la dabiduria dr las emociones

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  • 154 la sabidtJra de las emociones

    pero es interesante observar cunto tiempo permanezco en esa actitud de identificacin. Si es prolongada y no salgo de ahf (Qu torpe he sido al caerme! Cmo ha podido ocu-rrirme!) seguramente mi nimo quedar afectado y tal vez no pueda concentrarme en mi exposicin ni sea capaz de realizar un buen trabajo. Eso es ucronificar y padecer la identificacin con quien se cay.

    La otra posibilidad es que, si bien reconozco que soy yo quien se ha cado, tambin puedo percibir que mi yo no se agota en ese que ha resbalado y que por lo tanto puedo mi-rar desde el resto de m a quien se ha cado y en ese mo-mento me desidentifico de l. Me ha ocurrido eso, pero no soy eso. Cuando comprendo esta realidad, y he desarrolla-do, adems, una actitud asistencial hacia m mismo, puedo mirar amorosamente a quien se ha cado y encontrar inclu-so los aspectos graciosos o simpticos de ese suceso, com-partirlo con el pblico y eventualmente rernos juntos . .

    Lo que se ha expuesto es una descripcin muy resumida ele los mecanismos psicolgicos que permiten experimentar

    \ ; , que habitualmente llamamos sentido del humor. Esto implica tambin transformar la calidad del aspecto

    que en mf se encarga de reconocer el error cometido. Trans-formarlo de avergonzador humillante en testigo amoroso,

    puede aprender y eventualmente divertirse con l!Q_W:!fJe toca vivir.

    Cuando esta transformacin interior se instala y consoli-dil ya no inhibo mi accin y comienzo a vivir la alegra de participar, de protagonizar, que es, como se ha dicho, otro eficaz anlfdoto de la vergenza inhibidora.

    Todos estamos expuestos a atravesar una situacin que nos produzca vergenza. Mientras actuemos en el mundo csli1mos expuestos a l('lll'r fallos imprevistos en una perfor-

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    la vergenza y su curacin 155

    manee, o no acertar con el cdigo de pautas imperante. La vergenza comienza a curarse cuando uno est dispuesto a correr ese riesgo porque se siente con recursos para sobre-llevar esa situacin en el caso de que ocurra. Es decir, la ver-genza se convierte en emocin conflictiva cuando la accin, cuandO Uno deja de expresarse a causa de la ver-genza.

    El de gustar

    Adems de los motivos particulares que producen ver-genza (cometer un fallo en tal o cual performance) hay un motivo que es general y que est por encima de todos los te-mas particulares. Si pusiramos en palabras dicha actitud sera: Tengo vergenza de que se advierta mi de ex-presarme, de mostrarme y de hacerlo bien, , para lograr que me acepten, me reconozcan, me quieran o me

    Este deseo, si no hasido legitimado interiormente, suele ser el que ms vergenzil produce. ,

    La persona que lo siente tiende a creer que a ella es la nica a quien le sucede, o que le da demasiada importancia a su participacin pblica y sus repercusiones/ y que a los otros no les ocurre lo mismo. Todo esto muestra a las que dicha persona no ha legitimizado su deseo (universal, por otra parte) de mostrarse/ gustar y ser reconocida.

    Es interesante revisar qu grado de le.gitimidad interior tiene en cada uno este deseo.

    Durante el proceso de elaboracin de su vergenza, Vfc-tor relat: Estaba por cantar (por primera vez) en pblico y empec a sentir que me ponfa tenso y me ruborizaba; en-tonces me de lo mucho que trabajamos y antes de

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    que e-ste t'\I,Jdo siguiera creciendo me acerqu al micrfono y dije: NLl verd,lCI C) que me siento muy nervioso; tengo mu-c_~~a~ gan,ls de ha~erlo bien y que a ustedes les guste lo que voy a cant.u ... " t?espuf>s t.le decirlo, la vergenza que 111e ~primfa remiti y desapareci el rubor ...

    Una dl' las senales frsicas mtis frecuentes de la vergenza es ruboriliHSP. Luego uno teme no slo la escena que aver-genza, !lino el ruboriz.~rse en s. A este trastorno se lo ha dcnomin,Hio ritrolol ,i,ln.

    El rtr.hor l'S l'l.lUillL'IJto del riego sanguneo que recorre la cara y ia calll'lcl. picho aumento de riego expresa el deseo de estar preslnte. Si no he legitimado mi deseo de estar presente y gustar, entonces, a travs del rubor se pierde el control so-bre la manifestacin fsica de ese deseo y, que se note, nos avergenza. Y eso fue lo que le sucedi a Vctor: el mismo de-seo, cuando procuraba ocultarlo por ilegtimo, se converta en agobiante motivo de vergenza y se expresaba ruborizn-dose. Cuando logr legitimarlo interiormente y pudo expre-sarlo y compartirlo se convirti en un deseo ms, y tanto la vergenza que inhiba su accin como el rubor cesaron.

    Si bien la vergenza puede parecer una perturbacin menor en relacin con otras emociones como el. miedo, la culpa o la ira, l.a vivencia en .s de vergenza es realmente desorganizadora y muy dolorosa. Cuando uno la ha padec-do y sabe que no cuenta con recursos para resolverla en caso de volver a presentarse, se convierte en un freno que recorta de forma impiadosa la posibilidad de disfrutar el de-saffo de expresarse, improvisar, crear y compartir.

    Sentirse disponible para ese desafo, y encararlo, es, pre-: cisamente, una de las legtimas fuentes de alegra en la vida.

    Bien vale la pena entonces recordar que la vergenza in-hibidora se cura, y que existe un camino para ello.

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    La vergenza y su curacin 157

    INDAGACIN PERSONAL

    A ttulo de resumen se presentan a continuacin los aspec-

    tos ms significativos de la vergenza encauzados ahora hacia

    la exploracin personal. De modo que si usted padece esta

    emocin le propongo la siguiente tarea:

    Observe cul es la escena (real o imaginaria) que le produ-

    ce vergenza. Trate de describirla con la mayor precisin posi-

    ble. Como si completara la siguiente frase:

    a) Lo que a m me avergenza es: (cantar, bailar, ser el

    centro en una reunin, y que mientras lo hago me mues-

    tre torpe, desafine, me olvide la letra, diga algo inapro-

    piado, etc.). Las situaciones posibles son mltlip~s~ re-

    pare en cul es su escena de vergenza.

    b) Y que quienes estn conmigo reaccionen sintiendo,

    pensando a haciendo ....

    Esa reaccin imaginada de los otros caracterizur cmo es

    su avergonzador externo. ' 1

    Una vez que descubra cu;l es el perfil de su avergonzador ~ externo, observe si reconoce en usted algn aspecto propio \. ':,.1,:,',!. que se dice lo mismo o algo equivalente, es decir, cmo es la

    voz de su avergonzaclor interior. (Mira el ridculo que has he-

    cho, qu torpe ~res, no mereces el afecto de nadie, mejor de-saparece!, etc.)

    Lograr identificar al avergonzador interno es mlly impor-

    tante, porque se trata de la puerta de entrada que permite in-

    gresar en la fbrica personal de la vergenza .

    Cuando ha conseguido identificar esa voz interior, imagine

    que usted es, por unos instantes, el avergonzado y que puede

    hablarle a esa voz interna que lo avergenza.

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    150 La sabidurfa Cle las emociones

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    a) tLo que siento cuando me hablas de ese modo es ... n 'b) La parte de r

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