la bombilla

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Demipage presenta a Elsa Fernández-Santos Lidia Toga en la bombilla Editorial Demipage Castelló 113, Madrid 28006 00 34 91 563 88 67 www.demipage.com La bombilla © Editorial Demipage, 2008 ISBN 978-84-935269-7-9 DEPÓSITO LEGAL X-XXXXX-XXXX Impreso en Grafinter S.L.

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Page 1: La Bombilla

Demipage

presenta a

Elsa Fernández-SantosLidia Toga

en

la bombilla

Editorial DemipageCastelló 113, Madrid 28006

00 34 91 563 88 67www.demipage.com

La bombilla© Editorial Demipage, 2008

ISBN978-84-935269-7-9

DEPÓSITO LEGALX-XXXXX-XXXX

Impreso en Grafinter S.L.

Page 2: La Bombilla

Aunque ésta no es la historia de un fracaso, tengo 39 años y he fracasado. No me gustan las historias de amor. No me las creo.Pero hoy quiero contar una, la mía. Yo, yo y yo. No quiero abusar de mí misma, pero una vez más, abuso.

Mi historia de amor ocurre en una calle, en una ciudad y en una cama.Salté de la cama a la calle y de la calle, a la ciudad. Aviso: no soy una sentimental. Me quitaron los sentimientos.

En la cama, en la calle y luego en la ciudad. Vestida de azul, con mis ojos verdes y mi sonrisa hasta las cejas. Me gusta contagiarmede mi propia risa. Lo hacía muchas veces en la calle, en mi calle. La subía y bajaba varias veces al día sólo para reírme. Me miraba en los escaparates y me reía. Estaba muy guapa. Era muy guapa.Perdón, vuelvo a la cama.

La cama no era mía. Era suya. Y yo, yo, yo, también era suya.Mi historia de amor ocurre en verano. Y en mi ciudad hay un cine

de verano. No recuerdo aquellas películas, y eso que yo recuerdotodas las películas.

En mi historia no hay nombres, yo puedo ser Yo, ese nombre

que ha perdido su nombre. Y él puede ser Él. Aunque él no ha perdido

su nombre mi yo no quiere nombrarlo. Él es Él y yo soy Yo.

Que se fastidie Él, que nunca se ha fastidiado.

Page 3: La Bombilla

Tengo 29 años y un contestador automático. Paso el fin de añotomando uvas pasas con la voz de mi amante al otro lado. Mi amantellena de besos el contestador automático. No he grabado un saludosino una canción. Una mujer canta en inglés y parece que llora.

«Si te digo que me gusta, ¿me querrás?» Nadie sabe lo que dice

la canción. Yo lo sé. ¿Me querrás?A Él no le gusta que le pida que me quiera y yo se lo pido sin parar.

No sé por qué. Por pedir, nada más. A él tampoco le gusta mi absurdamanía de rimar, de casar palabras y jugar.

Me he acostumbrado a hablar a los contestadores. Siempre responden.Emiten sonidos muy leves. Les hablas de ti, cada vez más bajo, cada vez más al oído, y les cuentas tus secretos mientras ellos grabany respiran con amabilidad.

Echo de menos su respiración. En su cama, en mi calle y en la ciudad.

Él tenía una canción en el contestador, una canción en francés.

La bailamos juntos. La cama en el cuarto de arriba. Y nosotros, el contestador y yo, abajo.

Page 4: La Bombilla

En todas las historias de amor hay farolillos y vasos de plástico. En la mía también.

No me gustan las copas de champán, ni brindar junto a las velas.

A mí me gustan los vasos de plástico, el contestador y sus pecas.

Sí, yo también tengo pecas,

las mías son rubias. Las suyas, negras.

Page 5: La Bombilla

- Te quiero.- Gracias.- No quiero que me des las gracias, quiero que me quieras.- No, gracias.- ¿Por qué no te fías de los hombres?- Porque una vez me fié de uno.- ¿A cuántos hombres recuerdas?- A tantos como mujeres tú has olvidado.- No te vayas. - No me he movido.- Dime algo agradable. - ¿Qué quieres que te diga? - Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.- Te he esperado todos estos años. - Dime que habrías muerto si yo no hubiese vuelto. - Habría muerto si tú no hubieses vuelto. - Dime que aún me quieres como yo te quiero. - Aún te quiero como tú me quieres. - Gracias. Muchas gracias.

Tengo 19 años. Voy por la ciudad, por la calle y por tus venas.

Acodada en una barra recito Johnny Guitar, La bella de Montana y Estación comanche.

Johnny Guitar no cabe en mi contestador.

Y a Él no le gustan los diálogos largos.

Page 6: La Bombilla

Tengo 9 años. Voy de su mano por la ciudad y por mi calle. Su mano me miente. Me dice que siempre estará a mi lado.

Y yo me río sin parar. Mis pecas se divierten.

Page 7: La Bombilla

Hoy he visto a mi padre. Yo estaba intentando hacer equilibrio en una calle peatonal. El suelo tenía una placa de hielo. Me agarraba a unos bastones de esquiar para no resbalar y caerme. Entonces me lo he cruzado. Él caminaba solo, en sentido contrario. Parecía más joven, más flaco. Tenía su barba canosa. No ha dicho nada. Sólo se ha girado al verme y me ha sonreído. He visto sus enormes dientes blancos. Al reconocerle, he corrido como una loca a sus brazos. Le he abrazado tan fuerte que él ha intentado separarse. ¡Papá, papá! le he gritado mientras le apretaba más y más fuerte. Estaba sonriendo, tan guapo, y yo no le soltaba. Se ha reído. Y he llorado.

Por primera vez he vuelto a verle. Mi padre, por fin, ha venido a verme.

La muerte es de color amarillo. Un amarillo pálido, como una baba. La vida no es de color de rosa. La vida no tiene color. La muerte sí.

Page 8: La Bombilla

Lo aclaro desde ya. Escribo en primera persona y sobre mí misma.

Mi vida no ha sido nada especial. Nada diferente. Nada ejemplar.

Canciones en una plaza de una ciudad que sí tiene nombre.

Yo era una chica despeinada, así llegué a su cama.

Nada más, sólo Yo, asustada, fuerte, despeinada, y la cama.

Podría haber sido un cuento de hadas. Tristes hadas urbanas.

Pero somos caprichosas y mimadas, y además nos han arrancado las alas.

No me importa. No importo. Escribo sobre mí misma.

Page 9: La Bombilla

Tienes joroba. No me gusta tu espalda.

Tengo cicatrices en el pecho.

De los mordiscos que me dabas.

Page 10: La Bombilla

Roberta tiene nombre porque era mi mejor amiga. Roberta y yo nunca

llegamos a la playa. Pasábamos las noches sentadas en una plaza.

Ella me hablaba de sus sueños y yo la escuchaba.

- ¿Y tú? ¿No tienes sueños?

- No, a mí me gusta la rabia.

Roberta me consolaba, yo tenía los ojos de limón y ella de manzana.

Somos amigas porque quisimos ser amigas.

- ¡Tú tampoco tienes alas!

Hemos follado allí y yo en un portal, el día en que me dejasteabandonada. A mí nadie me deja tirada, y mucho menos alguien que no sabe de nada.

- Venga Roberta, huyamos a la playa.

Me gusta sentarme en la plaza de madrugada, hablar de tonterías

y pensar que la vida se reduce a nada. En la plaza se cruzan los sueños

y, al fondo, su espalda jorobada.

Page 11: La Bombilla

Tengo 19 años y me desnudo porque me da la gana.

Tengo 29 y le hablo a la nada.

Page 12: La Bombilla

Roberta, con él sí fui a la playa, con el de la espalda jorobada.

Te traicioné por el hombre que más deseaba.

Tú me perdonas porque tenemos una plaza.

Y tú me esperas sentada mientras su amigo te acaricia

las bragas.

Page 13: La Bombilla

No me gusta su nueva novia. Tiene cara de rancia. Y yo tengo pecas para dispararle a la cara.

Voy por la calle con ellas dispuesta a acribillarla.

Page 14: La Bombilla

En el cine

de verano

tomamos

tortilla de patata.

Page 15: La Bombilla

Te cojo la mano y te muerdo los dedos. No quiero palomitas.Quiero tus dedos. Nunca te quejas y yo me trago tus pellejos.

Roberta se enfadó conmigo una noche de invierno. Tapada hastalas cejas me mandó al cuerno. «Venga, deja ya de chuparle los dedos,deja de envenenarte con su recuerdo».

Roberta, por favor, sácame de este infierno. Y vamos al cine, a comernos los deseos.

Page 16: La Bombilla

Yo me parezco a River Phoenix en Mi Idaho privado.

Me retuerzo por el dolor sentada en el suelo del baño. A Él el dolor

no le impresiona, lo desprecia y sigue su paso. Nunca mira atrás, ni se agacha, ni da la mano. Rodeado de su corte juega a los dados en un bar. Presume de filosofía. Siempre tan dulce y educado, siempre tirando al suelo los dados. Le regalé una camiseta naranja

y Él se la regaló a un amigo que se encaprichó con ella. Prefería quedar

bien que quedarse con mi regalo. Yo salí del bar a vomitar. Me senté en una escalera y, entre bilis, pensé en Mi Idaho privado, en River Phoenix, el narcoléptico tirado, y en Keanu Reaves, altivo y desalmado.

Page 17: La Bombilla

No es que Yo dejara de pintarme la boca.

Es que Él dejó de ver que era roja.

La ciudad en la calle y la calle en la cama y en la cama, mi beso.

Y entre pecas, sucedió el resto.

Page 18: La Bombilla

A Roberta le gustaba escuchar mis cuentos. De mi amante, le conté,me despedí tirando la llave al suelo. Roberta aplaudía en la plaza.«Repite ese momento».

Escucha: Hoy hemos cerrado la casa. Ni siquiera bajamos laspersianas. Cerramos la gran puerta y luego tiramos la llave. No eraun último gesto, ni un arrebato romántico, es que de verdad ningunola quería. Pesa mucho. No escuchamos el golpe contra el suelo.

Seguimos caminando. Yo clavé bien los tacones contra la acera.

Prefería escuchar mi paso insolente, ese que él no soporta, al gritode la llave, mi llave, tragada por el suelo.

Page 19: La Bombilla

Tengo 19 años y viajo en el metro. Sueño con encontrarleen cada asiento. Las pielesamarillas y el olor a muerto.Busco entre fantasmas al que yo quiero. Busco su mano en la estación de invierno. Su espalda jorobada se deslizapor el hielo.

Venga, déjate de cuentos. Y vamos a la plaza a buscarnuestro momento. Nos reímoscon el quiosquero y nosfumamos el miedo.

Mis restos son una fotografía de mi ojo y otra de su cuello.

Page 20: La Bombilla

Tengo 39

años y

no

puedo

recuperar

el tiempo.

Page 21: La Bombilla

Papá, llévame al desierto a cazar alimañas y espectros.Dormiremos en sacos, hablaremosmirando al cielo. Yo, comosiempre, intentaré romper tussilencios y tú, como antes, meacariciarás el pelo. Contaremosestrellas fugaces y yo te confesarémi infierno. Tengo mucho quecontarte y tenemos poco tiempo.

La caja de dulces se quedó en la mesilla del hospital. A mi padrele gustaban mucho, pero no los

pudo probar. Él se los regaló.

Acarició la cabeza de mi padre y se fue. La caja amarilla, el olora muerto. Papá, sabías que no le podía perder, me lo decías sinhablar. 39 años, y no hay marchaatrás. Los días se hacen muycortos y yo no dejo de llorar.

Yo, que soy Yo, y él, que es Él,el que me podía salvar. Pero nadieviene cuando una no para de gritar.Y yo grito como una fiera hastadejar de sangrar. La espuma por laboca y las pecas a punto de estallar.

Él corre asustado, de la cama

a la calle y de la calle, a la ciudad.

Roberta, sentada sola en la plaza, le ve pasar. «Anda y que se jorobe ya».

Page 22: La Bombilla

Sé que cuento lo mismo una y otra vez, que persigo mipropio rabo sin parar, que he roto el suelo de tanto girar.

Recuerdo sus manos y sus pies. Las manos meacariciaban mientras los pies me miraban con recelo. Las manos siempre tranquilas, los pies siempre inquietos.Los dedos por mi tripa y por mi pelo, los pies aferradosa unos botines viejos. Sus largos silencios y mismonólogos eternos.

Él y Yo de paseono nos dejamos de mirar. Era la realidad.

Page 23: La Bombilla

Me gustan los hombres delgados hasta temblar. Hombres perchero de los que te cuelgas hasta dejar de respirar. Mi amiga Susana es un hadade verdad. «Búscate un hombre andamio que te cuide sin parar». Susana lleva los bolsillos llenos de sueños que le gusta regalar. A mí me gustaría abrazarla y romper a llorar. Susana, Roberta…cabalguemos hasta el mar. Con los sueños en la boca y las ganas de llorar.

Roberta se ríe. Sentadas en la plaza volvemos a soñar.

Page 24: La Bombilla

Roberta se levanta. Nos alejamos de la plaza, de la cama, de la calle y de la ciudad. Yo oigo unos pasos, la manode Roberta me impide mirar y yo, con una leve sonrisa, intento respirar.A lo lejos, los viejos botines parecenmaullar. Pero tengo prisa, y ya no puedoesperar. Roberta no me deja dar marchaatrás. A escondidas de ella le he dejadouna peca pegada en su portal, para quele salude al pasar, para que no le dejesolo cuando llegue la hora de despertar.«Deja de sufrir ya. Que a ellos les salejoroba de tanto controlar y nosotrasnos arrugamos de tanto llorar».

Yolloro.

Él no

llora.

Page 25: La Bombilla

Carita de pena, déjame ya. Que mi boca busque mis cejas y volvamos a bailar, en la plaza, con vasos de plástico y latas de caviar. Aunque seamos princesas condenadas a suplicar, aunquenos sobren los besos y estemos hartas de follar, aunque en el fondosólo quiera que me mientas una vez más.

Dime, ¿me querrás?