la competencia
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LA COMPETENCIA.
Lo más normal es que las empresas no sean monopolios, es decir, que tengan competidores,
aunque solo sea uno. Hoy en día el competidor de Internet que todos temen es Google. Casi
nadie, por lo menos en Europa, se quiere meter en un negocio en el que Google esté o vaya a
entrar. Aún así, un estudio de la competencia debe dividirse por lo menos en los siguientes
entornos: competidores tradicionales que todavía no están online; competidores tradicionales
con una oferta online; ofertantes puros de Internet; y por último la presencia de los tres
grupos anteriores en los mercados que queramos penetrar en los primeros tres años de
existencia de nuestro proyecto.
Ahora solo nos queda ver la tipología de nuestra empresa de la Red y qué competidores
tenemos, para hacer frente a ello y mostrarle al público que ofertamos más y mejores
servicios.
El emprendedor a la hora de montar un negocio debe tener en cuenta varias cosas: cómo es de
grande la competencia; qué tipo de financiación tiene; qué cuota de mercado hay en cada país
objetivo; si ya han sido financiados por alguna ronda y a qué valoración; si ha habido un éxito
importante porque una compañía haya salido a Bolsa con una buena valoración o se haya
vendido a otra mayor a buen precio; y las historias de éxito del sector general.
Una vez que el inversor conoce todas estas cosas, será mucho más fácil llevar su empresa
adelante y sacar el mayor beneficio e, incluso, en un futuro, ya sea cercano o lejano,
expandirse no solo dentro del propio país sino a otros Estados.
Hay muchos negocios que fracasaron en el pasado, durante la época del boom de Internet,
entre los años 1993 y 2000, y que ahora funcionarían bien. Estos negocios quebraron en su
momento porque el mercado no estaba suficientemente maduro, no existía suficiente público
objetivo y el haber conseguido millones en la financiación les hizo perder foco. Tras esto hay
un problema que se plantea, y es que muchos inversores perdieron mucho dinero en ese
espacio de tiempo, y el emprendedor que puede estar hablando con alguien que ha tenido una
mala experiencia se preguntará por qué ahora su negocio no va a fracasar, necesita saber por
qué ahora sí va a tener éxito.
Se puede invertir en un modelo que anteriormente quebró, pero hay que conocer qué es lo
que ahora puede hacer posible que tenga éxito. En general, los modelos franceses se adaptan
mejor al mercado español que los de otros países. Por ello, es conveniente tener una idea muy
clara de lo que está pasando al norte de nuestra frontera, y conocer cómo les va a quienes
tienen un modelo similar al nuestro.
Es muy importante para el inversor que el emprendedor tenga claro si existe una “salida
natural”. Esto se debe a dos cosas: o porque existe la posibilidad de salida a Bolsa por el
tamaño y los márgenes que se quieren obtener en menos de 5 años (cualquier espacio de
tiempo más largo es ya demasiado para los inversores), momento en el que el inversor puede
hacer caja; o porque existen ya empresas mayores, en el mismo espacio en otros países, que
pueden ser objeto de una compra o de una fusión.
A partir de aquí cada uno en su empresa tendrá que ver cuál es la mejor salida que tiene que
tomar.
Hay que plantear las empresas con el fin de que tengan éxito en el tiempo, no pensar solo en
venderlas. Es necesario hablar con inversores, hacer un ejercicio para explicarles cuándo
pueden contar ellos con un retorno a su inversión. Por ello, el que existan éxitos comparables
en otros países les da tranquilidad. Todo lo que sea un invento completo en mucho más difícil
de financiar.
Por lo tanto lo que mejor se puede hacer es buscar otras empresas similares que sirvan de
modelo a la hora de invertir, y así sabremos más o menos lo que nos podremos gastar en esa
inversión.
Lo que mejor podemos hacer a la hora de invertir es tener el ejemplo de otra empresa.
Es bueno tratar de mostrar cualquier modelo en función de otros que hayan tenido éxito,
aunque no sean exactamente iguales. Pero si coinciden en el público objetivo o en el tipo de
necesidad del cliente nos puede valer una muestra ajena a nuestro modelo único.
De esta forma se puede saber, aunque no a ciencia cierta, cómo va a ir evolucionando la
empresa en un futuro, incluso si la podríamos extender a otras regiones o países para alcanzar
un mercado a nivel mundial.