la antígona de watanabe
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Trabajo sobre la Antígona del escritor Watanabe. Adaptación para ser expuesta en una Jornada de Lecturas de la UNCoTRANSCRIPT
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ANTIGONA WATANABE
(Expositora: Jorgelina Rivera)
(Voz en off: Alexis Balco)
La narradora entra en escena trayendo una caja en las manos. Deja la caja a un lado
del escenario y no la abre hasta el final de la obra:
“Las muertes de esta historia vienen a mí no para que haga oficio de contar
desgracias ajenas. Vienen a mí, y tan vivamente, porque son mi propia desgracia: yo soy la
hermana que fue maniatada por el miedo.”
La voz femenina abre la caja que trajo al principio de la obra y descubre la mascarilla
mortuoria de Polínices que representa el rostro de su hermano antes de ser víctima de los
animales y la descomposición. Ejecuta las libaciones y estrella la mascarilla para luego sacar de
la caja un poco de tierra que deja caer sobre los fragmentos. En este acto simbólico, Ismene
intenta eximirse de su culpa ante un público espectador. De manera indirecta está suplicando
piedad a su hermano insepulto y a los dioses, por su cobardía humana.
Se trata de una versión latinoamericana de la tragedia Antígona (1999) que parte de
un personaje narrador que luego se desdobla en todos los personajes de la obra. Su autor, el
escritor peruano, José Watanabe, nació en Trujillo en 1945. Su infancia fue muy pobre y
esencialmente su formación fue autodidacta. Se desarrolló como poeta, guionista de cine y
documentales. Algunos de sus poemarios publicados son: Álbum de familia (1971), Cosas del
cuerpo (1999), La piedra alada (2005), entre otros.
En su reescritura del mito de Antígona, el escritor peruano narra la historia desde el
punto de una dócil mujer griega en contraposición a la valentía y osadía de la protagonista de
la tragedia. La redención de Ismene es el punto central de la obra.
En la reescritura de Antígona uno de los recursos dramáticos que Watanabe no deja de
lado es el uso de acotaciones. Según Michel Vinaver en Método de enfoque del texto teatral,
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existe “una diferencia de estatus entre las palabras que componen el texto teatral
propiamente dicho y esas “acotaciones” que llamamos didascalias. Estas últimas corresponden
al discurso del autor y no del personaje. Este recurso teatral se pone de manifiesto cuando la
enunciadora anuncia la entrada de la heroína. Desde el punto de vista de la enunciadora se
oculta su relación con la protagonista de la historia. Sólo se puede percibir que es el prototipo
de mujer sumisa a las leyes de los hombres:
“Los dioses te hicieron nacer hembra, Antígona. Poco puedes hacer sino obedecer las
leyes”.
La reescritura de Watanabe comienza desde una voz narradora desconocida que relata
el mitema de la lucha entre los hermanos Polínices y Etéocles, hijos de Edipo. Esta voz
narradora, que se mantiene incógnita, lleva el hilo de la historia. Su objetivo sólo se revelará
con la conclusión de la obra.
La voz de la narradora interpreta la situación a la manera del corifeo ausente en esta
versión. La estructura de la obra se desarrolla en veintidós microsecuencias que se distancian
de los lineamientos de la estructura clásica.
Las veintidós microsecuencias evolucionan in crescendo. La tensión de la tragedia, los
acaecimientos hasta el final de la obra son indicados por un número de fuente mayor en el
texto dramático a medida que se pasa de un cuadro a otro. Este recurso sólo se advierte en la
lectura de la obra, un detalle que el público del texto espectacular no podría percibir.
Por otra parte, en la Antígona de Watanabe es importante destacar la polifonía de
voces. Desde un solo actor se narra toda la historia. Este toma la voz de los distintos
personajes y la voz central que es la narradora de la historia. Etimológicamente la palabra
polifonía viene del griego polufonía que significa muchas voces. En la música alude a distintos
sonidos independientes que intervienen en una melodía, cada uno expresa su idea musical
pero forman en su totalidad un tono armónico. Desde el punto de vista de la literatura, el
término fue empleado por el teórico ruso Mijaíl Bajtín para describir una de las características
esenciales en la novela de Dostoievski. Esta propiedad designa la presencia del punto de vista
de cada uno de los personajes. Entonces, el recurso de la polifonía presenta una pluralidad de
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voces que se corresponden con múltiples conciencias independientes e inconfundibles: cada
personaje es sujeto de su discurso y no sólo objeto.
En esta reescritura existen algunos diálogos –esenciales en un texto dramático
clásico–, monólogos y, esencialmente, la voz de la narradora, innovación de la obra del escritor
peruano que rompe el tradicional concepto de género literario. A partir de su punto de vista
femenino se matiza la escritura. Lo narrado toma protagonismo y el diálogo casi es dejado de
lado. Al final de la obra se descubrirá quién es esta voz principal. Lo relatado es un hecho
culminado. En el inicio la narradora se incorpora al escenario con una caja misteriosa cuyo
contenido será revelado sólo en el remate del drama como se advirtió.
Vale la pena retomar algunos conceptos para comprender mejor la estructura de esta
versión. La Antígona de Watanabe posee algunos monólogos ausentes en la versión de
Sófocles. El monólogo es un discurso extenso e ininterrumpido pronunciado por una sola
persona o a través del fluir de la conciencia que puede estar dirigido a sí mismo o a un público
oyente, a un personaje o lector. En la dramaturgia, en el monólogo o escena unipersonal, el
personaje reflexiona en voz alta para expresar sus pensamientos y/o emociones al público, o a
sí mismo cuando se trata de un soliloquio según Anne Ubersfeld. El monólogo es parte
integrante del drama que tiene como objetivo caracterizar a los personajes y posee gran valor
psicológico.
Uno de los monólogos al principio de la Antígona de Watanabe es el pronunciado por
la heroína luego de su previa presentación por parte de la narradora. Consiste en un monólogo
dirigido al público y a su hermano.
(ALEXIS) “Nadie conoce el verdadero corazón de un hombre hasta no verle en el
poder. Antes de la guerra pasaba silbando por este jardín, acariciaba mi cabeza de sobrina y
luego se perdía por el soleado atrio. Era otro sol y yo era otra sobrina.”
Por otra parte, la obra en general tiene una estructura diferente a la tradicional. Es una
especie de fusión: una prosa encolumnada semejante a la lírica. El escritor contemporáneo
hace una hibridación de los formatos clásicos. No es prosa, ni lírica, sino una fusión de ambas.
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En su versión de la tragedia, Sófocles no trabaja con el monólogo. Sólo al final de la
obra cuando Antígona va a ser encerrada en la caverna pronuncia algunas palabras de
reflexión que podrían ser consideradas como un soliloquio.
Además de la novedosa manera de relatar el mito de Antígona a través de una sola voz
utilizando el desdoblamiento, también hay un especial énfasis en algunas palabras del libreto.
En su escritura, se utiliza una fuente mayor en negrita para resaltar algunas frases, por
ejemplo: “Queden así en el olvido los pasados combates”, cuando Creonte lo ordena en uno de
sus monólogos dirigido al público.
En definitiva, la Antígona de Watanabe demuestra, a partir de su composición y modos
de estructuración, algunas características del teatro posmoderno. La utilización de la
microsecuencia para la división de los cuadros escénicos, la enfatización de algunas palabras o
frases, la innovación del teatro narrado en detrimento del clásico que se apoyaba en el
diálogo, y la polifonía de voces centrada en un personaje.
A pesar de la ruptura con el género tradicional mantiene algunas afinidades por
ejemplo el uso de las acotaciones, no tan exhaustivamente pero lo suficiente para representar
la obra dramáticamente. También sigue la progresión temática a partir de la causa-efecto
–“obra máquina” en términos de Michel Vinaver. Sin embargo, innova al presentar a una
narradora que comenta lo acaecido y sus consecuencias.
Con respecto a los nuevos procedimientos narrativos en el teatro latinoamericano de
los 80 y 90, Beatriz Trastoy sostiene que la práctica artística contemporánea parece haber
superado definitivamente la preocupación por la delimitación entre teatro y narración al
flexibilizar los límites genéricos y sus marcas caracterizadoras, generando nuevas miradas
sobre el texto dramático y sobre su puesta en escena. El teatro posmoderno rompe con el
género dramático e introduce algunas características de la prosa y la poesía: la narración y la
disposición del texto en columnas. La consecuencia es la hibridación de los géneros,
característica muy común de la literatura contemporánea.
Con estos procedimientos compositivos, José Watanabe reivindica la débil figura de
Ismene que en la tragedia de Sófocles, sumisa a las leyes civiles, no defiende a su hermano. En
la reescritura del autor peruano la arrepentida Ismene, narradora y personaje central, busca la
redención ante los dioses y su familia. Desde el presente de la historia, en el remate de la obra,
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pide perdón a su hermana y con sus propias manos le da sepultura. La figura femenina queda,
entonces, a disposición de las leyes divinas.
“Las muertes de esta historia vienen a mí no para que haga oficio de contar
desgracias ajenas. Vienen a mí, y tan vivamente, porque son mi propia desgracia: yo soy la
hermana que fue maniatada por el miedo.”
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