqueología aborigen a la fabri-cación de útiles de barro cocido, se inició en Cuba conlos primeros arahuacos, y fue elaborada sobre todopor las mujeres, infiero la posibilidad de que estashabilidades también fueran explotadas por aquellasesclavas africanas que se apalencaron. Según es-tudiosos de las tradiciones culturales y del arte africano(Elsy Leusinger 1970) la industria de la cerámica enÁfrica está en manos de la mujer, quien con muchafrecuencia desempeña el oficio de alfarera. La alfa-rería africana, por regla general, está en manos demujeres quienes a menudo pertenecen a una casta.Por otra parte, los niños también están muy vinculadosa los trabajos de alfarería y se dedican especialmen-te a realizar la última técnica de la alfarería, elmodelado, el cual hacen con barro sin cocer. En estecaso son pequeñas vasijas. Según Denise Paulme(1962) la técnica se trasmite en el interior de algunasfamilias, en las que las mujeres trabajan el barro, demadres a hijas, pero los hombres se reservan la

fabricación de cualquier vaso, de cualquiera pieza decerámica o pipa que evoque una forma humana oanimal.

Evidentemente la presencia de cachimbas en sitiosde cimarrones se asocia con la expresión cultural deestas etnias africanas, de ahí que además de res-ponder a un hábito cotidiano, dicha presencia puedeestar vinculada también a la práctica de sus creenciasreligiosas ancestrales.

Fernando Ortiz, una de las figuras más prestigiosasde la cultura cubana; en su libro Contrapunteo del tabacoy del azúcar apuntó:

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Hemos visto hace algunos años, pero norecordamos dónde, un viejo dibujo, figurandoun mísero negro esclavo que fumaba su tabacoen una pipa así construida de una pequeñaconcha univalva; prueba de que no es mera-mente imaginativa o hipotética la idea de unatal pipa concoidea (1963: 168).

En el registro arqueológico de la región de Pinardel Río suman 135 los sitios que hasta el momento seasocian a los cimarrones. Destaquemos aquí aquellossitios en los que han aparecido evidencias rela-cionadas con el ajuar del cimarrón, tales como: frag-mentos de machetes; cuchillos; pipas rústicas; puntasy agujas de huesos con decoración incisa; lajas dearenisca con huellas de haber servido para afilar ins-trumentos de acero; estacas aguzadas de madera; frag-mentos de garrafón y de botellas de vidrio; fragmentosde cazuelas de barro de interior vidriado; fragmen-tos de cazuelas de barro cocido de manufactura noindustrial; peines o peinetas de madera con deco-ración; piedras moledoras con abundantes elementosde colorante rojo; restos de camas y cujes; restos dehuesos de cerdos, vacas y aves de corral.

Referente a los hallazgos de pipas de barro cocidode fabricación no industrial –única evidencia querepresenta e identifica hasta el momento a la deno-minada «cerámica de cimarrones», en la región dePinar del Río–, tenemos muestras de varios ejemplaresrecolectadas por el Dr. Enrique Alonso y su equipo deArqueología en lugares inaccesibles. Es importante añadirque todas estas cuevas, ubicadas tanto en el corazón delos macizos mogóticos, como en las cimas de los altosfarallones, además de tener agua, son frescas, venti-

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Figura 1. Cachimba de cerámica de la cueva de losCimarrones del Guachinango

ladas, secas y están muy bien resguardadas por lapropia naturaleza. El medio boscoso y la topografíamontañosa hacen de su visibilidad un verdaderoobstáculo. La presencia en mucha de ellas de restos decamas de cujes, cenizas de fogón, entre otros elementos,justifica la habitación prolongada de las mismas comoasentamiento de un posible palenque o sitio de paso decuadrillas de cimarrones.

En la cueva de los Cimarrones del Guachinango,enclavada en una espelunca que atraviesa de norte asur la crista de la Sierra de Galeras, a 350 m de alturasobre el valle, se recolectó una cachimba rústica debarro completamente decorada (Fig. 1). En su conjuntono guarda relación con las características que pre-senta la cerámica de la etapa colonial en general. Elcorrespondiente diseño se relaciona con las etnias defiliación cultural yoruba. La decoración incisa de éstacontrasta con la tosquedad que hemos observado enlas pipas que se recolectaron en 1968 en el basurerodel Cafetal Angerona, elaborada por esclavos encautiverio con un acabado diferente, debido a que lacocción fue en horno cerrado (Figs. 2 y 3).

Respectivamente se recolectaron pipas de barroen: cueva de La Iglesia (Sierra Galeras); Solapas delViejo I y II (Sierra del Rosario); Hoyo de los ruiseñores(Sierra San Carlos); Solapa de los tres picos (Sierradel pesquero); Solapa de Fanía (Sierra Cabezas), ycueva de Guillermo ( Sierra de la Güira).

De los referidos sitios existen ejemplares de ca-chimbas o pipas de barro con decoraciones en bandas,

Figura 2. Cachimba de cerámica,basurero del Cafetal Angerona

Figura 3. Cachimba de cerámica,basurero del Cafetal Angerona

líneas incisivas, rectas, curvas y puntos. Muchas de ellasestán solamente decoradas en el borde con líneas y pun-tos (Figs. 4, 5 y 6) y también las hay completamentedecoradas y se les acredita, por tanto, cierto sentidoartístico.

A pesar de encontrarse estos hallazgos cerámicosen diferentes lugares, se puede apreciar en algunosde ellos cierta similitud en cuanto a forma y decoración,por lo que se infiere que puedan pertenecer a unaetnia determinada o al mismo grupo de personas. Entodos estos casos, la tecnología utilizada es al airelibre, no hay uso de hornos ni de tornos, las pipas sonsecadas a la sombra, y las cuecen al aire libre, bajo unmontón de paja; el cocimiento desigual explica lasquemaduras frecuentes. Se observan en ellas regula-ridad de las formas y pureza de dibujo; éste se impri-mirá en el barro todavía húmedo. Según DenisePaulme (1962) no hay torno de alfarero pues en todoel África negra no se conoce el torno. Ello nos permiteafirmar que se trata de una cerámica que no guardarelación alguna con las que existían en aquel momen-to, a finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, defabricación industrial. Se ha comprobado que es untipo de cerámica que hasta el momento está presentesólo en los sitios de cimarrones, lo que confirma quefue elaborada por los esclavos que se cimarronaron ose apalencaron.

Las muestras iban acompañadas siempre de fo-gones con su ceniza, huesos cocidos de puercos y deres, constante que se repite en casi todos los lugares

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habitables pero de difícil acceso. Las diferentes mues-tras de pipas de fumar se sometieron a laboratorio. Elanálisis tecnológico consistió en el estudio de labores dela superficie (alisado y pulido), de labores de recubri-miento (engobe, enjuague y espatulado), composiciónmineralógica del desgrasante y calidad de la pasta y dela cocción. Los análisis se efectuaron sobre la base de lá-minas delgadas, con la ayuda del microscopio de luzpolarizada, y dieron como resultado la existencia deun tipo de cerámica con características sui géneris, ycocción a fuego abierto. El barro trabajado carece decalidad. Estos elementos atestiguan la fabricaciónrudimentaria de dichos artefactos cerámicos fuerade las plantaciones.

Las decoraciones que se presentan en algunos deestos artefactos estudiados son un elemento de granvalor; a muchos de estos objetos se les acredita ciertogusto estético, donde se registran las tradiciones de laartesanía africana, y otros tienen un carácter marca-damente utilitario. En las decoraciones se expresan losrecursos más primitivos y simples del diseño de artefactosde cerámica. Predominan las incisiones gruesas yprofundas; paralelas al borde del hornillo; punteadoen bandas paralelas en borde; e incisiones gruesas yprofundas.

Archivo Nacional de Cuba. Miscelánea de expedientes

Alonso, Enrique (2000): Noticias sobre cimarrones en Vueltabajo.

Figura 4. Cachimba de cerámica,Solapa del Viejo I y II

Figura 6. Cachimba decerámica, cueva de La Iglesia

Figura 5. Cachimba de cerámica,Hoyo de los ruiseñores

BIBLIOGRAFÍA

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Arrom, J. J. y M. A. García Arévalo (1986): Cimarrón. FundaciónGarcía-Arévalo, Santo Domingo.

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Salvar las maderas de Buchillones:un reto para la conservación

Por: Raquel Carreras Rivery

En el sitio de Buchillones, los objetos demadera aborígenes hallados se analizaron porAnatomía Comparada. Algunas de las piezasse consolidaron con Polietilen glicol en laempresa cubana de investigacionessubacuáticas, CARISUB, siguiendo lasmetodologías establecidas.

Muestras consolidadas y no consolidadas delsitio se analizaron por Microscopía Electrónicaen el Instituto Getty de Conservación,obteniéndose la presencia de azufre elementaly formas intermediarias de oxidación de eseelemento, así como hierro y combinación deellos, fundamentalmente formando pirita, queal cristalizar dentro de las células de lamadera, causan daños mecánicos. Hasta hoyno se ha encontrado solución al citadoproblema, constituyendo un reto para laconservación de este legado cultural denuestros aborígenes.

Resumen

Abstract

At the archaeological site known asBuchillones, a comparative anatomy analysisof wooden aboriginal artifacts was made.Some of the pieces were consolidated withPolyetilen glycol at the Cuban Company forSubaquatic Research CARISUB, following themethodology established.

Consolidated and unconsolidated samples ofthe site were analyzed using electronmicroscopy at the Getty ConservationInstitute. Elementary sulfur and intermediateforms of oxidation of this element wereobserved and also iron, which forms pyrite.This leads to crystallization that causesmechanical damages. Up to date, no solutionhas been found to the problems mentionedand this issue has turned into a challenge forthe conservation of this cultural legacy of ouraboriginals.

Introducción

El sitio arqueológico Los Buchillones, ubicado en la costa norte de laprovincia de Ciego de Ávila, comprende dos áreas arqueológicas: PuntaBuchillones y La Laguna. Precisamente en esta última, apareció el mayorhallazgo en madera de la cultura precolombina en Las Antillas, fun-damentalmente de los grupos aruacos (subtaínos) que se asentaron enel área arqueológica, con una colección de piezas datadas por Espec-trometría por aceleración de masa (AMS) con un rango de 1220-1620 AD,(aproximadamente 400 años para el límite superior), según M.C. Peros(2000).

La variedad de piezas incluyen cemíes, dujos, bandejas de ofrendas, coasy avíos de pesca, entre otras, como se muestra en las fotografías 2, 3 y 4.

Se han hallado también restos de antiguos bohíos aborígenes, que segúnlos investigadores, es la primera confirmación de la existencia de esas casas.

Laguna de Buchillones

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El estudio integral del área arqueológica de LosBuchillones lo ha venido realizando un equipo multi-disciplinario, integrado por miembros de la SociedadEspeleológica, el Centro de Patrimonio y el Ministerio deCiencia, Tecnología y Medio Ambiente con la partici-pación del Toronto’s Royal Ontario Museum. Otras ins-tituciones nacionales y extranjeras han trabajado tambiénen función de los hallazgos, especialmente los referidosa madera.

Investigaciones realizadas con los objetos de madera

En una primera fase, en junio de 1992, y en coor-dinación entre el Instituto de Antropología de la Acade-mia de Ciencias de Cuba y el laboratorio de Anatomía deMadera, del Instituto de Investigaciones Forestales, seanalizaron por métodos científicos (anatomía de la ma-

dera) 52 piezas, con la finalidad de conocer su identidad.De dicho estudio se obtuvo como resultado que cuarentay cinco de ellas correspondían a madera de guayacán(Guaiacum sp), tres a jiquí (Pera bumeliaefolia), tres ayamaquey (Belairia ternata) y una de ébano (Diospyros sp),según Carreras (1992).

Posteriormente, las piezas más importantes fueronconsolidadas en el laboratorio de conservación de laempresa cubana de investigaciones subacuáticas(CARISUB), usando la metodología tradicional, esta-blecida a partir del Polietilen glicol (PEG) para evitarcontracciones características que llegan a deformar-las si pierden el agua por desecación.

El Museo de Chambas atesora estas piezas y seencuentran expuestas, y otras se hallan almacenadasen los fondos. Por desgracia, estas últimas no tuvieronlas condiciones mínimas necesarias para su conser-

Fotografía 2

Fotografía 3

Fotografía 4

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Muestras enviadas a estudio. Sobre la superficie aparecen manchasamarillas originadas por exudación de sales con alto contenido de azufre

Resultados y discusión

A partir de este estudio se logró establecer las formasquímicas presentes en las maderas analizadas, así comovincularlas con el deterioro sufrido por los objetos.

vación en el local que se dispuso, lo cual trajo comoconsecuencia que se comenzaran a ver alteraciones ensus estructuras, dadas por manchas superficiales seme-jantes al ataque de bacterias u hongos, reblandecimientode algunas partes y rajaduras profundas. El ConsejoNacional de Patrimonio solicitó el análisis de dichaspiezas, a fin de determinar las causas que provocanel daño actual y las medidas para erradicarlo.

Una simple observación microscópica determinóque las manchas en la superficie de los objetos demadera se debían a la eflorescencia de sales yelementos químicos (Carreras, 2001).

Al almacenar los objetos en condiciones adversas,las tensiones ejercidas dentro de la madera y fuera deellas por los cambios bruscos de humedad y tempe-ratura, y por la migración de sales hacia el exterior, hacenque por las grietas fluya y cristalice también parte de laresina que se usó para consolidarla. Las primeras mues-tras se analizaron en el microscopio electrónico debarrido, del Centro de Estudio de Materiales de laUniversidad de Burjasot, Valencia. Los depósitos amari-llentos en la superficie de la muestra resultaron sersales con presencia de azufre en cantidades apreciables.

Un estudio más profundo, con análisis microscópi-co y de difracción de RX en el microscopio electrónicoambiental (ESEM), fue hecho por D. Carson y E.Dohaem, en el laboratorio de investigaciones del Insti-tuto Getty de Conservación, en Los Ángeles (EEUU).

La existencia de abundantes iones hierro en el agua,y la combinación de ellos, fundamentalmente for-mando pirita (sulfuro ferroso: Fe S2) dependen de lascondiciones ambientales. Donde existen iones hierro(Fe), bajo condiciones de calor y altas concentracionesdel gas, éste puede reaccionar y convertirse en pirita.Según Walker (2001):

La pirita se encuentra abundantemente tambiénen el fango, donde están los objetos analizados. Latransformación del azufre elemental o sulfuros a salesde sulfato hidratadas, originan la expansión volu-métrica y si ésta ocurre dentro de las células de lamadera causan daños mecánicos, que son las grietasprofundas que se observan en muchos de los objetosanalizados.

Fibras fragmentadas en madera con sales de sulfato cristalizadasen el interior de su estructura

Como resultado se obtuvo la presencia de azufreelemental y formas intermediarias de oxidación deese elemento, debido a la putrefacción de los compues-tos orgánicos con base de azufre o por la acción reductivade las bacterias anaeróbicas. La presencia de estoscompuestos químicos se deriva de que en ambientesacuosos o marinos, en condiciones anaeróbicas, la des-composición natural se retrasa y tiene lugar la reduc-ción del azufre por bacterias, produciendo sulfuro dehidrógeno (H2S), según la siguiente ecuación:

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Carreras Rivery, Raquel (1992): «Informe técnico sobre laidentificación de las maderas de objetos procedentes del sitioarqueológico Los Buchillones». Instituto de investigacionesforestales, La Habana, Cuba.

__________ (2001): «Informe sobre los análisis realizados amuestras de maderas procedentes del sitio arqueológico deBuchillones». Consejo Nacional de Patrimonio, La Habana,Cuba.

Carreras, R. D. Carson y E. Dohaen ( 2002): «Informe delos resultados de análisis de maderas a objetos arqueológicosdel sitio de Buchillones». Consejo Nacional de Patrimonio, LaHabana, Cuba.

Matthew C. Peros (2000): «Coastal Geoarchaeology at LosBuchillones, a Taino Site in North Central Cuba». Departmentof Geography, University of Toronto; Anthony M. Davis,University of Toronto.

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Walker, R. (2001): «Instability of Iron Sulphides on RecentlyExcavated Artefacts». Studies in Conservation, v. 46, no. 2,pp. 141-152.

Mezclas de pirita y otros compuestos intermedios,a bajas concentraciones de oxígeno, pueden dar piritaframboidal.

Otro aspecto importante a considerar es que lapresencia de hierro aumenta la tasa de oxidación ycataliza la degradación oxidativa de la celulosa, con elconsecuente deterioro de la madera. El ácido sulfúricoformado cuando estos depósitos entran en contactocon el oxígeno del aire, va degradando la madera conel tiempo y se detecta por un reblandecimiento de lamisma al ir adquiriendo un aspecto amorfo. Elloconstituye una situación muy seria para la conser-vación de las piezas, sobre todo si son de grandesdimensiones.

Variables de métodos han sido creados para laconservación de objetos metálicos con tal problema,pero no hay reportado todavía ninguno eficiente paramaderas, por lo que esto es una de las dificultadesmás serias actualmente en los museos del mundo. Setiene reportes en la revista Nature (v. 415, febrero 2000)sobre situación similar y aún más grave la del buqueVasa (1628), consolidado con Polietilen glicol (PEG) yexpuesto en el Museo del mismo nombre del buque,en Estocolmo.

Conclusiones y recomendaciones

El Museo de Chambas y otros museos del paístienen piezas consolidadas con este método, por locual se hace necesaria su supervisión inmediata, yaque al parecer este proceso acelera el deterioro endeterminadas circunstancias. Debe controlarse, pues,estrictamente la humedad y la temperatura, ademásde realizarse de inmediato el análisis de las que seencuentren con algún tipo de afectación superficial, afin de tratar de neutralizar cualquier tipo de reacciónde acidificación que pueda presentarse con com-presas de bicarbonato de sodio (Sandstrom et alt,ob.cit.).

En el presente no existe aún un método determinadopara solucionar este reciente problema que pone en ries-go parte del patrimonio subacuático expuesto en mu-seos. Con los resultados encontrados en este estudio,se evidencia que es imprescindible analizar química yestructuralmente las maderas procedentes de losdiferentes sitios arqueológicos, antes de determinarel método de consolidación a utilizar.

En las condiciones ya conocidas de las piezasprocedentes de Buchillones, se hace necesario in-vestigar sobre dicho método, por lo que se abre unanueva etapa a favor de los estudios sobre la con-servación de maderas arqueológicas anegadas queprovienen de sitios donde priman las condicionesanaeróbicas y existen altas concentraciones de azufre.

BIBLIOGRAFÍA

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Reflexiones en torno al arte rupestrede Punta del Este (Isla de la Juventud).Su estado actual

Por: Ulises M. González Herrera

El trabajo que se presenta a continuaciónbrinda una panorámica actualizada acerca delestado de deterioro en que se encuentra ladenominada Cueva no. 1 de Punta del Este(Isla de la Juventud), al hacerse unacomparación de los daños que han sufrido susdibujos aborígenes, a todo lo largo del siglo XX,hasta la actualidad. Además, se brindanalgunas recomendaciones con vistas a lograrla preservación de tan importante monumentoarqueológico, sitio señalado del arte rupestreindoantillano por la gran profusión depictografías que alberga y su importancia parael estudio de las comunidades aborígenesapropiadoras que habitaron la región.

Resumen

Abstract

Los datos relacionados con el estado actual de la Cueva no. 1 formanparte de un informe de exploración, realizado en el sitio desde el día 6hasta el 10 de abril del año 2001. Es nuestro objetivo dar a conocer la peligrosasituación de deterioro que amenaza los murales pictográficos de dicha cueva,así como proponer, a consideración de especialistas en la materia, toda unaserie de medidas que irán encaminadas a salvar para la posteridad el legadocultural que precariamente se conserva en dicho sitio.

Es necesario señalar que el trabajo está dirigido particularmente a laCueva no. 1, por ser ésta la más afectada, tanto por factores artificialescomo naturales. No es objetivo del estudio hacer una detallada des-cripción de los murales pictográficos y mucho menos de las característicasfísicas del lugar, ya que la temática ha sido abordada con anterioridadpor numerosos especialistas, como Fernando Ortiz, René Herrera Fritoty Antonio Núñez Jiménez, entre otros.

Síntesis sobre el estado del lugar en diferentes épocas

Comenzaremos, como es lógico pensar, por una breve relación de losapuntes dejados por Fernando Ortiz y relacionados con el estado delrecinto, en 1922, fecha en que como es sabido realizó su primeraexploración a Punta del Este. Ortiz tuvo la dicha de haber contempladouna gran profusión de pictogramas, aunque con toda seguridad el tiempose había encargado de alterar, de alguna manera, los diseños aborígenes,pues es lógico suponer que algunos dibujos habían podido sufrir ya elpaso de los siglos y la intrusa presencia del hombre contemporáneo.¹También tuvo el privilegio de poder observar algunos pictogramas que ala llegada de Herrera Fritot, en 1937, ya no se observaban (Alonso 2001).Ortiz se siente impresionado al contemplar la aparente relación queguardan los rayos del sol y los conjuntos pictográficos, de ahí que por supropio testimonio sabemos que el sol bañaba al amanecer las pare-desdel recinto:

This paper covers an updated overview onthe deterioration of the so called Cave No. 1in Punta del Este (Isle of Youth). Acomparison of the damages evidenced byaboriginal painting along the 20c. up to thepresent day is made. Somerecommendations are given to contribute tothe preservation of such archaeologicalmonument, a rekown site of cave painting ofaboriginals of the Antilles, considering thelarge number of rock paintings and itssignificance for the study of aboriginalcommunities which inhabited the region.

1 «Y por ello la apartadísima Cueva de Punta del Este ha sido habitada muchas veces, como lodemuestran ciertas burdas y antiguas pinturas ininteligibles y hasta letras que observamos en sumargen izquierdo a la altura manual, cuando la visitamos en 1922. Entonces pensamos que lacaverna fue centro de asilo seguro de piratas contra enemigos y ciclones, y aún lo creemos»(Fernando Ortiz: Las cuatro culturas indias de Cuba, Ed. Arellano, La Habana, 1943).

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Así lo vimos nosotros en abril de 1922 yrecordamos la belleza de la caverna iluminadapor el primer rayo de sol naciente en elhorizonte. Era una luminosidad inusitada y sor-prendente, de abajo arriba, difundida y re-flejada por toda la bóveda, entonces limpia dehumo y ofreciendo en algunos lugares comodestellos al reflejarse los rayos del sol enpartes cristalizadas (1943: 127).

Boca de la entrada de la cueva

Años más tarde, luego de una expedición efectuada,en 1937, por miembros del Museo AntropológicoMontané, sale a la luz (1939) el informe del Dr. RenéHerrera Fritot. En el mismo se describe el fenómenomencionado con anterioridad: «Está orientadaexactamente frente al este, de tal modo, que permitedesde el interior la visualidad del orto solar durantetodo el año, muy en armonía con las ideas religiosasde los aborígenes» (1939: 14). En el citado informe serealiza, además, una descripción estupenda de lospictogramas, con excepción de los obstaculizados porel espacio cubierto por la caseta de Antonio IslaArestigui2 y de los espacios que habían quedado bajola negra capa de hollín de su cocina. Desafortuna-damente también se sustrajo una porción de pictografíacon diseños concéntricos para el Museo AntropológicoMontané (1939: 17).

A. Núñez Jiménez (1975: 76) atestiguó el mismofenómeno que observaran Ortiz y Fritot en relacióncon la entrada de los rayos del sol en la Cueva no.1.Sus palabras no dejan lugar a dudas:

[...] durante años tuvimos la oportunidad devisitar y en ocasiones vivir en esta cueva nú-mero uno de Punta del Este, extasiándonosante cada amanecer con la majestuosa y roji-za salida del sol, cuyos primeros rayos pene-tran en la espelunca, los que inciden en distintosrincones de la gruta según los días del año.

2 Leñador que habitó durante mucho tiempo la cueva. Dentro del recinto había construido una espaciosa caseta de madera y también una cocinajunto a la pared izquierda. En las primeras visitas de exploración efectuadas por Fernando Ortiz a la cueva, aún este individuo no había construidodicha vivienda, aunque ya se encontraba habitando cerca del lugar.

De 1966 a 1969 Núñez Jiménez orienta una extra-ordinaria campaña arqueológica en toda la zona,restaurando, además, la mayor parte de las pictografías(mediante retoque directo sobre los trazos aborí-genes) y dejando sólo algunos originales para estudiosposteriores. También se procedió a la limpieza deltecho cubierto de hollín, lo que sacó a la luz grannúmero de nuevas pictografías. Bajo la direccióntambién de Núñez, se llevó a cabo el proyecto dehacer una reproducción de la Cueva no. 1 en el MuseoFelipe Poey de la Academia de Ciencias de Cuba,antiguamente ubicado en el Capitolio Nacional; obrade gran valor debido a lo exquisito de su confección ya la fidelidad con la espelunca original.

Es importante señalar que los resultados deaquellas restauraciones de la cueva están recogidosen un artículo que contiene el volumen Cuba Ar-queológica (1980: 166). Allí se explican los objetivos y laestrategia de restauración establecida, así como lastécnicas de limpieza utilizadas. Acerca de los motivosde restauración planteados en el citado informe, seríainteresante dar a conocer los daños a que había sidoexpuesta la cueva, antes del trabajo, según las propiaspalabras de los autores, Caridad Rodríguez Cullel yJosé M. Guarch Delmonte:

En la cueva habitó un hombre por espacio demás de 30 años y su cocina ennegreció toda lasuperficie interior del lugar, que ocasionócambios químicos a los que ya hemos hechoreferencia, lo que ocultó una gran cantidad depictografías. Después de la muerte de este«troglodita» moderno, los buscadores detesoros alteraron totalmente el piso de lacueva. Finalmente y a través de todo eltiempo, infinidad de modernos pictógrafos,pintaron y grabaron toda clase de letreros con

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una extensa variedad de productos. Que-remos consignar, además los incalificablesactos vandálicos de disparar armas de fuegocontra las pictografías y el hecho de tratar dearrancar el gran conjunto del motivo central,lo que equivale a intentar robarse las paredesde la cueva.

pictográficos, cubriendo muchos de los trazos curvilíneos.Según el estudio in situ, realizado por la microbiólogaPatricia Martínez Outeriño, del CENCREM, y reflejadoen su informe de 1996, tan sólo los hongos cuentan enel lugar con 10 géneros; estos microorganismosproducen capas de colores diferentes sobre lasparedes, cubriendo las superficies pictóricas. Noobstante, la mayor colonia que afecta las paredes esla del alga, que produce una capa de intenso colorverde oscuro con gran profusión en toda la cueva.Los hongos observados en la cueva son los siguientes:

1 – Cladosporium 2 – Penecillium 3 – Cunninghamella 4 – Aspergillus 5 – Mucor 6 – Fusarium 7 – Monillia 8 – Aureobasidium 9 – Sporotrichum10 – Phymatotriechum

De los hongos anteriormente mencionados predo-minan en la superficie de las paredes el Sporotrichum yel Phymatotriechum, los demás se encuentran en laatmósfera interior de la cueva (Martínez 1996).

Una población de árboles, no descrita con ante-rioridad por ningún autor citado, se ha extendido hastacerca de unos 15 m de la boca de entrada de la cueva,obstaculizando la penetración de los rayos solares,dificultando la penetración de aire y como conse-cuencia el aumento de la humedad en el lugar. Esteobstáculo no permitió ni en diciembre de 1998, ni en lavisita de abril de 2001 apreciar el tan descrito fenó-meno de la entrada de los rayos del sol a la cueva, nisu recorrido por las paredes según los días del año.(Nótese que el lugar fue visitado con tres años de di-ferencia y en distintos meses.) Algunos dibujos comienzana perderse para siempre bajo los efectos de la erosión,sobre todo aquellos que aparentemente nunca fueronretocados, así como los más cercanos a la boca de en-trada, consecuencia de la meteorización de las su-perficies expuestas a las corrientes de aire y a la disolucióndel soporte cársico del techo. Existen dibujos que sólopueden apreciarse humedeciendo la roca.

A lo anteriormente expuesto, debemos sumar eldesprendimiento de lascas y fragmentos de paredes

Años más tarde, el crítico de arte Gerardo Mos-quera en su obra Exploraciones en la plástica cubana (1983:21), nos da a conocer el estado de la cueva, luego desu personal visita al lugar:

La gruta es seca, lo cual debe haber con-tribuido a la buena conservación de los dibujos.[...] No es oscura, pues la luz además de por laboca, penetra a través de siete claraboyasnaturales que se abren en el techo. Está en unantiguo acantilado a doscientos metros de laplaya, invisible desde allí por un montecito quese interpone.

Además nos informa de la protección que poseíael lugar: «A la entrada de la caverna hay una verja yuna placa de bronce colocada en 1969 que señala sucarácter de monumento arqueológico». Acerca de losdibujos nos trasmite su buen estado de conservaciónpor lo que puede observarse cómo cambiarían en sólodos décadas las características generales del sitioestudiado. Antes de proseguir con la descripción sobreel estado actual de la Cueva no. 1 debemos señalar laimportancia que tuvo la proclamación del recintocomo monumento nacional, el 18 de enero de 1981, loque cierra una época de esfuerzos y dedicación porsalvaguardar tan relevante sitio arqueológico.

Estado actual de la Cueva no. 1 de Punta del Este

Actualmente las condiciones de la mencionadacueva difieren bastante de lo descrito por Mosquera,y mucho más de las descripciones anteriores a esteautor. El sitio ha sufrido continuas transformacionesfísico químicas, lo que unido al impacto antrópico hatraído como resultado un deterioro general del recinto.Debido a lo antes expuesto, podemos dividir los dañosen naturales y artificiales. En el primer orden tenemos:Diferentes especies de algas, líquenes y hongos sehan extendido profusamente sobre los murales

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y bóveda, degradación del pigmento utilizado en lospictogramas por la luz y la precipitación de carbonatossobre las superficies pictóricas del techo, así como elcrecimiento de plantas sobre los muros de la cueva.Sobre el techo de ésta ya no se puede apreciar lalínea de la costa, debido a la barrera de árboles descritacon anterioridad, que crece sobre el mismo. Otroscolonizadores biológicos, unidos a la presencia delpolvo y telarañas, con toda seguridad afectan ne-gativamente la buena conservación del recinto.

En el segundo orden, el de los daños artificiales,tenemos: Graffitis y grabados contemporáneos rea-lizados sobre los diseños aborígenes (utilizandovariados productos), los rotulados van desde muy finosy pequeños hasta algunos gruesos y de gran tamaño,ocupando algunas partes de la bóveda y otros lasparedes. También se pueden observar cinco impactosde proyectiles sobre el dibujo central, y cicatrices quehan quedado tras tratar de desprender porciones depictogramas. Otro aspecto a considerar es la pre-sencia, en el suelo del interior de la espelunca, derestos de materiales no biodegradables; la verja a laque se refiere Mosquera ya no existe.

El sitio ha sido agredido por el hombre contem-poráneo en varias ocasiones, Fernando Ortiz y NúñezJiménez lo atestiguan así pero en la actualidad losdaños han sido mayores lo cual ha acelerado el pro-ceso destructivo. Para los arqueólogos, el suelo de lacueva estuvo alterado³ desde hace mucho tiempo, ylas excavaciones lo demostraron así. Hoy los daños vuel-ven a extenderse sobre los murales pictográficos: ¿per-deremos también los dibujos concebidos y plasmadosallí? Esto nos hace reflexionar muy seriamente acercadel futuro de tan importante monumento arqueológico.

Dibujos cubiertos bajo la capa vegetal

Eliminar la capa vegetal que se extiende sobre lasparedes no parece ser tarea sencilla, pero quizás seaposible con el trabajo mancomunado de restau-radores, microbiólogos y especialistas de diferentesramas del quehacer científico. Sobre este último puntoes imprescindible señalar que no necesariamente laespelunca debe ser sometida a un tratamiento confunguicidas y soluciones químicas que se emplean enla eliminación de algas, hongos, líquenes etc., puesesto pudiera ocasionar efectos negativos secundariosde mayor trascendencia en las paredes del recinto.Quizás la mejor opción sería la de frenar el desarrollode las colonias de microorganismos ya establecidossin pretender la eliminación total de los mismos.

En este sentido lo más importante sería una adecuadapolítica de conservación preventiva que desafor-tunadamente no se aplicó tras la última restauración. Unestudio adecuado de las corrientes de aire que circulandentro del lugar sería de vital importancia paracontrolar la peligrosa humedad que hoy afecta elrecinto. La puesta en práctica de la limpieza del sitio,traducida en eliminación de polvo y telarañas, así comoel control de la fauna entomológica y de la humedadrelativa, podrían resultar métodos eficaces ante losobjetivos planteados. También se hace necesarioevitar en lo posible el estacionamiento o marcha devehículos en el lugar, así como detonaciones y des-cargas de materiales en las zonas aledañas, ya quelas particularidades litológicas y estratigráficas del sitiolo hacen vulnerable ante tales situaciones, y se facili-ta así el desprendimiento de láminas en las superficiesque soportan los murales pictográficos.

En relación con la restauración directa sobre laspictografías, están por ver los efectos secundarios de

La capa vegetal comienza a cubrir diseños Diseños a punto de desaparecer

3 «El estado de profunda remoción en que estaba el suelo de la cueva de Punta del Este, ya en 1922, después de haberse sacado el guano, de haberexcavado en busca de tesoros y de minas de cobre, después de haberse disparado en ella sendos barrenos, y después de haber sido habitadareiteradas veces en épocas distintas por gentes de diversas razas, hace imposible apreciar debidamente el valor arqueológico estratigráfico del sueloy del subsuelo, en aquel recinto» ( F. Ortiz: ob. cit., pp. 134-135).

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la aplicación de pinturas que no fuesen las idóneas.Algunos investigadores, como Gerardo Mosquera(1983: 36) y José R. Alonso (2001: 45), no compartieronel criterio de la restauración directa sobre los trazosaborígenes. No obstante, la labor de rescate del sitiosurgida por iniciativa de Núñez Jiménez, a mediadosde 1967 y comienzos de 1969, tuvo propósitos muydistintos, y en los momentos de su ejecución se pensócomo el procedimiento más adecuado para lograr losfines perseguidos.

Aún hay otra amenaza para la región, aunque éstano es nueva, la realización de un complejo hoteleroque comprendería dentro de sus áreas de visitas laantigua cueva. Núñez Jiménez en su libro 40 añosexplorando a Cuba, de 1980, hace referencia a ello en suartículo «Isla de Pinos ya no es de piratas» (Bohemia,1959): «Y por la rutilante costa meridional llegamos aPunta del Este, otra de las playas que serán el asombrode los que gusten del turismo. Dentro de poco, aquí seconstruirá un Motel con 50 cuartos y doscientascabañas. La Cueva de Isla, abierta en un abruptofarallón, será un atractivo más de esta región, con suspiedras prehistóricas, las cuales tendrán que serrestauradas por haber sido criminalmente dañadaspor manos irresponsables».

Es de imaginar lo que sucedería si la cueva quedaraexpuesta a una visita continua de grupos de turistas.Hoy se observan latas de cerveza, cigarrillos y hastabotellas desperdigadas por el suelo, y aún no hay niun solo hotel en kilómetros a la redonda. Induda-blemente si los proyectos turísticos cobrasen vida, laque más se afectaría sería la fauna del lugar, expuestaasí a la invasión de su espacio vital. Flora, fauna y sitioarqueológico conforman la enorme riqueza natural ycultural de la región pinera, por lo que invitamos areflexionar sobre tan importante problema a todaslas personas interesadas en salvar el sitio. Retomarla idea de una verja que impida la entrada de personasdesconocedoras de la importancia del lugar seríaimprescindible.

La reproducción de la Cueva no. 1 en el Museo FelipePoey de la Academia de Ciencias dejó de existir desdehace varios años, al trasladarse la sede del Dpto. deArqueología (Capitolio Nacional) hacia otro edificio.Fue éste un hecho lamentable pues la reproducciónera exquisita en su fidelidad a la espelunca original, loque brindaba la oportunidad de contemplar de cercala cueva a todos aquellos interesados. De igual manera

se perdió también el esfuerzo y el tiempo invertidopor los especialistas que laboraron en dicha creación.

A pesar de conocer que la mayoría de los dibujosque se aprecian en la actualidad son retoquesrealizados directamente sobre los trazos aborígenes,y de que algunos daños son ya irremediables, con-tinuamos sustentando la idea de salvaguardar un sitiode gran importancia para el estudio de las comu-nidades que habitaron nuestro archipiélago coneconomía de apropiación. Al considerar el estadoactual de la Cueva no. 1, y ante el impostergable ejer-cicio de rescatar nuestro pasado cultural, el Centrode Antropología ha diseñado la tarea de salvamen-to arqueológico de Punta del Este, dirigida por el Dr.Pedro Pablo Godo. Esta tarea se encuentra insertadentro de un proyecto denominado «Concienciahistórica e identidad nacional. La investigación,protección, manejo y conservación de los recursos yvalores arqueológicos in situ de Cuba».

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La hipoplasia del esmalte.Un indicador del estado nutricionalen el sitio arqueológico Bacuranao

Por: Carlos R. Gallego Rodríguez

La hipoplasia del esmalte es producto de lareducción del grosor del esmalte, yconsecuencia de una disrupción en laformación del mismo (amelogénesis)durante el desarrollo de la corona, y ha sidoconsiderado como un indicador específico einalterable del estado nutricional. El presenteestudio analiza la presencia de esta entidad en961 anteriores maxilares y mandibularesencontrados de forma dispersa en el sitioarqueológico Bacuranao, en la provincia LaHabana. Del total de dientes analizados, másde la mitad presentaron lesiones hipoplásicas,siendo los caninos mandibulares los másafectados y la mayor frecuencia de lesiones sepresentó entre los dos y tres años de edad.

Resumen

Abstract

Cuando nos adentramos en el conocimiento de los hombres quehabitaban nuestro archipiélago antes de la llegada del conquistadorespañol, en 1492, debemos no sólo describir los hallazgos arqueológicosy antropológicos relacionándolos con el tiempo y localización de loshechos, sino esforzarnos por entender el significado de estos datos en lamedida que afecten la vida de estas poblaciones.

Los cambios, en lo relativo al binomio salud-enfermedad, puedenservirnos para entender la evolución del hombre y su entorno ecológicoy socioeconómico, tanto en el pasado como en el presente.

En un diente brotado sin patología aparente, el esmalte maduro recubrela zona de las coronas dentales expuestas al medio bucal. Este tejido esel más mineralizado del cuerpo humano, presentando una extraordinariadureza. Tal característica hace que con frecuencia se presente como laúnica fuente de información prácticamente intacta, lo cual constituye unelemento indispensable para responder muchas de las interrogantessobre las culturas que nos precedieron en el tiempo (Scott and Turner II1991).

La hipoplasia del esmalte es un defecto que se presenta como líneas,bandas circunferenciales u orificios en la superficie de la corona de losdientes, como producto de la reducción del grosor del esmalte y con-secuencia de una disrupción en la formación del mismo (amelogénesis)durante el desarrollo de la corona (Goodman et al. 1985). (Fig. 1.)

Para explicar estas alteraciones en el esmalte coronario se hanpropuesto diferentes etiologías, como anomalías cromosomáticas,defectos congénitos, enfermedades infecciosas, endocrinas, deficienciasnutricionales, etc. (Pingbord 1982).

Actualmente son tres los factores que más se distinguen: anomalíashereditarias, los traumas localizados y los defectos sistémicos. Losprimeros afectan a la totalidad de la corona dental y con una frecuenciade menos del 1%. Los traumas que provocan alteraciones a un solodiente y sus vecinos son también poco frecuentes, mientras que losdefectos sistémicos que interesan a la totalidad de los dientes –en for-mación en el momento de producirse la disrupción– son más numerosos(Trancho 2000).

Estudios comparativos realizados en poblaciones humanas actualesdemuestran que la hipoplasia del esmalte se presenta con una frecuencia

Enamel hypoplasia, due to a reduction in thethickness of enamel, caused by a disruptionin its formation during crown development,has been considedred as an specificindicator of nutritional conditions. This studyanalyzes this condition in 961 anteriormaxilla and mandible found scattered at thearchaeological site Bacuranao, Havanaprovince. Of all the teeth analyzed, morethat half showed hypoplasic disorders, beingmandible canines the most affected ones.The highest frecuency of damages wasobserved between two and three years ofage.

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Figura 1. Hipoplasia del esmalte en forma de líneas y bandas circunferenciales.Pueden apreciarse tres bandas en el Incisivo superior derecho y cuatro bandas en el Incisivo

lateral superior derecho (G. R. Scott)

mayor en zonas geográficas con deficiencias nutricionales y sanitariasque en los países industrializados más avanzados (Goodman, Martínezy Chávez 1991, Santos y Coimbra 1999 y Gurri et al. 2001). Sin embargo,aún no se ha podido demostrar si las alteraciones del esmalte dental sonconsecuencia directa de una disminución en la cantidad o calidad de laingesta o si aparecen porque los individuos peor alimentados tienen unamenor capacidad de respuesta inmunitaria y padecen con mayor fre-cuencia enfermedades infectocontagiosas y parasitarias. Incluso podríatratarse de un efecto sinérgico que incrementase ambos factores deriesgo (Goodman 1991).

No obstante, para numerosos autores estos defectos del esmalte tienenfuerza suficiente para ser considerados como un indicador específico einalterable del estado nutricional (Goodman 1994), entendiendo por estadonutricional el equilibrio entre el suministro de nutrientes por una parte y elgasto del organismo por la otra (Mc Laren 1976).

Otro hecho importante ante esta patología consiste en determinar laposición de la misma en la corona dental, ya que al formarse los dientesen diferentes momentos de la vida, podemos estimar la edad en que seprodujo la disrupción (Lovellan 1999 y Gurri et al. 2001). A su vez, a partirdel momento en que coincide el mayor número de lesiones, se puederelacionar con el período en que se interrumpe la lactancia materna odestete (Goodman y Armelagos 1994, Coppa et al 1995 y Trancho 2000)pues para el infante la leche materna le aporta una protección inmuno-lógica que a su vez disminuye la morbimortalidad. Este efecto protector

es superior durante los primerosseis meses de vida y actúa aún a lolargo de dos años.

Este pico, que se mantiene hastafinales de la lactancia materna, estárelacionado con el momento de ma-yor incidencia de enfermedadesrespiratorias y gastrointestinales.La leche materna proporciona cier-ta protección, especialmente enindividuos con un compromisonutricional.

En este trabajo presentamos losresultados obtenidos al analizar lahipoplasia del esmalte en los dientesencontrados en el sitio arqueológicoBacuranao, y específicamente nosproponemos: a) determinar la fre-cuencia con que se presenta estalesión; b) los grupos de dientes másafectados; c) el número de lesionesque afecta a cada grupo de dientes yd) estimar la edad en la cual se produ-jeron mayor número de lesiones.

Material y método

Del total de los 961 dientes per-manentes, encontrados de maneradispersa en el sitio arqueológico Ba-curanao, del sistema carsológico ElInfierno, por el grupo espeloar-queológico Combate de Moralitos(Garcel 1997) y que se encuentrancomo fondo del Museo Municipalde San José de las Lajas, se estu-diaron 270, correspondientes a los12 dientes anteriores maxilares ymandibulares. Los dientes fueronexaminados visualmente bajo unaluz artificial oblicua con la ayudade un lente 10 X.

Para la evaluación de los defec-tos hipoplásicos, se utilizó la clasi-ficación de las alteraciones del es-malte, según la Federación DentalInternacional (FDI 1982), y se ana-lizaron la clase 3, defecto hipo-

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plásico en forma de agujero; la 4, línea de hipoplasia en forma de surcohorizontal y la 6, defecto hipoplásico con el esmalte totalmente ausente,

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Tabla 1. Frecuencia de la hipoplasia delesmalte por grupos de dientes.

Sitio Bacuranao

Gráfico 1: Frecuencia de la hipoplasia delesmalte por grupos de dientes. Sitio

Bacuranao

Tabla 2. Número de dientes sin hipoplasia, con una, dos o tres. Sitio Bacuranao

Gráfico 2. Distribución cronológica de lahipoplasia del esmalte según edad de

formación. Intervalos de 0.5 años.Sitio Bacuranao

agrupándolas todas para los efectos de este estudio, como una solaentidad.

La determinación de la edad de la disrupción se realizó midiendo ladistancia del defecto en la cara labial del diente y la línea de unión delcemento radicular, y el esmalte coronario o línea cervical con un Pie deRey modelo Beerendok 042-760 de la firma Dentaurum, trasladándoseestas medidas al algoritmo desarrollado por P. Walker (Lovell and Whyte1999). De existir varios defectos se tomó el más oclusal.

Análisis de los resultados

Del total de los dientes examinados, la mitad presenta al menos unalesión hipoplásica, encontrándose el mayor número de lesiones en loscaninos mandibulares (91%), seguidos por los incisivos centrales y lateralesmaxilares, coincidiendo con los resultados alcanzados por otros autores(Goodman y Armelagos 1985, Santos y Coimbra 1999 y Gurri 2001).

Basándonos en estos resultados podemos inferir que este grupoprecolombino presentaba condiciones endémicas con una nutrición depobre a moderada, pues aunque la hipoplasia del esmalte no es un reflejodirecto de la dieta, nos presenta una visión de la actividad fisiológica delos ameloblastos (células formadoras del esmalte), los cuales sonafectados por la dieta y otras condicionales que contribuyen al estadonutricional del sujeto.

Dado el hecho que las coronas dentales se forman a diferentes edadesy su calcificación completa tarda años en realizarse en alguno de ellos,en diferentes momentos pueden ocurrir las disrupciones. En la tabla 2podemos apreciar que en algunos grupos de dientes se presentan dichas

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disrupciones con más de una lesión hipoplásica, sobretodo en los caninos mandibulares. Este diente comienzala calcificación de la corona entre los 4 y 6 meses deedad, para terminarla entre los 6 y 7 años, lo que nosseñala que sufrieron más de una disrupción durante elperíodo de la formación del diente.

Al estimar la edad en que con mayor frecuenciaaparece la hipoplasia del esmalte en los 12 dientesanteriores maxilares y mandibulares, ésta se presentóentre los 2 y 3 años de edad (Gráfico 2), momento enque se produjo el destete o retiro de la lactancia materna,coincidiendo estos resultados con estudios realizadosen México (Goodman et al. 1991 y Gurri 2001) y en

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Conclusiones

Como hemos podido apreciar, el estudio de lapatología hipoplasia del esmalte ha posibilitadocomprender mejor el entorno socioeconómico en quese desarrolló este grupo aborigen preagroalfarero, loque responde algunas interrogantes sobre su calidadde vida y nos acerca a este pasado de la historia queforma parte indivisible de nuestra identidad cultural.

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Gabinete de Arqueología / 73

La Cueva del Infierno:tafonomía de un sitio arqueológicodel arcaico de Cuba

Por: Osvaldo Jiménez Vázquez

Este estudio comprende el materialzooarqueológico de un sitio arcaico detradición mesolítica, al centro de la provinciaLa Habana, Cuba. Se emplearon comofundamentos teóricos los postuladostafonómicos, a fin de obtener información, quede otra manera se hubiese perdido. Comoresultado se identificaron, en primer lugar, losfenómenos que influyeron en el origen de losdepósitos arqueológicos. Se interpretaron,además, las paleo-condiciones naturales delmedio que explotaron las comunidadesaborígenes del área, determinándose que elmedio más explotado fue el entorno inmediato,caracterizado actualmente y en el pasado porbosques semideciduos sobre alturas de pocaelevación, donde nacen numerosos arroyos yríos, como el Bacuranao y el Guanabo.

Resumen

Abstract

Introducción

El presente trabajo aborda el estudio de los testimonios biológicosque desecharon las comunidades aborígenes arcaicas de tradiciónmesolítica en la Cueva del Infierno. A través del análisis zooarqueológicose intenta interpretar la dinámica humana prehistórica, relacionada conlos procesos económicos, utilizando métodos novedosos para la cienciaarqueológica nacional. Resultó fundamental en este estudio el análisistafonómico, ya que permitió aproximarnos con objetividad científica acada proceso implicado en la génesis de los yacimientos; en coincidenciacon lo señalado por Binford (1988): «[...] lo primordial es identificar losagentes que originan los depósitos antes de intentar interpretarlos». Lascomunidades aborígenes que se asentaron en la Cueva del Infiernotenían una economía sustentada fundamentalmente en la caza demamíferos, crustáceos, aves, reptiles y moluscos obtenidos en losecosistemas boscosos y fluviales del entorno. Sus movimientos cíclicos,relacionados con las estaciones climáticas y las fluctuaciones de biomasaen ecosistemas simples (costas y llanuras) y complejos (áreas monta-ñosas), los condujeron a regiones montañosas mediterráneas, en lasque se ubica la Cueva del Infierno. Aquí practicaron primeramenteactividades subsistenciales y luego enterramientos. La posteriorocupación neolítica del sitio fue de poca significación, quedando sólovestigios fragmentarios de vasijas y burenes.

Localización

La Cueva del Infierno (sitio arqueológico Bacuranao) se encuentrasituada en las alturas cársicas de San Francisco Javier, poblado de PedroPi, municipio de San José de las Lajas, provincia de La Habana, sobre lahoja cartográfica l: 50 000 (3785II-Jaruco) en las coordenadas X= 380 300;Y= 356 550, a unos 185 m sobre el nivel del mar. Esta cavidad de ampliossalones presenta una gran dolina que se abre al norte. En el borde sur deesta dolina se ubica el asentamiento aborigen, que ocupa un salónespacioso y de nivel regular; la bóveda cenital tiene un puntal general deunos 10 m. (Ver El Caribe Arqueológico, no. 6, 2002.)

This article covers the study on thezooarchaeological material found in anArchaic site of a Mesolithic tradition, locatedby the center of Havana province, Cuba.Taphonomy postulates were used as thetheoretical foundations, so as to gatherinformation which would have been lostotherwise. As a result, phenomenainfluencing on the origin of archaelogicaldeposits were identified. Natural paleo-conditions of the environment exploited byaboriginal communities of the area wereinterpreted as well. It was also determinedthat the most exploited environment was thesurrounding environment, now and in thepast featured by semideciduous woods onlow heights where rivers such as Bacuranaoand Guanabo rise.

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Materiales y métodos

El material estudiado (tablas 1, 2, 3 y 4) procedede las campañas de excavaciones efectuadas del7 de octubre al 20 de noviembre de 1995 (CuartaCampaña), y del 15 de agosto al 1ro. de septiembrede 1997 (Quinta campaña). Las excavaciones sebasaron en el método de estratos arbitrarios, el cualintroduce un sesgo en el registro de la informaciónarqueológica, como plantean algunos autores(Binford 1988 y Harris 1991). No obstante, se logróuna reconstrucción de la estratigrafía natural delos depósitos, al utilizar la información de los diariosde campo y los análisis sedimentológicos. Losprocedimientos estadísticos para el estudio dietariose realizaron en parte de acuerdo con M. Pino (1980).La edad en los mamíferos se determinó por el grado defusión epifisaria de los huesos largos y la erupciónde las piezas dentarias. La identificación de las mar-cas de procesos antrópicos fue corroborada por laDra. Jacqueline Studer, arqueozoóloga del MuseoNacional de Historia Natural de Ginebra, Suiza. Elestudio traceológico de los materiales fue llevado acabo mediante un microscopio estereoscópicoMBC-9 (48x) fabricado en la antigua URSS. Para laclasificación colorimétrica de los sedimentos seempleó la carta Munsell, edición de 1975. Losprocesos de incineración se analizaron segúnRodríguez (1987) y Franchet (citado por Janssens,1970). Los índices de pH se obtuvieron en ellaboratorio de Arqueometría (Facultad de Biología,Univ. Habana) por el profesor Roberto RodríguezSuárez. Los sedimentos utilizados para los análisiscorrespondían a 20 muestras de suelos adheridos alos restos óseos humanos. La labor de identificaciónde los grupos biológicos estuvo a cargo de lossiguientes especialistas: J. F. Milera (Moluscos),Pedro Herrera (Plantas), ambos del Instituto deEcología y Sistemática (CITMA); William SuárezDuque (Aves), Museo Nacional de Historia Natural,y Osvaldo Jiménez Vázquez y Augusto Juarrero(Crustáceos); Osvaldo Jiménez Vázquez (Mamí-feros, Reptiles y Anfibios). En el registro de especiesdel sitio se excluyeron aquellas no relacionadas conla alimentación del grupo aborigen que utilizó el área.Éstas fueron: moluscos marinos 6, moluscos terres-tres 14, anfibios 3, reptiles 3, aves 30, mamíferos 19,semillas 8. La distribución espacial de los materiales

Tabla 1. Dieta colectada en el área del cementerio

zooarqueológicos, la cual se efectuó con mayorconfiabilidad en el área del cementerio, fue realizadamediante la elaboración de croquis de cada uno delos cuatro niveles.

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Resultados

Los depósitos: Ubicación estratigráfica de los sub-productos de la dieta

Interpretar los yacimientos arqueológicos de laCueva del Infierno ha resultado complejo, debido alas modificaciones ocurridas en los contextos, relacio-nadas con factores de naturaleza diversa. El aborigen

Tabla 2. Dieta colectada en el área de uso doméstico Tabla 3. Dieta colectada en cateos de prueba (cementerio)

precolombino actuó como principal agente modifi-cador, ya que utilizó, en diferentes ocasiones, el mismoespacio en la ejecución de actividades, como elprocesamiento de alimentos, la elaboración deherramientas y el enterramiento de cadáveres. Estoocasionó un fenómeno de superposición ocupacionalque trajo como consecuencia la distribución arbitrariade los materiales dietarios, particularmente en el áreadel cementerio. Los fechados radiocarbónicos efec-tuados en el sitio (tabla 5) prueban las afectacionesantrópicas sufridas por la disposición estratigráficahorizontal y vertical del sitio. El fechado más antiguo(3331 ± 17 años AC) procede de materiales colectadosen los estratos superiores y el tardío (3152 ± 26 añosAC) de materiales colectados en estratos inferiores.Como agentes modificadores secundarios sedetectaron numerosos procesos no antrópicos queafectaron la estratigrafía de modo poco significativo.El análisis tafonómico de los yacimientos permitiódefinir con aceptable certeza los subproductos de ladieta consumida por los indocubanos residentes en elsitio. Por las razones antes expuestas, no fue posibleanalizar con precisión las áreas de distribución de lasbasuras determinadas por Binford (1988) y denomi-nadas zona «Drop»(área donde se desechaban los res-

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Tabla 4. Partes del esqueleto detectadasen los depósitos

Tabla 5. Fechados de C14 obtenidos en el sitio arqueológico Bacuranao

tos alimenticios de menor tamaño)y zona «Toss»(área donde se dese-chaban los restos alimenticios demayor tamaño). Estimamos, sin em-bargo, que en el caso que nos ocupalas basuras se pueden incluir dentrode la zona «Drop», debido a que enlos sitios apropiadores medite-rráneos las tallas de los animalesconsumidos no eran significativas,por lo cual no se requería deposi-tarlas muy distantes de las áreashabitacionales del hombre paraque no entorpecieran las laborescotidianas (ver en el acápite Proce-sos antrópicos, el tópico Incine-ración). En sitios de tradiciónmesolítica, ubicados en las proxi-midades del mar, es posible, teóri-camente, determinar las zonas«Drop» y «Toss», ya que los aborí-genes podían capturar presas degran talla como algunos peces,quelonios y mamíferos marinos(sirénidos, fócidos).

Área del cementerio

Esta área tiene una superficie de 27 m2 y de la misma se extrajeron10,8 m3 de materiales sedimentarios, de los cuales fueron obtenidos 9 436restos faunísticos y florísticos. El depósito está constituido por dos estratosnaturales. El primero, con una potencia a partir de la superficie actual de0,30 m, aproximadamente, presenta sedimentos sueltos de granulometríafina y un color generalmente pardo oscuro (10 YR 4/3), y está mezcladocon cenizas provenientes de fogones aborígenes. En la superficie deeste estrato se comprobó alteración antrópica postcolombina de pocaimportancia. En el sector suroeste del depósito, y a una profundidad queoscila entre 0,20 y 0,30 m se ubicó un gran fogón que interesa lascuadrículas B-1, B-2, B-3 y C-1, C-2, C-3, en las cuales se aprecia unincremento de restos incinerados. Más del 98 % de las evidenciasarqueológicas colectadas se encontraban en este estrato.

El segundo estrato yace por debajo de 0,30 m y lo forman sedimentosde origen exógeno, derivados del intemperismo de las calizas, con unatextura más compacta y una granulometría más gruesa que el anterior.El mismo presenta una coloración rojo amarillento (5 YR 4/6). El nivelexcavado en este estrato tenía una profundidad de 0,30 a 0,40 m y eramuy pobre en evidencias, por lo que aportó un total de 99 restos defauna. En ambos estratos se detectaron numerosos fragmentos de calizasprovenientes de las rocas carbonatadas de la formación Jaruco (Miocenoinferior- 20 Ma.), en las cuales se abre la espelunca. La confluencia de

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varios eventos de ocupación humana en el área delcementerio ha dificultado la interpretación del ya-cimiento, pues éstos han alterado la disposiciónoriginal de los elementos arqueológicos. No obstante,los siguientes hechos permiten ubicar estratigrá-ficamente cada evento de ocupación:

1- Una parte importante de la muestra dietaria(43,5%) fue afectada por incineración postdeposicional.

2- Los entierros humanos no están afectados porla exposición al fuego, aunque se observaron cráneosrellenados de cenizas.

3- La mayor parte de los cadáveres se encontrabandispuestos anatómicamente y sin presentar coloran-tes, pero se detectó cierto número de enterramientoscuyos huesos, correspondientes en general a lasextremidades (Travieso 1998), estaban coloreados enrojo y se distribuían desordenadamente.

De estos hechos se infiere que en el lugar sesucedieron, al menos, tres eventos de ocupación. Elprimer evento corresponde a la etapa en que se

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procesaron alimentos y elaboraron herramientas, enel transcurso de un lapso de tiempo de corta duracióny que al parecer se correspondió con los meses de laestación de las lluvias (primavera-verano). Los sucesi-vos eventos representan dos etapas diferentes, du-rante las cuales se practicaron los enterramientos. Espoco probable que la deposición de los subproductosde la dieta y los enterramientos fueran eventossincrónicos, pues las osamentas humanas hubieransido, de alguna manera, afectadas por la accióncalorífica del fuego. Pudiera haber ocurrido que loscadáveres yacentes a mayor profundidad estuvieranaislados del calor, pero en ese caso los localizadoscerca de la superficie mostrarían huellas de laincineración, aun si el calor los hubiera afectado enmomentos en que los tejidos blandos estaban pre-sentes. Rodríguez Suárez (1987) y Lorenzo y Sinusia(1996) identifican algunas alteraciones físico-químicassufridas por los cadáveres sometidos a la cremacióndeliberada o accidental, tanto en materiales de Cuba

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como del Viejo Mundo. Los estudios antropológicospracticados a los entierros excavados en la Cueva delInfierno no han revelado la presencia de algunas deestas alteraciones (Travieso 1998).

Comúnmente, en el archipiélago cubano se hanregistrado cuevas con enterramientos humanos degrupos de tradición mesolítica, incluidos en residuariosde subproductos de la dieta, y estas asociacionessustentaron la tesis de que los alimentos constituíanofrendas a los muertos. No obstante, la posible asociaciónde restos de alimentos con los entierros debe ser tratadacon muchas reservas, especialmente en aquellos sitios,tan abundantes, donde las áreas de habitación coincidencon las de enterramientos (Alonso 1995). En el casoparticular de los yacimientos de la Cueva del Infierno nose descarta que algunos elementos de la fauna, comopor ejemplo determinados moluscos marinos yterrestres, hayan sido ofrendados como parte de unculto animista. De todas formas, la alteración antrópicade origen aborigen, comprobada en los contextos,impide confirmar tal tesis.

Área de uso doméstico

Esta área tiene una dimensión superficial de 38,8 m2 yen la misma se excavaron 13,5 m3 de materialessedimentarios, los cuales aportaron 19 551 restos. Ladensidad de evidencias se incrementa en esta áreadebido a la presencia de 7 503 restos (38,4%) de taxonesajenos a la dieta, debidos fundamentalmente a regur-gitaciones de Tyto alba. El área de uso domésticocorresponde, como su nombre lo indica, a un sectorde la espelunca que fue utilizado mayormente para laejecución de actividades subsistenciales. Esteyacimiento presenta una extensión mayor que elanterior y en él se determinaron tres etapas deocupación, las dos primeras relacionadas con gruposde tradición mesolítica que ejecutaron en el lugaractividades domésticas y funerarias, y una terceraque dejó escasas evidencias (fragmentos de recipien-tes y de burenes) de procedencia agroalfarera, quizásrelacionada con los sitios agroalfareros localizadosen la región de Boca de Jaruco, en la costa norte de laprovincia de La Habana. La realización de enterra-mientos es poco significativa en este espacio, pues sedesenterraron sólo cuatro cadáveres, localizados enel sector sureste del área. Esto señala que la alteraciónantrópica de origen indocubano es menor en

comparación con el área del cementerio. Los fogonespara cocinar son abundantes en toda la extensión delárea, así mismo los subproductos de la dieta, quepresentan una composición taxonómica similar al otroyacimiento. De este hecho se infiere que posiblementelos recursos alimentarios de origen animal fueronobtenidos en la misma época del año, es decir, entrelos meses de primavera-verano. Es posible, por tanto,que las etapas de uso doméstico en ambos yacimien-tos hayan coincidido en el tiempo. Consideramos quela práctica de los enterramientos haya sucedido a lade actividades domésticas, al tomarse en cuenta quelos cadáveres humanos no presentan afectacionesdebidas a la incineración. El proceso de incineraciónen este yacimiento tiene un origen análogo al del otrodepósito, ya que los restos fueron afectados por elcalor de las hogueras, luego que se desecharon juntoa éstas. El 12% de la asociación ósea exhibe incineraciónpostdeposicional. Estratigráficamente este yacimientoestá estructurado en varios niveles, el primero (0.00-0,14 m) muestra una coloración pardo fuerte (7.5YR 4/4) y presenta una gran compactación entre 0.00-0,02m, debido probablemente a la presión antrópicaactual, aunque generalmente ostenta una texturasuave. Entre 0,14 y 0,40 m se aprecia una disposiciónde los estratos poco definida, con una texturahomogénea y una gama de tonos de colores pardorojizo oscuro ( 5YR 3/4) a pardo fuerte (7.5YR 4/4) en lacapa más profunda. Generalmente los sedimentosestán mezclados con cenizas producidas por losfogones. La mayor parte de los subproductos de ladieta fueron colectados entre 0,00-0,25 m. En esta árease recolectaron algunos fragmentos de rocas calizascaídas del techo por gravedad. La alteración antrópicacontemporánea es más significativa en esta área,aunque se restringe al nivel 0,00-0,10 m.

Análisis de los grupos taxonómicos

Mamíferos

Los mamíferos fueron los animales más explotadoscomo recurso alimentario en el transcurso de lasetapas de habitación del sitio, y sus restos sedistribuyen en todos los niveles estratigráficosexcavados en los yacimientos. Los roedores de lafamilia Capromyidae constituyen el grupo taxonómicomejor representado. La jutía conga (Capromys pilorides),

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que es la especie de mayor talla, aportó a losaborígenes el volumen más significativo de biomasacomestible. En sitios de tradición mesolítica y neolíticadel archipiélago cubano, la jutía conga se encuentracon gran frecuencia debido a la abundancia que tuvoen el pasado. Actualmente es el caprómido que con-serva las poblaciones más importantes. De las sieteformas de mamíferos registrados en el sitio, cuatroviven en la actualidad: Capromys pilorides y Mysatelesprehensilis, distribuidas a todo lo largo del país; Solenodoncubanus que se encuentra en el oriente cubano, aunqueen un pasado reciente presentaba un rango distri-butivo pancubano, y el género Mesocapromys localizadoen determinados cayos e islotes, tanto al norte comoal sur de Cuba. Las restantes especies, Brotomys offella,Geocapromys columbianus y G. pleistocenicus se extin-guieron, al parecer, poco después del comienzo de lacolonización hispana. Sólo Geocapromys conservaespecies vivientes, las cuales habitan regiones bos-cosas de Jamaica, Bahamas y Little Swam, en el golfode Honduras. La variedad y abundancia de mamíferosidentificados en este sitio se relaciona con las pre-ferencias ecológicas de estos vertebrados, quieneshabitaron el bosque semideciduo que circundaba lacueva, formación vegetal que originalmente fue la másextendida en el archipiélago (González 1989) y aúnpersiste en el entorno del asentamiento. A través delanálisis de los componentes óseos de vertebrados,que se obtuvieron en los yacimientos, es posibleestablecer que los animales cazados eran trasladadoscompletos al sitio (tabla 4), y no descuartizados en lasáreas de caza, ya que la talla de éstos no era con-siderable. Excepcionalmente, los aborígenes mesolí-ticos pudieron practicar el despiece de determinadasespecies que debido a su gran talla les era dificultosotransportar a los campamentos base (Pino 1970 y 1978).Tal es el caso del manatí (Trichechus manatus), la focatropical (Monachus tropicalis), los quelonios marinosde los géneros Caretta, Eretmochelys, Lepidochelys,Dermochelys y Chelonia, y algunos peces y cetáceos.Los indocubanos residentes en la Cueva del Infiernoincluyeron en su dieta tanto mamíferos adultos comoinmaduros, aunque se observa una preponderanciade los primeros sobre los últimos. Los pequeñosinsectívoros del género Nesophontes no se consideranintegrantes de la dieta, ya que los restos recuperadosno están fracturados ni quemados, además de estarformando concentraciones en el área para uso do-

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méstico. Estimamos que estos animales, de hábitosprobablemente nocturnos, fueron depredados por lalechuza (Tyto alba furcata) y sus restos regurgitados enel reposadero utilizado por este predador aéreonocturno. Así mismo, otras especies de mamíferos sehan desestimado en el análisis paleonutricional; losquirópteros colectados habitan el antro desde tiemposinmemoriales y han muerto en el lugar o fuerondepredados por Tyto alba. Sólo la especie Phyllopsfalcatum no habita en cuevas y posiblemente tambiénfue víctima de la lechuza, que regurgitó sus restos enel reposadero. Las entidades conservadas de perezo-sos de la familia Megalonychidae (molares y falangesungueales) son muy escasas y no presentan traceo-lógicamente huellas antrópicas. La fauna domésticadetectada representa animales introducidos por loseuropeos, a partir del siglo XVI, y perteneció al hombrede campo, quien estableció sus viviendas en lasproximidades de la espelunca y pudo utilizar algúnsalón como lugar de crianza o matanza. Se identifi-caron los géneros Canis, Ovis-Capra, Bos, Sus, Oryctolagus,Rattus y Mus. Las evidencias correspondientes a estasespecies se ubicaron generalmente en el último es-trato depositado (0.00-0,10 m).

Reptiles

Las entidades conservadas de reptiles son escasasen este sitio, lo cual es evidencia de que estos fueronexplotados en menor cuantía que otros grupos. Lostaxones identificados son la iguana (Cyclura nubila), elchipojo verde o caguayo (Anolis equestris), la jicotea(Trachemys decussata) y el majá de Santa María (Epicratesangulifer). El majá de Santa María es el mayor de nues-tros ofidios y alcanza más de tres metros de longitud;su carne es buena y su captura relativamente fácil.Entre los reptiles fue ésta la especie que aportó mayorcantidad de biomasa aprovechable. Las evidenciasde Anolis equestris, consideradas desechos dealimentos, se obtuvieron en el área del cementerio,pero aunque en el área para uso doméstico tambiénaparecieron elementos óseos de este lagarto, no losincluimos en la dieta por ser recientes. En el presente,y en la región donde se abre la cueva, subsisten todaslas especies de reptiles consumidas en el sitio, con laexcepción de Cyclura nubila. El registro paleontológicomuestra que en el pasado, aun en tiempos anterio-res a la colonización aborigen del archipiélago, estos

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grandes lagartos iguánidos fueron abundantísimos.En el yacimiento paleontológico de la Cueva del Indio,accidente cársico situado unos 8 km al SE de la Cuevadel Infierno, en las sierras de las Escaleras de Jaruco,se registraron decenas de huesos de iguanas (Jiménezy Valdés 1995). Este yacimiento se estima tenga unaedad Pleistoceno superior-Holoceno temprano.

Moluscos terrestres y marinos

Los moluscos registrados en los residuos alimen-tarios se centran en 14 especies de gasterópodos ybivalvos marinos, y 3 de gasterópodos terrestres.Como se observa en la tabla 6, la recolección demoluscos presenta índices muy bajos, 11,9% en el áreadel cementerio, y 22,6% en el área para uso doméstico, locual ubica a esta actividad subsistencial en un segundolugar. Los moluscos gasterópodos terrestres de losgéneros Zachrysia, Eurycampta y Liguus sobrepasanampliamente en índices de consumo a los moluscosmarinos, como es lógico en un asentamiento en terri-torios alejados del mar. Probablemente los escasosindividuos de moluscos de ecosistemas marinos fueronrecolectados por los aborígenes a su paso por la costa,rumbo a tierras interiores, y luego de consumidas laspartes blandas trasladaron las conchas al campa-mento, con el objetivo de utilizarlas como materiaprima para la elaboración de herramientas u otrasactividades. Es poco probable que los grupos humanosasentados en la Cueva del Infierno recorrieranfrecuentemente el largo trecho que media entre estecampamento y la costa norte (unos 16 km) paraobtener moluscos marinos. Los índices de consumoexpuestos anteriormente contradicen esta posibilidad.Una cifra importante de moluscos marinos y te-rrestres, 20 especies, no es considerada parte de ladieta. Los géneros marinos Nerita, Nodilittorina,Cerithium, Tectarius, Cerion y Puperita no presentan ensus conchas, a las que se les efectuó examen tra-ceológico, huellas de origen antrópico y sólo se reco-

lectaron 35 ejemplares. Quizás el hombre prehistóricollevó estas conchas al asentamiento con propósitosceremoniales u otra práctica relacionada con activi-dades superestructurales. Trece especies de moluscosterrestres también se han segregado de la dieta, si setoman en cuenta varios criterios: la pequeña talla, elbuen estado de conservación de las conchas –las quese hubieran fracturado fácilmente debido a su fra-gilidad, si se les extrajera la biomasa consumible–, yla presencia lógica de las conchas en los depósitos,situados al borde de una dolina en la que crece unbosque semideciduo, que es el hábitat natural de estasespecies. Pomacea paludosa es el único molusco fluviátilencontrado en los yacimientos e igualmente se eliminade la dieta, debido a que dos de las cuatro conchascolectadas presentan la típica perforación que lesocasiona el ave conocida como Guareao (Aramusguarauna) para afectarles el músculo aductor y extraerel molusco. Según se conoce, el Guareao es un aveque hace percha, es decir, que traslada la presa a unlugar seguro y allí, sobre el suelo, la consume,desechando la concha. Este refugio puede encontrarseen cuevas u orillas de depósitos de agua.

Aves

Las aves son formas de la fauna poco comunes enlos asentamientos aborígenes de Cuba precolombina,lo que contradice la diversidad de la ornitofaunaregistrada en los yacimientos fosilíferos no culturalesdel Cuaternario cubano. Actualmente se conocen 60especies de aves procedentes de estos depósitos noculturales (Arredondo 1984, Jiménez 1997 y SuárezDuque y Arredondo l997). En las áreas excavadas delsitio se identificaron 11 especies de aves capturadaspara la dieta (26,3%) y 26 especies no asociadas alconsumo humano (73,6%). Cinco de las especies con-sumidas proceden de ecosistemas fluviátiles y la-custres, y las restantes habitan el bosque. Sietetaxones se registran por primera vez como recursosalimentarios utilizados por los aborígenes cubanos;estos son: Asio cf stigius, Accipiter cf gundlachi, Porphyrulamartinica, Laterallus jamaicensis, Patagioenas inornata,Geotrygon sp. y un anátido indeterminado. Lasgallinuelas y gallaretas, aves acuáticas de la familiaRallidae, fueron las especies más consumidas, enparticular, la biaya o bambiaya (Nesotrochis picapicensis)y la gallareta azul (Porphyrula martinica). El género

Tabla 6. Ecosistemas explotados por el hombre

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Nesotrochis, con las especies N. steganinos y N. debooyi,y Porphyrula martinica se han registrado en yacimientosaborígenes de las Antillas Mayores y Menores, res-pectivamente (Pregill et al. 1994). La técnica tra-ceológica aplicada a los huesos de aves arrojó queéstos fueron afectados por fracturas para la obtenciónde la médula, las cuales interesaron principalmentelos extremos distal y proximal. A ello se debe agregarque fueron consumidos tanto individuos juveniles(11%) como adultos (89%).

Crustáceos terrestres

Los crustáceos decápodos fueron intensamenteexplotados por los aborígenes residentes en la Cuevadel Infierno; en total se contabilizaron 3 696 individuosde cuatro especies, con un predominio de los cangrejosfluviátiles del género Epilobocera (60%). Los restantesgéneros se comportaron de la siguiente manera:Pseudothelphusa (16%), Gecarcinus (9,2%) y Cardisoma(0,2%). El valor que indica el número mínimo deindividuos en los crustáceos se presenta como el máselevado, en comparación con los demás grupostaxonómicos explotados (tabla 6), pero ello no significaque los cangrejos hayan sido el recurso fundamentalen cuanto a utilidad subsistencial. Sin dudas, losmamíferos aportaron un porcentaje mayor debiomasa comestible. La presencia de Cardisomaguanhumi en este sitio es interesante, puesto que lacosta, su hábitat común, dista unos 16 km hacia elnorte. Regularmente este cangrejo terrestre habitamanglares que bordean las costas, en terrenos bajoso tierra adentro; a distancias de hasta 5 km, siempreque el animal tenga una fuente de agua, salada o dulce,cercana. Es posible que los aborígenes los llevaran allugar, desde la costa, con fines alimentarios o queestos animales vencieran la distancia que los separabade las alturas de San Francisco Javier, recorriendo,hacia el sur los márgenes de los ríos o arroyos queexisten en estas elevaciones cársicas. Las evidenciasde crustáceos más comunes, entre los restos recu-perados, son los dedos o pinzas de la quela mayor,cuya posición anatómica puede ser derecha oizquierda y contiene un volumen mayor de carne.Además, se obtuvieron algunas pinzas de la quelamenor y fragmentos de caparazones. Generalmente,los restos de crustáceos se encuentran quemados,con tonalidades pardas y negras de gran brillo, o

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blancas. La abundancia de estos invertebrados en elsitio indica la posibilidad de que fuera ocupado en losmeses de primavera y verano, época en que sereproducen y aumentan su actividad biológica, y esposible recolectarlos en grandes cantidades. Loscrustáceos terrestres de los géneros Epilobocera yPseudothelphusa sólo se habían registrado ante-riormente como dieta de los aborígenes, en losasentamientos mesolíticos Cuevas Blancas, municipioQuivicán, provincia La Habana (Jiménez y Crespo1991) y Solapa del Sílex, alturas del Cacahual, municipioBoyeros, al sur de la Ciudad de la Habana (Córdoba etal. 1997). Los crustáceos se encuentran tan abundan-temente en desechos de cocina, correspondientes a cul-turas aborígenes tempranas de las Antillas, que a éstasse les denominó en un tiempo Crab culture (Wing 1989).

Peces

Los restos de la pesca son casi inexistentes en losyacimientos del sitio: sólo dos vértebras de peces óseosde talla pequeña se recolectaron en el área del cemen-terio. La asignación de estos elementos a peces fluviá-tiles o marinos es imposible por la condición fragmentariade los mismos. Es significativo el hecho de que en un sitiocomo éste, cercano a una cuenca hidrográfica, seanescasos los restos de la pesca. Es posible que las razo-nes haya que buscarlas en las particularidades ecoló-gicas de los cuerpos de agua. El área de influenciaeconómica objeto de estudio, explotada por los aborí-genes, presenta numerosas corrientes fluviales decaudal variable, algunas tienen aquí su nacimiento,como Bacuranao y Guanabo, que desembocan en lacosta norte. La mayor parte de estas corrientesfluviales presentan una organización temporal de susaguas durante la estación de las lluvias, a lo que seañade que el desnivel del relieve, hacia la costa, im-prime gran velocidad a las corrientes. Estas condi-ciones son desfavorables a la disponibilidad de hábitatsidóneos para los peces fluviátiles (J. F. Milera, com.pers.).

No creemos que la escasez de restos óseos de pecesse deba, como han planteado algunos autores, a laacción de procesos diagenéticos como el pH ácido delsuelo. El estado general de la asociación ósea extraídade los yacimientos es aceptable contradiciendo lasupuesta acción del pH ácido. Actualmente lossedimentos contenidos en los yacimientos de la Cueva

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del Infierno presentan índices de pH entre 7,10 y 8,15,es decir, representan un ambiente ligeramente básico.Por otra parte, la abundante presencia en losyacimientos de cenizas provenientes de los fogonesaborígenes, neutralizó posiblemente la accióndestructora del pH ácido, al agregarle a los sedimentoselementos básicos como el calcio. Algo similar a loque ocurre en el suelo de los concheros, donde el pHes elevado como resultado de los numerosos restoscalcáreos presentes en él (Brito 1996).

Plantas

La dieta vegetal es un aspecto importante dentrodel análisis paleonutricional y ha sido poco desarro-llado en nuestro país. Esta investigación no tiene elobjetivo de exceder el marco zooarqueológico, perocreemos importante tratar sobre algunos restos deplantas encontrados en el sitio. Es imprescindibleaclarar que en ocasiones los restos vegetales reco-lectados en contextos arqueológicos no correspondena la dieta, aunque aportan información acerca de laflora que estuvo establecida en las cercanías de losasentamientos del hombre. Las entidades con-servadas de plantas recolectadas en el sitio, consistenen semillas, algunas incineradas, que corresponden aunas nueve especies, entre arbóreas y rastreras. Lasmás comunes son de la jocuma (Syderoxylonfoetidissimum) y de uña de Gato o babayana (Celtisiguanaea), encontrándose, en ocasiones, asociadascronológicamente al contexto aborigen. Otras espe-cies como el mate rojo (Canavalia ekmanii), el cocotero(Cocos nucifera), el aguinaldo (Ipomoea sp.), la yaya(Oxandra lanceolata), y una leguminosa indeterminadason recientes, pues se recolectaron en la superficieactual del sitio. La asociación de plantas como la jocumay la uña de gato al contexto aborigen nos permiteninferir la existencia, en tiempos precolombinos y en elentorno de la cueva, de un bosque semideciduo queha perdurado hasta la actualidad. Este permitió laexplotación de una amplia gama de especiesfaunísticas, así como de algunas de la flora, que soncaracterísticas de esta formación vegetal. Las semillaspresentes en el registro arqueológico de este sitio nodeben corresponder a frutos consumidos por losindocubanos, sino que pudieron ser trasladadas allugar por los murciélagos fitófagos. Silva (1979)comprobó la utilización de una gran variedad de

plantas como alimento por los murciélagos, de losgéneros Monophyllus, Erophylla, Phyllops, Phyllonycteris,Brachyphylla y Artibeus; los últimos cuatro géneros estánpresentes en los yacimientos. El bosque semideciduoque crece sobre suelo calizo, típico de las alturas deSan Francisco Javier, en las que se abre la Cueva delInfierno, presenta escasas especies que producenfrutos comestibles (Roig 1965 y Borhidi 1991). Engeneral los frutos aportados por este bosque son pocoapreciados por el hombre actual e indudablementefueron una fuente de importancia secundaria en ladieta de los grupos de tradición mesolítica queresidieron en la región.

Marcas o huellas de procesos antrópicos y noantrópicos

El estudio de las improntas dejadas en los restosde dieta por diferentes procesos relacionados o nocon la actividad del hombre prehistórico ha cobradoen la actualidad un gran interés. En sitios arqueo-lógicos precolombinos de Cuba se ha prestado pocaatención a estos análisis, perdiéndose una valiosafuente de información. Mediante éstos es posibledeterminar las técnicas practicadas por el hombrecon el fin de procesar las piezas capturadas y los modosde consumo. También se distinguen procesos noantrópicos que afectaron las evidencias, luego que sedesecharon sobre el suelo. En el examen del materialprocedente de los yacimientos de la Cueva del Infiernose determinaron distintos procesos de origen antrópicoy no antrópico, o postdeposicionales. Cada uno deellos los hemos separado para su mejor comprensiónen dos grupos que contienen distintas categorías.

Procesos antrópicos

a)-Marcas producidas por prácticas de carniceríaPara la detección de improntas en los huesos

ocasionadas por instrumentos líticos, durante losprocesos de carnicería, se seleccionó una muestrarepresentativa de materiales procedentes del áreadel cementerio, en la cuadrícula A-1, que se excavóde 0,00 a 0,30 m. La cifra de huesos analizados se elevóa 189, entre restos de mamíferos, reptiles y aves,detectándose marcas sólo en siete piezas de roedoresde los géneros Capromys, Mesocapromys y Geocapromys.Las marcas identificadas se relacionan con los proce-

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sos de despiece y descarnado de las presas. En fé-mures de caprómidos se observan planos de cortes eincisiones que afectan la epífisis proximal, así comoun fragmento de pelvis que evidencia incisiones en elacetábulo. Las incisiones lineales observadas pre-sentan, como es típico de las marcas dejadas por elfilo de cuchillos de sílex, una sección transversal enforma de V, acompañada de microestrías (Pérez Ripoll1992) apreciables a más de 20 aumentos. En la caraposterior, a nivel de la mitad de la diáfisis de un fémurderecho de Capromys pilorides, se aprecia que ladirección del corte tuvo variaciones, lo que caracterizalas incisiones compuestas (Pérez Ripoll 1992). Losresultados obtenidos en este breve análisis nopermiten exponer un criterio definitivo sobre el asuntotratado, sino señalar con mayor certeza que los restosestudiados realmente proceden de la dieta.

b)-Fracturas para la obtención de la médulaEntre los procesos identificados éste es uno de los

más importantes debido a que implica una gran partede los restos de dieta. Este proceso es difícil de de-terminar si se toma en cuenta la diversidad de causasque influyen en la fragmentación de los huesos. Elanálisis se ha apoyado en diversos criterios quepermiten definir las fracturas antrópicas. En primerlugar se han observado regularidades en la prácticade las fracturas de los huesos largos en diferentesvertebrados, y éstos presentan una alta frecuenciade afectaciones en las epífisis y en la mitad de lasdiáfisis, o se encuentran reducidos a pequeñosfragmentos. El proceso de fracturación también sepuede definir estudiando en detalle las fracturasocasionadas por las herramientas para percutir.Algunas huellas típicas de este proceso se puedenobservar en elementos óseos procedentes de losdepósitos de la Cueva del Infierno. El extremo distalde un húmero derecho, perteneciente a un individuojoven de Cyclura nubila, muestra una fractura en lamitad de la diáfisis en la que se aprecia la zonareceptora del golpe directo, donde aparecen una seriede pequeñas fracturas escalonadas que correspondena pequeñas esquirlas machacadas (Pérez Ripoll 1992).Fracturas para la obtención de la médula se handetectado en restos de roedores de los génerosCapromys, Mysateles, Mesocapromys, Geocapromys,Solenodon, reptiles del género Cyclura y en algunas aves.La práctica de obtención de la médula es un fenómeno

ampliamente reconocido para las comunidadesprehistóricas (Binford 1988), por ello es indudable quela médula tuvo para el hombre prehistórico un graninterés como elemento nutritivo durante todo elperíodo anterior al surgimiento de la agricultura (PérezRipoll 1992). En otros sitios mesolíticos del archipiélagocubano se ha observado esta práctica (M. Pino, com.pers.).

c)-Fracturas en las conchas de los moluscosEn las conchas de los moluscos, fundamentalmente

los de origen marino, se aprecian fracturas relacio-nadas con la obtención de las partes blandas yprobablemente la posterior elaboración de herra-mientas. Estos procesos implican a gasterópodos detalla apreciable de los géneros Strombus, Charonia yCassis, cuyas conchas aparecen totalmente fragmen-tadas. Los escasos bivalvos marinos encontradostambién están fracturados, posiblemente por proce-sos diagenéticos. Las conchas de los moluscosgasterópodos terrestres consumidos, en muchasocasiones no tienen fracturas y otras están fragmen-tadas y afectadas por incineración a temperaturas nomuy altas.

d)-IncineraciónEl proceso de incineración es un fenómeno

ampliamente comprobado en las dos áreas ocupadasdel sitio. En el yacimiento del área del cementerio secuantificó un 43,5% de evidencias incineradas y en elárea para uso doméstico la cifra es de un 12,2%. Laincineración de los materiales (huesos, conchas, dedosde crustáceos y semillas) fue ocasionada por lasactividades de elaboración de los alimentos medianteel uso de hogueras. Las zonas de hogueras paracocinar son abundantes en el área de uso doméstico,mientras que en el área del cementerio sólo se localizóun gran fogón. Para comprender la manera en que elfuego afectó el tejido compacto (óseo) de los animalesprocesados, es necesario interpretar detalladamentecómo pudo ocurrir este proceso. Primeramente elhombre instalaba la hoguera-fogón, procurando queestuviera protegida del viento directo, en tanto otrosse habían ocupado de despiezar las presas. Luego seexponían al fuego las partes a cocinar y se auxiliabancon algún instrumento que protegiera sus manos delcalor. Ya cocinada, consumían la carne y procedían en-tonces a fracturar determinados huesos con un arte-

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facto percutor para acceder a la médula. Finalmente,los desechos eran depositados dentro de las propiashogueras o en sus inmediaciones. Esta última etapaen el procesamiento de los alimentos fue la queprovocó en los restos de dieta el alto grado deincineración que presentan, ya que posteriormentesufrieron el efecto continuado del calor, debido a lapráctica reiterada de actividades culinarias en elmismo espacio. El análisis del proceso de incineraciónse ha referido particularmente a los restos óseos,debido a que no se han efectuado estudios sobre otroselementos que comúnmente se encuentran incine-rados en sitios aborígenes de Cuba, como son losdedos de los crustáceos, las conchas de moluscos ylas semillas. Los matices de coloración observadosen los huesos (marrón, negro, azul gris y blanco)permiten estimar que las temperaturas soportadaspor éstos oscilaron entre 150 y 600 grados Celsius,aunque como promedio se mantuvieron en un valorcercano a 300 grados Celsius, aproximadamente.Algunos autores (Brothwell 1994 y Rodríguez 1987)estiman que los huesos incinerados, con presencia delos tejidos blandos (músculos, tendones, sangre),adoptan un gran ennegrecimiento acompañado debrillo. Sin embargo, al estudiar la asociación ósea delpresente sitio, hemos comprobado que la mayoría delos restos tienen una tonalidad amarillento oscuro.Por ello consideramos que los huesos de los animalessometidos al calor para la cocción no sufríansignificativamente el efecto de éste, ya que losindocubanos mesolíticos consumían las carnes pocococidas, hecho que contribuía, entre otras razones, aldesgaste o atrición dentaria, típico en la dentición deestos grupos (Travieso 1998). Excepcionalmentealgunas partes de las piezas de animales cocinadastomaban una coloración muy oscura, debido a queestaban más expuestas al calor, tal es el caso de losextremos proximales y distales de los huesos largos.El estudio de materiales dietarios procedentes de otrossitios de tradición mesolítica, localizados en eloccidente de Cuba, nos permite corroborar que laincineración intensa no debió ocurrir durante elproceso de cocción. Un ejemplo que apoya loanteriormente planteado, lo encontramos en elcementerio aborigen de Cueva Calero, poblado deCantel, costa norte de la provincia de Matanzas(Martínez y Rives 1990 y Martínez, com. pers.). En estesitio se recolectaron centenares de restos de dieta no

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incinerados, aunque yacían en un contexto en el cualabundaban las cenizas. Sin lugar a dudas, en esa árease cocieron alimentos en una única ocasión, pues deotro modo los primeros restos desechados hubieransufrido los efectos de la incineración postdeposicional,a causa de nuevos eventos de elaboración de ali-mentos, como ocurrió en la Cueva del Infierno.

Procesos no antrópicos

En los depósitos estudiados se identificaron asímismo diferentes procesos no relacionados con laactividad humana, ocurridos antes, al mismo tiempo,o después de utilizada la espelunca por los aboríge-nes. Estos procesos no afectaron concretamente elconjunto de evidencias dietarias sino el contexto dondeyacen éstas. Las marcas producidas por las morde-duras de roedores son, en este caso, la excepción dela regla ya que los surcos paralelos producidos porlos incisivos de Rattus sp. se observan a simple vistaen huesos de Capromys y Mysateles. Este proceso espoco común en la asociación ósea examinada. Uno delos procesos postdeposicionales más importantesdetectados en la muestra se relaciona con las regur-gitaciones de estrigiformes. Este proceso es insig-nificante en el área del cementerio, no así en el áreade uso doméstico, donde aparecen cientos de huesosprocedentes de egagrópilas recientes desintegradas.La interpretación del origen de estos restos comoresultado de la actividad predatora de la lechuza (Tytoalba) se ha basado en tres aspectos:

1-El patrón de afectación de los huesos de aves,mamíferos y anfibios observado en los yacimientos,particularmente en el área de uso doméstico, el cuales típico de Tyto alba. Este patrón presenta diversascategorías de afectación, algunas de las cualesveremos seguidamente: a)-Cráneos de aves comple-tos sin pico y con percusión occipital; producida por elgolpeo del fuerte pico de Tyto alba; b)-Picos sueltos;c)-Gran cantidad de cráneos completos de Rattus sp.;d)-Fragmentos de esternón de aves y e)-Cifras apre-ciables de huesos postcraneales completos de aves,mamíferos y anfibios.

2-La presencia en los restos de determinadasespecies de aves, mamíferos y anfibios preferidospor Tyto alba (Suárez 1998).

3-La lechuza es el único depredador en Cuba queproduce acumulaciones importantes de restos de

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microvertebrados en sus reposaderos cavernarios.Otro estrigiforme de talla pequeña (Otus lawrencii)también habita en cuevas pero no produce estasacumulaciones. Los restantes miembros vivientes deeste grupo en Cuba, Glaucidium siju, Asio Stigius y A.flammeus habitan en bosques, y Athene cunicularia envegetación abierta y sabanas.

También existen remanentes de animales consumi-dos por este predador en épocas precolombinas(Nesophontes sp.). Se detectó un fémur completocorrespondiente a un ejemplar adulto de Solenodoncubanus, el cual presenta en la cara anterior de laepífisis distal una afección que provocó la pérdida deltejido compacto del hueso, quedando expuesto el tejidoesponjoso. Al observarlo al microscopio estereos-cópico se aprecia que el tejido compacto fue erosio-nado y las superficies afectadas están alisadas.Consideramos que esta afectación se debe a la acciónde los jugos gástricos durante la digestión, en unaestrígida como Tyto alba. Afectaciones similares a éstaslas hemos encontrado en huesos largos de aves yroedores actuales del presente sitio y comúnmentese encuentran reflejadas en la literatura (Dodson yWexlar 1979 y Brain 1981). Otros procesos implicadosen este acápite están reflejados en la tabla 7.

Conclusiones

El análisis zooarqueológico revela la ocupaciónreiterada de la Cueva del Infierno por grupos

humanos de tradición mesolítica, los cuales ejecutarondisímiles actividades domésticas y funerarias, regis-tradas también en otros sitios mesolíticos del occidentede Cuba. El asentamiento objeto de estudio presentaparticularidades intrínsecas de sitios mediterráneosde apropiadores no ceramistas, como se refleja enlas actividades económicas que realizaron (tabla 8). Amanera de conclusión exponemos las siguientes ideas:

1- Los grupos humanos que residieron en el sitioprovenían de regiones costeras, de donde trasladaronelementos faunísticos como crustáceos (Cardisomaguanhumi) y conchas de moluscos, que pudieron utilizaren la fabricación de herramientas y en actividadessuperestructurales.

2- Las causas que obligaron a estas comunidadesa trasladarse, en este caso a la Cueva del Infierno, serelacionan con las urgencias alimentarias, que estabancondicionadas por las estaciones climáticas y lasfluctuaciones de biomasa, en ecosistemas simples

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Tabla 7. Asociaciones tafonómicas presentes en los depósitos

Tabla 8. Actividades subsistenciales

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(costas y llanuras) y complejos (áreas montañosas).Así mismo, la provisión de materias primas paraelaborar los instrumentos de su industria lítica pudoobligarlos a la trashumancia. Las fuentes de aportede estas materias primas se encuentran muylocalizadas en las provincias habaneras y algunas sehan detectado en el área del municipio San José deLas Lajas (Jorge Garcel, com. pers.).

3- La ocupación de las áreas de la cueva, durantelas etapas de uso doméstico, se produjo, posiblemente,en el transcurso de los meses de primavera y verano,lo que permitió la explotación de una amplia variedadde recursos naturales propios de los bosques ycuerpos de agua.

4- Para la obtención de los alimentos se practicó,fundamentalmente, la caza de mamíferos, crustáceosfluviátiles, aves, reptiles y la recolección de moluscosterrestres, también es posible que se recolectaranfrutos u otros recursos vegetales, sin embargo no hansido documentados.

5- La pesca fue una actividad económica casi nula.6- Los recursos faunísticos terrestres y fluviátiles

fueron obtenidos en las regiones que circundaban elasentamiento, a distancias poco significativas. Estaafirmación está avalada por los registros paleon-tológicos de la Cueva del Indio, yacimiento Pleisto-Holocénico ubicado en las alturas de las Escaleras deJaruco, a 8 km al sureste de la Cueva del Infierno.Dieciocho especies incluidas en la dieta de los aboríge-nes de este sitio se han registrado entre los taxones fósilesde la Cueva del Indio (Jiménez y Valdés 1995).

7- Las presas capturadas fueron trasladadas com-pletas al campamento base, donde se descuartizaron,cocinaron y consumieron; los desechos se depositaronluego junto a las hogueras o dentro de éstas.

8- Se observa una selección en la talla de los animalesobtenidos (mamíferos, aves y reptiles) ya que los ejem-plares adultos son predominantes, aunque tambiénaparecen ejemplares jóvenes.

9- Las afectaciones antrópicas que sufrieron losanimales imprimieron en sus huesos, dedos dáctilos yconchas, marcas de procesos de carnicería, desme-dulado, incineración postdeposicional y fabricación deherramientas.

10- Las primeras etapas de ocupación del sitioafectaron tanto el área del cementerio como la de usodoméstico, y correspondieron a eventos de procesa-miento de alimentos y fabricación de herramientas,

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amén de otras actividades no registradas mate-rialmente, pero lógicas en el comportamiento humano(dormir, provisión de agua, manifestaciones super-estructurales, etc.).

11- Los actos de enterramiento fueron posterioresa las etapas de uso doméstico y afectaron la dis-posición original de los estratos, lo que implica que, dehaber existido ofrendas a los muertos, éstas no sepuedan documentar con certeza.

12- En las áreas de uso doméstico no se pudierondeterminar las zonas específicas de deposición de de-terminados residuos, denominadas por Binford (1988)como zona «Drop» (área en la cual se depositandesechos de pocas dimensiones) y zona «Toss» (áreaen la cual se depositan desechos voluminosos), debidoa dos razones fundamentales:

· La alteración antrópica producida por losaborígenes al reutilizar el espacio.

· La no adecuada metodología de excavación, quedeja escapar información valiosa. No obstante,consideramos que en sitios cubanos de tierrasinteriores es poco probable distinguir este tipo deáreas, debido principalmente al hecho de que la tallacorporal de las especies cazadas en estos ecosistemasno es apreciable; si habláramos de sitios costeros otrasserían las posibilidades ya que en el mar existíanespecies de gran talla corporal, como sirénidos,tortugas y fócidos.

Reconocimiento

El autor agradece la ayuda prestada en laelaboración del presente trabajo a las siguientespersonas: Marjorie M. Condis y Elier Fonseca (Institutode Ecología y Sistemática), Reinaldo Rojas (MuseoNacional de Historia Natural), arqueólogos RolandoCrespo y Roger Arrazcaeta (Gabinete de Arqueología)y al Dr. Bernd Kromer (Instituto de Física del MedioAmbiente, Universidad de Heidelberg, RepublicaFederal de Alemania), quien facilitó amablemente losfechados C14 . De igual manera, agradecemos al Dr.Gabino La Rosa y al Ing. Jorge Garcel, quienes nosconfiaron el material zooarqueológico para su estudio.

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Estilos pictográficos en Cuba:dificultades y problemasteóricos-metodológicos

Por: Divaldo Gutiérrez Calvache y Racso Fernández Ortega

Aquí afirmamos que ninguna de las propuestasteórico-metodológicas sobre el dibujo rupestrecubano, que de una forma u otra han intentadointegrar las representaciones simbólicasaborígenes de nuestro archipiélago enunidades de síntesis –estilos–, resiste unintercambio de parámetros entre laslocalidades. También las tendencias alaislamiento conceptual de los diseñospictóricos, sin considerar la estructura de suinterrelación, tanto con los otros signos ydiseños como con el contexto natural ytopográfico de la localidad, han motivado elinterés por descifrar el significado de losmismos, sin la preocupación por el rescate delos usos y funciones de la producciónsimbólica de nuestro país.

Resumen

Abstract

Introducción

Estas reflexiones nacen después de revisar una numerosa bibliografíasobre la gráfica rupestre cubana, en la cual se hacen algunas propuestasteórico-metodológicas que nos han causado muchas dificultades al tratarde operar con ellas en algunas estaciones pictóricas halladas recien-temente en nuestro país, así como del primer intento de estructuraciónde un estilo bajo las premisas que defendemos en estas líneas (Gutiérrez,Fernández y González 2003).

Nuestra incapacidad para manejar algunas de estas metodologíaspor el nivel de sus imprecisiones, fue quedando en nuestros apuntes ynotas de campo, lo que sumado al estímulo intelectual que implica elintercambio de conceptos con colegas e investigadores, así como lanecesidad de explicar criterios y cambios en el diseño de la investigacióna miembros de nuestros grupos, dieron como resultado muchos de losapuntes que intentamos organizar y hacer comprender en este trabajo.

Es bueno señalar que algunos de los conceptos defendidos pornosotros en trabajos anteriores, se verán afectados en estas páginas,las que servirán para subsanar algunos errores en los que hemos estadoincurriendo.

La definición de estilo y sus propuestas en el registro rupestre cubano

En el dibujo rupestre, según M. Consens: «No hay un procedimientode análisis de las representaciones porque no hay una sola forma derepresentar». Nosotros discrepamos de tal afirmación, basándonos sobretodo en que un procedimiento de análisis, entendido como metodologíade investigación, debe ser lo necesariamente generalizado, flexible ytransparente como para definir al menos de qué forma y cuántas formasde representar existen en una escala zonal, regional y/o cronocultural.Éstas, como es lógico, implicarán restricciones al modelo metodológicoempleado en el análisis pero puede y debe ser adaptable, al menosestructuralmente.

Por tal razón, no concebimos investigación sin marco de referencia, locual debe ser considerado como respuesta a aquellos que, en francoenfrentamiento científico, atacan los trabajos teóricos, al procurar el

Here we stress that none of the theoretical/methodological proposals on Cuban cavepainting, which have tried to integrate theaboriginal symbolic representation of thearchipelago into units of synthesis –styles–withstand a parameter exchange among theplaces. And also, conceptual isolation ofpainting design, when interrelation of itsstructure is disregarded in relation to othersigns and designs or natural and topographicenvironment of the locality, aroused aninterest and lure to discover their meaning,being there no concern for the recovery ofuses and functions of symbolic production inour country.

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ejemplo descriptivo que los libere del necesarioproceso de análisis y reconstrucción sociocultural. Detal forma, se convierte el panorama rupestrológiconacional en un interminable listado de formas ytamaños, que se pliega a la ensayada postura deconsiderar el análisis morfológico como el fin en símismo de la investigación del registro rupestre y seignora, con demasiada frecuencia, que el tema objetode estudio es un producto ideológico, así comoresultado de la socialización del grupo culturalejecutante.

Nos referiremos al valor indudable de los trabajosde verdadero contenido teórico, no así al hipercri-ticismo que ha proliferado recientemente en algunostrabajos de investigadores nacionales. El ejercicio dela crítica científica debe ir acompañado de una pro-puesta teórico-práctica, técnicamente demostrada,simulada y evaluada, y no puede convertir dichoejercicio en un conglomerado selectivo e incoherentede citas y opiniones enfrentadas de autores nacionalesy extranjeros. Aunque ambas pueden ser muy repre-sentativas del grado de desarrollo teórico de nuestraciencia, su uso y manejo a conveniencia, por parte deestos hipercríticos, no aportan nada nuevo al espectrodel investigador, dejando en la mayoría de los casosserias insatisfacciones en las expectativas del lector,pues nunca son portadores de una opción metodo-lógica de avanzada, al considerar a la crítica un fin ensí mismo de la ciencia. Estos autores no acaban decomprender que la buena crítica a lo hecho es el nuevohacer y no el ejercicio permanente, repetitivo e indis-ciplinado del cuestionamiento filosófico sin respuestametodológica. Tal posición, generalmente acompa-ñada de una extensa retórica teórico-idiomática, quesólo demuestra el desorganizado diapasón de lecturaespecializada a que se ha tenido acceso, puede ser elprincipio por el cual se llegue al conocimiento, pero nose acerca ni someramente al estado de ciencia.

Han sido varios los autores que, en una o variasocasiones, han hecho referencia a los estilos del arterupestre cubano, como por ejemplo: A. Núñez Jiménez(1975), G. Mosquera (1983), Dacal y Rivero de la Calle(1986) y E. Maciquez (1988 y 2004). Sin embargo, ladefinición precisa de los estilos como unidades desíntesis o macrosíntesis es cada vez más oscura ypoco práctica, al intentar su utilización fuera del marcoespacial, reducido o no, para los que fueron pro-puestos.

Y aquí queremos detenernos unos instantes puesel término estilo, modo o manera de un artista o época,se ha usado en estos últimos años, referido al artepaleolítico, en un sentido excesivamente amplio,generalmente siguiendo a Leroi-Gourhan (1971): «...elque ha considerado como estilo a todo un conjunto dedistintas manifestaciones y aspectos artísticos propiosde un mismo período cultural del Paleolítico Superioreuropeo, sin tener en cuenta que lo que caracteriza aun período cultural no es un estilo, si no un conjunto deestilos y de escuelas artísticas, que basadas en unasmismas necesidades socioeconómicas y orientadaspor unos principios estéticos semejantes, han hechoposible la creación de una serie de tipos de represen-tación para cada una de las áreas en que se desarrollala cultura de la que son expresiones dichos estilos...»(Jordá Cerda 1978: 79).

En Cuba, por su parte, las más recientes propuestasen este sentido han sido realizadas por EstebanMaciquez (1988 y 2004), quien al estudiar el dibujorupestre cubano y caribeño, intentó unificar y resolver,al menos a escala regional, parte de esta problemática,proponiendo lo que él denominó: «Sistemas Picto-gráficos» y definió como: «Un agrupamiento de dibujosrupestres que se relacionan armónicamente entre síal pertenecer a un mismo estilo» (Maciquez 1988).

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Figura no. 1. Propuesta estilística y su cronología.Presentada por E. Maciquez Sánchez (2004)

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Más tarde, el mismo autor (Maciquez 2004) decidiódesagregar su propuesta en varios estilos pictográ-ficos y los denominó: Estilo de Líneas Inconexas, Estilode Líneas No Concéntricas, Estilo de Líneas Concén-tricas y Estilo Figurativo. Dicha propuesta abrazó laidea de que estos se agruparan en dos grandes gruposasociados: el abstracto, a los preagroalfareros y elfigurativo, a los agricultores-ceramistas (Maciquez 2004).

Del comentario anterior se entiende que para esteinvestigador los términos sistema y estilo son sinó-nimos, además de que los indicadores de similitud odiferencia para la definición de cada una de las uni-dades de síntesis se limitan al campo morfológico yquizás macro cronológico, pues tampoco se utiliza unacronología precisa para cada propuesta, ni un análisisdetallado de los conjuntos pictórico-arte-factuales. Esaquí, en nuestra opinión, donde no se logra avanzar,pues se mantiene la indefinición funcional de estetérmino y sus consecuencias en el estudio del registrorupestre cubano.

Con vistas a explicar, ejemplifiquemos lo anterior:¿Podemos considerar pertenecientes a un mismoestilo las figuras antropomorfas de La Cueva de losMatojos, en Guara y las de La Cueva de Matías, en laSierra de Cubitas? Indiscutiblemente esto resultabastante difícil, ya que las variaciones entre estas doslocalidades son muchas (entre las que se podrían citar:las morfológicas, estructurales, funcionales, cronoló-gicas, culturales, de distribución y de la relación consus signos vecinos, etc.), lo que indica la falta dearmonía entre los diseños de éstas y, por consiguiente,la imposibilidad de hablar de un estilo común. Sinembargo, las dos quedarían incluidas en el «Estilofigurativo» propuesto por E. Maciquez (2004).

Figura no. 2. Dibujos rupestres de la Cueva de Matías (a) Sierra deCubitas, prov. Camagüey, Cuba, y de la Cueva de los Matojos (b),

Guara, prov. La Habana, Cuba

Así las cosas, estas pictografías quedarían agrupa-das: Las (a) en el «Estilo» figurativo esquemático relleno,y las (b) en el figurativo esquemático lineal; sólo que,como de todos los estudiosos es conocido y aceptadohasta el momento, los diseños localizados en la Cuevade los Matojos se han vinculado al ajuar ubicado en laestación y sitios cercanos pertenecientes a los grupospescadores-cazadores-recolectores (Núñez 1975 yDacal y Rivero 1986); mientras que por otra parte, loslocalizados en la Cueva de Matías, son asociados almenaje propio de los grupos agricultores-ceramistasque habitaban la región adyacente a la Sierra deCubitas (Calvera 1990 y Calvera y Funes 1991). Lasituación se vuelve complicada por el hecho de quehoy la filiación cultural de los dibujos de la región deGuara se encuentra en un debate científico, ya queademás de considerarse pertenecientes a los gruposprecolombinos de economía apropiadora, en la ac-tualidad algunos investigadores han sugerido laposibilidad de que estos dibujos fueran realizados poraborígenes postcolombinos, pertenecientes al pueblode Guanabacoa, hoy un municipio de la Ciudad de LaHabana, y fundado por los españoles en la segundamitad del siglo XVI para concentrar a los indios delterritorio. Estos poseían desde 1574 el hato Río Bayamo,una hacienda de ganado vacuno que hacia 1678 habíaalcanzado la extensión de 5,392 caballerías, casi elcentro-sur de la actual provincia La Habana, donde seencuentran las cuevas de Guara (Arrazcaeta y García1994).

Otros autores también han dejado abierta laposibilidad de que estas obras fueran ejecutadas porindividuos pertenecientes a culturas negroides (LaRosa, com. pers.). Si esto es cierto, sobran loscomentarios sobre una supuesta identidad estilísticaentre las Cuevas de los Matojos y de Matías.

Estas tendencias de proponer sistemáticas queconsideren o traten al registro rupestre de regionesenteras, o estadíos socioculturales presentes durantemiles de años como homogéneo, asumiendo funcio-nes, usos y significantes que permanecen inalterablesdurante milenios, sin tener en cuenta la demostradainfluencia que sobre estos grupos tuvo la variedad depaisajes y medios a que debieron adaptarse en eltiempo, así como su influencia en la sociología,psicología y cosmogonía de estos grupos humanos,no consideran elementos fundamentales como laextensión, unidad y diversidad de la gráfica parietal,

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el de sus núcleos originales y áreas de dispersión.Tampoco el de la formación, desarrollo y repeticiónde tradiciones y la posibilidad de que las diferencias osemejanzas entre los diversos núcleos respondan afactores geográficos regionales, por un lado y a ra-zones cronológicas por otro.

Además, en no pocas ocasiones hemos visto uti-lizada para éstas y otras localidades de la gráficarupestre cubana la contradictoria definición de «EstiloNaturalista» (Dacal y Rivero de la Calle 1986: 99,100;Calvera 1990: 73, 75 y Guarh 1990: 77), definición queha sido importada de los estudios del registro rupestreprimigenio euroasiático de la época glacial, y que lehan dado al nuestro un sello eurocéntrico, aun porinvestigadores con un profundo conocimiento de lasculturas indígenas prehispánicas. A ello se suma elhecho de que este enfoque no ha sido ni siquierarespetado conceptualmente, pues muchos de losdibujos rupestres cubanos supuestamente «Natura-listas» están mucho más cerca de cualquier estaciónneolítica europea que de una Altamira, Lascaux oNiaux.

Este es el caso del ejemplo propuesto de la Cuevade los Matojos y de la Cueva de Matías, donde tantola semejanza morfológica como la presencia comúnde dibujos antropomorfos y cuadrúpedos (indeter-minados en la Cueva de los Matojos), han provocadoel uso para ambas localidades de la ya comentada yambigua definición de estilo naturalista.

¿Cómo admitir, entonces, para éstas y otraslocalidades el concepto «naturalista», si en muchasde ellas el proceso de esquematización es tan evidenteque llega, en ocasiones, al límite de presentar ausenciatotal de rasgos en las figuras antropomorfas yzoomorfas presentes en las estaciones?

El uso indiscriminado de términos o propuestas queno aportan información social, así como la importaciónforzada de propuestas y/o conceptos formados ydefinidos para otras regiones y culturas del planeta,que muy poco o nada tienen que ver con la poblaciónaborigen de Cuba, no pueden seguir siendo admitidosen el ámbito arqueológico nacional. Fundamen-talmente esto no debe ocurrir cuando, como apuntanlos estudios, el dibujo rupestre que estamos anali-zando se inserta en el proceso de esquematizacióndel tránsito del modo de producción pescador-cazador-recolector al agricultor-ceramista (Izquierdoy Rives 1990; Calvera, Funes y Cuba 1991), o lo que es

igual, presenta los rasgos de los procesos de neo-litización, comunes de muchas partes del mundo(Izquierdo y Rives 1990), como se puede apreciar enla figura no. 3.

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Figura no. 3. Comparación entre figuras rupestres con rasgos delproceso de neolitización (a y b) Cueva de Ambrosio, Varadero,

Matanzas, (c) Cueva de los Dibujos, Punta Judas, (d) Cueva de la Palma,región de Diago, Provincia La Habana, (e) Cueva Pequeña de Diago,

Provincia La Habana, y (f) una estación neolítica de Ujtazar, Armenia

Todo lo anterior nos lleva a reanalizar lo planteadopor Binford, al decir: «Un concepto genérico de estiloque no considere las variaciones dentro de losconjuntos, no puede aportar diferencias étnicas»(Binford 1986, en M. Consens 1991).

En tal sentido nosotros pensamos que no todavariabilidad es estilística pero coincidimos con M.Consens (1991) cuando dice: «Estilo mide variabilidad»,y agregamos: variabilidad limita estilo. Así aceptamosque para nosotros la variabilidad no es siempremorfológica, pues un mismo signo puede poseer másde una categoría funcional o semántica en diferentesgrupos o estadíos. Inclusive en grupos de ciertaestratificación social, dicha variación puede resolversepor un cambio, de acuerdo con las necesidades oexpectativas del estrato que impone la ideología.Dicha modificación no estaría reflejada morfoló-gicamente, es ideológica, y no se simboliza icónica-mente. De lo anterior se puede entender que laexpresión simbólica no es propiedad del signo, de ahínuestra oposición a las lecturas lineales o por mediodel empirismo perspectivo, pues dicha expresiónsimbólica es un sistema conformado por variossubsistemas como son: distribución de las estructuras,asignación de espacios, disposición en la estación yen el conjunto, definición de sus signos vecinos,substrato de realización, selección de materias pri-mas, técnica de ejecución, etc. Estos, y otros sub-sistemas, en la mayoría de los casos le dan al signo suverdadera significación.

La diferenciación de nuestro registro rupestre enestilos como unidades de síntesis o macro síntesis,encierra una consideración estética de valores con-

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temporáneos, aplicada a una representación sim-bólica antigua elaborada sin intenciones clasificatorias.También debemos tener presente que los cambiosestilísticos hacia el cubismo, el modernismo o el post-modernismo, en el arte moderno y contemporáneo, hansido el resultado de cambios en las condiciones sociales,nuevos pensamientos filosóficos, avances tecnológicosetc., fenómenos perfectamente ajustables al acontecerdiario de nuestras culturas más tempranas.

Lo anterior se reafirma en el siguiente plantea-miento: «La etnicidad es estilística y la actividad esfuncional» (Sackett 1982, en Gutiérrez y H. Crespo 1991).Surgiría entonces la pregunta, ¿hasta dónde es posiblepara el rupestrólogo, separar la variación estilísticade la formal?

Una posible respuesta la enunció Wobst, según M.Consens (1991), al proponer que las formas estilísticasson las que transportan información social. Para Cuba,es muy difícil de obtener en la actualidad, debido a lafalta de una estrategia de investigación, orientada adefinir y conocer los subsistemas que conforman laproducción simbólica de las poblaciones aborígenescubanas.

Otro problema que limita nuestros conocimientosy posibilidades de análisis sistemáticos, es la escasezde investigaciones en las que se enfoquen analítica-mente las relaciones entre las manifestacionespictóricas y los elementos culturales que se logrenrecuperar del sitio, yacimientos cercanos o región. Elproblema para Cuba está en que muchas veces dichoselementos no se presentan juntos, ni siquiera cerca-nos y, cuando lo hacen, las interpretaciones que seefectúan resultan heterogéneas. ¿Cuántas veces nohemos visto lecturas diferentes de un mismo conjuntopictórico-artefactual?

No defendemos aquí la posición esquemática demuchos investigadores, quienes han considerado queal ser los signos o símbolos rupestres elementos ajenosa la estratigrafía de los residuarios, las relaciones entreestos no pueden ser demostradas, y baste sólo paracontrarrestar tal posición los resultados obtenidos porJorge Calvera y Roberto Funes. Ellos demostraronque para los grupos agricultores-ceramistas de laregión de Camagüey, cerámica y dibujos rupestresse funden en un mismo cauce que conduce directa-mente a una interpretación más acertada de estasmanifestaciones superestructurales (Calvera y Funes1991). El manejo a discreción y combinado de la

información arqueológica asociada y de la informaciónarqueológica remota es una herramienta sumamenteútil para la correcta interpretación de nuestro registrorupestre.

De todas las notas anteriores se hace palpable quenosotros no entendemos cómo se pueden postularunidades de síntesis –estilos– sobre la base decomparar ausencia o presencia de «tipos» aislados,sin tener en cuenta los restantes elementos delcontexto, así como los presupuestos filosóficos queson el fundamento de cualquier taxonomía científica.

La cuestión es que ni ésta, ni ninguna de las propues-tas teórico-metodológicas elaboradas hasta hoy, nospermiten establecer el uso, la función y la significaciónde tales manifestaciones en la sociedad ejecutora.

De todas las reflexiones y las discusiones con otroscolegas e investigadores surgió la posibilidad dedesarrollar nuestros postulados teóricos en un árearupestrológica del oriente cubano. A partir del estudiode R. Fernández y J. B. González (2001), pudimos definirpara Maisí, Guantánamo, una unidad básica desíntesis, donde agrupamos un conjunto de caracteresideográficos aislados en una estación tipo o cabecera,(Cueva de los Bichos), proponiendo así el Estilo Patana.Para éste se precisó un conjunto de caracteres que serepiten en todas las estaciones del territorio estudiado,reflejando así la generalidad de las costumbresreferentes a la producción simbólica del pueblo o gru-po aborigen que habitó esta región, durante un períodode su historia (Gutiérrez, Fernández y González 2003).

Sobre uso, función, significación, modo y forma

Del subtítulo puede entenderse que, para nosotros,estilo debe ser una unidad de síntesis que recuperelos atributos anteriores, pero como ya dijimos, la situa-ción actual de las propuestas estilísticas enunciadasen la literatura rupestrológica cubana no permite esta-blecer función, uso, ni significación; en algunos casosrecuperan los modos de ejecución, y en la mayoríaasumen exclusivamente un criterio morfológico, elcual sólo permite recuperar la forma.

Uso, función, significación

Para el arqueólogo será difícil recuperar la función,aún cuando un pictograma puede poseer uso y no fun-ción. Es más, creemos, al igual que M. Consens (1991),

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que en sociedades con un bajo desarrollo tecnológico,esto último podría ser la forma de evaluar de-terminadas representaciones sin la necesidad deasignarles funciones mágicas, lúdicas, miméticas, etc.Para nosotros, función es la norma cultural deutilización específica y restringida, que determina laejecución de un pictograma dentro de un contextosociocultural. De ahí nuestra coincidencia con M.Cosens (1991), al referirse a «determinadas repre-sentaciones», ya que somos de la opinión que la au-sencia de interés en cuanto a la recuperación de lafunción en el dibujo rupestre cubano es en granmedida una de las causales de la poca efectividad delas taxonomías (estilos) propuestas hasta hoy.Estamos conscientes de que el análisis de función,uso y significación puede parecer una abstracción,aunque el pictograma puede cumplir con éxito variasfunciones (el uso) pero le está reservada por normade ejecución al menos una sola (la función).

Se hace muy difícil, entonces, concebir la producciónsimbólica sin una función; pero función, uso y sig-nificación se interrelacionan y son la esencia mismade la producción simbólica, y a la vez las metas aalcanzar en el análisis del registro rupestre.

La paciente y sistemática comparación de lasestaciones pictóricas, el contexto cultural y ambientalque las rodea (sistemas y subsistemas) es, sin lugar adudas, la fórmula más correcta con que contamoshoy para resolver los problemas antes planteados,los que requieren de una documentación completabajo nuevas ópticas de investigación y levantamiento,donde se hace recomendable como presupuestofilosófico para la elaboración de métodos de in-vestigación, aquellos que sostienen que: «Un sistemao configuración es siempre, por naturaleza, otra cosay más que la suma de sus partes; incluye también lasrelaciones entre las partes y su red de interconexio-nes: que añade un elemento significativo suple-mentario» (Lévi-Strauss 1968).

Este planteamiento parte de innumerables elemen-tos que atentan contra la concepción del todo en eldibujo rupestre. En localidades donde la gráficarupestre se presenta con un alto desarrollo cuanti-tativo, ha imperado en los investigadores, comométodo de trabajo, el registro de los diseños pordiferentes métodos –calcos, fotos, dibujos, etc.–, losque han sido procesados en el gabinete privándolosde sus relaciones con el ambiente que los rodea

(subsistemas), de donde pueden obtenerse numero-sos elementos que aporten información para la recu-peración del uso, la función y la significación.

Otro caso que ha sido planteado en la literaturasobre este tema, ha sido el hecho de analizar figurascomplejas desintegrándose la composición. Pretenderanalizar por separado los diseños que componen unconjunto, mural o cenefa de pinturas o grabados, muypoco podría brindarle al investigador, pero es des-dichadamente una práctica algo generalizada.

Dos ejemplos de lo antes dicho son algunos análisisrealizados al motivo central de la Cueva no. 1 de Puntadel Este, Isla de la Juventud, donde se ha tratado lafigura circular dentro del contexto de las figurascirculares cubanas y americanas. Por otra parte, seha dejado la figura flechiforme, que se encuentraintegrada a los círculos en este diseño, para seranalizada por separado y junto al grupo de lasflechiformes cubanas y americanas.

Figura no. 4. Conjunto pictográfico. El motivo central de la cueva no. 1,de Punta del Este, Isla de la Juventud, Cuba

En segundo lugar, podemos mencionar el recienteanálisis «funcional» del diseño de la Cruz de Punta delEste (Rodríguez 2000), que fue realizado bajo el principiodel aislamiento de la figura de su contexto, y se tratade explicar su ejecución, función, e implicacionessocioculturales sin tener en cuenta las decenas defiguras que le acompañan en la estación y su posiciónespacial. Como resultado se provocó, que para daruna respuesta acertada fuera necesario orientar dichodibujo en posición totalmente inversa a su ubicaciónreal en la localidad (ver figura no. 5).

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Figura no. 5. (a) Conjunto pictográfico conocido como La Cruz de Puntadel Este, Cueva no. 1, Punta del Este, Isla de la Juventud, Cuba. En suorientación dentro de la Cueva, ( b 1 ) es la orientación con que fuera

publicada por E. Rodríguez en 2000, para hacerlo coincidirespacialmente con ( b 2 ), la constelación de la Osa Menor, y dar a la

misma usos o significados arqueoastronómicos.

Sin lugar a dudas los métodos anteriormentecomentados aportan muy poco al espectro delinvestigador en su búsqueda funcional, pues loscírculos y la flecha que componen el motivo centraltienen mucha más relación entre sí que con cualquierotro diseño similar de parte alguna del mundo,incluyendo los restantes de la propia localidad.

Este análisis nos demuestra que bajo las ópticasantes comentadas, todo lo que encontramos hoy ennuestras estaciones rupestres probablemente norepresente o simbolice lo que parece. Desdicha-damente, la generalidad de los estudios cubanos sobreel tema ha adoptado hasta hoy el empirismo pers-pectivo, o sea, la literal interpretación de las grafías, apartir de su apreciación morfológica y desde unaperspectiva contemporánea. Ello ha dado surgimientoa términos como: hojiformes, fitomorfos, flechiformes,ornitomorfos, castilliformes, peiniformes, rediformes,etc., que conducen a interpretaciones deseadas.

Todo lo anterior nos demuestra que existen muchosriesgos al hacer interpretaciones del registro rupestre,así como que su comprensión debe ser realizadadespués de abandonar el empirismo perspectivo. Almismo tiempo debe de obtenerse de nuestras esta-ciones la mayor cantidad de información posible, paraluego pasar, entre otras, a la comparación etnográficay etnohistórica, pues la escasa referencia que seobtiene de los elementos morfológicos del dibujo

rupestre cubano no puede seguir siendo utilizada comoúnica fuente para intentar interpretar los diseñosgráficos de los grupos prehispánicos, y dar luz sobrelas concepciones ideológicas de éstos.

Por el contrario, los conocimientos ideológicos deestos grupos que podemos obtener por el estudiodetallado de las evidencias y relaciones presentes enlas estaciones rupestres, o por evidencias y/o rela-ciones remotas, deben ser usados para explicar eldibujo de dicha naturaleza. Entrar en el pensamientode nuestras culturas prehispánicas es la tarea másimportante que enfrentamos los rupestrólogos cuba-nos y hay que acometerla con todos los medios queponen en nuestras manos las investigaciones arqueo-lógicas, etnológicas, antropológicas y lingüísticas.

Sin embargo, el uso de todos los elementos apor-tados por otras ramas de la investigación no puedeser tampoco utilizado como resolutivo, e ignorarselos datos que nos debe aportar la estación o área quepretendemos definir dentro de una unidad de síntesisque agrupe la ideología de los ejecutores, al concebiry elaborar las grafías. Esta afirmación parte del uso,en muchas ocasiones, y a veces de manera in-discriminada, de la posibilidad de que las grafíascumplieran la función de magia propiciatoria de la caza,con lo que los ejecutores podrían pretender influirsobre las fuentes alimenticias y con ello garantizar lasubsistencia del grupo.

Los intentos anteriores de interpretación funcionalnos parecen poco sólidos, pues en la gráfica rupestreaborigen cubana hay una singular escasez (por nodecir ausencia total) de representaciones que puedanser objetivamente clasificadas como peces, majases,crustáceos, jutías, etc.; todas especies bien docu-mentadas por la Arqueología como esenciales en ladieta y la actividad económica de las comunidadesque habitaron nuestras ínsulas.

Otro caso particular en este sentido, es la referenciaen algunos documentos de las crónicas de Indias, quenos hacen pensar y hasta admitir la presencia dechamanismo (behiquismo), sobre todo para las culturasde modo de producción agricultor-ceramista. Dichoelemento ha servido de argumento etnológico paraasociar parte de nuestro registro rupestre a las fun-ciones de instrumento, mediante el cual el behiqueestablecía el vínculo entre este mundo y el espiritual.

El problema en estos casos, indudablemente, estádado por el desconocimiento que hoy tenemos de las

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propias funciones del chaman o behique. ¿Fue éste elhacedor; fue el único ejecutor; cómo utilizó las pinturas;su poder estaba en lo pintado o en el propio hecho depintar? Quedan muchas preguntas sin responder paradar por aceptada tal funcionalidad, sin los estudiosdetallados del conjunto de dibujos presentes encualquier estación rupestre. Para no agotar al lector,citaremos finalmente una hipótesis que se ha puestode moda en los últimos años, y en la cual se realiza lainterpretación de la gráfica rupestre a partir del usode sustancias psicotrópicas y alucinógenas, o deestados alterados de la conciencia, asociada en granmedida al fenómeno chamanista.

A partir del descubrimiento de importantes escenas,que parecen representar el rito de la cohoba en al-gunas cuevas de la República Dominicana, antiguaisla La Española, así como después de los trabajos deJ. Alcina Franch (1982), G. Reichel-Dolmatoff (1985) yM. García Arévalo (1989), y los recientes descu-brimientos de ejemplares de Eritroxilum aerolatus, unavariedad antillana de Eritroxilum coca, la cual presentauna buena concentración de alcaloides, capaz deprovocar estados alterados de la conciencia, y que haaparecido silvestre en las cercanías de muchasestaciones rupestres cubanas (Jaimez Salgado, com.pers.), algunos autores, como por ejemplo D. Gutiérrez(1992) y J. R.Alonso (2002) han propuesto que muchos

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Figura no. 6. Propuesta realizada por D. Gutiérrez Calvache (1992) para ilustrar la posibilidad de que muchas pinturas rupestres cubanas fueranel resultado de la visión de fosfenos por la ingestión de sustancias alucinógenas

Figura no. 7. Propuesta realizada por J. R. Alonso Lorea (2002) parailustrar la posibilidad de que algunas pinturas rupestres cubanas,

presentes en la Cueva no. 1 de Punta del Este, fueran el resultado de lavisión de fosfenos por la ingestión de sustancias alucinógenas

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de los pictogramas cubanos podrían ser el resulta-do de la visión de entópticos o fosfenos, producidospor la ingestión de éstas y otras plantas alucinógenas.

Hay muchos problemas con la mencionada ex-plicación, pues como bien plantea P. Val (1998): «No serequiere de trance alucinógeno para ver fosfenos, unapersona puede experimentar este efecto sólo conoprimir fuertemente sus ojos, somnolencia, fallas devisión, etc.». Pero el problema mayor, al menos paraCuba, consiste en que no ha sido demostrado pormétodos palinológicos el uso de estas plantas enresiduarios arqueológicos, menos aún en estacionesde la gráfica rupestre.

Modo y forma

Ahora volvamos al ejemplo comparativo con queiniciamos los comentarios de esta monografía ycomparemos los elementos contenidos en la Tablano. 1.

A los datos de la tabla anterior habría que sumarleque los dibujos de la Cueva de los Matojos, en Guara,representan escenas de caza, asociadas, para sor-presa de los arqueólogos, con series de círculosconcéntricos y otros elementos geométricos. Noobstante, todos los dibujos tienen un alto grado deesquematismo y ausencia total de atuendos quepudieran ser interpretados como grafías de códigosmágicos, mitológicos, símbolos de autoridad y poder,o simplemente totémicos.

Los dibujos de la Cueva de Matías, Sierra de Cu-bitas, Camagüey, presentan escenas de combates de

Tabla no. 1. Comparación morfotecnológica del dibujo rupestre de laCuevas de Los Matojos región de Guara, La Habana, y de la Cueva de

Matías, Sierra de Cubitas, Camagüey, Cuba

la «conquista española» con personajes que portanatributos rituales como son los casos frecuentes delas pipas y los personajes con cola en las repre-sentaciones.

De todo lo anterior se puede deducir que, para lasestaciones objeto de estudio, de las cinco variablesmedidas en nuestro concepto de «Modo» sólo en unaexiste similitud, y de las variables medidas como«Forma» en ninguna existe coincidencia.

Por otra parte, de los dibujos de estas doslocalidades se obtienen códigos diferentes, los queson asumidos por algunos investigadores comosimbólicos, mágicos-religiosos y propiciatorios ( NúñezJiménez 1975: 413, Rivero de la Calle 1966: 80, 96 yMosquera 1983: 53), definiciones éstas que podríanser asumidas en los parámetros clasificatorios de usoy función, pero que en el estado actual del cono-cimiento de las localidades, resultan de difícil definiciónya que las estaciones siempre se han estudiado deforma morfológico-descriptiva.

Lo anterior nos demuestra la invalidez de unasistemática estilística, sustentada exclusivamente enla morfología de los diseños rupestres, sin considerarel rescate de otros elementos asociados que, sin lugara dudas, contienen mucha más información social.Situación similar se podría encontrar en la compa-ración de las localidades pictográficas Cuevas de LosPetroglifos, en la Sierra de Galeras, Viñales, Pinar delRío y la Cueva de María Teresa, o la Cueva de lasMercedes, ambas en la Sierra de Cubitas, Camagüey(pero distantes a cientos de kilómetros de la primera);las que pertenecerían al Estilo de Líneas No Concén-tricas. Pensamos que entre estas localidades existendemasiadas diferencias jerárquicas que impiden, almenos metodológicamente, considerarlas como unaunidad de síntesis, aun cuando la línea de investigaciónesté dirigida a un propósito único.

Figura no. 8. Reproducción de (a) Mural pictográfico realizado en colorrojo de la Cueva de María Teresa, Sierra de Cubitas, Camagüey, Cuba y(b) Mural pictográfico realizado en negro en la Cueva de los Petroglifos,

Sierra de Galeras, Viñales, Pinar del Río, Cuba

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Figura no. 9. Reproducción de (a) Pictografía de la Cueva de Las Mercedes, Sierra de Cubitas, Camaguey, Cuba y (b) Pictografía de la Cuevade Los Petroglifos, Sierra de Galeras, Viñales, Pinar del Río, Cuba

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Finalmente, un estilo, según nuestra propuesta, secorresponde bastante con el uso que dan al término J.M. Cruxent y I. Rouse (1965), con la diferencia signifi-cativa de que estos investigadores lo aplican al estudiode las tradiciones cerámicas y nosotros al contextodel dibujo rupestre. Nuestro concepto de estilo no debeser confundido con los tipos de otros autores o inclusoempleados por nosotros en artículos anteriores (porejemplo Núñez 1975 y Gutiérrez 1994), pues todo gruposocial deberá poseer normalmente un estilo en suproducción simbólica durante un período de su historia,excepto en las etapas de contaminación o transiciónde éstos, que en la mayoría de los casos se vinculan alos procesos de modificación tecnológica en los modosde producción. Por otro lado, todo grupo usa ge-neralmente varios tipos de diseños para resolver unmismo problema pictórico, pero todos dentro de igualestilo y éstos, a su vez, formarán parte de los carac-teres que lo definen.

Lo hasta aquí expresado no implica, como yahemos aclarado en trabajos anteriores, que conside-remos la agrupación del registro gráfico rupestre enestilos, el fin en sí mismo de las investigacionesrupestrológicas cubanas. Por el contrario, pensamosque esta línea de investigación debe ser el comienzode una rupestrología que permita nuevos caminos enla interpretación más correcta de los elementos super-estructurales y la conducta social, en general, de lascomunidades prehispánicas.

Después de la lectura de este artículo los colegasinvestigadores no deben interpretar nuestro modelo

teórico de «unidad de síntesis» como un esquemacerrado, sino más bien como una hipótesis de trabajosusceptible a cambios en la medida en que seasometido a una revisión constante y dialéctica, a partirdel problema planteado y el desarrollo de nuevosestudios, sobre todo a la hora de continuar esta líneade investigación y desarrollar otras propuestasteóricas, que permitan ganar claridad en la definiciónde nuevos estilos pictográficos para nuestra áreageoarqueológica.

Conclusión

Urge la necesidad de evaluar los métodos ymetodologías de investigación que se utilizan para lainterpretación y definición de los estilos pictográficos,los que necesariamente han de existir considerandoque la etapa aborigen de Cuba está condicionada porla llegada, establecimiento, adaptación e interrelaciónde grupos culturales con tradiciones diferentes, lasque necesariamente tuvieron criterios propios parasu producción simbólica.

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De la canción aborigen a la canción cubana.Su identidad

Por: Giselda Hernández Ramírez y Gerardo Izquierdo Díaz

Este artículo parte de un análisis dela predilección por el canto de los gruposprecolombinos donde se resaltan algunas delas características que tuvo esta forma dehacer musica y su evolución en el tiempo, altener en cuenta las etapas de transculturaciónfracasadas o no, resultantes de los convulsosprocesos de toma y daca ocurridos en Cuba.

Resumen

Abstract

Cantar parece ser una necesidad del hombre desde tiemposancestrales, puede ser que hasta un instinto primario, si tenemos encuenta que lingüistas y musicólogos consideran que el canto, comoexpresión elevada del lenguaje junto a la palabra, tiene orígenes biencomunes. Así, la melopea entonada desde el estadio cultural del Paleolíticoes asumida como el más remoto melotipo entonado por el hombre. JoséOrive, citando a Victoria Sau, en su obra Historia antropológica de la canción,y refiriéndose a este género, plantea: «Constituyendo una expresión

This paper starts from an analysis ofprecolumbian groups preference for singing.Stress is made on some features of this formto make music and its development in thecourse of time. Stages of transculturation,whether successful or not, resulting fromcomplex and troublesome give and takeprocesses ocurring in Cuba, are also dealtwith.

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elevada del lenguaje, ha estado presente en cada una de las actividadesdel ser humano, transmitiendo sus sentimientos, refiriendo relatos,instituyendo históricamente documentos vivos, sinceros y palpitantesde hechos ocurridos» (Orive 1991: 53).

La canción, sugestiva en sí, ha salvado las barreras idiomáticas,filosóficas, conceptuales, étnicas y temporales y se ha convertido en unhecho artístico de grandes dimensiones sociales.

El complejo genérico de la canción cubana, caracterizado por unaamplia policromía temática y genérica se nos presenta como un resultanteestético-conceptual que guarda mucha relación con la experienciaacumulada en Cuba en torno a ella y con una tradición donde no sonpocos los que concuerdan en que se remonta al siglo XIX. Sus antecedentespueden ubicarse en esta época, sin embargo, sus orígenes necesa-riamente nos conducen al siglo XVI y aun más, al estudio de las diferentesculturas precolombinas que se asentaron en la Isla.

Estudios de música prehispánica en Cuba (Hernández e Izquierdo2000) nos esclarecen el papel desempeñado por la música en estos gruposhumanos y nos demuestran que los aruacos también alzaron su cantopara contar de manera oral sus mitos y realidades. Así lo reflejó el fraileJerónimo Ramón Pané, citado por Arrom, en Relación acerca de lasantigüedades de los indios, quien plantea: «[...] y cuando quieren cantar suscanciones, tocan cierto instrumento [...] a su son cantan las cancionesque aprenden de memoria, y lo tocan los hombres principales, queaprenden a tañerlo desde niños y a cantar con él, según su costumbre»(Arrom 1990: 35-36).

En pleno siglo XXI, y gracias a las evidencias arqueológicas, las tesis deinexistencia musical en estos grupos humanos han sido rebatidas. Deeste modo los autores de este artículo, luego de un exhaustivo estudio

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Maraca de güira probablementeutilizada por los grupos

mesolíticos

Maracas de madera procedentesde Gran Tierra, Guantánamo

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de esas evidencias materiales y de las crónicas deIndias, con un profundo enfoque organológico,señalamos:

El papel que desempeñó la música en lasculturas aborígenes no fue reflejado total-mente por los cronistas de Indias, sobre todosi tenemos en cuenta que estos primeroshistoriadores no eran músicos y que ademássus relatos sólo se ciñeron, probablemente aimpresiones personales. Por otra parte, loscronistas, al parecer, solamente entran encontacto con comunidades productoras, lo queimposibilitó la descripción de otros ins-trumentos musicales pertenecientes a gruposhumanos de menor desarrollo como losllamados apropiadores (Hernández e Iz-quierdo 2000: 79).

Buscar el origen de la canción cubana a partir de laaruaca no es nuestro propósito, pero obviarla es autodesvirtuar los antecedentes etnohistóricos de lamisma y limitar sus dominios y campo de acción. Portanto, es prudente considerar que las culturasprecolombinas poseían cantos que transmitían demanera oral. Probablemente estos grupos humanos,en la trashumancia ante el impacto, al parecer de-vastador que significó la conquista, tuvieron un papelpreponderante en el tránsito de las melodías proce-dentes de la región oriental hacia el centro y occidentedel país, demostrando que los procesos migratoriosse realizan en la Isla desde tiempos remotos, antesde la llegada de los europeos.

Probablemente los músicos que llegan a la Islacomo Porras, el cantor; Alonso Morón, el vihuelista yOrtiz, que se establece en Trinidad por un tiempo, nose sintieron atraídos por las canciones aruacas mo-nódicas con gran simplicidad rítmica. Eran mono-rrítmicas, caracterizadas por la heterorritmia,heterofónicas como una expresión plurisonante noorganizada de sonidos de elisión, falsete, voz velada,canto aspirado, canto con boca cerrada y adornos.Estaban expresadas, además, en una lengua que nocomprendían. Sin dudas, otros atractivos poseía laIsla, por lo que no los hallaron en la canción de susprimitivos pobladores.

El colonialismo cultural que ejerció la metrópolisobre la música aborigen de América Latina rebasó

en muchos de los territorios el propio marco a lo cual Fer-nando Ortiz llamaría, dentro de la transculturación, lafase hostil, que continúa con la fase transigente. En nuestrocriterio esto posibilitó el nacimiento del folklore delcontinente, pese a la penetración y suplantación cultural.

El investigador dominicano García Arévalo cita aOrtiz, cuando éste se refiere a la transculturación, yafirma:

[...]no consiste solamente en adquirir unadistinta cultura, que es lo que en rigor indica lavoz angloamericana aculturacion, sino que elproceso implica también necesariamente lapérdida o desarraigo de una cultura pre-cedente [...]. Es un proceso dialéctico e histó-rico donde no se simplifica la cultura dominantede los conquistadores, ni la cultura de lossometidos: aborígenes, negros, chinos, etcé-tera. De este proceso se deriva una culturacualitativamente nueva, con aportes de lasdiferentes civilizaciones. El concepto detransculturación permite comprender laHistoria de Cuba y, por razones similares, lasde América Latina.

El hábito de rememorar, como todos los hombresdel universo, sus vivencias en la canción se nos diluyeen Cuba desde la fase transigente, pues nuestro pri-mer músico Miguel Velásquez, quién fuera fruto delmestizaje –hasta donde hemos podido investigar–, nonos filtra ni un solo canto que, probablemente, escuchóa su madre cuando lo amamantaba; ya en la faseadaptativa la música se nos pierde en el tiempo.

Sin embargo, del mismo modo que el indioincorpora artefactos y utensilios europeos, pudo

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Flauta de hueso hallada enArroyo del Palo, Holguín

Maraca de madera procedentede Baracoa, Guantánamo

haberse apropiado de cantos, rondas, que le fuesenfamiliares o fáciles de adaptar a los melotipos por élconocidos.

Esta situación tiende a complejizarse con la llegadade los esclavos del continente africano pues estosgrupos humanos también incorporan sus ancestralescanciones.

Existen hallazgos de convivencias de negros cimarro-nes e indios, y entrado el siglo XVII, cuando el negro asumealgunos medios y utensilios de la cultura aborigen,probablemente sus cantos también coexisten.

Ya desde el siglo XVI se producen uniones sexualesde blancos con indias y negras, y de negros con indias(Morales 1984). Esto nos hace suponer que necesa-riamente elementos de la canción hispana se unen enapretados caracteres con los melotipos africanos diáfanosy los aborígenes diluidos en éstos. Aun cuando los rasgosmás nítidos apunten al viejo continente, la canción cubanase complejiza más en sus interinfluencias por el granmestizaje hispano.

Buscar sus antecedentes en el siglo XIX presuponeaceptar un largo proceso de transculturación simultáneapor la que transita la música desde el siglo XVI (Hernándeze Izquierdo 2000), donde melotipos de diferentes partesconfluyen, incluso cuando observemos rasgos predomi-nantes que impone la cultura que somete y domina.

Teniendo en cuenta lo heterogénea que resultan lasinfluencias hispanas, como factor predominante en estegénero, y en menor intensidad la negroide y aborigen,puede concluirse que, probablemente, en la cancióncubana se manifiestan factores de transculturaciónde tipo híbrido meloétnicos, donde no se mantiene elcarácter conservador o estático de las dos culturassometidas. Quizás esto fue lo que provocó que nosupervivieran elementos tradicionales de los meloti-

pos de las culturas aruacas y africanas, y por esto sedesintegraron –entre otros factores– los valores queno llegan a impactar e influir en la canción hispana.

Fernando Ortiz, según José Orive, refiriéndose a lacanción folklórica plantea: «La música característica delestrato básico de una sociedad dada por creaciónpropia o adaptación de la ajena, como familiar yacostumbrada en aquel [...]» (Orive 1991: 53-62).

Esta cita no lleva mucho comentario y nos asevera,una vez más, que las melodías aruacas no rebasan elmarco de la colonización cultural, en tanto que no seadaptan a la ajena y se diluyen en rasgos casiimperceptibles.

José Ardévol hace un análisis del estado de lamúsica en el siglo XVII en Cuba, y afirma:

[...] hay que señalar un hecho decisivo: loespañol adquiriría nueva idiosincrasia alponerse en contacto con el negro y el mestizo,y lo americano era también modificado yenriquecido por la potencialidad en intuiciónmusical del cubano (Ardévol 1969: 13).

A lo que podemos añadir que encontramos en laIsla presencia de grupos aruacos que pudieron utilizarsu forma tradicional (Areíto), para contar de maneraespontánea sus quehaceres laborales, domésticos, olas añoranzas pasadas, que desafortunadamente norebasan el marco de la propia comunidad. En la VillaSan Juan de los Remedios, en 1773, el corregidor de lamisma escribe al Capitán General de la Isla, pidiendointercediera a favor de los indios cayos, molestadospor un hacendado llamado Juan Claro (Alfredo PérezCarratalá, com. pers.).

Este proceso convulso, por el cual atraviesa poste-riormente la música cubana, abarca aproximadamentecuatro centurias donde se irán perfilando los rasgos einterinfluecias que definitivamente caracterizarían lacanción cubana. Toda vez que se despoja en el siglo XIX

de los giros ornamentales, con el uso de grupetos,apoyaturas y todo tipo de adornos, así como sus textosampulosos y enigmáticos, se vuelve al sentimientolibertario, la temática amorosa, humorística, las be-llezas naturales, ahora expresadas con una líneamelódica que la hace más fluida y más cubana.

Una generación importante de trovadores, desdePepe Sánchez, Sindo Garay, Manuel Corona, MiguelCampanioni, Eusebio Delfín, entre otros, impulsan y

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promueven definitivamente los rasgos de la cancióncubana, que como lo han afirmado algunos musicó-logos atraviesa por diferentes etapas hasta lo máspostmoderno del siglo XXI.

De este modo, la canción se nos presenta como ungénero en franca evolución, donde se transculturanmelotipos desde lo que se ha llamado el encuentrodel viejo continente, con el nuevo mundo. El viejo congrandes interinfluencias de melotipos, el nuevo pocoestudiado (melotipos aruacos), y a esto sumemos laentrada del negro. En un proceso dialéctico cuyaresultante es la canción cubana.

Los estudios realizados en el siglo XX en Cuba hanignorado el impacto que pudo haber tenido la músicaaborigen como una expresión cultural, donde tradicionese historia pasaban de generación en generación aconformar todo un mundo cognitivo; a pesar delintento de músicos, poetas y pintores vinculados alsiboneyismo, el cual no rebasa sus límites comocorriente. No obstante, esto significó en nuestrocriterio uno de los primeros intentos de reivindicaciónde la cultura aborigen, aun cuando esto no hubieseconstituido un presupuesto teórico dentro del mo-vimiento, pues tanto en las manifestaciones artísticas,temporales, como espaciales, se retoman y recreantemas indios, aunque esto suceda envuelto en un veloedónico y romántico.

Para Fernando Ortiz el siboneyismo musical tienesus orígenes en la literatura del siglo XIX que buscabaen las historias y cosas indias símbolos de rebeldías,nacidos al calor del romanticismo nacionalista, asícomo que el sinónimo de Siboney es criollo, y que seha utilizado con mucha impropiedad.

Lo cierto es que hay canciones que continúan siendoclásicas de la música cubana, aun cuando sólo sus

[...] el cucalambismo musical, está en definitivadecadencia. Se va con el octogenario rapsodaSindo Garay, a quien Cuba debe tantas dulcescanciones. Otros músicos y cantores popu-lares están surgiendo, con voces de otro sufri-do pasado, de un revuelto presente y de unmejor futuro. El Ciboneyismo en rigor es«mulatez pasada», o en trance de «pasar»,ansiosa de que, para el goce común, elambiente esquivo le disimule sus graciasgrifas (Ortiz 1965: 98).

letras constituyan una insinuación velada del mundoaborigen, que en ocasiones –coincidimos con Ortiz–,se toma como un pretexto que lleva implícito en eltrasfondo sus verdaderos presupuestos.

Por otra parte no podemos negar el poco estudiodel cual ha sido objeto en Cuba la cultura aborigen,pues cuando profundizamos en el campo de laorganología encontramos, dentro de los instrumentosmusicales correspondiente a estos grupos humanos,las maracas recuperadas en sitios arqueológicos dela zona de Gran Tierra, barrio de Maisí, elaboradas enjúcaro amarillo, así como una amplia referencia en cró-nicas de la existencia de las maracas, en güira, ins-trumento que, a nuestro juicio, es heredado por lacanción cubana desde sus inicios.

Identidad en la canción cubana

Sin ánimos de teorizar en relación a cómo seexpresa en la canción cubana la identidad, nos pareceprudente una conceptualización interesante realizadapor Richard Strauss cuando plantea: «El arte es unproducto cultural. Su misión no consiste en vivir unaexistencia regalada e independiente... su finalidad másbien estriba en dar testimonio de la cultura de lostiempos y de los pueblos» (Strauss 1944: 1).

Más allá de inferencias, la música tiene una granimportancia cultural que rebasa los límites de lasfronteras y las barreras idiomáticas son infinitas; nadieen particular la inventó, es el producto de laacumulación cognitiva y sonora del hombre en sudevenir histórico. Por tanto no pertenece a este, nopuede, ni debe estar subyugada a la tiranía de la modapues ésta en ocasiones la denigra y envilece.

La canción es el reflejo de la cultura acumulada por unpueblo. Sus tradiciones, su historicidad evolucionan en eltiempo pues es un elemento movible que se nutre de lomás novedoso del entorno sonoro universal, o puedeestar estimulada por fenómenos internos nacionales dealcance internacional.

Conceptualmente existen zonas muy ambiguasreferentes a la canción, pues por sus raíces popularesse le sitúa dentro de la música no culta. Sin embargo,el país está lleno de ejemplos que muestran locontrario y en un contexto mundial podemos observarcómo este género se nutre de elementos de la llamadamúsica culta en un concepto musical popular, dondelo uno y lo otro se encuentran en perfecto equilibrio.

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Esta canción, en franca evolución, probablementeatravesó por diferentes procesos hasta alcanzar unestadio de desarrollo que continúa en el tiempo,ajustándose a diferentes etapas:

a)Transculturación simultánea: interinfluencia demelotipos que provienen de las culturas asentadasen la Isla: aruaca, hispana, africana.

b)Asimilación de elementos de la cultura dominante.c)Nacimiento y evolución de la canción cubana.d)Florecimiento y esplendor de la identidad en la

canción cubana.

Las tres primeras etapas quedan explicadas en laprimera parte de este trabajo, por lo cual nos de-tendremos en la última de ellas.

Quizás la expresión más elevada de la identidaden la canción cubana, en las primeras décadas delsiglo XX, se encuentra en la trova tradicional, aquellaque mientras más entretejía sus raíces en el pueblomás autóctona y nacional se hacía. Es allí donde susgestores, abarcando disímiles temáticas, hunden susabia en elementos técnicos que han constituidofuente de inspiración para nuevas etapas por las quetransitaría la canción, nutriéndose en determinadosmomentos con rasgos expresivos universales presentesen la música cubana.

Conclusiones

Se ha desconocido en la historiografía musical elaporte, que en lo conceptual y organológico pudieronbrindar a la canción cubana las comunidades prehis-pánicas asentadas en la Isla.

El estudio de las crónicas corroboran que, al menoslas comunidades aruacas, tuvieron canciones comoexpresión musical narrativas de sucesos históricos yépicos, así como cotidianos. Se demuestra que en lastranshumancias de los aborígenes al occidente,pudieron haber trasladado melotipos de la región

oriental. La canción de los grupos de la faseproductora, con la cual entraron en contacto loseuropeos, probablemente se caracterizó por serheterofónica, uso de sonidos de elisión, falsete, vozvelada, canto aspirado y con boca cerrada, así comogran simplicidad rítmica y formal.

La canción aborigen, al parecer, se diluye en rasgosde las raíces musicales que predominan en Cuba,desde la fase transigente, denominada por FernandoOrtiz. En la canción cubana se manifiestan, proba-blemente, factores de transculturación de tipo híbridomeloétnico donde no se mantienen los caracteres delos melotipos aborígenes y afros de manera evidente.

BIBLIOGRAFÍA

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PENSAMIENTO arqueológico

Arqueología Histórica y sociedadmoderna en Latinoamérica

Por: María Ximena Senatore y Andrés Zarankin

En un contexto latinoamericano dediscontinuidades sociales, a partir de lainstrumentación de los diferentes ejes quesignifican la modernidad, se proponenalternativas críticas de indagación de larealidad en la disciplina, en confrontacióncon los esquemas de pensamiento producidospor los centros de poder para legitimar losdiscursos académicos.

Resumen

Abstract

Desde su incorporación formal al ámbito académico, en la década1950, la Arqueología Histórica en América ha venido buscando unaidentidad que la aglutine e identifique. Este objetivo se ha visto reflejadoen innumerables definiciones (Cf. Orser 1996), que a través de los años,con mayor o menor aceptación, intentaron normalizar y homogenizareste campo. Actualmente, entre las definiciones más difundidas dentrode la Arqueología Histórica americana, podemos mencionar dos grandesgrupos, aquel en el que se le define como «la arqueología de la sociedadmoderna» y el que se le reconoce como «la arqueología de las sociedadescon escritura». Ambos grupos de definiciones, aunque de naturalezadiferente, no son mutuamente excluyentes y han coexistido en la prácticaacadémica.

Por otra parte, y a pesar de la cantidad de definiciones propuestas através del tiempo, existe un punto en común que debe ser mencionado:Casi todas ellas fueron generadas por investigadores anglosajones; cuyoobjeto de estudio eran sus propias sociedades. Esta situación no es depoca importancia, ya que –como esperamos discutir en el presentetrabajo–, al tomar como caso de análisis Latinoamérica, la utilización dedichas definiciones fuera de los contextos en los que fueron generadostermina produciendo conflictos que afectan el trabajo interpretativo delarqueólogo.

Arqueología Histórica: definiciones y alcances

El origen de la Arqueología Histórica americana como campo deestudio particular, a mediados del siglo XX y principalmente en los EstadosUnidos, se vincula a la búsqueda de una Arqueología para estudiar lapropia sociedad blanca. Desde entonces quedan definidos dos camposclaros, una Arqueología prehistórica, asociada a la Antropología paraestudiar al otro cultural (los indios) y otra histórica, cuyo objeto de estudioeran los europeos. En sus comienzos, algunos la definían como el estu-dio «de los restos materiales de cualquier período histórico» (Schuyler1970: 84) o «del material histórico perteneciente al pasado reciente yremoto en relación con la historia documental y la estratigrafía en lasque se encuentra» (Noel Hume 1969: 12) o como «aquellos estudios en los quese usa data arqueológica e histórica» (South 1977: 1). De esta forma, la

Within the Latin-American context of socialdiscontinuity derived from the praxis of lineswhich entail modernity, alternatives areproposed to question on the reality ofHistorical Archaeology versus thoughtproduced in the centers of power, aimed atlegitimization of an academic speech.

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PENSAMIENTO arqueológico

delimitación del campo se apoyaba en las particula-ridades metodológicas relacionadas con la presencia deevidencia histórica que podía ser integrada a los estu-dios arqueológicos; en palabras de Deagan (1988: 7)un «acceso simultáneo a múltiples categorías de evi-dencia que dan cuenta de los mismos procesos yeventos del comportamiento pasado de gruposhumanos».

Paralelamente, otras posiciones entendían que elcampo de la Arqueología Histórica se delimitaba apartir de una problemática de estudio o de un rangotemporal. En este caso, el énfasis se pone en la ex-pansión europea y en la conformación de la SociedadModerna.1 En consecuencia, los límites temporalespara América comienzan con la llegada de Colón y seextienden hasta nuestros días (Orser 1996). Así, laArqueología Histórica es definida como «la ar-queología de la dispersión de las sociedades europeasen el mundo, que comienza en el siglo XV, y lossubsecuentes desarrollos e impactos en las po-blaciones nativas de todas partes del mundo» (Deetz1991: 1).

Tal como fue mencionado anteriormente, el perfilgeneral de la especialidad está dado por el mundoanglosajón, ya sea por el caudal de investigaciones ypublicaciones2, por la gran difusión y circulación deideas, así como por la organización asimétrica de laestructura de producción del conocimiento en el mundocapitalista –ligada al manejo de poder– (Bourdieu1988). En este trabajo discutimos acerca de lasdefiniciones que son utilizadas para la ArqueologíaHistórica americana, como punto de partida parareflexionar luego acerca de sus implicaciones en loscontextos de producción académica en este campo,en Latinoamérica.

Arqueología del mundo moderno

Gran parte de los investigadores que trabajan enArqueología Histórica entienden como foco de estudio

1 Para Orser (2002), la Arqueología Histórica como estudio del mundo moderno es una definición que tiende a ser usada por arqueólogos que viveny trabajan en las partes del mundo que fueron colonizadas por europeos después de 1500. Estos arqueólogos, quienes también estánprofundamente interesados en la unión de materiales excavados y textos escritos, tienden a enfocar varios temas que fueron importantes durante losúltimos 500 años. Éstos incluyen los aspectos materiales del capitalismo, la creación de roles de género, el uso de teorías racistas, la interacción deindígenas con colonizadores, el surgimiento y crecimiento del capitalismo, entre otros muchos tópicos.2 Cabe mencionar que en 1967 se fundaron la Society for Historical Archaeology en los Estados Unidos, y la Society for Post-Medieval Archaeologyen el Reino Unido. Actualmente, hay numerosos proyectos en funcionamiento en todo el mundo y se publican revistas especializadas, por ejemplo,en Europa, Post-medieval Archaeology (desde 1967), Ramage /Revue d´Archéologie Moderne et Général (desde 1981), Archeologia Postmedievale

a la conformación del mundo moderno (Orser y Fagan1995), que comienza con la expansión europea (Falk1991) y coincide con la consolidación del sistemacapitalista y de un nuevo orden social (Johnson 1996)global (Deetz 1991: 2). Actualmente hay un ciertoconsenso y aceptación sobre las formas de aproxi-mación a la sociedad moderna, al colonialismo, al igualque a la expansión del capitalismo.

En Arqueología Histórica se entiende que esteproceso de cambio involucró diferentes aspectos dela vida cotidiana, de ahí se infiere que la sociedadmoderna se relaciona con el desarrollo de lasrelaciones capitalistas y el nuevo orden consiste en elsurgimiento, dispersión y mantenimiento de nuevasprácticas sociales (Johnson 1996). Esto implica uncambio en las relaciones no sólo entre los individuos,sino también entre las personas y las cosas (Amussen1988), y por lo tanto la Arqueología –como estudio dela cultura material– tiene mucho que decir para lacomprensión de este proceso. En la ArqueologíaHistórica, las ideas acerca de un nuevo orden socialfueron propuestas y formalizadas como un modeloteórico, a partir del estudio de casos de las coloniasinglesas en Norteamérica, en el siglo XVIII (ver Glassie1975, Leone y Potter 1988, Little y Shackel 1989) y fueroncompletadas a partir de genealogías del llamadoGeorgian Order en Inglaterra (Johnson 1990, 1991, 1993),extendiendo los límites temporales y espaciales paracomprender sus orígenes. Dentro de este esquemaexplicativo, se han propuesto como conceptos clavespara analizar las transformaciones en las prácticassociales al individualismo, segmentación, estandarizacióny consumismo (Johnson 1996). De acuerdo con estemarco, el nuevo orden implicó nuevos patrones dedisciplina individual que tienen sus orígenes en laIlustración y que van de la mano con la base ideológicadel capitalismo (ver Foucault, Donzelot, Grignon,Gaudemar, Muel y Castel 1981). El capitalismo enfati-za la estandarización como parte de la producciónindustrial, al ubicar a lo individual en el centro de su

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PENSAMIENTO arqueológico

base ideológica, relacionado con los patrones delconsumo en masa (Johnson 1996: 203). Por otra parte,la idea de consumismo (Schakel y Little 1991) se apoyaen que la mayor disponibilidad de bienes materiales,resultado de las nuevas formas de producción ycirculación de las mercancías, implicó cambios en lasformas de relación entre las personas y las cosas, através de nuevos patrones de consumo (Shammas1990), aunque los objetos materiales en sí mismos, yel deseo social de su adquisición, actuaron tambiéncomo una fuerza social para la transformación de laproducción y de los sistemas distributivos demercancías (Mukerji 1983). Esto se relaciona con elconcepto de estandarización que ya no se refiere sóloa la producción en serie, sino a una cierta homoge-neización en el acceso a determinados bienes por lasclases de élite y la popular (Johnson 1996).

En el campo de la Arqueología Histórica, estemodelo teórico es dominante en el mundo académicoanglosajón, y sus variantes son utilizadas habitual-mente para explicar la conformación de la sociedadmoderna, aceptándose su aplicabilidad en diferentescontextos geográficos (Blades 1986, Delle 1998 y 1999y Hall 1992 y 2000). De esta manera, el mundo modernoes caracterizado por una economía única que escolonial, internacional y en expansión (Orser 1996).

Posiciones alternativas: Arqueología de lassociedades con escritura

Actualmente, muchos investigadores rechazanasumir como único foco de estudio de la ArqueologíaHistórica al colonialismo europeo y el surgimiento delcapitalismo, y adoptan una «definición más flexible»,a partir de la presencia de documentos escritos.3 Eneste marco, diversas culturas con escritura pueden

(desde 1997). En América, en los Estados Unidos, Historical Archaeology (desde 1967), International Journal of Historical Archaeology (desde 1997),además de las revistas regionales (por ejemplo Massachussetts Historical Archaeology). En Australia, Australiasian Society for Historical Archaeology(desde 1971). La revista Arqueología Histórica en Latinoamérica (Historical Archaeology in Latin America) fue publicada por la Universidad de SouthCarolina, los Estados Unidos, entre 1994 y 1998, en inglés, español y portugués. Recientemente se ha publicado la primera Enciclopedia deArqueología Histórica en inglés, en el Reino Unido y editada por Charles Orser (2002).3 Una publicación muy importante por su difusión y su contenido como síntesis y planteo de nuevas direcciones, fue el libro editado por PedroFunari, Sian Jones y Martin Hall: Historical Archaeology from the Edge, Routledge, Londres, 1999, como resultado de un simposio en un congresomundial de Arqueología. El título se traduce como Arqueología Histórica desde los extremos, y como su nombre lo indica, es una respuesta a lasdefiniciones de este campo que tienden a homogeneizar el problema tratado. En sus propuestas se rechaza asumir como único foco de estudio de laArqueología Histórica el colonialismo europeo y el surgimiento del capitalismo. Se alienta allí a la construcción de teoría interdisciplinaria paraexplicar y entender determinados problemas sociales a partir de la cultura material. Más allá de la presencia de fuentes escritas, la propuesta sedirige a hacer Arqueología que se centre en problemas tales como dominación y resistencia, lo global y lo local, colonialismo e imperialismo, poder eidentidad, desde el análisis de la cultura material.

caer dentro del campo de la Arqueología Histórica, noimporta cuáles sean las características de los textosdisponibles mientras éstos puedan complementarsecon la información que se produce desde la Ar-queología.

Los que usan esta definición tienden a interesarsetanto por las culturas que investigan, como porresolver cómo los datos arqueológicos y la informaciónescrita pueden ser unidos en el estudio y la com-prensión del pasado. La posibilidad de esta integraciónha generado uno de los principales espacios de debateteórico-metodológico de la especialidad, discusión quecomienza en las primeras investigaciones en la décadade los setenta (Binford 1977) y continúa siendoexplorada en nuestros días (Deagan 1982, Little 1992,Dyson 1995, Kepecs y Kolb 1997, entre otros).

Se dice que la disponibilidad de distintas fuentes deevidencia, como las escritas y las arqueológicas, esuna particularidad metodológica que requiere técnicasanalíticas específicas, porque los arqueólogos se enfren-tan a los documentos con nuevas nociones que surgende una perspectiva materialista dictada por la natu-raleza de la evidencia arqueológica (Beaudry 1988: 1).El resultado de esta exploración metodológica es delo más variado. Complementación, confrontación,integración, tratamiento independiente y búsquedade contradicciones son parte de esta amplia gama depropuestas. Así, algunos conciben ambas evidenciascomo corpus de datos epistemológicamente inde-pendientes, que por su distinta naturaleza deben sertratados de forma separada. Tales posicionessostienen que la única forma de combinar amboscorpus es generando ciertas hipótesis a partir de untipo de evidencia y, contrastarlas a partir de la otra.Algunos investigadores afirman que evidenciahistórica y evidencia arqueológica son producidas por

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PENSAMIENTO arqueológico

procesos independientes (Leone y Potter 1988: 22). Sinembargo, otros sostienen que son generadas por unproceso único y que por lo tanto deben ser tratadasde forma integrada (Morris 1997). Dentro de estasperspectivas interpretativas, se entiende que la cul-tura material puede ser tratada como un texto, y lostextos como cultura material, por tanto y puedentextos y materiales ser considerados como una unidad(Yentsch 1988: 142).

De estas múltiples aproximaciones a la combinaciónde ambas evidencias han surgido propuestas nove-dosas para estudiar a la sociedad. Así, buscando «elespacio entre las palabras y las cosas» (Hall 1999), sehan abordado los discursos materiales y verbalesobservándose cómo se intersectan para comprenderlos niveles de conformación de la sociedad. Comoresultado de este proceso de investigación metodo-lógica, se ha comenzado a discutir un nuevo papelpara la Arqueología Histórica. Si la Arqueología y laprehistoria permiten escribir la historia de «la gentesin historia» (Wolf 1982), es decir de los pueblos sinescritura, la Arqueología Histórica puede contar lashistorias de «la gente con historia», es decir, dentro delas sociedades con escritura, los que no se encuentranrepresentados en las fuentes escritas (Little 1994). Detal manera surge la idea de la Arqueología de la«pluralidad», que incluye a las minorías, a los mar-ginales, a los esclavos, en suma, a los que no regis-traron su propia historia. Pero en este camino se haido un poco más allá, proponiendo que se puedenescribir también historias alternativas a las versiones«oficiales», para cuestionar las llamadas «MasterNarratives» (Johnson 1999) sobre determinados procesoso hechos del pasado (Senatore y Zarankin 1999).

Estas mismas ideas son las que terminan cuestio-nando la primera definición del campo de la Arqueo-logía Histórica como estudio del capitalismo ycolonialismo europeo, al afirmar que «la historia delcapitalismo mundial es la historia del orden del mundodominante dentro del cual viven diversas sociedades,pero hay también historias de diversas tradiciones yprácticas de gentes que no pueden ser reducidas aformas de generar excedentes económicos o conquis-tas o dominación de otros» (Asad 1987 en Funari et al.1999). Estas posiciones son parte de una respuesta alas propuestas que tienden a entender a la Arqueo-logía Histórica a partir de «homogeneizar» el problematratado.

En síntesis, consideramos que la idea de unaArqueología Histórica, como estudio del procesoglobal de formación de «una» sociedad moderna,enmascara una heterogeneidad que niega las parti-cularidades de este proceso en nuestras sociedades.Por el contrario, consideramos que es necesariotrabajar con múltiples trayectorias que generandiferentes «sociedades modernas», cada una con supropia dinámica e historia. Para ejemplificar estaposición utilizamos como caso de discusión aLatinoamérica.

Arqueología Histórica y sociedad moderna enLatinoamérica

Si aceptamos que la Arqueología Histórica estudiaa la sociedad moderna, y que ésta se define a partirde cambios en las prácticas sociales, también debemosreconocer que los significados de las prácticas socialesy sus cambios difieren de contexto en contexto, por lotanto debemos explicar los cambios, mediante elénfasis en la particularidad de los distintos ámbitoslocales. Por otra parte, si la sociedad moderna seidentifica como nuevo orden, lo que consiste en nuevasprácticas, se hace necesario analizar los fundamentosteóricos que consideran el espacio de las prácticascomo escenario del cambio social.

Desde este punto de vista, la comprensión de lasnuevas prácticas sólo es posible si se atiende a laparticularidad de los contextos en los que éstas semanifiestan. Es decir, al considerarlas a la luz de suhistoria y evaluarlas de acuerdo con sus múltiplessignificaciones, teniendo en cuenta la pluralidad de gru-pos dentro del escenario social. En un marco de dis-cusión más amplio, Funari, Hall y Jones señalan: «esnecesario mantener una perspectiva crítica antecualquier tendencia aparente hacia la homoge-neización cultural» (Funari et al. 1999: 15). El resultadode estas ideas es una fragmentación de lo que parecíaser un todo, y en este caso permite una aproximacióna múltiples «sociedades modernas».

Por consiguiente, cabe mencionar que en Lati-noamérica se han iniciado algunas investigacionesen el campo de la Arqueología Histórica, con un puntode mira hacia el conocer la diversidad de dinámicasimplicadas en la conformación del mundo moderno,en distintos contextos regionales y locales (Funari 1995y 1997, Fournier García 1993 y 1998, Symanski 1998 y

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PENSAMIENTO arqueológico

2001 y Andrade Lima 1997 y 1999, Curbelo 1999, GassiotBalbé y Palomar Puebla 2000, Torres de Souza 2002,Senatore 2002 y 2003, Bianchi Villelli 2002 y Zarankin2003, entre otros). Ahora se demuestra una especialpreocupación por entender la importancia de losdiscursos coloniales en la construcción de identidades,los ejes de diferenciación sobre los que se apoyan lassociedades actuales, a través del estudio de la culturamaterial. Frente a la globalización cultural estántomando cierta importancia las posiciones que seorientan a defender la diversidad cultural, a partir delestudio de historias locales (Andrade Lima 2002).Merece la pena destacar que se han generado muchosespacios de discusión, encuentros, jornadas ycongresos para intercambiar ideas y establecer líneasde trabajo para entender un pasado común ycomprender a la sociedad moderna en Latinoamérica,en el marco de sus procesos históricos peculiares.

En este sentido es interesante mencionar lasreflexiones acerca del impacto del colonialismo en laconstrucción de las identidades, en las sociedadesmodernas. Funari señala que la imagen que la genteelabora sobre su propia identidad se componeprincipalmente de ideas sobre su origen y cómo sediferencian de los demás. Para ellos, el colonialismocausó cambios masivos en los pensamientos sobreidentidad, tanto en lo que respecta a los orígenes comosobre la constitución de la idea de «otro».

Consideramos que una línea hacia la comprensiónde la «sociedad moderna latinoamericana», consisteen desarrollar una Arqueología Histórica dirigida adeconstruir las macro identidades generadas desdelos discursos hegemónicos (mundo blanco occidental),y a rescatar las múltiples identidades sobre las que seconstruyó y aún funcionan nuestras sociedades mo-dernas. Este acercamiento crítico hacia las narrativashistóricas implica trabajar con categorías tales como«fragmentación e integración». Esto significa que elinterjuego de escalas de análisis es una vía adecuadapara vincular contextos locales y procesos globales,entendiendo la dinámica de su articulación.

Siguiendo esta línea, creemos que es necesarioprofundizar en la «genealogía» de la sociedad modernaen Latinoamérica, es decir, buscar las conexioneshistóricas que nos brinden el contexto dentro del cualinterpretar los cambios en las prácticas sociales através del estudio de la cultura material. Para esto sehace necesario construir los modelos explicativos, y

tener en cuenta los contextos de significación de lacultura material, así como los procesos particularesde construcción de identidades sociales y relaciones depoder. En principio, una primera línea es someter aanálisis los discursos hegemónicos que contribuyerona la estructuración de las sociedades latinoamericanas,y que, como ya ha sido expresado en numerosostrabajos de investigación, terminan por distorsionarnuestras realidades.

No discutimos la utilidad de la aplicación de losmodelos y definiciones utilizados en ArqueologíaHistórica para dar cuenta de ciertos procesos enescalas globales, pero bien vale reflexionar acerca desus alcances para la comprensión de nuestroscontextos locales. ¿Qué es lo que define a la sociedadmoderna en nuestros contextos particulares, lejanosa los centros de expansión política, económica,ideológica? En este sentido, si se habla de cambios enlas prácticas, no puede afirmarse que en Latinoa-mérica la sociedad moderna se define a partir detendencias hacia individualización, estandarización,consumismo y segmentación. Tal vez deberíamospreguntarnos qué grupos construyen su identidad apartir de estas nuevas prácticas, y cuáles la cons-truyen o negocian desde la oposición o contraste conestos cambios. También debe relacionarse ello con lacirculación de nuevos discursos acerca de un «nuevo»orden social, y evaluar si nuestras sociedadesmodernas se definen a partir de un proceso de in-ternacionalización de nuevas estructuras de poder, ode nuevas formas de representación de ese poder,o nuevas articulaciones (discordancias) entre dis-cursos del poder y prácticas sociales. Así pues, nospreguntamos si es efectivo el procedimiento analíticoutilizado; aquel en el que generalmente se define «lomoderno», a partir de lo que está sucediendo en loscentros de expansión, y se buscan semejanzas, y antela ausencia de éstas interpretar, en distintas escalas,prácticas de «resistencia», «atraso», o «falta dedesarrollo».

Palabras finales

Es necesario asumir la idea de que existen múltiplesformas de conformación de la modernidad en distintostiempos y espacios. Por ello nuestra vía de intro-ducción al problema es conocer la diversidad dedinámicas de esos procesos en sus múltiples

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PENSAMIENTO arqueológico

versiones, que tienen su génesis en la multiplicidadde discursos, representaciones y prácticas. Estamosconvencidos que en Latinoamérica el desafío no estáen homogeneizar y construir explicaciones globa-lizantes, sino en explorar las diferencias y entenderlas singularidades de los pasados regionales y locales.

De esta manera, nos cuestionamos como arqueó-logos cuáles son las limitaciones de adoptar esquemasde pensamiento producidos en los centros de poderpara legitimar nuestros discursos académicos. Re-flexionamos acerca de cómo escapar a las interpre-taciones simplistas de que la falta de homogeneidadcon los grandes centros académicos de dispersión de

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Agradecimientos

Agradecemos a Lourdes Domínguez por su gentilinvitación a publicar en esta revista y a Pedro P. Funaripor sus valiosos comentarios.

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PENSAMIENTO arqueológico

Patrimonio y Arqueología Histórica.Reflexiones desde una epistemología antropológica

Por: Iosvany Hernández Mora

En la actualidad, la labor de conservación delpatrimonio, edificado bajo una novedosanoción de mínima intervención, muestra unconjunto de actividades y representacionesteóricas que emergen de disciplinas talescomo: Restauración, Arquitectura yArqueología. La representación de lasdiferentes praxis disciplinares, continentes enlas propias proyecciones particulares, tantodesde una perspectiva interna como externa,comporta un espacio poco coherente deaplicabilidad en función de los objetivos que seplantean para el logro de una autenticidad enla restauración.

Resumen

Abstract

En este trabajo se tratará la relación que en la actualidad ha devenidonecesidad socio-histórica, entre patrimonio, mínima intervención yArqueología Histórica como ciencia socio-cultural que estudia el pasadohumano, a través de restos materiales.

Resolutivamente nos proponemos el fenómeno, desde la óptica deque la relación objeto de estudio, lejos de mantenerse unida mediante lacausalidad tradicional, desborda un comportamiento complejo. Sobreesta premisa se ha considerado que las condiciones sociales objetivas,las subjetividades en juego y las particularidades paradigmáticas de lasdisciplinas, marcan una realidad integral de interrelaciones funcionalesen términos de valores, concepciones, posiciones, finalidades políticas yestrategias sociales (Trigger 1993: 369-370).

Pero sin obviar estas observaciones, se orientará el análisis hacia larelación de los rasgos metodológicos distintivos de la Arqueología, lasfinalidades de las prácticas consecuentes de aplicación, y las nuevasconcepciones o principios de mínima intervención, con vistas a lo quedebe ser la correspondencia de acciones que se plantean para elcumplimiento de la conservación, restauración y rehabilitación delpatrimonio edificado. Este aspecto, a pesar de su evolución, sigue con lamisma vieja interrogante: ¿Cómo rescatar y preservar los sitios y objetosarqueológicos (patrimonio cultural) de manera adecuada y congruentecon su valor social, protegiendo la información que contienen? (Crejo1976: 74)

La existencia metodológica de un fenómeno complejo conviene en lasituación que se propone, a través de tres supuestos de partida, evidentespara el abordaje, y que hay que tener en cuenta en un esfuerzo pormantener una postura relativamente abierta e independiente de ciertosprejuicios referentes a la organicidad en la salvaguarda del patrimonioen una localidad específica.

En principio, aun cuando se considera que en las relaciones sujeto-sujeto la actividad cognoscitivo-valorativa deviene medida normativa yreguladora de las propias relaciones, y de su asimilación crítica sobrepatrones sociales compartidos, se debe reconocer la heterogeneidad ymultiplicidad de las representaciones y concepciones particulares enrelación. Para ello debe obviarse lo que se presupone como criterioscompartidos en una sociedad. También deben reconocerse la peculiaridad

Currently, conservation work of buildings,based on the new approach of minimuminterference shows a group of actions andtheoretical views which derive fromdisciplines such as Restauration,Architecture and Archaeology.Representation of different disciplinepraxis, contained in specific designs,whether from an internal or externalapproach, leaves a somewhat incoherentspace for application serving theobjectives laid down for theaccomplishment of an authenticretauration.

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de las prácticas investigativas, desde diferentesdisposiciones disciplinares, y las acciones finales parala restauración de inmuebles, dado por el objeto y elmétodo, sellada consecuentemente por una ficticiahomogeneidad de objetivos a cumplir, a partir dediferentes actitudes y, por último, la plurifocalidadinterna de la problemática, recurrente en el conjuntoque determina el cumplimiento de una relacióndialógica (opuesta y complementaria), en losmárgenes de la unidad de discurso transdisciplinar einterdisciplinar, entendiéndose en la más ampliadimensión. De esta manera, se aspira a manteneruna orientación que conceptualice de forma operativala doble dimensión social del sujeto (investigador),pero como entidad activa y no pasiva en la sociedadde la cual es parte.1

Más allá de una reflexibilidad epistémica en su en-foque externo, se intentará provocar la reflexión teóri-ca en las contrastaciones y los vínculos que se muevenen este fenómeno de manera interna (Bunge 1972: 50),con la noción de una singular lección sistémica, tradu-cible en la retroacción del todo con las partes (Morin1996: 11, Bunge 1999: 29-30 y Harris 2000: 49-56).

La reciente Carta de Cracovia (2000: 6), desde unaperspectiva holística, estableció la definición depatrimonio como: «conjunto de obras del hombre enlas que la comunidad reconoce sus valores específicosy particulares y con los cuales se identifica». Encorrelación con declaraciones internacionales an-teriores –la Carta de Venecia, en 1965 y la Carta delRestauro, de 1972– este enunciado en esencia seencuentra reflejado en disposiciones contextualesmás concretas. Por ejemplo, en el caso de Cuba en eldecreto no. 118 (1998: 7-8) se establece en el inciso Kcomo patrimonio cultural de la nación «todo centrohistórico urbano, construcción o sitio que merezca serconservado por su significación cultural, histórica osocial…»

Asimismo, pero desde una perspectiva antropo-lógica sociocultural, se ha entendido como patrimonio«los modelos normativos y valóricos que orientan

1 Desde la cuestión clásica del filosofema epistemológico cognitivo: relación sujeto-objeto, se tiende a una conceptualización práctica metodológicabipolar sin rupturas relacionales o «circularidad objetividad-subjetividad», que complementa las praxis fundamentales de tratamiento de lamencionada relación (enfoques gnoseológico o fenomenológico), ya desde el deseo explicativo nomológico, como hermenéutico, de la realidadsocial (Sotolongo 1998: 144-155).2 El «por qué» y el «cómo» están estrechamente relacionados, de manera que estas instancias son mutuamente relevantes. Pero si vamos a lasignificación habitual del «por qué» es mucho más urgente atender al «cómo», puesto que toda respuesta en este sentido se orienta a latrascendencia patrimonial.

acciones y experiencias, mediante los cuales hombres,mujeres y grupos, en una localización societal ehistórica definible, reaccionan ante sus entornos yreducen su complejidad» (Arnold 1991: 81).

De esta manera, la materialidad de la vida humana,antes señalada por la Carta de Cracovia, el productode la actividad cotidiana adecuada a fines y objetivadaen artefactos y estructuras perceptibles de variosniveles, cumple un papel activo en la sociedad dondese pauta la tradición en todos los sentidos.

Los actores individuales y colectivos están sujetosa estas exigencias, en una interrelación dinámicaactiva en la que estos factores traducen y propician elcambio constantemente. De ahí que las concepcionesreferidas a qué es el patrimonio, cómo restaurarlo yconservarlo, están de forma significativa empa-rentadas con la producción habitual. De igual forma loestán los discursos disciplinares formativos y orien-tativos, y toda suerte de acciones consecuentes que asu vez, y en la medida en que se hacen repetitivas,crean el hábito.

Por patrimonio se entendería una dualidad filtranteentre dos espacios imposibles de separar, tantomaterial como ideacional, uno y lo otro se encuentrande forma indisoluble como totalidad orgánica en laactividad práctica, cognoscitiva y valorativa, enten-diéndose la actividad como síntesis de lo objetivo y sub-jetivo (Pupo 1990: 107). El estudio, restauración yrehabilitación del patrimonio debe tener en cuentaesta realidad bifronte que debe tener su reconvenciónpara el presente y el futuro, y que depende prag-máticamente del cómo y no del por qué2 se restituyeel pasado para las actuales sociedades. La primerainterrogante, referente al cómo se realizan esen-cialmente estas restauraciones, es un elemento vitalque presupone y admite una actitud en términos designificados, que afecta desde lo tangible e intangibletanto las intervenciones como los métodos her-menéuticos que se utilizan para darle sentido al pasado.

Se entiende que la Arqueología Histórica posee unpapel fundamental en los estudios básicos aplicados

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a la restauración del patrimonio edificado, en virtudde los planes de intervención. Aunque no existencriterios unificados de definición, esta disciplina secomporta, en su especificidad metodológica parala aprehensión de las realidades históricas, como laconjunción de procesos explícitamente arqueoló-gicos, donde el registro estratigráfico constituye uncentro para método de intervención, y la búsquedaexhaustiva de lo que se conoce como fuenteshistóricas, ya sean orales o escritas.3 En este sentido,para poder expresar las similitudes y diferenciasobservadas en el registro arqueológico, y explicitarlos procesos de cambios y diversificaciones de losmodos de vida, el arqueólogo dispone de unapluralidad de fuentes de información, que varían des-de artefactos y estructuras hasta la arquitectura y elregistro pictórico (Fournier 1990: 15).

Esta particularidad está lejos de manifestarse comouna facilidad para la investigación, más bien complicael asunto, pues se puntualiza que la variedad de fuen-tes de información es en sí una pluralidad de contextos,donde deben distinguirse semejanzas y diferenciasrelevantes para los estratos arqueológicos dentro delcontexto metodológico que se plantea el arqueólogo(Hodder 1994: 156-157).

Una parte de la Arqueología Histórica ha sidodenominada Arqueología de sitios históricos, Schuyler(1978: 20) la define como: «El estudio de manifestacionesmateriales de expansión de la cultura europea en elnuevo mundo no europeo, que se inicia en el siglo XVI

y finaliza con la industrialización o el presente, de-pendiendo de las condiciones locales». Para desco-dificar y operacionalizar tal definición, se podríaconvenir que esta Arqueología se ocupa de aquellosespacios temporales y simbólicos, donde se concre-taron las producciones resultantes de procesos detransculturación, debido a la expansión colonialistade la cultura europea. Dentro de éstos, conviene des-tacar aquellos que muestran valores urbanísticos yde concentración poblacional, estimados como cen-tros históricos donde confluyeron, a merced de lasrelaciones sociopolíticas, lógicas constructivas (méto-dos, técnicas y materiales) y estilos (componenteestético) que abarcan desde el trazado de los pobladosy ciudades hasta de edificios y artefactos.

La restauración y rehabilitación del patrimonioedificado en centros históricos debe correr con dosdimensiones equitativamente valoradas y compren-didas: Una referida al análisis de la materialidad delos espacios y estructuras, la cual brinda una infor-mación decisiva para la explicación de las formasconstructivas y técnicas del pasado, la arquitectura,el arte, historia de las colectividades, sus sistemasproductivos, hábitos y lógicas sociales. Y otra,significativa e inscripta al ámbito del manejo desde elpresente de la representatividad del pasado, enarreglo a que cada restauración prefigura interesesdel presente que le subyacen (Azkárate 2002: 57).

El procedimiento restaurativo se estima en unacomprensión de la identidad en relación con lo otro enel tiempo; el objeto (sitio o ciudad) debe ser com-prendido simultáneamente en expresiones de supropio contexto y en términos del presente.

El elemento que hace posible esta perspectiva esel conocimiento del pasado como producto del cualambos contextos u horizontes se están moviendointerminablemente, puesto que cada respuesta acer-ca de lo otro (el pasado) conduce a una nueva auto-conciencia y nuevas preguntas en el presente(Gadamer 1975: 271).

De esta manera, la restauración se presenta comouna operación que tiene como finalidad la con-servación, pero también como una ocasión irrepetibley única de conocimiento. Estas premisas sonconsubstanciales e indisolubles (Azkárate 2002: 58).La actividad de restaurauración no puede concebirsesin el conocimiento, lo más completo posible, de loque se desea restaurar. La indisolubilidad de estoscomponentes procede de la historicidad del objeto, yen consecuencia de su carácter interpretativo en locognitivo y la restauración. Existen diferentes documentos internacionales quehan pretendido el consenso o el establecimiento depautas a seguir en lo que se considera procedente enla noción de restauración. La Carta de Venecia en suartículo noveno (1964: 2) plantea que ésta: «Tiene comofin conservar y revelar los valores estéticos ehistóricos del monumento y se fundamenta en elrespeto a la esencia antigua y a los documentosauténticos». En la Carta del Restauro (1972: 3, 11) se

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3 Sin embargo, un concepto amplio demuestra que lo que se considera como fuente histórica va más allá. No sólo se atiende el resultado delproceso histórico directo, sino todo aquello que pueda ayudar a definir y explicar el curso histórico en sus múltiples variedades (Schmidt 1975: 144).

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Excavación considerada de rescate, localizada en una sección de la planta. Área del pozo alcomienzo de la intervención en la casa no. 74 de la calle Amargura, La Habana Vieja, Cuba

entiende por restauración: «…cual-quier intervención encaminada amantener vigente, a facilitar lalectura y transmitir íntegramenteal futuro las obras de arte…», yésta, en las instrucciones para laejecución de las restauracionesarquitectónicas, puntualiza: «Cons-tituye una exigencia fundamentalde la restauración el respetar ysalvaguardar la autenticidad delos elementos constructivos. Esteprincipio debe siempre guiar ycondicionar la elección de lasoperaciones».

La Carta de Cracovia (2000: 5)en su anexo define restauracióncomo: «una intervención dirigidasobre un bien patrimonial, cuyoobjetivo es la conservación de suautenticidad y su apropiación porla comunidad», donde autenticidadsignifica la suma de «[…] carac-terísticas sustanciales, histórica-mente determinadas del originalhasta el estado actual, como resul-tado de las varias transforma-ciones que han ocurrido en eltiempo».

Diacrónicamente se puede cons-tatar que lo permanente en eldesenvolvimiento de la idea de res-tauración es conservar la auten-ticidad del objeto en consideracióncon las añadiduras temporales. Seplantea, en este sentido, que todoestudio debe prestar atención totala todos los períodos históricospresentes. Pero de manera (in)consciente esta atención se ve li-mitada por el hecho vigente, de unaintencionalidad contextual; deresaltar un período histórico deter-minado, según las potencialidadesque brindan los inmuebles por sustatus evolutivo particular. Es porello, que los estudios arqueológicosdeben realizarse con proyectos

Imagen que muestra la relación de diferentes momentos constructivos. Establecidos gracias aldescarnado total del revoque original que llegó hasta nuestros días en una pared de la casa

no. 356 de la calle San Ignacio, La Habana Vieja, Cuba

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un estudio coherente de una realidad que funcionócomo totalidad concreta.

Asimismo, las tecnologías empleadas bajo el prin-cipio de mínima intervención, como la fotogrametría,topografía, técnicas planimétricas y geotécnicas, evalua-das en semidestructivas o no destructivas, no resuelvenlos datos requeridos para un conocimiento socioculturaldel pasado a través del discernimiento de las lógicasconstructivas, y de ordenamiento espacial.

Las características ontológicas y metodológicas dela Arqueología Histórica como disciplina, ocasionancontradicciones con otras disciplinas, confluyentes enla conservación del patrimonio edificado, y no com-

4 Hay un aspecto que comprende la apreciación social valorativa de la razón de ser de los estudios arqueológicos, en su condición de aplicabilidad einstrumentación de conocimientos en los procesos restaurativos, en y desde una organización real de proyección y ejecución. En este ámbito, lostípicos estudios recurrentes que se plantean son internos de un imaginario contemplativo-justificativo, que nada o poco tienen que ver con elalcance teórico-metodológico de las investigaciones.5 Uno de los problemas que impide el análisis estratigráfico en su integralidad, está dado por la restricción que conlleva la presencia del enlucido quecubre los edificios. Más esta cuestión se analiza como inherente a las consecuencias de un posicionamiento conceptual y técnico, adjunto a lasdisciplinas en relación con el estudio de ellos, y que tiene su fundamento cosmovisivo inmediato en la comprensión de la obra como un fenómenohistórico o arquitectónico (Zoreda 1996: 56). La posición varía entre la admisión del enlucido como un elemento independiente a la estratigrafía o

Cala vertical que cortó el enlucido original para identificar relaciones deparamentos en un área de la casa no. 356 de la calle San Ignacio,

La Habana Vieja, Cuba

mediatos, que ofrezcan como resultado el cono-cimiento lo más completo posible de los procesoshistórico-sociales que no desean ser representados.

Estas consideraciones, en principio, son contra-producentes, con la emergencia del trabajo en loscentros históricos, donde la Arqueología Históricausualmente se concentra en el rescate y salvamento,en comedimiento a los límites temporales establecidospor factores de deterioro e intervención urgente, quecondicionan algunos estudios a un carácter par-cializado y particularizado. En este último sentidoalgunos creen que la Arqueología Histórica de res-tauración es un avión que nunca llega a despegar.4

La naturaleza metodológica destructiva de laArqueología es otro elemento que se enfrenta, enaparente contradicción, a la utilidad de ejecutarestudios integrales. Con razón, en esta disciplinametafóricamente se establece una analogía entreinvestigación y lectura de un libro que se destruye,por lo que el lector es ante todo un agudo transcriptordel yacimiento que excava (Almagro 1963: 79).

La lectura estratigráfica como eje central delanálisis arqueológico en todas sus variantes (Quirós-Castillo 2002: 28), demanda un análisis minucioso ysistemático, con métodos de calado, excavación y regis-tro, que en su aplicación planimétrica, y en alzados, atentacontra el mantenimiento de componentes originales quedeben ser usados para el logro de la autenticidad,5 alsocavar el principio de mínima intervención, querequiere la reducción, tanto como sea posible de losaspectos destructivos de las investigaciones.

No obstante, la inteligibilidad de la secuenciaestratigráfica por sí sola no garantiza la conclusión deun proceso lógico de estudio. El análisis artefactualy de la información sedimentaria en el subsuelo, comode los materiales y técnicas constructivas empleadasy descodificadas por la lectura de paramentos, es unacontinuidad procesual investigativa imprescindible enel seguimiento de una unidad que no se puedefragmentar (Francovich y Bianchi 2002: 105), si se desea

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partidoras de estos fundamentos, y que en la prácticasuscriben aún en la actualidad levantamientos desdeestilos artísticos o tipológicos comparativos en funciónde la historiografía de la Arquitectura o del Arte. Pero,inevitablemente, por la complejidad y responsabilidadde la intervención del patrimonio, esta actividad nopuede ser campo de una sola disciplina (Quirós-Castillo 2002: 34).

Pero más allá de una incompatibilidad en cuanto aproblemas y procedimientos, admitiéndose quemétodos y normas son internos de posiciones teóricas(Hughes y Sharrock 1999: 194), es precisamente ladiversidad de posturas disciplinares lo que constituyeel motor de resultados críticos e interdisciplinaresvigorosos. Las disciplinas científicas son un fenómenocultural, y por lo tanto parciales, locales, y deperspectivas susceptibles de consenso.

La aplicación más consecuente del conocimientointerdisciplinar y transdiciplinar en la restauración(lograr la autenticidad de espacios e inmuebles), selocaliza en la confluencia de criterios; colegiaturasdentro de las cuales prejuicios y tendencias deben can-celarse mutuamente. Por lo que la contradicción po-dría ser ficticia, no existente sino para la dimensiónsignificativa de los propios actores y su interrelación einteracción con el pasado.6

En la búsqueda de lo correcto para la conservaciónno existen, por tanto, posiciones arquimedianas(objetivamente hablando) en la realidad social, puesel arqueólogo, el arquitecto y el arquitecto restauradorpertenecen a un grupo societal que le ha conformadorecursos particulares para comprender lo que signifi-ca lo correcto, pero a la vez éstos pueden dar comoresultado, a través de relaciones de acciones disci-plinares consensuadas, cambios en las regularidadesque se estiman normativas y que encasillan de formaengañosa una manera de hacer por motivos pre-supuestos y razones compartidas.

La labor consiste en la superación de las barrerasdisciplinares, mediante el entendimiento de la realidad

parte de la consecución estratigráfica del inmueble. O sea, asumir el enlucido como parte de una totalidad constitutiva de elementos diferentes,donde cada uno se realiza en correspondencia con la acción conceptual conjugada que conforma el todo. La noción del enlucido como unelemento independiente de la estructura de fábrica, cobra sentido dentro de un pensamiento tradicional de individualización funcional, quedesvaloriza la relación de los elementos no centrales para la realización de un conjunto.6 No parece existir una incompatibilidad principal, sino circunstancial, en la medida que cada actor y disciplina han formado criterios de lo (in)trascendental dentro de los propósitos prácticos concomitantes a ella.7 En términos esenciales, es un fenómeno no allende a una transformación en la concepción del puesto del hombre en el entorno natural y social(figura del mundo), y que se respira en una modernidad en cuestión por la mutación de las nociones de sentido y por lo tanto de valor, argumentadosen integración a una totalidad compleja y diversa (Villoro 2001: 113-119).

como una totalidad diversa y compleja,7 que supere ala vez el reduccionismo como instrumento metodo-lógico privilegiado, en la consecución de un resultado(Delgado 2002: 124). Las discusiones actuales de altohorizonte se centran en cómo los arquitectos puedenemplear los instrumentos estratigráficos, y cómoademás los arqueólogos adaptan los recursos ins-trumentales a necesidades impuestas por la prácticade restauración (Quirós-Castillo 2002: 33).

Esta relación debe fructificar en un mayor acer-camiento cognoscitivo al contexto social que produjolo que consideramos hoy patrimonio edificado. Larestauración debe hacerse eco de lógicas espaciales,técnicas constructivas y materiales que durante sigloshan demostrado su eficacia; de lo contrario, la auten-ticidad perseguida está en juego.

El carácter únicamente reflexivo de la presentecomunicación, concerniente a un problema palpableen la restauración del patrimonio edificado en cual-quier parte del mundo, produce una insatisfacciónimponderable. La utilidad real que se persigue esestimular investigaciones críticas, desde diferentesperspectivas disciplinares, que den cuenta del por quéalgunas posiciones teóricas y procedimientos, a pesarde que han demostrado virtualmente resultadoscoherentes (o pueden propiciarlos), no acaban deajustarse tanto para la Arqueología como para larestauración, y se abandonan las viejas maneras dehacer y pensar en este sentido.

Una aproximación de esta índole, plantearíaparticularidades culturales resolutivas para planes demanejo, convenientemente organizados. Los centroshistóricos son patrimonio colectivo, definidos poridiosincrasias locales multivariadas. No obstante, a lavez lo son para la humanidad, como el producto delhombre que debe trascender auténticamente paralas futuras generaciones.

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PENSAMIENTO arqueológico

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Marcas de tejas de la época colonial en CubaPor: Eladio Elso Alonso

En la III Jornada Nacional de la cultura aborigenencontramos un medio idóneo para dar a conocerconceptos poco estudiados de nuestro pasadocolonial. Este trabajo que presentamos no pretende,en modo alguno, ser completo pues sólo nosinclinamos a señalar el camino para una investigaciónmás profunda, a aquellos investigadores llamados acontinuarlos.

En la arquitectura de la época colonial de Cubaexiste un gran número de elementos menores talescomo, guarda-cantones, porta-faroles, guarda-vecinos, herrajes de todo tipo, boca-llaves, rejas degran variedad, mamparas, lucetas con vitrales y tejas,entre otros. Sobre estos elementos menores muy pocoes lo publicado, por lo que nos proponemos darlosa conocer en posteriores trabajos. Hoy nos vamos aocupar especialmente de las tejas, y específicamentede las distintas marcas estampadas en las mismas.

Estas marcas, que son numerosas, no aparecen sino enla época en que se establece en Cuba la revoluciónindustrial, a principios del siglo XIX. Al mismo tiempo, surgenlos arbitrios o impuestos municipales, por lo que se exigea la industria la adopción de una marca no tan sólo paradiferenciarlas entre sí, sino también para controlar laproducción, sobre la que gravitaban los impuestos.

En la Cuba colonial existieron gran número detejares, y es natural que así sucediera, si tenemos encuenta que, previo a la construcción de un ingenio,cafetal, cacaotal, etc., se imponía la erección de untejar en el mismo sitio, donde se fabricaban las tejas yladrillos con destino a aquellas obras. Por otra parte,el incremento de las construcciones en los siglos XVIII

y XIX demandaba grandes cantidades, tanto de tejascomo de ladrillos; de ahí que se comprenda fácilmentela existencia de esa gran extensión de tejares a lolargo y ancho de nuestra isla.

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R E T R O S P E C T I V A

En Cuba hemos conocido varios tipos de tejas, asaber: la acanalada, que es la más común; la plana demanufactura criolla, que tiene uno de sus bordesredondeados y carece de marca, siendo conocidatambién como teja de escama. Tenemos, además, lateja plana francesa, importada generalmente deMarsella, desde finales del siglo pasado. Y por último,el teman, que consistía en tiras de madera usadaspara techar las construcciones de los antiguos cafetalesde la Sierra Maestra, en sustitución de las tejas. Enrelación con la teja plana o de escama, debemos decirque solamente la hemos localizado en el áreacomprendida entre Guanajay, Artemisa y SanCristóbal (provincia de Pinar del Río), así como en lasruinas de algunos antiguos cafetales aledaños.También pudimos observar que las casas techadascon este tipo de teja acusan un ángulo bastantecerrado, lo que les da una gran inclinación quefavorece el desalojo del agua.

Es bueno que se sepa que las marcas sóloaparecen en las tejas acanaladas, y son numerosas;las hay estampadas en alto y bajorrelieve y en al-gunas aparecen simples signos, en otras, nombres yapellidos, y en muy contadas están estampadasdistintas fechas. Estas últimas son muy importantes,porque nos ayudan a establecer una cronología.

En el transcurso de la localización y rescate de tejascon marcas, hemos hallado algunos detalles inte-resantes que no debemos pasar por alto. Por ejemplo:en una teja del tejar «Ascona», que estaba en plenaproducción a mediados del siglo pasado, un artesanochino dejó grabado un proverbio de su país en su propioidioma, el cual, traducido al castellano, dice: «Lo queel corazón desea la mano lo realiza». Es curioso saberque entre los artesanos del tejar «Ascona» había porlo menos uno que era chino. Profundizando más en lainvestigación, nos hemos tropezado con un dato quenos da la documentada obra de Juan Pérez de La Riva,El barracón y otros ensayos1, donde vemos que en el año1859 funcionaba en Cuba la titulada contratación decolonos chinos, que encubría una forma de esclavitud.Entre esos chinos contratados llegaron algunos condistintos oficios, de los cuales, cinco de ellos, fueronsituados en tejares y no sería extraño que uno deesos chinos fuera el autor del antes mencionadoproverbio, dado que las fechas de la llegada a Cubade los titulados colonos chinos y la existencia del tejar«Ascona» coinciden. También otros artesanos dejarongrabados en las tejas el lugar, sus nombres y hasta lafecha, como se observa en algunas fotografías queacompañan este trabajo, que dista mucho de sercompleto. Sólo pretende servir de pauta para aquellosinvestigadores amantes de estas siempre intere-santes cuestiones.

El campo es amplio, porque todavía existen denuestro pasado colonial bastantes y variados elemen-tos menores de la arquitectura, que permiten hacerde cada uno de ellos una especialidad.

La Habana, octubre de 1976

Pérez de La Riva, Juan (1973): El barracón y otros ensayos. Ed. deCiencias Sociales, La Habana, p. 489.

BIBLIOGRAFÍA

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1698: El naufragio de la AlmirantaNuestra Señora de las Mercedes

Por: Alessandro López Pérez y César García del Pino

El 13 de marzo de 1698 naufragó en la costanorte de La Habana, el galeón Nuestra Señorade las Mercedes, que transportaba caudales ymercancías para la metrópoli española yestaba bajo el mando del almirante DonBartolomé de Soto Avilés y Garibay.Ocupaba en el momento del naufragio laposición de Almiranta y era la última nave delconvoy en la Flota de Tierra Firme, la cual,después de invernar en La Habana, habíazarpado hacia España.La Almiranta desplazaba 909 toneladas ymontaba 46 cañones.La pérdida del galeón se produjo por lanegligencia del piloto Juan Días Lezcano,quien desestimando todas las advertencias yapartándose del más elemental sentidonáutico, insistió en hacer un giro hacia tierra,que tuvo por resultado la varadura de la naveen los ya entonces conocidos «bajos deSibarimar o Sibarima», al este de la Bahía deLa Habana.

Resumen

Abstract

Introducción

La investigación histórica y el relato del hundimiento de la Almirantade Galeones de Tierra Firme, Nuestra Señora de las Mercedes, sucedido en elaño 1698, es el resultado de muchos años de estudios y consultas en losarchivos nacionales y españoles por nuestros historiadores, en aquellosmomentos todos pertenecientes a la Empresa CARISUB, encargada delos trabajos de arqueología marina, en la República de Cuba.

Cuando empezamos a conformar el expediente histórico de tal caso,nos dimos cuenta de la potencialidad que tenían estos documentos paraenriquecer la historia habanera de finales del siglo XVII y principios delXVIII: reflejaban su modo de vida, las partidas de flotas, el cargamento, elnaufragio, el salvamento, los sobornos, el raquerismo, etc. Tambiénestaba el hallazgo de un sin número de manuscritos que englosaronnuestros archivos para aumentar aún más nuestro patrimonio cultural.

El sentido de esta investigación, su objetivo principal, además de loplanteado anteriormente, fue el de desarrollar un proyecto para elrescate arqueológico de los restos de tan preciado galeón.

A lo largo de tres números del boletín, Gabinete de Arqueología,centraremos nuestro trabajo dividido en tres partes: El naufragio; Laspartidas de carga y el salvamento de la Almiranta, en tiempos de lacolonia, y El rescate arqueológico realizado por el grupo de investigacionesde CARISUB.

El naufragio

En la primavera de 1697, se encontraba fondeada en Portobelo, laArmada de Galeones de Tierra Firme, embarcando los caudales recibidosdesde el Perú y Panamá. Esta Armada estaba comandada por el gral.Don Diego Fernández de Zaldívar, Conde de Saucedilla, remplazado asu muerte por Don Leonardo de Lara, Caballero de la Orden de Santiago,quien fuera su Almirante o segundo al mando, acorde con la estructuraestablecida para la Armada en la época. A su vez a Lara le sucedió comoAlmirante Don Bartolomé de Soto Avilés y Garibay, quien izó su insigniaen el galeón Nuestra Señora de las Mercedes, el cual tenía como comandanteal «Capitán de Mar y Guerra» Don Nicolás de la Rosa; como «Maestre de

On March 13th, 1698 the galleon NuestraSeñora de las Mercedes sank by thenorthern coast of Havana. The ship carryingfortunes and goods for the Spanishmetropolis was under the command ofadmiral Don Bartolomé de Soto Avilés yGaribay. At the moment of the shipwreck,the ship was the flasgship and the last of theconvoy of the «solid ground fleet» which hadsailed for Spain after hibernation.The galleon displaced 909 tons and had 46cannons aboard.The shipwreck was attributed to a mistake ofthe pilot Juan Dias Lezcano, whooverlooking the warnings issued andcommon nautical sense, insisted on setingsails for ground, causing the ship to getbeached in shallow waters by the east of theBay of Havana.

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Plata» al sevillano Don Juan Lorenzo de Tapia Fajardo, y como piloto aJuan Días Lezcano. Venía en el mismo Don Antonio Rodríguez Cortés,como «Diputado del Comercio y Consulado de Sevilla y Armada de Ga-leones de Tierra Firme», cuya función era velar por los intereses de losmercaderes sevillanos.

El galeón Nuestra Señora de las Mercedes tenía 909,2 toneladas de porte,montaba 46 cañones y al salir hacia América, ya como Almiranta, en

Nuevo Mundo, escenario de la Carrera de Indias

El 22 de junio de 1697 arribó a La Habana la Flota de Tierra Firme para invernaren su abrigada bahía

octubre de 1695, venía tripulado por:5 oficiales y 129 soldados de guar-nición, 12 oficiales de mar, 51 ma-rineros, 54 grumetes y 12 pajes.

Al terminar la feria en Portobelo,en 1697, la Armada de Galeonessalió rumbo a La Habana el 28 demayo, en lugar de hacerlo en di-rección a Cartagena de Indias,como era costumbre, pues estaúltima ciudad había sido tomadapor las fuerzas francesas, a las ór-denes del Barón de Pointis, habién-dose iniciado su asedio el 14 de abrily su ocupación el 4 de mayo.

El 22 de junio arribaron a LaHabana, y dada la cercanía de latemporada ciclónica, seguida porlos frentes fríos o nortes, comotambién se les conoce, se resolvióinvernar en la abrigada bahía.

Aquí vamos hacer una digresión,para señalar la importancia quetenían las flotas en la economíahabanera: De los caudales quetransportaba la Almiranta se toma-ron 79 661 para costear la inverna-da, pero como tanto a la hora deembarcar, como al coger cantidades,se hacía por mitad entre la Capitanay la Almiranta, nos atrevemos asuponer la disposición de igualsuma proveniente de la Capitana,ascendiendo el costo a la corona,en aquella invernada a la, paraentonces, impresionante cifra de159 322 pesos. Debe añadirse logastado por los numerosos pasa-jeros en hospedaje, comida, etc.,para comprender el significado enla capital habanera de tal inyecciónanual de numerarios. Es ineludibletener en cuenta que solamenteestamos hablando de la Flota deTierra Firme, otro tanto ocurría conla no menos rica Flota de NuevaEspaña.

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anegada y tumbada a estribor. Por tal motivo sehicieron balsas con las vergas y masteleros parasalvar a la gente.

Las primeras personas en pasar a tierra, la mañanadel día 14, fueron los familiares de un marqués,integrado el grupo por casi todos mujeres; y los últimos,siguiendo la tradición naval, el Almirante DonBartolomé de Soto y sus oficiales.

Según las posteriores declaraciones testimonialeshechas por los tripulantes, en las primeras balsadas,saltó a tierra el piloto Juan Días, quien desapareció,dando lugar a que uno de aquellos dijese: «parece quela tierra se los tragó». Sobre este punto volveremosposteriormente.

El Cap. Gral. Don Diego de Córdova y Lasso de laVega, fue informado del suceso por Don ÁlvaroVictoria, enviado del Almirante Soto. En las primerashoras de la tarde del propio día 14 y, acorde con suversión, tomó inmediatamente todas las medidasnecesarias para evitar «se hiziessen las picardias yrovos q. suelen haver en tales cassos».3 Además,prestó a los náufragos todos los auxilios necesarios y,por último, se personó días más tarde en el lugar delsiniestro.

Fue notable la serenidad con que se trabajó en laslabores de salvamento y defensa. Ya a los cincos días

1 Archivo General de Indias, Consulados 314, 1ro. de abril de 1698.2 Ídem.3 Archivo Histórico de la Ciudad de la Habana. Reales Cédulas y Despachos, tomo 1715-1721, folio 193v y sgte.

Pasada la mala estación, la Armada izó la vela, condestino a España, el 13 de marzo de 1698, verificándolola Almiranta hacia las cuatro de la tarde, en esperadel patache perteneciente a la Flota. Éste se habíaretrasado por causa de estar enredado el cable delancla con los de unos navíos canarios. Despuésincurrió en nueva demora al aguardar por su lancha,relegada en el puerto.

La espera duró hasta las 8 pm, tiempo en quepermaneció la Almiranta frente a la boca de El Morrocon las velas aferradas. Recogida la lancha, el buqueviró en redondo y empezó a navegar la vuelta detierra; algunos tripulantes avisaron al piloto el peligroal cual se exponía, no obstante éste no hizo caso a taladvertencia. Finalmente un artillero, apellidadoJandro, se acercó diciéndole: «Señor Capitán, muyarrimado estamos a un bajo donde yo he estadopescando cuatro meses y hay muy poco agua en él»pero Días le contestó «que estaba borracho».1 Suobsesiva negativa conduciría momentos más tarde alinevitable hundimiento de la nave.

Quedó «la nao sentada en cuatro brasas de agua,poco más en arena y un tiro de mosquete escaso detierra».2 Para aligerarla y salir de la valadura se cor-taron los palos y desfondó la piperia del agua, pero todofue en vano, y pocas horas más tarde se encontraba

La Almiranta permaneció frente a la boca del Morro con las velasaferradas en espera de una lancha que había dejado en puerto

El buque empezó a navegar la vuelta de tierra,algunos tripulantes avisaron al piloto «… muy arrimados estamos

a un bajo donde yo he estado pescando…. »

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se había sacado parte de la artillería, la cajonería másaccesible sobreviviente a las roturas, y construido «unfuerte en la playa donde se plantaron seis cañones»,4

para rechazar a cualquier corsario merodeador delcargamento hundido. Estos trabajos los dirigió DonJuan de Herrera, Ingeniero Militar y Jefe del CuerpoIngeniero en la plaza habanera, quien percibió porellos y por las disposiciones citadas para el buceo, labonita suma de 10 000 pesos.

Cuando el Cap. Gral. llegó el día 22, acompaña-do por oficiales reales, al «real» o campamento insta-lado en la costa –donde se encontraba el AlmiranteSoto Avilés– halló terminado el mencionado fuerte.Los altos oficiales y funcionarios allí presentesefectuaron una junta en la que para facilitar los trabajosde rescate, se determinó quemar el casco. Habiendoejecutado tal acción entró un norte tardío que destrozólos restos de la Almiranta y dispersó su carga.

Para realizar el buceo se trajeron contratados indiosde La Florida en dos lanchones, uno procedente de Ca-yo Largo y otro del Cayo del Marqués (actualmenteCayo de las Marquesas). Con igual propósito, el 18 deabril, el Diputado del Comercio Sevillano RodríguezCortés adquiría, por ante el escribano público DonJuan de Uribe Ozeta la balandra nombrada San JoaquínSantana y San Francisco Xavier, propiedad del presbítero

4 Archivo Histórico de la Ciudad de la Habana. Reales Cédulas y Despachos, tomo 1715-1721, folio 193v y sgte.5 Archivo General de Indias, legajos 843 y 844.6 Archivo General de Indias, Cádiz, legajos 843 y 844.

Quedó «la nao sentada en cuatro brazas de agua, poco más en arenay un tiro de mosquete escaso de tierra»

[…] poder para que agencien y soliciten elbuceo de La Plata, frutos y demás cosas enser que faltan por sacar de la dicha Almirantay para que pongan coro a todo ello razón delas marcas y números y de lo que no se hallasecon señas bastantes para venir en cono-cimiento de su dueño y para que hagan todoslos gastos necesarios de buceo y conduccióna esta ciudad y los demás que se ofrecierenhasta que esté corriente y fenecida esta ma-teria, guardando la forma del contenido de lasinstrucciones y memorias que dejamos en supoder sobre la remisión que han de hacera nosotros o a dicho consulado de Sevilla.6

Don Ambrosio de Sotolongo, por el precio de 1 500pesos de a 8 reales cada uno y pagado de contado.

Rodríguez Cortés dirigió el rescate del naufragiohasta mediados de julio de aquel año 1698, pero con lallegada a La Habana de la flota de Nueva España,mandada por el Gral. de la artillería Don Juan Gutiérrezde la Calzadilla, embarcó junto con el maestre de LaPlata, Don Juan de Tapia, conduciendo 2 175 929 pesos6 reales, recuperados hasta ese momento. RodríguezCortés había gastado de dicha suma, 154 931 pesos,durante el salvamento.

Rodríguez Cortés y Tapia antes de embarcar, ycomo el buceo no estaba concluido y era «necesariodejar nombradas personas que corran con estadependencia en la misma forma que nosotros lohemos hecho»,5 designaron como sustitutos al CapitánJuan de Jústiz y a Don Miguel de Ambulodi, a quienes,el 22 de julio, dieron

Ambos apoderados tenían en común el ser descen-dientes de familias hidalgas de Fuenterrabía –quizásestuviesen emparentados–, siendo los primeros entreéstas en establecerse en Cuba y realizar matrimoniosventajosos con ricas herederas. Por el desempeño ensus respectivas labores recibían el 2% de lo salvado.

En las instrucciones recibidas por éstos, se decíaque la mayor parte de los cajones de plata amonedadase estibaron:

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[…] en el pañol de maestre de plata y 200cajones de babor a estribor arrimados a lascajas de las bombas de popa y en el pañol delcontramaestre 8 ó 9 cajones y 800 a 1000 marcosde plata labrada. En el paraje de dhos. 200cajones se pusieron las cajas de plata enta-legada que las grandes se rompieron y quealguna plata suelta de ella[…].7

Así las cosas, a fines de 1699 se acordó pregonar elrezago del buceo y la adjudicación en quien mayorpostura hiciera.

Este resultó ser el vecino habanero Joseph Cle-mente Fernández, quien en la subasta efectuada el 14de diciembre, ofreció dar:

7 Archivo General de Indias, Cádiz, legajos 843 y 844. Contratación 4926.8 Archivo General de Indias, Indiferente General, legajo 2624.9 Archivo Nacional de Cuba. Misceláneas de libros, N 4014. Contaduría de Ejercito, folio 291v.

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Según carta del Capitán General Córdoba, fechadiciembre 3 de 1698, hasta ese momento Jústiz yAmbulodi habían extraído 268 000 pesos, remitiendo aEspaña 221 698 en la flota del general Don Martín deAranguren y Zabala. En octubre del siguiente año, sedaban por terminadas las operaciones oficiales derescate y se decía que de 6 319 775 pesos embarcadosen la Almiranta Nuestra Señora de las Mercedes, se ha-bían rescatado 5 787 833 pesos, luego en el lugar delsiniestro quedaba algo más de medio millón de pesos.Desde luego, la primera cantidad citada es la asentadaen el registro del maestre de la plata, pero como seconoce, lo registrado era inferior –algunos calculanhasta un 50 %– a lo embarcado, tanto para burlar alfisco –empezando por el «real quinto» que pagaban losmetales preciosos al ser extraídos–, como para escapara los «préstamos» tomados, en ocasiones, por la siempreapurada corona, al llegar las flotas de Sevilla.

Ciertamente, en el sitio del naufragio aún quedabagran cantidad de monedas, objetos en plata y oro,barras contrahechas en esos metales, piedras precio-sas y hasta una gran perla perteneciente al señorJuan Francisco de Páramo, aunque los robos y sus-tracciones, pese a las medidas tomados por el CapitánGeneral, según el testimonio de éste, fueron de talnaturaleza, que no puede saberse a ciencia ciertasobre lo rescatado y lo quedado en el lugar. Es unhecho documentalmente probado, la noticia de la cir-culación de mucha plata prieta ahogada en la Almi-ranta, y que en las iglesias y sitios públicos se leyeroncensuras eclesiásticas contra los malhechores. Sobreesto escribiría el Obispo Compostela: «Muchaspersonas con poco temor de Dios y en daño de susconciencias han ocultado mucha cantidad de oro, plataasí acuñada como en barras y labradas joyas y alhajasetc., etc. de mucho valor».8

[…] a su Majestad la cuarta parte libre de todoslos costos de lo que se sacare de dicho buceo, yasí aconteciese que de la cantidad que se sacareno correspondiere a la quinta parte que ha de ha-ber Su Majestad a la tres mil pesos, los ha deenterar (sic) aunque no se saque cosa algunade dicho buceo, de su caudal, y con calidad queha de dar fianzas abonadas.9

En cumplimiento de su obligación, ClementeFernández dio como fiador al también vecino JuanGarcía de Castro, quien, por escritura el 23 dediciembre, se constituyó como tal e hipotecó engarantía 4 valiosas casas, situadas en los mejoreslugares de la capital. Por otra escritura, otorgada elmismo día, Clemente Fernández y García de Castrose asociaban, para llevar a cabo el buceo, con elpresbítero Don Joseph Alemán, sacristán mayor de laParroquial, y el alférez Francisco Romero.

Sobre Clemente podemos añadir que era unpersonaje de segundo orden en La Habana, a finesdel siglo XVII. Por el acta del cabildo, efectuado el 2 demarzo de 1696, se sabe era el «arrendatario delestanco del naipe» en esa fecha, y el 11 de enero de1697 aparece como la persona a cargo de adquirir«los vestidos de los gigantes», utilizados en distintasactividades. Esta información permite suponer larelación de este sujeto dentro del grupo de poder quedetentaba los beneficios del gobierno habanero, bienpor cuenta propia y en un nivel medio, o comotestaferro de miembros de la oligarquía capitalina.

No se conoce casi nada sobre las labores de rescatellevadas a cabo por Clemente y sus asociados, sóloconsta, en agosto de 1701, un depósito en las «realescajas» de La Habana de 4 277 pesos correspondientea la cuarta parte perteneciente al Rey. Por ende, «oficial-mente», se habían extraído poco más de 17 000, peroconjeturamos que en esos instantes el fraude debe

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haber alcanzado su máximo nivel,y por tanto la cantidad depositadaen caja –excediendo en poca cosalos 3 000 pesos garantizados a lacorona–, era puramente simbólica.

En cuanto a las causas del nau-fragio, todo parece indicar que nose debió a un accidente, sino a unacto provocado. La actitud del pilotoDías no indica negligencia, pero encambio apunta a que condujo la naveal lugar del desastre, pues ¿por quésino, a la hora de iniciar la nave-gación, en vez de engolfarse –comohizo el resto de la flota– para mon-tarse en la corriente del golfo e ir adesembocar en el canal de Baha-

Todo parece indicar que el piloto fuesobornado, si fuese así, sería uno

de los primeros actos de raquerismoen la historia de Cuba

BIBLIOGRAFÍA

AGI: Cádiz. Legajos 843, 844.

AGI: Contratación 4926.

AGI: Contaduría. Legajo 394.

AGI: Consulados 313, 314, 343.

mas, puso proa a tierra? Existe, además, una concatenación de circunstanciasprevias, alguna aparentemente fortuita, como la demora del patache, perootra evidentemente intencional, como fue dejar por detrás la lancha pararecoger el anclote, el cual, perfectamente, podía haber sido izado al zar-par el galeón, permitiendo la llegada de la noche antes de comenzar asinglar, y facilitar con ello la ejecución de cualquier plan avieso. Contribuyea acentuar las sospechas la singular «evaporación» del piloto culpable.

En nuestro criterio, la motivación puede deberse al gusto de loshabaneros por el salvamento de naufragios. En la ciudad estabanavecinados –desde principios del siglo XVII– verdaderos especialistas enla materia, incluso poseían equipos como campanas de buceo. Cuandoocurría un hundimiento, se producía una inyección de dinero, del quedisfrutaban en mayor o menor parte todas las capas de la población,pero particularmente los oficiales reales y grandes comerciantes. Estoexplicaría que, a falta de un naufragio legítimo, se sobornase al piloto ehiciese perder la Almiranta en un lugar conveniente. Si fue así, éste seríauno de los primeros casos de raquerismo en la historia de Cuba.

AGI: Audiencia Santo Domingo, 376, 355. (Expedientes y cartas del Gobernador de LaHabana, años 1702-1703.)

ANC: Miscelánea de libros no. 5808, folio 185v.

ANC: Miscelánea de libros no. 4014. Contaduría de Ejército, folio 291v.

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Aproximaciones al primitivo emplazamientode San Cristóbal de La Habana

Por: Ovidio J. Ortega Pereyra

En el presente estudio se analizandeterminadas fuentes originales – de cronistas,de primeros historiadores, actas capitulares,antiguos mapas–, que se refieren al primer sitiode fundación de la villa habanera en el siglo XVI.Se discuten, además, diversasinterpretaciones posteriores y se esbozanalgunas ideas, respaldadas por mediosauxiliares, que permiten definir el área principalcon posibilidades de haber sido utilizada condicha finalidad, y de este modo orientar lostrabajos arqueológicos.

Resumen

Abstract

Introducción*

En nuestros días nadie pone en dudas el primitivo emplazamiento de lavilla habanera en la costa sur, junto o cerca de la desembocadura dealgún río (generalmente el Mayabeque o el Onicajinal), y se acepta el 25de julio como la fecha de su primera fundación y su traslado definitivohacia La Chorrera, y luego al puerto de La Habana, en 1519.

Lo cierto es que aún no se conoce con exactitud la posición en que,durante no menos de cinco años, estuvo establecido el pueblo, por nohaberse encontrado documento alguno referente a la fecha y lugar de sufundación, y quizás por no realizarse una búsqueda sistemáticasuficiente.

Las dificultades mayores que se encuentran para localizar este sitioarqueológico radican en la ambigüedad y no pocas contradicciones en lainformación, ante la no existencia de documentos concretos; lasalteraciones posteriores sufridas por la zona, de probable ubicación,debidas al hombre y en las características de la región natural, constituidapor una costa baja y pantanosa que se sumerge lentamente.

En cambio, las fuentes con que contamos para intentar determinar suposición se basan en algunos documentos, narraciones de cronistas, unacta capitular del cabildo habanero y mapas, todos ellos inexactos, quefueron interpretados por los primeros historiadores. Otras fuentes que de-berían estudiarse permanecen en instituciones archivistas españolas.

Para la determinación previa del sitio en cuestión, podemos auxiliarnosde: la toponimia; la dirección de la red de caminos y poblados históricos;la sonda del mar próximo a la costa sur, conociendo el calado máximo(promedio) de las embarcaciones de la época; la dirección de los canalesmarítimos, entre las cayerías de los Canarreos; la hidrografía histórica,que puede ser esclarecida por los mapas de Coello, Pichardo y otros, asícomo el estudio de los paleo-cauces, a través de las curvas de nivel, y lafotografía aérea; así como por la geología, aspectos que someteremos adiscusión oportunamente.

This paper analyzes certain original sources–choniclers, first historians, records of thecity council, old maps- which makereference to the first site of foundation of thecity, back in the 16c. Differentinterpretations made afterwards are alsodiscussed and other ideas are put forth,backed by supportive means which allow todefine the main area which was probablyused for this end, all of which contributes toarchaeological work.

* La primera versión de este trabajo, como informe preliminar, fue entregada por el autor ennoviembre de 1989, al Centro de Arqueología y Etnología de la Academia de Ciencias de Cuba.Censo Arqueológico Provincial de La Habana.

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Debemos resaltar que en esta etapa de análisisnos mantendremos siguiendo el criterio generalizadode considerar el emplazamiento hacia el este deBatabanó. No obstante, existen hipótesis que le ubicanen territorio más occidental.

Análisis de algunas fuentes directas

Comencemos por definir la cronología del sitiosegún las fuentes que poseemos: San Cristóbal de LaHabana fue fundada el 25 de julio de 1514 y aún en1519 estaba habitado por vecinos. Al respecto, lahistoriadora Irene Wright (1927: 8) afirma: «Grijalvaencontró en la costa norte vecinos de la Habana conbastimentos que vender a sus navíos; y Cortésentrando en el puerto de la costa sur, ya muy avanzadoeste mismo año o al comienzo del de 1519, no encontródesierto el primitivo lugar de La Habana, pues tambiénallí había vecinos en disposición de vender pro-visiones».

Posteriormente, en 1569, se hace alusión al «PuebloViejo» en las actas capitulares del cabildo habanero,por lo que suponemos que todavía existiera, aunquefuera en forma muy disminuida. En 1606 se publicanlos mapas de la colección Mercatoris donde aparecensimultáneamente las dos villas. Creemos que la ori-ginal San Cristóbal coexistió con La Habana de la ba-hía del norte en el siglo XVI, perdiendo población y laimportancia que poseyó durante los primeros añosde la conquista y colonización de la tierra firme, cuandola actividad económica y militar se realizó por la costameridional de la Isla.

Es preciso determinar el área estimada que alcanzóla villa habanera en su momento de mayor auge. Lareconstrucción de las listas de vecinos nos ayuda alrespecto. Según diversas fuentes, estuvieron ave-cindados en la población: Angulo, Francisco deAguilera de Alonso, Domingo de Alonso, Baltasar deÁvila, Pedro de Barba, Bartolomé Bazago, PedroBlasco, Sebastián Bravo, Calixto Calderón, Garci Caro,Bartolomé Cepero, Tomás Daza, Juan Díaz, CristóbalGalindo, Juan Genovés, Juan Gutiérrez, AmbrosioHernández, Juan de Inestrosa, Manuel Juan, Juan deLobera, Antonio López, Francisco Martín, doshermanos de apellido Martínez, Francisco Montejo,Juan de Nàjera, Bernardo Nieto, Juan Núñez Cedeño,Pacheco, Francisco Pérez Borroto, Antonio Recio,Antonio de Reinas, Jerónimo Rodríguez, SebastiánRodríguez, Alonso de Rojas, Antonio de Rojas,Francisco de Rojas, Juan de Rojas, Martín Ruiz, JuanSánchez, Santa Clara, Alonso de Soto, Bernardino deSoto, Diego de Soto, Antonio de la Torre,… 46 hombresen total. Sin contar con Narváez, que efectuó lafundación, y de un número mayor de aborígenesavecinados como en las otras villas, y de la existenciaindudable de una capilla en función de iglesiaparroquial.

En resumen, el pueblo debió contener unos 50bohíos rústicos, algunos de tablazón y guano y quizásalgún embarrado y guano (la capilla, por ejemplo), yel embarcadero, preferiblemente fluvial. Si tenemosen cuenta el área que ocupó La Habana en el norte,años más tarde, podemos considerar que alcanzaría unasuperficie aproximada de entre 400 y 700 varas dediámetro, y por tanto su área sería de 0,100 a 0,250 km2.

Los mapas de la época poseen grandes inexac-titudes, aunque tienden a indicar la presencia delasentamiento en el golfo de Batabanó y hacia laensenada de Broa. Algunos de estos son: El mapa deFernández de Enciso (1519), Rivero (1529), Munster(1538), le Testu (1555), Bertelli (1560), Forlano (1560-1564),Pacacchi (1570), Ortelius (1572), Benzoni (1597),Pecciolen (1604), la Colección Mercatoris (1606) yHondius (1607).

Bertelli, por ejemplo, en un mapa donde cuestatrabajo reconocer a Cuba, ubica a San Cristóbal (S. X.Poval) al pie de dos lomas, junto a una bahía dondedesagua un río a unos 20o S:S:O de Matanzas, al estede la Isla de Pinos, al fondo de un canal de eje norte-sur entre la cayería de los Canarreos.

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Forlano presenta a San Cristóbal (S. Xroval) en laEnsenada de Broa, a 22o de latitud norte (¡!) y 288o de lon-gitud que decrece al oeste (¿?). En el mapa de ThomasoPacacchi, del cual existen versiones en 1570, 1572, 1576y 1622; S. Xpoval se encuentra en la desembocadurade un río frente a la punta «Deve-lasta» (¿Devela lasastas?). Quizás una alusión al punto desde el cual sehacían visibles los mástiles de las embarcaciones queremontaban el promontorio. En esta carta, la Isla deCuba gira de modo que el Jardín de San Cristóbal apa-rece debajo de la isla de Pinos (S.tiago). La Siguaneaaparece encima de la Isla y frente a ella, arriba, laEnsenada de Cortés. Esto hace que la bahía de Co-rrientes (entonces Cabo Peligroso) aparezca en unsentido «NW» de Cortés.

Mercatoris utiliza escalas en lenguas hispanas ymillas inglesas. Según éstas, en su mapa «CubaÍnsula», San Cristóbal se encuentra situado a 63.5leguas del Cabo de San Antonio; 155 leguas de la Puntade Maisí; 106 leguas de la villa de Santiago de Cuba; 17leguas de la costa meridional de la Península deZapata y 40 leguas de la villa de Trinidad.

Para convertir estas unidades aplicamos la pro-porción que se establece en la obra de Alonso de ChávezEspejo de navegante (siglo XVI), que determina que unamilla era igual a 8 estados; un estado correspondía a 125pasos (al respecto existen dos tipos de pasos: los simplesy los geométricos. En este caso deben tratarse de losúltimos). El paso geométrico representaba cinco pies, elpie totalizaba 4 palmos y por último un palmo re-presentaba 4 dedos. Aproximadamente, la leguaespañola en el siglo XVI debería alcanzar los 6 096metros. En esta proporción el Estado tendría unalongitud de 190,5 metros diferenciándose ligeramentedel Estadio griego equivalente a 185 metros. Este últimohubiera reducido la legua española a 5 920 metros; conindependencia de otras medidas que se establecenposteriormente para las leguas provinciales (4 175 me-tros); itinerarias (5 572 metros); de posta (4 000 metros);marítima (4 240 metros) y cubana (5 555 metros). Sedebe resaltar también que en la época, legua era ladistancia que, en condiciones óptimas, un hombrepodía recorrer caminando en una hora o, también, ladistancia que una embarcación podía navegar en igualtiempo con vientos favorables.

De acuerdo con esto, San Cristóbal estaría: al nortede Aguacate, desde la costa meridional de Zapata; aleste del Mayabeque (sur de Güines), desde la villa de

Punta de San Cristóbal en Mapa de la Colección Mercatoris

Trinidad; al oeste del Surgidero de Batabanó, desdeMaisí. De igual modo, se encontraría al oeste de Cayodel Macío, en la Península de Zapata desde la villa deSantiago y al norte de Cayo Blanco; en dicha península,desde el Cabo de San Antonio. Esto último, resultainteresante, por la proximidad de la Punta de DonCristóbal y los Cayos de mismo nombre. En lacartografía antigua, la punta y los islotes se llamabande San Cristóbal. Y se encuentran en eje norte-surcon el canal del Rosario en los jardines homónimos.También llama la atención la próxima punta conocidacomo del Campanario, que se encuentra al oeste dela Punta de Cristóbal.

Por supuesto que las medidas más fiables corres-ponden a las locaciones más próximas, vinculadascon San Cristóbal y con la navegación: la villa deTrinidad y el Cabo de San Antonio.

Al respecto, el mapa de Cuba del ingeniero Coello,de mediados del siglo XIX, señala la existencia de las«Sabanas de Juan Luis», en la zona meridional de la Pe-nínsula de Zapata, entre Punta Campanario y la Puntade Cristóbal (anteriormente Don y/o San). Tambiénseñala la orilla norte del río Hatiguanico como «orillafirme».

Los datos que aparecen ser mas prometedores serefieren al acta capitular; correspondiente a la reuniónefectuada por el cabildo habanero, el 18 de marzo de1569, en que se expresa que Diego Hernández, indio,solicita para corral, un sitio ubicación en Yamaragua,

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Punta de Don Cristóbal. Banco de Los Jardines y canales denavegación. Carta s.XVIII

a unas 12 leguas al sur, como 6 leguas al «I’este –oeste» de Batabano y unas dos leguas del PuebloViejo. De acuerdo con este dato San Cristóbal estaríaentonces entre 10 y 14 leguas de La Habana. Otrodato de valor lo ofrece el cronista Bernal Díaz delCastillo (1983: 10), cuando recoge en sus memorias lallegada al puerto de Jaruco, el 8 de febrero de 1517, yexpresa: «…fuimos a un puerto que se nombra en len-gua de indios Axaruco, en la banda del norte y estabaocho leguas de una villa que entonces tenían poblada,que se decía San Cristóbal, que desde ha dos años lapasaron adonde agora esta poblada La Habana». El 8de abril de 1518, aclara aún más cuando refiere: «[…]

un puerto que se dice de Matanzas, que está cerca dela Habana Vieja; que en aquella sazón no estabapoblada la villa donde agora está, y aquel puerto teníatodos los más vecinos de la Habana sus estancias».

Arrate (1964), quién hace un magnífico estudio sobreel asunto en su Llave del Nuevo Mundo, desestimó estedato, al considerar que debía tratarse del pobladointermedio de la Chorrera. Aun cuando esa distanciano alcanza la costa sur, San Cristóbal pudo estarerigida en el interior del territorio y servirse de un ríopara comunicarse con el mar. Ocho leguas desde laBoca de Jaruco, sobrepasan la desembocadura delAlmendares y la zona de Puentes Grandes, comotambién a la merced de la Chorrera, otorgada conanterioridad a 1559, al norte de Managua, que incluíaen su territorio a los manantiales de Pastrana.

Otra referencia indica el posible naufragio deCortés en la cayería de los jardines, a 10 o 12 leguasde San Cristóbal y como señalan algunas cartas delsiglo XVI, los «Jardines» al este de la Isla Evangelistase denominaban de San Cristóbal. Es interesante elreporte del naufragio de una canoa de un vecino deSan Cristóbal que transportaba pasajeros entre estavilla y Trinidad, por no existir caminos entre estas villas.Los náufragos aportaron a una costa rocosa de«diente de perro» y llegaron a estancias y encomiendasque se localizaban en las proximidades de Jagua,(Yaguarama y Chipiona, entre otras). Si bien losaborígenes recorrían las islas antillanas en canoas,los españoles no debieron haber realizado grandestrayectos a remos. Este dato descarta, a nuestro juicio,las hipótesis que señalan la posible ubicación de SanCristóbal hacia Pinar del Río, donde se destacaba enel siglo XVI el puerto de Guaniguanico, en la Ensenadade Cortés.

Se debe prestar atención al corral de Guanamónde Herrera, al oeste del Mayabeque, según refierePichardo, «la más antigua merced en tierra otorgada»,quizás por su proximidad a la villa de San Cristóbal.

Medios para determinar la posible ubicación del sitio

Resulta evidente que existe una tendencia aconservar los sitios centros de la habitación, caminosy nombres establecidos en otras épocas. La toponimiade la región, por ejemplo, nos señala lugares como «Ca-sas Viejas», «Laguna Vieja», «Antiguos Colonos»,«Corte Viejo», «Los Palos» y un «San Cristóbal», entreotras denominaciones en el área señalada.

La dirección de los caminos constituye otro medioauxiliar para determinar las posibles ubicaciones dela villa. Se puede trazar perfectamente una rectadesde La Habana hasta Güines (por cierto este pueblose encuentra a unas dos leguas de Yamaragua), deallí con una lleve alteraron de curso, la ruta continúahacia San Nicolás de Bari y este pueblo al de Caimito.Desde Matanzas, igualmente, se establece la línea através de San Francisco, Cabezas, Los Palos y NuevaPaz, para cortarse los dos ejes así trazados al este dePlaya Caimito y oeste de Tasajera. Sin contar la seriede caminos de tierra adentro que aumentan estadireccionalidad. Igualmente, se pueden obtenerrumbos si se prolongan longitudinalmente algunoscanales marítimos que existen entre la cayería del

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sur. Si trazamos una recta desde el canal de Monterrey,que pasa entre la isleta de igual nombre y las llamadasde Mal País y Boquerones, se alcanza un punto de lacosta aledaño a Punta Flamenco.

Cuando en 1503 es creada la Casa de Contrataciónde Sevilla, se dispone que las naves que hicieran laCarrera de Indias o fuesen construidas para ellas,fueran naos desde 160 hasta 320 toneles de arqueo.La nao Santa María de sólo 106 toneles, poseía 1,90metros de calado máximo, lo que nos indica lanecesidad de no menos 8 pies de profundidad (1 piecastellano equivale a 28 centímetros).

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Se conoce que la zona en cuestión es baja y harecibido el aporte de sedimentos procedentes de losríos Hatiguanico, Mayabeque, Las Vegas, Seco, etc.,lo que ha transformado la batimetría del área. Noobstante, un estudio de la sonda actual nos revelaque entre las Boquitas de Oliva, donde desagua elMayabeque canalizado (río Nuevo) y hasta unkilómetro de Punta Mora existe una profundidad deentre 6 y 12 pies. Alcanza de nuevo 8 pies frente aZanja Majagua (Punta Flamenco, donde desagua elrío Seco, al sur de Yamaragua), y 7,5 km de CasasViejas. El río Seco, a juzgar por las curvas de nivel,

San Cristóbal. Carta anónima española, s. XVI

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debió tener un caudal muy importante en etapasanteriores. Por último, a 1 kilómetro al oeste de CorteViejo (sur del corral Guanamón y donde se encuentrala Laguna Vieja), presenta 12 pies de profundidadhasta 3 kilómetros al oeste de playa Tasajera, dondevuelve a disminuir entre 4 y 6 pies por el resto de laEnsenada de Broa.

Sin dudas se hace necesario el estudio de los paleocauces de los ríos, así como determinar cuáles deellos tenían salida al mar superficialmente y no seperdían en los numerosos sumideros o en tierras pan-tanosas. Esto se logra por la fotografía aérea, estu-dios geológicos y otros métodos más sofisticados.

El mapa geológico de la región que nos ocupa,muestra, a partir de Playa Caimito hasta aproxi-madamente 4 km al este, un área del neógenocompuesta por calizas, margas, arcillas, arenas,areniscas y conglomerados, de la misma naturalezade los que predominan en la llanura cársica del sur de

San Cristóbal en el mapa de Thomaso Paccachi

la provincia, más aproximada para establecer unasentamiento habitacional que en los depósitosactuales (cuaternario), compuestos por arcilla, arena,areniscas y conglomerados, de las zonas pantanosas.

Un elemento de gran importancia, a tener encuenta, es el de la necesidad de marcaciones o puntosde referencia a la vista del marino. En una época en laque la navegación se efectuaba por medio delastrolabio y la ballestilla, era necesario conoceraccidentes geográficos visibles al navegante que leindicaran la posición del sitio. Era el elemento quemás se debió tener presente a la hora de crear un

asentamiento, al igual que la posibilidad de haceraguadas los barcos, preferiblemente de manantiales,los que durante la travesía tenían menos posibilidadesde corromperse.

Posibles sitios a decantar son aquellos centros dehatos y corrales, donde radicaron encomiendas en elsiglo XVI, en los que existieron instalaciones ycementerios, así como otros basureros arqueológicosposteriores, pertenecientes a cafetales e ingeniosazucareros. En última instancia, la correcta inter-pretación del registro de evidencias materiales, aligual que su clasificación, es fundamental en el procesode prospección y excavaciones, y no debe ser dirigidopor personal no especializado.

Conclusiones

No pretendemos aquí determinar con absolutaprecisión el lugar donde estuvo situada la villa. Nisiquiera agotar las fuentes documentales sobre eltema. Tan sólo deseamos resaltar algunas con-sideraciones iniciales acerca de un estudio que debecontinuarse, en busca de nuevas evidencias quepermitan, en un futuro, arribar a conclusionesdefinitorias sobre el primitivo lugar de asentamientode la primera villa habanera.

En esta incursión preliminar, consideramos que laprimera villa habanera se fundó en la costa sur y seencontraba a unas 8 leguas (entre 47 y 49 kilómetros)del puerto de Jaruco (Boca de Jaruco), entre 10 y 14 le-guas (59 y 61 kilómetros) de La Habana, entre 6 y 8leguas ( 36 y 49 kilómetros) de Batabanó, en un puntomás próximo a Matanzas que al Puerto de Carenas.Este último, como aclara Alonso de Chávez, estabasituado a dos leguas al este de la rada habanera porlo que debió corresponderse con la bahía de Cojímar.

En un contexto más amplio, San Cristóbal seencontraba al oeste de la encomienda de Yaguaramas(Jagua), primer lugar poblado al que arribaron losnáufragos de la canoa en viaje hacia la villa de laSantísima Trinidad y al este de Batabanó, alrededorde 12 kilómetros del corral de Yamaragua, y entre 59y 85 kilómetros de los cayos de Los Jardines de SanCristóbal o Canarreos.

Razonamos que San Cristóbal no debió estarubicado al oeste de Batabanó ni cerca del puerto deGuaniguanico, como discurre Urrutia. En primertérmino porque esto sería contrario a todos los

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documentos antes citados, que la colocan en un puntomás cercano a Matanzas, a tan sólo 10 o 12 leguas delos Jardines; banco que se encuentra al este de la Islade Pinos. La cartografía histórica, además, pese a susimprecisiones, resalta siempre la existencia de SanCristóbal frente a la punta de un cabo que pudiera serPunta Gorda e, indistintamente, la ensenada de Cortésfrente al fondeadero de la Isla de Pinos, constituidopor la Ensenada de La Siguanea. Por último, el episodiodel naufragio de la canoa relatado por Bernal Díaz delCastillo hace pensar en un punto más próximo a lasinmediaciones de Jagua.

Aun cuando los principales indicios apuntan haciala ensenada de Broa, no debe omitirse la investigaciónen torno a la Punta de Don Cristóbal y los Cayos delmismo nombre cuyos topónimos originales fueron deSan Cristóbal y que se mantuvieron, en la cartografía,hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

Trazado de las curvas de distancia

Reconocimientos

Deseo agradecer al doctor Gabino La Rosa Corzo,por su estímulo al leer el informe preliminar de estetrabajo, al capitán Alessandro López por brindarnosel acceso a tan importante obra, como resulta el Espejode navegantes, de Alonso de Chávez, y a la técnica YolicéValdivia Álvarez por su colaboración en el ordenador.

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Sobre la fundación de la villade San Cristóbal de La Habanaen el Puerto de Carenas

Por: Salvador Larrúa Guedes

San Cristóbal de La Habana se fundó en 1514en la costa sur de la actual provincia de LaHabana, probablemente cerca de Batabanó.Pronto se corrigió el error y en 1519, pasó a suubicación actual en las márgenes de la bahíadenominada Puerto de Carenas. Esta es lahistoria oficialmente aceptada, pero existenpruebas documentales y testimonios de que acomienzos de 1514 Pánfilo de Narváez y susseguidores fundaron un asentamiento enCarenas. Todo lo anterior indica que hubo dosfundaciones paralelas, una en el sur, cerca delrío Onicajinal y otra en el norte, en Carenas,yque ambas se fusionaron en 1519. En esteartículo se presenta pruebas de que lafundación tuvo lugar en 1514 en la ubicaciónactual.

Resumen

Abstract

A principios de 1508, Don Fernando el Católico llamó la atención alComendador Mayor de la Orden de Alcántara, gobernador de las islas yTierra Firme del mar océano, fray Nicolás de Ovando, porque con evi-dente desdén de la importancia de Cuba, que todos reconocían, no hu-biese dispuesto aún su indispensable y urgente exploración. De estaforma, el rey dio el impulso final y Ovando comisionó al hidalgo gallegoy entendido navegante Don Sebastián de Ocampo, criado de la reinaIsabel, para que llevara a cabo el bojeo total de la Isla de Cuba. Ocampoefectuó durante siete u ocho meses el bojeo de la Isla, durante el cualrecorrió cuidadosamente las costas y trató de adquirir la mayor infor-mación posible sobre el territorio y sus habitantes. Al efectuar el reco-nocimiento de la costa septentrional descubrió el puerto de La Habana,que denominó Puerto de Carenas, ya que allí se detuvo por varios díaspara carenar y calafatear sus naves, («que es renovalles o remendalleslas partes que andan debajo del agua, y ponelles pez y sebo»), apro-vechando el hecho de encontrar, en el reconocimiento, que en algunossitios próximos a la gran bahía brotaban de la tierra ciertas cantidadesde chapapote o pez, ese mineral semejante al asfalto, pero menos duroy bastante elástico, que se utilizaba precisamente para calafatear.

Ocampo era un hombre tan astuto como hábil, y estaba comisionadopara observar y anotar, porque con sus informaciones se iba a decidir laposibilidad de ocupar y colonizar la Isla: como excelente marino que era,pudo valorar la importancia estratégica y la bondad del puerto, suscontornos de verdes y suaves colinas, los bosques cercanos y los ríos.Así pudo cumplir su misión, que consistía sobre todo en «descubrir deltodo á la isla de Cuba, porque hasta entonces no se sabía si era isla ó tie-rra firme, ni hasta donde su longura llegaba y también á ver si era tierraenjuta, porque se decía que lo más era lleno de anegadizos, é tentar sipor via de paz se podria poblar de chripstianos la isla de Cuba; é parasentir lo que se debia proveer, si caso fuesse que los indios se pusiessenen resistencia».

No se puede dudar de que el Adelantado Don Diego Velázquez deCuéllar, encargado de la conquista y colonización de la Isla, conocía aldedillo el informe de Don Sebastián de Ocampo sobre las particularidadesdel nuevo territorio, ya que tanto Velázquez como su superior, el VirreyDiego Colón, esperaban obtener grandes ganancias con la nueva empresa.

San Cristobal de La Habana was founded in1514 in the south coast of the provincecurrently known as La Habana, probablenear Batabanó, a place which turned outinappropriate. The mistake was sooncorrected and in 1519 it was transferred tothe current location by the bay known asPuerto de Carenas. This is the story officialytold. But there is documentary evidence thatstates that at the beginning of 1514 Pánfilode Narváez and his followers established asettlement in Carenas. This means thatthere were two parallel foundations; one inthe south coast by the river Onicajinaland the other in the northern coast inCarenas but both merged in 1519. In thispaper I show documentary evidenceindicating that foundation took place in thecurrent location of th city.

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No voy a relatar ahora lospormenores de la conquista de Cu-ba. Una vez pacificado el territoriode la antigua provincia de Oriente,y consolidadas sus posiciones, elAdelantado decidió ocupar el restodel país efectuando un triple avan-ce paralelo de tres expediciones, alo largo del territorio de la Isla ybordeando sus costas. La primeraexpedición partiría de Sagua deTánamo, a bordo de un bergantínque recorrería la costa norte, conla misión de tocar tierra en los pun-tos importantes y someter a loscaciques de las regiones cercanas,hasta el puerto de Carenas o LaHabana. Mucho más difícil sería lasegunda expedición, que iría portierra y estaba formada por unacolumna, la más fuerte e impor-tante, bajo la jefatura de Pánfilo deNarváez, y asistido por el PadreBartolomé de Las Casas. La colum-na constaba de cierta cantidad de es-pañoles con algunos hombres dearmas a caballo y centenares de car-gadores indios. Organizada enBayamo, partiría a lo largo de todala Isla también hasta el puerto deLa Habana. Por último, un pequeñogrupo de hombres, bajo el mandodirecto del Adelantado Velázquez,partió de Baracoa en canoas, doblóla Punta de Maisí y avanzó a lo largode la costa sur: Velázquez se pro-ponía detenerse en los puertos ypuntos favorables del litoral, pe-netrar y reconocer el interiorcuando fuera posible, y llegarfinalmente a su meta que era elpuerto de Jagua, hoy Cienfuegos.

La columna «de cien hombresde a pie y ocho de a caballo», dirigidapor Pánfilo de Narváez, acom-pañado por el P. Las Casas, llegó

por fin al Puerto de Carenas y conocedores de los informes del viaje deSebastián de Ocampo, probablemente acamparon en el lugar másadecuado, frente al mar. Es indiscutible que Narváez y Las Casas llevabanbastante tiempo en el puerto de Carenas, donde descansaron los hombresy levantaron algunos bohíos, fundando el primer establecimiento deespañoles. Casi junto con los expedicionarios llegó el bergantín queVelázquez había enviado por la costa norte, y la mayor parte de loshombres de Narváez y los tripulantes del bergantín permanecieron en elcitado asentamiento cuando Velázquez requirió la presencia de Narváezy del clérigo en el puerto de Jagua (Cienfuegos). Según Ramiro Guerra,Jenaro Artiles, Gerardo Castellanos y otros historiadores como Roig deLeuchsenring,

Lo más probable […] es que desde 1514, año en que llegaron alpuerto habanero las gentes de la expedición de Narváez y LasCasas, y el bergantín enviado por la costa septentrional por Ve-lázquez durante la conquista, se levantasen algunos bohíos juntoa la bahía. […] la mayor parte de los expedicionarios y el men-cionado bergantín quedaron en el citado puerto de la Habanaesperando órdenes. […] No es aventurado creer que los primeroscimientos de la población quedaran echados en aquella fecha.1

1 Ramiro Guerra: Historia de Cuba. Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1921, tomo I, pp. 285 y 286.

Alrededor del puerto de La Habana pernoctaron, como ya sabemos,Narváez, Grijalva, Las Casas y sus compañeros. Es natural que entoncesse fomentara un poblado con disciplina, y opino particularmente que

Isla de Cuba, 1540.Alonso de Santa Cruz, Museo Naval de Madrid

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No se puede sostener la hipótesis de que al proseguir Narváezsu viaje a occidente, los españoles que se quedaron en el puertode Carenas abandonaran un lugar tan favorable para trasladarsea la desconocida e inhóspita costa sur de la provincia, para acabarregresando al mismo sitio. El primer asentamiento surgió demodo circunstancial, tal vez sin propósito deliberado de Narváez,pero de simple campamento de exploradores que acamparonpor algunos meses, las condiciones favorables del lugarayudaron a hacerlo crecer y convertirlo en la villa de SanCristóbal.2

2 Gerardo G. Castellanos: Relicario histórico (frutos coloniales y de la vieja Guanabacoa). Librería Selecta, La Habana, 1948, p. 67.3 Ramiro Guerra: ob. cit.

Por otra parte, la afirmación anterior se sustenta en hechos nodiscutibles, porque hay pruebas materiales de que la villa de San Cristóbalya existía en su lugar, o sea, al pie de la bahía de La Habana, antes del 10de febrero de 1519, fecha de la partida de Hernán Cortés a Méjico. Estaspruebas están presentes en las declaraciones irrefutables de variosvecinos de La Habana, y entre ellos el escribano de la villa, Francisco deMadrid, cuando dijeron que la armada de Cortés echó anclas en la bahíay que la vieron partir de ella. Agregaron en esta declaración que desdehacía unos cuatro años conocían a Francisco Montejo y Alonso Her-

En una información hechapor Diego Velázquez en 1519,declaran varios vecinos de lavilla de San Cristóbal, entreellos el escribano de la mis-ma, Francisco de Madrid,que la armada de Cortésestuvo estacionada en labahía y que la vieron partirde ella. Esos mismos testigosdeclararon en la informa-ción, que había unos cuatroaños que conocían a FranciscoMontejo y a Alonso Hernán-dez Portocarrero, enviadosde Cortés, antiguos vecinostambién de la Habana.3

Pero no es ésta la única pruebade la existencia de la villa en elpuerto de Carenas desde 1514.Desde 1515, o tal vez desde el añoanterior, existían mercedes depredios, estancias, hatos y otrossitios de labor explotados porcastellanos cuyos apellidos todavíaestán presentes en la historia delorigen de la propiedad territorial enLa Habana.

Estas mercedes de tierra queexistían, como ya dije, desde 1515,estaban en lugares tales como laChorrera, Puentes Grandes, altu-ras del Príncipe y Atarés, y Jesúsdel Monte. Tales otorgamientos losmandó a hacer Diego Velázquez deCuéllar en su calidad de gober-nador y Adelantado a personajestales como Francisco Montejo,Pedro Barba, Manuel de Rojas,Juan de Rojas, Pedro Villarroel y

aquel asentamiento fue el embrión de La Habana actual, aunque algunossectores de la villa se desplazaran más tarde por la desembocadura delrío Almendares o a lo largo de sus riberas.

nández de Portocarrero, vecinosde La Habana, que eran enviadosde Cortés:

San Cristóbal de La Habana, 1592.Baltazar Vellerino de Villalobos. Museo Naval, Ms.1656-1657, Madrid

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Juan Sedeño.4 (Recordemos que Francisco Montejoera uno de los vecinos de San Cristóbal que declaróhaber visto partir de la bahía habanera a la armadade Hernán Cortés, allá por el año 1514.)

Y podemos añadir: Cuando Cortés llegó con su flotaal Puerto de Carenas, donde existía un asentamientode españoles, ya tenía mucha vida el lugar descu-bierto por Ocampo. Esta afirmación la demuestra elhecho de que después de pasar por Batabanó lasnaves se acogieron al Puerto de Carenas, bahía de LaHabana, donde Pedro Barba ejercía como teniente deVelázquez y permitió que la flota del traidor Cortés seapertrechara de todo lo necesario.

De todo lo anterior se infiere que restando los cuatroaños a 1519, la villa de San Cristóbal de La Habana fuefundada en 1515 o 1514.5 Por supuesto, se mantienecomo cierto o por mejor decir, como probable, el hechode que alguna otra villa, donde quizás residían deforma permanente al principio las autoridades delconsejo, se estableciera oficialmente en el sur, el 25de junio de 1515.6 Este asiento o pueblo de españoles,que tuvo una vida efímera, parece que fue levantadoen la margen izquierda del río Onicajinal, que ha sidoidentificado por algunos con el Mayabeque, tal vezcerca de la ensenada de Broa, en 1514. En 1518, cuandolas naves de Cortés que avanzaban por la costa sur

Vista parcial de San Cristóbal de La Habana. Manuscrito anónimo del siglo XVI

4 Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar,Madrid, 1869, serie I, t. XII, pp. 140-156. Ver también Gerardo G. Castellanos: ob. cit., pp. 72, 73.5 Ibídem, pp. 51-204. Ver también Ramiro Guerra: ob. cit., p. 286 y Gerardo G. Castellanos: ob. cit., p. 186.6 Ramiro Guerra: Ibídem.

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llegaron a este punto, ya estaba allí ese estable-cimiento, pero ¿cuál era su ubicación exacta?

No hay noticias al respecto. La mayor parte de lacosta es cenagosa, inhóspita, insalubre y estáinfestada de mosquitos y jejenes. La barra del ríoMayabeque está casi cerrada, dando paso solamentea naves de muy poco calado. Al igual que en el restode la costa del sur de la actual provincia de La Habana,se puede avanzar algunos kilómetros mar afuera conpocos pies de fondo. Nada delata un asiento recienteo remoto. No ha quedado la más leve huella demadera, de hierro o de plomo, algún arma, horcones,restos de personas o viviendas. Este es el punto dondese quiere situar la primera Habana: por poco caladoque tuvieran las naves de Cortés, tuvieron quefondear a mucha distancia. No parece lógico que eseasentamiento desapareciera de forma absoluta de ladesembocadura del río, y hablo en este caso delMayabeque.7

Si fue Velázquez quien dispuso la fundación de lavilla de San Cristóbal de La Habana en la costa nortehay que ponerse de acuerdo con el profesor españolJenaro Artiles, autor del opúsculo titulado La Habanade Velázquez, en relación con la fecha de 1514, pues eneste momento se encontraban en Carenas Pánfilo deNarváez y Bartolomé de Las Casas, y no en la de 1515,momento en que Velázquez había regresado alterritorio oriental de Cuba.

La villa de San Cristóbal de La Habana, sinespecificar a qué sitio debemos dar este nombre, si alnúcleo de habitantes alrededor de la boca del puerto,o el de la desembocadura del Almendares o el de Puen-tes Grandes, debió ser fundada el 25 de julio de 1515,día de San Cristóbal, según el Dr. Ramiro Guerra. Peroinsistiendo en el juicio que exponen el profesor españolJenaro Artiles, el historiador Gerardo Castellanos y elDr. Emilio Roig de Leuchsenring en su Historia de LaHabana: en 1515 Narváez no pasó por el Puerto deCarenas, sino en 1514, cuando pasaron varios días allíy dejaron a la mayor parte de los expedicionarios y a

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la tripulación del bergantín en el primer asentamiento.El propio Ramiro Guerra se contradice al decir que LaHabana se fundó el 25 de julio de 15158 en la obraantes citada, y manifestar, en la misma página 286,que «Narváez y Las Casas se dirigieron en 1514 desdeel puerto de Carenas a entrevistarse con Velázquez.[…] No es aventurado creer que los primeros ci-mientos de la población quedaran echados en esafecha».9

Todo parece indicar que La Habana existe comoasentamiento humano de españoles desde 1514. Undetalle: en el mural que se observa en el Templete, unsacerdote con hábito blanco y negro, propio de losdominicos, que debe ser Bartolomé de Las Casas,oficia en la primera misa, que tuvo que ser en 1514,cuando el Padre llegó acompañando a Narváez,porque Las Casas estaba muy lejos de Cuba en 1519,que es la fecha «oficial» de la fundación de la villa.Anotemos, sin embargo, que Bartolomé de Las Casasno era nada más que un simple sacerdote, porquetomó el hábito de la Orden de Predicadores en 1522.

En San Cristóbal de La Habana,el 15 de enero de 2005, a los 490 años y

seis meses de la fundación del primerasentamiento

7 Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de Ultramar,Madrid, 1869, Serie I, t. XII, p. 721.8 Ramiro Guerra: ob. cit., p. 285 y 286.9Tomo como base de este trabajo no el día (discutible) en que según la tradición se celebró por primera vez la Sagrada Eucaristía o máspopularmente, la primera misa, o reunión capitular… por lo tanto se sigue el criterio de que una ciudad se funda cuando la gente se establece en unsitio, construye sus casas y empieza a residir de forma fija en él. La acepción correcta de la palabra fundar, según el Diccionario de la Real Academia,edición de 1991, dice textualmente: fundar. (Del lat. fundare) tr. Edificar materialmente una ciudad, colegio, hospital, etc./ Estribar, apoyar, armaralguna cosa material sobre otra.

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Por: Dania Lunar Jiménez

Este artículo aborda la evolución delasentamiento poblacional, establecido en laotrora ciudad de San Felipe y Santiago delBejucal, en el siglo XVIII, en la provincia LaHabana, Cuba. Para ello se determinan lascaracterísticas más relevantes y definidorasdel entorno urbano de la localidad bejucaleñaen dicha época, así como las peculiaridadestipológicas de sus primeras viviendas. Lasactas capitulares del Ayuntamiento de Bejucalfueron el material de consulta más valioso parala realización de este estudio.

Resumen

Abstract

Regulaciones de la vida urbana en Bejucal

Desde épocas lejanas se ha prestado atención al desenvolvimientode la estructura urbana de las ciudades. Las antiguas civilizaciones griegay romana nos legaron edificaciones y una trama urbana paradigmáticas.En Cuba, el desarrollo del tejido urbano comienza en el siglo XVI, bajo loscánones constructivos de la metrópoli española. En la centuria siguiente,el arte mudéjar hispánico deja su impronta en las formas técnicas delestilo arquitectónico insular. Además, es de destacar que: «El siglo XVII esla época en que nuestra arquitectura colonial, disponiendo de recursosmínimos y bajo la guía de maestros, en su mayor parte de formaciónespañola, por primera vez acusa una coherencia constructiva y unatendencia estilística determinadas».1

Ya en el siglo XVIII se puede decir, en términos generales, que laarquitectura colonial cubana era de carácter barroco con modificacionese iniciativas de los constructores criollos y que en esos años también seperfeccionan los tipos arquitectónicos heredados del XVII.

La expansión urbana en Cuba, en la etapa comprendida entre 1659-1778 se concentró alrededor de La Habana, donde, por iniciativa privada,haciendas se convirtieron en pueblos. El crecimiento de San Cristóbal deLa Habana fuera de las murallas buscaba aprovisionarse de agua potable,alimentos y materiales de construcción. Para facilitar dicho objetivo seabrieron trillos a través del monte en diferentes direcciones, lo que a lapar posibilitó el cultivo de tierras distantes. Dicha villa tenía en el siglo XVI

This paper covers the development of thehuman settlement established in the cityonce known as City of San Felipe y Santiagodel Bejucal in the 18c., at La Habanaprovince, Cuba. In line with these objectives,the most remarkable and defining featuresof the urban setting of the town at that timeare determined. Likewise, typologicalfeatures of the first houses are alsodetermined. The City council records werethe most valuable source consulted to makethis study.

Algunas consideracionessobre el desarrollo urbano de Bejucalen el siglo XVIII

1 Joaquín E. Weiss: La arquitectura colonial cubana. Ed. Letras Cubanas, La Habana, tomo I,1979, p. 158.2 Ibídem, p. 58.

[...] tres caminos que salían al campo siguiendo la misma direcciónque en la actualidad y que conducían respectivamente a Matanzas(camino de la Vuelta Arriba), Guanajay (camino de la Vuelta Abajo)y Batabanó (camino del sur). Este último, a pesar de su menorrecorrido, era de mucha importancia, porque a través de él veníanlos productos de las fincas de que se surtían el vecindario y lasarmadas que hacían escala en el puerto.2

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El camino del sur atravesaba un corral nombradoSan Juan del Bejucal, que fue propiedad de DoñaTeresa Calvo de la Puerta, la que vendió dichahacienda por $ 10 000 al rico hacendado y capitánespañol Don Juan Núñez de Castilla. Allí, a 6 leguas alsur de la Habana y a 8 del Surgidero de Batabanó, sefundó en 1714 la Ciudad de San Felipe y Santiago delBejucal.

El obispo de Cuba Fray Gerónimo Valdés, y elentonces gobernador y capitán general de la IslaLaureano Torres de Ayala, pidieron al Rey Felipe V, encarta del 5 de julio de 1710, la autorización para esta-blecer una nueva población de españoles con el nom-bramiento de ciudad en la hacienda de Bejucal. Para elloel obispo trató con el Capitán Don Juan Núñez de Castillala fundación de una población en el mencionado lugar,a la que nombraron San Felipe y Santiago.

El surgimiento de lugares como éste y el crecimientode los ya existentes fue facilitado en Cuba durante laprimera mitad del siglo XVIII por las migraciones deorigen europeo, sobre todo de un nutrido grupo de ca-narios que se incorporaron a variadas tareas agrícolas,entre ellas el cultivo del tabaco. Bejucal no quedó almargen de las circunstancias nacionales pues la mitadde los individuos que la poblaron eran blancosoriginarios de España e Islas Canarias, y el restonegros y mulatos. Además, el tabaco fue por muchotiempo el sostén vital de sus vecinos.

La legislación urbana de 1573 comprendía nuevasvías de colonización; ya no eran factibles los títulos deadelantados y descubridores, porque en territorioamericano se habían organizado los principalesnúcleos urbanos de la red colonial. En una de susordenanzas se disponía la vía de colonia: «[...] parafundar un asiento, sin otra disposición previa que unasimple capitulación, tomada con las autoridadessuperiores de la colonia y aprobada por la Corona».3

Don Juan Núñez de Castilla fue el 1er. beneficiadocon dicha vía en Cuba. La ciudad de San Felipe ySantiago del Bejucal se fundó en una llanura rodea-da de elevaciones. Formalizadas las 29 condicionespara el establecimiento de dicha ciudad, y aprobadaspor el Rey Felipe V en real cédula del 29 de abril de1713, se reunió por vez primera el Cabildo bejucaleño,el 9 de mayo de 1714. Se ha tomado esta última fecha

3 Carlos Venegas Fornias: Dos etapas de colonización y expansión urbana. Editora Política, La Habana, 1979, p. 48.4 Manuel Mariano Acosta: Memoria sobre la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal. Ed. JUCEI de Bejucal, 1830, p. 7.5 Ibídem, p. 8.

como el día de la fundación de Bejucal, a pesar de quese había comenzado a poblar tres años antes. Y aunquea Bejucal se le concedió el título de ciudad, no dejó deser un villorrio hasta el siglo XIX cuando los cambiosde la economía nacional trajeron como consecuenciala expansión urbana.

El Consejo de Indias instituyó las mencionadascondiciones bajo las cuales el referido capitán españoldebía regirse para la fundación. En ellas, entre otrascuestiones, se establecían los derechos del fundadory algunas fueron las primeras normas que regularonla vida urbana de Bejucal. Estas últimas son lassiguientes (se respeta la numeración original):

5- Que ha de ser precisamente a cada uno delos dichos treinta pobladores y fundadores,un solar con veinte y ocho varas de frente ycuarenta de fondo, sin gravamen alguno.4

12- Que las dichas cuatro caballerías de tierra,asignadas para la dicha población y situación,ha de quedar siempre caballería y media paraejidos, y he de tener facultad de repartir fuerade los dichos 30 solares, los demás quehubiere hasta cumplimiento de las doscaballerías y media para fabricar casas; ymientras llega este caso, sirva todo de ejido.Y para mayor claridad y distinción se hace ladivisión y repartimiento de las dicha cuatrocaballerías de tierra en esta forma: caballeríay media para ejido, dos caballerías y mediapara el asiento de la ciudad de San Felipe ySantiago, y de ellas treinta solares para lostreinta pobladores en el sitio primero yprincipal de dicha ciudad, y los demás para míy mis herederos.5

15- Que la fundación de la dicha iglesiaparroquial, casas para el cura, cementerio,plazuela y demás fábricas..., [sea] de cienvaras de tierra en cuadro. Y porque mi deseoes la mayor comodidad y dilatación de la dichaiglesia atendiendo al aumento que puedetener con el tiempo la dicha ciudad, que hayasitio bastante para su extensión, y que puedanfabricarse algunas accesorias para rentas yayuda de los gastos de dicha iglesia, hago

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gracia y donación también de otras cincuentavaras de tierra en cuadro, continuadas a lasciento que van referidas, que unas y otrascomponen ciento cincuenta varas en cuadro,que hacen veinte y dos mil quinientas varasplanas.6

17- Que me obligo por ahora a fabricar unaiglesia de teja, sobre pilares de madera fuerte,cercada de tablazón labrada, según arte o deparedes; y ha de tener de largo dicha iglesiaveinte varas, y cinco de la sacristía, quecomponen 25 varas por todas, con el anchoque según arte le correspondiere.7

20- Que doy para la plaza mayor de dichaciudad trescientos pies de largo, y doscientosde ancho, lo cual se ha de hacer en la parteque fuere conveniente.8

21- Que doy todo el sitio que fuere necesariopara las Casas de Cabildo y Casas Reales, yasí mismo para corral y carnicería en la partey lugar que cada una de dichas fábricashubiere de tener, según disposición de dichasleyes Reales de Indias para cuyo efecto y elde la fábrica de dicha ciudad haré presen-tación de su planta... formando sus calles condiez varas de ancho.9

28- Que se añade a las dichas condiciones quelos dichos treinta solares, en que han defabricar sus casas los dichos treinta pobla-dores, no han de poder ser gravados concenso ni otra pensión por los mismos pobla-dores, ni por sus herederos, ni sucesores.10

6 Ibídem, p. 9.7 Ibídem, p. 10.8 Ídem.9 Ibídem, pp. 10-11.10 Ibídem, p. 11.

Las formas urbanas de la nueva villa respetaronlas legislaciones sobre las fundaciones y poblamientosde las Leyes de Indias, cuya planta presentó el AlférezDon Pedro de Menéndez Márquez. No fue unasentamiento poblacional espontáneo sino una ciudadplanificada y ordenada a partir del mencionado plano,donde las diez caballerías del corral de San Juan delBejucal estaban divididas en catorce calles y treinta ycinco manzanas con toda la regularidad moderna,además de terrenos para ejidos. Existían entonces

ocho calles orientadas de norte a sur y seis callestraviesas extendidas de este a oeste, predominandoinicialmente las construcciones de tabla o yagua y deguano. Estos materiales estaban al alcance de losprimeros pobladores; ubicados dentro y cerca delperímetro urbano, el cual por ser un territorio sinexplotar, con seguridad, estuvo poblado por unaabundante vegetación de palmas y árboles made-rables, suficientes para satisfacer la demanda localpara levantar las edificaciones.

Se determinó en 1719 que el día de Pascua deResurrección, cuando se colocara el sacramento dela Santa Iglesia, los treinta primeros pobladoresdebían haber acabado sus casas y las plazas debíanestar limpias.

Además, las cláusulas reales fueron bien acogidasy respetadas por el ayuntamiento local, pues desdeun inicio fueron concebidas las Plazas de Armas y de

Plano de fundación de la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal,realizado posiblemente en 1713 o 1714

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la iglesia, y ya en 1722 se había concluido la iglesia. Otra prueba de ellofue que, cumpliendo con sus obligaciones, el procurador general DonManuel Barreto precisó que perdería la tierra el fundador que no hiciesesu casa en el término fijado, dando mitad para la Real Cámara de sumajestad y mitad para obras públicas.

El interés individual de los propietarios de estas tierras no resultóincompatible con las obras que con fines sociales (carnicería, hospital ycárcel) se comenzaron y/o terminaron por estos años. Las actas delcabildo recogen, en sesión del 1ro. de enero de 1743, la necesidad defabricar una carnicería para el poblado y de buscar persona adecuadapara su manejo. Más adelante, el 29 de febrero de 1764, Doña JuanaMolina, viuda del marqués de esta ciudad, dio licencia para que seentregasen cuatro solares donde debía establecerse el hospital que hacíaesquina con dos casas, una miraba al oriente y otra al norte con la calleReal (hoy calle 9) por medio.

Otra de las construcciones surgidas en el panorama urbano de Bejucaldel siglo XVIII fue la casa capitular y cárcel; el 6 de febrero de 1772 secomenzaron a abrir los cimientos y con posterioridad se recibieron

donativos de los vecinos para lamencionada edificación. Los ca-bildos primero se efectuaron en elPalacio de los Marqueses, peroimpedimentos y ocupaciones dellugar limitaron su celebración allí.Por ello, el cuerpo capitular acordóen marzo de 1770 vender la casaque servía de cuartel con el fin dehacer una de competente capaci-dad con sala capitular, cárcel, cuar-tel y algunas otras piezas decentesal frente de la Plaza de Armas. Loanterior confirma que el Palacio delos Marqueses se había terminadoen 1770, sin embargo, no se hapodido fijar una fecha exacta delinicio y fin de su construcción, sóloque fue hecho durante el marque-sado de Don Juan José Núñez deCastilla (1725-1758), 2do Marqués.

Alrededor del Palacio Señorialcreció en todas direcciones lapoblación, además de que en línearecta (manzanas contiguas) se ubi-caron los poderes fundamentalesde la época:

–Poder religioso, la iglesia pa-rroquial y su plaza

–Poder nobiliario, el Palacio delos Marqueses de San Felipe ySantiago

–Poder militar, la Plaza de Armas–Poder civil y jurídico, el ayun-

tamiento y la cárcel

En el año 1771, por primera vez,las actas capitulares dan fe de la exis-tencia de construcciones de mam-postería y tejas, lo que no invalida laposibilidad de que existieran desdemucho antes, alternando con lasedificaciones de madera y guano. Lapiedra y otros materiales para estaslabores eran extraídos de un sitiollamado la Sierra, lugar para el biencomún de la municipalidad. La piedraPalacio de los Marqueses de San Felipe y Santiago, Bejucal

Iglesia parroquial y plaza de Bejucal

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También fue preocupación delgobierno local la pulcritud, adornoy cuidado de los predios poblados.En 1738 estableció para beneficiode la ciudad hacer un corral paralos animales que hacían daño a losvecinos. En 1742 se fijaron comoreglas el aseo y buena disposiciónde los solares, calles, aguadas,caminos y plazas; que todos lossolares y las calles estuvieranlimpios y cercados. En enero de1771 se dispuso que las fronterasde las casas debían estar limpias ybarridas, botarse las basuras en lospatios donde no perjudicaran alvecino o fuera de la ciudad. Si seviolaban las ordenanzas muni-cipales, se multaba o se confis-caban las posesiones.

En septiembre de 1771 se hizo unreconocimiento de las casas que sehabían fabricado. Se precisó que sólotrece se hallaban habitables y bientratadas, las demás estaban sinuso, dañadas por el desamparo desus habitantes. También algunasde las calles estaban sin poderseandar por ellas. Todo eso desarmo-nizaba con lo que el ayuntamientoconsideró como el principal objetode cualquier poblador: mantener yampliar la población, fundada conlos medios convenientes para quela ciudad fuese habitable en el usode sus calles, y proveer de cirujano,barbero y botica para facilitar lavida de sus moradores. Esto haceque sea obligación de sus vecinoscomponer calles, puentes y asistir ala limpia de aguadas y caminos quelindaran con el sitio que poseían.

El 16 de octubre de 1772 seestableció que quien tuviese mer-

cado lo cercase de tablas de palmas –sin tumbar las palmas de la ciu-dad– con una vara de alto, y que los dueños de los sitios desmochasenlas cercas con el más prolijo aseo, dándole cinco cuartas de altura segúnlo establecido.

La limpia y compostura de los caminos, calles, plazas, solares y de laslomas de la Sierra, por estar enyerbados, volvió a ser precisa en octubrede 1773, en julio y en noviembre de 1774. Esta situación se repite enfebrero de 1778, pues las calles y solares estaban sucios y «llenos demanigua», por lo cual los concejales consideraron conveniente pedircuentas a cada vecino por el aseo de sus solares y del frente de suscasas, sin piedras sueltas ni basura. También determinaron oficial-

mente que esos lugares se debían barrer todos los sábados, y chapearloscada dos meses. Aquel que incumpliese sería multado.

La legalización de esas medidas no mermó la sistemática atencióndel ayuntamiento hacia la higiene y cuidado de zonas públicas y privadas,de ello dan testimonio las actas capitulares.

A los integrantes del cuerpo capitular bejucaleño también lespreocupaba la perpetuidad y arreglo de las obras de uso colectivo eindividual. Estaban inconformes con el deterioro y poca seguridad de lacárcel pública, con sus puertas en mal estado, carentes de cerraduras yde llaves competentes. Por ello, a partir de marzo de 1772, se hicieronfrecuentes los informes sobre el estado constructivo de la edificación,sede de la casa capitular, cárcel y cuartel. Igualmente le prestabanatención a aquellas casas que amenazaban ruina, previniendo así eldaño público.

Cárcel y ayuntamiento, Bejucal

de esas lomas, blanda y blanca, seutilizó en la iglesia, el palacio, la casaconsistorial, el hospital y las demáscasas del pueblo.

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Al mismo tiempo, se tomaron medidas paradisminuir las construcciones de guano y para alejarlasdel centro de la ciudad; en agosto de 1788 se obligó aun particular a cambiar la cobija de guano de su casapor tablas o embarrado, y en marzo de 1789 se orientóhacer una herrería de tejas pues de lo contrario debíaestar distante de la localidad donde no peligraran lascasas del vecindario en caso de incendio. Esto hizoque la zona periférica del pueblo se habilitara parapequeñas chozas permitidas por la pobreza de susdueños, sin que tal situación disminuyese sus con-tribuciones anuales.

El gobierno local velaba a la par por el correctotrazado del tejido urbano y por la fabricación de solaresconforme con lo establecido. En agosto de 1790 detectócasas nuevas fuera de la línea de las calles, lo queatentaba contra la igualdad del diseño urbano; enoctubre de 1794 acordaron hacer una calzada bienconstruida, con la declinación necesaria y dos varasde ancho, de manera tal que corriese el agua sinestancarse.

Bejucal, tres años antes de terminarse el siglo, aúnno tenía fabricados todos los solares de sus callesprincipales, convertidos en estancias de arboledas, loque perjudicaba la uniformidad de las calles. Elloprovocó que, para componerse las cuadras delineadasde norte a sur, se dispusiera en lo sucesivo dividir lasmanzanas en ocho solares de veinte varas de frentey treinta de fondo con capacidad suficiente para unacasa cómoda. Se suprimía así la práctica habitual delas manzanas cuadrilongas con solares de treinta porcuarenta varas, por creer excesivas e innecesarias esasdimensiones. Se desarrolló en Bejucal una urbanizacióndonde predominaba el lote rectangular en profundidad.

Bejucal comenzó siendo una población de modes-tos bohíos techados con hojas de palma que, ya másentrado el siglo XVIII, alternaron con construccionessólidas y duraderas. El temor a los incendios y elaumento de las riquezas en manos de la clase domi-nante, propició una gradual sustitución de las viviendasde madera y guano por las de mampostería y tejas.Otra de las normas constructivas que se generalizópor estos tiempos fue la medida del puntal de las casas.En 1770 se dispuso que las viviendas con frente a laPlaza de Armas no debían tener menos de tres varasde alto, sino algo más, y siete años después se decidióque aunque pequeñas las calles, las construccionesno debían tener menos de cuatro varas de altura.

Camino de Batabanó (1771, 1781), Calle Realque sigue al puerto de Batabanó (1772), CalleReal que va al Surgidero de Batabanó a LaHabana (1779), Calle Real que va de Batabanóa La Habana (1780), camino de la Sierra (1782),camino o calle Real (1782), camino Real queva para la villa de Santiago por la Sierra (1787)y Camino Real de la Sierra que va a Ciudadde La Habana (1789).

Ese camino que atravesaba la municipalidad fueruta para el traslado de lo producido en los ingenios,de los frutos del sur y de Isla de Pinos hacia La Habana;también permitía el paso de las tropas reales. Y, conseguridad, la existencia de esa vía propició la visita dehombres notables como el Capitán General de la Isla,Don Luis de las Casas, en 1793, quien se asombróante la extrema fertilidad de la comarca.

En esta centuria las calles de Bejucal no tuvieronun nombre oficial, por lo que para identificarlas se

La villa de San Felipe y Santiago del Bejucal secaracterizó en esos años por la ausencia de portalesen sus construcciones. Ni siquiera el palacio de losmarqueses y el ayuntamiento-cárcel, que daban elfrente a las Plazas de la iglesia y de Armas, res-pectivamente, fueron concebidos con portal.

Sus calles, caminos y vías de comunicación

Desde épocas tempranas en el siglo XVIII las vías deacceso a la villa de San Felipe y Santiago del Bejucaltuvieron gran alcance, pues como se ha dicho, estasvías la comunicaban con La Habana y con el puertode Batabanó, es decir, con las costas norte y sur de laIsla. Bejucal, como población intermedia, se beneficiócon el comercio y la comunicación que existía entreambas regiones de importancia económica en eloccidente de Cuba en ese período.

Las autoridades de la ciudad acordaron en 1716abrir lo mejor que se pudiese el camino que salía deella hacia La Habana. La composición de lo que seconocía como Camino Viejo era conveniente para losvecinos porque facilitaba las relaciones con otros pobla-dos y permitía la travesía de carretas y de carruajesde pasajeros. Esta vía, a lo largo del siglo XVIII fuereconocida indistintamente en las actas del ayunta-miento bejucaleño con las siguientes denominaciones:

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hizo costumbre tener en cuenta como puntos dereferencia (P.R.) edificaciones y zonas de la localidad;de dicha práctica, quizás muy popular, dejaronconstancia los concejales en las actas capitulares alreferirse a las calles:

–Calle que corre al Ingenio de Aguas Santas–Calle de la Casa Capitular–Calle de la Plaza de Armas–Calle de la Sacristía–Calle de la Carnicería–Calle del Hospital

Además, al hacerse la solicitud de mercedes desolares, debía tenerse en cuenta el lugar, la calle y losvecinos colindantes. Al consultar las fuentes docu-mentales de entonces, para los investigadores loslímites de las propiedades resultan imprecisos yambiguos; en ocasiones se habla de solares frente aP.R., lindando con P.R., en la esquina de P.R o al fondode P.R. No fue hasta la centuria siguiente que secolocaron tarjetas para indicar el nombre de las callesy el número de las casas.

De la villa bejucaleña salían igualmente caminoshacia parajes rurales como Aguas Verdes, AguasSantas o de Aguiar para el «Cacagual», y existía unacalle que entroncaba con el camino que se dirigía aSan Antonio.

Sus aguadas

Varios son los factores que deben considerarquienes deciden establecerse definitivamente encualquier región. Uno de ellos es la posibilidad deabastecerse de agua, tan indispensable en diversascircunstancias de la vida humana, desde la más ele-mental necesidad, hasta para el desarrollo construc-tivo de las ciudades.

Aunque en las veintinueve condiciones reales conque se obligó a Don Juan Núñez de Castilla para llevara efecto la fundación de San Felipe y Santiago, no serecoge expresamente la cercanía de alguna fuentede agua como otro de los requisitos, la séptima dice:«Hago gracia y donación para todos los vecinos y biencomún de dicha ciudad, de una caballería de tierra enun sitio y parage, que llaman la Sierra, para leña, piedra

y otros materiales para sus menesteres».11 Tal vezentre lo que llamaron «otros materiales» se agrupó elagua, pues en la Sierra de Bejucal había aguadas delas que, como se concertó, se servía toda la población,de ahí que Bejucal aprovechó diferentes fuentes delpreciado líquido. En febrero de 1716, el consejo capitularacuerda componer la aguada del Asiento Viejo, en laslomas de la Sierra y abrir caminos para el paso de lacarreta que traía el agua destinada a la fabricación dela iglesia. La aguada del Cacahual debió ser copiosa,con un caudal capaz de mover pequeñas embarca-ciones, de ahí que en enero de 1771 los concejalespretendieran comprar una canoa para usarla en esazona.

Los habitantes de Bejucal no sólo se beneficiarondel manantial del Cacahual, sino también de pozosubicados a veces en propiedades particulares. Poreso consideraban como un perjuicio público lasactitudes de ciertos pobladores que negaban el aguadel pozo que se hallaba en las tierras de su sitio. Lasituación podía culminar en un litigio legal, dondesiempre se buscaba favorecer a la mayoría con el usocomunitario de los pozos. Por el contrario, habíaquienes estaban convencidos del beneficio común quereportaba el permitir que la vecindad disfrutara desus pozos. Ese es el caso de un tal Juan Luis Crespo,en cuyas tierras había un pozo de agua buena y abun-dante del cual hasta febrero de 1781 se habían servidosus conciudadanos, los que estaban obligados a abonaral dueño en correspondencia con los favores recibidos.

Pero el consistorio capitular, a la vez que exigía atodos beneficios para la municipalidad, pedía cola-boración cuando las circunstancias lo precisaban. El 4de abril de 1788 se comunicó, en sesión del Cabildo,que el pozo de Mathias Izquierdo, de donde seabastecía el vecindario de Aguas Verdes y suscontornos, estaba enfangado, dificultando la extracciónde agua; por dicha causa consideraron limpiarla pararemediar tan urgente necesidad.

A finales de abril de 1779, el ayuntamiento local,interesado en localizar algún manantial, con el fin deutilizarlo de la forma más racional y conveniente paralos vecinos, determinó que el síndico procuradorgeneral, a expensas del caudal de propios, costeaselos gastos de la obra pública para la explotación encaso de que se hallase una aguada.

11 Manuel Mariano Acosta: ob. cit., p. 8.

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Esa búsqueda, orientada por las autoridades de lalocalidad, no fue infructuosa en modo alguno. Ya enjunio de 1786 Bejucal disponía de una aguada públicaen su zona más céntrica, debido a que se había abiertoun pozo en la Plaza de la iglesia, al que consideraronhacerle un brocal de madera para que no corrieseriesgo ninguna persona y «mampostearlo» para evitarel fango en sus alrededores.

El agua, otro de los elementos esenciales parapropiciar el desarrollo económico y social de unapoblación, fue igualmente tema de reflexión para losconcejales. Los vecinos de Bejucal se abastecieron de laaguada del Cacahual, de manantiales, de copiosos ysalubres pozos que estando en terrenos privados tuvie-

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En el siglo XVIII el crecimiento urbano de Bejucal fuelento y se produjo desde el centro de la ciudad haciasus extremos, en busca de localizaciones de interéspara el poblado, como el abasto de agua y otraspoblaciones cercanas.

A pesar de las inevitables y necesarias trans-formaciones sufridas por el panorama urbano deBejucal, aún quedan exponentes arquitectónicosrepresentativos del siglo XVIII que, aún en pie, atesoranentre sus vetustas paredes la historia cultural de eseterruño y por tanto de la nación.

BIBLIOGRAFÍA

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Por: Tamara Blanes Martín

El castillo de San Severino es un monumentode alto valor histórico y patrimonial. Entre1684 y 1734 se construye en la bahía deMatanzas para defender la ciudad queinicialmente había sido fundada entre los ríosSan Juan y Yumurí.En su recuperación, a partir de 2002, fuenecesario emprender una ardua laborinvestigativa y constructiva para garantizaruna adecuada restauración, el respeto de lamemoria histórica y evitar daños irreparables.El análisis de planos y documentosencontrados en archivos españoles, y eltrabajo de prospección, favorecieron elidentificar la autenticidad de los componentesdefensivos y utilitarios, así como elconocimiento de tres etapas constructivas.

Resumen

Abstract

Introducción

La investigación del castillo de San Severino se inició en la década delos noventa, dada la iniciativa de la UNESCO de colocar allí un museocon el tema de la Ruta del Esclavo. La consignación de un presupuestopara su restauración en el nuevo milenio, motivó realizar este estudioasesor como una etapa de trabajo que comenzó en junio de 2002 yconcluyó en marzo de 2003. Dicho estudio forma parte de una colaboraciónmultidisciplinaria que brinda el Centro Nacional de Conservación,Restauración y Museología del Ministerio de Cultura de Cuba a laDirección Provincial de Patrimonio de la ciudad de Matanzas.

La investigación consta de dos partes: La primera consiste en unestudio regulador de la primera planta del castillo que evidencia el valorcientífico empleado para este tipo de fortificación abaluartada y losprincipios que la rigen. La segunda parte es el resultado de la prospeccióny del análisis de las fuentes primarias que posibilitaron identificar laoriginalidad de los elementos constructivos –mucho de los cuales ya noexisten–, y conocer tres etapas de evolución histórico-constructiva, asícomo proponer investigaciones arqueológicas y recomendar accionespara su conservación, con el principio de respetar la esencia histórica delmonumento.

Fueron relevantes para este estudio los planos de Antonio deArredondo, de 1734, Mariano de la Rocque, de 1777, un copioso documentofirmado por Antonio Conesa, de 1798 y otros planos de los siglos XVIII yXIX, la mayoría extraídos de la Cartoteca del Archivo General Militar deMadrid, en noviembre de 2002.

Origen de la ciudad de Matanzas. Breves apuntes

La ciudad de Matanzas está situada en la costa norte y al occidente dela isla de Cuba. Su bahía, entonces llamada Guanima, y el litoral, habíansido bosquejados por los navegantes Sebastián de Ocampo y Pánfilo deNarváez, el cartógrafo Juan de la Cosa y el padre Bartolomé de LasCasas, hombres vinculados con la historia de la conquista de los primerosterritorios de la Isla.

De las primeras décadas del siglo XVII se solicita al rey proteger yfundar la ciudad de Matanzas por su cercanía con el puerto de La Habana,

The San Severino Castle is a monument ofunsurmountable historic and patrimonialvalue. It was built between 1684 and 1734 bythe Bay of Matanzas to defend the city,initially settled between the rivers San Juanand Yumurí.When restoration started after the year 2002,it was necessary to undertake a deephistoric and hard construction works toprovide for an appropriate restoration andkeep historic values of the place and preventany irreparable damages that might becaused during the process.The analysis of plans and documents foundin Spanish archives and the surveying workallowed to authenticate elements used forthe defense and utensils, and getacquainted with the three constructionstages.

La investigación histórica en el procesode recuperación y conservacióndel castillo de San Severino

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capital de la Isla y unas de las principales llaves delcomercio en América y, por otra parte, por lasexcelentes condiciones naturales de la bahía, formadapor una gran bolsa, cómoda, amplia, resguardada yde fácil acceso, atributos que garantizaban un puertocomercial accesible para las embarcaciones.

Los actos solemnes de fundación se celebraronentre el 10 y el 13 de octubre de 1693.

La ciudad surgió al fondo de la bahía y a unadistancia prudencial del castillo. Estaba circunscritaentre los ríos San Juan y Yumurí, y en el siglo XIX, alconvertirse en la mayor productora de azúcar de Cubay posteriormente del mundo, el auge económico lahizo crecer hacia una zona alta, entre los mencionadosríos, y se abrió como un abanico alrededor de suespectacular bahía.

A partir de la fundación de la ciudad se creó siste-máticamente un cinturón de fortificaciones que bor-dearía la bahía con el castillo de San Severino, en laentrada y margen derecha, y las baterías de San Joséde la Vigía, en la desembocadura del río San Juan, la dePeñas Altas, al sur, y la del Morrillo, en la entrada delrío Canímar.

Castillo de San Severino. Estudio para suconservación

Caracterización de la obra

En 1684 se autoriza por Real Cédula el levan-tamiento del castillo de San Severino, y todo pareceindicar que es en esa fecha cuando se coloca la primerapiedra, nueve años antes de fundarse la ciudad deMatanzas.

La fortaleza, concluida casi totalmente en 1734, selevanta en el sitio de Punta Gorda, al pie del Pan deMatanzas. Las obras estuvieron trabajadas por nu-merosos expertos en materia militar, estrechamentevinculados al quehacer constructivo de las forti-ficaciones de La Habana, la cual se consideraba unade las plazas mejor fortificadas del continenteamericano. Entre los expertos se hallaban los in-genieros Juan de Herrera Sotomayor, Juan de Ciscaray Antonio de Arredondo, y después de la toma de lacapital por los ingleses, en 1762, el ingeniero Marianode la Rocque.

La compleja tipología abaluartada de San Severinorequería el pleno conocimiento de estos ingenierosconocedores del arte militar, pero también del trabajoespecializado de maestros canteros, carpinteros yalbañiles. La fuerza mayor de trabajadores la con-formaron los jornaleros de origen canario queocupaban la ciudad, los esclavos, los prisioneros, losvagos y otros individuos de esta misma capa socialque procedían de la capital o de otros sitios del reinode Nueva España.

San Severino fue una sólida fortificación concebidapara una guarnición de 200 hombres. Está fabricadaen piedra y sillar, y con otros materiales comple-mentarios como el ladrillo y el hierro; lo más destacadoes la utilización de la quiebrahacha, el ácana y lajocuma amarilla, variedad de madera dura que eraextraída de la zona para puertas, rastrillos y puentes,según apuntan los documentos de Antonio Conesade 1789. Consta de dos niveles de altura: en la plantabaja tiene la entrada principal, la Plaza de Armas y losalojamientos militares; en el nivel alto los baluartes yla casa del Gobernador, y una obra de avanzadallamada Plataforma de San Juan. Los baluartes deSan Severino son terraplenados; los parapetos tienentroneras y merlones en los tres frentes de campaña,menos en las caras de los baluartes que miran al mar,que son los únicos a barbeta porque su función laejercían los parapetos de la Plataforma de San Juan.Según Antonio Conesa, el castillo tenía la capacidadpara que fueran colocados treinta y nueve cañones,aunque en 1798 tenía sólo trece cañones: once de calibre24 y dos de calibre 16. Las garitas aparentan ser garito-nes por su volumétrica factura: coronan los cuatro ángu-los capitales de los baluartes y el ángulo capital de laPlataforma de San Juan; todos carecen de ménsula ysu cuerpo o linterna se empotra en el parapeto.

Plano que demuestra cómo ha de quedar después de concluido elcastillo de San Severino de Matanzas. Antonio de Arredondo, 1734

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San Severino. Parapeto cortado a mediados del siglo XX ,donde se encuentra la entrada principal actual. Vista del rastillo.

Estudio regulador

Para conocer las partes de la fortaleza y su valorcientífico se hizo el análisis con el plano del ingenieromilitar Antonio de Arredondo que el gobernador de laisla de Cuba, Juan Francisco Güemes Horcasitas (1734-1746), remitió a España, en abril de 1734. Su escala sehizo en toesas de las escuelas de París, cuya medidase empleó, sobre todo, a partir del rey Fernando VI(Zapatero 1978: 51 y 53).

En el plano rector se identificaron con letras ynúmeros los radios, las partes esenciales de lafortaleza, como las cortinas y los baluartes de SanIgnacio, San Antonio, Santa Ana y Nuestra Señora delRosario, sus ángulos capitales, flanqueantes y fijantes,las ubicaciones geográficas, los cuatro frentes de plazay de mar y las obras exteriores de la Plataforma deSan Juan, foso, glasis, redientes, camino cubierto ytraveses.

Se sacaron las medidas aproximadas de este planocon sus principales líneas y partes: radio mayor= 10,12(56,5 toesas); radio menor= 63,34 (32,5 toesas); ladoexterior= 77,96 (40 toesas); cortina= 38,01 (19,5 toesas);cara= 19,49 (10 toesas); flanco= 8,77 (4,5 toesas); gola= 4,87(2,5 toesas); frente de plaza= 94,53 (48,5 toesas);cuadrado interior de la Plaza de Armas= 48,73 (25toesas).

De este análisis se pudo constatar como principiosbásicos de la fortaleza permanente abaluartada, laregularidad, porque sus lados y ángulos se igualabanentre sí; la proporcionalidad, porque cada elementoestaba en proporción con el otro; la simetría por elanálisis de sus líneas, partes y piezas; la firmeza debidoa su ubicación y eficaz posición, y la comodidad, por lafacilidad de movimiento de la guarnición.

De acuerdo con el levantamiento actual de SanSeverino se pudo constatar también que no hubotransformaciones transcendentales; coincidieron lasmedidas de sus partes esenciales con las del planooriginal. Los cambios efectuados en el siglo XVIII fueronen sus obras accesorias como parapetos, puentes,aljibes, rastrillos, puertas, capilla, y edificios militarescomo cuarteles, polvorines, calabozos, almacenes yalojamientos para la guardia.

San Severino cumplió con los principios básicos dela fortificación clásica de este período. Sus medidas,no corresponden exactamente con las de las escuelaseuropeas, debido a las condiciones adversas de la

San Severino. Antigua casa del gobernador (planta alta)y cuarteles (planta baja)

geografía y de la estrategia en particular de lasfortificaciones en América, lo que no invalidó quecumpliera con los parámetros establecidos para sufunción defensiva (Zapatero 1978: 40).

Tres etapas de evolución histórico-constructiva

El trabajo de prospección y la investigación histórica,apoyada, sobre todo, en documentos y planos,posibilitaron el conocimiento de tres etapas deevolución del castillo:

1684-1762. Abarca desde el período fundacionalhasta la amenaza del ataque inglés a Matanzas, enjunio de 1762, cuyo castillo, en esta ocasión, había sidoparcialmente volado por su comandante Felipe GarcíaSolís, una vez informado de que la tropa de lord

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Albemarle se dirigía hacia Matanzas. Hasta el mo-mento, el testimonio más fidedigno de este período lomuestra el plano de Antonio de Arredondo, utilizadopara el estudio regulador, cuya fortaleza se concibede la siguiente manera:

- De traza cuadrada con sus respectivas cortinas ybaluartes, foso, camino cubierto y glasis.

- En el interior, tiene al norte la bóveda corrida deeste a oeste; al sur, seis alojamientos abovedados(tres a cada lado); al este, una escalera y una rampaque acceden al nivel superior, y al oeste, seis bóvedasgrandes; en la Plaza de Armas un aljibe, y en la partesuperior que mira al norte, la casa del Comandante.

- La Plataforma de San Juan está trazada pero norealizada, y no tiene aún el camino serpenteado.

1763-1895. En este largo período se cuenta concuatro planos importantes para conocer sus cambiosy evolución:

- Mariano de la Rocque (1777). Aparece el caminoserpenteado como entrada principal y a través de unpuente mixto se comunica con el tambor de laPlataforma de San Juan que ya existe con susrespectivos alojamientos, aljibe, accesos y expla-nadas. Los traveses, situados en el camino cubierto,apenas se distinguen en el norte y el este, y en el fosoaparece un estanque de agua con la cisternilla opurificadora de agua.

La fortaleza mantiene sus obras esenciales, salvoen los interiores. Espacialmente las bóvedas del nortesufren cambios; al este se añade una rampa con cincobovedillas como elementos de sostén y al oeste se le

Plano en borrador del perfil del castillo de San Severino (Fachada de casa del Gobernador, baluartes Nuestra Señora del Rosario y San Ignacio,bóvedas y colgadizos. Antonio Conesa, 1798)

agregan cinco colgadizos por delante de las bóvedas.Se coloca otro aljibe al pie del único edificio alto,correspondiente a la casa del Gobernador.

- Antonio Conesa (1798). La documentación gráficay escrita de este constructor aporta valiosos datoshistóricos y constructivos, sobre todo de la casa delgobernador, los aljibes, la artillería, los puentes yrastrillos, la poterna y otros importantes testimonios.

- Sebastián Díaz (1827). Permite identificar porprimera vez el horno de balas y con exactitud loscomunes o letrinas y las cocinas, la existencia de unaestacada que independiza el foso de la fortaleza conla Plataforma de San Juan y lo más interesante es verun intento de ampliación de la bóveda norte queaparenta tener unas bases de pies derechos que sonsustituidas por la galería de arcos, rebajados a partirde 1895. Otras parecidas se observan en los aloja-mientos de la Plataforma de San Juan.

- Plano que no se identifica su autor (1889). Lo másinteresante de este plano es ver la existencia de tresemplazamientos modernos de artillería, situados enel baluarte de San Antonio y en la Plataforma de SanJuan. Y muy importante es la presencia del murocircular agregado en el baluarte de San Antonio, delcual ya aparece su trazado en el plano de 1864 de LinoSánchez.

1895...

A partir de esta fecha sólo se cuenta como tes-timonio la propia fortaleza. En este año se inicia lasegunda guerra de independencia en Cuba y el castillode San Severino se convierte en prisión. Por este

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motivo, indudablemente, comien-zan los cambios constructivosalrededor de la Plaza de Armas. Aeste espacio es cuando se le aña-den las galerías de columnas y ar-cos rebajados de la parte norte ysur, incluyendo la de la casa delgobernador; al este, se le cons-truye un muro alto que ocultatotalmente la rampa construida enla segunda mitad del siglo XVIII y aloeste, los edificios que sustituyena los colgadizos.

Así llegó el castillo hasta el siglo XX.De acuerdo con la foto aérea,tomada por Paolo Gasparini amediados del mencionado siglo, elinmueble se conservaba casi ínte-gro; las depredaciones de las áreasdel glasis, del camino cubierto y deotros elementos sucedieron a lolargo de la segunda mitad del XX.

Propuesta de investigaciónarqueológica

La confrontación in situ, acom-pañada de los planos antiguos,permitieron reformular la inves-tigación arqueológica de carácterconstructivo.

Se recomendó excavar algunaspartes del foso para lograr la alturaoriginal del castillo, principalmentedonde se colocaría el puente mixtode la Plataforma; localizar y expo-ner el hornillo de balas situado enel baluarte San Ignacio, los comuneso sanitarios con sus respectivos con-ductos, que fueron colocados en laPlataforma de San Juan y en losbaluartes San Antonio y NuestraSeñora del Rosario, las cocinas, lasbovedillas en los lados este y oestede la plaza de armas, la poterna enla cortina izquierda del castillo, laiglesia y la sacristía que estabanbien señalizadas en los planos de

San Severino. Puerta principal

la época. Además, se encomendó sondear los pisos para conocer los ma-teriales originales (hormigón y/o losas) y tomar nuevas decisiones de repo-sición para los pisos de las explanadas, el tambor, los alojamientos y enel resto de la fortaleza; localizar las circulares de los emplazamientos dela artillería del siglo XIX, los estanques de agua del foso que revelan losplanos a partir de la segunda mitad del XVIII y los conductos de los aljibespara su limpieza y posible uso, entre otros importantes trabajos.

Acciones para la recuperación y conservación del inmueble

Las fuentes primarias aludidas permitieron identificar todos loselementos constructivos originales, muchos de los cuales ya no existen.Estos contribuyeron a adoptar criterios sólidos para salvaguardar lamemoria del monumento y llevar a efecto las siguientes, acciones encuanto a demolición, reposición, recuperación y conservación.

DEMOLICIÓN. Se propuso demoler las construcciones que carecen devalores históricos como el puente del baluarte San Ignacio, construidoen hormigón hacia 1960 y la escalera del foso; el puente fijo de la entradaal castillo, de la misma factura que el anterior; la reja, que sustituye el

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San Severino. Explanada alta, vista de la escalera y la rampa

San Severino. Vista del foso y baluarte

muro de la cara del baluarte de San Ignacio que actualmente da accesoal castillo, y el trillo de cemento situado en el mismo baluarte; las trescasas construidas indebidamente en el camino cubierto con sus árbolesfrutales; la nave desocupada que obstruye la entrada principal al castillo,edificaciones pequeñas y abandonadas, y estructuras de hierro queocupan las áreas del glasis; los restos de cimientos de una edificaciónmoderna en el foso; los prismas de hormigón en la azotea que tapan las

chimeneas de aire y no permitenla ventilación de las bóvedas bajasdel lado oeste, y por último el murode fines del siglo XIX que cierra laparte este de la Plaza de Armas queoculta la rampa, entre otras cosas.

REPOSICIÓN. Se recomendó re-poner accesorias que ya no existensobre la base de los diseños an-tiguos, y resultan funcionales paralos nuevos usos del inmueble,como son la puerta principal delcastillo, el puente mixto que comu-nica el camino serpenteado con laPlataforma de San Juan y el puentefijo que comunica esta Plataformacon el castillo; los rastrillos delcamino serpenteado de la entraday del camino cubierto, y el rastrilloque permite la entrada al interiorde la Plataforma de San Juan; elpuente o tablamento que comunicael lado este y oeste de la Plataformaen la planta alta; los dos muros conestacadas que deben cerrar elacceso del foso hacia las áreasexteriores de la fortaleza; reponerel muro de la cara del baluarte deSan Ignacio para suprimir la en-trada al castillo por ese lado y revi-talizar el primitivo, así como colocarla campana situada en la espadañay otros elementos menores.

RECUPERACIÓN. Se exhortó a recu-perar el camino serpenteado,primitivo acceso principal a la for-taleza, trazado y usado desde elsiglo XVIII; las escuchas, elementooriginal utilizado para la comu-nicación hablada, cuyos orificiosestán situados en las paredes delas bóvedas bajas del norte y otrosen la explanada alta; y los tresaljibes situados en la Plaza deArmas, en la explanada alta y en laPlataforma de San Juan.

CONSERVACIÓN. Se propuso con-servar elementos que respon-

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«Proyecto para la colocación de dos obuses... sistema elorza en el Baluarte San Antoniodel castillo de San Severino» (muro circular, artillería, común)

Lino Sanchez, Comandante de Ingenieros, 29 de diciembre, 1864

faltantes en muros, parapetos y banquetas; consolidar y redistribuir los5 cañones que se encuentran en diferentes áreas del castillo (glasisnorte, glasis oeste y en los baluartes San Ignacio, San Antonio y SantaAna); gestionar con las empresas cercanas a la fortaleza la eliminaciónde naves, locales de oficinas y otras construcciones abandonadas (nortey este) que están en las áreas del glasis y para que conserven otrasedificaciones que, a pesar que están dentro del área histórica, no afectanel entorno ni la funcionalidad del castillo; seleccionar las puertas de hierroagregadas en el edificio en tiempo de la prisión, para dejarlas comotestimonios de este período, así como del resto del herraje.

Conclusiones

Este trabajo realizado en el castillo de San Severino, MonumentoNacional desde 1978, ha sido una prueba fehaciente de la importancia dela investigación científica en el proceso de recuperación y restauraciónde un monumento de alto valor histórico y patrimonial.

dieron al desarrollo de la estrategiamilitar, a la tecnología armamen-tista y a la historia. Por ejemplo, elmuro circular añadido en el siglo XIX

en el baluarte San Antonio; lossímbolos sobre los sillares de lafortaleza, tallados en cortinas ybaluartes por los primitivos can-teros para la retribución de sutrabajo; las celdas y herrajes de laantigua prisión; la tarja conme-morativa a los Mártires de la Patria;los escudos de la entrada principaldel castillo y el situado en la galeríanorte; los cañones del siglo XVIII, consus respectivas cureñas de hierroy madera; el monumento conme-morativo colocado en áreas del gla-sis; las construcciones realizadasa fines del siglo XIX que cierranarmónicamente la plaza de armaspor el lado norte, sur y oeste, conexcepción de la parte este, cuyapared, como se dijo anteriormente,se recomienda demoler para darvisibilidad a la primitiva rampa,elemento emblemático de las forta-lezas que responden a esa tipología.

Recomendaciones generales

A pesar de que fueron hechaslas recomendaciones puntuales encada zona, en línea general se reco-mendó para todo el castillo unalabor intensa de limpieza y desbro-ce de vegetación en parapetos, ban-quetas, terraplenes, foso y murospara someterlos a su consolidación.Se orientó velar para que no seextendieran ni se reprodujeran lostroncos y las raíces de los árbolesque tanto dañaron sus muros y queen fecha reciente habían sido some-tidos a un proceso de desfoliación.

Se recomendó también eliminarlos recubrimientos parciales decemento y reponer materiales

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2. Plano del castillo de San Severino situado en la costa del oeste delpuerto de Matanzas. Mariano de la Rocque, 1777. Archivo de Indias.Mapas y Planos de Santo Domingo 433.

3. Plano en borrador del perfil del castillo de San Severino, Matanzas(puente fijo, rastrillo, Plaza de Armas, bovedillas y casa del gobernador,etc.). Antonio Conesa, 1798. Cartoteca del Archivo General Militar deMadrid. (12.893, 4-b-3-10, diapo. 059/293.)

4. Plano en borrador del perfil del castillo de San Severino, Matanzas(bovedillas, rampa, casa del gobernador, etc.), Antonio Conesa, 1798.Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid. (12.893,4-b-3-10, diapo.059/294.)

5. Plano en borrador del perfil del castillo de San Severino, Matanzas(fachada casa del gobernador, baluartes Nuestra Señora del Rosario ySan Ignacio, bóvedas y colgadizos. Antonio Conesa, 1798. Cartoteca delArchivo General Militar de Madrid. (12.893, 4-b-3-10, diapo. 059/304.)

6. Manuscrito del Informe del estado en que se encuentra el castillo deSan Severino, Matanzas. Antonio Conesa, 1798. Cartoteca del Archivo

General Militar de Madrid. (12.893, 4-b-3-10, diapos: 059/297, 298, 299,300 y 301.)

7. Manuscrito de leyenda de un plano (éste no está localizado aún) delcastillo de San Severino, Matanzas. Antonio Conesa, 27 de mayo de1798. Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid. (12.893, 4-b-3-10,diapo. 059/303.)

8. Plano del castillo de San Severino en la costa del OE del puerto deMatanzas distante 2 Leg. a Barlov.to de La Havana. Sebastián Díaz, 31 deenero, 1827.

9. Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid. (12.368, 3-b-3-__,diapo. 058/0__)

10. Planta y corte del parapeto y explanada para la colocación depiezas a la Paixanz (cureña y cañón). 1849, s/a. Cartoteca del ArchivoGeneral Militar de Madrid. (13.418, 5-b-4-3, diapo. 061/068.)

11. Proyecto para la colocación de dos obuses...sistema elorza en elbaluarte Sn. Antonio del castillo de San Severino (muro circular, artillería,común). Lino (?) Sánchez, Comandte de Ings), 29 de diciembre, 1864.Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid. (12.051, 2-b-7-39,diapo. 057/046.)

12. Estado en que se encuentran las obras ejecutadas con cargo a lasuscripción Nacional (colocación de artillería). Julio (?) Cabello, 10 demarzo de 1886. Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid..(12.367, 3-b-3-__, diapo. 058/06__)

13. Proyecto de artillado en el castillo de Sn. Severino y Batería delMorrillo. Julio (?) Cabello, 1886. Cartoteca del Archivo General Militar deMadrid. (5.670, D-31-11, diapo. 032/106.)

14. Plano del Casto de Sn. Severino en la costa del OE del Puerto,Matanzas. 1889, s/a. Cartoteca General Militar de Madrid. (13.279, 5-b-1-44, diapo. 060/402.)

BIBLIOGRAFÍA

El castillo perteneció a la clásica fortificaciónabaluartada en América, cuya tipología surgió al calorde la conquista del Nuevo Mundo en el siglo XVI,prevaleció hasta el XVIII, y en menor medida hasta elXIX. Estos monumentos, de gran valor histórico y

cultural en América, fueron colocados como princi-pales bastiones en las ciudades comerciales cercanasa las costas, complementados con obras menores enlas entradas de los puertos o puntos cercanos al mar.

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H I S T O R I A

Por: Jesús I. Suárez Fernández, Luis A. Francés Santana y Mónica Pavía Pérez

Fortificaciones de La Habana colonial:el campo atrincherado de La Cabaña, 1898

Se valora aquí la preparación del teatro deoperaciones militares de la plaza La Habana(III Sistema Defensivo), en la consolidación delFrente Marítimo (Zona de Barlovento), cuandose crea, durante la guerra hispano-cubano-norteamericana, a partir del 3 de abril de1898, por orden del gobernador de la Isla,Capitán General Ramón Blanco y Erenas, elcampo atrincherado de La Cabaña.A través del estudio de documentos de laépoca se abordó la organización de las fuerzasy su composición, estructura, trabajosrealizados y ubicación en planos de lasfortificaciones en el frente marítimo. Seefectuaron exploraciones arqueológicas parala ubicación y estudio de estructurasdefensivas, asociadas a las obras que serealizaron durante este período.

Resumen

Abstract

An assessment of arrangements for thetheatre of military actions (3rd DefensiveSystem) within consolidation efforts of themaritime front (area of Barlovento)during theSpanish American War is made. It was withinthe frame of this war and under the order ofCaptain General Ramón Blanco y Erenas,Governor of Cuba, that the entrenched fieldat La Cabaña fortress was created after April3rd, 1898.Based on the analysis of documentation ofthe time, the organization of forces and itscomposition, structure, works made andlocation in fortress plans by the maritine frontwere dealt with. Archaeological survey wasalso undertaken for the location and study ofdefensive structures associated with theworks made during the period.

Introducción

San Cristóbal de La Habana, ciudad portuaria fundada en 1519, llegó aconvertirse en la llave del comercio americano. Esta condición estuvodeterminada por su posición geográfica en el Caribe y sus característicasgeotopográficas. La corona española, por tanto, le prestó especialatención a su protección. Ello condujo a la creación y desarrollo de unpoderoso sistema defensivo que transformó a la villa de La Habana enuna plaza fuerte.1

Su defensa radicó en un sistema de fortificaciones, cuya construccióndio inicio a partir de la segunda mitad del siglo XVI, y se fue consolidandosiglo a siglo, en correspondencia con la evolución del armamento, lapoliorcética y el crecimiento territorial de la ciudad, lo que originó laconformación de tres sistemas defensivos que se complementan entre sí:

· PRIMER SISTEMA (1589-1762): del que formaban parte como obrasprincipales los castillos de La Real Fuerza, San Salvador de La Punta, elMorro y las murallas de La Habana.

· SEGUNDO SISTEMA (1763-1895): en el que se incluyen, entre otros, lafortaleza de San Carlos de La Cabaña, el Castillo de Atarés y el delPríncipe, así como la batería de Santa Clara.

· TERCER SISTEMA (1895-1898): compuesto por un sistema al que se leincorpora toda una serie de baterías de costa y atrincheramientos.

Los cambios ocurridos en la tecnología militar y la balística, a partir dela segunda mitad del siglo XIX (aparición del cañón de ánima rayada,surgimiento en 1885 de los proyectiles de alta potencia con altos ángulosde tiro), determinaron la ineficacia de las fortificaciones abaluartadas.2

Este aspecto quedó demostrado durante el desarrollo de la guerra Franco-Prusiana (1870-1871).

Un mayor alcance y precisión de la artillería, con aumento del poderde penetración y destrucción, obligó a los ingenieros militares de la épocaa la reducción del perfil de las obras con formas poligonales sencillas,cubiertas planas macizadas con hormigón armado, y la construcción decasamatas con escudos de tierra de gran espesor.

1 Plaza fuerte:Población fortificada.2 Baluarte: Obra de fortificación de figura pentagonal, que sobresale en el encuentro de doscortinas. Está formada por dos caras, dos flancos y una gola.

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La arquitectura abaluartada cedió lugar a las líneaso campos atrincherados dispersos,3 a las bateríasacorazadas, las cúpulas artilladas y las defensasmóviles sobre rieles. Todas ellas conformaron unanueva tipología de obras de fortificaciones. Éstas secomienzan a introducir en la defensa de la Plaza LaHabana, en diciembre de 1895, cuando se inició laconstrucción de nuevas baterías de costas.

Antecedentes

La construcción del campo atrincherado de LaCabaña se ejecutó dentro del período del tercersistema. Su objetivo fundamental era consolidar ladefensa del frente marítimo en la zona de Barlovento(litoral este). Ello obedecía a la estrategia de forti-ficación exterior lejana, basada en obras de avanzadas.

El 15 de febrero de 1898 explotó en el puerto de LaHabana el acorazado Maine. A partir de este hechoaumentó la tirantez entre los gobiernos de España ylos Estados Unidos. El alto mando español compren-dió que no tenía otra alternativa que enfrentar a lanación que pretendía ocupar su puesto en la mayorde las Antillas. Los acontecimientos condujeron aldesarrollo de la guerra hispano-cubano-norteame-ricana.

Sin embargo, la necesidad de la construcción delcampo atrincherado de La Cabaña ya había sidoreflejada en la prensa del ejército español en Cuba,desde finales de la década del 80. El 16 de abril de 1890el diario El Eco Militar en su primera plana publicaba:

3 Atrincheramiento: Conjunto de trincheras, y en general toda obra de defensa o fortificación pasajera o de campaña.4 Diario El Eco Militar. La Habana, 16 de abril de 1890. Archivos del Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana.5 Diario del Ejército. La Habana, 3 de abril de 1898. Archivos del Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana.

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Hoy la fortaleza de La Cabaña no tiene graninterés como defensa costera, pero, cons-tituiría un elemento apreciable como centrode operaciones y de abastecimiento de lasobras defensivas de aquella parte norte de lacosta. Más para que su eficacia fuese lo quedebe ser, necesita en su frente de tierraartillería de mediano calibre.[...]No dejamos pasar la ocasión de clamar unavez más por el pronto establecimiento debaterías de cañones de grueso calibre entre

Cojímar y la de Velasco en el lugar que elestudio indique. Es una obra de imprescindiblenecesidad.4

Al arribar al año 1898, en el Frente Marítimo (zonade Barlovento) sólo se habían construido las Bate-rías de Costa no. 1 y la no. 2. En ambas faltaba porconcluir el cierre de las golas y los parapetos de tierra.Igualmente, era necesario incrementarles el blindaje.

En orden general, el nuevo Capitán General de laIsla, Ramón Blanco y Erenas, dio el primer paso paraconsolidar el Frente Marítimo de la Plaza La Habana.En ella se instruye la construcción del «CampoAtrincherado de La Cabaña».

Orden general del Ejército, 3 de abril de 1898,en La Habana.El Exmo. general en Jefe ha dispuesto seconstruya el campo atrincherado de La Ca-baña a cargo del Exmo. Señor gobernador deella teniendo como comandante de artilleríaal teniente coronel Don Guillermo Cabestanyy de comandante de ingenieros a José Soroa;y de su superior orden se hace saber en lageneral de este día para cono-cimiento.

El General 2do. Jefe de EMGEnrique Solano5

El gobernador de la fortaleza de La Cabaña era elgeneral de brigada Vicente Gómez de Ruberté. Habíaasumido el cargo el 15 de marzo de 1898, tras elfallecimiento de su predecesor, el general de BrigadaEmilio Serrano de Altamira. Gómez de Ruberté teníaexperiencia en la dirección de trabajos de forti-ficaciones, pues desde el inicio de la campaña, en 1895,ocupó cargos de Jefe de las líneas militares Nuevitasa Guáimaro, Nuevitas a Puerto Príncipe; y en agostode 1897, en la Trocha de Júcaro a Morón.

El campo atrincherado de La Cabaña, dentro deltercer sistema defensivo, pertenecía al Frente Marí-timo, zona de Barlovento (desde Cojímar hasta elCastillo del Morro) y tenía como límites:

Triscornia (fondo de la bahía), camino que conducea los altos del Ingénito, al este de la Casa de los curas,

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Jefe del campo atrincherado de La Cabaña,general de brigada Vicente Gómez de Ruberté

de ésta por el camino hasta la costa, la retaguardia, labatería no. 1 y no. 2, y los accesos al Castillo del Morroy la fortaleza de La Cabaña.

La defensa de este sector tenía una gran impor-tancia estratégica. Su objetivo era impedir losdesembarcos navales entre el poblado de Cojímar,Punta Talanquera, este de la Batería no. 1, y rechazaro desgastar las fuerzas del enemigo que avanzaranpor tierra con el propósito de atacar y ocupar lafortaleza de La Cabaña y el Castillo del Morro. Deldominio de ambas posiciones dependía la estabilidadde la defensa de la Plaza La Habana.

Fuerzas

Para la defensa del campo atrincherado de LaCabaña el alto mando del ejército español designó lassiguientes fuerzas:

Frente Marítimo (zona de Barlovento) 1898

6 Severo Gómez Núñez (1899-1902): La guerra hispano norteamericana. «Las Plazas Marítimas», Madrid, t. III, p. 93 y Estado Mayor del Ejército(1898): Ejército de Operaciones de Cuba. División de Defensa de la Plaza Habana. Imprenta La Universal, La Habana.

Resumen de las fuerzas disponibles 6

Del total general de 2 473 efectivos, 2 143 per-tenecían al arma de infantería, 230 al arma de artilleríay 100 al cuerpo de ingenieros (zapadores minadores).

El personal del arma de artillería designado pertenecíaal 11º batallón de artillería «Plaza del ejército» y albatallón número 2 del regimiento montado de artilleríade voluntarios. El primero lo dirigía el teniente coronelGuillermo Cabestany González Nadín, quien a su vezocupaba el cargo de comandante de artillería del cam-po. El batallón número 2 estaba al mando del coronelEugenio Vandama Calderón.

Con fecha 26 de febrero de 1898 se emitió una ordendel Estado Mayor de la Plaza Habana, a partir de lacual el segundo batallón de artillería de voluntariosfue agregado al 11º batallón. Su personal deberíarecibir instrucción en el arma, con el fin de convertirseen auxiliares de la artillería del ejército.

El personal de ingeniería pertenecía al primerbatallón del 3er. regimiento de zapadores-minadores.Su misión principal era la dirección y construcción delas fortificaciones de complejidad ingeniera.

Armamento

El módulo personal asignado al soldado deinfantería era de 200 cartuchos. Las piezas de artilleríainstaladas no eran modernas. La cantidad de mu-niciones por pieza era de 400. De ésta, 100 fueron

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Resumen del armamento disponible

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destinadas como reserva. Existía también una reservageneral de la zona de Barlovento, en la cual el campoatrincherado de La Cabaña tenía una asignación. Éstase encontraba ubicada en el depósito central demuniciones de la fortaleza de La Cabaña. Para latransportación de las municiones y los avitua-llamientos existían 18 acémilas.

Construcción

El cuartel general, el depósito central de municiones,los almacenes de víveres y el centro de racionamientose establecieron en la fortaleza de La Cabaña. Paraprestar asistencia médica se determinó emplear lasCasas de Socorro existentes en el Fuerte de San Diego,en las baterías de Velasco, y la no. 2.

Bajo el mando del general de brigada VicenteGómez de Ruberté y la dirección principal en laejecución de las obras del comandante de ingenierosJosé Soroa Sabater y el Comandante de ArtilleríaGuillermo Cabestany, empezaron a construirse re-ductos, lunetas, trincheras y baterías, que por suscaracterísticas constructivas eran obras de campaña7

(semipermanentes). Se emplearon diversos mate-riales de construcción (tierra, piedra, madera etc.). Laedificación estuvo a cargo del personal del cuerpo deingenieros, con ayuda de miembros de las armas (in-fantería) y de otros aseguramientos del Ejército.

Teniendo en cuenta las características del terrenose estableció un sistema defensivo compuesto pordos líneas:

- Primera línea (Casa del americano, Casa de loscuras, Ingénito).

- Segunda línea (Loma del Ingénito, Casa del inglés,Casa de Vento).

Las obras de fortificaciones se agruparon sobre labase de esta estructura.

7 Obras de campaña: De carácter temporal, construidas en el área de las acciones combativas. Los reglamentos españoles las clasificaban como:Improvisadas: Se construían poco antes de reiniciarse las acciones. De posición: Requerían más tiempo para su ejecución y brindaban mayorprotección. Semipermanentes: Poseían complejidad ingeniera.8 Estado Mayor del Ejército (1898): ob. cit.

Sistema de fortificaciones8

Obras de primera línea

Nota: Ver ubicación de las obras en el mapa

Obras de segunda línea

Nota: Ver ubicación de las obras en el mapa

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Se construyeron 1 379 m de trincheras en la primeralínea, y 1 920 m en la segunda línea, más 56 m decamino defensivo cubierto para un total de 3 355 m.Algunas de las trincheras construidas eran del tipo«carlistas», las que se caracterizaban por no tener para-peto. La tierra que se extraía se dispersaba por delante ypor detrás, lo que contribuía a dificultar su localización.

El reducto de San Pedro, ubicado al este del ríoCojímar, en la lomas de Villarreal (en la actualidadLoma de San Pedro), era una obra de segunda línea.Estaba estructurado en dos trincheras a distintosniveles de altura, unidas por un camino cubierto y unabatería de artillería con emplazamientos para trespiezas. A él se accedía a través del puente sobre el ríoCojímar.

Las posiciones principales del campo atrincheradode La Cabaña se ubicaron a lo largo de una cresta9

que va de este a oeste, ascendente de norte (la costa)a sur (Ingénito). A partir de este punto, el terreno setransforma en una vertiente escarpada (cara opuestaa la cresta), que culmina en un valle pantanoso. Enesta área, por las cualidades protectoras que ofrecía,se construyeron depósitos de municiones y refugiospara las fuerzas de la reserva.

Conjuntamente con estas obras, se construyeroncuatro baterías de sitio (auxiliares), con capacidad paraemplazar dos piezas de calibre de 15 cm. El mando deestas baterías fue asignado al comandante SánchezBernal. También se erigió un torreón de vigilancia enla playa del Chivo, en el que se instaló un proyectorBreguet de 90 cm, para iluminar el sector costerodurante la noche. Para el enmascaramiento de lasobras se aprovechó la vegetación existente, lo queimpedía su localización de frente. Al reducto, al abrigodefensivo, a la luneta y a las baterías para la artilleríase le construyeron parapetos de tierra de hasta 6 mde espesor, y a las trincheras de entre 1 y 1,5 m. Losaccesos a las posiciones estaban obstaculizados conalambradas. Las casamatas y los depósitos fueronrevestidos con sacos de arena.

La excavación fue ardua pues el tipo de terrenoera rocoso. La tierra para la conformación de losparapetos fue traída en sacos desde distancias consi-derables. La Casa del inglés fue demolida y se dejó un

muro de fuerte cantería, el cual fue aprovechado parala ubicación del personal de infantería.

Se estableció un amplio sistema de comuni-caciones compuesto por una red telefónica quepermitió el enlace entre todas las posiciones. Por laimportancia del sector, se instaló una segunda vía decomunicación con el empleo del heliógrafo. Lasestaciones heliográficas estaban situadas en lafortaleza de La Cabaña, el Castillo del Morro y la Casade los curas. En este último punto, la estación se ubicóen la torre del campanario.

Desde el principio del mes de abril los trabajos sedesarrollaron sin interrupción, con disponibilidad delos recursos necesarios. Ello contribuyó a que a finalesde la segunda quincena del mes de mayo éstosestuvieran en su fase final de terminación. De elloinformaron los partes y la prensa militar del ejércitoespañol de la época:

9 Cresta: Cumbre peñascosa de una elevación.10 Diario del Ejército. La Habana, 30 de mayo de 1898. Archivos del Instituto de Literatura y Lingüística. La Habana.

El martes visitó el General Fuentes, inspectordel arma de artillería las baterías de la Zonade Barlovento, Morro y Cabaña esta mismavisita la realizo el Gobernador Militar de laplaza General Arolas el lunes, salieronsatisfechos del orden y actividad con querealizan los trabajos de fortificaciones en laexpresada zona.El que haya visto el Campo Atrincherado dela Fortaleza de La Cabaña hace un mes, y lovea hoy podrá juzgar lo que allí se ha hechoen el espacio de un mes.El teniente coronel Cabestani, primer Jefe del11 Batallón de Artillería dirige los trabajos defortificaciones, el comandante Soroa, trabajasin descanso en las expresadas obras hastapor las noches.10

Al comenzar el mes de junio el Frente Marítimo(Zona de Barlovento) de la Plaza La Habana, contabaya con el campo atrincherado de La Cabaña.

La dispersión, el ocultamiento y la construcciónsemisoterrada o a ras del terreno de las obras ase-guraban una defensa efectiva. Esto las convertía enobjetivos difíciles de tomar para las fuerzas del

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enemigo en su avance por tierra. También lo eranpara los ataques marítimos, a pesar del progreso delarmamento naval de la época.

El mayor G. F. Leverson, agregado militar británicoen la Isla, recorrió las obras de defensa de las prin-cipales ciudades portuarias del país, con autorizacióndel Capitán General. Estas visitas tenían el objetivode estudiar las experiencias de la guerra. Meses mástarde, después de la capitulación de España, en suinforme elaborado al respecto, fechado el 8 denoviembre de 1898, al referirse a la defensa de la Plazade La Habana, expresó:

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Las defensas costeras de la zona este estánaumentadas con el campo atrincherado de LaCabaña, la cual contiene casi una líneacontinua de trincheras y puntos fuertes,algunos de ellos a modo de baterías móvil quese extienden desde Cojímar a Cabaña...Todas las posiciones se encuentran entre lamaleza y es difícil localizarlas de frente. Lasposiciones están abiertas y tienen fuertesparapetos.11

11 José A. Sánchez Mederos: Anuario histórico insular de Fuerteventura. No. V, tomo II (Informe del agregado militar británico en Cuba, 1898).Anuario del archivo histórico insular de Fuerteventura, Islas Canarias, 1992, pp. 87 y 89.

Estudio arqueológico

Como parte de esta investigación, se realizaronexploraciones arqueológicas con el fin de localizar yestudiar estructuras que pudieran estar asociadas alas obras de fortificaciones que se construyeron en elfrente marítimo del campo atrincherado de La Cabaña,durante 1898. Contamos para esto con una ampliadocumentación histórica que se ha ido recopilando delos archivos nacionales, entre ella, mapas elaboradospor los ingenieros militares españoles, donde seubican y describen las posiciones y los tipos de obrasrealizadas.

Objetivos

Los objetivos de esta investigación fueron definidospor la necesidad de contar con información cuan-titativa y actualizada sobre la existencia y localizaciónde estas obras defensivas, construidas en la últimaetapa de desarrollo del campo atrincherado de La

Cabaña. De igual manera por la de conocer cómo eldesarrollo urbano al este de la capital ha afectadoestas estructuras, que son evidencia material delúltimo sistema de fortificaciones construido por elejército español, en el marco de la guerra hispano-cubano-norteamericana.

Y por último, para ubicarlas en un mapa actual parasu posterior estudio.

Trabajos de campo

Dadas las extensiones y complejidades de la zonaa estudiar, los trabajos de campo estuvieron orienta-dos a la exploración del terreno por aquellos lugaresque aún son transitables, dado el desarrollo urbano yobras de distintos tipos que se han ejecutado en estaárea.

Las exploraciones se llevaron a cabo en cuatroetapas de trabajo, que permitieron cumplir con losobjetivos trazados en la investigación y que acontinuación describimos.

Etapa no.1: Exploración que comprendió unrecorrido desde las proximidades de la Batería deVelasco, hasta la Batería No.1, y desde ésta hasta elHornabeque de San Diego, al este de la fortaleza deSan Carlos de La Cabaña.

Etapa no. 2: Se realizó un recorrido desde la Casade los curas, próxima a la Villa Panamericana, hastala línea de costa.

Etapa No. 3: Recorrido desde el reparto Bahía, hastalos límites con el hospital Naval.

Etapa No. 4: Recorrido por la margen oeste del ríoCojímar, desde la rotonda de Cojímar, hasta ladesembocadura del río.

Resultados de campo

Como resultado de los trabajos realizados, se pudocomprobar que el crecimiento urbano se ha impuestonegativamente para la conservación de las obrasdefensivas, construidas para la consolidación delFrente Marítimo (zona de Barlovento), en el marco dela guerra hispano-cubano-norteamericana.

Muchas de estas obras pudieron haber sidodemolidas o sepultadas bajo los escombros que se

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Mapa del Frente Marítimo de Barlovento. Obsérvese en gris laszonas exploradas.

han vertido y esparcido por toda esta zona, funda-mentalmente por la construcción de las instalacionesdeportivas para los juegos Panamericanos de 1991,las obras militares modernas, la construcción delhospital Naval, el reparto Camilo Cienfuegos (Habanadel Este); y otras de menor importancia.

En el terreno se ubicaron seis obras ingenieras decarácter militar, vinculadas a esta etapa, como son:

1.- Restos de una estructura de sillares (torreón),que pudo servir para la colocación de un reflector parala vigilancia de costa.

2.- Batería de Sitio, ubicada entre las baterías No. 1 y 2.3.- Cantera para la extracción de sillares, muy

próxima a la batería No. 2.4.- Restos de una sólida estructura de mampuesto,

con cubierta abovedada que pudo corresponder a unpolvorín u otro elemento de aseguramiento material,ubicada en el tramo de línea que une la Casa de loscuras y la Casa del americano.

5.- Casa de los curas, acondicionada como abrigodefensivo por su ubicación y la solidez de suestructura, aunque fue reforzada en algunos sectorescon distintos materiales. Cercano a ésta se ubicó unaestructura que identificamos como un posible hornode cal.

6.- Bases de un puente, elaboradas en sillares ymampuesto (siglo XVIII), que servía para la comu-nicación con el Reducto de San Pedro. Es de señalarque tuvo una gran importancia durante el período queestudiamos, pues a través de él se mantuvo la vía deacceso entre la elevación de San Pedro, donde estabaenclavado un reducto y batería, y el teatro deoperaciones del Frente Marítimo de Barlovento.

Restos del torreón de vigilancia construido en la playa del Chivo

Canteras existentes entre las baterías No. 1 y 2

Restos de una de las batería de sitio (auxiliar) construidas entre lasbaterías de costas No. 1 y No. 2

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Conclusiones

La construcción del campoatrincherado de La Cabaña, comosistema de fortificaciones deavanzada en los accesos al recintode la Plaza La Habana, constituyóla expresión más adelantada de lapolítica de acondicionamiento delteatro de operaciones militares,aplicada por el ejército español enCuba, en 1898. Las obras defen-sivas se ejecutaron atendiendo alos avances tecnológicos y a lasnuevas exigencias táctico-estra-tégicas que se impusieron durantela guerra Franco-Prusiana.

El crecimiento urbano y eldesarrollo industrial hacia el estede la capital han provocado laeliminación de una gran parte deestas obras.

Atrincheramiento. Tramo de la línea de enlace entre la Casa del americanoy la Casa de los curas

Abrigo defensivo Casa de los curas. En el campanario se instalóun heliógrafo

Puente sobre el río Cojímar

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Por: Nelson Melero Lazo

Los centros históricos de Cartagenade Indias y La Habana.Dos hitos del patrimonio colonial español en el Caribe

La importancia estratégica de la región delCaribe la convirtió en una codiciada yneurálgica área de conflictos. España,decidida a mantener el control militar de estazona, ejecutó un notable sistema defensivoregional en todo el entorno insular ycontinental, donde van a estar insertadasCartagena y La Habana. Estas condiciones sevan a evidenciar desde la primeracomparación entre las dos ciudades.Un grupo de hechos, aspectos comunes,puntos de contactos, similitudes ycoincidencias que pueden identificarse demodo significativo en las áreas históricas deCartagena y La Habana, permiten establecercódigos sociales, culturales, arquitectónicos yurbanos; elementos unificadores y claramenteperceptibles en la producción material yespiritual de dichas ciudades caribeñas.

Resumen

Abstract

The strategic importance of the Caribbeanregion turned it into a coveted area, thereason for many conflicts.Spain, committed to keep military controlover the area, built a remarable defensesystem in continental and insular territorieswhere Havana and Cartagena de Indias aresettled. These conditions are evidencedright in the first contact with these cities.Certain facts, common aspects and contactpoints and similarities may be clearlyidentified in historic areas of Havana andCartagena. They contribute to establishsocial, cultural, architectural and urbancodes which become elements ofunification, clearly noticeable in the spiritualand material production of both Caribbeancities.

Introducción

En l996 tuve la oportunidad de visitar y conocer por primera vez, en elbreve período de un fin de semana, esta hermosa ciudad de la costacaribeña colombiana, fundada en 1533 por Don Pedro de Heredia, juntoa una bahía de la cual toma su nombre.

Esta corta estancia y el primer contacto con la ciudad de la que tantohabía oído hablar, me dejó gratamente impresionado por la belleza desu centro histórico, ceñido por el cinturón defensivo de sus murallas, casicompleto aún, pero sobre todo, por las coincidencias y similitudes de suarquitectura y ambientes, que al observarlos y recorrerlos, me resultabanconocidos y familiares.

A partir de entonces, he tenido el privilegio y la posibilidad de asistircomo profesor invitado a varios cursos de especialización en conservacióndel patrimonio arquitectónico, realizados por la Facultad de Arquitecturade la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Estas estancias me han permitidoconocer e interpretar algunos detalles de esta ciudad-puerto del Caribe,denominada por el imperio español como «Llave del Reino de la NuevaGranada, del Chocó y del Darién».

Esta vivencia particular me ha animado a compartir y comentar algunasexperiencias y consideraciones sobre este interesante conjunto; sobrelos aspectos comunes y puntos de contactos presentes en Cartagena deIndias, y en la arquitectura de otras ciudades cubanas y, de modo muyparticular, con la ciudad de La Habana, «Llave del Nuevo Mundo yantemural de las Indias occidentales».

El Caribe nuestro

La primera condición determinante para que puedan encontrarsecaracterísticas arquitectónicas, urbanísticas y sociales tan similares entreCartagena de Indias y La Habana van a estar dadas por la localización yla pertenencia de ambas ciudades al ámbito geográfico del Caribe.

La definición del Caribe ha devenido siempre en un asunto algocomplejo, porque a lo largo de la historia, desde el descubrimiento deAmérica en la última década del siglo XV, su delimitación ha experimentadomodificaciones y concepciones que le han hecho variar en el tiempo, encuanto a su extensión, y a los componentes insulares y de tierra firmeque lo han conformado.

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En el crisol del Caribe han confluido culturas,tradiciones y costumbres de diferentes nacioneseuropeas, africanas y asiáticas, que conjuntamentecon las autóctonas han logrado crear esa unidad-variedad que caracteriza la expresión socio-culturalde este entorno geográfico.

El origen hispánico y la permanencia de esta raíz,tanto en Cuba como en Colombia, fenómeno que noocurrió así en otras áreas caribeñas inicialmenteespañolas y que después pasaron a convertirse enterritorios ocupados por otras potencias colonialeseuropeas, establecieron en nuestros dos paísescódigos sociales, culturales, arquitectónicos y urbanosque van a prevalecer en la producción material yespiritual de ambos pueblos, los que han devenidoelementos unificadores muy perceptibles de esteorigen común.

El espacio mediterráneo del Caribe –punto obligadodel paso de la navegación que se movía entre lapenínsula y las nuevas tierras descubiertas ycolonizadas del continente– se convirtió en unelemento que, a la vez que las separaba, sirvió tambiéncomo un fuerte medio de vinculación entre la isla deCuba y la costa colombiana del Caribe. Desde muytemprano, en el siglo XVI, la ciudad de Cartagena–muy pocos años después de su fundación– devinoescala obligada de los navíos que se concentraban ensu resguardada bahía procedente de Portobelo,Nombre de Dios y otros puertos de Panamá, y delVirreinato del Perú, para trasladar de conjunto, en lasllamadas flotas, las riquezas recolectadas en las tierrasconquistadas del continente hacia su nuevo punto de

Vista aérea de Cartagena de Indias Vista aérea de La Habana

reunión, el puerto de La Habana, y desde allí em-prender, escoltadas por buques de guerra de la ar-mada española, el último tramo de su viaje hacia lametrópoli.

Tanto Cartagena como La Habana se emplazaronal abrigo de amplias y profundas bahías. Las aguasde éstas permitían la navegación de embarcacio-nes de gran calado, con accesos protegidos y de fácilcontrol, ya sea por un estrecho canal de entrada, comoes el caso de La Habana, o por pasos, como lo fueronel de Bocagrande en un inicio. Desde el siglo XVII, dichopaso estuvo en desuso y obstruido totalmente con laconstrucción de una escollera sumergida que impidiósu empleo continuado para acceder al interior de labahía de Cartagena, habilitándose la entrada deBocachica con el dragado del fondo para permitir elpaso de barcos mayores.

La importancia estratégica de la región del Caribefue tomada muy en consideración desde los primerosmomentos por España, y se propuso el estudio y laejecución de un sistema defensivo regional para suprotección, al edificarse un grupo notable defortificaciones. En este sistema fueron integradosveinte puertos denominados como «Llaves de lasIndias»; unos eran tocados por las embarcaciones ylas flotas en sus travesías desde y hacia el ViejoContinente, y otros constituían las puertas de entradaa los territorios interiores, pertenecientes a la coronaespañola en el Nuevo Mundo.

Durante los dos siglos que duró el trasiego de lasflotas entre América y Europa (1537-1737), se calculaque debieron moverse entre 100 y 115 de estos

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El Caribe y las Llaves de las Indias. Recorrido de las Flotas

convoyes marítimos, los que permanecían a veceshasta seis meses en los puertos que le servían deenclave para la reunión, que podía ser hasta dos vecesen el año.1

Estas grandes concentraciones de barcos y de sustripulaciones, además de favorecer una intensaanimación del comercio y el intercambio de mer-cancías en los puertos de escala, que eran conocidascomo «Ferias de los Galeones», propiciaban elencuentro de miles de personas provenientes de todoslos rincones de la península y de otros países europeos,así como de los territorios americanos colonizados,que se enrolaban en la gran aventura del mar. Estasciudades se convirtieron en espacios de encuentro,de asentamiento y reelaboración de experienciasculturales e ideológicas, vivencias, costumbres ytradiciones, trasladadas por estas personas de tandisímiles lugares de procedencia.

Por otra parte, Cartagena de Indias se convirtió enel primer puerto del nuevo mundo en recibir esclavosafricanos en el siglo XVI, manteniendo la condición deplaza importante de la trata de esclavos del colo-nialismo español en América durante varios siglos.En fecha tan temprana como 1603 se registra un envíode 144 esclavos hacia La Habana.2

En el artículo que referimos en nota al pie sonrecogidos datos sobre la importante actividad comer-cial existente entre La Habana y Cartagena de Indias,además de un comercio clandestino o de contrabandoque constituyó, hasta la segunda mitad del siglo XVIII,una de las fuentes de ingreso más importante paralas villas de las colonias españolas emplazadas en elárea del Caribe. Este comercio de contrabando sufrióun incremento notable a partir del momento en quevarias potencias europeas, históricamente enemigasde España en el siglo XVII, ocuparon algunas de lasislas de las Antillas menores.

El carácter de enclave-encrucijada que desde un iniciocualificó a esta área geográfica, y que se mantuvo atodo lo largo de la conquista, colonización y desarrollodel dominio español en el continente, va a condicionarla necesidad de convertir el área del Caribe en unaplaza fortificada y protegida convenientemente.

Cartagena de Indias y La Habana. Bastionesdefensivos del Caribe

Este requerimiento defensivo se nos va a mostrarde forma muy evidente desde el primer contacto conCartagena de Indias y La Habana. La primera es unaplaza amurallada que conserva casi íntegramentetodo un impresionante sistema de baluartes (15 en laactualidad) fortificaciones y lienzos de murallas querodean a la ciudad, tanto por tierra como por mar. Secompleta con un sistema defensivo conformado porbaterías, fortalezas y castillos. Siete de ellos aúnexisten en estos momentos, presentan diferentesgrados de conservación y se encuentran ubicados enpuntos estratégicos alrededor de la ciudad y la bahía.La Habana, igualmente amurallada, perdió en lasegunda mitad del siglo XIX estas estructuras, al serdemolidas totalmente, pero mantiene un impre-sionante sistema defensivo, con-formado por 14 obras

1 Nicolás del Castillo Mathieu: «Relaciones comerciales y lingüísticas entre Cuba y Cartagena de Indias». Boletín Historial. Academia de Historia deCartagena de Indias.2 Ídem.

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militares de diferentes tipologías,en el que se muestra un variadorepertorio perteneciente a los tressistemas construidos para la de-fensa de la ciudad: el primero delsiglo XVI-XVII; un segundo corres-pondiente al siglo XVIII, con poste-rioridad a la toma de La Habana porlos ingleses, y un tercer conjuntoedificado en el siglo XIX, cuyo pro-pósito no era ya el de defenderse delos ataques de enemigos externosque podían llegar por mar, sinoencaminado a la defensa del frentede tierra, sitio por el que podíanatacar las tropas insurrectas cuba-nas, quienes desde 1868 iniciaronla primera lucha por la indepen-dencia durante diez largos años decombate. Esta lucha no concluiríahasta 1898, con la última guerra deindependencia, frustrada en sumomento final por la oportunistaintervención del gobierno de losEstados Unidos de Norteamérica,en un momento en que las fuerzascubanas tenían ganada la guerra.

Durante el período colonial, elconjunto de fortificaciones, cons-truido en la ciudad de La Habana,la hizo ser, en su momento, la ciu-dad más fortificada del área.

Cartagena de Indias permite re-construirnos una imagen de La Ha-bana con su muralla conservada ynos hace imaginar a ambas muysemejantes, sobre todo cuando reco-nocemos en sus fortificaciones unamisma escuela de constructores queestudiaron, diseñaron y ejecutaronlas dos ciudades soluciones defen-sivas. Nombres como Juan de Tejeda,Bautista Antonelli, Cristóbal de Roda,Juan de Herrera y Sotomayor, y otrosingenieros militares que trabajaronpara la corona española, formanparte de la historia constructiva delas dos ciudades.

Castillo de la Real Fuerza

Castillo de Santo Domingo de Atarés

Si Cartagena de Indias cuenta con su gigante militar emblemático, elimpresionante castillo de San Felipe de Barajas (siglos XVII-XVIII), en LaHabana podemos remitirnos a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña(1763-1774), que con sus más de 600 m de lienzo de muralla la haceconvertirse en una de las mayores construidas por la metrópoli españolaen América.

En ambos casos el acceso a la bahía se encuentra protegido porfortificaciones a ambos lados de la boca. En Cartagena de Indias laflanquean el Fuerte de San Fernando de Bocachica (segunda mitad delsiglo XVIII) y la Batería de San José de Bocachica, de principios del sigloXVIII; en La Habana los castillos de San Salvador de la Punta (1589-1600) yde Los Tres Reyes del Morro (siglos XVI-XVIII).

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Castillo de San Felipe de Barajas

Fortaleza de San Carlos de la Cabaña

Otro aspecto hermanador entre ambas ciudades lo constituye lafunción de ciudad-albergue para acoger las flotas mercantes españolas,que desde el siglo XVI, y hasta el siglo XVIII, realizaban su travesía, almenos una vez al año, protegidas por navíos de guerra.

Durante los siglos XVII y XVIII, Cartagena de Indias y La Habana sufrieronreiterados ataques y asedios franceses e ingleses, que las obligaron areconstruir, reformar y ampliar sus sistemas defensivos.

En particular el siglo XVIII vio escenificarse dos acciones bélicas muyimportantes de la armada inglesa en el Caribe, que tuvieron comoprotagonistas a estas dos ciudades. Primero fue Cartagena de Indias,asediada en 1741 por el Almirante Sir Edward Vernon, quien después decuatro meses de violentos com-bates no pudo apoderarse de la ciudad.

Un año antes, en sus andanzasmilitares por el Caribe, el AlmiranteVernon había estado por Santiagode Cuba y posteriormente por lacosta norte de la Isla, frente aMatanzas y La Habana, con inten-ciones de tomar alguna de estasciudades cubanas, acciones que nollevó a cabo.

Veintiún años después en elmismo contexto del Caribe, enjunio de 1762, vuelve a presentarsenuevamente una gran escuadrainglesa, esta vez frente a La Ha-bana, al mando de Sir AugustKeppel, Conde de Albermarle, ydespués de un mes de asedio laciudad es ocupada finalmente porespacio de casi un año.

Los centros históricos deCartagena de Indias y LaHabana. Patrimonio de lahumanidad

Otro de los aspectos comunesentre Cartagena de Indias y LaHabana, es el de mostrar un centrohistórico conservado dentro del cre-cimiento lógico experimentado pordichas ciudades. En ambos casos,estos centros poseen un elevadonivel de integridad y conservaciónde sus altos valores arquitectó-nicos y urbanísticos, con muy pocapresencia de inserciones agresi-vas, inarmónicas o incoherentes.

En el caso de Cartagena deIndias, la ciudad amurallada seencuentra dividida en tres secto-res: Centro, San Diego y Getse-maní. La zona del Centro, llamadatambién de la Catedral, fue el sitioen el que se asentaron las familiascartageneras más acaudaladas.Esta área ha perdido la prepon-derancia que en ella poseía lafunción habitacional, al desarro-

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llar en la actualidad principalmente actividadescomerciales, administrativas y de servicio, lo que haceque pierda su animación una vez que concluyen loshorarios de ventas y oficinas, en la tarde y la noche.

Muchas de las grandes casonas coloniales,pertenecientes a la antigua aristocracia de Cartagena,han sido intervenidas fuertemente con el propósitode acondicionarlas como residencias de verano,siendo utilizadas por sus propietarios durante algunospocos días en el año. El resto del tiempo permanecenherméticamente cerradas, impidiendo que el tran-seúnte y el visitante de la ciudad, interesado porconocer sus valores patrimoniales, pueda observardurante su paseo y disfrutar a través de sus grandespuertas-ventanas de las bellezas de los zaguanes yentradas cocheras; de las galerías porticadas con pie

San Fernando San José

Castillo de San Salvador de la Punta Castillo de los Tres Reyes del Morro

derechos de madera, o apoyadas sobre sólidasarcadas de cantería o ladrillo; de los espaciosos yelegantes salones dedicados a estar y para lasreuniones y tertulias familiares y, muy en especial, delos magníficos patios de generosas proporciones conque cuentan muchas de estas edificaciones, unelemento vital dentro de la composición arquitectónicade la vivienda colonial de influencia hispano-mudéjar.

San Diego es un sitio de residencia de las familiasde medianos recursos, con construcciones másmodestas, lugar en el que se asentaron artesanos,carpinteros, canteros, constructores y alarifes,pequeños comerciantes, militares de menores rangos,entre otros.

Getsemaní es el área en la que se concentró lapoblación más pobre y humilde de la ciudad, ven-

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Plaza de los Coches. Cartagena

dedores, trabajadores asalariados, negros y mulatos,etc. Este barrio en particular nos vincula nuevamentea cartageneros y cubanos, a través de la figura de unarmero llegado desde Cuba, Pedro Romero, residenteen el lugar, quien fuera uno de los iniciadores, en 1810,de las luchas para lograr la independencia deColombia del colonialismo español.

Sin lugar a dudas en estos dos últimos conjuntosurbanos de Cartagena, San Diego y Getsemaní,pueden encontrarse aún, a pesar del deterioro quepresentan muchas de sus estructuras arquitectónicas,los testimonios y las evidencias urbanas y cons-tructivas más antiguas y valiosas del centro históricode Cartagena, pertenecientes a las primeras etapasdel surgimiento y desarrollo de la ciudad. Esto se debefundamentalmente a que han sido pocas las inter-venciones realizadas en estos conjuntos, lo que hapermitido la preservación de dichos elementos.

El territorio que conforma el centro histórico de LaHabana Vieja puede ser claramente identificado ensu planimetría, por la impronta claramente reconocibleen el trazado urbano que dejó el cinturón defensivoamurallado que la rodeaba, tanto por tierra como pormar. Esta área posee una extensión aproximada de210 ha, en la que se insertan alrededor de 3 000edificaciones, de las cuales casi una tercera partepertenecen al período colonial, siglos XVI al XIX, con unalto valor arquitectónico, y alberga una poblacióncercana a los 80 000 habitantes.

Al igual que en Cartagena, pueden determinarsedos áreas principales, una hacia el norte, en la que se

Plaza de San Francisco. La Habana

encuentran asentadas las capas sociales más altas ylas mejores edificaciones, así como las estructurasarquitectónicas representativas del poder colonialespañol, y las correspondientes a las actividadesterciarias: comercio, servicios, oficinas, etc. El distritosur, eminentemente habitacional, podría ser elequivalente de San Diego y Getsemaní, con viviendasmodestas pertenecientes a los estratos más hu-mildes.

El proyecto para la recuperación de La HabanaVieja, desde su presupuesto inicial a comienzos de ladécada del ochenta, estuvo caracterizado siempre porun enfoque social, expresado en el rescate de supatrimonio, con la permanencia de la funciónhabitacional y de la población residente en el sitio.

La nueva y exitosa experiencia, llevada a cabo porla Oficina del Historiador de la Ciudad, ha permitidoimplementar un programa de rescate para el centrohistórico de La Habana Vieja, uno de los mejoresconjuntos coloniales existentes en América, que enestos momentos se ha convertido en importantereferencia de gestión, manejo sustentable y sos-tenible, con la participación social y comunitaria, quese desarrolla en nuestro continente. En sus diez añosde realización, se han obtenido ingresos por 210millones de dólares. De esta cifra total se hanreinvertido en la restauración y rehabilitación de LaHabana Vieja, el 35% en programas que garanticen laentrada de nuevos ingresos, un 35% en programassociales y del gobierno municipal, y se ha contribuidoal presupuesto general de la nación con un 20%.

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Los valores y la significación cultural de estosconjuntos dentro del área latinoamericana, así comolos trabajos de protección y rescate realizados en ellos,determinaron que los mismos fuesen incluidos en elListado Mundial de la UNESCO: La Habana, en 1982 yCartagena de Indias, en 1984.

Al caminar por el área denominada Centro deCartagena de Indias se experimenta una especialsensación. Es como realizar un viaje de regreso en eltiempo que permite retrotraerse y llegar al siglo XVIII

para encontrarse con una ciudad con característicasarquitectónicas muy similares a las que debió tenerLa Habana de aquellos momentos, y de la cual sólonos quedan las referencias testimoniales de los gra-bados de época, en los que pueden apreciarse losgrandes balcones de madera con sus pilares quesostienen las cubiertas de tejas, los llamados tejadillos,de los cuales están llenas las calles cartageneras.

Un elemento arquitectónico destacado de laarquitectura doméstica cartagenera son los extensosbalcones corridos, apoyados sobre canes de madera,que se desarrollan a lo largo de sus fachadas, conimpresionantes voladizos sobre la calle.

En las primeras décadas del siglo XIX, Colombia vaa encontrarse enfrascada en las luchas por laindependencia, y la ciudad se va a sumir en un períodode estancamiento que culmina casi con el abandono.La arquitectura de Cartagena de Indias no sufrió loscambios impuestos por los gustos e influencias delneoclasicismo en boga, en esos momentos.

Esta situación de beligerancia concentró la atencióny los recursos económicos de la sociedad colombianaen la realización de la epopeya por la liberación deldominio colonial español, limitando considerable-mente las inversiones destinadas a realizar cambiosy transformaciones de la arquitectura.

En el caso de la ciudad de La Habana, era consideradaentre las más importantes capitales latinoamericanasde aquellos momentos, con una economía pujante, ba-sada en la producción agroindustrial azucarera, que lepermitió colocarse como la más significativa a nivelmundial. La aristocracia criolla dispuso de recursos eco-nómicos suficientes para transformar drásticamentelas estructuras edilicias preexistentes, suprimiéndoletodos los elementos de maderas característicos de laarquitectura de influencia barroca de este período colonial,sustituyéndolas por barandas y rejas metálicas, así comopor otros motivos decorativos de ascendencia clásica.

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Calle de Cartagena

Casa familia Lombillo. La Habana

Palacio Pedroso. La Habana

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Como parte de las acciones restauradoras llevadas a cabo en LaHabana Vieja, en las dos últimas décadas, y con mucho mayor auge apartir de l994, han sido restituidos a muchos de los edificios intervenidos,a partir de los datos obtenidos a través de una minuciosa investigaciónhistórico-documental y constructiva, los balcones de tejadillos y lacarpintería de balaustradas de madera.

Sin embargo, muchos de estos elementos originales se mantienenpresentes en la arquitectura colonial de otros centros históricos de

Casa de la familia Ortiz. Trinidad

BIBLIOGRAFÍA

Castillo Mathieu, Nicolás del: «Relaciones comerciales y lingüísticas entre Cuba y Cartagenade Indias», Boletín Historial. Academia de Historia de Cartagena de Indias.

García del Pino, César (2002): Toma de La Habana por los ingleses y sus antecedentes.Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.

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Segovia Salas, Rodolfo (1992): Lasfortificaciones de Cartagena de Indias.Estrategia e historia. Tercer Mundo Editores,Bogotá.

Zúñiga Ángel, Gonzalo (1996): San Luis deBocachica. Un gigante olvidado de Cartagenade Indias. Litomar S.A., Cartagena de Indias.

ciudades como Trinidad, SanctiSpíritus, Camaguey y, muy particu-larmente, en Santiago de Cuba, laciudad cubana caribeña por exce-lencia, también muy unida porfuertes vínculos comerciales, eco-nómicos y culturales con Cartagenade Indias, y con balconajes quemucho recuerdan a los de Cartagenade Indias.

Conclusión

Al pasear por Cartagena de In-dias, sentarse en sus plazas, escucharsu música y ver sus bailes (cumbia,vallenato o champeta) que tantotienen de son, bomba, merengue ocalipso; al conversar con sus habi-tantes en los que puede apreciarseese mestizaje que caracteriza anuestra área geográfica, con un calorhumano que se funde con lo sofo-cante del clima, y con un acento alhablar que tanto nos recuerda laentonación de los habitantes denuestra región oriental, no nossentimos extraños, es como sisiguiéramos estando en casa.

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Gabinete de Arqueología / 173

PINTURA MURAL

Por: Elisa Serrano González

Se valoran evidencias de lecturas técnicas yestéticas en la pintura mural colonial de la villade San Cristóbal de la Habana, al tomarsecomo referencia similares lecturas en lapintura mural de civilizaciones del Antiguo yNuevo Mundos; introducidas en este sitiocomo uno de los tantos puntos de confluenciageográfica en la praxis de transculturación,con antecedentes históricos de dominio yexpansión de índole social, económica ycultural. Una breve retrospectiva a los orígenesde esta manifestación plástica, justifican lascaracterísticas de su desarrollo ypermanencia, así como el interés porconservar tan apreciado legado arqueológico.

Resumen

Abstract

La pintura mural es la génesis de la pintura universal. A través de lahistoria se ha desarrollado en su doble polaridad: técnica y estética, y enestrecha relación con la Arquitectura que la sostiene y enmarca.

Antes del surgimiento de la escritura, el hombre del período pre-histórico que vivió en las cavernas se expresó con formas y símboloscromáticos sobre la superficie irregular de su hábitat; en unos casos conun deseo mimético de realización, en otros de interpretación y testimoniode la realidad circundante. Desde entonces, supo seleccionar los mejoresmedios que la flora, la fauna y la corteza terrestre le brindaban, paraadaptarlos a una superficie ambiental determinada. Así coexistieron yse desarrollaron a través del tiempo un sin número de materiales, hastaconvertirse la pintura parietal en una técnica de tratamiento de superficieestructural, para caracterizar y destacar un ambiente arquitectónico,mediante un mensaje estético de recreación espiritual decorativa, o decontenido religioso, social e histórico. De hecho, la pintura mural y laArquitectura se hermanaron en la Historia, y simultáneamente unaenriqueció y fortaleció a la otra.

Evidences of technical and aestheticreadings in colonial mural paintings in thevillage of San Cristobal de la Habana areunder assessment at present. Similarreadings obtained in mural paintings fromcivilizations dating back to the Old World andalso from the New World have been used asreferences in this work. Paintings have beenintroduced in this site as in many of thevarious geographical meeting places intransculturation praxis, with a historicbackground of domination and social,economic and cultural expansion.A brief retrospective on the origins of thisplastic expression, justifies the nature of itsdevelopment and permanence, as well asthe interest to preserve such an appreciatedarcheological legacy of Havana’s colonialarchitecture.

Apuntes y reflexiones sobre la pinturamural colonial en la villade San Cristóbal de La Habana

Reproducción en acuarela de los primeros descubrimientos de pintura mural, realizados en 1966,por el ilustre artista Mateo Torriente, en La Habana Vieja. Ésta representa lo que fue la pintura

mural en el Cuarto de los misterios, Casa de la Obrapía. Cuadernos de apuntesde investigaciones. Comisión Nacional de Monumentos

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174 / Gabinete de Arqueología

PINTURA MURAL

Tradicionalmente unas regiones se han destacadomás que otras por sus ejecuciones murales. En algunascivilizaciones se han desarrollado sobre estructurasculturales y sociales sólidas, lo que ha permitido laprevalencia desde la pintura rupestre hasta la pinturacontemporánea, de ahí que la pintura mural no hayadecaído como expresión plástica. En América Latinase destaca la región andina y mesoamericana. Dentrode ellas, es significativo el caso de México, dondedesde la época prehispánica los mayas dominaban latécnica mural, se creó una escuela en el Virreinato yse ha mantenido hasta la actualidad, con un desarrollotécnico y estético acorde con los cambios técnicos,económicos y sociales.

Cuba, aunque no ocupa un lugar relevante, tampocolo tiene de última línea. Hay momentos de decadenciay de esplendor, por influencia de sus raíces culturales,transculturación e inquietudes sociales y plásticas.Casi al nacer, muere, debido a la colonización española,la cual provoca una interrupción en la evoluciónartística de la población aborigen. Desde entonces, yhasta el siglo XVIII, se ausenta del espacio arqui-

Resto arqueológico de la pintura reproducida por Mateo Torriente

El profesor Ángel Bello, fundador del primer equipo para la restauraciónde pinturas murales en el Centro Histórico de La Habana y Trinidad,cuando en 1984 realizaba una extracción de una decoración mural,

en la casa Rivero de Vasconcelo

tectónico. El gusto y la solidez monetaria de la entoncesnobleza imperante propicia la ejecución de decora-ciones murales, contratando pintores experimentadosextranjeros y artesanos locales que expresarontécnicas y diseños particulares en la historia de lapintura mural.

Las ciudades coloniales se caracterizan por elconstante y variado muestrario de diseños anónimossuperpuestos, en interiores y exteriores de las edi-ficaciones civiles más relevantes y modestas, sindesdeñar la presencia en la arquitectura religiosa ymilitar. Generalmente estas pinturas murales seencuentran cubiertas; a la más antigua se le su-perponen otras, que conjuntamente con los encaladosblancos y coloreados forman una gruesa capaarqueológica, fuente de documentación histórica yartística.

En La Habana Vieja, las expresiones más antiguaspara fachadas demuestran un tratamiento simple deencalado de 2mm de espesor, aproximadamente,aplicado con brocha sobre la superficie irregular yporosa de la piedra marina, de origen calcáreo.

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Gabinete de Arqueología / 175

PINTURA MURAL

pondiente a la casa situada en Tacón no. 12, evidencia una decoracióndicromática de pintura a la cal, en ocre y rojo, con diseño floral y vegetalsimple. El dibujo fue realizado con técnica mixta, o sea, inciso al cartón,sobre enlucido fresco de cal y carbonato de calcio, muy pulido, alternandocon dibujo directo a pincel. Esta decoración tiene una marcada ingenuidadde concepción, no así de realización técnica. En el mismo inmueble, lapintura costumbrista que ocupa toda una habitación, es también deexpresión ingenua, pero sustentada por una técnica de ejecución quedemuestra calidad técnica, y por consecuencia una pintura resistente alos agentes de agresividad ambiental.

El ejemplo, anteriormente descrito, es una de las excepciones. En lamayoría de los casos, las decoraciones murales más antiguas estánmarcadas por una gran influencia romana. Sus elementos decorativosse asemejan a los de la decoración mural en la época de Augusto y sussucesores correspondientes al segundo y tercer estilo decorativo. Ciertasdecoraciones deben incluirse en el estilo, ya sea en el arquitectónico(segundo estilo), como en el llamado estilo ornamental (tercer estilo). Enéste aparecen en los frisos guirnaldas, máscaras, cestitos, amorcillos,paños colgantes y escenas caricaturescas y se hace extensivo hasta elreinado de Nerón. En algunas decoraciones coloniales se mezclan ambosestilos; otras decoraciones murales descubiertas nos recuerdan al sigloXVIII francés en sus diseños para porcelanas.

Para el tratamiento de superficie de la arquitectura colonial de LaHabana, se aplicó sobre el soporte de piedra y argamasa, un revoque detierra arcillosa, cal, arena y polvo de ladrillo, de 3 cm de espesor. Sobre elrevoque, un enlucido, delicadamente pulido, de 1 cm de espesor de cal,con carga inerte de carbonato de calcio y bajo contenido de arena fina.En ocasiones culmina el tratamiento con una capa de cal aplicada con

Representan imitaciones a már-mol, en azul, rojo y negro sobre fon-do blanco, y en la generalidad de loscasos, imitaciones a falso despiezo(delimitación de cortes rectangularesde piedra como si fueran sillares), conpreponderancia de similares colo-res. En otras fachadas se puedenapreciar bandas verdes, azules orojas con bordes negros, sobrefondos blancos, ocres o azules,superpuestos a capas de enlucidode mayor grosor que los encalados.Una parte de este inventario sobrediseños varios para fachadas, fuerealizado y publicado por el Dr.Alberto Tagle en las Memorias delprimer seminario-taller de restauraciónde pintura mural, publicadas porEdiciones Plaza Vieja, La Habana,y celebrado en noviembre de 1986.

En los casos citados, que son losmás comunes para las fachadas enLa Habana Vieja, más que una téc-nica de representación pictórica,hay una ilusión representativa deimitación material, propia de laarquitectura, posiblemente funda-mentada en la transculturación deluso de materiales típicos del viejomundo y adaptada a nuestra rea-lidad material y ambiental, alconocerse de antemano la pocaresistencia de la piedra conchíferaexpuesta. Una excepción de de-coración mural en fachada, hastael momento descubierta, la cons-tituye la rescatada en San Ignacio364, en La Plaza Vieja, por la diver-sidad de paisajes en cartelas, ros-tros caricaturescos y guirnaldas desu composición; complementadapor un frontón neoclásico, decoradocon dibujos que imitan betas demármol, donde se llega a trazar,incluso, el número de la casa.

En pinturas para interiores, unejemplo fechado en 1725, corres-

Ejemplo de decoración mural en el entresuelo del inmueble ubicado en Tacón no. 4.Casa construida entre 1754 y 1759

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PINTURA MURAL

Detalle de la decoración mural en la fachada interior de San Ignacio 364, La Plaza Vieja,donde se evidencia la delimitación del enlucido por «pontate»,

para la realización de una pintura mural al fresco

Detalle de un rostro caricaturescocon rasgos negroides, en la fachada interior

de San Ignacio 364

brocha. Pienso que el color blanco de fondo de las decoraciones muralessuperpuestas, dado por los enlucidos y encalados, le proporcionabanmayor luminosidad a los espacios interiores, al reflejar la luz natural y lade las velas en las noches habaneras; así como también agradablescontrastes con los espacios decorados.

En algunas obras murales coincide el inicio del dibujo en la composicióninciso «a cartón», estando aún húmedo el enlucido, con la terminacióndel dibujo en grafito sobre enlucido ya seco, mediante líneas generalesque marcan una dirección para la decoración final a mano alzada, congran libertad de expresión y color. El dibujo al cartón consiste en transferirun dibujo realizado previamente sobre un papel grueso a un enlucidofresco, mediante una punta metálica. Es un sistema de calco que nopuede ser utilizado más de una o dos veces, y puede encontrarseindistintamente en realizaciones de pintura mural al fresco o al seco.

La técnica pictórica se inicia con el enlucido húmedo, en fresco a la cal,y se realizan terminaciones en seco, con pintura a la cal o al temple. Esdecir, al igual que en la pintura mural románica, se emplea una técnicageneral mixta, de dibujo y tonos de base al fresco, y acabado al seco. Enla decoración mural, correspondiente a la fachada de la casa ubicada enSan Ignacio no. 364, en La Plaza Vieja, aparece, además de la mencionadatécnica mixta, la delimitación de la aplicación del enlucido y ejecución dela pintura por «pontate», cuyos bordes se desbordan el uno sobre otro,haciendo visibles las líneas de unión en sentido horizontal de dos zonasdiferentes de trabajo. Generalmente esta línea coincidía con los entrepisosdel andamio para la realización de la pintura; pueden o no presentarseuniones en sentido vertical, para la delimitación de las tareas. Esta técnicade aplicación del enlucido para realizaciones al fresco, es típica de lapintura bizantina, entre otras.

Durante los trabajos de restau-ración para la conservación de lasdecoraciones murales de SanIgnacio 411, ahora hostal Beltrán deSanta Cruz, cuya construcción datade mediados del siglo XVIII, apare-cieron dibujos en siena oscuro, enla cornisa de la fachada, debajo delenlucido pictórico, coincidiendo lagráfica con los dibujos en negro deimitación a mármol de la superficiepictórica. De acuerdo con la descrip-ción de las restauradoras TamaraFrómeta y Mayelín Manteira, de laEmpresa de Restauración de Mo-numentos, Agrupación Acabados,de la Oficina del Historiador de laCiudad, he llegado a la conclusiónque este descubrimiento se iden-tifica con la técnica de dibujodenominada «sinopia», en lastécnicas históricas de la pinturamural, uso que fue generalizado enla pintura gótica y se mantuvo hastael siglo XVI. La «sinopia» sólo seemplea para organizar y ubicar lacomposición en el revoque o en elmuro, cuando se va a superponer

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PINTURA MURAL

un enlucido de cal húmedo para una realización depintura mural al fresco. En los orígenes de esta técnicade representación del dibujo a pincel, se utilizaba unparticular pigmento rojo, procedente de la ciudad deSinope, Asia Menor, que le dio el nombre de sinopia aeste proceso. Posteriormente se emplearon otrospigmentos, rojos, ocres, negros, e incluso se llegó aemplear el carboncillo.

Como ya se ha descrito, mediante el reconocimientode lecturas técnicas y también en determinadostrabajos de investigación de laboratorio, son el frescoy la pintura a la cal las técnicas más empleadas, ya seacombinadas en técnica mixta o iniciadas al fresco, y termi-nadas al temple o con adición de caseína a la pintura a lacal, lo que indica que los pigmentos más empleados hansido de origen inorgánico, por su resistencia a la cal.

Con estos ejemplos de descripciones técnicas sedemuestra que la selección de los materiales ymétodos para la aplicación del estrato preparatoriode la pintura, y ella en sí misma, responden a técnicasantiguas en pintura mural, en un país donde no existíanantecedentes de tradición, ni escuela muralista. Eneste sentido no cabe duda que estas técnicas fueronintroducidas por experimentados pintores muralistaseuropeos, principalmente de origen italiano. Con-sideramos que el mayor esplendor haya sido despuésde dos acontecimientos casi coincidentes: la toma deLa Habana por los ingleses en 1762, que posibilitó laapertura comercial e intelectual hacia otras culturasy los descubrimientos de pinturas murales en Pom-peya y Herculano, en la segunda mitad del siglo XVIII.Al igual que en otras ciudades europeas, a La Haba-na y a Trinidad llegó el gusto y la moda de repetirdiseños y técnicas de esa gran cultura, por entoncesrecién descubierta.

Cuba, como llave del Nuevo Mundo, fue punto detránsito hacia otras tierras de América. Muchospintores europeos que se dirigían a América con-tinental a enseñar técnicas europeas, pasaron y seestablecieron por un tiempo en La Habana, y en otrasvillas del país. Así la historia recoge, entre otros, elnombre de Juan de Rosas, italiano, que realizabatrabajos de pintura en gremio con pintores criollos,que no tenían una formación académica, pero síhabilidades manuales, como es el caso del mulatolibre Juan Francisco Manzano, reconocido por suscomposiciones florales en las paredes de las casascoloniales. Por italianos, también fueron realizados

El profesor Guido Boticelli, especialista del Opificio delle Pietre Dure eLaboratori di Restauro, de Florencia, Italia, realizando el reconocimientode una pintura mural para su tratamiento, en la casa de Las HermanasCárdenas, en ocasión de celebrarse el Primer Seminario Taller Regional

de Restauración de Pintura Mural, en 1986

en el siglo XIX los murales del Palacio Aldama y de lacasa de los dueños de la finca Guáimaro, en el Vallede los Ingenios, Trinidad. Cuando se estudie yconserven las decoraciones murales de las casasquintas de la barriada del Cerro, en La Habanaextramuros, se nos depararán otras revelaciones.

Por ser la pintura mural de grandes dimensiones,como la arquitectura que la sustenta, una direcciónexperimentada ejecutó estas obras, con la parti-cipación de aficionados criollos, que llegaron aaprender la técnica.

En la capilla del Convento de Belén se descubrierontambién pinturas murales, monocromáticas en laiglesia y polícromas en la cripta, con representacionesde esqueletos en movimiento, que nos recuerdan lamanera alegre y dinámica en que desde la antigüedadla pintura mexicana representó la muerte, y al mismotiempo la realización monocromática nos recuerda alas pinturas andinas y mexicanas de las iglesias delsiglo XVI. Acaso se cumple con estas decoraciones, elpensamiento del antropólogo e historiador cubanoFernando Ortiz, cuando decía: «porque no son comuneslos países que, como Cuba, sean una copela donde en untiempo relativamente breve (apenas un siglo) hayanfundido sus psicologías, gentes representantes de loscuatro clásicos tipos étnicos: blancos (europeos y susdescendientes), negros (africanos), amarillos (chinos)y cobrizos (yucatecos), sin contar los aborígenes».

Lamentablemente estos inicios no generaron unaescuela de muralismo en Cuba. Cuando se funda en

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La Habana, en 1818, la Academia Nacional de ArtesPlásticas San Alejandro, no incluye en su programadocente la enseñanza de la técnica de pintura mural;quizá porque al fundarse, se trató de rescatar de lasmanos de los artesanos negros, el oficio de pintor.Desde entonces, y hasta el siglo XX, con la fundacióndel Instituto Superior de Arte, en 1976, y el interés yvocación del profesor Orlando Suárez por impartir laasignatura de pintura mural, a partir de experienciasdocentes recibidas en México por el maestro DavidAlfaro Siqueiros, es que se imparte por primera vez laasignatura de pintura mural en una academia de ArtesPlásticas en Cuba. El programa docente de estaasignatura concluyó en 1986, con la desaparición físicade Orlando Suárez.

En la actualidad, y desde el curso académico 1999-2000, en la Licenciatura de Conservación y Restau-ración de Bienes Muebles, del Instituto Superior de Ar-te, se vuelven a impartir técnicas de realización depintura mural, en la asignatura de Conservación yRestauración de esta especialidad. También se haimpartido en cursos de la Cátedra Regional de laUNESCO de Ciencias de la Conservación Integral delos Bienes Culturales para América Latina y el Caribe(CRECI), así como en el Centro Nacional de Con-servación, Restauración y Museología, CENCREM.

Sobre la pintura mural en la colonia, aún quedamucho por investigar. Estudios realizados nos hacenvalorarla como una expresión plástica en que el artesuntuario y popular se unen, en un deseo común deencarecer y darle características y luminosidad típicaa la arquitectura colonial cubana, hasta lograr un ritmoarquitectónico y un ambiente de serenidad y urbani-dad, en armonía con el ardiente sol tropical y con lavegetación exhuberante de sus patios interiores.

A las decoraciones más antiguas le suceden otrasen el siglo XIX, que presentan algunos elementosdecorativos aislados del tema clásico en la decoraciónfloral, correspondiente al arte griego y también al artehispano-musulmán. Estas pinturas están realizadasen pintura a la cal, con aparente adición de caseína,que las hace muy resistentes a la humedad. El dibujoy la aplicación del color se ejecutan en gran medidade una sola vez, y con gran rapidez. A través de uncartón previamente dibujado, y calada la forma de ladecoración central, se imprime el color sobre la paredencalada en blanco; las franjas o líneas que dividen lacomposición se dibujan en grafito. Son momentos de

PINTURA MURAL

grandes composiciones en serie, donde la decoraciónmural pierde calidad plástica y expresividad.

Las transformaciones superpuestas en diseño ycolor están dadas por razones de gusto, de valora-ciones artísticas, exigencias iconográficas, nuevasfunciones de locales decorados, fáciles soluciones derestauración o simples trabajos de mantenimiento,llegando por esta última razón a sustituirse, a finalesdel siglo XIX, por murales en cerámica, técnica de mayorresistencia ante los agentes agresores de origen cli-mático y antrópico. Nuevamente, en el pasado siglo XX,se mantiene en los decoradores y en algunos pintoresmodernos, el gusto por la técnica mural en cerámica,entre otras razones por su resistencia ambiental,incorporándolos a los espacios arquitectónicos de LaHabana Vieja, y de otros espacios en la Ciudad deLa Habana y del país.

La tradición y gusto por la ejecución de muralesnacidos en la época colonial desaparece entre finalesdel siglo XIX y principios del XX, siendo cubiertos porencalados de colores planos, superpuestos eninteriores y fachadas. En estas últimas, también porpinturas de promoción comercial con marcado acentopopular, y en algunos casos por pinturas concomposiciones y figuras relacionadas con el nombrede calles, que comienzan a disfrutarse nuevamentecomo resultado del trabajo paciente de restauradoresde la Oficina del Historiador de la Ciudad. Debido aestas características de cambio, la decoración muralen las edificaciones coloniales ha constituido en elpresente un elemento arqueológico estructural yvalioso indicador para el estudio de la evolucióny transformación de sus espacios y elementos ar-quitectónicos. En realidad, el tiempo y las trans-formaciones en superficie, los ha convertido en «sitiosarqueológicos parietales», y en este sentido ha sidomuy acertado que el Gabinete de Arqueología de laOficina del Historiador de la Ciudad mantenga pro-yectos para su investigación, rescate y puesta en valor.

Los proyectos arquitectónicos de rehabilitaciónactual imponen restricciones, que en ocasionesdesvirtúan los fines y el carácter de la obra mural. Porun lado, la necesidad espacial de uso social y deconservación requiere que la restauración se ultimeen un plazo mínimo y perentorio, por otro lado sehace necesario la economía del espacio para nuevasfunciones. En este sentido, la pintura mural no siemprepodrá ser descubierta en su totalidad y restaurada,

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aunque sí estudiada e inventariada cada una de lascapas presentes, para luego cubrirlas con una capade cal, que las continuará protegiendo en el tiempo.Este criterio está muy difundido y aceptado para sitiosarqueológicos que no cuentan con un inmediato plan demanejo para el descubrimiento y conservación de mu-rales antiguos, y que ya fue adoptado a finales de losaños ochenta del pasado siglo para proteger laspinturas murales del entresuelo de Tacón 4.

Cuando por el alto grado de valor de una edificacióny de sus realizaciones murales, se decida el estudiototal y el rescate para su puesta en valor, en relacióncon la Arquitectura, consideramos que la selecciónde una de las decoraciones para su descubrimiento yrestauración deberá estar condicionada a la últimatransformación estructural del inmueble, sin dejar deestimar el estado de deterioro, así como también lacalidad técnica y estética de la pintura; siendo estasdos últimas condicionantes elementos de peso parauna variante en la selección.

P INTURA MURAL

Si se decide descubrir y conservar in situ la másantigua, las acciones de intervención deberánrealizarse con materiales «nobles»y compatibles, queno alteren la lectura técnica en superficie y laestructura original. Las primeras decoraciones en eltiempo son las que mejor fijación de la capa pictóricapresentan, por estar vinculadas directamente a unenlucido sólido, desde el punto de vista estructural. Eneste caso, las decoraciones que le suceden a la másantigua se podrán extraer por el método «strappo», ydocumentarse, para ser expuestas con un sentidomuseográfico en un espacio seleccionado de la mismaedificación de donde fueron extraídas, o en otrodestinado para similares fines, conjuntamente con unasíntesis de la investigación histórica del inmueble y dela investigación arqueológica-pictórica. En el caso quese seleccione una capa pictórica intermedia, o la mássuperficial, se podrá adaptar a esta decisión igualestrategia de rescate, conservación y restauración,con un tratamiento de conservación acorde con la

Mural situado en la calle Mercaderes e/ O’Relly y Empedrado. Es una excelente solución como «umbral de ilusión»para rescatar un espacio perdidoe integrarlo al ambiente urbano y arquitectónico con un sentido arqueo-histórico

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PINTURA MURAL

problemática que se genera en una superposición decapas pictóricas.

Al partir de la defensa de pintura arqueológica parasu preservación y rescate, no necesariamente debe-mos excedernos en trabajos de reintegración de color,justificable sólo en las abrasiones de la pátina o de lacapa pictórica, y en pequeños faltantes. El resane engrandes faltantes del enlucido original con materialespropios de los estratos preparatorios originales, conel fin de crear una armonía de integración cromáticaa la pintura mural envejecida, es suficiente. Estasolución de presentación estética para restosarqueológicos no debe ser invariable para casos enque por el área de superficie pictórica rescatada,amerite una unidad potencial entre pintura yarquitectura, para lograr una adecuada integración,ritmo y lectura estética.

Generalmente estas decoraciones presentan undiseño central que se repite por toda la superficie delextremo inferior de la pared, y en diferentes loca-

Mural situado en la Basílica Menor del Convento de San Francisco deAsís. Fue utilizada la misma solución para representar el ábside perdido

Botticelli, Guido (1980): Técnica e restauro delle Pitture Muralli.Edigiani Polistampa, Firenze.

Bremer, Fredrika (1983): «Carta XXXII», en Viajeras al Caribe, Col.Nuestros Países, Ed. Casa de Las Américas, La Habana.

Fuente, Lourdes de la: «Investigaciones sobre morteros y enlucidoscoloniales en La Habana Vieja», Documentación interna. CENCREM.

Ortiz, Fernando (1974): Entre cubanos, Ed. Letras Cubanas, LaHabana.

Mora, Paolo y Laura & P. Philippot (1984): Londres, Butter Worths.

Serrano, Elisa (1994): «Reflexiones históricas y técnicas detratamiento y presentación sobre la pintura mural en la colonia».Conferencia publicada en la II Conferencia Internacional Patrimonio yDesarrollo, Contexto y Conservación. CENCREM, La Habana.

__________ (1984.1994): «Investigaciones para la restauración depintura mural en el centro histórico de La Habana Vieja».Documentación interna, CENCREM, La Habana. Legajo inédito.

————————(1985-2005): Experiencias docentes enadiestramientos, cursos nacionales e internacionales, sobre técnicashistóricas en pintura mural. Legajo inédito.

ciones del inmueble. La variedad en el diseño estádeterminada por la variedad de las funciones internas.Elementos de esa decoración pueden aparecerbordeando puertas y ventanas, y en el extremosuperior de las paredes. Al extraer fragmentos de ladecoración central y en diferentes áreas de lasparedes en la habitación, se pueden realizar levanta-mientos gráficos a cada una de las transformacionesdecorativas, e imaginarnos ese espacio arquitectónicoen cada época de ejecución, para conservarlas comosimulación virtual.

Mediante un acertado trabajo de investigación,rescate y presentación, ya estamos a tiempo deimaginarnos La Habana que impresionó a la ilustreviajera Fredrika Bremer, en 1851, cuando al referirsea la decoración mural de la ciudad colonial dijo: «Escomo una pintoresca colección de artículos de porce-lana y cristal, en una tienda de objetos de fantasía».

Con una adecuada estrategia de preservación, seestá logrando que esta misma decoración muralvuelva a ser punto de atención para viajeros y pobla-dores contemporáneos con inquietudes, sensibilidady conocimientos culturales.

BIBLIOGRAFÍA

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C A T Á L O G O H A B A N E R O

Medallones de color verdeubicados en el salón principal dela Casa Oswaldo Guayasamín.Tanto el modo decorativo de estapintura como el vestuariopresente en los personajesrepresentados (mujer y soldado),sugieren su adjudicación alprimer cuarto del siglo XIX.

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C A T Á L O G O H A B A N E R O

Pinturas murales pertenecientesa la Casa de la Obrapía,rescatadas por el método delstacco y exhibidas actualmenteen ese inmueble. La imagenpresenta elementos neoclásicos,con una figura humana en negro,enmarcada sobre un fondo,imitando el mármol. En la partesuperior una cortina roja adornael dibujo.

Esta imagen, neoclásica como laanterior, nos muestra cenefas deflores donde predomina la rosaroja sobre un fondo verde, y unrostro enmascarado pende deuna cinta roja sobre un fondoazul. Los restauradoresesbozaron con líneas de coloresla pintura mural faltante, al contarcon la información que brindó elresto de esta decoración en losdemás paramentos de lahabitación.

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P E R S O N A L I D A D E S

Antonio Núñez Jiménez:algunas facetas de su labor científica

Por: Luigi Hernández Marrero

Antonio Núñez Jiménez es una de las figurasmás relevantes de la ciencia cubana, unhombre que dedicó gran parte de su vida a laGeografía cubana, la Espeleología y laArqueología, entre otras. Ñico, como lollamaban sus amigos más allegados, osimplemente Núñez Jiménez, desde muyjoven comienza a dar sus primeros aportes aldesarrollo de la ciencia en Cuba y con sólodiceiséis años funda la SociedadEspeleológica de Cuba.

Resumen

Abstract

Introducción

No pretendo en este trabajo abarcar minuciosamente la labor científicadel fallecido geógrafo, espeleólogo y arqueólogo Antonio Núñez Jiménez;sabemos que su larga trayectoria es imposible resumirla en un breveartículo. No obstante, intentaremos mencionar aquí algunos hechosimportantes de su vida como científico.

Antonio Núñez Jiménez nace en Alquízar, provincia La Habana, el 20de abril de 1923. Hijo de Antonio Núñez Faccio y de Rosario Jiménez de laOsa. Al divorciarse sus padres, comparte su vida entre La Habana yMayarí, donde vivían sus progenitores.

El 4 de abril de 1939, el joven Antonio Núñez Jiménez realiza su primeraexcursión a la Cueva de Candela, situada al norte de Güines, provinciaLa Habana, en la que participaron compañeros del primer año debachillerato del Instituto de Segunda Enseñanza número 1 de la Habana;en ese mismo año también efectúa exploraciones de las Cuevas de Se-boruco, en Mayarí, provincia de Oriente, y la de Cotilla, en la loma de LaCumbre, provincia de La Habana. El 15 de enero de 1940, cuando sólocontaba con dieciséis años de edad, funda la Sociedad Espeleológica deCuba junto a otros compañeros. La misma fue una creación juvenil. Conel transcurso de los años no quedó rincón de Cuba que no fuera recorridopor Núñez Jiménez y sus compañeros, reportando y rectificandoelevaciones, nacimiento de ríos, cuevas, entre otros accidentes geo-gráficos.

Desde la fundación de la Sociedad Espeleológica de Cuba hasta estaépoca han nutrido sus filas valiosos elementos culturales de la nación,como algunos profesores universitarios, historiadores, médicos, maes-tros, comerciantes, zoólogos, geógrafos, arqueólogos, geólogos,paleontólogos, biólogos, botánicos. Allí se destacaron personalidadescomo Alicia Alonso, Fidel Castro Ruz, el antropólogo Manuel Rivero de laCalle, el zoólogo Gilberto Silva Taboada y otros relevantes estudiososcubanos y extranjeros.

La importancia mayor de la Sociedad Espeleológica de Cuba estribaen haber iniciado no sólo la exploración sistemática de nuestro mundosubterráneo y de sus características, sino además en haber emprendidoel estudio total de su geografía, así como de otras ramas de la ciencias

Antonio Núñez Jiménez is one of the mostremarkable figures of Cuban science, a manwho devoted most of his life to Cubangeography, speleology and archaeology,among other sciences. Ñico, the way hisclosest friends used to call him, or simplyNúñez Jimenez, started his contribution toCuban science right from his early youth andwhen he was only 16 founded the CubanSpeleological Society.

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naturales, donde quedan los testimonios no sólo del Dr. Antonio NúñezJiménez, sino lo que es más importante, de numerosos gruposespeleológicos y arqueológicos y de investigadores individuales que a lolargo de medio siglo contribuyeron desde sus filas a enriquecer elconocimiento de la naturaleza cubana y la historia del país.

Antonio Núñez Jiménez realizó una labor intensa y fructífera,incansable geógrafo y espeleólogo de Cuba e investigador en las másdisímiles regiones del planeta, así como en temas geo-históricos yarqueológicos, fundamentalmente.

Entre los aspectos más sobresaliente se cuenta no sólo su laborcientífica, sino también la de difundir la imagen de Cuba a lo largo de susviajes por el mundo.

Su muy prolija producción literaria comprende hasta la fecha (febrerode 1997) 190 libros y folletos, entre ediciones sucesivas y traducciones;1665 artículos publicados; 16 prólogos; 72 entrevistas, dadas a conoceren periódicos y revistas; 5 colecciones de afiche, y 15 documentales detelevisión y cine, que suman 1948 títulos.1

Antonio Niñez Jiménez fue honrado con 95 condecoraciones y 180diplomas de Cuba y otros muchos países.

Recientemente recibió, de la Sociedad Espeleológica de Cuba y de laSociedad Cubana de Geografía, el Diploma Cuarto Descubridor de Cubapor haber encontrado una Cuba soterrada con tantas maravillas comolas de la superficie, y haber difundido toda su belleza y esplendor, lo cuallo hace justo acreedor de este diploma.

1 Israel Echeverría, Luisa Fernández Molina y Roxana Villalba Rojas: Bio-Bibliografía de Antonio Núñez Jiménez, Fundación de la Naturaleza y elHombre, La Habana, 1997.

En abril de 2003 se realizó unprograma en su homenaje a estecientífico revolucionario por los 80años de su nacimiento y las inter-venciones estuvieron colmadas deemoción y cariño, hacia quien fueratambién capitán del Ejército Rebeldea las órdenes del Che. El acto secelebró en el Centro de EstudiosMartianos, con el auspicio de laFundación presidida por LupeVélis, colaboradora y esposa deNúñez.

Su actividad laboral y científica

Antonio Núñez Jiménez, durante1940-1949, realiza diversos trabajos,entre éstos vendedor ambulante;jornalero en el Ministerio de ObrasPúblicas, donde como tal laboró enla construcción de la carretera queune a Consolación del Norte conViñales y en la Vía Blanca de LaHabana a Varadero; empleado dela Comisión Nacional de Propagan-da y Defensa del Tabaco Habano;oficinista en la Casa FotográficaMinicam, de La Habana. Paralela-mente a estos trabajos prosigue sindesmayo sus actividades científicas.

El 20 de febrero de 1943 resultaelecto socio titular de la SociedadCubana de Historia Natural FelipePoey, en La Habana. Posterior-mente, en abril de ese mismo año,dicta en la Sociedad Geográfica deCuba la conferencia «Explorandolas cavernas de Cuba» (publicadaen la Revista de la Sociedad Geográficade Cuba, La Habana, octubre-di-ciembre, 1943) en su calidad de presi-dente de la Sociedad Espeleológicade Cuba. El presidente de la Socie-dad Geográfica de Cuba, doctor

Clase de Arqueología práctica en el Rincón de Guanabo, Cueva La Tomaza, dirigida por el Dr.García Robiu en la década del 40. 1-Dr. Antonio Núñez Jiménez; 2-Hernando López ; 3-Ramón

Dacal; 4-Cesar García del Pino; 5-Dr. García Robiu y 6-Eduardo Queral

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Salvador Massip, felicita al disertante por considerarsu trabajo «…como una valiosa aportación alconocimiento de nuestro país».2 El 6 de diciembre esaprobado su ingreso como Socio Titular de la SociedadGeográfica de Cuba.

En octubre de 1944, Antonio Núñez Jiménez ingresaen la Escuela de Agronomía de la Universidad de laHabana, donde cursa el primer año de la carrera deIngeniería Agronómica.

El 13 de marzo de 1944 es electo Presidente de laSección de Espeleología de la Sociedad Geográfica deCuba, cargo que desempeña hasta 1953. También el14 de julio de 1945 es elegido Socio Numerario de laSociedad Cubana de Botánica y el 14 de agosto de1946 resultó ser Socio Fundador de la SociedadUniversitaria de Exploración. Una vez dentro de dichaSociedad, el Dr. Antonio Núñez Jiménez informa a suJunta acerca de su segunda excursión a la región delPan de Guajaibón (Pinar del Río). La misma acuerdadejar constancia en acta de su felicitación por laexcursión realizada y el correspondiente informe. Enese mismo año realiza una expedición integrada porvarias personalidades: los doctores Osvaldo MoralesPatiño, Roberto Pérez Acevedo y Fernando RoyoGuardia, quienes junto a él descubrieron no muy lejosde la Cueva no. 1 de Punta del Este, la Cueva no. 2 conpictografías semejantes por su estilo y colores a lasde la anterior.

Dos años más tarde los espeleólogos EduardoQueral Martín y Antonio Núñez Jiménez llevaron acabo el estudio de los dibujos de la citada Cueva no. 2,y descubrieron también la Cueva no. 3 en la mismaregión de Punta del Este, cuyos dibujos eran casiexactamente iguales a los de las otras grutas.

En el Quinto Congreso Nacional de Historia,celebrado en la Ciudad de la Habana, entre los días14 y 17 de noviembre de 1946, la Sociedad Espe-leológica de Cuba presentó varios trabajos a la SecciónCuarta (Pre-historia de Cuba), entre ellos el titulado«El Guanahatabey, troglodita Indocubano», pre-sentado por Antonio Núñez Jiménez, donde concluíaque en Cuba existió una arcaica cultura troglodita quehubo de extenderse por toda la Isla y sus cayeríasadyacentes: los guanahatabeyes. También se consi-deraba que podían haber venido a Cuba desde la

2 Antonio Núñez Jiménez: Medio siglo explorando a Cuba, capítulo 16, La Habana, Imprenta Central de las FAR, 1990, tomo 1, p.181.3 Ibídem, capítulo 4, p. 54.

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Florida por vía marítima, tal vez unos dos o tresmilenios atrás, «…sin que exista ningún dato ciertosobre este particular, probablemente sus antepasa-dos fueron los timukuas».3

En el año 1947, durante los meses de julio y agosto,Núñez Jiménez y otros miembros de la SociedadEspeleológica reciben los cursos de Arqueología cuba-na: técnica de excavaciones arqueológicas y «Ensayode Geología, Economía de Cuba», en la Escuela deVerano de la Universidad de la Habana, dictados,respectivamente, por los profesores Carlos GarcíaRobiu y Antonio Calvache; ese propio año, encabe-zada por Antonio Núñez Jiménez, Eduardo QueralMartín, César García del Pino y Ramón Dacal Moure,se realizó la expedición de la Sociedad Espeleológicade Cuba que descubrió un importante indicio de losguanahatabeyes en la Cueva de Carlos Ayala, dondelas piezas descubiertas fundaron un museo arqueo-lógico en la ciudad de Trinidad, bajo la dirección delseñor Manuel J. Bécquer, Historiador Oficial de Trini-dad. Un detallado informe de esta exploración fuerendido al ministro de agricultura, en aquel entoncesDr. Germán Álvarez Fuentes, y a la Junta Nacional deArqueología.

El 7 de marzo de 1949, el Dr. Antonio Núñez Jiménezes elegido miembro individual de la Comisión NacionalCubana de la UNESCO, establecida por el decretoPresidencial Número 401, de febrero de 1949. AntonioNúñez Jiménez era el más joven de sus miembros,por lo cual se desempeñó en el cargo de secretariodurante el acto de constitución. Meses después, el 1ro.

de abril de 1950, es nombrado director del Museo dela Sociedad Espeleológica de Cuba.

Antonio Núñez Jiménez realizó el descubrimientodel mayor monumento arqueológico de Cuba, en laloma de Guaney, provincia de Camagüey. Aquí sedescubrió el montículo que con tierra, piedras yfragmentos de cerámica levantaron los taínos a unode sus dioses: murciélago; este sitio tiene de 2 a 3metros de altura por 14 de ancho y 108 de largo, estaúltima medida es entre las puntas de sus alasenormes, formadas por dos arcos.

Las excavaciones permitieron brindar como resultadoel descubrimiento de 471 piezas arqueológicas de piedra,barro y huesos. En la trinchera o corte del ala del

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murciélago, se descubrió, además, una cazuela quetenía como asa la efigie de otro murciélago, tambiéncon alas extendidas como en posición de vuelo.4

Un acontecimiento cultural trascendental fueronlos hallazgos arqueológicos realizados en las Cuevasde Seboruco (Mayarí), con los que se probó la exis-tencia de la cultura más arcaica del archipiélagocubano y tal vez de las islas del Caribe.

Otros hechos importantes en el currículum de estedestacado científico corresponden al período 1954-1955, cuando fue profesor del Curso de Espeleología ycuando, en octubre de 1955, obtiene por concurso-oposición el nombramiento de Profesor Titular de laCátedra de Geografía Regional (Eurasia, África yOceanía) y Geomorfología, de la Universidad Centralde las Villas; un mes más tarde presenta el plan paralas investigaciones geográficas de la provincia de lasVillas en su condición de Profesor Titular de dichacátedra, en la universidad mencionada. Durante sufructífera actuación en esta casa de estudios sientalas bases para la fundación del museo y archivogeográfico en esa institución.

Meses después, el 13 de febrero de 1956, reingresacomo miembro regular de la National SpeleologicalSociety, Washington, en los Estados Unidos.

A finales de julio de 1956, los investigadores ManuelRivero de la Calle y Antonio Núñez Jiménez realizaronun viaje de estudios arqueológicos a la provincia deCamagüey, donde visitaron dos importantes locali-dades, primero una cueva del Cerro de Tuabaquey,ubicada en el grupo orográfico de la Sierra de Cubitas,donde habían sido reportadas importantes pictografíasaborígenes, y después un residuario arqueológicoenclavado en la cima de las lomas de Guaney, elevadamuy próxima a la costa norte del municipio de Esmeralda,donde descubrieron el primer montículo representativode la cultura taína fuera de la provincia de Oriente. Dichasexcursiones por ambas zonas camagüeyanas fueronorganizadas por las cátedras de Antropología y Geografíade la Universidad Central de las Villas.

En agosto de 1956, durante los días del 3 al 7, el Dr.Antonio Núñez Jiménez es nombrado vocal del ComitéOrganizador del XII Congreso Nacional de Historia,celebrado en Jiguaní (actual provincia de Granma).Este congreso fue presidido por el insigne historiadorcubano Emilio Roig de Leuchsenring.

El doctor Núñez Jiménez realizó importantesactividades dentro de la Academia de Ciencias deCuba. Desde el 20 de febrero de 1962 fue presidentede la misma hasta que en 1972 es nombrado embaja-dor de Cuba en Perú. Hasta nuestros días fue in-vestigador de Mérito de la Academia de Ciencias deCuba. Dentro de las actividades más sobresalientesdurante el período que permaneció en la Academiase destacó por las siguientes:

· Inaugura el Museo Histórico de las Ciencias«Carlos J. Finlay» (3 de diciembre de 1963).

· Inaugura el Departamento de Geofísica de laAcademia de Ciencias de Cuba (17 de abril de 1964).

· Inaugura el Departamento de Antropología de laAcademia de Ciencias de Cuba (19 de octubre de 1964).

· Inaugura el Instituto de Geografía y el Depar-tamento de Geología de la Academia de Ciencias deCuba (15 de enero de 1965).

· Inaugura el Instituto de Oceanología de laAcademia de Ciencias de Cuba (28 de enero de 1965).

· Inaugura el Instituto de Biología de la Academiade Ciencias de Cuba (23 de julio 1965).

· Inaugura el Instituto de Meteorología de laAcademia de Ciencias de Cuba (12 de octubre de 1965).

· En 1966 propone la creación de las primerasReservas Naturales: Cabo Corrientes y El Veral, en laPenínsula de Guanahacabibes; Cupeyal del Norte, enHolguín; Jaguaní, en Guantánamo, y Cayo Caguanes,en Sancti Spíritus.

· En el período de 1966-1967 se desempeña comoprofesor del curso de Carsología de la Escuela deGeografía de la Universidad de la Habana.

· Inaugura en la Gran Piedra la red de radaresmeteorológicos del Instituto de Meteorología, San-tiago de Cuba (6 de septiembre de 1966).

· Inaugura el Instituto de Investigaciones Tropicalesde la Academia de Ciencias de Cuba (8 de noviem-bre de 1966).

· El 4 de octubre de 1967 crea, por Resolución Oficial,el Departamento de Botánica de la Academia deCiencias de Cuba.

· El 18 de marzo de 1984 clausura la I Reunión Nacionalde Microbiología, Academia de Ciencias de Cuba.

Entre la década de 1960 y 1970 realizó importantesestudios sobre el arte rupestre de los aborígenescubanos. De 1975 es su conocida obra Cuba: dibujos

4 Antonio Núñez Jiménez: ob. cit. capítulo 7, p.71.

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rupestres, precedida de otras monografías sobre eltema. En los años sucesivos también publicó varioslibros sobre dicha materia de estudios.

En 1982 el periódico Granma entrevistó a estadestacada personalidad intelectual caribeña, cuandoocupaba el cargo de viceministro de Cultura, quienpresentó una síntesis de sus trabajos arqueológicosdesarrollados durante más de cuatro décadas, anterepresentantes de la Academia de Ciencias, laComisión Nacional de Monumentos y la SociedadEspeleológica de Cuba, congregados en el MuseoAntropológico Montané de la Universidad de laHabana.5

En la misma, el Dr. Antonio Núñez Jiménez resaltasu labor junto a otros compañeros (miembros de laSociedad Espeleológica, etc.) desde la primeraexploración espeleológica en el oriente del país(Holguín), Cuevas de Seboruco, donde se realizó elhallazgo de la industria lítica aborigen más antigua deCuba. También el Dr. destacó que en 1950 sepublicaron en la revista Carteles esos descubrimientosde Seboruco, poniendo de manifiesto una culturainferior, que al parecer desconocía la cerámica y elpulimento de piedras, pero conocía secretos de la talla;posiblemente estos habitantes fueron siboneyes muyprimitivos. Se destacó también que varios añosdespués de los hallazgos en Seboruco se descubrieronen la República Dominicana localidades como la deMordán, con un ajuar semejante al de la localidadoriginal de Seboruco.

Afirmaba también para el diario, el Dr. AntonioNúñez Jiménez, que en 17 localidades del archipiélagocubano y en cinco del resto de los que integran elCaribe se han hallado manifestaciones de esta cultura,representada en su aspecto material por sílex las-queado, principalmente por láminas largas y filosascomo cuchillos, y destrales majadores y otras piezasde diferentes clases de rocas. Estos estudios se reali-zaron en cuatro lugares de la República Dominicana yen la isla de Antigua, en las Antillas Menores. Todasellas se estudiaron después de los descubrimientosen Seboruco.

También el Dr. Antonio Núñez Jiménez, presidentede la Sociedad Espeleológica de Cuba, dirigió laexpedición a la Sierra de los Órganos, donde tuvieronlugar importantes descubrimientos paleontológicos y

espeleológicos, reportando la Caverna de SantoTomás (la cueva más grande de Cuba, con más de 50km de galerías cartografiadas), así como fósiles entrelos que se cuentan las extremidades de un plesiosauro,gran reptil marino depredador que vivió en los maresque cubrían hace 150 millones de años la zonacorrespondiente a la Cordillera de Guaniguanico.Igualmente se hallaron moluscos cefalópodos y uncarapacho de una tortuga, también de aquella edad, yotros fósiles que fueron sometidos a estudioscientíficos.

Otra de las expediciones a destacar en la trayectoriade el Dr. Antonio Núñez Jiménez fue la realizada en1982 a la Antártida, en unión de científicos soviéticos.

El 12 de octubre de 1986, el Dr. Antonio NúñezJiménez presentó la ponencia «El turismo como motorde rescate de las fuerzas culturales», en el XXIXCongreso de la Federación de Periodistas y Escritoresde Turismo, La Habana. En ese mismo año esnombrado presidente de la delegación de Cuba a laIV Reunión Iberoamericana «Descubrimiento deAmérica-encuentro de dos mundos», en Buenos Aires,Argentina, y allí se entrevista con el presidente RaúlAlfonsín. Lleva a cabo un viaje cultural a Bogotá,Colombia; imparte la conferencia titulada «Eleurocentrismo y el encuentro de dos mundos», dictadaen la cátedra de las Américas que dirige GermánArciniegas, y se reúne con el presidente de la Repú-blica, Virgilio Barco, y también con los expresidentesCarlos Llera Rastrepo, Misael Pastrano Borrero yAlfonso López Michelsen. Aquí realiza un viaje alAmazonas colombiano para después preparar laexpedición «En canoa del Amazonas al Caribe».

Un año más tarde, del 2 de marzo de 1987 al 28 dejunio de 1988, dirige y organiza esa expedición, «Encanoa del Amazonas al Caribe», por veinte países a lolargo de 17 422 km; la misma fue precedida por unviaje en canoa desde Surgidero de Batabanó a la Islade la Juventud, realizado por un grupo de aficionadosa las ciencias en Batabanó, en 1978. Durante estemismo período de 1986 a 1988, el Dr. Antonio NúñezJiménez participa en la confección del nuevo AtlasNacional de Cuba.

Desde 1993 fungió como investigador del Institutode Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba,donde impartió los cursos de postgrado Historia de

5 Marta Rojas: « He tenido el más grande honor de mi vida», Granma, La Habana, 23 de junio de 1982.

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P E R S O N A L I D A D E S

las ideas geográficas e Historia de las ideas geo-gráficas en Cuba. Años después, en 1997, fue nom-brado Investigador de Mérito de la Academia deCiencias de Cuba, dada a su incansable faena.

Antonio Núñez Jiménez fue un hombre que nosdejó inculcado que el deseo, la pasión y la tenacidadpor una obra bella, se imponen frente a cualquierobstáculo; un hombre dedicado a la lucha revolu-cionaria de nuestro país. Alcanzó los grados de capitána las órdenes del comandante Ernesto Che Guevara,durante la campaña de liberación de nuestra nación.Con el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, fuedirector del INRA (Instituto Nacional de ReformaAgraria), presidente del Banco Nacional, presidentede la Academia de Ciencias, embajador en Perú y enlos últimos años de su vida se destacó por su intensotrabajo mantenido en la Fundación que él mismocreara. El objetivo principal de este breve artículo esdestacar la labor científica desarrollada por el Dr.Núñez Jiménez en más de medio siglo y sus aportespara una cultura de la naturaleza.

El Dr. Núñez Jiménez durante la expedición «En canoa del Amazonas al Caribe»,la cual organizó y dirigió

El espeleólogo R. T. Escardó y el Dr. A. NúñezJiménez estudian las pictografías de la Cueva

de Pichardo, Sierra de Cubitas, Cuba

Agradecimientos

Expreso mi total gratitud a la Fundación de laNaturaleza y el Hombre Antonio Núñez Jiménez, porel apoyo brindado en el enriquecimiento documentaly gráfico de este artículo, especialmente al compañeroÁngel Graña.

Quisiera agradecer también la colaboración devarias personas que de una manera u otra mebrindaron su ayuda para la realización de este trabajo,especialmente a varios compañeros de trabajo:Rolando Crespo, José Manuel Torres Pico, AlessandroLópez y Roger Arrazcaeta.

Núñez Jiménez, Antonio (1990): Medio siglo explorando a Cuba,tomos I y II, Imprenta Central de las FAR, La Habana.

Echeverría, Israel, Luisa Fernández Molina y Roxana VillalbaRojas (1997): Bio-Bibliografía de Antonio Núñez Jiménez,Fundación de la Naturaleza y el Hombre, La Habana.

Rojas, Marta (1982): « He tenido el más grande honor de mivida», Granma, La Habana, 23 de junio.

BIBLIOGRAFÍA

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Pendientes de perros y focasde los agroalfareros de La EspañolaPor: Osvaldo Jiménez Vázquez y Roger Arrazcaeta Delgado

Se estudia un grupo de pendientes elaboradosen dientes de mamíferos, procedentes de unsitio arqueológico de República Dominicana.Estas piezas dentarias corresponden a Canislupus familiaris y Monachus tropicalis. Seestima que la muestra pertenececulturalmente a la fase agricultores, a partir delas características intrínsecas de la misma ylas técnicas empleadas en su elaboración.

Resumen

Abstract

Introducción

En las culturas precolombinas de la cuenca antillana, el arte se expresóen disímiles manifestaciones y materiales: escultura, pintura, grabado,modelado, talla, incisión; todos materializados en piedra, concha, madera,hueso, cerámica y fibras vegetales, alcanzando su más refinadaconcepción en las culturas de tradición neolítica, particularmente laconocida comúnmente como taína, la cual logró un nivel más complejode las labores artísticas en La Española. Entre los materiales óseos devertebrados para la fabricación de objetos del arte ceremonial o ritual seregistran diferentes piezas dentarias (Rímoli 1977, Rivero de la Calle 1981y Jiménez y Milera 2002). En el presente artículo se estudia una muestrade pendientes en piezas dentarias de mamíferos, procedentes de unsitio arqueológico localizado, en 1976, en una cueva cercana a PlayaGuayacanes, costa sur de la provincia de San Pedro de Macorís, a unos45 km al este de Sto. Domingo, República Dominicana (Eusebio LealSpengler 2004 com. pers.).

Materiales y métodos

La muestra está compuesta por 48 dientes caninos de mamíferosadultos. El cálculo del Número Mínimo de Individuos (NMI) de los cánidosse efectuó sobre la base de la pieza dentaria más frecuente (caninosuperior derecho) y como resultado se identificaron 11 individuos. Nofue posible clasificar 5 piezas dentarias de cánidos en su posición en lamandíbula o el maxilar, debido al deterioro post-deposicional. Lasmedidas utilizadas fueron las siguientes: Longitud total, Longitud de lacorona por el lado labial, Longitud de la raíz por el lado labial, Diámetroantero-posterior de la corona a nivel del cuello y Diámetro linguo-labialde la corona a nivel del cuello. Las dimensiones se tomaron con uncalibre marca Vernier con un error de precisión de 0,05 mm.

Los orificios artificiales de cada uno de los especímenes se observaroncon la ayuda de un microscopio estereoscópico trinocular Optika (modeloSRZ-14).Todos estos materiales están depositados en las colecciones delMuseo de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de LaHabana.

A group of pendants made out of mammalteeth from an archaeological site in theDominican Republic is studied. These teethcorrespond to Canis lupus familiaris andMonachus tropicalis. It is believed that theteeth are involved with communities with anagricultural development, based on theintrinsic features of the samples and thetechnic used in the manufacture.

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Sistemática zoológica

Clase Mammalia Linnaeus, 1758Orden Carnivora Bowdich, 1821Familia Canidae Gray, 1821Canis lupus familiaris Linneo, 1758«Perro Mudo»

La mayor parte de las piezas (46) correspondenpor sus características anatómicas a un mamíferocarnívoro de la familia Canidae. Los caracteresdiagnósticos son los siguientes: Caninos algoaplanados linguo-labialmente, ovalados en seccióntransversal, raíces fusiformes y superficie de la coronapulida. En el margen anterior de la cara interna o lingualpresentan un borde vertical arqueado que desciendehasta la base de la corona, haciendo contacto enposición horizontal con el margen posterior de lamisma. En la cara posterior presentan una líneavertical filosa, la cual va del ápice de la corona hastala base de ésta. Los caninos superiores son largos ymuy puntiagudos, describiendo un arco menoscerrado que los caninos inferiores. Los caninosinferiores son ligeramente más alargados que lossuperiores y describen un arco algo más cerrado; lalongitud de la corona es relativamente menor encomparación con los superiores.

Tomando en cuenta la posición cronológica de laspiezas, sin dudas se trata del «Perro Mudo» (C. l.familiaris), animal descrito por los cronistas y regis-trados en sitios arqueológicos taínos de la RepúblicaDominicana (Lawrence 1978; Rimoli 1977), y en otrosde las Antillas. Todas las piezas de C. l. familiaris de laaludida cueva son de ejemplares adultos.

Suborden Pinnipedia Illiger, 1811Familia Phocidae Gray, 1825Monachus tropicalis (Gray, 1850)«Foca Tropical»

Un canino superior derecho de talla apreciable yen muy buenas condiciones de preservación,corresponde a un mamífero carnívoro marino. Estapieza es muy posible que sea del suborden Pinnipedia(familia Phocidae) y de la especie Monachus tropicalis,la cual se había registrado con anterioridad en un sitioagricultor de la República Dominicana (Rimoli 1977).De acuerdo con la diagnosis ofrecida por True y Lucas

(1884), los caninos superiores de M. tropicalis son cortos,robustos y rugosos, presentando un borde redondeadoen la cara posterior, detalles que concuerdan perfec-tamente con el ejemplar dentario que se estudia. Tambiénreferimos a esta especie de foca, otro diente caninoinferior, con la región de la corona muy deterioradapor procesos post-deposicionales. Ésta es sin dudasde un mamífero carnívoro adulto de talla significativa.La sección transversal es semicircular en la raíz ycircular en la corona, la cual es puntiaguda e incurvadaposteriormente. La raíz es robusta y fusiforme ypresenta mayor longitud que la corona.

Las primeras observaciones de esta especie enlas Antillas, fueron hechas por el almirante CristóbalColón en su segundo viaje. Sobre estas noticias,tomadas de su diario, nos dice Varona (1980):

En los días finales de agosto de 1494, la navedel Almirante se encontraba anclada cercadel islote de Alta Vela, junto a la costa sur deLa Española (isla de Santo Domingo), y variosmarineros fueron enviados a tierra para quedesde lo más elevado de dicho islote oteasenel horizonte con el fin de localizar otros barcos.Cumplida la misión, regresaron a la nave, nosin antes matar ocho «lobos marinos» queencontraron descansando en la arena.

Otros autores registran su presencia en diversoslugares de la región antillana: Cayos de Dray Tortugas(Herrera 1513); Isla de Guadalupe (Du Tertre 1667);Bahamas (Sloane 1687); Islas Alacranes (Dampier1705), Jamaica (Hill 1843) y Cuba (Poey 1883 y Varona1980).

En sitios del archipiélago cubano también seregistraron huesos de la Foca Tropical. Rivero de la Calle(1981) expone el hallazgo de dos pendientes de estaespecie en incisivos superiores en un sitio preceramistade la cueva de La Pluma, provincia de Matanzas. En elsitio protoarcaico Seboruco I, Mayarí, provincia deHolguín, se colectó un incisivo sin elaboración algunaen un contexto cavernario referido a comunidadescon industrias de tradición paleolítica (Pino 1991).

Comentarios

Para asumir la tarea de identificar los restos deesta muestra, se analizó, en primer lugar, la fauna

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que existió durante el Cuaternario (± 1 000 000 años)en la subregión zoogeográfica antillana. El registrofaunístico anterior a la llegada del hombre aborigendemuestra que los carnívoros controladores, natu-rales de las poblaciones de roedores capromidos yequimidos, insectívoros soricomorfos y otros ver-tebrados, eran las grandes aves de presa de losgéneros Titanohierax, Gigantohierax, Amplibuteo,Ornimegalonyx, Bubo, Tyto, etc., las cuales, al parecer,no fueron conocidas por los aborígenes. Al arribo delas primeras oleadas humanas a Cuba (± 4 000 ane),durante su permanencia y hasta la entrada de loscolonizadores europeos, a fines del siglo XV, el únicomamífero carnívoro terrestre fue el perro mudo (C. l.familiaris), introducido por los amerindios desdeSuramérica en islas como La Española, Jamaica, Cuba,Puerto Rico y Bahamas. En otros territorios caribeños(Barbados, Guadalupe y Bahamas) se identificaroncuatro taxones de carnívoros del género Procyon(Mapache, Familia Procyonidae,), dos de estos, P. l.maynardi (Bangs 1898) y P. lotor (Linnaeus 1758) fueronintroducidos en los siglos XVIII y XX, respectivamente,desde Norteamérica; de los restantes, P. gloveralleni(Nelson and Goldman 1930), P. minor (Miller 1911) noexiste certeza acerca de cómo se trasladaron a lasAntillas Menores (Varona 1974 y MacPhee and Fleagle1991). Otra especie de Procyonidae, Potos flavus

Caninos de perro (C. l. familiaris)con perforación bicónica en la raíz

y adornos de líneas incisasen distintos planos de la misma

(Schreber 1774), fue registrada con dudas en un sitiopaleontológico de Jamaica (MacPhee and Fleagle1991). Sin embargo, estos registros de carnívorosterrestres no tienen relación alguna con las especiesdel presente estudio, pues sus caracteres dentariosson muy diferentes de las familias Canidae y Phocidae.

Todos las piezas (48 en total) tienen perforacionesbicónicas intencionales para colgar a una cuerda,probablemente como pendientes para formar colla-res, pulsos u otros aditamentos de uso personal, decarácter religioso o estético; en un ejemplar de Canislupus familiaris se encuentran hasta tres orificios, siendoimposible discernir si todos son contemporáneos,aunque también aparecen con un solo hueco o condos, todos en el sector de la raíz de los dientes. Seaprecia en las perforaciones una depurada técnica enla apertura de los orificios, con el empleo deperforadores de sílex de distintos calibres, algunosmuy especializados, con los cuales se lograron abrirorificios profundos de 1,5 y 2,0 mm de grosor. Deacuerdo con la morfología de los huecos, la aperturase hizo con un perforador de penetración continua,enhastado probablemente en una varilla de madera,con el cual se horadó, empleando las palmas de lasmanos en movimiento rotatorio, alternando ladirección hacia delante y hacia atrás (Semenov 1981:40-42). Esta cinemática queda confirmada porque la

Caninos de perro (C. l. familiaris)con perforaciones bicónicas en las raíces.El ejemplar del extremo derecho presenta

muescas antero-posteriores en la propia raízy líneas incisas

Caninos de perro (C. l. familiaris)con perforaciones bicónicas dobles

en las raíces

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mayoría de los orificios presentes en las piezas notienen huellas lineales paralelas dejadas por la accióndel taladro, y poseen un contorno irregular e inclinado,debido a que el eje del perforador se desvió hacia loscostados durante la penetración del material óseo(Semenov 1981: 41). Por otra parte, la presencia dealgunos pendientes con orificios de circunferencia casihomogénea en toda su profundidad y hechos con unhueco de parte a parte por un lado, luego nivelado oretocado por el otro lado con el mismo perforador,puede ser una prueba de que también se utilizó parala perforación un taladro de arco, el instrumento demayor perfección creado para este trabajo en la épocaneolítica europea (Semenov 1981: 147-156).

Los cortes o incisiones hechos en 11 pendientes deCanis lupus familiaris de esta colección, la mayoríalocalizados en la raíz de los dientes, presentan secciónen v, una evidencia de su factura con un instrumentode piedra de borde filoso retocado, acuminado.

De acuerdo con otros artefactos similares, decontextos arqueológicos antillanos bien definidos, ycon la tipología y la técnica utilizada en la elaboraciónde estos pendientes (cortes y perforaciones), pode-mos afiliarlos a la cultura taína.

Las alteraciones observadas en las piezas tuvierondos orígenes, uno antrópico con fines artísticos ysuperestructurales y otro post-deposicional, que seevidencia en fracturas, grietas en la superficie de lascoronas y en las raíces, las cuales indican la exposiciónde las mismas a agentes como la humedad y latemperatura. Asimismo, se detectaron al microscopio

efectos como una pátina brillante que cubre lasuperficie de las piezas e incluye las perforacionesantrópicas, concreciones calcáreas y leves rasgos demineralización, todos estos indicativos de su vejez.

En muchos de los ejemplares, al ser desgastado elextremo apical de la raíz con un fin estético, quedó ex-puesto el conducto que aloja los nervios, vasossanguíneos y linfáticos. También se observan dientescon desgastes en las caras laterales de la corona, locual se debe, a todas luces, a una mala oclusióndentaria, por defectos en la masticación. Otrofenómeno observado es el pulimento de las raíces, elcual en muchas ocasiones dificulta encontrar el límiteentre la base de la corona dentaria y el extremosuperior de la propia raíz, quizás provocado por laelaboración estética o el uso reiterado de la prenda.Las dimensiones tomadas a los caninos de C. l.familiaris muestran variaciones, debidas a dimorfismosexual o variaciones de talla, éstas últimas conocidasen las poblaciones de perros precolombinos antillanos,pues como opinan diversos autores existían razasmenores y razas mayores. No conocemos si los dientesde estos cánidos fueron obtenidos de animales muertosnaturalmente o sacrificados, aunque se conoce que losamerindios agricultores antillanos extraían dientespremolares a los perros en vida (Wing 1991), con el fin decontrolar el efecto prensor del aparato masticatorio so-bre las presas. Este tipo de extracción se observa enmandíbulas de perros de Puerto Rico y Cuba.

Con anterioridad al conocimiento del presentematerial, se colectó en una cueva en el Cabo San

Caninos de perro (C. l. familiaris)con perforaciones bicónicas

linguo-labiales y antero-posterioresen las raíces. El ejemplar de la izquierda

posee tres perforaciones bicónicas

Detalle de las perforaciones bicónicas de la imagen anterior Caninos de foca tropical(Monachus tropicalis)

con perforación bicónicaen la raíz

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Tabla 1. Medidas (mm) de las piezas dentarias de C. familiaris.Rango observado y Media (entre paréntesis)

Tabla 2. Medidas (mm) de piezas dentarias de Monachus tropicalisy Canis lupus

Rafael, provincia La Altagracia, costa sur oriental dela República Dominicana (Rímoli 1977), una importantecifra de pendientes confeccionados en caninos de Canissp., Monachus tropicalis y Globicephala sp., los cuales eranparte de un collar. Según el autor del artículo, contabacon cerca de 4 000 cuentas.

Algunas analogías entre estos pendientes y losregistrados por Rímoli (1977) indican una apreciablesimilitud entre ambas muestras. En sitios agroalfarerosdel oriente de Cuba también se encuentran pendientesde caninos (C. l. familiaris) con diseños parecidos (Rivero

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Rivero, M. (1981): «Pendientes aborígenes cubanos», en Revistade la Biblioteca Nacional José Martí, no. 1, a. 72, 3ra. época- v. XXIII,La Habana, pp. 49-59.

Semenov, S. A. (1981): Tecnología prehistórica, AkalUniversitaria, serie Arqueología, Akal Editor.

True, F. W. y F. A. Lucas (1884): «On the West Indian Seal(Monachus tropicalis, Gray)», in Annual Report of NationalMuseum, Washington, pp. 331-335.

Varona, L. S. (1980): Mamíferos de Cuba, Ed. Gente Nueva, LaHabana.

Wing, E. S. (1991): «Dog Remains from the Sorcé Site onVieques Island, Puerto Rico», in Illinois State Museum ScientificPapers, v. 23: 379-386, Springfields.

Tabla 3. Características de los cortes en la piezas dentariasde Canis lupus familiaris

Tabla 4. Características de las perforaciones

1981), reflejo de las características comunes de estacultura en las Antillas.

Agradecimientos

Al Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador de LaCiudad de La Habana, quien amablemente cedió elmaterial para su estudio y exposición. A AntonioQuevedo, Director del Museo de Arqueología de laOficina del Historiador, quien tuvo a su cargo eltratamiento de conservación a las piezas dentarias.

BIBLIOGRAFÍA

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B I B L I O T E C A Por: Tatiana Guerra Hernández

Bate, Luis Felipe: El proceso de investigación en Arqueología. Ed.Grijalbo-Mondadori, Barcelona, 1998.

El texto desarrolla temas fundamentales para la Arqueología, como laestructura general del proceso de investigación. Destaca los problemasmetodológicos; el proyecto, el proceso de producción de información,la identificación de las culturas, la inferencia de los modos de vida y lasformaciones sociales. Hace referencia también a las cuestionesontológicas y al materialismo histórico como posición ante el análisisde la formación de las estructuras sociales.Luis Felipe Bate (Santiago de Chile, 1949), uno de los arqueólogosmás prestigiosos de América Latina, logra con este volumen un resumende la problemática teórica y metodológica que encierra la Arqueología.

Trigger, Bruce G.: Historia del pensamiento arqueológico. Ed. Crítica,Barcelona, 1992.

El profesor Bruce G. Trigger, de la Mcbill University en Montreal, Canadá,desde una concepción positivista, hace un recorrido por la historia dela Arqueología, al revisar el desarrollo de esta disciplina desde la épocamedieval hasta la actualidad.El texto incita a una interpretación más amplia y global sobre lasdiferentes tendencias que se han producido en la Arqueología. Tambiénabarca la objetividad de la investigación de esta disciplina y comentasobre la perspectiva ideológica del arqueólogo.Historia del pensamiento arqueológico es un interesante y completobosquejo sobre el devenir de esta ciencia, así como una excelenteobra de referencia para especialistas.

Arjona Pérez, Marta: Patrimonio cultural e identidad. Ediciones Boloña,Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana, 2003.

Con esta reedición de Patrimonio e identidad, de Marta Arjona, directorade Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, la Editorial Boloñanos coloca frente a un texto que define conceptos claves en el ámbitode la museología y del patrimonio, desarrollados en estrecha relacióncon los valores de nuestro país. Muestra la experiencia cubana para larestauración, conservación y revitalización en diferentes centroshistóricos, así como destaca la importancia del museo en su interacciónactiva con el espacio social, el papel popular del mismo y su misión enla difusión de la cultura.

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Gabinete de Arqueología / 195

B R E V E S d e l b o l e t í n

Los especialistas del Gabinetede Arqueología utilizan las nuevastecnologías en la Sección deInformática del centro para unmejor desarrollo y calidad en lostrabajos de investigación.

Los restauradores de pinturamural usan este servicio y, a travésde los programas de computación,realizan documentaciones detalla-das donde muestran trabajos conplanos, señalizaciones e imáge-nes de las diversas fases en lasrestauraciones y levantamientosarquitectónicos de los muros conpinturas murales. Esto nos permitereconstruir por etapas las transfor-maciones y nuevas decoracionesefectuadas en los inmuebles en eltranscurso de los años. Medianteesta herramienta informática, po-demos mostrar futuras presen-taciones estéticas de pinturas

La informática en la documentación de trabajos deinvestigación y restauraciónPor: Sandra Páez Rosabal

murales en sus paramentos, restauradas digitalmente, así comoreconstrucciones de fragmentos de lozas y azulejos de siglos anteriores,lo cual facilita y agiliza este trabajo, antes realizado a mano alzada conlápices de colores o acuarelas. Este campo brinda la posibilidad deapreciar la obra con su textura y color original, conservando lasirregularidades de la superficie (datos difíciles de conseguir en losdibujos).

Son varios los logros alcanzados; entre ellos hallamos los trabajosexpositivos para conferencias y eventos, realización de posters en latemática de la pintura mural, registros fotográficos, y las reconstruccionesantes mencionadas que incluyen más de 20 azulejos y un plato de mayólicaitaliana del siglo XVI. Con la explotación de las nuevas tecnologías, losespecialistas de las diferentes secciones del Gabinete elevan la calidadde los trabajos hechos diariamente según las disciplinas de estudio.

Obispo # 117-119, futuro museo de la pintura mural

El grupo de pintura mural, delGabinete de Arqueología, se en-cuentra laborando en el futuroMuseo de la Pintura Mural, sito enObispo #117-119. Esta edifi-cación, construida en el períodocolonial, es una de las más anti-guas de La Habana.

La investigación efectuada,mediante calas exploratorias entodas sus estancias, arrojó lapresencia en sus muros de unaamplia variedad de pinturas mura-

Por: Yanira Arteaga Romero y Aida C. Núñez Miranda

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B R E V E S d e l b o l e t í n

les coloniales y contemporáneas,como la que se encuentra en unahabitación de la segunda planta,plasmada en la década de 1980para la escenografía de la películacubana Cecilia. Actualmente seterminan los trabajos de conso-lidación y restauración en un arcode la planta baja, en la escalera y

El municipio de Bahía Honda,en la actual provincia de Pinar delRío, ostenta una rica herencia decafetales franceses o de influenciafrancesa. No obstante, en estaregión se localizan significativosrestos arqueológicos de ingeniosazucareros como Nueva Teresa,propiedad de Don José SuárezArgudín, Perla o Santa Teresa,propiedad de Don Joaquín Gó-mez, y San Gabriel, del conde deLombillo.

El Ingenio San Gabriel deLombillo fue fomentado por el 1er.

conde de Casa Lombillo, en el año1796, y se localiza a 10 km deBahía Honda. El azúcar fue lafuente principal de la haciendaSan Gabriel de Lombillo, y Jacobode la Pezuela, en su Diccionariogeográfico, estadístico, histórico dela isla de Cuba, de 1863-1866,afirma que esta propiedad dicecontar con una fuerza motriz devapor, tren jamaiquino, y un áreade 27 caballerías para el cultivo decaña. Estas cualidades le dieronen 1860 la zafra más alta de lazona, con 4 045 cajas de azúcar.La propiedad contaba además con27 caballerías, las cuales se em-pleaban con otros fines, como el

Sobre el ingenio y cafetal San Gabriel de Lombillo

cultivo del café. No se conoce la fecha en que se fomentó este cafetalen San Gabriel, y Pezuela no habla de él como parte de la propiedad,cuestión que deberá ser estudiada con detenimiento en el futuro.

La hacienda fue escenario de un encuentro bélico durante la guerra,lo cual involucró al General Antonio Maceo y tropas españolas, el día13de julio de 1896, siendo un revés para las tropas libertadoras quetuvieron dos muertos y dieciocho heridos, según José Miró Argenter ensu obra Crónicas de la guerra. El lugar en el presente revela una seriede ruinas, almacenes y un arco, todos relacionados con la plantacióncafetalera, situada al oeste del ingenio, en las estribaciones de la Sierradel Rosario.

El lugar posee una topografía irregular, lo cual determinó laconstrucción de instalaciones para el traslado del agua a la plantación.El sistema de aljibes recibía el agua del arroyo Santiago y descargabaa una gran cisterna, y ésta aliviaba por rebozo a un acueducto hasta elcafetal. Otra estructura encontrada fue el horno de cal, parcialmentedemolido por la actividad antrópica ulterior para reutilización de losmateriales. En la actualidad, en las tierras del cafetal, existe un bateyllamado San Gabriel, responsable en gran medida del deterioro de lasruinas.

Por: Javier Rivera

en la galería del segundo nivel, y se ha comenzado la intervención dela pintura del filme Cecilia, en la habitación antes mencionada.

En el museo se apreciará la pintura mural en su soporte, devol-viéndole al edificio parte de su valor histórico y estético; se exhibirán envitrinas y bastidores fragmentos de pinturas murales con diferentesestilos y técnicas pictóricas, recuperadas en varios inmuebles de LaHabana Vieja. Asimismo, se mostrarán dibujos de pinturas murales yuna información detallada sobre esta temática.

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B R E V E S d e l b o l e t í n

Por: Lester Puntonet Toledo

Así comenzaba nuestra inves-tigación, con la pregunta sobrequé uso tuvo una pieza muy inte-resante del lote # 0-390, de losfondos de arqueología del MuseoProvincial de Cienfuegos.

Corría el año 1971, y el arqueó-logo Alfredo Rankin Santanderexcavaba junto a compañeros delgrupo arqueológico Jagua, en losfosos de la batería Nuestra Señorade los Ángeles de Jagua, edificioconstruido en 1745. Allí se encon-traron diversidad de objetos perte-necientes a la vida cotidiana dellugar. Las bolsas cargadas dehistoria habían estado almace-nadas en nuestra institución hastael pasado año, cuando comen-zamos a limpiar el material parasu clasificación, que se ha rea-lizado gracias al curso de cerámicashistóricas impartido por LisetteRoura, del Gabinete de Arqueo-logía, de La Habana. Habíamosescogido varias piezas para elmontaje nuevo de nuestro museo,una de éstas es de hueso, alar-gada y plana, con decoracionessinuosas en los bordes, y se frac-turó por donde hay tres orificios.Posee un largo de 9,2 cm, anchode 2,1 cm y un grosor de 0,8 cm.No sabíamos bien su clasificación,y la habíamos identificado como«pieza tallada». Afortunadamentepudimos rectificar este error, alconsultar el libro de KathleenDeagan, Artifacts of the SpanishColonies of Florida and the Caribbean1500-1800, v. 2, 2002.

¿Qué uso tuvo?

1 Katleen Deagan (2002): Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean 1500-1800, v. 2, Smithonian Institution Press, Washington andLondon, pp. 228-234.2 Ibídem, pp. 304-309 .

Y aquí venía la respuesta. Lo que nos había hecho plantear variashipótesis era un cepillo de dientes o de pelo, posiblemente francés porsu decoración y mango. Posee líneas guías en una de sus caras y lostres orificios tienen 0,5 cm cada uno. Esta exactitud en el diámetro delos mismos indica su posible fabricación en máquina.1 Este documentohistórico es único en la provincia de Cienfuegos.

Otras piezas enigmáticas

Al comienzo de la década de 1990, los miembros del grupoarqueológico Jagua excavamos en Cayo Ocampo, sitio al que quinientosaños atrás llegara el conquistador Sebastián de Ocampo, quienconviviera un tiempo con la comunidad de aborígenes agricultores-ceramistas establecida allí. Después de permanecer quince días en ellugar, ya teníamos elementos demostrativos de la presencia españolacon varias piezas de bronce y cerámicas europeas descubiertas.

Años más tarde, al inaugurar la sala dedicada a la ComunidadPrimitiva, del Museo Provincial de Cienfuegos, estos objetos pasaron aser parte de la exposición permanente. Por fin, después de más de diezaños de espera, estas piezas enigmáticas comenzaban a hablar de supasado. Se trataba de viejos cierres de libros, aditamentos muyutilizados en el siglo XVI en libros. Piezas similares son descritas por lainvestigadora norteamericana Kathleen Deagan.2 El hecho de haberpodido identificar tales accesorios, es una evidencia concreta de lapresencia en el sitio de personajes de relevancia dentro de losdiferentes grupos de marineros y soldados, entre los cuales seencuentran sacerdotes y oficiales que estuvieron en el mismo, en 1509,cuando Sebastián de Ocampo y sus hombres realizaron el bojeo aCuba, y en 1514, cuando las huestes del Adelantado Diego Velázquezse establecieron en el cayo, consolidada la campaña de conquista ycolonización del territorio cubano.

Dichos artefactos no sólo le dan más importancia a las coleccionesde Arqueología de nuestra institución, sino también a ese pedacito detierra de nuestra bahía conocido con el nombre de Cayo Ocampo, enhonor al primer hispano que lo visitó.

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B R E V E S d e l b o l e t í n

El temprano arribo de la Orden de Santo Domingo a la isla, en el año1578, significó la selección de un sitio para el hospedaje y la profesióndel culto de sus religiosos. Concedidos diez solares por el cabildo parasu primitivo emplazamiento, la fábrica primera quedó erigida en lasinmediaciones del asiento fundacional de la villa de San Cristóbal deLa Habana; espacio que la traza urbana delimitaría con las callesMercaderes, O´Reilly, San Ignacio y Obispo.

Finalizando el siglo XVI se daba por concluido el cuerpo principal dela antigua iglesia conventual de San Juan de Letrán de la mencionadaOrden. Aunque en siglos sucesivos la edificación sería objeto dealgunas transformaciones y adiciones constructivas, el núcleo inicialde ésta, en esencia, no vería alterada sustancialmente su fisonomía, laque termina por cobrar su aspecto definitivo en el siglo XVIII.

Dentro de la reciedumbre de sus muros, dos acontecimientos van amagnificar la historia de este monasterio. De trascendente significadopara la enseñanza en Cuba, en él quedó establecida en 1728 la Real yPontificia Universidad, primera institución de este carácter en el país,que tantos hombres de ilustrado pensamiento aunara.

En la siguiente centuria sentaría allí su cátedra el notable antropólogocubano Luis Motané, pionero y precursor de esta ciencia. Trasladadolos dominicos a su nueva sede, en el barrio del Vedado, el edificio pasóa manos del gobierno y en subasta pública, efectuada en 1916, esadquirido por los propietarios de Zaldo y Cía. Tres años después, con laintención de edificar un nuevo centro comercial, se iniciaba la demoliciónde la iglesia y el convento, calificada por el arquitecto Joaquín Weiss

Ecos de un conventoPor: Karen Mahé Lugo Romera y Sonia Menéndez Castro

como una «verdadera herejíaarquitectónica». De este mododesaparecería esta monumentalobra que debió conservar la ciu-dad, como testigo de su historia.

Amén de las transformacionesque ha sufrido este espacio, yjustamente por ello, recientemente,el Dr. Eusebio Leal Spengler,director de la Oficina del Histo-riador de la Ciudad, ha orientadoal Gabinete de Arqueología iniciarlabores investigativas de campo,dirigidas a develar los restos deestructuras sobrevivientes a lapenosa demolición de que fueraobjeto durante la primera mitad delsiglo XX.

Particular interés en la zona,donde otrora se ubicaban la iglesiay celdas conventuales, guiaron losobjetivos de nuestra intervención,toda vez que este sitio podríaaportar valiosa información sobrela disposición de estructuras fu-nerarias y el desarrollo espacial deledificio. A medida que han avan-zado los trabajos, se han impuestoalgunas corroboraciones. Todoparece indicar, en contra de loestimado, que el área fue soca-vada con el propósito de fundir lacimentación soportante del actualedificio, levantado durante elgobierno batistiano, por lo cual laestratigrafía corresponde a losniveles de relleno vertidos paraese fin. Sin embargo, estos resul-tados, lejos de desalentarnos, nosmotivan a plantear nuevas es-trategias de intervención para darcontinuidad al noble empeño dedespertar una subyacente ciudadque aguarda para sorprendernos.

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B R E V E S d e l b o l e t í n

Para la Arqueología en Cuba,la problemática sobre el primerasentamiento de la villa de SantaMaría del Puerto del Príncipe semantiene latente. La historiografíaargumenta que su fundación sepuntualiza entre el 1514 o 1515,en dependencia del autor y el tipode análisis. Arqueológicamente,aún se acepta la ubicación geo-gráfica en el Valle del Chorrito,Punta del Guincho, bahía deNuevitas, Camagüey, donde sehan concentrado la totalidad de lostrabajos arqueológicos.

Las primeras exploraciones serealizaron a partir del año 1962,en que se fundara el Departamen-to de Antropología, en la Academiade Ciencias de Cuba. El interés seconcentró en el lado noroeste dela bahía, donde Ernesto TabíoPalma comportó cateos en laszonas conocidas como Penínsulade Pastelillos y áreas aledañas,pero éstos, en esencia, no ofre-cieron resultados muy alentadores.No fue hasta finales de 1963 queaparecieron numerosas eviden-cias materiales (coloniales), aflora-das por los cambios que produjoel ciclón Flora, en las elevacionespróximas a la Ensenada de PuebloViejo. Tales circunstancias propi-ciaron que en los primeros mesesde 1964 se llevaran a cabo exca-vaciones en el sitio, dirigidas porRodolfo Payarés Suárez y apoya-das por el Sectorial de Cultura delmunicipio. Las prácticas excava-torias continuaron en 1973, acargo de Lourdes Domínguez, y

luego, en 1976, nuevamente por Rodolfo Payarés. Sabemos que cuandoen julio de 1986 Payarés se acogió a la jubilación laboral, trasladándosedefinitivamente para la ciudad de Camagüey, su deseo era continuarlas investigaciones, intención que fue truncada con su fallecimiento. Deesta manera quedó inconcluso uno de los temas a los cuales dedicómuchos años de su vida.

En el presente, a pesar de las investigaciones realizadas, lascontroversias perviven y, por lo tanto, aún está lejos una soluciónaceptada para la Arqueología, desde las representaciones teórico-metodológicas actuales. Motivados por la necesidad de profundizar enel tema y producir el conocimiento necesario para esclarecer laproblemática, se ha recomenzado un estudio para darle continuidad ala labor de quienes dedicaron sus esfuerzos en este sentido.

En un primer momento, además de prospecciones en el territorio, lainvestigación se ocupa de la revisión crítica de todo el materialdocumental (inédito), resultado de las excavaciones anteriores, yconsidera el análisis tipológico de las evidencias arqueológicasexhumadas, así como el cotejo de mapas antiguos y documentosprimarios de principios del siglo XVI, referidos a Cuba, y el proceso decolonización que ejecutara el adelantado Diego Velázquez. El propósitoes el planteamiento de itinerarios alternativos a los utilizados hasta elmomento, que ofrezcan posibilidades para la investigación arqueológicay el desarrollo de un proyecto fructífero.

El rediseño en este sentido, a la altura del desarrollo disciplinar, alpartir de la conjetura de que los procesos cognitivos están me-diados

Excavaciones en Pueblo Viejo. Foto tomada por Payarés en diciembre de 1976.De izquierda a derecha Jorge Calvera, Ángela Peña, Manglio Serrú y Rafael Valdespino

Por: Iosvany Hernández Mora

Puerto Príncipe en el Chorrito.Continuación de una investigación inconclusa

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B R E V E S d e l b o l e t í n

por los procesos culturales e históricos, y que nunca son sufi-cienteslas pruebas de contrastación de las interpretaciones con la realidad,considera que la certidumbre sobre cualquier tema investigativo enArqueología no depende de las evidencias materiales como reflejo directodel pasado, sino de la solidez y coherencia conceptual en lo teórico–metodológico, desde la cual se plantean las preguntas de investigación ylos procedimientos técnicos y analíticos que confronten las inferencias,sobre la base de la observación de varios perfiles de evidencias. En estaposición, deben enunciarse, en principio, la delineación de la investigación

por problemáticas, que supera lacapitalidad del dato arqueológico, yla decantación de diferentes enun-ciados observacionales, con el finde identificar y superar el hábitolicencioso que puede constituir lasistematización del análisis hipo-tético–deductivo.

Durante la restauración de la Iglesia de la Orden Tercera de SanFrancisco de Asís para convertirla en sede del teatro infantil «LaColmenita», calle Oficios, entre Teniente Rey y Churruca, Habana Vieja,los restauradores, al extraer rellenos de una perforación bajo el piso dehormigón, hallaron estructuras de albañilería, correspondientes atumbas ubicadas en el área del presbiterio.

El proceso restaurador que desarrolla la Oficina del Historiador de laCiudad de La Habana, permitió las labores de excavación arqueológicade este sitio de inapreciable valor histórico y arqueológico. Laintervención en el sitio significó adquirir conocimientos de las prácticasfunerarias de ese recinto religioso y su posible relación con el entorno,investigado tanto desde el punto de vista antropológico como histórico,lo cual es válido teniendo en cuenta su relación con una de las órdenesreligiosas más importantes de la Habana colonial.

Los hallazgos arqueológicos consistieron fundamentalmente endiversos enterramientos humanos en posición primaria, y una grancantidad de huesos humanos dispersos, distribuidos en 12 tumbas.También se exhumaron botones de hueso y metal, diferentes crucifijosde oro, y una gran variedad de restos de la cultura material; todosasociados a las tumbas.

Los trabajos in situ se dirigieron hacia la obtención de datos prima-rios del sitio arqueológico, lo cual conllevó al planteamiento teórico-metodológico de la investigación, de las posibles interrogantesrelacionadas con el yacimiento, la muestra poblacional de individuosenterrados y las preguntas históricas hacia las cuales se orientaría lainvestigación.

Se planteó como uno de los objetivos principales la búsquedabibliográfica en los archivos y bibliotecas especializadas para recavarinformación de los aspectos históricos de esta iglesia en particular, lacual comenzó sus servicios a los fieles en el año 1760, finalizando en1842. El período activo de enterramientos abarca desde sus propiosinicios hasta el año de 1806. Se realizó, además, un estudio de

Hallazgos arqueológicos en la iglesia de la Orden Tercerade San Francisco de AsísPor: Ernesto Acuña Rico, Julio Arenas Laserna y Eduardo Martell Ruiz

Antropología de todos los restoshumanos para determinar sexo,edad, raza, estatura y patologías.La metodología utilizada fue elanálisis osteológico y osteomé-trico, con procedimientos clásicosy novedosos, como el programaautomatizado Cramed, para elprocesamiento de las mediciones.Se realizó un análisis pormeno-rizado de los libros de defuncionesparroquiales para conocer losterciarios que se enterraron en laiglesia.

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Gabinete de Arqueología / 201

En octubre del año 2004, miembros del grupo espeleológico ManuelSantos Parga –bajo la dirección del autor de esta investigación–localizaron el primer ídolo de cerámica de grupos aborígenesagricultores-ceramistas de la provincia de Matanzas. El mismo seencontró en el sitio La Cañada, en las márgenes del río San Juan.

La pieza representa un cuerpo antropomorfo naturalista de proyecciónvolumétrica que, por sus facciones, parece ser masculino. Perteneciente

Estudio mitológico y analítico de un ser aruacoen cerámicaPor: Adrián Álvarez Chávez

a la serie o estilo Mellacoide,consta de cabeza y solamente unaextremidad inferior. El rostro deta-llado y expresivo no se muestracolérico, como sucede con lasrepresentaciones de la deidadBaibrama. Lo más significativo y

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Por el estudio antropológico se pudo identificar la presencia de 19adultos y 1 individuo a término. De los esqueletos de adultos, 11 sonmasculinos y 8 son femeninos. El rango de edades de los adultos estáentre los 20, hasta más de 85 años. El análisis de la raza determinó que15 individuos pertenecen a la raza europoide y 2 son mestizos. Laestatura oscila entre 1,57 y 1,75 m. Se hallaron diferentes patologíasentre las que se destacan endesopatías, artrosis, periostitis articular

extensa, accesos dentales porinfección aguda, presencia deosteofitos, espina bífida, osteo-mielitis, así como fracturas óseasy huellas de cortes con instru-mentos cortos contundentes.

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202 / Gabinete de Arqueología

B R E V E S d e l b o l e t í n

1 Los datos de Ortiz son tomados de citas realizadas por Sebastián Robiu en su investigación: «La gran serpiente en la mitología taína» , publicadoen el no.3, de 2004, del boletín Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.2 Ángel Checa y Niurka Pérez: «Representaciones plásticas de las afectaciones osteoarticulares en el arte taíno«, en: El Caribe Arqueológico,Santiago de Cuba, no.4, 2000.3 Roberto Valcárcel: «Seres de barro. Un espacio simbólico femenino», en ob.cit.4 Juan Jardines y Jorge Calvera: «Estudio técnico-estilístico de objetos de carácter superestructural de los grupos agroceramistas de las Antillas»,en El Caribe Arqueológico, Santiago de Cuba, no. 2, 1997.

atípico en esta pieza es la pre-sencia de una sola pierna, sobrela cual se apoya, representandodetalladamente la planta del pie ylos cinco dedos.

Es conocido, que la mayoría delas figuras antropomorfas mode-ladas en barro poseen las dosextremidades inferiores. En múlti-ples casos, estas piezas fueronconfeccionadas en posición se-dente o acuclillada, como lógicaconsecuencia de las costumbresaruacas de adoptar dichas postu-ras en muchas de sus actividadessociales. La consulta realizada a losprestigiosos arqueólogos MiltonPino, Alfonso Córdova, GerardoIzquierdo y Miriam Celaya (Centrode Antropología, CITMA); ErcilioVento (Presidente de la SociedadEspeleológica de Cuba); LisetteRoura (Gabinete de Arqueología,

Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana) y Roberto Valcárcel(Departamento Centro-Oriental de Arqueología), así como la bibliografíageneral y los conocimientos adquiridos a lo largo de años de labor,avalan la afirmación anterior. Asimismo, nos permite conocer la ausenciaen la mitología y la religión Aruaca de seres con sólo una extremidadinferior.

En la obra El huracán, su mitología y sus símbolos, de FernandoOrtiz, éste consideró que la gran serpiente era la representación deldios unípede, el cual fue un difundido anatema en toda la América,relacionado con las energías del universo; manifestándose además envarios fenómenos, entre ellos con el huracán. Sugirió también que estadeidad se visualizaba en la Osa Mayor, constelación semejante a unser de una sola pierna.1 Lo afirmado por Ortiz es la única referenciacoincidente con la descripción de este artefacto, valoración personalque asumimos con mucha cautela.

Hasta el presente, sólo conocemos un ídolo procedente de Banes,Holguín, que posee una extremidad inferior. Según los investigadoresÁngel Checa y Niurka Pérez,2 éste parece estar en posición sedente,aunque se sugiere que la causa de la pérdida de una de las extre-midades puede ser la mutilación posterior de la pieza. Para laarqueología cubana, la mayoría de las figuras de cerámica representana Atabey, deidad femenina de la fertilidad. Por lo general, éstas aparecencon los senos y vientre bien definidos.3

En muchas ocasiones, los rostros neolíticos modelados en arcilla,similares al encontrado en La Cañada, se presentan despro-porcionados en relación con el cuerpo, con diademas decorativas ytocados sobre la cabeza simulando adornos. En esta pieza, la presenciade algunas de las características mencionadas no pudo confirmarse,pues la parte superior estaba fracturada. Por otra parte, podría inferirseque con la ausencia de una extremidad inferior, el artista aborigen quisoplasmar dolencias y enfermedades sufridas por el hombre.4

En mi opinión, el artefacto hallado puede ser la representación deun individuo real con algún tipo de malformación, o tal vez la visiónimaginaria del artista, si se considera que estudios profundos ysistemáticos, realizados durante varias décadas, no han reportadodeidad alguna con tales características dentro del panteón Aruaco. Porlo tanto, constituye esta pieza un valioso exponente de la plásticaprehispánica y una excepcional evidencia de la historia aborigen y delpatrimonio nacional.

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Exploraciones arqueológicas en Jardines del ReyPor: Jorge Calvera Rosés, Roberto Valcárcel Rojas, Jago Cooper y Odalys Brito Martínez

Los sitios de aborígenes agricultores, ubicados en el áreaarqueológica Los Buchillones, en el litoral norte de la provincia Ciegode Ávila, muestran una fuerte dependencia de los recursos del mar,tanto en lo referido a actividades subsistenciales como a la obtenciónde materias primas para su artefactería. El espacio inmediato ofrecebahías poco profundas y un conjunto de cayos, pertenecientes alsistema Jardines del Rey, que constituyen enclaves de una enormeriqueza biótica. Muchas especies de estas zonas aparecen en losregistros de Los Buchillones, sin embargo, también se colectan otrasque debieron ser obtenidas en el mar abierto. Desde estos elementos,y reconociendo las capacidades de navegación referidas para losagricultores por la documentación histórica y por el propio trabajoarqueológico en el área (hallazgos de fragmentos de canoas), se haceevidente un vínculo entre los asentamientos costeros y el espaciomarítimo (cayos, bahías interiores, mar abierto) que necesariamentedebe ser analizado si se desean entender las peculiaridades de lapresencia aborigen en estos sitios.

Con el objetivo de asumir esta tarea, entre octubre y noviembre del año2004, y entre junio y julio del año 2005, el equipo de trabajo del ProyectoInternacional cubano–inglés que estudia el área arqueológica LosBuchillones, ejecutó exploraciones arqueológicas en un amplio sectorde la cayería Jardines del Rey, inmediato a la referida área. El trabajose concentró en la ubicación de sitios o material arqueológico aborigenen los cayos, y en la documentación de los registros o materialeshallados.

Se exploraron 23 cayos, ubicados en un sector limitado por CayoGuillermo, al noreste, Cayo Santa María, al noroeste, y Cayo Baliza y laEnsenada de las Coloradas, al sur, en los que se encontraron variossitios arqueológicos y numerosas zonas con reporte de materiales ais-lados. Se usó un sistema de exploración diseñado por Jago Cooper,basado en la búsqueda superficial de materiales. El sistema consi-dera la revisión del perímetro total de cada cayo, transeptos interioresde éstos y búsquedas detalladas en el espacio de cada sitio o lugar conreporte de materiales. La búsqueda se estableció a partir del registrode unidades superficiales de 4 metros cuadrados, en las que seobtuvieron evidencias arqueológicas y datos, posteriormente llevadosa un Sistema de Información Geográfica sobre la localización de la unidad,ambiente, topografía, condiciones de búsqueda y consideracionescomparativas en relación con otros puntos explorados, así como fotos ydibujos. En los sitios arqueológicos se tomaron muestras para fechadosradiocarbónicos.

Preliminarmente algunos de los sitios pueden considerarse peque-ños campamentos para la explotación de los recursos del mar y

estaciones de tránsito durante lanavegación. En uno de los sitiosse obtuvieron fragmentos de vasi-jas aborígenes de cerámica concaracteres estilísticos muy simila-res a los del área arqueológica LosBuchillones. Su estudio petro-gráfico indica que las arcillas usa-das también aparecen en piezasde los sitios de Los Buchillones,aunque están ausentes en mate-riales de zonas próximas, comoCunagua. Esto sugiere el posibleempleo de las mismas fuentes demateria prima. También se colec-taron útiles para el trabajo enmadera que tienen un reporte muynotable en los sitios de Los Buchi-llones y que constituyen unaevidencia valiosa sobre la posi-bilidad de vínculos. El estudio, enproceso, de los materiales en-contrados y el establecimiento deuna amplia cronología ayudarána precisar los detalles de la in-teracción que parece haber exis-tido entre la costa y los cayos, asícomo a establecer los caracteresdel uso de los cayos y elementossobre la navegación indígena,aspectos éstos muy poco estu-diados en la Arqueología cubana.

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204 / Gabinete de Arqueología

B R E V E S d e l b o l e t í n

Castillo de La Real Fuerza: nuevos aportesPor: Luis A. Francés Santana, Fidel Navarrete Quiñones y Ángel A. Rodríguez Bello

La Dirección de Patrimonio dela Oficina del Historiador de laCiudad, inició en el año 2004 laintervención arquitectónica delemblemático castillo de La RealFuerza, ubicado en la intersecciónde las calles O´Reilly y Avenidadel Puerto, con el objetivo de con-servar y salvaguardar esta edifi-cación con grado de protección I,considerada una joya de nuestropatrimonio cultural edificado, y lamás antigua de su tipo que seconserva en América.

Dentro de esta intervención estácontemplado el estudio arqueo-lógico del inmueble, cuyos resulta-dos serán la guía de quienes tienenla difícil tarea de su ejecución. Parallevar a cabo esta investigación,junto a la Dirección de Arquitectu-ra Patrimonial (proyectistas) y laDirección de Inversiones de Mu-seos, se ha recopilado toda lainformación histórica y gráfica po-sible, lo cual permitió diseñar unprimer conjunto de objetivos ainvestigar, atendiendo, en primerlugar, al tiempo y recursos dispo-nibles. Entre éstos se destacan: elestudio tecnotipológico de lafortificación y sus transformacionesarquitectónicas (añadiduras ysustracciones), la ubicación deniveles de pisos y canalizaciones,la búsqueda de evidencias delmecanismo de izaje del puentelevadizo, así como la localizacióny estudio de posibles estructurassoterradas.

Debemos subrayar, dentro deestas labores preliminares, losestudios realizados por los inves-

tigadores de la Cátedra de Ciencias de La Tierra de la Universidad deAlicante, la Universidad de Pinar del Río y el Gabinete de Arqueologíade la Oficina del Historiador, en las prospecciones geofísicas con losmétodos de GPR (georadar), sísmica, campo natural y sondeos eléctricosverticales, para la localización de estructuras soterradas en el interiordel castillo, la Plaza de Armas y áreas exteriores. Así también, el estudioy diagnóstico de las patologías que afectan y deterioran al edificio,llevado a cabo por especialistas del Grupo Diagnóstico de la Oficinadel Historiador, el Centro Tecnológico Labein y la empresa Bikain S.A,ambos del País Vasco, España.

En estos momentos el estudio arqueológico ha obtenido sus primerosresultados en el baluarte San Juan (Oeste), al hallarse un nivel depavimento de hormigón de cal, el cual pudimos fechar hacia 1595;asimismo, dentro de la torre campanario se excavaron tres huellas depostes de una antigua escalera desaparecida, y pavimentos y canalesde desagüe tapados por obras posteriores.

Otros hallazgos de interés se localizaron en el acceso o entradaprincipal del castillo, entre ellos se pueden mencionar: secciones deun pavimento de cal, presumiblemente de los más antiguos quepudiéramos hallar en esta edificación; restos de un canal de desagüeposterior a la primitiva construcción, conectado a una estructura la cualsugiere ser un vaso colector, quizás ésta fue hecha para evacuar lasaguas acumuladas en el interior del castillo hacia los fosos. En el árease destacan extensas y profundas transformaciones, desde el siglo XVIII

hasta el XX, como prueba de continuas modificaciones constructivaspara adecuar al inmueble a las disímiles funciones a lo largo de suazarosa historia.

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Gabinete de Arqueología / 205

B R E V E S d e l b o l e t í n

ObituarioPor: Daniel E. Vasconcellos Portuondo

El 26 de enero de 2006, falleció en La HabanaLeandro Segundo Romero Estébanez, quien nacióen la propia ciudad, en 1945. Licenciado en Historia(1978) y Master Honorífico en Ciencias Arqueo-lógicas (1987), estuvo ligado estrechamente, desdeel inicio de los años setenta de la pasada centuria, alos hallazgos y excavaciones arqueológicas en áreasde La Habana Vieja.

Cursó estudios e intercambió experiencias enPolonia, Egipto, la Unión Soviética, España, Repú-blica Dominicana, Venezuela y Martinica. Su laborininterrumpida hasta principios de los años noventaincluyó, además de sus trabajos como historiadory arqueólogo, el de la docencia, publicaciones yestudios sobre orfebrería habanera, en particular, laplatería.

Romero intervino en varios y disímiles sitiosarqueológicos en La Habana intramuros, y se inicióen el realizado entre 1970-1974, en los terrenos queocupó la Iglesia Parroquial Mayor y parte del edificiodel siglo XVIII para el establecimiento de la CapitaníaGeneral de la Isla y el Ayuntamiento habanero, asícomo la Plaza de Armas. Estos trabajos fueronplaneados y ejecutados por la Oficina del Historiadorde la Ciudad y su director Eusebio Leal Spengler,con la colaboración de arqueólogos, antropólogos ehistoriadores del arte, entre ellos, Ramón DacalMoure, Manuel Rivero de la Calle, Eladio Elso Alonso,Rodolfo Payarés, Rafael Valdés Pino y ErnestoVarona.

Al declararse Centro Histórico de La Habana Mo-numento Nacional (1978) y Patrimonio Cultural de laHumanidad (1982), se confeccionó un plan dirigidoa la restauración y rescate del área a proteger,incluidos los trabajos arqueológicos, para los cualesla dirección de la Oficina del Historiador designó aLeandro, bajo la supervisión de Leal y su equipo deasesores y especialistas.

Romero Estébanez intervino, entre otros lugares,en la Maestranza de Artillería de La Habana (1983-1985), en el Paseo y Muralla marina «Cortina deValdés» (1987), en la Capilla de la Virgen del Loreto,en la Catedral de La Habana (1988), en el Prebisterio

del Convento de San Francisco de Asís (1988-1990),y en los inmuebles Casa Sotolongo (1983), hoy HostalValencia, Casa de Franchi-Alfaro (1983), Casa delCapitán Gaspar Rivero de Vasconcelos (1984) yTacón 4 y 12 (1986-1987).

Entre noviembre de 1987 y 1990 Leandro fundó ydirigió el Gabinete de Arqueología, período duranteel cual se abrieron las primeras salas expositorasdel Museo Arqueológico y fue promotor de acti-vidades, conferencias y clases prácticas.

Diversas publicaciones, especialmente revistas yfolletos, atestiguan la participación de este investi-gador en simposios nacionales e internacionalescomo ponente, jurado y conferencista, y en estosobtuvo varios premios por sus trabajos sobreinvestigación histórica de inmuebles así como porlos resultados en excavaciones arqueológicas.Colaboró en guiones para series históricas televisivasy para el ICAIC. Entre éstos se recuerda : Retrato deTeresa (1979), Baraguá (1984) y Raíces de nación(1985).

Entre los años noventas e inicios del presentesiglo, continuó en archivos y bibliotecas, rastreandola información más diversa, por lo que se le recordarásiempre como un acucioso e incansable investigador,ejemplo para la actual generación de historiadores yarqueólogos.

La Maestranza de Artillería de La Habana. Excavación arqueológica en1984. Áreas del canal de desagüe contiguo a la muralla marina

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206 / Gabinete de Arqueología

DE LOS AUTORES

Adrián Álvarez Chávez: Responsable de la sección deArqueología del Comité Provincial de la SociedadEspeleológica de Cuba en Matanzas. C. de Matanzas,Cuba. Email: [email protected]

Aida C. Núñez Miranda: Especialista en pintura mural.Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de La Habana,Cuba.

Alessandro López Pérez: Especialista en Arqueologíasubacuática. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. deLa Habana, Cuba. Email: [email protected]

Andres Zarankin: Doctor en Historia. Instituto deFilosofía y Ciencias Humanas (IFCH), UniversidadEstadual de Campinas (UNICAMP), Brasil. Email:[email protected]

Ángel A. Rodríguez Bello: Especialista en ArqueologíaHistórica, Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Carlos A. Hernández Oliva: Especialista en Arqueo-logía Histórica. Empresa privada de Restauración deMonumentos Históricos, Burgos, España.Email: [email protected]

Carlos R. Gallego Rodríguez: Dr. en Ciencias Médicas.Especialista Grado I en Estomatología GeneralIntegral. Instituto Superior de Ciencias Médicas RaúlGonzález Sánchez. C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

César García del Pino: MSc. en Arqueología. Especia-lista en Historia naval. Gabinete de Arqueología,OHCH, C. de La Habana, Cuba.

Craig Willians: Ingeniero Civil. Buzo.Vancouver,Canadá.

Dania Lunar Jiménez: Licenciada en Historia. Direcciónde Cultura del Municipio de Bejucal, provincia LaHabana, Cuba.

Daniel E. Vasconcellos Portuondo: Investigadorhistórico. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba.

Divaldo Gutiérrez Calvache: MSc. Grupo Espeleológico«Pedro A. Borrás». Sociedad Espeleológica de Cuba.C. de La Habana, Cuba. Email: [email protected]

Eduardo Martell Ruiz: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Eladio Elso Alonso (†): Fue auxiliar de investigacionesarqueológicas. Departamento de Arqueología. Insti-tuto de Ciencias Históricas, Academia de Ciencias deCuba, C. de La Habana, Cuba.

Elisa Serrano González: Especialista en conservacióny restauración de pintura mural. Profesora titularadjunta de la licenciatura en Conservación yRestauración de los Bienes Muebles del InstitutoSuperior de Arte y de la Cátedra Regional de laUNESCO de Ciencias de la Conservación Integral delos Bienes Culturales para la América Latina y elCaribe. Email: [email protected]

Ernesto Acuña Rico: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH., C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Francisco Fidel Navarrete Quiñones: Fotógrafo parafines de conservación y restauración de bienesculturales. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Freddy Navarro: Ingeniero geofísico. SERMAR,MINFAR.

Gabino La Rosa Corzo: Dr. en Ciencias Históricas.Especialista en Arqueología. Miembro de la UNEAC yde la Academia de Ciencias de Cuba, C. de La Habana,Cuba.

Gerardo Izquierdo Díaz: Licenciado en Historia.Investigador asistente del Centro de Antropología yEtnología, C. de La Habana, Cuba.E-mail: [email protected]

Giselda Hernández Ramírez: MSc. Profesora delInstituto Superior de Arte, C. de La Habana, Cuba.

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Gabinete de Arqueología / 207

Iosvany Hernández Mora: Licenciado en CienciasSociales. Especialista en Arqueología Histórica.Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de La Habana,Cuba. Email: [email protected]

Ivalú Rodríguez Gil: Conservadora. Museo deArqueología, OHCH, C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Iván Díaz Pelegrín: Licenciado en Geografía. Espe-cialista en Arqueología Histórica. Gabinete deArqueología, OHCH, C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Jago Cooper: MA. Arqueólogo. Instituto de Arqueo-logía. Universidad Colegio de Londres, Gran Bretaña.Email: [email protected]

Javier Rivera: Colaborador del Gabinete de Arqueo-logía. C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Jesús I. Suárez Fernández: Ingeniero Militar. Analistade Historia. Oficina del Historiador de las FAR, C. deLa Habana, Cuba.

Jim Blackmann: Especialista del Centro Smithsonianode Investigación de Materiales y Educación. Centrode Apoyo al Museo. Washington, DC, 20560, EstadosUnidos de América.

Jorge Calvera Rosés: Doctor en Ciencias Históricas.Arqueólogo. CITMA, Ciego de Avila, Cuba.Email: [email protected]

Julio Arenas Laserna: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Karen Mahé Lugo Romera: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Lester Puntonet Toledo: Museólogo. Museo Provincialde Cienfuegos. C. de Cienfuegos, Cuba.Email: [email protected]

Lisette Roura Álvarez: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Luigi Hernández Marrero: Licenciado en Microbiología.Zooarqueólogo. Gabinete de Arqueología, OHCH, C.de La Habana, Cuba. Email: [email protected]

Luis A. Francés Santana: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

María Rosa González Sánchez: Licenciada en Historia.Especialista en Arqueología. Centro de Investi-gaciones y Servicios Ambientales, ECOVIDA, CITMA,Pinar del Río, Cuba.Email: [email protected]

María Ximena Senatore: Dra. en Antropología.Departamento de Investigaciones Prehistóricas yArqueológicas. Instituto Multidisciplinar de Historia yCiencias Humanas, CONICET, Argentina.Email: [email protected]

Mónica Pavía Pérez: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Nelson Melero Lazo: Arquitecto, Profesor, MSc. enConservación y Rehabilitación del PatrimonioConstruido. Especialista en Conservación arquitec-tónica, en el ICCROM, Roma. CENCREM.Email: [email protected]

Odalys Brito Martínez: Licenciada en Historia. CITMA,Camagüey, Cuba. Email: [email protected]

Olivier Schalm: Dr. en Química. Especialista del CentroAnalítico de Micro y Traza (MITAC). Universidad deAntwerp, Bélgica. Email: [email protected]

Osvaldo Jiménez Vázquez: Paleontólogo y zooar-queólogo. Especialista en Arqueología Histórica.Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de La Habana,Cuba. Email: [email protected]@yahoo.com

DE LOS AUTORES

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208 / Gabinete de Arqueología

Ovidio J. Ortega Pereyra: Dr. en Ciencias Históricas.Especialista en Arqueología. Jefe de Investigacionesde SERMAR, SA., Ciudad de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Pierre Van Espen: Dr. en Química. Especialista delCentro Analítico de Micro y Traza (MITAC). Universi-dad de Antwerp, Bélgica.

Racso Fernández Ortega: Ingeniero economista. GrupoEspeleológico «Fernando Ortiz». C. de La Habana,Cuba. Email: [email protected]@yahoo.com.es

Raquel Carreras Rivery: Dra. en Ciencias Forestales.Especialista en Anatomía de las maderas. C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Roberto Valcárcel Rojas: MSc. Arqueólogo. Departa-mento Centro-Oriental de Arqueología, CITMA,Holguín, Cuba. Email: [email protected]

Roger Arrazcaeta Delgado: Especialista en Arqueo-logía Histórica. Director del Gabinete de Arqueología,OHCH, C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Román Padilla Álvarez: MSc. en Física Nuclear. Centrode Aplicaciones Tecnológicas y Desarrollo Nuclear(CEADEN). C. de La Habana, Cuba.Email: [email protected]

Ronald L. Bishop: Dr. en Antropología. CentroSmithsoniano de Investigación de Materiales yEducación. Centro de Apoyo al Museo. Washington,DC, 20560, Estados Unidos de América.

Rubén Berrayarza: Especialista en Arqueologíasubacuática. Trabajó para la Empresa CARISUB, C.de La Habana, Cuba.

Salvador Larrúa Guedes: Dr. en Ciencias Económicas.Especialista en Historia de la Iglesia Católica e Historiade Cuba. Catedrático del Seminario de San Carlos. C.de La Habana, Cuba.

Sandra Páez Rosabal: Especialista en pintura mural.Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de La Habana,Cuba. Email: [email protected]

Sonia Menéndez Castro: Especialista en ArqueologíaHistórica. Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Tamara Blanes Martín: MSc. en Historia. InvestigadoraAuxiliar. Profesora y experta en fortificaciones de laépoca colonial en el Caribe. CENCREM, C. de LaHabana, Cuba. Email: [email protected]

Tatiana Guerra Hernández: Licenciada en Literatura.Técnico en Información y Bibliotecología. Gabinete deArqueología, OHCH, C. de La Habana, Cuba.

Ted Hill: Arqueólogo subacuático.Vancouver, Canada.

Theresa Ann Singleton: Dra. en Antropología.Universidad de Siracusa, Estados Unidos de América.Email: [email protected]

Ulises M. González Herrera: Licenciado en Historia.Centro de Antropología y Etnología, CITMA, C. de LaHabana, Cuba. E-mail: [email protected]

Yanira Arteaga Romero: Especialista en pintura mural.Gabinete de Arqueología, OHCH, C. de La Habana,Cuba.

DE LOS AUTORES

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Gabinete de Arqueología / 209

N O R M A S E D I T O R I A L E S

Instrucciones para los autores

La presente publicación tiene carácter anual, y está concebida para

compilar y difundir resultados investigativos originales en la especialidad

de Arqueología Histórica e Historia, aunque se admiten trabajos de

Arqueología de teoría y metodología, de procedencia nacional e

internacional.

Los textos se someterán a evaluación por el Consejo Científico, según

la calidad y relevancia para la disciplina. Estos, una vez aceptados, pasan

a ser propiedad del boletín y no se devuelven los originales hasta tanto

el número no salga impreso y sean solicitados por los autores.

Con la finalidad de agilizar y uniformar el proceso editorial, se solicita

atentamente que los autores orienten y ajusten los artículos a las

normativas que a continuación se relacionan:

· El boletín recibe artículos inéditos en español, inglés o italiano, los

cuales son publicados en español.

· La extensión máxima de los textos no excederá de veinte cuartillas

para las secciones Arqueología, Pensamiento arqueológico, Historia,

Pintura mural, Personalidades y Retrospectiva, y una cuartilla para la

sección Breves del boletín.

· Los artículos se presentarán legibles, en papel blanco tipo A4, a

espacio y medio, con letra Times New Roman (en medida doce), el texto

justificado, y un total de treinta líneas por cuartillas, que deberán ser

numeradas.

· Se solicita, además, una copia en disquete de 3 ½ pulgadas en

formato Word sobre Windows, o se puede enviar la misma por correo

electrónico.

· Los autores acompañarán los artículos con los datos curriculares

siguientes: nombres y apellidos, profesión, especialidad, institución a la

cual pertenecen, nacionalidad y correo electrónico.

· Los artículos deberán contener los subtítulos en minúscula y negrita,

ubicados en el margen izquierdo y contar, en lo fundamental, con: título

(corto y descriptivo), autor o autores (nombres y apellidos completos),

resumen que sintetice el contenido temático del artículo con no más de

doscientas cincuenta palabras, introducción, desarrollo del tema y

conclusiones. La sección Breves del boletín está sujeta al formato de

noticia comúnmente utilizado en la prensa y debe acompañarse con

una imagen.

Mapas, cuadros, tablas, ilustraciones, dibujos, fotografías y otras

· Los autores deben enviar adjuntas las imágenes con el número de

orden correspondiente (mapas, cuadros, tablas, ilustraciones, dibujos,

fotografías y otras). Los pies explicativos de éstas, en el orden respectivo,

se incluirán al final de la bibliografía. Indicar en cuál lugar del texto deben

colocarse las imágenes y cuáles deben tener mayor tamaño. Las

fotografías deben tener alta resolución, pueden ser preferentemente

diapositivas o digitales, éstas últimas hechas en modo grande (large)

con una resolución de 1 MB o más. Cuando se envíen impresiones

fotográficas de soporte de papel deberán tener muy buena nitidez y un

estado de conservación aceptable. Cuando se trate de piezas

arqueológicas se anotarán datos de identificación. Para el envío de

imágenes en formato digital se requiere:

- Archivos JPG o TIFF, independientes.

- 300 DPI de resolución.

- Grabado en CD o ZIP.

· Las notas explicativas y documentales deberán aparecer a pie de

página. Sobre la cita de autores en el texto: un autor Harris (1991: 96);

dos autores Hernández y Torres (2004: 93); más de dos autores Cobo et

al. (1996: 28), siguiéndose el mismo criterio cuando van entre paréntesis.

Cuando se incluyen dos o más citas juntas se colocan en orden

cronológico separadas por punto y coma. Las referencias bibliográficas

van en el texto siguiendo el criterio autor-año. Se acepta la omisión de

páginas u otras especificaciones. Ejemplo: (Binford 1990); (Shiffer y Skibo

1986); (Heizer et al. 1968)

· La bibliografía debe aparecer al final del artículo, en orden alfabético

y cronológico. Para diferenciar títulos de libros y revistas de textos no

publicados se usarán letras en cursivas y entre comillas. Ejemplos:

Libro:

Harris, E. (1991): Principios de estratigrafía arqueológica, Editorial

Crítica, Barcelona.

Capítulo de libro:

Schmidt, S. (1975): «Problemas actuales del estudio de las fuentes

históricas», en Lecturas escogidas de metodología, Editorial de Ciencias

Sociales, La Habana, pp.125-173.

Revista:

Cobo, A. et al. (1996): «Primeras consideraciones antropológicas

sobre un protoagricultor en el Caribe», en El Caribe Arqueológico, no. 1:

26-30, Casa del Caribe, Santiago de Cuba.

Tesis:

Rangel, R. (2002): «Aproximación a la Antropología: de los

precursores al museo Antropológico Montané», Tesis doctoral, Facultad

de Biología, Universidad de La Habana, La Habana.

Los artículos pueden ser remitidos a:

Gabinete de Arqueología

Tacón no. 12, entre O’Reilly y Empedrado. Habana Vieja, CP. 10100,

Ciudad de La Habana, Cuba.

Correo electrónico: [email protected]

[email protected]

CONSEJO CIENTÍFICO Y EDITORIAL

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210 / Gabinete de Arqueología

GABINETE Y MUSEO DE ARQUEOLOGÍA

El Gabinete y Museo de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Ciudad de La Habana exhibenimportantes piezas recuperadas en las excavaciones del Centro Histórico de la capital; cuentan tambiéncon salas dedicadas a las culturas precolombinas de Cuba, Perú, Ecuador y Centroamérica. Se puedensolicitar visitas dirigidas y recorridos por sitios donde es posible intercambiar con los arqueólogos yrestauradores de pintura mural inmersos en sus faenas.

La institución ofrece además conferencias, sesiones de videos, cursos y entrenamientos especializadosen Arqueología Histórica, y servicio de biblioteca en temas como Arqueología cubana e internacional,Historia, Conservación y Restauración de bienes culturales y Pintura Mural, entre otros afines a suactividad.

Horario de Biblioteca: lunes a viernes de 8:30 a.m. a 5:00 p.m.Horario de visitas libres al Museo: martes a sábado de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. y domingos de 9:00 a.m. a 1:00 p.m.

Calle Tacón no. 12 e/ O´Reilly y Empedrado. La Habana Vieja.Ciudad de La Habana, Cuba, C. P. 10100.Telf.: 861-4469. E-mail: [email protected]