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Candelaria de Caracas La

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Breve historia de la parroquia

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Candelariade Caracas

La

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Los hilos del destino impidieron que nuestro compañero y amigo Renny Barrow Castellín estuviera físicamente entre nosotros en la edición de este catálogo. Sin embargo, sentimos su presencia desde el infinito. Este es un homenaje a su profesionalismo y amistad.

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La Candelaria de Caracas / 3

Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez:un espacio dinámico para la comunidad p.8

Los orígenes del barrio La Candelaria p.10

Recuperación de la iglesia después del terremoto de 1812 p.14

Mobiliarios que cuentan su historia p.20

Los caminos de la parroquia p.22

Gráfica para degustar p.24

Lugar para una comunidad de artistas p.26

El arte de la comunidad en trazos espontáneos p.30

La arquitectura del siglo XX p.32

Memorias de 14 esquinas p.39

Vida en La Candelaria actual p.47

Nuestra Señora de la Candelaria. Una virgen canaria en Venezuela p.48

José Gregorio Hernández. El Siervo de los venezolanos en La Candelaria p.50

El Ministerio Público: impulsando la cultura ciudadana p.52

La Candelaria: itinerario de una identidad p.53

Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano p.54

La ruta por la estatuaria urbana. Con las manos en la piedra p.55

La arquitectura fusionada con las artes /Antonio Afonso p.58

Comer en La Candelaria / Miro Popic p.60

Inventario I. Bitácora de una parroquia /Argenis Mondragón p.61

Anauco, ¡mil veces venturoso! / Hans Lorenzo p.62

El último auriga o cochero, nació en la parroquia La Candelaria/ Rafael A. Pérez Granadillo p.63

En torno a la idea de comunidad / José Ignacio Herrera p.64

Bibliografía p.67

Encarte / Cronología

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El Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez presenta La Candelaria de Caracas una exposición de proyección comunitaria, que además de contribuir a la promoción y difusión de la historia de tan importante parroquia caraqueña, pretende ser instrumento para

educar, fortalecer y promover los valores e identidad de las comunidades a las que sirve, bajo una conciencia de participación ciudadana.

En Venezuela, la visión del nuevo museo del siglo XXI, nos motiva a revisar y evaluar las funciones que hasta ahora ha tenido, y su impacto más allá del he-cho estético y expositivo. Por ello, desde su inauguración en 1997, el Museo de la Estampa y del Diseño ha llevado un trabajo sostenido en pro de la defensa y difusión de los valores locales y nacionales.

La excelente receptividad y resultados obtenidos en la ejecución de proyectos integrados a las comunidades de diseñadores, artistas, grabadores y de las pa-rroquias aledañas al museo, nos ha permitido potenciar nuestro rol y articular todas las acciones considerando prioritariamente a quienes buscan en institu-ciones como esta, un espacio para expresar lo que les es propio. Como museo hemos redimensionado nuestro papel educativo y social para hacer del edificio un territorio abierto, y del público, una comunidad que se ve reflejada y se sien-te reconocida a través de los espacios que les ofrece la institución.

Asimismo, agradecemos al Ministerio Público y al Despacho del Fiscal General de la República, por haberse unido a este proyecto al llevar a sus salas de exhi-bición el núcleo de la muestra alusivo al arte urbano, y patrocinar la publicación periódica de distribución gratuita, que complementó el aspecto documental de la investigación.

Estamos, conscientes del largo camino por recorrer. Por ello, estamos generan-do permanentemente productos que son un valioso aporte para la conformación de la historiografía del diseño y del trabajo comunitario en nuestro país.

Fundación Museos NacionalesMuseo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez

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Renny Barrow Castellín

Próximo a cumplir su décimo aniversario en diciembre del presente año, el Mu-seo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez es el único en Venezuela

dedicado exclusivamente a la colección y valori-zación de estas disciplinas fundamentales de la comunicación visual.

Su edificio ubicado en plena avenida Bolívar, fue rehabilitado y adaptado por el arquitecto Horacio Corse a una estructura de tres amplias salas para exposiciones, distribuidas en una su-perficie de 2.406 metros cuadrados. Este espacio ha concentrado una buena representación de las artes gráficas y del diseño nacional e internacio-nal, reflejada en exposiciones y publicaciones inéditas en el área del diseño gráfico e industrial, especialmente del venezolano.

En tal sentido, el Museo de la Estampa y del Diseño es un continente integrador de la visión humanista y comunitaria con las funciones sus-tantivas de la museología (conservación, educa-ción y proyección de los bienes culturales). Estos procesos han convertido a la institución en un espacio dinámico de acuerdo a las exigencias de los nuevos tiempos que invitan al conocimiento, al esparcimiento y prácticas pedagógicas, me-

diante propuestas que han permitido revertir en la comunidad, valores de significación y promo-ción de bienes patrimoniales.

Hannah Arendt en su libro La condición huma-na plantea que los espacios públicos son sitios de encuentro y de reconocimiento. Precisamen-te, este museo tiene esa condición de lugar pro-piciador de encuentro con nuestra memoria e identidad, constituyéndose en un territorio plural donde el colectivo puede conocer su patrimonio a partir de una gestión de proyección museística.

En este orden de ideas, cabe señalar dos pro-puestas museológicas que han permitido conver-tir al Museo de la Estampa y del Diseño, en un espacio abierto a las aspiraciones de sus comu-nidades aledañas. Una primera experiencia de acercamiento a las comunidades la hicimos con San Agustín. Pasado, presente y futuro de una comunidad realizada en el 2004. En el 2007, den-tro de esta misma línea proyectamos La Candela-ria de Caracas, orientada a presentar una visión gráfica de la memoria y valores culturales que caracterizan esta parroquia. Para ello, se realizó un trabajo de campo para identificar y registrar su patrimonio, dentro de un marco histórico do-cumental.

En general, el interés y compromiso recibido por parte de artistas, representantes claves de

la comunidad y de quienes espontáneamente se unieron a este gran equipo de trabajo, termi-naron por conformar un proyecto de integración museo-comunidad en el que todos hemos sido copartícipes. Ambas propuestas han conlleva-do al establecimiento de relaciones estrechas con las comunidades a la que sirve nuestra ins-titución.

En tal sentido, la Fundación Museos Naciona-les, a través del Museo de la Estampa y del Di-seño Carlos Cruz-Diez, se complace en profundi-zar en los objetivos propuestos para fomentar la sensibilidad y el conocimiento de nuestra cultura y valores.

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Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez:un espacio dinámico para la comunidad

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¿De dónde vienen los canarios?

Planta original de la iglesia, sin fecha.

Los orígenes del barrio La Candelaria

El archipiélago canario, de origen volcánico, está integrado por siete islas mayores y unos cuantos islotes. Su altitud máxima es de 3.718 metros y su superficie total es de 7.446 kilómetros cuadrados, con 1.114 kilómetros de costa y 257 kilómetros de playa.En la antigüedad este conjunto de islas fue conocido como las Islas Afortunadas, los Campos Eliseos, el Jardín de las Hespérides, la Atlántida. Los guanches, como suele llamársele a sus habitantes, vivían en los acantilados, en grutas o en pequeños poblados con casas de planta circular. En 1496 se incorporan a la corona de Castilla.

Renny Barrow

La Candelaria fue el primer barrio fuera del límite de la antigua Caracas...

l La Candelaria es erigida como pa-rroquia en 1750. l Su superficie territorial es de 123.000 hectáreas.l Su población es de 53.473 perso-nas (Censo 2001).l Sus linderos (Plano de Caracas 2000):Norte: Parroquia San José y San Bernardino.Sur: Parroquia San Agustín.Este: Parroquia El Recreo.Oeste: Parroquia Altagracia y San José.

Asentamiento del barrio La Candelaria

Lo que hoy conocemos como La Candelaria, tiene sus orígenes en 1693. Desde sus inicios se ubicó en un paraje denominado Sabana de Anauco, que para ese momento estaba en las afueras de Caracas, entre los ríos Catuche y Anauco,

yendo por el Camino real de Ca-racas a la población de Petare. La topografía irregular de la zona, sur-cada por estos imponentes ríos, fue determinante en la demarcación de sus límites como parroquia.

Este barrio sirvió de cobijo a un gran número de inmigrantes pro-venientes de las Islas Canarias, quienes llegaron a nuestro país, en búsqueda de un lugar fuera de las fronteras insulares para esta-blecerse. Los canarios trajeron consigo toda su cultura, costum-bres, gastronomía, y sobre todo, la advoca-ción religiosa dirigida a su patrona, la Santísi-ma Señora de la Candelaria.

Construcción de la Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria

Para 1703, el sacerdote don Pe-dro de Vicuña, acompañado de un grupo de vecinos notables, todos de origen canario, se dirige al Obispo de Caracas don Diego de Baños y Sotomayor, a fin de solicitarle li-

cencia para reacaudar fondos para acometer la construcción de una capilla en honor a Nuestra Señora de la Candelaria.

En esta misma fecha, el Cabildo autorizó la construcción de la igle-sia en las tierras que les fueron concedidas al Capitán Baltasar Soto, natural de Sevilla. El terreno otorgado era de una cuadra com-

pleta, ciento setenta y cinco varas de fren-te y ciento setenta y cinco varas de largo. Sus linderos estaban delimitados de la si-guiente manera: por el naciente (este) el río Anauco, por el poniente (oeste)

la ciénaga, por el sur la calle y el Camino real que va a Petare y por el norte, el resto de las tierras, he-rencia de los familiares del Capitán Soto. Esta edificación iba a ocupar el lugar central de ese sector.

Esta iglesia, desde su proyección original, presenta una planta rec-tangular de tres naves, de estilo clásico. En 1708, una vez finaliza-

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Plano de Caracas con los afluentes cercanos más importantes, sin fecha.Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribu-ción al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

Plano de 1775 con la división de los barrios. Las parroquias que aparecen para la fecha son las de San

Pablo, Altagracia y La Candelaria.En 1750, por Real Cédula de su majestad Fernando VI,

se había autorizado al Reverendo Obispo don Manuel Machado y Luna, erigir

a La Candelaria como parroquia.Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma.

Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

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da su construcción, el padre Ga-briel Matías Martizaes de Ibarra, Vicario Capitular de Caracas, la bendijo como La Santísima Cruz y de Nuestra Señora de la Cadelaria en ceremonia litúrgica dirigida por Juan Rodríguez Mendoza, maestro de ceremonia.

Para 1750, Caracas tenía de fun-dada ciento ochenta y tres años, lo que significaba que ya el asenta-miento español se había afianzado en nuestro país. Así como en otros sectores de Caracas, en La Cande-laria se siguió un desarrollo urbano de acuerdo a la cuadrícula colonial, en la que la iglesia y la plaza tienen un papel preponderante, pues toda la vida de la ciudad giraba en torno a ellas. Estos lugares eran los habi-tualmente buscados para realizar eventos recreativos, políticos y re-ligiosos.

Primeras construccionesLos edificios religiosos son los que

más destacan en esta época, le si-guen los públicos y las casas de ha-bitación. Estas últimas eran cons-

trucciones modestas realizadas en tapia; por el contrario, las iglesias y las casas de las familias pudientes, se construían con ladrillo o mam-postería. Poseían grandes patios bordeados por anchos corredores, grandes ventanales y puertas muy altas. Todo esto por lo general en una sola planta, dentro de una dis-tribución rectangular.

La vida del caraqueño de esa época estaba limitada a las labores agrícolas y artesanales. Por ello, las primeras calles de La Cande-laria fueron diseñadas para el trá-fico peatonal y paso de animales. Sin embargo, aquellas se fueron adaptando al crecimiento de la parroquia y a la aparición de otros medios de transporte, como los ca-rruajes y el tranvía.

En 1790, se construyó el puente sobre el río Anauco, respetando el diseño que había dispuesto años antes el Gobernador de Ve-nezuela don Julián Guillelmi, para facilitar el paso de La Candelaria hacia el este: Sabana Grande, Chacao y Petare.

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Lavanderas en el río Anauco, sin fecha. Tomado de: SCHAEL, Guillermo. Caracas la ciudad que no vuelve, p. 75.Fachada de la Compañía Guipuzcoana.

Un vecino de La Candelaria se alza contra el imperio español

En La Candelaria vivió el cana-rio Juan Francisco de León (ca. 1775), natural de la isla de El Hie-rro, quien fuera Teniente Cabo de Guerra y Alcalde de Panaquire. El 19 de abril de 1749, llega a Caracas para levantar su voz de protesta contra los abusos y el monopolio de la Compañía Guipuzcoana.

La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa comercial de ca-pitalistas vascos, procedentes de la provincia de Guipúzcoa al norte de España. Fue constituida el 25 de septiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España. Funcionó en nuestro país desde 1730 hasta 1781, te-

niendo gran influencia en el desa-rrollo económico, social y político de la Venezuela colonial.

El alzamiento de Francisco de León se mantuvo por un período de dos años. En 1752, luego de ser pre-sionado y chantajeado, se entrega al Gobernador Felipe Ricardo, quien lo envía a Cádiz junto con su hijo. Sus propiedades fueron confiscadas y su casa destruida y sembrada de sal. En el terreno se levantó una co-lumna con la siguiente inscripción:

«Esta es la justicia del Rey nues-tro señor mandada a hacer por el Exmo. Señor don Phe. Ricardos The. General de los Exercs. De su majes-tad su Govr. y Capn. General desta Prova. de Caracas con Francisco León, amo de esta casa por perti-

naz, rebelde y traidor a

la Real Corona y por ello reo: Que se derribe y siembre de sal pa. per-petua memoria su infa»” 1.

Ya declarada la Independencia en 1811, la columna es demolida y allí mismo se celebraron home-najes a este canario, uno de los primeros precursores de nuestra nacionalidad:

«... demoler con toda solemnidad el poste de la ignominia que desde me-diados del siglo próximo pasado [si-glo XVIII] hizo levantar el sistema de

opresión y tiranía en un solar que está frente al templo Nuestra Señora de la Candelaria, y en donde tenía su casa de habitación el magnánimo Juan Francisco de León, para manchar ini-cuamente la memoria de éste, como caudillo de los valerosos varones, que en aquel entonces pretendieron sa-cudir el duro yugo mercantil, con que la avaricia y despotismo de los Reyes de España estancaron el comercio en estas provincias, por medio de la es-tafadora Compañía Guipuzcoana» 2.

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Placa conmemorativa en honor a Joaquina Sánchez. 15

Real Cédula y Manifiesto de la Compañía Guipuzcoana.

Un nuevo suceso de emancipación

En 1797, se produce un nuevo movimiento preindependentista en La Guaira y Caracas, liderado por Manuel Gual (1759-1800) y José María España (1761-1799), cuyo ob-jetivo era hacer de la Provincia de Venezuela una nación libre. Como parte de la preparación de su movi-miento revolucionario, idearon una escarapela que los identificaba, compusieron canciones que procla-maban la libertad y escribieron tex-tos sobre los derechos del hombre y del ciudadano, que en su momen-to fueron referenciales para el resto

de América. Desafortunadamente, el movimiento fracasó, teniendo ambos que escapar hacia diversas islas de las Antillas. Cuando José María España regresa a Caracas en 1799, es hecho prisionero, juzgado y condenado a muerte.

En represalia por encubrirlo, su es-posa Joaquina Sánchez es condena-da a ocho años de prisión en la Casa de la Misericordia, actual plaza Par-que Carabobo. En este lugar le fue colocada una placa en su honor.

1 SCHAEL, José Guillermo. La ciudad que no

duerme. Gráficas Armitano, Caracas, 1985, p. 129. 2 Ibídem, p. 130.

Extracto del Manifiesto de la Compañía Guipuzcoana: «Pre-ocupada cita de las maliciosas sugestiones de aquella (que ja-mas duerme) ha compuesto un coro aparte con la envidia, para levantar, sin el más remoto cono-cimiento de lo que es la Compa-ñía, y su conducta, el grito contra ella, arrojado al aire las odiosas voces, de opresión, de tiranía, de estanco, siendo increíble los destinos de hecho, que han oído hablar con la ocasión del último alboroto suscitado por Juan Fran-cisco de León, y animado, acaso,

diestra, y ocultamente por los émulos de la Compañía, pero sin adhesión de pueblo alguno de cuantos fueron requeridos para el apoyo de aquella temeraria empresa, que no tuvo más que un bulto ruidoso de sedición arti-ficiosa contra la Compañía, y sus Ministros, disuelto con máxima de que sirviese de argumento experimental, y sensible de sus decantadas supuestas tiranías, para cumplir con aquella delin-cuente prueba la falta total que padecen la verdadera».

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Camile Pisarro Iglesia de La Candelaria,1854. Plumilla y lápiz sobre papel, 17,6 x 26,5 cm.Tomado de: Banco Central de Venezuela. Colección de Arte 1940-1996. Caracas, p. 75.

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Recuperación de la iglesia después del terremoto de 1812

Renny Barrow Castellín

Terremoto de 1812

A principios de siglo XIX, el 26 de marzo de 1812, justo unos días antes de conmemorarse el se-

gundo aniversario de la Declaración de la Independencia de Venezue-la, Caracas fue sorprendida por un fuerte terremoto. Este movimiento telúrico se extendió a otras ciudades del país, ocasionando considerables daños y destruyendo gran parte de las principales edificaciones. En La Candelaria, muchas de las obras civiles, religiosas y gubernamenta-les fueron afectadas, entre ellas la iglesia. Ante tal panorama de des-gracia, el sector se utilizó para el de-sarrollo de actividades de periferia, construyéndose un cementerio y un hospital para enfermos de lepra.

Recuperación de algunos edificios

Por mucho tiempo la parroquia tuvo una imagen de devastación y ruinas, de la que no logró recobrarse sino hasta finales del siglo XIX. Su

recuperación comenzó durante el gobierno de Antonio Guzmán Blan-co quien tuvo como meta moderni-zar Caracas bajo un gusto afrance-sado y neoclásico para borrar ese aspecto rural y de desolación que tenía la ciudad, causado por el te-rremoto y las numerosas guerras. Los proyectos emprendidos en este período estuvieron sustentados en

una política de construcción de mo-numentales obras arquitectónicas, diseñadas de acuerdo a cánones europeos, siendo este, el rasgo más característico de la obra civil de su gobierno.

En La Candelaria se reconstruyó su iglesia, se amplió el trazado urbano, se desarrollaron nuevas viviendas aun bajo las características cons-tructivas de planta, materiales y te-chumbres heredadas de la tradición colonial española y las manzanas su-frieron una parcelación más intensiva

debido al aumento de la pobla-ción. También se constru-

yó el Puente Guzmán Blanco y, en 1880 se

erigió —en la Plaza de la Democracia, como se conocía

en ese entonces la Plaza de La Candelaria— una estatua pedestre

en honor a José Gregorio Monagas, prócer que luchó por la abolición de la esclavitud en Venezuela en 1854.

Plano topográfico de la ciudad de Caracas con las iglesias, capillas, conventos, ríos, calles, parroquias y nombres de las esquinas, sin fecha.Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Provincia 1567-1967).

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Iglesia La Candelaria, 2001.

Plaza La Candelaria, sin fecha.

Iglesia La Candelaria, a principios del siglo XX. Tomado de: MENESES, Guillermo. Libro de Caracas, p. 32.

Relojes colocados en plazas públicas (1897).Este estuvo ubicado en La Candelaria.

Tomado de: NÚÑEZ, Enrique Bernardo. La Caracas de los techos rojos, p. s/n.

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Plano topográfico de la ciudad de Caracas de 1870. Tomado de: DE SOLA-RICARDO, Irma. Contribución al estudio de los planos de Caracas. (La ciudad y la Pro-vincia 1567-1967).

Grabado impreso en París por H. Meyer y S. Meetontiley, alegórico a los avances del gobierno guzmancista. Tomado de: PALENZUELA, Juan Carlos. Arte en Venezuela 1838-1958, p. 17.

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Tranvía Carabobo N° 59, sin fecha. Tomado de: VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos, p. 47.

Es importante destacar que en 1873, apareció la luz a gas en Cara-cas y en 1882 se inauguró el tranvía, iniciativas que igualmente repercu-tieron en la vida de los habitantes de La Candelaria.

Reconstrucción de la iglesiaEntre 1868 y 1872, se llevó a cabo

la reconstrucción de la fachada de la iglesia bajo la dirección de Juan Hurtado Manrique. Entre 1880 y 1881, se agregaron los coros, las puertas y el balcón central, mien-tras que el arreglo del campanario y algunos altares fueron hechos a

finales de siglo. Desde entonces,

esta iglesia de plan-ta rectangular pre-senta una distribu-ción espacial de tres naves, divididas en-tre sí por columnas de orden dórico. A

la cabeza de las naves se encuen-tran el presbiterio y dos capillas laterales divididas de las naves por tres arcos de medio punto apoya-

dos sobre columnas. A los pies de la iglesia están el coro y el sotoco-ro, separados de la nave por arcos de medio punto. Tiene tres accesos frontales y dos laterales.

La iglesia tiene tres naves inter-nas. De la principal, destacan las dobles pilastras de sección circular sobre fuste estriado y basamento común. En cambio, las calles latera-les están flanqueadas por pilastras con base independiente. Las dos

fachadas laterales no tienen deco-ración, sólo en el vano de acceso, de cerramiento adintelado.

Los tranvíasEn 1881, bajo el segundo perío-

do de gobierno de Guzmán Blanco se inaugura en Caracas el tranvía, inicialmente tirado por mulas y caballos. No es hasta 1908, cuan-do surgen las modernas y confor-tables unidades de tranvías movi-21

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La Candelaria de Caracas / 17

das por electricidad.Este medio de transporte llegó

a extenderse por toda Caracas. «En 1947, una huelga de trabaja-dores del tranvía suspendió para siempre el magnífico medio de transporte que conocieron los ca-raqueños de esa época, además de la guerra sin cuartel que le hi-cieron los automóviles y los auto-buses hicieron que el viejo tranvía se batiera en retirada totalmente derrotado» 1.

Cruz Roja VenezolanaEste edificio diseñado por el inge-

niero Agustín Aveledo y levantado en 1893, fue sede del Hospital de Niños, también conocido para esa época como Hospital Linares, debido a que Juan Esteban Linares había or-denado su construcción. A principios del siglo XX, durante el gobierno de Juan Vicente Gómez, pasa a llamarse Hospital Militar y Naval. Desde 1936 es sede de la Cruz Roja Venezolana y a partir de 1940 tuvo en su nombre el

Tranvía Parque Carabobo, sin fecha.Tomado de: VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos, p. 46.

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Parte de los rieles del tranvía frente a la plaza de La Candelaria, 2007.

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El antiguo Hospital Militar y Naval, hoy sede

de la Cruz Roja Venezolana.Recuperado en enero de 2007 de

groups.msn.com/viejasfotosactuales.

agregado de Hospital Carlos J. Bello. Esta edificación, característica de la ar-

quitectura de estilo neoclásico de finales del siglo XIX en Venezuela, presenta una planta rectangular de dos pisos. Todos sus espacios convergen alrededor de un patio central. Su acceso principal se ubica a me-tro y medio del nivel de la calle, lo que da idea de un fuerte desnivel en la topografía, irregularidad solventada mediante el uso de escalinatas para facilitar el acceso.

1 VELOSO SAAD, José. La Caracas de aquellos tiempos. Caracas, 1976, p. 46.

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Declarada Monumento Histórico Nacional el 2 de agosto de 1960.

La misma entrada de la Iglesia de La Candelaria a mediados del siglo XX y actualmente.

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Mobiliarios que cuentan su historia

Silla letrina, segunda mitad del siglo XIX. Madera de cedro, 90 x 58 x 46 cm.Colección Fundación John Boulton.

Sillón frailero, siglo XVII. Talla, calado y repujado. Madera caoba y cuero, 104 x 66 x 41 cm.

Colección Fundación John Boulton

Anny Bello

Los mobiliarios son objetos de uso funcional presen-tes en cualquier espacio habitable, que reflejan el

gusto y el espíritu de una época. A los que hacemos referencia en estas imágenes, son apenas un pequeño ejemplo de los utilizados en el país en los siglos XVII y XIX, que trasla-damos a La Candelaria de ese mo-mento, para recrear una posible ambientación de espacios.

Durante estos siglos, los diseños de muebles de es-tilo «colonial» eran los más característicos, realizados en madera y cuero, algunos her-mosamente tallados. El Sillón frailero, corresponde a una ti-pología de silla adecuada más a usos clericales. Es originario de la Catedral de Coro, estado Fal-cón, y está elaborado en madera de caoba tallada, con respaldo y asiento de cuero repujado con motivos vegetales, y remates en tachuelas de cobre. Su diseño,

aunque sencillo, denota majestad. Mesa de juego del siglo XIX, pre-

senta una agradable estilización de las patas torneadas y talladas

en su arranque y un tablero con damero. Asimismo, la Silla letrina con bacinilla, también del siglo XIX, era el sistema sanitario más utilizado para entonces, siendo un objeto que reflejaba los avances en las resoluciones para el con-fort en el área doméstica. Por su parte, el Puff, complementaba la silla letrina, y se usaba para apo-yar los pies.

En general, la distribución y características de los espa-cios de las viviendas coloniales, influían enormemente en la es-cogencia del mobiliario. Grandes habitaciones, lar-gos corredores, balcones y

amplias cocinas, servían de escenario para intervenir el espacio con muebles, lám-paras, espejos, mesas, sillas,

biombos, comedores, vitrinas, camas, baúles, escaparates, y

tantas otras piezas; sin contar con la tapicería y telas que daban realce a los ambientes.

La decoración interna lograda con estos mobiliarios expresaban

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Puff, segunda mitad del siglo XIX. Madera de cedro, 38 x 58 x 34 cm.Colección Fundación John Boulton.

Mesa de juego, principios del siglo XIX. Madera de gateado,75 x 78 x 41 cm.Colección Fundación John Boulton.

las exigencias y requerimientos de sus usuarios, así como sus diseños, materiales y acabados, la posición social y económica de quien los po-seía. Hoy día, estas piezas compor-tan un sistema de objetos que nos acercan a posibles formas de vida del pasado, y de cómo las personas asumían su cotidianidad.

En tiempos más modernos, los cambios en los modos de vida ge-nerados por el fin de un largo perío-do dictatorial y por la bonanza pe-trolera, propiciaron la apertura a la recepción de información y nuevas tecnologías generadas fuera de las fronteras venezolanas.

De los muebles de madera colo-niales realizados por ebanistas, se pasa a los objetos con formas más

estilizadas y ergonómicas de producción industrial. La importación y elaboración de estos últimos, estaba cónsona con los movimien-

tos arquitectónicos y de di-

seño internacionales de los años cuarenta. El restaurante La casa de Italia, que todavía conserva su mobiliario original, es un buen ejemplo.

En este sentido, en La Candela-ria se asentaron algunas tiendas de muebles de importancia para el diseño nacional, como la Compa-ñía Anónima Puente Yanes Capuy, fundada en 1954. «Se inició como una tienda de muebles escandi-navos hechos en madera. En 1965 inició la fabricación local con dise-ños propios de inspiración danesa. Para 1980 el estilo Capuy se hizo presente en espacios corporativos, y en las tiendas inauguradas en los años 50…» 1. También se estable-ció la mueblería Morrison una de las primeras especializada en la fabricación de muebles de ratán en la ciudad.

1 Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez. Objetos cotidianos. Diseño y fabricación en Venezuela, Caracas, 22 de julio 2006, Exp. Nº 63, Cat. Nº 35. (Texto de Elina Pérez Urbaneja), p. 5.

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Los caminos de la parroquia

Anny Bello

La distribución urbana de La Candelaria es la de la cuadrícula urbana de la Colo-nia. En distintos planos de la Caracas de siglos pasados, se observa claramente esa

retícula y al mismo tiempo la división entre el norte y el sur de parroquia. La diferenciación de uno y otro lado del sector estaba dada por la geografía natural de la zona: la norte presentaba depresiones en la to-pografía, mientras que la parte sur, la planicie propia del valle.

Desde su fundación, La Candelaria estaba surca-da por prominentes caudales de los ríos Catuche y Anauco que a su vez se ramificaban en pequeños riachuelos. Ello hizo necesaria la construcción del Puente Anauco, en 1790 –actualmente declarado patrimonio tangible de La Candelaria–, ideada para sortear la separación geográfica que este río crea-ba con la ciudad de Caracas. El puente terminó por configurar la Calle Real de La Candelaria, luego de-nominada avenida Este, que uniría el oeste con el este de la ciudad. Muy posteriormente, a principios de 1980, lo que en otro tiempo era el afluente del

Anauco, fue embaulado y acondicionado como vía peatonal, para crear el Paseo Anauco, que serviría de conector entre el norte y el sur de la parroquia. También es importante destacar que debajo de la estructura del puente Anauco, se ha formado un barrio subterráneo conocido como Lechozos. En la actualidad, otros pequeños puentes como el Victo-ria, quedaron bajo el nivel de las calles.

Ya entrado el siglo XX, el tranvía supone otro avance en los medios de comunicación vial de la zona. El que pasaba por la calle Este conectaba con el Ferrocarril Central. Todavía hoy se ven algunos de los rieles.

El Correo y avenida Este, sin fecha.Recuperado en enero de 2007 de groups.msm.com/viejasfotosactuales. Avenida Urdaneta, 1955.

Avenida Este 5, 2007.

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En general, por el desarrollo industrial y las nuevas fuentes de trabajo, empieza a haber un crecimiento desmesurado en las áreas céntricas de Caracas. En ese sentido, ante el aumento poblacional y desarro-llo arquitectónico sin planificación, se concibe en 1938 un plan piloto de urbanismo. Se creó enton-ces, la Comisión Municipal de Urbanismo a cargo de Maurice Rotival, Henri Prost, Jacques Lambert y Wegenstein para diseñar el Plan Monumental de Caracas, también conocido como Plan Rotival. De este solo se llegó a concretar la intervención de la urbanización El Silencio, a cargo de Carlos Raúl Vi-

llanueva, ejemplo integrador de la tradición con la modernidad.

En el marco del Plan Vial para Caracas de 1951, y tomando en consideración las anteriores pro-puestas urbanas del Plan Rotival, se construyeron importantes avenidas que demarcaron los linderos de la parroquia La Candelaria: la avenida Bolívar (1951) límite sur, la Urdaneta (1953) al este, la Fuer-zas Armadas (1956-59) al oeste, y al norte la Pan-teón (1975).

Posteriormente, en 1983 se inaugura la Línea 1 del Metro de Caracas. Para la parroquia se pro-

yectó la estación Bellas Artes. La de Parque Carabobo no estaba prevista en el diseño ini-cial del recorrido. Sin embargo, fue propuesta previendo el impacto poblacional derivado de la construcción del conjunto residencial Par-que Central. Por su parte, los alrededores de la estación Bellas Artes fueron especialmente atendidos. Su intervención le dio realce a es-pacios para la recreación y el esparcimiento, a través de caminerías diseñadas a lo largo del paseo de las avenidas México y Universidad, así como del Paseo Vargas.

Avenida Bolívar, 2006. Intervención urbana del Metro de Caracas en el perímetro de la estación Bellas Artes, 1991.34 35

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Gráfica para degustar

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Renny Barrow Castellín

La comida es una de las manifestacio-nes que identifican un país, en este caso define a un sector de Caracas que ha sido lugar de asentamiento y cuna

de miles de españoles que llegaron e hicieron

de Venezuela el lugar para desarrollarse y hacer familia.

Entre las cosas que trajeron consigo, estaban sus costumbres y su amor al trabajo agrícola, pero sobre todo su cultura gastronómica, la que nos han ofrecido desde hace bastante tiempo. Para ello, han impulsado una serie de espacios

en donde no solo ofrecen diversidad de platillos, sino además, aromas, bebidas y su música.

El recorrido por calles y avenidas en la búsque-da de restaurantes, tascas, panaderías, dulce-rías, cafés, etc., lleva a fijar la mirada en los avi-sos y letreros publicitarios. Estos nos seducen a entrar o a seguir la búsqueda dentro de la agita-

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da y concurrida trama urbana de La Candelaria. La riqueza de elementos tipográficos de los

locales, colores y emblemas contenidos en su identidad gráfica, le otorgan junto con la arqui-tectura, una imagen particular. Sus denomina-ciones evocan lugares de la geografía española y personajes; otras simplemente se asumen

como lugar para una cita y la tertulia. Sin em-bargo, no todo está orientado a los «gestos de identificación visual», los espacios interiores definidos por el mobiliario, objetos decorativos, diversidad de botellas de vino, etc., unidos a una atractiva carta de platos terminan por com-pletar su imagen.

Como vemos, el tema gastronómico, no solo aborda aspectos que tienen que ver directa-mente con la comida, sino también con el dise-ño, las nomenclaturas tipográficas, los desplie-gues cromáticos, las atmósferas y los espacios idóneos para la estadía y la degustación.

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José Rodríguez. Cúpulas de La Candelaria, 2006. Fotografía digital, 75 x 50 cm.

Torkins Delgado. De la serie Experiencia gestálticas de color (detalle), 2006. Gráfica digital, 80 x 100 cm.

Jorge Karpati Nemet. Iglesia ortodoxa de Caracas. Iglesia ortodoxa rumana.(Constantino y Elena, Última cena, pintada en el relleno del coro), 2007. Fotografía a color, 21,5 x 28 cm.Luis Alfredo Suárez.

Mi-Miranda dos mil seis, 2006. Collage, 90 x 70 cm.

Lugar para una comunidad de artistas

Renny Barrow Castellín

Diversidad, compromiso, libertad, poesía, son algunas de las ideas que fluyen al observar

el grupo de obras expuestas en este núcleo. Piezas bidimensio-nales y tridimensionales comuni-can, mediante formas y colores, las percepciones, sentimientos

y emociones de sus creadores. Imágenes que hoy llegan hasta nosotros para acercarnos a la res-puesta que ha tenido este grupo de hombres y mujeres residentes o amantes de La Candelaria, ante el quehacer artístico actual.

Algunos de ellos han registrado y documentado la vida del sector convirtiéndose en observadores furtivos de su entorno; otros han

utilizado su arte para expresar que mediante él, todos podemos llegar a conocer y querer nuestra ciudad.

En tal sentido, encontramos pie-zas con escenas identitarias de la parroquia, los rieles del desapa-recido tranvía, las pensiones, los típicos comedores, los zapateros en su oficio artesanal, la plaza; las obras que hacen referencia a

José Gregorio Hernández, al Ávi-la o a héroes nacionales; las que manifiestan la particularidad de la parroquia explorando ambien-tes más citadinos. En un grupo distinto de piezas se plantean propuestas resueltas desde una óptica onírica, abstracta orgáni-ca o geométrica; mientras otros tantos artistas, han seguido una línea estilística más adecuada a la

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Alirio Oramas. Serie de ventanas No.5. Óleo sobre tela, 60 x 80 cm.

Francisco Martínez. Suceso 303, nuevas evidencias indican que Gulliver no actuó solo, 2006. Hierro patinado y poliuretano tallado, 120 x 200 x 7 cm.

Darling Peña. La araña, 2005. Resina sobre madera, 60 x 130 x 40 cm.

Antonio Lazo. José Gregorio Hernández VI, 1990. Óleo, asfal-to, tiza sobre tela y borde de madera, 225 x 189 cms. Colección Fundación Museos Nacionales /Museo de Arte Contemporáneo.

Carúpano. El sultán Ávila, 2000. Aguafuerte y aguatinta, 73,5 x 94 cm.

Ramón Grandal. Sin título (detalle), 1999-2006. Planta sobre gelatina, (políptico de 12 fotos), 125 x 220 cms. (medidas del grupo).

búsqueda individual sin referen-tes en la realidad.

Estamos conscientes de que este conjunto de obras es solo una pequeña muestra de una to-talidad mucho más numerosa. Sin embargo, lo aquí expuesto ofrece un panorama representativo de la actividad artística desarrollada en La Candelaria de Caracas, en la actualidad.

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Rafael Prim. Pretexto, 2007. Acrílico sobre tela, 80 x 60 cm.

Luis Guevara Moreno. José Gregorio verso-reverso, 1971. Litografía, 18/74. 49,8 x 32,4 cm. Colección FMN/Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez

Humberto Matos.Pensión Avilanes (detalle),1989Fotografía blanco y negro, (políptico) 10 x 8 cm. c/u.

Andrés Salazar.Ciudad basura, 1994.Acuarela sobre papel,

21 x 42 cm.

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Luis Marín. Otra vez, 1999.

Cemento armado, 21 x 68 x 70 cm.

Nora Cano. Serie el vuelo, 2005. Fotografía digital sobre tela, 39 x 120 cm.

Guillermo Abdala. De la serie Ágora del cuadrante (detalle), 2006. Concreto, 67 x 70 x 14 cm.

Zacarías García. Estudio No.7, de la serie 24 estudios

de estructuras urbanas, 1995-2002.

Óleo sobre tela, 56 x 135 cm.

Gilda Pérez.Sin título (detalle), 2006.

Fotografía digital a color (tríptico),

38 x 120 cm.

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Jorge Medina. Escuela Experimental Venezuela, 2006. Óleo sobre tela, 69 x 85 cm.

Sergio Hernández. Mi Ávila caraqueña, 2005. Óleo sobre tela, 60 x 80 cm.

Julio César Reyes.Homenaje a La Caoba, 2005.Talla en madera,67,5 x 34 x 32 cm.

El arte de la comunidaden trazos espontáneos

Bonna Mercedes Rodríguez.Los buhoneros toman la plaza, 2006.

Óleo sobre tela,50 x 60 cm.

Renny Barrow Castellín

Parte del grupo de obras que conforma este eje, pertenece a la produc-ción de artistas que vi-

ven en La Candelaria y otra parte es el resultado de una experiencia de participación comunitaria con-vocada por el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez en 2006, en la que se invitó a un grupo de artistas a desarrollar un trabajo in situ sobre La Candelaria. Lo más significativo de esta actividad, fue la incorporación de creadores, es-tudiantes de arte, autodidactas y artistas pertenecientes a círculos culturales de La Candelaria que han visto en el arte una vía para manifestar su visión particular del entorno donde viven.

El día del encuentro los participan-tes tuvieron libertad para plasmar tópicos de su interés, por supuesto, relacionados con la parroquia. To-das las piezas están desarrolladas bajo una línea libre de trabajo con preponderancia de lo figurativo y lo narrativo. Unas aluden a lo anecdó-

tico, otras a lo pintoresco, o bien re-presentan lugares emblemáticos de la zona, costumbres y tradiciones.

Las propuestas de los participan-tes dan luces para observar el mar-cado interés por dar a conocer, más que a un individuo, a una comuni-dad organizada que cree y se aferra a lo que hace.

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Rayza Scott. Plaza La Candelaria desde el Montana Grill, 2007. Óleo sobre tela, 60 x 90 cm.

Baldemaro Higuera. Plaza La Candelaria, 2007. Óleo sobre tela, 48 x 70 cm.

Kathleen Pinder. Un detalle de la iglesia de La Candelaria, 2006. Creyón sobre cartulina, 43 x 50 cm.

Mariela Hernández. El templo, 2006. Acrílico sobre tela, 60 x 90 cm.

Graciela Pardo.Edificio París, 2006.

Óleo sobre tela,45 x 58 cm.

Freddy Simosa (Adhonay).Reflejos de la eternidad.

El mundo de la artesanía, 2006.Óleo sobre tela,

100 x 140 cm.

Juan Osorio. Mi virgen, 2004. Óleo sobre tela, 70 x 50 cm.

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La arquitectura del siglo XX

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Anny Bello

Casas del norte

La arquitectura de vivien-das, también conocida como arquitectura domés-tica, la conforman casas

de corte tradicional, de fachadas pintadas con colores llamativos, re-matadas en su parte superior con cornisas y elementos decorativos prefabricados y un gran portal de madera con grandes ventanales en-rejados.

El zaguán, típico pasillo de entra-da, comunicaba la calle con el inte-rior de las casas hasta llegar a un patio central en torno al cual gira-ban todas las dependencias. Los pi-sos eran con frecuencia recubiertos de cemento o con baldosas de bellos arabescos. El uso de los calados y vitrales en las puertas y ventanas, además de decorar y tamizar la luz permitían una buena visual hacia fuera, a modo de celosía. En este tipo de aplicaciones observamos cierta fusión estilística puesto que en una misma puerta se combinaba un calado de influencia mozárabe al

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lado de vitrales de un estilo art deco, adaptado a las singularidades del gusto local.

En su aspecto urbano, este tipo de casas estaban ubicadas sobre una topografía de calles y aceras angostas, una al lado de la otra, conservando ciertas semejanzas en la construcción: regularidad en la altura y ancho de la fachada, en la cantidad, tamaño y diseño de las ventanas y en las ornamentaciones adosadas a las paredes. Estas casas son las que caracterizan la arquitec-tura de La Candelaria norte de la primera mitad del siglo XX.

En La Candelaria norte también se encuentran algunas viviendas cuyas fachadas ejemplifican las estructu-ras constructivas utilizadas a finales de los años cuarenta: doble planta con volúmenes proporcionados de líneas simples. Sin embargo, las de la parroquia, todavía conservan su halo tradicional en las cornisas de estilo neocolonial. Llama la atención que las del Callejón Anauco siguen un mismo patrón en el diseño arqui-tectónico.

Primer acercamiento a la modernidad

Asimismo, en la década de los cua-renta, el aumento de la población en su mayor parte originado por la inmigración europea, incrementó la demanda de edificios de servicios públicos y de apartamentos, sobre todo al sur de La Candelaria, cerca de la plaza. Empiezan a levantarse

Casa N° 42, avenida Norte 11, 2007.

Zaguán característico de la época, 2007.

Casa N° 6, Callejón Anauco (construida en 1948), 2007.

Clínica Jaime Córdoba (demolida), sin fecha. Esquina Puente Brion.

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Casa N° 22, 2006.Esquina Puente Brion.

Antiguo edificio El Comercio, ac-tualmente edificio Orleáns, sin fecha.Esquina de Misericordia.

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las primeras construcciones que es-tructuralmente se enmarcan en la denominada primera modernidad venezolana. Arquitectura diseñada bajo estilos arquitectónicos como el art deco, el estilo internacional, entre otros; caracterizada por la simplifi-cación de las formas, composiciones de volúmenes dinámicos, espacios funcionales y uso de nuevas tec-nologías y materiales. Muchos de esos edificios equilibran las nuevas propuestas estilísticas con las orde-nanzas del Ayuntamiento de 1942, derivadas del Plan Rotival de 1938, decretadas con el fin de mantener la coherencia y el orden urbano de la ciudad: medidas igualitarias entre el ancho de las calles y el alto de los edificios, regularidad en remates de esquinas y aceras. Ejemplo de ello es el edificio París, diseñado por Luis Malaussena y construido en 1948, y la esquina de Alcabala con los edifi-cios San Luis y Concepción, ambos de estilo art deco, cuyas alturas van en concordancia con el ancho de las calles.

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Edificio París, 2007.Plaza La Candelaria.

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Otras edificaciones de importancia histórica se ubicaron en los períme-tros de la parroquia. Estas fueron la Seguridad Nacional que se encontra-ba en los terrenos que hoy ocupan el Hotel Alba Caracas (antíguo Caracas Hilton), el Ateneo y la plaza Morelos. Allí mismo se estableció la primera sede de la Creole Petroleum Corpora-tion. Ambas fueron demolidas.

La arquitectura de los tiempos actuales

Los sesenta irrumpen como un mo-mento histórico de cambios sustancia-les y especialmente en La Candelaria, marca un hito en cuanto al desarrollo de la arquitectura se refiere. El con-siderable aumento de la población, la implementación de la arquitectura para apartamentos, edificios de ofici-nas, de uso ministerial, de servicios, empresas, comercios y restaurantes, generó una transformación morfo-lógica en la parroquia. Su ubicación intermedia entre el este y el oeste de la ciudad, y sus facilidades de acceso, permitieron la proliferación de estas nuevas construcciones.

Edificio Servo de Dio, 2007.Avenida Este 5.

Edificio El Universal, 2006.Esquina de Ánimas.

Edificio Seguros Orinoco, 2007.Esquina de Socarrás.

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En estos edificios de grandes altu-ras y estilos diversos, se emplearon materiales como el concreto arma-do, no solo a modo estructural sino también en las fachadas, al igual que el vidrio y otros elementos fun-cionales adecuados a nuestro clima para dar cabida a la ventilación y a la luz. De ellos hay dos ejemplos concretos como son los edificios El Universal y Seguros Orinoco, galar-donados con el Premio Nacional de Arquitectura, en 1971 y 1973, res-pectivamente.

Recientemente, a través de es-tudios de factibilidad para la cons-trucción de centros comerciales, se detectó que el potencial residencial y comercial de la parroquia, ofrece buenas perspectivas de impacto y recepción en la población, necesa-rias para este tipo de construccio-nes. Hoy día La Candelaria muestra un abanico de estilos arquitectóni-cos de distintos momentos históri-cos acordes con las demandas de funcionamiento y habitabilidad de cada momento que las originó.

Museo de Bellas Artes, actual Galería de Arte Nacional, sin fecha. Los Caobos.

Iglesia Corazón de Jesús,sin fecha.Esquina Corazón de Jesús.

Liceo Andrés Bello, sin fecha.Avenida México.

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Edificios religiosos, culturales, educativos y recreativos

Además de la iglesia parroquial, La Candelaria ofrece otros dos es-pacios religiosos significativos. Ellos son la iglesia Corazón de Je-sús y el colegio Francisco de Sales, construidos a finales del siglo XIX. Ambos destacan por su belleza y riqueza arquitectónica, de estilo neogótico el primero y neoclásico el segundo. En el ámbito cultural, por orden de Juan Vicente Gómez, se construye en 1935 el Museo de Bellas Artes, actual Galería de Arte Nacional; cuatro años después se levanta el Museo de Técnica e Historia, actual Museo de Ciencias Naturales. Ambos fueron diseñados por Carlos Raúl Villanueva. Entre los de carácter educativo están la Escuela Experimental Venezuela, construida por Carlos Blaeschitz en 1937, y el liceo Andrés Bello por Luis Eduardo Chataing, en 1945.

En general, el diseño de las edi-ficaciones así como su adecuada

integración urbana y paisajística, han permitido conformar lo que actualmente se conoce como el área cultural de Caracas por ex-celencia. Este resaltamiento de lo recreacional y cultural, se hace eco de los modos de convivencia que históricamente han caracte-rizado la zona y que contemporá-neamente siguen plasmados en su arquitectura.

También los cines como espacios de recreación tuvieron gran auge a mediados del siglo XX. Tanto así que la apertura de salas de cines se podía cuantificar en ascenso duran-te las décadas de los años cuarenta y cincuenta, entre ellas estaba el Hollywood, el Rex y el Apolo. Sin embargo, ellos dejaron de funcio-nar en la década de los ochenta, en parte por la implantación de las nuevas redes de cine. Lamentable-mente, todos los construidos en la parroquia durante esta época han quedado para uso de talleres, es-tacionamientos o simplemente han sido demolidos.

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Cine Hollywood, 2007. Esquina de Romualda.

Cine Teatro Imperial, 2007.Avenida Este.

Cine Rex, 2006.Avenida Este 5.

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Cervecería Caracas, sin fecha.Avenida Este 2.

Casa del Dr. Ascanio Rodríguez, hoy convertida en hotel, sin fecha.Avenida Este 2.

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Renny Barrow Castellín

Hacia finales del siglo XVIII, las calles y esqui-nas de Caracas no po-seían nombres, sólo se

conocían aquellas que tenía como referencia una iglesia cercana, algu-na casa de una persona importante, o que hacían alusión a anécdotas sus-citadas en el cruce de sus calles.

En esos años, el Obispo Diego An-tonio Diez Madroreño bajo el pro-yecto «Plan de la ciudad mariana de Caracas, dedicado a Dios, su santísi-mo Hijo, santísima Madre y Santos protectores de sus casas y vecinos», decide bautizar las calles y esquinas de Caracas —en este caso se refería a los linderos aledaños a la Catedral de Caracas—, con nombres recorda-torios de la vida de Jesucristo y de santos; así como colocar en las esqui-nas más importantes nichos con imá-genes de algún santo o virgen.

En cada una de estas esquinas eran colocados, además, faroles alumbra-dos con velas, lo que comenzó a darle a la ciudad un nuevo aspecto. Con

ello, se inicia en Caracas una precaria iluminación pública que duraría has-ta finales del siglo XIX, cuando apa-rece el alumbrado eléctrico a gas.

Sin embargo, desde que La Can-delaria fue erigida como parroquia eclesiástica en 1750, la denominación de sus esquinas no obedeció estricta-mente a nombres de un santoral. Los nombres de la gran mayoría de ellas han sido producto de algún aconteci-miento o anécdota acaecido en deter-minado momento de la historia o bien llevan los nombres de personajes que hicieron vida en este sector.

En las esquinas, por ser un sector privilegiado, también se construye-ron edificios civiles y gubernamenta-les; de igual manera, establecimien-tos para uso comercial, tales como pulperías, boticas, panaderías, etc. Otras fueron sede de galleras y cir-cos para corridas de toros, como la Gallera de Socarrás y el Circo de Ño Ferrenquín.

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Memorias de 14 esquinas

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AVILANES

L A C A N D E L A R I AD E C A R A C A S

FERRENQUIN

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D E C A R A C A S

LA CRUZ

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D E C A R A C A SANIM

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En esta transitada esquina existió una estación de control y pago de peaje que daba entrada y salida a la ciudad. En 1772 existieron en Ca-racas cinco de estas alcabalas: del Camino del Valle, del Camino de la Vega, del Camino de Catia, del Ca-mino de La Guaira y La Candelaria naciente. A principios del siglo XX, allí estuvo una de las estaciones del tranvía de la que actualmente se puede apreciar parte de los rieles por donde se desplazó este medio de transporte urbano.

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D E C A R A C A S

ALCABALAL A C A N D E L A R I A

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ÁNIMASLa tradición venezolana refiere que las ánimas

son grupos de almas en pena. Con relación a esta esquina, se ha llegado a decir que allí permane-ce una de ellas. En Venezuela la gente suele ser religiosa, pero contradictoriamente muy supersti-ciosa. Nuestras abuelas siempre nos contaron que cuando alguien agonizaba se podía percibir el halo espiritual de la partida de esa persona. Si nos remi-timos a la Caracas de principios de siglo en donde el alumbrado en las calles se limitaba a las luces de las velas, imaginamos que este tipo de situaciones luctuosas despertaban en la población fabulacio-nes en torno al significado de la muerte.

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AVILANESHacia el año de 1875,

cerca de esta esquina vivieron cuatro herma-nos músicos de ape-llido Avilán quienes fueron muy solicitados para amenizar retretas y fiestas. Por su profe-sionalismo y la calidad de sus presentaciones, llegaron a ser muy co-nocidos y apreciados en la Caracas de esa época.

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CANDILITOEn la Caracas del si-

glo XIX, la iluminación de las calles se hacia con candiles o faroles, que eran colocados en la parte más conspicua de las esquinas. Para 1897, esta esquina ya tenía esa denomina-ción. En Santa Rosalía hay una esquina de nombre homónimo.

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Por muchos años existió en esta esquina una cruz. Allí mismo, entre las cuadras de Cruz y Candilito, se ce-lebraron por mucho tiempo las fiestas de Cruz de Mayo, corridas de toros, desfiles de carnaval; incluso, después de la Independencia, también se realizaron conmemoraciones de fechas patrias. También en 1827, en la última visita del Libertador a Caracas, se hizo un templete donde el pueblo le rindió homenaje.

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FERRENQUÍNA principios del si-

glo XVIII, vivió en esta esquina un popular personaje de apellido Ferrenquín que poseía un circo en el que se realizaban corridas de toros y actividades re-lacionadas con la fiesta brava. Para ese mo-mento ese sector fue conocido como el circo Ño Ferrenquín, nombre con el que se conoce aún hoy día.

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LA CRUZ

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ROMUALDACerca de esta esquina se encuentra

uno de los primeros puentes construidos sobre el río Catuche. Esta obra data de 1735 y su construcción obedeció a la ne-cesidad de garantizar el paso a La Can-delaria cuando las fuertes crecidas del río obstaculizaban su paso.

A principios del siglo XIX, junto a este puente denominado Catuche o Puente de La Candelaria, vivió Romualda Rubí, una particular cocinera, dueña de una pulpería, y además, gran admiradora del Libertador. Esta señora sufragó parte de las primeras reparaciones que se le hiciera a este puente. En su honor, esta esquina lleva su nombre.

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D E C A R A C A S

MIGUELACHOEn esta esquina funcionó la

pulpería de Ño Miguelacho, una de las más populares de la ciudad. Este personaje fue un defensor de los niños y des-amparados. En 1813 fue cul-pabilizado de tener simpatías contrarias al partido oficial, ante lo cual una congregación de niños salió en su defensa, vociferando por su libertad en la Plaza Mayor. La petición fue aceptada por el gobernador.

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SOCARRÁSEn esta popular esquina

de La Candelaria vivió y mu-rió el Dr. Francisco Xavier Socarrás, médico nacido en Puerto Príncipe, Haití. Lle-gó a Venezuela en 1757. Su casa fue sede de la Botica de Socarrás donde se expen-dían medicinas.

En 1900, en esta esquina sufrió un atentado el enton-ces Presidente de Venezue-la, Cipriano Castro.

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D E C A R A C A S

PUENTE YANESEsta esquina debe su nombre al Dr. Francis-

co Xavier Yanes, originario de La Habana, Cuba, que llega a Venezuela a principios del siglo XIX. Se destacó por su participación en los hechos de emancipación y por realizar escritos sobre nues-tra historia nacional. Estuvo casado con la hija del Dr. Socarrás y estableció su casa de habitación en la esquina siguiente a la de su suegro. Cerca de esta esquina, a finales del siglo XIX, el arquitecto Hurtado construyó un puente que oficialmente se llamó Puente Antonio Guzmán Blanco. Sin embar-go, teniendo el pueblo la referencia del Dr. Yanes, siempre la llamó Puente Yanes, tal como se conoce en la actualidad.

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PELE EL OJOSobre el origen de la denominación de esta esqui-

na no hay información precisa. Quizás obedeció a un razonamiento popular: Peligro es el nombre de la es-quina que la antecede. Pareciera que ante el peligro había que «pelar el ojo», es decir ‘estar atento’.

En 1856, era conocida como Juego de pelota, dado que para esa fecha, este terreno baldío era utilizado para ac-tividades de recreación, o como otros autores han seña-lado, sirvió de refugio a individuos acostumbrados a los asaltos nocturnos, tan frecuentes en aquellos tiempos cuando la ciudad, prácticamente, permanecía en tinie-blas. En esta esquina hubo un comercio que para atraer a sus clientes colocó un letrero de identificación, cuyo enunciado publicitario fue: Pele el ojo a Peligro.

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PELIGROLa denominación

de esta singular esquina, obedecía a que era uno de los sectores más inseguros de La Candelaria. Tam-bién desde allí se llegaba a un cam-po abierto utilizado para el pastoreo del ganado.

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SAN LÁZAROEn 1752 funcionó en

esta esquina el Real Hos-pital de San Lázaro, lugar de reclusión de enfermos de lepra, padecimiento también conocido como Mal de Lázaro. Frente a él se extendía la plazoleta de los lázaros, donde los enfermos solían pasear en las tardes soleadas. El hospital fue destruido por el terremoto de 1812.

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En 1954, esta esquina fue conocida como Cerrito del Diablo, pues cerca de allí murió una niña que fue maldecida por su madre y como consecuencia, según narración popular, el Diablo se la llevó antes de ser sepultada. Posteriormente, un franciscano le da el nombre de Cerrito de los claveles. Para 1905, se erige allí un monumento en conmemoración a Colón y el lugar pasó a llamarse Macuro. No es sino hasta 1946 cuando cambió su nombre por el de Plaza España, colocándosele un busto de Miguel de Cervantes, del que en la actualidad sólo se encuentra el pedestal.

L A C A N D E L A R I A

D E C A R A C A S

PLAZA ESPAÑA

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La Candelaria de Caracas / 47

Vida en La Candelaria actual

Anny Bello

Para la década del cuaren-ta, hechos históricos como la Guerra Civil Española (1936-1939) y la Segun-

da Guerra Mundial (1939-1945), impulsaron una nueva oleada de inmigrantes europeos, especial-mente de españoles peninsulares e insulares, italianos y portugueses que hicieron de esta parroquia un lugar común para vivir. Esta interre-lación cultural hizo que se diera una confluencia de distintas historias y modos de vida que le otorgaron cierta particularidad a la zona.

Por ello, cuando se hacía referencia a La Candelaria, se pensa-ba en ella como una de las parroquias más her-mosas de la ciudad de Caracas. La identifica-ba su resistencia a los cambios en medio de una ciudad cosmopolita de rápidos avances. De

eso hace poco. El ritmo de la vida actual también la ha impactado.

Ahora nos paseamos por una Candelaria que pareciera desdi-bujarse y alejarse de su identidad original. Las noticias que nos lle-gan de ella son las que aquejan su urbanidad y seguridad residencial, bajo la informalidad de buhoneros que han invadido sus espacios, con unas resoluciones desacertadas en la reparación de calles y aveni-das, y una plaza que atenta contra el descanso y la tranquilidad que

les y de salud, una gastronomía que se ha integrado a la nuestra, confor-mando ambas cocinas, la venezola-na y la europea (española, lusitana, entre otras) en una opción muy bus-cada y reconocida por comensales de la ciudad.

Por ello, en aras de revalorizar sus espacios en 1998 mediante el decre-to Nº 82, se declaró a La Candelaria como Parroquia Gastronómica del Municipio Libertador. Asimismo, el Plan Candelaria a la carta, progra-ma para potenciar el carácter gas-tronómico de la zona, sirvió en su momento, como pretexto para ini-ciar el rescate de su casco central. Ese legado patrimonial, también la ha hecho considerar como zona tu-rística por excelencia del centro de la ciudad.

Como decía Mario Briceño Iragorry, «solemos confundir tra-dición con involución». Nuestro compromiso como sus habitantes es salvaguardar su patrimonio, y el de nosotros como institución cultural, revalorizarlo, exponién-dolo bajo una óptica distinta, una con sentido gráfico y estético.

otrora ofrecía a sus lugareños. Sin embargo, la cotidianidad

potenciada por las urgencias in-mediatas nos ha hecho olvidar el

importante legado pa-trimonial y cultural que esta parroquia nos ofre-ce: en pocos metros de recorrido, nos adentra-mos al encuentro de va-rios siglos de historia y de arquitectura, de una tradición religiosa que honra a la Virgen de La Candelaria como patro-na de la parroquia, un José Gregorio Hernán-dez que está allí, para suplirnos en nuestras necesidades espiritua-

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Nuestra Señora de la Candelaria. Una virgen canaria en Venezuela

Renny Barrow Castellín

La tradición anterior a la conquista de Tenerife por parte de las tropas caste-llanas refiere el hallazgo

de una imagen mariana, el 15 de agosto de 1392, por pastores guan-ches en las costas de la playa de Chimisay.

La leyenda cuenta que estos pastores se encontraron a una se-ñora extrañamente vestida y con un niño, entorpeciendo el paso del ganado. Uno de ellos le hizo señas para que se retirase, por la creencia que prohibía hablarle a una mujer que se encontrara sola en la llanu-ra. Cuando el pastor alzó el brazo, este le quedó totalmente paraliza-do. El otro pastor al ver lo que su-cedía, trató de herir con su cuchillo a la mujer e intentó cortarle uno de los dedos la mano. Para su sorpresa el herido fue él. Los demás pasto-res salieron corriendo aterroriza-dos hacia Chinguano, lugar donde se encontraba el rey Acaymo para contarle lo que estaba ocurriendo.

El Rey se trasladó hasta la playa

de Chimisay. Allí vio que la mujer con el niño se mantenían inmóvi-les. Ordenó entonces a los pastores heridos que tocaran la imagen. De manera milagrosa fueron sanados.

Tras la cristianización de la isla, esta imagen fue llamada, Nuestra Señora de la Candelaria. El 2 de fe-brero de 1497, se celebró la primera fiesta en su honor. Posteriormente, el 12 de diciembre de 1867, el papa Pío IX la declaró patrona de las Is-las Canarias. El 13 de octubre de 1889, fue coronada canónicamente por el papa León XIII.

Iconográficamente es representa-da de pie cargando al Niño Jesús a su izquierda; en la mano derecha lleva un cirio, atributo que le da su denominación. A su vez el Niño Je-sús sostiene entre sus manos una paloma. La imagen que está en Caracas, copia fiel de la que se en-cuentra en Tenerife, nos recuerda la purificación de María y la pre-sentación del Niño Jesús ante el templo. Desde 1708, los venezola-nos le rendimos culto en el templo que construyeron los canarios en La Candelaria.

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La fiesta de la Virgen de la Can-delaria se lleva a cabo el dos de fe-brero de cada año. Esta celebración tiene como actividad principal su veneración y la bendición de velas. Esta se realiza al final de la tarde y consiste en que los devotos se presentan al templo con tres o más velas para ser bendecidas. Según la doctrina católica, el cirio es un sím-bolo de la pureza: «La pureza de su cera es la imagen de la pureza del corazón; su llama la del Amor Divi-no; es además el cirio el homenaje que se ofrece al Dios, a la Virgen y a los Santos cuando se implora su protección».

En este día, en nuestro país, se quitan los pesebres o nacimien-tos. Concretamente en los Andes, representa la culminación de la ce-lebración de la Paradura del Niño Jesús, y por consiguiente de la Na-vidad. La fiesta en honor a Nuestra Señora de la Candelaria se celebra de muy diversas maneras en otras ciudades de Hispanoamérica.

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José Gregorio Hernández. El Siervo de los venezolanos en La Candelaria

Anny Bello

N ace el 26 de octubre de 1864, en Is-notú, estado Trujillo. De su vida me-recen ser conocidas sus dos grandes pasiones: la medicina y la religión.

En 1878, se traslada a Caracas a estudiar Preparatoria y Filosofía en el colegio Villegas. Allí se destaca por su alto rendimiento escolar, su buen comportamiento y virtudes. Tiempo después ingresa a estudiar Medicina en la Uni-versidad Central de Venezuela donde se recibe como médico en 1888.

Después de graduarse de Bachiller en Cien-cias Médicas y con apenas 22 años, presenta el examen que compendiaba sus estudios genera-les de Medicina. Una vez graduado, se traslada a Trujillo donde desafortunadamente se le difi-culta encontrar el campo propicio para desarro-llar su profesión. Estando allí, recibe una carta «de su profesor y maestro el Dr. Calixto Gonzá-lez, médico de cabecera del señor Presidente de la República, Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, donde le contaba que el gobierno pensaba implantar en Venezuela los estudios de Microscopia, Bacte-riología, Histología normal y patológica y Fisio-logía experimental, y que para ello había creado una resolución creando una beca en París…» 1. Por decreto ejecutivo del 31 de julio de 1889, al Dr. José Gregorio Hernández le fue asignada la

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beca para estudiar en París.De regreso a Venezuela se dedicó a

la docencia y a ejercer la medicina. A la par de su vida profesional, José Gre-gorio había mantenido una profunda inquietud por la vida religiosa. En 1908 solicita su ingreso a la Orden San Bruno, del Convento de la Cartuja de Farneta de Lucca en Italia. En este lugar fue asi-milado como Fray Marcelo. La Cartuja es una orden religiosa fundada en 1084 de reglas sumamente estrictas. Las la-bores allí realizadas son las del rezo, el ayuno, el estudio y el trabajo, en el más absoluto silencio. El sistema de vida de la Orden de la Cartuja le resultó difícil de superar a José Gregorio, en vista de su vulnerable condición de salud. Re-gresó a Caracas el 21 de abril de 1909.

Después de este acercamiento frus-trado a la religión, se dedicó a estudiar Teología para recibirse como sacerdote en el Seminario Metropolitano. Para ello debía renunciar a su profesión de mé-dico. Pero estando en el seminario fue presionado por alumnos y profesores para que retornara a sus labores como docente. Ante la presión de tal solicitud tuvo que renunciar nuevamente a la in-

tención de recibirse como sacerdote. La respuesta no se hizo esperar y por de-creto presidencial José Gregorio Her-nández debió volver al salón de clases.

Asimismo, tuvo inclinación por la escritura, los ensayos filosóficos y cien-tíficos. Entre algunas de sus publica-ciones cabe mencionar Elementos de bacteriología (1906), Sobre la angina de pecho de naturaleza palúdica, Ele-mentos de filosofía (1912), entre otros escritos.

Después de cuatro años dedicados a la investigación y a la docencia, re-toma su intención de dedicarse a la vida religiosa y en 1913 ingresa al Co-legio Pío Latinoamericano de Roma. Al poco tiempo de estar allí enferma de pleuresía. Su delicada y lenta recupera-ción le obligó a salir de este lugar, para evitar las desfavorables consecuencias que pudiera causarle el invierno. A su regreso al país, retoma su rutina de oraciones, docencia y atención a los enfermos.

En la tarde del domingo 29 de junio de 1919, entre las esquinas de Amado-res y Urapal, fue arrollado por un auto-móvil. Su muerte causó tal conmoción

que ese día fue declarado de duelo nacional. El cortejo tal como lo dictaba la costumbre había de hacerse en el carro fúnebre, pero la gente enardecida reclamó al Dr. José Gregorio para llevar-lo entre sus hombros. Ello hizo que el trayecto hasta el Cementerio del Sur se hiciera largo, llegando la noche antes de poder ser enterrado.

Por sus innumerables milagros se ini-cia el proceso para su canonización en 1946. En 1972 el Vaticano le confirió el título de Siervo de Dios, y el 16 de enero de 1986 el de Venerable. Fue exalta-do como médico, santo y reconocidas sus virtudes morales sobrenaturales o cardinales, llamadas así por la Iglesia, como son: la prudencia, justicia, for-taleza y templanza. Tiempo después, el 23 de octubre de 1975, sus restos fueron trasladados al Bautisterio de la Iglesia de la Candelaria, donde actual-mente reposan. Mientras tanto aún los venezolanos seguimos abogando por su beatificación.

1 CACUA PRADA, Antonio. El siervo de Dios José Gregorio Hernández. Médico y santo. Editorial Planeta, Caracas 1987, p. 33.

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Resaltar el sentido de pertenencia y ubicar los íconos claves de la identidad parroquial son

dos de los motivos que animaron al Ministerio Público a organizar, conjuntamente con el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, la muestra Piedra, metal, ce-mento, texturas y colores. Elemen-tos para figurar en lo urbano.

En un encuentro desde la ave-nida México hasta la Plaza de los Museos, se mostró al público la ri-queza de un legado artístico signi-ficativo. Cobraron vida muchas de

las piezas del escultor margariteño Francisco Narváez y la importancia que para la ciudad tiene la valora-ción del legado de este venezolano. El Ministerio Público invitó a un recorrido por estos monumentos, no sólo de Narváez sino de otros grandes escultores, que nos hablan con pasión, amor integral y trans-formación.

Esta fue la cuarta exposición que ha impulsado el Ministerio Público con el propósito de estrechar víncu-los interinstitucionales, además de reforzar valores como la identidad, el arraigo por el terruño, la huma-

nización de los espacios colectivos, la armonización de la convivencia urbana a partir de la valoración del arte, y la preservación de las más importantes tradiciones, culturales, religiosas e históricas.

Con esta muestra insistimos en la labor de propiciar un acercamiento entre el ciudadano y el hecho crea-tivo. Ya no se trata de trazar una ba-rrera muchas veces infranqueable entre la obra y el espectador, sino de fomentar un acercamiento real y válidamente trascendental entre el ciudadano y la obra artística como parte de un entorno que lo huma-

niza y lo revalora. Esta relación que se traduce en una mejor calidad de vida viene dada al percibirse el arte como elemento de bienestar indivi-dual y colectivo.

He aquí nuestro humilde aporte, gracias al Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez que emprendió este reto de caminar junto con nosotros para propiciar la participación y el disfrute de la ex-periencia artística a escala urbana.

Julián Isaías Rodríguez DíazFiscal General de la República

El Ministerio Público: impulsando la cultura ciudadana

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La Candelaria: itinerario de una identidad

Rescatar el sentido de identidad fue la intención de la muestra Piedra, me-tal, cemento, texturas y

colores. Elementos para figurar en lo urbano que organizó el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, conjuntamente con el Ministerio Público.

Además de mostrar el itinerario de una identidad a través de la es-tatuaria urbana, esta institución a partir del esfuerzo compartido con el Museo Cruz-Diez, ha querido resaltar la relación que tiene el Mi-nisterio Público con La Candelaria

como parroquia de gran personali-dad y arraigo popular.

Se hace pertinente señalar que esta exposición es también una ma-nera que tiene el Ministerio Público de manifestar su orgullo de formar parte de una populosa parroquia que encierra en todo su ámbito la tradición y el progreso. El sentido de la tradición está en permanecer fiel a sí misma y a sus valores fun-damentales. El progreso viene por su capacidad de adaptarse a la di-námica de una urbe cambiante.

El recorrido de esta estatuaria nos servirá también para hacer nuestro

propio inventario de una parroquia que guarda en su interior el peso de una gran tradición. La herencia española y su aporte productivo re-presenta una alternativa recreativa para los caraqueños y visitantes, quienes podrán reconocer parte de su historia personal y colectiva en los restaurantes de abolengo, las tascas donde el fútbol forma par-te de un ritual inquebrantable, el antiguo cine Imperial, los cafés de discreto sabor europeo, entre otros espacios que invitan al disfrute ple-no de la vida urbana.

Es también el reconocimiento a

una comunidad emprendedora y amante de su herencia cultural, que hoy por hoy forma parte del patri-monio de Caracas y todo el país, que se sumará con entusiasmo y orgullo a la invitación formulada desde el Ministerio Público.

Ydelisa Rincón GonzálezAsesora de Cultura del Ministerio Público

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Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Elementos para figurar en lo urbano

Renny Barrow Castellín

Las obras monumentales en los espacios públicos dan carácter y particularidad al paisaje urbano. En la parroquia La Candelaria, estos constituyen su pasa-

do y su riqueza patrimonial. Piedra, metal, cemento, texturas y colores. Ele-

mentos para figurar en lo urbano, abierta en los espacios de la Fiscalía General de la República en el marco de La Candelaria de Caracas nos propone descubrir la fisonomía de un destacado grupo de obras urbanas desarrolladas a partir de 1911. Piezas que obedecen a proyectos de dise-ño urbano e integración del arte a los espacios públicos.

Ellas se encuentran ubicadas en lo que hemos denominado la ruta cultural de La Candelaria, que inicia en Parque Carabobo, continuando con la avenida Universidad, plazas Candelaria y Ur-daneta, avenida México, Bellas Artes, para finali-zar en la Plaza de los Museos.

Algunas de las piezas tocan temas alegóricos a la educación y las bellas artes, o bien honran a venezolanos destacados en las letras y las ciencias; otras conmemoran hechos que sella-ron nuestra independencia nacional a través de héroes patrios nacionales. La historia latinoame-ricana también tiene su representación con la

estatuaria alusiva a héroes de México (General Lázaro Cárdenas del Río, Benito Juárez García, Margarita Maza de Juárez y José María Morelos y Pavón), obsequio del gobierno de ese país, que aún hoy vemos en la plaza Morelos y en la ave-nida México. Destacados artistas se dan cita en el recorrido urbano de La Candelaria: Francisco Narváez, Baltasar Lobo, Ernesto Maragall, Harry Abend, entre muchos otros.

Precisamente, uno de los artistas venezolanos que ha dejado un vasto legado en este tipo de

intervenciones monumentales, es el maestro Francisco Narváez, quien junto con Carlos Raúl Villanueva, desarrolló varios trabajos de integra-ción entre la arquitectura y el arte. Es por ello que en esta muestra, ofrecemos un merecido homenaje a este escultor neoespartano por el importante trabajo de intervención urbano rea-lizado en La Candelaria. Varias piezas ejemplifi-can su producción: Fuente de Parque Carabobo (1934), Frutas y El café (ambas de 1939) dos es-culturas realizadas en madera caoba para el liceo Andrés Bello, estatua ecuestre del General Ra-fael Urdaneta (1953), los relieves de la Galería de Arte Nacional y del Museo de Ciencias (ambos ejecutados entre 1937 y 1939).

También es digna de considerar la labor del Metro de Caracas y su programa de embelleci-miento en el perímetro de las salidas de sus es-taciones, iniciativa denominada acertadamente Trayectos para el arte. Más recientemente, como parte del proyecto Murales artísticos para Cara-cas se ejecutaron en el Municipio Libertador, al-gunas propuestas artísticas dentro de este gran plan, que ha permitido ennoblecer zonas especí-ficas de la parroquia.

En definitiva, La Candelaria y sus obras monu-mentales, en complicidad con el tiempo transcu-rrido, son parte de la historia que encierra nues-tra ciudad caraqueña.

Francisco Narváez. Estatua ecuestre del General Rafael Urdaneta (1955), 2006.

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La ruta por la estatuaria urbana. Con las manos en la piedra

El Museo Cruz-Diez y el Minis-terio Público inauguraron una ex-posición fotográfica que permitirá observar la obra de varios artistas plásticos en el contexto urbano, en especial, el amplio legado de Fran-cisco Narváez

Milagros Pérez

Francisco Narváez, aquel joven margariteño que en 1922 salió de Porlamar para encontrarse con el

arte de la capital y, más tarde, con el aprendizaje de la pintura y la es-cultura de la Academia Julián, por allá en la Ciudad Luz, materializó, por primera vez, su estatuaria en la parroquia La Candelaria en 1934, cuando se insertó en una serie de intervenciones artísticas-urbanas en compañía del arquitecto Carlos Raúl Villanueva.

Este escultor de la venezolani-dad, cobra vida en muchas piezas que rodean plazas y esquinas de la parroquia La Candelaria, lugar por antonomasia donde ha descansado la sede principal de la Fiscalía Ge-neral de la República.

Por aquellos días de 1934, es contactado por Villanueva para remodelar la fuente de la llamada Plaza de la Misericordia, hoy cono-cida como Parque Carabobo, lo que abrió una vasta relación de amistad y de trabajo entre el arquitecto y el artista plástico.

Luego de la remodelación de la fuente plaza, titulada por Narváez como Fuente de los indígenas pa-san muchas lunas, entre las cuales diseñó y esculpió relieves, tallas monumentales, otras fuentes, es-culturas, bustos, que sirvieron de identidad a muchos espacios y edi-ficaciones como las del Instituto Pe-dagógico de Caracas, liceos Fermín Toro y Andrés Bello, Plaza O´Leary, Escuela Militar, Ciudad Universita-ria y plaza La Candelaria.

Los críticos distinguen varios pe-ríodos en Narváez, el figurativo, el ornamental, el abstracto lírico y, por el último, el abstraccionismo geométrico. En las dos primeras predomina la temática autóctona, indigenista y mitológica. En el se-gundo, se centró en tallas estiliza-das en las cuales se desvanece la

Francisco Narváez. Detalle de la Fuente de los indígenas (1934), 2007.Parque Carabobo.

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figura humana, mientras que en el último muestra grandes planos geométricos.

En ese periplo de dar forma y vo-lumen a la piedra, concibió su pieza Maternidad que se convirtió en la puerta de entrada, conjuntamente con las Tres figuras de Marisol Es-cobar y el Tótem de Pedro Barreto, del Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu y de la Casa de la Cultura de Maracay. Obras que tu-vieron un alto significado para los habitantes y asiduos visitantes del movimiento cultural y político de la capital aragüeña.

El toque mágico nuevamente se conjuga hoy con la exposición Pie-dra, metal, cemento, texturas y co-lores. Elementos para figurar en lo urbano que será por un tiempo la puerta de entrada al edificio sede del Despacho del Fiscal General de la República.

Dos instituciones se dan la mano, el Museo de la Estampa y del Dise-ño Carlos Cruz-Diez, y el Ministerio Público, para rendir homenaje a la parroquia La Candelaria, generan-do un espacio de encuentro con el

arte público, y en especial, con la obra de Narváez.

Esta exposición sobre la estatua-ria, es parte de la muestra organiza-da por el Museo Cruz-Diez titulada La Candelaria de Caracas que con-templa varias sedes simultáneas, entre las cuales el Ministerio Pú-blico se insertó para promover el trabajo escultórico que rodea a la parroquia.

De esta manera se busca «provocar una actitud de conciencia colectiva que permita su conocimiento, valo-ración y conservación», tal como lo han expresado los organizadores de la exposición que persiguen, fun-damentalmente, lograr una toma o ruta artística de La Candelaria para dar a conocer las manifestaciones artísticas de las comunidades cer-canas al recinto museístico.

La estatuaria urbanaLa exposición que desde el 28 de

marzo se podrá visitar y observar en la planta baja del edificio sede del Fiscal General de la República, contará con fotografías de la obra ornamental y decorativa de Parque

Baltasar Lobo.Le levant (1962-87), 2007.Paseo José María Vargas.

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Carabobo, avenida Universidad, Plaza La Candelaria y Urdaneta, avenida México, Bellas Artes, finali-zando en la Plaza de los Museos.

En la muestra diseñada por el Museo Cruz-Diez y el Ministerio Público, se presentan obras de Ana Ávalos, Carlos Cruz-Diez, Hugo Daini, Lorenzo González, Ernesto Maragall, Juan Olanguibel, Ernesto Tamariz, Baltasar Lobo y, por su-puesto, Francisco Narváez, a quien se le rinde especial homenaje.

Es así como podremos apreciar un trabajo museológico importan-tísimo de valoración del patrimonio urbano, en el cual se muestran fo-tografías de planos de evolución de la otrora Plaza de la Misericordia, llamada así porque en el sitio estu-vo la casa donde fue condenada a prisión Joaquina Sánchez, esposa de José María España, precursor independentista, y donde actual-mente hay una placa conmemorati-va que también será mostrada en la exposición.

Allí también estará todo el trabajo escultórico en detalles de la Fuente de los indígenas, de varios bustos

que datan de 1911 como el de Pedro Camejo o del General Farriar, mura-les como el del liceo Andrés Bello, estatuas como la de Rafael Urdane-ta que data de 1955, de Benito Juá-rez o Lázaro Cadenas, relieves de la Casa Italia, la Campana de Dolores en la plaza Morelos, el busto de Al-berto Adriani y Juan Montalvo, las alegorías de Narváez en la antigua sede del Museo de Bellas Artes, la mujer en reposo de Maragall, o el jardín de las esculturas del MBA.

El Museo Cruz-Diez y el Ministe-rio Público rinden homenaje al es-pacio urbano que los circunda, a la parroquia que los alberga, a los ciu-dadanos y ciudadanas que confor-man una comunidad de fuertes raí-ces históricas, pero, en especial, a la obra de Francisco Narváez, quien dio vida a su última pieza Armonía de volúmenes en el espacio en la estación La Hoyada del Metro de Caracas para, luego en 1982, despe-dirse de todos sus personajes que, hoy y siempre, rodearán muchos de los rincones de La Candelaria.

Juan OlaguibelJosé María Morelos y Pavón (1948), 1954.Antigua plaza México actualmente plaza Morelos.

Ernesto Maragall.Mujer en reposo, 1937. Galería de Arte Nacional.

Lorenzo González. Eva después del pecado, 1905.Galería de Arte Nacional .

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Dos grandes obras artís-ticas del escultor Harry Abend dan la bienve-nida a quienes acuden

al edificio donde funciona la Sede del Despacho del Fiscal General de

la República. Esculpidas en metal texturizado, se integran en perfecta armonía con el diseño del arquitec-to Óscar Solórzano, quien en 1984, hizo realidad un proyecto destinado a un uso distinto al que hoy tiene.

Los elementos arquitectónicos fueron especialmente creados por Abend para complementar el dise-ño exterior del inmueble. En am-

bas obras, el autor logró combinar con maestría el leguaje escultórico y arquitectónico. La primera es una estructura cúbica, de más de tres metros de alto, ubicada a la izquierda, justo antes de acceder a

la puerta prin-cipal, que es la segunda obra.

Las dos piezas realzan el dise-ño arquitectóni-co contemporá-neo del edificio que proyectó Óscar Solórzano como un espa-cio que integra-ra el descanso

y la recreación, con la actividad comercial propia de la parroquia La Candelaria.

La obra, apostada frente a la co-nocida Plaza Parque Carabobo, fue concebida, en opinión de So-lórzano, como respuesta al deseo de tener núcleos de modernismo y desarrollo productivo, como partes de un todo.

La arquitectura fusionada con las artes /Antonio AfonsoUna visión integradora del lenguaje escultórico y arquitectónico en el espacio urbano

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La puerta de Harry Abend está en la entrada de la Fiscalía General de la República.

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Inicialmente fue construido bajo un concepto de utilidad mercantil. Su planta baja estaba integrada por dos espaciosos locales comerciales y cada uno de sus catorce pisos, al-bergaba ocho oficinas para ser ven-didas a particulares.

Este edificio formó parte de una serie de construcciones contempo-ráneas que nacieron en la década de los ochenta, y constituye una pieza importante dentro de un gran complejo arquitectónico y paisajís-tico que, entre muchos otros, com-plementa las grandes infraestructu-ras del centro al este de la ciudad, tales como el teatro Teresa Carreño y las torres de Parque Central.

En 1985, una entidad financiera compró el edificio en su totalidad. Esto motivó a que sufriera modifica-ciones estructurales para adaptarlo a las nuevas necesidades.

Con esto desaparecen los locales comerciales, se habilitan áreas de servicio de atención al público, los módulos para los distintos depar-tamentos de la entidad financiera y en los dos últimos pisos, las oficinas

de la directiva y de la presidencia. También se transforman los esta-cionamientos para vehículos y se agrega un helipuerto en su azotea a exigencia del nuevo propietario.

Al desaparecer la institución banca-ria, luego de una crisis financiera, la tutela administrativa de su infraestruc-tura es asumida por el Fondo de Garan-tía de Depósitos y Protección Bancaria (Fogade), y pasa a ser sede provisional del Ministerio de Hacienda.

Luego de cuatro años de gestión, en 1997, el Ministerio Público ad-quiere el edificio Banco La Guaira, ubicado entre las esquinas de Mise-ricordia y Pele el ojo, parroquia La Candelaria, Municipio Libertador del Área Metropolitana de Caracas. Fue inaugurado oficialmente el 13 de noviembre de 1998, por el Fiscal General para la época, Iván Darío Badell González. Actualmente, es la sede del Despacho del Fiscal Gene-ral de la República.

Cuenta con una superficie total de dos mil seiscientos sesenta y siete metros cuadrados, de los cuales, mil quinientos siete corresponden a las

parcelas en las que está construido el edificio y mil ciento cincuenta y nue-ve lo constituyen los cuatro lotes de terrenos adyacentes, previstos para la ampliación, a futuro, de la sede principal del Ministerio Público.

Orfebre, grabador, escultor Harry Abend nace en Yaroslau,

Polonia, el 5 de mayo de 1937. Vive en Venezuela desde que tiene once años. Ingresa al colegio Moral y Lu-ces y luego al liceo Andrés Bello de Caracas. Es arquitecto, egresado de la Universidad Central de Venezuela.

Trabaja la orfebrería, diseñando piezas en oro, plata y piedras pre-ciosas. Elabora esculturas en made-ra, vaciados en concreto y bronce. También diseña y elabora elemen-tos arquitectónicos a gran escala (puertas, muros, techos y facha-das). Sus obras se pueden apreciar en edificios importantes como el teatro Teresa Carreño y en sinago-gas como la de la Unión Israelita de Caracas, dada la naturaleza judía del artista. Además, es grabador, dibujante en grafito y xilógrafo.

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Si Venezuela tiene a Espa-ña en el corazón, ese cora-zón está en La Candelaria. No hay otro espacio en la

ciudad que tenga tales característi-cas ni se encuentre tan identifica-do con lo que nosotros llamamos la hispanidad, como este. Tal vez donde mejor se siente y vive esta sensación es en la comida. Uno puede caminar cuadras y cuadras y

encontrar a puertas seguidas, tas-cas y restaurantes donde la sazón española reina con su aroma incon-fundible. ¡Es algo increíble!

En nuestra Guía Gastronómica de Caracas tenemos registrados 45 restaurantes, la mayoría de ellos concentrados en las cuatro cuadras principales ubicadas alrededor de la plaza La Candelaria. La mayoría son españoles, con ciertas excepciones, como dos de cocina venezolana, dos

de cocina italiana, uno de cocina árabe, uno de coci-na china y hasta un sushi bar, cosa que parecería un sacrilegio, pero no, obede-ce al espectro heterodoxo y complejo de nuestra ciu-dad.

Uno de mis sitios preferi-dos y donde vuelvo regular-mente con la misma nostal-

gia de hace treinta años, es el Bar Basque, una verdadera institución que se mantiene en manos familiares con una con-tinuidad culinaria digna de imitar. Primero fue Juanito, en la sala, y su

fiel Blanca Royo en la cocina; hoy es el nieto Carlos Navas quien dirige los fogones, mientras Maribí, siempre im-pecablemente ataviada y de peluque-ría, recita la comanda sin necesidad de recomendaciones: «Aquí todo es bue-no, así es que pide lo que quieras, que te va a gustar». Y es verdad.

Otro lugar de grata recordación para mí es La Tertulia, en la es-quina de Alcabala. Allí conocí a mi esposa un 16 de julio, en la

noche, en esas rondas de bares y cantinas que hacíamos luego de nues-tra jornada de reporte-ros en El Nacional. Al salir de allí, y para no ir más lejos, nos metíamos en La Cita, o en El Pozo Canario, o en el Achury o, simplemente, donde consiguiéramos puesto, pues, en aquellos años, todo estaba lleno y uno podía ver amanecer sin temores por esas calles.

De los buenos restauran-tes de esa época queda El

Guernica, La Carabela, el legenda-rio La Casbah, con sus mesoneros vestidos a la antigua donde uno se siente como en la película Casablan-ca, el minúsculo Real Madrid, cuyo nombre lo dice todo, y tantos otros que sería largo enumerar. La Casa de Italia ya no tiene el esplendor de antaño, lo cual es una lástima.

La cocina venezolana incursionó hace menos de diez años por esos lados, con La Guayaba Verde, de Tracabordo a Miguelacho, y La Co-cina de Francy, de Monroy a Traca-bordo, a los que se les sumó última-mente Los Nuevos Chefs, con su modesta y honesta cocina casera. Algo que sin duda hacía falta.

Los españoles tienen por costum-bre el tapeo que consiste en ir de tasca en tasca, probando pequeños platos para picar junto a un vaso de vino. Esto se puede hacer en La Candelaria, uno de los pocos luga-res donde uno se siente gente, ca-minando sin prisa, escuchando pro-puestas, hablando con los vecinos, haciendo ciudad.

¡Nos vemos en la próxima esquina!

Comer en La Candelaria / Miro Popic

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Edificaciones de distintas décadas se mezclan en La Candelaria

nos van guiando en su recorrido. Modernos locales conviven con los abultados tarantines del comercio informal apostados en las calles donde se ofrecen sus mercancías variopintas.

En ocasiones, sin darnos cuenta caminamos sobre lo que en un tiem-po fue la ruta del tranvía o, visita-

mos ruinas y escom-bros de lo que fue una her-mosa pieza arquitectó-nica como

el Cine Rex, otrora espacio de en-tretenimiento convertido hoy en taller mecánico. Pero aun así, los referentes de lugares y espacios no han sido borrados de la memoria. Puentes que se mantienen en pie y estatuas que permanecen silentes y vigilantes, junto a casas de esti-lo colonial conforman su historia. A ello se suman los restaurantes que han permitido mantener y conocer la cultura culinaria europea. Para los más devotos está la Iglesia de la

A pesar de los estragos que han hecho padecer el tiempo y la historia, La Candelaria se distin-

gue por la identidad, el arraigo y el amor que sembraron sus primeros habitantes de origen canario. Des-de antaño, hogar de una mezcla de culturas europeas, que hoy se co-

munican en un español criollo con el rastro del acento de sus lenguas originales.

A esta parroquia ubicada al centro de la ciudad, se puede llegar a través de distintos puntos, ya sea tomando el Metro para desembarcar por las estaciones Bellas Artes o Parque Carabobo, o tomando transportes urbanos que conectan con las aveni-das Bolívar, México o Urdaneta.

Los particulares nombres de sus esquinas, comercios y edificaciones

Inventario I. Bitácora de una parroquia /Argenis Mondragón

Santísima Cruz y de Nuestra Seño-ra de la Candelaria, donde reposan los restos del doctor José Gregorio Hernández.

A La Candelaria la distinguen tam-bién sus personajes anónimos. Tal es el caso de los jugadores de ajedrez, del grupo de señores amigos que se sientan cada día en las barandas que bordean la plaza o de los que frecuen-tan el club del adulto mayor bautizado como Quinceañeros de antaño.

Por último, llegando a la avenida Urdaneta en la parada obligada del semáforo, nos conseguimos en ho-ras vespertinas con un pintoresco señor, que se ubica en la isla de esta avenida, para hacer malaba-res con un aro de plástico, conocido como hula hop, atrapando la aten-ción de transeúntes y conductores. Un espectáculo gratuito que com-pleta la cotidianidad característica de la parroquia.

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Cada territorio, zona geo-gráfica o área van inte-grándose de acuerdo a un alma que la cohesio-

na, que la unifica. En la parroquia La Candelaria de Caracas, no hay duda de que esa alma se constituye por la multiculturalidad producto de su relación con los inmigrantes.

La inmigración «sembró» varias de sus características más destaca-bles: la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, iniciativa y patrona de los isleños canarios, juntamente con la plaza que siempre acompañó a las iglesias coloniales; el comer-cio, en especial su expresión gastro-nómica; y las costumbres y culturas de los hermanos de otras tierras, como fueron las corridas de toros o

Anauco, ¡mil veces venturoso! / Hans Lorenzo

las todavía existentes reuniones o tertulias en la plaza.

Pero otro rasgo destacable que conforma el alma del territorio, es la geográfica y natural de la zona. Y entre varias, la que mejor la carac-teriza son los ríos Catuche y en es-pecial el Anauco. Anauco viene de la denominación que los habitantes originarios daban a un árbol grande (10 a 15 metros de altura) de las es-pecies de búcaros o bucares. Árbol íntimamente ligado al entorno natu-ral colonial, por proveerle de la som-bra necesaria a las plantaciones de cacao extendidas en los alrededores del río por varios siglos hasta años avanzados del siglo veinte.

El Anauco fue referencia impor-tante en la pequeña y gran historia del valle de Caracas y de Venezuela. En sus riberas socializaron los habi-tantes de la ciudad, tomando baños en su otrora caudaloso torrente, o lavando ropas en sus limpias aguas. Por sus empinados barrancos pasa-ban los suministros de productos para la ciudad y para exportación atravesando el camino, inicialmen-te improvisado, hacia las haciendas

ubicadas al este del valle. Barrancos y crecidas del río fueron salvados ya en 1790, con la construcción del puente que todavía dichosamente conocemos hoy. Con el puente au-mentó la importancia de la Calle Real de La Candelaria unido al en-tonces llamado «camino a Chacao», constituyéndose en el principal eje de la ciudad. Puente que resistió al terremoto de 1812. Por allí pasaron Humboldt y Bonpland, acompaña-dos por Andrés Bello, en ruta a la expedición que realizarían por la montaña del Ávila en 1800. Camino y puente que fueron surcados por alrededor del ochenta por ciento de la población de Caracas, en la conocida y dramática inmigración a oriente, que encabezaba Simón Bolívar, huyendo aterrorizada ante la inminente llegada de José To-más Boves en 1814. Un historiador realista relató lo siguiente: «El ca-mino de Chacao estuvo todo el día cubierto de una columna de gente de todas las edades, que huían des-pavoridas».

Ya al conquistar Venezuela su in-dependencia, la Calle Real fue lla-

mada calle Los Bravos. Por allí pasó el Libertador el 14 de enero de 1827 en su última estadía en Caracas, en vía a la recepción que le dio el Mar-qués del Toro en la Quinta Anauco.

Hasta bien entrado el siglo veinte, el trazado del Anauco fue el límite urbano del este de la ciudad.

El desarrollo urbano rebasó apre-suradamente toda contención. Las políticas públicas subalternas y alejadas de las comunidades, de-gradaron el río y provocaron el desarraigo de los habitantes para con el espacio. El trazado del río y del puente, hoy día subestimados, vibran con su historia, cotidiana y trascendente, para que las comuni-dades lo retomen fundamentalmen-te en su interrelación humana con el entorno natural originario, para que sea un espacio de integración social. Y así recobre vida junto a la poesía dedicada por Andrés Bello al Anauco: «Tú, verde y apacible ribera del Anauco, para mí más ale-gre, que los bosques idalios. ¡Mil veces venturoso!».

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Isidoro Cabrera, caraqueño «rajado», na-ció entre las esquinas Teñidero y Chim-borazo de La Candelaria. Sus padres de origen canario Victorino Cabrera y Carlina

Carmona tuvieron cinco hijos ejemplares: Hilda de Ramírez, Adelina de Yerena, Ana de Gaitán, Yolanda de Rojas e Isidoro, quien siguió la tradi-ción de cochero de su padre.

El señor Victorino que ya tenía muchos años de experiencia en este oficio, le cedió a Isidoro su viejo coche, quien de inmediato comenzó a conducirlo para el sustento de la familia. El tí-tulo de cochero de Isidoro data de 1911, cuando Caracas, «Sultana del Ávila», estaba rodeada

de verdes y altos árboles, ceibas, robles, apa-mates, mangos y hasta yagrumos. Le gustaba conducir en horas nocturnas. Se estacionaba en frente de famosos centros, tales como los clubes Venezuela, Central, Democrático, Gallo Rojo en Quebrada Honda y Molino Rojo. En este último lugar de fiestas y buenas bebidas, conoció al Ge-neral Cipriano Castro, quien siempre acostum-

braba a visitarlo y donde solía fiestear con sus amigos de «farras». Esa historia y la de muchos otros parranderos, que gozaban de buena fama y prestigio en la linda Caracas, eran contadas por Isidoro.

Otro de los presidentes, que conoció fue al Ge-neral Ignacio Andrade, quien le donó un Victo-ria inglés que reemplazó al viejo coche que he-

redó de su padre. También prestó sus servicios a médicos de la talla de José Gregorio Hernández, don Juan Ernesto Branger, quien le obsequió dos de sus caballos, de nombres Tremendo y Seguridad. Transportó también al doctor Ga-llegos Mancera, así como a bohe-mios, poetas, escritores y músi-cos. Realizó trabajos de ayuda en epidemias que azotaron Caracas y su población, como la gripe espa-ñola, la peste negra y otras más.

Isidoro falleció en Caracas un domingo 29 de diciembre. Fue auriga por más de cincuenta años, reconocido por la patria como ejemplar cochero y como hijo de la parroquia La Candela-ria. En su memoria el famoso Luis María «Billo» Frómeta, compositor de origen dominicano, le dedicó la canción Epa Isidoro.

Viva en la memoria Isidoro, el último auriga o cochero de Caracas. Viva la cultura popular.

El último auriga o cochero, nació en la parroquia Candelaria/ Rafael A. Pérez Granadillo

Churucuto, Del Caracas que se fue. La última lechuza. Tomado de: «Semanario Humorístico Fantoches», Caracas, 18 de marzo de 1939, p. 18.

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presas. Una misma religión puede dar pie a una comunidad de creyen-tes en ella. Un vecindario es una comunidad de personas que habi-tan en una misma zona. Un grupo de individuos pueden formar una comunidad para buscar la solución a un problema que les afecta por igual.

Las comunida-des no siempre poseen ubicación física, pues están definidas por los intereses comunes de quienes forman parte de ella; es el caso de las «co-

munidades virtuales» repartidas en foros, mensajerías instantáneas y weblogs constituidas por unas poblaciones que comparten vía In-ternet.

También se crean comunidades dentro de otras mayores; la fami-lia es una comunidad que se pue-de ubicar dentro de un vecindario, este en un municipio, después te-nemos las provincias, las regiones, los países, los continentes, etc.

El interés de todos

La palabra comunidad ge-neralmente va asociada a la idea de poseer algo en común. En efecto, el

término viene del latín comuni-tas, - atis, y significa ‘calidad de común’, o lo que es propio de to-dos 1. Comunidad implica compar-

tir. Podemos decir que lo compar-tido entre varios nos lleva a estar en comunidad.

Así por ejemplo, una «comuni-dad estudiantil» incluye a todas aquellas personas que comparten el hecho de ser estudiantes. Si ha-blamos de una «comunidad empre-sarial», allí podemos agrupar a to-dos los individuos cuyas acciones están directamente vinculadas con las actividades propias de las em-

En torno a la ideade comunidad / José Ignacio Herrera 136

137

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De esto último se desprende que los vínculos que establece una co-munidad son complejos. Por ejem-plo, en el caso de un caserío, apar-tado de otros pueblos, sus nexos parecen fáciles de identificar pues pensamos que su patrón de inte-racción humana se estblece entre los residentes de esa zona; sin em-bargo, estos interactúan con gente de otra localidad, se relacionan de múltiples maneras, puede ser que se casen y tengan familia con ellos; como consecuencia sus vínculos se amplían a otros espacios, se aso-cian con otros intereses. De aquí que la comunicación se considera inherente a la idea de comunidad.

¿Qué une a las personas en una comunidad?

De acuerdo con lo mencionado, y en términos generales, la res-puesta sería, en primer lugar, un espacio en el que llevamos a cabo nuestras acciones y por ende con el que nos identificamos. Este te-rritorio puede ser físico y de diver-sas dimensiones como la casa, el vecindario, la ciudad, país o con-

tinente en que vivimos, la escuela o la empresa en que trabajamos, o virtual como en el caso de los gru-pos de internautas.

Luego, está una demanda exter-na que nos lleva a unirnos, a man-comunar esfuerzos para buscar la solución a una determinada situa-ción; esta puede ser la distribución del agua en un poblado, la elección de una autoridad, el destino de unos fondos financieros, las mejo-ras a un condominio, etc.

Por último, podemos mencionar una noción de colectivo, una visión de conjunto, una idea de nosotros basada en un interés común. Esta identidad de grupo conduce al es-tablecimiento de un sistema de va-lores que posibilitan la convivencia en armonía. Como ejemplo se pue-de citar el ideal de la Revolución francesa resumido en los conocidos conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, destinados a la con-sideración por igual de todos los miembros de un grupo social.

Podemos recordar al maestro Si-món Rodríguez, cuando decía que los hombres están en sociedad

solo «…para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos, porque no satisfacerlos es pade-cer» 2. Se trata entonces de ac-tuar en conjunto, de cooperar sin subestimar condición alguna; es decir, asumiendo las naturales di-ferencias individuales, respetando la dignidad de los seres humanos pues no olvidemos que una comu-nidad está conformada por indi-viduos, por intereses particulares que están en juego al momento de una concertación.

Entonces, la idea de comuni-dad se basa en comportamientos humanos que tienen un sentido y expectativas entre sus miem-bros. Pero no solo acciones, sino acciones basadas en esperanzas, valores, creencias y significados compartidos entre los componen-tes de un grupo.

La (difícil) interacción El ser humano es social por na-

turaleza, vive en sociedad para satisfacer sus necesidades tanto biológicas como de todo tipo. Se reúne y se organiza para llevar

acabo tareas que garanticen el bienestar común.

Para que una comunidad tenga vida propia es necesario que exis-ta armonía entre sus miembros, y esta se basa en un conjunto de de-beres y derechos que corresponden a cada quien. Cuando nos ponemos de acuerdo para solucionar un pro-blema que nos afecta a todos esta-mos ejerciendo nuestros deberes y derechos. No existen los unos sin los otros, ambos interactúan.

Fernando Savater expresa: «No seríamos lo que somos sin los otros pero nos cuesta ser con los otros»3, y se refiere en este caso a lo que llama el «patente antagonismo de las diferentes disposiciones huma-nas», eso que inclina a los hombres a formar una sociedad y amenaza siempre con deshacerla. El autor hace referencia a Kant cuando dice que lo mismo que enfrenta a los hombres es aquello que los une: el interés. Cada ser humano quiere lo que quieren los demás; comparte el deseo de los otros y por eso vive en sociedad, pero también compite con los otros por obtener lo mismo.

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Gracias a esta tensión el ser huma-no crea sus capacidades racionales para asociarse y alejarse tanto de la batalla de todos contra todos como de la condición de rebaño unifor-mado por falta de libertad. 4 Aquí la idea de libertad se entiende como la capacidad de decidir los planes personales de vida sin menoscabo de los intereses del resto de las per-sonas que conforman el grupo so-cial al que pertenecemos. Es decir, una asociación humana, una comu-nidad, lejos de neutralizar, trata de conciliar la pluralidad de los intere-ses personales. Continúa el autor: «Las instituciones de la ciudadanía son herramientas para integrar lo aparentemente inconciliable, no para acorazar las semejanzas en identidades contrapuestas» 5.

Nos une lo que nos diferenciaInsistir en las diferencias carece

de sentido pues la pluralidad es inherente al ser humano. De allí que por encima de la diversidad de sociedades y culturas, de lo idiosincrásico, se sitúa un rasgo en común: la cualidad de ser úni-

cos, el deseo de reconocernos en el otro, la capacidad de comunicarnos y de decidir por nosotros mismos, la búsqueda de asociación, todo lo cual puede entenderse como una gran comunidad a la que todos los seres humanos pertenecemos: la civilización.

2ANTILLANO, Laura. Elogio a la comunidad. Biblioteca Básica Temática. Consejo Nacional de la Cultura, Caracas, 2004, p. 9.

2 Ibídem, p.14.3 Vivir juntos, capítulo 8. En: Las preguntas de

la vida. Editorial Ariel. España, 2003, p. 194.4 Hacia una ciudadanía caopolita. En: Des-

pierta y lee. Editorial Alfaguara. México, 2006, pp. 51-53.

5 Idem.

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revoluciónde laconciencia

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA

FUNDACIÓN MUSEOS NACIONALES

LA CANDELARIADE CARACAS

Coordinación generalAdrianaMenesesMailyn GamargoInvestigación y curaduríaRenny BarrowAnny BelloCoordinación de la exposiciónRenny BarrowAnny BelloCoordinación Ministerio Público Renny BarrowYdelisa RincónCoordinación editorial Anny Bello Francisco Arteaga Ch.Corrección de textosClara de San Martín

Fundación Museos Nacionales

Realización técnica de montajeElbano SánchezAlfredo Rondón Equipo de montaje y acondicionamiento de salaClemente BauteScarlet EcharryMiguel VelásquezCiro Pernía Impresión y rotulación Copias.comAgradecimientos Comunidad de la Parroquia La Candelaria Wolfgang FlechasNelson GarridoJorge KarpatiHumberto MatosLorenzo HansJorge Lanillos Monseñor Henry PadillaConsejo Comunal de la Avenida México 03-05Restaurant AlbaizinRestaurant AchuryRestaurant El Pozo CanarioLa Cocina de FrancyAcademia de Baile Españoleto

Inauguración: 27 de marzo de 2007Exposición Nº 69Publicación Nº 44Depósito legal: CG995200835 ISBN: 978-980-7039-18-5

TextosAntonio AfonsoRenny BarrowAnny BelloJosé Ignacio HerreraArgenis Mondragón Hans LorenzoMilagros PérezRafael Pérez GranadilloMiro PopicJulián Isaías RodríguezYdelisa RincónMuseografía Rayza HerreraDiseño gráfico de catálogo y periódicoFrancisco Arteaga Ch. Diseño gráfico de la exposición Álvaro Arocha Paz CastilloGabriela NavarroRegistroAna María Moreno Conservación y registroLuis Quintero José NavasEducación y actividades de extensiónArgenis MondragónAlberto ArochaAlejandra RodríguezPrimitiva RamírezIngrid Briceño

Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-DiezAvenida Bolívar entre calles Sur 11 y Este 8 Paseo Vargas, Caracas, VenezuelaTeléfonos: (58212) 571.2401 / 571.6910 / 571.8354Fax: (58212) [email protected]:Lunes a viernes 9:00 am a 5:00 pmSábados y domingos 10:00 am a 5:00 pm

MINISTERIO PÚBLICO Fiscal General de la RepúblicaJulián Isaías RodríguezVice-FiscalYalitza García MontielDirectora General de Actuación Procesal Luisa Ortega DíazDirectora General de Apoyo JurídicoElizabeth Galindo MillánDirectora General AdministrativaNorely Márquez GómezDirección de Relaciones Institucionales María Milagros PérezCoordinación de Asuntos PúblicosEdithmary Ugas GarcíaCoordinación de Análisis y Evaluación de Medios Soledad Ramírez BenítezAsesora de CulturaYdelisa Rincón González

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FOTOGRAFÍAS

CATÁLOGO

ARCHIVO AUDIOVISUAL C.A. METRO DE CARACAS: Foto N° 35.

ARCHIVO DE LA IGLESIA LA CANDELARIA: Foto N° 116.

BIBLIOTECA NACIONAL. ARCHIVO AUDIOVISUAL DE VENEZUELA. OBRAS PLANAS. Colección Caracas Documental Integrada: Fotos N° 20, 83, 85, 90, 91, 92, 96, 97 y 128.

FRANCISCO ARTEAGA CH: Fotos N° 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 15, 22, 24, 25, 27, 28, 30, 31, 32, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 81, 82, 84, 86, 87,89, 94, 95,99, 100, 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 117, 118, 119,122, 123, 124, 126, 127, 129, 130, 131, 132, 133,134,136, 137 y 138. Reproducciones: 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 54, 55, 57, 58, 59, 60,61,62, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 69,70,71, 72 y 73.

CARLOS CASTREJÓN: Fotos N° 23, 34, 80, 88, 93, 113, 114 y 125.

NELSON GARRIDO: Foto N° 120.

DANIEL HERNÁNDEZ: Foto N° 17.

HUECk CONDADO: Foto N° 19.

JORGE kARPATI: Fotos N° 98, 115 y 121.

COLECCIÓN HANS LORENZO: Foto N° 33.

CARLOS LOZADA:Fotos N° 13, 14, 16 y 21.

Esta publicación se terminó de imprimir en septiembre de 2008 en los talleres del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Guarenas, Caracas.En su impresión se utilizó papel Lumisilk de 150 grs.Se emplearon las tipografías Glypha (T1) y Roman (Light, Italic y Bold) en tamaños 6, 8 y 23.El tiraje fue de 1.000 ejemplares

FOTOGRAFÍAS EN SALA

ARCHIVO AUDIOVISUAL C.A. METRO DE CARACAS

ARCHIVO DE LA IGLESIA LA CANDELARIA

BIBLIOTECA NACIONAL. ARCHIVO AUDIOVISUAL DE VENEZUELA. OBRAS PLANAS

ARCHIVO AUDIOVISUAL FUNDACIÓN FRANCISCO NARVÁEZ

FRANCISCO ARTEAGA CH

RENNY BARROW

CARLOS CASTREJÓN

NELSON GARRIDO

DANIEL HERNÁNDEZ

JORGE kARPATI

COLECCIÓN HANS LORENZO

CARLOS LOZADA

CARLOS PRADA / CINAP-GAN

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Candelariade Caracas

La