la carga de la prueba en el proceso penal
TRANSCRIPT
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELAFACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA DE DERECHOCÁTEDRA: SEMINARIO LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
PROF. JESÚS VILLEGAS
LA CARGA DE LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
Integrante: Pereira Alvarez, Mervin OrlandoC.I. 8.774.016
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………….3
I. LA NOCIÓN DE CARGA PROCESAL..………………………………….4
II. QUÉ DEBE ENTENDERSE POR CARGA DE LA PRUEBA..…………6
CONCLUSIONES…………………………………………………………….12
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………….14
INTRODUCCIÓN
Este es un trabajo de investigación que pretende desarrollar de manera sucinta, el tema
correspondiente a la carga de la prueba correspondiente al temario de la cátedra del
Seminario de la Prueba en el Proceso Penal de la Escuela de Derecho de la Universidad
Central de Venezuela.
En el breve desarrollo de este trabajo trataremos lo que significa la carga de la prueba en el
proceso penal, que por sus características especiales es en principio distinta a la del proceso
de derecho común, en vista del bien jurídico que está en juego en cada uno de estos
procesos, así como las especiales garantías y principios que informan al derecho penal, que
es el que a fin de cuenta se aplica a través del proceso penal.
En este trabajo es muy importante y determinante entre otros, el derecho de presunción de
inocencia, que a fin de cuentas es determinante y delimita el poder punitivo que tiene el
Estado frente al imputado, así como el derecho a la defensa que también viene a delimitar
ese poder; es decir el Estado tiene un ius puniendi o derecho a la sanción frente al
imputado, pero este tiene igualmente un derecho sustantivo frente a este que no es otro que
el derecho de presunción de inocencia; e igualmente frente al derecho de acción del estado
para perseguir al presunto culpable de un delito, este tiene un derecho adjetivo igualmente
que es el derecho a la defensa; estos derechos se ejercen por las partes ante un órgano
jurisdiccional que a su vez debe estar investido de jurisdicción y competencia para que
mediante el proceso penal se pueda llegar a la resolución definitiva de la controversia, y
para todo ello es determinante la carga de la prueba, ya que de ella va a depender como se
resuelva la situación.
Es por ello que trataremos como lo indicamos al inicio, de manera sucinta, la noción
correspondiente a la carga procesal y luego nos adentraremos en lo que respecta a qué debe
entenderse por carga de la prueba y su aplicación en el proceso penal venezolano.
I. LA NOCIÓN DE CARGA PROCESAL
La relación jurídico-procesal impone a las partes determinadas conductas en el desarrollo
del proceso, cuya inobservancia les acarrea consecuencias adversas.
De esto se infiere que las partes deben ejecutar ciertos actos, adoptar determinadas
conductas, afirmar hechos y hacer peticiones, todo ello dentro de los límites de tiempo y
lugar que la ley procesal señale.
Conforme a MICHELI, existe carga “cuando un determinado comportamiento del sujeto es
necesario para que un fin jurídico sea alcanzado; pero, de otro lado, el sujeto mismo es libre
de organizar la propia conducta como mejor le parezca y por consiguiente, también
eventualmente en sentido contrario al previsto por la norma”. (1)
Se han establecido a lo largo del tiempo, diversas teorías sobre la noción de carga procesal.
Algunas de ellas se han enfocado en ubicar a la carga procesal como una categoría de
obligación (Zitelman, Ascarelli, Bruck y otros), en otras visiones se ha considerado la carga
como un vínculo jurídico impuesto para la protección del interés público, otras definen la
carga como un deber libre.
Otras teorías se han enfocado en diferenciar la carga de la obligación, colocando a la carga
en el grupo de las relaciones jurídicas pasivas como acto jurídicamente necesario pero en
interés propio cuya inejecución a pesar de ser lícita, acarrea sanción económica (Carnelutti,
Kisch, Augenti y Fenech).
En este sentido emerge la teoría que continua con la diferenciación de carga y de obligación
y se enfoca en la libertad del sujeto para activar la carga, pero le asigna el carácter de
imperativo del propio interés.
(1) Echandía Devis Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial Tomo I, 4ª edición Biblioteca Jurídica Diké , p 395.
El impulso del propio interés señala la necesidad de comparecer al proceso, de producir la
prueba, para evitar la consecuencia prevista en la ley, de suponer su convencimiento o de
dar por inexistente los hechos no probados.
Para finalizar este punto acerca de las diversas teorías que han tratado de definir la noción
de la carga de la prueba, puedo mencionar a aquella que considera a la carga como una
facultad o poder de obrar libremente en beneficio propio, siendo lícito abstenerse de
hacerlo y sin que haya coacción ni sanción y sin que exista un derecho de otro a exigir su
observancia tesis propugnada por (Micheli, Rosenberg y otros).
Según Rosenberg, la carga implica una actividad que es siempre voluntaria aunque cuando
no se realiza, implica efectos perjudiciales al sujeto. No existe sanción alguna por el
incumplimiento de la carga, y es perfectamente lícita no observarla. Los actos previstos en
las normas que consagran cargas procesales, son simples presupuestos de triunfo para la
parte que debe ejecutarlos. Finalmente, la carga no se trata de un derecho, ni de un deber,
sino la posibilidad de ejecutar ciertos actos sin coacción, sin que exista un derecho otorgado
a alguien para exigir su cumplimiento, que sólo el propio interés en el resultado, es lo que
induce a su observancia y hace que se le reconozca el carácter de poder o facultad a la carga
de la prueba.
II. QUÉ DEBE ENTENDERSE POR CARGA DE LA PRUEBA
Para entender el concepto de carga de la prueba, es necesario diferenciar los dos aspectos
que conforman su noción. Como primer aspecto, tenemos que la carga de la prueba sería
una regla para el juzgador o mejor dicho una regla de juicio, porque le indica al Juez cómo
debe fallar o decidir cuando no encuentre la prueba de los hechos sobre los cuales debe
basar su decisión y evitar así una sentencia inhibitoria (non liquet), por falta de pruebas.
El segundo aspecto de la noción de la carga de la prueba, es que ella representa la regla de
conducta para las partes, porque indirectamente les indica cuáles son los hechos que a cada
una les interesa probar, para que sean considerados como ciertos por el Juez y sirvan de
fundamento a sus pretensiones o excepciones.
De esta manera la regla de juicio dirigida al Juez, le señala el modo de decidir en el fondo
cuando falta la prueba de los hechos que fundamentan las pretensiones y excepciones en
cada proceso; y de manera simultánea dicha regla determina qué hechos debe probar cada
parte, para no resultar perjudicada cuando el Juez aplique dicha regla de juicio. En este
sentido, cuando hablamos de la “Carga de la Prueba”, nos estamos refiriendo a ese segundo
aspecto de la noción.
Estos aspectos de la noción aparecen de manifiesto en todos los procesos y en el penal, no
es la excepción, ya que en este proceso se observa fácilmente la regla de juicio en cuestión,
cuando vemos la absolución del acusado por falta la prueba que demuestren su
culpabilidad. El segundo aspecto de la noción de la carga de la prueba, opera para las
pruebas de las circunstancias exculpativas o atenuantes, conocidas sólo por el acusado o
que han sido olvidadas en la investigación. (2)
(2) Echandía Devis Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial Tomo I, 4ª edición Biblioteca Jurídica Diké , p 425-426.
Según Pérez Sarmiento: “El concepto de carga de la prueba es una de las categorías
fundamentales en la terminología de la prueba y de las que mayor importancia práctica
comporta. La carga de la prueba se desdobla en dos aspectos complementarios que, en su
conjunción, nos brindan la medida integral de la importancia de este término. Estos
aspectos son, por una parte, la carga subjetiva de la prueba, que podemos definir como el
deber de probar que el legislador atribuye a las partes y que se traduce en expresiones
concretas de la ley sobre quién debe probar y qué debe probar; y por otra parte, la carga
objetiva de la prueba, que defino como la relación que debe apreciar el juez entre lo que se
debía haber probado y lo que efectivamente se probó”. Igualmente nos comenta que la
noción de la carga de la prueba y su distribución entre las partes en el proceso no ha sido
estática o inmutable a lo largo de la historia, y aunque los romanos, en la época de mayor
esplendor de sus concepciones jurídicas, abrazaron el principio de la distribución positiva
de la carga (a cada uno corresponde probar lo que alega), en otras épocas anteriores y
posteriores a la primacía del llamado , privaron otras formas de distribución de la carga de
la prueba, tales como las de carácter positivo-negativo (todas las partes tienen el deber de
probar los hechos que alegan y de refutar los que se les oponen) que imperaron entre los
germanos, o la concepción absolutamente negativa que imperaba en el proceso inquisitivo
del Santo Oficio, según el acusado de herejía debía probar su comunidad con Dios, es decir
su inocencia. (3)
Nos dice Magaly Vásquez que: “la carga de la prueba es la autorresponsabilidad que la ley crea a las partes, de incorporar al proceso los hechos que sirven de fundamento a las
normas jurídicas cuya aplicación solicitan. (4)
Comenta que según la doctrina, citando a Rocha Alvira, esta carga de probar, está sometida a diversas reglas:
a) Al demandante le incumbe el deber de probar los hechos en que se funda su acción.
b) El demandado, cuando excepciona o se defiende debe probar los hechos en que se funda su excepción o defensa.
_____________________________________________________________________ (3) Pérez Sarmiento, Eric. Manual de Derecho Procesal Penal. Tercera edición. Edit. Vadell hermanos, p 252.
(4) Magaly Vásquez, Derecho Procesal Penal Venezolano Cuarta edición, UCAB 2011, p 155.
c) El demandado debe ser absuelto de los cargos o acción del demandante si éste no logró probar en el proceso los hechos constitutivos de su demanda”.
Juvenal Salcedo Cárdenas dice: cuando nos preguntamos ¿quién prueba? Se refiere a la carga de la prueba. Quien pida la ejecución de una obligación debe probarla, y quien pretenda que ha sido libertado de ella debe por su parte probar el pago o hecho que ha producido la extinción de su obligación (artículo 1.354 CC).
Las partes tienen la carga de probar sus respectivas afirmaciones de hecho (artículo 506
CPC). Es un mandato para ambos litigantes. Quien no prueba pierde. (5)
Los sistemas fundamentales de distribución de la carga de la prueba son: (6)
a) El sistema igualitario positivo, que es el imperante en los procesos no penales contemporáneos y que consiste, en que todas las partes tienen por igual el deber de probar los hechos que aleguen cuando necesiten ser probados.
b) El sistema igualitario positivo-negativo, según el cual todas las partes por igual tienen el deber de probar lo que alegan y de refutar lo que alega su contraparte, y que hoy está en desuso
c) El sistema unilateral negativo, absolutamente contrario a la razón humana y hoy casi completamente desterrado de los ordenamientos jurídicos actuales. Según este sistema, el imputado o el demandado debe probar la falta de fundamentos de las imputaciones que se le hacen, sin que el acusador o demandante deban producir mayores probanzas.
d) El sistema unilateral positivo, prevaleciente hoy en los ordenamientos procesales penales de tipo acusatorio y conforme al cual, las partes acusadoras tienen que probar los hechos que imputan, sin que el imputado tenga el deber de probar cosa alguna.
____________________________________________________________________
(5) Salcedo Cárdenas, Juvenal. Los Indicios Son Pruebas, edit. Dep. Publicaciones FCJPUCV, 2004, p 20
(6) Pérez Sarmiento, Eric. Manual de Derecho Procesal Penal. Tercera edición. Edit. Vadell hermanos, p 253.
La distribución de la carga de la prueba la realiza el legislador mediante normas jurídicas contenidas en el ordenamiento procesal; en Venezuela en el proceso civil el artículo 506 del CPC contiene una clara norma de distribución de la carga de la prueba, pero en el proceso penal esta distribución no existe, prevalece el sistema unilateral positivo donde la parte acusadora está en la obligación de probar las imputaciones que hace, esto en razón de un derecho fundamental que embarga al imputado en dicho proceso como es el Derecho de Presunción de Inocencia. En principio el imputado no debe probar nada o por lo menos no tiene la carga de hacerlo, por lo menos lo inherente al fondo de la causa porque hay ciertas situaciones que este alegue y tendrá la carga de probarlas o por lo menos está discutido si debe o no probarlas.
En el proceso penal acusatorio, no existe distribución de la carga de la prueba entre las partes, pues las partes acusadoras y principalmente el Ministerio Público, tienen indefectiblemente la obligación de probar la existencia del delito y la participación del acusado, lo cual implica que toda inexactitud o insuficiencia en el cumplimiento de este precepto, debe determinar una sentencia favorable para el acusado, en razón de ese irrenunciable principio del proceso penal como lo representa el “In dubio pro reo”, base de la presunción de inocencia.
De esta manera, la parte acusadora tienen el cien por ciento de la carga de la prueba y el acusado no tiene ninguna carga, por lo cual puede abstenerse de presentar hechos a su favor y de probarlos, así como puede también aseverar hechos y no probarlos, caso en el cual la parte acusadora tendrá que desvirtuarlos.
Por otra parte, en el proceso penal acusatorio, no puede de ninguna manera entenderse que alguna conducta del acusado, por si sola implique que éste acepta tácitamente los hechos de una acusación. Tampoco lo representa el hecho de negarse a un reconocimiento, ni el resistirse a la entrega de una muestra de tejido de su cuerpo, o a una exploración interna o externa del mismo, pueden autorizar al Juez a declarar la confesión ficta del acusado.
Igualmente nos dice Pérez Sarmiento que: “una de las características esenciales de la actividad probatoria en el proceso penal acusatorio es la unilateralidad de la carga de la prueba, la cual se concentra en cabeza de las partes acusadoras. Esto es una consecuencia de los principios de presunción de inocencia e in dubio pro reo, que exigen que toda imputación de delito contra una determinada persona deba ser probada por los acusadores más allá de toda duda razonable. Por consiguiente, el imputado no tiene obligación de probar su inocencia.
En el proceso penal acusatorio, la totalidad de la carga de la prueba para las partes acusadoras se refiere solamente a la cuestión principal objeto del proceso, que abarca; la prueba de la existencia misma del hecho con apariencia de delito que se investiga o juzga, la prueba de la responsabilidad del imputado y la prueba de todas las
circunstancias modificativas de la responsabilidad penal (calificaciones, agravantes, etc.).
Sin embargo la exención de carga de prueba para el imputado no es absoluta, pues si bien es cierto que no tiene obligación alguna de aportar la prueba de su inocencia o de su no participación (cuestión principal objeto del proceso penal) si tiene, en cambio, la carga de probar tres cosas:
1) Los hechos en que funde las causales de recusación que esgrima durante el proceso.
2) Las irregularidades cometidas durante el proceso por los funcionarios policiales, fiscales y judiciales, cuando no constaren de manera fehaciente en las actuaciones o se tratare de omisión o quebrantamiento del principio favor regulae.
3) Los hechos que corporifiquen la nulidad en la obtención de una fuente de prueba, la nulidad de un documento o la parcialidad de un perito o testigo, siempre que no resulten acreditados de autos”.
Finalmente, resulta altamente controversial en la doctrina, la cuestión de si el imputado tiene o no la carga de probar los hechos que pudieran sustentar ciertos obstáculos al ejercicio de la acción penal, tales como la cosa juzgada, la litispendencia o la falta de cualidad del acusador privado. En nuestra opinión, el imputado no tiene ninguna carga de probar esos asertos, pues, tratándose de cuestiones relativas al fondo o cuestión principal objeto del proceso, simplemente debe alegarlos de manera circunstanciada, y la carga de su desvirtuación corresponderá a las partes acusadoras, y sobre todo al Ministerio Público o Fiscalía en el caso de los delitos de acción pública o perseguibles de oficio.
La carga de la prueba determina lo que cada parte tiene interés en probar para obtener el éxito en el proceso, es decir, cuáles hechos, entre los que forman el tema de la prueba en ese proceso, necesita cada uno que aparezcan probados para que sirvan de fundamento a sus pretensiones o excepciones (sin que se trate de una obligación o un deber) y le dice al juez como debe fallar en caso de que estas pruebas falten.
Sin embargo en el proceso penal la cuestión tiene un tratamiento distinto porque en este punto es necesario incluir el papel protagónico de la llamada presunción de inocencia.
La presunción de inocencia no actúa únicamente como regla de tratamiento del imputado durante el desarrollo del proceso penal, en el cual, sabemos que el imputado entra y conserva necesariamente condición de inocente, que está contrapuesta a toda consideración de culpabilidad, hasta tanto no se produzca una sentencia definitivamente firme de carácter condenatoria.
Ocurre también en el proceso penal que la presunción de inocencia, impone entender que el
acusado no es culpable de la comisión de delito alguno, y que las pruebas tanto del hecho
punible o cuerpo del delito y la relación de este con el autor, que determina su
responsabilidad, es una carga de los acusadores, sin que se le pueda exigir al acusado
ninguna actividad probatoria o de descargo, solo él, realizará las que estime conveniente a
su defensa, entendiendo que el solo hecho de negar su culpabilidad ya es un acto de
defensa, que está impregnado de ese derecho de presunción de inocencia. De esta manera la
presunción de inocencia se erige en una regla de juicio, según la cual en los supuestos que
no se llevan al ánimo del juzgador la convicción de la culpabilidad del acusado, más allá de
toda duda razonable, es decir debe ser pleno dicho convencimiento, debe decretarse su
absolución, por prevalecer el principio de inocencia del acusado, o en todo caso el in dubio
pro reo.
CONCLUSIONES
La relación jurídico-procesal impone a las partes determinadas conductas en el desarrollo
del proceso, cuya inobservancia les acarrea consecuencias adversas.
Existe carga “cuando un determinado comportamiento del sujeto es necesario para que un
fin jurídico sea alcanzado; pero, de otro lado, el sujeto mismo es libre de organizar la propia
conducta como mejor le parezca y por consiguiente, también eventualmente en sentido
contrario al previsto por la norma.
La teoría que ha definido mejor el concepto de carga de la prueba puede decirse que es la
que considera a la carga como una facultad o poder de obrar libremente en beneficio
propio, siendo lícito abstenerse de hacerlo y sin que haya coacción ni sanción y sin que
exista un derecho de otro a exigir su observancia.
Finalmente, la carga no se trata de un derecho, ni de un deber, sino la posibilidad de
ejecutar ciertos actos sin coacción, sin que exista un derecho otorgado a alguien para exigir
su cumplimiento, que sólo el propio interés en el resultado, es lo que induce a su
observancia y hace que se le reconozca el carácter de poder o facultad a la carga de la
prueba.
El concepto de carga de la prueba reposa en dos aspectos que conforman su noción. El
primer aspecto es una regla de juicio, que le indica al Juez cómo debe fallar o decidir
cuando no encuentre la prueba de los hechos sobre los cuales debe basar su decisión. Y el
segundo aspecto representa la regla de conducta para las partes, la cual le indica cuáles son
los hechos que les interesa probar, para que sean considerados como ciertos por el juez y
sirvan de basamento para la acusación.
La carga de la prueba determina lo que cada parte tiene interés en probar para obtener el
éxito en el proceso, es decir, cuáles hechos, entre los que forman el tema de la prueba en
ese proceso, necesita cada uno que aparezcan probados para que sirvan de fundamento a
sus pretensiones o excepciones (sin que se trate de una obligación o un deber) y le dice al
juez como debe fallar en caso de que estas pruebas falten.
Un abogado puede saber mucho de derecho sustantivo, pero si no domina el derecho
procesal y más aún, el derecho probatorio, está en serios problemas profesionales en el
ejercicio de la profesión, por cuanto, aunque es cierto que todo el derecho es importante, no
es menos cierto que esta rama del derecho es fundamental en la resolución del conflicto. A
todas estas, la actividad probatoria es una carga de las partes, pero que es regulada por el
juez, y al final, es el destinatario de esa actividad a los fines de lograr su convencimiento en
uno u otro sentido para que resuelva la controversia a favor de la pretensión que esté
debidamente fundamentada y probada.
En materia penal, el acusado está exento de la obligación de probar nada en relación a su
inocencia, y por el contrario, son los acusadores quienes tienen la carga de probar la
comisión del hecho, la culpabilidad del acusado y las circunstancias en que ocurrieron los
hechos; por lo que siempre hay que tener presente el concepto de carga procesal, por cuanto
de ese concepto se desprenden las consecuencias de la actividad probatoria, es decir si los
acusadores no prueban nada o no es suficiente la prueba aportada, el juez no tendrá más
remedio que absolver al acusado; e igualmente queda claro que la actividad probatoria
inherente al fondo de la causa, no es una carga para el acusado, se podría decir más bien
que es una facultad o poder, que este ejerce si quiere, y que es parte de su derecho a la
defensa; pero que jamás se le podrá imponer una pena por no haber probado su inocencia,
porque ese es un estado que embarga a todo ciudadano, y es un límite a la actividad
punitiva del Estado.
Como se dijo en el desarrollo del presente trabajo, hay situaciones específicas donde el
acusado si tendrá que probar las cosas, pero son particularidades propias del proceso que no
tienen nada que ver con el fondo del asunto a resolver.
BIBLIOGRAFÍA
Echandía Devis Hernando: Teoría General de la Prueba Judicial Tomo I, 4ª edición Biblioteca Jurídica Diké , p 395-426.
Pérez Sarmiento, Eric. Manual de Derecho Procesal Penal. Tercera edición. Edit. Vadell hermanos, Caracas (2011), p 252-253.
Salcedo Cárdenas, Juvenal. Los Indicios Son Pruebas, edit. Dpto. Publicaciones FCJPUCV, 2004 .
Magaly Vásquez González, Derecho Procesal Penal Venezolano, Cuarta Edición UCAB 2011 P. 155.