la batalla contra el desanimo

2

Click here to load reader

Upload: keith-calderon-maldonado

Post on 24-Apr-2015

33 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Batalla Contra El Desanimo

La batalla más intensa del profeta Elías

La batalla contra el desánimoHay un lugar de refugio donde todo cristiano encuentra protección contra el enemigo.

Elías era un hombre con pasiones como las nuestras, y peleó en una batallaespiritual similar a las nuestras. En su batalla por el alma de Israel hizofrente a los ardides de Jezabel y Acab. Más aun, su batalla más intensa nofue contra un adversario visible, sino contra el desánimo personal.Tan valiente como era Elías, vivió como un fugitivo, entrando y saliendo delugares dónde esconderse.Jezabel había matado a casi todos los profetas del Señor, reemplazando susanta influencia con la opresión oscura y satánica que acompañaba a los

sacerdotes de Baal y Asera.Sin embargo, una nueva iniciativa vino de parte del Señor: tanto Elías como los profetas de Baal debíanconstruir altares para las deidades a la que cada uno de ellos servían. El Dios que respondiera con fuegosería reconocido como Señor sobre las naciones. El rey Acab y todo Israel fueron a la confrontación.

Los sacerdotes de Baal, a pesar de sus esfuerzos, no obtuvieron respuestas de su dios. Pero cuando Elíasoró, inmediatamente cayó fuego sobre su sacrificio.Esta fue la mayor victoria de Elías. Al ver la manifestación del poder de Dios, los israelitas se postrarony dijeron: "¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!" (1 Reyes 18:39).Sin embargo, el Señor no había terminado. Después de que Elías destrozó a los profetas de Baal, oró y elSeñor envió lluvia, poniendo fin a una terrible sequía de tres años.¡En ese mismo día cayeron del cielo fuego y lluvia! Si este día tan especial hubiera ocurridovirtualmente en cualquier otro momento de la historia de Israel, la nación se habría arrepentido, pero nolo hizo.La adoración a Baal habría terminado, pero continuó. De hecho, nada cambió. En lugar del avivamientoque Elías esperaba, ocurrió lo opuesto: una Jezabel enfurecida prometió matar a Elías, y él huyó hastaque cayó exhausto y desanimado debajo de un enebro en el desierto.

Allí el cansado profeta oró: "Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres"(1 Reyes 19:4).Elías había ofrecido al Señor su mejor esfuerzo. Al igual que los profetas que le precedieron, no pudotraer avivamiento a las tribus del norte de Israel. El desánimo lo abrumó. Había tenido suficiente. ¿Hasdicho "suficiente"? Tal vez estabas frustrado por tu propia incapacidad de realizar un cambio positivo entu familia, tu iglesia o tu sociedad. Posiblemente lo diste todo, pero encontraste poco éxito.Descorazonado y cansado como Elías, deseaste morir. Dijiste: "¡Es suficiente! ¡He hecho todo lo quesabía hacer!"Con todos sus recursos naturales agotados, Elías se recostó y durmió. Mientras lo hacía, un ángel lo tocóy le dijo: "Levántate y come". A su cabecera había pan y agua. Elías, cansado de la vida misma, comió yvolvió a dormirse.Una vez más el ángel lo tocó y le dijo: "Levántate y come, porque largo camino te resta" (19:7). Lavoluntad de Dios para todos nuestros planes, visiones y programas, no puede cumplirse sin sufortalecimiento.El camino delante de cada uno de nosotros también es "muy largo". Necesitamos la fortaleza que vienesolo del toque del Todopoderoso.

De regreso a tus comienzos"Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarentanoches hasta Horeb, el monte de Dios" (19:8). El Señor fortaleció a Elías, no para enviarlo nuevamentea la batalla, sino para regresarlo nuevamente a las bases.Si por querer cumplir la tarea que Dios nos ha dado sacrificamos nuestra vida devocional diaria, prontonuestras vidas se volverán secas y desoladas.Para restaurar nuestras almas, el Señor nos trae nuevamente a lo esencial de nuestra fe.Nos recuerda que nuestro primer y más alto propósito no es salvar a nuestra nación, sino agradarlo a Él.

Page 2: La Batalla Contra El Desanimo

Sin este enfoque perdemos comunicación con la presencia de Dios, estamos afuera de la fortaleza deDios. Elías fue llevado a "Horeb, el monte de Dios". En hebreo, Horeb significa "desolación". El áridoentorno reflejaba el alma de Elías.Esta no es la primera vez que el Señor guió a un siervo a su Horeb. Fue aquí, cinco siglos antes, que elSeñor se le apareció a Moisés en una zarza ardiente.En su celo, Moisés había intentado, pero también había fallado al intentar liberar a Israel de la opresiónegipcia. Él también había huido a Horeb. Como un fugitivo del faraón, vivió cuarenta años endesolación.Cuando el Señor trajo a Moisés a Horeb, fue por dos razones: para revelarse a sí mismo a su siervo, ypara iniciar un nuevo comienzo basado únicamente en el poder sustentador de Dios.A los ojos de Moisés Horeb había sido un tiempo de desolación. Sin embargo, para Dios era un lugardonde preparaba a sus siervos para nuevos comienzos. Así como el Señor había encontrado a Moisés,ahora encontraría a Elías.

¿Cómo llegaste hasta aquí?Tal vez la mayor virtud de Elías era su celo. De hecho, veremos eso dos veces en su comunicación conDios, Elías dice estar sintiendo "un vivo celo" por el Señor. Pero el celo sin sabiduría finalmente seconvertirá en su propio dios; nos lleva hacia expectativas que son irreales y fuera del tiempo y de launción de Dios.Para permanecer balanceados, el celo debe estar rendido y ligado por los encuentros estratégicos con elDios viviente. De otra forma nos frustraremos con la gente y nos desanimaremos con las demoras.Salimos de nuestro lugar de fortaleza y protección espiritual. Elías había venido a Horeb y se habíaalojado allí en una cueva. Pronto la palabra del Señor vino a él: "¿Qué haces aquí, Elías?" (19:9). Esta esuna de las preguntas más importantes que Dios va a hacernos. Su pregunta prueba la realidad de nuestroestado espiritual. Él nos pregunta: "¿Cómo es que tu servicio a mí se ha convertido en seco y desolado?"Quiere que conozcamos que cuando fallamos en estimarlo a Él como nuestro primer amor, siempreencontraremos un desierto que nos espera.Nuestro propósito principal debe ser morar en Cristo.De otra forma llegaremos a estar tan consumidos con la deteriorada condición del mundo, quefallaremos en ver el deterioro de nuestra propia alma. En su amor, el Señor nos detiene y demanda querehagamos nuestras vidas.

¿Es esta existencia que ahora vivo la vida abundante que Cristo me prometió?Podemos ser honestos en Horeb. No tenemos nada que demostrar o aparentar. Aquí, en Horeb, elmecanismo interno de defensa y orgullo se derrumba. Si estamos disgustados, somos libres paraexpresarlo; si estamos frustrados, podemos admitirlo.Debemos simple y verdaderamente evaluar, sin racionalizaciones, nuestra verdadera condiciónespiritual. En nuestra vulnerabilidad y transparencia, la presencia de Dios se acerca a nuestroscorazones.¿Es en la intimidad con Dios en lo que hemos sido negligentes? Y ¿no es acaso el Señor nuestra únicafuente de fortaleza en la batalla? Si el enemigo puede distraernos de nuestro tiempo a solas con Dios,nos mantendrá aislados del poder y de su ayuda para vencer en nuestras batallas.Algunos de nosotros nos esforzamos sinceramente para cumplir la voluntad de Dios sin la compañía deJesús. Recordemos la historia de José y María luego de la Pascua en Jerusalén (Lucas 2:41-49).Pensando que Jesús estaba con ellos, comenzaron su viaje a casa.Pero Jesús no estaba con ellos ni con sus parientes; tres días después lo encontraron en el templo. De lamisma forma muchos de nosotros somos tan consumidos por nuestras batallas, que no estamosconscientes de la presencia de Jesús. Hemos viajado en nuestras propias fuerzas.Para alcanzar este mismo punto en nuestros tiempos, debemos pasar a través de nuestro propio Horeb.Aquí Dios nos traerá a la simpleza y la pureza de la devoción a Cristo (2 Corintios 11:1-3).Lo que se parece a un tiempo de desolación es un tiempo de preparación: ¡Un avivamiento de grandesproporciones llega a nuestra tierra! El Señor esta a punto de traer un nuevo comienzo a tu vida. Cuandoregreses a la batalla, pelearás desde la fortaleza de Dios.

Tomado del libro: El refugio de Dios, de Francis Frangiapane, Casa Creación.