la concienci criolla en a sor juana y sigÜenza · sor juana y sigÜenza 351 son quienes llevan...

24
LA CONCIENCIA CRIOLLA EN SOR JUANA Y SIGÜENZA Francisco LÓPEZ CÁMARA EN EL SIGLO XVI MEXICANO, apenas comenzada la conquista del Nuevo Mundo y en medio del caos que reina en la estructura social, se apunta ya el surgimiento de diversas capas sociales que habrán de ir afirmando sus contornos con el pasar de los años, hasta adquirir su propia fisonomía. La descripción de ellas —que por cierto escapa a las finalidades de este en- sayo— tendría que hacerse, por supuesto, tomando en cuenta las características de su situación político-económica, mejor que su condición racial. Al lado de una nueva aristocracia, formada de peninsula- res de reciente arribo, comienza a desarrollarse una segunda clase social, la criolla, que ya trata de balbucear por su cuen- ta, ambas montadas y sostenidas siempre sobre un populacho inmenso y borroso, cuyo mayor contingente es el de los in- dios. Las condiciones económicas en que se desenvuelven estos tres grupos de hombres no tardarán en producir un fuerte malestar social que irá creciendo día con día. Y no ha pasa- do aún un siglo desde el descubrimiento de América, y ya la Nueva España se ha convertido en un semillero de peligrosas discordias y agitaciones espirituales. El botín logrado por los conquistadores es demasiado ape- titoso para que, en cuanto se inician las reparticiones y las mercedes reales, no se disputen los privilegios a que creen te- ner derecho unos y otros. Claro que en la discusión no inter- vienen en absoluto los aborígenes americanos; nada tienen que ver éstos en la controversia que ha tomado el cariz de un verdadero pleito familiar. Acaso su único papel consiste en ser uno de los principales objetos de las divergencias entre los criollos y los peninsulares ("gachupines", como empieza a lla- marlos la antipatía que despiertan entre los americanos), que

Upload: lydien

Post on 02-Apr-2018

219 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

LA CONCIENCIA CRIOLLA E N SOR J U A N A Y SIGÜENZA

Francisco LÓPEZ CÁMARA

E N E L S IGLO X V I M E X I C A N O , apenas comenzada l a conquis ta de l N u e v o M u n d o y en m e d i o de l caos que re ina en l a estructura soc ia l , se a p u n t a ya e l surg imiento de diversas capas sociales q u e habrán de i r a f i rmando sus contornos con el pasar de los años, hasta a d q u i r i r su p r o p i a f isonomía. L a descripción de ellas — q u e p o r cierto escapa a las f inalidades de este en­sayo— tendría que hacerse, p o r supuesto, tomando en cuenta las características de su s ituación político-económica, me jor q u e su condición rac ia l .

A l lado de u n a nueva aristocracia, formada de peninsula­res de reciente a r r ibo , comienza a desarrollarse u n a segunda clase social, l a c r i o l l a , que ya trata de balbucear p o r su cuen­ta, ambas montadas y sostenidas siempre sobre u n p o p u l a c h o inmenso y borroso, cuyo mayor contingente es e l de los i n ­dios . Las condiciones económicas en que se desenvuelven estos tres grupos de hombres n o tardarán en p r o d u c i r u n fuerte malestar social que irá creciendo día con día. Y no h a pasa­d o aún u n siglo desde el descubr imiento de Amér ica , y ya l a N u e v a Espa ña se h a convert ido en u n semil lero de peligrosas discordias y agitaciones espirituales.

E l botín logrado p o r los conquistadores es demasiado ape­titoso para que, en cuanto se i n i c i a n las reparticiones y las mercedes reales, n o se d i sputen los pr iv i leg ios a que creen te­ner derecho unos y otros. C l a r o que en l a discusión n o inter­v i e n e n en absoluto los aborígenes americanos; nada t ienen que ver éstos en l a controversia que h a tomado el cariz de u n verdadero p l e i t o f ami l i a r . Acaso su único pape l consiste en ser u n o de los pr inc ipa les objetos de las divergencias entre los cr io l los y los peninsulares ( "gachupines" , como empieza a l l a ­mar los l a ant ipat ía que despiertan entre los amer icanos) , que

SOR JUANA Y SIGÜENZA 351

son quienes l l e v a n verdaderamente las voces activas en l a d i s p u t a por e l poder ío económico. M a s , por cierto, son par­t icu larmente aquél los los que mejor resienten l a desventaja de su situación. D e al l í que p r o n t o empiecen a buscar l a ma­n e r a de echar fuera de casa a los que les arrebatan el bocado heredado de sus abuelos, los audaces conquistadores. N i más n i menos que u n a discusión entre legatarios.

Sólo que el poder d e l i m p e r i o español es demasiado abru­m a d o r para que los pobres cr io l los p u e d a n lograr sus preten­siones. C o n gesto amenazador l a C o r o n a española les hace entrar en razones, p o r las buenas o p o r las malas. Pero l a res ignación no es precisamente u n a v i r t u d p r o p i a de l c r i o l l o y , de manera declarada o clandestinamente, l a idea de l des­q u i t e no los abandona. N o fa l tan ocasiones en que, abande­r a n d o a ind ios , negros y mestizos, i n t e n t a n levantamientos en c o n t r a de sus adversarios; y a u n q u e l a suerte les es s iempre adversa, estas experiencias le p e r m i t e n a l c r io l lo darse cuen­ta de l contenido volcánico que late en l a m u c h e d u m b r e ex­p o l i a d a , y de l a f a c i l idad c o n que se podr ía l l evar la a l a insurrección.

C a d a vez más, pues, se siente l igado a l pueblo autóctono, a su suerte, a sus desgracias, a su pasado y a su futuro; a c t i t u d m o v i d a siempre, en el fondo, p o r l a intención de conspirar . A grado ta l , que en las postrimerías de l siglo x v i , cuando —azuzada por consejeros interesados— trata l a C o r o n a espa­ñ o l a de quitar les a los cr io l los sus encomiendas, arrecia tanto e l malestar y el rencor entre éstos, que l a A u d i e n c i a de M é x i ­co, sumamente asustada, p i d e se les respeten sus "derechos" , pues, según dice, los cr io l los , " v i e n d o acabadas las encomien­das, en suma pobreza, y a otros que v i n i e r o n ayer con m u c h a r iqueza , en l a t ierra que a y u d a r o n a ganar sus pasados, ha­c iendo balance de sus servicios, envidiosos del b i e n ajeno y last imados de l b i e n p r o p i o , p o d r í a n juntarse con mulatos , ne­gros y otra gente p e r d i d a y in tentar a lgún m o v i m i e n t o , y aun­q u e parezca que no se puede temer esto en estos tiempos, n o es m a l o prevenir para los que adelante pueden c o r r e r " . 1

E l temor de l a A u d i e n c i a n o i b a a quedar defraudado. Siglos más tarde, u n p u ñ a d o de cr io l los acabar ía def in i t iva-

352 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

mente con la into lerable preponderancia pol í t ica de los "ga­c h u p i n e s " .

A P E S A R D E sus cont inuos fracasos, los cr io l los n o se confor­m a r o n con su situación. S i en e l siglo x v i l a v i o l e n c i a no era capaz de arrebatarle a l peninsu lar sus pr iv i leg ios , quedaba a l f i n y a l cabo l a p o s i b i l i d a d de disputárselos p a l m o a p a l m o , sordamente, aprovechando para el lo toda clase de armas: desde l a competencia económica hasta l a destrucción ideológica. D e este m o d o se preparará para l a acometida f i n a l , esperando pacientemente e l m o m e n t o opor tuno . P o r lo p r o n t o , ante l a ex igua fuerza de su p a r t i d o , se concretará a pertrecharse sigi­losamente tras el sosegado d iscurr i r , entre medieva l y renacen­tista, de l a c o l o n i a novohispana , a l m i s m o t iempo que irá af ianzándose en l a r iqueza económica, y —gracias precisa­mente a e l l o — e l deseo de emancipación pol í t ica se i rá ha­c iendo más sólido y más urgente en el c r i o l l o inconforme.

P o r ot ra parte, para le la a esa p r i m e r a i n q u i e t u d que lo agita , u n fenómeno curioso empieza a i n u n d a r su sens ib i l idad exal tada: siente que poco a poco se le torna ext raño el país de donde v i n i e r o n sus padres; parece como si repent inamente E s p a ñ a se v o l v i e r a ajena a l m u n d o en que nació . A Amér ica , p o r el contrar io , empieza a ver la como su p a t r i a auténtica, a present i r la como su verdadera nación. Las cosas y los hom­bres de estas tierras suyas no le son ya indiferentes; de a lgún m o d o le pertenecen, le son familiares. P o r e l lo , A m é r i c a es más comprens ib le para él que para el o d i a d o " g a c h u p í n " , que sólo vuelve a su país denigrándola c o n ca lumnias e i n ­sultos sobre su naturaleza. M i e n t r a s más encarnizados son los desprecios y las d iatr ibas de l europeo para con el N u e v o M u n ­do , más fuerte se hace el amor nac iona l en el c r i o l l o . A m o r n o sólo p o r los paisajes vírgenes y las r iquezas desconocidas d e l terruño, s ino también p o r los pueblos aborígenes, por sus costumbres y por su t ierna mansedumbre. G r a n d e es su admi­ración p o r e l pasado magníf ico y legendario de l indígena. Pero más todavía le interesa éste desde que h a visto l a p o s i b i l i d a d de convertirse en su redentor por enc ima de su postración y esclavitud. A p a r t i r de entonces, el c r i o l l o se ad judicará e l

SOR JUANA Y SIGÜENZA 353

t í tu lo de leg í t imo defensor del i n d i o , frente a las denigracio­nes europeas. ¿Acaso no son copartícipes d e l m i s m o lugar de n a c i m i e n t o , de los mismos derechos sobre e l N u e v o M u n d o , de las mismas desgracias y calumnias?

U n a conciencia nueva se vuelca sobre Amér ica . C o m o u n mister ioso i m á n , l l eno de poesía y de leyenda, e l pasado de A m é r i c a , e l fasto de su v ie ja c u l t u r a y su naturaleza marav i ­l losa , absorben para sí e l m u n d o esp i r i tua l d e l c r i o l l o novo-h i s p a n o . S i n embargo, no es u n a m e r a admirac ión estática q u e d o m i n a su sensibi l idad, sino el n a c i m i e n t o de u n a con­c i e n c i a genuinamente nac iona l . -Porque todo eso que contem­p l a entusiasmado es algo que ya considera como p r o p i o ; es el pa ís donde h a tenido su existencia. P o r eso exalta las bon­dades de las cosas indianas y l a me jo r "d i spos ic ión" de los hombres d e l N u e v o Cont inente . ¡ C o n cuánta razón n o se do­ler ía el c r i o l l o de que su pat r ia colmase de riquezas y bene­ficios a los advenedizos de al lende el océano, mientras que a él lo tenía empobrec ido! C o m o en aque l l a octava del siglo x v i , en l a que e l poeta c r i o l l o Terrazas reprochaba amargamente a l N u e v o M u n d o su i n g r a t i t u d para con los suyos:

Madrastra nos has sido rigurosa, y dulce madre pía a los extraños; con ellos de tus bienes generosa, con nosotros repartes de tus daños. Ingrata patria, adiós, vive dichosa con hijos adoptivos largos años, que con tu disfavor fiero, importuno, consumiendo nos vamos uno a uno.2

L o anter ior revela, a grandes rasgos, que ya desde el si­g lo x v i empieza a modelarse u n a m e n t a l i d a d de típico estilo c r i o l l o que i rá const i tuyendo pau la t inamente u n a eficaz arma p a r a presentar bata l l a a l g rupo r i v a l : l a ideología tras l a que el c r i o l l o embozará y fortalecerá su propósito de arrebatarle el p o d e r pol í t ico a l europeo. Veamos las condiciones sociales en q u e esta a r m a de l c r i o l l o se desarrol la y el sentido que tiene p a r a nuestra h i s tor ia .

A pesar de l a educación hispánica d e l c r i o l l o , l a s ituación pecu l i a r en que se sostiene hace que las ideas de l a t rad i -

354 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

c ión se remodelen a l l legar a él. Su a c t i t u d espir i tua l empie­za a cobrar u n tono dis t into que en el peninsular . E l oleaje q u e se produce con el choque de dos culturas tan disímiles c o m o l a española y l a i n d i a tiene que repercut ir necesaria­mente en el g rupo colocado fatalmente en l a intersección de ambas. Y a u n cuando el c r i o l l o conserve en su estructura m e n t a l el canon de l pensamiento español , no puede evitar — n i lo quiere hacer— que su repertor io de convicciones se m o d i f i q u e poco a poco de u n m o d o notable .

E l siglo x v i es u n a época de poca estabi l idad social en l a N u e v a España . P o r todas partes l a sociedad se ve envuelta e n u n torbe l l ino caótico que pone en relación permanente a los diversos estratos sociales que l a integran, de lo cua l re­su l ta u n constante confrontamiento de sus peculiares maneras de pensar. Las consecuencias de esta interrelación no se ha­cen esperar: aparecen en las conciencias algunas modif icacio­nes que a l a larga traerán serias repercusiones políticas. S i n embargo, e l fenómeno m e n t a l tiene manifestaciones m u y dis­t intas en cada u n a de las capas sociales que se h a n visto absorbidas por e l torbe l l ino . L a más dominante , l a aristocra­c i a pen insu lar de nueva formación, es l a que resulta mejor parada ; su seguridad económica y su expres ión en u n sólido pensamiento, acaba imponiéndose p o r f i n a las otras, que no t ienen l a fuerza necesaria para resistir su in f luenc ia y prepon­derancia . D e ta l m o d o , que cuando l a situación empieza a normal izarse en el siglo x v n , m u y pocas alteraciones h a n pa­dec ido sus concepciones mentales. P o r e l lo su visión espa­ño la de A m é r i c a permanecerá casi l a m i s m a a lo largo de l a C o l o n i a .

O t r a cosa sucede con los demás grupos sociales. E n t r e los cr io l los , que ya empiezan a const i tu i r su p r o p i o estrato social , y las demás capas inferiores, e l contacto produce cambios más notables. L a relación entre ellos es más ínt ima, más permea­ble a las corrientes espirituales. L a d e b i l i d a d de l c r io l lo por u n lado, y p o r otro l a contraposición de sus intereses con las d e l europeo, favorecen en el c r i o l l o l a predisposición para a d m i t i r a lgunos módulos mentales nuevos, sacados tanto del p r o p i o pecu l io como de l m u n d o abor igen. U n a de las con-

SOR JUANA Y SIGÜENZA 355

secuencias más notables d e l fenómeno es esa act i tud de acer­camiento hac ia lo americano que entonces comienza a mover a l c r io l lo .

P o r el lo, desde el siglo x v i el c r i o l l o se define con u n p e r f i l específico cuyas consecuencias no se harán sentir hasta pasa­dos algunos siglos de co lonia l i smo. E l estudio de l desarrol lo de ta l per f i l hasta sus manifestaciones decisivas del siglo x i x , i m p l i c a , desde luego, el análisis de sus fundamentos condic io­nantes y e l curso histórico de su formación. Var ios son los factores preponderantes en l a génesis de l a ideología c r i o l l a . E n p r i m e r término, l a p a r t i c u l a r situación económica y polí­t ica de su clase social , s in l a cua l carecería de sentido su p a p e l histórico, colocan a l c r i o l l o en u n trance i n e l u d i b l e : q u i t a r l e a l europeo, por todos los medios posibles, e l m o n o p o l i o polí­t ico que tiene en l a N u e v a España .

Esta necesidad se hará tanto más perentor ia cuanto mejor se vaya asegurando l a central ización de l poder en manos de u n núcleo reduc ido de peninsulares. E l proceso dialéctico de l a conquista y colonización de l N u e v o M u n d o , ya de suyo i m p l i c a b a necesariamente l a causa central de sus propios con­fl ictos sociales. Las mismas exigencias políticas de l a E s p a ñ a imper ia l i s ta del siglo x v i l l evaban ya l a p r o p i a negación de su obra . L a dependencia —y, por tanto, l a exp lo tac ión— del N u e v o C o n t i n e n t e sólo pod ía asegurarla España entregando a hi jos nativos de sus propias tierras el p r e d o m i n i o pol í t ico de las inst ituciones básicas de l N u e v o Cont inente . E l l o s eran l a mejor garant ía de l a sujeción de Amér ica . De otro m o d o , p r o n t o los naturales intentar ían emanciparse de e l la , si por desgracia l legaban a apoderarse de l manejo del gobierno i n ­d i a n o .

H e aquí cómo contestaba u n o de los más inteligentes re­presentantes de esta idea co lonia l i s ta a los cr iol los que se que jaban por l a exclusión de que eran objeto cuando se tra­taba de los mejores puestos de l a administración: " S i en los empleos de p r i m e r orden , en los tr ibunales y en las iglesias pr inc ipa les h a i n t e r p o l a d o [el gobierno español] . . . los hi jos de l a metrópol i con los hi jos de l país, h a sido por la razón política de conservar las provincias, pues de otra suerte, la

3 5 6 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

inclinación natural [de los criol los] a la independencia les daría ocasión a separarse, a u n c o n per ju ic io suyo y con su p r o p i a r u i n a . " 3

P o r supuesto, los peninsulares aprovechan esta situación p r i v i l e g i a d a para hacerse fáci lmente de grandes fortunas, a cos­t a siempre de los intereses cr io l los , con l o cua l las disputas y e l resent imiento en los per judicados v a n en aumento. Pero, p o r o t r a parte, esta preponderanc ia en e l terreno económico era necesaria a l a C o r o n a española para conservar sus colonias. E l resul tado de todo es que los cr io l los m u y pronto se p r o n u n ­c i a n adversos a l tutelaje español y subterráneamente comien­z a n a acariciar l a idea de l a independencia . L a conspiración de M a r t í n Cortés es u n a b u e n a p r u e b a de tales pretensiones. L a justif icación de esta i n q u i e t u d hará surgir u n a confusa e i n c i p i e n t e idea de l a N a c i ó n americana , y por todas partes se desarrol lará u n sent imiento nac ional i s ta que anunc ia gra­ves resultados. Su p r i m e r a manifestación será l a de sacar a A m é r i c a de l a i g n o m i n i a en que l a h a n colocado las corrien­tes más importantes d e l pensamiento europeo de l a época, u n a reivindicación de l N u e v o C o n t i n e n t e ante los ojos de todo e l m u n d o , especialmente los de E u r o p a , que sólo h a n visto en e l l a u n r ico fi lón que explotar .

L a presión de los peninsulares sobre los cr iol los empuja cada vez más a éstos hac ia los pueblos autóctonos, que pare­cen estar dispuestos a aliarse con ellos en l a d isputa con el ex t raño . D e al l í l a s impat ía d e l c r i o l l o p o r e l i n d i o , de all í q u e l o considere compañero de in for tun ios y vejámenes. Fá­c i l m e n t e e l tema de l i n d i o se convierte en asunto p r i m o r d i a l d e l pensamiento c r i o l l o . A cada buena o p o r t u n i d a d , éste le recuerda a l indígena su miserable s i tuación y le i n d i c a s in descanso cuál es e l verdadero causante de sus desdichas. Se interesa p o r su pasado p a r a enaltecerlo ante E u r o p a , que v io e n él sólo u n m u n d o tenebroso ca ído en las garras de Satanás. L e h a b l a de l a c o m u n i d a d de intereses de todos los indianos , opuestos s iempre a los d e l advenedizo. Apenas renace l a tesis europea acerca de l a i n f e r i o r i d a d d e l i n d i o , de su i r rac iona l i ­d a d o barbar ie , al l í está e l c r i o l l o presto a refutar la con los viejos códices en l a m a n o y e l e jemplo majestuoso de sus

SOR JUANA Y SIGÜENZA 3 5 7

antiguos héroes y monarcas. T a l es e l c r i o l l o americano que surge a l a escena c o l o n i a l en los albores d e l nuevo siglo.

E N E L S IGLO X V I I , e l estado social en l a N u e v a E s p a ñ a es más asentado. P o c o a poco h a i d o desapareciendo l a extraordina­r i a m o v i l i d a d entre las clases sociales que se observó en l a c e n t u r i a anter ior , como si ya empezara a sentirse l a fatiga de u n intenso t ra j inar . Aparentemente se h a n acabado los resen­t imientos , y n o se oyen ya las viejas discusiones acerca de l a se rv idumbre n a t u r a l y l a i r r a c i o n a l i d a d de los ind ios , que tanto aca loraron a u n Palacios R u b i o y a u n Bar to lomé de las Casas, a u n B e r n a r d i n o de Mesa , u n Ginés de Sepúlveda y u n J u l i á n Garcés . S i n embargo, e l marasmo de l siglo X V I I es ún icamente l a apar iencia de u n m u n d o que desgarra sus pro­pias entrañas.

A s í es, efectivamente. L a es tabi l idad de l siglo x v i i , resul­tado n a t u r a l de l a consolidación de f in i t i va de los estratos so­ciales, s igni f ica también, p o r e l lo m i s m o , l a transformación táctica de l a l u c h a entre los dos part idos . A h o r a , e l europeo que h a logrado obtener f inalmente las mejores ventajas en el reparto de l bot ín , se siente bastante satisfecho de l o que tiene y sólo se p r e o c u p a p o r conservarlo. E l c r i o l l o , por su parte, parece que h a advert ido que tiene buenas oportunidades para lograr lo que se propone, y h a abandonado las antiguas re­yertas escandalosas; su l u c h a es más paciente y silenciosa. T r a t a r á de arrebatarle sus bienes a l " g a c h u p í n " paula t ina­mente , s in que éste apenas se dé cuenta. Además , l a sosegada t r a n q u i l i d a d le permit i rá desarrol lar l a ideología que ya des­p u n t a b a en el siglo anterior . P a r a e l lo le sobrará t iempo y n o le fa l tarán " ideó logos " br i l lantes .

N o otro será el pape l histórico de nuestros dos personajes, d o n Car los de Sigüenza y G ó n g o r a y l a m o n j a j e r ó n i m a J u a n a de Asbaje , que además de ser "hombres de su t i e m p o " son auténticos representantes de su clase. A m b o s nos asombran p o r su e rudic ión científica y p o r sus dotes l i terarias , p o r su amor a M é x i c o y p o r su espíritu m o d e r n o . Pero quizá su ma­yor i m p o r t a n c i a para nosotros consista en haber sido l a ex­presión más acabada de casi dos siglos de " c r i o l l i s m o " en

358 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

marcha , y los inauguradores de l a etapa f ina ! —desde el p u n ­to de vista ideo lóg ico— d e l colonia je europeo.

L o " c r i o l l o " en ellos será precisamente eso: el sentido pecul ia r con que su v i d a y su o b r a pueden subsumirse, as imi­larse a l a h i s tor ia pol í t ica , esp i r i tua l y, p r i n c i p a l m e n t e , so­c i a l del grupo c r i o l l o de l a C o l o n i a . Pero lo " c r i o l l o " en ellos n o será sólo l a m e r a a c t i t u d nacional is ta y patr iót ica que adoptan , sino el m o d o como se revela y expresa el m u n d o autóctono, l a r e a l i d a d americana, y l a significación que cobra a través de su pensamiento. Eso es precisamente lo i m p o r t a n ­te en ellos: el trasfondo rea l de l m u n d o histórico que se em­pieza a manifestar, que adquiere " c o n c i e n c i a " en términos de objetivaciones ideológicas de altos vuelos y de importantís imas consecuencias en todos los órdenes de nuestra h is tor ia .

C o m o típicos hombres de su clase social , Sor J u a n a y Si-güenza responderán necesariamente a las preocupaciones que hemos visto aparecer pau la t inamente desde el siglo x v i . E n p r i m e r término, el interés creciente de l c r io l lo p o r las cosas d e l N u e v o C o n t i n e n t e alcanza en Sigüenza proporciones de verdadera ac t i tud pol í t ica consciente. N o sólo le entusiasman las bellezas de su p a t r i a — q u e no se cansa de alabar en toda o p o r t u n i d a d que se le presenta—, sino part icularmente le con­mueve la h i s tor ia y l a c u l t u r a de los viejos pueblos indianos . U n a pro funda s impat ía por el pasado autóctono lo mueve a zambul l i r se entre antiguos códices y manuscritos para recons­t r u i r y dar a conocer el esplendor de lo americano. A m o r p o r lo p r o p i o que b a r n i z a siempre sus investigaciones y es­critos todos.

Sigüenza escribe, en efecto, alentado siempre por u n con­fesado deseo patr iót ico de enaltecer — c u a n d o no defender— a su país. Pero tal deseo no lo ciega como a otros coterráneos suyos que, para hacer resaltar las bondades de su pat r ia , l le­gan hasta e l grado de aceptar mitos y leyendas, fruto de u n a imaginac ión ca lentur ienta , y, en ocasiones, hasta inventar "fá­b u l a s " que a l teran lamentablemente e l verdadero sentido de las cosas. " E s t i l o c o m ú n — r e p r o c h a S igüenza— ha sido de los americanos ingenios hermosear con mitológicas ideas de men­tirosas fábulas las más de las portadas triunfales que se h a n

SOR JUANA Y SIGÜENZA 3 5 9

er ig ido para rec ib i r a los Príncipes. N o ignoro el m o t i v o , y b i e n p u d i e r a hacer j u i c i o de sus a c i e r t o s . . . ; h a sido p o r q u e entre de las sombras de las fábulas eruditas se d iv i san las l u ­ces de las verdades heroicas." 4 P a r a él no es necesario recurr i r a l a ment i ra para hab lar de l a majestad de l suelo patr io ; con apegarse solamente a l a h i s tor ia real , genuina , puede lograrse esa f i n a l i d a d común. Y más que u n a urgencia histórica, es e l l o u n a obl igación que i m p o n e l a conciencia nac ional . Es u n i m p e r a t i v o patr iót ico. Sentencia, así, solemnemente, cuál ha­b r á de ser su ac t i tud cuando de exaltar a su país se trate: " E l amor que se debe a l a p a t r i a es causa de que, desprecian­d o las fábulas, se haya buscado idea más plausible con que hermosear esta t r iunfa l p o r t a d a . " 5

Este sentido nac ional i s ta de l pensamiento de Sigüenza ad­quiere mayor v igor cuando se p r o n u n c i a en defensa de Amé­r i c a , objet ivo que i n s p i r a su constante comparación de las bondades americanas c o n las de otros países, especialmente los europeos. E n Amér ica , asegura el infatigable polemista , n o sólo no se carece de todo aquel lo de que p u d i e r a n vana­gloriarse los remotos países, s ino que a u n pueden encontrarse e n e l la las más extraordinar ias maravi l las , tan asombrosas o mejores que las que p u d i e r a haber en otras regiones ex­trañas, p r i n c i p a l m e n t e p o r lo que se refiere a tradición his­tórica, a pasado grandioso, a r iqueza v i t a l en l a creación c u l t u r a l , en f i n , a hechos indiscut ib les y a posibi l idades fu­turas. ¿Sería poca e locuencia de parte de l a grandeza ameri­cana hablar , n o ya de su fértil naturaleza, sino de su existen­c ia precortesiana, legendar ia y e jemplar , real izada en l a v i d a de sus pueblos y de sus príncipes heroicos, valientes y magní­ficos? Las solas v irtudes de éstos bastar ían por sí mismas para mostrar l a r iqueza m o r a l de los pueblos que gobernaban y que b i e n podr ían servir de e jemplo a príncipes de otros rei­nos, s in necesidad de i r , como tantos, a buscarlas en las glorias de viejos pueblos europeos. E l hecho de haber cal i f icado de "salvajes" a los habitantes de l a A m é r i c a prehispánica, no niega su a l ta c a l i d a d esp i r i tua l . " Y c laro está — e x c l a m a — que si era e l in tento p r o p o n e r para l a imitación ejemplares, era agraviar a su p a t r i a m e n d i g a r extranjeros héroes de quie-

3 6o FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

nes aprendiesen los romanos a ejercitar las v irtudes, y más c u a n d o sobran preceptos para asentar l a pol ít ica a u n entre las gentes que se reputaban por bárbaras . N o se echan me­nos , en parte a lguna, cuantas excelencias fuesen en otras de s u naturaleza es t imables . " 6

Pero Sigüenza no se contenta con exaltar l a rec iedumbre histór ica de l pasado p r e c o l o m b i n o y su autonomía en l a his­t o r i a universa l , sino que también le " p r e o c u p a " grandemente l a r e a l i d a d v i v a de ese pueb lo postrado y escarnecido que t a n t a fortaleza espir i tua l hab ía demostrado antaño. N o sólo def iende l a h i s tor ia de su país; no se resigna únicamente a l a n z a r lamentos y loas nostálgicas a sus t iempos pasados; como b u e n c r i o l l o , no pierde de vista l a existencia efectiva de tan­tos mi les de aborígenes agobiados por e l peso de l a derrota. ¡ T r i s t e d r a m a de u n pueb lo caído en l a desesperación y e l o p r o b i o p o r haber osado interponerse entre el conquistador y su p r o p i a l iber tad ! Los indios , escribe Sigüenza, son "gen­te arrancada de sus pueblos, por ser los más extraños de su p r o v i n c i a ; gente despedazada p o r defender su patr ia , y hecha pedazos p o r su pobreza; pueb lo terr ib le en el sufrir y después d e l cua l no se ha l lará otro tan paciente en el padecer; gente q u e siempre aguarda el remedio de sus miserias y siempre se h a l l a pisada de t o d o s . . . " 7 Pero si grande es su p iedad para l a s i tuación de los indígenas, no menos es su orgu l lo por los de su clase, p o r sus cualidades humanas y p o r sus notables talentos. P a r a ellos siempre son sus mejores alabanzas. Y tan­to más cuanto que se trata de enseñarle a E u r o p a las prendas suntuosas que a d o r n a n a los "amer icanos" , a los cr iol los , por e j e m p l o cuando h a l l a l a ocasión de h a b l a r de su gran amiga y c o m p a ñ e r a de inquietudes , Sor J u a n a , q u i e n , según él, pue­de r e u n i r en su persona todas las v i r tudes de las mujeres que h a consagrado l a h is tor ia . " P r e s c i n d i r qu i s ie ra — d i c e refirién­dose a l a poet i sa— del aprecio con que l a m i r o , de l a venera­c ión que c o n sus obras granjea, para manifestar a l m u n d o cuánto es l o que atesora su capac idad en l a encic lopedia y u n i v e r s a l i d a d de sus letras, para que supiera él que en u n solo i n d i v i d u o goza M é x i c o lo que en siglos anteriores repar­t i e r o n las Grac ias a cuantas doctas mujeres son el asombro

SOR JUANA Y SIGUENZA 361

venerable de las histor ias . " 8 Y es que con e l la comparte Si-güenza no sólo las preocupaciones y los conocimientos cientí­ficos de su época, s ino especialmente el contenido n a c i o n a l de todos sus afectos.

T a m b i é n l a m o n j a se ampara siempre ba jo e l signo de l a p a t r i a y es a ésta a q u i e n dedica sus mejores desvelos. G r a n ­de es su o r g u l l o por haber nac ido en el N u e v o M u n d o , en esta " A m é r i c a u f a n a " , como suele decir. Se siente part íc ipe de l a r e a l i d a d americana, fuertemente v i n c u l a d a con e l la . As í le d ice a l a D u q u e s a de A v e y r o :

Que yo, señora, nací en la América abundante, compatriota del oro, paisana de los metales; adonde el común sustento se da casi tan de balde, que en ninguna parte más se ostenta la tierra madre.Q

S u amor a M é x i c o se extiende a todo lo que su suelo so­p o r t a . H o m b r e y paisaje parécenle haber recogido u n a buena parte de l a bendic ión d i v i n a . M u n d o marav i l loso es esta A m é r i c a cuyo solo ser rebasa desde sus orígenes las cosas de las tierras ajenas. T o d o en e l la augura u n a prosper idad y u n a magni f i cenc ia j amás alcanzadas por otros países; como si Amé­r i c a estuviera l l a m a d a a ponerse a l a cabeza de todos los con­tinentes. P o r e l lo Sor J u a n a se empeña en a f i rmar su fe en los destinos ele su pat r ia . C o m o cuando nos h a b l a d e l capitán Pedro Velázquez de l a C a d e n a , varón i lustre y coterráneo suyo:

A vos, honor de Occidente, de la América el prodigio, la corona de la patria, de la nación el asilo, por quien América ufana de Asia marchita los lirios, de África quita las palmas, de Europa el laurel invicto.10

Pero más interesante que su gran devoción p o r l a pat r ia , es su a c t i t u d ante E u r o p a y ante los grupos o p r i m i d o s de l a

362 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

N u e v a España . N o hay en e l la ese exagerado empeño — p o r o t r a parte, t ípico de l c r i o l l o — que se advierte en Sigüenza, de hacer ver a l V i e j o M u n d o que en Amér ica hay también grandes cosas, quizá mejores que las suyas. C o n menos con­c iencia polít ica, pero con más conciencia social, Sor Juana está más cerca aún que el ex jesuíta de los pueblos explota­dos y maltrechos. M e j o r que u n a satisfacción por las bellezas naturales de l m u n d o novohispano, hay en Sor J u a n a u n a cla­r a idea del verdadero sentido que tiene l a presencia ele E u r o p a e n América . N o fue únicamente l a car idad lo que impulsó a E u r o p a a conquistar las tierras vírgenes de Amér ica , sino también u n apetito voraz de extraerle l a r iqueza a sus vetas y de sojuzgar en explotac ión permanente a los naturales de l país . P o r eso no se conforma Sor J u a n a con cantarle alaban­zas a su p a t r i a ; por detrás de su orgu l lo nac iona l se esconde siempre u n reproche a l a vorac idad europea y a l carácter dis­c r i m i n a t o r i o de l trato que da a los pueblos esclavos. As í es­cr ibe , refiriéndose a las grandes riquezas de Amér ica :

Europa mejor lo diga, pues ha tanto que, insaciable, de sus abundantes venas desangra los minerales; y cuántos el dulce Lotos de sus riquezas les hace olvidar las propias vidas, despreciar los propios lares. 1!

A Sor J u a n a le due len las vejaciones de que son víctimas ind ios y negros p o r i gua l . Sus padecimientos, su explotac ión constante, l a afrenta que signif ica l a confinación en que se les tiene, el desprecio con que el b lanco m i r a a los seres de p i e l más oscura que l a suya, hacen sentir a l a m o n j a jeróni-m a el m u n d o de d o l o r en que se debaten esos pueblos misera­bles bajo l a fuerza de l que se considera superior a ellos. P o r eso n u n c a tiene frases hir ientes para los desposeídos; no los denigra como tantos otros, que sólo ven en ellos el d e m o n i o y l a barbar ie hechos carne morena . J a m á s se trasluce entre sus palabras e l más leve soplo de desprecio para estos h o m ­bres de v i d a dramát ica .

SOR JUANA Y SIGUENZA 363

Esta preocupación p o r lo autóctono, que el la m i r a siempre aherro jado en las cadenas de l a discr iminación y l a extorsión, p r o d u c e en Sor J u a n a u n a vis ión confusa de l m u n d o i n d i a n o . Es e l d rama de u n pueblo grandioso que no p u d o salvarse p o r su p r o p i a mano y que tuvo que caer postrado a los pies de su salvador. U n a postración que le h a salvado el a lma , p e r o no el derecho a v i v i r humanamente . C o m o si para sal­varse h u b i e r a tenido que renunc ia r a su p r o p i o ser. Su manu­mis ión esp i r i tua l a cambio de su enajenación corpora l : he ah í su terr ible tragedia. C h o c a n en Sor Juana , por u n a parte, e l d o l o r de ver l a miser ia de u n pueb lo noble , y que le hace reprochar l a v i l l an ía de l conquistador , y por otra , l a justif i­cac ión necesaria de l a o b r a evangelizadora. U n a contradic­c ión que no acaba de comprender : este Occidente, " i n d i o g a l á n , con c o r o n a " , como e l la dice, h a tenido que trocar su esplendor, su cu l tura , sus tradiciones, su pasado y a u n su l iber­tad , por el evangelio de Cr i s to , por l a buena nueva de l a c a r i d a d y el amor; pero ¿qué amor y car idad son éstos que p a r a imponerse necesitan convertirse en yugo, rapac idad y d iscr iminación racial? T a l pregunta parece esbozarse tímida­mente en Sor Juana . C o m o si u n signo trágico corriese por debajo d e l destino de A m é r i c a , de esta " i n d i a b izarra , con mantos y huíp i les " .

E l pueb lo prehispánico v i v í a ciertamente sumergido en l a idolatr ía , pero no era u n p u e b l o pecador por m a l d a d , sino p o r error. Sor J u a n a trata p o r eso de comprender lo mejor q u e condenar lo . S i e l abor igen creía ca lmar a sus dioses co­m i e n d o l a carne h u m a n a y hac iendo escurrir l a sangre en los sacrificios, no era porque estuviera poseído del demonio , sino p o r q u e hab ía equivocado el objeto de su idea religiosa. L a ofrenda más d igna de D i o s no es el sacrif icio h u m a n o , sino el de Cr i s to , y e l a l imento supremo tampoco es la carne del pró­j i m o , sino l a de Jesús sacramentado. T a l es el más serio re­paro que puede hacérsele a l a re l ig ión indígena. Sólo error, equivocac ión, que no u n pecado cu lpab le y diabólico. Sor J u a n a cree en l a educación de l i n d i o para hacerle volver a l a v e r d a d . 1 2 Sí, a través de l E v a n g e l i o es como se logrará sacar a l p u e b l o autóctono de sus arraigados vicios; pero el lo no es

3 ^ 4 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

excusa para maniatar su débi l cuerpo y explotar lo hasta l a saciedad, Y l a comprensión y p i e d a d de Sor J u a n a p o r los i n d i o s (que más que p iedad es deseo de just ic ia social) se ex­t i ende también a l negro, en q u i e n ve, me jor que en los demás g rupos explotados, l a v íct ima de los pre juic ios raciales y de l a v o r a c i d a d de l b l a n c o . 1 3

E S T E H O N D O S E N T I D O socializante de l pensamiento de Sor Jua­

n a , u n i d o a u n pro fundo o p t i m i s m o en cuanto a los destinos de su pat r ia , es seguramente u n o de los aspectos más i m p o r ­tantes de su obra . E n esto, puede decirse que l a poetisa es l a f i g u r a más auténticamente m e x i c a n a de su siglo. Más todavía q u e e l p r o p i o Sigüenza y Góngora . E n efecto, no obstante el m a r c a d o acento nac iona l de su pensamiento, no está Sigüenza t a n v i n c u l a d o a los verdaderos problemas de su país. A pesar d e l exaltado o r g u l l o que tiene p o r su pat r ia , a pesar de su s impat ía p o r los padecimientos populares , hay siempre en él u n a ac t i tud de recelo, de desconfianza — a veces hasta despec­t i v a — hac ia e l popu lacho de su época. A d m i r a l a grandeza d e l pasado precortesiano y c u l t i v a su interés por las antigüe­dades mexicanas, pero sólo m o v i d o p o r u n a cur ios idad inte­l e c t u a l y u n propósito que son comunes a los de su clase, q u e ya empieza a a d q u i r i r g ran confianza en sí misma . E l i n d i o le interesa sólo por l a c u l t u r a prodig iosa que p u d o crear e n e l pasado, y ocasionalmente le p r e o c u p a n sus problemas humanos ; más que comprensión p o r éstos, es compasión por su suerte, como "se dolería cr ist ianamente de las desgracias de c u a l q u i e r otro grupo h u m a n o " . 1 4 " Se compadece de l a miser ia de los ind ios como otros tantos cr io l los de l a C o l o n i a . U n o era e l azteca legendario, s iempre atract ivo para l a acción de u n gambus ino de l a h i s tor ia que quiere aumentar le méritos a su " n a c i ó n " , p o r l a que siente u n verdadero afecto, y otro m u y d is t into e l i n d i o v ivo , famélico, miserable , que m u y poco tenía que le interesase a i e rud i to de su época. Sor Juana , por el contrar io , está más cerca de l i n d i o v ivo que del legendario. M á s que su h i s tor ia , le preocupaba su situación rea l ; por e l lo n o decayó j amás su amor a l desdichado esclavo; y p o r el lo tam­bién, n u n c a vo lv ió Sigüenza a ocuparse de los ind ios después

SOR JUANA Y SIGÜENZA 365

de aquel levantamiento que tanto susto e i rr i tación le pro­d u j o . 1 5

N o obstante, ambos personajes h a b l a n u n lenguaje que p a r a nosotros tiene gran interés. M i intención a l ocuparme de l a poetisa y de l capel lán remilgoso no h a sido en n i n g ú n m o m e n t o quedarme únicamente en l a narrac ión de l o que sentían y pensaban p o r M é x i c o , para repet ir aquí m u c h o de lo q u e ya se h a d i c h o — p r i n c i p a l m e n t e por lo que toca a Sigüen-z a — en torno a l aspecto mex icano en la obra de las dos f igu­ras máx imas de l siglo x v n . Bastante estudiados h a n sido para que repi ta yo ahora lo que es de l conocimiento común. Acaso me he detenido u n poco más en Sor Juana , y eso sólo porque me h a parec ido i m p o r t a n t e recalcar e l m o d o como se expresa e n e l la l a r e a l i d a d americana. M i idea es más a m p l i a toda­v ía . Pienso que únicamente puede aquilatarse adecuadamente —cosa que me parece no se h a hecho hasta h o y — el sentido de l o n a c i o n a l que hay en Sor J u a n a y Sigüenza, si se les con­sidera dentro d e l cuadro tota l de nuestra h i s tor ia , a l menos l a c o l o n i a l . P o r q u e absurdo sería, a más de superf luo, con­tentarnos sólo c o n saber cómo y con cuánta in tens idad "ama­b a n " los dos a M é x i c o . Quédese esta l abor para los eruditos y los mexicanistas a todo trance.

P a r a m í , l a i m p o r t a n c i a de l ambiente nac ional i s ta de las ideas y actitudes —éstas quizás más que aque l las— de Sor J u a n a y Sigüenza es doble . P o r u n lado, p e r m i t e n l a com­prensión d e l grado histórico de u n a r e a l i d a d ob jet iva cuya i m p o r t a n c i a es decisiva en cuanto que señala ya los futuros derroteros que h a b r á de tomar nuestra h i s tor ia y e l sentido que en ésta se reserva. Pero también Sigüenza y Sor J u a n a nos servirán p a r a i n t r o d u c i r n o s en l a significación de u n a conciencia que l lenó de v i d a tres siglos de co lon ia l i smo, es decir , l a conc ienc ia " c r i o l l a " .

D o s S O N , p r i n c i p a l m e n t e , las actitudes de Sor J u a n a y Si­güenza en torno a l o n a c i o n a l . P o r u n a parte, en ambos se advierte u n a exa l tac ión de las cosas de su país frente a l a pre­tendida s u p e r i o r i d a d europea. L a presencia apabul lante de E u r o p a es l a que hace reaccionar "pa t r ió t i camente" a los dos

366 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

cr iol los . Son l a p o t e n c i a l i d a d económica de E u r o p a y l a fuerza de su c u l t u r a las que mueven en ellos esa preocupación p o r lo p r o p i o , en busca de aquel lo que pueda contraponerse a l a l t ivo europeo. D e otro lado, revelan u n notable interés (con las salvedades que mencioné antes) por l a r e a l i d a d ame­

r icana , especialmente p o r los pueblos aborígenes. E l u n o va l l e n o de entusiasmo a su pasado con grandes anteojos de eru­dic ión y sapiencia, para regocijarse con l a fuerza creadora q u e demuestra en defensa de Amér ica . L a ot ra se acerca a sus heridas p a r a poner en ellas u n bálsamo y augurar a l o p r i ­m i d o su futura re iv indicación. Pero los dos siempre vigi lantes de que no se di fame a l p u e b l o mexicano. Dos actitudes ad­mirables p a r a nosotros, pero m u y comunes a l a clase social a que pertenecen. Probablemente en ellos estas preocupacio­nes nacionalistas alcancen, en ciertos aspectos, u n v igor que otros anteriores a ellos no h a n p o d i d o expresar; pero, de todos modos, no puede negarse que en gran parte sus inquietudes n o son sino l a manifestación acabada de u n b u e n trecho de pensamiento c r i o l l o .

Y a hemos visto, en efecto, cómo desde e l siglo x v i empieza a gestarse en e l c r i o l l o u n sentimiento de repulsa a todo lo europeo, a l m i s m o t iempo que u n a s impatía cada vez mayor p o r las cosas y los hombres americanos. A q u e l activo siglo tra jo consigo u n gran m o v i m i e n t o de los grupos sociales, los cuales sólo fueron a d q u i r i e n d o su e q u i l i b r i o y su carácter propios gracias a su estabil ización económica. E l fenómeno que se presenta en l a m e n t a l i d a d es bastante comple jo , pero podr ía esquematizarse sociológicamente así: por u n lado, l a rapidez con que se def inen económicamente los estratos socia­les prepara menta lmente a los menos fuertes para padecer alteraciones en sus convicciones; en sus relaciones con crio­l los , mestizos e ind ios , e l peninsu lar adquiere vertiginosa­mente más fuerza económica que éstos; asegura así su situa­ción y su pensamiento se hace más f i rme en sus p r i n c i p i o s ; se torna conservador y robustece sus ideas para sostenerse en sus pr iv i leg ios .

N o sucede lo m i s m o c o n el c r i o l l o , que es el que part icu­larmente nos interesa. Su controversia económica con el ad-

SOR JUANA Y SIGÜENZA 3 6 7

versarlo repercute inevitablemente en su manera de pensar. E m p i e z a a d u d a r de aquel lo que le l lega de España , sobre todo si se refiere directamente a su país de nac imiento . S i a todo eso se añade l a gran m o v i l i d a d vert ica l (para emplear l a ter­m i n o l o g í a de M a n n h e i m ) que se h a p r o d u c i d o entre las diversas capas sociales, se comprende fácilmente cuánto se ha­b ía di ferenciado, no sólo económica, s ino mentalmente, el c r i o l l o de l peninsular . Su aversión a l europeo y su s impatía p o r e l n a t u r a l no son otra cosa que los pilares de su futura ideo log ía revo luc ionar ia , que se per f i l a def ini t ivamente en el siglo x v n . E n este siglo se estratif ican totalmente las clases sociales. A aque l la m o v i l i d a d vert ica l (esto es, a esos movi ­mientos rápidos entre las distintas capas sociales en el sentido de descenso y ascenso sociales) que i n u n d ó el siglo anter ior , su­cede u n a m o v i l i d a d hor izonta l en l a que, a pesar de los cam­bios entre las capas, l a estructura social se sostiene en sus bases. D e ahí que no se p r o d u z c a n alteraciones de impor tan­c i a en el pensamiento de los varios grupos que conviven en l a N u e v a España . S i n embargo, esta situación estática favo­rece l a def inición de l a conciencia c r i o l l a . B u e n e jemplo de e l lo es e l pensamiento de Sor J u a n a y Sigüenza. C o n ellos l a m e n t a l i d a d c r i o l l a ha tomado gran fuerza y puede decirse que representan l a p r i m e r a manifestación de grandes alcan­ces de l a ideología de su ciase, especialmente Sigüenza, cuyas características se h a n considerado siempre como antecedentes inmedia tos de las que presentan los jesuítas innovadores del s iglo x v i n . Y ciertamente Sigüenza no sólo prepara a éstos en e l conoc imiento de l a c iencia y l a filosofía modernas, sino p a r t i c u l a r m e n t e en el aspecto ideológico, puesto que es él q u i e n i n a u g u r a l a etapa c o l o n i a l en l a que el pensamiento c r i o l l o adquiere u n carácter totalmente independentista .

T a n t o los jesuítas de l x v m como sus discípulos — q u e tanta i m p o r t a n c i a tuv ie ron en l a preparac ión ideológica de l a inde­p e n d e n c i a de M é x i c o — pertenecen a l a m i s m a tradición crio­l l a que Sigüenza; cont inúan l a l ínea ascendente de l a efer­vescencia m e n t a l comenzada en el siglo x v i y orientada de f in i t ivamente en el x v n . Y en el terreno científico-filosófico, l a m o d e r n i d a d que de ellos hereda Sigüenza tiene el mismo

3 6 8 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

sent ido que en éste: vista en su conjunto , su sentido en la c u l t u r a c r i o l l a consiste en ser u n a rma más para preparar l a caída de l peninsular , tanto p o r sus resultados teóricos como p o r ios prácticos. L a m o d e r n i d a d desgaja mentalmente a l a C o l o n i a c r i o l l a de l a peninsular , que se sostenía ideológica­mente en la escolástica decadente de l siglo x v n y en el p r i n ­c i p i o de a u t o r i d a d consecuente con e l la . Asesta u n golpe decis ivo en e l terreno m e n t a l a l a E s p a ñ a imper ia l i s ta , que n o encuentra más sal ida que acogerse nuevamente a las viejas tesis de l a i n f e r i o r i d a d d e l americano, aunque recubiertas a h o r a con u n ropaje " i l u s t r a d o " .

¿Y acaso n o es l a polémica de Sigüenza con el jesuíta K i n o l a p r i m e r a gran bata l la ideológica que lanza l a Amér ica crio­l l a contra l a E u r o p a imper ia l ? L a répl ica de Sigüenza a l t irolés l legado recientemente de E u r o p a , además de darnos a conocer l a f a m i l i a r i d a d que tenía nuestro capel lán con l a cien­c i a y l a filosofía de su t iempo, es en el fondo u n a demostración, ante E u r o p a , de l a fuerza ideológica que empieza a a d q u i r i r l a " n a c i ó n c r i o l l a " , como dir ía e l m i s m o Sigüenza. S i éste se dec ide a contestar a l europeo que pone en tela de j u i c i o sus ideas y conocimientos científicos, es sólo porque ve, en cierta m a n e r a , u n desprecio más que E u r o p a hace a Amér ica , de l a c u a l se considera ob l igado defensor . 1 6

L o p r o p i o ocurre con l a m o d e r n i d a d e i lustración de los jesuítas de l x v n i . P a r a ellos también, l a filosofía moderna o p e r a como fuerza renovadora y nacional is ta . Es, para Amé­r i c a , u n a forma más de re iv indicarse frente a u n a E u r o p a que sostiene l a idea de su i n f e r i o r i d a d . Y cuando se dice E u r o p a , p u e d e entenderse, me jor que l a o t ra E u r o p a de al lende el océano, l a E u r o p a española incrustada en el N u e v o C o n ­t inente .

E l l o , s in embargo, n o es s ino u n aspecto — i m p o r t a n t e , pero p a r c i a l — de l a secuencia ideológica de l a C o l o n i a , que sólo adqui r i rá significación p l e n a el año de 1810, en el pueblo de Dolores . E l repertor io de ideas que m u e v e n a los insur­gentes se h a l l a contenido ya — e n u n a f o r m a u o t r a — en la t radic ión de l a m e n t a l i d a d c r i o l l a . L a ideología de los pr i ­meros l iberales independentistas no l a i m p r o v i s a r o n éstos de

SOR JUANA Y SIGÜENZA 3 6 9

la noche a l a m a ñ a n a , n i l a i m p o r t a r o n repentinamente de la F r a n c i a revo luc ionar ia . L a estructura menta l ele l a C o l o n i a se había emancipado ya suficientemente de sus viejos moldes tradicionales, y no tenía que i r a comprar ideas en el mer­cado europeo. Las ideas de l a I lustración francesa l l egaron a M é x i c o en las postr imerías de l siglo x v n i , pero no para i n i c i a r u n a revolución que ya estaba hecha, sino para acelerar ideoló­gicamente su consumación. F u e r o n recibidas en u n m o m e n t o en que hacía falta u n argumento def in i t ivo que rematara l a decadencia de l a C o l o n i a . E n f i n , los ideales de l a R e v o l u ­ción francesa h i c i e r o n su apar ic ión en M é x i c o por l a m i s m a razón que en F r a n c i a : p o r u n a necesidad histórica que ya era perentor ia .

L A R E V O L U C I Ó N de l a independenc ia mex icana comienza ver­daderamente en el siglo x v i , adquiere " c o n c i e n c i a " y se anun­c ia en el x v n y empieza a realizarse en el x v n i , cuando el gru­p o c r io l lo tiene en su poder u n a buena parte de l a r iqueza económica y se siente capaz de sacar de su país a l v ie jo adver­sario por las buenas o por las malas.

L a conciencia c r i o l l a c o l o n i a l es eminentemente u n a con­c iencia r e v o l u c i o n a r i a que va creciendo a medida que se agu­d iza l a contradicción de los intereses puestos en juego d u r a n ­te el régimen c o l o n i a l . N o es n i n g u n a casual idad que tres fenómenos históricos, aparentemente inconexos, como son las demandas polít icas de los cr iol los , sus actitudes nacionalistas y su capacidad económica, se desarrol len con u n a intens idad para le la y vayan a c o n f l u i r en l a época de l a independencia con l a m i s m a fuerza e x p l o s i v a . 1 7 L a revolución de indepen­dencia no s ignif ica únicamente l a l iberación polít ica de Amé­r ica , sino también su emancipac ión económica y m e n t a l con respecto a España . N o fue tampoco u n a hazaña l levada a cabo por motivos populares , s ino l a obra exclusiva de u n gru­po social que desde su m i s m o nac imiento estaba destinado a rea l izar la . Su l u c h a p o r e l d o m i n i o polít ico es a l a vez u n a l u c h a por su existencia económica, l u c h a que era el resultado evidente de las necesidades inherentes a l a conquista de l Nue­vo Cont inente , a l m i s m o t i empo que su p r o p i a negación dia-

370 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

láctica. Desde este p u n t o de vista, l a consolidación de l a Con^ q u i s t a significó e l p r i n c i p i o de su destrucción.

L a conciencia c r i o l l a es l a expresión esp i r i tua l de este dra­m a interno de l a C o l o n i a , y, en cuanto ta l , su desarrol lo , sus motivaciones y su sentido histórico mani f iestan teóricamente l o que en l a r e a l i d a d estaba sucediendo: el desmoronamiento de u n edi f ic io cuyos c imientos hab ían sido construidos en falso. D e l a C o n q u i s t a a l a Independencia el proceso m e n t a l d e l c r i o l l o es e l mismo, aunque en grados ascendentes, como también es u n o solo su m o v i m i e n t o pol í t ico frente a España . Y así como las disputas económicas de cr io l los y peninsulares p r o n t o t o m a n u n carácter polít ico en las demandas de aqué­l los ante l a C o r o n a española, así también las fricciones polí­ticas entre ambos part idos se traducen ráp idamente en con­troversias ideológicas, que abarcan desde las viejas cuestiones antropológicas de l siglo x v i sobre el h o m b r e americano (que luego vo lverán a repetirse en el siglo x v m ) hasta l a idea pro-v idenc ia l i s ta de l a revolución insurgente de 1 8 i o . 1 8 E l tras-fondo afectivo de l a polémica, sus síntomas irracionales y l a m e d i d a de su intens idad , son s in d u d a a lguna el desarrol lo de l a conciencia nac ional i s ta de l c r i o l l o , que, comenzando por u n borroso sent imiento de ant ipat ía hac ia e l " g a c h u p í n " , aca­b a r á d e r r i b a n d o a éste y a su repertor io de ideas imperia l is tas d e l siglo x v i . S i n que pretenda yo a f i rmar que Sor J u a n a y Sigüenza sean los inic iadores de l a conciencia de l a naciona­l i d a d (pr iv i leg io que p o r su m i s m a naturaleza no puede ser de n i n g u n a persona i n d i v i d u a l ) , no podemos ignorar l a i m ­por tanc ia especial que t ienen dentro de l m o v i m i e n t o ideo­lógico de l c r i o l l o . Su o b r a signif ica el m o m e n t o en que la conciencia c r i o l l a empieza a perfilarse en u n a dirección au­ténticamente revo luc ionar ia . C o n ellos se i n i c i a e l acto f ina l de l drama, en que el c r i o l l o se ha vuel to más agresivo en sus pretensiones polít icas, más poderoso económicamente, más se­guro de su s ituación social ; es el m o m e n t o en que el c r i o l l o h a roto c o n su herencia m e n t a l y se siente l i b r e y o p t i m i s t a . 1 9

E n suma; c o n Sor J u a n a y Sigüenza el espír itu m o d e r n o y l a c iencia nueva se desl izan en M é x i c o , asestando u n golpe de­cisivo a l a C o l o n i a escolástica y decadente, y preparando el

SOR JUANA Y SIGÜENZA 371

terreno a l a ideología revo luc ionar ia d e l enciclopedismo fran­cés. A p a r t i r de entonces, e l paso f i n a l n o será difícil , aun­q u e sí costoso, y u n a nueva conciencia saldrá tr iunfante de los estertores de l a v ie ja bata l la : l a conciencia l ibera l .

N O T A S

1 Epistolario de la Nueva España, t. 13, México, 1940, p. 244. 2 Antonio CASTRO LEAL , Poesías de Francisco de Terrazas, México,

1941, p. 87. 3 Manuel ABAD Y QUEIPO, Carta pastoral del Illmo. Señor Obispo

Electo y Gobernador del Obispado de Michoacán, Valladolid, 1812, en la Col. de doc. para la historia de la Guerra de Independencia, recop. por HERNÁNDEZ Y DÁVALOS , t. 4, núm. 118, p. 480.

4 Carlos de SIGÜENZA Y GÓNGORA, Obras, con una biografía del autor por Francisco Pérez, de Salazar, México, 1928, p. 13.

5 Ibid., p. 12. 6 Ibid., p. 17. 7 Ibid., pp. 30-31. 8 Ibid., p. 23. 9 Sor Juana Inés DE LA CRUZ, Poesías completas, México, 1948, p. 344. 10 Ibid., p. 224. 11 Ibid., p. 344. 12 Véase el interesante estudio que sobre este aspecto del pensamien­

to de Sor Juana hace Ezequiel CHÁVEZ en su bello libro, Ensayo de psi­cología de Sor Juana Inés de la Cruz, Barcelona, 1931, cap. 21.

13 cf. Ezequiel CHÁVEZ, op. cit., cap. 21. 1 4 Germán POSADA, "Sigüenza y Góngora, historiador", Revista de His­

toria de América, núm. 28 (diciembre de 1949). 15 Ramón Iglesia creyó ver la terminación del sentido nacionalista de

Sigüenza con ocasión del motín popular de 1692, después del cual decae notablemente su interés por los estudios indigenistas. Cf. R. IGLESIA, " L a mexicanidad de don Carlos de Sigüenza y Góngora", en El hombre Colón y otros ensayos, México, 1944, p. 143. La interpretación del pro­fesor español, además de carecer de lógica histórica (véase la acertada opinión de Germán POSADA, art. cit., p. 383), no tiene importancia para el punto de vista que aquí sostengo. El aspecto social del pensamiento de Sigüenza, considerado en su significación histórica, nada tiene que ver con fechas limítrofes, ni con acontecimientos más o menos ocasionales.

16 Acerca de la "modernidad" en ambos personajes, cf. mi ensayo " E l cartesianismo en Sor Juana y Sigüenza y Góngora", publicado en la re­vista Filosofía y Letras, núm. 39 (julio-septiembre de 1950).

17 En un documento real, citado por Abad y Queipo en su explica­ción de las verdaderas causas de la revolución de independencia, se lee

372 FRANCISCO LÓPEZ CÁMARA

esta frase: "En la violenta convulsión que ha sufrido la Monarquía por la invasión de los franceses, y turbación de las Américas, se ha introdu­cido la discordia entre mis amados vasallos, como un efecto inevitable del choque de las pasiones y de la contradicción ele intereses, opiniones y partidos.. (Exposiciones hechas al Rey en enero de 1816 por el Illmo. señor Dr. M. Abad y Queipo, Obispo electo de Valladolid, con la minuta de Decreto que los acompaña, México 1820). Las exigencias políticas y administrativas de los criollos venían repitiéndose desde el si­glo xvi, cada vez con mayor intensidad y con amenazas más declaradas a la Corona española. En una Memoria de fines del siglo xvi en que se pedía fuesen preferidos los criollos en los mejores empleos, se afirmaba: " Y siendo como son todos los más [criollos] descendientes de los conquis­tadores, hombres virtuosos, de entendimiento y capacidad para adminis­trar mayores y más graves cargos, triste cosa es ponerles solamente una vara en las manos y quitalles la administración y ejercicio de las causas de consideración; que demás de ser ellos muy dannificados, también es en mucho daño y perjuicio del real haber y en grande molestia, vejación y carga de los naturales, así por añadirse costas y salarios que se pudie­ran excusar, como porque [los peninsulares] no son personas inteligentes de sus causas y llevan más fin y propósito de aprovecharse, que del bien de la República . . . " (GÓMEZ DE CERVANTES, Vida económica y social de la Nueva España en el siglo xvi, pp. 91-92).

Y en el siglo xvín, un grupo de criollos, en representación de todos los de su clase, escribían a Carlos III: "Iguales razones a las que se con­sideran en la provisión de piezas eclesiásticas, urgen para que IGS empleos seculares de cualquier clase se confieran a los naturales. De ellas habla­remos en contrayendo estos generales principios a favor de los america­nos, debiendo por ahora quedar sentado que la provisión de los natura­les, con exclusión de los extraños, es una máxima apoyada por las leyes de todos los reynos, adoptada por todas las naciones, dictada por senci­llos principios que forman la razón natural, e impresa en los corazones y voto de los hombres. Es un derecho que, si no podemos graduar de natural principio, es sin duda común de todas las gentes, y por eso de sacratísima observancia" (Representación que hizo la ciudad de Mé­xico al rey D. Carlos III en IJJI sobre que los criollos deben ser pre­feridos a los europeos en la distribución de empleos y beneficios de estos reinos, reproducida en HERNÁNDEZ Y DÁVALOS, Col. de doc. para la hist. de la Indep., t. 1, núm. 195, p. 429).

18 Sobre el sentido nacionalista que el "guadalupanismo" revistió en la Colonia, y que tanta importancia tendría durante la guerra de inde­pendencia al imprimirle un carácter providencialista, Francisco de la Maza ha publicado un notable estudio (desgraciadamente, relativo sólo al siglo xvn) que causó gran alarma entre los guadalupanistas ultramon­tanos. Cf. F. DE LA MAZA, " LOS evangelistas de Guadalupe y el nacionalis­mo mexicano", en Cuadernos Americanos, noviembre-diciembre de 1949.

19 Aquellos criollos que en 1771 casi pedían a Carlos III se les per-

SOR JUANA Y SIGÜENZA 373 miíiera emanciparse pacíficamente, decían de sí mismos: " . . . no somos bultos inútiles, sino hombres hábiles para cualquier empleo, aun de la primera graduación; que en nada nos aventajan los de el Mundo Anti­guo; que no excede V . M . a los demás monarcas sólo en la vasta extensión de tierras, ni en el número de individuos que las habitan, sino en la copia de vasallos tan fieles, tan útiles, como los de que puede gloriarse el más culto estado del orbe. Conozca el mundo que somos los indianos aptos para el consejo, útiles para la guerra, diestros para el manejo de rentas, a propósito para el govierno de las iglesias, de las plazas, de las provincias, y aun de toda la extensión de reynos enteros" (HERNÁNDEZ Y DÁVALOS, op. ext., p. 439). El desarrollo del optimismo nacional en el siglo XVIII y primeros años del xix ha sido estudiado en un certero en­sayo por Luis GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ , " E l optimismo nacionalista como factor de la independencia de México", en Estudios de historiografía americana, México, 1948.