la caída del precio del petróleo, una estrategia geopolítica

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La caída del precio del petróleo, no es más que una estrategia geopolítica de la hegemonía. Econ. Juan Ramón Rallo y Richard Belduma Análisis Entrando al año 2015 se está produciendo la mayor batalla geopolítica imperialista de los últimos tiempos en una feroz pugna geoestratégica por el nuevo sistema monetario internacional. Es la batalla en la que se podrá establecer un sistema multipolar entre las más grandes potencias imperialistas de la actualidad, pero un mundo multipolar no es el único escenario posible. No podamos excluir de antemano la posibilidad de la instalación de un gobierno global conducido por la

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Page 1: La caída del precio del petróleo, una estrategia geopolítica

La caída del precio del petróleo, no es más que una estrategia geopolítica de la hegemonía.

Econ. Juan Ramón Rallo y Richard Belduma

Análisis

Entrando al año 2015 se está produciendo la mayor batalla

geopolítica imperialista de los últimos tiempos en una feroz pugna

geoestratégica por el nuevo sistema monetario internacional. Es la

batalla en la que se podrá establecer un sistema multipolar entre las

más grandes potencias imperialistas de la actualidad, pero un

mundo multipolar no es el único escenario posible. No podamos

excluir de antemano la posibilidad de la instalación de un gobierno

global conducido por la élite financiera con la OTAN como su brazo

militar. Ni está claro si la futura élite financiera en el poder sigue

siendo la actual de Wall Street y la City de Londres o si Shanghái y

Moscú entren o incluso predominen en la yunta.

Tampoco podamos descartar el escenario de un colapso financiero

a escala global de varios años caos económico, social y político

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durante cuyo período podrían darse nuevos procesos

revolucionarios.

A la luz de la posible independencia energética de EE.UU,

garantizada por los yacimientos de esquisto, Washington podría ser

el principal orquestador de la caída de los precios del petróleo,

afirma el analista. (Alexander Morózov, 2015)

La sobreproducción en el ámbito mundial, la caída de la demanda

debido a la desaceleración del crecimiento global, el alza de las

cotizaciones del dólar, así como la explotación a través del aceite

que otorga el hidrocarburo esquisto bituminoso (grupo de rocas

sedimentarias con la suficiente abundancia en material orgánico

querógeno como para producir petróleo a través de la destilación),

son factores que han repercutido en la caída sostenida de las

cotizaciones del oro negro desde mediados de 2014.

Es indudable que la abrupta disminución del precio ha generado

incertidumbre en los países miembros de la Organización de Países

Exportadores de Petróleo (OPEP), mismos que sostienen sus

presupuestos públicos bajo perspectivas de un rango de precios

que oscila entre los 100 y 110 dólares por barril. En la actualidad,

sin embargo, los precios se han estabilizado en una banda que va

de los 50 hasta los 70 dólares en sus variedades West Texas

Intermediate (WTI) y Brent.

Todo parece indicar que la cotización del energético seguirá

enfrentando presiones a la baja en el corto plazo, o al menos con

tarifas muy por debajo de las observadas entre 2002 y junio del año

pasado (después de la quiebra de Lehman Brothers en septiembre

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de 2008, las cotizaciones del mercado petrolero mundial se

desplomaron, meses después volvieron aumentar ante el valor

refugio que los títulos vinculados al petróleo representaron para las

inversiones en la esfera financiera).

Hay que destacar que la caída en los precios del petróleo (así como

del resto de los commodities, a excepción de los alimentos) no se

trata únicamente de una fluctuación menor, sino que constituye, en

realidad, una tendencia crónica y de largo plazo que nos plantea un

nuevo escenario geopolítico global. ¿Qué naciones se ven

perjudicadas y cuáles se ven beneficiadas tras este nuevo

ordenamiento que podría revolucionar, de manera paulatina, el

mapa energético mundial?

Dentro de los beneficiados se encuentran a grandes rasgos los

mercados importadores de crudo. En esencia, los territorios donde

se encuentran los mayores yacimientos de shale oil o lutitas

bituminosas del mundo, posicionándose Australia en primer lugar,

seguido de cerca por la Federación Rusa, Estados Unidos,

Argentina y Libia, según datos de la Agencia Internacional de

Energía (IEA, por su sigla en inglés).

No obstante, debido tanto a factores económicos como

medioambientales, ninguno de estos países (a excepción de

Estados Unidos) ha destinado un monto de inversiones significativo

para el desarrollo tecnológico en la exploración y explotación de

estas piedras metamórficas arcillosas procedentes de la fauna y la

flora acuática. Es, por lo tanto, Estados Unidos quien se encamina a

posicionarse, de manera aparente, como el productor mundial de

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referencia gracias al aumento sostenido de su producción desde

2013.

Sin embargo, en cuanto los efectos derivados de la caída de los

precios, los casos de Estados Unidos y la Unión Europea ameritan

especial atención.

Si bien es cierto que por un lado los ingresos de las familias se han

visto aliviados por la caída del precio de las gasolinas, por otro lado

no obstante, el desplome en las cotizaciones de los productos

energéticos ha consolidado la deflación (caída de precios) de la

economía en su conjunto y con ello, incrementado los riesgos de

caer en una recesión prolongada o peor aún, una depresión

económica.

Asimismo, dentro del grupo de naciones más perjudicadas se

encuentran Rusia, Irán, Argelia y Arabia Saudita. Mientras que en

América Latina destacan los casos de Venezuela y Ecuador, entre

otros países.

No obstante, esta disminución en los ingresos parece no afectar tan

gravemente a Arabia Saudita (líder mundial en la extracción de

petróleo a través de fuentes convencionales), que optó por

descartar una reducción en la producción del oro negro en el marco

de las reuniones de la OPEP como vía para evitar el desplome de

las cotizaciones, aceptando incluso, disminuir la tarifa de precios a

sus clientes asiáticos.

Page 5: La caída del precio del petróleo, una estrategia geopolítica

Mientras la caída del precio del petróleo pone contra las cuerdas a

una Rusia que, ya en crisis por causa de las sanciones de

Estados Unidos y de la Unión Europea, ve disminuir los ingresos

provenientes de sus exportaciones energéticas, Estados Unidos

está convirtiéndose en el mayor productor mundial de crudo –en

lugar de Arabia Saudita– y pronto será no sólo autosuficiente sino

que estará también en condiciones de garantizar a la Unión

Europea petróleo y gas en abundancia y además barato. Eso es lo

que nos dicen los medios de prensa. Una historia que vamos a

confrontar aquí con los datos de la realidad partiendo de la siguiente

interrogante:

¿Por qué han bajado los precios del petróleo?

Esta caída se debe no sólo a factores económicos, como

la contracción de la demanda mundial, sino también a factores

geopolíticos. Ante todo, a la decisión de Arabia Saudita, el mayor

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exportador mundial –seguida de Rusia–, de mantener un nivel de

producción elevado para que, al aumentar la oferta, disminuya el

precio del crudo. ¿Qué interés tiene Arabia Saudita en esa

maniobra, que puede reducir sus propios ingresos provenientes del

petróleo? Afectar a otros países exportadores, principalmente a

Rusia, Irán y Venezuela.

Riad puede darse el lujo de realizar esa maniobra porque los costos

de extracción del crudo saudita se hallan entre los más bajos del

mundo, 5 o 6 dólares el barril, mientras que la extracción de un

barril de petróleo en, por ejemplo, el Mar del Norte cuesta más de

26 dólares.

La idea de que la maniobra de Riad pueda estar dirigida contra

Estados Unidos, donde ha comenzado el bum del petróleo de

esquistos, carece de lógica. En primer lugar porque Estados Unidos

sigue importando petróleo saudita, cuya calidad conviene a las

refinerías estadounidenses, mientras que el petróleo de esquistos

sustituirá el que se importaba de Nigeria, de Angola y de Argelia. Y

además porque la maniobra sobre el precio del petróleo es

resultado de un acuerdo entre Washington y Riad basado en la

estrategia tendiente –en primer lugar– a debilitar y aislar a Rusia.

En ese contexto se inserta el bum del petróleo y del gas extraído,

en Estados Unidos, de los esquistos bituminosos mediante la

técnica de fracturación hidráulica, o sea desbaratando la roca de los

estratos profundos mediante el uso de agua mezclada con diversas

sustancias químicas.

Se trata de una técnica muy costosa. Según la Agencia

Internacional para la Energía, extraer petróleo de las arenas de

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esquistos cuesta entre 50 y 100 dólares por barril mientras que

extraer un barril de petróleo en el Medio Oriente cuesta unos

10 dólares. Según los expertos, la extracción del gas de esquistos

es económicamente interesante cuando el precio internacional del

petróleo sobrepasa los 70 dólares por barril. Pero desde junio el

barril el precio del barril de petróleo ha sufrido un descenso del

40%, así que el precio del barril anda por los 60 dólares, y puede

seguir bajando.

¿Cómo es posible entonces que se mantenga el bum? Porque

Estados Unidos –o sea, el Estado federal– está dedicando miles de

millones de dólares a estimular esa actividad, en la que sean

implicados generalmente pequeñas compañías petroleras. Resulta

significativo comprobar que las mayores compañías se mantienen

fuera de ese negocio, entre otras cosas porque los yacimientos que

se explotan mediante la técnica de fracturación hidráulica se agotan

mucho antes que los yacimientos convencionales.

También hay que tener en cuenta que esa técnica de extracción

provoca muy graves daños al medioambiente, daños cuyos costos

recaen sobre las colectividades locales. Muchas de ellas se oponen,

hasta ahora con poco resultado, al uso de sus territorios para la

extracción de petróleo y de gas de esquistos.

Así que el bum petrolero estadounidense tiene como locomotora los

objetivos geopolíticos de Washington: por un lado, perjudicar a

Rusia y otros países, y por otro lado, hacer que los aliados

europeos sustituyan las compras de productos energéticos rusos

por los que provienen de Estados Unidos.

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El hecho es que Estados Unidos, que es el mayor importador de

crudo del mundo, no puede garantizar a Europa los volúmenes de

petróleo y de gas natural que garantiza Rusia, ni tampoco a los

precios que practica Rusia. Todo esto no pasa de ser un bluff o,

como dicen los españoles, un “farol” en el «póker americano» de la

guerra.

Web Grafía

http://www.telesurtv.net/opinion/Configura-la-caida-del-precio-del-

petroleo-un-nuevo-escenario-geopolitico-global-20150406-

0006.html.