la economía del peronismo- rougier
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Un resumen de un capítulo del historiador argentino Marcelo Rougier acerca de la economía del país durante los dos primeros mandatos de Juan Domingo PerónTRANSCRIPT
Luciana Serovich – Licenciatura en Sociología Informe Historia Argentina II
La economía del peronismo - Una perspectiva histórica
Marcelo Rougier
El autor plantea al peronismo como un fenómeno constituido por varias aristas a
considerar, entre las que señala a la política, la económica y la cultural, pero decide
centrarse en la segunda: la evolución económica de la experiencia.
Rougier diferencia tres etapas de la misma: una caracterizada por el crecimiento, desde
que asume el gobierno mediando el año 1946 hasta finales de 1948; a la siguiente la
constituye un período de crisis y bajo crecimiento, conjugados con problemas del sector
externo e inflación, entre 1949 y 1952; y el tercer momento transcurre entre 1953 y
septiembre de 1955, cuando el gobierno padece el derrocamiento.
Es menester entender que en cuanto a orientación de la política económica peronista no
existen tres momentos, sino dos: una política inicial caracterizada por una fuerte
redistribución del ingreso, expansión de los instrumentos crediticios y del gasto público,
y una abundante política de nacionalizaciones y el impulso a las actividades
manufactureras.
El segundo momento inicia en 1949 tendiendo a resolver los problemas de escasez de
divisas combinando el congelamiento de la política de redistribución de ingresos y del
sector industrial que la hacía posible apoyando decididamente las actividades
agropecuarias e intento por primera vez avanzar en la sustitución de importaciones de
maquinarias e insumos.
“En consecuencia, entre 1949 y 1955 no hubo una política económica específica y
uniforme y mucho menos una estrategia de desarrollo de largo plazo” (Rougier,
2012:196). Se privilegió el ingreso a favor de los trabajadores, y esto se manifestó en el
hecho de que hacia el final del período los trabajadores incrementaron un 50% su salario
real y participaban de aproximadamente la mitad del ingreso nacional.
El autor coloca la centralidad en cómo se ha ido acentuando hacia nuestros días una idea
de política económica del peronismo vinculada a la periodo económico inicial, en el que
el crecimiento se había sustentado en el impulso al consumo y había prevalecido la
consigna “combatiendo al capital”, y no se otorga la suficiente importancia al “período
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de ajuste y redefinición, en el que se había promovido la recomposición de los ingreso
del sector agropecuario, el ahorro interno y las inversiones extranjeras, y que, en rigor,
se extendió la mayor parte de los años del gobierno de Juan Perón.” (Rougier,
2012:197) A todas estas ideas el autor las englobará bajo la frase “construcción sesgada
del imaginario”.
La economía creció a una tasa apenas superior al 3,5% anual, desempeño similar al de
los duros años de la Segunda Guerra Mundial, y la evolución del PBI por habitante es
menor al 2% anual. Además, resulta interesante que el PBI per cápita de 1954, el último
año completo de la gestión peronista fuera inferior al de 1947, el primer año completo
de la experiencia.
Para poder obtener un panorama cierto de la industria durante la gestión peronista es
importante observar su desempeño en relación con el conjunto de la economía.
Desde fines del siglo XIX el sector industrial aumentaba constantemente (a excepción
del periodo de la Gran Guerra). Sin embargo, esa tendencia a largo plazo se vio
interrumpida durante el decenio peronista:
- La industria participaba con cerca del 20% hacia los primeros años de la
década de 1940 y alcanzó más del 24% en 1947 (contexto atravesado por la
SGM), pero la crisis externa y los cambios en la política económica interna
generaron una participación relativa decreciente en los siguientes años.
- Luego del repunte post-crisis, el censo industrial de 1954 arrojó un 12,5%
superior al de 1946. La cantidad de trabajadores ocupados en el sector sólo
era un 10% superior, y el valor agregado se hallaba estancado respecto de
1948.
- En 1955 las manufacturas en el producto apenas eran superiores a las del
primer año de la gestión peronista, desempeño que en otros países
latinoamericanos había sido muy distinto: la industrialización sí había
ganado terreno frente a las actividades tradicionales.
- Si la industria superó el producto de la agricultura desde 1945 fue porque la
caída de la producción rural fue constante. De hecho, la tendencia hacia el
incremento de la participación fabril durante el peronismo se quebró
rotundamente.
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“Resulta difícil asociar estos resultados con un gobierno al que la mayoría de analistas
ha definido como un claro promotor de la industria” (Rougier, 2012:200)
Ni la industria incremento su participación en el periodo ni hubo avances significativos
en la integración de los procesos productivos.
La producción manufacturera pesaba más que la primaria en el producto nacional, pero
la economía aún dependía de las exportaciones y de la suerte de la producción
agropecuaria controlada por los sectores tradicionales. Así, la política económica se
encerró en la redistribución de ingresos pero no modificó la ordenación económica y de
la propiedad de la que derivaba esa distribución. La economía seguía dependiendo del
agro, donde el buen clima y los propicios precios internacionales decidían el ritmo de
nuestro país. Esto revela en gran medida la escasa autonomía de la política económica.
Sólo cuando la crisis de divisas golpeó fuertemente nuestra economía, “menos por
convicción o concepción ideológica y más como necesidad”, se impulsaron la industria
de base y el desarrollo de maquinarias a nivel local. El equipo económico respondió a la
restricción externa incrementando los saldos exportables a través de la contención del
consumo interno y el aliento de las actividades agropecuarias. Hacia 1949 existieron
tensiones debido a que era posible orientar el crédito hacia el sector agropecuario para
mejorar la oferta de los productores ante la escasez de divisas, pero no era posible
restringirlo al sector industrial, en tanto no se contuviera la presión salarial, ni limitar las
importaciones sin generar recesión y la respuesta de los empresarios. De este modo,
solo se podía resolver el problema del sector externo restringiendo el consumo de los
sectores populares pero en el largo plazo de desgajarían las bases sustanciales de apoyo
político. De cualquier manera, los problemas estructurales de la economía Argentina
subsistieron y serian enfrentados por los sucesivos gobiernos.
Hacia 1955 se convocó al director de la CEPAL, Raúl Presbisch , quien acentuó la
alternativa industrialista y confió menos que los funcionarios peronistas en la
posibilidad de incrementar la producción agropecuaria en el largo plazo y desde allí
resolver la insuficiencia de divisas.
Durante el tercer gobierno peronista un nuevo ciclo expansivo se interrumpió por las
dificultades de colocación y la caída de los precios internacionales. En 1975 cayó el
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producto, la escasez de divisas continuaba siendo un problema estructural del modelo
económico basado en el impulso de la industria, y las estrategias de resolución del
mismo habían quedado “a mitad de camino”.
Así, en las décadas siguientes, las políticas keynesianas y de apoyo al sector industrial
serían abandonadas.
Nuevamente bajo la egida de gobiernos peronistas a partir de 2003 la economía
experimento alto crecimiento económico, inédito históricamente. Creció la producción
agropecuaria impulsada por los altos precios internacionales, y también la producción
manufacturera estimulada por un tipo de cambio más favorable y políticas monetarias y
de ingresos expansivas. El proceso se completa con el mayor gasto público y de los
subsidios para sostener el salario real y el nivel de actividad.
Sin embargo existen importantes tendencias inflacionarias y una integración del sector
manufacturero que requiere importar cada vez más insumos y maquinarias. Debido a
esto, el nivel de actividad industrial se encuentra atado a las presiones internacionales de
los productos de exportación.
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